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PRINCIPALES ENFOQUES PARA EL ESTUDIO DE LOS MOVIMIENTOS Y EL

CAMBIO SOCIAL

INTRODUCCION:

Reflexión.
Teoría de las oportunidades. políticas.
Teoría de los nuevos. movimientos sociales.
Teoría de movilización de. recursos.

El enfoque de los nuevos


movimientos sociales incorpora así
elementos importantes a la

reflexión, tales como el énfasis en la

capacidad de la acción para

reorientar sentidos excluyentes, o el

papel de la identidad, resaltando su

potencial emancipador y el impacto

en los componentes culturales y

subjetivos de la sociedad.
Las condiciones de la situación política han afectado decisivamente el surgimiento
y desarrollo de la política.
El desarrollo de los movimientos sociales

Tomando como referencia el modelo de herramienta racional propuesto por


Olson2-, enfatizaron los recursos disponibles para grupos específicos
Logra metas comunes

Cuando las organizaciones de trabajadores declinaron y surgieron movimientos


como el ambientalismo, el pacifismo o el feminismo, su eje claro antes de clase o
ideología se centró en nuevos valores como la autonomía o la identidad.

DESARROLLO:

PRINCIPIOS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES:

En general, el término “movimiento social” ha sido empleado para explicar un


amplio espectro de acciones colectivas en distintos contextos sociales y políticos.
Esta heterogeneidad ha dado lugar a diferentes enfoques que enfatizan diversos
componentes de la acción colectiva. Si bien existen ya balances teóricos y
resúmenes exhaustivos que exponen las principales corrientes teóricas en el
estudio de los movimientos sociales1 vale citar a manera de balance, los enfoques
que han dominado la investigación desde las ciencias sociales y especialmente
desde la sociología.

Un primer lugar destaca la denominada “Teoría de la movilización de recursos”


(TMR) que surge a inicios de los ‘70 en los Estados Unidos. Entre sus principales
representantes se cuentan E. Zald y Mc Cathy (1977) quienes, tomando como
referente el modelo racional- instrumental planteado por Olson2-, ponen énfasis en
los recursos que dispone un determinado grupo para conseguir objetivos
comunes. Los movimientos sociales se definen, así como formas de acción
mediante las cuales los individuos excluidos del poder organizan los recursos
necesarios para movilizarse en pos de demandas compartidas. La satisfacción o
no de los objetivos comunes depende de la capacidad del movimiento para
acopiar recursos, constituir redes sociales y tejer alianzas, adquiriendo una mejor
posición para enfrentar a las elites políticas. Los movimientos sociales se hallan
inmersos en juegos estratégicos de cálculo instrumental en torno a las relaciones
de poder que inciden en su orientación política institucional y en su capacidad de
auto producirse a sí mismos, generando nuevos cursos de acción según se
disponga de más y mejores recursos.

Posteriormente, a fin de dotar a las explicaciones de este enfoque teórico un


marco contextual más amplio, se formula la “Teoría de oportunidades políticas”
(EOP) desarrollada por autores como Charles Tilly, Sydney Tarrow y Doug Mc
Adam, la cual, si bien comparte el enfoque racional instrumental de la TMS,
introduce la variable del contexto político. Mientras que para la TMR los
movimientos sociales se explican por su capacidad de gestionar recursos por sí
mismos, manteniéndose y auto produciéndose, en la Teoría de oportunidades
políticas son las condiciones del escenario político las que influyen decisivamente
en el surgimiento y desarrollo de un movimiento social. Elementos como las
relaciones de poder, la constitución de los partidos políticos o el carácter del
régimen, ya sea democrático o autoritario, definen estructuras de oportunidad que
favorecen o limitan la acción de los movimientos. Para Mc Adam (1996) la
estructura de oportunidad se define como el grado de probabilidad que tienen los
grupos de acceder e influir sobre el poder político, siendo tres los puntos
principales a tomarse en cuenta en su estudio: a) diferenciar oportunidades
políticas de otras clases de oportunidades (culturales, sociales etc.), b) tener en
cuenta las dimensiones que abarca la “estructura de oportunidad política y c)
considerar las diferentes posiciones que puede tomar la EOP en el análisis, ya sea
como variable independiente o variable dependiente.

El enfoque de oportunidades políticas ha sido utilizado con diversos énfasis. De un


lado se ha privilegiado estudiar el nivel institucional nacional, explicando cómo
cambios en las legislaciones o en la estructura estatal que influyen en la acción
colectiva y la formación de los movimientos sociales (Kitschelet, 1993). De otro
lado, el énfasis se ha colocado en los aspectos menos institucionalizados del
sistema, relacionados con situaciones de crisis que dan lugar a momentos de
conflictividad, tales como nuevos repertorios de protesta, cambios en la
configuración de las elites o la capacidad de respuesta del movimiento a las
políticas represivas implementadas por el Estado (Tarrow, 1997). Si bien la
propuesta de analizar los movimientos sociales a la luz del contexto político es un
aporte pertinente, puede también soslayar otros factores tales como la capacidad
del movimiento para generar nuevas condiciones que faciliten el surgimiento de
nuevos movimientos y el papel activo que juega la acción colectiva en la
reconfiguración de las elites políticas. La oportunidad política debe ser vista no
solo como lo que explica sino también como una variable dependiente explicada a
su vez por otros factores (Mc Adam, 1996). La EOP, además, comparte la idea de
que los movimientos sociales buscan incorporarse al sistema político, ámbito del
que por definición no son miembros, estableciendo relaciones de rivalidad o
complementariedad con los partidos según los intereses en común y las
condiciones políticas.

