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Masas de Aire y Frentes Meteorología

MASAS DE AIRE Y FRENTES


8.1 Masas de Aire

En el mundo de la meteorología, los conceptos de “masa de aire” y de “frente” fueron


introducidos en el primer tercio del siglo XX por científicos noruegos (T. Bergeron, J. Bjerknes
y H. Solberg) cuyos trabajos, con el transcurso de los años, fueron conocidos como los trabajos
de la Escuela Noruega o Bergen School of Meteorology.

Figura 8.1. La Escuela Noruega de Meteorología (Bergen School of Meteorology) estuvo


formada, entre otros, por (de izquierda a derecha): T. Bergeron, H. Solberg, V. Bjerknes,
Sverdrup, J. Bjerknes, Sv. Petterssen, C. Godske.

¿Qué es una masa de aire? Como su propio nombre indica, una masa de aire es una enorme
extensión de aire cuyas propiedades físicas, sobre todo su temperatura y su humedad, se
mantienen más o menos uniformes en los sucesivos estratos horizontales (o paralelos al geoide)
en que podemos dividir dicha masa. Cuando decimos que es una enorme extensión de aire, nos
estamos refiriendo a que, en sentido horizontal, ocupa miles e incluso millones de kilómetros
cuadrados, mientras que en dirección vertical puede alcanzar hasta la cima de la troposfera. El
mérito de la escuela noruega fue, precisamente, comprender que la atmósfera estaba formada
por masas de aire con propiedades físicas diferentes y que, de alguna forma, en el transcurso
del tiempo mantenían su propia identidad en mayor o menor medida.
La pregunta que cabría hacerse a continuación sería dónde se forman estas masas de aire.
Para responderla debemos considerar todo lo relativo a la “circulación atmosférica”, la cual ya
fue estudiada en parte en el tema anterior y en el dedicado a la presión atmosférica. En efecto,
sabemos que alrededor de los treinta grados de latitud Norte y Sur, suelen existir a lo largo del
año una serie de células anticiclónicas, en las cuales el aire gira muy lentamente (concretamente,

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en el hemisferio Norte, lo hace en el mismo sentido que las agujas del reloj). Dichas células se
distribuyen a lo largo de una banda que, más o menos, posee la misma latitud en el hemisferio
Sur, donde predomina la superficie oceánica frente a la terrestre. En el hemisferio Norte, la
distribución de mares y continentes propicia una deformación geométrica importante de las
superficies isobáricas, haciendo que las células anticiclónicas sobre los océanos Atlántico y
Pacífico no tengan la misma latitud que las células formadas sobre los continentes americano y
euroasiático. En cualquier caso, podemos responder a la pregunta anterior diciendo que las
células anticiclónicas son las regiones donde se generan las diferentes masas de aire, por este
motivo también reciben el nombre de regiones manantiales. La porción de atmósfera que
comprende una determinada masa de aire se caracteriza porque, en ella, las superficies
isobáricas e isotérmicas son paralelas entre sí, razón ésta por la cual se suele decir que dicha
atmósfera es barotrópica. Por otra parte, estas regiones manantiales, en lo que a la presión se
refiere, también se caracterizan porque constituyen sistemas isobáricos casi estacionarios.

8.2 Clasificación de las Masas de Aire

Nos hemos referido a la temperatura y a la humedad como propiedades físicas


fundamentales que sirven para caracterizar las diferentes clases de masas de aire. Por otra parte,
es fácil comprender que los valores que adquieren estas propiedades en el interior de una
determinada masa de aire, van a estar estrechamente ligados a la naturaleza de la superficie
terrestre sobre la cual descanse la correspondiente célula anticiclónica. Recordemos que, en un
plano horizontal, los valores de temperatura y de humedad permanecen prácticamente
constantes o si varían lo hacen de una manera ligera, mientras que, en un corte vertical, tanto
las isobaras como las isotermas son superficies paralelas entre sí (atmósfera barotrópica). Pues
bien, atendiendo a la temperatura, como una de las características físicas fundamentales de las
masas de aire, estas se clasifican en: masas de aire ecuatorial, tropical, masas de aire polar y
masas de aire ártico. Igualmente, atendiendo ahora al contenido de vapor de agua, las masas de
aire se clasifican en: masas de aire continental y masas de aire marítimo. Por lo tanto, la
combinación de las dos clasificaciones anteriores, nos proporciona una clasificación general de
las diferentes masas de aire que pueden existir en la atmósfera. La tabla siguiente muestra esta
clasificación.

