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Rompimiento segundo

En la cama mirando el techo

A: ¿Un minuto?

S: ¿Vas a la cocina?

A: No. ¿Un minuto de hablar serios?

S: Ay perdón. ¿Me vine muy rápido? ¿No te hice bien….?

A: No idiota. Fue perfecto. Un minuto de hablar serios, otra cosa.

S: ¿Estás triste? (Silencio) ¿Y esa cara de libélula? Jajaja. Espera. Parece que se te van a salir los
ojos. ¡Qué seria! (Pausa) ¿Qué pasa?

A: (Auténticamente muy triste pero sin dejar de jugar con él y poniéndose su pelo como bigote)
¡En el nombre del reino de los ositos de goma-espuma, como se les conoce habitualmente a estos
dos enamorados debemos desde este estrado comunicar algo muy desgraciado.

S: (Hiperbólico jugando) Oh, no, nooooo ¡qué desgracia! Díganos todo, mensajero del rey.

A: En estos momentos que parecen de felicidad hay algo que no es feliz.

S: ¡Oh no, no. No nos deje así! Díganos la verdad.

A: (Se quita el bigote y habla normal) No puedo. No puedo más. Me estás comiendo la vida, no sé
quién soy, ni donde estoy ya.

(Gran pausa. Ella se prepara lento y muy triste.) (Nunca se dejan de mirar a los ojos ni de sonreir,
tristes)

S: Te vas.

A: Me voy… No, quédate ahí.

S: No.

A: Sí. Es lo que es.

Bernardo Gamboa.

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