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dad

El H om bre
A ctual
en Busca de
la Realidad

P o r la Superación d e l Ser H um ano y sus I nstituciones


Francisco Ugarte Corcuera

fibre
A ctual en
Busca de
la Realidad
Prólogo de
Carlos Llano

l§j§ P A N O R A M A E D I T O R IA L
EL HOMBRE ACTUAL EN BUSCA DE
LA REALIDAD

Copyright © by Francisco Ugarte Corcuera

Portada:
Dibujo: Heraclio Ramírez

Primera edición 1997


Primera reimpresión: 1997
© Panorama Editorial, S,A. de C.V.
Manuel Ma. Contreras 45-B,
Col. San Rafael 06470 - México, D.F.

Tels.: 535-93-48 • 592-20-19


Fax: 535-92-02 • 535-12-17
e-mail: panorama® iserve.net.mx

Printed in Mexico
Impreso en México
ISBN 968-38-0619-8

Prohibida la reproducción parcial


o total por cualquier medio sin autorización
por escrito del editor.
A mis padres,
que, con su sencillez y sentido
común, han sido la mejor
escuela de realismo y
autenticidad.
Indice

Prólogo . ............. 9

In tro d u cció n ............. 19

1
¿CRISIS DE VALORES? ............. 23
Conocimiento de los va lo re s........................... 24
Realización de los valores .......... ............................... . . 28

2
EL RELATIVISMO Y SUS CONSECUENCIAS................. 35
Que es el relativism o ................... 36
Consecuencias para la persona.................... 40
Consecuencias para las relaciones con los dem ás........45

3
EL DOGMATISMO Y SUS CONSECUENCIAS................... 51
Que es el dogm atism o..................................................... 52
Sobrevaloración de la in te lig e n c ia .................................. 54
Reducción o sim plificación de la realidad .....................59
La actitud ra c io n a lis ta ............... •.....................................64

4
EL R EALISM O ........................................................................ 73
Condiciones para conocer la re a lid a d .............................74
Actitudes que favorecen el re a lis m o .............................. 80
Dos consecuencias del realismo .......................................87
Síntesis comparativa: realismo ante relativism o
y d ogm atism o.................. 87
8 Indice

5
L A AU TEN TIC ID AD COMO FORMA DE ESTAR
EN L A REALID AD ...................................... 93
La noción de autenticidad ....................... 93
La identificación del hombre consigo m ism o........... 95
La m anifestación de sí m ism o.........................................106
Formas de in c u rrir en la in a u te n tic id a d ........... . 107
Medios para ser auténtico .............................. 116
Prólogo

Muchos de los estudios sociológicos contemporáneos insisten


Y reiteran que, en los momentos de crisis, el hombre debe vol­
ver a lofundamental, a lo básico. Bajo las ventoleras y huracanes
de la sociedad, necesita el hombre un pedazo de tierra firm e
en donde arraigar. El interés despertado en este momento por
las humanidades clasicas, responde sin duda a esta tendencia,
casi instin tiva , del hombre; a esta necesidad de ubicarse en
algo de carácter permanente y sólido. La existencia de unos
enclaves fijos en la variedad de los parámetros antropológicos
es condición im prescindible para que podamos hablar de una
genuina personalidad. Si hay algo perdido para el hombre de
nuestro tiempo, y algo que el individuo busca perentoriamente,
es una personalidad al menos mínima, vale decir, con perma­
nencia, una continuidad de su propio ser, ése que se mueve
ahora al desgaire de opiniones y caprichos.
A m edida que la crisis es más aguda, la perforación para
llegar al cim iento habrá de ser, a la par, más profunda. Es jus­
tamente lo que ocurre hoy: nos hallamos, reduplicativam ente,
en una crisis de criterios, que no otra cosa son los valores: aque-
llas estimaciones que posibilitan el discernim iento del peso,
im portancia y tamaño que debemos darle a las cosas, y en es­
pecial a nuestras cosas. La crisis es así profunda, por su propia
naturaleza, pues carecemos de los criterios para establecer los
criterios: nuestros presuntos discernimientos no disciernen, y
no poseemos intelectualmente herramientas que establezcan
criterios propiamente tales.
10 El Hom bre Actual en Busca de la Realidad

Francisco lig a rte , en este pequeño, pero denso y prove­


choso libro, quiere responder a la crisis volviendo efectivamen­
te a lo básico. Su trabajo, si quisiéramos resum irlo en pocas
palabras, consiste precisamente en esto: dar contestación al
re vo ltijo actual de los valores con los nobles conceptos de la
antropología filosófica clásica. No cabe duda —y el lector lo
comprobará desde las primeras páginas— que esta im portan­
te labor de respuesta im plica una tarea no menos decisiva de
a d a p ta ció n , o, d iría m o s , de tra s p la n te : los conceptos
antropológicos y axiológicos, origen de nuestra cultura, pasan
a v iv ir y a encarnarse en medio de los fenómenos personales y
sociales de la actualidad. Francisco Ugarte, que goza del hon­
do conocimiento de las personas, y cuenta con la preparación
filosófica para descifrar lo que ocurre en el abismo de cada
espíritu, nos muestra que el hombre clásico no sólo puede sub­
sistir en el habitat contemporáneo, sino que, al revés, es a la
ecología social de hoy a la que le falta un elemento central para
p e rvivir: el hombre; pero el hombre tal como nuestra cultura
occidental lo ha concebido por debajo de todos los grandes
trazos de nuestra historia.
De esta manera, más que ejercer una labor de trasplante de
lo clásico a lo actual, la tarea del estudio al que el lector está
siendo introducido en este insuficiente exordio, es, podría de­
cirse, la inversa: Ugarte nos convence aquí de que el funda­
m ento que necesitan los fenóm enos de h o y es el que
corresponde a una concepción clásica —precisemos: aristotélica
y cristiana— del ser humano, el cual causa, vive y padece tales
fenómenos. Fundamento no sólo hermenéutico. Es verdad que,
como habrá de verse páginas adelante, las ideas durante si­
glos sustentadas sobre el ser humano constituyen una c la rifi­
cación teórica de lo que hoy nos sucede (y lo que nos sucede,
como se ha dicho, es que no sabemos lo que nos sucede).
El m érito de esta tarea, sin embargo, no es sólo el de una
validísim a interpretación, con categorías clásicas, de los suce­
sos humanos de hoy. Esas categorías no son sólo claves de com­
prensión. Ugarte nos hace ver que se constituyen también,
como claves de vida, en signos existenciales.
P rólogo i1

¿Qué es ese resolver intelectual y vitalm ente las crisis


de hoy apelando a lo básico, al fundam ento? El fondo ve r­
dadero del hom bre es la realidad — aquélla en la que él con­
siste y aquélla en la que se encuentra inserto, o arraigado,
como d ijim os— . Javier Z u b iri, al que nuestro autor ha dedi­
cado muchos empeños en sus estudios filosóficos, ha d e fi­
n id o al hom bre como animal de realidades. Tal vez esta
rem em oración haya sido la chispa, acaso no deliberada, no
consciente, gracias a la cual U garte ha resucitado el c rite rio
del hom bre — su discernim iento de valores— en esta carac­
terística basilar y, diríam os, única: el realism o. N o en vano
Jaime Balines comienza El Criterio, lapidariam ente, dicién-
donos que la verdad es la realidad de las cosas.
A naliza nuestro autor el realismo, como nota constitutiva
del hombre sano, tanto diciendo lo que el realismo es, cuanto,
co n fo rm e a la sabia d ia lé c tic a precisam ente clásica,
delim itándolo respecto de aquello que no es, aquello que lo
circunscribe y con lo que pudiera confundirse: el relativism o y
el dogmatismo. Más aún: Francisco Ugarte, a nuestro parecer,
quiere decirnos (sin que expresamente lo diga) que la crisis, en
singular, por nosotros ahora padecida, es precisamente no dis­
cernir — otra vez el crite rio — los verdaderos contornos de
vecindaje, el inestable y d ifíc il equilibrio, la centrada y escon­
dida armonía del realismo entre los dos errores que lo rodean;
la crisis consiste en transferir la realidad al propio yo, sea re­
blandeciendo sus perfiles mediante la consideración de que
todo es relativo; sea endureciendo sus aristas bajo la óptica de
que todo es dogmáticamente absoluto.
Después de una introducción en la que se pone al descu­
bierto la imperiosa tendencia humana a la felicidad y las con­
fusiones modernas para acercarnos a ella, y un prim er capítulo
en el que nos percatamos de la existencia y esencia de la crisis
de valores —de nuestra personal crisis de valores—, aborda
Ugarte el quehacer, contemporáneamente tan necesario, de
desmontar, una por una, las falsas piezas que han articulado
la tónica de relativism o —de pensiero debole, de razonamiento
flácido— que se ha erigido como el toque d istin tivo de los pro-
12 El Hom bre Actual en Busca de la Realidad_________

cesos intelectuales postmodernos: todo habría de pronunciar­


se en tono de duda y de inquisición; todo habría de dejarse en
puntos suspensivos...
Para Ugarte, el relativism o reside esencialmente en situar
el fundam ento de la verdad en el sujeto (en lo que de alguna
manera coincide con el dogmatismo), de modo ta l que no pue­
da darse ya una verdad absoluta: todo es del color del cristal
con que se m ira, sin posibilidad de m irar sin cristal o de que el
cristal a través del que miramos sea transparente. Las cosas,
pues, no tienen verdad propia, independiente del hombre.
Hace bien nuestro autor en señalar la gran paradoja
existencial del relativism o. Parecería que, al exim irnos de nues­
tras ligaduras con una verdad absoluta, independiente de no­
sotros, se nos daría alcanzar la libertad. El relativism o como
propiciador de nuestro ser libre, cae en el pozo sin fondo del
contrasentido. Si no hay realidades independientes de mí, que­
do, al revés, enredado en la maraña puntiform e de mis capri­
chos, y en la de los demás, que también poseen los suyos. Ya
nadie quiere entonces conformarse con la realidad verdadera,
mientras que, al contrario, lo verdadero debería conformarse
con lo que cada uno de nosotros queremos. Es posible que sea
el relativism o lo que se encuentra en el fondo de las confusio­
nes de Babel: si no hay una realidad absoluta, cada idiom a no
tiene una cifra para traducirse a los demás: el relativism o nos
proporciona la m inúscula libertad del hom bre clausurado
ególatramente en sí mismo, sin comunicaciones con los otros.
Y ello es así porque, según lo leemos en nuestro autor, la p ri­
mera relación con los otros es el servicio, el cual comienza, a
su vez, en la comunicación de una verdad que se considera patri­
monio de todos.
Como contrapartida de este personal retraim iento, el hom ­
bre no obtiene la libertad, sino el desarraigo. Parecerá que
librem ente recorre los arborescentes y profusos caminos de las
hojas, pero no serán más que hojarasca muerta. Como lo dice
O rtiz de M ontellano, "para que el árbol tenga la hoja verde,
la raíz crece seca y a m arilla". Quien carece de la raíz fuerte
de la verdad será víctim a de todos los vientos.
Prólogo 13

Octavio Paz, en su reciente Itinerario, nos precave acerca


de los peligros del relativism o, al que califica como el eje de la
sociedad democrática: "asegura la convivencia civilizada de
las personas, las ideas y las creencias; al mismo tiem po, en el
centro de la sociedad relativista hay un hueco, un vacío que
sin cesar se ensancha y que deshabita las almas".
En la otra vertiente de este filo de la navaja que es el realis­
mo, no encontramos al relativista, sino al dogmático. Pero los
extremos se tocan. Porque para el dogmatismo la firm eza de la
verdad se encuentra también en el sujeto, y no en la realidad
de las cosas. "Es merecedor de ese calificativo —nos dice Fran­
cisco Ugarte— quien da la im presión de que todas sus afirm a­
ciones tienen la categoría de un dogma, es decir, de una verdad
absoluta e in fa lib le ".
Hay, sí, verdades absolutas pero nuestro precario acerca­
m iento a ellas es aspectual —la realidad es polifacética— y
procesual —nuestro conocimiento sigue un proceso tem poral
inesquivable— . Ello quiere decir, de una parte, que la in te li­
gencia del hombre es lim itada; pero significa, sobre todo, que
la re a lid ad posee una riqueza que lo sobreabunda. Si el
relativista considera que no se puede conocer más que una
parte —la propia— de la realidad, como la cara de la luna, el
dogmático afirm a que se puede conocer el todo de un golpe,
sin matices n i distinciones, sin caras diversas.
Pero los extremos se tocan igualmente en el nivel vivencial,
y esto lo ha perdido de vista el hombre de hoy y nos lo recuer­
da Ugarte: si el dogmatismo es origen de conflictividad, el
relativism o no consigue verdaderos acuerdos, sino pactos pe­
recederos, treguas momentáneas, que hacen después más dra­
m áticos los conflictos, porque todo queda en suspenso,
colgando de la fragilidad del sujeto. El conflicto se convierte
entonces en catástrofe. "Yo sé b ie n — d irá Juan Ramón
Jiménez— que cuando el hacha de la muerte me tale se vendrá
abajo el firm am ento". Esto puede afirm arlo con el mismo de­
recho tanto el dogmático como el relativista. ¿No será más
tranquilizador, menos wagneriano, pensar que el firmamento
14 El H om bre Actual en Busca de la Realidad

tiene una firmeza redundante y propia m uy superior a la ende­


ble seguridad del sujeto?
Es así como Francisco Ugarte llega a la columna dorsal de
su estudio: el realismo. En el fondo de todas las equivocacio­
nes y m alentendidos hay una chispa relativista o dogmática,
una desconfianza respecto de la realidad y una confianza
hipertrofiada respecto del sujeto que la conoce (o desconoce).
No es el de Ugarte un realismo cerril, si se me perm ite la dura
expresión representativa de muchos sedicentes realistas. Hasta
donde alcanzamos a ver, el realismo suyo es más bien ese con­
junto de agarraderas objetivas que producen el acierto de nues­
tros juicios, en el más poliform e sentido de la expresión: acierto
m oral, religioso, teórico, práctico y aun u tilita rio . La prudencia
— es decir, modernamente, el acierto— tiene su fundam ento en
la realidad. Estamos hablando del hombre realista que, por
serlo, es acertado en sus juicios. Así es como interpretaríam os
nosotros, en apretada suma, el sentido del realismo para Ugarte.
En efecto, ser realista no reside sólo en lo que él llam a esa
"condición in ic ia l" de "reconocer que las cosas poseen su pro­
pia verdad, independientemente de que yo las conozca". Ser
realista no es un mero reconocer intelectualm ente la realidad:
es estar en la realidad, lapidaria expresión del autor de este li ­
bro, que tanto puede indicar al hombre contemporáneo. Fran­
cisco Ugarte está en la realidad y su lib ro se ha escrito para que
su lector esté de nuevo en la realidad, consiguiéndolo sin duda
(con la propia colaboración insustituible de quien ha de po­
nerse en la realidad). El hombre realista está en la realidad,
porque la realidad está en él.
Tal realismo se encuentra m uy lejos de ese objetivismo ac­
tual que nos im pide em itir juicios de valor sobre la realidad
observada, y quiere lim itarse a la estrictísim a descripción de
los hechos, prohibiendo dogmáticamente las opiniones perso­
nales sobre ellos, equivocada postura con la que se desea equi­
lib ra r la balanza del relativism o. Este no puede compensarse
con un objetivismo de esa índole, al menos por dos razones:
porque ya en la selección de los hechos a describir hay inserta
una valoración inevitable (¿cuántos hechos hay en la habita-
Prólogo 15

clon en donde estoy escribiendo?, ¿por cuáles de ellos comien­


zo su interm inable descripción?); y porque el valor de los he­
chos es un hecho tan objetivo como los hechos m ism os.
Desgajar de ellos toda consideración axiológica es consecuen­
cia de una axiología tan fuerte al menos como las otras que
quieren evitarse.
La fortuna de este lib ro es, pues, en buena parte, el m o­
mento de su aparición. Derrumbado el concepto m arxista del
hombre, condicionado por sus necesidades materiales y las
relaciones de producción para satisfacerlas; inmerso en la c ri­
sis más abrupta el concepto freudiano del hombre, condicio­
nado por el instinto sexual (nunca los hombres han tenido
sociológicamente mayor libertad en su lib id o y nunca ha pro-
liferado la neurastenia como hoy); reconocido el fracaso empí­
rico del conductismo, quien pensaba en la posibilidad de la
domesticación humana, cuando el resultado es la plétora de
las rebeldías y los descaros; m anifiesto el desastre a que nos
lleva la ética del superhombre de Nietzche, la palabra que se
p ro n u n c ia en estas páginas no es sólo o p o rtu n a , sino
indeclinable. El hombre no está condicionado por los estímu­
los sensibles, n i por las tendencias sexuales, n i por los afanes
del poder, n i por las necesidades económicas. La verdadera
condición del ser humano es la realidad. Condición que, para­
dójicamente, no lo condiciona sino que con su sometimiento
él mismo se libera. El hombre es un anim al de realidades, no
de instintos, n i de estímulos; de realidades.
Este realismo, precisamente porque reconoce que la reali­
dad es compleja y la inteligencia lim itada, está supeditado a
su vez no a las altas dotes de la razón, sino a características
integrales de la persona que en este lib ro quedan resumidas
gracias al talante sobrio y esquemático de su autor. La verdad
—el conformarse a la realidad de las cosas— no es un asunto
de la sola inteligencia, sino del amor (del amor a la verdad,
precisamente). Y estas son las características del amor a la ver­
dad: desinteresado, abierto, flexible, capaz de adm iración,
hum ilde, y —por ello— dispuesto a rectificar. La invaluable
descripción de estos caracteres del hombre realista form a un
16 El H om bre Actual en Busca de la Realidad

benéfico conjunto de pautas para el acierto del ju ic io hum a­


no. A q u í podría encontrarse el más valioso provecho prác­
tico de este estudio de antropología filosó fica , que podría
parecer de prim era instancia escuetamente teorético.
El estudio concluye así con algo no ya eminentemente hu­
manista sino humano: el análisis profundo de la autenticidad
como form a de estar en la realidad. El punto p rin cip al de esta
obra es, a nuestro juicio, el de la inflexión que se hace en ella
entre el realism o como modo único del conocim iento y la
autenticidad como actitud privilegiada existencial.
Charles Taylor, en The Malaise of Modernity analiza los dos
sentidos que actualmente tiene la autenticidad, como im pera­
tivo m oral prevalente en el hombre de nuestro tiem po: o bien
serfiel a uno mismo, en donde se exalta el valor de la autodeter­
m inación, o bien ser coherente con un orden superior, en donde se
exalta el valor de la trascendencia del ser humano, que apues­
ta no por sí mismo, sino por un ideal de sí mismo que lo supe­
ra y enaltece. Francisco Ugarte nos ofrece aquí una sabia guía
para sortear esta alternativa, como entre Escila y Caribdis.
Nosotros lo diremos en tonos coloquiales, por hacerlo de
una manera distinta a la rigurosamente austera de nuestro au­
tor. El relativism o es indicativo de una cabeza abierta —a todas
las opiniones, a todas las corrientes—, pero blanda —moldea-
ble p o r esas mismas corrientes y opiniones a las que se
abre— . El dogm atism o, por su parte, nos m uestra una cabe­
za dura, consistente, sólida, segura de sus juicio s, pero al
p ro pio tiem po cerrada en esos mismos juicios personales que
se erigen en principios inamovibles y que no adm iten la in ­
fluencia de otras perspectivas. El realismo —la sujeción y aun
sometimiento a la realidad— hace posible lo que, pareciendo
un cuadrado redondo, en modo ninguno lo es. Gracias a él
nuestra cabeza será abierta y dura al mismo tiempo: abierta a las
grandes corrientes del espíritu y consistente en sus criterios o
juicios de valor, sin por ello caer n i en la cerrazón n i en la blan­
dura de mente. Es lo que hace a un hombre acertado.
Transpuesto ello a los parámetros existenciales, la persona
se dice, sobre todo, respecto de los demás; la persona es, en la
Prólogo 17

filosofía clásica, antes que nada, relación y apertura respecto


de los otros; pero también es, con paridad de rango, consisten­
te en sí misma. Persona es quien, teniendo dom inio de sí, abre
ese sí mismo a las demás personas, que lo serán en la medida
en que, desde la consistencia de su interior, se abran a su vez a
los otros. Este aspecto simultáneamente relacional y consis­
tente hace a la persona auténtica, como aquel otro de apertura
y dureza la hacían acertada.
Y es que en este lib ro se vislum bra, de alguna manera, la
grandiosidad abierta y el m isterio sellado que se halla en cada
persona: cómo ser acertado en nuestras acciones y auténtico
en lo más profundo de nuestro ser.

Carlos Llano
Introducción

Todos queremos ser felices. D ifícilm ente se puede refutar esta


afirm ación, sobre todo si entendemos el verbo querer como
deseo y como búsqueda. ¿Quién desea la infelicidad para sí
mismo? ¿Quién no busca ser feliz, en el fondo de cada una de
sus acciones? Y es que el hombre está hecho para la felicidad,
por eso tiende naturalmente a ella. Pero... ¿en qué consiste la
felicidad?, ¿es realmente posible alcanzarla?, ¿cuáles son los
medios para llegar a ella? Esta es ya otra cuestión, que vale la
pena plantearse, porque a todos nos atañe.
La sola inclinación natural hacia la felicidad, que todos
experimentamos, no garantiza que vayamos a conseguirla. Si
nos preguntamos, por ejemplo, qué porcentaje de la gente que
conocemos es realmente feliz, tendremos serias dificultades
para contestamos, pues su com portam iento, sus actitudes, sus
estados de ánimo, no nos perm iten sacar una conclusión evi­
dente. Si hacemos nuestra pregunta directamente a esas per­
sonas, tampoco conseguiremos un resultado satisfactorio: en
lugar de respuestas definidas, tal vez escucharemos explica­
ciones demasiado parciales, que sólo servirán para concluir
que se trata de un asunto complejo y un tanto confuso para la
mayoría de la gente. ¿Quién es realmente feliz? O al menos:
¿cómo puede el hombre aproximarse a la felicidad?
H oy en día la felicidad suele identificarse con el bienestar
m aterial, con la posesión, con el tener. Y no es infrecuente cons­
tatar la paradoja de que, mientras más se tiene, más in fe liz se
es. Quien luchó por alcanzar una posición relevante, basada
20 El H om bre Actual en Busca de la Realidad

en el éxito económico, porque pensó que así iba a ser feliz, se


ha sentido decepcionado. Y es que el tener bienes materiales
no satisface las ansias de felicidad que laten en el corazón del
hombre. Si la felicidad no radica en el tener, o en tener más,
entonces, ¿en qué consiste?
H ay una gran diferencia entre tener más y ser más. El tener
no necesariamente acrecienta el ser. Más aún, puede empeque­
ñecerlo y, en esta misma medida, hacer al hombre infe liz. Por
ejemplo, el avaro se empobrece como persona, y en su egoís­
mo sólo experimenta infelicidad. El camino hacia la felicidad
está relacionado con el ser: consiste en ser más. Esta idea puede
resultar aún abstracta.
¿Qué significa ser más? Pasar desde lo que soy, hacia lo
que estoy llam ado a ser; actualizar m is potencialidades hu­
manas; desarrollar m is capacidades; a d q u irir lo que me co­
rresponde según m i natu rale za ; perfeccionarm e como
persona; crecer como hom bre; enriquecerm e al encarnar
valores. La fe licid a d del hombre, entonces, va a consistir en
d ila ta r el p ro pio ser, m ediante la adquisición de valores, de
manera que, m ientras más valores se realicen, más fe liz se
irá siendo.
Estas reflexiones iniciales, sobre el tema de la felicidad, nos
perm iten vislum brar la im portancia que los valores tienen en
la vida humana, porque constituyen, precisamente, el conte­
nido y el camino para ser feliz. Por esta razón, el prim er capí­
tulo del libro tratará sobre la crisis actual de valores y los medios
para superarla.
La cuestión de la felicidad y los valores, como cualquier
otro tema central para la vida humana, sólo puede resolverse
si se cumple con una condición: la de estar en la realidad, lo cual
constituye el tema de fondo de las páginas que vendrán a con­
tinuación. Estar en la realidad significa ser realista, teórica y
prácticamente, en el pensamiento y en la vida; pensar correc­
tam ente, de acuerdo a una verdad objetiva — la verdad so­
bre el hom bre—, y ajustar la propia vida, la propia conducta,
a los valores que corresponden a esa verdad. Q uien está en
la realidad se encuentra ubicado, porque sabe qué valores
In tro d u c c ió n 21

debe realizar, cuál es el sentido de su vida, dónde radica la


felicidad.
En cambio, quien se sale de la realidad —cosa por demás
fácil y frecuente en nuestros días—, pierde el rum bo de su exis­
tencia, y necesariamente padece una crisis con repercusiones
en los diversos ámbitos de su personalidad: espiritual, psíqui­
co, afectivo, social y hasta fisiológico. Con la intención de ad­
v e rtir al lector de dos peligros que conducen a la evasión de la
realidad, y exponer sus consecuencias, dedicaremos los capí­
tulos segundo y tercero al relativismo y al dogmatismo, respecti­
vamente. Se trata de dos posturas extremas, que se separan
del realism o en direcciones opuestas; alejan de ese tema de
fondo que inspira las consideraciones que nos hemos p ro ­
puesto.
Con este marco, podremos entonces abordar el realismo y
señalar cuáles son las condiciones y actitudes que garantizan
esta postura, tanto en el orden especulativo como en el n ivel
existencial, porque se trata, en definitiva , de estar en la reali­
dad, con el pensamiento y con la conducta.
Finalm ente, dedicaremos un ú ltim o capítulo a la auten­
ticidad, que no es otra cosa que el realismo llevado a la vida
personal, al ámbito más íntim o del sujeto: el de su conciencia.
El carácter personal de este tema no perm ite que se le trate en
abstracto, sino de manera concreta, es decir, mediante cuestio-
namientos que harán pensar al lector en sí mismo y sacar sus
propias conclusiones.
No quiero term inar esta introducción, sin hacer algunas
alusiones al origen y a la fuente de inspiración de este ensayo.
El punto de partida de estas reflexiones ha sido la expe­
riencia de situaciones humanas no bien resueltas y represen­
tadas por personas m uy variadas, en cuanto a su ambiente
social, fa m ilia r y cultural. El común denom inador de esas si­
tuaciones ha sido una especie de insatisfacción o infelicidad
latente en esas personas, por no tener su vida centrada, por no
encontrarse ubicadas. Frecuentemente los intentos de resolver
esas situaciones, por parte de los interesados, han sido esca­
pes, evasiones, que sólo producían un incremento de la pro-
22 El Hom bre Actual en Busca de la Realidad

blexnática: la infelicidad iba en aumento, porque no se atacaba


la causa.
A la experiencia mencionada se unió una in tu ició n que
parecía dar con la raíz y apuntaba la solución a esas situacio­
nes. Si la causa de problemas tan variados coincidía con la fa l­
ta de ubicación personal, la solución debía consistir en estar en
la realidad. ¿Cómo? Enfrentándose cada uno consigo mismo,
con plena sinceridad, para conocerse y aceptarse; teniendo
ideas claras, fundadas en la verdad, para orientar la propia
vida y llenarla de sentido; adquiriendo la capacidad —la fuer­
za— para v iv ir de acuerdo con esas ideas. Ciertamente la tarea
no se presenta fácil, pero es posible —más aún, necesario—
llevarla a cabo, si se quiere ser feliz. Es lo que nos proponemos
demostrar en estas páginas.
Quiero tam bién advertir que las reflexiones aquí recogidas
han sido confrontadas, previamente, con numerosas personas,
unas veces individualm ente y otras en sesiones grupales. Es­
pecialmente han sido sometidas a la crítica — en ocasiones dura,
pero siempre sincera— de los estudiantes universitarios de
diversas carreras, que con distintos enfoques han enriquecido
su contenido. Algunos y algunas reconocerán sus aportacio­
nes cuando se adentren en la lectura del libro. A ellos p rin c i­
palmente, a los jóvenes que se encuentran en esa etapa tan
apasionante de definición de su vida, m i agradecimiento y m i
deseo de que este ensayo les ayude a estar en la realidad, para
que resuelvan adecuadamente su existencia.

Guadalajara (México), 1996


1
¿Crisis de valores?

La s itu a c ió n actual
En la actualidad hay crisis de valores. Esta expresión es un
tópico que se escucha con frecuencia y en el que todo m undo
suele estar de acuerdo. La unanim idad en el acuerdo parece
provenir más de la generalidad y ambigüedad de la expresión,
que de la identificación con su contenido. ¿Qué significa esta
crisis? ¿De qué valores se trata? Esto requiere profundizar en
el tema, para adentrarse en su contenido.
Lo prim ero que hay que advertir es que la crisis, antes que
ser de los valores, es del sujeto de esos valores. Es el hombre
actual el que está en crisis, porque no puede responder, con su
inteligencia o con su voluntad, a los interrogantes fundamen­
tales que le plantea la existencia: ¿a dónde voy?, ¿qué quiero?,
¿cuál es el sentido de m i vida? Y al haber perdido el rumbo, al
no tener a la vista el fin de su existencia, es lógico que los valo­
res —que son medios para llegar al fin — se desdibujen. En
consecuencia, se puede decir que hay crisis de valores porque
el hombre está en crisis.
La vida humana se desenvuelve dinámicamente y se orien­
ta hacia la plenitud. El térm ino plenitud hace referencia al con­
tenido, a la riqueza humana, a la calidad de una persona. Y a
esta meta se llega mediante la recta realización de valores, que
es un proceso dinám ico y dependiente de cada persona. Reali­
zar un valor es dotar a la existencia de contenido. Si práctico
24 El H om bre Actual en Busca de la Realidad

un deporte, recibiré un beneficio corpóreo, por realizar un va­


lo r de orden físico; si contemplo una puesta de sol o escucho
un concierto de música clásica, m i calidad humana habrá au­
mentado por el valor estético adquirido; si me aboco al estu­
d io de una teoría m atem ática o in ve stig o un problem a
filosófico, desarrollaré un valor intelectual, que dilatará el con­
tenido de m i existencia.

C o n d ic io n e s para los valores


Para que el valor cumpla su función, en este proceso dinám ico
de la vida humana, se requieren dos condiciones, una de or­
den teórico, la otra de orden práctico. La prim era se refiere al
conocimiento de los valores, tanto a aquellos que intervienen
en el perfeccionamiento del hombre en general, como a los que
yo, en mis circunstancias concretas y con mis capacidades,
puedo y debo proponerme. La segunda condición consiste en
la realización efectiva del valor en la vida de la persona. A la luz
de este esquema se puede comprender la raíz de la crisis ac­
tual. Veámoslo.

Conocimiento de los valores


E l s u b je tiv is m o
La fuerte carga de subjetivism o que afecta al pensamiento con­
temporáneo incide también en la llamada teoría de los valores o
axiología. Desde el p u n to de vista del conocim iento, el
subjetivism o consiste en situar la verdad en el ám bito del suje­
to, antes que en la realidad de las cosas: mi verdad tiene p rio ri­
dad sobre la verdad. Del mismo modo, el subjetivismo axiológico
sitúa el fundam ento del valor en el sujeto que valora y no en la
realidad objetiva que hace que algo sea valioso: vale porque lo
valoro o lo aprecio, y no lo aprecio porque valga. En este caso
el sujeto dota de valor a lo valorado, independientemente de
que valga o no en sí mismo. Es lo que ocurre, por ejemplo, con
la publicidad: a base de destacar y subrayar las cualidades del
¿Crisis de valores? 25

producto que se anuncia —aunque esas cualidades no respon­


dan a la realidad—, el producto acaba adquiriendo un valor
que no le es propio, sino que depende de la propaganda que se
le ha hecho; la subjetividad ha prevalecido sobre la objetivi­
dad. De manera semejante, también en el terreno comercial,
suele o cu rrir que el cliente influ ya con su actitud en el precio
de los productos: alguien ha comprobado que, en determ ina­
dos establecimientos populares, el precio de un objeto aumen­
ta en cuanto el cliente lo toma con sus manos, mientras que si
lo señala a distancia, su valor dism inuye.
Cuando no se trata ya del va lo r económico o com ercial
de un objeto, sino de los valores hum anos que habrán de
proporcionar un contenido superior a la vida, las consecuen­
cias de este modo subjetivo de enfocar los valores son más
graves. Si un acto hum ano se hace justo porque yo lo consi­
dero justo o si q u itar la vida a una persona es un d isvalo’",
porque yo así lo concibo, entonces, igualm ente, con el m is­
mo fundam ento —m i yo que valora— , podré afirm ar lo con­
tra rio en cada caso. A fin de cuentas, me he convertido en el
á rb itro que decide a su antojo lo que vale y lo que no vale.
O tro m odo de in c u rrir en el subjetivism o consiste en con­
siderar que algo vale porque me produce agrado o placer.
Su va lo r está en el hecho de producirm e una satisfacción
subjetiva. Este c rite rio tam bién está en boga y en muchos
casos —ta l vez especialmente entre la gente joven— sirve
de pauta ú ltim a para el comportamiento. Hago lo que me gus­
ta, evito lo que me desagrada. El placer es bueno, el dolor es
malo, en cualquier circunstancia. La droga y el sexo producen
placer, luego deben ser lícitos. Con este criterio, además del
error evidente expresado en estos ejemplos, quedan elim ina­
dos, por principio, los valores más altos para el hombre —in ­
telectuales, morales, religiosos—, porque su realización supone,
ordinariam ente, al menos en sus inicios, un proceso poco pla­
centero, un esfuerzo que nada tiene que ver con el placer sen­
sible que se ha adoptado como fundam ento del valor.
26 El Hom bre Actual en Busca de la Realidad

O b je tiv id a d d e l v a lo r
Es preciso, por tanto, aceptar la objetividad del valor, para no
in c u rrir en las contradicciones anteriores. Sólo reconociendo
que el valor vale en y por sí mismo —valga la redundancia—,
con independencia de la valoración de un sujeto, se podrá con­
tar con un camino seguro que conduzca a la ple n itu d de vida.
Sólo considerando los valores como bienes objetivos de la na­
turaleza humana, se podrá superar el relativism o en la percep­
ción de los mismos y se podrá com prender su función de
medios que conducen al hombre a su fin . Pero esto de la obje­
tivid a d requiere una aclaración.
Ciertam ente, hay cosas que valen en sí mismas, inde­
pendientem ente de su relación con un sujeto determ inado,
como la vid a , la salud, el amor a Dios, la so lid a rid a d con el
p ró jim o , una verdad científica, la belleza de una obra de
arte. Son valores objetivos cuya validez es anterior e incluso
independiente del acto valorativo del sujeto. Tal objetividad
de los valores no requiere ser demostrada. Es un dato prim a­
rio , de evidencia inm ediata, como lo son tam bién las primeras
verdades del conocimiento. En cuanto captamos un valor, nos
damos cuenta de que vale no porque lo apreciemos nosotros,
sino por él m ism o. Lo apreciamos porque vale. Pero, ¿resul­
ta suficiente para el hombre aceptar la ob je tivida d del valor
e incluso conocer con precisión y jerárquicam ente los valo­
res comunes para todos?

