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Kant estableció una distinción fundamental entre juicios analíticos y sintéticos; y también
entre los a priori y a posteriori.
Juicios analíticos: son aquellos en los que el predicado está incluido en el concepto, en el
sujeto, son juicios explicativos pues sólo esclarecen algún conocimiento previo.
Asociamos con juicios a posteriori los juicios sintéticos, y los juicios a priori con los
analíticos. Por ejemplo: “Todos los cisnes son blancos”, es un juicio sintético, puesto que el
color “blanco” no es parte del concepto, del sujeto, “cisne” (un cisne negro no deja de ser
cisne) y también es a posteriori, puesto que está sujeto a su contingencia y particularidad,
sin que podamos saber (a priori) si todos los cisnes son blancos.
Kant sostiene que los principios científicos y matemáticos son conocimientos sintéticos a
priori. Por ejemplo, el fallo “7+5=12″, es a priori porque es una verdad necesaria y
universal; a la vez que es sintético pues el concepto “12″ no está contenido en el sujeto
“7+5″.
Tiempo y espacio, según Kant, son intuiciones puras de nuestra sensibilidad, mientras que
los conceptos propios de la física como el de causalidad o inercia, son intuiciones puras de
nuestro entendimiento. Lo que en otras palabras sería que el sujeto experimenta algo real
cuya información recibida es procesada, organizada y analizada por la razón. Aunque
debe atenderse a que la realidad es un compuesto de fenómenos, detrás de los cuales hay
cosas hay cosas en sí mismas, noúmenos, a lo cual debe añadirse que los fenómenos son
el mundo tal y como aparece en el noúmeno, un mundo sin espectador.
En La crítica de la razón pura se abre una tercera vía para la metafísica, a medio camino
entre el racionalismo que pretende saberlo todo, y el empirismo que desafía la razón a ser
capaz de encontrar nada fuera de la experiencia: este camino es el de la crítica (o la
filosofía trascendental), que limita el poder de la razón para re-legitimarlo.