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8. Masas de Aire y Frentes Meteorología

Tabla 8.1. Masas de aire.


Símbolo Denominación
cAA Continental Antártico
cA Continental Ártico
Masas de aire frío mA Marítimo ártico
cP Continental polar
mP Marítimo polar
mT Marítimo tropical
Masas de aire cálido cT Continental tropical
mE Marítimo ecuatorial

Y la Figura 8.2 indica su localización en el planeta.

Figura 8.2. Localización de las masas de aire.

8.3 Regiones Manantiales en el Hemisferio Norte

Siguiendo la clasificación dada en la Tabla 8.1, vamos a estudiar los diferentes manantiales
de masas de aire, así como su situación geográfica, en nuestro hemisferio. Para el hemisferio
sur se obtiene exactamente lo mismo. Las figuras 4.13 y 4.14 muestran estas regiones
manantiales en los meses de invierno y verano, respectivamente. Estas masas son:

1) El anticiclón que, casi de forma perenne, puede observarse en la cuenca ártica, dando
lugar a una masa de aire ártico cuya temperatura oscila entre los –55 y –35 ºC, mientras
que su humedad específica lo hace entre 0,05 y 0,2 g/kg. Se trata, por lo tanto, de una masa

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de aire muy fría, muy seca y muy estable. En verano permanece esta región manantial,
aunque tanto su extensión como su espesor disminuyen en gran medida; concretamente,
queda limitada a la zona inmediata que rodea al polo Norte.
2) Durante el invierno, sobre Siberia y Canadá se suelen formar sendas células
anticiclónicas, que dan lugar a masas de aire continental polar, con temperaturas que
oscilan entre los –35 y –20 ºC y humedades específicas que van de los 0.2 a los 0.6 g/kg,
por lo tanto, son masas de aire frío, seco y estable. No obstante, el calentamiento que
experimenta la tierra durante el verano, hace que dichas células desaparezcan
prácticamente de ambas regiones.
3) Por encima de los 45 grados de latitud Norte, se suelen formar sobre los océanos
Atlántico y Pacífico, masas de aire polar marítimo, cuyas temperaturas suelen oscilar entre
los 0 y 10 ºC en invierno, y entre los 2 y 14 ºC en verano, mientras que la humedad
específica lo hace entre los 3 y 8 g/kg en invierno, y entre los 5 y 10 g/kg en verano. En
cualquier caso, podemos considerar que se trata de una masa de aire fresco, húmedo e
inestable.
4) Los manantiales de masas de aire cálido están situados en las células subtropicales de
alta presión. No obstante, debemos recordar, una vez más, que las características físicas de
las correspondientes masas de aire pueden ser muy diferentes entre ellas, ya que depende
de la naturaleza de la superficie sobre la cual se encuentra la célula. Así, por ejemplo, si el
centro de altas presiones se encuentra sobre el océano, como es el caso del anticiclón de
las Azores, originará una masa de aire tropical marítimo con temperaturas en la capa
inferior que pueden oscilar entre los 5 y 20 ºC en invierno y entre los 15 y 25 ºC en verano,
mientras que la humedad específica está siempre por encima de los diez gramos de vapor
por kilogramo de aire húmedo. Se trata por lo tanto de una masa de aire cálido, húmedo y
de estabilidad variable. No ocurre lo mismo con una masa de aire tropical continental, como
es la que se origina en el anticiclón del Norte de África, que suele ser una masa muy cálida
(con temperaturas medias en la capa inferior que oscilan entre los 25 y 35 ºC), seca
(humedades específicas siempre por debajo de 1 gramo por kilogramo), así como inestable
debido al fuerte calentamiento que experimentan las capas bajas del aire durante el día.