E l v a lo r para m í
Para contestar a lo anterior, hay que tener en cuenta que no
todo lo que vale o es bueno en sí, es bueno para mí. Esto puede
o cu rrir por dos razones: porque aquello que es bueno en sí,
para m í suponga un desorden — ad qu irir un coche, además
del que ya se posee, resulta superfluo; el uso del sexo fuera del
m atrim onio es un pecado—; o porque determinados valores
que podrían ser buenos para m í no están, en mis circunstan­
cias actuales, a m i alcance —realizar unos estudios en el ex-
¿Crisis de valores? 27

tranjero, cuando no cuento con los recursos de tiem po o dine­


ro para llevarlos a cabo—, por lo que dejan de ser buenos para
m í, en cuanto que no debo proponérmelos. Esto pone de ma­
nifiesto que no basta con reconocer la objetividad de los valo­
res, sino que es preciso considerarlos también en su relación
con el sujeto que está llam ado a realizarlos.
En otras palabras, aunque la objetividad del valor im plica
su validez universal —por contraste con el relativism o gene­
rado por la axiología subjetiva— , la realización de los valores
es tarea eminentemente in d ivid u a l, personal. Cada quien debe
hacer suyos unos valores determinados, según sus propias cir­
cunstancias y capacidades. El estudiante universitario, por
ejem plo, se encuentra en circunstancias distintas a las del
profesionista, y sus capacidades personales también son d ife­
rentes. Los valores que habrá de adquirir, en cuanto universi­
tario, son necesariamente diversos de loyque corresponden a
quien está ya en pleno ejercicio de su profesión. Esto exige
poner los medios para descubrir y precisar cuáles son esos
valores que debo proponerme, como contenido fundam ental
de m i proyecto de vida.

R e q u is ito s p o r parte de la in te lig e n c ia


En resumen, la prim era condición para que el valor cumpla su
función en la vida humana y que, según señalamos in ic ia l­
mente, se refiere al nivel del conocimiento, exige los siguien­
tes requisitos:

a) a d m itir la objetividad del valor;


b) conocer cuáles son los valores que perfeccionan al ser
humano, proporcionando contenido a su existencia;
c) averiguar cuáles de esos valores objetivos son buenos
para m í en cada momento, según mis circunstancias;
d) precisar aquellos valores que deberé proponerme, por­
que, además de ser buenos para mí, me resultan ase­
quibles. Esto supone, a su vez, conocer mis capacidades,
y descubrir las posibilidades que las circunstancias con-
28 El H om bre Actual en Busca de la Realidad

cretas me ofrecen en cada momento, para tratar de con­


vertirlas en valores reales.

Realización de ios valores


Con esto podemos pasar al análisis de la segunda condición,
que deberá darse para que el valor cumpla su función de con­
ducir al hombre hacia su plenitud: la efectiva realización de
los valores.
Resulta d ifíc il precisar si la crisis actual depende más de la
carencia de esta condición que de la primera. En cualquier caso,
ambas están relacionadas, en una relación de dependencia
mutua: el conocimiento de ios valores resulta necesario para
realizarlos, y esta realización clarifica su conocimiento; m ien­
tras más profundo y completo sea ese conocimiento, la reali­
zación de valores se verá más favorecida, del mismo modo
que si tal realización es profunda y eficaz, el conocim iento de
esos valores se enriquecerá en esa misma medida.
H oy en día nos encontramos frecuentemente con una in ­
coherencia entre lo que se piensa y lo que se vive. Y las causas
de esta falta de unidad de vida proceden tanto del n ivel del
pensamiento —hay confusión mental—, como de la conducta
—no se hace lo que se querría hacer, por deficiencias en la vo­
luntad— . Analicemos, con cierto detenim iento, lo referente a
la voluntad, que constituye el meollo de este segundo aparta­
do en torno al problema de los valores.

E l p a p e l de la v o lu n ta d
La voluntad es la facultad mediante la cual se quiere, se toman
las decisiones, se ejecutan los actos que conducen a las metas
que la inteligencia señala. Su relación con la libertad es íntim a,
pues ¿qué otra cosa es la libertad sino esa misma capacidad de
querer, de elegir entre diversas posibilidades, de llevar a la
práctica lo que resulta conveniente? H ay que tener en cuenta
que la libertad real de cada persona depende de lo fuerte que
sea su voluntad: si por debilidad de la voluntad, no soy capaz
¿Crisis de valores? 29

de querer lo que debo querer, de tom ar las decisiones que me


corresponden, de realizar ío que me propongo, es evidente que
m i libertad está prácticamente anulada.
La realización y adquisición de valores también depende
directamente de la voluntad, al punto de que podría afirmarse
que no hay valor que el hombre pueda hacer suyo sin la inter­
vención de esta facultad. Esto puede ser m uy obvio en aque­
llos actos humanos que suponen una acción práctica, como
sería el caso de quien salva la vida a otra persona mediante
una intervención valiente, en la que la función de la voluntad
salta a la vísta. Pero también interviene la voluntad —y a ve­
ces de form a más intensa— en aquellas actitudes aparentemen­
te pasivas, en las que el hombre realiza valores profundos, como
el enfermo que padece fuertes dolores, los acepta y los ofrece a
Dios; o quien aprovecha el sufrim iento que la muerte de un
ser querido trae consigo, para m adurar como persona hum a­
na. Lo mismo que dijim os de la voluntad con relación a la li­
bertad, podemos decirlo ahora con relación a los valores: la
capacidad de realizar valores será m ayor o menor, en función
de la fuerza o debilidad de la voluntad.

Los co n d ic io n a m ie n to s in te rn o s
Así como al analizar el conocimiento de los valores señalamos
dos obstáculos —dos formas de subjetivism o— que aparecen
frecuentemente en la actualidad, podemos ahora preguntar­
nos por los obstáculos que afectan a la voluntad, en su función
de hacer efectiva la realización de esos valores.
Actualm ente, más que en otras épocas, la función de la
voluntad, en la dinámica de la conducta, está m uy des-presti-
giada. Como contrapartida, se exalta la im portancia de las
emociones, de las vivencias, del sentim iento, en la vida hum a­
na. En el medio universitario, por ejemplo, se descubre una
marcada tónica en esta dirección: el afán por lo novedoso, el
deseo de m u ltip lica r el número de experiencias, el interés por
los cambios. Son síntomas, ordinariam ente, de inestabilidad y
consecuencia de un deterioro de la voluntad, por el predom i-
30 El Hom bre Actual en Busca de la Realidad

rúo de los sentimientos en la conducta. Quien no es capaz de


guiarse en la vida, apoyado en su voluntad, antes que en sus
emociones, acaba perdiendo libertad; deja de ser dueño de sus
actos; sus decisiones no llegan a térm ino; su personalidad se
resquebraja; el contenido de su existencia se empobrece por la
incapacidad de realizar o adquirir nuevos valores, o por no
desarrollar los que ya se poseen.
N o se trata, ciertamente, de in c u rrir en el extremo del
voluntarism o —como si el único m otor de la conducta hum a­
na debiera ser la v o lu n ta d — , sino de superar los co n di­
cio n a m ie n to s in te rn o s d el m undo a fe c tiv o e in te g ra r,
armónicamente, las diversas fuerzas que intervienen en el com­
portam iento dei hombre: los sentimientos —que en sí mismos
son buenos y pueden jugar un papel de especial trascendencia
en la vida humana— habrán de subordinarse y ser regulados
por la fuerza de la voluntad, y ésta d irig id a por la inteligencia,
para que los valores se realicen en el clim a de libertad que re­
quieren. Sería un error, por ejemplo, que un estudiante eligie­
ra una carrera universitaria, contraria a sus inclinaciones y
aptitudes, por el solo hecho de hacer feliz a su padre, pues se
estaría dejando llevar por un m otivo sentimental y no estaría
haciendo buen uso de su libertad.

Los c o n d ic io n a m ie n to s externos
Ahora bien, no son sólo los condicionamientos internos los
que pueden afectar negativamente la adquisición de valores.
También las circunstancias externas suelen lim ita r la libertad,
cuando no se es capaz de sobreponerse a ellas. H ay quienes
piensan, coincidiendo con la tesis de una cierta corriente psi­
cológica contemporánea, que todas las acciones humanas no
son sino reacciones a estímulos externos, con lo que el papel
de la voluntad queda obscurecido y la libertad negada. Si esto
fuera cierto, poca diferencia habría entre la conducta del hom­
bre y la del anim al, y habría que concluir que la realización de
valores es una utopía.
¿Crisis de valores? 31

Pero es o b v io que lo a n te rio r no es así. C u a lq u ie r persona


con s e n tid o com ún puede constatar, en su expe rie n cia perso­
n a l, que n o se encuentra d e te rm in a d a para actuar en una sola
d ire cció n ; que los co n d icio n a m ie n to s exteriores no son abso­
lu to s , ya que es capaz — si se guía p o r su v o lu n ta d — de reac­
cio n a r ante ello s, im p rim ie n d o a su acción la d ire cció n que
q uiera . C ie rta m e nte , aqu í tam bién , la capacidad de no dejarse
c o n d ic io n a r p o r esos e stím ulos dependerá de la fue rza que
posea la v o lu n ta d . Los débiles de carácter son presa fácil, p o r
eje m plo, de la p ropaganda, de los tó p ico s en boga, de las m o ­
das, p o rq u e carecen de la v o lu n ta d que se requiere para no
dejarse a rra s tra r p o r ellos. A ctu a lm e n te lla m a la ate n ció n el
peso ta n grande que tiene, entre la gente jo v e n , el argum ento
de hacer algo — aunque se tra te de algo claram ente ilíc ito —
"p o rq u e lo hacen los dem ás", ya que de otra fo rm a se tem e no
ser aceptado p o r los amigos. P or contraste, cuando a lg u ie n es
capaz de oponerse a este m o d o de proceder, in m e diata m e nte
destaca p o r su m a yo r p e rson a lid ad y categoría hum ana. Esto
m is m o p o d ría decirse de aquellas parejas de recién casados
que, al conocer las exigencias de la d o c trin a de la Iglesia sobre
el m a trim o n io y la procreación, deciden v iv irla s , a pesar de la
p re sió n adversa del am biente, p orqu e co m prenden su v a lo r
o b je tiv o y, consecuentemente, su se ntid o p o sitivo .

Las situaciones adversas


Cabría pensar en u n tercer obstáculo para el lib re ejercicio de
la v o lu n ta d en su proceso re a liza d o r de valores: la adve rsid a d
de las circunstancias. M uchas veces, al pro po n erno s la a d q u i­
sició n de u n va lo r, aparecen d ific u lta d e s en el cam ino. E l estu­
d ia n te que se ha propuesto cursar una carrera, se enfrenta con
u na asignatura que n o le gusta, con u n p ro fe so r que n o explica
b ie n su m ateria, con unos com pañeros que no le fa c ilita n el
e studio, con unas m edidas académicas exigentes p o r parte de
la u n iv e rs id a d , con falta de tie m p o para e stu d ia r porque debe
tra ba ja r para a yud a r a su fa m ilia , etc. Estas lim itacion e s, ¿su­
p o n e n realm ente u n obstáculo para la re alización de valores?
32 El H om bre A ctu a l en Busca de la Realidad

Si se posee una v o lu n ta d d é b il, sí, porqu e n o se p o d rá n supe­


ra r y la m eta re su lta rá inalcanzable. E n cam bio, si la v o lu n ta d
es capaz de enfrentarse a esas circunstancias adversas, se cre­
cerá y no sólo alcanzará su o b je tivo , sino que in clu so realizará
otros va lo res que v ie n e n p o s ib ilita d o s precisam ente p o r lo
adverso de la situación. C om o fo n d o de todos ellos estaría la
capacidad que se ha a d q u irid o y desarrollado p ara acceder a
situaciones más d ifícile s en el fu tu ro , a m etas más altas, que
exigen m a y o r fuerza de v o lu n ta d . Este d esa rrollo de las p ro ­
pias capacidades en la adversidad de las circunstancias es u n
v a lo r de p rim e r orden.
Si quisiéram os abu n da r u n poco en esta ú ltim a idea, p o ­
dríam os tener en cuenta que la grandeza o m e zq u in d a d de u n
hom bre se pone de m an ifiesto , especialmente, en las s itu a c io ­
nes difícile s. Esos m om entos m uestran lo que la persona lle va
d e n tro , lo que realm ente es. Esas situaciones fu e rza n al h o m ­
bre a sacar a la superficie lo m ejor o lo peor que tiene en el
fo n d o de su alm a. Y tam bién, son esas circunstancias adversas
las que ofrecen la p o s ib ilid a d de d ila ta r el p ro p io ser, de re a li­
zar valores de especial densidad, de m e jo ra r notablem ente la
c a lid a d personal.

R e q u is ito s p o r parte de la v o lu n ta d
C on esto podem os co n clu ir que la segunda co n d ic ió n señala­
da en nuestro esquema in ic ia l, com o re a liza ció n efectiva de
valores para d o ta r de contenido a la existencia y co n d u cirla a
la p le n itu d , se id e n tific a con la fu n c ió n de la v o lu n ta d , com o
fuerza capaz de co n d u cir la a ctivid a d h um an a hacia esa meta.
Esta v o lu n ta d fue rte deberá enfrentar, superar y, en ocasiones,
aprovechar los siguientes obstáculos:

a) los co ndicionam ientos internos al sujeto, que tie ne n su


o rig e n en el m u n d o de los sentim ientos y de las em o­
ciones;
¿Crisis de valores? 33

b) lo s co n d icio n a m ie n to s que p ro v ie n e n d e l e xte rio r, en


fo rm a de e stím ulos que s o lic ita n u na reacción in m e ­
d ia ta , o rd in a ria m e n te in s tin tiv a e irre fle x iv a ;
c) fin a lm e n te , las circunstancias adversas que v a n apare­
ciendo en el cam ino de la v id a , sabiéndolas aprovechar
para d ila ta r y enriquecer el p ro p io ser, esto es, para cre­
cer com o personas hum anas.

C om enzábam os a firm a n d o que en la a c tu a lid a d h a y c r i­


sis de va lo res. A h o ra p o d e m o s e n te n d e r p o r qué el o rig e n
de esta c ris is está en el h o m b re y, más específicam ente, en
las dos fa cu lta d e s su pe rio re s de su e s p íritu : de u na p a rte , la
in te lig e n c ia que, afectada p o r el s u b je tiv is m o , n o cuenta con
u n c o n o c im ie n to re a lista de los va lo re s n i, m enos aún, de
a q u e llo s que en concreto c o n v ie n e n a cada persona; de o tra
p a rte , la v o lu n ta d , que se e ncu e n tra d e b ilita d a y que, en
consecuencia, n o parece capaz de su p e ra r los obstáculos y
c o n d u c ir al h o m b re a la re a liz a c ió n y a d q u is ic ió n de los v a ­
lores que le corresponden.
F in a lm e n te , p o d ría m o s p re g u n ta rn o s si esta c ris is es
superable y cuáles son los m edios que h a y que p on e r para sa­
li r de ella. La respuesta ya ha sido dada, im p lícita m e n te , en las
páginas anteriores y se puede re d u c ir a lo sig u ien te :fo rm a r la
inteligencia, lo cual sig n ifica aprender a pensar con o b je tiv i­
d ad , sobre el fin d el hom bre y sobre los m edios para lle g a r a él,
que son, com o hemos visto , los valores; y fortalecer la voluntad,
a base de ejercitarla, en la re a liza ció n m ism a de aquellos v a lo ­
res que d o ta n a la existencia de co nte nido y conducen al h o m ­
bre a su p le n itu d , es decir, hacia su fe licid a d .
2
El relativism o y sus
consecuencias

H a y dos tip o s de personas que co n tra sta n , y los solem os


c a lific a r con té rm in o s que expresan ese contraste: de aqu e l
que acepta con fa c ilid a d c u a lq u ie r id e a , c u a lq u ie r p o s tu ra ,
c u a lq u ie r p u n to de v is ta , decim os que es m u y " a b ie rto " ,
m ie n tra s que c a lifica m o s de "c e rra d o " al que posee u n a es­
p ecie de in s tin to para rechazar to d o lo que sea n u e vo , que
im p liq u e u n ca m b io, que m o d ifiq u e u n a situ a c ió n . E l ser
" a b ie rto " o "c e rra d o ", si se lle v a al e xtre m o , p ue d e co nectar
con dos a c titu d e s, re sp ectiva m e n te : el relativism o, p ro p io de
la p e rso n a que carece de co n viccio n e s, que n o parece te n e r
c o m p ro m is o s en su v id a , que v iv e s u p e rfic ia lm e n te , que se
c o n fo rm a c o n p a sa r la v id a de c u a lq u ie r m a n e ra ; y el
dogmatismo, c o rre sp o n d ie n te a la person a fa n á tica , que se
e m peña en d e fe n d e r unas ideas que q u iz á n o e n tie n d e d e l
to d o , que se apasiona p o r im p o n e r sus p u n to s de v is ta , a u n ­
que éstos carezcan de fu n d a m e n to , que to d o lo que sostiene
posee carácter de a b so lu to y de in fa lib le .
¿A qué se deben estas diferencias que hacen tan d ifíc il el
e n te n d im ie n to entre las personas? ¿Cuál es el fo n d o d el p ro ­
blem a que explica estos contrastes? C iertam ente, p o r una vía
36 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

p sico ló g ica , es p o sib le e x p lic a r cóm o a lg u ie n lle g a a encam ar


en su v id a a lguna de estas actitudes, a n a liza n d o su tem pe ra ­
m ento, su h is to ria personal, las in flu en cia s que ha re cib id o , el
tip o de educación, la fo rm a ció n de su p erson a lid ad , etc. Sin
em bargo, la respuesta p ro fu n d a , ya n o para u n sujeto en p a rti­
cular, sino para todos los que in cu rre n en esas situ a c io n e s , es
de orden filo s ó fic o . Concretamente, el relativismo o el dogmatismo
dependen de dos m odos d istin to s de concebir la v e rd a d y de
situarse ante ella.
Com enzarem os p o r el análisis d el re la tivism o , y tra tare ­
mos de responder a tres cuestiones: ¿qué es el re la tivism o ? , lo
cual e qu iva le a p re g u n ta rn o s p o r el m o d o com o concibe la
ve rd ad ; ¿qué consecuencias se siguen para la persona que asu­
m e el re la tiv is m o com o a ctitu d de vida?; y ¿qué consecuencias
se d e riv a n para sus relaciones con los demás?

Que es el relativism o
Hace algunos años estuvo de m oda una obra de teatro en nues­
tro país, cuyo títu lo expresaba la a ctitu d p ro p ia del re la tivism o .
Se llam aba Cada q u ie n su vida. H o y en día se escucha con
frecuencia que cada q u ie n tiene derecho a pensar lo que q u ie ­
ra sobre c u a lq u ie r tem a, que cada u no debe actuar según su
personal m o d o de v e r las cosas, que es p ro p io de personas
m aduras no a d m itir nada sin co m p renderlo, que h a y que re­
chazar tod a idea que la a u to rid a d pretenda im p o n e m o s. Q ué
d u d a cabe que estas expresiones poseen u n a tra c tiv o especial
y que, en una p rim e ra instancia, nos sentim os m o vid o s a acep­
tarlas. S in em bargo, si p ro fu n d iza m o s en lo que se encierra
detrás de ellas, descubrim os que responden a la idea de que
"to d o es re la tiv o ", pues si no hay verdades absolutas, el senti­
do de aquellas afirm aciones se hace más claro. A s í nos hem os
a p ro xim a d o a lo que sig n ifica el té rm in o "re la tiv is m o ", com o
a c titu d ante la verdad.
Para co m p re nd e r con m a yo r p ro fu n d id a d el m o d o preciso
com o el re la tiv is m o entiende la ve rdad, es necesario p re gu n -
El re la tivism o y sus consecuencias 37

ta m o s antes p o r el proceso que n ue stro co n o cim ie n to sigue


p ara lle g a r a esta postu ra . C om encem os, pues, p o r a n a liz a r el
cam ino que la in te lig e n cia recorre para acabar en el re la tiv is m o .

E l s u b je tiv is m o en el o rig e n
Si y o a firm o que algo es verdadero "p o rq u e m e lo parece", en
lu g a r de reconocer que si me lo parece es p orqu e "a n te s" es
verdadero en sí m ism o, entonces estaré situando el fundam ento
de la v e rd a d en el sujeto: com o si de éste dependiera el que las
cosas fu e ra n verdaderas. A esta p ostu ra d e l co no cim ien to se le
conoce com o subjetivismo, p o r la p rio rid a d que se confiere al
sujeto frente a la re a lid a d objetiva. La apreciación subjetiva se
co nvierte en la causa de la verdad. U n ejem plo puede ilu s tra r
esta idea: la mesa sobre la que estoy escribiendo es de m adera
porque así me lo parece; y no es que m e lo parezca porque sea
realmente de madera. El su bjetivism o da o rig e n al re la tivism o ,
com o verem os a continuación.
Si algo es verdadero "p o rq u e me lo parece", entonces p o ­
dem os a firm a r tam bién que será ve rd ad e ro "m ie n tra s me lo
parezca". Es decir, en el m om e n to en que aqu e llo deje de pare-
cerme claro o convincente, p o r esa razón, "dejará de ser" v e rd a ­
dero. Si la mesa deja de parecerme de m adera, en ese m om e n to
y p o r ese m o tiv o dejará de ser de madera. De aquí se d e riva
u na p rim e ra consecuencia d el su b je tivism o para la verdad: la
v e rd a d es mutable, esto es, cam biante e inestable, puesto que
estará dep e nd ie n do en cada m o m e n to de m i apreciación p e r­
sonal y subjetiva. Esta característica de la ve rd a d hace que n e ­
cesariam ente sea relativa, que no pueda ser absoluta y objetiva,
p o r carecer de v a lid e z en sí m ism a, es decir, fuera d el sujeto
que la considera.
A h o ra bien, si la ve rd ad depende de m i apreciación perso­
n a l, que n o tiene p o r qué ser la m ism a que la de los demás —
"n a d a es ve rd ad , nada es m e n tira , to d o depende del co lo r d el
c ris ta l con que se m ira ", suelen a firm a r los re la tivistas— , en­
tonces no p od ré h ab la r con p ro p ie d a d de "la v e rd a d ", aunque
se refiera a una m ism a re a lid ad , sino de " m i v e rd a d ", de " tu
38 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

v e rd a d ", de la v e rd a d de cada uno, según cada u n o la conciba,


la considere o la aprecie. La m ism a mesa p o d rá ser de m adera
para m í y de m e ta l para otro. La ve rd a d , p o r ta n to , n o puede ser
u n iv e rs a l, en el se ntid o de ser v á lid a para todos los sujetos,
sino particular, en cuanto que cada u n o ten d rá "s u v e rd a d ".
Esta es la segunda consecuencia que se sigue para la ve rd ad ,
procedente d e l su b je tivism o . Y ella e quivale ta m b ié n a decir
que la v e rd a d es re la tiva, relativa al sujeto que la concibe en
cada caso.
A q u í se ve pues cóm o el su bjetivism o, en cuanto p ostu ra
d el co no cim ien to, da o rig e n al relativismo, para el cual la v e r­
d ad es siem pre relativa, p o r ser mutable y particular.
E l re la tiv is m o n o es nuevo. El p rim e ro que fo rm u ló el fu n ­
dam ento de esta p o stu ra in telectu al fue Protágoras, en el sig lo
V a. de J.C., al a firm a r que "e l hom bre es la m e d id a de todas
las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son,
en cuanto que n o son". Esto quiere decir que las cosas n o tie ­
nen su v e rd a d p ro p ia , in d ep e nd ie nte d el hom bre, d el sujeto
que las piensa, sino que es el hom bre q u ie n les p ro p o rcio n a su
ve rd a d : q u ie n decide , en ú ltim a in sta n cia , si la m esa ya e xis­
ten te es de m a d era, m e tá lica o de o tro m a te ria l; o in c lu s o , si
la m esa es o n o es u n a mesa. De ahí que la v e rd a d n o p u e d a
ser o b je tiv a y u n iv e rs a l, sin o re la tiv a .

A c tu a lid a d d e l re la tiv is m o
Esta d o c trin a , p o r a ntig u a que sea, tiene una enorm e v ig e n cia
en la actu a lid a d. ¿Cuál es, p o r ejem plo, el a rg um en to que se
u tiliz a para p ro p o n e r que en u n d ete rm ina d o país se apruebe
una le y c o n tra ria a la le y n a tu ra l, com o sería la le y a fa v o r del
d iv o rc io , d e l aborto o de la eutanasia? La respuesta es sencilla
y a p rim e ra v is ta convincente, tal vez p orqu e estamos dem a­
siado in flu id o s p o r el re la tivism o , sin d am os cuenta: "e n la
sociedad h a y u na gran va rie d a d de in d iv id u o s , que piensan
de m aneras m u y diversas; es preciso respetar la lib e rta d de las
conciencias, de m anera que cada q u ie n pueda d e c id ir com o
crea conveniente en cada caso; la le y a fa v o r d el d iv o rc io , del
El re la tivism o y sus consecuencias 39

a b o rto o de la eutanasia lo ú n ico que hace es. favorecer esa l i ­


b e rta d , de m o d o que, q u ie n no esté de acuerdo con esos actos,
puede no lle v a rlo s a cabo". De ahí el té rm in o "pro choice" , ta n
u tiliz a d o en algunos países, para p ro p o n e r el v o to a fa v o r de
la lib e rta d y así suavizar la le g alización de aquellos actos que
co ntra d ice n la naturaleza hum ana. Es claro cómo, en esta ar­
g um entación, se ha o lv id a d o que existe una v e rd a d u n ive rsa l
y o bjetiva, acerca de esos temas , y se ha puesto to d o el acento
en la lib e rta d personal, de la que dependerá "la ve rd a d p a rti­
c u la r" de la acción, según el parecer de cada in d iv id u o . En
otras palabras, la m o ra lid a d de la acción de divorciarse, de
a bo rta r o de re c u rrir a la eutanasia, resultará "re la tiv a " a cada
sujeto que deba d e c id ir en esas materias.

C o n tra d ic c ió n in trín se ca d e l re la tiv is m o


Es fá c il com p re nd e r que la tesis d e l re la tivism o , "to d a ve rd a d
es re la tiv a ", im p lic a una co n tra d icció n en sí m ism a: p o r u n
la d o, se habla de toda verdad, lo cual expresa el carácter u n iv e r­
sal y absoluto de la a firm a ció n; p o r otro, se dice que toda v e r­
d ad es relativa, con lo que se niega aquel carácter u n ive rsa l y
absoluto que se acababa de afirm ar. D ich o de otra form a , si
tod a v e rd a d es relativa, tam bién ten d rá que ser re la tiva la tesis
que se pretende establecer: resultará re la tiv o que toda verdad
sea relativa, o sea, que puede haber verdades que no sean rela­
tivas.
E l re la tiv is ta , si fuera coherente con su p ostu ra y la lle va ra
hasta sus ú ltim a s consecuencias, n o debería hacer n in g ú n ju i­
cio u n iv e rs a l, lo cual le incapacitaría para d e fin ir el m ism o
re la tiv is m o que postula: no debería d e cir que "toda ve rd a d es
relativa". Pero la m ism a d ific u lta d que encuentra para re n u n ­
c ia r a la u n iv e rs a lid a d de su tesis, "to d a v e rd a d ...", es una se­
ñ a l de que la in te lig e n cia hum an a está in c lin a d a n atu ra lm e n te
al co no cim ien to de la ve rd a d u n ive rsa l, y de que el re la tivism o
im p lic a contradicción.
La co ntra d icció n d el re la tiv is m o procede de su origen. El
h om bre n o puede ser el fu n d a m e n to de la ve rd a d , "la m e d id a
443 E! H om bre A ctu a l en Busca de la Realidad

de todas las cosas". La v e rd a d está en las cosas, "a n te s " que en


el sujeto qúe las conoce. La mesa es de m adera, in d e p e n d ie n ­
tem ente de m i apreciación; su ve rd ad consiste en ser mesa de-
m adera. Si yo d ig o que es de madera, estaré en la ve rd a d ; si
a firm o que es m etálica o que no es mesa, estaré en el error.
Podemos d e cirlo con unas palabras de A n to n io M a chado, que
e x p re s a n m u y b ie n e l re a lis m o de la v e rd a d , fre n te al
re la tivism o :

"E l ojo que ves no es


ojo p o rq u e tú lo veas,
es ojo p orqu e te v e ".

