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MISMO”.
En este sentido, hace años escribí lo que llamé las 10 “leyes” del pecado,
como advertencia al pueblo de Dios de lo que el pecado puede llegar a causar
en tu vida y en la mía. Mi oración es que al meditar en estas cosas puedas
entender cuán pecaminoso es el pecado, para usar las palabras del apóstol
Pablo, y que entonces seas movido a buscar la santidad de nuestro Dios.
Primera ley: El pecado te llevará más allá de dónde pensabas llegar. Decimos
“es que solo pienso llegar hasta aquí”, o, “créeme, que esto está bajo control”.
Lo que estaba bajo control termina controlándote a ti. A su tiempo controlará
tu corazón, y lo que controla tu corazón controlará también tus emociones y
eventualmente toda tu mente. Tu vida queda sometida al pecado.
Segunda ley: El pecado te alejará por más tiempo de lo que habías pensado.
“Es solo un par de días…”, y los días se convierten en semanas, y las semanas
en meses, y en muchas ocasiones en años.
Tercera ley: El pecado te costará más de lo que querías pagar. Te costará tu
integridad, tu reputación, tu paz. Puede llegar a costarte tu esposa o esposo,
tus hijos, tus amigos, tu trabajo, tu ministerio y tu iglesia.
Cuarta ley: Pecas a tu manera, pero tienes que regresar a la manera de Dios. Él
determina los términos de tu regreso. Y Sus caminos pueden ser largos y
difíciles. La restauración del pecado es un proceso.
Quinta ley: El pecado engendra pecado. Una vez pecas, te ves en la necesidad
de pecar nuevamente para encubrir tu primera falta.
Sexta Ley: El pecado te lleva a justificar lo que has hecho. El peso de la culpa
y la necesidad de lucir bien ante los demás, te llevará a explicar y luego a
justificar tu pecado. Ahora pecarás de auto-justificación.
Octava Ley: No hay pecado oculto que Dios no ponga de manifiesto. Cristo lo
dijo con estas mismas palabras en Mateo 10:26, Marcos 4:22; Lucas
8:17 y Lucas 12:2.
Décima Ley: Nadie se burla de Dios. “No os dejéis engañar, de Dios nadie se
burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará”, Gálatas 6:7.