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4ta
edición. Año 2001. Gladius
Resumen del Pbro. Juan Lisandro Scarabino
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d.com/doc/22218700/Resumen-Del-Libro-El-Hombre-
Moderno+&cd=3&hl=es&ct=clnk&gl=cl
Introducción
I La falta de interioridad
II El desarraigo
III La masificación.
IV El igualitarismo.
5 Uno de los signos de nuestro días es el triunfo de lo Idéntico, de los mismo, del
formidable poder de la moda. Estos y muchas más cosas parecidas contribuyen a la
“intercambialidad” de los seres humanos. La identidad de los miembros de una sociedad
resulta siempre antihumana. Porque es propio del hombre la variedad. Si no se
desorbita, la diversidad se vuelve enriquecedora, posibilita el despliegue de las distintas
personalidades y su mutua complementación. Cuanto más elevada es una civilización,
más se diversifican las funciones sociales, políticas y religiosas... Cuando es distinto
molesta a los “igualados”. Este tema se conecta con el de la masificación: lo que iguala
es la inserción en la masa. La pretensión de igualar a los que son desiguales constituye
una injusticia. “Libertad, igualdad y Fraternidad”, es contradictoria: donde hay libertad
no puede haber total igualdad. Tampoco hay que confundir igualdad con Fraternidad,
ser igual a otro consiste en “no ser menor que él”, lo cual implica comparación
(Marcel). La tendencia al igualitarismo está unida con el vicio de la envidia (“sereis
como dioses). También está ligado con el facilismo. Lo propio de una sociedad
ordenada es la unidad en la diversidad y la diversidad en la unidad. Pero eso es ahora
una caricatura. La unidad se convierte en uniformidad, similitud, copia y la diversidad
en individualismo, dispersión, anarquía. Aquí brota la rebelión. Este hombre-masa se
cree que tiene el derecho de afirmar el “derecho a la vulgaridad” y trata de imponerlo a
los demás. Así también, anhela ejercer dominio político, se cree capaz de opinar de
omne re scibile, juzgando, diciendo, pronunciándose dogmáticamente y sin información
alguna, sobre las más delicadas cuestiones del orden moral y social. El hombre logró la
conquista del mundo de las cosas a costa de su propia cosificación. (Sábato).
V La adición televisiva.
VI La urbe macrocéfala
7 Tampoco se cultiva el género espistolar. Hoy nadie está dispuesto para nadie, tampoco
para sí mismo, cada uno está disponible para las cosas, para los negocios y para aquello
que sirve a sus intereses. Para protegerse contra el desarraigo, el hombre se cierra
neuróticamente sobre sí mismo, con la que se sumerge en un aislamiento aún mayor.
Por un lado la ciudad masifica y por otro hace que el hombre reaccione con una actitud
marcadamente egoísta. De acá el individualismo extremo. La sociedad de masas ha
efectuado un hipersocialización ante la que el individuo reacciona con todo tipo de
frustraciones, represiones, agresiones y miedos que se resuelven pronto en neurosis
(basta caminar por las calles de Buenos Aires para darse cuenta de esto). Lo más
preocupante es que todo esto va en aumento.
VIII El consumismo
Cuando el dinero, más allá de su fin natural, que es determinar la equivalencia entre las
cosas, domina la ciudad, esta se convierte en un gran mercado y su habitante, en un ser
productor y consumidor, regulado por estrictas normas cuantificables de rendimiento y
eficacia. El “homo oeconomicus” tiene dos caras: el empresario y el consumidor. El
empresario tiene como principal intento, no siempre el afán de lucro, sino el interés de
su empresa. La empresa es para él como un ser de carne y hueso. El hombre de negocios
no sabe de otro anhelo, no conoce otra preocupación que ver su
IX El hedonismo
Esta palabra viene del vocablo griego: edoné, que significa placer. Propiamente es un
sistema filosófico, que hace consistir el bien en el placer. El hombre encuentra su
felicidad en el placer. El hombre, según los hedonistas, está sujeto a la soberanía del
instante. El placer físico tiene superioridad sobre el moral. Excluye la moderación en su
búsqueda. El hombre de nuestro tiempo busca pasarla de la mejor manera posible, a
costa de lo que fuere. Esta búsqueda omnímoda e insaciable del placer se convierte en
una necesidad inconsciente. El hombre necesita un placer inmediato que invada toda su
sensibilidad. Se ha buscado liberar el campo del sexo, que ocupa un lugar privilegiado
en aquella búsqueda ansiosa del placer. Se confunde sexo con amor. Es un amor light.
