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Iglesia Sociedad Misionera Internacional

Adventista del Séptimo Día, Movimiento de Reforma


Sociedad Misionera Internacional Iglesia Adventista
del Séptimo Día, Movimiento de Reforma
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Bogotá, D. C., Colombia
Es propiedad intelectual

ISBN: 978-958-

Diseño de carátula:
Nancy Patricia Cortés Cortés

Diseño y diagramación interno:


Nancy Patricia Cortés Cortés

Prohibida la reproducción parcial o total


No autorizada por los Editores

Impreso y encuadernado por:


Tabla de Contenido

Viernes 8 de julio de 2022


El por qué de la Pobreza y el Dolor................................. 8
Ellen G. White

Sábado 9 de julio de 2022


Nuestro ejemplo en la Obra de Asistencia Social............. 16
Hno. José Érmel Suárez Aranda

Domingo 10 de julio de 2022


El Buen Samaritano................................................................ 24
Hna. Linda Saray Porras Calderón

Miércoles 13 de julio de 2022


Isaías 58: Un Precepto Divino.............................................. 32
Hno. Julio Alfonso Martínez

Viernes 15 de julio de 2022


La Verdadera Religión........................................................... 37
Hna. Nini Johana Carvajal Corrales

Sábado 16 de julio de 2022


"Todas las veces que lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis"...................... 45
Hno. Steffano La Corte
Introducción

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos


sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las na­
ciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de
otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. Pondrá
las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan


ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia,
el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed,
y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento;
necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron;
estuve en la cárcel, y me visitaron.” Y le contestarán los jus­
tos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o
sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero
y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?.”
El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por
uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron
por mí.” Mateo 25:31-40

Cuando Cristo vio las multitudes que se habían r­eunido


­alrededor de él, “tuvo compasión de ellas; porque e­ staban
derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen
­pastor.” Cristo vio la enfermedad, la tristeza, la necesidad

5
Venid Benditos de mi Padre

y ­degradación de las multitudes que se agolpaban a su


paso. Le fueron presentadas las necesidades y desgracias
de la humanidad de todo el mundo. En los encumbrados y
los humildes, los más honrados y los más degradados, veía
almas que anhelaban las mismas bendiciones que él había
venido a traer…

Hoy existe la misma necesidad. Hacen falta en el mundo


obreros que trabajen como Cristo trabajó para los dolientes
y pecaminosos. Hay, a la verdad, una multitud que alcanzar.
El mundo está lleno de enfermedad, sufrimiento, angustia y
pecado. Está lleno de personas que necesitan que se las atien­
da: los débiles, impotentes, ignorantes, degradados. 2JT, 492

Muchos suponen que el espíritu misionero y las cualidades


para el trabajo misionero constituyen un don especial que
se otorga a los ministros y a unos pocos miembros de la
iglesia, y que todos los demás han de ser meros espectadores.
Nunca ha habido mayor error. Todo verdadero cristiano ha
de poseer un espíritu misionero, porque el ser cristiano es
ser como Cristo. Nadie vive para sí, “y si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo, el tal no es de él.” Todo aquel que
haya gustado las potestades del mundo venidero, sea joven
o anciano, sabio o ignorante, será movido por el espíritu
que animaba a Cristo. El primer impulso del corazón
re­novado consiste en traer a otros también al Salvador.
Aquellos que no poseen ese deseo dan muestras de que han
perdido su primer amor; deben examinar detenidamente
su propio corazón a la luz de la Palabra de Dios y buscar
fervientemente un nuevo bautismo del Espíritu; deben orar
por una comprensión más profunda de aquel admirable
amor que Jesús manifestó por nosotros al dejar el reino
de gloria, y al venir a un mundo caído para salvar a los que
perecían. 2JT, 126-127

6
Introducción

Que el estudio de esta semana de oración nos motive a orar


y capacitarnos en la gran tarea que tenemos por delante,
en el trabajo social dentro y fuera de la ­iglesia. Que cada
pastor, misionero, líder, anciano, miembro de iglesia pueda
sentir el llamado que NUESTRO PADRE DIOS nos hace
por medio de este maravilloso estudio del libro EL MINIS­
TERIO DE LA BONDAD de donde se ha extraído la mayor
parte del contenido de estas conferencias. Considerando
los tiempos y las grandes misericordias de DIOS ¿podemos
también dar? ¡Claro que sí! Que nuestro corazón arda con
ese primer amor mientras vemos que la venida del Señor
Jesús se acerca.

Dpto. del Buen Samaritano


Unión Colombiana

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Venid Benditos de mi Padre

Viernes 8 de Julio de 2022

El por qué de la
Pobreza y el Dolor
Ellen G. White

El Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los misericordiosos: porque


ellos alcanzarán misericordia.” Nunca como hoy en día hubo
una época cuando hubiera mayor necesidad de ejercer la
misericordia. Nos rodean los pobres, los angustiados, los
afligidos, los dolientes y los que están por perecer.

Los que han adquirido riquezas, lo han hecho por medio


de los talentos que Dios les ha dado, pero esos talentos para
obtener bienes les fueron dados para que pudiesen socorrer
a aquellos que se encuentran en la pobreza. Esos dones les
fueron otorgados a los hombres por Aquel que hace que
su sol ilumine y su lluvia caiga sobre justos e injustos; para
que por la fecundidad de la tierra los hombres puedan tener
abundante provisión para suplir todas sus necesidades. Los
campos han sido bendecidos por Dios y de su bondad ha
“provisto al pobre” (Signs of the Times, 13-6-1892).

Son muchos los que se quejan de Dios porque hay tanta


­necesidad y dolor en el mundo; pero Dios no quiso nunca que
existiese esta miseria. Nunca quiso que un hombre tuviese
abundancia de los lujos de la vida, mientras que los hijos de
otros lloraran por pan. El Señor es un Dios benévolo. 2JT, 511

8
El por qué de la Pobreza y el Dolor

Dios ha hecho a los hombres sus mayordomos y a él no se


le puede culpar del sufrimiento, la miseria, la desnudez
y la necesidad de la humanidad. El Señor ha hecho am­
plia provisión para todos. Él ha dado a miles de hombres
gran provisión con la cual mitigar la necesidad de sus pró­
jimos. Pero aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayor­
domos no han soportado la prueba, pues ellos han dejado
sin aliviar a los dolientes y necesitados.

Cuando los hombres que han sido abundantemente ben­


decidos por el cielo con mucha riqueza fallan en llevar
adelante los designios de Dios y no alivian al pobre y al
oprimido, el Señor se desagrada y seguramente los visitará
[con su castigo]. No tienen excusa por retener la ayuda
que Dios ha puesto en su poder para dar a sus prójimos,
y se deshonra a Dios. Su carácter es mal interpretado por
Satanás, y es representado como un juez duro que acarrea
sufrimiento sobre las criaturas que ha creado. Esta mala in­
terpretación del carácter de Dios está hecha como para que
parezca verdad y de esta manera como consecuencia de la
tentación del enemigo el corazón de los hombres es endure­
cido contra Dios. Satanás culpa a Dios del mal que él mismo
ha causado al hacer que los hombres retengan sus recursos
y no los den a los que sufren. El atribuye a Dios sus propias
características. RH, 26-6-1894

Si los hombres cumplieran con su deber como mayordo­


mos fieles de los bienes del Señor, no habría el clamor por
pan, ni el sufrimiento por la miseria, ni la desnudez y la
necesidad. La infidelidad de los hombres trae el estado
de sufrimiento en el que la humanidad está hundida. Si
aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayordomos tan sólo
emplearan los bienes del Señor para el objeto con el cual
se los dio, este estado de sufrimiento no existiría. El Señor

9
Venid Benditos de mi Padre

prueba a los hombres dándoles una abundancia de cosas


buenas, así como probó al hombre rico de la parábola. Si
somos hallados infieles en el manejo de las riquezas mun­
danales, ¿cómo nos podrá confiar las verdaderas riquezas?
Aquellos que han permanecido firmes en la prueba en el
mundo, que han sido hallados fieles, que han obedecido
las palabras del Señor al ser misericordiosos usando sus
medios para el progreso de su reino, oirán de los labios del
Maestro: “Bien, buen siervo y fiel.” Ibid.

La razón por la cual Dios permitió que algunos miembros


de la familia humana fueran tan ricos y otros tan pobres
seguirá siendo un misterio para los hombres hasta la eter­
nidad, a menos que entren en la debida relación con Dios
y realicen sus planes, en lugar de obrar de acuerdo con
sus propias ideas egoístas. TM, 284

En la providencia de Dios los hechos han sido así ­ordenados


para que los pobres estén siempre con nosotros, con el
propósito de que pueda haber un constante ejercicio en
el corazón humano de los atributos de la misericordia
y el amor. El hombre ha de cultivar la ternura y la compasión
de Cristo; no ha de separarse de los dolientes, los afligidos,
los necesitados y los angustiados. Signs of the Times, 13-6-1892

Aunque el mundo necesita simpatía, aunque necesita las


oraciones y la ayuda de Dios, aunque necesita ver a Cristo
en la vida de los que le siguen, los hijos de Dios necesitan
igualmente oportunidades que atraigan sus simpatías, den
eficiencia a sus oraciones y desarrollen en ellos un carácter
semejante al modelo divino.

