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Porque vivir era un vértigo y no una carrera Lo más interesante en una pata es la jo-
Luis Eduardo Aute da, cagarte de la risa. Tú tenías una vi-
da que tenías que disfrutarla, sino para
La vinculación pandillera no sólo responde a qué quieres tu vida.
problemas familiares, lo hace también frente a
las expectativas, por el atractivo que ésta des-
pierta en ellos, ya sea por los beneficios mate-
La violencia como proceso
riales o emocionales que obtienen (Cruz y Por-
imaginario de identificación
tillo en Santacruz y Concha-Eastman 2001).
El mundo de sentidos, emociones, significa-
ciones, imaginario-simbólicos juegan un rol
...Por lo que yo era mi necesidad tener,
prominente en la acción juvenil, asimismo en
porque yo ya le digo, no hacía nada en la
su conflictividad. Es la mirada, por ejemplo,
casa, mi vida no valía nada, entonces co-
que está en el mundo de la “significancia”, co-
mencé a salir con mis panas, con ellos en
mo decía Barthes (1993), inicio imaginario
cambio ya tuve dinero, ya comencé a te-
de la conflictividad:
ner incluso, hasta pelada...
¿Cómo va a ser posible que esta puta ven-
No sólo la familia expulsa, la calle también ga hecha la buena a robarse la mirada de
atrae: no sólo acoge “sin problemas ni condi- todos?...
ciones” o como “refugio” alterno al familiar, si-
no porque en tanto espacio público, permite la “Dejarse ver la cara”, “dejarse ver las huevas”4
socialización -la pandilla es un espacio para generan violencia ante la reducción de la pa-
ello-. Buscan y encuentran un “lugar” donde labra, por una incomprensión o por la impo-
sus integrantes ponen las reglas, conversan de sibilidad de construir una mediación simbóli-
lo que entre su familia, en sus casas es menos- ca: entre la posibilidad de apalabrar esa mira-
preciado o no valorado. Comparten problemas da o no entender y explorar nuevas formas de
similares, los aquejan males similares y los ale- apalabramiento.
gran horizontes comunes; su cosmovisión es El sentido en tanto apropiación y subjeti-
parecida, sus formas de ser y estar confluyen en vidad que (actualmente) piensa en sí misma y
un espacio compartido de ideas, prácticas, pen- no por sí misma, atrapa las relaciones de la so-
samientos, saberes que les sirven para relacio-
narse con la sociedad.
4 “Te ven las huevas cuando alguien, así estás conversan-
do y viene otro man, te empieza a avasallar a ti y tú te
El respeto, porque cuando estás en una quedas callado, frente a unas peladas y tienes que sa-
pata la gente te conoce y te respetan; y la berla arreglar, de chiste en chiste también se van de
joda, yo siempre he dicho estar en una notas, y allí comienza el relajo, y a veces llega a un
punto en que se te acaba la paciencia, y ya te llegó, te
pata es para joder... llegó, y le caes a puñetes y te dicen algo o que o qué y
¡pam!, le das de puñetes”
ciedad y las de los jóvenes, en elementos ima- Cuando tú vas a la disco tú no buscas, si-
ginario-simbólicos de identidad / alteridad no encuentras. Si las ‘manes’ te ven bien
que desatan la conflictividad y una dinámica vestido, cuando estás a la moda, cuando
de no ver y de no ser visto cobra fuerza; una tú bailas bien, o eres popular, eres alegre,
noción de envidia que es señalada por Zizek divertido ellas te buscan...
(1995) en el sentido de invidencia, por ello es
importante un look para evitar pasar desaper- El juego imaginario de producir la diferencia
cibidos; pues existimos porque el otro (ami- se compone de elementos característicos de
gos, pares, incluso enemigos) o lo otro, otor- las culturas juveniles como el vestuario, los ta-
ga existencia. tuajes, el cabello “se han convertido en un
emblema que opera como identificación en-
Quería sentirme diferente a los otros ma- tre los iguales y como diferenciación frente a
nes... A mí me gusta todo original, que los otros” (Reguillo 2000a); sin embargo, es-
sea Levis, zapatillas Nike... Sentirme te carácter preeminentemente visual que los
mejor vestido que otros manes… hace reconocibles e identificables, los lleva a
ser “asociados a connotaciones negativas (lo
Presencia del Otro que re-significa nuestra sucio, lo feo), [y] trasladados, como atributos,
presencia en el mundo (Liberman Ibid.), que a sus portadores” (Aguilar Ibid.).
hace operar lo que hacen los demás de mí y lo Jóvenes que para transformar el estigma
que hago yo con lo que los demás hicieron de en emblema y para hacer operar con signo
mí (Sartre), y donde la otredad existe pero ya contrario las calificaciones negativas que les
no como potencial para la realización ética, son imputadas, se encuentran volcados en
sino como valor de cambio (Lyotard). nomádicas o errantes búsquedas de identifi-
Procesos imaginarios y subjetivos de iden- caciones e identidades que les sirvan para ser
tificación-diferenciación ligados incluso al reconocidos y reconocidas y se remiten a un
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mercado, donde “las órdenes de consumo, uso del cuerpo como forma de politicidad
obligatorias para todos pero imposibles para desde lo cotidiano.
