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CÓMO

SER TU MEJOR “YO”


Descubre cómo convertirte en tu
mejor versión

JAVIER GIL LLORÉNS


Cómo ser tu mejor “yo”.
Descubre cómo convertirte en tu mejor versión.

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial


de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión
en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia,
grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del
copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra
la propiedad intelectual.

© Javier Gil Lloréns, 2018


EL AUTOR

Javier Gil Llórens es Coach Personal y Ejecutivo, Instructor


de Yoga, Profesor de Programación Neurolingüística (PNL),
Compositor, Conferenciante y Empresario. Su amplia
experiencia vital y profesional le sirve para desarrollar ahora
su faceta como escritor. Cómo ser tu mejor “yo” es su
aportación para quienes desean transformarse, sacar a la luz
sus cualidades latentes y avanzar por la vida con optimismo,
confianza, alegría y determinación.
www.javiergilllorens.com
ÍNDICE

Prólogo
Algo termina, algo comienza…
Reencuentro con el pasado
Las cosas importantes no las aprendiste en la escuela
¿Quién habla en tu interior?
La vida juega al ajedrez contigo ¿qué pieza vas a mover ahora?
Tomando las riendas de tu propia existencia
La importancia del agradecimiento
Asimila de forma consciente cuanto te sucede
¿Infelicidad o felicidad? tú eliges
Aborda los problemas como desafíos a tu destreza
La renovación: una constante en la vida
Tu realidad actual es consecuencia de algo anterior
Vive intensamente el momento presente
Convierte al subconsciente en tu aliado
Cuando las circunstancias se alinean a tu favor…
Constrúyete a ti mismo: crea una obra de arte única
Detente un instante: observa, siente, escucha…
¿Está presente la “energía” en cada cosa que realizas?
Tus expectativas ante el futuro
Vivir: un viaje apasionante único y maravilloso
Haz lo de siempre… de forma diferente
Los talentos: dones que atesoras en tu interior
Los símbolos: viajeros del tiempo, guías del camino
Conquista el libre albedrío… y ejércelo
Las respuestas que necesitas están en tu interior
Consigue tus objetivos
Divide tus metas en pasos
Cuando la vida se pone cuesta arriba
¿Por dónde continúa el camino?
La forma y su disolución: la llamada “muerte”
La pérdida: una puerta hacia algo nuevo
Luz en la oscuridad
El sueño reparador
“Si lo hubiese sabido antes...”: un engaño de tu mente
Las grandes verdades (prácticas) de la filosofía
Confía en la sabia corriente que te lleva
¿No te gusta tu realidad? en tu mano está el cambiarla
Las aparentes paradas: todo fluye, nada se detiene
Danzando con la vida
La desilusión: aterrizaje abrupto en la realidad
La aceptación: el comienzo de la sanación
Cuando nada parece funcionar
Creando tu futuro: la visualización
Todo esta conectado, nada es casual
Cuatro experiencias con tu aliada: el agua
Conecta con una realidad mayor a través de la respiración
No te disperses: sincroniza momento presente y vivencia
Recuerda: tu tiempo es limitado ¡llénalo de vida!
Últimas palabras
Nota del autor
PRÓLOGO

“Te propongo la apasionante aventura de erigirte tú mismo,


de forma consciente, en el arquitecto de tu propia
existencia.
Los materiales para levantar la noble, hermosa y singular
construcción que es tu vida, siempre los has tenido al alcance
de tu mano, aunque en ocasiones hayan podido resultar
invisibles para ti.
La sabia utilización de las conclusiones que extraigas de tus
experiencias a partir de ahora, y la modificación de tu
actuación en consecuencia, te permitirán alejarte de la rueda
de repetición de errores y de sus inevitables efectos en forma
de sufrimiento e incertidumbre, acelerando de forma
espectacular tu desarrollo y el progreso hacia la
realización de tus sueños y anhelos.
En tu mano está el tomar la determinación de llevar las
riendas de tu vida y llegar hasta alturas nunca antes
imaginadas, poniendo en valor el enorme potencial latente
que llevas dentro a la espera de ser activado para ponerse
de forma incondicional a tu servicio.
¡Despierta! Cambia tu visión sobre las situaciones, personas
y circunstancias que hoy forman parte de tu vida, hazte amigo
de los acontecimientos en lugar de luchar inútilmente contra
ellos, y comprobarás que cuanto sucede tiene un motivo y
un significado. Tu misión no es otra... ¡que descubrirlo!”
J. G. LL.
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ALGO TERMINA, ALGO COMIENZA…

C omo un ritual, con un ritmo cansino e invariable, la


búsqueda desganada cada mañana en el apartado de
ofertas de empleo en la prensa se ha incorporado a mi rutina
diaria.
Nunca imaginé que me vería en esta situación, que llegaría a
ser uno de ellos. Pero ocurrió. También mi empresa se vino
abajo, y tan solo soy uno entre los millones de parados que
existen en este país. Cinco somos ya.
Nadie me echa en falta. Nadie necesita de mí. Las docenas de
currículums entregados, estériles, dan buena prueba de ello.
Pensé que el hecho de ser vendedor en una prestigiosa tienda
de alta costura desde hacía más de veinte años conjuraría
cualquier peligro, que el vendaval afectaría sólo a los recién
llegados, a gente con menos experiencia, y de paso, libraría al
sector de una incómoda competencia que sólo basaba su
argumentación en bajar el precio y no en la profesionalidad y
el buen hacer. ¡Qué equivocado estaba!
A pesar de las alarmantes noticias sobre la difícil situación
económica que atraviesa el país y las muchas empresas que se
están viniendo abajo, ni por un momento se me pasó por la
imaginación que la mía podría verse afectada por la tormenta.
Le vi las orejas al lobo por primera vez cuando, ante la
sorpresa de todos, despidieron a García. Los meses siguientes,
uno tras otro, fueron cayendo los demás.
Poco antes de que todo acabase, cuando escuchar la
campanilla de la puerta anunciando un cliente llegó a ser un
acontecimiento y tan solo quedábamos al frente de la sastrería
el jefe y yo, un aire de catástrofe se respiraba en el ambiente.
Creo que los dos envejecimos de forma acelerada aquellas
últimas semanas. La incertidumbre consume. Lo sé.
Esos días, las profundas ojeras de D. Emilio y un gesto laxo y
desesperanzado que contrastaba con su habitual dinamismo,
hacían presagiar lo peor.
Conocedor de su prestigio en el ramo y de su impecable
seriedad a la hora de atender los pagos durante más de
cincuenta años, fue duro para mí escucharle decir por primera
vez a uno de los proveedores de telas, con voz temblorosa, que
no podía hacerse cargo de la letra que vencía al día siguiente.
La degeneración fue rápida a partir de ese momento.
Los bancos cerraron sus paraguas en pleno diluvio, los
suministradores dejaron de fiarnos, y sin clientes, sin género...
sin futuro, la campanilla sonó por última vez un húmedo y frío
martes de Febrero a las ocho y media de la tarde. Allí, en la
acera, en silencio, tras verle girar la llave tendí la mano a D.
Emilio, pero él dio un paso al frente y me abrazó, como un
padre abraza a un hijo. Con la voz entrecortada agradeció el
que hubiese estado a su lado durante todos aquellos años. Me
deseó “lo mejor” y me dijo, forzando una sonrisa, que no me
preocupase, que nunca se cerraba una puerta sin abrirse una
ventana. Yo, paralizado y con un nudo en la garganta, fui
incapaz de articular palabra.
Con paso lento, con aire cansado y con la vista clavada en el
suelo, lo vi alejarse alameda abajo antes de rodear la fuente y
desaparecer tras ella.
De vez en cuando su figura abatida aún se pasea por mi
mente. No he vuelto a saber de él, ni si la vida llegó a abrir
alguna ventana que volviese a iluminar su triste mirada.
REENCUENTRO CON EL PASADO

T ener cincuenta años es un problema para encontrar


trabajo, os lo aseguro, aunque contar con menos edad
tampoco es garantía de nada.
Leo en la prensa que ni siquiera los jóvenes con una
preparación magnífica logran que alguien les contrate. Pobres.
Menuda frustración. Tantos años de esfuerzo, de estudio, de
exámenes... ¿para qué?
En mi caso, sin saber qué más hacer, sólo sabía que en tres
meses el poco dinero que percibía por el paro se habría
acabado.
El único empleo que tuvo alguna posibilidad de haber
cuajado hubiera sido un sin sentido aceptarlo. El miserable
sueldo que ofrecían, el tener que desplazarme a cuarenta y
cinco kilómetros en coche, y la mala costumbre de comer todos
los días, hicieron imposible el malabarismo de cuadrar los
números y seguir existiendo al mismo tiempo.
Tengo que confesaros que a medida que el tiempo iba
pasando sin obtener ningún resultado, mi angustia comenzó a
crear, por momentos, temibles fantasmas de miseria y
mendicidad. Pero hace tres semanas, envuelto en estos
sombríos pensamientos, cuando mi esperanza declinaba en el
horizonte, apagándose, sucedió algo...
Aquella mañana, al salir de casa, decidí no entrar en el bar al
que todos los días, desde hacía meses, acudía a mi habitual
encuentro con los periódicos a la búsqueda de una oferta de
empleo.
Tomé la determinación justo cuando puse el pié en el escalón
de entrada, al oír el seco estallido de una ficha de dominó
sobre el mármol. Ahora que lo pienso, sonó como un disparo de
salida que, en lugar de hacerme avanzar y entrar, me hizo girar
sobre mí mismo y tomar la dirección opuesta.
Con paso lento, caminando sin destino concreto, en diez
minutos llegué al corazón de la ciudad. Una vez allí (no me
preguntéis por qué), cediendo a una atracción repentina, crucé
la calle con precipitación. Jugándome el tipo entre los coches
me planté ante la oscura fachada de madera tallada de la
cafetería del Liceo, un viejo y acogedor edificio inaugurado en
los años veinte custodiado en su entrada por dos antiguas
cariátides de bronce.
Empujando el tubo de latón pulido que atravesaba en
diagonal la puerta, entré, me senté junto a la barra, y pedí al
camarero de bigote blanco, impecablemente uniformado, un
café.
Mientras lo preparaba entre siseantes chorros de vapor cada
vez más graves, girando sobre la silla, recorrí con la vista el
local.
Las mesas, con recargados pies de forja, eran de mármol
blanco desgastado; sus esquinas estaban redondeadas y las
rodeaban cómodas y crujientes sillas de respaldos curvos. El
artesonado del techo, alternaba entre sus paños una serie de
delicados frescos ensombrecidos por el paso del tiempo con
alegorías de las cuatro estaciones. Las paredes, bellamente
enteladas, se proyectaban verticales hasta las altas y
recargadas molduras de escayola. Las vidrieras de colores,
situadas sobre los amplios ventanales de la fachada, inundaban
con su claridad el suelo de marquetería salpicándolo con vivas
manchas de luz verde, roja y amarilla.
Al irse apagando el siseo de la cafetera, definiéndose de
pronto, llegó hasta mis oídos la conversación de dos mujeres
maduras sentadas a escasos metros de mí. Una de ellas,
sujetando la barbilla con el pulgar, con el índice en su mejilla y
el codo apoyado en la mesa, escuchaba atenta las palabras de
su amiga contando con todo lujo de detalles las características
del piso que su hija acababa de comprarse en Madrid. Con este
son de fondo, agregado al tintineo de sus tazas al remover el
te, el camarero posó el café ante mí dejando doblada a su lado
la prensa que le había pedido.
Mientras agitaba por la esquina el sobre de azúcar en el aire
antes de abrirlo, al dirigir mi vista hacia las cristaleras reparé
en un señor de pelo blanco sentado en una de las mesas
próximas al ventanal. A su lado, sobre el mármol redondo,
descansaba un sombrero junto a un libro. El anciano, casi de
espaldas a mí y apoyado sobre el respaldo corrido tapizado en
piel color burdeos, tenía sus ojos puestos en el exterior, en
algún punto del parterre central de la calle.
Disolví el azúcar en el café, lo bebí despacio, y tras dejar la
taza sobre el plato, al alargar mi mano hacia la derecha para
coger la prensa, otra mano entró en mi campo visual con mi
misma intención.
Nuestras miradas se cruzaron. Enseguida reconocí al señor
mayor de la ventana.
―Cójalo usted ―le dije.
―No se preocupe joven, no tengo ninguna prisa.
Algo en él me resultó familiar. Insistí:
―Por favor, tómelo usted, y si al terminar ha encontrado
alguna buena noticia no deje de decírmelo ―bromeé.
Con una sonrisa e inclinando ligeramente la cabeza
agradeció mi ofrecimiento, tomó el diario, y se dirigió de nuevo
hacia el ventanal.
Me sorprendí intentando recordar, intentando rememorar
algo impreciso y lejano relacionado con aquella persona con la
que acababa de hablar. “Tal vez sea alguien del barrio con el
que me he cruzado en alguna ocasión” ―pensé para mí.
Al cabo de unos minutos, como un fogonazo, mi
subconsciente facilitó la respuesta correcta iluminando con
claridad una época de mi infancia. Estaba seguro. Aquel señor
era D. Andrés, el profesor que hacía más de cuarenta años me
había dado clase en cuarto curso, cuando tan solo contaba 10
años de edad.
No tengo buen recuerdo de mi época de estudiante,
especialmente a partir de los doce años. Lo asocio a un tiempo
de angustia permanente, de preocupación por los exámenes, y
sobre todo, ya a esa corta edad, de estrés por el espíritu
competitivo que día a día nos inculcaban en aquel colegio
religioso.
Recuerdo cómo el Hermano Clemente humillaba a Ordóñez
cuando comentaba ante toda la clase las bajas notas que había
obtenido diciéndole que no había que buscar más, que uno de
los barrenderos que iba a necesitar la ciudad dentro de unos
pocos años, sin duda sería él. También recuerdo la sonrisa
despectiva de sus protegidos ―los remilgados hermanos
gemelos apellidados Rey Dehesa―, al oír los hirientes
comentarios hechos por el religioso a los demás alumnos, más
relacionados con la baja posición social de sus padres que con
su resultado académico.
En los años sesenta D. Andrés ejercía, contratado por el
centro, como profesor externo. En aquel tiempo no teníamos
un educador para cada asignatura, sino un tutor que se
encargaba de impartir todas las materias excepto religión y
gimnasia. Estuve nueve años en aquel colegio, y aunque la
angustia y el miedo estuvieron presentes un curso tras otro, un
día en especial acudió con nitidez a mi memoria...
Sin pensarlo dos veces me levanté de la silla y me dirigí al
anciano.
―Discúlpeme ¿Es usted D. Andrés?
―Sí, ese es mi nombre joven ¿Nos conocemos?
―¿Fue usted profesor hace cuarenta años en el colegio
religioso de la Avenida de Portugal?
―¡Sí! ¡No me digas que eres un antiguo alumno! ―preguntó
con los ojos brillantes.
―Soy Ismael Blázquez. Me dio usted clase en cuarto curso.
―Ismael... Ismael... ―dijo intentando recordar mirándome
fijamente a los ojos―. ¡¡Ismael, el buscador de nidos!!
―exclamó al tiempo que se levantaba y alargaba su mano para
estrechar la mía―. ¿Cómo está tu brazo?
Por unos instantes no supe a qué se refería, pero de pronto,
allá, en lo más profundo de mi mente, se perfiló un vago
recuerdo: acudió a mí la visión del yeso que lucí durante
aquella primavera del año 1969 en mi brazo izquierdo, algo
que me había conferido durante todo ese tiempo un estatus
especial entre mis compañeros de clase, empeñados en
inmortalizar sus nombres, dedicatorias y dibujos en la
escayola.
“¿Y cómo es que tenía el brazo escayolado?” ―os
preguntaréis.
Desde hacía días, en el espacio cerrado, tentador y
absolutamente prohibido de los jardines del colegio, observaba
durante el recreo, sin perder detalle, las idas y venidas de una
pareja de mirlos al interior de un verde y brillante camelio de
flores blancas.
Un día, antes de que sonase el silbato que, con puntualidad,
nos llamaba a formar en el patio del colegio para dar comienzo
a las clases de la tarde, me colé por un estrecho hueco del
tupido cierre de boj que rodeaba el jardín. Una vez dentro,
agachado y sintiendo con fuerza los latidos del corazón en las
sienes convencido de estar llevando a cabo una misión secreta,
me dirigí al árbol, y escalando sus ramas subí por su interior.
A tres metros por encima de mi cabeza, distinguí el pico
anaranjado del mirlo macho en el mismo momento en que salía
volando precipitadamente emitiendo un estridente graznido
para atraer mi atención y distraerme del nido. Al llegar a su
altura, busqué una posición cómoda apoyando los brazos
cruzados sobre una rama con la barbilla encima de las manos
entrelazadas, para contemplar, como un tesoro, los tres huevos
azules depositados en su interior. Acaricié las suaves plumas
que tapizaban el nido, y con sumo cuidado, como si de una
frágil joya se tratase, tomé uno de ellos, aún caliente, entre mis
pequeños dedos.
En el momento en que, casi con veneración, lo dejaba de
nuevo en su lugar, de improviso sonó el silbato del hermano
Miguel llamando a clase. Sobresaltado, perdí pié y caí
golpeándome con las ramas hasta acabar en el suelo. Desperté
en los brazos de D. Andrés llevándome corriendo a la
enfermería del colegio gritando para hacerse paso entre la
algarabía de niños que se arremolinaban curiosos a su
alrededor.
―¡Todavía se acuerda usted de aquello!
―¡Cómo no me voy a acordar! Te encontramos inconsciente.
Me diste un susto de muerte.
―Pues también yo recuerdo cosas de usted, de aquella época
―le dije.
―¡Otros tiempos...! ¿Por qué no te sientas y me lo cuentas?
―dijo señalando la silla que estaba a su derecha. ―Me parece
una excelente idea ―contesté al tiempo que con un gesto
llamaba al camarero.
―¿Puedo invitarle a un Oporto? ―pregunté.
―Por supuesto. Gracias.
―Lo primero que me viene a la cabeza de aquel curso en el
que fue mi tutor ―comencé―, es la vergüenza que pasaba
cuando en clase de Lengua tenía que salir a la tarima a
declamar una poesía. Recuerdo que la leía de corrido para
acabar cuanto antes el mal trago de verme observado por mis
compañeros; pero cuando creía que ya había terminado todo,
usted me decía que tenía que recitarla de nuevo
acompañándola con gestos. ¿Qué quiere que le diga?, a mí
aquello de gesticular me parecía cosa de niñas, y la verdad es
que lo pasaba fatal.
››Pero hubo un día en especial que jamás olvidaré.
››Esa mañana, con nuestros delgados brazos de niños
apoyados sobre los viejos pupitres de madera y los ojos fijos en
usted, nos preguntó:
―¿Sabéis qué día es hoy?
―Jueves ―contestamos algunos a destiempo.
―Sí, jueves 21 de Marzo, ¿y sabéis lo que significa?
››Nos miramos unos a otros sin saber cuál podía ser el
significado de esa fecha. “¡Hoy comienza la primavera! ―dijo
usted en tono solemne―. Vais a guardar los libros, y en
absoluto silencio, vamos a salir por el pasillo sin molestar a las
otras clases”.
››Entre muecas y risas contenidas, uno tras otro
abandonamos el aula, bajamos las escaleras, y cruzamos el
patio desierto dejando atrás las porterías del campo de fútbol.
››Usted abría la comitiva, y en un par de ocasiones se giró,
cómplice, poniendo el índice en los labios. Al llegar al final de
la tapia que cercaba la finca del colegio, sacó una gran llave de
forja y abrió la oxidada puerta de servicio. Una vez fuera, tras
cerrar con cuidado de nuevo la cancela, le seguimos para
adentrarnos por la senda que conducía al Castro.
―¡Ahh... el monte Castro! ―suspiró D. Andrés―. ¡No sabes
cuántos libros magníficos leí allí...! ¡Los buenos recuerdos que
me trae ese lugar!: las sendas entre los árboles, el castillo en
ruinas, el yacimiento arqueológico, los bancos de madera
amparados por la vegetación inundados de luz y sombra...
―También a mí me ha marcado profundamente ese sitio
profesor. Aún hoy, cada mañana temprano voy a correr por sus
veredas, sin olvidar que fue en él donde di mi primer beso,
donde me adentré con pantalones cortos en una cueva con una
vela encendida, o donde fumé a escondidas entre ataques de
tos los primeros “Celtas” sin filtro.
››Aquel primer día de primavera usted nos guió durante tres
horas a través de un recorrido en el que cada pocos pasos nos
parábamos a escuchar sus explicaciones: el nombre de ese
árbol, el canto de aquel pájaro, las propiedades de aquella
planta, la historia de los primeros pobladores del lugar... Fue
una mañana mágica que supuso un paréntesis en la rutina de
las clases, creando en mí una experiencia imborrable. Aquella
aproximación a la Naturaleza me marcó de tal manera, que
muchas de las aficiones que practiqué en mi juventud ―y que
todavía cultivo―, tuvieron y siguen teniendo una estrecha
relación con ella.
A medida que iba desgranando los detalles de aquella lejana
jornada, el rostro de D. Andrés fue adquiriendo una
luminosidad especial. Sus ojos atentos, llenitos de ayer,
miraban hacia su interior, hacia algún lugar invisible para mí,
reviviendo en su mente lo ocurrido aquel día como si estuviese
de nuevo allí, en el monte Castro.
Me dijo que recordaba perfectamente aquella jornada, que
también había sido una grata experiencia para él, aunque
había estado a punto de costarle su puesto de maestro.
Al volver al colegio el director le llamó a su despacho. De
muy malas maneras le espetó que había sido un irresponsable
al llevarse a los niños al campo sin su autorización, y que le
prohibía a partir de ese momento volver a tomar cualquier
iniciativa que no estuviese contemplada en el plan de estudios.
―Las cosas eran así antes Ismael ―dijo el profesor―. Tú lo
recordarás. Aquella disciplina férrea, aquel ambiente opresivo
e intimidatorio no sólo lo sufríais los niños, también los
maestros lo padecíamos, especialmente los laicos, los que no
habíamos tomado los votos.
D. Andrés me contó que el margen de maniobra que tenía
para transmitir a los alumnos algo que se saliese del estricto
guión marcado, era muy escaso. Me dijo también que llevaba
muy mal la costumbre de algunos curas de repartir bofetadas a
los niños a la mínima oportunidad y con cualquier excusa,
siguiendo al pié de la letra la máxima de “la letra con sangre
entra”.
La denuncia indignada que hizo un día al director tras
presenciar el rostro aterrorizado de una criatura al ser
manoseada en los vestuarios por uno de los curas, lejos de
tener consecuencias para el degenerado hermano Claudio, fue
el motivo para que, con vagas excusas, le comunicasen al final
del curso que sus servicios ya no serían necesarios el siguiente
otoño.
LAS COSAS IMPORTANTES
NO LAS APRENDISTE EN LA ESCUELA