Para proveer estas oportunidades, Dios colocó entre nosotros


a los pobres, los infortunados, los enfermos y los dolientes.

10
El por qué de la Pobreza y el Dolor

Son el legado de Cristo a su iglesia, y han de ser cuidados


como él los cuidaría. De esta manera, Dios elimina la esco­
ria y purifica el oro, dándonos la cultura del corazón y el
carácter que necesitamos.

El Señor podría llevar a cabo su obra sin nuestra coopera­


ción. No depende de nosotros por nuestro dinero, nuestro
tiempo, nuestro trabajo. Pero la iglesia es muy preciosa a su
vista. Es el estuche que contiene sus joyas, el aprisco que
encierra su rebaño, y él anhela verla sin mancha, tacha ni
cosa semejante. El siente por ella anhelos de amor indecible.
Esta es la razón por la cual nos ha dado oportunidades de
trabajar para él y acepta nuestras labores como prueba
de nuestro amor y lealtad. 2JT, 499

El pobre, tanto como el rico, son el objeto del especial


cuidado y de la atención de Dios. Sáquese la pobreza y no
tendremos cómo comprender la misericordia y el amor de
Dios, no habrá forma de conocer la compasión y la simpatía
del Padre celestial. Carta 83, 1902

Dios nos imparte su bendición para que podamos impar­


tirla a otros. Cuando le pedimos nuestro pan cotidiano, él
mira nuestro corazón para ver si queremos compartirlo con
los que lo necesitan más que nosotros. Cuando oramos:
“Dios, sé propicio a mí pecador”, quiere ver si manifesta­
remos compasión hacia aquellos con quienes tratamos.
Damos evidencia de nuestra relación con Dios, si somos
misericordiosos como lo es nuestro Padre celestial. 2JT, 521

Nada mina la espiritualidad del alma más rápidamente


que el albergar en ella el egoísmo y las preocupaciones
por sí mismo. Los que son indulgentes consigo mismos y
negligentes en el cuidado de las almas y de los cuerpos de

11
Venid Benditos de mi Padre

aquellos por quienes Cristo ha dado su vida, no están co­


miendo del pan de vida ni bebiendo del agua del manantial
de la salvación. Están secos y sin savia, como árboles que
no llevan fruto. Son enanos espirituales, que consumen
para sí mismos sus recursos; pero, “todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará.” RH, 15-1-1895

A causa de que los ricos descuidan hacer la obra en favor de


los pobres que Dios les asignó para que hicieran, desarrollan
más orgullo, más suficiencia propia, más indulgencia para
sí mismos y se les endurece el corazón. Ellos [los ricos]
apartan a los pobres de sí por el hecho de ser pobres y de
ese modo les dan motivo para sentirse envidiosos y celosos.
Muchos llegan a la amargura y están saturados de odio hacia
aquellos que lo tienen todo mientras ellos no tienen nada.

Dios pesa las acciones, y todo aquel que sea infiel en su


mayordomía, y que no haya remediado los males que estuvo
en su poder remediar, no será tenido en cuenta en las cortes
del cielo. Aquellos que sean indiferentes a la necesidad de los
pobres serán considerados como administradores infieles y
clasificados como enemigos de Dios y del hombre. Aquellos
que malversan los medios que Dios les ha encomendado
para ayudar precisamente a los que necesitan su ayuda,
demuestran que no tienen conexión con Cristo, porque
fallan en manifestar la ternura de Cristo hacia los que son
menos afortunados. Id., 10-12-1895

El rico es un administrador de Dios, y si camina en las pi­


sadas de Cristo, manteniendo una vida piadosa y humilde,
llegará a través de la transformación de su carácter a tener
un corazón dócil y sumiso. Se da cuenta que sus posesiones
son solamente tesoros prestados y los sentirá como sagrados
depósitos que le han sido encomendados para ayudar a

12
El por qué de la Pobreza y el Dolor

los necesitados y dolientes, en lugar de Cristo. Esta obra


traerá su recompensa en talentos y riquezas atesorados al
lado del trono de Dios. De esta manera, el rico puede hacer
que su vida tenga un éxito espiritual, como un fiel admi­
nistrador de las cosas de Dios. Manuscrito 22, 1898

Hay también en las palabras del Salvador un mensaje de


consuelo para los que sufren aflicción o la pérdida de un ser
querido. Nuestras tristezas no brotan de la tierra. Dios “no
aflige ni congoja de su corazón a los hijos de los hombres.”
Cuando él permite que suframos pruebas y aflicciones, es
para “lo que nos es provechoso, para que recibamos su
santificación.” Si la recibimos con fe, la prueba que parece
tan amarga y difícil de soportar resultará una bendición.
El golpe cruel que marchita los gozos terrenales nos hará
dirigir los ojos al cielo. ¡Cuántos son los que nunca habrían
conocido a Jesús, si la tristeza no les hubiera movido a
buscar consuelo en él!

Las pruebas de la vida son los instrumentos de Dios para


eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad.
Mientras nos labran, escuadran, cincelan, pulen y bruñen,
el proceso resulta penoso, y es duro ser oprimido contra la
muela de esmeril. Pero la piedra sale preparada para ocupar
su lugar en el templo celestial. El Señor no ejecuta trabajo
tan consumado y cuidadoso en material inútil. Únicamente
sus piedras preciosas se labran a manera de las de un palacio.

El Señor obrará para cuantos depositen su confianza en él.


Los fieles ganarán victorias preciosas, aprenderán lecciones
de gran valor y tendrán experiencias de gran provecho.
DMJ, 16-17

13
Venid Benditos de mi Padre

“Y pasando Jesús, vio un hombre ciego desde su naci­


miento. Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí,
¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?
Respondió Jesús: ni éste pecó, ni sus padres: más para
que las obras de Dios se manifestasen en él”…

Se creía generalmente entre los judíos que el pecado era


castigado en esta vida. Se consideraba que cada aflicción
era castigo de alguna falta cometida por el mismo que
sufría o por sus padres. Es verdad que todo sufrimiento
es resultado de la transgresión de la ley de Dios, pero esta
verdad había sido falseada. Satanás, el autor del pecado y
de todos sus resultados, había inducido a los hombres a
considerar la enfermedad y la muerte como procedentes de
Dios, como un castigo arbitrariamente infligido por causa
del pecado. Por lo tanto, aquel a quien le sobrevenía una
gran aflicción o calamidad debía soportar la carga adicional
de ser considerado un gran pecador…

Dios había dado una lección destinada a prevenir esto. La


historia de Job había mostrado que el sufrimiento es infli­
gido por Satanás, pero que Dios predomina sobre él con
fines de misericordia. Pero Israel no entendía la lección. Al
rechazar a Cristo, los judíos repetían el mismo error por el
cual Dios había reprobado a los amigos de Job.

Los discípulos compartían la creencia de los judíos concer­


niente a la relación del pecado y el sufrimiento. Al corregir
Jesús el error, no explicó la causa de la aflicción del hombre,
sino que les dijo cuál sería el resultado. Por causa de ello
se manifestarían las obras de Dios. “Entre tanto que estu­
viere en el mundo –dijo él– luz soy del mundo.” Entonces,
habiendo untado los ojos del ciego, lo envió a lavarse en
el estanque de Siloé, y el hombre recibió la vista. Así J­ esús

14
El por qué de la Pobreza y el Dolor

contestó la pregunta de los Discípulos de una manera


práctica, como respondía él generalmente a las preguntas
que se le dirigían nacidas de la curiosidad. Los discípulos
no estaban llamados a discutir la cuestión de quién había
pecado o no, sino a entender el poder y la misericordia de
Dios al dar vista al ciego. DTG, 436-437

Dios se propone que los enfermos, los desventurados, aque­


llos que están poseídos por malos espíritus, oigan su voz
a través de nosotros. Por medio de sus agentes humanos,
él desea ser un consolador, tal como el mundo jamás ha
visto antes. Sus palabras deben ser dichas por sus segui­
dores: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed
también en mí.”

El Señor obrará por medio de cada alma que se entregue


a sí misma para trabajar, no solamente para predicar, sino
para asistir a los desconsolados e inspirar esperanza en los
corazones que no la tienen. Estamos para hacer nuestra parte
en aliviar y suavizar las miserias de esta vida. Las miserias y
los misterios de esta vida son tan tenebrosos y sombríos
como lo fueron hace miles de años. Hay algo que debemos
hacer: “Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre,
y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.” Hay necesitados
cerca de nosotros; los dolientes están en nuestros propios
lindes. Debemos tratar de ayudarlos. Con la gracia de
Cristo, las fuentes selladas de la obra ferviente, semejante
a la de Cristo, han de ser abiertas. En la fortaleza de Aquel
que tiene toda la fortaleza, hemos de trabajar como jamás
hemos trabajado antes. Manuscrito 65b, 1898

(Tomado del Ministerio de la Bondad, págs. 17-24)

15
Venid Benditos de mi Padre

Sábado 9 de Julio de 2022

Nuestro ejemplo en la
Obra Asistencia Social
Hno. José Érmel Suárez Aranda
La Plata - Huila

“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho,


vosotros también hagáis.” Jn. 13.15

Albert Einstein dijo: “Dar ejemplo no es la principal manera


de influir sobre los demás; es la única manera.”

