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20 de marzo del 2022

DERECHO ROMANO.

INSTITUCIONES PROTECTORAS DEL INCAPAZ.

Lic. David Nuñez Medina.

Alumnos:

Cesiah Mezaab Vazquez Villegas

Arlette Jiménez Ortiz

Luis Campos Zamudio

Sahyra Elizabeth Macin Gutierrez.


20 de marzo del 2022

INSTITUCIONES PROTECTORAS DEL INCAPAZ.

INDICE:

PAGINA 1

CONCEPTO DE TUTELA.
1.3.- TUTELA
Tutor
Clases de Tutela
Tutela Legitima
Tutela Legitima de los Agnados
Tutela Legitima de los Gentiles
Tutela Testamentaria
Tutela Dativa
3.3.- Funciones del Tutor PAGINA 2

1.2.- PUPILO. PAGINA 3


Restricciones a los Poderes del Tutor PAGINA 4
La gestio y la auctoritas
Auctoritas
Gestio
Del fin de la tutela y la obligación de rendir cuentas y de las garantías del pupilo.
Garantías del pupilo contra la insolvencia del tutor

1.3.-MUJERES PAGINA 5
De la tutela perpetua de las mujeres púberas.
Tutela perpetua en el Derecho antiguo
Debilitación de la tutela perpetua
Supresión de la tutela perpetua
El sexo y la tutela de la mujer

4.1.-CURATELA. PAGINA 6
Clases de Curatela.
Curatela de los “Furiosi”
Curatela de los Prodigos PAGINA 7
Curatela en menores de veinticinco años PAGINA 8

MAPA MENTAL PAGINA 9


20 de marzo del 2022

INSTITUCIONES PROTECTORAS DEL INCAPAZ.

INTRODUCCION:

Este trabajo se hace una revisión general de las instituciones tutelares romanas pensadas para hacer
frente a la discapacidad en alguna de sus formas. Partiendo de la capacidad general de todo sujeto libre,
ciudadano romano y sui iuris, los romanos idearon un sistema de protección y complemento de la
capacidad para aquellos que la tuvieran limitada por distintos motivos (edad, sexo, enfermedad física
y/o mental). En el ámbito de la menor edad optaron por la tutela, en el de la enfermedad mental por la
curatela.

Probablemente a muchos de nosotros se nos ha planteado alguna vez el dilema de decidir cuál es la
mejor forma de actuar cuando vemos a un sujeto que por sus especiales circunstancias de
vulnerabilidad necesita de algún organismo que le ampare y vele por sus intereses. Por ello, desde el
punto de vista del Derecho de la persona, es preciso organizar una adecuada protección jurídica para los
casos en que los menores e incapacitados no son atendidos por quienes están legalmente llamados a
otorgarles protección, ya sean los padres o los tutores. La institución familiar constituye el grupo
humano que mayores garantías de óptimo desarrollo ofrece a los menores e incapacitados. Existen
individuos, que por diversas razones no se encuentran sujetos a la patria potestad y no son capaces de
regirse por sí mismos, necesitando el cuidado y atención de una persona que les asista. Por tanto,
cuando falta la protección de los padres, la ley establece figuras supletorias de protección encaminadas
a salvaguardar los intereses de los más débiles.

La tutela constituía una institución de protección que venía encuadrada dentro de los poderes que
ostentaba el paterfamilias respecto de los sujetos que no estando bajo la patria potestas, no podían
defenderse por sí mismos.
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INSTITUCIONES PROTECTORAS DEL INCAPAZ.

CONCEPTO DE TUTELA.

° Tutelar es cuidar y proteger. Al tutor le corresponde cuidar y proteger los intereses del pupilo, tanto
personales como patrimoniales.

La tutela es supletoria de la patria potestad a través de la que se provee la representación, la protección,


la asistencia de aquellos que no pueden hacer por si mismos a los incapaces, para intervenir y
representarlos en su actividad jurídica.

La tutela en Roma fue una de las instituciones (la otra era la curatela) creada por el Derecho Civil para
proteger a aquellos que teniendo capacidad de derecho, carecían de la capacidad de obrar o de hecho,
para ejercer esos derechos.

1.3.- TUTELA.