―A l dejar la enseñanza privada ―continuó― decidí


alternar la docencia con la ampliación de mis
estudios, y hasta que me jubilé, di clase en varios institutos
públicos y posteriormente en un par de universidades.
››Salvo honrosas excepciones, que sin duda las hay, ¡cuánta
gente sin espíritu he visto al frente de las aulas a lo largo de
estos años! La educación tendría que ser impartida por
personas con vocación, que fuesen conscientes de la
responsabilidad que se adquiere cuando unos padres dejan en
tus manos su bien más preciado. El proceso de selección para
poder dar clase tendría que ser exhaustivo. Sin duda, la calidad
de la atención prestada a estas almas jóvenes en proceso de
formarse en ese momento tan delicado de su desarrollo, puede
ser determinante para el futuro de sus vidas. Son años
cruciales para ellos.
››Al margen de magníficos compañeros de profesión
profundamente comprometidos con este noble oficio
conscientes de todas las limitaciones y deficiencias del actual
sistema educativo, he conocido a muchos otros que ni el
concepto de orden sabían transmitir, siendo ellos los primeros
en llegar tarde a su obligación encontrando desde primera
hora de la mañana un aula sin gobierno a la que se limitaban a
“largar” la lección del día ajenos al alboroto de la clase,
incapaces de imponer el mínimo concierto. No me extraña que
el gremio de la enseñanza tenga uno de los mayores índices de
depresión. Pero es que, Ismael... ¿cómo te lo explicaría?...
¿Sabes cómo se llama la vara de madera que se clava al lado
de un frutal joven?
―No lo sé profesor.
―“Tutor”, ese es su nombre. El tutor cuida al retoño para
que no se tuerza durante su desarrollo. El maestro, en este
caso, es el que debe transmitir con su ejemplo y su guía cuál es
el camino recto. Sin embargo, en la práctica, no es infrecuente
que personas con gran cantidad de lagunas y dudas internas
asuman la formación de los estudiantes. Estos docentes, entre
los que se encuentran aquellos que sólo han visto en la
enseñanza una salida laboral, son a su vez asalariados de un
gobierno al que no le interesa “formar” de verdad a los jóvenes
para que tengan criterio propio, sino “programarlos” para
ubicarlos en el futuro en los diferentes establos que la
sociedad guarda para ellos, donde serán ordeñados a
conciencia durante el resto de sus vidas.
»Los educadores se convierten así en muchos casos en meros
transmisores de información, una información anónima,
uniformada, masificada, vulgarizada..., una amalgama de datos
con cierta utilidad práctica en el mejor de los casos, cuando no
se transforman sencillamente en basura y estorbo en la cabeza
de los estudiantes hasta el fin de sus días.
―Es verdad, menuda sarta de tonterías nos hacían
memorizar a veces, cosas a las que jamás les he sacado el más
mínimo partido ―confirmé.
―Las materias impartidas a los alumnos ―prosiguió D.
Andrés― deberían de aportar, además de cultura general,
habilidades prácticas para desenvolverse mejor en la vida, algo
de lo que hoy, por fortuna, son conscientes muchos profesores.
Tenemos conocimiento de lo que sucede fuera de nosotros,
pero una ignorancia casi total de lo que ocurre en nuestro
interior, de lo que nos condicionan nuestras emociones,
muchas veces desbocadas, y cómo éstas influyen en nuestra
calidad de vida. La educación tendría que tener por objetivo,
no programar al individuo, sino “enseñarle a vivir”, a entender
cómo funciona su cabeza y por qué reacciona de determinadas
maneras ante lo que acontece. De hecho, educar viene de
Educere, que significa “sacar afuera lo que se tiene dentro”.
››Lo cierto es que los malos tragos que la existencia nos va
trayendo tenemos que pasarlos solos, improvisando malamente
en la mayoría de los casos. Nadie nos ha dicho cómo caminar
por esos páramos desérticos que en más ocasiones de las que
quisiéramos tenemos que atravesar: sin agua, sin compañía,
sin rumbo, sin esperanza...
―Estoy de acuerdo con usted. Si algo tengo claro a estas
alturas de la vida es que las cosas importantes no se aprenden
en la escuela.
››Desde luego en aquel colegio en el que usted dio clase y en
el que estuve casi diez años, no consiguieron despertar en mí
la pasión por el saber. Al recordar aquel embutir en mi cabeza
datos y más datos para ser volcados después en un examen y
pasar al olvido de inmediato, me da la sensación de haber sido
como uno de esos capones de Villalba a los que se les alimenta
forzadamente metiéndoles en la garganta una bola de maíz
tras otra para que engorden, a la espera de convertirse en un
suculento asado en Navidad.
―Tú lo has dicho ―contestó―: “Las cosas verdaderamente
importantes no se aprenden en la escuela”
››Durante esos años de formación, se desperdician miles y
miles de horas (o se invierten, según se mire) en transmitir
datos y más datos para “robotizar” a los estudiantes,
dejándolos en perfectas condiciones para que puedan ser
obedientes consumidores de todo cuanto el sistema les
ofrecerá a lo largo de su vida en cómodos plazos; cosas
“imprescindibles”, como sofisticados teléfonos móviles que
incorporan mil funciones que jamás utilizarán, o “bibliotecas
de dos patas que caminan sin saber a dónde dirigirse...”. El
caso es que el individuo se sienta constantemente insatisfecho
y desee tener lo último, a pesar de que lo que ya tiene cubra
con creces sus necesidades. Esto se consigue gracias a la
obsolescencia programada, una práctica habitual en muchos
sectores de la industria consistente en acortar la vida útil de
las cosas haciendo que estas se estropeen mucho antes, para
obligar así a los clientes a comprar la versión “actualizada” del
producto.
››También se encarga de la “educación” de las personas la
publicidad (comercial, política...) y un entorno al que imitan
compuesto de individuos que siguen las pautas imperantes
inoculadas desde los medios, lo que les hace no cuestionarse
su propio proceder al creer que es el correcto en base a que es
lo que hace la mayoría, y ya sabes… lo que hace el vulgo, es lo
vulgar; y la media, representa lo mediocre.
―Estoy de acuerdo. A veces los grupos humanos recuerdan
más a un rebaño que otra cosa.
―Precisamente por eso, porque lo hacen lo demás, a lo largo
de su vida seguirán dócilmente la moda de cada época sin el
más mínimo criterio, sustituyendo ropa, coches, teléfonos
móviles, ordenadores... no porque hayan dejado de estar en
buenas condiciones, sino porque algo ajeno a ellos los
manipula desde los medios para que se sientan incómodos y
adquieran ese nuevo producto que promete darles una
felicidad mayor. Ese espejismo de felicidad de forma invariable
se desvanecerá como arena entre sus dedos en el momento en
el que sus manos lo alcancen, pero en lugar de sacar alguna
conclusión sobre el tremendo esfuerzo realizado para
obtenerlo y el desencanto posterior, la gente siempre sustituye
su frustración por otra alucinada ilusión que volverá a ponerla
de nuevo en marcha hacia otro “objeto”.
―Sí, pero esa dinámica no termina nunca ―apunté.
―Efectivamente. Lo malo es que esa carrera agotadora,
hasta que uno “Despierta”, no tiene fin, y lo peor de todo es
que en cada espejismo perseguido se consumen cantidades
ingentes de energía.
―Sí que consumen energía ―respondí―, ¡y tanta! Yo mismo
sucumbí a la tentación de comprarme un piso antes del colapso
que estamos viviendo. Al quedarme sin trabajo, después de
haber afrontado durante más de quince años el importe de la
hipoteca, en el momento en que no pude hacerlo el banco se
hizo con la propiedad, lo que supuso perder, además de la
vivienda, todo el dinero que había entregado.
―Eres uno más entre cientos de miles Ismael. Supongo que
habrás extraído tus propias conclusiones cara al futuro, porque
ya sabes: el que no aprende de sus errores está condenado a
repetirlos.
››Ya ves qué está pasando con la economía y cómo afecta a tu
vida, y sin duda, a la de muchos de tus conocidos.
››No tanto en los países emergentes, pero para occidente,
vienen tiempos especialmente delicados en los que mucha
gente va a llevar muy mal lo que se avecina, lo que ya está
aquí, y esa pésima educación recibida desde la infancia va a
tener gran parte de culpa en ese sufrimiento. No hemos sido
cultivados para “Ser” con mayúsculas, sino aleccionados para
“tener”, para ser “diferentes”, para parecer mejores que el
vecino, aunque sólo sea en apariencia mostrando las señales
del éxito: coches, casa, mujer o marido espectacular, viajes...
››Lo que no nos han enseñado es cómo tener éxito en el “arte
de vivir”.
››Los individuos con los que te cruzas a diario creen que
toman sus propias decisiones, cuando son marionetas sin
conciencia manejadas por hilos invisibles. Las personas
marcan distancias con los demás utilizando la fachada exterior,
proyectando una parte visible basada en objetos materiales
que puede ser deslumbrante, pero que con frecuencia oculta
un interior donde reina el caos, la falta de valores y el egoísmo
más absoluto.
››Recuerdo el lema del anuncio de un automóvil en el que no
hacían referencia a su potencia o a su seguridad; su mensaje
era: “¡Diferénciate!”. Otro producto destinado a la mujer
rezaba: “¡Serás la envidia!”. Ese énfasis puesto en proyectar
determinada imagen hacia los demás (imagen comprada con
dinero), consume una enorme cantidad de recursos al
individuo, tanto económicos como personales y psicológicos.
―¿De verdad cree que vienen tiempos aún peores que los
que estamos viviendo?
―Para quien basa su vida únicamente en lo material y en esa
proyección hacia al exterior de la que te hablo, sí, sin duda
alguna.
››En esta época que estamos viviendo en la que las personas
pierden sus trabajos o ven drásticamente disminuido su poder
adquisitivo y por lo tanto su nivel de vida, a esas personas
como te digo, y son la inmensa mayoría, les espera una larga
temporada de evolución interna por la que tendrán que pagar
un precio en forma de dolor. Primero vendrá la desorientación
al ver que los asideros materiales que creían tan firmes en los
que basaban gran parte de su felicidad se desmoronan a su
alrededor. Después iniciarán un camino de cambios profundos
en lo que hasta ese momento han sido sus “costumbres”. De
forma inevitable, en algún momento de este proceso, tendrán
que asumir su autoeducación y empezar a desarrollar un
trabajo consigo mismos que ha sido postergado y que ya no
admite más demora. Aprenderán poco a poco (o de golpe) que
las cosas materiales en las que habían basado su felicidad no
son tan sólidas como parecían. Iniciarán así un viaje hacia sí
mismos que les llevará a descubrir un mundo interno
desconocido hasta ahora para ellos en el que se irán
afianzando, un mundo que no es tan susceptible a los abruptos
vaivenes de la vida, en el que cuanto se conquista lo acompaña
a uno ya para siempre, incluso aunque todo se desmorone a su
alrededor.
―Desde que me quedé sin trabajo, por la sencilla razón de no
poder acceder económicamente a ellas, he tenido que
prescindir de muchas cosas ―apunté―. Al principio fue duro,
pero una vez hecho a la idea, no crea que noto en exceso su
falta. He podido comprobar en la práctica que muchas de ellas
eran superfluas o al menos no tan importantes como creía. Por
ejemplo, ahora estoy alquilado en lugar de ser propietario de
un piso a medias con el banco. Rectifico. El verdadero
propietario resultó ser el banco, pues cuando dejé de pagar fue
él quien se lo quedó dejándome a mí en la calle. También me
he desecho del coche todo terreno que tenía; lo he sustituido
por un pequeño automóvil que consume muy poco y por el que
pago menos de seguro, pero que como el otro, me lleva a todas
partes.
―Esa está siendo una de las consecuencias positivas de todo
lo que está pasando ―dijo el profesor―. Presionadas por las
circunstancias, las personas están simplificando sus vidas.
››Ante la reiterada promesa no cumplida de felicidad ofrecida
por el consumo, algunos individuos ya no dedican tanta
energía ni tiempo a conseguir el dinero que antes
“necesitaban” para comprar. De forma voluntaria se han ido
apeando de esa dinámica y están encaminando sus esfuerzos,
no hacia un exterior en perpetuo movimiento del que
mayormente han cosechado frustración, sino hacia un interior
desconocido y estimulante, prácticamente virgen, que está por
explorar.
››Aunque no siempre es así, muchos seres humanos inician
ese viaje que tienen pendiente a su interior a partir de
comprender lo relativo que es todo lo material debido a alguna
experiencia traumática: la pérdida de un amor, del trabajo, la
muerte de un ser querido...
―Pero lo tangible al menos aporta un asidero, algo a lo que
agarrarse; y nos es necesario para vivir ―casi protesté.
―Por supuesto. Pero el valor que hasta ahora se ha dado a lo
material ha sido desmedido y nos ha vuelto ciegos a otras
realidades.
››Todo cuanto te rodea es mente Ismael. Cualquier objeto, la
misma silla en la que estás sentado, fue concebida antes por
alguien como una idea que acabó irrumpiendo en este plano
físico. Lo mismo ha ocurrido con esa lámpara, esa mesa o la
ropa que llevas puesta. La idea, concebida por la mente,
siempre precede a cada materialización. Ese poder creativo lo
poseemos todos, pero tenemos un pensamiento voluble que no
ha sido educado, y como un niño caprichoso, lo quiere todo a la
vez, sin ningún criterio en verdad propio, sino deformado por
ingentes cantidades de información basura con la que hemos
sido “hipnotizados” y que nos hace correr detrás de objetos
que no deseamos genuinamente, sino que perseguimos como
consecuencia de la programación que nos ha sido implantada.
Confundimos esos “deseos” que intentamos hacer realidad, con
decisiones originales que creemos haber tomado nosotros,
cuando ni son originales, ni difieren en esencia de las de
cualquiera de nuestros congéneres.
―¿De verdad no estamos detrás de cada paso que damos?
―En más del 99% de los casos, no. La decisión ya ha sido
tomada de antemano por quienes ofrecen una gama acotada de
opciones entre las que nos limitamos a elegir una. Nuestro
margen de opción, comparado con las inmensas posibilidades
creativas que están a nuestro alcance, se limita escasamente a
señalar el color de aquello que adquirimos.
››Pero esto no sólo ocurre con los objetos, sino también con
las opciones políticas, por ejemplo. En este caso, como habrás
observado, los poderes ocultos han ido haciendo desaparecer
las minorías en muchos países, reduciendo al final la
posibilidad de decisión entre dos opciones a las que de forma
artificial se les atribuyen pequeñas diferencias con la intención
de que se alternen en el poder, pero básicamente, en
cualquiera de ellas, el egoísmo personal de sus integrantes y
no el bien común es lo que guía sus actos en la mayoría de los
casos.
―Bueno, al menos no estamos en una dictadura y nos dejan
votar cada cuatro años ―observé.
―El tipo de gobierno que tenemos en occidente es, al menos
hasta el momento, el menos malo, pero ¿sabes en qué se
diferencia de una dictadura?
―¡En muchas cosas! ―respondí.
―No creas que en tantas. Básicamente en que cada cuatro
años se representa una pantomima en la que nos hacen creer
que participamos en las decisiones que los dirigentes toman
sobre nuestras vidas. Lo único que hacemos en esas consultas
populares es elegir nuestro dictador particular como nación, el
que tendrá carta blanca para, por ley (leyes que pueden ser
creadas de la nada), “dictar” qué es lo que podrá o no podrá
hacer la población en función de los poderes a los que
representa el mandatario y que han contribuido a auparle al
cargo que ostenta.
››Por supuesto este personaje dependerá de otras
organizaciones supranacionales que también le “dictarán”, a su
vez, qué es lo que tiene que legislar y cómo deberá hacerlo en
el campo de la información, en el financiero, sanitario, laboral,
etc.
―¿Y cómo hacen para llevar todo esto a efecto sin que se les
note mucho? ―pregunté.
―No te engañes; no les preocupa lo más mínimo que se les
note, o al menos eso es lo que puede deducirse de sus burdas
prácticas. A la luz de los escándalos que se destapan a diario
en todo el mundo entre los que detentan el poder en cualquier
grado, en muchas ocasiones da la sensación de que
sencillamente no nos consideran a los ciudadanos “seres
inteligentes”.
››Sus tácticas son de lo más variopinto: atiborran a la gente
con cantidades ingentes de información intrascendente para
mantenerla distraída de los problemas importantes que ellos
mismos crean (“a río revuelto, ganancia de pescadores”);
fraccionan en el tiempo medidas sociales o cambios
escandalosos que si los hiciesen de golpe tendrían la oposición
de la población (subida de la gasolina, presión fiscal, pérdida
de derechos, etc.); estimulan la mediocridad y la incultura en
la gente para volverla menos exigente y más previsible, y por
lo tanto manipulable, etc. etc. etc.
››Saben también, que a base de repetir una y otra vez sus
mensajes, las personas, en su mayoría semidormidas y sin
ningún tipo de filtro, acabarán “tragando” y pensando que
aquello que les sugieren es “lo mejor”, porque si no, no se lo
propondrían: a ese nivel tan básico funcionan muchas mentes,
y ellos lo saben. Es como cuando la gente acaba tarareando
una canción espantosa cantada por un tipo estrafalario y
afónico, que a base de marketing y machaconería en las
emisoras, los editores musicales han conseguido incrustar,
literalmente, en el cerebro de los oyentes.
››En fin, nadie nos ha enseñado a utilizar esto ―dijo
señalándose la sien con el dedo índice―, son otros los que
colonizan nuestra mente desde afuera, de manera constante,
sobre todo por medio de la prensa y la televisión, y lo hacen
muy bien, “educándonos” a su medida desde niños, metiendo
la información que les conviene en nuestro software mental
para impedir algo que temen más que a nada, porque iría en
contra de sus intereses y les desmontaría todo su tinglado.
―¿Y qué es lo que temen esos poderes?
―Que puedas llegar a tener “criterio”, que consigas pensar
por ti mismo y alcanzar a ver la gran mentira que se esconde
en la publicidad o en cada titular.
››Hay un juego divertido que puedes hacer cuando leas la
prensa o veas las noticias en televisión que en muchas
ocasiones te aproximará mucho más a lo que de verdad ocurre
que lo que estás viendo o escuchando.
―Soy todo oídos.
―Cuando digan que está controlado el déficit, es que la
economía está absolutamente desbocada; cuando escuches que
este mes “tan solo” hay cien mil parados más, es que han
cambiado el sistema de recuento para ocultar los otros cien
mil; si van a defender a la población de un país árabe del
dictador de turno, es que van a “beber” su petróleo, o cuando
digan que bajan la velocidad en las autopistas a 110 Kms/h
“por tu seguridad”, es que los del departamento de tráfico se
van a dar una buena fiesta a tu salud y a la mía con lo que
piensan recaudar en sanciones.
››Así que ya lo sabes, cuando den el pronóstico del tiempo y
anuncien un sol de justicia, no salgas sin paraguas.
Su última frase provocó una explosión de risas compartidas.
Pocas veces había disfrutado tanto de una conversación. La
sensación de relajación y confianza que experimentaba al lado
de aquel señor con sombrero, bigote y pelo blanco al que hacía
más de cuarenta años que no veía, me recordó mucho al placer
de disfrutar de la compañía de un buen amigo.
Con un apretón de manos cálido y prolongado nos
despedimos con el mutuo deseo de que la vida nos tratase
bien.
¿QUIÉN HABLA EN TU INTERIOR?