El mundo es una gran red de relaciones, en la cual las


personas se influyen mutuamente. No todos, sin embargo,
ejercen el mismo tipo de influencia, pues mientras algunos
se conforman con expresar lo que piensan, otros usan el
mejor recurso para motivar: predicar con el ejemplo.

Necesitamos desarrollar la delicada labor de alcanzar los


corazones y salvar almas por medio de la bondad para con
nuestros prójimos… es un trabajo ordenado por Dios como
el medio más apropiado para llamar la atención de los
­mundanos hacia Cristo y el cristianismo. Es una obra que
promete generosas recompensas.

16
Nuestro ejemplo en la Obra Asistencia Social

Un Modelo a Imitar

Ante tan gran desafío es


­necesario un modelo correc­
to a imitar. Por esta razón la
pluma inspirada nos insta:
“Haced de la obra de Cristo
vuestro ejemplo… Cristo se
colocó a la cabeza de la hu­
manidad con el ropaje de la humanidad. Su actitud era tan
llena de simpatía y amor, que hasta el más pobre no temía
aproximársele… Cristo está delante de nosotros como un
Hombre modelo, el gran Médico Misionero: un ejemplo
para todos los que vendrían después.” MB, 57

Él nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y car-


gados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil,
y ligera mi carga.” Mt. 11-28-30

A través del profeta Isaías el Señor define claramente el


deber del hombre para con su prójimo:

“¿No consiste, más bien, el ayuno que yo escogí, en desatar


las ligaduras de impiedad, en soltar las ataduras del yugo, en
dejar libres a los quebrantados y en romper todo yugo? ¿No
consiste en compartir tu pan con el hambriento y en llevar
a tu casa a los pobres sin hogar? ¿No consiste en cubrir a tu
prójimo cuando lo veas desnudo, y en no esconderte de quien es
tu propia carne? Entonces despuntará tu luz como el alba, y tu
recuperación brotará con rapidez. Tu justicia irá delante de ti,
y la gloria de Jehovah irá a tu retaguardia.” Is. 58: 6-7,8 RV1989

17
Venid Benditos de mi Padre

Este fue el Ejemplo de Nuestro Señor

La pluma inspirada describe su labor de asistencia social:


“Era bondadoso para con todos y fácilmente accesible
para los más humildes. Iba de casa en casa, sanando a los
enfermos, alimentando a los hambrientos, consolando a
los dolientes, aliviando a los afligidos, hablando paz a los
acongojados. Estaba dispuesto a humillarse a sí mismo,
negarse a sí mismo. No procuraba destacar su persona.
Era el siervo de todos. Su comida y su bebida eran el ser
un alivio y un consuelo para otros, alegrar a los tristes y
cargados con quienes diariamente se relacionaba.” MB, 57.2

“En la historia del buen samaritano, Cristo ilustra la natura­


leza de la verdadera religión. Muestra que está no consiste
en sistemas, credos, o ritos, si no en la realización de actos
de amor. En hacer el mayor bien a otros en la bondad ge­
nuina… “La religión pura y sin mancha ante Dios el Padre es
ésta: Visitar los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha en este mundo.” Santiago 1:27 RV2000

La lección no se necesita menos hoy en el mundo, que cuan­


do salió de los labios del señor Jesús. El egoísmo y la fría
formalidad, han extinguido el fuego del amor y disculpado
las gracias que podrían hacer fragante el carácter. Muchos
de los que profesan su nombre han perdido de vista el
hecho de que los cristianos deben de representar a Cristo.
A menos que practiquemos el sacrificio personal para el
bien de otros, en el círculo familiar, en el vecindario, en
la iglesia, y en donde quiera que podamos, cualquiera sea
nuestra profesión, no somos cristianos.” MB, 46

18
Nuestro ejemplo en la Obra Asistencia Social

El Verdadero Espíritu Misionero

“La tierna simpatía de


nuestro Salvador se des­
pertó por la caída de la
doliente humanidad. Si
queréis ser sus segui­
dores, debéis cultivar la
compasión y la simpatía.
La indiferencia hacia las
afiliaciones humanas se tornará en un vivo interés hacia
el sufrimiento de otros. La viuda, el huérfano, el enfermo,
siempre necesitan ayuda. Allí hay una oportunidad para
proclamar el evangelio, de elevar a Jesús, que es la esperanza
y el consuelo de todos los hombres… si estáis con Jesús y
aprendiendo de su sabiduría, fortaleza, y gracia, podréis
impartir su consuelo a otros, por qué el consolador está
con vosotros.” MM, 1891

El verdadero espíritu misionero es el espíritu de Cristo…


Muchos de los que le siguen han trabajado fervorosa y abne­
gadamente en la causa de la salvación de los seres humanos;
pero no ha habido hombre cuya labor pueda compararse
con la abnegación, el sacrificio y la benevolencia de nuestro
Dechado… ¡Con cuánto fervor trabajó él! Con cuánta fre­
cuencia estaba solo orando fervientemente, sobre la ladera
de la montaña o en el retraimiento del huerto, exhalando
sus súplicas con lloro y lágrimas. ¡Con cuánta perseveran­
cia insistió en sus peticiones en favor de los pecadores!
Aun en la cruz se olvidó de sus propios sufrimientos en su
profundo amor por aquellos a quienes vino a salvar… ¿Pre­
guntáis, hermanos y hermanas, qué modelo copiaremos?...
Si queréis tener el verdadero espíritu misionero, debéis ser
dominados por el amor de Cristo; debéis mirar al Autor y

19
Venid Benditos de mi Padre

Consumador de nuestra fe, estudiar su carácter, cultivar


su espíritu de mansedumbre y humildad y andar en sus
pisadas… Todo verdadero cristiano ha de poseer un espíritu
misionero, porque el ser cristiano es ser como Cristo… “y
si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él”…
El primer impulso del corazón renovado consiste en traer
a otros también al Salvador. Aquellos que no poseen ese
deseo dan muestras de que han perdido su primer amor;
deben examinar detenidamente su propio corazón a la
luz de la Palabra de Dios y buscar fervientemente un nuevo
bautismo del Espíritu; deben orar por una comprensión más
profunda de aquel admirable amor que Jesús manifestó por
nosotros al dejar el reino de gloria, y al venir a un mundo
caído para salvar a los que perecían. 2JT, 126-127

“Es imposible que el corazón en el cual Cristo mora esté


desprovisto de amor. Si amamos a Dios por qué él nos amó
primero, amaremos a todos aquellos por quienes Cristo
murió. No podemos llegar a estar en contacto con la di­
vinidad, sin estar en contacto con la humanidad, por qué
en aquel que está sentado sobre el trono del universo, se
combinan la divinidad y la humanidad. Relacionados con
Cristo, estamos relacionados con nuestros semejantes por
los áureos eslabones de la cadena del amor. Entonces la
piedad y la compasión de Cristo se manifestarán en nuestra
vida. No esperemos que se nos traigan los menesterosos
e infortunados. No necesitamos que se nos suplique para
satisfacer la necesidad ajena. Será para nosotros tan natural
ministrar a los menesterosos y dolientes, como lo fue para
Cristo andar haciendo bienes.” MB pág. 87

Analizando estos párrafos de la pluma inspirada, pode­


mos comprender la gran responsabilidad que tenemos
para con Dios y con nuestro prójimo y la bendición que

20
Nuestro ejemplo en la Obra Asistencia Social

entraña para nuestra felicidad presente y futura el seguir


nuestro modelo.

Una Experiencia Personal

Una de mis experiencias,


en la labor de asistencia
social ocurrió hace mu­
chos años cuando traba­
jaba en la colonia penal
de oriente (Ministerio de
Justicia), era lector bí­
blico y de algunos testi­
monios de la hermana Helena G. de White. Realizaba mis
lecturas de 4 horas diarias. Mi alegría consistía en ayudar
a los internos, saludarlos bien, sonreír con ellos, darles
alguno que otro aperitivo, o descanso en sus labores en la
Colonia, muchos me decían “papá Suárez.”

