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PSICOLOGÍA

DE LA
EXCEPCIONALIDAD
NUESTRO DEBER HACIA LOS
DESAFORTUNADOS
PRESENTADO POR: HEBERTH ANTONY MAMANI
POCCOHUANCA
NUESTRO DEBER
HACIA LOS
DESAFORTUNADOS
He visto en la providencia de Dios que viudas, huérfanos, ciegos, sordos, cojos y afligidos han sido colocados
en una estrecha relación cristiana multiplicada por su iglesia.
Dos principios importantes de la ley de Dios son el sublime amor de Dios y el amor desinteresado al prójimo.
Cristo explicó al intérprete de la ley quién era su prójimo en la ilustración del hombre que viajaba de Jerusalén
a Jericó y que cayó en manos de ladrones, y a quien le robaron, lo golpearon y lo dejaron medio muerto. Hay
algunos en la iglesia que profesan estar guardando la Ley de Jehová, pero que son transgresores de esa Ley.
Son hombres que no disciernen sus propios defectos. Poseen un espíritu egoísta, mezquino y ciegan sus ojos
a su pecado de codicia, que la Biblia define como idolatría.
Quisiera que todos pudiéramos ver como Dios ve. Quisiera que todos pudiéramos comprender cómo Dios
mira a esos hombres que profesan ser seguidores de Cristo, y que tienen la bendición de la vista y la ventaja
de poseer recursos, y que sin embargo envidian la pequeña prosperidad que disfruta un pobre ciego, y
quisieran beneficiarse, aumentar su reserva de recursos, a expensas de su hermano afligido. Si bien Dios es
amigo del ciego y el desdichado, no excusa sus pecados. Les requiere que venzan y perfeccionen un carácter
cristiano en el nombre de Jesús, quien obtuvo la victoria en su favor. Pero Jesús se compadece de nuestras
debilidades y está listo para dar fuerzas a fin de soportar las pruebas y resistir las tentaciones de Satanás, si
echamos todas nuestras cargas sobre él. Se envía a ángeles para ministrar a los hijos de Dios que son
físicamente ciegos.
Se me mostró que Dios requiere de su pueblo que sean mucho más compasivos y considerados hacia los
infortunados que lo que son “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Santiago 1:27. Aquí se
define la religión genuina. Dios requiere que la misma consideración que debiera darse a la viuda y al huérfano
sea dada al ciego y a los que sufren bajo la aflicción de otras debilidades físicas. La benevolencia desinteresada
es muy rara en esta época del mundo. Es extraño que profesos cristianos hagan caso omiso de las enseñanzas
claras y positivas de la Palabra de Dios y no sientan remordimiento de conciencia. Dios coloca sobre ellos la
responsabilidad de cuidar del infortunado, el ciego, el cojo, la viuda y el huérfano; pero muchos no hacen el
menor esfuerzo por tenerlo en cuenta. A fin de salvar a los tales, Dios frecuentemente los pone bajo la vara de
la aflicción y los coloca en situaciones similares a las que ocupaban las personas que necesitaban comprensión
y apoyo, pero que no lo recibieron de sus manos. La frase “estar del lado del Señor” significa más que
meramente repetirla en la reunión. El lado del Señor es siempre el lado de la misericordia, la compasión y la
solidaridad con el sufriente, como se verá en el ejemplo que nos es dado en la vida de Jesús. Se nos requiere
que imitemos su ejemplo. Pero hay algunos que no están del lado del Señor en cuanto a estas cosas; están del
lado del enemigo. Al darles a sus oyentes una ilustración sobre este tema, Jesús dijo: “De cierto os digo que en
cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Dios requiere que su pueblo no permita que los pobres y afligidos sean oprimidos. Si quebrantan todo yugo y
liberan a los oprimidos, y son generosos y tienen una consideración bondadosa hacia los necesitados,
entonces las bendiciones prometidas serán suyas. Si hay en la iglesia quienes hacen que los ciegos tropiecen,
debieran ser llevados a la justicia: porque Dios nos ha hecho guardianes de los ciegos, los afligidos, las viudas y
los huérfanos.
Si Dios en su misericordia le ha dado al ciego facultades inventivas que puede usar para su propio bien, no
permita Dios que alguien le tenga envidia por este privilegio y lo despoje de los beneficios que podría derivar
de este don que Dios le ha dado. El ciego enfrenta desventajas por todas partes por la pérdida de su vista. El
corazón en el cual no se despiertan la compasión y la solidaridad al ver a un ciego tanteando su camino en un
mundo que para él está cubierto de tinieblas, ciertamente es un corazón duro y debe ser ablandado por la
gracia de Dios. El ciego no puede mirar el rostro de nadie y leer allí compresión y verdadera benevolencia. No
puede contemplar las bellezas de la naturaleza y descubrir el dedo de Dios en sus obras creadas. Los alegres
mensajes del mundo natural no le hablan para consolarlo y bendecirlo cuando el desaliento se cierne sobre él.
Cuán rápidamente canjearía su ceguera y cada bendición temporal por la bendición de la vista. Pero él está
encerrado en un mundo de tinieblas, y los derechos que Dios le ha dado han sido pisoteados para que otros
puedan conseguir ganancias.

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