Consecuencias para la persona


D e b ilita m ie n to de la ve rd a d
E l re la tiv is m o de la ve rd a d se produce, según hem os visto ,
p orqu e se hace depender la ve rd a d de la apreciación de cada
sujeto — m i ve rdad, tu verdad, la de cada u no — , con lo que
una v e rd a d así concebida queda necesariamente debilitada, en
el se ntid o de n o tener fuerza p ro pia , p o r ejem plo, para o rie n ta r
la v id a de una persona o d ir ig ir su conducta. E xpliquém oslo.
La fuerza de la ve rd a d queda re d ucid a a la fuerza que el
sujeto le p ro p o rcio n a , y que h ab itu a lm e n te será lim ita d a p o r
su carácter de p ro v is io n a lid a d : algo es ve rd ad e ro "m ie n tra s
m e lo parezca", lo cual tam bién puede d e riv a r fácilm e nte — y
así suele o c u rrir en la práctica— en que si u na d ete rm ina d a
ve rd a d m e in co m od a o me co m plica la existencia, la cam bie
p o r otra que se acople más a m is intereses. A f in de cuentas, la
ve rd a d es m ía y depende de mí. La ve rd a d , pues, ha quedado
em pobrecida, p riv a d a de su capacidad para in flu ir, para ser el
p u n to de referencia que rija la conducta hum ana.
El re la tivism o y sus consecuencias 41

S u p e rfic ia lid a d y m e d io c rid a d


Este d e b ilita m ie n to hace que la v e rd a d p ie rd a firm e z a y, en
consecuencia, la incapacita para co m p ro m ete rm e . Todo com ­
p ro m is o reclam a garantías de e sta b ilid a d y perm anencia. M e
co m p ro m e to con aquello que m e ofrece confianza, p o r su s o li­
dez. Si la v e rd a d es siem pre re la tiva, p o r ser cam biante y p a r­
tic u la r, n o m e p u e d e o frece r la c o n fia n z a que re cla m a el
co m p ro m iso , p o r lo que n o p o d ré co n fia r en nada y m e veré
o b lig a d o a renunciar a todo compromiso con la verdad.
Esto es más grave de lo que parece, p orqu e una persona
sin com prom isos en su v id a se encuentra fuera de la realidad.
Los com prom isos son com o las raíces que hacen posible pene­
tra r en la re a lid a d para n u trirs e de ella. Sin com prom isos n o se
puede a rra ig a r en la realidad, y entonces se flo ta sobre ella.
Este quedar fuera de la realidad, flo ta n d o , p o r carencia de com ­
p rom isos, e quivale a no estar en la realidad, y da com o re su lta ­
d o una existencia superficial, sin contenido. Y la s u p e rficia lid a d
va ín tim a m e n te u n id a a la mediocridad: la fa lta de raíces no
p e rm ite crecer, como lo dem uestran esas técnicas japonesas que
h a n lo g ra d o p ro d u c ir árboles enanos.
Desde o tro ángulo, se ve ta m b ié n p o r qué el re la tiv is m o
conduce al m ism o resultado, a la existencia su p e rficia l y m e­
diocre. Para crecer, el hom bre necesita tener a la v ista unas
metas qué alcanzar, unos objetivos que lo im p u lse n a fuerza
de p ro d u c ir en él u na a tracción . Pero esas m etas y esos obje­
tiv o s só lo c u m p lirá n su c o m e tid o si se p re sen tan com o v e r­
dades estables y perm anentes. De lo c o n tra rio , la ca pa cid a d
de a tra c c ió n , que unas m etas o uno s o b je tiv o s cam biantes
p u e d e n ofrecer, re su lta m u y lim ita d a , ta n lim ita d a co m o su
m is m a in e s ta b ilid a d : sólo a tra e rá n m ie n tra s perm anezcan.
Y el sujeto se estancará en una existencia sin h orizon te , donde
el e s p íritu de lucha y de superación dejará de tener sentido,
pues n o habrá nada que verdaderam ente va lg a la pena p ro p o ­
nerse p o r su re la tiv id a d . L o coherente, ante esta ausencia de
metas, será entonces abandonarse, in c u rrir en el co nfo rm ism o,
en la superficialidad y resignarse a la mediocridad.
42 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

P é rd id a d e l s e n íid o de la vida,,
h e d o n is m o y evasiones
La ausencia de m etas y o b je tivo s in c lu y e , ló g icam en te, la ca­
rencia de ideales, que son esos p u n to s ú ltim o s de referen cia , es­
p e c ia lm e n te a p e te c ib le s , cu ya fu e rz a o rie n ta , p o r v ía de
a tracción , to d a la existencia de una persona. P or eso, q u ie n no
tie ne ideales acaba p o r perder el sentido de su vida: ¿para qué
estoy aquí?, ¿qué v a lo r tie ne m i existencia?, ¿a dónde q u ie ro
lle g ar?, ¿tiene a lg ú n caso esforzarse, tra ta r de m ejorar? La p e r­
sona s in ideales es com o la cuerda de u n in s tru m e n to m u sica l
que ha p e rd id o la ten sió n , p o r haberse d esp re n d id o de u n o de
sus extrem os, y ya n o puede e m itir sonidos a rm ónicos, más
aún, n i siq u ie ra es capaz de p ro d u c ir n in g ú n so nido , lo cual
pone en c ris is su fu n c ió n . E l ser hum an o está lla m a d o a la p le ­
n itu d , a la p erfección, a la fe lic id a d com pleta, que v e n d rá com o
consecuencia de la lu ch a personal, in d isp e n sa b le p ara e l p ro ­
p io p e rfe ccio n a m ie n to . Pero eso no será p o sib le si se carece de
ideales en la v id a , m enos aún, si se p ie rd e la capacidad de te ­
n e r esos ideales. E l re la tivism o produce esta incapacidad.
U na vez p e rd id o el sentido de la vid a , p o r ausencia de idea­
les, la persona se in c lin a hacia lo in m e d ia to . L o que procede
ahora es tra ta r de v iv ir el m om ento, procurarse to d o tip o de
experiencias placenteras, m u ltip lic a r lo más posible las v iv e n ­
cias que o frezcan satisfacciones sensibles. En u n a palab ra ,
a do p ta r el hedonismo, la búsqueda del placer a tod a costa, como
estilo de v id a , p re te n d ie n d o así resolver la p ro p ia existencia.
Pero p ro n to se experim enta que ese e stilo de v iv ir y esos
recursos n o satisfacen las p ro fu n d a s exigencias de fe lic id a d
que lle va m o s todos en lo más h o n d o de n uestro ser. Y enton­
ces, al n o e ncontrar la salida auténtica, p o r haber re n un cia do a
los ideales, aparece el in te n to de h u ir de nosotros m ism os. Y
aquellos supuestos satisfactores — entre los que cabe destacar
en nuestros días el alcohol, la droga, la p o rn o g ra fía — , que o ri­
g in a lm e n te se buscaban para resolver la p ro p ia existencia, se '
co n v ie rte n ahora — con el consiguiente aum ento de in te n s i­
dad en la dosis— en evasiones para no enfrentarse u n o co n sig o ,
El re la tivism o y sus consecuencias 43

m ism o , es decir, para h u ir de una e xistencia carente de s e n ti­


do. Y el re su lta d o fin a l de este proceso no puede ser o tro que la
autodestrucción, a la que, com o verem os a co n tin u a c ió n , se lle ­
ga ta m b ié n p o r otros efectos d e l m ism o re la tiv is m o .
Todas estas consecuencias d e l re la tiv is m o — la s u p e rfic ia ­
lid a d y la m e d io c rid a d , p o r ausencia de com prom isos y de
m etas; la fa lta de se ntid o de la v id a , e l h e d o n ism o y la búsque­
da de evasiones, p o r carencia de ideales— p ro d u ce n u n tip o
de h o m b re caracterizado p o r la in d ife re n c ia , el a b u rrim ie n to ,
la fa lta de in terés, el abandono, la dejadez. P or desgracia, no
es d ifíc il d e s c u b rir a n ue stro a lrededor, h o y en día, personas
con estas características, que suelen m anifestarse v is ib le m e n ­
te en su aspecto externo: en la fo rm a de v e s tir, de cam inar, en
las p o stu ra s, en la expresión de la cara, en la m ira d a .

La a u to d e stru cció n
F recuentem ente, la causa más p ró x im a de que a lg u ie n sea
re la tiv is ta es la educación que ha re cib id o. Y en la a ctu a lid a d
son m uchas las in s titu c io n e s e d u ca tiva s que p ro m u e ve n e l
re la tiv is m o , q u izá en algunos casos sin p re te n d e rlo . E l arm a
p rin c ip a l con que esta o rie n ta c ió n cuenta p ara p ro d u c ir ese
re su ltad o es la actitud crítica radical: jam ás h a y que a d m itir v e r­
dades absolutas, antes de aceptar cu a lq u ie r idea es preciso
p o n e rla en tela de ju ic io , h a y que rebelarse contra lo estableci­
do, c u a lq u ie r a firm a ció n que se presente com o d e fin itiv a debe
ser rechazada. N o se trata pro pia m e n te de una vu e lta a la d ud a
m e tód ica cartesiana, que in d ep e nd ie nte m e n te de sus resulta­
dos pre te n día p o sitivam e n te lle g a r a la ve rd ad . A q u í lo que
im p o rta es la a c titu d negativa de rechazo, el e sp íritu crítico p e r­
m a n en te, pues se ha re n u n c ia d o a la v e rd a d , al a s u m ir el
re la tiv is m o com o postura.
Tal a c titu d crítica n e g a tiva se convierte en algo destructivo
para la p ro p ia persona: quien asume la n e g a tivid a d como o rie n ­
tación p ara sus ju icio s, se acaba va cia n d o in te rio rm e n te , al ce­
rrarse a sí m ism o la p ue rta para n u trirs e con la verdad. Es
semejante a lo que ocurre a quien, p o r no haber sido educado
44 El H om bre A ctu a l en Busca de ¡a R ealidad

para saborear y a s im ila r cu a lq u ie r a lim e n to , procede ca p rich o ­


sam ente y rechaza lo que se le ofrece, hasta in c u rrir en la
anorexia.
E l siguiente cuadro puede fa c ilita r la co m prensión de lo
que hem os d ich o en este apartado:
El re la tivism o y sus consecuencias 45

La c o n tra d ic c ió n d e l re la tiv is ta
En su m o m e n to v im o s cóm o la tesis d e l re la tiv is m o , "toda v e r­
d ad es re la tiv a ", encierra en sí m ism a una c o n tra d icció n : se
a firm a que la ve rd ad es siem pre re la tiva, a la vez que se p o stu ­
la u n a v e rd a d a b so lu ta y u n iv e rs a l. D e l m is m o m o d o , el
re la tiv is ta se contradice con su actitud. P rim e ro adopta una
a c titu d de "a p e rtu ra " p o r ausencia de verdades d e fin itiv a s :
com o tod a ve rd ad es re la tiva, n in g u n a de las que posee a d m i­
te ser propuesta o d efe nd id a con firm eza . Pero después se en­
cuentra ante una d is y u n tiv a : o adopta una a c titu d "ce rra d a "
para m antenerse en su postu ra , o cede y a d m ite que n o toda
ve rd a d es re la tiva. En ambos casos in cu rre en la co ntradicción:
p orqu e re nuncia a su a c titu d "a b ie rta " o a la m ism a tesis d el
re la tiv is m o .

Consecuencias para las relaciones


con los demás
E l egoísm o
Si cada q u ie n tiene "s u v e rd a d ", p orqu e no h a y verdades obje­
tiv a s n i universales, lo que se im p o n e es el respeto to ta l a la
v e rd a d de los demás, que es tan v á lid a com o la p ro p ia . Y el
respeto a esa ve rdad, diversa de la m ía, e xig irá e v ita r cu a l­
q u ie r in flu e n c ia personal en el otro: será preciso m antener, en
to d o m o m e n to , una a c titu d de neutralidad.
Pero, en la práctica, esto n o parece posible, p orqu e la n e u ­
tra lid a d to ta l sólo se conseguiría m e diante el a islam iento res­
p ecto de los demás. Y el h o m b re , p o r n a tu ra le za , v iv e en
sociedad, tiene necesidad de c o n v iv ir con sus semejantes, lo
cual produce, quiéra lo o no, u n in te rca m b io de in flu en cia s,
ta n to en lo que se refiere al co nte nido de las verdades que cada
u n o sostiene, com o a las actitudes que asume ante la verdad.
C iertam ente, el afán de n e u tra lid a d puede in c lin a r hacia
el aislam iento, aunque no consiga e lim in a r del to d o la n a tu ra l
s o c ia b ilid a d hum ana. En ese caso, el efecto que esa in c lin a c ió n
46 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

p ro d u ce es de egoísmo, con el co nsigu ie nte desinterés p o r los


dem ás: se puede acabar v iv ie n d o exclusivam ente p a ra sí m is ­
m o, con la excusa de n o in flu ir en e l p ró jim o y de respetar "s u
v e rd a d ".

La In flu e n c ia p o r fa lta de com p rom isos


y de metas
La in flu e n c ia sobre los dem ás es, pues, in e v ita b le . Todos tra n s­
m itim o s , con n ue stra conducta, contenidos y a ctitu d e s que in ­
flu y e n . Cada q u ie n proyecta lo que es y lo que lle va dentro.
C iertam ente, h a y de in flu en cia s a influencias. La que nos in te ­
resa a na liza r ahora es la d el re la tivista. El cam ino para el aná­
lis is p u e d e se g u ir el m is m o esquem a que el d e l a p a rta d o
anterior, precisam ente p o r lo que acabamos de decir: las con­
secuencias que el re la tiv is ta padece en su persona son las que
proyecta sobre los dem ás. Su in flu e n c ia es, fu n d a m e n ta lm e n ­
te, una in flu e n c ia p o r contagio.
E l re la tiv is ta , según hem os visto , tie nd e a ser superficial yb
mediocre. Su in flu e n c ia , en este sentido, es p o r ausencia de con­
te n id o , lo cual n o deja de tener su im p o rta n cia : al n o poseer
nada, o casi nada que valga la pena, para a p o rta r a los demás,
los em pobrece, los frena en su crecim ien to. Su a ctitu d , p ro v o ­
cada p re viam en te p o r la fa lta de compromisos y de metas, in v ita a
la p a sivid a d . P or contraste, hay personas que nos hacen crecer
p o r la riq u e z a in te r io r que nos tra n s m ite n , p o r el afán de
superación que nos contagian. Suelen ser personas que creen"
en la verdad.
Para e va lu a r la in flu e n c ia de quien, p o r fa lta de ideales, ha
p e rd id o el sentido de la vida y, en consecuencia, ha d e riva d o
hacia el hedonismo y la búsqueda de evasiones, n o h a y más que
observar la sociedad actual: estos males se h a n m u ltip lic a d o
enorm em ente p o r su capacidad de contagio. Y es que, al haber
tanta gente que no tiene de apoyo firm es, que se encuentra
d e b ilita d a y desorientada, que no sabe a dónde va, n i qué q u ie ­
re, el re la tiv is ta encuentra el terreno abonado para sem brar
entre ellos su e stilo de vid a . A dem ás, de o rd in a rio , q u ie n ya
El re la tivism o y sus consecuencias 4?

h a re c o rrid o e l cic lo co m p leto hasta acabar en la búsqueda de


evasiones — la droga, el a lco h o l, el sexo— , expe rim en ta una
especie de necesidad de co m u n ica r a otros sus experiencias,
ta l vez p ara tra ta r de a liv ia r en algo la soledad que padece. N o
es d ifíc il que encuentre eco entre aquellas personas que h an
re n u n cia d o a lu c h a r p o r unos ideales que d a ría n s e n tid o a su
existencia.

La in flu e n c ia p o r la a c titu d c ritic a


La in flu e n c ia que la actitud crítica tie n e en los dem ás, re q uie re
que la analicem os con u n poco m ás de d e te n im ie n to . E n p r i­
m e r lu g a r, h a y que d e cir que re su lta especialm ente co n ta g io ­
sa. Pensemos no ta n to en los efectos neg a tivos que el co n te n id o
de esas crítica s puede p ro d u c ir en los dem ás, que son e v id e n ­
tes, sin o en la tra n s m is ió n de la actitud p o r p a rte de q u ie n
sistem áticam ente c ritic a . Es una de las cosas más fácile s de
co nta giar, p o r la fa c ilid a d para e n co n tra r receptores. E l e s p íri­
tu crític o m uchas veces es el cauce p ara desahogar u na situ a ­
c ió n de m a lestar in te rio r que no se sabe re solver; otras, el
cam ino para justificar situaciones personales; algunas más, para
o c u lta r el vacío in te rio r que se e xpe rim en ta p o r carencia de
verdaderas convicciones. C om o h a y ta n ta gente que padece
estas anom alías, las m anifestaciones críticas se absorben con
g ra n fa c ilid a d , com o la tie rra á rid a absorbe el agua de las llu ­
vias tem praneras.
De ^ste m odo, el re la tivista, al co nta giar su e sp íritu criticó ,
colabora a la destrucción in te rio r de los dem ás: les p ro p o rc io ­
na las armas para deshacer aquellos p u n to s de apoyo — las
verdades o bjetivas— , que p o d ría n ofrecerles las auténticas
se lo cio ne s a sus necesidades vitales.
En segundo lugar, el fo n d o crítico d el re la tivista d ific u lta
ve rd ad e ro diálogo, p o r dos razones:

aj el d iá lo g o consiste en in te rca m b ia r ideas, co nte nido s,


im presiones. Esto exige, efectivam ente, una a c titu d de
a pe rtu ra ante la p ostura d el in te rlo cu to r, para respetar
48 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

sus p u n to s de v is ta , escuchándolos con a te n ció n e in ­


terés. Pero o curre que el re la tiv is ta , que hace a la rde de
esa a p e rtu ra , n o to le ra que el o tro m a n ifie ste con con­
v e n c im ie n to una idea, una ve rd ad , p orqu e le parece
que eso ya es "d o g m a tis m o ". Y él se considera lla m a d o
a co m b a tir esta deform ación. C on lo cual, en ese m o ­
m e n to h a y que te rm in a r el diálogo. La ú n ica p o s ib ili­
d a d de d ia lo g a r e x ig ir ía q ue e l o tr o n o h ic ie r a
afirm aciones definidas, sino siempre provisionales, que
n o expresara sus verdaderas convicciones, para que el
re la tiv is ta n o reaccionara críticam ente y p u d ie ra c o n ti­
n u a r el d iá logo. Pero una co m unicación con estas con­
diciones no p odría llegar lejos, carecería del intercam bio
de verdaderos contenidos;
b) u na de las p rin cip a le s fin a lid a d e s d e l d iá lo g o radica
en p ro fu n d iz a r en la verdad. Para esto se dialoga, cuan­
do se d ia log a en serio. Pero si no se cree en la ve rd ad ,
p orqu e de antem ano se ha d e cid id o que "to d a ve rd a d
es re la tiv a ", y si la a ctitu d crítica lle va a rechazar to d o
lo que tenga carácter de perm anencia y u n iv e rs a lid a d , f
¿cómo se p od rá p ro fu n d iza r en la verdad? O tra vez, unos
versos d e l poeta vienen en nuestro a u x ilio , para ilu s ­
tra r lo que sería necesario a d m itir, si se q uisiera alcan­
zar esta fin a lid a d d el diálogo:

"¿Tu verdad? N o , la verdad,


y v e n co nm igo a buscarla.
La tu ya , g u á rd a te la "

(A . M achado, Proverbios y Cantares)

E l re la tiv is ta se contradice en sus relaciones


con lo s demás
En los párrafos anteriores ha quedado de m a n ifie sto en qué
m e d id a el re la tiv is ta in cu rre en la co ntra d icció n, al relacionar­
se con lo s demás. P rim ero, porque n o es p osible que m antenga
El re la tivism o y sus consecuencias 49

la n e u tra lid a d que p o stu la , ante quienes le rodean, ya que ne­


cesariam ente in flu y e en ellos, p o r co n ta g io ; segundo, porqu e
su a c titu d de a pe rtu ra y respeto ante las verdades de los de­
m ás se contradice con su a c titu d crítica ante esas m ism as v e r­
dades, en cuanto a lg uie n las presenta con co nve n cim ie n to ; y
tercero, p o rq u e frecuentem ente ado p ta una a c titu d de in tra n ­
sigencia con las personas, sobre to d o cuando n o com parten
con él su p ostu ra ante la verdad. Esto ú ltim o pone de m a n i­
fie s to hasta qué p u n to el re la tiv is ta es u n dogm ático, que sólo
a d m ite que "to d o es re la tiv o ".
A l in ic io de este ca pítu lo decíamos que existen dos m odos
de ser y de pensar, con los que se suele ca lific a r a las personas:
"a b ie rto " o "ce rra d o "; y que, llevados a sus extrem os, o rig i­
n a n dos actitudes radicales ante la ve rd ad : el relativismo y el
dogmatismo, respectivam ente. H em os a na lizado el re la tiv is m o
y hem os p o d id o com probar hasta dónde, cuando esta p ostura
se ra d ica liza , puede apartar de la ve rd ad , así com o las graves
consecuencias que acarrea.
E l d og m atism o, com o tendrem os ocasión de d em ostra rlo
a co n tin u a ció n , supone una d efo rm a ció n ante la ve rdad, tan
ra d ic a l com o la d el re la tivism o , pero en el o tro extrem o, y sus
consecuencias son tam bién altam ente dañinas.
3
El dogm atism o y sus
consecuencias

A n a d ie le gusta que lo ca lifiq u e n de "d o g m á tic o ". E l té rm in o


suena m a l, tiene carácter p e yo ra tivo . Se suele em plear en tono
de acusación. C uando a a lg uie n se le dice que es u n d o g m á ti­
co, im p líc ita m e n te se le está su g irie n d o que re ctifiq u e su a cti­
tu d , p orqu e resulta desacertada. Y q u ie n recibe ese ca lifica tivo ,
expe rim en ta una resistencia in s tin tiv a a aceptarlo. Sin em bar­
go, en la práctica, resulta más frecuente de lo que parece que
se in c u rra en la a ctitu d dogm ática.
Pensemos, p o r ejem plo, en el padre de fa m ilia que se sitúa
m u y p o r encim a de sus hijos y, al m ism o tie m p o , quiere que
piensen com o él en todas las m aterias; que tiene ideas fijas y es
in fle x ib le en sus p un tos de vista; que rechaza enérgicam ente
la m úsica que sus hijos escuchan, la fo rm a en que visten, el
m o d o com o se desenvuelven, p o r la sencilla ra zó n de que en
su época las cosas eran diferentes; que n o se interesa p o r los
intereses de sus hijos y, en cam bio, exige que ellos le hagan
caso de form a in co n d icio n a l; que nunca acepta sus errores, p o r
lo que es incapaz de re ctifica r; que siem pre tiene la ú ltim a p a ­
la b ra y expresa sus opiniones de fo rm a contundente, sin d ar
lu g a r al diálogo. Esta d escripción quizás pueda parecer, p o r
El dogm atism o y sus consecuencias ^ 53

En p rim e r lu g ar, si se sobrevalora ¡a capacidad de la inteligen­


exagerada, la ca rica tu ra de u n padre dog m á tico , p e ro ta m b ié n
cia y se considera que es m u y fá c il conocer la ve rd a d , se da
puede o c u rrir que co in cid a con la re a lid a d en a lg t nos casos, o
lu g a r a una exagerada se gu rid a d su b je tiva de estar siem pre en
a l m enos en algunos aspectos.
la v e rd a d , y se excluye la p o s ib ilid a d de que la in te lig e n c ia se
¿Qué s ig n ific a e l té rm in o "d o g m á tic o ", que hem os ilu s ­
e quivoque. Q uien así piensa se co nvierte necesariamente en
tra d o co n e l e je m p lo a n te rio r? S in té tic a m e n te p o d e m o s se­
u n dogm ático.
ñ a la r que se hace m e re ce do r de ese c a lific a tiv o q u ie n da la
Cabe señalar que esa co nfia n za ciega en la capacidad de
im p re s ió n de que to d a s sus a firm a c io n e s tie n e n la ca te g o ría
conocer las cosas s in e rro r, puede no re fe rirse a la p ro p ia in te ­
de u n "d o g m a ", es d e c ir, de una v e rd a d a b so lu ta e in fa lib le ,
lig e n c ia , sino a la de o tra persona, en cu yo caso el re su lta d o es
a u n q u e se re fie ra a cuestio n es o p in a b le s e in c lu s o de poca
im p o rta n c ia . e l m ism o: se tiene una to ta l se g u rid a d de que lo que esa o tra
persona a firm e , en cu a lq u ie r terre no , es siem pre abso lu to y
¿Dónde ra d ica e l o rig e n de la a ctitu d dogm ática? Tal vez
verdadero.
nos sentirem os in c lin a d o s a buscar una p rim e ra e x p lic a c ió n
En segundo lu g a r, si al conocer la re a lid a d se reduce o se
en los rasgos caracterológicos de q u ie n sustenta esa p o stu ra .
simplifica su contenido, ta m b ié n se pensará que es m u y se n cillo
Pensarem os que se tra ta de u n a persona con u n tem peram en­
conocerlo to d o con certeza y sin error. Adem ás, q u ie n procede
to fuertem ente e m o tivo , apasionado, d o m in a n te , p ropenso a
de esta m anera s u p e rfic ia l, se sentirá e x im id o de fu n d a m e n ta r
la p re cip ita ció n , arrebatado, poco re fle x iv o . C iertam ente, p o r
sus afirm a cio ne s; una vez que ha e lim in a d o la riq u e za y com ­
esta v ía p s ic o ló g ic a se p u e d e e n c o n tra r u n a re s p u e s ta
p le jid a d de la re a lid a d , el c o n o c im ie n to de esa re a lid a d
ilu s tra tiv a . Sin em bargo, cabe tam bién in te n ta r una explicación
e m p o b re c id a le re s u lta e v id e n te y n o re q u ie re de m a y o r
de carácter filo só fico, preguntándonos sobre la concepción de
fundam entación.
la v e rd a d que da o rig e n a la a ctitu d dogm ática, ta l com o lo
h icim o s a l tra ta r d e l re la tiv is m o . En tercer lugar, si se considera que la ve rd a d está en la
m ente hum ana antes que en la realidad, entonces se p o d rá pres­
¿Cómo concibe la v e rd a d el dogm ático, que parece ta n se­
cin d ir de la realidad p orqu e la razón d e l hom bre se bastará a sí
g uro de poseerla siem pre y da la im p re sió n de que en él n o
m ism a para conocer la verdad. A lg o será verdadero no p orqu e
cabe el error? Esta p re g u n ta re m ite a las causas que dan o rig en
se adecúe a la realidad, sino p orqu e tenga cla rid a d intrínseca,
al d og m atism o, que aparecerán a continuación.
lógica in te rn a , coherencia fo rm a l. Esta p ostu ra se d en o m in a
ra cio na lism o , p o r el p re d o m in io de la ra zó n sobre la re a lid ad ,
Q ue es eí dogm atism o en el proceso del conocim iento. E l racionalista se siente co m ­
pletam ente seguro de la ve rdad, aunque los hechos y la re a li­
L a filo s o fía realista nos dice que la ve rd a d consiste en la ade­
d ad sugieran otra cosa.
cuación de la in te lig e n cia con la realidad, de m anera que una
C on estos elementos podem os a firm a r que el dogmatismo
persona está en la ve rd a d cuando conoce las cosas com o son.
es el co nve n cim ie n to de que la in te lig e n c ia hum ana puede
Y el se ntid o com ún reconoce tres p rin c ip io s , p o r dem ás e v i­
conocer siem pre la ve rdad, con fa c ilid a d y plena certeza, sin
dentes: que la capacidad de la in telige n cia h u m a n a es lim ita ­
necesidad de fu n d a m e n ta rla n i tam poco co nfro n tarla con la
da; que la re a lid a d es com pleja; y que la ve rd a d está en las
realidad. Tal co nvencim iento se apoya en una de estas tres cau­
cosas antes que e n e l pensam iento. C u ando se tra ic io n a n estos
sas: la sobrevaloración de la in te lig e n cia ; la reducción o s im ­
p rin c ip io s , se in c u rre en e l dogmatismo. Veámoslo, sig u ie n d o
ese orden. p lific a c ió n de la re a lid ad ; la ado p ció n d el racionalism o, que
54 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

p rescinde de la re a lid a d . Y ese convencim iento, fin a lm e n te , se


tra du ce en la a c titu d de aferrarse, de fo rm a irra c io n a l, a la su­
puesta ve rd a d que se posee.
Cabe a d v e rtir que, evidentem ente, el té rm in o d og m a tism o
n o se re fie re a los "d o g m a s " religiosos d e fin id o s p o r el m agis­
te rio de la Iglesia y que exigen del cristia n o una adhesión irre ­
vocable de fe. Tampoco, a la a ctitu d de certeza ante los p rim e ro s
p rin c ip io s del co no cim ien to — que son evidentes— , n i a las
verdades c ie n tífica s dem ostradas y fundam entadas.
U na vez establecido qué es el dogm atism o, habrá que ana­
liz a r sus consecuencias, para la persona que lo asume y para
sus relaciones con los demás. Seguiremos para e llo el o rd en de
las tres causas que nos han p e rm itid o d e fin ir el o rig e n de esta
postura. Para fa c ilita r la com prensión, cada una de las conse­
cuencias que vayam os estableciendo irá seguida de a lg ú n ejem­
p lo concreto, o b te n id o de la experiencia.

Sobrevaloración de la inteligencia
La p rim e ra causa para in c u rrir en el d og m a tism o consiste, se­
g ú n hem os visto , en sobrevalorar la capacidad de la in te lig e n ­
cia, lo cual da o rig e n a una exagerada se guridad su b je tiva de
poseer siem pre la ve rdad, sin a d m itir que se pueda in c u rrir en
el error. ¿Qué efectos tiene esta actitud? ¿Qué ejem plos con­
cretos p ue d en ilu s tra r esas consecuencias?

Consecuencias para la persona


La autosuficiencia es el p rim e r efecto d e riva d o d el exceso de
confianza en la p ro p ia capacidad in te le ctu a l o en la de aquél
en q u ie n se deposita esa confianza. El a utosuficiente prescin­
de de los demás al elaborar sus p un tos de vista, le parece que
nada tie ne n que aportar. Los desprecia porque cree bastarse a
sí m ism o. De ahí que se cierre egocéntricam ente en "s u m u n ­
d o ", c o n s titu id o de crite rio s in fa lib le s y absolutos que él ha
concebido.
El dog m a tism o y sus consecuencias 55

Pensemos, p o r ejem plo, en u n in te le c tu a l dedicado a la. in ­


ve stig a ció n , que cada día p ie rd e m a yo r contacto con la gente,
que re fle x io n a s o lita ria m e n te y s in co n tra sta r sus c o n clu sio ­
nes con nad ie , que n o se interesa p o r las aportaciones de sus
colegas sobre la m a te ria que in v e s tig a , y que, en d e fin itiv a ,
n o le in te re sa mas que lo que p ro ced e de sí m ism o . T iene ta l
se gu rid a d en los resultados de su a c tiv id a d in telectu al y tan
poco aprecio p o r los demás, que tam poco le im p o rta si su p u n ­
to de v is ta será aceptado: "p e o r para ellos si no están de acuer­
d o ", acabará p o r afirm ar, en u n alarde de autosuficiencia.
Q u ie n posee tal se guridad su b je tiva se hace inflexible y r í­
gido. Le parece que las cosas no p ue d en ser más que com o él
las ve y no está dispuesto a ceder, aunque los hechos u otras
personas le sugieran la p o s ib ilid a d de rectificar. N o a dm ite
m atices n i excepciones a sus p u n to s de vista, aunque las c ir­
cunstancias así lo requieran, pues v iv e aferrado tercam ente a
la ú n ica línea posible de pensam iento que es la suya.
C onsiderem os la situ ación de la persona que tiene a su car­
go la d ire cció n de u n co le gio , que se apoya exclusivam ente en
sus p ro p io s esquemas al re a liza r el trabajo, y que además n u n ­
ca está dispuesta a m o d ific a r esos esquemas. Desde los p rim e ­
ros m om entos com ienza a re cib ir sugerencias de los profesores
y de los padres de fa m ilia para que in tro d u zca ciertas m o d ifi­
caciones a sus enfoques sobre el m o d o de m anejar la escuela,
ya que les parece que n o se acoplan d el tod o a la realidad.
C om o ella n o es capaz de ajustar con fle x ib ilid a d sus crite rio s
a las circunstancias, n o acepta tales sugerencias. Prefiere m a n ­
tener rígidam ente su sistema de funcionam iento. La consecuen­
cia no se hace esperar: com ienza a tener co n flicto s con los
profesores, con los padres de fa m ilia , con los alum nos, p o r su
m o d o u n ila te ra l de proceder. Pero esto tam poco la lle va a rec-
tific a r — su falta de fle x ib ilid a d n o se lo p e rm ite — , con lo que
se p ro du ce en e lla una creciente tensión in te rio r, que no sabe
cóm o resolver;, Más aún, tal estado de ánim o hace crecer p ro ­
gresivam ente su tendencia a la rig id e z , con lo que se genera
u n círculo vicioso: la in fle x ib ilid a d in ic ia l o rig in a co nflicto s;
los co nflicto s generan tensión; la tensión aum enta la rig id e z ; y
56 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

así sucesivam ente, hasta lle g a r al ro m p im ie n to de la persona­


lid a d .
La se g u rid a d d e l d o g m á tico se m a n ifie sta o rd in a ria m e n te
en afirmaciones tajantes, en declaraciones rotundas, p orqu e no
cu en ta de n in g u n a m anera con la p o s ib ilid a d de que las co­
sas p u e d a n ser de o tro m o d o a com o él las ve. B ie n sabemos
que, en la re a lid a d , ra ra ve z ocurre que a lgo sea to ta lm e n te
b la n c o o n e g ro , casi siem pre h a y m ezcla de o tras to n a lid a ­
des — com o d ato ilu s tra tiv o , la p a n ta lla de la M a c in to s h p ro ­
yecta 256 colores o to n a lid a d e s de g ris — , p e ro en este caso
es ta l la c o n fia n z a en el p ro p io p u n to de vista que n o h a y lu ­
g a r p a ra esas p re c is io n e s : to d o se ve de u n s o lo c o lo r,
u nilate ra lm e n te , y las afirm aciones que d e riv a n de esa v is ió n
suelen ir acom pañadas de ca lifica tivos que las hacen exagera­
das y, en consecuencia, falsas.
A lg u n a s expresiones que e je m p lific a n lo a n te rio r: "e l
existencialism o es una corriente filo só fica tota lm e n te e q u iv o ­
cada"; "la filo so fía aristotélico— tom ista ha quedado com p le ­
tam ente su pe ra d a"; " la era nueva, bajo el signo de A cu a rio ,
hará al hom bre absolutam ente fe liz ", com o aseguran los se­
guidores d el m o v im ie n to new age; "e n la sociedad co ntem po­
ránea se h an p e rd id o todos los valores m orales y la p é rd id a es
irre v e rs ib le ".
E l que sobrevalora su p ro p ia in te lig e n cia fácilm e nte cae en
el defecto de opinar de todo, aun cuando a nad ie le interese su
p u n to de vista. Para cu alqu ie r asunto tiene una respuesta. Se
siente com o a u to riza d o para d icta m in a r el c rite rio ante cual­
q u ie r cuestión. Tiene siem pre la ú ltim a palabra.
Suele o c u rrir que cuando alg uie n ha triu n fa d o en a lg ú n
cam po de la v id a , p o r ejem plo en el m u n d o del arte, se consi­
dere con derecho a h ab la r de cu a lq u ie r tem a con a u to rid a d ,
aunque se trate de asuntos que nada tengan que v e r con su
especialidad.
El dog m a tism o y sus consecuencias 57

Consecuencias para las relaciones


con los demás
E l d og m á tico , al estar co nve n cid o de que sólo é l tie n e la ra zó n,
p re te n de imponer sus ideas a los dem ás. Para e llo n o se va le
ta n to de argum entos racionales que dem uestren o b je tiva m e n ­
te lo que sostiene, sino de la a u to rid a d con que se considera
in v e s tid o , aunque poco tenga que v e r con la m a te ria a la que
la idea se refiere.
C uando el papá dice al h ijo "e sto es así p orqu e soy tu p a ­
d re ", está e ncarnando caricaturescam ente esta p o s tu ra . L o
m ism o e l profesor que, m e diante el recurso de le va n ta r la vo z,
q uiere que sus alum nos acepten sus ideas, en lu g a r de ofrecer­
les unas explicaciones convincentes. O la secta religiosa que
ofrece beneficios m ateriales para que la gente se adhiera a su
d octrina . Todos estos m odos de im p o n e r las ideas tie ne n en
co m ú n la falta de razones para fundam entarlas.
U n id o a lo anterior, aparece la consecuencia de que el d o g ­
m á tic o no da cabida al diálogo. D ia lo g a r s ig n ific a cam biar im ­
p re s io n e s , escuchar y c o m u n ic a r id e as, co n el o b je to de
p ro fu n d iz a r en el asunto de que se trate y conocerlo con obje­
tiv id a d . Esto supone fle x ib ilid a d , a p e rtu ra , ca p a cid a d de
re ctifica ció n , condiciones que n o existen en q u ie n sólo p re te n ­
de ser escuchado e im ponerse.
Frecuentem ente los padres no se e ntienden con sus hijo s
p o r u n p ru rito de m antener com o una cierta distancia ante ellos
para n o p erde r a uto rid a d. Esto les hace incapaces de recono­
cer sus errores ante los hijos, y de re ctifica r cuando se e q u iv o ­
can. E n co n s e c u e n cia , la c o n v e rs a c ió n se c o n v ie rte en
m o n ó lo g o , porque el h ijo , ante esa a c titu d de los padres, p re ­
fiere no decir nada.
Tam poco sabe el dog m á tico trabajar en equipo, p orqu e esta
fo rm a de trabajo exige la co m binación de las cualidades de los
diversos m iem bros que in te rvie n e n , la in teg ra ció n de todos
ellos, p ara conseguir u n re su ltad o a rm ónico y eficaz. Pero el
dog m á tico no se integra p orqu e no va lo ra las cualidades de
los demás: sólo las suyas valen.
58 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

E l d ire c to r de una em presa con e s tilo de "d ic ta d o r", que se


im p o n e siem pre, que n o escucha a los dem ás, que n o les p e r­
m ite p a rtic ip a r en las decisiones, que m a n ip u la a sus colabo­
radores para que acaben haciendo lo que él quiere , es u n caso
e vid e n te de in ca p a cid a d para e l tra ba jo en equ ip o .
La consecuencia fin a l para el d og m á tico que sobrevalora
el p o d e r de la in te lig e n c ia hum ana, y se sitú a por. encim a de
los demás, es que acaba siendo rechazado.
U n clásico eje m plo es el d e l "a lu m n o m o d e lo " en u n salón
de clases, que sólo piensa en quedar bie n, que es siem pre el
p rim e ro en contestar a las preguntas d e l p rofesor, que se son­
ríe iró n ica m e n te ante las in terven cio ne s de sus com pañeros, a
quienes considera siem pre in fe rio re s. Su a c titu d lo co n vie rte
en a lg u ie n in so p o rta b le para los demás.