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8.4 Cambios que Pueden Experimentar las Masas de Aire

Recordemos brevemente qué ocurre en una célula anticiclónica (ver apartados 4.9 y
siguientes); sabemos que el aire fluye hacia el centro del anticiclón en las capas altas de la
atmósfera, mientras que diverge en las capas bajas. Evidentemente, entre ambos flujos se
produce un movimiento descendente a gran escala que se conoce como movimiento de
subsidencia. Pues bien, el flujo divergente que tiene lugar en las capas bajas de la atmósfera
supone un movimiento lento de las partículas de aire, que las alejan de la región manantial.
Precisamente, gracias a esa lentitud, la masa de aire adquiere unos valores más o menos
uniformes en lo que a sus propiedades físicas se refiere, que sirven para caracterizar el tipo de
masa de aire; no obstante, conforme se aleja del centro de las altas presiones, nuestro sistema
puede sufrir interacciones con la superficie del suelo sobre la cual esté deslizando, lo que, a su
vez, implica intercambios de energía térmica y de humedad. De esta manera, la masa de aire
sufre transformaciones que se traducen en cambios de sus propiedades físicas. Con frecuencia,
los mecanismos que intervienen en estas transformaciones suelen dividirse en “termodinámicos
y dinámicos”, aunque esta división responde más a una cuestión puramente didáctica que real.
En cualquier caso, comentaremos brevemente algunos de estos mecanismos.

8.4.1 Cambios termodinámicos

Supongamos una masa de aire polar continental que se dirige hacia latitudes más bajas;
esto implica que la temperatura del terreno, sobre el cual se está deslizando, será mayor que la
del aire. Es evidente que las capas bajas de la masa de aire se van a calentar al entrar en contacto
con este terreno; ese calentamiento modifica la curva de estado del aire hasta que su gradiente
térmico vertical pasa a tener un valor mayor que el correspondiente al gradiente adiabático seco.
En ese momento, la masa de aire se hace inestable y, en su seno, se desarrollan movimientos
convectivos que favorecen la mezcla de sus propiedades. Obsérvese que, en estas condiciones,
la atmósfera correspondiente a esta masa de aire, deja de ser barotrópica para convertirse en
una atmósfera moderadamente baroclina, es decir, una atmósfera en la cual las superficies
isobáricas e isotérmicas se cortan entre sí.
Otra situación diferente puede darse cuando una masa de aire tropical se desplaza hacia
latitudes más altas, donde la temperatura del terreno es inferior. En este caso, el enfriamiento
que experimenta las capas bajas favorece también un cambio en la curva de estado del aire, sólo
que, ahora, dicho cambio implica una disminución del gradiente térmico vertical que, incluso,

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puede llegar a hacerse negativo, originándose una inversión térmica. Recordemos que una
situación de esta naturaleza implica ausencia total de movimiento convectivos, por lo tanto, los
cambios que puedan producirse en las propiedades físicas de la masa de aire, quedan limitados
a sus capas más bajas, es decir, aquellas que están bajo la influencia de la superficie del terreno,
mientras que las que están por encima no sufren modificación alguna.
Razonamientos similares podríamos realizar considerando la otra propiedad física, es decir
al contenido de vapor de agua. Recordemos que una masa de aire húmedo es más ligera que
una masa similar de aire seco a la misma temperatura. En cualquier caso, tanto los procesos de
evaporación como los de condensación implican, a su vez, cambios de temperatura en el
sistema, de manera que, en cada caso, será necesario realizar un estudio termodinámico riguroso
para conocer qué tipo de transformaciones están teniendo lugar en el interior de la masa de aire
y, así, poder concluir si se van a favorecer o no situaciones de inestabilidad atmosférica.

