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Característica de los 10 mandamientos

1° Son inmutables: no pueden cambiarse. Nadie puede cambiarlos, pues los ha establecido Dios. Y
cuando Dios dice una cosa, no la cambia por nada, pues es infinitamente sabio y perfecto.
2° Son absolutos: no dan pie a ningún relativismo, ni a ningún tipo de ética de la situación. ¿Sabes
qué es el relativismo? Es la doctrina que dice que todo es relativo y depende del punto de vista de
cada uno. No se puede aceptar esta doctrina, pues hay cosas y valores fundamentales, innegables y
absolutos. Por ejemplo, que el agua hierve a 100°c. Aquí no hay punto de vista, no hay relatividad,
por más que a mi punto de vista sea que el agua hierve a 20°c, el agua seguirá hirviendo a °c 100 y
a los °c 20 ni siquiera habrá una burbuja.
3° Son universales: es decir, valen para todos los hombres. Valen para el hombre de campo y de la
ciudad, para el hombre instruido o menos instruido; para el niño, el joven y el adulto.
4° Son actuales: son para ayer, para hoy, para mañana. Son de ayer, de hoy y de siempre. Son para
ti y para mí. No han pasado de moda. Nunca pasan de moda.
¿Por qué te cuestan?
Nos cuestan por una sencilla razón: porque por culpa del pecado original nuestro ser se encuentra
desordenado. Nuestras pasiones ya no están ordenadas a la razón y la razón al máximo bien que es
Dios. Este era el estado del hombre antes del pecado original. Por lo tanto, muchas veces nuestras
pasiones mandan nuestras acciones y preferimos, el placer y la comodidad.
Los mandamientos ciertamente no estimulan a nada de esto. Los mandamientos apuntan a lo más
noble que hay en nosotros: el superarnos, el subir la montaña de la perfección.
Los diez mandamientos nos marcan un camino por el que debemos caminar para llegar a la felicidad
verdadera, a la realización personal, tienden a ordenar nuestro ser desordenado y este camino es
estrecho, por momentos fatigoso, y siempre cuesta arriba. Sólo los que aman y tienen voluntad se
deciden a subir esta cuesta.
Cada mandamiento contrarresta tendencias desordenadas que todos llevamos dentro del corazón.
Contrarresta y encauza dichas tendencias:
Primer Mandamiento: Contrarresta ese deseo de curiosidad ante el futuro, de poseer las cosas
materiales, nuestro descanso, nuestro gozo. Encauza nuestro deseo religioso para que no caigamos
en idolatrías, supersticiones, magias, adivinaciones… y tengamos a Dios como Único Señor y Dios,
en quien creer, en quien confiar y a quien amar.
Segundo Mandamiento: Contrarresta la tendencia que tenemos de jurar sin necesidad, sin
reflexionar, a tomarnos a la ligera los compromisos y promesas que libremente hicimos al Señor, a
pronunciar el nombre de Dios sin conciencia y respeto, a blasfemar y protestar contra Dios, cuando
nos salen mal las cosas o Dios nos prueba.
Tercer Mandamiento: Contrarresta la tendencia a la pereza, a la desidia, a la ingratitud con Dios, a
olvidarnos de Dios… a ese querer dar culto a Dios a nuestra manera olvidando la importancia de la
Misa del domingo y de las otras celebraciones donde se nos convoca para vivir el gran acto de amor
de Jesús.
Cuarto Mandamiento: Contrarresta la tendencia a la ingratitud con quienes nos han dado la vida o
nos han formado, la tendencia a la soberbia para con la autoridad, la rebeldía y falta de humildad.
Esto, para los hijos. Y para los papás, esa tendencia a dejar hacer todo a sus hijos, o, por el
contrario, a estar encima todo el tiempo, sin educarle a la verdadera libertad y elección.
Quinto Mandamiento: Contrarresta la tendencia al odio, a la enemistad, a la envidia, a la crítica,
egoísmo, a la revancha y venganza, a la violencia, que puede llegar hasta el desprecio de la vida
misma de nuestros hermanos.
Sexto Mandamiento: Contrarresta la tendencia a disfrutar de la sexualidad sin norma, sin medida, sin
la finalidad para la que Dios destinó el sexo. Contradice la tendencia de usar de otra persona para mi
placer egoísta.
Séptimo Mandamiento: Contrarresta la tendencia a quedarnos con lo que no es nuestro, y a tomar la
justicia por mano propia. Y al mismo tiempo nos ayuda a regular el derecho a la propiedad privada.
Octavo Mandamiento: Contrarresta la tendencia a mentir, consciente o inconscientemente, para salir
del paso, llamar la atención, para evitar males mayores, por respeto humano; esa tendencia a
curiosear secretos, a meterse en la vida de otros, a hacer juicios precipitados de los demás.
Noveno Mandamiento: Contrarresta la tendencia a pensar cosas impuras, a mirar y desear a la mujer
o al varón que no te pertenece.
Décimo Mandamiento: Contrarresta la tendencia a la avaricia, a los apegos a las cosas terrenas, a la
envidia por las cosas de los demás.