Por el solo hecho de ser “sui iuris”, no todas las personas son capaces, algunas son incapaces bien por:
1.- Por falta de edad, 2.- Por razón de sexo (las mujeres en el derecho antiguo estaban en tutela
perpetua), 3.- Por locura. 4.- Por pródigos. En los dos primeros casos se les asiste de un tutor, los dos
últimos se les nombra un curador, lo mismo que al menor de 25 años.

La Tutela es una autoridad y un poder que el derecho civil da y confiere sobre un individuo libre, con el
fin de protegerlo en la impotencia en que se encuentra de hacerlo el mismo a causa de su edad. La
tutela no es fuerza y potestad, si no un derecho.

El Tutor.

Son aquellos que tienen esta autoridad y este poder, su nombre deriva de la naturaleza de su misión: se
les llama tutores, protectores y defensores, del mimo modo que se llama (sancristan al que guarda los
templos). La tutela generalmente es un oficio que corresponde a los varones, las mujeres no pudieron
ser nombradas, sin embargo el emperador podía acceder a su solicitud.

Incapacidad y Excusas para el desempeño de la tutela. En el derecho clásico se encuentran cinco


categorías de personas incapaces: 1) Los peregrinos, 2) Los esclavos, 3) Los impuberos, a menos que
se trate de tutela legitima; 4) Los sordos y los mudos, 5) Las mujeres. Son causas de excusa para el
desempeño de la tutela: la enfermedad, la extrema pobreza, el desempeño de un cargo publico, el
numero de hijos, por encontrarse en campaña, por tener un proceso pendiente en contra del pupilo, por
analfabetismo, por estar desempeñando tres tutelas o tres curatelas, por haber cumplido los sesenta
años, así como la enemistad manifiesta del nombrado tutor, con el padre de los huérfanos.

CLASES DE TUTELAS.

A) Tutela Legitima. La ley llama a la tutela legitima en primer termino a los agnados y después a los
gentiles.
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1.- Tutela Legitima de los Agnados. Las tutelas diferidas por la ley están fundadas sobre el
llamamiento del tutor a la sucesión legitima del pupilo, puesto por la buena administración de su
patrimonio interesa particularmente a las personas que algún día pueden ser llamadas a heredarle.

2.- Tutela Legitima de los Gentiles. En ausencia de agnados, los gentiles eran llamados a la sucesión,
de donde deberían de serles impuesta también la tutela.
Hay otras tutelas legitimas de menor importancia: a) La tutela legitima del patrón y b) La tutela
legitima del ascendiente emancipador.

B) Tutela Testamentaria. En la ley de las doce tablas se permitió que los padres nombraran tutores
para sus hijos impúberes en el testamento, con tal que estos estuvieran bajo su potestad, por tanto, nadie
puede nombrar tutor en su testamento si no para el que al morir tenia como heredero del propio
derecho, o le tendría si viviera. El tutor testamentario debería ser señalado nominativamente y en forma
imperativa y el heredero también podía ser nombrado tutor.

C) Tutela Dativa. Tiene lugar cuando no hay tutor testamentario ni legitimo o cuando necesidad de
nombrar un tutor “certae causae”.

Funciones del Tutor. La “Auctoritatis Interpositio” y la “Gestio Negotiorum”

El patrimonio pupilar lo debe conservar el tutor y, si es posible, acrecentarlo; debe hacer un inventario
de los bienes del pupilo, por su omisión puede considerado culpable de fraude, el tutor debe recobrar
los créditos del pupilo y responde de la insolvencia de los deudores, sobrevenida por no haberlos
perseguido oportunamente.

La función de “autor” (autorizador) constituye la función distintiva y original del tutor, por la que se le
distingue del administrador, “ si se tratara solo de administrar los bienes del pupilo, bastaría solo con un
curador”.

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1.2.-PUPILO.

Concepto de Pupilo.

La palabra pupilo se derivó del latín “pupillus” siendo diminutivo del término “pupus” con el
significado de “niño”.
El pupilo es entonces un niño, pero específicamente aquel que está en una relación de dependencia
respecto a otras personas que no son sus padres, y que se encargan de él, en cuanto a su educación,
vivienda o alimentación.
En la Antigua Roma cuna de la institución de la tutela, los pupilos necesitaban un tutor, siempre que no
tuvieran “pater”, ya que aún en los casos en que tuvieran madre y ella se ocupara de los niños, no
podía ejercer la patria potestad, por ejemplo, para decidir o autorizar los negocios en que esté
involucrado el menor.