CONSECUENCIAS DEL DOGMATISMO POR


SOBREVALORACION DE LA INTELIGENCIA

PARA LA PERSONA: PARA LAS RELACIONES


CON LOS DEMAS:

1. S e h a c e a u to s u fic ie n te . 1. Im p o n e s u s ¡deas.

2. Es in fle x ib le y ríg id o . 2. N o d a c a b id a al d iá lo g o .

3. H a c e a firm a c io n e s ta ja n te s . 3. N o tra b a ja en e q u ip o .

4. O p in a d e to d o . 4. E s re c h a z a d o p o r los d e m á s .
El d ogm atism o y sus consecuencias 59

Reducción o simplificación de la realidad


E l segundo m o d o de in c u rrir en e l d o g m a tism o , según nues­
tro a n á lisis, consiste en re d u c ir o s im p lific a r el co n te n id o de la
re a lid a d . Es com o la o tra cara de la m oneda de la sobrevalo­
ra c ió n de la in te lig e n c ia . En este caso re su lta fá c il conocer la
v e rd a d sobre cu a lq u ie r cosa p orqu e la m ente lle v a a cabo una
o pe ra ció n re d uctiva , de e m p o b re cim ie n to de la re a lid a d , de
m anera que su co no cim ien to no ofrece resistencia alguna. Ve­
rem os a c o n tin u a c ió n qué efectos p rá cticos tie ne este proceso.

Consecuencias para la persona


U n a p rim e ra consecuencia que sigue a este proceso de s im p li­
fic a c ió n o reducción, es la tendencia a hacer juicios parciales,
in co m p le to s, sin m atices, que re su lta n falsos porque n o corres­
p o n d e n cabalm ente a la re a lid a d . En el d og m á tico estos ju i­
cios- suelen expresarse con gran se gu rid a d y co ntundencia,
precisam ente p o r la falta de matices.
A l h ab la r de u n tema tan co n tro ve rtid o como el de la pater­
n id a d responsable, alguna vez se escucha la siguiente a firm a ­
ció n : " e l c o n tro l de los n a c im ie n to s se opone a la m o ra l
cristia n a ". Q uien hace esta aseveración ra d ical in cu rre en la
p ostu ra dogmática, porque le falta n dos matices para que la a fir­
m ación sea verdadera: que el co n tro l natal se realice sin causas
ju stific a d a s , o bien con m étodos artificiales.
En la v id a de tod o hom bre existen problem as de diversa
índ o le , que debe resolver. El p rim e r paso para solucionar cual­
q u ie r pro ble m a consiste en conocerlo en su verdadera d im e n ­
sión, y esto n orm a lm e nte supone el esfuerzo de e stu d ia rlo y
a n a liz a rlo con p ro fu n d id a d . El dogm ático, con su in c lin a c ió n
reduccionista, suele sim plificar los problemas, considerando que
tie ne n poca e n tid a d y, en consecuencia, pretende resolverlos
con soluciones que resultan insuficientes. En otras palabras,
ta l s im p lific a c ió n produce su p e rficia lid a d , tanto en el diagnós­
tic o d e l problem a com o en su solución.
60 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

E l g o b ie rn o que se p la nte a el p roblem a d e l d e sa rro llo d e l


país y pre te n de re s o lv e rlo con m edidas e xclusivam ente eco­
nóm icas, n o puede conseguir resultados sa tisfa cto rio s, p orqu e
está dejando de la d o aspectos esenciales para la s o lu c ió n de
fo n d o d e l p ro ble m a , com o sería la educación. C ie rta m e nte la
econom ía juega u n p a p e l d ete rm ina n te en el d e sa rro llo de u n
país, pero evidentem ente no lo es todo. O en e l n iv e l personal,
e l p s iq u ia tra fre u d ia n o que concibe al hom bre bajo una p ers­
p e ctiva pansexualista, com o si todos los problem as tu v ie ra n
su o rig e n en el te rre n o sexual, lógicam ente n o p o d rá re so lve r
las situaciones que escapan a este n iv e l, com o serían las que se
re fie re n a l se n tid o de la v id a y que tie n e n g ran re p ercusió n en
la conducta hum ana.
U n a v a ria n te de esta m ism a te n d e n cia d e l d o g m á tic o es
que e la b o ra sus p ro ye cto s s in bases s u fic ie n te s y se c o n v ie r­
te en u n idealista. Se p ro p o n e m etas in a lc a n z a b le s que a é l le
p arece n fa c tib le s , o b je tiv o s co m p le jo s que espera lo g ra r fá ­
c ilm e n te .
El pro fe sio n ista que acaba de te rm in a r la carrera, y aún
tie n e poca e xp e rie n cia en su tra ba jo , suele e la b o ra r planes
am biciosos s in co n sid e ra r las d ific u lta d e s con las que se en­
co ntra rá . M uchas veces el resultado puede p ro d u c irle fru s tra ­
ción, p o r la distancia entre lo que esperaba conseguir y lo que
de hecho logró. La causa de este resultado ha sido la fa lta de
p ro fu n d id a d en e l co no cim ien to de la re a lid a d concreta, es
decir, el id e a lism o p ro p io de quien carece de experiencia.
La in c lin a c ió n al sim p lis m o y a la su p e rficia lid a d , p o r p a r­
te del d o g m á tico , le lle va a no fundam entar sus ideas, a prescin­
d ir de argum entos para dem ostrar lo que piensa, pues, una
vez hecha la re d ucció n , le parece que to d o es claro y evidente.
D e aquí que con frecuencia haga afirm aciones g ra tu ita s, se
apoye sin necesidad en "a rg u m e nto s de a u to rid a d ", o prescin­
da de la je ra rq uía que hay entre las verdades. Tres m odos de
proceder carentes de fun d am en to objetivo.
Las a firm a cio ne s g ratuitas se hacen co n tin u a m e n te en la
p ropaganda com ercial: se asegura que u n d ete rm ina d o p ro ­
d u cto es "e l m e jo r d el m ercado", pero n o se explica p o r qué.
El d ogm atism o y sus consecuencias 61

E n cuestiones m orales que tie ne n su fu n d a m e n to en la le y


n a tu ra l, a veces se p re fiere re c u rrir a l a rgum ento de a u to rid a d :
"es pecado robar, porque lo dice ía Ig le s ia ", en lu g a r de e x p li­
car que el robo se opone a la v irtu d de la ju s tic ia y supone u n
atentado co ntra los derechos hum anos; que, adem ás. D ios m is ­
m o q uiso re ve la r u n m a n da m ie n to expreso que condena esa
acción, p ara co n firm a rn o s en lo que podíam os conocer con
nue stra p ro p ia razón. P or esas razones — p o r ir contra la ju s ti­
cia y lo s derechos hum anos, y p o r ser u n m a n da m ie n to dado
p o r D io s— la Iglesia a firm a que ro b ar es pecado, lo cual es m u y
d is tin to que d e cir que "es pecado p orqu e lo dice la Ig le s ia ".
H a y personas que son m u y responsables, pero n o saben
je ra rq u iz a r las diversas obligaciones que deben atender en su
v id a o rd in a ria . Todo les parece "ig u a lm e n te u rg en te e im p o r­
ta n te ", p o rq u e no saben d is tin g u irlo de lo secundario. E l re­
s u lta d o de esta deficiencia n o es o tro que la angustia y el agobio
perm anentes.
Si a la fa lta de argum entos racionales p ara fu n d a m e n ta r
lo s p ro p io s p u n to s de v is ta , se añade u n a buena d osis de
e m o tiv id a d , de apasionam iento p o r lo que se sostiene, e n to n ­
ces el d og m á tico in cu rre en el fanatismo. Fanático es aquel que
p ro m u e ve o d efiende con vehem encia una id e a, sin com p re n ­
d e rla en su verdadera m e d ida . O rd in a ria m e n te supone u na
exageración, provocada p o r la carga e m o tiva y la ausencia de
re fle x ió n .
De su e q u ip o fa v o rito de fú tb o l, el fa n á tic o asegura que es
el m e jo r de todos, aunque los resu ltad o s d ig a n lo co ntra rio.
Está co nve n cid o de que su p a rtid o p o lític o resolverá todos los
problem as, aunque no sepa cóm o lo lle va rá a cabo. De la in s ti­
tu c ió n eclesiástica o del m o v im ie n to re lig io so al que pertene­
ce, a firm a ser lo ú nico capaz de a yu d a r verdaderam ente a las
personas, a la vez que critica s u p e rfic ia lm e n te cu a lq u ie r otra
opción.
C u a n d o se tra ta de actuar, el fa n á tico suele h a ce rlo con
p re c ip ita c ió n , sin d e lib e ra c ió n p re v ia , p ero con la firm e de ­
te rm in a c ió n de lo g ra r el o b je tiv o que p e rs ig u e . D esecha
irra c io n a lm e n te o tras p o s ib ilid a d e s , rechaza otras ideas que
62 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

se le p u e d a n o frece r, p o rq u e le e sto rb a n en su c o m e tid o . Po­


la riz a tod a s sus energías en la p ro m o c ió n de la ú n ic a id e a
que le m u e ve, en la co nse cu ció n de la m eta que p e rs ig u e ,
co n lo c u a l suele ser e fica z a c o rto p la z o . A la la rg a , esta
e fica cia suele desvanecerse, p o r la d ific u lta d de d a r c o n ti­
n u id a d a u n c o m e tid o que, desde su o rig e n , era p a rc ia l y
estaba d e s tin a d o a choca r con la re a lid a d .
Los grupos p o lítico s de extrem a iz q u ie rd a y, ta l vez con
m a yo r e vid e n cia aún, los m o vim ie n to s p o lític o -re lig io s o s de
extrem a derecha, encarnan estas características.

Consecuencias para las relaciones


con los demás
C uando la tendencia d e l d ogm ático a la s im p lific a c ió n se p ro ­
yecta hacia los problem as de los demás, son ellos quienes pa ­
decen las consecuencias, porque no les proporciona soluciones
eficaces.
E l padre de fa m ilia que considera m u y im p o rta n te la e du ­
cación de sus hijos, pero en la práctica sólo co n vive con ellos
de vez en cuando, porque considera que no hace falta más para
educarlos bien, no lo g rará los resultados que desearía. P ro po r­
cio n a r a los hijo s una buena educación es una tarea m u y com ­
pleja, que exige, entre otras cosas, dedicación efectiva p o r parte
de los padres, tie m p o real, convivencia estrecha.
E n el c o n o c im ie n to de otras personas, el d o g m á tic o p ro ­
yecta su re d u c c io n is m o y su s u p e rfic ia lid a d m e d ia n te clasi­
ficaciones sim plistas: buenos o m alos, in te lig e n te s o ton to s,
tra b a ja d o re s o perezosos, eficaces o ineficaces, p ro gresista s
o conse rva d ores, de iz q u ie rd a o de derecha. Le basta n unos
cu an tos datos para ca ta lo g a r a una person a , co m o si se tra ­
ta ra de p o n e rle u n a e tiq u e ta que te n d ría d is p o n ib le de an­
tem an o . Y u n a ve z que ha colocado la e tiq u e ta a la persona,
ju z g a to d o s sus actos en fu n c ió n de ella, s in detenerse a ana­
liz a rlo s en concreto. Si la e tiq u e ta es n e g a tiv a , la p e rso n a no
p o d rá hacer n ad a que tenga v a lo r; si es p o s itiv a , se id e a li­
z a rá n todas sus acciones.
El d ogm atism o y sus consecuencias 63

C u a nd o u n g ru p o de padres de fa m ilia , preocupados p o r


m e jo ra r las opciones educativas para sus h ijo s , p ro m u e ve n u n
co le gio y fija n unas cole gia tu ras que p e rm ita n c u b rir los gas­
tos o p e ra tivo s de la in s titu c ió n , in m e d ia ta m e n te reciben el ca­
lific a tiv o de "e litis ta s ", aunque prevean u n generoso porcentaje
de becas para alum nos que no p ueden pagar la c o le g ia tu ra , e
in c lu y a n en las m ism as instalaciones de la escuela una sección
ve s p e rtin a para estudiantes de escasos recursos, a los que les
cobran una cuota sim bólica.
Q u ie n no posee una v is ió n o b je tiv a de la re a lid a d y de las
personas, sino reductíva y sim p lista , carece de condiciones para
d irig ir a otros. C om o no sabe je ra rq u iz a r, suele e x ig ir en lo se­
c u n d a rio com o si se tra ta ra de lo im p o rta n te , con las consi­
guientes consecuencias negativas. Si tie n d e a l id e a lism o , fija rá
unos o b je tivo s inalcanzables para los dem ás.
E l d ire c to r de una empresa que v iv e obsesionado p o r con­
tro la r el h o ra rio de tra b a jo de sus em pleados y, en cam bio, no
pone ate n ció n en la c a lid a d n i en los resultados que consiguen,
es u n cla ro ejem plo de exigencia en lo secundario. O el que
decide que la empresa debe d u p lic a r sus ventas y, en lu g a r de
a um entar en la m ism a p ro p o rc ió n el tie m p o dedicado a v e n ­
der, tom a la m e d id a de que su m ism o e q u ip o de vendedores
trabaje u na h ora más al día: lógicam ente no conseguirá lo que
quiere, p o r su falta de realism o.
La consecuencia fin a l que el dog m á tico sim p lista padece
en su re lación con los demás, consiste en la pérdida de autoridad
moral. La gente va dejando de co n fia r en él, conform e descu­
bre su p a rc ia lid a d a la hora de ju zg a r o de actuar, p o r su falta
de v is ió n com pleta de la realidad.
Es el caso del gobernante que a l in ic io de su gestión, sin
conocer con p ro fu n d id a d los problem as que le corresponde
resolver, com ienza a p ro m e te r soluciones. C onform e tra nscu ­
rre el tie m p o , la gente espera los resultados p ro m e tido s, que
n o llegan. El gobernante en cuestión p ierde el p re s tig io d el
que parecía gozar, p o r su sim p lism o en la form a de proceder.
64 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

C O N S E C U E N C IA S DEL DOGMATISMO P O R REDUCCION


0 SIMPLIFICACIÓN D E L A R E A L ID A D

PARA LA PERSONA: PARA LAS RELACIONES


CON LOS DEMAS:

1. H a c e ju ic io s p a rc ia le s . 1. N o d a s o lu c io n e s e fic a c e s .

2 S im p lific a p ro b le m a s , 2 . H a c e c la s ific a c io n e s
e s id e a lis ta . s im p lis ta s .

3 . N o fu n d a m e n ta s u s id e a s . 3 . C a r e c e d e c o n d ic io n e s
p a ra d irig ir.

4. In c u rre e n el fa n a tis m o . 4 . P ie rd e a u to rid a d m o ra l.

La actitud racionalista
La a c titu d ra c io n a lis ta , vim o s en su m om ento, se caracteriza
p o r p re s c in d ir de la re a lid a d , en el proceso d e l co n o cim ie n to ,
p ara apoyarse p rio rita ria o e xclusivam ente en la razón. Esto
ta m b ié n da o rig e n al dogm atism o p orqu e se acaba e xclu yen ­
do la p o s ib ilid a d d e l e rror, a l n o co n tra sta r n i m e d ir las p ro ­
p ia s ideas con los hechos. Verem os a c o n tin u a c ió n algunos
efectos que esta a c titu d produce.

Consecuencias para la persona


Q u ie n elabora sus ideas a l m argen de la re a lid a d se parece al
a rq u ite c to que proyecta u n e d ific io s in ten e r en cuenta el te rre ­
n o d on d e deberá co nstru irse. Si se p rescinde de las co n d ic io -
El d og m a tism o y sus consecuencias 65

nes d e l terre no , re su lta m ucho más fá c il p ro ye cta r una obra


a rm ó n ica y m o d u la d a , p orqu e e l a rtis ta n o encontrará n in g u ­
na lim ita c ió n a su in s p ira c ió n . E l p ro b le m a s u rg irá cuando
q u ie ra c o n v e rtir e l p ro ye cto en re a lid a d , cuando descubra que
e l te rre n o donde deberá co n stru irse "n o le s irv e ", p o rq u e sus
d im e nsion e s y n ive le s no co in cid e n con lo que é l co ncibió . E l
ra c io n a lis ta e vita encontrarse en esta ú ltim a situ ación , m e d ia n ­
te e l s im p le p ro c e d im ie n to de m a ntener sus ideas d e n tro de sí,
s in co n fro n ta rla s con la re a lid a d . Para fo rta le c e r su p o s ic ió n ,
tam poco a d m ite que otros penetren en sus concepciones y p re ­
te n d a n cam biárselas. E l re su lta d o fin a l es lo que suele enten­
derse p o r u n hombre "cerrado", que se a fe rra ríg id a m e n te a sus
p u n to s de v is ta — de a qu í su d o g m a tism o — y rechaza tod a
p o s ib ilid a d de m o d ific a c ió n y de cam bio.
Los lla m a d o s "tra d ic io n a lis ta s " d e n tro de la Ig le sia encar­
n an esta p ostura. Son personas que n o com prenden que la Ig le ­
sia deba a brirse a las exigencias d e l m u n d o contem poráneo,
adaptarse a las nuevas circunstancias h istó rica s, lo cu a l cie rta ­
m ente exige m o d ific a r algunos elem entos no esenciales de su
e s tru c tu ra y de su fu n c io n a m ie n to . Para e llo s to d o es esencial
y n a d a p u e d e ser m o d ific a d o . La M is a debe seguirse cele­
b ra n d o e x c lu s iv a m e n te en la tín y e l sacerdote debe p e rm a ­
necer de espaldas a l p u e b lo d u ra n te la ce le b ra ció n ; n o puede
h a b e r d iá lo g o con lo s m ie m b ro s de o tra s re lig io n e s , p o rq u e
n o h a y n ad a que a p re n d e r de e llo s , n i p o s ib ilid a d de a co r­
ta r las d is ta n c ia s ; en d e fin itiv a , la ú n ic a m anera de s a lv a f la
fe c a tó lic a co nsiste en m a n te n e r u n a p o s tu ra ce rra d a y está­
tic a que la p re serve de c u a lq u ie r c o n ta m in a c ió n que p u d ie ­
ra s u rg ir en e l proceso h is tó ric o .
E l e n ce rra m ie n to en sí m ism o , p ro p io d e l d o g m á tico , p ro ­
duce fa lta de in te ré s p o r la re a lid a d e x te rio r, lo c u a l hace
que p ie rd a la capacidad de admirarse, que n o es p é rd id a p oco
im p o rta n te . E l p ro g re so d e l h o m b re en c u a lq u ie r ca m p o de
la v id a — in te le c tu a l, a rtís tic o , m o ra l— necesita de esa ca­
p a c id a d de a d m ira c ió n , que se c o n v ie rte en u n im p u ls o p e r­
m a n e n te de c re c im ie n to p e rs o n a l. E n ca m b io , q u ie n n o es
capaz de in te re sa rse m ás que p o r lo que lle v a en sus esque-
66 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

mas in te rn o s , n o puede progresar porque se p riv a d e l a lim e n to


que procede de la re a lid a d exterior. Su fa lta de capacidad de
a d m ira c ió n le im p id e crecer, con lo que esto s ig n ific a de em po­
b re cim ie n to en su ser.
Frecuentem ente esa a c titu d se co n tin ú a en una fa lta de ilu ­
sió n p o r la v id a , en u n pesim ism o que im p id e e n co n tra r sa lida
a los problem as, en ausencia de objetivo s que o rie n te n la con­
d ucta, en a b u rrim ie n to .
E l b u ró c ra ta que tra b a ja ru tin a ria m e n te , s in a fá n de
superación, sin objetivos d e fin id o s, sin que su a c tiv id a d dé sen­
tid o a su existencia, acaba encerrado en u n m u n d o su b je tivo ,
lle n o de te d io , en e l que n o h ay cabida para la n o ve d a d y para
el e n riq u e c im ie n to de su persona.
Si b ie n es cie rto , com o vim o s en el apartado a n te rio r, que el
d og m á tico puede ser eficaz a co rto p la zo en la acción p rá ctica,
ta m b ié n es ve rd a d que si lo que o rig in a su dog m a tism o es una
a c titu d ra cio n a lista — su fa lta de contacto con la re a lid a d — ,
tenderá a s u s titu ir lo s resultados prácticos p o r explicaciones
teóricas. En otras palabras, pretenderá d is im u la r su fa lta de efi­
cacia m e d ian te el recurso a la justificación. Tam bién es ésta una
fo rm a de d ogm atism o, p o r lo que contiene de encerram iento
en sí m ism o y de se gu rid a d subjetiva a la h ora de ju stifica rse .
Todos conocem os personas que están siem pre h a b la n d o de
lo que va n a hacer, m ie n tra s que nunca se re fie re n a lo que han
hecho. C u a nd o a lg u ie n les p re g u n ta p o r c u a lq u ie ra de los
m ú ltip le s proyectos que han anunciado, ofrecen siem pre una
respuesta aparentem ente sa tisfa cto ria para ju s tific a r el retraso
en su re a liza ció n . Se tra ta de personas teóricas que, a fu e rza de
encerrarse en su m u n d o de ideas, su s titu y e n los hechos p o r
explicaciones.
H a y personas que, ante los problem as provoca d os p o r el
fa c to r h um an o , cuya so lu ció n consiste, en buena p a rte , en la
ate n ció n person a l de quienes se encuentran in v o lu c ra d o s , sus­
titu y e n esa in te rv e n c ió n d ire cta sobre las personas, p o r esque­
mas organizativos. P retenden que esos problem as se re suelvan
m e d ian te fó rm u la s de o rg anización, de m anera que d an ta l
im p o rta n c ia a las estructuras de fu n c io n a m ie n to que se o lv i-
El dog m a tism o y sus consecuencias 67

d an d e l aspecto hum ano y de la ate n ció n person a l que re q u ie ­


re n quienes p a rtic ip a n d e l asunto. C om o el p ro ble m a no se
resuelve, p o r no atacar la causa de fo n d o , surgen nuevos p ro ­
blem as, que se prete n de n so lu cio n a r con nuevas estructu ra s
de o rg a n iza ció n o m o d ific a n d o las anteriores. Esta es ta m b ié n
u na fo rm a de in c u rrir en el d o g m a tism o , p o r co n d u cto d e l
ra cio n a lism o , en cuanto que se evade la re a lid a d y se s u s titu y e
cóm odam ente p o r esquemas in te le ctu a le s, presentados de o r­
d in a rio con g ra n seguridad.
C uando u n m ie m b ro de una in s titu c ió n tiene co n flicto s con
los dem ás, que han sid o generados p o r d iferen cia s de o p in io ­
nes, p o r m alas in te rp re ta cio n e s de ciertas a ctitudes o p o r ju i­
cios equivocados sobre las in ten cio n es de los otros, n o p o d rá
su pe ra r esas d ific u lta d e s p o r una vía "o rg a n iz a tiv a ", sin o h u ­
m ana, es decir, h a b la n d o con ellos, a clarando sus dudas, e li­
m in a n d o sus sospechas.

Consecuencias para las relaciones


con los demás
En el o rd e n p rá ctico , la a c titu d d e l d o g m á tico ra cio n a lista , que
se aleja de la re a lid a d , conduce a la independencia y a la autono­
mía, características de q u ie n cree bastarse a sí m ism o. Esto se
puede tra d u c ir en u n afán de actuar p o r cuenta p ro p ia , de re ­
chazar to d o lo que pueda s ig n ific a r sujeción, de rebelarse ante
c u a lq u ie r sistem a establecido, de e lim in a r toda re la ció n con
los dem ás.
E l adolescente que, en u n alarde de rebeldía, decide aban­
d o n a r la casa paterna, p orqu e piensa que ya puede valerse p o r
sí m ism o, re fle ja esa a c titu d . S in em bargo, la m a yo ría de las
veces que esto sucede, se ve o b lig a d o a regresar p orqu e n o es
capaz de m antener su decisión , ante las exigencias de una rea­
lid a d , de la que quiso p re s c in d ir, pero que ahora se le im p o n e :
tie n e necesidad de a lim e n to , de u n techo para cobijarse y d e l
ca riñ o d el hogar.
D e l afán de in d ep e nd e ncia y autonom ía, p ro p io d e l d o g ­
m á tico , se d e riva una consecuencia in e v ita b le : no se interesa
68 El H om bre A ctu a l en Busca de la Realidad

por los demás, p rescinde de las personas. En consecuencia, no


es capaz de co m p re nd e r las circunstancias d e l p ró jim o , n i de
p ro p o rc io n a rle n in g ú n tip o de ayuda.
E l c ie n tífic o in v e s tig a d o r, que considera su tra b a jo com o
lo ú n ic o im p o rta n te , concentra en é l tod a su energía y se des­
entie n de de las dem ás personas, pues quedan fu e ra d e l á m b i­
to de sus intereses.
Tanto en e l o rd en te ó rico com o en el p rá c tic o , q u ie n está
co nve n cid o de que la v e rd a d no puede proceder más que de él
m ism o, discrimina o descalifica a quienes no coinciden con sus ideas,
a quienes n o piensan com o él.
U n líd e r p o lític o que procede de este m o d o se acaba que­
dando solo. In ic ia lm e n te p od rá e ncontrar colaboradores, m ie n ­
tra s la re la c ió n con e llos sea s u p e rfic ia l. Pero, co nfo rm e cada
u n o va ya e xpo n ie nd o sus p un tos de v is ta , com enzarán a apa­
recer las diferen cia s. A u n q u e las aportaciones de los dem ás
p ue d an ser valiosas y enriquecedoras, no serán tolerad a s p o r
e l líd e r si n o c o in cid e n con lo que él ha pensado de antem ano.
Si los colaboradores in siste n en que se tom en en cuenta sus
ideas, e l líd e r o p ta rá p o r despedirlos.
E l d o g m á tico que sólo confía en sus sistem as personales, y
q uiere que prevalezcan a com o dé lu g a r, es incapaz de c o o rd i­
narse con otros y respetar su trabajo. En la p rá ctica , atropella a
los demás, siem pre que puedan suponer p ara él u n obstáculo
a sus intereses. Suele ser a vasa lla d or y no d a r cabida a la in i­
c ia tiv a de los otros.
C uando el n ue vo re cto r de una u n iv e rs id a d considera que
quienes le han p re ced id o han hecho to d o m a l, que es preciso
cam b iar todos los sistem as y p ro ce d im ie n to s para que la u n i­
v e rs id a d fu n cio n e , que é l tiene en sus m anos la so lu c ió n d e fi­
n itiv a para so lu cio n a r todos los problem as, se la n za a actuar
con p le n a s e g u rid a d y d e te rm in a c ió n . Los p ro fe so re s de m a­
y o r e x p e rie n c ia le hacen v e r que no co n vie n e ser ta n ra d i­
ca l, que s i b ie n h a y m uchas cosas qué m e jo ra r, ta m b ié n h a y
o tra s que están b ie n resueltas. Pero é l n o pone a te n ció n y les
o b lig a a que cam bien to d o y cuanto antes. E xige que dejen a
u n la d o lo que ve n ía n haciendo, para concentrarse e xclu siva -
El dog m a tism o y sus consecuencias 69

m ente en la ejecución de las nuevas ideas que él ha tra íd o . Su


d o g m a tism o , pues, se proyecta en la fa lta de respeto al tra b a jo
de los dem ás, quienes se ve n a tro p e lla d o s p o r el n u e vo re cto r a
cu yo se rv ic io deben su p e d ita rlo todo.
E l d o g m á tico que prescinde de la re a lid a d , frecuentem en­
te se co n vie rte en u n legalista. A u n q u e este tem a p e rm itiría u n
d e s a rro llo m ás a m p lio , señalem os a qu í algunos rasgos carac­
te rístico s d e l legalista :

® se queda en la le tra de la le y; co n vie rte los c rite rio s de


acción, las norm as de conducta, en "rece ta s" que a plica
s in to m a r en cuenta las circunstancias y las personas;
• es rig o ris ta p orqu e sólo piensa en la n orm a , que debe
a plicarse a com o dé lu g a r: concibe las reglam entaciones
com o fin y no com o m e d io;
• considera ingenuam ente que la a p lica ció n de la le y debe
resolver, de fo rm a auto m á tica y p o r sí m ism a, todos los
problem as, independientem ente d e l sujeto al que se a p li­
ca y de sus circunstancias;
• concibe, cóm odam ente, que la actu a ció n hum ana tie n e
com o fin la exclu siva adecuación a norm as y re g lam en ­
taciones, desentendiéndose de los resu ltad o s que p ro ­
voque. Esto ú ltim o suele lle v a r consigo una buena dosis
de egocentrism o, en cuanto que lo que realm ente busca
e l le g a lista es la tra n q u ilid a d de su p ro p ia conciencia,
m ie n tra s que los resu ltad o s y los efectos para los dem ás
le tie ne n sin cu id ad o .