Cierto día llegó a mi oficina un interno muy contento “¡papá


Suárez papá Suárez! ¡Me acaban de dar la libertad! Yo me
puse de pie, lo felicité y lo insté a tener un cambio decisivo
en la sociedad simple y compleja”. El joven me dice, “No
tengo para los transportes de regreso” como yo creía que
era bueno y dadivoso le di para los pasajes. El me abrazó
fuerte y salió muy contento, también yo me sentí que era
un buen cristiano. Horas después regresó de nuevo; “papá
Suárez... me robaron la ropa y no tengo con que irme, pues
el uniforme lo debo entregar, ¿me regala al menos un panta­
lón viejo que tenga?” Yo quedé en suspenso. No tenía ropa
para regalar, tan solo dos trajes para salir que eran nuevos;
fui al apartamento, abrí el clóset, tomé una muda de ropa y
sentí dolor de regalarla (me gustaba mucho), tomé la otra,

21
Venid Benditos de mi Padre

me sucedió lo mismo. Lo pensé una y otra vez cuál regalaba


(ya que no tenía ropa vieja para regalar). Fue en ese momento
que me di cuenta lo miserable que era creyendo que era
bueno, oré al cielo, pedí perdón a Dios, me levanté, tomé
la mejor muda con los ojos cerrados, salí y la entregué al
joven. Este se puso más feliz que antes, una vez se vistió
me dijo “señor Suárez, mira, me queda excelente, ¡muchas
gracias!.” Es con todo gusto, le respondí.

Pero en su inmensa misericordia el señor Jesús tenía otra


lección para mí. Más tarde regresó una vez más el interno,
“permiso señor Suárez”; siga, le respondí. En mi interior
pensé: ¿y ahora que quiere? el señor me quería mostrar que
no era bueno, ni dadivoso. “Papá Suárez, me faltan unos
zapatos, por favor regálame algo, no importa si están rotos
o son del trabajo.” Regresé al cuarto, y tenía unas botas de
cuero nuevas, que me gustaban mucho un par de zapatos,
que también me gustaban mucho, ¿Cuáles regalo? No tenía
viejos para regalar. Tuve que volver a orar de nuevo y pedirle
perdón a mi Señor, y que me diera un corazón dadivoso.
Me levanté tomé las botas y se las entregué al muchacho,
el me abrazó y lloró.

Créanme hermanos. Que en ese momento me sentí feliz y


di muchas gracias a Dios por la lección recibida.

“Es urgente escuchar al señor Jesús, que nos está ­hablando


de muchas maneras, para cambiar nuestro corazón y poder
de­rramar Su Espíritu y así, solo así dar el fuerte pregón.
En esta obra de restauración se requerirá mucho esfuerzo
esmerado.” MB Pág. 259

En qué lugar nos gustaría estar cuando nuestro Señor al


venir en su reino diga:

22
Nuestro ejemplo en la Obra Asistencia Social

‘¡Venid, benditos de mi padre! Heredad el reino preparado para


vosotros desde la fundación del Mundo’. Porque tuve hambre, y
me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber, fui forastero
y me recibisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me
visitasteis; estuve en la cárcel, y viniste a mí.” (Mateo 25: 34-36
RV2000)

Pidamos cada día a nuestro amado Señor que nos dé un


corazón dadivoso, amable, entregado al bien común. Amén.

23
Venid Benditos de mi Padre

Domingo 10 de Julio de 2022

El Buen
Samaritano
Hna. Linda Saray Porras Calderón
Barrancabermeja - Santander

Quizás para nosotros escuchar o hablar de la parábola del


buen samaritano es repetir un tema que ya conocemos y
que para nuestro concepto hemos puesto en práctica en
algún momento de nuestra vida. Pero ¿Que significa vivir
una verdadera religión?

“La religión pura e incontaminada delante de Dios y Padre es


ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y
guardarse sin mancha del mundo.” Santiago 1:27

“Muestra que ésta no consiste en sistemas, credos, o ritos,


sino en la realización de actos de amor, en hacer el mayor
bien a otros, en la bondad genuina.”... MB 46.1

Desde muy pequeña anhelé hacer parte de un equipo de


ayuda al servicio del más necesitado. Soñé realizando cam­
pañas y trabajando con alguna empresa sin ánimo de lucro
supliendo necesidades primarias a personas damnificadas.
Así que por un tiempo le rogué a Dios que colocara en mi
camino personas a las que yo pudiera ayudar y solo hace
poco comprendí con más claridad el propósito de Dios.

24
El Buen Samaritano

Un abuelo miembro de iglesia, viudo y sin familia que pu­


diera hacerse cargo de él, llevaba varios años viviendo en
un asilo. Asistía a la iglesia esporádicamente con permiso de
su jefe inmediato, cuando se acercaban los eventos de Santa
Cena. Algunos hermanos le hacían visitas ocasionalmente
y le llevaban algunas frutas, alimentos no perecederos o
implementos de aseo. Además, para sus gastos personales
se le daba una pequeña ayuda mensual de parte de la teso­
rería de la iglesia, para solventar lo que hiciera falta para
su salud, pues lleva nueve años padeciendo de una herida
varicosa en su pie. Cuando llegamos a este campo alcan­
zamos a hacerle algunas visitas antes de la pandemia. Pero
una de las problemáticas que más nos estremecía era cómo
el abuelo se alimentaba, pues aunque allí le trataban muy
bien y le suplían la mayoría de sus necesidades, la alimen­
tación vegetariana era un inconveniente, pues no podían
hacer excepción con él para cocinarle por separado, así que
el abuelo debía sacar del plato que le servían, lo poco
que podía comer y lo demás lo repartía a sus compañeros y
aun así se mantenía lúcido y coherente, a pesar de su avan­zada
edad y sus fallas en la alimentación. Una familia de la iglesia
le donó una pequeña estufa eléctrica y alguna olla para que
él pudiera preparar algunos alimentos para complementar
su dieta. Sin embargo, no era mucho lo que el abuelo podía
hacer en el pequeño espacio de su habitación.

Dios colocó en mí la inquietud y el deseo de traerlo a vivir


a mi hogar, y esto lo puse en oración y me preguntaba para
mí misma: ¿no es acaso este abuelo también mi prójimo?
¿No era eso lo que le estaba pidiendo a Dios desde hace tanto
tiempo? Sin embargo, no le comenté esto a mi esposo, sólo
hasta que él me manifestó también la misma inquietud que
Dios había colocado en su corazón. Me preguntó si estaba
de acuerdo en abrirle un espacio al abuelo en nuestra casa

25
Venid Benditos de mi Padre

y con una sonrisa le respondí afirmativamente, dialogamos


con nuestros hijos y con la misma alegría respondieron po­
sitivamente. Así que, en uno de los permisos que le dieron
para participar en la Santa Cena, justo cuando compartíamos
en la mesa el almuerzo del sábado, mi esposo le propuso
al abuelo: –Hermano, ¿le gustaría venirse a vivir aquí con
nosotros? No somos una familia perfecta, (“pero de lo que
tengo, te doy” Hch. 3:6) queremos compartir contigo las ben­
diciones que Dios nos ha dado. Las lágrimas rodaron por
las mejillas del abuelo y la emoción se apoderó de él. Dijo:
¡Claro Pastor! Yo solo daba gracias a Dios por responder mis
oraciones y por permitirme entender cuál era su voluntad
con respecto a mi prójimo. Entendí que no es la cantidad de
personas que yo logre alcanzar, sino el suplir la necesidad
de alguien que Dios coloca a mi alcance para demostrarle
la bondad y el amor del cielo al suplir la nece­sidad del
momento. Es lo que yo pueda hacer no solo con mi familia,
a quien amo, sino con los necesitados de la iglesia y en
general con los que me rodean. Gracias a Dios, ya vamos
a cumplir 6 meses viviendo esta linda experiencia en casa.

¿Quién es mi Prójimo?

Para los judíos estaba


claro que el prójimo no
incluía a los paganos ni
a los samaritanos.

Dedicaban el tiempo a
ritos y ceremonias para
purificarse, pero tenían
cuidado de no contaminarse con el ignorante y el negligen­
te. Sin embargo, Cristo les habló a través de esta hermosa

26
El Buen Samaritano

parábola y contestó sus preguntas, dejándoles claro que


nuestro prójimo puede ser cualquier persona que necesite
de nuestra ayuda, cualquier alma que está “herida y magu­
llada por el adversario, que no tiene nada que ver con la
raza, el color o la distinción de clase.

Debido a que Cristo conocía las intenciones de los fariseos


cuando se dirigían a él, y que sabía que cada pregunta que
le hacían era con el propósito de usar sus mismas palabras
para acusarlo, fue que enviaron un letrado a preguntarle:
“¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?.” Cristo le respon­
dió: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Y él respondiendo,
dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda
tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y
a tu prójimo como a ti mismo. Y díjole: Bien has respondido:
haz esto y vivirás.” Pero este doctor de la ley sabía que no
estaba cumpliendo realmente lo que demandaba la ley,
porque no amaba a su prójimo como se amaba así mismo
y continuó justificándose: “¿Quién es mi prójimo?.”

“Cristo contestó a esta pregunta con el relato de un incidente,


cuyo recuerdo estaba fresco en las mentes de sus oyentes.”

Dijo: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en


manos de ladrones, los cuales le despojaron e hiriéndole, se
fueron, dejándole medio muerto.”

