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Es por la noche, hora de irse a la cama.

Héctor se lava los dientes y se pone el pijama.

El reloj marca la hora, son ya las ocho.


¡Corre a acostarte, no hay tiempo ni de un bizcocho!

Héctor cierra sus cortinas y apaga la luz.


Se acurruca bajo su manta de color azul,

Pero justo cuando ya se está quedando dormido…


¡Su camita despega haciendo un tremendo ruido!

Con un silbido agudo salen por la ventana, zumbando,


Y enseguida su cuarto y su casa se van alejando.

Se eleva entre las nubes y el oscuro cielo estrellado


Y en un abrir y cerrar de ojos al espacio han llegado.
–¡La Tierra llamando a Héctor! ¿Hay alguien escuchando?
La radio suena y pide al niño que tome el mando.

–Alto y claro les escucho, esperando instrucciones.


Quiero saber mi misión y seguir sus direcciones.

–Encuentra el Sol; ¡se ha marchado del cielo!


Desapareció completamente y no tenemos consuelo.

–Está bien –acepta Héctor como si fuera normal.–


Iré en busca del Sol en mi cama espacial.
–¿Qué es eso allá adelante?

Héctor clava su mirada, muy tieso


Tiene montañas y cráteres
En una forma pálida y redonda que ¡parece un queso!

y un polvo gris extraordinario;

¿Podría esto ser el sol que vemos a diario?


–¡Qué va! –riendo, Héctor exclama–
¡Yo sé lo que es! –dice en pie sobre la cama.

–No hay duda: ¡esa esfera es la LUNA!


La veo cada noche brillando en las alturas.

–¡Debemos encontrar al Sol! –ordena Héctor con emoción–


Antes de volver volando a mi habitación.

No debo rendirme: es la misión de este vuelo


Seguiré buscando y buscando al Sol por el cielo.
–¿Qué es eso allá adelante?

Héctor observa con ojos bien abiertos


Brillan y destellan;
Unas formas centelleantes a lo lejos en el cielo.

resplandecen con luz blanca.

¿Podría ser el Sol que buscamos con tantas ganas?


–¡Claro que no! –ríe Héctor guiñando un ojo.–
Yo sé lo que son esos diamantes misteriosos.

– Esos bellos puntos del espacio son ESTRELLAS:


¡No me queda duda alguna de que lo sean!

–¡Debemos encontrar al Sol! –ordena Héctor con emoción–


Antes de volver volando a mi habitación.

Debo seguir buscando, aunque sea duro.


Si lo intento lo conseguiré seguro.
–¿Qué es eso allá adelante?

Héctor se pone de puntillas


Para admirar una inmensa forma: es roja y brilla.

Tiene montañas y valles

y desiertos muy secos;

¿Podría esto ser el Sol que se ha marchado del cielo?


–No puede ser –afirma Héctor rascándose la cabeza.–
Yo sé lo que es eso: redondo y con roja tierra.

¡Está muy claro que ese planeta es MARTE!


Está una órbita más allá del nuestro, ¡interesante!

–¡Debemos encontrar al Sol! –ordena Héctor con emoción–


Antes de volver volando a mi habitación.
Esta misión es difícil; es una prueba muy dura
Pero si lo he intentado entonces he hecho lo mejor sin duda.
Justo entonces, Héctor se gira para mirar a la Tierra, y

¿QUÉ
ES LO
QUE VE?
El planeta se mueve: ¡gira sobre sí mismo!
¡Rota lentamente sin hacer ningún ruido!

Héctor se vuelve a ver dónde fue su habitación… ¿Y qué es lo que encuentra? ¡Descubre…
–No es el Sol lo que se mueve, ¡sino que es la Tierra!
Héctor abre mucho los ojos mientras a su cama se aferra.

…EL SOL!

–Cuando llega la noche vemos la Luna en el cielo;


Durante el día sin embargo es el Sol lo que vemos.
–¡Sabía que podía conseguirlo si lo intentaba!–exclama Su misión completada, el misterio resuelto,
Héctor con una gran sonrisa en la cara. Héctor se siente de repente agotado, por cierto.

–No me rendí y no dejé de intentarlo. Su cama vuela mientras se arrebuja en las mantas
¡Así encontré el Sol! –grita Héctor muy alto. Quedándose dormido en su regreso a casa.
Sobrevuela su país, su ciudad, y su calle
Hasta entrar por la ventana, y terminar su viaje.

Con un pequeño crujido, muy quedito, muy despacio,


Así termina este
viaje
por
el espacio.

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