El pupilo es “infans” (no puede hablar) .- Cuando el pupilo es infans, en vista esta desprotegido de
todo discernimiento, es considerado del todo incapaz, por tanto, ni aun con la “interporsitio
auctoritatis” del tutor puede figurar en los actos jurídicos.

Cuando el pupilo ya haya cumplido los siete años, ha salido de la infancia, pero el “infantiae
proximus” (cercano a la infancia) no tiene aun discernimiento que el “ infans”, al “pubertati
proximus” ya se le considera capaz de obligarse por sus delitos , por tener un mayor discernimiento.

Todo pupilo que ha salido de la infancia sin el consentimiento del tutor, válidamente los actos que
mejoren su condicion, pero para que los actos que puedan comprometer su patrimonio necesita la “
autoritatis interpositio” del tutor.

En este periodo al ser menor de edad el pupilo, la regla es que administre el tutor, realizando el solo los
actos para que el patrimonio del pupilo este bien administrado. En un principio fue necesario esperar a
que el pupilo hubiese salido de la “infantia”. Pero este retraso podía serle perjudicial, si su interesé
exigía el pronto ejercicio de una acción, o cuando estuviese abierta alguna herencia en su favor, lo cual,
en los dos casos, se remediaba de la siguiente manera:
A) Bajo las acciones de la ley no se puede uno, en justicia, hacer o reemplazar: Hacia el “infans”,
se admitía que el tutor figurase en el proceso en su lugar. Esta excepción ya no es útil en el
procedimiento formulario, ya que a todos le es permitido tener un sustituto, ya sea como demandante o
defensor.
B) Una herencia, aun frustrada le corresponde al pupilo en pleno derecho, siendo heredero suyo y
forzoso: es necesario que acepte o repudie, siendo él quien únicamente puede hacerlo; así que no puede
llamarse a la parte mientras no sea capaz de manifestar su voluntad; así y todo, se admite en cuanto el
infans pudiese hablar, aun siendo inconsciente de sus actos jurídicos, le era permitido aceptar la
herencia con la auctoritas del tutor, el tutor podía aceptar la herencia para el pupilo mientras no hubiese
salido de la infantia, es decir, mientras no tuviese los siete años. Es la aceptación única permitida al
tutor; para repudiar la herencia.

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RESTRICCIONES A LOS PODERES DEL TUTOR:

La gestio y la auctoritas: Permiten al tutor cumplir todos los actos necesarios de la administración del
patrimonio del impúbero. Disfruta sobre esto de amplios poderes, y, administrando, puede hacer todo
lo que pudiera hacer un propietario, aunque únicamente en interés del pupilo. Este principio admite
excepciones, y estos poderes tienen sus límites.

1. Auctoritas.- Se hacía una distinción entre dos categorías de tutores. Los unos inspiran plena
confianza, que son los tutores testamentarios escogidos por el jefe de familia, y los que nombra el
magistrado después de información; la auctoritas de uno de ellos es suficiente.

2. Gestio.- Los tutores pueden quedar todos encargados de administrar, bajo su responsabilidad común.
Pero como una buena gestión es, más que nada, hecho de uno solo, el pretor hace de suerte que sólo
uno administre, quedando entonces los otros como vigilantes de la gestión, y a este título responsable
subsidiariamente.

Sin embargo, si los tutores expresan su deseo, o si el testador lo ordena, puede haber división en la
gestión: bien sea por razón de naturaleza de los negocios, o por circunscripciones territoriales cuando el
pupilo posee bienes situados en diferentes distritos. Aunque cada uno, entonces, deba atenerse a sus
atribuciones, no por eso quedan menos vigilantes los unos de los otros.

3.2.-Del fin de la tutela y la obligación de rendir cuentas y de las garantías del pupilo.

La Tutela cesa por parte del pupilo cuando este llega a la pubertad, cuando muere, cuando incurre en la
esclavitud, pierde la ciudadanía o cambia de familia. La Tutela cesa por parte del tutor cuando muere,
cuando llega el termino o la condición se realiza, cuando le acepta el magistrado una excusa, por
“capitis deminutio maxima” y “media”, cuando es destituido por “suspectus”.