Los movimientos sociales se articulan en torno a dos claves fundamentales: la


percepción de una identidad compartida entre sus miembros y la organización
sistemática con proyección de futuro, todo orientado a intervenir de manera
concreta en la sociedad.

OBJETIVOS: Los movimientos sociales tienen como objetivo principal lograr un


cambio; son una acción colectiva de participación ciudadana en la cual se
expresan valores, creencias e ideologías.

El objetivo de los movimientos sociales es promover cambios en las estructuras


sociales y los valores que las legitiman, ya que dichas estructuras, por su
propensión a la estabilidad, tienden a naturalizar el estado de las cosas, lo que es
causa del estancamiento y la perpetuación de condiciones anacrónicas
generadoras de conflicto.

Eventualmente, puede ocurrir que un movimiento social se articule en contra del


cambio y no a favor. Esto pasa cuando las medidas implementadas por otros
actores sociales, casi siempre el gobierno, introducen cambios que amenazan en
algún grado el estilo de vida de una comunidad. En este caso, se habla de
movimientos de resistencia, término adoptado del ámbito militar.

CARACTERISTICAS: En términos generales, los movimientos sociales se


caracterizan por los siguientes elementos:

Surgen a partir de tensiones o conflictos estructurales en la sociedad;


sus integrantes comparten una identidad expresada en objetivos, ideas, creencias
e intereses compartidos;
se articulan en torno al principio de solidaridad colectiva;
crean redes de interacción con la comunidad;
creen en la participación colectiva como motor de cambio social o de intervención
social;
gozan de una cierta estabilidad organizativa;
con frecuencia sus estructuras son horizontales;
diseñan y desarrollan acciones colectivas coordinadas para el abordaje de
conflictos;
por norma, su relación con el poder es conflictiva;
sus intervenciones ocurren fuera del ámbito institucional. Por ello, se diferencian
de partidos políticos, sindicatos, grupos de interés y grupos de presión;
sus recursos predominantes son simbólicos (líderes y miembros emocionalmente
comprometidos, relatos alternativos, etc.) más que materiales.

ORIGEN O CAUSA: Existen muchas teorías respecto del origen de los


movimientos sociales. El modelo explicativo convencional lo atribuye a tres
variables: causas estructurales, causas coyunturales y detonantes.

Causas estructurales, es decir, tensiones que se generan en el marco de una


determinada sociedad, y que alimentan gradualmente la alienación, la frustración,
el resentimiento o la sensación de inseguridad e indefensión.
Causas coyunturales, es decir, crisis agudas que hacen evidente el estado de
malestar.
Detonantes, referidos a aquellos acontecimientos (promulgación de leyes,
alocuciones públicas, accidentes, eventos noticiosos, etc.) que colman la
capacidad de aguante y estimulan la necesidad de buscar alternativas.
La consolidación de los movimientos sociales, es decir, la real eficacia de estos
una vez constituidos, está relacionada a diversos factores. Veamos los principales.
Condiciones estructurales, esto es, crisis, acontecimientos detonantes, etc;
liderazgo comunitario, es decir, presencia de suficientes líderes sólidos que
animen y orienten el proyecto;
recursos materiales y organizativos.
CONCLUSION:

Cuando la noción de movimientos sociales se aborda como categoría analítica y


como
categoría crítica, se trasciende el enfoque descriptivo, apegado a lo
fenomenológico,
en el que los movimientos sociales se estudian como una categoría empírica. Este
enfoque no va más allá de una positivización de los movimientos sociales y de su
reducción a grupos identificables con límites definidos, como si los movimientos
sociales fueran cosas. El movimiento indígena, por tanto, constituye un todo
heterogéneo y dinámico, irreductible a las organizaciones o a las tendencias que
lo
conforman. Su historia refiere a continuidades y rupturas, a oscilaciones y a
etapas de
fortalecimiento, así como a etapas de declinación. Se trata de una historia que se
erige
sobre la propia temporalidad de la dominación y, por lo mismo, hace alusión a un
sujeto atravesado por la razón instrumental, de la cual busca emanciparse.
La categoría de movimientos sociales se abre y se torna crítica. Contra los
paradigmas tradicionales que ubican la acción colectiva dentro de un marco
sistémico, los movimientos sociales constituyen parte de la lucha de clases.
Dentro de
esta lucha, el sujeto se incorpora cuando logra interrumpir el continuum de la
historia
y es derrotado (conminado a seguir existiendo como cosa) cuando se prolonga o
se
restablece la temporalidad de la dominación.
En la historia del movimiento indígena, al periodo de incubación (1930 –1976),
durante el cual los procesos de cambio social empujaron a la sociedad indígena
en
dirección del proyecto de la modernidad – orientación sistemáticamente bloqueada
por los sectores conservadores oligárquicos –, sigue la constitución de un sujeto
colectivo antagónico, que persigue la nacionalización desde abajo del Estado
guatemalteco. Se trataba, por lo tanto, de un proyecto de transformación de las
estructuras excluyentes heredadas de la colonia. Esta apuesta del movimiento
indígena debe mucho al CUC, mediación sin la cual habría sido imposible
establecer
el vínculo entre un movimiento discreto por el cual el mundo indígena pretendía
sumarse al proyecto de la ideología liberal, y un movimiento de insubordinación,
José Vicente Quino González
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dispuesto a trastocar el orden establecido, el mismo orden que había impedido
consumar el programa liberal.

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