la mayoría, se traducen en invitaciones al de- Atrapados en esa alteridad imaginizada, la
lito” (Galeano 1998). Las diferenciaciones violencia se configura entre el mito de la afir-
sociales (re)aparecen, se materializan, se mación que se cumple con la ritualidad del
(re)afirman y profundizan cuando el merca- enfrentamiento, ya que “es la violencia lo que
do ya no es sólo un mercado de bienes y ser- les garantiza adquirir respeto, status, recono-
vicios, sino de imágenes e imaginarios de cimiento social y sentido de pertenencia a un
“status”, “felicidades”, “confort” y “bienes- grupo” o “la forma más segura de sobrevivir”
tar”; de consumos y satisfactores “básicos” y (Concha-Eastman 2001).
“exclusivos” para jóvenes.
Esto podría explicar de alguna manera Por una pelea tú das todo, tú sabes que
porqué alguien puede asaltar a otro simple- en esa pelea eres tú o él, y prefiero yo, en-
mente por los zapatos; porque para quien asal- tonces es donde juegas todo; tú me estás
ta, los zapatos son el signo de su visibilización disparando y yo te estoy disparando y ¿a
y reconocimiento como sujeto en los espacios quien prefieres?, ¿tú o yo?.
que cotidianamente ocupa. Estas identidades
conflictivas y permanentemente cuestionadas El sentido del juego social pandillero podría
empujan a la búsqueda de modelos de identi- relacionarse con lo que Bourdieu llama “illu-
ficación a través de los cuales autoafirmarse, y
corren imaginarios de emulación de la marca, 5 Sobre el tema ver Cerbino y Cevallos (2002); Negri y
Hardt (2001); Reguillo (2000a); con ciertas diferen-
la ‘pinta’, y “efervescen” conflictividades de al- cias hablan de la noción de biopolítica, siempre basa-
teridad y competencia. dos en Foucault.
conducta, su sentido de ciudadanía y su rela-
ción con las instituciones por la vía de la violen-
cia (el paro, la huelga). Esta configuración de
relaciones es la que torna impracticables senti-
dos mínimos de “armonía” entre la institucio-
nalidad y los diferentes actores de la sociedad.
Gonzalo Vargas
Miedo que da miedo del miedo que da
Puedro Guerra
sio”, por el interés y los envites que provocan
tales acciones; asimismo, en las relaciones hu- El círculo de violencia no inicia con la violen-
manas, más difíciles que las definiciones hu- cia callejera de las pandillas y tampoco con-
manas, ya Nietzsche (19946) hablaba de la cluye con los métodos de coerción social. “Si
alegría maligna del daño ajeno cuando el se castiga o se recompensa el pasado de un
hombre se acostumbra a considerar a los de- hombre” -decía Nietzsche - “deberíamos re-
más hombres como sus iguales, o cuando la montarnos más atrás y castigar o recompensar
venganza no es más que hacer que cese el pe- lo que fue causa de tal pasado, es decir, a los
ligro como un instinto de conservación pro- padres, a los educadores, a la sociedad mis-
vocado por el miedo al segundo golpe. ma...” (Ibid.)
Así también los principios de la afirma- No sólo la familia o la escuela son las úni-
ción y la demostración nacen en los intersti- cas responsables de la violencia juvenil, tam-
cios de las relaciones sociales; discursos coti- poco lo es la calle ya que es un espacio de so-
dianos que son (re)construidos y utilizados cialización. Así, los relatos de ex pandilleros
por las organizaciones pandilleras como solu- demuestran que sus diferentes entornos como
ción a sus propios conflictos internos e inter- el barrio, la discoteca, entre otros, siguen
grupales: la masculinidad, la hombría, la viri- siendo escenarios de conflictividad, donde la
lidad, asumidas culturalmente, se vuelven desvinculación de ellos con respecto a una or-
práctica social, constitutivos que incluso han ganización pandillera no ha provocado mayo-
repercutido en masculinizar el rol femenino. res cambios en sus entornos cotidianos.
Nuestras calles, barrios o instituciones son Ante una realidad donde caen muros y to-
entornos “apropiados” para adquirir los “co- rres; ante una realidad de frío en el clima y en
nocimientos” para demostrar su capacidad de la esperanza, la diversión, el licor, la droga,
administrar lo imprevisto y su incertidumbre, entre otras, se muestran como alternativas pa-
pues la afirmación identitaria para reconocer- ra el escape7 hacia otros lugares, para reducir
(se) un terreno “propio”, ganar(se) un lugar los miedos, las penas y la soledad.
en, responder(se) porqué “me dicen qué o
qué”, o demostrar(se) ser persona lo hace con ...eso ñaño, se sacaba así los temores, y
viveza, respeto y valentía, únicas maneras de uno se sentía diferente y sociable... para
tener un nombre, un rol, un sitio. pasar bien yo no me drogaba...
En el tejido social, los ciudadanos gestan su