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El desarrollo del capitalismo en la segunda post guerra.

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A partir de la década de 1950 el capitalismo rompe las fronteras de la
plantación bananera cuya producción y comercialización es manejada por
compañías extranjeras. Los dueños del capital extranjero y varios empresarios
nacionales invierten sus capitales para generar nuevos productos agrícolas
como la palma africana, cítricos, piña, caña de azúcar, carne, madera, café que
a finales de la década del 1970 se convierte en el principal producto de
exportación del país.

Con el modelo de industrialización sustitutiva, llamado también desarrollo hacia


dentro, comienza a desarrollarse la industria de transformación apoyada por el
Estado. En sus inicios la industrialización sustitutiva fue impulsada por
empresarios nacionales, pero posteriormente las mejores industrias pasaron a
ser controladas por el capital extranjero.

El Estado hondureño ha jugado un papel muy activo en la promoción del


desarrollo capitalista en el país, a través de varias medidas de política, entre
ellas están:

1. Crear un marco jurídico adecuado.


2. Mejorar la infraestructura vial.
3. Fundación de la banca nacional.
4. Impulsar una reforma agraria.
5. Proporcionar servicios industriales.
6. Organizar las primeras industrias.

Clases sociales, organizaciones corporativas y partidos políticos.

Entre las clases y grupos sociales más representativas de la sociedad


hondureña están: La burguesía con sus distintas fracciones, la pequeña
burguesía, el proletariado, los campesinos, la clase media y la gran masa de
pobladores identificados como ejército industrial de reserva. De estos sectores
sociales, los partidos políticos se han disputado el apoyo del lectorado, lo que
refleja que tienen una base pluriclasista.
El liderazgo de los partidos políticos tradicionales por lo general lo ha ejercido
la clase dominante, por lo tanto, en la conducción de los mismos, se reflejan
intereses de sectores específicos.

Relación entre el desarrollo del capitalismo y la pobreza.

En los países subdesarrollados como Honduras, la pobreza de la mayoría de la


población es abrumadora, pero no por la falta de recursos, sino porque los
mismos están mal distribuidos y mal administrados. Al lado de la gran masa de
pobres que tienen diversas carencias, hay minorías opulentas que exhiben
patrones de consumo semejantes a los habitantes que tienen altos ingresos en
los países industrializados.

¿Qué relación existe entre el patrón de desarrollo capitalista y la pobreza


abrumadora de la mayoría del pueblo hondureño? Responder a esta pregunta
con todos los matices, no es nada fácil, se necesita de una profunda reflexión
teórica y metodológica, así como de un tiempo adecuado. Someramente
enunciaremos algunos indicadores esenciales.

1. Las áreas más pobres son las zonas rurales, donde no ha llegado el
desarrollo del capitalismo, ni el Estado se ha preocupado por diseñar una
estrategia de desarrollo incluyente.
2. El patrón de desarrollo capitalista es el responsable de la desigual
distribución de los ingresos, que es uno de los factores causantes de la
pobreza.
3. El patrón de desarrollo capitalista es de naturaleza excluyente y
concentradora.
4. El patrón de desarrollo capitalista ha estimulado la migración campo ciudad.

LA CRISIS SOCIAL Y POLITICA DE HONDURAS (8)

Una sociedad está en crisis, con manifestaciones expresas y tacitas de sus


problemas, cuando la realidad económica, social y política no está acorde con
las normas y pautas que la sociedad ha establecido como normales. Honduras
en los últimos días ha sido escenario de un conflicto en el que se han visto
involucrados varios sectores, con manifestaciones de violencia.

Frente a esta realidad cabe preguntarse: ¿Realmente las luchas son para
defender los ideales y derechos del pueblo? ¿Las acciones emprendidas
representan la necesidad que tenemos de vivir en un ambiente de paz, de
tranquilidad, sin anarquía, sin caos sin desorden? Un ingrediente que agrava
los conflictos es la politización, introduciendo dobles agendas y empañando
con claridad los objetivos por los que se lucha. En sus orígenes las
manifestaciones de protesta tienen la intención de ser pacíficas, pero permitir
que se infiltren elementos violentos, desmerita la finalidad que persiguen y
vulneran los derechos de la población que también deben ser garantizados.

