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La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que aunque el matrimonio busca estabilidad, los cónyuges no están obligados a permanecer unidos si es imposible la convivencia o se ha perdido el afecto. El divorcio permite disolver el vínculo matrimonial en tales casos. El divorcio por la sola voluntad de uno de los cónyuges respeta la dignidad humana y el derecho al libre desarrollo de la personalidad de decidir autónomamente el proyecto de vida y estado civil.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que aunque el matrimonio busca estabilidad, los cónyuges no están obligados a permanecer unidos si es imposible la convivencia o se ha perdido el afecto. El divorcio permite disolver el vínculo matrimonial en tales casos. El divorcio por la sola voluntad de uno de los cónyuges respeta la dignidad humana y el derecho al libre desarrollo de la personalidad de decidir autónomamente el proyecto de vida y estado civil.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que aunque el matrimonio busca estabilidad, los cónyuges no están obligados a permanecer unidos si es imposible la convivencia o se ha perdido el afecto. El divorcio permite disolver el vínculo matrimonial en tales casos. El divorcio por la sola voluntad de uno de los cónyuges respeta la dignidad humana y el derecho al libre desarrollo de la personalidad de decidir autónomamente el proyecto de vida y estado civil.
Con relación a la estabilidad y permanencia del vínculo matrimonial, es menester referir
que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se pronunció en el amparo directo en revisión 917/2009, en el sentido que si bien es cierto que la institución del matrimonio está formada por dos personas que voluntariamente deciden compartir un estado de vida para la búsqueda de su realización personal y que es fuente de derechos y deberes morales; lo cierto es que el logro de esa estabilidad no implica que los consortes, per se, tengan que permanecer unidos no obstante que sea imposible su convivencia, ya sea entre ellos o con los hijos si los hubiera, o bien ante la pérdida del afecto que en un principio los animó a contraer matrimonio. En tal virtud, el Estado ha reconocido la existencia de una figura jurídica que permite su disolución cuando se ha tornado imposible la coexistencia entre las parejas y en consecuencia con los hijos; bajo este esquema se originó la figura del divorcio, la que tiene por objeto proporcionar una solución menos dañina a la que impera en relaciones disfuncionales. En ese orden de ideas, a través de la figura del divorcio se busca solucionar las relaciones disfuncionales que pudieran suscitarse con posterioridad a la unión matrimonial. Es verdad que antes de la legislación familiar que ahora se combate, ya se contemplaban diversas formas de disolución matrimonial, sin embargo, debe destacarse que el establecimiento del divorcio por la sola manifestación de uno de los cónyuges resulta congruente con la obligación contenida en el tercer párrafo del artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues con ello se atiende al derecho fundamental a la dignidad humana. El Pleno del Alto Tribunal de la Nación, ha sustentado que el derecho superior a la dignidad humana, es base y condición de todos los demás derechos, en cuanto son necesarios para que los individuos desarrollen integralmente su personalidad, de donde se desprenden, entre otros, el de libre desarrollo de la personalidad, el cual comprende, entre otras expresiones, la libertad de contraer matrimonio o no hacerlo, en tanto que constituye la forma en que una persona desea proyectarse y vivir su vida y que por tanto, sólo a ella corresponde decidir autónomamente. Lo anterior encuentra sustento en la tesis P. LXV/2009, del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del rubro y texto: “DIGNIDAD HUMANA. EL ORDEN JURÍDICO MEXICANO LA RECONOCE COMO CONDICIÓN Y BASE DE LOS DEMÁS DERECHOS FUNDAMENTALES. El artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que todas las personas son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razones étnicas o de nacionalidad, raza, sexo, religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social que atente contra la dignidad humana y que, junto con los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos suscritos por México, reconocen el valor superior de la dignidad humana, es decir, que en el ser humano