8.4.2 Cambios dinámicos

Otro tipo de mecanismos que pueden propiciar cambios en las propiedades físicas de las
masas de aire surgen de procesos de mezcla o de variaciones de presión que van asociados al
movimiento de la masa de aire. Así, por ejemplo, podemos suponer una masa de aire que, de
estar deslizándose sobre una superficie más o menos lisa, pasa a deslizarse por otra mucho más
rugosa, donde la fuerza de rozamiento intensifica fenómenos de turbulencia que favorecen
cambios en sus propiedades físicas, al menos en los niveles bajos de la atmósfera.
Finalmente, comentaremos otra situación que surge cuando una masa de aire se ve forzada
a salvar un accidente geográfico (montaña o cordillera), ya que, en este caso, al ascender (o
descender) la masa de aire, experimenta procesos adiabáticos que implican cambios de
temperatura y, en ocasiones, procesos de condensación y precipitación que, obviamente,
modifican sus propiedades físicas. No podemos ignorar que, aunque estas transformaciones
adiabáticas son, fundamentalmente, de naturaleza termodinámica, el origen último de estos
procesos (el desplazamiento de la masa de aire) es de tipo mecánico.
Podríamos describir otros mecanismos, aunque, en cualquier caso, las transformaciones
reales que tienen lugar en el interior de las masas de aire es el resultado de procesos
termodinámicos y dinámicos que suceden de manera simultánea y, por lo tanto, de mayor
complejidad. Esto quiere decir, que si queremos estudiar a fondo los procesos que originan
cambios en las propiedades de las masas de aire, será necesario tener en cuenta todos los
factores, tanto internos como externos, que intervienen en dichos procesos.

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8.5 Frentes

Tal y como se ha mencionado más arriba, la escuela noruega fue la que comprobó la
existencia real de un frente atmosférico; pero, ¿qué es exactamente? Podríamos definir un frente
como la zona de transición que hay entre dos masas de aire de diferente naturaleza. Dicha zona
se caracteriza porque, en ella, las superficies isobáricas e isotérmicas se cortan entre sí
(atmósfera baroclina); además, suele tener un espesor que oscila entre 50 y 200 kilómetros y
una altura que va desde unos pocos kilómetros hasta la cima de la troposfera. En la Figura 8.3
se representa un frente de manera esquemática.

Figura 8.3. Esquema de un frente.

Cuando dos masas de aire distintas, por ejemplo, una masa de aire tropical y otra polar, se
enfrentan entre sí pueden darse dos situaciones: una es que la masa cálida avance sobre la masa
fría, en cuyo caso diremos que se ha generado un frente cálido; la otra es que sea la masa fría
la que avanza y desplaza a la cálida, en cuyo caso hablaremos de un frente frío. A continuación,
comentaremos brevemente las características de cada uno de estos frentes.

8.5.1 Frente cálido

Acabamos de mencionar que un frente cálido se genera cuando, por ejemplo, una masa de
aire tropical empuja en su movimiento de traslación a otra masa de aire polar que tiende a
retirarse; ahora bien, como el aire frío tiene una densidad mayor, el efecto que produce el

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choque entre las dos masas de aire es el de una cuña de aire frío por cuyo plano inclinado
asciende el aire cálido (Figura 8.4). La pendiente de dicho plano oscila entre 1/200 y 1/400. Por
lo general, este aire cálido suele ser también húmedo, de manera que, cuando asciende por la
rampa, se enfría adiabáticamente hasta que se producen fenómenos de condensación y
precipitación. Así, por ejemplo, un observador situado dentro de la masa fría y que detecta la
aproximación de un frente cálido, podría describir la sucesión de fenómenos que observa de la
siguiente manera:

Figura 8.4. Frente cálido.

- Detecta en el cielo la formación de cirros que, como sabemos, son nubes altas formadas
por cristales microscópicos de hielo, y con formas que recuerdan hojas de palmeras, plumas
de ave o uñas de gato. Estas nubes se forman por encima de los seis mil metros de altura y
son una consecuencia del fuerte enfriamiento que experimenta el aire cálido y húmedo al
subir por la rampa que forma el aire frío.
- Poco después, ve como esos cirros se van espesando formando un velo blanquecino que
permite detectar la posición del Sol o de la Luna por el brillo que producen en el velo y
porque, con frecuencia, se forma el clásico halo alrededor del astro. Este velo blanquecino
también está formado por cristales microscópicos de hielo y son nubes del tipo cirrostratos.
- Posteriormente, observa cómo las nubes continúan espesándose dándole al cielo un
aspecto grisáceo. Son nubes del tipo altostrato que están formadas por gotitas de agua y
cuya altura oscila entre los 2500 y los 5000 metros. Con frecuencia, con la llegada de este
tipo de nubes suele comenzar una llovizna ligera.