Son varios los problemas que más preocupan a la población entre ellos están:
crimen organizado, la criminalidad, el narcotráfico, el desempleo, la corrupción
e impunidad, deficiencia en los servicios públicos, la forma de legislar del
congreso, las decisiones del poder ejecutivo, la crisis de las empresas estatales
etc. Si cada problema deriva en un conflicto como el que estamos viviendo, y si
cada conflicto es manejado con la misma ineficiencia, traerá graves
consecuencias que pueden hundir a nuestro país en una crisis muy difícil de
superar racionalmente.

La gravedad que adquieren muchos conflictos se debe a la forma incorrecta


con que los manejan los poderes del Estado. En algunos casos ellos mismos
son los causantes del problema y en otros por no saber resolverlos con los
recursos de una democracia participativa, dejando que el paso del tiempo haga
que se resuelvan por sí mismos, cuando en realidad solo agudiza el nivel del
conflicto.
Nos preocupa en gran manera el futuro de nuestro país, al pensar que, si los
problemas coyunturales no se pueden resolver adecuadamente, como
podremos resolver aquellos que por ser estructurales exigen un serio
ordenamiento de todos los elementos de que consta un Estado de derecho.

Para muestra un botón: Una Constitución que se viola cuando conviene, los
poderes del Estados que son para nada independientes, un Congreso que se
ha convertido en un teatro de pésimos actores que le dan la espalda al pueblo
que los eligió, un poder electoral que no garantiza la transparencia en los
sufragios, instituciones del Estado quebradas por la corrupción, un código
penal que protege a los corruptos y narco políticos. Esto y mucho más hacen
brotar de nuestros corazones un ¡basta ya! (CEH 6/6/2019)

Desde esta perspectiva, es necesario enderezar la marcha de Honduras, con el


compromiso de rescatar los valores éticos que se han ido perdiendo o
debilitando, en la medida en que las crisis, no han sido debidamente
solucionadas. Nos preocupa grandemente la decadencia moral en que está
cayendo nuestro país. Nunca es lícito hacer el mal para obtener un bien.

Como mecanismos de aproximación a la solución de los conflictos podemos


mencionar la confianza, el respeto a la ley, una ética política, la búsqueda de la
verdad y un dialogo sincero para la búsqueda del bien común. Toda la
sociedad en su conjunto, desde la realidad en que vive cada persona, cada
grupo, debe considerar la necesidad de sumarse a la búsqueda de los caminos
de solución, para los problemas de Honduras. Es necesario tomar conciencia
de que, si es posible un cambio para mejorar, y asumir al mismo tiempo el
compromiso de logarlo solidariamente.

Se requiere de voluntad política y social para resolver la crisis de Honduras.


Los analistas aseguran que, por el bien de la nación, es necesario que haya
flexibilidad entre los sectores sociales y el gobierno para lograr la paz que el
pueblo merece. Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres
de buena voluntad. (Lc 2,14)Doctrina Social de la Iglesia.

Doctrina social de la Iglesia (9)

La Iglesia (...) tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y
circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y
de su vocación (Caritas in veritate, n. 9). La doctrina social es el anuncio de fe
que hace el Magisterio de la Iglesia ante las realidades sociales. Recogida en
un compendio, esa defensa de la dignidad, se traduce en indicaciones,
consejos y exhortaciones por las que, la Iglesia anima a los cristianos a ser
ciudadanos responsables. La doctrina social de la Iglesia no persigue fines de
estructuración y organización de la sociedad, sino de exigencia, dirección y
formación de las conciencias. (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, n. 81).
El único objetivo de la Iglesia es “ayudar al hombre en el camino de salvación”.
(Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 69).
Esta es su única misión y también la razón por la que la Iglesia tiene el derecho
y el deber de desarrollar una doctrina social que forme las conciencias de los
hombres y les ayude a vivir según el Evangelio y la propia naturaleza humana.
Un cristiano coherente dirige todos los aspectos de su vida hacia Dios, viviendo
según su designio salvífico. La Iglesia acompaña a los cristianos en esta tarea.
Incluye dimensiones de la vida humana y de la cultura como ser: la economía
y el trabajo, pasando por la comunicación y la política, hasta temas como la
comunidad internacional y las relaciones entre las culturas y los pueblos.
La caridad es una «fuerza capaz de suscitar nuevos caminos para afrontar los
problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior
las estructuras, las organizaciones sociales y los ordenamientos jurídicos. En
esta perspectiva la caridad se convierte en caridad social y política: la caridad
social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien
de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en
la dimensión social que las une» (Compendio de la doctrina social de la Iglesia,
n. 207).

