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El documento discute la buena fe como un principio que requiere tanto un elemento subjetivo (la creencia de no causar daño) como objetivo (una conducta diligente). También cubre los principios de legitimación registral y los requisitos para ser considerado un tercero de buena fe en relación con los registros de propiedad. Finalmente, analiza una decisión del Tribunal Constitucional peruano sobre la buena fe que se basó en una decisión previa de la Corte Suprema.
El documento discute la buena fe como un principio que requiere tanto un elemento subjetivo (la creencia de no causar daño) como objetivo (una conducta diligente). También cubre los principios de legitimación registral y los requisitos para ser considerado un tercero de buena fe en relación con los registros de propiedad. Finalmente, analiza una decisión del Tribunal Constitucional peruano sobre la buena fe que se basó en una decisión previa de la Corte Suprema.
El documento discute la buena fe como un principio que requiere tanto un elemento subjetivo (la creencia de no causar daño) como objetivo (una conducta diligente). También cubre los principios de legitimación registral y los requisitos para ser considerado un tercero de buena fe en relación con los registros de propiedad. Finalmente, analiza una decisión del Tribunal Constitucional peruano sobre la buena fe que se basó en una decisión previa de la Corte Suprema.
La buena fe es un principio que se constituye en la creencia subjetiva que
tiene el sujeto de que a través de su conducta o comportamiento no causa
daño a otros y que los mismos no contravienen normas imperativas, la licitud, el orden público y las buenas costumbres. Precisando, que para llegar a ese nivel de creencia debe haber desplegado una conducta objetiva diligente, prudente y cuidadosa en el contexto de la realidad fáctica que pueda ser debidamente acreditada. Y, que de cumplir con tales exigencias el derecho no solo ampara, sino que protege frente a terceros la conducta o comportamiento que ha realizado. Claro está que la conducta objetiva, escrupulosa, cuidadosa, etc., que debe efectuar el sujeto debe entenderse como un aspecto variable que debe analizarse caso por caso, pues es inevitable que dependiendo de la cuestión de hecho se exija una u otra conducta para validar la buena fe del sujeto. Artículo 2013. Principio de legitimación El contenido del asiento registral se presume cierto y produce todos sus efectos, mientras no se rectifique por las instancias registrales o se declare su invalidez por el órgano judicial o arbitral mediante resolución o laudo firme. El asiento registral debe ser cancelado en sede administrativa cuando se acredite la suplantación de identidad o falsedad documentaria y los supuestos así establecidos con arreglo a las disposiciones vigentes. La inscripción no convalida los actos que sean nulos o anulables con arreglo a las disposiciones vigentes. La buena fe es un estado psicológico y de hecho al que se llega de forma paulatina y progresiva mediante la realización de hechos externos que validan la creencia de no estar causando daño a otros. Así, en principio solo se tiene a la creencia, que luego es validada en el contexto fáctico, por lo que entendemos que el elemento objetivo sobreviene y complementa al elemento objetivo para hacer posible la configuración de la buena fe. En relación al propietario – tercero civil de buena fe, el TC ha recogido la tesis de la buena fe objetiva y para tal efecto exige: i) inscribir en los registros públicos su derecho de propiedad; y ii) guardar un deber de diligencia en relación a su derecho inscrito para lo cual debe hacer uso de los mecanismos que brinda la Sunarp: alerta de inscripción y alerta de publicidad. En relación al tercero de buena fe registral, el TC ha recogido la tesis de la buena objetiva y para tal efecto se exige: i) haber realizado una adquisición a título oneroso; ii) haber revisado los asientos registrales y títulos archivados que sustenten su transferencia; iii) desconocer la inexactitud del registro; iv) inscripción de la titularidad en los registros públicos; y v) buena fe desde la celebración del acto jurídico hasta su inscripción. El caso analizado y resuelto por el TC, es uno de aquellos casos raros en que su argumentación sobre la buena fe se apoya en lo ya resuelto por la Corte Suprema de la República, cuyos créditos les reconoce, lo que suele suceder en rarísimas ocasiones o casi nunca.