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- Finalmente, la masa de nubes continúa aumentando de aspecto grisáceo siguen


espesándose al mismo tiempo que desciende su altitud hasta que aparecen nubes bajas del
tipo nimbostrato, que también son nubes de aspecto grisáceo que con frecuencia van
acompañadas de otras más oscuras que se forman por debajo y que suelen llamarse
fractostratos. Por lo general, ambos tipos de nubes suelen producir una lluvia continua y
persistente que empapa bien el terreno, pero sin producir escorrentías superficiales. Cuando
se alcanza esta situación, nos encontramos en los últimos estadios del frente cálido ya que,
cuando todo él ha pasado por encima del observador, la lluvia cesa, comienza a abrirse
claros en el cielo y se ven nubes del tipo estratocúmulo que poco a poco se van disipando,
mientras que la temperatura ambiente ha aumentado sensiblemente y la visibilidad ha
disminuido.
Si la componente del viento perpendicular al frente crece con la altura el frente será activo,
puesto que ayudará a ascender al aire cálido el hecho de que en altura exista una fuerte corriente
que haga de efecto Venturi. Si por el contrario la componente del viento perpendicular al frente
decrece con la altura, el frente será poco activo. Por tanto, en el caso del frente cálido activo las
isohipsas a 500 mb tenderán a ser perpendiculares al frente para que la componente
perpendicular sea fuerte, ocurriendo lo contrario para el frente cálido pasivo o poco activo, es
decir las isohipsas tenderán a ser paralelas al frente.

8.5.2 Frente frío

Vamos a proceder de una forma similar, para describir la sucesión de fenómenos que se
observan al paso de un frente frío. En este caso es la masa fría la que se mueve empujando a
una masa de aire cálido que, como tiene menos densidad, es desplazado hacia arriba con
violencia (Figura 8.5), dando lugar a una pendiente que oscila entre 1/50 y 1/100. En este caso,
el observador está situado en la masa cálida y ve aproximarse al frente frío. Los fenómenos que
observa los podría describir de la siguiente manera:
- Detecta a lo lejos una especie de murallón de nubes de tipo cumuliforme, es decir nubes
de desarrollo vertical como los cúmulos y los cumulonimbos; esta últimas pueden alcanzar
hasta la cima de la troposfera. Como ya sabemos, este tipo de nubes se caracterizan porque
en su interior se producen grandes turbulencias. Por otra parte, son nubes que están
formadas por gotitas de agua en la parte inferior y por cristales microscópicos de hielo en
su parte superior.

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- Conforme se acerca el murallón, el día se va oscureciendo hasta que adquiere un color


negruzco, que coincide con el momento en que las nubes están encima de nosotros. Al paso
de un frente frío suelen producirse vientos fuertes y racheados; la precipitación es en forma
de chubascos, aguaceros o granizo y, a veces, va acompañada de tormenta. Así pues, en un
frente frío se produce lluvias intensas, aunque de corta duración, pero que suelen formar
escorrentía superficial. Por otra parte, la temperatura ambiental desciende sensiblemente a
su paso y la visibilidad aumenta al penetrar la masa de aire frío. Si la componente del viento
perpendicular al frente crece con la altura el frente será poco activo, puesto que no dejará
ascender al aire cálido fácilmente. Si por el contrario la componente del viento
perpendicular al frente decrece con la altura, el frente será activo. En el caso del frente frío
activo las isohipsas a 500 mb tenderán a ser paralelas al frente para que la componente
perpendicular sea débil, ocurriendo lo contrario para el frente frío pasivo o poco activo, es
decir las isohipsas tenderán a ser perpendiculares al frente.

Figura 8.5. Frente frío.

- Cuando pasa el frente, circunstancia esta que suele producirse una o dos horas después de
haber divisado el murallón de nubes, la lluvia cesa y comienza a abrirse entre los cúmulos
claros en el cielo que, cada vez son mayores hasta que, prácticamente desaparecen las
nubes. Durante ese proceso el viento ha ido amainando y, al final, nos encontramos con
una atmósfera limpia y transparente.
Obsérvese que todas las nubes que acompañan a un frente cálido llevan el término
“estrato”, mientras que las nubes asociadas a un frente frío son, en general, del tipo “cúmulo”.
Esta diferencia no es casual, ya que, tal y como hemos descrito, los fenómenos que acompañan

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a un frente cálido suelen ser suaves, continuos y sin violencia, debido a que el aire cálido
asciende lentamente, deslizándose por la rampa que forma el aire frío. No ocurre así en un frente
frío, donde los fenómenos que le acompaña son violentos como consecuencia de las
turbulencias y los fuertes movimientos convectivos que experimenta la masa de aire cálido.

