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RESUMEN: PRIMERA LEY DE LA TERMODINAMICA

HISTORIA:
El primer principio de termodinámica fue propuesto por Nicolás Leonard Sadi
Carnot en 1824, en su obra Reflexiones sobre la potencia motriz del fuego y sobre
las máquinas adecuadas para desarrollar esta potencia, en la que expuso los dos
primeros principios de termodinámica. Esta obra fue incomprendida por los
científicos de su época, y más tarde fue utilizada por Rudolf Clausius y Lord Kelvin
para formular, de una manera matemática, las bases de la termodinámica.

Durante la década de 1840, varios físicos entre los que se encontraban Joule,
Helmholtz y Meyer, fueron desarrollando esta ley. Sin embargo, fueron primero
Clausius en 1850 y Thomson (Lord Kelvin) un año después quienes escribieron los
primeros enunciados formales.

¿QUE ES LA PRIMERA LEY DE LA TERMODINAMICA?


La primera ley de la termodinámica es una generalización de la conservación de la
energía en los procesos térmicos. Se basa en la conclusión de Joule de que el
calor y la energía son equivalentes. Pero para llegar a ella hay que sortear algunas
trampas en el camino.

A partir de la conclusión de Joule podríamos caer en la tentación de llamar al calor


energía «interna» asociada con la temperatura. Podríamos entonces agregar calor
a las energías potencial y cinética de un sistema, y llamar a esta suma la energía
total, que es lo que conservaría. De hecho, esta solución funciona bien para una
gran variedad de fenómenos, incluyendo los experimentos de Joule. Los
problemas surgen con la idea de «contenido» de calor de un sistema. Por ejemplo,
cuando se calienta un sólido hasta su punto de fusión, una “entrada de calor”
adicional provoca la fusión, pero sin aumentar la temperatura. Con este sencillo
experimento vemos que considerar simplemente la energía térmica medida solo
por un aumento de temperatura como parte de la energía total de un sistema no
dará una ley general completa
En lugar de «calor», podemos usar el concepto de energía interna, esto es, una
energía en el sistema que puede tomar formas no directamente relacionadas con
la temperatura. Podemos entonces usar la palabra «calor» para referirnos
solamente a una transferencia de energía entre un sistema y su entorno. De forma
análoga, el término trabajo no lo utilizaremos para describir algo contenido en el
sistema, sino que describe una transferencia de energía de un sistema a otro.
Calor y trabajo son, pues, dos formas en las que la energía se transfiere, no
energías.

Estas definiciones no permiten una declaración simplista como “la entrada de calor
a un sistema aumenta su energía interna, y el trabajo hecho en un sistema
aumenta su energía mecánica”. La entrada de calor a un sistema puede tener
efectos distintos al aumento de la energía interna. En una máquina de vapor, por
ejemplo, la entrada de calor aumenta la energía mecánica del pistón. Del mismo
modo, el trabajo realizado en un sistema puede tener efectos distintos al aumento
de la energía mecánica. Al frotarnos las manos en un día frío, por ejemplo, el
trabajo que hacemos aumenta la energía interna de la piel de las manos lo que, en
este caso, se traduce en un aumento de la temperatura.

En resumen, una ley general de conservación de la energía debe incluir la


transferencia de energía como trabajo y la transferencia energía como calor.
Además, debe incluir el cambio en la energía total del sistema, pero no con una
parte «mecánica» y una parte «interna».

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