10 Un amor así entendido considera a la mujer como un mero objeto del placer como si
fuera un material descartable, que se usa y se tira. Al sexo practicado sin compromiso se
lo llama amor y al bienestar se lo equipara con la felicidad. La erradicación social del
pudor, el cual es la atmósfera protectora del sexo, es el síntoma de este desenfreno. El
pudor es la tendencia y el hábito de conservar la propia intimidad de los extraños. Se
dice que una persona no tiene pudor cuando se comporta en público como si estuviera
sola y en privado. El pudor se expresa en los tres ámbitos: la viviendo, el vestido y el
lenguaje. La vivienda el hombre la construye para proteger su intimidad. Si se invita a
un amigo es para compartir dicha intimidad. La masificación, el desarraigo, el
igualitarismo… tienen no poco que ver con la pérdida del pudor. El hombre actual sufre
mucho y estos padecimientos se vuelven insoportables. La apertura de la propia
intimidad se presenta como una liberación. La relación sexual ya no es una entrega de la
intimidad, sino un “abandono del cuerpo”. Cuando uno pierde el pudor pierde la
intimidad y por lo tanto pierde su posibilidad de encontrarse con Dios, porque este
encuentro sólo se puede realizar en el centro mismo de la intimidad personal. El
hedonismo es una actividad que no tolera ningún tipo de cuestionamiento. La tendencia
al hedonismo es la consecuencia más cabal del desarraigo y del vacío que caracterizan
al hombre moderno. Los fines de semanas se convierten en un período de evasión de las
preocupaciones presentes y futuras, con la consiguiente sumisión en los placeres que
dañan al espíritu. Se compra el olvido con el alcohol, el ruido, el placer sexual, la
droga… Cuántas veces caminando por las calles nos ha impresionado ver tantos rostros
sin profundidad, sin realidad. La civilización del goce es la muerte de los rostros.
X El relativismo
Esta tendencia se caracteriza por una interpretación muy peculiar del concepto de
verdad. La norma de verdad no es el objeto sino que son otras cosas, por ejemplo la
psicología del sujeto. Toda verdad es relativa en el sentido en que sólo es válida en
relación con el sujeto que piensa. Para la filosofía realista, el objeto es la medida de
verdad válida para todos los sujetos. La verdad se vuelve relativa en el sentido de que
existe para una persona y puede, simultáneamente, no existir para otra. Se rechaza la
universalidad de la verdad. Esto lleva a afirmar que todas las posiciones son igualmente
válidas. Esto quiere decir que todo se reduce a la opinión. Existe también un relativismo
en el campo de los valores. No hay valores absolutos. El hombre se siente
permanentemente tentado a formarse una tabla propia de verdades y valores. Figura
clave del relativismo: Hume, que a la pregunta de cómo determinar el valor de algo,
distingue cuatro cualidad valiosas: cualidades útiles para la comunidad, para nosotros,
inmediatamente agradables a nosotros e inmediatamente a otros. Se puede ver como la
verdad y el valor dependen de la utilidad y del agrado que las cosas produzcan. Para
Hume el primado no es la inteligencia, sino la inclinación. El sentimiento es el criterio
último de valoración moral. En el hombre actual relativista han influido diversas
corrientes de pensamiento: el pragmatismo, el fideísmo, el evolucionismo (la verdad es
algo en permanente trasformación), el historicismo, el democratismo liberal.
XI La informalidad
Los inconformistas son los informales. Sus precursores son los cínicos griegos (los
hippies griegos) Es una rebelión profunda que va más allá de los político y de los social.