hay una dignidad que debe ser respetada en todo caso, constituyéndose como un derecho absolutamente fundamental, base y condición de todos los demás, el derecho a ser reconocido y a vivir en y con la dignidad de la persona humana, y del cual se desprenden todos los demás derechos, en cuanto son necesarios para que los individuos desarrollen integralmente su personalidad, dentro de los que se encuentran, entre otros, el derecho a la vida, a la integridad física y psíquica, al honor, a la privacidad, al nombre, a la propia imagen, al libre desarrollo de la personalidad, al estado civil y el propio derecho a la dignidad personal. Además, aun cuando estos derechos personalísimos no se enuncian expresamente en la Constitución General de la República, están implícitos en los tratados internacionales suscritos por México y, en todo caso, deben entenderse como derechos derivados del reconocimiento al derecho a la dignidad humana, pues sólo a través de su pleno respeto podrá hablarse de un ser humano en toda su dignidad.”2 Así, como la diversa Tesis P. LXVI/2009 del referido Pleno, del rubro y texto: “DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD. ASPECTOS QUE COMPRENDE. De la dignidad humana, como derecho fundamental superior reconocido por el orden jurídico mexicano, deriva, entre otros derechos personalísimos, el de todo individuo a elegir en forma libre y autónoma su proyecto de vida. Así, acorde a la doctrina y jurisprudencia comparadas, tal derecho es el reconocimiento del Estado sobre la facultad natural de toda persona a ser individualmente como quiere ser, sin coacción ni controles injustificados, con el fin de cumplir las metas u objetivos que se ha fijado, de acuerdo con sus valores, ideas, expectativas, gustos, etcétera. Por tanto, el libre desarrollo de la personalidad comprende, entre otras expresiones, la libertad de contraer matrimonio o no hacerlo; de procrear hijos y cuántos, o bien, decidir no tenerlos; de escoger su apariencia personal; su profesión o actividad laboral, así como la libre opción sexual, en tanto que todos estos aspectos son parte de la forma en que una persona desea proyectarse y vivir su vida y que, por tanto, sólo a ella corresponde decidir autónomamente. “ El derecho de contraer matrimonio o no hacerlo fue reconocido en la exposición de motivos de veintinueve de agosto de dos mil trece contenida en la iniciativa del Decreto que adicionó la fracción “XXII” al artículo 249 del Código Civil en el Estado, que señala: “(…) En lo que se refiere al artículo 249, se propone la adición de una causal de divorcio en la fracción XXII, basada en la simple voluntad de cualquiera de los cónyuges. Ésta es congruente con la condición de libre determinación para contraer matrimonio. Frente al argumento de que esta causal dejaría desprotegido al cónyuge que no tuviera la voluntad de disolver la unión matrimonial, es preciso señalar que el juzgador es quien está obligado a tutelar los bienes jurídicos de los cónyuges y sus hijos al realizar el estudio del caso concreto.” El divorcio analizado, constituye un camino, por llamarlo así, de fácil acceso para la disolución del vínculo matrimonial, en el que es suficiente la solicitud unilateral de la disolución del matrimonio para que el juez la decrete, donde incluso no importa la posible oposición del diverso consorte, pues la voluntad del individuo de no seguir vinculado con su cónyuge es preponderante, no está supeditada a explicación alguna sino simplemente a su deseo de ya no continuar casado, por lo que la sola manifestación de voluntad de no querer continuar con el matrimonio es suficiente. Con la expresión de tal voluntad, esto es, de no continuar con el matrimonio, se ejerce el derecho al libre desarrollo a la personalidad, pues decidir no continuar casado, cambiar de estado civil, constituye, la forma en que el individuo desea proyectarse, vivir su vida, es decir, la forma en que el individuo decide de manera libre y autónoma su proyecto de vida. Así, la disolución del vínculo matrimonial es sólo el reconocimiento del Estado de una situación de hecho respecto de la desvinculación de los cónyuges, donde la voluntad de uno solo de ellos, de no permanecer en matrimonio atiende al derecho al libre desarrollo de la personalidad.
La Corte Declaró La Exequibilidad de Artículo 113 Del Código Civil Que Define El Matrimonio Civil en Colombia y Exhortó Al Congreso de La República A Legislar de Manera Sistemática y Organizada