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LECTURA 2: VARIABLES

Cada uno de los aspectos que conforman los múltiples niveles de la vida
organizacional (para simplificar la cuestión, en adelante vamos a
referirnos solamente a dos de ellos: el nivel individual y el nivel
organizacional) pueden denominarse variable.

De esta manera, se entiende por variable a una característica que


puede manifestarse en, al menos, dos modalidades o valores distintos.
Se opone al concepto de constante, que se refiere a aquella
característica que sólo puede adoptar un valor para todas las unidades
de análisis (la mínima expresión de los sujetos u objetos en estudio -en
este caso personas u organizaciones-). La variable, entonces, es aquello
que varía (valga la redundancia) de unidad de análisis en unidad de
análisis. Por ejemplo, la edad es una variable que va a adoptar valores
distintos entre las personas que conformen una muestra (ejemplo: 30
años; 45 años, 28 años).

Existen distintos modos de clasificar las variables para su


medición. Según su grado de complejidad las variables pueden ser
simples (son las que se manifiestan directamente como indicadores o
unidades de medida; ejemplo: la temperatura se manifiesta en grados
celcius) o compuestas (aquellas que pueden descomponerse en
dimensiones). Las características principales de estas variables son:

- Definición: Deben estar expresadas de forma que no tengamos


dudas, sin ambigüedades. En este punto es esencial el
posicionamiento teórico (es decir, la definición conceptual que
trabajaré más adelante).
- Mutuamente excluyente: Una unidad de análisis que está en una
modalidad no puede estar en otra. Por ejemplo, si quiero conocer
el rubro en el que se desempeña una organización, la empresa “X”
va a desarrollarse en el ámbito industrial y no en el de servicios,
educación u otros.
- Exhaustivas: Todos los elementos de la muestra deben caber en
una modalidad u otra.

Con respecto al primer punto, la definición conceptual de la


variable constituye una abstracción articulada en palabras para facilitar
su comprensión, aunque no sea estrictamente observable (es el caso de
las variables compuestas). Básicamente le da significado al
concepto/variable a medir desde el marco teórico del que se desprende
nuestro posicionamiento para realizar la medición de la misma. Es decir,
una misma variable puede tener diversas definiciones y, por ende, es
muy importante tener en claro desde qué perspectiva teórica o qué
definición de la variable se va a utilizar.

Ahora bien, al tratarse de una abstracción no va a ser fácilmente


asequible a través de los instrumentos de medición que hemos
nombrado. Por ello, siempre debe ir acompañada de la definición
operacional, que es la que se construye (o se adapta de otras) a partir
de las características observables del fenómeno, indicando los
elementos empíricos del hecho a investigar.

Dicho de otra manera, en psicología no podemos estudiar una


variable compleja en sí misma sino a través de sus aspectos
observables. El proceso de operacionalización permite transformarlos en
factores medibles y, por lo tanto, es un referente necesario para la
elaboración de un instrumento de recolección de datos. Este proceso
consta de tres etapas que permiten la descomposición de las variables
en su nivel de abstracción (de lo más abstracto a lo más concreto):
1) Definición conceptual o nominal: establecer el significado con
base en la teoría.

2) Definición real: adecuación a los requerimientos prácticos de la


investigación, descomponerla en sus dimensiones constitutivas.

3) Definición operacional: establece los indicadores que permiten


estudiar o cuantificar una variable o sus dimensiones (aspecto
empírico). A estos indicadores deben apuntar los elementos
mínimos que conforman un instrumento de recolección de datos,
es decir, sus preguntas, ítems o reactivos.

Pero… ¿Cómo pueden aplicarse estos desarrollos teóricos?


Pensemos por ejemplo en una variable individual abstracta y compleja
como el bienestar subjetivo. Si bien existe una gran cantidad de
definiciones podríamos elaborar una que rece: “la capacidad de
reflexionar sobre la frecuencia e intensidad de las emociones positivas
para con uno mismo y en las distintas esferas vitales” (definición
conceptual). Esta definición nos permite descomponer a la variable en
distintas dimensiones como: bienestar con uno mismo, bienestar
laboral, bienestar familiar y bienestar social (definición real). Las
preguntas o ítems que compongan el instrumento para medir esta
variable deberían contemplar si la persona reconoce la aparición de
determinadas emociones positivas (alegría, gratitud, serenidad,
esperanza, orgullo, amor, entre otras) en alguna de las esferas antes
mencionadas (definición operacional). De esta manera, un reactivo de
una escala para medir el bienestar subjetivo desde esta perspectiva
podría ser: “Siento alegría cuando estoy con mis amigos”.

Desde la perspectiva de la Psicología Organizacional Positiva estas


variables, además, pueden considerarse (en la mayoría de los casos)
como cuantitativas. Es decir, que se le puede asignar valores
numéricos. Posteriormente, esos valores pueden ser interpretados
cualitativamente en función de la forma de corrección estipulada que
tenga cada instrumento de medición y sus respectivos baremos o puntos
de corte (este punto lo veremos en profundidad en la LECTURA 5).

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