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Mirella Font Gómez

Filosofía Medieval, 2do curso

Fons Vitae, Ibn Gabirol

Introducción

Shelomó Ibn Gabirol, ocupador de varios campos de estudio como lo son la filosofía y
poesía, es un gran exponente hispanojudío andalusí nacido en Málaga hacia el año 1021,
aunque abandonó la ciudad a una temprana edad y se asentó y educó en Zaragoza. Deja
constancia de este hecho en su poema Al salir del Al-Ándalus, donde refleja las causas
de su salida: la ignorancia latente de la época y un periodo de crisis espiritual que no le
permitía avanzar. Esta es una característica típica medieval: la diáspora, la dispersión de
su lugar de origen para producir su actividad filosófica.

En torno aquellos años, el contexto era fundamente proporcionado por una dinámica
comunidad judía; este fue un periodo de suma importancia para su formación y
producción científico-literaria. Ciertamente, su pensamiento judío no fue lo único tenido
en cuenta respecto a la totalidad de su obra. Es importante destacar sobre esta cuestión,
es que del texto original árabe La fuente de la vida no se conserva ni un solo fragmento
debido a su pérdida; esto hizo que se conservara la versión escrita en latín bajo la figura
de Avencebrol en lugar de Ibn Gabirol, y este sirvió de inspiración a pensadores de la
escolástica, quedando fuera de la consideración judía. Se llegó a distinguir entre dos
aparentes personajes distintos, cuando era obra de una misma persona. La identidad se
aclaró cuando S.Munk descubrió un manuscrito de este libro en una versión hebrea.

En cuanto al contexto de una comunidad judía en el que se encontraba Gabirol ya en


Zaragoza, se habían reunido allí debido a las guerras constantes que se libraban en
Córdoba; se encontraban grandes figuras con las que se relacionó como el mayor de los
gramáticos hebreo hispano, Abul-Walid Merwan Ibn Ganah, o su mecenas Yequtiel Ibn
Hasan, cuya muerte en 1309 repercutió anímicamente a nuestro autor, que abandonó la
ciudad en 1045, así escribía en su poema Al salir de Zaragoza: “¿Cuánto tiempo arderá
como fuego mi ira? (…) Enterrado estoy, pero en un desierto, en mi misma casa está mi
ataúd.” Sin embargo, vemos que forma parte de su personalidad y se ve reflejado en su
obra el ser una persona curiosa, apasionada, y con ansias de saber, a pesar de cualquier
inconveniente. Así aclara al final del poema: “(i)ndagaré, investigaré, mientras viva.”.
Al salir de Zaragoza se tienen datos de su vivencia en Granada; y se estima su muerte en
Valencia en torno a 1056 y 1057.

Otro dato relevante que destacar de su biografía en relación con su producción y


personalidad, es el hecho de padecer una enfermedad que muchas veces le hacía
impotente para incluso salir de su lecho, condición que no significaba nada en
comparación a esa búsqueda perpetua de la sabiduría que describe. Su espíritu no
pereció, mas su cuerpo sufría sin poder remediarlo. De esta pasión por el conocimiento
nace su obra filosófica, cuyo mayor exponente es el libro que vamos a comentar: La
fuente de la vida.1

Su sistema metafísico fue referente a nivel mundial hasta que Santo Tomás de Aquino
apareció en el ámbito medieval, que incluso este mencionó a Ibn Gabirol en su obra. Es
considerado por ello como uno de los máximos exponentes de la cultura judía desde
Filón. Supera la notoriedad incluso del filósofo Maimónides.

Es un autor, como ya sabemos, de gran influencia sobre todo platónica y también


aristotélica (de los textos que se disponían en aquel entonces), que buscó hacer una
metafísica que encajara en las tres grandes religiones para así hacer llegar su palabra a
un número más elevado de lectores. Esta es una característica muy propia de la filosofía
medieval. 2

Contenido del libro

Fons vitae es de las primeras obras de metafísica escritas en España andalusí. Mediante
un diálogo de maestro y discípulo, muestra su concepción de la metafísica del ser, en lo
que entra la dualidad de todo ser: la materia y forma, tema desde el que gira toda la
obra. Se compone de cinco tratados, pero al ser una obra extensa y contundente,
trataremos los dos primeros.

El primer tratado, se presenta de la siguiente forma: “De las cosas previas para la
determinación de la materia y formas universales y para la determinación de la materia
y forma en las substancias compuestas.”

