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ANDREA MARTÍNEZ MORALES

RESEÑA MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA

INTRODUCCIÓN
Los Milagros de Nuestra Señora es una obra de Gonzalo de Berceo; primera cosa que
puede sorprender, ya que afirmar la autoría de una obra medieval es algo que rara vez se
ve. En cuanto a la datación, no tenemos una fecha concreta en la que encasillar los
Milagros, sin embargo, se puede aproximar teniendo en cuenta a las personas que
menciona Berceo durante toda la obra lo que nos lleva a una composición en un periodo
extenso de tiempo entre el 1246 y el 1252.

Respecto al autor no conocemos gran cosa, y lo poco que sí lo encontramos declarado


en sus propias obras. Conocemos que se llamaba Gonzalo, y que Berceo da nombre al
pueblo donde nació (la fecha es desconocida, pero gracias a ciertas deducciones sobre
sus títulos se aproxima su nacimiento al 1196), fue educado en el Monasterio de San
Millán (dato importante a la hora de analizar su obra) y, gracias al nombre del
Monasterio se ha podido acceder a documentos que nos confirman que era clérigo.
Sentía adoración por su monasterio y, de hecho, en muchas de sus obras se refleja
preocupación económica y del bienestar de este.

No es la única obra que nos ha llegado de Berceo, en total son doce las que nos llegan a
la actualidad:

- Tres himnos traducidos del latín


- Vida de San Millán de la Cogolla; Vida de Santo Domingo de Silos; Vida de
Santa Oria y Martirio de San Lorenzo (hagiografías: historia de la vida de un
santo)
- El sacrificio de la misa y Los signos que aparecerán antes del Juicio (obras
místico-doctrinales)
- Loores de Nuestra Señora; Duelo que fizo la Virgen el día de la Pasión de su
Hijo y Milagros de Nuestra Señora (obras marianas)

Nuestra obra pertenece al mester de clerecía y está escrita en castellano antiguo. Algo
muy habitual en el mester de clerecía es poder identificar claramente la fuente latina
medieval de la que parten las obras, la principal fuente que utilizó Berceo en esta obra
fue el manuscrito de Thott1. Nuestro autor no hizo una traducción literal de su fuente
sino que realizó modificaciones perfectamente calculadas respecto al objetivo que
pretendía alcanzar, del cual hablaremos más adelante.

MESTER DE CLERECÍA Y ¿MESTER DE JUGLARÍA?


Como ya hemos dicho en la introducción, Milagros de Nuestra Señora es una obra
perteneciente al mester de clerecía, cuyo origen lo situamos en el ámbito eclesiástico y
religioso culto, al contrario que el mester de juglaría engendrado en el entorno popular.

La literatura clerical está compuesta por una rigurosa forma métrica que llamamos
cuaderna vía, el verso de esta consta de 14 sílabas divididas en dos hemistiquios de
siete sílabas cada uno, y la estrofa constará siempre de 4 versos cuya rima será
consonante. Por tanto, vemos una gran diferencia entre la métrica del mester de clerecía
y el de juglaría; en el primero vamos a encontrar homogeneidad, mientras que en el
segundo premiaba la irregularidad.

En conclusión, con todo lo dicho anteriormente, deducimos que se trata de un tipo de


literatura culta y que en muchos casos parte de un origen escrito y además no lo oculta,
sino todo lo contrario. En muchas obras de Berceo, se hace alusión directa al origen
manuscrito, dejando bien separada la línea de lo oral. Por ejemplo:

D’un clérigo otro nos diz la escriptura


que de Sancta María amava su figura;
siempre se inclinava contra la su pintura,
avié muy grand vergüenza de la su catadura.
(Cuaderna 116)
Esta conciencia del origen escrito es usada por los poetas para reivindicar su mensaje ya
que la palabra se va a convertir en una herramienta didáctica y poder dotar de
credibilidad las palabras acercándolas a lo culto será un elemento clave para poder
ganar la confianza del público. La literatura y el arte de clerecía fue sobre todo un
compromiso a la enseñanza y al poder de persuasión, por lo que el tono de autoridad
que obtiene el texto es fundamental.

En el título de este apartado he puesto entre interrogantes al mester de juglaría, y según


lo que he explicado hasta ahora no tendría por qué hacerlo, pero a partir de algunos
ejemplos desarrollaremos el segundo objetivo de los poetas y su aparente relación con
los juglares.