A l día siguiente decidí encaminar de nuevo mis pasos hacia


el Liceo con la vaga esperanza de volverme a encontrar
con D. Andrés.
Tan pronto traspasé la puerta dirigí mis ojos a la mesa donde
habíamos conversado el día anterior. Estaba vacía. Con
desgana cogí la prensa y leí el titular principal: “Signos de
recuperación en la economía”. ¡Dios mío, estamos en
bancarrota! ―pensé recordando las palabras de D. Andrés.
Al abrir el periódico por la sección de anuncios de empleo oí
a mi espalda:
―¡Buenos días Ismael!
―¡Buenos días profesor!
―¿Qué? ¿Alguna noticia interesante en la prensa?
Enseñándole la portada dije:
―Dicen que se recupera la economía. Como ve las cosas
están fatal.
―Bien, bien... esa es una lectura ―sonrió―. La otra es que
en esta ocasión están diciendo la verdad. Se están refiriendo a
la “maltrecha” economía de los políticos, porque no sé si
sabrás, que en mitad de la crisis que estamos sufriendo acaban
de subirse el sueldo, ellos y los altos directivos de la banca.
―No sé si reír o llorar.
―Reír, no lo dudes. Siempre reír.
››La vida es un espectáculo del que hay que disfrutar
intensamente. No permitas que nada ni nadie te lo impida.
Muchas veces es mejor limitarse a observar lo que ocurre de
forma desapasionada, poniendo distancia, que dejarte
arrastrar por una trama ajena a ti y fuera de tu control que lo
único que hará será desvitalizarte y sumirte en la indignación.
››Hace muchos años, cuando aún me afectaban estas cosas
―continuó―, tuve que dejar de leer la prensa porque al
terminar de hacerlo invariablemente estaba de mal humor,
hasta que se lo conté a un amigo visitador médico. Me dijo que
él, muy temprano, antes de empezar su ruta por los hospitales
y las consultas era lo primero que hacía, y con lo que se reía a
esas horas de la mañana, el buen humor le duraba todo el día.
―Hoy te invito yo al café ―dijo tomándome del brazo y
acompañándome hasta su mesa junto a la ventana.
Una vez sentados le confesé:
―Estoy molido. No he descansado nada bien. Esta noche los
pensamientos que he tenido con respecto a mi futuro han sido
de lo más desoladores. Después de dar vueltas en la cama
durante horas preocupado por mi situación laboral, recordé su
comentario de ayer cuando dijo que nadie nos había enseñado
a manejar la cabeza. Aunque estaba muerto de sueño me fue
imposible dejar de pensar y no logré quedarme dormido hasta
poco antes de amanecer.
―Ismael, la mente es una herramienta, algo que debería
estar a nuestro servicio para la resolución de cuestiones
prácticas, pero la realidad es que es ella la que nos utiliza a
nosotros.
››¿Quién crees que habla en tu interior? Ese parloteo mental
que existe dentro de ti y que te acompaña a todas partes, a
todas horas, no eres Tú. Puede que creas que estás hablando
contigo mismo, pero Tú no eres esa conversación sin descanso
que constantemente escuchas y que confundes con la realidad.
Esa cháchara es como una cortina de humo que te impide estar
presente en lo que está aconteciendo o en lo que pretendes
realizar, en tu caso anoche, entregarte a un sueño necesario y
reparador después de la actividad del día.
―Ahora que lo dice, la sensación que tenía ayer en la cama
era de no tener el más mínimo control sobre lo que acudía a mi
cabeza. A pesar de que quería dejar de preocuparme, un
pensamiento sucedía a otro en una cinta sin fin imposible de
detener.
D. Andrés respondió:
―Cuando alguien come deprisa pensando en lo que va a
realizar tan pronto termine, no es siquiera consciente de qué
alimentos está ingiriendo, pues su mente está intentando vivir
de forma anticipada lo que todavía está por llegar, una actitud
que vuelve invisible lo que se tiene ante los ojos. Eso es lo que
ocurre cuando uno “no está” en lo que hace.
››Ese incesante diálogo interno te acompaña a todas partes:
cuando paseas por la calle, cuando “crees” que estás
escuchando a alguien y en realidad estás elaborando tu
respuesta mentalmente, cuando conduces, cuando trabajas...
››Caminar en ese estado es posible para ti porque lo haces
con el “piloto automático” puesto, pero esto supone que
percibas menos de una centésima parte de lo que sucede a tu
alrededor mientras transitas por la acera, impidiéndote
apreciar la textura del suelo, los distintos aromas que llegan, la
forma de andar de la gente, la expresión de sus rostros... Tu
cuerpo camina, pero tú “no estás” en él. Estás ausente de ti.
››La mente siempre está, o reproduciendo lo vivido, o
pensando en lo siguiente que va a hacer, y en lo siguiente, y en
lo siguiente... sin permitirte ver que “ya estás haciendo”.
››¿Cómo no va a llegar uno al final del día a casa rendido
habiendo consumido semejante cantidad de energía mental?
―Conozco ese estado D. Andrés, lo vivo a diario, y es
realmente agotador.
―Pues la próxima vez que te cruces con alguien por la calle
hablando solo y tu mente se apresure a etiquetarlo de loco,
piensa que, en principio, sólo se diferencia de ti en que él
verbaliza su conversación interna mientras camina, y tú no.
―Entiendo que pueda haber gente normal hablando sola por
la calle ―respondí―. Confieso que alguna vez yo mismo he
soltado algo en alto sin darme cuenta, incluido algún taco, pero
es que hay veces que empiezo a darle vueltas a algo y al cabo
de un rato me es imposible desprenderme de aquel
pensamiento. Es como si se convirtiese en una de esas
canciones pegadizas de las que habló.
―Pues mientras estás en ésas Ismael no estás viviendo, es
imposible que seas consciente de lo que ocurre a tu alrededor.
Además, debes saber lo nociva que es la evocación recurrente
de un hecho desagradable ocurrido en el pasado, de algo que
ya no puede cambiarse y que el pensamiento reproduce una y
otra vez como si fuese masoquista: haciéndote culpable de algo
que sucedió, echando la culpa a otro, diciéndote que eres
débil, que deberías de haber hecho esto o aquello...
››La gente desconoce que en cada uno de esos momentos de
estrés mental se liberan peligrosos tóxicos en el organismo.
Revivir esa situación que nos ha alterado en el pasado, aparte
de no arreglar nada, hace que nuestras glándulas inyecten de
nuevo esos venenos en el sistema circulatorio que nos
envejecen de forma prematura y nos abren una y otra vez la
herida impidiendo su curación.
››Lo ideal sería dejar atrás cuanto antes lo acontecido y
llevarnos incorporada únicamente la enseñanza que nos ha
dejado la circunstancia vivida (“cicatrices del alma”) siguiendo
nuestro camino a continuación sin volver a mirar hacia atrás,
sin sentimientos de culpa, reproches ni rencores,
prohibiéndonos gastar ni un ápice más de atención ni energía
en esa situación, persona, etc.
―Ahora que lo dice, me doy cuenta que sí, que sufrimos por
acontecimientos traumáticos que pertenecen al pasado, y que
nuestra mente, de forma obsesiva, se dedica a traerlos al
momento presente para enturbiarlo.
―Si una contrariedad nos ha aportado un conocimiento
valioso o nos ha hecho reparar en algo ―continuó―, podemos
considerar lo ocurrido, más que como una desgracia, como un
regalo que nos hace la vida.
››Imaginemos que alguien nos ha tratado injustamente, lo
cual nos ha sentado muy mal. La conversación interna será en
este caso del estilo: “¡Y mira lo que me dijo...! ¡No me lo
merezco! ¡Pero qué se cree! ¡Tendría que haberle
contestado...!” Esto, dentro de una cabeza puede durar días,
meses, incluso años, y alterar nuestro apetito, nuestro sueño
(como ha sido esta noche tu caso Ismael) nuestro humor, y
hasta la salud y el carácter. El desgaste que nos infringimos al
vernos atrapados en estos “bucles mentales” es mucho mayor
que el que nos ocasiona un intenso trabajo físico. Se ha
comprobado que el mantenimiento de un pensamiento negativo
durante un solo minuto deja bajas nuestras defensas no menos
de seis horas.
―No me extraña que las preocupaciones causen
envejecimiento prematuro; si consumen por dentro, es lógico
que ese desgaste se manifieste en el exterior, en nuestro
cuerpo.
―Las preocupaciones pueden acortar la vida muchos años,
incluso acabar con ella de manera fulminante, por eso no
retengas nada que te perjudique, no permitas que nada ni
nadie dañe tu corazón. Como dice un proverbio taoísta: “Si el
problema tiene solución ¿para qué preocuparse?, y si no la
tiene: ¿para qué preocuparse?”
››Al margen del perjuicio que nos ocasionan las
preocupaciones a nivel físico, repara como el sufrimiento que
nos aporta el recuerdo de lo que pasó tiene que ver con
frecuencia con nuestro ego lastimado. Cuanto más ego, más
dolor. Por eso hay que ir desprendiéndose de forma consciente
de la importancia personal, renunciar a la máscara que
presentamos ante los demás y ante nosotros mismos para
proyectar esa imagen idealizada que no se corresponde con la
realidad, algo que acaba convirtiéndose en una pesada carga.
Esto requiere un estado de atención constante, pues supone ir
en contra de aquello que la sociedad nos ha inculcado desde
nuestra más tierna infancia, incluido el espíritu competitivo y
la lucha por ser “diferente”, a base (por supuesto) de los
bienes que esa misma sociedad nos propone adquirir en
“cómodos plazos”.
››Debemos aplicarnos a la superación de ese mal recuerdo
que nos aqueja dejándolo atrás sin realimentarlo para que,
literalmente, muera de inanición. Tenemos que prohibirnos
concederle ni un sólo pensamiento más a esa persona que nos
ha ofendido, o a esas circunstancias que hemos experimentado,
limitándonos a extraer, de manera práctica, lo positivo que
pueda aportarnos lo acontecido. Lo aprovechable de la
situación vivida será la enseñanza que extraigamos, y eso es lo
único que hay que “llevarse puesto”.
››De la misma manera que cuando nos hacen un regalo lo
tomamos tirando a continuación el embalaje y el papel que lo
envuelve, tenemos que aprender a desprendernos de las
escenificaciones que transportan las lecciones que nos trae la
vida sin enredarnos en ellas, dejándolas a nuestra espalda
igual que abandonamos un teatro tras la función quedándonos
con el mensaje de la obra, con lo aprendido, con la esencia.
―¿Y cómo se consigue eso D. Andrés?
―Estando absolutamente presentes en cada momento que
vivimos, entregados en cuerpo y alma a cada instante.
››No funciona decir: “no voy a pensar más en ello” (en
aquello que te ha molestado) porque volverá a irrumpir en tu
mente. Pero si no le prestas atención, ignorándolo cada vez
que quiera aflorar trayendo tu atención una y otra vez a lo que
tienes entre manos, poco a poco sus apariciones se irán
espaciando en el tiempo hasta abandonar la escena de manera
definitiva, como un niño que deja de insistir al comprobar que
no le conceden su capricho.
››Recuerda: en el momento que surja el pensamiento
desestabilizador, sencillamente “haz lo que haces”. Permanece
dentro de ti allí donde estés: si estás conduciendo, pon plena
atención; si estás cocinando, hazlo con todo el amor; si estás
viendo una película, disfruta al máximo de ella...
››La presencia plena en lo que haces disuelve el pasado y el
futuro sacándote del cuartucho estrecho del pensamiento
obsesivo, haciéndote entrar en la inmensa dimensión del
presente.
―Puedo decirle D. Andrés que este momento presente junto
a usted me está aportando nuevas visiones de lo cotidiano en
las que nunca había reparado. Ojalá sea capaz de incorporarlas
y llevarlas a la práctica.
―Claro que serás capaz de llevarlas a la práctica; y podrás
hacerlo a partir de ahora en todo momento, en todas las
situaciones. Es cuestión de que observes con intensidad, sin
distraerte, cuanto ocurre dentro y fuera de ti, y esto sólo es
posible en un estado de total entrega a “este momento”, algo
que te ayudará a ver muchas cosas que suceden y que
habitualmente pasas por alto.
››Por ejemplo, ahora mismo: ¡Escucha! Algunos sonidos
llegarán a ti en estos instantes, pero afina un poco más tu oído.
“¿Qué es lo que debería escuchar y no escucho...?” (pregunta
una voz en tu interior) “Pues no sé a qué se refiere...” (se
contesta a sí misma) ¡Aquí está la mente en acción! Es la
Atención quien la descubre. Podrías pensar que eres Tú quien
está hablando dentro de tu cabeza, quien se está preguntando
y respondiendo, pero no es así. Tú eres Tú, y tu mente es otra
cosa. Tomar conciencia de esta evidente y a la vez muy bien
camuflada realidad, dará un nuevo rumbo a tu existencia que
enriquecerá tu vida y hará que tu avance, en todos los
sentidos, sea mucho más rápido de lo que lo ha sido hasta
ahora. También tu comprensión al interaccionar con lo que te
rodea ganará en profundidad. Cuando “lo hayas visto”,
distinguirás dos personajes dentro de ti, el que piensa, y el que
observa al que piensa, que es quien Tú eres en realidad.
››Así como la fisión del átomo libera tremendas cantidades de
energía, la observación de este desdoblamiento en tu interior
pondrá a tu disposición inmensas fuerzas que antes
desperdiciabas en un juego mental estéril y agotador que lo
único que hacía era que permanecieses ausente del momento
presente, haciendo imposible que tu actuación fuese
impecable.
―En este mismo instante, de alguna manera, estoy
percibiendo ese desdoblamiento al que se refiere. Una parte de
mí me dice que esto que acaba de decir podría aplicarlo a
muchas áreas de mi vida y que seguramente mejorarían, la
otra me dice que es muy difícil que pueda llegar a pensar de
forma diferente a como lo he hecho siempre, como si me dijese
a mí mismo antes de empezar que la batalla está perdida.
―Verás Ismael, vencer las inercias tiene su dificultad. Los
cambios nunca son fáciles, pero cuando “comprendes” algo en
profundidad, esa comprensión te aporta una energía que te
impulsa a ponerte en movimiento para incorporar en ti aquello
que has vislumbrado.
››Con respecto al caso concreto de la mente, repara que, en
teoría, debería ser un instrumento a tu disposición para ser
utilizado en cuestiones prácticas, pero como antes te comenté,
lo más habitual es que esto no sea así en absoluto y seas tú el
que esté a su servicio. Ella va por libre, como un animal
salvaje. Es normal, nunca te has preocupado de domarla y
tendrás que estudiar sus costumbres si lo que quieres es
echarle el lazo.
››¿Eres capaz de decirle que se detenga y te obedezca?
¿Sabes dónde está el On/Off, o está permanentemente
conectada? ¿Logras que descanse al irte a dormir, o se dedica
a imaginar el futuro o a reproducir los acontecimientos del día
en tu pantalla interior, especialmente las contrariedades,
haciéndote dar vueltas y vueltas en la cama sin que el sueño
acuda a tu presencia, como te ha ocurrido esta noche?
―Más bien lo segundo, lo reconozco.
―Lo más normal es que en esa situación de agitación mental
constante, el presente que vives y todas las posibilidades que
ofrece se vuelva invisible para ti, pues queda oculto y ahogado
tras el barullo de unas palabras que no pronuncias, pero que
bullen de forma atropellada y sin control dentro de tu cabeza.
››Una persona diluida entre el pasado y el futuro no puede
concretar nada importante porque está dispersa, no tiene
poder. Se trata de sincronizar momento presente y vivencia, de
vivir el ahora sin sacrificarlo por un futuro hipotético.
››Eres poseedor del pensamiento. Tienes a tu disposición una
valiosa y versátil herramienta que puedes utilizar en infinidad
de ocasiones y circunstancias, pero una vez haya cumplido la
misión que le has encomendado, debe ser guardada hasta la
próxima vez que la necesites. Un destornillador lo utilizas para
un trabajo concreto: sacar un tornillo determinado; lo que no
puede ser es que, al acabar la faena, el destornillador se
dedique por su cuenta a sacar cuanto tornillo encuentre: los de
las patas de la mesa, las bisagras de las puertas, los cajones de
los armarios... porque sencillamente se te vendría toda tu casa
encima.
››No lo olvides, el pensamiento no eres Tú, sino algo que está
a tu servicio.
LA VIDA JUEGA AL AJEDREZ CONTIGO
¿QUÉ PIEZA VAS A MOVER AHORA?

D urante unos minutos permanecí en silencio reflexionando


sobre las palabras que acababa de escuchar. Sentía que
algunas aún viajaban hacia mi interior en busca de acomodo,
pero otras, como piezas de un rompecabezas, habían encajado
a la perfección en algún lugar dentro de mí, que de forma
inexplicable, las aguardaba.
El profesor, en silencio, tenía su vista perdida al otro lado de
la cristalera.
Repasé en mi cabeza nuestra conversación para grabarla
profundamente; ¡había olvidado tantas veces algo que creí
imposible que pudiera desvanecerse...! “No será así en esta
ocasión” ―me dije― “no puedo permitirme el lujo de olvidarlo”
―Me gustaría poder tener presente a partir de ahora todo
esto que usted me ha transmitido para aplicarlo en el futuro
justo en el momento oportuno.
―¿Y por qué no puedes hacerlo? Sólo es cuestión de
proponérselo. Ten en cuenta que lo que has escuchado no será
para ti más que un cúmulo de palabras vacías hasta que lo
conviertas en conocimiento, y conocimiento no es otra cosa
que “conocer”, tener la certeza de que ese saber que has
adquirido “funciona” en la vida real.
―Pero esto de vivir es complicado D. Andrés. Las cosas no
siempre salen como se prevén, y hay situaciones en las que
uno no sabe por dónde tirar ―me sinceré mostrándole sin
reservas mi desorientación.
―Escucha Ismael: el mundo es como un inmenso tablero de
ajedrez en el que de forma simultánea se desarrollan infinidad
de partidas. La vida hace, en su juego, un movimiento diferente
a cada individuo, y cada cual elige, con más o menos fortuna su
contra movimiento, lo que a su vez provocará una respuesta y
así indefinidamente.
››Todos nos enfrentamos a multitud de desafíos y asuntos a
resolver día a día en los diversos campos en los que nos
desarrollamos (trabajo, familia, relaciones, hobbies, proyectos
personales, etc.) Unas veces ganamos y otras somos
derrotados; las más, quedamos en tablas, pero como en el mito
del Ave Fénix, la vida nos vuelve a dar una y otra vez la
oportunidad de resurgir de nuestras cenizas, regalándonos
siempre nuevas ocasiones para volver a intentarlo y comprobar
qué hemos aprendido desde la última vez, poniéndonos a
prueba ante ella y ante nosotros mismos.
››Pero, ¿qué es lo que vamos a hacer diferente la próxima vez
que nos encontremos en la misma situación u otra similar?:
ante el dolor del amor perdido, la perspectiva laboral frustrada
o la decepción con el amigo. ¿En qué debería diferenciarse
nuestra nueva estrategia con respecto a la anterior partida
para conseguir la victoria esta vez? ―me preguntó el profesor.
―Supongo que deberíamos pensar en qué nos equivocamos
en otras ocasiones ―aventuré.
―Ese es el primer paso, pero si no queremos volver a pagar
un precio por nuestro error, tenemos que ir más allá.
››Como bien dices, si nuestra contrincante es una situación
que hay que enfrentar, el juego consiste en identificar los pasos
que deberemos dar para neutralizar su amenaza recordando lo
que hicimos con anterioridad y que no nos dio el resultado
esperado. Si somos capaces de averiguar cuáles son los
movimientos a realizar para no dejarnos arrollar nuevamente
por los acontecimientos, si logramos resolver esta vez la
situación comprendiendo los antecedentes que la originaron
(ley de causa/efecto), nos haremos con las claves que
desencadenan los sucesos, los motivos que los preceden, tanto
los que nos perjudican como los que nos favorecen.
››Este proceso deductivo podemos aplicarlo a infinidad de
campos, algo que nos resultará de suma utilidad en muchas
ocasiones.
―Y en ese tablero de ajedrez del que habla, ¿existe también
el jaque mate?
―Por supuesto. El jaque mate se logra cuando se
comprenden los mecanismos que ponen en marcha las
situaciones que nos contrarían o nos perjudican, valiéndonos
de este conocimiento para desactivarlas en sus primeras fases.
››Como sabes, Sherlock Holmes, a partir de la ceniza de un
cigarro extraía infinidad de conclusiones; así nosotros,
sabiendo que tanto el éxito como el fracaso siempre dejan
rastro, podemos reconstruir la secuencia de los hechos y hacer
valiosas deducciones.
››El estimulante progreso en este arte de observación, con
sus inmensas posibilidades de aplicación en todos los ámbitos
de nuestra vida, dará lugar en cada uno y en un momento
determinado de su existencia al “Despertar”. Antes o después
todos estamos llamados a situarnos en este punto de llegada y
de partida a la vez. Puede llegar como fruto de la evolución
natural o irrumpir de golpe con motivo de algún trauma físico
o emocional que nos haya afectado de manera importante. Lo
más normal es que sea debido a una saturación de dolor que
en un momento determinado nos hace decir ¡basta!, hartos de
estar a merced de las circunstancias como un pequeño bote sin
gobierno lo está al envite y capricho de las corrientes.
―¿Qué es lo cambia en nosotros al alcanzar ese estado?
―pregunté.
―El hecho de “Despertar” aporta a nuestra embarcación
nada menos que un timón, un utilísimo instrumento que nos
permitirá avanzar en la dirección que deseemos. Es un hito
fundamental en la existencia del individuo que marca con
claridad un antes y un después en su vida, manifestándose en
su persona a partir de ese momento una actitud de alerta que
escudriña cada acontecimiento, sintiéndose en las diferentes
situaciones que vive destinatario de un mensaje cifrado
dirigido exclusivamente a él, el único que posee las claves para
averiguar su significado profundo.
››Cuando se entra en este estado, uno deja de creer en las
casualidades. De repente, todo lo que sucede, hasta el detalle
en apariencia más insignificante, nos aporta valiosa
información. A partir de ese momento cualquier suceso es
reciclable para nosotros. Ese “material”, atesorado a base de
experiencias de todo tipo por las que hemos pagado un precio
en forma de dolor o experimentado un placer, nos ayudará a
descubrir con mucha más facilidad cuál es la dirección
correcta en los inevitables cruces de caminos en los que nos
seguirá poniendo la vida. Pero estas situaciones, en las que
será necesario elegir, ya no serán vividas como en el pasado;
dejarán de ser motivo de ansiedad para convertirse en fuentes
de conocimiento y de apasionantes aventuras.
TOMANDO LAS RIENDAS
DE TU PROPIA EXISTENCIA