Veam os a lg u n o s e je m p lo s que ilu s tra n las a c titu d e s an ­


te rio re s :

• e l p o lic ía de trá n s ito , que está p ara s e rv ir a la c o m u n i­


d ad , y ante u n co n d u cto r que se pasó u n a lto , chocó y
está h e rid o , en lu g a r de com enzar p o r a yu d a rlo , se p re ­
ocupa p o r le v a n ta rle la in fra c c ió n . Este p o lic ía , e v id e n ­
tem ente, carece de c rite rio : fu n c io n a p o r "rece ta s", que
se han de a p lic a r a l m argen de las personas y de sus
circunstancias;
70 El H om bre A ctu a l en Busca de la Realidad

• el p ro fe so r que expulsa de la escuela a u n a lu m n o p o r­


que h iz o una b rom a en clase, o la m am á que reacciona
vio le n ta m e n te p orqu e la h ija lle g ó de la fie sta d ie z m i­
n u to s después de la h o ra fija d a . A m b o s m a n ifie s ta n
rig o ris m o en esas reacciones desproporcionadas;
• el g ob e rn ad o r de u n estado que pretende e rra d ic a r el
n a rc o trá fic o , y reduce tod a su in te rv e n c ió n a e x ig ir que
se cu m p la n unas leyes que sólo co nte m p la n u na p a rte
d e l p ro ble m a , cuando la situ a ció n re q u e riría una acción
m u ch o m ás com pleja. Su fa lta de re a lism o le lle v a a p e n ­
sar in g enuam ente que la sola a p lic a c ió n de esas leyes
re so lverá la situ a ció n ;
; ® e l o rie n ta d o r fa m ilia r que, ante u n m a trim o n io que acu­
de a é l p ara re c ib ir consejo sobre el m o d o de a y u d a r a su
h ija que se ha enam orado de u n d iv o rc ia d o , se reduce a
recordarles las leyes m orales sobre la in d is o lu b ilid a d d e l
m a trim o n io , la ile g itim id a d de los h ijo s de u n m a trim o ­
n io in v á lid o , etc. — que p o r o tra p a rte e llo s conocen p e r­
fe c ta m e n te — , en lu g a r de p ro fu n d iz a r en e l caso y
ofrecerles sugerencias prácticas de ayuda a su h ija . E l
o rie n ta d o r se queda tra n q u ilo p o rq u e ha te n id o ocasión
de recordarles las norm as que rig e n la in s titu c ió n m a tri­
m o n ia l, aunque no les ha a yud a do a re so lve r e l p ro b le ­
m a que le ve n ía n a p la n te a r. U na p o s tu ra cóm oda y
egoísta, am parada en la observancia de la ley.

E n to d o s estos e je m plos se re fle ja la fa lta de re a lis m o


d e l le g a lis ta , cu yo p ro b le m a de fo n d o co nsiste , u n a ve z m ás,
en p re s c in d ir de la re a lid a d p ara b u sca r su s e g u rid a d su b je ­
tiv a en las fo rm u la c io n e s m e n ta le s, lo c u a l d e riv a in e v ita ­
b le m e n te en e l d o g m a tism o .
El dog m a tism o y sus consecuencias 71

CONSECUENCIAS DEL DOGMATISMO POR


LA ACTITUD RACIONALISTA

PARA LA PERSONA: PARA LAS RELACIONES


CON LOS DEMAS:

1. S e h a c e “cerrado”. 1 . E s in d e p e n d ie n te y a u tó n o m o .

2. P ie rd e c a p a c id a d 2 . D is c rim in a a q u ie n n o p ie n s a
d e a d m ir a c ió n . c o m o é l.

3 . J u s tific a s u fa lta d e e fic a c ia . 3 . A tr o p e lla a lo s d e m á s e n e.


tr a b a jo .

4 . E v a d e la re a lid a d 4. S e c o n v ie r te e n le g a lis ta .
m e d ia n te e s q u e m a s .

Después de haber re co rrid o el la rg o cam ino d el d ogm atism o


y sus consecuencias, surge la p re g u n ta : ¿qué hacer para com ­
b a tir las actitudes dogm áticas cuando se presentan en la v id a
personal? La respuesta p o d ría re d ucirse a dos ideas: a s u m ir el
realismo com o fo rm a de pensam iento y o brar en consecuencia.
Veamos brevem ente qué s ig n ific a cada una de ellas.
A s u m ir el re a lism o e q u iva le a e n fre n ta r dire ctam en te las
tres causas que dan o rig e n a l d o g m a tism o , para co rre g irla s.
De este m odo: n o se sobrevalora la in te lig e n c ia , sin o que se
a d m ite su lim ita c ió n ; la re a lid a d n o se reduce n i se s im p lific a ,
sin o que se reconoce su riq u e z a y co m p le jid a d ; n o se p re s c in ­
de de la re a lid a d para fu n d a m e n ta r la ve rd a d en la sola ra zó n,
sin o que se p arte siem pre de lo re a l y se cuenta con que la
v e rd a d está en las cosas "a n te s " que en la in te lig e n cia .
72 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

L o a n te rio r, s in em bargo, puede re s u lta r u n ta n to abstracto


para q u ie n busque c rite rio s más p rá cticos y v ita le s . Para e llo
h a y que pasar a la segunda idea con que respondíam os a la
p re g u n ta : o b ra r en consecuencia, después de haber a su m id o
el re alism o. La p o stu ra re a lista aparece v in c u la d a a unas con­
d icio ne s y a unas a ctitu d e s que o rie n ta n la co nd u cta hum ana.
Su d e s a rro llo c o n s titu irá el objeto d e l p ró x im o ca p ítu lo .
4
El realismo

E ntre e l re la tiv is m o y e l d o g m a tism o , dos postu ra s extrem as y


dos m odos opuestos de conce b ir la v e rd a d , se sitú a e l re a lis ­
m o. La persona realista fu n d a su v id a en la ve rd ad . Su a c titu d
co ntra sta con la d e l re la tiv is ta , p o rq u e está convencida de que
la v e rd a d es o b je tiv a y u n iv e rs a l, es decir, v á lid a en sí m ism a e
in d e p e n d ie n te de las apreciaciones subjetiva s y personales; y
co ntra sta ta m b ié n con la a c titu d d e l d o g m á tico , p orqu e reco­
noce que el co n o cim ie n to de la v e rd a d n o es tarea fá c il, sin o
que supone u n proceso p a u la tin o de a p ro xim a ció n , con d iv e r­
sos n iv e le s de certeza, según la v e rd a d de que se tra te.
La n ota más característica d e l hom bre re a lista consiste en
estar en la realidad. Q u ie n está en la re a lid a d , se encuentra u b i­
cado, ce ntra d o, con los pies en la tie rra , sabe lo que q uiere y lo
que q u ie re es lo que o b je tiva m e n te re su lta m e jo r p ara él, de
fo rm a que su v id a tie ne se ntid o . E l h om bre re a lista es e q u ili­
b ra d o y coherente p orqu e v iv e com o piensa y su co n o cim ie n ­
to es verdadero, es decir, su conducta se ajusta a su pensam iento
y éste co in cid e con la re a lid a d .
E l re a lism o es, según esto, una p o stu ra d e l co n o cim ie n to y,
a la vez, una s itu a c ió n v ita l, p o rq u e n o sólo consiste en cono­
cer teóricam ente la v e rd a d , sin o en v iv ir conform e a ella . E ntre
am bos aspectos existe una re la c ió n recíproca, en cuanto que
cada u n o re m ite a l o tro y lo hace p o sib le . Q u ie n conoce la v e r-
74 E! H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

d ad se encuentra in c lin a d o a encarnarla en su p ro p ia v id a ;


q u ie n v iv e de acuerdo a la ve rd a d fortale ce e l co n o cim ie n to
que tie n e de e lla y favorece la p o s ib ilid a d de conocerla con
m a yo r h o n d u ra . P or el c o n tra rio , q u ie n desconoce la v e rd a d ,
carece de la guía necesaria p ara o rie n ta r o p o rtu n a m e n te su
v id a ; y q u ie n , conociendo la ve rd a d , no v iv e de acuerdo con
e lla , acaba p o r d e fo rm a r ese conocim iento.
N o es fá c il estar en la realidad. Las p o s ib ilid a d e s de que la
in te lig e n c ia se e q u ivo q u e de alguna m anera a l conocerla, son
va ria da s. Y las d ific u lta d e s para a justar la p ro p ia v id a a la v e r­
dad sólo se superan m edíante u n esfuerzo co n tin u a d o . P or eso
es que m ucha gente se encuentra fuera de la realidad: lle v a una
existencia incoherente, c o n flic tiv a , sin sentido y sin ru m b o , v iv e
in sa tisfe ch a y angustiada. Q u ie n n o conoce la re a lid a d com o
es, de fo rm a co m p leta y p ro fu n d a , no puede situarse en ella ,
n o puede ser re a lista ; y q uien , conociendo la re a lid a d , n o v iv e
conform e a las exigencias de ese co no cim ien to, p orqu e no q u ie ­
re a ju sta r su conducta a los com prom isos que de ahí d e riv a n ,
tam poco puede estar en la realidad.
¿Qué condiciones se requieren, p o r p a rte de la in te lig e n c ia
hum an a , para conocer la re a lid a d com o es en sí m ism a? ¿Qué
actitudes hace fa lta fo m e n ta r para estar y m antenerse en la rea­
lid a d ? La respuesta a estas dos preguntas te n d rá que darnos la
p a u ta para com prender, ra d icalm e nte , en qué consiste e l rea­
lis m o y cuáles son sus consecuencias.

Condiciones para conocer la realidad


Se tra ta de señalar los re q u e rim ie n to s que hacen p o sib le el co­
n o c im ie n to de la ve rd ad . Conocer la ve rd a d s ig n ific a conocer
la re a lid a d com o es en sí m ism a. Sólo cuando se conoce la v e r­
dad se p uede estar en la realidad. Las p o s ib ilid a d e s de salirse de
la re a lid a d p o r deficien cia s en el co n o cim ie n to son m ú ltip le s ,
de ahí que interese a n a liza r algunas co nd icio n es fu n d a m e n ta ­
les que g a ra n tiza n el co no cim ien to verdadero.
A u n q u e re su lte evidente, h ay que señalar que la co n d ic ió n
in ic ia l consiste en reconocer que ¡as cosas poseen su propia verdad,
El realism o 75

in d e p e n d ie n te m e n te de que y o las conozca, es decir, que tie ­


nen su p ro p ia c o n stitu ció n , su p ro p io m odo de ser y sus p ro ­
p ia s leyes que las rig e n. Esto va le para todos los seres: desde
una p ie d ra cu a lq u ie ra , que está som etida a la le y de la g rave­
d ad p o r su c o n s titu c ió n m a te ria l; o u n objeto a rtific ia l, com o
u n coche, en el que h a y que observar unas leyes de fu n c io n a ­
m ie n to derivad a s de su fa b rica ció n — si, p o r e jem plo, se accio­
n a n los frenos en lu g a r d el em brague para hacer el cam bio de
ve lo c id a d , o se presionan sim ultáneam ente los pedales d e l fre ­
n o y d e l acelerador, el a u to m ó v il se echará a p e rd e r p o r no
respetar sus leyes— , hasta e l ser h um an o , creado p o r D io s con
unas leyes correspondientes a su n a tu ra le za , que ha de cu m ­
p lir si desea perfeccionarse com o h om bre y lle g a r a l fin p ara el
que ha sid o creado: son leyes que existen in d ep e nd ie nte m e n te
de que e l hom bre las conozca — com o la o b lig a c ió n de respetar
la v id a de los dem ás, v iv ir la ju s tic ia , h o n ra r a los p ro p io s p a ­
dres— , p o rq u e n o surgen de ese co n o cim ie n to — el hom bre no
las crea a l conocerlas— , sin o de la m ism a n atu ra le za hum ana.
La p e rso n a re a lis ta , p o r ta n to , se s itú a ante las cosas con
la in te n c ió n de d e s c u b rir la v e rd a d que está en ellas, lo c u a l
tie n e m u ch a im p o rta n c ia p o rq u e se opone a la te n ta c ió n fre ­
cu en te de q u e re r c o n s id e ra r a l su je to com o a u to r de la v e r­
d a d , com o si la e x iste n cia de la re a lid a d , su c o n s titu c ió n y
sus leyes d e p e n d ie ra n d e l acto h u m a n o de conocer: "e s to es
así p o rq u e y o así lo v e o "; "a q u e llo o tro es b u e n o p o rq u e a
m í m e lo p a re ce "; etc.
La segunda co n d ic ió n para ser re a lista ra d ica en e l con­
v e n c im ie n to de que la in te lig e n c ia hum ana posee la su fic ie n te
capacidad para conocer la verdad con objetividad, es d ecir, para
adecuarse a la re a lid a d com o ésta es en sí m ism a. Esto es p o s i­
b le p o rq u e e l e n te n d im ie n to d e l h om bre está co n fig u ra d o p ara
c o in c id ir con la v e rd a d que está en las cosas, siem pre que n o
in te rv e n g a n en e l proceso factores que d e fo rm e n ese co n o ci­
m ie n to .
E ntre esos factores se encuentra, p o r ejem plo, la imagina­
ción que, en ocasiones, p ro d u ce serios d ista n cia m ie n to s de la
re a lid a d p orqu e agranda los datos, exagera la in fo rm a c ió n o
76 El H om bre A ctu a l en Busca de la Realidad

in c lu s o in v e n ta lo que n o existe. E l re a lista conoce este p e lig ro


y se esfuerza p o r m antenerse en el n iv e l de lo o b je tiv o , e lim i­
n a n d o lo que pueda ser p ro d u c to e xclu sivo de la fantasía.
L o m ism o ocurre con los sentimientos, que ju e g a n u n p a p e l
clave en la conducta hum ana. Si no se som eten a la ra zó n y a la
v o lu n ta d , si no se encauzan adecuadam ente m e d ia n te estas
facu lta de s, se c o n v ie rte n en fue n te de co n o cim ie n to su b je tivo .
Los ju ic io s de una persona en la que p re d o m in a el s e n tim ie n to
n o se suelen fu n d a r en la re a lid a d de las cosas, en e l ve rd ad e ro
se n tid o de los acontecim ientos, en el v a lo r re a l de las perso­
nas, sin o en la impresión sensible que las cosas, los aconteci­
m ie n to s o las personas p ro d u ce n en la s e n s ib ilid a d . Si las
im p re sio n es son de sim p a tía , sólo se v e n cu alida d es o conve­
nie ncia s, que si n o existen se in v e n ta n ; si son de a n tip a tía , no
se ve n m ás que defectos y aspectos negativos. E l s e n tim e n ta l
— e l que es d o m in a d o p o r sus se n tim ie n to s— m ás que ju zg a r,
p re -ju zg a , m ás que ju ic io s tiene p re -ju ic io s , pues lo s ju ic io s
ve rd ad e ro s se basan en la re a lid a d , n o en las apariencias o
im p re sio n es.
C uando la in te lig e n c ia está b ie n form a da , sabe d is tin g u ir
entre lo aparente y lo real, entre las im p re sio n es y la v e rd a d
que h a y en las cosas. En consecuencia, posee la capacidad para
conocer la v e rd a d o b je tiv a y para estar en la re a lid a d .
S in em bargo, tener capacidad p ara conocer la v e rd a d con
o b je tiv id a d n o q uiere d e cir que sea fá c il lle g a r a esa ve rd a d . E l
re a lista a d m ite que la realidad que se p ro p o n e conocer es com­
pleja, y reconoce que su inteligencia es limitada. P or eso cuenta
con que e l proceso p ara conocer las cosas exige tie m p o y es­
fu e rzo , y que m uchas veces te n d rá que conform arse con u n
co n o cim ie n to a p ro x im a tiv o de algunas re a lid ad e s que sobre­
pasan a m p lia m e n te , p o r su co n te n id o o p o r su co m p le jid a d , la
capacidad de su in te lig e n c ia .
P ero esto n o e q u iva le a in c u rrir en el escepticism o n i en el
re la tiv is m o , posturas que consideran im p o sib le el conocim iento
de una v e rd a d o b je tiv a y u n ive rsa l. L o que s ig n ific a es que, si
b ie n es p o sib le conocer con o b je tiv id a d m uchas realidades o
aspectos de la re a lid a d , no lo es en todos los casos, p orqu e
El realism o 77

p ara e llo h aría fa lta una capacidad in te le c tu a l p a ra le la a l con­


te n id o de la re a lid a d , lo cu al sólo es p o sib le en D ios, Ser A bso ­
lu to . P or e jem plo, podem os conocer con p le na o b je tiv id a d y *
certeza que la lu n a existe, que dos más dos son cu atro , que el
h om bre es u n ser corpóreo y a la vez e s p iritu a l, que m a ta r a u n
in o cen te es u n acto in m o ra l, etc. E n cam bio, n u e stro co noci­
m ie n to sobre e l o rig e n d e l u n iv e rs o , sobre la s itu a c ió n p o lític a
a ctu a l d e l país, sobre la c o n s titu c ió n d e l cerebro hum ano, so­
bre e l m o m ento preciso en que e i a lma se separa del cuerpo en
u n e nfe rm o te rm in a l, escapa a la p re c is ió n que nos gustaría
tener.
Si se a d m ite lo a n te rio r, se aceptará ta m b ié n que va le la
pena hacer u n esfuerzo p ara d ila ta r la capacidad de la in te li­
gencia y p e n e tra r hasta donde sea p o sib le en esa re a lid a d com ­
p le ja que se desea conocer. Esto se debe a que e l re a lism o exige
profundidad para que el co n o cim ie n to sea o b je tiv o , para que se
pueda d e c ir que se adecúa a lo que las cosas realm ente son. La
persona p ro fu n d a trasciende el n iv e l de las apariencias y pe­
n e tra en lo ín tim o de las realidades, para encontrarse con la
v e rd a d que las co n stitu ye , con a q u e llo que las hace ser, y ser lo
que son.
La p ro fu n d id a d n o co nsiste en u n saber e ru d ito , en la
m era a c u m u la c ió n de d ato s, p o rq u e n o se apoya en u n co­
n o c im ie n to e xte n s iv o s in o in te n s iv o . Saber qué es a lg o s ig ­
n ific a co m p re n d e r a q u e lla re a lid a d "d e sd e d e n tro " de e lla
m is m a , desde a q u e llo que la c o n s titu y e , desde e l p rin c ip io
que u n ific a sus d iv e rs o s aspectos. E n ocasiones o cu rre , p o r
e je m p lo , que u n a persona a la que pensábam os conocer m u y
b ie n nos so rp re n d e con u na re a cció n o co n u n a a c titu d que
nos d e sco n cie rta y que n o e ntendem os. L o que pasa en es­
tos casos es que n o hem os p ro fu n d iz a d o lo s u fic ie n te en el
c o n o c im ie n to de esa p erson a , n o la hem os e n te n d id o "d e s ­
de d e n tro ", es d e cir, desde ese n ú c le o d e l que p ro ce d e n sus
m a n ife s ta c io n e s h acia e l e x te rio r.
E l re a lista es p ro fu n d o ta m b ié n p o rq u e fundamenta sus co­
n o cim ie n to s, conoce el p o rq u é de las cosas, n o se apoya en
supuestos a le a to rio s n i a d m ite a firm a cio n e s g ra tu ita s . Esta
bé ...

78 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

fu n d a m e n ta ció n le p e rm ite je ra rq u iz a r sus co no cim ien tos y


d is tin g u ir lo im p o rta n te de lo secundario. E l pad re de fa m ilia
responsable sabe que es in s u s titu ib le en la educación de sus
h ijo s , m ie n tra s que en su a c tiv id a d p ro fe s io n a l h a y m uchas
cosas que puede delegar o in clu so d ejar de hacer p o r a tender a
su fa m ilia .
La persona s u p e rfic ia l, en cam bio, no puede ser re a lista ,
p orqu e su co n o cim ie n to se m antiene en la p e rife ria de las co­
sas, sólo capta aspectos parciales de los objetos, sin d e scu b rir
las relaciones de unos con otros; al no fu n d a m e n ta r sus cono­
cim ie n to s carece de c rite rio para d is tin g u ir lo que va le de lo
que n o vale. En una p alab ra , no puede ser re a lista p o rq u e no
tie n e acceso a la verd ad e ra re a lid a d de las cosas.
Es u n hecho que una buena p ro p o rc ió n de lo s juicios que el
hom bre re a liza se apoyan en in fo rm a cio n e s y o p in io n e s que
recibe de los dem ás. Las p o sib ilid a d e s de co nsta tar p e rso n a l­
m ente los datos que recibe son necesariam ente re s trin g id a s ,
p o r la c o n d ic ió n lim ita d a d e l hom bre. Esto p la nte a e l p ro b le ­
m a de la v a lo ra c ió n de esas in fo rm a cio n e s para p o d e r ju z g a r­
las con o b je tiv id a d o e m itir ju ic io s verdaderos a p a rtir de ellas.
La persona re a lista, en estos casos, p ro cu ra "o ír todas las
campanas", las o p in io n e s a fa v o r y en co ntra , a n a liza n d o cada
una , p ara sacar fin a lm e n te una co n clu sió n serena. A s í e v ita el
e rro r, p o r dem ás frecuente, de apoyarse e xclusivam ente en la
v e rs ió n de q u ie n le p ro p o rcio n a de m anera in m e d ia ta la in fo r­
m a ció n , y m ás a ún si va acom pañada de u n a fu e rte carga
e m o tiva . Q uienes se ded ica n p ro fe sio n a lm e n te a la educación
fa m ilia r tie n e n la experiencia de que, ante u n p ro b le m a m a tri­
m o n ia l, las versiones de la esposa y d e l m a rid o escuchadas
separadam ente parecen re fe rirse a realid ad e s com pletam ente
d is tin ta s .
T am bién cuando se tra ta de to m a r una decisión im p o rta n te ,
el re a lista solicita el consejo de los dem ás y, p ara a tender con
o b je tiv id a d a lo que le sugieren, pone entre paréntesis su p ro ­
p io p u n to de v is ta . A s í e vita que su o p in ió n person a l p re va ­
lezca y haga la fu n c ió n de u n p re ju ic io que im p id e aprovechar
las aportaciones de los demás.
El realism o 79

A l re c ib ir los consejos presta especial ate n ció n a quienes


no p iensan com o él, porqu e es m u y fá c il engañarse a te n d ie n ­
d o solam ente a las o p in io n e s que c o n firm a n lo que u no piensa
o lo que u n o quiere. Esto es im p o rta n te , p o r e jem plo, p ara las
personas que ocupan puestos d ire c tiv o s , si q u ie re n fo rm a r
verd ad e ro s equipos de tra ba jo y no co n v e rtirs e en pequeños
d icta d o re s en e l á m b ito que les corresponde d irig ir.
De este m odo, los ju ic io s y las decisiones de la persona
re a lis ta están fu n d ad o s sobre la ve rd a d o b je tiva , no sobre las
apariencias, las im presiones o las ilu s io n e s personales. E sto es
lo que le p e rm ite estar en la re a lid a d .
F in a lm e n te , el re a lista sabe que se encuentra so m e tido a
dive rsas in flu e n c ia s , algunas de las cuales prete n de n a p a rta r­
lo de la ve rd ad . Unas veces se tra ta de los m edios de c o m u n i­
cación, otras de la lite ra tu ra que lle g a a sus m anos, otras m ás
d e l am biente m ism o en que se desenvuelve y le p resiona a
pensar de una d ete rm ina d a m anera. Para d is c e rn ir la v e rd a d
en ese m are m a g nu m de in flu e n c ia s , d e sa rro lla lo que p o d ría ­
m os lla m a r una capacidad de crítica positiva, que le p e rm ite
desechar los errores y aprovechar lo s aciertos de lo que se le
ofrece.
Esta capacidad consiste en a n a liz a r con d e te n im ie n to los
co nte nido s de esas in flu e n c ia s , su fu n d a m e n ta ció n , sus a rg u ­
m entos, para d e scu b rir lo que está de acuerdo con la v e rd a d ,
es decir, lo que co in cide con la re a lid a d , y rechazar lo que es
falso. Basta m uchas veces, p o r ejem plo, le e r la m ism a n o tic ia
en v a rio s p e rió d ico s para darse cuenta de las tendencias que
h a y detrás de los hechos relatados.
La c rític a p o s itiv a n o solam ente n o d ific u lta el diálogo con
lo s dem ás, sino que lo fa c ilita y lo enriquece. E l re a lista d ia lo ­
ga p o rq u e quiere p ro fu n d iz a r en la ve rd a d , porqu e está con­
v e n c id o de que dos cabezas p ie nsa n más que una. D ia lo g a r
s ig n ific a ca m b ia r im p re sio n e s con o tra p erson a para h a ce r­
la p a rtíc ip e de lo que u n o sabe sobre a lg u n a m a te ria , y a l
m is m o tie m p o a p re n d e r d e l in te rlo c u to r lo que p u e d a a p o r­
tar. En este proceso la c rític a juega u n p a p e l im p o rta n te , p o r­
que o b lig a a p ro ce d e r con rig o r, a fu n d a m e n ta r lo que se
80 E! H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

sostiene, y a re c tific a r a qu e llo que se aparta de la ve rd ad . C om o


se ve, se tra ta de una c rític a co n stru ctiva , puesta a l s e rv ic io de
la v e rd a d , que lle v a a lo s dialog a nte s a estar y perm anecer, de
m anera p ro fu n d a , en la re a lid a d .

A ctitudes que favorecen el realism o


U n a ve z establecidas las condiciones d e l co n o cim ie n to para
estar en la re a lid a d , habrá que contestar a la segunda p re g u n ta
que nos hacíam os a l in tro d u c ir e l presente ca p ítu lo : ¿qué a c ti­
tudes hace fa lta fo m e n ta r p ara favorecer e l realism o? La cues­
tió n hace referencia a l aspecto v ita l, e xiste n cia l, de la ve rd a d .
Es decir, se tra ta de d e scu b rir las d isposiciones que fa c ilita n la
adecuación de la v id a p ersonal a la ve rd ad . Si el co n o cim ie n to
de la re a lid a d es ve rd ad e ro y la conducta co in cid e con esa v e r­
d ad , la persona estará en la re a lid a d y p o d rá m antenerse en
ella : estará en la v e rd a d de m anera plena.
E l p u n to de p a rtid a p ara alcanzar la m eta p ro pu e sta , esto
es, la coherencia p ro p ia de q u ie n conoce con o b je tiv id a d la rea­
lid a d y v iv e de acuerdo a ese co no cim ien to, consiste en amar la
verdad. E l am or es una fue rza que im p u ls a al h om bre a la b ús­
queda de a lg ú n b ie n que, cuando lo encuentra, si se tra ta de
algo a u té n tico , que va le la pena, se adhiere a él y en él desea
perm anecer. E l m a y o r b ie n que e l hom bre p uede proponerse
es la v e rd a d , en su d oble d im e n sió n , te ó rica y p rá ctica : cono­
cerla p a ra v iv irla . E l am or a la ve rd a d es u n im p u ls o que p ro ­
duce u na tra n s fo rm a c ió n ín tim a en la persona y c u lm in a en la
id e n tific a c ió n de la p ro p ia v id a con la ve rd ad . Sólo así es com o
el h om bre puede, efectivam ente, estar en la re a lid a d .
Este am or a la v e rd a d ha de ser desinteresado p ara que con­
duzca a su fin . E l desinterés consiste en pre gu n ta rse qué son
las cosas, cóm o es la re a lid a d , cuáles son las leyes que la rig e n
— en esa re a lid a d el ser hum ano ocupa u n lu g a r destacado— ,
p ara lu e g o o b ra r en consecuencia; consiste en n o p e rv e rtir la
re a lid a d con intereses p ragm áticos, sin o en re sp eta rla y dejar­
la que se m a n ifie ste com o es en sí m ism a. En cam bio, cuando
el h o m b re m a n ip u la la ve rd a d p ara a ju s ta rla a sus intereses
El realism o 81

personales, se engaña a sí m ism o y n o resuelve su v id a , p o r­


que la v e rd a d o b je tiva queda o cu lta y él se incapacita para ajus­
ta r su e xistencia a una v e rd a d que desconoce.
Este am or desinteresado hacia la v e rd a d tiene m uchas otras
im p lica cio n e s. U na de ellas, de especial im p o rta n c ia , se re fie re
a la re la c ió n con los dem ás. Si las personas tie n e n u na n a tu ra ­
leza ra c io n a l, de la que se d e riv a su d ig n id a d , el am or a esta
■verdad lle v a rá a respetarlas y a darles u n lu g a r claram ente su­
p e rio r a l que se da a las realidades p u ra m e n te m ateriales. En
c a m b io , c u a n d o esta v e rd a d se p ie rd e de v is ta , es fá c il
"c o s ific a r" a las person a s, in s tru m e n ta liz a rla s p a ra fin e s
u tilita rio s , e in c u rrir en situaciones m arcadas p o r la in ju s tic ia .
O tra a c titu d que d is p o n e a l h o m b re p ara id e n tific a rs e
v ita lm e n te co n la v e rd a d es la apertura. La p erson a a b ie rta
sabe que se e n cu e n tra en u n p e rm a n e n te proceso de c re c i­
m ie n to in te rio r, que sie m p re puede conocer m e jo r y m ás p ro ­
fu n d a m e n te la re a lid a d y, sobre to d o , que se e n cu e n tra m u y
le jo s de c o n s id e ra r su v id a p le n a m e n te id e n tific a d a co n la
v e rd a d . E sto le lle v a a b u sca r y a re c ib ir to d o lo que fa v o ­
rezca ese p ro ceso de c re c im ie n to in te rio r. A p ro v e c h a las
a p o rta cio n e s de lo s dem ás y la a yu d a que le ofrece n p a ra
e n riq u e c e r su v id a .
Esta a c titu d contrasta con las personas cerradas y d ogm á­
ticas, que a do p ta n una p o stu ra de a u to su ficie n cia p o rq u e se
co n side ra n com o p ro p ie ta ria s de una v e rd a d que presum en
conocer de m anera absoluta. N o h a y nada que pueda e n riq u e ­
cer ese co n o cim ie n to n i n a d ie que pueda a po rta rle s algo que
deba m o d ific a r su p osición .
Q u ie n fom enta en su v id a la a c titu d de a pe rtu ra , se hace
flexible, que es una c u a lid a d m u y característica d e l re a lista . La
re a lid a d n o responde a esquemas ríg id o s n i tie n e una e stru c­
tu ra u n ila te ra l. Su riq u e za le da precisam ente una enorm e va ­
rie d a d de m atices y to n a lid a d e s , que n o p e rm ite que se le
som eta a esquemas preconcebidos, o rd in a ria m e n te re d u ctivo s.
Tales esquemas son p ro d u cto s de una m ente que los elabora
de fo rm a autónom a y a p rio ri, s in p a rtir de lo real. La re a lid a d
poco tie n e que v e r con la rig id e z . P or eso para adaptarse, con
82 E! H om bre A ctua l en Busca d e la Realidad

la m ente y con la v id a m ism a, a la re a lid a d , es preciso poseer


una fle x ib ilid a d que corresponda a l m u n d o de lo real.
F le x ib ilid a d , p o r o tra p a rte , no s ig n ific a in c e rtid u m b re
n i fa lta de firm e z a . La re a lid a d es s ó lid a y fle x ib le a la vez.
M ás a ú n , su s o lid e z depende en buena m e d id a de su fle x i­
b ilid a d . Las cosas ríg id a s tie n e n m a yo r p ro p e n sió n a resque­
brajarse. La persona fle x ib le posee la solidez de la re a lid a d con
la que se encuentra id e n tific a d a , la so lid ez p ro p ia de q u ie n
está en la re a lid a d .
La a p e rtu ra se com plem enta con la capacidad de admiración,
que es la a c titu d opuesta a la in d ife re n c ia . Q u ie n se a d m ira lo
hace p o r e l in terés que tiene en a qu e llo que le p ro du ce esa
reacción, u n in terés que está v in c u la d o al aprecio, a la v a lo ra ­
c ió n d e l objeto a d m ira d o . Y esto guarda una estrecha re la ció n
con e l co m e tid o de estar en la re a lid a d : q u ie n se a d m ira descu­
bre la v e rd a d , p ro fu n d iz a en e lla y expe rim en ta u n im p u ls o
para id e n tific a rs e existencialm ente con esa v e rd a d que ha des­
cu b ie rto .
E special im p o rta n c ia tiene esta a c titu d cuando se re fie re
hacia las personas que nos rodean, p orqu e genera en nosotros
la in c lin a c ió n a d e scu b rir toda la riq u e za que h a y d e n tro de
ellas, sus cualida d es y valores. Esto fa c ilita notablem ente la
relación con los demás p orqu e adquiere u n fu n d a m e n to p o s iti­
vo . Todo lo c o n tra rio a lo que ocurre cuando sólo o p rim o rd ia l­
m ente se detectan defectos en los dem ás, p orqu e esta v is ió n
n e g a tiva siem pre es fue n te de d ific u lta d e s y d ista n cia m ie n to s.
E l enfoque p o s itiv o en la re la ció n con el p ró jim o favorece la
comprensión, que es v is ió n o b je tiva de la riq u e za que h a y en
u na persona. C on este enfoque ta m b ié n se ve n los defectos y
lim ita c io n e s , pero n o pro du ce n rechazo sin o afán de a yu d a r al
o tro a superarlos.
Esta capacidad de a d m ira ció n ta m b ié n favorece la re la ció n
d e l h om bre con D ios. A l a d m ira r la belleza de una puesta de
sol, la in m e n s id a d d el m a r o la arm onía de la n a tu ra le za , el
h om bre ve a q u e llo com o re fle jo de la p e rfe cció n de su creador,
y com o m a n ife sta ció n d e l am or d iv in o hacia el ser hum ano.
La consecuencia fin a l co nsistirá en el deseo de corre sp on d er
El realism o 83

con obras a ese am or, es d e c ir, en q u e re r a ju s ta r la p ro p ia


v id a a la v o lu n ta d de D io s.
La hum ildad intelectual es o tra a c titu d e sencial. C o n siste
en re co no ce r que la v e rd a d está en la re a lid a d , p a ra o b ra r
en consecuencia. E sto im p lic a re sp eto y s o m e tim ie n to a la
v e rd a d , d e ja r que la re a lid a d m e c o m u n iq u e su v e rd a d y
' a c e p ta rla p o r m i p a rte ta l com o se m e m a n ifie s ta ; re n u n c ia r
a la te n d e n c ia de q u e re r a ju s ta r la v e rd a d a m i g u s to , de
c o n v e rtirm e y o en e l a u to r de la v e rd a d o de im p o n e rle m is
c o n d ic io n e s s u b je tiva s. Q u ie n carece de h u m ild a d in te le c ­
tu a l se sale de la re a lid a d p o rq u e se fa b ric a u n a v e rd a d que
n o e xiste s in o en su cabeza.
La h u m ild a d a la que nos estam os re firie n d o conduce, ade­
m ás, a que la v id a p ersonal se c o n fig u re co nfo rm e a la v e rd a d ,
aunque suponga renuncias y s a crificio s. Q u ie n n o es h u m ild e
n o acepta las cosas com o son y, en cuanto aparece algo que no
le gusta, busca una ju s tific a c ió n o in v e n ta a lg ú n recurso para
e v a d irlo . P or e jem plo, h a y leyes d erivad a s de la n a tu ra le za
hum ana que m uchas veces n o se aceptan porqu e se p re fie re n
soluciones más cóm odas, com o las leyes sobre el m a trim o n io
y la procreación. Q u ie n así procede no está en la re a lid a d y no
va p o r cam inos que le conduzcan hacia e l ve rd ad e ro fin de su
existencia.
U n a consecuencia im p o rta n te de la h u m ild a d in te le c tu a l
es la capacidad de rectificación, cuando u n o se da cuenta de
que se ha equivocado, o cuando otros se lo hacen notar. En
cam bio, la soberbia im p id e re c tific a r, hace que la persona se
em pecine en a qu e llo que ha v is to , que ha d ich o , que ha hecho,
aunque m uchos p re te n da n hacerle v e r su error. La soberbia
in te le c tu a l produce ceguera — frecuentem ente más inten sa en
los más in te lig e n te s — , m ie n tra s que la h u m ild a d p ro p o rc io n a
c la rid a d p orqu e p e rm ite que la ve rd a d , que está en las cosas,
se m a n ifie ste sin restriccio n es para ilu m in a r la in te lig e n c ia , y
p ara pro ced e r a la re c tific a c ió n siem pre que haga fa lta .
La sinceridad juega ta m b ié n u n p a p e l d ecisivo en el p roce­
so de aproxim arse a la re a lid a d y perm anecer en ella. Es una
a c titu d m u y u n id a a la h u m ild a d . Q u ie n es sincero no se enga-
84 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