Es una rebelión contra las formas, a las que se acusan de ser “formalidades”. Pero las
formas no solo expresan el fondo, sino que las enmarcan. La vulgaridad hoy se extiende
cada vez más. La vulgaridad en los modales acaba por hacer vulgar el corazón y la
inteligencia. En el fondo, estos revolucionarios, aparentemente tendidos hacia el futuro,
son solemnes retrógrados. Van contra el progreso. Lo informe lleva a los informe y, en
el límite, lo informe es la muerte. La solución es llevar las formas a la enseñaza al
ámbito social y político. Belleza Hermosura “Fomosita” forma El arte moderno ha
desterrado la estética de las formas. Lo mismo ocurre en la pintura y en la música. Hay
que restaurar el valor de las formas en el ámbito de lo sagrado. En algunos sectores de la
Iglesia se ha ido perdiendo la vivencia de lo sagrado, el sentido de reverencia y del
misterio… Algunos creyeron que se debía renunciar a toda forma exterior. Parece que
hoy en la Iglesia, se hace lo posible por relegar todo lo que pueda hablar al corazón.
Frente al culto de la informalidad, los superiores ejercen el permisivismo, postura lógica
con el hombre relativista ya que como no hay verdad es tolerante. La permisividad es
como una especie de religión que consiste en no coartar ninguna libertad, aunque sea
abusiva. Rojas dice que “de la tolerancia interminable nace la indiferencia pura”
XII El naturalismo
XIII El inmanentismo
13 El principio de inmanencia impregna los distintos campos del saber y del actuar.
Esto se ve claramente en el campo de la filosofía moderna, principalmente en el
idealismo alemán. Cuyo punto de partida es el cogito subjetivo. Esto lleva al hombre a
cerrarse a sí mismo y su pensamiento se vulva activo y creador. En adelante el hombre
es el punto de partida y de llegada. Este principio inmanentista trata de meterse en la
teología. Dice Caturelli que el método inmanentista conduce al ateismo. Este prescindir
de Dios, tanto en la filosofía como en la teología encuentra sus últimas resonancias en el
orden temporal. La concepción inmanentista rige en el liberalismo y el marxismo. En el
campo del pensar político, dos autores han ejercido un influjo considerable en nuestro
tiempo: Antonio Gramsci, en el que su pensamiento se funda sobre tres presupuestos
filosóficos: el materialismo, el historicismo y el inmanentismo, el cual, es para Gramsci,
el telón de fondo de todo el edificio marxista. Y el otro autor es Francis Fukuyama, el
cual se atreve a afirmar que ha llegado el fin de la historia y el consiguiente estado de
felicidad en la tierra. Este es el proyecto del Nuevo Orden Mundial: el paraíso en la
tierra de Mark, que no se realizó en la Unión Soviética, se cumplirá gracias al
liberalismo. Pero para ello, dice Fukuyama, hay que dejar de lado la religión o salvo que
se diga que no propaga la verdad, sino una verdad. Habrá que prescindir del catolicismo
porque propaga la trascendencia y postula la felicidad más allá de la tierra. Ya esto lo
había predicho San Agustín en De Civitate Dei: la Ciudad de Dios se caracteriza por el
primado de Dios y la subordinación del hombre; la Ciudad del mundo, afirma el
primado del hombre y la subordinación de Dios. Hay que elegir: o amar a Dios o amar
al hombre. El hombre inmanente que ha perdido la esperanza y, por lo tanto, pasa
constantemente de la presunción a la desesperación. Que el hombre pueda alcanzar la
felicidad es una falacia. El hombre tiene alas de águila, no de gallina. Pero eso siempre
le será necesario dejar abierta la puerta a la trascendencia.
XIV La pérdida del sentido de la existencia
14 Einstein dice que el que considera que su vida carece de sentido no solo es un
desdichado, sino que apenas tiene capacidad para vivir. El que mejor trató este tema fue
Viktor Frankl. Habla de “Frustración existencial”, que ocurre cuando el hombre actual
no sufre tanto pensando que vale menos que los demás, sino más bien, que su existencia
no tiene sentido. Y para colmo no sabe como llenar ese “vacío existencial”. Jung dice
que la neurosis es “el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido”. El hastío,
según Santo Tomás, es un “entristecerse” ante el bien espiritual. La asedia no permite
echar raíces. Diversas son las evasiones que intentan quienes han perdido su voluntad
de sentido: el placer, las diversiones, el alcohol. Todos son “rodeos” en busca de la
felicidad que se escapa. En el 100% de los casos de drogadicción, aparece el complejo
de vacuidad. El hombre existencialmente frustrado experimenta una imposibilidad para
llenar el tiempo libre: la famosa “neurosis dominguera”. Dicha frustración se relaciona
con la sensación de aburrimiento. El que vive en la frustración existencial ignora cómo
encarar el sufrimiento, no le encuentra sentido alguno. Esto lleva al nihilismo, cuya
esencia es la negación del sentido del ser. Frankl exhorta a salir de esta chatura
frustrante, apelando a la autotrascendencia de la existencia humana.