La doctrina social de la Iglesia en su carácter formal nace con la Encíclica


Rerum Novarum de León XIII en 1891, un papa muy preocupado por la
“cuestión obrera”, es decir, la situación de muchos trabajadores pobres del
campo que vivían miserablemente en las ciudades. A partir de ese momento
las enseñanzas sociales, que existían desde el principio del cristianismo, se
ordenan de manera sistemática.

Las cartas sociales de otros pontífices tendrán la Rerum Novarum como


referencia. Entre las muchas encíclicas sociales, destacan además de la RN,
las de san Juan Pablo II: Laborem Exercens (90 años desde la Rerum
Novarum), Sollicitudo Rei Socialis y Centesimus Annus (100 años desde la
Rerum Novarum). Recientemente, el Papa Francisco se ha dirigido a los
cristianos con dos encíclicas de tema social: Laudato si' (2015) y Fratelli
Tutti (2020). Con el objeto de facilitar una búsqueda temática de los contenidos,
en los últimos años se escribió un Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia que puede servir como punto de referencia.

La Doctrina Social de la Iglesia no es una especie de política o de ideología. Su


competencia no se extiende a las cuestiones técnicas, ni propone sistemas de
organización social, que no pertenecen a su misión. Simplemente se limita al
ámbito moral y evangélico. Esta función la ejerce mediante un poder de
convicción, que respeta la laicidad de la vida pública. Por consiguiente, la
enseñanza social del Magisterio no obstaculiza la autonomía de las realidades
terrenas. Más bien, las interpreta para examinar su adecuación al espíritu
evangélico y orientar la conducta cristiana.

“Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar
la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre
los hombres sin impedimento alguno y dar su juicio moral, incluso sobre
materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos
fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y
solo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos,
según la diversidad de los tiempos y de las situaciones” (Gaudium et Spes, 76)
“En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misión distinta de la que
ejercen las autoridades políticas: ella se ocupa de los aspectos temporales del
bien común a causa de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin último. Se
esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenales y en
las relaciones socioeconómicas”. (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2420)

La doctrina social de la Iglesia opina en temas sociales, porque la salvación


ejercida por Cristo y consecuentemente, la misión de la Iglesia, alcanza al
hombre en toda su integridad, incluido el ámbito social. De hecho, el
cristianismo no puede ser restringido a meras devociones, sino que es ante
todo un modo de vivir en sociedad. El Papa Benedicto XVI afirma que la
doctrina social de la Iglesia responde a la dinámica de caridad recibida y
ofrecida y resume su función como el “anuncio de la verdad del amor de Cristo
en la sociedad”. (Caritas in veritate, n. 5)

El Papa Francisco explica la razón por la cual la Iglesia expresa su parecer en


los asuntos que afectan a la comunidad mundial (Discurso del Santo Padre al
cuerpo diplomático, 7 de enero de 2019), diciendo que es la misión espiritual
que Jesucristo dirigió a San Pedro y sus sucesores la que impulsa al Pontífice y
a la Santa Sede “a preocuparse por toda la familia humana y sus necesidades,
incluso en el ámbito material y social” y aclara que “la Santa Sede no busca
interferir en la vida de los estados”, sino que observa “las problemáticas que
afectan a la humanidad”, para “ponerse al servicio del bien de todo ser
humano” y “trabajar por favorecer la edificación de sociedades pacíficas y
reconciliadas”.

Por dicho motivo, la Iglesia no puede quedar al margen de las realidades


humanas y por eso interviene con su doctrina, para iluminar distintos aspectos
de la sociedad. La Iglesia desde su experiencia por el contacto con la gente y
los pueblos y desde su doctrina de fe apoyada en una profunda reflexión, es un
gran interlocutor, para defender y dar voz a los más débiles, a las naciones
pobres y al planeta amenazado por la crisis ecológica.

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