Las causas que ponen fin a la tutela provienen, bien de la persona del pupilo, ex parte pupilli, bien de la
persona del tutor, ex parte tutoris. En el primer caso, la tutela queda terminada definitivamente; en el
segundo, sólo existe conclusión de las funciones del tutor; si son varios, la tutela se concentra sobre los
demás; de lo contrario, hay que nombrar nuevo tutor.

1. La tutela cesa ex parte pupilli: a) Por la llegada de la pubertad, aunque, sin


embargo, en el Derecho antiguo, la mujer púbera estaba en tutela perpetua, por razón del
sexo; b) Por la muerte del pupilo; c) Por su capitis deminutio máxima, media o mínima,
dándose en adrogación.
2. Cesa ex parte tutoris: a) Por la muerte del tutor; b) Por su capitis deminutio
máxima y media, en todos los casos; por la mínima tratándose de un agnado, de un patrono
o de un gentilis, tutor legítimo, pues entonces los derechos de agnación y de gentilidad se
extinguen.

4.2.-Garantías del pupilo contra la insolvencia del tutor

El crimen suspecti tutoris y la acción de rationibus distrahendis, que bajo el Imperio quedaron en vigor
y subsistían aún en tiempos de Justiniano, protegían al pupilo contra el fraude de los tutores, aunque
también había que ponerlos en guardia contra su insolvencia. Para dar seguridades suficientes, el
Derecho Romano ha organizado un sistema de garantías muy completo.
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1. El pupilo acreedor del tutor al fin de la tutela disfrutaba en la época clásica de un


privilegium exigendi; es decir, que tenía derecho a cobrar, con preferencia a los acreedores
quirografarios del tutor, pero no a los acreedores hipotecarios.

2. En el caso en que el tutor haya dado satisdatio, el pupilo puede ejercer la acción
ex stipzdatu, bien sea contra él o contra los fiadores de la tutela. Tiene derecho a reclamar a
uno de ellos la totalidad de lo que se le debe, sin que el fiador pueda oponer el beneficio de
división.

3. Si el pupilo no ha podido hacerse pagar del tutor ni de los fiadores, le queda otro
recurso concedido por un senadoconsulto, dado bajo Trajano. Es una acción subsidiaria
contra los magistrados municipales encargados de exigir fiadores y que o no lo hayan hecho
o se hayan contentado con fiadores insolventes. La acción puede también ejercerse contra
los herederos.

4. Por último, el pretor concede al pupilo una última garantía a falta de otras. Es la
rescisión, con la ayuda de la “in integram restitutio”, de los actos que le hayan causado un
perjuicio y que hayan sido ejecutados por el tutor solo o por el impúbero con la auctoritas
del tutor.

1.3.-MUJERES
De la tutela perpetua de las mujeres púberas.

En el Derecho antiguo, las mujeres “púberas juris” estaban en tutela perpetua. Esta institución en la
antigüedad, esta acorde en señalar la lidereza del carácter de la mujer y su inexperiencia de los
negocios, sometiéndola a tutela perpetua, parece ser haber pensado menos en su protección que en
salvar su fortuna en interés de sus agnados. Hablando de la tutela legitima del patrono y de sus
ascendientes, tiene por objeto impedir que la mujer pueda enajenaciones entre vivos o testar en
perjuicio de las personas que deban heredarla “ ad intestato”.
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Esta consideración, se generalizo, poniéndose de acuerdo al pensar que es en la conservación de los
bienes de la mujer en beneficio de sus agnados donde hay que buscar la idea primera de la tutela
perpetua. No tiene su fuente en el Derecho natural como la de los Impuberos; es de derecho civil por su
principio y organización.
1. Tutela perpetua en el Derecho antiguo.- Esta tutela está admitida como la de los
impúberos, y pertenece en los mismos casos a tutores testamentarios, legítimos, fiduciarios
o nombrados por el magistrado. La tutela legítima constituía para el tutor de la mujer
púbera un verdadero derecho.
2. Debilitación de la tutela perpetua.- Esta institución hacia el fin de la República
ya no estuvo en armonía con las costumbres, atenuando su rigor primitivo un gran número
de modificaciones.
3. Supresión de la tutela perpetua.- Aunque disminuida, la tutela de las mujeres
impúberes existía aún a mitad del siglo IV de nuestra era.
El sexo y la tutela de la mujer
En el antiguo Derecho romano la inferioridad de la mujer respecto del varón es patente, y no sólo en el
ámbito del Derecho público, sino también en la esfera del Derecho privado.
A diferencia del varón, la mujer púber y sui iuris necesitaba siempre y necesariamente la auctoritas de
un tutor para realizar actos que crearan, modificaran o extinguieran relaciones jurídicas. La tutela de la
mujer era tradicionalmente justificada en base a su presunta inferioridad natural (levitas animi, sexus
imbecillitas, impotentia muliebris), aunque ya los juristas de la época clásica consideraban normal que
las mujeres púberes realizasen por sí mismas sus propios negocios, atribuyendo a la auctoritas del tutor
un valor puramente formal.