El deseo de Dios está inscrito en lo más hondo del corazón del hombre, porque el
hombre a sido creado por y para Dios, y Dios no cesa de atraerlo hacia sí. El hombre
moderno, a pesar de su profunda decadencia, no deja de poseer un instinto religioso, que
radica en su propia naturaleza y es indestructible. Cuando no lo vulva en el Dios
verdadero, no puede menos que fabricarse dioses propios, ídolos, en quienes busca
saciar su anhelo de trascendencia. En vez de la religión verdadera, el hombre ha puesto
sus ojos en las religiones orientales. El hombre moderno abandonó el diálogo con Dios
para abogarse al monólogo del racionalismo, de laicismo, del agnosticismo, hasta llegar
a ese hastío y aburrimiento metafísico. Hoy en día se observa un auge de supersticiones:
horóscopos, astrología…; de sectas, que buscan destruir la unidad religiosa; la adicción
a las drogas, que es un reacción contra el vacío existencial. La pseudo religión más
sintomática de nuestro tiempo es la New Age. Se habla de nueva era porque nos
encontramos en la etapa final de un ciclo astronómico y vamos a entrar en un nuevo
ciclo. El sol está pasando de un signo (piscis) a otro (acuario). Y siempre que el sol
cambia de signo suceden cambios radicales en el desarrollo de la civilización,
especialmente en el plano religioso piscis se distinguiría por el fanatismo, la ignorancia,
el dolor, la división y el escepticismo. Acuario implica fraternidad, conocimiento, nueva
visión de lo trascendente. Con Acuario desaparecerá el Cristianismo y se implantará una
nueva religión a escala mundial. La New Age surgió a comienzos del 70 en California.
Esto es un “cóctel ideológico”, una pseudo religión. Tiene sus “escrituras sagradas”,
centros espirituales y oraciones litúrgicas. El movimiento propaga que el hombre a
“creado a Dios a su propia imagen”. Contenido doctrinal: 1. Unidad del universo: todo
es una sola cosa.
Conclusión
16 de confusión de todas las ideas, de todas las religiones… una sociedad mundial sin
fronteras, sin Iglesia y pueblo, sin jerarquía, sin otros valores que los inferiores al sexo y
al dinero… En la sociedad nadie pensará en el pecado y en la virtud, nadie en Cristo y
en Dios. Será una sociedad materialista y atea, todos estarán totalmente absorbidos en el
trabajo, la cultura, el placer, el sexo, la diversión… El Evangelio será silenciado. Se
hablará del hombre, del alimento terrestre, del perfeccionamiento físico y psíquico de la
humanidad, de la paz, de la felicidad terrestre… Nada del más allá, ni de religión, ni de
lo sobrenatural.” (P. Julio Meinvielle. 1969) Como resultado de todo lo sucedido, no
sólo ha desaparecido Dios del hombre naturalista, hedonista… sino también, en cierta
manera, el mismo hombre. La ausencia de la divinidad lo deja al hombre en una
espantosa soledad. El hombre de nuestro tiempo no se encamina hacia la cumbre, sino
hacia el abismo y lo hace convencido de que es un triunfador. Dice San Agustín: “lo
pero que le puede pasar a un enfermo es creerse sano” y esto es lo que sucede hoy.
Según Rojas “la sociedad actual va a la deriva pero orgullosamente, radiante de caminar
hacia atrás, a un cierto galope deshumanizado.” La solución no será nada sencilla. Decía
Pio XII: es todo un mundo que hay que rehacer desde su fundamento, de salvaje,
hacerlo humano y de humano hacerlo divino. La crisis actual es un crisis,
esencialmente, antropológica, más aún, metafísica. A pesar de todo, el hombre, de por
sí, es algo grande. Es imagen de Dios, una imagen llamada a hacerse semejanza por la
Gracia y la práctica de las virtudes. Hoy se hace necesario volver a exponer la grandeza
metafísica y teológica del hombre.