A quella forma en la que relativizaba la importancia de los


problemas, llegando a afirmar que su superación podía
convertirse incluso en aventura, me pareció un planteamiento
sorprendente.
―La mayoría de la gente siente que es golpeada una y otra
vez por contrariedades ―continuó―, pero se quedan en el
nivel de los efectos, en lo que está ocurriendo, limitándose a
lamentarse sin indagar las causas que han originado su mal.
Con este esquema de pensamiento lo único que les queda es
resignarse a recibir de nuevo esos golpes que no saben de
dónde vienen, esperar a que pase la tormenta, y “rezar” para
que no vuelva a pasar, lo que es una falsa esperanza pues tarde
o temprano el acontecimiento que las contraría, siendo el
mismo, volverá a presentarse bajo otra forma que no
reconocerán, repitiéndose una y otra vez hasta que este sea
correctamente identificado, interpretado, afrontado y
superado.
―Profesor, ¿a qué se refiere en concreto cuando habla de
“Despertar”? ¿En qué es diferente alguien que ha Despertado
de otro que no lo ha hecho?
―El individuo que ha Despertado toma la determinación de
ser el patrón de su propia embarcación, de ser el dueño de sí
mismo y de su destino. No se conforma con el mero hecho de
flotar en la existencia y tener un timón, sino que se
proporciona de un potente motor, planifica su ruta con precisas
cartas de navegación, y prevé un destino al que dirigirse
oteando el horizonte a la busca de los caladeros (de energía)
más abundantes.
››El hecho de haber Despertado, el incorporar esta nueva
forma de ver las cosas y el ponerla en práctica, marca en el
individuo a partir de ese momento una enorme diferencia con
respecto a sus congéneres, colocándole en una situación
privilegiada con respecto a ellos para conseguir con mucha
más facilidad cualquier meta que se proponga.
››Una de las primeras consecuencias de este nuevo estado de
mayor Atención es que paulatinamente desaparece de su vida
la dispersión, tanto en el terreno mental como a la hora de
actuar. Las vacilaciones, con toda la pérdida de tiempo y
oportunidades que suponen, van dejando de hacer acto de
presencia volviendo los movimientos mucho más precisos. La
duda de antaño da paso a la seguridad, y el pensamiento y los
actos se van pareciendo cada vez más a una óptica que
concentra la luz en un punto, a un rayo láser, o a un bisturí de
preciso corte.
››La percepción de su entorno se agudiza, ampliando su
mundo interior y en consecuencia sus niveles de interacción
con cuanto le rodea.
››El tiempo y sus posibilidades de aprovechamiento se
expanden, hasta el punto de descubrir que entre un minuto y el
siguiente hay un universo entero por explorar. No pierde ya ni
un segundo en su jornada porque sabe que no hay un segundo
que perder. Cada instante se vuelve pleno, lleno de sentido y
contenido para su ojo atento y su mente despierta.
―Supongo que para llegar a ese estado en el que las cosas se
ven tan claras, será necesario haberse equivocado antes
muchas veces experimentando el consiguiente sufrimiento que
trae el error ―comenté.
―No siempre tiene porqué ser así Ismael.
››Como te dije antes, muchos han llegado al Despertar como
consecuencia del dolor, un dolor que con frecuencia tiene su
origen en la falta de Atención. Pero curiosamente estos son
tiempos peculiares para la humanidad: está dejando de ser
necesario cada vez para más individuos recorrer ese camino
pagando lo que en ocasiones es un tremendo peaje en forma de
sufrimiento por obtener sabiduría. Entre esas personas puede
ser que estés tú, y sin duda lo estarás si consigues anticiparte
a las causas que originan ese dolor. Lo lograrás si, viéndolo
venir, consigues dar un salto por encima de él superándolo sin
que te toque, dejándolo a tu espalda, algo que sólo se puede
lograr entregándose en cuerpo y alma al momento presente.
Poco a poco conquistarás así por méritos propios ante la Vida
el trato de alumno aventajado, y ella abandonará contigo el
antiguo y desagradable método de enseñanza del golpe con la
regla en la punta de los dedos.
―Conozco el método D. Andrés. Lo viví en carne propia de
niño.
―Aunque parezca paradójico ―continuó el profesor―, una
vez “controlado” lo que antes nos afectaba, al mismo tiempo
hay que dejarse llevar por lo nuevo que llega.
››Debes intentar tener bajo control lo que está dentro de tu
radio de acción, pues esa es tu responsabilidad y la parcela
destinada al cultivo que te ha sido asignada, pero también
debes confiar en la corriente que te lleva, en las situaciones
que van surgiendo y en los distintos escenarios que se irán
sucediendo, que son siempre los que más convienen a tu
avance, a tu evolución.
››Nada es casual, y algo “amigo” subyace tras cualquier
encuentro, situación, o circunstancia que se cruza en tu
camino, aunque aparentemente te produzca o te haya
producido en el pasado algún perjuicio.
››Detrás de cada vivencia se esconde una enseñanza en la
que el hecho de haberla comprendido e interiorizado, puede
implicar hasta la propia vida. A poco que indagues en tu
memoria podrás encontrar muchos ejemplos de ello en tu
experiencia: el golpe con el coche sin mayores consecuencias
que te hizo un conductor más prudente; el desengaño de
pareja que te volvió más selectivo; aquel pequeño malestar
físico que te puso en alerta para atajar una enfermedad que
pudo ser mucho más grave; etc.
LA IMPORTANCIA DEL AGRADECIMIENTO

―¿E ntonces no es
aprendemos?
sólo a través del dolor como

―Ni mucho menos. El maravilloso camino del aprendizaje


también está abundantemente jalonado de premios, que en
realidad, son confirmaciones de que avanzamos por la senda
correcta.
››Estas sincronías toman mil formas y no hay que buscarles
explicaciones esotéricas, sencillamente son una realidad,
existen, son constatables y de muy diferentes calibres. En
ocasiones adoptan la apariencia de un acierto pleno en algo
que llevamos entre manos, de una intuición que se cumple, de
una visión agradable, de un paisaje, o se muestran tal vez
como la oportunidad de darnos un respiro a nosotros mismos y
encontrar una isla de paz en mitad de la aceleración diaria.
Otras veces llegan en forma de la cálida compañía de un café
humeante, de un motivo para sonreír, o de un encuentro
inesperado que nos proporciona valiosa información. Son, por
decirlo de alguna manera, como el recreo después del estudio.
―Es cierto ―opiné―, la vida no sólo trae contrariedades,
pero parece que éstas las tenemos más presentes que los
buenos momentos. Reconozco que he vivido muchas de esas
situaciones agradables que describe, aunque con frecuencia la
prisa y el ansia por hacer “lo siguiente” me haya impedido
disfrutarlas a fondo.
―Es importante que seas consciente de estos regalos cuando
surgen Ismael. Cuando aparezcan, agradécelo a la vida, al
universo, a Dios, a una extraña coincidencia si no eres
creyente, pero da un “gracias” por respuesta aunque pienses
que no tiene destinatario y que estás hablando solo.
››Jamás atribuyas los acontecimientos a la casualidad, porque
nunca lo son. Hay un mecanismo extraño que te animo a que
observes por el cual cada vez que eres consciente de que algo
se ha puesto a tu favor, por ejemplo algo tan prosaico como
encontrar un sitio donde aparcar cuando te hace falta y lo
agradeces, no pasará mucho tiempo sin que otra circunstancia
favorable te ponga de nuevo en la situación de tener que
agradecer. Pueden ser cosas pequeñas, como llegar a casa y
encontrar tu comida favorita; cruzarte por la calle con una
desconocida que sin motivo aparente te dedica su sonrisa; o
entrar por la puerta de tu hogar cansado al final del día, y
alguien que de verdad te quiere te diga que ni te muevas, que
reposes, que lo que haya que hacer es cosa suya.
››Cuando logres que el agradecimiento se convierta en un
hábito (porque vas a tener muchas ocasiones de ponerlo en
práctica), te irás dando cuenta de que las cosas que agradeces
ya no son tan pequeñas, que empiezan a aparecer
oportunidades de todo tipo en tu vida: situaciones, encuentros
afortunados, cosas inesperadas que suponen una gran noticia o
alegría para ti, como si sintonizases con una nueva dimensión a
través de la cual algo o alguien cuida de tu persona,
proporcionándote lo que necesitas en cada momento.
―Profesor, pues yo creo que el hecho de que usted se haya
cruzado en mi camino es algo por lo que tengo que dar las
gracias, aún no sé bien a quien, pero sus palabras son lo que
necesitaba en este momento de mi vida. Me están ayudando a
ver mi situación desde otra perspectiva.
―Me alegra mucho poder serte de utilidad mi joven Ismael, y
si las conclusiones que este viejo haya podido extraer de su
paso por el mundo pueden valerte para reflexionar o para
ponerte en contacto con otras realidades que están a tu
alcance, estaré encantado de que así sea.
Me gustó cómo nos despedimos: sin preguntar si nos
veríamos al día siguiente, sino dando por hecho que nuestra
conversación debía continuar.
―Hasta mañana D. Andrés.
―Hasta mañana Ismael.
ASIMILA DE FORMA CONSCIENTE
CUANTO TE SUCEDE

A la mañana siguiente, a la misma hora del día anterior, acudí


a mi cita en la cafetería del Liceo.
Sin entrar, desde la acera, haciendo visera con mis manos
miré a través del cristal. En ese momento vi reflejado en él al
profesor detrás de mí con el sombrero puesto y el bastón en la
mano.
―¿Lograste dormir esta noche? ―preguntó al tiempo que me
giraba.
―Mucho mejor. Siguiendo sus indicaciones, cada vez que el
pensamiento intentaba llevarme a un lugar distinto del que
estaba, me repetía a mí mismo: “estoy acostado y es el
momento de dormir, no de pensar” centrando mi atención en el
agradable calor de las sábanas, en mi respiración rítmica... el
caso es que me quedé dormido enseguida.
―Fantástico ―dijo asintiendo con la cabeza―. ¡Práctica,
práctica, práctica...! lo que hablamos ayer.
››Te propongo que hoy demos un paseo por el parque.
―Me parece una excelente idea. El día es perfecto.
Caminamos unos doscientos metros cruzando tres manzanas
de edificios hasta llegar a la alta verja de forja que marcaba el
límite de la vieja arboleda.
Una vez en el interior del jardín, recorrimos la avenida
principal bajo un dosel esmeralda escuchando el crujir de la
grava a nuestro paso.
Al llegar al final de la avenida giramos a la derecha por un
camino flanqueado por setos de boj revestidos de tiernos
brotes primaverales de un verde más claro.
Nos detuvimos en una bucólica rotonda circular cubierta por
las ramas de un imponente magnolio, cuyas tortuosas raíces se
extendían varios metros alrededor de su tronco antes de
sumergirse en la tierra oscura.
En el centro de la glorieta, con la mirada puesta algún punto
indefinido del horizonte, descansaba sobre su pedestal de
basalto negro una estatua de mármol blanco recubierta de
verdín representando al dios Mercurio.
Nos sentamos bajo el gran árbol, en el banco de madera al
que daba cobijo, y allí permanecimos durante más de media
hora ensimismados en nuestros pensamientos sin pronunciar
palabra, escuchando el trino de los pájaros y disfrutando del
verdor de la vegetación salpicada del color amarillo y blanco
de los parterres de rosas.
No dejaba de sorprenderme cómo se estaba manifestando
con esa persona que tenía a mi lado, y a la que hacía tantos
años que no veía, una de las características que siempre he
atribuido a una relación de auténtica calidad: el poder estar al
mismo tiempo relajado, acompañado, y en silencio.
Decidí romper aquella calma.
―D. Andrés, después de lo que hemos hablado estos dos días,
me doy cuenta de lo mucho que me queda por aprender.
―A todos nos quedan cosas por aprender Ismael, de hecho
ese es el único propósito de nuestra existencia: interiorizar lo
aprendido para no tener que volver a repetir la lección.
››La vida es una universidad a la que todos asistimos en la
que cada cual cursa un nivel diferente. Hay lecciones, para
nosotros sencillas, que en un momento dado puede parecernos
increíble que el compañero de aula aún no haya comprendido,
y cuestiones complejas que otro maneja con soltura y que
escapan, de momento, a nuestra comprensión. Sin embargo,
aunque las circunstancias sean diferentes entre las personas,
la historia que subyace en el guión que interpreta María José,
Miguel, Almudena, o Ramiro, es básicamente la misma. Cada
uno ante un mismo hecho percibe una realidad diferente,
diferente por su condición de hombre o mujer, por su edad, por
su cultura, por su sensibilidad, por sus experiencias pasadas,
por sus características personales... Lo que para alguien puede
ser una desgracia, para otro puede ser una oportunidad de
aprendizaje, y donde un individuo se hunde ante una situación
adversa, otro es capaz de sobreponerse y remontar el vuelo.
―Se ve que tenemos que asimilar lecciones diferentes,
porque si no, ¿qué sentido tiene que sean tan distintas las
situaciones que vivimos unos y otros?
―No creas que son tan distintas. Todos los seres humanos
compartimos experiencias vitales muy similares.
››Detrás de las diversas apariencias físicas, de sexo, raza,
nacionalidad, condición social, o circunstancias personales, son
muchas más las cosas que nos unen que las que nos
diferencian, hasta el punto de que genéticamente compartimos
el 99,9% del genoma. Tan solo el 0,1 % restante es lo que nos
hace distintos unos de otros.
››¿Has oído hablar de la pirámide de Maslow? Según este
reconocido psicólogo, al margen de habitar un cuerpo físico
muy parecido al de nuestros congéneres, todos tenemos las
mismas necesidades básicas de comida, techo, seguridad, etc.,
y a partir de tenerlas cubiertas, los seres humanos
desarrollamos aspiraciones y deseos más elevados que tocan
ya el terreno de lo intangible: afecto, amistad, aceptación,
búsqueda de un sentido a la existencia... El tener la mayor
parte de esos campos cubiertos se supone que nos aproxima a
un mayor grado de autorrealización y felicidad.
››Por otro lado, también compartimos ciclo vital: nacimiento,
crecimiento, madurez y muerte, con todos los acontecimientos
que se suceden a lo largo de ese tiempo, y que básicamente
son análogos a los experimentados por los demás.
―¿Podría ponerme un ejemplo?
―Una mujer madura que haya sido madre en su juventud,
por ejemplo, comprenderá perfectamente las inquietudes de su
hija que ahora está embarazada, pues ha pasado por ese
proceso: tiene la experiencia. Este caso podría extrapolarse a
cualquier situación relativa a la maternidad entre madre e hija
de cualquier país, condición social o religión, con las lógicas
diferencias culturales, económicas, etc. En definitiva, variará el
escenario y los actores, pero el guión, aunque expresado de
distintas maneras o en diferentes idiomas, seguirá siendo en el
fondo el mismo.
››Igual que a nivel físico y de ciclo vital existen muchísimas
similitudes entre los seres humanos, de la misma manera, en
nuestro desarrollo espiritual todos transitamos el mismo
camino, y hemos recorrido, recorremos, o recorreremos tramos
concretos del mismo que son iguales para todos según nos
encontremos en una u otra fase de nuestra evolución. Lo que
va a diferenciarnos es la respuesta que individualmente demos
a lo que acontece, respuesta que estará condicionada por
nuestras características personales y por la interpretación que
hayamos hecho de todo lo vivido con anterioridad.
››El conocimiento de la existencia de esta invisible y
misteriosa ruta interior, permite intercambiar valiosa
información con los que van delante y ya están donde a
nosotros nos gustaría estar. También hace posible observar a
otras personas que avanzan hacia donde nosotros nos
encontramos luchando contra circunstancias adversas por las
que ya hemos pasado, como cuando un escalador asiste desde
la cima a la aproximación de su compañero de cordada
sabiendo de antemano los pasos que deberá dar en la vía para
lograr coronar con éxito la cumbre en la que él ya se
encuentra.
―¿Como si le diésemos información a alguien sobre un lugar
al que va a viajar en el que nosotros ya hemos estado?
―pregunté.
―Así es. Lo cierto es que cuando alguien nos habla de “su”
problema, en ocasiones podemos decir: “sé lo que te pasa,
porque lo he vivido”. ¿No te ha ocurrido nunca?
―Sí profesor. Sin buscarlo, he sido pañuelo de lágrimas en
más de una ocasión.
―El que cuenta lo que le aflige a otro, está experimentando
un sufrimiento en contraste con el que escucha, que pudo
haber pasado por un dolor similar en otro tiempo obteniendo la
consiguiente enseñanza. En su día superó la prueba, y ahora,
en la distancia, aquella situación no es para él más que un
recuerdo que ya no le afecta porque las conclusiones que
extrajo están incorporadas a su experiencia vital y viajan con él
asumidas e integradas, disponiendo de una referencia que se
convierte en una útil herramienta para enfrentar futuras
situaciones del mismo género que puedan cruzarse en su
periplo más adelante. De esta manera dispone de toda su
energía para continuar el camino, mientras que el otro, el que
aún está atravesando su problema, tiene un asunto que
resolver que le mantendrá paralizado, o al menos ralentizado
en su avance, hasta que consiga dar la solución adecuada al
tema pendiente.
D. Andrés continuó:
―Pero el hecho de pasar con éxito las pruebas a las que la
vida nos somete, no garantiza que no volvamos a ser
examinados ―dijo levantando el dedo índice, como advirtiendo.
››Como te dije antes, acaba llegando un día en el que
logramos enfrentarnos a la situación y vencerla, pero
periódicamente, el mismo evento, mejor camuflado que la vez
anterior y de forma inesperada, probará otra vez nuestros
reflejos volviendo a presentarse bajo otra apariencia, la cual
deberemos identificar y neutralizar de nuevo. Estas
“reapariciones” se dan tres, cuatro veces... hasta que proceder
correctamente ya no requiere el mínimo esfuerzo, porque ya
no se concibe otro tipo de respuesta.
―Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos
veces en la misma piedra... ―observé.
―Dos, doce, veinte, o treinta y siete...
››Si un caballo tropieza en una zanja, jamás volverá a hacerlo
en ese mismo lugar. Sin embargo, entre las personas, hay
quien se equivoca docenas de veces en un mismo asunto antes
de lograr actuar de forma acertada; como te digo hay quien
necesita quince intentos, hay quien siete, y hay quien tres para
llegar a la conclusión de cuáles son los movimientos correctos
para resolver una cuestión. En una situación ideal, no volver a
caer después de cometer un error sería una nota de diez, pues
indica que la lección ha sido correctamente aprendida. Pero
aún hay un grado superior, y es adelantarse a los
acontecimientos, verlos venir con anticipación. Esto se
consigue con el desarrollo de la Visión, un estado avanzado
hacia el que nos empuja la vida misma, sólo que, podemos
dejarnos “empujar” hacia él, o tomar nosotros por iniciativa
propia este camino, que aunque es el más empinado y requiere
de la participación de nuestra voluntad, es también el más
rápido y directo hacia la impecabilidad.
››En esta senda estamos todos, pero nos diferenciamos unos
de otros en la forma personal de transitar por ella, y en la
“eficiencia” con la que utilizamos nuestros recursos a la hora
de abordar las situaciones en las que nos pone la vida para
evolucionar.
››Como consecuencia del “Despertar”, hay un momento a
partir del cual cada uno de nuestros pasos es dado de forma
consciente, sin dispersión, y con un enfoque trascendente,
poniendo el alma y el corazón en cada movimiento, como si
fuese a ser ese paso el último acto de nuestra existencia.
¿INFELICIDAD O FELICIDAD?
TÚ ELIGES