4.1-CURATELA.

La curatela como la tutela, es una carga publica establecida para proteger a las personas que no pueden
hacerlo por si mismas, aunque cuenten con la mayoría de edad; pero difiere de la tutela tanto por su
naturaleza cuanto por las personas a las cuales se aplica.
El tutor se da a la persona, el curador se da para los bienes; significa que el curador esta investido de
los mismos poderes de gestión que el tutor, pero este no autoriza, la “auctoritatis interpositio” esta
reemplazada por un simple “consensus” no tiene nada solemne y puede ser dado antes, en o después
del negocio, en este ultimo caso vale como ratificación.

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A diferencia del tutor, el curador se ocupa tanto de los bienes como de la persona física del incapaz, si
este se encuentra enfermo debe procurar los medios para su restablecimiento.

Clases de Curatela.

La curatela pude ser legítima, cuando la ley la otorga al agnado más próximo y a falta de éste a los
gentiles; o bien puede ser honoraria, cuando el magistrado, a falta de curador legítimo, hace las
designaciones.

Por disposición de las Doce Tablas, se da un curador a las personas púberas y “sui iuris” afectadas de
locura o interdictas por prodigalidad. Después esta curatela fue extendida a los sordos, mudos, “mente
capti” y a los enfermos graves. Comúnmente se da también curador a los menores de veinticinco años y
excepcionalmente a los pupilos.
Cuando los locos tenía un intervalo lúcido se consideraban como plenamente capaces, no siendo así,
son nulos sus actos sin distinguir si hacen mejor o peor su condición. Mientras el loco tiene intervalos
lúcidos, el curador conserva su título, pero pierde sus funciones, para asumirlas en cuanto vuelva a
manifestarse la locura.

CURATELA DE LOS “FURIOSI”.

Los romanos distinguían los furiosi y los mente capti. El furiosus es el hombre completamente privado
de razón. El mente captus no tiene más que un poco de inteligencia, es un monomaniaco o, lo que es
igual, una persona cuyas facultades intelectuales están poco desarrolladas. La ley de las XII tablas sólo
se ocupó de los furiosi, y decidió que el furiosus sui juis y púbero, es decir, que no tuviera ni la
protección del jefe de familia ni la del tutor, se sometiese a la curatela legitima de los agnados, y a falta
de éstos a la de los gentiles. Desde que se manifiesta la locura, se abre la curatela para los agnados, sin
necesidad de una decisión del magistrado.
El curador del furiosus tiene por misión cuidar tanto de su persona como de su patrimonio, pues la
misma obligación tiene de hacer lo posible por su curación como de administrar sus bienes. El furiosus
no está afectado de interdicción, aunque le alcanza una incapacidad natural. Mientras dure su locura no
puede efectuar ningún acto jurídico; pero recobrando toda su capacidad, cuando tiene un intervalo
lúcido, entonces puede obrar solo, como si nunca hubiese estado loco.

En suma, el curador del furiosus no da nunca su consentimiento: tiene que limitarse a administrar; de
donde resulta para él la obligación de rendir cuentas al final de la curatela, y hasta todas las veces que,
recobrando el loco su razón, exigiese la administración de sus bienes.
El pretor extendió esta curatela a las personas cuyas enfermedades reclamaban una protección, y por
eso nombró curadores para administrar el patrimonio de los “menti capti”, de los sordos, de los mudos
y de todos los que teniendo una enfermedad grave no podían mirar por sus intereses.