8.5.3 Frente polar

Los frentes que acabamos de describir se caracterizan por su movilidad; sin embargo, existe
otro tipo de frentes que se podrían considerar “estacionarios”, ya que su posición no cambia de
un día para otro. Estos frentes, como los anteriores, son regiones de transición entre dos masas
de aire con características físicas diferentes, sólo que, en este caso, ninguna masa empuja a la
otra, razón por la cual se suele decir que es un frente inactivo. Dentro de este tipo de frentes,
adquiere una especial significación el “frente polar” por sus implicaciones en la génesis de las
depresiones frontales, que estudiaremos en el siguiente apartado.
¿Qué es el frente polar? Volviendo a las figuras 1.43 y 1.44, observamos en ellas los
diferentes tipos de masas de aire que podemos identificar en nuestro hemisferio, (por supuesto
que un estudio similar podríamos haber realizado en relación con el hemisferio sur); es fácil
darse cuenta de que por encima de los cincuenta o sesenta grados de latitud Norte, todas las
masas de aire que rodean la Tierra son masas polares, bien continentales o bien marítimas. Por
el contrario, por debajo de estas latitudes, las masas que observamos son siempre de origen
tropical. La frontera entre ambos tipos de masas (polares y tropicales) es lo que constituye el
frente polar; se trata por lo tanto de una región de transición baroclina que rodea a la Tierra y
que se eleva hasta la cima de la troposfera; por otra parte, la superficie definida por esta frontera
está inclinada hacia la masa polar, con una pendiente aproximada de un 1/100. La posición del
frente polar varía a lo largo del año, de manera que, en los meses de invierno, suele localizarse
en latitudes más bajas (generalmente entre los 40 y los 50 grados), mientras que en los meses
de verano suele estar por encima de los 60 grados. En definitiva, podemos decir que el “frente
polar” es una zona de convergencia, en la cual, al Norte de ella se registran vientos del Este,
mientras que al Sur se producen vientos del Oeste.
Por supuesto que en el hemisferio Sur también existe un frente polar y que estos no son los
únicos frentes estacionarios que podemos identificar en la Atmósfera.

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8.6 Depresiones Frontales.

Si la superficie terrestre fuese uniforme, probablemente el frente polar no sufriría cambios


en su estructura geométrica, pero debido a la distribución de tierras y mares, y las fuerzas de
inercia debido a la rotación de la Tierra, se producen diferencias de temperatura y de presión
entre masas tropicales situadas sobre los continentes y sobre los océanos, situación ésta que, a
su vez, ocasionan perturbaciones en los sistemas de vientos y, por lo tanto, fluctuaciones del
frente polar. Pues bien, estas fluctuaciones pueden ser el origen de lo que se conoce como
“depresión frontal” y que, a continuación, vamos a describir.

Figura 8.6. Etapas de formación y desarrollo de una depresión frontal (o borrasca).

La Figura 8.6 muestra las diferentes etapas de formación y desarrollo de una depresión
frontal (o borrasca). En ella se puede observar:
A) cómo inicialmente se tiene el frente polar inactivo, con vientos del Este por el Norte y
vientos del Oeste por el Sur. Este frente polar lo podríamos imaginar como una especia de
“membrana elástica” que experimenta ondulaciones debidas a las fluctuaciones
mencionadas anteriormente. Pues bien, en ocasiones, “el vértice o cresta” de una de estas
oscilaciones puede convertirse en el origen de una borrasca frontal. Para ello es necesario
que la longitud de dicha oscilación esté comprendida entre 500 y 1500 millas. En efecto,