ña, reconoce las cosas com o son y las acepta. Luego expresa la
v e rd a d que ha d escubierto, con palabras y con obras, de m a­
nera fie l, s in a lte ra rla .
La persona sincera d is tin g u e entre la re a lid a d de las cosas
y sus apariencias, entre e l co no cim ien to ve rd ad e ro y las im ­
presiones que la re a lid a d produce en su s e n s ib ilid a d , entre lo
que realm ente ocurre y lo que le gustaría que o cu rrie ra .
La sin ce rid a d conduce necesariam ente a la coherencia y a
la a u te n tic id a d , a la u n id a d de v id a : n o basta con conocer teó­
ric a o in te le c tu a lm e n te la ve rd a d , sino que es pre ciso v iv irla .
Q u ie n no v iv e com o piensa, no es sincero y n o puede estar en
la re a lid a d .
C uando se tra ta de actuar, la sin ce rid a d ta m b ié n juega u n
p a p e l fu n d a m e n ta l. P or e jem plo, en las tareas que e xigen o r­
g a n iz a c ió n , s i h a y s in c e rid a d se p a rte de la re a lid a d , se
v is u a liz a n lo s problem as con o b je tiv id a d , se v a lo ra n los m e­
d io s con que se puede contar, y p oste rio rm e n te se fo rm a liz a el
p la n de acción. En cam bio, cuando fa lta la s in ce rid a d , es m u y
fá c il engañarse y ela bo ra r soluciones id e a liza d a s, esquemas
o rg a n iz a tiv o s irre a le s, sin co nta r con las circu n stan cia s o b je ti­
vas. La s in ce rid a d , ta m b ié n en el ord en p rá c tic o , nos m antiene
en la re a lid a d .
A veces el p ro ble m a para estar en la re a lid a d procede d e l
te m o r a a fro n ta r las situaciones que a u n o le corresponden. Se
buscan a lte rn a tiv a s que no son sino evasiones, escapes ante
una re a lid a d costosa. La so lu ció n está en la v a le n tía , que lle v a
a a fro n ta r la re a lid a d com o es y a tra ta r de superar lo s obstácu­
los p ara id e n tific a rs e con la ve rd a d o bjetiva .
E n ocasiones la v a le n tía se concretará en aceptar las propias
limitaciones, lo s p ro p io s errores o defectos, p ara estar en la rea­
lid a d que a u n o personalm ente le corresponde. C uando esto
n o se da, la persona se propone m etas que están fu e ra de su
alcance y se fru s tra cada vez que constata su in ca p a cid a d para
conseguirlas. La persona v a lie n te reconoce sus lím ite s , aun­
que le cueste, y no los p ie rd e de v is ta a la h ora de p ro ye cta r su
v id a , a la h o ra de plantearse su su peración en todos lo s órde­
nes. P or eso es realista.
El realism o 85

A u n q u e en d iversos m om entos se ha hecho referencia a lo


que s ig n ific a a justar la v id a a la re a lid a d , re su lta o p o rtu n o su­
b ra y a r la im p o rta n c ia de la a c titu d que conduce precisam ente
a esta m eta: e l afán permanente de v iv ir de acuerdo a la verdad. Se
tra ta de una d is p o s ic ió n p rá ctica que co n vie rte con ra p id e z ,
en obras, la ve rd a d que se descubre in te le ctu a lm e n te . Es una
a c titu d de exigencia p ersonal que acaba p o r tra d u cirse en u n
h á b ito que no p e rm ite perm anecer p asivo ante los re q u e rim ie n ­
tos v ita le s de la v e rd a d descu b ie rta, sin o que im p u ls a a la
c o n v e rs ió n , a esa m e ta m o rfo s is que hace p asa r d e l estado
en que la p erson a se e n cu e n tra a u n o n u e v o que le p la n te a
la v e rd a d . U n h á b ito que p ro du ce in q u ie tu d m ie n tra s n o se
lo g ra esa conve rsió n , y que sólo desaparece cuando la v e rd a d
se ha hecho v id a .
86 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

CONDICIONES PARA ACTITUDES QUE


CONOCER LA FAVORECEN EL
REALIDAD: REALISMO:

1. R e c o n o c e r que las c o s a s 1. A m a r la v e rd a d .
p o s e e n s u p ro p ia v e rd a d .

2 . C a p a c id a d p a r a c o n o c e r 2. A p e rtu ra .
la v e r d a d c o n objetividad.

3 . A d m it ir q u e la re a lid a d e s 3. F le x ib ilid a d .
c o m p le ja y la in te lig e n c ia
lim ita d a .

4. P ro fu n d id a d . 4. C a p a c id a d d e a d m ir a c ió n .

5. “ O ír to d a s la s c a m p a n a s ” 5 . H u m ild a d in te le c tu a l
a n te s d e ju z g a r.

6. P e d ir c o n s e jo a n te s d e 6. S in c e rid a d ,
d e c id ir.

7. C r ític a p o s itiv a . 7. V a le n tía .

8. D iá lo g o c o n lo s d e m á s . 8. A fá n p e r m a n e n te p o r v iv ir
d e a c u e rd o a la v e rd a d .
El realism o 87

Dos consecuencias del realism o


Si la n ota más característica d e l hom bre re a lista consiste en
estar en la re a lid a d , podem os ahora destacar dos consecuencias
que d e riv a n de esa situ a ció n .
Q u ie n está en la re a lid a d , p orqu e ha sabido a ju sta r su v id a
a la v e rd a d , experim enta una paz in terior perm anente, que es
fru to de la arm onía que h a y en su ser: v iv e com o piensa y su
pensam iento es verdadero. Esa paz es serenidad de ánim o, tra n ­
q u ilid a d p ro fu n d a , que n o depende de unas circu n stan cia s
externas favorables, sino que procede de d e n tro , y se m a n tie ­
ne aun en las situaciones d ifíc ile s que acom pañan la v id a de
to d o hom bre, gracias al só lid o fu n d a m e n to en que se apoya: la
id e n tific a c ió n in te g ra l con la ve rd ad .
La o tra consecuencia que d e riv a d e l estar en la re a lid a d , es
la seguridad personal, p ro p ia de q u ie n tie n e los pies en la tie rra
y se encuentra ubicado, p orqu e sabe lo que quiere y su v id a
está lle n a de sentido: tie ne com o fin v iv ir de acuerdo a la v e r­
dad, a la ve rd a d sobre el hom bre.
H o y en día la fa lta de paz in te rio r y la in s e g u rid a d p erso­
nales son características m u y e xtendidas en la sociedad, lo cual
no es de e xtrañ a r si atendem os a las va ria d ísim a s form as que
el h om bre ha id eado para h u ir de la re a lid a d , para no e n fre n ­
tarse consigo m ism o y ser consecuente. La so lu ció n p ara re c ti­
fic a r e l ru m b o está en e l re a lism o , que sólo es p o sib le alcanzar
si se está dispuesto a a su m ir las condiciones y las a ctitu d e s
que h an sid o expuestas en estas páginas.

Síntesis com parativa: realism o ante


relativism o y dogm atism o
Para fa c ilita r una v is ió n de c o n ju n to sobre las tres postu ra s
ante la ve rd a d que hem os a n a liza d o , presentarem os u na sín ­
tesis co m p arativa , en la que se destacarán, en el contraste con
el re la tiv is m o y con el d o g m a tism o , los rasgos p rin c ip a le s d e l
re a lism o , que a yud a rá n a su ve z a p ro fu n d iz a r y a co m p le -
88 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

m e n ta r lo d ic h o a n te rio rm e n te sobre esta p ostu ra . Seguirem os,


p ara e llo , e l o rd e n de e xp o sició n de los c a p ítu lo s sobre el
re la tiv is m o y e l d o g m a tism o , sucesivam ente.

R e la tiv is m o y re a lism o
Fundamentación de la verdad:

R e la tiv is m o : e l fu n d a m e n to de la v e rd a d está en e l sujeto


(s u b je tiv is m o ), de m anera que algo es ve rd a d e ro "p o rq u e m e
lo parece".
R e a lism o : e l fu n d a m e n to de la v e rd a d está en la re a lid a d
— la v e rd a d está en las cosas "a n te s " que en e l su je to que las
conoce— , de m anera que e l sujeto estará en la v e rd a d si su
co n o cim ie n to se adecúa a la re a lid a d .

Características de la verdad:

R e la tiv is m o : la ve rd a d es m u ta b le y p a rtic u la r; p o r ta n to ,
to d a v e rd a d es re la tiv a .
R e a lism o : la v e rd a d es perm anente, u n iv e rs a l y o b je tiva .

Influencia de la verdad en la vida:

R e la tiv is m o : la v e rd a d queda d e b ilita d a en e l s e n tid o de


que carece de fu e rza para generar com prom isos p ro fu n d o s y
o frece r m etas e ideales que den se n tid o a la v id a . Este cam ino
conduce a l h om bre a su a uto de stru cció n.
R e a lism o : reconoce la fue rza de la v e rd a d p ara fu n d a m e n ­
ta r la existencia, pues se tra ta de una v e rd a d que com prom ete
y p e rm ite a l hom bre estar en la re a lid a d de m anera p ro fu n d a ;
a l m is m o tie m p o , abre unos h o rizo n te s que m ueven hacia una
su p e ra ció n p ro g re siva , que lle n a la v id a de se n tid o . Este ca m i­
no conduce a la p le n itu d , es decir, a la fe lic id a d .

A c titu d crítica:

R e la tiv is m o : p ro m u eve una a c titu d c rític a n e g a tiva , de re­


chazo siste m á tico a la v e rd a d u n iv e rs a l y o b je tiv a , que p ro d u -
El realism o 89

ce u n vacío in te rio r p ro g re sivo , y que ta m b ié n puede acabar


en la auto de stru cció n.
R e alism o: adopta una a c titu d crítica p o s itiv a , para desechar
lo que se aparta de la ve rd a d y aprovechar lo que co in cid e con
ella.

Relación con los demás:

R e la tiv is m o : favorece el egoísm o — cada q u ie n su v e rd a d


y cada q u ie n su v id a — .
R e a lism o : e l am or es u na fu e rza que im p u ls a a l h om bre a
buscar la ve rd a d y, una vez que la encuentra, esa fu e rza se
c o n v ie rte en fue n te de co m u nica ció n , en deseo de p a rtic ip a r la
v e rd a d a lo s otros.

Influencia en los demás:

R e la tiv is m o : e l re la tiv is ta tra n s m ite a los dem ás, p o r co n ­


ta g io , las consecuencias que padece en su persona (s u p e rfic ia ­
lid a d , m e d io c rid a d , ausencia de ideales, fa lta de s e n tid o de la
v id a , etc.).
R e a lism o : el re a lista , en la m e d id a en que conoce y v iv e la
v e rd a d , enriquece a los dem ás y les presta e l m e jo r se rv ic io , a l
hacerles p a rtícip e s de u na v e rd a d que es considerada p a tri­
m o n io de todos, precisam ente p o r su u n iv e rs a lid a d .

Diálogo:

R e la tiv is m o : d ific u lta e l v e rd a d e ro d iá lo g o p o rq u e , d e ­


trá s de u n a a c titu d a p a re n te m e n te a b ie rta , se esconde u na
fo rm a de d o g m a tis m o m uchas veces ra d ic a l: rechazo to ta l a
c u a lq u ie r fo rm u la c ió n que s u g ie ra o b je tiv id a d o u n iv e rs a ­
lid a d de la v e rd a d .
R e a lism o : favorece y p ro m u e ve e l d iá lo g o con los dem ás,
p o r e l afán de p ro fu n d iz a r en la v e rd a d , en u n c lim a de aper­
tu ra y sin ce rid a d .
90 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

D o g m a tis m o y re a lism o
Conocim iento de la verdad:

D o g m a tis m o : a) sobrevalora la capacidad de la in te lig e n ­


cia; b) reduce y s im p lific a el co n te n id o de la re a lid a d ; c) supo­
ne e l p re d o m in io de la ra zó n sobre la re a lid a d (ra cio n a lism o ).
R e a lism o : a) a d m ite y cuenta con la lim ita c ió n de la in te li­
gencia; b) reconoce la riq u e za y c o m p le jid a d de la re a lid a d ; c)
acepta la p rio rid a d de la re a lid a d sobre el co no cim ien to.
Consecuencias para el dogmático por sobrevaloración de la inte­
ligencia: a) se hace a u to su ficie n te y prescinde de los dem ás; b)
es in fle x ib le y ríg id o ; c) hace a firm a cio ne s tajantes; d) o p in a de
tod o .
E l re a lis ta : a) asum e la h u m ild a d in te le c tu a l com o a c titu d
fu n d a m e n ta l, re c tific a cuando se da cuenta de que se ha e q u i­
vocado, y se apoya en los dem ás, p o r ejem plo, p id ie n d o con­
sejo antes de d e c id ir; b) es fle x ib le , con una fle x ib ilid a d que da
firm e z a a su v id a , p orqu e le p e rm ite id e n tific a rs e con la re a li­
dad; c) sabe m a tiza r, según los d iversos n ive le s de v e rd a d de
que se tra te , desde lo re la tiv o y o p in a b le hasta lo a b so lu to y
d e fin itiv o ; d) ca lla cuando desconoce la m a te ria o cuando e m i­
t ir su p u n to de v is ta re su lta in o p o rtu n o .
Consecuencias para las relaciones del dogmático con los demás,
por sobrevaloración de la inteligencia: a) im p o n e sus ideas; b) no
da cabida a l d iá lo g o ; c) n o es apto para el tra b a jo en e q u ip o ; d)
es rechazado p o r los demás.
E l re a lis ta : a) com o está conve n cid o de que la v e rd a d atrae
p o r sí m ism a, le basta con presentarla a los dem ás, y suele ofre ­
cer argum entos racionales cuando p ro p o n e a lguna idea a los
otros; b) tie n e necesidad de d ia lo g a r para p ro fu n d iz a r en el
co n o cim ie n to de la ve rd ad ; c) su capacidad de a d m ira c ió n le
lle v a a d e s c u b rir la riq u eza que h a y en los dem ás, a v a lo ra r
sus cu a lid a d e s, lo cual favorece nota blem en te e l tra b a jo en
e q u ip o ; d) sus a ctitu d es de h u m ild a d in te le c tu a l, fle x ib ilid a d ,
capacidad de a d m ira c ió n y sencillez generan en é l una perso­
n a lid a d a tra c tiv a y acogedora.
El realism o 91

Consecuencias para el dogmático, por reducción o simplificación


de la realidad: a) hace ju ic io s parciales, in co m p le to s; b) s im p lifi­
ca excesivam ente los problem as, es id e a lis ta ; c) no fu n d a m e n ­
ta sus ideas; d) in c u rre en e l fan a tism o .
E l re a lis ta : a) tom a en cuenta los d ive rsos elem entos de
cada a sunto y, cuando es el caso, p ro cu ra oír todas las campanas,
antes de ju z g a r; b) la a c titu d de v a le n tía le lle v a a a fro n ta r los
p roblem as com o son, sin e vadirse de la re a lid a d , p o r tem or,
co m o d id a d o s u p e rfic ia lid a d ; c) busca el p orqu é de las cosas,
lo s fu n d a m e n to s , lo c u a l le p e rm ite , e n tre o tra s cosas,
je ra rq u iz a r sus conocim ientos; d) suele co m p re nd e r con p ro ­
fu n d id a d las ideas que le m ueven, con lo que se aleja de la
a c titu d irra c io n a l p ro p ia d e l fan á tico.
Consecuencias para las relaciones del dogmático con los demás,
por reducción o simplificación de la realidad: a) n o ofrece so lu c io ­
nes eficaces a los dem ás; b) hace cla sificaciones s im p lista s de
las personas; c) carece de cond icio n es para d irig ir ; d) p ie rd e
a u to rid a d m o ra l.
E l re a lis ta : a) com o tie n e los pies en la tie rra — está en la
re a lid a d — , suele e n co n tra r soluciones p ro p o rcio n a d a s a los
pro ble m a s; b) es consciente de lo d ifíc il que re su lta conocer
p ro fu n d a m e n te a las personas, lo cu al le lle v a a no p re c ip ita r­
se al c a lific a rla s , y está siem pre d isp ue sto a re c tific a r su p u n to
de v is ta en cu an to descubre a lg ú n aspecto que n o había co nsi­
derado; c) suele re u n ir co ndiciones para las tareas de d ire c ­
c ió n , p o r su c a p a c id a d de je ra rq u iz a r, de d is tin g u ir lo
im p o rta n te de lo secundario y de fija r unos o b je tivo s p ro p o r­
cionados a las capacidades de las personas; d) su p ro fu n d id a d
en sus relaciones con la re a lid a d le hacen m erecedor de la con­
fia n za de los demás.
Consecuencias para el dogmático, por la a ctitud racio-nalista:
a) se hace "c e rra d o "; b) p ie rd e ca p a cid a d de a d m ira c ió n ; c)
ju s tific a su fa lta de e fic a c ia ; d) evade la re a lid a d m e d ia n te
esquem as.
E l re a lis ta : a) es a b ierto , sabe que siem pre puede conocer
m e jo r la re a lid a d e id e n tific a rs e más plenam ente con la v e r­
dad, de a qu í que suela apróvechar to d o a qu e llo que le e n ri-
92 El H om bre A ctu a l en Busca de la R ealidad

quece com o persona hum ana; b) su capacidad de a d m ira c ió n


crece p ro gresiva m e n te , p orqu e el co n o cim ie n to de la re a lid a d
in cre m e nta e l am or a la ve rd ad , y ese am or p o te n cia la capaci­
d a d de adm ira rse ; c) la s in ce rid a d le lle v a a reconocer sus e rro ­
res y a re c tific a r; d) se m antiene en contacto con la re a lid a d y,
en la acción p rá ctica , pone contin u am en te a pru eb a sus esque­
m as, co n fro n tá n d o lo s con los hechos.
Consecuencias para las relaciones del dogmático con los demás,
por su actitud racionalista: a) es in d e p e n d ie n te y autó no m o ; b)
d is c rim in a a q u ie n no piensa com o él; c) a tro p e lla a los dem ás
en el tra b a jo ; d) se co n vie rte en le g alista .
E l re a lis ta : a) com o está en la re a lid a d , acepta las re la cio ­
nes de dependencia respecto de los dem ás, p ro p ia s de la p e r­
sona hum ana; b) presta especial a tención a quienes n o piensan
com o é l; c) respeta a las personas y v a lo ra sus aportaciones,
aunque no co in c id a n con sus p ro p io s p u n to s de v is ta ; d) no se
rig e p o r "re ce ta s" sin o p o r c rite rio s , de m anera que n o se que­
da en la le tra de la le y p ara a p lic a rla irra c io n a lm e n te , sino que
p ro c u ra co m p re nd e r su co n te n id o para v iv ir la , to m a n d o ta m ­
b ié n en cuenta las circunstancias: no es rig o ris ta . A dem ás, su
a fán perm anente p o r v iv ir de acuerdo a la v e rd a d , le lle v a a
p o n e r a te n ció n sobre los efectos p rá cticos de sus acciones, para
n o re d u cirse a la sola observancia de reglam entaciones fo rm a ­
les en su conducta.
5
La autenticidad como
form a de estar
en la realidad

La noción de autenticidad
E l té rm in o a u te n tic id a d hace referencia a l carácter o rig in a l y
g e n u in o de una cosa. A sí, p o r eje m plo, se dice que una p in tu ra
de V elázquez es a uté ntica , cuando realmente tie ne a l p in to r es­
p a ñ o l com o a u to r; en cam bio, si la p in tu ra es una co pia d e l
cu ad ro o rig in a l, entonces ya n o es a u té ntica , p orqu e su elabo­
ra c ió n n o corresponde a l a rtis ta que la co n cib ió o rig in a lm e n ­
te. E n este caso, la p in tu ra se puede parecer to d o lo que se
q u ie ra a l o rig in a l, pero no es e l o rig in a l, es decir, n o es a u té n ti­
ca. D e l m ism o m odo, u n m e ta l puede ten e r la a pa rie n cia de
o ro , p ero si en realidad — es d ecir, en sí m ism o — n o es oro , re ­
s u lta in a u té n tic o con re la ció n a ese m e tal, p orqu e aparenta lo
que n o es, o porqu e no es lo que aparenta.
E n estos ejem plos se ve claram ente que lo a u té n tico es lo
que co in cid e consigo m ism o — tie n e en sí mismo su p rin c ip io ,
es sí mismo— y, en consecuencia, se m a n ifie sta com o es — re­
fle ja en sus apariencias lo que es en re a lid a d — . E n otras p a la -
94 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

bras, lo a u té n tico es lo que no se parece o n o se a p ro xim a al


o rig in a l, sin o que es el o rig in a l, lo que co in cid e consigo m is ­
m o, p orqu e es lo que es; y, consecuentem ente, lo que n o apa­
re n ta algo d is tin to de lo que es, n i es algo d is tin to de lo que
aparenta, sin o que es lo que aparenta y aparenta lo que es.

La a u te n tic id a d en el h o m b re
¿Cómo se a p lic a n estas nociones a l caso d e l hom bre? ¿Cuándo
puede decirse que u n hom bre es auténtico? C ie rta m e nte aquí
el p ro b le m a es más co m p lejo que en las realidades puram en te
m a te ria le s/p o rq u e la existencia hum ana es d in ám ica, cam bian­
te; p o rq u e e l h om bre n o es algo acabado, sin o que está siem ­
p re en cam ino hacia una m eta; p orqu e e l ser h um an o es lib re y
d e l uso que haga de su lib e rta d depende su ser y, en conse­
cuencia, su a u te n tic id a d .
D e s c rip tiv a m e n te , y a c u d ie n d o a lo que e l s e n tid o co­
m ú n nos d ic ta , p odem os d e c ir que a u té n tic o es e l h o m b re
en e l que n o h a y fa lse d a d , n i a rtific io , n i a fe cta ció n ; a qu é l
que se d ese n vue lve con la se n cille z y la n a tu ra lid a d de q u ie n
se e n cu e n tra a gusto consigo m ism o; que es siem pre e l m is ­
m o, aunque las circunstancias va ríe n ; que conoce y acepta sus
obliga cio n es y responsabilidades; que se h a lla adaptado a su
p ro p ia situ ación , porque está id e n tific a d o con ella; que n o añora
vanam ente unas circunstancias que no le corresponden o le
re s u lta n inalcanzables; que no v iv e preocupado p o r m antener
una im a g en ante los dem ás, p o r a parentar algo d is tin to de lo
que es. En Hamlet, la obra de Shakespeare, h a y u n m om ento
en que la re in a dice a su h ijo : "H a m le t, parece que estás tris te ",
y H a m le t responde: "¿Parece? Yo no sé parece r". E l hom bre
a u té n tico n o sabe parecer. En d e fin itiv a , es u n hom bre e q u ili­
b ra d o , en el que h ay arm onía y coherencia entre lo que piensa,
lo que dice y lo que hace.
Todos estos rasgos característicos d e l hom bre a u té n tico se
d e riv a n de lo que vie n e a ser el fundamento de la a u te n tic id a d ,
es d ecir, ese ser sí mismo, a l que nos hem os re fe rid o antes. Si
aplicam os las ideas expresadas in ic ia lm e n te , sobre la n o ció n
La a u te n ticid a d com o form a de estar en la realidad 95

de a u te n tic id a d en general, a l ser h um an o , tendrem os que a fir­


m a r que u n hom bre será a u té n tico si es lo que es, si se encuen­
tra id e n tific a d o con su ser y con to d o lo que le corresponde en
cu an to hom bre; y, d erivad a m e nte , si se m a n ifie s ta com o es, si
n o h a y co n tra d ic c ió n entre su ser y sus apariencias. Esto nos
o b lig a a p ro fu n d iz a r en el fu n d a m e n to de la a u te n tic id a d d e l
hom bre: la identificación consigo mismo.

La identificación del hom bre


consigo m ism o
U n o de lo s p rim e ro s p rin c ip io s de la filo s o fía a firm a que to d o
lo que es es id é n tic o a sí m ism o. Se tra ta de u n p rin c ip io con
v a lid e z u n iv e rs a l, es decir, a p lica b le a todas las realid ad e s, in ­
c lu id a la hum ana. Desde este á n g u lo , esto es, desde la p ers­
p e c tiv a d e l p rin c ip io de id e n tid a d , parecería c o n tra d ic to rio
p la nte arse el tem a de la id e n tific a c ió n d e l h om bre co nsigo
m ism o , puesto que, com o to d o lo real, se encuentra necesaria­
m ente id e n tific a d o con lo que es. Esto es c ie rto desde e l p u n to
de v is ta o n to ló g ico , y a este ord en se re fie re el p rin c ip io de
id e n tid a d .
En cam bio, en el p la n o e xiste n cia l y p sico ló g ico , las cosas
son de o tra m anera. A q u í el hom bre n o necesariam ente se h a ­
lla id e n tific a d o con lo que es. A este n iv e l nos re fe rim o s cuan­
do decim os que una p erson a n o es e lla m ism a , o c u a n d o
recom endam os a a lg u ie n que sea é l m ism o, p orqu e se co nsi­
dera que existe, en la m ism a persona, a lg ú n tip o de d u a lid a d o
a lte rid a d ; com o si se tra ta ra de dos realidades d iferen tes: a l­
g u ie n que es de u n m o d o y a lg u ie n que es de o tro m odo, pero
am bos c o n v iv ie n d o en el m ism o sujeto. Si yo d ig o a a lg u ie n
"sé tú m is m o ", le estoy d ic ie n d o que sea "lo que realm ente
es". De fo rm a re d un d an te, e q u iva le a d e cirle "tú , p ro cu ra ser
lo que tú m ism o realm ente eres", donde el p rim e r " tú " es a
q u ie n m e estoy d irig ie n d o , para recom endarle que sea com o
e l segundo " tú " . R esulta e vid e n te que e l p rim e r tú no es el se­
g u n d o , y que el segundo " tú " es considerado s u p e rio r a l p ri-
96 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

m ero, en cuanto que lo p o n g o com o m o d elo o m eta a alcanzar


p ara e l p rim e ro . Pero ta m b ié n es cla ro que n o se tra ta de u n
m o d e lo o m eta id e a l, sin o de algo ta n real, que e l " tú m is m o "
es e q u iv a le n te a " lo que realmente eres".
De lo a n te rio r podem os c o n c lu ir que en cada h om bre con­
v iv e n , p o r d e c irlo de a lguna m anera, dos realidades: p o r una
p a rte , e l p rim e r y o — n ue stro in te rlo c u to r en e l e je m plo ante­
rio r— , a l que p o d ría m o s lla m a r yo subjetivo, y que c o in c id iría
con la conciencia que u n o tie ne de sí m ism o — técnicam ente
suele denom inarse yo p sico ló g ico — ; p o r o tra p a rte , e l segun­
d o y o — e l m o d e lo o m eta p ara el p rim e ro — que p o d ría m o s
lla m a r yo objetivo, p o r su carácter de re a lid a d , in d e p e n d ie n te
de la conciencia que u n o pueda ten e r de sí m ism o, com o acla­
rarem os a co n tin u a ció n .
La c o n v iv e n c ia d e l yo su b je tivo con el yo o b je tiv o en la
m ism a persona p ro du ce la d u a lid a d re fe rid a . M ie n tra s más
le ja n o se encuentre el p rim e ro d e l segundo, m a y o r será la d i­
v is ió n in te rn a que la persona padezca. Es lo que suele enten­
derse con la expresió n "d o b le v id a ", tom ada en su s e n tid o
p ro fu n d o , p o r c o n tra p o sició n a la "u n id a d de v id a ", p ro p ia de
q u ie n consigue id e n tific a r el y o s u b je tiv o con el yo o b je tivo .
Q u ie n n o lo g ra superar la d ista n cia entre u n o y o tro yo , nece­
sariam ente sufre u n d e s e q u ilib rio en su v id a . Y, si ese aleja­
m ie n to se in c re m e n ta , las consecuencias te n d rá n efe cto s
p a to ló g ico s, com o los estados de a ng u stia, las n eurosis o las
depresiones.
C u a nd o hablam os de id e n tific a m o s con nosotros m ism os,
nos estam os re firie n d o a la id e n tific a c ió n d e l yo s u b je tiv o con
el y o o b je tiv o , es decir, al proceso m e d ian te e l cu al el p rim e r
y o e lim in a las d iferen cia s que le separan d e l segundo, para
id e n tific a rs e con él. C uando decim os a a lg u ie n "sé tú m is m o ",
le estam os s u g irie n d o que ponga los m edios para que su yo
s u b je tiv o n o sea o tro que su yo o b je tiv o . ¿Qué es este y o obje­
tiv o que, p o r lo d ich o hasta ahora, se antoja com o e l y o ve rd a ­
dero, d e l que s u rg irá la clave para alcanzar la a ute n ticid a d ?
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la realidad 97