Viajando de Jerusalén a Jericó, el viajero tenía que pasar


por una sección del desierto de Judea. El camino conducía
a una hondonada desierta y rocosa que estaba infestada
de bandidos, y que a menudo era escenario de actos de
violencia. Fue allí donde el viajero resultó atacado, despo­
jado de cuanto de valor llevaba y dejado medio muerto a
la vera del camino. Mientras yacía en esa condición, pasó

27
Venid Benditos de mi Padre

por el sendero un sacerdote; vio al hombre tirado, herido y


magullado, revolcándose en su propia sangre, pero lo dejó
sin prestarle ninguna ayuda. “Se pasó de lado.” Entonces
apareció un levita. Curioso de saber lo que había ocurrido,
se detuvo y observó al hombre que sufría. Estaba convenci­
do de lo que debía hacer, pero no era un deber agradable.
Deseó no haber venido por ese camino, de manera que no
hubiese visto al hombre herido. Se persuadió a sí mismo
de que el caso no le concernía a él, y él también “se pasó de
lado.”

Pero un samaritano, viajando por el mismo camino, vio al


que sufría, e hizo la obra que los otros habían rehusado. Con
amabilidad y bondad ministró al hombre herido. “Viéndole,
fue movido a misericordia; y llegándose, vendó sus heridas,
echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura,
llevóle al mesón, y cuidó de él. Y otro día, al partir, sacó
dos denarios y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamelo, y
todo lo que demás gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.”
Tanto el sacerdote como el levita profesaban piedad, pero el
samaritano mostró que él estaba verdaderamente convertido.
No era más agradable para él hacer la obra que para el sacer­
dote y el levita, pero por el espíritu y por las obras demostró
que estaba en armonía con Dios.” MB, 47-48

Cristo sabía cuál era el propósito de esta ilustración. Quería


resaltar los principios de la ley que ellos habían descuidado
y dejado de cumplir, de una manera tan clara y sencilla que
no encontraran cómo debatir y criticar lo que se estaba
presentando. Sin embargo, les fue difícil aceptar llamar al
samaritano por su nombre y cuando Cristo les preguntó:
“¿Quién, pues de estos tres, te parece que fue el prójimo de aquel
que cayó en manos de los ladrones?” él contestó: “El que usó
con él de misericordia.”

28
El Buen Samaritano

“Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.” Muestra la misma


tierna bondad hacia aquellos que se hallan en necesidad. Así
darás evidencia de que guardas toda la ley.” MB, 48-49

Cualquier persona que esté a nuestro alrededor y necesite de


nuestra ayuda, simpatía y amor, es nuestro prójimo, y debe­
mos preocuparnos por conocer cuáles son sus necesidades y
socorrerles en cuanto nos sea posible. Es importante tomar
como propias sus dolencias y sufrimientos sin importar que
sean desconocidos, o ajenos a nuestros familiares y amigos.

Pues a veces es más fácil mostrar consideración y amor por


aquellos que son nuestros parientes y cercanos que por aque­
llos que necesitan, pero que desconocemos. No obstante, la
Palabra de Dios advierte: “Debemos ser buenos con todos
los hombres y especialmente con aquellos que son de la
familia de la fe. Debemos dar al mundo una demostración
de lo que significa cumplir la ley de Dios. Debemos amar a
Dios por sobre todo y a nuestros prójimos como a nosotros
mismos.”—The Review and Herald, 1 de enero de 1895.
MB 49.3

Uno de los crasos errores en los que podemos incurrir, es


pensar que es degradante para nuestra dignidad cuando
nos preocupamos por la humanidad que sufre. O creer que
nuestro principal trabajo consiste sólo en promover la obra
de Dios, para que ésta avance, y pasamos por alto al afli­
gido, creyendo que esta labor impide el progreso de nuestra
obra. En tal caso, estaríamos descuidando sus necesidades,
privándolos de sus derechos y finalmente estaríamos justi­
ficando nuestra indiferencia y desprecio.

Es la ley de Dios la que está siendo infringida cuando


cerramos los ojos ante el sufrimiento de nuestro prójimo.

29
Venid Benditos de mi Padre

Dios guió inicialmente a los líderes de la parábola a ver


a este doliente clamando por misericordia, para ver si su
corazón era conmovido, pero el primero pensó más en
las oraciones que podía hacer por él, que en la ayuda que
podía brindarle en el momento, y el segundo, a pesar de
contemplar esta escena y saber lo que tenía que hacer, deseó
no haber pasado por allí, imaginándose que esa tarea no le
incumbía a él, pues no le era un deber agradable. Incluso
su requerimiento abarcó a los animales que no pueden
expresar con palabras sus necesidades y sufrimientos. “No
verás el asno de tu hermano, o su buey, caídos en el camino, y
te esconderás de ellos: con él has de procurar levantarlos.” El
que ama a Dios no solamente amará a sus prójimos sino
que mirará con tierna compasión a las criaturas que Dios
ha hecho. Cuando el Espíritu de Dios está en el hombre él
lo dirige para que alivie a toda criatura que sufre. MB 51.2

Así que no tenemos excusa alguna para actuar con indife­


rencia y frialdad de corazón, porque “Si descuidamos los
casos de los necesitados e infortunados que nos son dados
a conocer, no importa quiénes puedan ser, no tenemos se­
guridad de la vida eterna, ya que no hemos contestado las
demandas que Dios ha puesto sobre nosotros.” MB 52.3

“Dios insta a cada hombre a empeñarse en realizar la obra


que ha descuidado, a que restaure la imagen moral del
Creador en la humanidad.” MB 53.1

“Podremos amar a nuestros prójimos como a nosotros mis­


mos solamente cuando amemos a Dios por sobre todo. El
amor de Dios traerá frutos de amor hacia nuestros prójimos.”

Muchos piensan que es imposible amar a nuestros prójimos


como a nosotros mismos, pero únicamente ése es el fruto

30
El Buen Samaritano

genuino del cristianismo. Amar a otros es levantar en alto


a nuestro Señor Jesucristo; es caminar y trabajar teniendo
en vista un mundo invisible. De esta manera hemos de con­
templar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. MB 53.2

Que Dios nos ayude a realizar esta tarea. ¡Amén!

31
Venid Benditos de mi Padre

Miércoles 13 de Julio de 2022

Isaías 58:
Un Precepto Divino
Hno. Julio Alfonso Martínez
Calarcá - Quindío

El Capítulo que Define Nuestra Obra

Consideremos y estu­
diemos con oración el
capítulo 58 de Isaías. Te­
nemos que escudriñarlo
con profundidad hasta
comprenderlo, debemos
llevarlo a la práctica ya
que esta es la religión pura y sin mácula delante de Dios.

“¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su


alma, que encorve su cabeza como junco, y haga cama de saco
y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
¿No es antes el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de
impiedad, deshacer los haces de opresión, y dejar ir libres a los
quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu
pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa;
que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará
ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será
tu retaguardia. Entonces invocarás, y oírte ha Jehová; clamarás,

32
Isaías 58: Un Precepto Divino

y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el


extender el dedo, y hablar vanidad; y si derramares tu alma
al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas na-
cerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía; y Jehová te
­pasto­reará siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará
tus huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de
aguas, cuyas aguas nunca faltan.” Isaías 58:5-11

Esta es la clase de obra que dará vida a las iglesias. La obra


del evangelio debe ser llevada por medio de nuestra libera­
lidad. Cuando encontréis a aquellos que están hambrientos,
alimentadlos. Al hacer esto estaréis trabajando así como
trabajó Cristo. La santa obra del maestro fue un trabajo de
misericordia.

Recordad siempre el consejo del maestro, “Porque ejemplo


os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis”, Juan 13.15; entonces se cumplirán en ti todas estas
promesas y el Señor te responderá.

Isaías 58: 5-11 define claramente la obra especial que ahora


está delante de nosotros. Todas nuestras oraciones y ayu­
nos no valdrán nada a menos que resolvamos asirnos de
esta obra, sobre nosotros descansan sagradas obligaciones,
nuestra obra está claramente establecida. El Señor nos ha
hablado por medio de su profeta. Los pensamientos del
Señor y sus caminos no son los que los egoístas y ciegos
mortales creen y desean que sean. El Señor escudriña el
corazón, si el egoísmo mora allí, Él lo sabe. Podemos tratar
de ocultar nuestro verdadero carácter a nuestros hermanos
y hermanas pero Dios lo conoce. MB, 34.1

Considerad el ayuno que Dios acepta, es “compartir el pan


con el hambriento y a los pobres y errantes traerlos a casa.”