―¿C ómo puede uno distinguir en los cruces de caminos


por dónde debe tirar? ¿Cómo saber cuál es la opción
correcta? ―pregunté.
―Prestando Atención. ATENCIÓN con mayúsculas.
››Te invito a que abras los ojos y observes a partir de ahora
en tu vida que tras el desarrollo de los acontecimientos hay
unos “códigos” camuflados en lo cotidiano que se repiten, que
afectan absolutamente a todo, y que forman parte de las
grandes Leyes de la Naturaleza que gobiernan el universo y a
todas sus criaturas. Estos “códigos” pueden ser descubiertos
iluminándolos con el foco de la Atención.
››Cuando se comprenden estos procesos y logran verse con
claridad, uno deja de estar a merced de un entorno siempre
cambiante para empezar a crear él mismo sus propias
circunstancias favorables, no en base a sus deseos caprichosos,
sino a partir de entender el funcionamiento de las auténticas
reglas que mueven las cosas.
››De forma paralela hay que crear barreras para impedir que
las situaciones adversas nos roben nuestro bien más preciado:
la Energía, de la cual te hablaré más adelante.
››El conocimiento o la ignorancia de la existencia de estos
mecanismos inexorables que subyacen tras los
acontecimientos, ocultos al principio, y evidentes allí donde se
posa la vista una vez se han reconocido, va a tener mucho que
ver con que alcancemos o no el estado armónico al que todos
aspiramos: la felicidad.
―¡Qué poco dura ese estado y que esquivo se muestra!
―afirmé.
―Se muestra esquivo para muchos porque creen que es algo
aleatorio, cuando la realidad es que el azar tiene muy poco que
ver con su manifestación.
››Para alcanzar esa hipotética felicidad de la que hablamos,
es necesario detectar y evitar los obstáculos que nos separan
de ella. Por lo tanto, un objetivo prioritario debe ser esquivar
las piedras del camino en las que con más frecuencia hemos
tropezado hasta ahora para no volver a sufrir donde lo hicimos
en el pasado.
››También debemos cultivar el sentirnos plenos y agradecidos
donde antes, a pesar de irnos todo relativamente bien, no
había por nuestra parte más que queja, rutina, hastío e
indiferencia. Vivir de forma mecánica, atrapados y dominados
por los ritmos que rigen nuestra existencia, nos vuelve ciegos a
otras realidades.
››Tras lo aparentemente insignificante, el ojo atento descubre
que suceden cosas maravillosas, verdaderos milagros, todos los
días, en cada lugar, a cada instante. Como dijo el poeta:
“Mientras camino voy pisando tesoros”, pero esos tesoros sólo
serán visibles para quien sea consciente de que aquello fresco
que hay bajo sus pies cuando camina descalzo por un prado, es
la Vida en forma de hierba, de llantén, de diente de león, de
tréboles y margaritas...
››Ismael, son muchas las cosas valiosas e importantes y al
mismo tiempo sencillas y cotidianas de las que disfrutamos a
diario y que damos por supuestas, y es bien triste, como le
pasa a muchos, descubrir su auténtico valor en el momento en
que las pierden o cuando se encuentran a las puertas de la
muerte, justo cuando ya no hay posibilidad de recuperarlas.
―Es cierto profesor, siempre estamos expectantes,
aguardando algo diferente a lo que tenemos con la esperanza
de que nos haga más felices, lo que nos impide disfrutar con
intensidad de lo mucho y bueno que ya tenemos.
―Desde siempre hemos sido portadores de un llavero que
abre todas las puertas ―dijo D. Andrés―, y sin embargo, con
frecuencia nos hemos quedado al otro lado incapaces de
traspasarlas siendo nosotros mismos, inconscientemente, los
primeros boicoteadores del ansiado logro de nuestras
aspiraciones.
››Tenemos la mala costumbre de emplazar nuestro bienestar
(estar bien) en ese momento futuro imaginado que mencionas
que nunca logramos alcanzar, y que en el mejor de los casos se
evaporará convirtiéndose en niebla en nuestras manos tan
pronto consigamos tocarlo. Con el tiempo comprenderás que la
felicidad, más que en retener, en aferrarse, está en soltar,
como esos pajarillos cuya libertad se compra por unas
monedas en Tailandia por el placer de verlos volar libres.
››Todo eso a lo que aspiramos y que equivocadamente
situamos en un tiempo que ya pasó o en otro que aún no ha
llegado, está aquí, junto a nosotros, en este mismo momento.
―Estoy de acuerdo. Muchas veces no damos importancia a
infinidad de cosas valiosas que existen en nuestra vida porque
la costumbre las ha vuelto invisibles a nuestros ojos, poniendo
más énfasis en lo que nos falta que en lo que ya tenemos.
―Mira Ismael, la vida fluye a gran velocidad en estos tiempos
desbocados en los que cuanto deseamos queremos obtenerlo
¡ya! Todo lo que no sea la satisfacción inmediata de los deseos
que nos crean (y nos creemos) causa desilusión y amargura en
el individuo. De hecho, hemos sido programados para sentirnos
así por unos poderosos medios de comunicación que de forma
constante nos bombardean con enormes cantidades de
información de la que es difícil defenderse. Esta información, si
no se filtra, puede infringir a las personas poco formadas
graves daños, proporcionándoles entre otros efectos ansiedad
permanente, impidiéndoles ver con claridad una salida a su
constante estado de insatisfacción.
››Una lectura fácil del asunto haría culpables a la prensa, a la
televisión, o a los políticos de esa perpetua sensación de
frustración en la que vive la población manipulada y explotada
de esta manera por el poder, pero esta visión ni es del todo
correcta ni exime de culpa a quien se ha dejado embaucar. Si
esos clanes hacen lo que hacen y les da sus buenos resultados
económicos o ideológicos, es porque realizan su trabajo de
manipulación a conciencia.
››Como ya te dije, menos honrosas excepciones, en general
nos consideran su ganado, al que ordeñan y del que viven, muy
bien por cierto. Lo más habitual es que logren sus objetivos
poniendo en sus anzuelos verdades a medias o directamente la
mentira. El problema reside en los peces que pican en esos
burdos cebos y en su incapacidad para darse cuenta del
engaño, un engaño que podrían evitar si estuviesen Atentos, lo
que les permitiría detectarlo, dar un rodeo, y continuar su
camino sin mirar atrás.
››También la selección natural opera en la especie humana.
En un banco de peces, la red envolvente y mortal la evitan sólo
determinados individuos que no pertenecen al núcleo de la
masa. De la misma manera, Despertar siempre será una
experiencia individual... y “contagiosa”, de hecho, cuando un
número crítico de individuos Despierten, la humanidad entera
dará un salto cualitativo en su evolución.
ABORDA LOS PROBLEMAS
COMO DESAFÍOS A TU DESTREZA

―A veces tomamos una decisión entre varias


posibilidades dudando si habremos dado el paso
acertado o si la opción buena estaba en alguno de los caminos
descartados... ―reflexioné en alto.
―Suele ocurrir. Como antes te comenté, una forma de
avanzar es el método del ensayo con resultado de acierto o
error. Es un camino que puede ser más o menos largo, pero
que aporta valiosa información si está bien combinado con una
memoria que “progresa adecuadamente” en el obligado
entrenamiento del arte de vivir.
››Cuando se descubre que vivir va de esto, de aprender, de
avanzar, de evolucionar, no a base de golpes, sino
anticipándose a ellos, la persona empieza a localizar las
carencias o excesos que hay en su vida y se pone manos a la
obra para buscar un nuevo equilibrio lo más estable posible
para no verse afectada por los bandazos que da el entorno.
Esto se consigue creando dentro de nosotros un “puerto
seguro” donde podamos resguardarnos cuando las cosas se
pongan feas. Esos “anclajes”, esos firmes asideros construidos
con anterioridad que nos salvarán de vernos arrastrados por el
oleaje, tienen que ver, entre otras cosas, con los Valores.
››A partir del Despertar, todo se vuelve diferente. Se dejan de
vivir los problemas como algo fastidioso para experimentarlos
como desafíos a nuestra habilidad, a los que, en buena lid,
aceptamos enfrentarnos, no de forma apocada o resignada,
sino dando un paso decidido al frente yendo a su encuentro
como si hubiésemos elegido las circunstancias que de forma
inevitable nos toca vivir.
››Las pruebas, llenas de magia en ocasiones, surgen en el
camino para mejorar la capacidad de respuesta, buscando en
última instancia ser superadas con éxito para elevar nuestro
nivel de consciencia.
››Por supuesto hay experiencias muy duras, y otras (lo más
habitual) no tanto, pero esa intensidad en la dificultad cuando
llegue una prueba “de verdad”, lejos de desanimarnos, puede
servirnos como unidad de medida para intuir la importancia
que tendrán en nuestro futuro las conclusiones que
obtengamos durante el proceso de resolución de ese problema
en concreto que nos presenta la vida.
››Con este nuevo enfoque ―como comprobarás al ponerlo en
práctica―, la tarea de arreglar algo, lejos de ser un
inconveniente o un penoso trabajo, se convierte en una misión
apasionante con connotaciones de juego. Tiene mucho de
divertido. Uno descubre que el verdadero inconveniente es no
decidirse a arreglar lo que no funciona, pues si no vamos a su
origen y lo solucionamos en su raíz, se manifestará de nuevo
en nuestra vida con las sabidas consecuencias no deseadas,
pero absolutamente lógicas. Se trata de entender el proceso.
LA RENOVACIÓN:
UNA CONSTANTE EN LA VIDA