E l y o o b je tiv o
E n té rm in o s generales, e l y o o b je tiv o es to d a m i re a lid a d p e r­
sonal, todo lo que soy en la a c tu a lid a d , lo que m e co n s titu y e
com o persona hum ana — m i e s p íritu y m i cuerpo— , m is ca­
ra cterística s p ro p ia s, m is cualida d es y defectos, m is capacida­
d es y lim ita c io n e s , m i s itu a c ió n en e l m u n d o , m is
circunstancias.
T am bién fo rm a p a rte de lo que soy en e l presente, to d o
a q u e llo que de u na u o tra m anera in flu y e a ctualm ente en m í
— com o m i pasado y com o m i p ro ye cto de v id a — , lo m ism o
que a q u e llo que es inse pa ra ble de m i ser, p o rq u e se d e riv a ne ­
cesariam ente de él, com o es e l caso d e l deber-ser. Veam os se­
parad a m e nte cada una de estas nociones.
P rim e ro , a l yo o b je tiv o pertenece m i pasado, en cu an to pesa
sobre m i ser presente: lo que he hecho y lo que he dejado de
hacer, m is lo g ro s y m is fracasos, las buenas y las m alas accio­
nes que he re a liza d o , m is aciertos y m is errores. P or e je m plo,
s i he cursado la carrera de A rq u ite c tu ra o de C o n ta d u ría en la
U n iv e rs id a d , esto ha dejado u na h u e lla en m i in te lig e n c ia , que
m e in c lin a a v e r la re a lid a d de u na d ete rm in a d a m anefa — en
fu n c ió n de los va lo res estéticos en u n caso, o bajo esquem as
n u m é rico s en e l o tro — .
S e g u n d o , ta m b ié n fo rm a p a rte d e l y o o b je tiv o lo que
q u ie ro ser en e l fu tu ro , m i proyecto de vida, en c u a n to in flu y e
en m i p re sen te, n o en cu a n to a su c o n te n id o n i en c u a n to a l
a cto de q u e re rlo co n scie n te m e n te , s in o en c u a n to a la s co n ­
secuencias que ese c o n te n id o y ese a cto tie n e n sobre m i ser
a c tu a l. Es d e c ir, lo s efectos que sobre m i pre sen te tie n e n la s
m etas que m e he m a rca d o , lo s v a lo re s que deseo re a liz a r, e l
fin ú ltim o que m e he p ro p u e s to a lc a n z a r y a l que he d e c id i­
d o o rie n ta r m i v id a . Q u ie n , p o r e je m p lo , d e cid e ser sa nto ,
co m o m eta ú ltim a de su e x is te n c ia , n o ta rá e l peso de esa
d e c is ió n en e l desem peño de su a c tiv id a d p ro fe s io n a l o rd i­
n a ria , la c u a l será re a liz a d a de fo rm a d is tin ta — en c u a n to a
la in te n c ió n y en cu a n to a la p e rfe c c ió n — , que s i fu e ra co n ­
c e b id a s im p le m e n te co m o u n m e d io de s u p e rv iv e n c ia o
98 El H om bre A ctua l en Busca de ia Realidad

com o u n c a m in o p a ra o b te n e r riq u e za s m a te ria le s e x c lu s i­


va m e n te .
Tercero, com o e l deber-ser se d e riv a necesariam ente d e l ser,
d e l ser d e l h om bre proceden unas obliga cio n es o b je tiva s, es
decir, in d e p e n d ie n te s de que el sujeto sea consciente de ellas o
no, de que las q u ie ra o las acepte. Se d e riv a n de la naturaleza
humana, que es co m ú n a to d o hom bre, y fo rm a n p a rte d el yo
o b je tiv o . Piénsese, p o r ejem plo, en la o b lig a c ió n de respetar la
lib e rta d d e l p ró jim o , en el deber de a yu d a r p o s itiv a m e n te a
quienes m ás lo necesitan. A estas obligaciones o deberes co­
rre sp o n d e n unos derechos, que ta m b ié n pertenecen a l á m b ito
d e l yo o b je tivo .
C u a rto , e l deber-ser, lo que yo debo ser en e l fu tu ro , n o está
solam ente d e te rm in a d o p o r la n atu ra le za hum ana, co m ú n a
to d o h o m b re , s in o ta m b ié n p o r m is c irc u n s ta n c ia s co ncre ­
tas, p o r mi situación personal, que es ú n ic a e irre p e tib le . Este
deb e r-se r in d iv id u a l pertenece ta m b ié n a l á m b ito d e l y o o b ­
je tiv o . La persona que ha co n tra íd o m a trim o n io y ha tra íd o
h ijo s al m u n d o , n o puede desentenderse de la educación de
esos h ijo s.
Cabe señalar que to d o lo que el hom bre concreto debe ser en
e l fu tu ro — en fu n c ió n de su natu ra le za hum ana y de su s itu a ­
c ió n person a l en el m u n d o — equ iva le a lo que ese hom bre está
lla m a d o a ser: es lo que suele designarse con el té rm in o voca­
ción. La re a liz a c ió n de esa vocación, es decir, la corresponden­
cia a esa lla m a d a, será e l cauce para alcanzar la p le n itu d a la
que to d o ser hum an o aspira. Desde el p u n to de v is ta sobrena­
tu ra l, el co n te n id o de esa vocación n o es o tra cosa que e l p la n
que D io s tie ne p re v is to para cada hom bre en p a rtic u la r, y cuya
re a liza ció n dependerá de la respuesta que ese hom bre lib re ­
m ente q u ie ra darle.
T am bién conviene a d v e rtir que m i proyecto de vida, lo que
q u ie ro ser en e l fu tu ro — segundo p u n to a n te rio r— habrá de
estar en consonancia con m i deber-ser, ya que si se co n tra p o ­
ne, se cie rra el cauce para la a u te n tic id a d .
C on los p u n to s anteriores queda d e lin e a d o el co n te n id o
d e l yo o b je tiv o y, ciertam ente, su com p lejid ad . C on esto se com -
La a u te n ticid a d com o form a de estar en la realidad 99

p re nd e m e jo r que la m eta co rre sp on d ien te al yo su b je tiv o , de


id e n tific a rs e con ese yo o b je tiv o com p lejo, no re su lte fá c il. Las
p o s ib ilid a d e s de que el yo s u b je tiv o n o consiga id e n tific a rs e
con el yo o b je tiv o son m ú ltip le s , com o m ú ltip le s son las fo r­
m as en que la conciencia — de lo que soy y de lo que debo
ser— ■puede estar alterada: p o r co n o cim ie n to p a rc ia l, p o r in ­
terpreta cio ne s subjetivas, p o r desviaciones de la v o lu n ta d o
p o r e vasión de responsabilidades. S in em bargo, las d ific u lta ­
des n o son sin ó n im o de im p o s ib ilid a d y la id e n tific a c ió n d e l
y o s u b je tiv o con el yo o b je tiv o es una m eta que va le la pena
pro po n erse, pues el v a lo r de la a u te n tic id a d re su lta in cues­
tio n a b le .

E l proceso de la id e n tific a c ió n
Veamos ahora, con m a yo r d e ta lle , en qué consiste ese proceso
de id e n tific a rs e consigo m ism o, fu n d a m e n to y c o n d ic ió n p ara
alcanzar la a u te n tic id a d . H a b rá que tener en cuenta que, si en
té rm in o s generales, id e n tific a rm e con a lg o consiste en estar en
la realidad de a q u e llo con lo que me id e n tific o , la id e n tific a c ió n
co n m ig o m ism o será más inten sa en la m e d id a en que el yo
s u b je tiv o esté más en la re a lid a d d e l yo o b je tivo .
C om encem os p o r a n a liz a r las dos operaciones hum an a s
que in te rv ie n e n en e l proceso de la id e n tific a c ió n , y que son:
conocerse y aceptarse. P o s te rio rm e n te , co nside re m o s la s dos
actitudes que se re q u ie re n p a ra que estas operaciones a lc a n ­
cen su c o m e tid o , y que co n siste n en: afrontar la realidad y ser
profundamente sincero. D os ope ra cio ne s y dos a c titu d e s cons­
titu y e n , de este m o d o , e l c o n te n id o d e l proceso que e l h o m ­
b re ha de se g u ir, si q u ie re id e n tific a rs e co n sig o m is m o y ser
a u té n tic o .

Conocerse
La tarea de conocerse corresponde, p rim o rd ia lm e n te , a la in te ­
lig e n c ia . E l té rm in o de este co n o cim ie n to es la ve rd a d , es de­
cir, la ve rd a d sobre u n o m ism o, sobre el y o o bjetivo : saber q u ié n
soy y saber qué debo ser.
100 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

A h o ra b ie n , la v e rd a d d e l co no cim ien to consiste en que la


in te lig e n c ia se adecúe a la re a lid a d conocida. E n la m e d id a en
que e l co n o cim ie n to es verdadero, estamos, con n ue stra in te li­
gencia, en e l objeto co no cid o , es decir, en aqu e lla re a lid a d v e r­
dadera — va lg a la re d u n d a n cia — que da o rig e n a la v e rd a d de
n u e stro co n o cim ie n to . Este m o d o de estar en la realidad es ya
u na fo rm a de id e n tific a rn o s con ella. C uando lo co no cid o es
m i p ro p ia re a lid a d person a l, m i yo o b je tiv o , alcanzo u n gra do
de id e n tific a c ió n co nm igo m ism o, proporcional a la objetividad y
profundidad de d ic h o co no cim ien to. E l yo su b je tivo se hace p re ­
sente, m e d ia n te e l co no cim ien to, ante el yo o b je tiv o : está en la
re a lid a d de sí m ism o, de lo que realm ente es.
S in em bargo, ¿qué ta n p ro fu n d o y o b je tiv o es e l co noci­
m ie n to que el y o s u b je tiv o puede alcanzar d e l y o objetivo ?
M e d ia n te este co n o cim ie n to , ¿qué ta n intensam ente se puede
estar en la realidad de lo conocido? En d e fin itiv a , ¿qué gra do de
identificación es p o sib le alcanzar entre el yo s u b je tiv o y el yo
o b je tiv o , a través de la operación d el conocerse? Todas estas
p re gu n ta s a p u n ta n a p re cisar e l alcance y las lim ita c io n e s que
e l acto co g n o scitivo e ncierra, com o m e d io p ara la id e n tific a ­
c ió n consigo m ism o.
En p rim e r lu g a r, h a y que señalar que en to d o proceso de
co n o cim ie n to in te le c tu a l e l sujeto cognoscente recibe la v e r­
d a d de lo co no cid o según la capacidad que posee y, p o r ta n to ,
reduce e l co n te n id o de lo conocido a esa capacidad. En otras
palab ra s, com o la in te lig e n c ia hum ana es lim ita d a , n o lo g ra
n un ca a go tar la v e rd a d de lo co no cid o , y m enos aún cuando
su o bjeto es una re a lid a d ta n com pleja com o e l y o o b je tivo .
A q u í aparece, p o r ta n to , la p rim e ra lim ita c ió n p ara la id e n tifi­
cación: que n o puede ser to ta l, p orqu e e l co n o cim ie n to que el
y o s u b je tiv o puede a d q u irir d e l y o o b je tiv o , re su lta incompleto,
aunque lo que de él conozca lo conozca con o b je tiv id a d .
En segundo lu g a r, cuando la re a lid a d que se p re te n de co­
nocer es e l p ro p io y o o b je tiv o , las p ro b a b ilid a d e s de que se
in tro d u z c a n en e l proceso d e l co n o cim ie n to factores s u b je ti­
vos que lo d e s v irtú e n , suelen ser grandes. P or eje m plo, es m u y
fá c il verse a u n o m ism o com o u n o q u is ie ra ser y n o com o re a l-
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la realidad 101

m ente es; o n o reconocer cie rto s aspectos de la p ro p ia perso­


n a lid a d que re su lta n n eg a tivos; o in fra v a lo ra rs e a sí m ism o,
después de haber fracasado en a lg ú n asunto; etc. De a q u í se
sigue que, si esta segunda lim ita c ió n para e l co n o cim ie n to p ro ­
p io — el subjetivismo— n o se supera, co n s titu y e u n obstáculo
im p o rta n te p ara la id e n tific a c ió n consigo m ism o , p o r fa lta de
o b je tiv id a d en el co n o cim ie n to p ro p io .
E n tercer lu g a r, h a y que reconocer que ese estar en la re a li­
d a d que se consigue m e d ian te el co n o cim ie n to es relativo. E n
e s tric to se n tid o , e l sujeto, a l conocer, n o lo g ra estar d e l to d o en
la re a lid a d , en cuanto que es más b ie n la cosa conocida la que
pasa a estar presente en el sujeto que la conocé. C onocer es
poseer lo co no cid o , h a ce rlo p ro p io , tra e rlo hasta u n o m ism o ,
p o r lo q u e s ó lo re la tiv a m e n te p u e d e a firm a rs e q u e e l
cognoscente está en la re a lid a d de lo co no cid o , que e l y o subje­
tiv o se id e n tific a con e l y o o b je tiv o , m e d ian te e l co n o cim ie n to .
Las lim ita c io n e s anteriores — co n o cim ie n to in c o m p le to d e l
y o o b je tiv o ; su b je tivism o en el co n o cim ie n to p ro p io ; y re la tiv o
m o d o de estar en la re a lid a d de lo que se es, m e d ia n te e l
a uto éo n ocim ie n to — nos lle v a n a c o n c lu ir que esta o p e ra ció n,
la d e l conocerse, re su lta in s u fic ie n te para la id e n tific a c ió n . Pero
esto n o q uiere d e c ir que ta l o pe ra ció n carezca de im p o rta n c ia .
M ás aún, re su lta in d isp e n sa b le p ara la id e n tific a c ió n que b us­
cam os, ya que sin e lla la aceptación de sí m ism o — segunda
o pe ra ció n, que analizarem os a c o n tin u a c ió n — se hace im p o s i­
b le : y o no m e p ue d o aceptar si n o m e conozco.
Se com prende ahora la necesidad de p o n e r los m edios para
superar, o a l m enos re d u c ir, las lim ita c io n e s señaladas p a ra e l
conocerse, de m anera que e l co n o cim ie n to de sí m ism o p ue d a
ser lo m ás p ro fu n d o , o b je tiv o y co m p le to p o sib le ; y, en esta
m ism a m e d ida , conseguir que el y o s u b je tiv o pueda estar en
la re a lid a d d e l y o o b je tiv o e id e n tific a rs e con él. ¿Cuáles son
esos m e d ios p ara aho n da r en e l p ro p io conocim iento? L o v e ­
rem os m ás adelante.
102 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

A ceptarse
La o tra ope ra ció n que se requiere, para que el h om bre pueda
id e n tific a rs e consigo m ism o, consiste en aceptarse. Esta tarea
corresponde a la v o lu n ta d , porqu e la aceptación fo rm a p a rte
d e l acto p ro p io de esta fa c u lta d , que es e l querer. A ceptarse
s ig n ific a a d m itir to d o lo que u n o es, sin rechazar n in g ú n as­
pecto c o n s titu tiv o de la p ro p ia existencia; d a r n ue stra c o n fo r­
m id a d a la v is ió n o b je tiv a de n o s o tro s m is m o s , q u e la
in te lig e n c ia nos p ro p o rcio n a ; en una p alab ra , q ue re r lo que
som os y lo que debem os ser: nuestro yo o b je tivo .
A h o ra b ie n , m e d ian te esta o peración d e l aceptarse, ¿qué
ta n to se consigue la id e n tific a c ió n consigo m ism o? ¿Se lo g ra ,
e fe ctivam ente, estar en la re a lid a d de lo que u n o es?
La v o lu n ta d , al querer, sigue una d ire c c ió n in ve rsa a la de
la in te lig e n c ia cuando conoce. En el q ue re r v o litiv o , e l sujeto
va hacia la cosa q u e rid a y te rm in a en ella . La u n ió n que se
p ro du ce es más perfecta, p orqu e e l sujeto se hace a l m o d o de la
cosa, s in im p o n e rle sus condiciones. Se abre a la re a lid a d para
conform arse con e lla , para estar y quedar en esa re a lid a d que­
rid a , ta l com o e lla es, s in re d u c irla a sus p ro p ia s lim ita c io n e s .
P or estos m o tiv o s , la id e n tific a c ió n entre el sujeto que quiere y
el objeto q u e rid o es más plena e intensa, que a q u e lla que se
consigue m e d ian te el conocim iento.
C u a nd o la re a lid a d q u e rid a es el p ro p io y o o b je tiv o , en­
tonces el acto de quererse a u no m ism o consiste en aceptarse
com o se es, con todos lo s defectos y cualida d es que se posean,
con el peso d e l p ro p io pasado, con las consecuencias d e l p ro ­
yecto de v id a que se haya asum ido, y con el deber— ser o con­
ju n to de co m p ro m iso s y o b lig a cio n e s que se d e riv a n de la
n a tu ra le za hum ana y de la p ro p ia s itu a c ió n en el m u n d o .
Cabe destacar este ú ltim o aspecto, es d ecir, que la acepta­
c ió n de sí m ism o in c lu y e la id e n tific a c ió n con el p ro p io fu tu ro ,
con lo que se debe ser en adelante. P or eso, de n in g u n a m anera
se tra ta rá de u n aceptarse pasivo, co n fo rm ista o resignado, sino
e m in e n te m e n te p o s itiv o , en cu a n to que exige la c o n tin u a
su p e ra ció n de u n o m ism o, la o b lig a c ió n de re a liza r, lib re m e n -
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la realidad 103

te, la p ro p ia vocación, que siem pre es una lla m a d a hacia la


p le n itu d .
Se entie n de m e jo r ahora la im p o rta n c ia de esta ope ra ció n
de aceptarse, m ediante la cu al n o sólo se lo g ra una id e n tific a ­
c ió n consigo m ism o más ra d ic a l que con e l acto de conocerse,
sin o que, adem ás, e l carácter d in á m ic o de la existencia — su
in c lin a c ió n a una superación co n tin u a , o rie n ta d a hacía u n fin
ú ltim o — queda d e fin itiv a m e n te p otenciado.
E n co n clu sió n , podem os a firm a r que estar en la re a lid a d
s ig n ific a conocerla y quererla. Id e n tific a rs e u n o consigo m is ­
m o quiere d e c ir conocerse y aceptarse ta l com o se es, o b je tiv a ­
m e n te , p ro fu n d a m e n te ; c o n s e g u ir q ue e l y o s u b je tiv o se
id e n tifiq u e con el yo o b je tiv o , m e d ian te esas dos operaciones.
C ie rta m e nte , con la v o lu n ta d se está más plenam ente en la rea­
lid a d que con la in te lig e n c ia , aunque el co n o cim ie n to re su lta
in d isp e n sa b le para la o peración v o litiv a : sólo conociéndom e a
m í m ism o, com o soy y com o debo ser, p o d ré aceptarm e; y acep­
tán d om e com o soy y com o debo ser, p o d ré alcanzar la id e n tifi­
cación co n m ig o m ism o, fu n d a m e n to de la a u te n tic id a d .
P ór o tra p arte, com o el co n o cim ie n to p ro p io n o p ro d u ce
a utom áticam ente la aceptación de sí m ism o, pues las p o s ib ili­
dades de re s is tir a esa aceptación son m ú ltip le s , se hace nece­
s a rio u n e s fu e rz o c o n c re to y e s p e c ífic o que su pe re esas
resistencias. Tal esfuerzo se id e n tific a fu n d a m e n ta lm e n te con
las dos actitudes que anunciam os a n te rio rm e n te , com o reque­
rid a s para las dos operaciones d e l proceso de id e n tific a rs e con­
sigo m ism o, y que analizarem os a continuación: afrontar la realidad
y ser profundamente sincero.

A fro n ta r la re a lid a d
La id e n tific a c ió n con la re a lid a d , con esa re a lid a d que m e cons­
titu y e y m e corresponde, es, según hem os d ich o , e l fu n d a m e n ­
to de la a u te n tic id a d . Pues b ie n , su re a liz a c ió n exige u n a
p rim e ra a c titu d fu n d a m e n ta l: afrontar la realidad, es decir, en­
fre n ta rs e con e lla , a ce p ta n d o la s consecuencias que este
e n fre n ta m ie n to lle v a consigo. ¿Cuáles son esas consecuencias?
104 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

A n te to d o , e l e n fre n ta m ie n to con la re a lid a d exige u na res­


puesta p e rso n a l, y esta respuesta se tra d u ce en té rm in o s de
co m p ro m iso . A fro n ta r la re a lid a d es a su m ir la p ro p ia respon­
s a b ilid a d , aceptar lo s com prom isos que la v id a nos im p o rte .
Tales co m prom isos, presentes y fu tu ro s , fo rm a n p a rte de esa
re a lid a d que se asum e, con la que e l hom bre, si q u ie re ser au­
té n tic o , se h a de id e n tific a r.
P o r eso, esta p rim e ra a c titu d supone u n acto de valentía,
p a ra hacerse cargo de la re a lid a d , y s itu a rs e c o m p ro m e ti­
dam ente en e lla . En esto consiste, en s e n tid o ra d ic a l y en ú lti­
m a in sta n cia , estar en la realidad. N o es u n estar sim p le m e n te ,
sin o u n estar p ro fu n d o y co m p ro m e tid o . Y e l c u m p lim ie n to
de este re q u is ito re su lta in d ispe n sab le p ara que e l h om bre sea
a u té n tico .
P o r e l c o n tra rio , la a c titu d de e vasión o h u id a de la re a li­
d ad corresponde a una existencia in a u té n tica . Es una a c titu d
que re fle ja cobardía y hace que la persona n o a fro n te su re a li­
d ad , n o se id e n tifiq u e con ella . Parece ser éste u n o de lo s sig ­
nos de n u e stro tie m p o , y las consecuencias existenciales que
de esta s itu a c ió n se d e riv a n están a la v is ta : e l recurso a l alco­
h o l, a la dro ga y a l sexo, para escapar de u na re a lid a d que n o
se q u ie re a fro n ta r; e l ro m p im ie n to p s íq u ic o de tantas perso­
nas, m a n ife sta d o en m ú ltip le s enferm edades m entales; la d o ­
b le v id a que m ucha gente lle v a en la p rá ctica — inco he re ncia
e ntre lo que piensa y lo que hace— , p o r no d e cid irse a a ju sta r
la p ro p ia co nd u cta a los p rin c ip io s que se d e riv a n de la n a tu ­
ra le za hum an a , o p o r n o lle v a r hasta sus ú ltim a s consecuen­
cias lo s com prom isos que se h a n asum ido.

Ser p ro fu n d a m e n te sincero
La o tra a c titu d , ig u a lm e n te im p o rta n te y co m p le m e n ta ria de
la a n te rio r, p ara alcanzar la id e n tific a c ió n consigo m ism o y,
p o r ta n to , la a u te n tic id a d , consiste en ser profundamente since­
ro. D ecim os p ro fu n d a m e n te , p orqu e n o se tra ta sólo de esa s in ­
c e rid a d que, en e l len gu a je o rd in a rio , suele re d u cirse a l sim p le
hecho de n o m e n tir, a la hora de expresarse ve rb a lm e n te . A q u í
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la realidad 105

se p la n te a la necesidad de reconocer y aceptar, plenamente, to d o


lo que u n o es, su pasado, su presente, sus circu n stan cia s, y
to d o lo que debe ser en e l fu tu ro , s in e lu d ir n in g ú n aspecto,
p o r in có m o d o , d ifíc il, d o lo ro so o ve rg on zo so que sea.
Se tra ta de a b rir lo s ojos a la re a lid a d , p ara profundizar en
e lla , p ara m ira rla ta l com o es, s in d eform aciones n i acom oda­
ciones a l gusto, s in in te rp re ta cio n e s su bjetiva s. U na a c titu d
opuesta a la d e l avestruz que, ante lo adverso de las c irc u n s ­
tancias, esconde la cabeza debajo de la tie rra , para n o m ira r e l
p e lig ro . O puesta ig u a lm e n te a la s u p e rfic ia lid a d de ju z g a r lo s
hechos según las apariencias o las im p re sio n es su bjetiva s, s in
p re g u n ta rse p o r las causas que los p ro du ce n. La sin c e rid a d
exige, en u na p a la b ra , verse a sí m ism o o b je tiv a y p ro fu n d a ­
m ente. D e a qu í que la sin ce rid a d y e l a fro n ta r la re a lid a d re ­
s u lte n dos a ctitu d es inseparables y com plem entarias.
H a y en e l ser h um an o una especie de in s tin to a rechazar lo
que n o le agrada de sí m ism o; y las p o s ib ilid a d e s de e la b o ra r
m ecanism os que, de u na m anera u o tra , o c u lta n esos aspectos
desagradables, son abundantes, m uchas veces in c lu s o in co n s­
cientes. S im ultáneam ente existe una ten d en cia a a trib u irs e a
u n o m ism o lo que n o le corresponde, cualida d es que n o tie n e ,
situ acion e s im a g in a ria s que le favorecen su b je tiva m e n te su
p o s ic ió n en la v id a , etc. P or eso, si de v e rd a d se q u ie re ser p ro ­
fu n d a m e n te sincero, p a ra estar en la re a lid a d y ser a u té n tico ,
será p re ciso desenm ascarar to d o a q u e llo que se aparte de lo
que realm ente som os, ta n to si se tra ta de aspectos desagrada­
bles que se encuentran o cu lto s, com o de situaciones irre a le s
que la im a g in a c ió n ha fa b rica d o p ara h u ir de la re a lid a d .
Si fa lla la sin ce rid a d para reconocer y aceptar lo que u n o
es, la p e rs o n a lid a d queda dañada y se hace im p o s ib le la u n i­
d a d de v id a . Se genera com o una p a rá lis is , u n e n to rp e c im ie n ­
to de las facultades in te rio re s d e l hom bre, que im p id e progresar
en la d ire c c ió n que conduce hacia la p le n itu d . L o m ism o ocu­
rre , s i e l hom bre no reconoce y acepta lo que debe ser, e l conte­
n id o de esa vocación, de esa lla m a d a a ser lo que le corresponde,
en cu an to persona ú n ica e irre p e tib le .
106 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

La m anifestación de sí m ism o
In ic ia lm e n te decíam os que a u té n tico es a q u e llo que es lo que
es, que co in cid e consigo m ism o, y, en consecuencia, se m a n ifie s ­
ta com o es, aparenta lo que es y es lo que aparenta. D e l m ism o
m o d o, afirm ábam os que u n hom bre es a u té n tico si es lo que es
y, derivadamente, si no h a y c o n tra d ic c ió n entre su ser y sus apa­
rie n cia s. C on estas palabras se dejaba e ntre ve r lo que ahora
podem os hacer más e x p líc ito , y es que, en efecto, la m a n ife sta ­
c ió n de sí m ism o, com o señal de a u te n tic id a d — m anifestarse
com o se es— es una consecuencia que se deriva d e l fu n d a m e n to
de la a u te n tic id a d , de la id e n tific a c ió n consigo m ism o.
P or esta ra zó n, la tarea de m anifestarse u n o com o es, no
debería suponer u n problem a, si realm ente e stu vie ra u n o id e n ­
tific a d o consigo m ism o. E l pro ble m a está, precisam ente, en lo
que c o n s titu y e e l fo n d o de la a u te n tic id a d , en ese proceso de
id e n tific a m o s con nosotros m ism os, que ya hem os a na lizado.
S in em bargo, ta m b ié n es c ie rto que ese m anifestarse u no
com o es, en todos los m om entos y circunstancias, exige u n cie r­
to esfuerzo específico, aun cuando se dé, de hecho, la id e n tifi­
cación. En otras palabras, la id e n tific a c ió n consigo m ism o no
p ro d u ce , de fo rm a a utom ática, una m a n ife sta ció n id é n tic a a
lo que se es, p o r lo s diversos cond icio n an te s que aparecen en
e l proceso, com o pueden ser la tim id e z de carácter, el afán de
que d ar b ie n ante los dem ás, la in c lin a c ió n in s tin tiv a a o c u lta r
cie rto s aspectos neg a tivos de la p ro p ia p e rso n a lid a d , etc. Para
su p e ra r esos co nd icio n am ie nto s, se hace necesario a p lic a r ese
c ie rto esfuerzo a d ic io n a l, y así conseguir la p lena co in cid e n cia
entre lo que se es y lo que aparece de u n o m ism o. Se tra ta de
u n a tarea fu n d a m e n ta lm e n te e lim in a to ria de lo que estorba,
para d ejar que a flo re , con n a tu ra lid a d y n itid e z , el ser que se
m a n ifie sta .
Este m anifestarse al exterior, en palabras y hechos, ta l com o
se es in te rio rm e n te , co in cide con la v irtu d de la veracidad, la
cu a l se id e n tific a con la sin ce rid a d en s e n tid o a m p lio . Es una
v irtu d que tie ne , com o d im e n sió n co m p le m e n ta ria , la verdad.
Ser ve ra z o sincero consiste en m anifestarse de acuerdo a la
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la realidad 107

v e rd a d de lo que se es, de ta l m anera que esas m anifestaciones


re fle je n , con v e rd a d , al ser que les da o rig en .
La v irtu d de la ve ra cid a d se adq u ie re y se perfe ccio n a m e­
d ia n te actos concretos, que h ab rá n de estar precedidos, si de
v e rd a d se desea ser a u té n tico , de una d e cisió n p ro fu n d a y ra ­
d ic a l de m anifestarse siempre com o se es. Es decir, que no basta
con que esto o curra de vez en cuando, n i s iq u ie ra la m a yo ría
de las veces, com o tam poco es su fic ie n te que exista una in te n ­
ció n , más o m enos genérica, de ser ve ra z y sincero, p o rq u e se
acabará in c u rrie n d o en la in a u te n b c id a d . Esto es así p orqu e ,
cada ve z que se fa lla en esta m a te ria , se p ie rd e más de lo que
se había ganado, y p orqu e una fa lta de ve ra cid a d suele in c li­
n a r in m e d ia ta m e n te a com eter otras fa lta s d e l m ism o tip o . De
este m o d o, se genera u n proceso, que es u n c írc u lo v ic io s o , en
cu an to que acaba p o r afectar neg a tivam en te la id e n tific a c ió n
consigo m ism o, fu n d a m e n to de la a u te n tic id a d y, en conse­
cuencia, la m a n ife sta ció n de sí m ism o.
De a qu í podem os c o n c lu ir que, si b ie n la m a n ife sta ció n de
sí m ism o es una consecuencia de la id e n b fic a c ió n consigo m is ­
m o, es ta m b ié n u n m e d io — en lo que im p lic a de esfuerzo p e r­
sonal— para p erfe ccio n a r esa id e n tific a c ió n , u n m e d io p ara
que e l hom bre consiga estar en la re a lid a d con a u te n ü cid a d .

Formas de incurrir en la inautenticidad


Después de haber d e sa rro lla d o lo que nos pro po n ía m o s, p ara
e x p lic a r en qué consiste la autenticidad como form a de estar en la
realidad — id e n ü fic a c ió n consigo m ism o, m e d ian te las opera­
ciones de conocerse y aceptarse, potenciadas p o r las a ctitu d e s
de a fro n ta r la re a lid a d y ser p ro fu n d a m e n te sincero; y su con­
secuencia, que a su vez tie ne carácter de m e d io para la id e n ti­
fica ció n , el m anifestarse al e x te rio r com o se es in te rio rm e n te — ,
podem os ahora descender a algunos ejem plos, s ig n ific a tiv o s ,
su tile s algunos de ellos, y especialm ente frecuentes en n u e stro
m e d io , que re fle ja n fa lta de a u te n tic id a d , p o r ir en co n tra de
a lg un a de las dos a ctitu d es estudiadas.
IOS El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

C om o a d ve rtim o s en su m om ento, el a fro n ta r la re a lid a d y


e l ser p ro fu n d a m e n te sin ce ro son dos a c titu d e s in te rre la ­
cionadas, que algunas veces pueden c o in c id ir en la re a lid a d .
P or eso, aunque hem os agrupado los ejem plos de acuerdo a
estas dos a ctitu d es, se d escubrirá que algunos de e llos p o d ría n
haberse in c lu id o en am bos apartados. E speram os que esta
e xe m p lifica tio n , de m odos de in c u rrir en la in a u te n tic id a d , a yu ­
de a com prender, p o r contraste, el alcance que la a u te n tic id a d ,
com o fo rm a de estar en la re a lid a d , tie ne para la v id a hum ana.