33
Venid Benditos de mi Padre

No hay que esperar que ellos vengan a nosotros, hay que


buscarlos y llevarlos a nuestra casa, hay que cubrirlos, saciar
su hambre y llevarlos al Señor Jesús. Guíalos, muéstrales
el camino y la verdad y por fe sostenlos con el Poderoso
brazo que les brinda salvación, mientras con la otra mano
del amor rescatas al oprimido y lo socorres. Es imposible
asir el brazo de Dios con una mano mientras empleas la
otra en satisfacer tus propios placeres. MB, 34.2

Una Promesa Abarcante

Si os empeñáis en esta obra de misericordia y amor ¿os


resultará demasiado dura? ¿Podréis fallar y ser aplastados
bajo el peso y vuestra familia ser privada de vuestro sostén
e influencia? ¡Oh, no! Dios ha quitado cuidadosamente
todas las dudas en cuanto a esto con una promesa a v­ osotros
bajo la condición de vuestra obediencia. Esta promesa
abarca todo lo más exigente que se pueda pedir, “entonces
nacerá tu luz como el alba y tu salud se dejará ver pronto”,
solamente cree que es fiel el que lo ha prometido. Dios
puede renovar la fuerza física más aún lo dijo y lo hará y
su promesa no termina allí. “E irá tu justicia delante de ti
y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” Dios edificará una
fortaleza alrededor de ti pero la promesa no se detiene ni
aún aquí. “Entonces invocarás y oírte ha Jehová, clamarás y
dirá Él heme aquí, si quitares el yugo de opresión y terminares
de hablar vanidad; Si derramares vuestra alma ante el ham-
briento entonces en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad
será como el medio día y Jehová te pastoreará siempre y en
las sequías hartará tu alma y engordará tus huesos y serás
como huerto de riego y como manadero de aguas cuyas aguas
nunca faltan.” MB, 35.1

34
Isaías 58: Un Precepto Divino

La Doble Reforma de Isaías 58

La obra especificada en estas palabras es el trabajo que Dios


pide a su pueblo que realice. ¿La estás haciendo?

Es la obra señalada por el mismo Dios con la labor de defen­


der los mandamientos de Dios y reparar las brechas que se
han hecho a la ley de Dios, hemos de unir la compasión por
la humanidad doliente. Hemos de mostrar el supremo amor
de Dios. Hemos de exaltar su monumento conmemorativo el
cual ha sido hollado por pies sacrílegos y con esto hemos de
manifestar misericordia, benevolencia y la más tierna piedad
por la raza caída. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Como un pueblo debemos realizar esta labor. El amor revelado
a la humanidad doliente da significado y poder a la verdad.

Un Evangelio Práctico

Esto es evangelio prácti­


co, vive lo que profesas,
has obra de benevolen­
cia, da parte de tu pan al
hambriento, sé diferente,
ayuda al menesteroso,
demuestra cristianismo,
si tú lo haces puedes reclamar la promesa.

Mucho más que un mero sermón está incluido en la predi­


cación del Evangelio. Los ignorantes han de ser instruidos;
los desanimados han de ser reanimados: los enfermos han
de ser restaurados. La voz humana debe tomar parte en la
obra de Dios. Palabras de ternura, simpatía y amor han de
testificar de la verdad. Oraciones cordiales y sinceras han

35
Venid Benditos de mi Padre

de acercar a los ángeles… El Señor os dará el éxito en esta


labor;… ella está entretejida con la vida diaria, cuando se
vive y se practica. La verdadera interpretación del Evangelio
es la unión de la obra en favor del cuerpo y del alma, tal
como Cristo la realizó. RH, 4-3-1902

El Señor os dará el éxito en esta labor, ella está entretejida


con la vida diaria cuando se vive y se practica la verdadera
interpretación del evangelio, es la unión de la obra en favor
del cuerpo y del alma tal como Cristo lo realizó.

El Mensaje del Tercer Ángel no Debe


Ser Relegado
No tengas temor por los obreros que están empeñados en la
obra representada en el capítulo 58 de Isaías, ese capítulo
es explícito y es suficiente para iluminar a cualquiera que
desee hacer la voluntad de Dios, hay muchas oportunidades
para que todos sean una bendición para la humanidad. El
mensaje del tercer ángel no debe ser relegado a segundo
término en esta obra, sino que debe ser uno con ella. Puede
haber y hay un peligro al esconder los grandes principios
de la verdad cuando realizamos la obra que debe ser hecha.
Esta obra ha de ser para el mensaje lo que la mano es para
el cuerpo. Las necesidades espirituales del alma deben estar
en primer término. MB, 37.1

Cuando la iglesia acepte la obra que Dios le dio, se cumplirá


la promesa que se le hizo: “Entonces nacerá tu luz como el
alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante
de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” MB, 38.1

Tengamos ánimo amados hermanos, con Jesucristo, somos


más que vencedores. Dios los bendiga.

36
Viernes 15 de Julio de 2022

La Verdadera
Religión
Hna. Nini Johana Carvajal Corrales
Florencia - Caquetá

¿Te has preguntado que es religión, y además que significa


religión? En la palabra de Dios encontramos que: “La religión
pura y sin mácula delante de Dios el padre es esta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin
mancha del mundo.” Santiago 1:27

Definición en Latín

La palabra “religión” viene del latín “religió”, formada


con el prefijo re- (indica intensidad), el verbo ligare (ligar
o amarrar) y el sufijo -ión (acción y efecto). Entonces “re-
ligión” significaría algo así como “acción y efecto de ligar
fuertemente [con Dios].”

Definición en Hebreo

El prefijo re- también indica reiteración (de nuevo) y liga­


re, ligar o amarrar. Entonces “religión” significaría algo
así como “ligar de nuevo”. Esta palabra podría referirse a
“unirse nuevamente con el Creador.”

37
Venid Benditos de mi Padre

Definición Técnica

La religión es un conjunto de creencias y costumbres funda­


mentadas en la divinidad con la capacidad de regir la vida
de las personas que la siguen. Una religión, a través de su
texto sagrado, establece sus principios morales y decide qué
está bien, qué está mal y qué objetivos persigue.

Después de conocer estos conceptos, nos haría bien pensar


o interrogarnos: ¿Y yo como cristiano, hijo de Dios, se­guidor
del señor Jesús, Miembro o conocedor e interesado de la
Iglesia Sociedad Misionera Internacional Adventista del
Séptimo día Movimiento de Reforma, Cómo estoy practi­
cando la religión?… el siguiente párrafo nos ayudará con
nuestra reflexión:

“¿Qué es la verdadera religión? Cristo nos ha dicho que la


verdadera religión es el ejercicio de la compasión, la simpatía
y el amor en el hogar, en la iglesia y en el mundo. Esta es
la clase de religión para enseñar a los hijos y es lo genuino.”
RH, 12 de noviembre de 1895

“Hechos buenos son los frutos que Cristo quiere que lle­
vemos: palabras amables, actos de misericordia, de tierna
solicitud para con los pobres, los necesitados, los afligidos.
Cuando los corazones simpatizan con otros corazones
agobiados por el desaliento y la congoja; cuando la mano
reparte a los necesitados; cuando los desnudos son vestidos,
los extraños bienvenidos a vuestra sala y tienen un lugar en
vuestro corazón, los ángeles se llegan muy cerca y resuena
un acorde como respuesta en el cielo.” MB 39.2

En la providencia de Dios han sido colocados en estrecha


relación cristiana con su iglesia, viudas y huérfanos, c­ iegos,

38
La Verdadera Religión

mudos, cojos y personas afligidas de varias maneras; es para


probar a su pueblo y desarrollar su verdadero c­ arácter. Los
ángeles de Dios vigilan para ver cómo tratamos a estas per­
sonas que necesitan nuestra simpatía, amor y benevolencia
desinteresada. Esta es la forma en que Dios prueba nuestro
carácter. Si tenemos la verdadera religión de la Biblia, sen­
tiremos que es un deber de amor, bondad e interés el que
hemos de cumplir para Cristo en favor de sus hermanos; y
no podemos hacer nada menos que mostrar nuestra grati­
tud por su incomparable amor manifestado hacia nosotros
mientras éramos pecadores indignos de su gracia, ­revelando
un profundo interés y un amor abnegado por aquellos
que son nuestros hermanos, y que son menos afortunados que
nosotros. SC, 239

Ahora se nos presenta otro interrogante:

¿Cómo brilla vuestra luz? —“Los que debieran haber sido


la luz del mundo, tan sólo han dejado lucir débiles y tenues
rayos. ¿Qué es luz? Es piedad, bondad, verdad, misericor­
dia, amor; es la revelación de la verdad en el carácter y la
vida. El Evangelio depende de la piedad personal de sus
creyentes para su poder agresivo, y Dios ha hecho provisión,
mediante la muerte de su Hijo amado, para que cada alma
sea plenamente preparada para toda buena obra.”— RH, 24
de marzo de 1891

Podemos apreciar en estos maravillosos párrafos nuestro


llamado al deber. La valiosa oportunidad de trabajar para
el rey de reyes y Señor de señores. Estamos invitados a re­
flejar al Señor Jesús, y así viviremos y reconoceremos —La
señal que distingue la religión verdadera de la falsa—
“La verdadera simpatía entre el hombre y su prójimo ha
de ser la señal que distinga a los que aman y temen a Dios