¿Qué frutos experimentas al cumplirlos?
¡Benditos mandamientos! Quienes los viven, experimentan estos frutos suculentos:
Te hacen libre y te liberan de tantas ataduras y esclavitudes del pecado.
Limpian tu corazón de deseos innobles.
Te permiten ser justo dando a Dios lo que es de Dios, y a los demás lo que es de ellos.
Quita pesos innecesarios de tu mochila para caminar ágil hacia Dios.
Gracias a los mandamientos puedes crear la civilización del amor, de la fidelidad, del respeto, de la
justicia.
Te llevan a la realización humana y cristiana.
Proporcionan la verdadera paz al alma, la paz de la conciencia.
Te hacen vivir la verdadera fraternidad con tus hermanos
Pero, sobre todo, pones contento a Dios tu Padre, tu Señor, tu Amigo.
Si luchamos contra nuestras malas inclinaciones y pecados es para llegar a Jesús, vemos el pecado
como obstáculos que hay que superar para alcanzar a Cristo, para llegar a la felicidad eterna.
La intención de estudiar algo de los mandamientos de Dios es que llegues a Cristo y que lo imites,
que te realices como hombre y como cristiano, que llegues a la plenitud en tu vida, y que seas feliz.
Cumpliendo los diez mandamientos, lograrás esto. Y, además, vencerás el mal con el bien. Los diez
mandamientos son el bien que debes hacer en tu vida para vencer el mal que te invade, te acosa y
te tienta.
¡Benditos mandamientos! Agradece a Dios el regalo de los diez mandamientos. Defiéndelos siempre
en tu medio ambiente, entre tus amigos, en tu vida. Vive estos mandamientos con amor y cariño. Es
la mejor manera de demostrar a Dios que lo amas.
Cúmplelos y llegarás a la vida eterna, donde Dios, tu Padre te espera con los brazos abiertos para
darte el premio de su presencia, por haber cumplido su voluntad, manifestada en estos diez
mandamientos.
Del compendio del catecismo de la iglesia católica
438 ¿Qué importancia da la Iglesia al Decálogo?
Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de Jesús, la Iglesia ha reconocido en el Decálogo una
importancia y un significado fundamentales. Los cristianos están obligados a observarlo.
439 ¿Por qué el Decálogo constituye una unidad orgánica? Los diez mandamientos constituyen un
todo orgánico e indisociable, porque cada mandamiento remite a los demás y a todo el Decálogo.
Por tanto, transgredir un mandamiento es como quebrantar toda la Ley.
440 ¿Por qué el Decálogo obliga gravemente?
El Decálogo obliga gravemente porque enuncia los deberes fundamentales del hombre para con
Dios y para con el prójimo
441 ¿Es posible cumplir el Decálogo?
Sí, es posible cumplir el Decálogo, porque Cristo, sin el cual nada podemos hacer, nos hace capaces
de ello con el don del Espíritu santo y con la gracia.
Resumen del catecismo de la iglesia católica
1975 Según la Sagrada Escritura, la ley es una instrucción paternal de Dios que prescribe al hombre
los caminos que llevan a la bienaventuranza prometida y proscribe los caminos del mal.
1976 “La ley es una ordenación de la razón para el bien común, promulgada por el que está a cargo
de la comunidad” (S. Tomás de Aquino, s. th. 1-2, 90, 4).
1777 Cristo es el fin de la ley; sólo La enseña y otorga la justicia de Dios.
1978 La ley natural es una participación en la sabiduría y la bondad de Dios por parte del hombre,
formado a imagen de su Creador. Expresa la dignidad de la persona humana y constituye la base de
sus derechos y sus deberes fundamentales.
1979 La ley natural es inmutable, permanente a través de la historia. Las normas que la expresan
son siempre substancialmente válidas. Es la base necesaria para la edificación de las normas
morales y la ley civil.
1980 La Ley antigua es la primera etapa de la Ley revelada. Sus prescripciones morales se resumen
en los diez mandamientos.
1981 La Ley de Moisés contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la razón. Dios las ha
revelado porque los hombres no las leían en su corazón.
1982 La Ley antigua es una preparación al Evangelio.
1983 La Ley nueva es la gracia del Espíritu Santo recibida mediante la fe en Cristo, que opera por la
caridad. Se expresa especialmente en el Sermón del Señor en la montaña y se sirve de los
sacramentos para comunicarnos la gracia.
1984 La Ley evangélica cumple, supera y lleva a su perfección la Ley antigua: sus promesas
mediante las bienaventuranzas del Reino de los cielos, sus mandamientos, reformando el corazón
que es la raíz de los actos.
1985 La Ley nueva es ley de amor, ley de gracia, ley de libertad.
1986 Más allá de sus preceptos, la Ley nueva contiene los consejos evangélicos. “La santidad de la
Iglesia también se fomenta de manera especial con los múltiples consejos que el Señor propone en
el Evangelio a sus discípulos para que los practiquen” (LG 42).

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