1
Miracula Beate Marie Virginis: (ms. Thott 128 de Copenhague)
Amigos e vassallos de Dios omnipotent
si vos me escuchássedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.
(Cuaderna 1)
Las primeras palabras del primer verso de la obra ya nos aluden y apelan directamente y
además hacen alusión a la oralidad propia del mester de juglaría. Esta contradicción
entre el origen escrito y culto y la oralidad propia de lo popular es la naturaleza del tono
poético de estas obras.

No solo se pretende enseñar sino que, se quiere crear un acercamiento al público que se
dirige. Esta poesía es muy consciente de su origen culto y también es consciente de que
pretende acercarlo a un público que no lo es y desconoce el latín; por tanto no solo
optan por la traducción sino que además se adaptan introduciendo giros populares con el
fin de llamar su atención y que así el adoctrinamiento sea mucho más eficaz y sencillo.

Es probable pensar, que el fin didáctico fuera compatible con las presentaciones orales
y es por ello por lo que encontraremos expresiones propias de los juglares. Hay una
cuaderna en concreto que ilustra a la perfección esta situación:

Sennores e amigos por Dios e caridat,


oíd otro miraclo, fermoso por verdat;
Sant Ugo lo escripso, de Grunniego Abbat,
que cuntió a un monge de su socïedat.
(Cuaderna 182)
Por una parte nos encontramos la apelación directa “sennores e amigos” y a
continuación el verbo “oíd” y no solo han de escucharlo, sino también creerlo ya que es
“fermoso por verdat” y si no creen lo que dice que sepan que “Sant Ugo lo escripso”.

Por lo que concluimos que a pesar de la separación rotunda entre ambos mesteres,
seguimos encontrando partículas que se entremezclan entre uno y otro.

ESTRUCTURA EXTERNA
Este poema consta de dos partes diferenciadas. En primer lugar tenemos la
‘Introducción’ (cuaderna 1 – 46) y en segundo lugar los 25 milagros (cuaderna 47 –
911).

A primera vista no encontramos un hilo argumental que atraviese la obra, de hecho, no


lo hay; lo que sí encontramos es una armonía que va más allá de lo puramente
argumental. Podemos limitarnos a decir que la obra no tiene una estructura global, o, si
nos adentramos un poco en el contenido y el trasfondo, afirmar que encontramos
correlación entre la Introducción y los milagros propiamente dichos.

En la Introducción Berceo ha creado prácticamente un cuadro, esas 46 cuadernas están


repletas de elementos pictóricos que nos describen ese “prado” que no es más que una
gran alegoría. Esto es lo que diferencia la primera parte del resto de episodios
milagrosos, la alegoría; no encontraremos en la Introducción una historia personificada
y desarrollada con introducción nudo y desenlace, sino que el autor crea a ojos del lector
una representación detallada y trabajada del Paraíso, donde las fuentes representan los
evangelios y las flores y frutos representan los milagros de la Virgen María; y nuestro
autor, bajo la sobra de ese árbol se siente protegido de cualquier mal. El transporte hacia
este Paraíso no está sin embargo muy escondido en los simbolismos, ya que sí que nos
habla explícitamente de Adán y Eva:

El fructo de los árboles era dulz e sabrido


si don Adám oviesse de tal fructo comido
de tan mala manera non serié decibido
ni tomarién tal danno Eva [nin] so marido.
(Cuaderna 15)
En esta estrofa ejemplifica la contraposición del Paraíso bajo la tranquilidad que ofrece
María, y el Paraíso conocido por todos, dónde Eva propinó el castigo para los hombres.
Vemos como compara el fruto dulce (María) con el fruto del pecado que encontramos
en la Biblia; por tanto se concluye con la idea de Nuestra Señora como salvación del
pecado que en su día provocó Eva; podríamos considerarlas antagonistas.

Una vez tenemos la idea general que se nos brinda en esta Introducción tan bien
pensada, vemos los milagros como una sucesión de ejemplificación de lo ya explicado
alegóricamente, con la diferencia de que en estos pequeños episodios se demostrará el
poder de María de manera personificada, a través de relatos con nudo y desenlace, que
sirven para remontarnos al objetivo principal, que no debemos olvidar: el
adoctrinamiento.