39
Venid Benditos de mi Padre

de los que no tienen en cuenta su ley. ¡Cuán grande es la


simpatía que Cristo expresó al venir a este mundo para dar
su vida como sacrificio por un mundo agonizante! Su religión
indujo a la realización de la genuina obra ­médico-misionera.
Él era un poder curativo. “Misericordia quiero y no sacrifi-
cio”, dijo. Esta es la prueba que el gran Autor de la verdad
usaba para distinguir entre la verdadera y la falsa religión.
Manuscrito 117, 1903

La Simpatía Práctica es la Prueba


de la Pureza

“Satanás está jugando el juego de la vida para apoderarse de


cada alma. Sabe que la simpatía práctica es una p­ rueba de la
pureza y de la abnegación del corazón y hará todo esfuerzo
posible para cerrar nuestro corazón a las necesidades ajenas
y lograr que al fin no nos conmueva la vista del dolor. Intro­
ducirá muchas cosas para impedir la impresión del amor y
la simpatía. Así fue como arruinó a Judas. Este se dedicaba
constantemente a hacer planes para beneficiarse a sí mismo.
En esto representa a una gran clase de los que profesan ser
cristianos hoy. Por lo tanto necesitamos estudiar su caso.
Estamos tan cerca de Cristo como él lo estaba. Sin embargo,
si, como sucedió con Judas, la asociación con Cristo no nos
hace uno con él, si no cultivamos dentro de nuestro corazón
una simpatía sincera hacia aquellos por quienes Cristo dió su
vida, corremos como Judas el peligro de quedar separados de
Cristo y de ser objeto de las tentaciones de Satanás.”

Necesitamos protegernos contra la primera desviación de


la justicia; una transgresión, una negligencia en cuanto a
manifestar el espíritu de Cristo, abren el camino a otra y aun
otra, hasta que la mente queda dominada por los p ­ rincipios

40
La Verdadera Religión

del enemigo. Si se cultiva un espíritu de egoísmo, llega a


ser una pasión devoradora que nada sino el poder de Cristo
puede subyugar.

La religión pura es realizar obras de misericordia y ­amor-la


verdadera piedad se mide por la obra que se hace, La reli­gión
pura y sin mácula no es un sentimiento, sino la realización
de obras de misericordia y amor. Esta religión es necesaria
para la salud y la felicidad. Entra en el templo contaminado
del alma y con un látigo echa a los intrusos pecaminosos.
Ocupando el trono, consagra todo con su presencia, ilumi­
nando el corazón con los brillantes rayos del Sol de Justicia.
Abre las ventanas del alma hacia el cielo, permitiendo entrar
la luz del sol del amor de Dios. Con ella entran la serenidad
y la compostura. Aumentan el poder físico, mental y mo­
ral, porque la atmósfera del cielo, como un agente viviente
y activo, llena el alma. Cristo es formado en lo íntimo, la
esperanza de gloria.

Hacer una obra desinteresada, es una tarea gloriosa. El


verdadero culto es trabajar juntamente con Cristo. “No es
el servicio caprichoso lo que Dios acepta, El demanda que
trabajemos movidos por principios verdaderos, firmes y
permanentes. Si Cristo se forma en lo íntimo, la esperanza
de gloria, él se revelará en el carácter, que será semejante
a Cristo. Hemos de representar a Cristo al mundo, como
Cristo representó al Padre.”

Debemos mostrar el calor y la cordialidad cristianos, no


como si estuviéramos haciendo algo maravilloso, sino tan
sólo lo que esperaríamos que hiciera cualquier cristiano
verdadero en nuestro caso, si estuviera colocado en cir­
cunstancias similares. 

41
Venid Benditos de mi Padre

No nos cansemos en el bien hacer, recordemos lo que nos


dice, Hechos 20: 35 u.p.: “se debe ayudar a los necesitados, y recor-
dar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado
es dar que recibir.”

Al Hacer para Otros Estamos Haciendo


para Cristo

“Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos


de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para
sus ángeles: Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve
sed, y no me disteis de beber; fuí huésped, y no me recogisteis;
desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me vi-
sitasteis. Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o
enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá,
diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno
de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis. E irán éstos al tormento
eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mateo 25:41-46)

“Jesús aquí se identifica con su pueblo que sufre. Fui yo


el que estuve hambriento y sediento. Fui yo el que fui
huésped. Fui yo el que estuve desnudo. Fui yo el que
estuve enfermo. Fui yo el que estuve en prisión. Cuando
disfrutabais del abundante alimento que estaba en vuestras
mesas, yo padecía hambre en la choza o en la calle, no lejos
de vosotros. Cuando cerrasteis vuestras puertas contra mí,
mientras estaban desocupadas vuestras bien amuebladas
habitaciones, yo no tenía dónde hacer reposar mi cabeza.
Vuestros guardarropas estaban llenos con una abundante
cantidad de mudas de ropa, en las cuales se habían mal­
gastado innecesariamente los recursos, que podríais haber
dado a los necesitados. Yo estaba ­desprovisto de ropa

42
La Verdadera Religión

adecuada. Cuando disfrutabais de salud, yo estaba enfer­


mo. La desgracia me arrojó en la cárcel y me aherrojó con
grillos, deprimiendo mi espíritu, privándome de la libertad
y la esperanza, mientras vosotros os movíais libremente.
¡Cómo se identifica aquí Jesús mismo con sus discípulos
sufrientes! Se pone en lugar de ellos. Se identifica como si él
hubiera sido en persona el doliente. Notad, cada descuido
del pobre necesitado, del huérfano, del que no tiene padre,
es un descuido de Jesús en persona.” MB, 41-44 

Créanme hermanos. Que en ese momento me sentí feliz y


di muchas gracias a Dios por la lección recibida.

“Es urgente escuchar al señor Jesús, que nos está h


­ ablando
de muchas maneras, para cambiar nuestro corazón y poder
derramar Su Espíritu y así, solo así dar el fuerte pregón.
En esta obra de restauración se requerirá mucho esfuerzo
esmerado.” MB Pág. 259

En qué lugar nos gustaría estar cuando nuestro Señor al


venir en su reino diga:

‘¡Venid, benditos de mi padre! Heredad el reino preparado


para vosotros desde la fundación del Mundo’. Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber,
fui forastero y me recibisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y viniste a mí.”
(Mateo 25: 34-36 RV2000)

Pidamos cada Día a nuestro amado Señor que nos dé un


corazón dadivoso, amable, entregado al bien común. Amén.

43
Venid Benditos de mi Padre

Textos para Reflexión

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno y lo que pide


Jehová de ti: Solamente hacer justicia, y amar misericordia y
humillarte ante Dios.” Miqueas 6: 8

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín


corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos,
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6: 19-21

44
Sábado 16 de Julio de 2022

"Todas las veces que lo


hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños,
a mi lo hicisteis "
Hno. Stefano La Corte
Giulianova - Italia

“Todas las veces que lo hicisteis a uno


de estos mis hermanos más pequeños,
a mi lo hicisteis.” Mt. 25.40

“Los hijos de Dios son preciosos


ante los ojos del Señor, y los que
por la pluma o la palabra debilitan la
influencia aun de los más pequeños de aquellos que creen
en Jesucristo, son registrados en el cielo como personas
que hieren al mismo Señor. Jesús dice: “Lo que habéis hecho
a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis.”
Mateo 25:40. Tenemos la necesidad de recordar que debemos
vigilar escrupulosamente nuestros pensamientos, nuestros
sentimientos, nuestras palabras y acciones, para no herir
o dañar al Salvador en la persona de Sus santos, porque El
mismo dijo claramente que se identifica en la humanidad
que sufre. Ninguno de los fieles de Dios que no haya ­pasado
por duros conflictos y pruebas, recibirá el honor de la co­
rona de la vida en el reino de gloria. Todos aquellos que

45
Venid Benditos de mi Padre

ganarán la carrera por la corona inmortal, habrán luchado


legítimamente.” MS3, pág. 279-280

“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como los niños,


de ningún modo entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3)
¿Cómo podemos volvernos como niños pequeños?

“De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no


puede ver el reino de Dios.” “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un
hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez
en el vientre de su madre y nacer?.” Respondió Jesús: “De cierto,
de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu no
puede entrar en el reino de Dios.” Juan 3:3-5

Hace cerca de un año me enfermé de COVID-19. Aunque


actué con prudencia, este virus agredió de forma severa a
mi cuerpo. En pocos días mi estado empeoró tanto que fue
necesario entubarme y trasladarme a la zona de reanimación
del hospital.

Los médicos me indujeron el coma farmacológico; y por


cuatro semanas estuve inconsciente de todo lo que ocurría
a mí alrededor. Sólo recuerdo que dormía y soñaba. Os
podría relatar los sueños en sus mínimos detalles, vivía
en otra realidad como consecuencia de mis problemas de
salud y de su estado. Agradezco a todos los hermanos y
hermanas del mundo que han estado a mi lado con sus
oraciones y ayunos. El Señor ha obrado y hoy estoy aquí y
os escribo y doy las gracias. Me han informado de que no
uno sólo, sino decenas, cientos y miles de hermanos han
doblado sus rodillas para pedir al Padre celestial mi cura­
ción. Estas oraciones no han sido vanas. El Padre celestial
las ha escuchado y cumplido!