CURATELA DE LOS PRODIGOS.

La ley de las XII tablas consideraba como pródigos a los que disipaban sus bienes procedentes de la
sucesión ab intestato del padre o del abuelo paterno: bona paterna avitaque. Era como un depósito que
debía quedar en la familia civil, por cuya razón, y con objeto de impedir su dilapidación, los
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decenviros, sancionando una costumbre anterior, decidieron que el pródigo fuese declarado en estado
de interdicción, colocándole bajo la curatela legítima de sus agnados, y, sin duda alguna, en su defecto,
bajo la de los gentiles.
Más tarde se extendió esta medida, por creer necesario proteger al pródigo contra los arrebatos de sus
pasiones, fuera de los casos ya prevenidos por la ley de las XII tablas y sea cual fuere el origen de su
fortuna.La curatela se abre por decreto del magistrado que pronuncia la interdicción. La prodigalidad,
en efecto, no es una causa natural de incapacidad, como la locura, pues para hacer al pródigo
incapacitado es necesaria una decisión, creando la incapacidad legal y fijando su extensión

CURATELA EN MENORES DE VEINTICINCO AÑOS.

Cuando por razón de la edad de la joven terminaba la tutela, la joven, a causa de su sexo, caía en tutela
perpetua: pero el joven pubero “sui juris” quedaba completamente capacitado.

Mas tarde se comprendió que las facultades intelectuales tardan más en desarrollarse que las fuerzas
físicas, y el que alcanzaba la pubertad tenía aún poca experiencia; por eso se buscó el modo de
organizar una protección para los menores de veinticinco años. Este fue el objeto de la “ley Plaetoria”,
después de la in integrum restitutio, por último, de las instituciones de curadores permanentes.

2. In integrum restitutio.- Cuando una persona es perjudicada por causa de un acto legal, y el Derecho
civil no le concede ningún remedio, entonces interviene el pretor, siempre que encuentre un motivo
suficiente; por ejemplo: si el acto está tachado de fraude o violencia, o si la persona perjudicada es un
menor.
El pretor considera el acto como no realizado, y restablece las cosas en su estado primitivo; pero este
favor sólo le concede después de un examen del asunto, y es libre de rehusarlo.

3. Curatela- Primero se introdujo la costumbre de hacer nombrar al menor un curador para algún
asunto determinado, “ad certarn causam”. Los terceros trataban con más confianza, puesto que el
menor, iluminado por los consejos del curador, corría menos riesgo de ser perjudicado. Marco Aurelio
hizo un cambio decidiendo que los menores podían pedir curadores permanentes, cuyas funciones
durasen toda la minoría de edad. Esta curatela se aplica a los menores de los dos sexos, teniendo
entonces su utilidad para las jóvenes púberas “sui juris”, pues la tutela perpetua había perdido toda su
fuerza y tendía cada vez más a desaparecer.

4. De la venia aetatis.- Al final del siglo III de nuestra era se dio este nombre a un beneficio particular
concedido por los emperadores a los menores de veinticinco años. En esta época, donde se admitía la
incapacidad legal de los menores en curatela, debieron de reconocer que en muchos casos era una
exageración mantenerla hasta los veinticinco años, y por eso el emperador podía, después de un
examen, concederles por rescripto una especie de mayoría anticipada o dispensa de edad, venia aetatis;
esto únicamente a los veinte años para los hombres, y a los dieciocho para las mujeres.

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BIBLOGRAFIA.

TEMAS PRINCIPALES:

https://idoc.pub/documents/instituciones-protectoras-del-incapaz-wl1p7o3ky9lj

https://iusromano.blogspot.com/2012/07/nstituciones-protectoras-del-incapaz.html

COMPLEMENTOS DE INVESTIGACIÓN:

https://deconceptos.com/ciencias-juridicas/pupilo

https://coggle.it/diagram/XnzzW49RpkGp6O06/t/tutela-y-curatela-en-el-derecho-romano

https://www.derechoromano.es/2011/12/las-tutelas.html

https://zaguan.unizar.es/record/99223/files/texto_completo.pdf

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