En este primer tratado, Gabirol busca establecer lo que se debe tener en cuenta para
determinar lo que describe como la materia y forma universales.
1
Valle, Carlos del. La fuente de la vida, Shelomó Ibn Gabirol (Introducción). 1987. Riopiedra
Ediciones., págs. 16-28.
2
Martí, G.,” Apuntes de clase”, Filosofía Medieval.
Para ello, comienza previamente dividiendo todas las cosas en dos clases: las que son
posibles bajo la inteligencia humana y las que la exceden. Nos afirma que la ciencia es
lo que se debe buscar ante todas las cosas, puesto que esta te revela conocimiento sobre
uno mismo y sobre lo que propiamente excede tu ser y está fuera de sí. Gracias a la
ciencia el alma puede llegar a su punto más elevado, a la perfección; puesto que
representa la esencia y causa final del hombre: el deseo de saber.

“la ciencia y la obra emancipan el alma de la cautividad de la naturaleza y la libertan de


sus tinieblas y obscuridad, y de este modo el alma recobra su vida más elevada”3

Entonces, podemos decir que a ciencia es la causa-generación del hombre, puesto que a
través de ella el alma se libra de ignorancia y hace que pase de potencial a efectiva.

Tras establecer cuál es la causa de la generación del hombre, el discípulo se pregunta,


pues, cuál es la causa final por la que el hombre ha sido creado. Esto es lo que
constituye la esencia primera. Gabirol entiende esta sustancia primera como lo que
sostiene y mueve la ciencia de todas las cosas. Es infinita y múltiple, y por lo tanto
incognoscible para el ser humano si no es a través de sus obras, lo que se engendra a
través de ella. Esta tampoco puede ser semejante a la inteligencia porque, en su
infinitud, no está unida a ningún compuesto simple.

“D- «¿Por qué la ciencia de la esencia es imposible por ser infinita? M- “Porque la
ciencia del que sabe es comprensión de la cosa sabida, y por eso es imposible
comprender en la ciencia lo infinito.»

M- «Consideremos primero la esencia del ser universal y las modificaciones que puede
sufrir, luego el movimiento y la voluntad que retiene y sostiene la esencia de todos.»

D- «La esencia del ser universal, ¿es una o múltiple?»

M- «Múltiple ciertamente; pero dado que sea múltiple y diversa, conviene, sin embargo,
en dos cosas en que se sostiene y tiene el ser.»”4

Aquí ya nos introduce formalmente el concepto de materia y forma universal, que es lo


que hace múltiple a la esencia primera. De ellas dos se engendra y se sostiene todo lo
posible: todo lo conceptual se resuelve en esta dualidad del ser. La voluntad aquí

3
Valle, Carlos del. La fuente de la vida, Shelomó Ibn Gabirol (Introducción). 1987. Riopiedra
Ediciones., pág. 43.
4
Ibid., pág. 45.
adquiere vital importancia porque la designa como mediadora de toda ciencia y ser, el
movimiento que todo lo crea y todo lo mueve.

Hasta este punto tenemos la ciencia de la esencia primera y la de materia y forma


universal, a la que se le añade la ciencia de la voluntad. Así nos dice: “porque en el ser
no hay más que estas tres cosas, a saber: materia y forma, la esencia primera y la
voluntad que media entre estos extremos.”5

Ahora que nos ha presentado estos conceptos, es preciso que establezca cómo estas se
pueden conocer. Ya hemos dicho que la sustancia primera ha de conocerse a través de
sus hechuras. Pero la materia y forma tiene un modo de entenderse de forma
dicotómica: desde el modo universal común y el especial propio.

El universal es que supone conocer las propiedades inherentes de las cosas para poder
llegar al pleno entendimiento de estas; esto es, conocer las cosas mediante extraer su
forma para así captar su esencia oculta, que es lo que compone la materia universal. Por
ello, es también lo que sostiene las distintas formas.

“Ejemplo de esto es el cielo; la forma que primero nos sale al encuentro es el color,
luego la figura, después la corporeidad, luego las substancialidad y luego las demás,
esto es, las percepciones espirituales, de donde llegarás al concepto de la cosa creada
única existente por sí”.6

Y como hay materia, la forma universal también ha de conocerse; esta es sostenida por
la materia universal: da ser a la materia, perfecciona su esencia dándole forma al ser
inherente material. “Perfeccionar la esencia en que es y darle el ser, conviene a la forma,
porque lo que la cosa es como tal no lo es sino por la forma.”7

En cuanto a conocer estos conceptos de un modo propio, existen formas particulares (las
que tienen sujeto), y formas universales (que se resuelven en su sujeto). Esta última es
la forma común en los elementos. “Los elementos también son diversos como tales, y
son semejantes en cuanto a cuerpos; luego el cuerpo debe ser el sujeto de ellos.”8 El
sujeto verifica los elementos en el cuerpo.