46
“Todas las veces que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mi lo hicisteis”

Cuando desperté me encontré en una cama de hospital con


el respirador artificial, porque mis pulmones no estaban en
condición de respirar por sí mismos. El proceso de curación
hizo necesaria una hospitalización de casi ocho meses, en
cuatro centros sanitarios diferentes, y diversas especialidades.
En todas partes fui tratado con cortesía y gentileza.

Anteriormente jamás había sido hospitalizado. Era muy


escéptico respecto al sistema sanitario; pero he tenido que
cambiar de opinión. Esto honra a mi país que ofrece gratui­
tamente el servicio sanitario. Si hubiera tenido que pagar por
todos los días que estuve hospitalizado, habría acumulado
una deuda ¡como los diez mil talentos de la parábola!

Para mí todo el periodo ha sido como un volver a nacer.


He tenido que empezar todo desde el principio. Sólo para
separarme del respirador fueron necesarios ¡cuatro meses!
Luego siguió una lenta y constante rehabilitación. Mi cuerpo
estaba totalmente debilitado. He perdido 40 Kg de peso y,
algo muy grave, también los músculos de mis articulaciones
estaban casi completamente reducidos y atrofiados. Tuve que
empezar de nuevo como un recién nacido. Me alimentaron
artificialmente y poco a poco empecé a comer apenas alguna
cosita. Me alimentaba como un pajarito. Después de unos
pocos bocados ya no tenía hambre.

En mi mente me hacía ilusión que una vez separado del


respirador, podría levantarme y volver a casa. ¡Qué gran
desilusión me esperaba! La primera vez que la fisioterapeu­
ta me puso de pie, no era capaz de moverme. Las piernas
no me sostenían, ni eran capaces de moverse. Con mucha
paciencia, un paso tras otro, volví a caminar como un niño
de pocos meses. No os podéis imaginar mi alegría cuando
por primera vez ¡pude subir un peldaño!

47
Venid Benditos de mi Padre

Cuando al fin pude dejar el centro de reanimación, me


trasladaron en silla de ruedas al centro de rehabilitación.
Otra prueba más me estaba esperando. Los valores de las
analíticas estaban a nivel mínimo. El doctor me explicó que
había llegado casi al límite de necesitar una transfusión.
No podía permitirme que mis valores bajasen aún más.
­Respondí que si era necesario firmaría mi consentimiento a
la transfusión, pero no podía aceptar la propuesta de incluir
alimentos de carnes en mi alimentación. Me acordé de Daniel
y sus compañeros, los cuales se mantuvieron fieles también
en tierra extranjera. La dietóloga prescribió mi dieta, casi
exclusiva a base de legumbres: judías (frijoles), guisantes,
lentejas y garbanzos. Una legumbre de estas estaba siem­
pre presente en mi menú diario. Para mi satisfacción, los
doctores nunca más me volvieron a hablar de transfusión y
tampoco de alimentos cárnicos o derivados animales como
leche y quesos. Los valores se normalizaron y el problema
no se volvió a plantear.

Pasé dos meses largos en silla de ruedas. Pensaba que debía


modificar mi apartamento, para así poder moverme con la
silla de ruedas. Un día la fisioterapeuta, consciente de mi
preocupación, me dijo: “No tengas miedo, no te irás a casa
en silla de ruedas! Volverás a casa sobre tus piernas! Hará
falta tiempo, pero con tu empeño podemos lograrlo!.”

Mi quehacer cotidiano lo ocupaba la fisioterapia. Empecé a


creer en ella, y poco a poco comencé a caminar otra vez,
a moverme, lavarme, vestirme. La última TAC a los pulmones
evidenció que había alcanzado la suficiencia respiratoria.
¡Al fin podía volver a casa!

No puedo describir mi alegría cuando ¡pude entrar por la


puerta de mi casa sin silla de ruedas ni muletas! Han pasado

48
“Todas las veces que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mi lo hicisteis”

otros cuatro meses, y soy un hombre nuevo, un hombre


nacido de nuevo, ¡un niño pequeño!

El pecado destruye nuestra mente, nuestra alma y en forma


de enfermedad destruye nuestro cuerpo. Por eso el Señor
volviéndose a Nicodemo le dijo: El que no ha nacido de
nuevo no puede entrar en el reino de los cielos.

“Porque, ¿qué es más fácil decir: Los pecados te son perdonados,


o decir: Levántate y anda?.” Pues para que sepáis que el Hijo
del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados
(dice entonces al paralitico): Levántate, toma tu camilla, y vete
a tu casa.” Mateo 9:5-6

Mi experiencia me ha enseñado que es muy hermoso ser


objeto del amor y cuidados de los propios familiares y de
los hermanos; de hecho también el apóstol Mateo dice: “Lo
habéis hecho a mí.”

“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en el no


hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en ti-
nieblas, y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las
tinieblas le han cegado los ojos. Os escribo a vosotros, hijitos,
porque vuestros pecados os han sido perdonados por causa de
su nombre.” 1 Juan 2:10-12

Mateo 25:35-36:
• Porque tuve hambre y me disteis de comer;
• tuve sed, y me disteis de beber;
• fui forastero, y me recogisteis;
• estuve desnudo, y me vestisteis;
• enfermo, y me visitasteis;
• en la cárcel, y vinisteis a mi.

49
Venid Benditos de mi Padre

A Mi lo Hicisteis
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno
dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues
el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar
a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento
de parte de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.”
1 Juan 4:19-21

Las acciones mencionadas en estos textos son las que


­realizamos en la vida cotidiana o a lo largo de la semana.
El Señor Jesús para animarnos a cumplir el bien en relación
con nuestros hermanos nos invita a identificar a nuestro
prójimo en Él. Si analizamos a una persona cualquiera,
enseguida detectamos defectos físicos, de comporta­miento,
de carácter. En cuestión de segundos encontraríamos uno,
diez o mil motivos para denegar nuestra ayuda al prójimo
que está a nuestro lado. El Señor Jesús nos invita a fijarnos
en Él, que dio su vida voluntariamente por cada uno de
nosotros; entonces todas las fealdades de nuestro prójimo
se desvanecerán como nieve a pleno sol.
Como pueblo de Dios del último tiempo somos muy or­
gullosos de observar la ley de Dios. Hemos restaurado la
verdad del Sábado; hemos recuperado el mandamiento
relativo a “NO hacernos imágenes y esculturas;” no usamos
un lenguaje vulgar; frases coloridas y picantes no deberían
formar parte de nuestro vocabulario; hemos revalorizado
el “NO MATARÁS”, somos objetores de conciencia; so­
mos conscientes que una simple mirada es suficiente para
transgredir el “NO cometerás adulterio; tenemos prohibido
robar a nuestro prójimo como también a Dios; NO debemos
mentir en un tribunal ni en ningún otro momento, ni con
palabras o acciones; y sobretodo NO debemos bramar y
desear lo que no nos pertenece.

50
“Todas las veces que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mi lo hicisteis”

Queridos hermanos y hermanas, ¡el Señor nos ha dado


prioridades!

“NO tendrás otros dioses fuera de mí” tal vez sea el man­
damiento más descuidado. ¡Nuestro YO es nuestro mayor
peligro! ¡Sólo si guardamos el primero podremos cumplir
todos los demás!

“El pecado está, pues, en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo


hace.” Santiago 4:17

Estamos acostumbrados a los dos mandamientos que


resumen, descritos por Jesús: amar a Dios y al prójimo.
Pero la síntesis extrema que realiza Santiago tiene algo de
extraordinario. Parecería que sería suficiente NO cometer
el mal, para observar la ley de Dios. Es decir, la ley del NO.
Santiago nos ilustra otro aspecto de la ley: el del SI. Tal vez
hemos logrado no cometer el mal; pero ¿somos capaces
de cumplir el bien? ¿Somos capaces de ofrecer un bocado de
pan al hambriento, un vaso de agua al sediento, alojar a un
extranjero dentro de nuestras puertas, ofrecer un vestido al
desnudo, visitar un enfermo y confortar un preso? ¡Si no
lo hacemos pecamos!

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?


¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a
vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No lo hacen
también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como
vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5:46-48

Compartamos el pan de la Palabra de Dios, demos a beber


el agua de la vida como Jesús a la samaritana, abramos
la puerta al Espíritu del Señor que llama, cubramos las
vergüenzas del pecado con nuestra misericordia tal como

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Venid Benditos de mi Padre

lo hizo el Padre con el hijo pródigo; vayamos a visitar al


enfermo por la lepra del pecado y ofrezcámosle la cura­
ción, vayamos a visitar a aquel que está preso por espíritus
inmundos, y entonces podremos ser hacedores de la ley y
no tan sólo oidores!

¡Ojalá que el Señor pueda derramar sus bendiciones sobre


cada uno de nosotros! AMÉN

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