D urante los minutos que permanecimos en silencio, me di


cuenta de las inmensas posibilidades que podría tener
para cualquiera vivir basándose en lo que describía D. Andrés:
convertir los problemas en aventuras; descubrir mundos
fantásticos que nos rodean gracias a la Atención; focalizar la
seguridad en uno mismo en lugar de en posesiones, trabajos o
personas que hoy están y mañana desaparecen...
―Profesor, es difícil soltar lastre ―dije interrumpiendo mi
reflexión―. Cuando las cosas se terminan, en mi caso el medio
de vida que he tenido hasta ahora, uno se queda desorientado
sin saber qué va a ser de él. Sé que algo tendrá que suceder
después de esto, pero la incertidumbre de no saber “qué”
exactamente me produce un profundo desasosiego.
―Eso te ocurre porque no estás viviendo en el momento
presente. Esa es una grave enfermedad que no sufre ningún
animal y que sin embargo padece toda la humanidad, aunque
no está considerada como tal al estar generalizada.
››Debes entender que el hecho de haber perdido tu trabajo es
parte del inevitable proceso de renovación por el que tienes
que pasar para que no se detenga tu evolución, y la evolución
se detiene cuando uno se acomoda: “La paja de hoy es el
estiércol de mañana”. El anclaje de tu seguridad debe radicar
en tu interior y no situarlo de forma permanente en nada
externo y fuera de tu control.
››La renovación está presente en todos los aspectos de la
Naturaleza, y también te afecta a ti porque tú eres Naturaleza.
Se manifiesta a cada segundo en nuestra existencia, de hecho
es una regla fundamental e ineludible para que la vida pueda
continuar. Para sacar el mayor y mejor partido a esta
transformación que todos experimentamos es necesaria
nuestra colaboración con el cambio, un cambio que se revela
en nuestra vida tanto en los aspectos físicos como en otros
campos internos no tangibles.
―¿Podría ponerme algún ejemplo?
―Sin ir más lejos, para que en nuestras estanterías podamos
incorporar nuevos y apasionantes libros, es una práctica
conveniente desprenderse de esas lecturas que cumplieron su
misión años atrás entreteniéndonos o informándonos, pero que
hoy estorban más que otra cosa. Es un fenómeno interesante el
que determinados libros que llegan a nuestras manos, que
parece que nos hablan directamente a nosotros y se convierten
en un descubrimiento, aparecen justo cuando se ha creado un
espacio físico de bienvenida para ellos en nuestras bibliotecas
tras deshacernos de aquellos ejemplares que ya nada nuevo
pueden aportarnos.
››Algo parecido sucede con nuestro vestuario, que poco a
poco va dejando de reflejar la imagen que tenemos de nosotros
mismos, haciéndonos sentir incómodos e inseguros al ponernos
aquella ropa ya anticuada. Cuando esto ocurre, es el momento
de separarse de esas prendas o esos libros que han dejado de
sernos útiles, aunque estén en buen estado. Sin embargo, a
muchas personas les cuesta mucho dar ese paso de renovación
de su entorno que de inmediato daría paso a la llegada de
cosas nuevas, las que de verdad necesitan y que la vida está
deseando darles.
―Escuchándole empiezo a darme cuenta de que muchas de
las cosas antiguas que conservo y de las que tanto me cuesta
desprenderme (ahora no sabría decirle exactamente por qué),
son más trastos que otra cosa. Sería estupendo hacerlas
desaparecer y comprobar qué es lo que surge y ocupa su lugar.
―Haz la prueba y mantente expectante; te sorprenderás.
Pero cuando te hablo de renovación no sólo me estoy refiriendo
a los objetos físicos, sino a la incorporación de nuevos
conceptos o formas de ver las cosas que puedan dar una mayor
dimensión y profundidad a nuestra vida. Para esto, para hacer
sitio a esas nuevas ideas que arrastra la marea hasta nuestra
playa, deberemos dedicarnos con intensidad a la tarea de
“Desaprender”.
―¿Desaprender?
―Sí, Desaprender, desprendernos de conceptos que se han
fijado en nuestro subconsciente, o que los demás nos han
“pegado” (muchas veces con la mejor intención) en momentos
de nuestra existencia en los que no teníamos capacidad de
elección debido a nuestra corta edad, la falta de cultura, o
influidos por el entorno: educación religiosa, ideas
preconcebidas, vivencias familiares, etc. Estos prejuicios
(juicios previos) nos condicionan, los llevamos dentro y nos
acompañan a todas partes haciéndonos creer que son algo
sustancial a nosotros, cuando en realidad son agregados de los
que deberemos desasirnos, o al menos, actualizar desde
nuestra madurez haciendo una cuidadosa selección de lo que
nos sigue siendo de utilidad, lo que debe ser puesto al día, y lo
que debe ir directamente al cubo de basura.
―Se me ocurren muchos ejemplos de lo que dice. Hay
personas que no toman judías porque las obligaban a comerlas
de niños; o mujeres que han tenido una mala experiencia de
pareja y no quieren volver a ver un hombre ni en pintura.
―Esas dos situaciones que nombras, y otras muchas, son
clichés, imágenes, traumas, paradigmas... que la gente
arrastra pesadamente consigo. Esos condicionamientos hacen
perder la flexibilidad ante la vida matando la frescura y la
espontaneidad. También impiden moverse con soltura y
responder de forma creativa a lo que acontece a cada
momento.
››”Despertar” significa darse cuenta de que uno puede dar un
gran salto en su avance, más que incorporando cosas,
desprendiéndose de todo aquello que le sobra.
››Somos como esponjas que hemos absorbido “de todo” a lo
largo de nuestra existencia, en la mayoría de los casos sin
ningún tipo de discriminación. Cuando nos damos cuenta de
esta certeza, lo que toca es “retorcernos” para sacar afuera
toda esa mugre acumulada durante tanto tiempo y
empaparnos, ahora sí, de una manera consciente, sólo de
aquello que decidamos dejar pasar adentro. Esto supone dejar
atrás rutinas, creencias, personas... algo que no debe sumirnos
en la tristeza, sino en la alegría, pues darnos la oportunidad de
volvernos más ligeros para desarrollar el maravilloso mundo en
estado latente que existe dentro de nosotros significa que
estamos evolucionando.
››Como si fuésemos un estilizado barco de vela que tiene
adherido en su casco suciedad y algas que le impiden cortar
limpiamente las aguas, una de nuestras principales tareas
debería ser dedicarnos a desincrustar de nosotros todo lo que
es ajeno a nuestra realidad actual, aquello que añade un peso
extra inútil para nuestro avance por la vida, y que en definitiva,
es un lastre que nos dificulta avanzar a un ritmo más ágil y
fluido en mitad del entorno en constante cambio que nos
envuelve a diario. Ese entorno con frecuencia necesita una
acertada y ágil respuesta por nuestra parte, algo imposible de
conseguir si la carga que arrastramos es demasiado pesada.
››A medida que se evidencie el resultado de nuestro metódico
trabajo de limpieza, irá saliendo a la luz nuestra verdadera
esencia, lo que de verdad somos en estado potencial.
Descubriremos bajo nuestra áspera y magullada superficie,
que estamos hechos de un material noble e inmortal a la
espera de ser bellamente modelado. A partir de ahí, en la
fragua de la vida, nuestro trabajo no debe ser otro que
esmerarnos en darle forma, pulirlo, y hacer que se manifieste
en todo su esplendor. Sin embargo, a pesar de la magnificencia
de la que somos poseedores, a pesar de ser depositarios de esa
semilla inmortal que atesoramos en nuestros corazones, la
gruesa capa de polvo y suciedad que hemos ido acumulando a
lo largo del camino, impide que el deslumbrante brillo de la
chispa divina que habita en nuestro interior pueda asomarse a
nuestra vida y a la de los demás para iluminar el mundo.
―¿De verdad existe esa chispa divina dentro de nosotros?
―Sí, existe, y con una paciencia infinita espera a ser
descubierta.
››Podría parecer que la época de las grandes epopeyas
pertenece al pasado. Sin embargo, la persona que inicia la
senda del autoconocimiento, tiene ante sí la posibilidad de
comenzar la estimulante aventura de conquistar la vasta tierra
que le pertenece y que habita dentro de ella: olvidada,
inexplorada... y que como la princesa del cuento, sólo espera a
ser despertada.
―Es curioso que utilice usted la analogía de un sencillo
cuento para explicar una verdad tan profunda.
―Así viaja el conocimiento Ismael, no sólo en áridos libros
escritos por eruditos, sino bajo la sombra y al abrigo de
leyendas, historias, símbolos y tradiciones que recogieron en
su día el saber en un tiempo en el que el lenguaje escrito no
existía o era el privilegio de sólo unos pocos. La fuerza de la
imagen: el cuento pleno de significado narrado al niño antes de
sumirse en los brazos del sueño y que quedará grabado en su
subconsciente; la herencia de los sabios, de los grandes
maestros, dejando constancia de las verdades inmutables como
guía para las generaciones futuras, entretejidas en esos seres
mitológicos y figuras simbólicas portadoras del conocimiento
de siglos y ancestros.
―¿Y qué ocurre con las personas que nos acompañan en ese
camino de evolución del que habla? ¿Por qué a lo largo de la
vida unas permanecen a nuestro lado y otras van quedando
poco a poco atrás o incluso desaparecen?
››Ahora que lo pienso, desde que perdí mi trabajo no he
vuelto a relacionarme con muchos a los que antes veía con
frecuencia. Otros sí se han preocupado por mi situación
llamándome, haciéndome saber que estaban ahí, que podía
contar con ellos en caso de las cosas se pusiesen feas. La
verdad es que fue un detalle que me emocionó.
―Cuando se produce el “Despertar”, es muy curioso lo que
ocurre en el mundo de las relaciones. También la renovación
irrumpe con fuerza en esta importante faceta de nuestras
vidas.
››Como fruto de la nueva valoración que le otorgamos al
tiempo, de manera natural se van dejando de frecuentar
conocidos con los que más o menos se ha ido manteniendo un
contacto tibio a lo largo de los años, o con los que la intensidad
del trato ha decaído de forma considerable. Por supuesto esto
no ocurre con todo nuestro abanico de amistades, pero sí nos
volvemos mucho más selectivos distinguiendo perfectamente
quienes han evolucionado en sus conclusiones de forma similar
a la nuestra, y los que ya, a estas alturas, nada tienen que ver
con nosotros, incluidos familiares muy próximos con los que de
pronto descubrimos que lo que tenemos en común con ellos va
poco más allá del vínculo fortuito de un apellido común.
››El contar con amigos de “gran solera”, personas que nos
han acompañado durante años y con los que seguimos
manteniendo un estrecho contacto o al menos una relación de
calidad, es un privilegio y un tesoro que deberemos cuidar
como algo único y valioso.
››Es fundamental hacer un repaso para determinar quiénes
son las personas con las que continuamos relacionándonos sin
que realmente nos apetezca, y cuya “¿amistad?” conservamos
más que nada por una cuestión de rutina y pereza, individuos
que no dejan huella en nosotros y a los que tampoco nos es
posible influir de manera positiva con quienes el encuentro
arroja un claro saldo de indiferencia; en definitiva, seres a los
que ni aportamos ni nos aportan, y con los que sin embargo
mantenemos una relación sin que exista alegría sincera en el
encuentro, reuniéndonos con ellos más que nada “por
compromiso” y por inercia.
››¡Hacer las cosas por compromiso!, verás que pronto ese
concepto pertenece al pasado para ti.
―¡Buff...! De esos tengo unos cuantos entre mis conocidos.
No son muchos, pero cada vez que llaman... ¡es que no me
apetece nada verlos! Jamás son portadores de buenas noticias;
lo cierto es que no siento ninguna alegría cuando dan señales
de vida, todo lo contrario. Aunque pueda parecer un poco duro,
me encantaría que se olvidasen de mí.
―Se ve que tu energía es “rica” para ellos. Seguro que
después de verte y hablar contigo se encuentran fenomenal y
tú te quedas desinflado, sin fuerzas.
―¡¿Cómo lo sabe?!
―Son vampiros de energía.
―¿Vampiros de energía?
―Sí, has oído bien.
››Vivir implica elegir, así que líbrate de ellos cuanto antes, sin
contemplaciones, como lo harías con un mosquito que viene a
chuparte la sangre.
››Otros no hará falta que te los saques de encima, saldrán de
tu vida de forma natural tras agotarse el ciclo, como se
desprenden las hojas secas de un árbol antes de desaparecer
arrastradas por el viento en otoño.
››Como te decía con respecto a la gente, después de tener
claro de quien prescindir y con quien quedarte (y darte), y
probablemente tras pasar un tiempo de sanadora soledad, se
producirán espacios libres en ti que acogerán la misteriosa
llegada de nuevas amistades mucho más afines a tu línea de
pensamiento actual que te aportarán gratos momentos e
información valiosa. En su presencia reforzarás conceptos,
llegando a través de ellas interesantes confirmaciones y líneas