S ituaciones de in a u te n tic id a d
p o r n o a fro n ta r la re a lid a d
1. No querer enterarse de las propias obligaciones, p ara no ten e r
que v iv irla s . Es el caso de q u ie n p re fie re n o a v e rig u a r — y,
p o r ta n to , e v ita p re g u n ta r— cuáles son lo s com prom isos
que le corresponden, según sus circunstancias. M enos aún
tie n e in terés en p ro fu n d iz a r en el c o n te n id o de esas o b li­
gaciones, p orqu e in tu y e que la v id a se le co m p lica ría . U n
p ro fe s io n is ta , p o r ejem plo, que es co n tra ta d o para u n de­
te rm in a d o puesto en una em presa, y que n o p u sie ra los
m edios para conocer con p re c is ió n e l á m b ito de sus res­
p o n sa b ilid a d e s, lo que se espera de él, p ro n to v e n d ría a
p ro d u c ir u n daño a la em presa, p o r n o a fro n ta r con p ro fu n ­
d id a d el co m p ro m iso que ha a d q u irid o . Pero esta m anera
s u p e rfic ia l de proceder, no sólo re p e rc u tiría en la em presa,
sin o en él m ism o, p orqu e su p erfe ccio n am ien to , n o sólo en
cuanto p ro fe sio n ista , sino en cuanto hom bre, exige a su m ir
las p ro p ia s obligaciones y v iv irla s con in te n sid a d . De lo
c o n tra rio , se in c u rre en la existencia in a u té n tica .
2. Adoptar una actitud pasiva ante los compromisos adquiridos,
com o si de e llos n o se d e riv a ra n unas consecuencias p re c i­
sas. A d ife re n c ia d e l caso a n te rio r, aquí sí se reconocen las
obliga cio n es pero, m ediante u n m ecanism o in te rio r de su­
p e rfic ia lid a d o de evasión, no se a fro n ta n sus consecuen­
cias. A s í p o r e jem plo, q u ie n pertenece a una in s titu c ió n ,
' que exige unos com prom isos determ inados, pero en la prác-
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la realidad 109

tic a n o lo s cu m p le, podem os d e c ir que está en e lla "s in es­


ta r", va lg a la expresión, p orqu e la p erte n en cia a c u a lq u ie r
o rg a n iza ció n se m id e p o r las consecuencias reales que, para
e l sujeto, trae consigo.
3. Dejarse llevar por la "ley del gusto'', lo cu al suele re sp on d er
a l siguiente m ecanism o, más o m enos inconsciente: p rim e ro
q u ie ro lo que m e gusta; lu e go elaboro u n a rg um en to con­
v in c e n te a fa v o r de eso que m e gusta, para dem ostrarm e a
m í m ism o que debo p ro po n érm elo; fin a lm e n te , d ecido p ro ­
ceder en consecuencia, con la conciencia tra n q u ila , p e n ­
sando in c lu s o que estoy c u m p lie n d o con u n deber. D ic h o
de fo rm a más sin té tica : m e gusta, p o r ta n to , lo q u ie ro ; lo
q u ie ro , p o r ta n to , m e conviene y debo hace rlo ; m e c o n v ie ­
ne, p o r ta n to , lo hago.
E l m ecanism o a n te rio r puede re fe rirse a opciones p la ­
centeras que su s titu y e n nuestras obliga cio n es — una a c ti­
v id a d re cre a tiva , en lu g a r d e l tra b a jo que co rre sp on d e
re a liz a r en ese m om ento, p o r e jem plo— ; o al á m b ito de las
obliga cio n es m is m a s , pero in tro d u c ie n d o u n desorden en
su je ra rq u ía , com o ocurre cada vez que escogemos la p a rte
m ás fá c il o más agradable d e l tra b a jo , y posponem os la
que co m p o rta m a yo r esfuerzo.
T a m b ié n cabe o tra fo rm a de dejarse lle v a r p o r esta
" le y d e l g u s to ", e in c u r r ir en la in a u te n tic id a d , m ás re ­
buscada que las a n te rio re s: neg a r e l c o n te n id o de las o b li­
gaciones que m e c o n tra ría n , p a ra d e ja r de c u m p lirla s con
a pa re n te tra n q u ilid a d , com o e l c a tó lic o que deja de ir a
M is a lo s d o m in g o s , p o r pereza, y se a uto con ve nce de
que esa fa lta "y a n o es p ecado m o rta l".
4. Dejarse llevar por el sentimentalismo, es decir, p o r e l p re d o ­
m in io de los se n tim ie n to s sobre la in te lig e n c ia y la v o lu n ­
ta d . Q u izá este proceso sea una de las form as de e vasión
de la re a lid a d m ás fre c u e n te s en n u e s tro m e d io . E l
se n tim e n ta lism o , o rd in a ria m e n te , es egocéntrico: el té rm i­
n o es el p ro p io sujeto, que busca, o in c lu s o reclam a, con­
s u e lo s , co m p e n sa cio n e s, s a tis fa c c io n e s s e n sib le s. E n
té rm in o s generales, se tra du ce en dejarse lle v a r p o r lo s es-
110 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

tados de ánim o: si estoy decaído, me p e rm ito dejar de cu m ­


p lir m is com prom isos; si m e encuentro en u n m o m e n to de
e u fo ria , p o r el m o tiv o que sea, tengo derecho a ce le b ra rlo ,
a unque eso suponga dejar de la d o las o b lig a cio n e s d e l
m om ento. C om o los sentim ientos, p o r d e fin ic ió n , son ines­
tables, la co nd u cta que se fu n d a p rim o rd ia lm e n te en e llos
carece de la fije z a ind ispe n sab le para a fro n ta r la re a lid a d
con a u te n tic id a d .
El se n tim e n ta lism o , así e n te n d id o , p ro du ce d e b ilid a d
y conduce a la in co nsta ncia, p ro p ia de personas que in i­
cia n tareas y p royectos, con g ra n entusiasm o in c lu s o , pero
los abandonan en cuanto surgen los p rim e ro s obstáculos.
Las d ific u lta d e s generan u n cam bio en el estado de ánim o
— desaparece el entusiasm o y aparece el desánim o— , en
lu g a r de supo n er una o p o rtu n id a d para crecerse, fo rta le ­
cer la v o lu n ta d y lle v a r a té rm in o lo p ro p u e sto , con m a yo r
d e te rm in a ció n . D onde no existe coherencia entre lo que se
debe hacer y lo que se hace, n o puede haber a u te n tic id a d .
E l s e n tim e n ta lism o im p id e , p o r d e b ilid a d , esa coherencia.
O tro efecto n e g a tivo d e l se n tim e n ta lism o es que p u e ­
de afectar a l m o d o de razonar, de m anera que la ve rd ad ,
que ha de re g ir la conducta, quede o cu lta tras la som bra de
a lg ú n s e n tim ie n to . P or e jem plo, cuando u n m a trim o n io se
rom pe p o r c u lp a de u n o de los cónyuges — aunque o rd i­
n a ria m e n te la cu lp a sea de los dos— , puede v e n ir e l p e n ­
sam iento — m o v id o p o r el se n tim ie n to de com pasión— de
que la p a rte inocente no merece padecer la soledád p ro p ia
de su nueva situ a ció n , y de aquí sacar la co n clu sió n de que
"tie n e derecho a rehacer su v id a ", p e rd ie n d o de v is ta la
v e rd a d sobre la in d is o lu b ilid a d d e l m a trim o n io .
5. La justificación, com o recurso para n o reconocer la existen­
cia de lo s p ro p io s errores, o p ara no reconocer tales errores
com o errores. E n el p rim e r caso, n o se a d m ite el hecho e rró ­
neo — p o r ejem plo, a lg u ie n que conduce con exceso de ve ­
lo c id a d , causa u n accidente, y n o acepta haberse excedido
en la ve lo cid a d — ; en el segundo, se reconoce el hecho, pero
n o com o e rróneo — u n padre que reprende in ju sta m e n te a
La a ute nticid ad com o fo rm a de estar en la realidad 111

su h ijo , acepta que lo ha re p re n d id o , pero n o e l carácter


in ju s to de la re p re nsió n — . Las consecuencias de estas a c ti­
tudes de ju s tific a c ió n acaban p ro d u c ie n d o una h u id a de la
re a lid a d , a l n o q ue re r a fro n ta rla ta l com o es. En cam bio, el
re co n o cim ie n to y aceptación de los p ro p io s errores e q u i­
v a le a aqu e lla a c titu d va lie n te , de a fro n ta r la re a lid a d , que
a su vez pone a la persona en condicio n es de lu c h a r para
superarse y tra ta r de e v ita r que esos errores se re p ita n .
6. Transferir la responsabilidad a otro, p a ra sentirse e x im id o de
las p ro p ia s obligaciones. Es u n m o d o frecuente de ju s tifi­
car las om isiones personales. H a y quienes tie n e n la in c li­
n a ció n perm anente de pensar que la cu lp a es siem pre de
los dem ás, y lle g a n a d e s a rro lla r u n m ecanism o de defensa
fre n te a sus responsabilidades, que les p e rm ite e ncontrar,
in d e fe ctib le m e n te , u n cu lp a b le d is tin to de e llos m ism os.
A caban p o r "n o v e r" sus errores, estando p lenam ente se­
guros de que los com eten los dem ás. Los m alos e s tu d ia n ­
tes suelen e nco n trar la causa de sus resu ltad o s d e ficie n te s,
en la inco m pe te ncia o en la in ju s tic ia de sus profesores.
P or este cam ino no acaban nunca de p o n e r los m edios para
re s o lv e r su p ro ble m a , lo cu al s ig n ific a ta m b ié n fa lta de
a u te n tic id a d p o r no a fro n ta r la re a lid a d .
7. Aceptar con amargura y visión derrotista los propios defectos y
limitaciones, lo cual e q u iva le , en c ie rto m odo, a n o aceptar­
los. Q u ie n acepta sus deficien cia s con a u te n tic id a d , a d o p ­
ta ante ellas una a c titu d p o s itiv a , de lu ch a , p ara tra ta r de
superarlas en lo posible . Y n o se desanim a al com probar,
una y o tra vez, que es u n ser lim ita d o . Lo acepta y lo lle v a
con paz. C uando una persona com ienza a desenvolverse
en la v id a p ro fe s io n a l suele ser m u y sensible a los é xitos o
fracasos que obtiene, y fá cilm e n te los puede extrap o la r. A sí
com o sería u n e rro r c o n c lu ir que se alcanzarán grandes
n iv e le s p ro fesionales p o rq u e se ha o b te n id o u n pequeño
é x ito p a rc ia l, ta m b ié n sería una e qu ivo ca ción h u n d irs e y
pensar que se es u n in e p to p o r haber fracasado en u n asunto
de im p o rta n c ia re la tiv a . La a c titu d auténtica, ante los de­
fectos, las lim ita c io n e s , lo s errores y lo s fracasos, consiste
El H om bre A ctu a l en Busca de la Realidad

en reconocerlos s in pesim ism o y enfrentarse a ello s, con


m o ra l de v ic to ria , para superarlos.
8. No aceptar la propia situación, con la co n sig u ie n te d ific u lta d
para id e n tific a rs e con las circunstancias que de e lla se de­
riv a n . A q u í cabe la persona que v iv e deseando lo que n o
tie n e , soñando en lo que no le corresponde, a ño ra n do lo
que no puede ser. Pero, sobre to d o , lo 'característico de esta
a c titu d es e l rechazo y la rebeldía ante lo que se tie n e y se
es. N o h a y id e n tific a c ió n consigo m ism o. N o h a y a uten­
tic id a d . Los ejem plos serían in n um e ra b le s: el m é d ico que
no está co nfo rm e con su p ro fe s ió n y q u isie ra ser abogado;
e l esposo que n o acepta a su m u je r o que desearía n o ha­
berse casado; el em pleado que se rebela p o rq u e q u isie ra
o cup a r el lu g a r d e l jefe; el h ijo que v iv e en c o n flic to p e r­
m anente con sus padres, p orqu e n o so po rta que lo m an­
d en de esa m anera. La a u te n tic id a d , en cam bio, consiste
en q ue re r p o sitiva m e n te , alegrem ente, lo que a cada u n o
corre sp on d e, aunque con fre cue n cia esas circu n stan cia s
personales in c lu y a n e l d o lo r o la h u m illa c ió n .

S itu acio ne s de in a u te n tic id a d p o r fa lta


de sin c e rid a d
1. Las promesas incumplidas. H a y gente que con m ucha fa c ili­
d a d p ro m e te cosas. D ice que sí a to d o . Luego n o cu m p le, y
reacciona com o si esto no tu v ie ra im p o rta n cia . Parece com o
si lo im p o rta n te fue ra d e c ir que sí o p ro m e te r para s a lir d e l
paso, p ara dejar a l in te rlo c u to r co nte nto m om entáneam en­
te . Es e v id e n te q ue este m o d o de p ro c e d e r re s u lta
in a u té n tic o , p o r in sin cero, ya que la m a n ife sta ció n externa
— la prom esa v e rb a l— n o corresponde a la in te n c ió n in te r­
na, que se encuentra m u y lejos de q u e re r lle v a r a cabo lo
p ro m e tid o . U n re fle jo s u p e rfic ia l de esta situ a ció n frecuente
se da en e l lenguaje convencional o rd in a rio : "nos verem os",
"y o te lla m o ", "n o s h ab la m o s", "n o dejes de b usca rm e",
"s í, cóm o n o ", etc.
La a u te n ticid a d com o form a de estar en la realidad 113

2. Hacerse el disim ulado o el desentendido, c u a n d o c o rre s ­


p o n d e ría d a r la cara o responder p o r a lg ú n asunto ante los
dem ás. La a c titu d externa de p a s iv id a d , de ausencia de
reacción, no re fle ja el c o n te n id o in te rio r que, p o r su n a tu ­
raleza, in c lu y e la o b lig a c ió n de ser m a n ifesta do . P or ejem ­
p lo , a lg u ie n tom a una d ecisión o lle v a a cabo una acción
en la em presa, en ausencia d e l d ire cto r, de la cual se siguen
unas consecuencias im p o rta n te s. A su regreso, e l d ire c to r
percibe los efectos de a q u e llo , com enta su extrañeza, en
espera de una e xp lica ció n , y el responsable de a qu e lla de­
cis ió n guarda sile n cio . Esta fa lta de s in ce rid a d suele estar
m o tiv a d a p o r el te m o r a quedar m a l o p o r el afán de e lu d ir
responsabilidades.
3. La imprecisión y la ambigüedad, al h ablar, para n o co m p ro ­
m eterse, para dejar una p o sib le sa lid a o p u e rta de escape
si las cosas se c o m p lica n co n tra u n o m ism o, e l ca m in o p re ­
p arad o para la excusa. Esto puede ser frecuente, p o r ejem ­
p lo , en el m u n d o d e l com ercio, donde el ve n d e d o r a trib u y e
al p ro d u c to que está o frecien d o una serie de cualida d es y
garantías de fo rm a u n ta n to confusa, para p o d e r d e c ir al
co m p ra do r, si p oste rio rm e n te acude a reclam ar, que enten­
d ió m a l lo que se le d ijo a l m o m ento de la venta. La expre­
sió n "es que no m e e n te n d is te " se co n vie rte así en u n arm a
defensiva.
Tam bién se puede ser im p re ciso o am b igu o al expresar­
se, para no in co m o d a r al p ró jim o con palabras que p ueden
parecer dem asiado claras; a l actuar así, en lu g a r de a yu d a r­
le, se le hace daño. Si a lg u ie n se da cuenta de que u n am igo
suyo está actuando m a l y n o se lo a d vie rte con c la rid a d ,
sin o que se reduce a hacerle una consideración genérica
sobre el m a l com p orta m ie n to, para n o incom odarle, n o con­
seguirá a yudarle. Vale la pena recordar, a este p ro p ó s ito ,
aquellas palabras de Jesucristo que in v ita n a m a n ife sta r las
p ro p ia s ideas y pensam ientos, según verdad: "Sea, pues,
v u e stro m odo de h a b la r: sí, sí, o no, no; que lo que pasa de
esto, de m a l p rin c ip io p ro v ie n e " (M t 5,37).
114 El H om bre A ctua l en Busca de la Realidad

O tras veces la im p re cisió n y la am bigüedad en el le n ­


guaje p ueden u tiliza rse com o recurso para b o rra r las reso­
n a n c ia s m o ra le s de a lg ú n a s u n to . A s í h a o c u r r id o
recientem ente con el in v e n to r de la p íld o ra a bo rtiva RU
486, q u ie n ha acuñado u n té rm in o nue vo para s u s titu ir la
p alabra aborto, al expresar el efecto de su p ro d u cto : el té r­
m in o "c o n tra g e s tió n ", una co n tra cció n de "contra-gesta­
c ió n " , q ue c ie rta m e n te suena m e n os fu e rte y p u e d e
favo re ce r la e lim in a c ió n de las im p lica cio n e s m orales de
este acto, ante el gran p ú b lico . U na táctica que va directa­
m ente contra la sinceridad y la aute nticida d .
4. La locuacidad o verborrea, es decir, la abundancia de p a la ­
bras p ara o cu lta r la ve rd ad , pero d ando a la vez la im p re ­
s ió n d e q u e se d ic e n m u c h a s cosas. L o s d is c u rs o s
dem agógicos son u n buen ejem plo de esta fo rm a de in s in ­
ce rid a d .
5. No decir toda la verdad, o m itie n d o aquella p a rte que nos com ­
pro m e te , nos incom oda o nos avergüenza, cuando nos co­
rre s p o n d e ría a g o ta r la v e rd a d . H a y ocasiones en las que
nos e n co n tra m o s ante u n in te rlo c u to r que tie n e derecho
— ta l ve z p orqu e nosotros m ism os se lo hem os co n fe rid o —
a conocer la ve rd a d de nuestra situ a ció n , sin restricciones:
p o r ejem plo, porque le hem os p e d id o que nos p ro p o rcio n e
u na o rie n ta c ió n personal, que requiere dam os a conocer
d e l to d o . Si o m itim o s parte de esa in fo rm a c ió n re q u e rid a ,
n o p o d e m o s e sp e ra r que la o rie n ta c ió n sea a certa d a.
Q u ie n acude al m é d ico p a ra ser c u ra d o y, p o r v e rg ü e n ­
za, n o le m anifiesta todos los síntom as de su enferm edad
— no le dice la ve rd ad com pleta de lo que le ocurre— , lo
m ás pro ba b le es que no re cib irá el tra ta m ie n to adecuado a
su pato lo gía .
6. M a n ipu la r la verdad con fines u tilitarios, proceso en e l que
in c u rre n frecuentem ente — a veces sin darse cuenta— q u ie ­
nes tie n e n una fo rm a ció n p ra gm ática , es decir, quienes v i­
v e n abocados hacia los resultados ta n g ib le s de su hacer,
sin d a r m ucha im p o rta n c ia a la v a lid e z m o ra l de los m e­
d io s p ara conseguirlos. Para ellos, la ve rd a d se co n vie rte ,
La a u te n ticid a d com o form a de estar en la realidad 115

ta m b ié n , en u n m e d io a l s e rvicio d e l re su lta d o , con lo que


fá c ilm e n te se puede deform ar, si así lo re q u ie re n las c ir­
cunstancias. E l p o lític o que desea granjearse la sim p a tía
de u n d e te rm in a d o gre m io social, no te n d rá in c o n v e n ie n ­
te en presentar una in fo rm a c ió n de su a c tiv id a d , que re­
s u lte a tra c tiv a p ara lo s intereses de aquel sector, aunque
suponga fo rz a r los datos o a lte ra r lo s hechos. La s in c e ri­
dad, p o r e l c o n tra rio , exige u n g ran respeto a la ve rd a d ,
que n o puede ser m a n ip u la d a bajo n in g ú n concepto.
7. La adulación, que consiste en h alag a r a una persona con u n
fin interesado, y sin que se esté co nve n cid o de lo s m é rito s
o cualida d es que se le a trib u y e n . Esta a c titu d se encuentra
m u y v in c u la d a a la falsedad y, p o r ta n to , resulta in a u té n tica
desde c u a lq u ie r p u n to de v is ta . E l é x ito p ra g m á tico d e l
a d u la d o r se apoya, o rd in a ria m e n te , en la v a n id a d de la
persona halagada, que acaba concediendo lo que e l o tro
s o lic ita , a cam bio de las alabanzas que recibe. Frecuente­
m ente es ta l la ceguera p ro d u c id a p o r la v a n id a d , que el
m e ca n ism o de ese in te rc a m b io se hace in c o n s c ie n te ,
irra c io n a l: se concede lo que haga fa lta , p o r el p la ce r que
se expe rim en ta en la a du la ció n.
8. Cuidar la imagen, p o r te m o r a quedar m a l o p o r afán de que­
d a r bien. E l tem or a quedar m a l puede estar a g u d iza d o p o r
la in s e g u rid a d personal, y entonces aparece e l m ie d o a l
rid íc u lo , con lo que la p erson a n o co n sig u e m a n ife sta rse
com o es, presenta u na im a g e n de sí m ism a que n o co­
rre s p o n d e a su p ro p ia re a lid a d e in c u rre en la fa lta de
a u te n tic id a d . Ig u a lm e n te , cuando a lg u ie n sólo piensa en
"q u e d a r b ie n ", cuando da dem asiada im p o rta n c ia a l "q u é
d irá n " , acaba d e s a rro lla n d o u n a p e rs o n a lid a d fa ls a e
in a u té n tic a , p o rq u e separa lo que es de lo que a p a re n ta .
U n a co n cre ció n de este d e fe cto es la hipocresía, que co n ­
siste en la a fe cta ció n de u n a v ir tu d o c u a lid a d que n o se
posee.
i 16 El H om bre A ctua l en Busca de la R ealidad

M edios para ser auténtico


Tal vez el elenco a nterior, de situaciones de in a u te n tic id a d , haya
p ro d u c id o en el le c to r u n efecto de desánim o, p o r verse re fle ­
ja d o en más de alguna de ellas y p o r n o saber, fin a lm e n te , cóm o
su pe ra r esas deficiencias. Surge, entonces, la p re g u n ta : ¿qué
h a y que hacer p ara superar la in a u te n tic id a d que pueda haber
en n ue stra vid a ? O en té rm in o s p o s itiv o s : ¿cómo p u e d o conse­
g u ir ser m ás a u té n tico , cuáles son los m edios que debo p on e r
en p rá ctica para alcanzar esa m eta ta n co nveniente para m i
vid a ?
La respuesta, en buena m e d ida , ya ha sid o dada a n te rio r­
m ente: p ara ser a u té n tico , es preciso re a liz a r dos operaciones,
conocerse y aceptarse, apoyadas en dos a ctitu d es, afrontar la rea­
lidad y ser profundamente sincero. Los m edios que p ueden p o ­
nerse en práctica, para salvaguardar estas dos ú ltim a s actitudes,
consisten en tra ta r de e v ita r cada una de las situaciones de
in a u te n tic id a d señaladas y otras sem ejantes. E n cam bio, p o r
lo que se re fie re a las dos operaciones ante rio re s, precisarem os
a c o n tin u a c ió n algunos m edios que p o d rá n favorecerlas, de
m anera que, efectivam ente, nos conduzcan a la a u te n tic id a d
com o fo rm a de estar en la re a lid ad .

M e d io s para conocerse
E l p ro ceso de conocerse exige, en p rim e r lu g a r, reflexionar
sobre sí mismo, esto es, p e n sa r con p ro fu n d id a d sobre n ue s­
tro m o d o de ser, sobre nue stra s reacciones ante lo s d iv e rs o s
e s tím u lo s que se nos p re se n ta n , sobre n u e s tra e x p e rie n c ia
en el desem peño de la a c tiv id a d o rd in a ria , sobre nuestros e rro ­
res y om isiones, sobre nuestro tra to con lo s dem ás, sobre nues­
tro c o m p o rta m ie n to en d iv e rs a s c irc u n s ta n c ia s , sobre la
re la c ió n que h a y e n tre las m etas que nos p ro p o n e m o s y lo s
re s u lta d o s que alcanzam os, sobre e l c o n te n id o de esas m e­
tas, de esos o b je tiv o s que o rie n ta n n u e s tra c o n d u cta . L a re ­
fle x ió n im p lic a b usca r e x p lic a c ió n a lo s hechos p erson a les,
lo c u a l q u ie re d e c ir p re g u n ta rse p o r sus causas y pen sa r p ro -
La a u te n ticid a d com o fo rm a de estar en la rea lid ad 117

fu n d a m e n te . D e d ic a r unos m in u to s d ia ria m e n te a esta ta ­


rea suele tra e r im p o rta n te s b e n e fic io s .
T a m b ié n supone u na a yu d a e fica z p a ra conocerse a sí
m is m o , observar a los demás, p o r v a ria s razones: p o rq u e e n la
m e d id a en que se p ro fu n d iz a en e l c o n o c im ie n to d e l p r ó ji­
m o , se a d q u ie re u na v is ió n m ás co m p le ta d e l ser h u m a n o
en g e n e ra l, la c u a l p e rm ite lu e g o e nte nd e rse m e jo r a sí m is ­
m o ; p o rq u e , a l conocer m ás a lo s dem ás, se cu en ta con u n
p u n to de re fe re n cia — de ele m en to s com unes y de e le m e n ­
tos c o n tra s ta n te s — que fa c ilita e l c o n o c im ie n to p ro p io ; y
p o rq u e , a l o b se rva r lo s efectos y reacciones que e l p ro p io
c o m p o rta m ie n to p ro d u c e en e l p ró jim o , se p u e d e n d e d u c ir
consecuencias sobre e l m o d o de ser p e rso n a l.
E n lo s dos m e d io s a n te rio re s se tra ta de u n proceso in te ­
rio r, de cada persona co n sig o m ism a , e l cu a l re s u lta in s u fi­
cie n te , p o r la carga de s u b je tiv is m o que es ta n d ifíc il e lim in a r
c u a n d o lo que se está co n o cie n d o es e l p ro p io yo . P o r eso,
es p re c is o re c u rrir a l a u x ilio de a lg u ie n que sea d is tin to de
n o s o tro s m ism o s, y así o b te n e r u n c o n o c im ie n to m ás o b je ti­
v o de lo que som os.
E l diálogo con otra -persona — llá m e se a m ig o , p a rie n te , có n ­
yu g e , consejero, je fe de tra b a jo , d ire c to r e s p iritu a l, p s iq u ia ­
tra en casos p a to ló g ic o s , etc.— , con la in te n c ió n expresa de
darse a conocer y de escuchar su p u n to de v is ta , re p re sen ta
u n m e d io in s u s titu ib le p a ra conocerse a u n o m is m o . Las
ra zo ne s son dos: p rim e ro , p o rq u e e l s im p le hecho de h a ce r
el e sfu e rzo p o r expresar, ante u n in te rlo c u to r, lo que u n o ve
de sí m is m o , p ro d u c e u n e fe cto c la rific a d o r, a l te n e r que o r­
d e n a r la s p ro p ia s id e as, a sociar la s im p re s io n e s o in te rp re ­
ta r lo s sucesos p e rso n a le s; se gu n do , p o rq u e e l o tro que nos
escucha p ue d e ju z g a r y a n a liz a r lo que le m a n ife s ta m o s , de
u n m o d o m ás frío y o b je tiv o , s in in v o lu c ra rs e p e rs o n a lm e n ­
te en la in te rp re ta c ió n de lo s hechos.
F in a lm e n te , el trato con Dios, es d e cir, la re la c ió n p e rs o ­
n a l co n E l, m e d ia n te la c o n ve rsa ció n y e l afecto, ta l co m o se
lle v a a cabo con u n a m ig o o co n u n p a d re , es u n c a m in o que
fa vo re ce eno rm em e n te e l a u to c o n o c im ie n to . A q u í la ra z ó n
118 El H om bre A ctua l en Busca de ia R ealidad

p r in c ip a l es de o rd e n s o b re n a tu ra l: D io s p ro p o rc io n a , a
q u ie n se acerca a E l, unas luces, p ara que se conozca a sí
m is m o , m u ch o m ás in te n sa s que las que la sola in te lig e n c ia
h u m a n a p ue d e alcanzar.

M e d io s para aceptarse
A cep ta rno s a nosotros m ism os sig n ifica, según d ijim o s en su
m om e n to , q u e re r to d o el co n te n id o d e l y o o b je tiv o , es decir, lo
que som os y lo que debem os ser. A h o ra b ie n , com o ese conte­
n id o in c lu y e tam bién los aspectos objetivam ente negativos que
h a y en nosotros — defectos y lim ita c io n e s personales— , así
com o algunas circunstancias o situaciones que fo rm a n p a rte
de nuestra existencia y que no nos gustan o no nos apetecen,
supone una ayuda im p o rta n te el adoptar una visión positiva ante
to d o eso, de m anera que sepamos d e scu b rir la p a rte favo ra b le
— que siem pre la h ay— en cada aspecto o circu n sta n cia de
n u e stra v id a . Esta v is ió n p o s itiv a se id e n tific a con el optimis­
mo, que n o sólo n o lle v a a l rechazo de lo que nos corresponde
aceptar, n i a la m era re sig na ció n ante lo irre m e d ia b le , sin o que
p e rm ite d e scu b rir p o s ib ilid a d e s de p e rfe ccio n a m ie n to perso­
n a l, de re a liz a c ió n de valores, en todas las situaciones. A s í p o r
e je m p lo , q u ie n se encuentra lim ita d o en sus co no cim ien tos
p ro fe sio n ale s, sabrá p o n e r p o r obra el p la n que le p e rm ita su­
p e ra r esa d e ficie n cia , in v irtie n d o tie m p o y esfuerzo en el estu­
d io de la s cu estio n es que n o d o m in a . Q u ie n padece una
enferm edad, que le im p id e desenvolverse físicam ente con n o r­
m a lid a d , aprovechará su estado o b lig a d o de reposo para p o ­
te n cia r su d esa rrollo in te le ctu a l, con la le ctu ra de buenos lib ro s.
O q u ie n debe c o n v iv ir con una persona — que puede ser la
m ism a esposa o el esposo— , con la que choca con fa c ilid a d ,
p o r razones caractereológicas, aprenderá a acoplarse a pesar
de esas diferen cia s, lo cual le p e rm itirá , adem ás, a d q u irir la
capacidad de com prender y relacionarse con u n n ú m e ro m u ­
cho m ás a lto de personas.
C uando la v is ió n p o s itiv a se fom en ta y se ejercita en u n
cam po, o rd in a ria m e n te se proyecta ta m b ié n en otros, y la acep-
La a ute nticid ad com o form a de estar en la realidad 119

ta ció n se hace m ucho más fá c il. Q u ie n aprende a d e scu b rir los


aspectos p o s itiv o s en sus p ro pia s circunstancias, acaba encon­
trá n d o lo s ta m b ié n en los dem ás, y viceversa. V er siem pre el
la d o bueno de las personas con las que nos toca c o n v iv ir, fa v o ­
rece enorm em ente la co n vive n cia , p o rq u e n o cuesta aceptar a
esas personas com o son.
La a c titu d perm anente de recibir, con interés y agradecimien­
to, las observaciones o incluso correcciones, que lo s dem ás nos
hagan sobre cu a lq u ie r aspecto de n ue stra p e rs o n a lid a d o de
n ue stra conducta, es u n m e d io que ayuda m u y eficazm ente a
aceptar e l deber— ser person a l que, com o hem os v is to , fo rm a
p a rte d e l yo o b je tivo .
F in a lm e nte , si hem os d ich o que la aceptación de sí m ism o
es una tarea que corresponde a la v o lu n ta d , u n tercer m e d io
p ara aceptarse consiste en comprender que lo mejor para m í no es
lo que m i voluntad espontáneamente quiere, sino lo que Dios quiere
de m í y para mí. Si esto se acepta con p ro fu n d id a d , a n ad ie ex­
tra ñ a rá el que m uchas veces vaya a ser necesario re n u n c ia r a
ese p rim e r querer espontáneo de la p ro p ia v o lu n ta d , para aco­
p la rla con el querer de D ios. Pero aquí tam poco se tra ta de
resignarse a que las cosas deban ser así, sin o de e nte nd e r que
eso es, efectivam ente, lo m e jo r para u n o m ism o, y de q uerer
p o s itiv a m e n te , con la p ro p ia v o lu n ta d , ese o tro querer d iv in o ,
de m anera que me id e n tifiq u e plenam ente con él, que lo haga
to ta lm e n te m ío. Cabe a d v e rtir, p ara q u ie n piense que esto ú lt i­
m o es in a lcan za ble, que cuando e l hom bre decide con firm e z a
id e n tific a r su v o lu n ta d con la v o lu n ta d de D io s, recibe de D io s
u na ayuda más poderosa que la fu e rza de su p ro p ia v o lu n ta d ,
de m anera que la m eta se hace especialm ente asequible, g ra ­
cias, sobre to d o , a la in te rv e n c ió n d iv in a .
! ;, A ^ a íq í ? :í
rk -k ?
"E n lo s m o m e n to s d e c ris is , e l h o m b re d eb e v o lv e r a lo
fu n d a m e n ta l, a n c la rs e e n lo p e rm a n e n te y s ó lid o .
C ris is p ro fu n d a es la e x is te n c ia l, s itu a c ió n d e l h o m b re
d e s o rie n ta d o , p o rq u e n o sabe a d ó n d e v a , y d e s u b ic a d o ,
p o rq u e se c o lo c a fu e ra de la re a lid a d . Sus p a té tic a s c o n ­
se cue n cia s: la a n g u s tia y la in fe lic id a d .
¿ C ó m o re s o lv e r e sta c ris is , m á s c ru d a q u e la e c o n ó m i­
ca u o tra c u a lq u ie ra ? F ra n c is c o U g a rte , p ro fu n d o c o n o ­
c e d o r d e l e s p íritu h u m a n o , en E l H o m b re A c t u a l en
B u s c a de la R e a lid a d o fre c e re s p u e s ta s p re c is a s , te ó ri­
cas y p rá c tic a s , q u e la n z a n a la a u te n tic id a d , a l re a lis ­
m o , a l c o n o c im ie n to y a c e p ta c ió n p ro p io s y d e l m u n d o
c irc u n d a n te , a lo fu n d a m e n ta l.
E l p ro p ó s ito d e l a u to r y e l c a m in o p a ra lo g ra r su v a lio ­
so c o m e tid o q u e d a n b ie n d e lin e a d o s e n la s p á g in a s de
este p ro v e c h o s o lib r o , n e c e s a rio s o b re to d o a l h o m b re
de h o y ".

"... en este lib ro se v islu m b ra , de alguna manera, la


g ra ndiosidad abierta y el m iste rio sellado que se halla
en cada persona: cómo ser acertado en nuestras acciones
y a uténtico en lo más p rofundo de nuestro se r"

D e l p ró lo g o de C arlos L la n o

PANORAMA
■E D I T O R IA L
9 789683 806192

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