El hecho de narrar los milagros como historias humanizadas, acerca sin ninguna duda el
mensaje al público al que va dirigido, ya que las alegorías son mucho más complicadas
de percibir. A lo largo de toda la obra, ya sea en la parte alegórica o en la
ejemplificación de esta encontraremos la idea común que enlaza la obra: la caída y
posterior redención llevada a cabo a manos de Nuestra Señora, la Virgen María.
A lo largo de los veinticinco milagros encontramos historias de todo tipo, pero
coinciden los veinticinco en una cosa: tienen una moraleja final. Una vez leídos los
veinticinco “frutos” vemos que hay dos finales posibles:

- María castiga; lo encontramos en el primer milagro donde las malas palabras de


un sacerdote hacia otro (el cual era devoto de María) le causan la muerte; siendo
ahogado con la casulla que pretendía heredar.
Pero que ampla era la sancta vestidura
issióli a Sïagrio angosta sin mesura:
prísioli la garganta como cadena dura,
fue luego enfogado por la su grand locura
(Cuaderna 72)

- María perdona y salva; lo encontramos en la mayoría de los milagros y se


demuestra que, en ocasiones, a pesar de no ser una persona ejemplar, el ser
devoto de la Virgen es suficiente para que ella te tenga en cuenta. Un ejemplo de
ello es en el milagro VI “El ladrón devoto” cuyo título ya nos lo indica.

En cuanto a la estructura puramente formal de los episodios, encontramos en los


veinticinco la misma estructura: presentación por parte de Berceo del milagro que se va
a narrar, seguido del desarrollo argumental y por último sucede el milagro y se crea la
moraleja final.

PERSONAJES
Los milagros como ya hemos explicado presentan la unidad de resolver el Pecado
Original tanto el pecado representado en otras formas a través de María.

María, por tanto, es el único personaje principal que recorre los veinticinco milagros ya
que la intención del autor no fue centrarse en los problemas que los devotos presentan,
sino en el milagro, y ese es el núcleo central de cada episodio.

En primera instancia clasificamos los personajes en dos grandes ramas: por una parte
los personajes divinos y por otra parte los personajes humanos. Dentro de lo divino, sin
ninguna duda destacamos a María que está por encima de cualquier otro personaje que
pueda aparecer ya sea divino o no; pero es importante también la presencia de los
ángeles como ayudantes de la Virgen (y en algunas ocasiones la mención a su hijo
Cristo), y en contraposición encontramos el Diablo y los demonios como ayudantes. En
cuanto a los personajes humanos no todos presentan la misma relevancia; encontramos
personajes principales y secundarios, pero insisto en que siempre se encontrarán todos
por debajo del personaje principal que es la Virgen María.

Los personajes humanos principales son aquellos que se ven afectados directamente por
el milagro, por ejemplo en el milagro III sería el clérigo enterrado fuera del cementerio
o en el milagro XIII Jerónimo. Por otro lado, los secundarios se corresponden con los
testigos de los milagros o simplemente personajes que intervienen en segundo plano
pero sin verse afectados directamente; en correlación a los milagros anteriores
encontraríamos a los asesinos del clérigo y los monjes del convento en el milagro III y
el hombre católico y el pueblo de Pavía en el XIII.

También podríamos considerar a Berceo como un personaje ya que se presenta como


testigo-lector de estos milagros.

VALORACIÓN PERSONAL
Es una obra muy interesante de leer ya que no solo cuenta con una introducción, nudo y
desenlace como por ejemplo ocurría en el Poema del Mío Cid, tenemos en esta obra una
parte creada a partir de un entramado de simbología y alegoría que has de descifrar en
cierta manera. A la vez que pienso que es lo que da vida a la obra, pienso que es lo que
peor planteó el autor.

La RAE define alegoría de la siguiente forma: “Ficción en virtud de la cual un relato o


una imagen representan o significan otra cosa diferente”. Teniendo en cuenta esta
definición, intuimos que los lectores que deben poder desgranar las alegorías para llegar
al núcleo de estas han de ser cultos en cierta medida para poder ser capaces de ello. El
objetivo de Berceo durante toda la obra, sin embargo, es intentar aproximar lo máximo
posible el texto al lector para facilitar su comprensión.

Por tanto, encuentro que un libro con alegorías es una delicia ya que no te limita solo a
la lectura, sino a jugar un puzle; pero en el plano en el que nuestro autor pretendía
exponer el libro (de manera expositiva para la enseñanza) la alegoría, desde mi punto de
vista, no tiene espacio. Por un lado aproxima al lector, pero en toda la Introducción lo
aleja de él; es una contradicción.

Dicho eso, una vez leídos los milagros, creo poder decir que Gonzalo de Berceo
cumplió su objetivo de hacer entender el mensaje, quitada la dificultad del castellano
antiguo es un texto que se entiende fácilmente y que nos revoca a la vida real haciendo
su lectura mucho más amena. Además, la clasificación de los milagros por capítulos
separados entre sí con su título propio visualmente también ayuda a su lectura.

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