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el vértice se convierte en un centro de bajas presiones que, a su vez es el origen de la


borrasca, motivo, por el cual, a esta etapa se le conoce con el nombre de ciclogénesis.
B) Una vez originado el centro de bajas presiones, la masa de aire tropical tiende a
introducirse en la zona ocupada por la masa polar, dando lugar a la aparición de un frente
cálido. Mientras tanto, por el lado opuesto, la masa de aire polar tiende a penetrar en la
zona ocupada por la masa tropical, originando un frente frío. Para ello es necesaria la
existencia de una vaguada en las capas altas (500 mb), cuyos vientos transmiten su energía
a las capas bajas, permitiendo que sea este aire frío el que suministre la energía necesaria
para que la borrasca, con sus dos frentes asociados, se desarrolle. A esta etapa se le conoce
con el nombre de frontogénesis. Es obvio que las áreas geográficas situadas por debajo de
los frentes coinciden con las zonas en las que se están produciendo precipitaciones.
C) El frente frío avanza más rápido que el frente cálido, de manera que llegará un momento
en que el primero alcanzará al segundo, formándose un nuevo tipo de frente, que no hemos
mencionado anteriormente, y que recibe el nombre de frente ocluido. Obsérvese que, en el
momento que se forma el frente ocluido, la masa de aire polar que avanza por detrás del
frente frío alcanza al aire frío que está por delante del frente cálido. Esto quiere decir que,
una vez que se ha formado el frente ocluido, en las capas bajas de la atmósfera sólo hay
aire frío que gira en el sentido contrario a las agujas del reloj, mientras que el aire cálido
es desplazado cada vez más arriba, girando en el mismo sentido, pero ocupando las capas
superiores de la atmósfera. Al final los frentes desaparecen y sólo queda una masa de aire
girando en sentido contrario a las agujas del reloj con aire frío junto al suelo y aire cálido
en altura. A esta etapa de oclusión y desaparición de la borrasca se le conoce con el nombre
de frontolisis.
Si analizamos las etapas que acabamos de describir, desde un punto de vista físico, es fácil
darse cuenta que, cuando se origina la borrasca, el centro de gravedad de la masa de aire frío se
encuentra a una altura superior que al final del proceso; esto quiere decir que, durante todo el
desarrollo del mismo, se produce una pérdida de energía potencial que se transforma,
inicialmente, en energía cinética de rotación hasta que, finalmente, se disipa en forma de calor
por el rozamiento interno.

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Figura 8.7. Frentes ocluidos.

Hemos dicho que una borrasca frontal tiene dos frentes (uno frío y otro cálido) en sus etapas
iniciales, mientras que al final sólo tiene un frente ocluido, delante del cual hay aire polar (es
decir, el que precedía al frente cálido) y detrás también (el que empujaba al frente frío), mientras
que el aire cálido va siendo desplazado hacia las capas altas de la atmósfera. Pues bien, a pesar
de existir aire polar a ambos lados del frente ocluido, la temperatura no tiene por qué ser la
misma, ya que cada una de estas masas polares han seguido procesos termodinámicos diferentes
durante el desarrollo de la borrasca. Así, en este contexto, nosotros podemos distinguir dos
situaciones diferentes (Figura 8.7). Una de ellas es que el aire frío que hay por delante del frente
ocluido tenga una temperatura inferior al del aire que viene por detrás; en este caso diremos que
estamos en presencia de un frente ocluido cálido. La otra situación es que la temperatura del
aire frío que está por detrás del frente ocluido sea inferior al del aire que tiene por delante; en
este caso diremos que se trata de un frente ocluido frío.
En el caso de oclusión de frente frío, el tiempo asociado será parecido al de frente frío, pero
más atenuado, dependiendo naturalmente de la diferencia entre ambas masas frías, en donde
ahora a la fría anterior se la considera cálida. En el caso de oclusión de frente cálido, el tiempo
asociado será parecido al de frente cálido, pero más atenuado, dependiendo igual que
anteriormente de la diferencia entre ambas masas frías, en donde ahora a la fría posterior se la
considera cálida.
Bajo determinadas condiciones la borrasca puede regenerarse a pesar de estar ocluida. Esto
ocurre cuando una masa de aire extremadamente frío afluye a la parte posterior de la misma.
Se crea entonces un frente secundario de carácter frío, que dependiendo de la discontinuidad
que pueda crear puede ser tan fuerte como el primitivo frente frío. En condiciones isobáricas
favorables para ello, el frente secundario puede ser de carácter cálido.

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