vitales de investigación que te abrirán nuevos mundos.
››Te sorprenderás al descubrir cuánta gente de apariencia
normal está firmemente comprometida como tú en el
desarrollo interior, mujeres y hombres que tienen su propia,
única, y fascinante historia personal.
››Aprovecharás esos encuentros para contrastar vivencias
disfrutando de buena compañía alrededor de un humeante
café, de un excelente vino, o tal vez aspirando el dulce y fresco
aire nocturno mientras paseas conversando tranquilamente.
Además, tu campo de experimentación se ampliará en gran
medida, pues tu avance dejará de estar supeditado únicamente
a lo que hayas logrado capturar por ti mismo en tu red en el
más o menos reducido radio de acción en el que te mueves.
Será como si estuvieses viviendo varias existencias al mismo
tiempo, pues en cada encuentro, el intercambio de información
que se producirá entre vosotros será al más alto nivel,
regalándoos con generosidad la flor y nata de lo aprendido, la
esencia de vuestras experiencias, las conclusiones que hayáis
extraído de ellas. Esto evitará, en muchas ocasiones, el precio
en dolor que de otra manera necesariamente habríais tenido
que pagar por obtener ese conocimiento, realizándose así
entre vosotros un valioso trueque de piezas que os facilitará
una progresión más rápida en la comprensión y ejecución de
este inmenso y maravilloso puzle que es la Vida.
TU REALIDAD ACTUAL ES CONSECUENCIA
DE ALGO ANTERIOR

―Y todas estas cosas de las que habla ¿las hace uno suyas
en el momento en que se da cuenta de ellas?
―No, no es tan fácil. El primer paso sin duda es reparar en
ellas. Después hay que entender y ejecutar correctamente la
secuencia de movimientos que deben seguirse para que
puedan ser integradas, algo que refleja perfectamente la Ley
del Campo.
››El concepto “gratis” es un invento del hombre, no existe en
la Naturaleza. Cualquier avance que consigas supondrá pagar
un precio por él. Tu progresión será a base de sudor y
lágrimas, puesto que tendrás que vencer las poderosas inercias
que te mantienen cautivo y te limitan, pero a cambio del
esfuerzo obtendrás Poder, no para manipular a los demás, sino
poder sobre ti mismo, algo que te permitirá abrir todas las
puertas sin tener que violentar nada ni a nadie.
―¿Qué es la Ley del Campo?
―Aplicar a nuestra vida, como si fuese un campo de cultivo,
las labores que un agricultor realiza en sus tierras para
obtener una buena cosecha.
››Al observar con atención el entorno natural podemos
encontrar claves que nos facilitan, por extrapolación, una
explicación clara de muchos de los procesos por los que
pasamos como seres humanos y que no pocas veces nos
desconciertan. Al fin y al cabo, como te decía, somos
Naturaleza, y en ella podemos vernos reflejados como en un
espejo.
››El que un árbol llegue a dar el fruto esperado por el
agricultor, es la culminación de un proceso laborioso, de la
previsión, y de la confianza. Antes de recoger, hubo que
preparar la tierra, abonar, sembrar, limpiar de malas hierbas,
podar, regar, etc. De la misma manera, las metas que nos
proponemos conseguir y que aspiramos a que algún día se
conviertan en realidad, serán la consecuencia de recorrer paso
a paso, con constancia, con determinación, el camino que nos
separa de ellas. Si tenemos mucha energía, podemos dar un
salto y plantarnos directamente allí, pero lo normal es que al
igual que un largo viaje nos lo planteamos en varias etapas
haciendo paradas para comer o dormir en alguna ciudad
intermedia, la consecución del objetivo llega después de una
planificación, de un ponerse manos a la obra, y del paso de una
determinada cantidad de tiempo.
―Encuentro lógico lo que dice.
―Una cosecha no madurará antes por sentarnos frente a ella
observándola impacientes. Asimismo precipitar una acción, o
realizarla cuando ya es tarde, puede tener serias
consecuencias, por ejemplo, desandar de golpe todo lo que con
mucho trabajo pudimos haber avanzado con anterioridad.
―¿Podría ponerme algún caso?
―Si nos disponemos a cruzar una calle abarrotada de tráfico,
tenemos que esperar el momento (que siempre acaba
llegando), en el que la distancia entre los vehículos que
circulan nos permita hacerlo sin peligro; atravesar la carretera
en el momento indebido, tentando a la suerte, puede costarnos
un buen susto, incluso la vida.
››Otro ejemplo sería lo que ocurre con el proceso de
maduración de la fruta. Una ciruela todavía verde no tiene
ningún valor; si uno, impaciente por comerla del árbol acude a
hacerlo antes de tiempo, no sólo no se desprenderá con
facilidad de la rama arriesgándonos a romperla al tirar del
fruto (observa que hasta el árbol, resistiéndose, dice de esta
manera que no es el momento), sino que estará ácida en lugar
de dulce, convirtiéndose en una experiencia desagradable y
posiblemente indigesta.
››La recogida del resultado de tu acción, debería ser algo tan
natural como llegar en el momento justo de recolección debajo
del árbol, y abriendo tu mano lentamente, que cayese en ese
instante la fruta sobre la palma antes de llevarla a tu boca. Las
cosas caen de maduras, y el comprender la secuencia previa
que rige su materialización, te evitará muchas contrariedades
generadas por impaciencias y falsas expectativas.
―Es cierto, muchas veces nos puede la impaciencia
―comenté.
―Eso ocurre en gran medida porque los medios de
comunicación nos bombardean a todas horas con mensajes en
los que nos dicen que podemos disponer “ahora” de tal o cual
bien, al instante, dándonos todo tipo de facilidades para
adquirirlo, pero con contrapartidas en el pago que tal vez no
seamos capaces de afrontar o que pueden hipotecar gran parte
de nuestra vida.
››Si no podemos hacernos con el objeto o el bien deseado,
esta situación produce en nosotros un estado de insatisfacción.
Tener las cosas de “ya para ya” no es lo natural, y las
actuaciones que se alejan de los ritmos naturales pueden
convertirse en atajos que a la postre aporten dolor. Aunque
siempre existe la excepción, debe haber una correlación en los
pasos, de la misma manera que una novela se lee siguiendo la
secuencia numérica de sus páginas, y no plantándose
directamente en el final.
››Es posible no tener aquello que deseamos (o creemos
desear), pero si de verdad lo queremos o lo necesitamos, no
deberemos poner el énfasis en nuestro sufrimiento por no
poder obtenerlo, o en que la vida nos niega algo que los demás
sí poseen, sino que, conscientes ahora de que para muchas
cosas y situaciones (prácticamente todas) rige la Ley del
Campo, nos pondremos manos a la obra para alcanzar aquello
que queremos conseguir, descubriendo que existe placer no
sólo en la consecución, sino también en cada uno de los
movimientos que nos encaminan hacia ese logro.
―Se me ocurren infinidad de situaciones en las que podría
ser aplicada esa ley: en el aprendizaje de un instrumento, en la
educación de un hijo, en la materialización de un proyecto...
―intervine.
―Esta ley es tan solo uno de los principios que existen y que
subyacen tras los acontecimientos ―retomó la palabra D.
Andrés―. No es necesario experimentar de forma directa sus
infinitas manifestaciones, lo importante es tenerla identificada
para aplicarla cuando sea necesario en algo que llevemos entre
manos. También nos ayudará a comprender por qué a veces no
conseguimos lo que nos proponemos, algo que suele tener que
ver con no dar los pasos en el orden correcto o no poner en
cada uno de ellos la energía y constancia necesarias. Si
logramos entender en profundidad este principio, nos será de
gran utilidad en muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida.
››Igual que la sabia Naturaleza premia con el orgasmo el
impulso de reproducirse, el placer por el logro de un pequeño
o gran avance hacia una meta que nos hemos propuesto es
como un anticipo de la recompensa que nos espera cuando
lleguemos a conseguir aquello que tenemos la determinación
de conquistar. Pero ojo, debemos saber que esa meta, cuando
sea alcanzada, se convertirá en el hito superado de un camino
que continúa y que presentará nuevos desafíos. Para quien ha
Despertado, esa senda deja de ser algo amenazante, algo
incierto o inseguro, para convertirse en un reto estimulante
que deseará afrontar para poner a prueba sus habilidades.
Cuando se enfrente a los desafíos que lleguen, recordará que
logró superar situaciones similares en el pasado, lo que le dará
seguridad. La memoria de sucesos anteriores le hará tener
presente que, a pesar de las dificultades, siempre, siempre,
hay un premio que aguarda como recompensa por la
resolución del “enigma”.
››Quiero insistirte Ismael en que es importante que como
fruto de nuestra observación, localicemos y vayamos
ampliando las que identifiquemos como constantes que se
repiten en nuestra vida. Hemos de aprender a reconocerlas,
pues nunca se presentan de la misma manera, aunque, como te
comenté, el guión sea el mismo.
››Si hay algo con lo que tropezamos con frecuencia y no
logramos solucionar, no podemos permitirnos el lujo de
continuar nuestro camino sin pararnos a pensar y analizar qué
es lo que no acaba de ir bien. “¿En qué me estoy
equivocando?” Esa es la pregunta.
››Lo que no funciona debe intentar ser arreglado, dejado
temporalmente hasta reunir las energías necesarias para
afrontarlo, esperar a que se den circunstancias más favorables
para atacarlo, o abandonarlo de forma definitiva.
››El modo de resolver algo una vez sabemos cómo hacerlo
gracias a experiencias que hemos vivido con anterioridad (o a
la intuición) se aplica en lo que dura un chasquido de dedos.
Pero ese movimiento, tan comprimido en el tiempo, se
consiguió a base de sintetizar aciertos y fracasos en una
definitiva fórmula de actuación que hoy aplicamos sin dudar.
Quiero decir con esto que debemos conformarnos con los
pequeños avances que nos es posible dar a los distintos
asuntos cada día; si hay una progresión, por pequeña que sea,
vamos por el buen camino, es suficiente (por hoy). No hay que
caer en la impaciencia y sí convivir con el ritmo natural de las
cosas en cada momento, vivir “golpe a golpe, verso a verso”,
como lo hace un racimo en la cepa que está llamado a
convertirse tras noches estrelladas, rocíos, soles, y profundos
sueños en la oscuridad de la bodega, en un magnífico vino.
―Al hablar de ese “identificar” lo que ha sucedido en el
pasado para tenerlo en cuenta en el momento presente,
supongo que no se referirá sólo a las cuestiones negativas. El
darse cuenta de ello, tanto de lo que nos funciona como de lo
que no, ¿tiene que ver con ese “Despertar” al que se refiere?
―Así es. Todas y cada una de las personas en algún momento
de su evolución alcanzarán algún día este punto, un hito que
no es una meta, sino la señalización de un nuevo comienzo
desde un lugar interno más elevado a partir del cual el mundo
se expande sin límite en progresión geométrica.
››La mayoría de los individuos están, por decirlo de alguna
manera, en un estado de somnolencia, no están despiertos del
todo. No son conscientes de lo que realizan en cada momento.
La repetición automática de sus rutinas al caminar, al conducir,
al comer, incluso al hablar, les hace dar la apariencia ante ellos
y ante los demás de que su estado es de vigilia, pero dentro de
sus cabezas están recordando o imaginando, soñando en
definitiva, ajenos a lo que realmente están haciendo.
››Una buena unidad de medida para saber en qué curso
estamos, en esta carrera en la que todos estamos matriculados
de “El Despertar”, es que, como te dije antes, nos vayamos
alejando de la manida frase: “el hombre siempre tropieza en la
misma piedra”. Hay quien repite una y otra vez patrones de
conducta que invariablemente le acarrean consecuencias
negativas, siendo incapaz de encontrar una correspondencia
entre la situación no deseada que sufre y su propia actuación.
Esto le lleva a recorrer de nuevo el mismo camino, un camino
que invariablemente acabará otra vez en el sufrimiento. Estas
personas están atrapadas en un círculo vicioso del que no
logran salir.
››Despertar viene a ser algo así como escuchar una voz desde
el interior que en un momento dado dice: “¿Qué está pasando
aquí? ¿Qué hay que hacer para escapar de esto?”
››Surgen preguntas, ¡importante!, algo se ha puesto en
marcha dentro. A partir de este punto, de una manera natural,
por mero instinto de supervivencia, nuestra percepción sobre
lo que acontece aumenta de grado, aunque en esta primera
fase sin la participación activa de nuestra voluntad. Cuando la
voluntad entre en escena, nuestro avance se acelerará
enormemente; será como si enganchásemos nuestros vagones
a una potente máquina de tren que nos llevará a otras tierras
más fértiles y con infinitas posibilidades que conquistaremos
por méritos propios.
VIVE INTENSAMENTE EL MOMENTO
PRESENTE