5
Ibid., pág. 47
6
Ibid., pág. 50
7
Ibid., pág. 52
8
Ibid., pág. 54
Finalmente, tras describir la materia y forma y de qué manera se colocan en el mundo,
hace una pequeña síntesis de lo que son en su totalidad. Hemos dicho anteriormente que
ellas conforman todo lo que supone el ser, pero, así como el ser, se refiere también a las
cosas sensibles naturales, universales y particulares; afirmando que en el mundo no hay
nada más que eso. Forman un todo imposible de negar: “(l)uego en las cosas sensibles
debe haber materia universal, esto es, cuerpo y forma universal, a saber, todo lo que se
sostiene en el cuerpo.” 9

Si en este primer tratado ha establecido las cosas previas a la materia y forma y qué es
lo que estas competen universalmente, que es todo lo que conforma las cosas sensibles,
en el segundo tratado revelará lo subyacente a la corporeidad del mundo, la materia
espiritual: lo que se sigue a lo sensible.

“El solo nombre de cuerpo es indicio para conocer que hay materia que sostiene la
corporeidad, porque cuando anuncias que algo es un cuerpo, le atribuyes forma y
formado, así como cuando enuncias del cuerpo, que es colorido y figurado, le atribuyes
que es declarante y declarado, y cuando definiendo dices que el cuerpo es largo, ancho y
pesado, estableces una cosa que es alta, ancha y densa.”10

Las formas de la corporeidad son inevitablemente sostenidas por una materia. Se


establece que lo existente es materia del cuerpo, y el cuerpo su forma, junto con la
ciencia de a voluntad. De esta manera, como lo existente es materia del cuerpo, esta
materia contiene toda cantidad y accidentes que la acompañan. El entendimiento aquí
entra para separar la substancia de las cosas sensibles. La inteligencia sostiene las cosas
sensibles, pero exige una separación: “(s)iendo la esencia de la inteligencia conocedora
de la distinción de la forma de todas las cosas, y siendo las formas de las cosas distintas
en sí mismas, necesario es por esto que sean ellas distintas en sí mismas.”11La
inteligencia, al tener certeza sobre todas las cosas, también es conocedora de la
separación de las formas en sí mismas.

El tema del entendimiento o inteligencia está estrechamente relacionado por el alma


elevada hacia la perfección, lo que hemos comentado sobre el tratado uno, que es de
gran profundidad platónica. La ciencia, la inteligencia, encuentra cuando se inspecciona
a sí misma que realmente es la más elevada de todas las formas, y a su vez la más

9
Ibid., pág. 56
10
Ibid., pág. 60
11
Ibid., pág. 64
cercana a la materia. Así como el cuerpo no se junta con el cuerpo más que por su
figura; la inteligencia no se junta con la inteligencia mas que por su ciencia.

Más adelante nos habla de la substancia de la cuantidad; su naturaleza proviene de la


propia substancia de la naturaleza, la describe como el grado inferior de la naturaleza.
Esta substancia es la que produce los accidentes de las cosas sensibles, por lo que le
compete la cuantidad: “la naturaleza sella y pinta figuras en la substancia.”12. Por ende,
la cualidad de las cosas se contiene en los predicados que subsisten en ella, no podemos
despojarla de sus accidentes. No obstante, nos dice que la substancia se da en tanto que
causa, sin necesidad de una naturaleza corpórea. Esto hace que la podamos distinguir de
dos modos: uno corporal y otro espiritual; de substancia simple y compuesta. Nos aclara
que, aunque se de en dos modos, es preciso que cada una de las partes de la cantidad de
la substancia del mundo subsista en la materia: existe una relación subsistente: “Si no
hubiere forma subsistente en la materia, no se sentiría; pero se siente la forma de la
menor parte de la cantidad; luego es subsistente a la materia.”13

Así pues, la materia que sostiene la corporeidad del mundo y que es subsistente, según
el descenso de los grados de la materia hacia abajo y su alejamiento de lo superior (la
ciencia; la perfección del alma), hasta que llega la materia que sostiene la cantidad (la
substancia de este mundo), se compara con el agua. Ilustra que el agua que corre y se
precipita de un caudal a otro, que en principio es leve y pura, se condensa en la laguna
lentamente y se obscurece. De esta forma, nos explica, podemos ver la diversidad de
unidades que compone la materia, las partes de una cosa, en su unidad, son diversas y
separadas; la substancia se forma por la conjunción de esas unidades. “(C)uanto el
cuerpo tuviere sus partes más juntas y comprimidas, será más denso y tendrá más
cantidad, como la piedra, y, por el contrario, cuanto más esparcidas y sueltas las
hubiere, será más sutil y de menos cantidad, como el aire, con lo que significa que no
viene a la substancia sino por la unión y comprensión de sus unidades en ella.”14
Concluimos con que, la substancia de la corporeidad del mundo está infundida en toda
la cantidad que subsiste en ella, esto es lo que subyace dicha corporeidad, con todas sus
formas y accidentes que a su vez componen la materia universal. Toda la naturaleza está
infundida en materia y forma universales.

12
Ibid., pág. 74
13
Ibid., pág. 84
14
Ibid., pág. 89

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