―S i le he entendido bien, el hecho de estar “Despierto”


supone estar entregado de forma total a lo que ocurre
a cada momento, sin proyectarse hacia el pasado ni hacia el
futuro.
―Así es. Esa es una de las condiciones para considerar que
una persona está Despierta, pero no la única.
››Es importante que entiendas las aplicaciones prácticas que
tiene incorporar el concepto “aquí y ahora” en tu vida. Son
innumerables las ventajas que aporta el hacer que forme parte
de tu cotidianidad y muchísimos los inconvenientes de no
hacerlo.
››Te pondré un pequeño ejemplo de cómo se enriquece un
momento cotidiano vivido con intensidad: ayer, sin ir más lejos,
al llegar a casa, no es que tuviera sed, pero me apetecía algo
fresco. Cogí un yogurt líquido azucarado natural. Me lo bebí en
seis tragos, ¡pero qué deliciosos tragos! Sí, lo reconozco, me
asaltó la voluptuosa tentación de convertir los tres últimos en
uno, pero no, me contuve, y demoré el alimento en mi boca:
fresco, cremoso, exquisitamente dulce... perfecto. Tan bueno
estaba, y tanto lo disfruté a través de mis sentidos plenamente
inmersos en la agradable experiencia, que en esos momentos
el mundo se paró para mí.
››Vivir el presente es la total entrega al instante que vivimos
descubriendo y experimentando con absoluta intensidad cada
uno de sus matices. Una existencia plena sería la sucesión
ininterrumpida de experiencias sentidas de esta manera. Esa
plenitud podemos encontrarla bebiendo un vaso de agua,
paseando, aspirando el perfume de una flor, o asistiendo a un
entierro. Sin embargo, lo más habitual, es que nuestra mente
esté ausente de lo que está ocurriendo.
››Todos los hombres nos hemos cortado afeitándonos. La
próxima vez que te ocurra, comprueba como esto sucede justo
en el momento en que irrumpe un pensamiento ajeno a lo que
estás haciendo y que por un segundo distrae tu concentración.
Un caso mucho más grave es un despiste al volante, una
distracción que puede acabar en un grave accidente. Son estas
tan solo dos muestras que ilustran las consecuencias que
puede tener no sincronizar mente y acción.
››Otro ejemplo es la duda que tiene mucha gente en cuanto a
lo que puedan significar ellos mismos para los demás, algo que
es motivo de inseguridad para muchas personas.
―Mucho me temo que yo soy una de ellas.
―Pues relájate y sé tú mismo. Aporta a cualquier encuentro
el Ismael auténtico que eres, con esa espontaneidad y frescura
con la que te muestras ante mí.
››Las personas aquejadas de este mal están tan preocupadas
por la impresión favorable que quieren causar, que olvidando
su realidad, lo que de verdad son aquí y ahora, interpretan
papeles de personajes imaginarios que han creado convencidos
de que de esa forma gozarán de mayor aceptación. En una
eterna y fatigosa contradicción (para ellos y para los demás),
intentan dar una imagen idealizada de su persona con sus
palabras y gestos: de cultos, de simpáticos, de ingeniosos...
metiéndose en ocasiones en verdaderos líos.
››Cuando un individuo posee genuinamente alguna
característica positiva especial, es un placer disfrutar de ese
aspecto destacado de su personalidad, pero cuando es una
pose, una máscara, el espectáculo es patético, y él es el único
que no es consciente de lo que está proyectando y del
resultado contrario a sus intereses que está produciendo en los
demás.
―He vivido alguna situación así en más de una ocasión
“viendo actuar” a alguien, y la verdad es que se pasa un mal
rato. Estaré más pendiente de mí a partir de ahora para no
caer en el mismo error.
―En tus relaciones con los demás, una entrega plena al lugar
y al momento, proporcionará a tus labios la palabra justa o el
silencio cuando sea lo más adecuado.
››En el presente no hay poses que proyectar, sencillamente
hay que “ser”, actuar conforme a lo que pida la situación
manifestando tu opinión sincera, no buscando el beneplácito
de quienes te rodean. Tu autenticidad y tu fuerza estarán en la
tranquila o apasionada descripción del paisaje que describas a
los demás desde donde te encuentres en cada momento de tu
vida, tal y como lo vean tus ojos, tal y como lo sientas. Los que
te rodean no sabrán porqué lo saben, pero percibirán en ti a
alguien que manifiesta algo con lo que pueden estar o no de
acuerdo, y que sin embargo, en cualquier caso, les sonará
auténtico y con fuerza porque es tu opinión convencida, al
menos hasta ese momento, lo que hará ganarte su respeto.
Esto lo manifestarán en la aceptación de tu persona, que es el
primer requisito indispensable para poder interaccionar con
los demás desde un punto de vista enriquecedor, creativo, y
que pueda tener un camino de ida y vuelta.
››Para ello, para compartir distintas visiones, las reglas del
juego son claras: no se trata de que cada uno se encasille en
sus opiniones, sino de intercambiar puntos de vista con el
objetivo de encontrar lo más cercano a “la verdad” sobre la
cuestión que nos ocupe. Cuando por parte de otro contertulio
nos llegue un dato que pueda contradecir algo que defendemos
convencidos, si nos aporta luz sobre la cuestión, de ninguna
manera debe ser vivido como un “touché” humillante, y mucho
menos guardarle rencor, todo lo contrario, debe tener,
manifestado o no, nuestro agradecimiento, porque nos habrá
aportado una de las piezas que nos faltaba para completar el
cuadro.
››Una conversación así, como la que tú y yo estamos
manteniendo, en clave de auténtica búsqueda o sentimiento y
en un lenguaje de absoluto presente, es uno de los mayores
placeres que existen.
―Así estoy experimentado mi reencuentro con usted, D.
Andrés. Siento que en mi interior hay algo que, como una
esponja, absorbe todo lo que me ha contado hasta ahora. Tengo
la intuición de que en mi vida va a haber un antes y un después
tras todo lo que me está enseñando.
―Si lo sientes así es que estás preparado para entenderlo.
Eso quiere decir que también has hecho tu camino, un camino
con sus luces y sus sombras que te ha predispuesto a estar
receptivo a estos conceptos nuevos que están llegando a tu
vida, y que como bien dices, “intuyes” que van a mejorarla.
››Te aseguro que una vez los integres en tu día a día, no sólo
la mejorarán, sino que la cambiarán radicalmente.
CONVIERTE AL SUBCONSCIENTE EN TU
ALIADO

―S í, pero es tanto lo que me queda por hacer...


››Ojalá tuviese más control sobre mi mente. Aunque
por lo que usted dice, el hecho de controlar el pensamiento no
es un don que se tiene o no se tiene, sino que es fruto de un
entrenamiento.
―Por supuesto. Y cualquiera tiene a su alcance esa
posibilidad de dominarlo, incluido tú, desde luego. Para ello es
importante que prestes atención al funcionamiento de tu
memoria, la capacidad que te permite clasificar correctamente
los recuerdos que vas atesorando de tus experiencias.
››En tu biblioteca interior, la memoria es la que coloca cada
libro (vivencia) en el lugar adecuado en esa inmensa estancia
llena de hileras e hileras a diferentes alturas repletas de
millones de volúmenes: el colosal archivo que es tu
subconsciente.
››Gracias a ella puedes acceder a la enorme cantidad de
información que acumulas, cuya recuperación cuando te hace
falta no siempre es fácil. Por eso es frecuente que las personas
repitan una y otra vez el mismo error, al no poder rescatar de
forma rápida y clara los datos precisos que les haría tener la
certeza de que determinada acción debe ser realizada de tal o
cual manera. Esa dificultad para acceder a la información de
calidad es debida a la tremenda abundancia de datos basura
que de forma caótica se amontonan en su interior, y que no
hacen otra cosa que ralentizar los procesos y dar fallos en el
sistema.
››Muy dentro de nosotros (en el subconsciente) sabemos que
aquello que queremos resolver hay que enfocarlo de
determinada manera porque nos hemos equivocado en el
pasado, pero como no lo recordamos con nitidez, el error
vuelve a hacer acto de presencia en nuestra vida con la
consiguiente dosis de dolor y toda la pérdida de tiempo y
oportunidades que esto supone.
―¿Podría darme un ejemplo?
―Una imagen te ayudará a comprender mejor el mecanismo
que está actuando en ti ahora mismo en el procesamiento de la
información que estás recibiendo a través de mis palabras.
››Piensa en la superficie del planeta. Imagínala como lo que
es: una inmensa extensión de agua y tierra que se extiende en
el horizonte en todas direcciones. Tu mente sería esa enorme
“superficie” que interacciona con el exterior: con el aire, las
tormentas, el sol, la luna, los animales que la habitan, los ríos
que surcan sus montañas, etc. Extrapolándolas, estas escenas
que te describo son, en definitiva, los aconteceres diarios que
vivimos cualquiera de nosotros a través de nuestra superficie,
de nuestra mente, de aquello a lo que damos carta de
“realidad”. Pero tanto el mar como la tierra tienen otra
dimensión que es la profundidad, una dimensión que se
corresponde con lo no visible, con el subconsciente.
››La mente es una frontera, una membrana, un punto de
encuentro entre el mundo exterior y el interior a través del
cual fluye información de fuera adentro y viceversa. En ese
preciso lugar en que confluyen ambos mundos se desarrolla
nuestra existencia, ahí es donde vivimos y florecemos... o
donde nos marchitamos.
››Teniendo nuestro mundo interno en orden, si fuésemos un
árbol, nuestras raíces se hundirían en ese insondable
subconsciente dando lugar a un magnífico ejemplar sobre la
superficie de la tierra en un perfecto equilibrio entre su parte
visible y la invisible, siendo la una reflejo de la otra: “lo que es
arriba es abajo, lo que es adentro es afuera”
―“Lo que es adentro es afuera...” ¿Es entonces el exterior un
reflejo de nuestro mundo interno? ―pregunté.
―Ni más ni menos. Uno ve aquello que tiene dentro, lo que
conoce; lo demás permanece invisible para él.
››Las profundidades de los océanos, con sus poderosas
corrientes, fallas volcánicas, formas de vida y misterios por
descubrir, son un universo prácticamente desconocido para el
hombre, al igual que la inmensa dimensión y posibilidades del
subconsciente. En él está grabado cada año de tu vida, cada
día y cada minuto.
››Al igual que en un DVD puedes seleccionar un fragmento
muy concreto del film, incluso una imagen fija, si supieses
como acceder a tu subconsciente podrías recuperar tus
recuerdos con total precisión, pudiendo reproducir el día en
que cumpliste nueve años, los amigos que asistieron a la fiesta,
el tono de voz de cada uno de ellos, sus nombres, lo que
decían, cómo era la tarta que comisteis... Esa información es
real y existe dentro de ti.
―¿Hasta esos pequeños detalles están guardados?
―En el subconsciente está absolutamente todo lo que has
vivido y mucho más: desde la herencia que has recibido en tu
cerebro reptiliano, fruto de millones de años de evolución...
hasta este preciso instante en el que me estás escuchando.
Esos arcaicos conocimientos adquiridos por las especies que
nos precedieron, y de las cuales somos herederos, se
manifiestan hoy en tu cuerpo, entre otras cosas, en el
cumplimiento de las necesidades básicas para preservar la
vida, como es el impulso de beber y alimentarse, el de
reproducirse, o el de defenderte cuando eres atacado y tu vida
puede estar peligro. Una de las muchas reminiscencias a nivel
físico que conservamos de aquellos lejanísimos tiempos de
nuestros tatara tatarabuelos provenientes de los océanos, es la
salinidad de nuestra sangre.
››Al igual que se renueva el interior del mar en un ciclo sin
fin gracias a las corrientes que ascienden desde el fondo y
vuelven a precipitarse en las profundidades cargadas de
oxígeno y nutrientes, así nuestro pensamiento actualiza y
enriquece de forma constante esa inmensa base de datos que
es nuestro subconsciente. Siguiendo con la analogía de la
superficie del planeta, la mente es el paso obligado para toda
la información que interiorizamos, y al mismo tiempo, el punto
de surgencia del enorme bagaje de experiencia que llevamos
dentro. En este punto, en el mágico lugar donde se funden
pasado y futuro (el momento presente) y en el preciso lugar
donde nos encontramos, es donde debemos manifestar en su
máxima expresión todo nuestro saber, realizando entregados al
instante cada acto de forma Impecable.
―Según lo que me está diciendo, las decisiones que vamos
tomando no las llevamos a cabo teniendo en cuenta toda la
información de la que disponemos, sino con la que
escasamente recordamos y que muchas veces está, por decirlo
de alguna manera, distorsionada, cuando no sencillamente
olvidada.
―Espera, espera… No sólo se trata de que no sepamos
rescatar con nitidez los datos que podemos necesitar en el
momento presente, sino que además, a veces esos datos están
asociados a traumas pasados, a experiencias negativas que no
hemos actualizado y que condicionan nuestra visión actual, lo
que puede estar haciéndonos ver algo malo donde nada de eso
existe.
››En definitiva hay que aprender a zambullirse en el
subconsciente de una manera “consciente” para traer perlas
de su interior. También hay que dejar en él semillas
seleccionadas para que vayan creciendo poco a poco hasta que
lleguen a convertirse un día en los fuertes árboles y hermosas
flores que poblarán nuestra superficie.
››Sin embargo, en lugar de cultivarnos, nos limitamos a vivir
en la parte exterior (la mente), una zona, como te digo,
constantemente encrespada por las incesantes olas de la
cotidianeidad. Rodeados de ese vaivén mareante, creemos de
forma equivocada que “aquello” es nuestra vida, todo cuanto
somos. Nada más lejos de la realidad. Compara los cinco
primeros metros de la superficie del mar y los más de 11.000
metros de profundidad de la Fosa de las Marianas. ¿Qué
parámetro es más significativo? De la misma manera, si
pretendes resolver algún tema y lo haces valiéndote tan sólo
del pensamiento, es muy probable que te agotes antes de
encontrar una solución satisfactoria. Todas las respuestas a
todas las preguntas ya existen dentro de ti.
―A grosso modo creo comprender lo que dice. Desde luego si
tuviéramos acceso a esa gran cantidad de datos que hay en el
subconsciente nos sería mucho más fácil tomar las decisiones.
―No sólo las decisiones Ismael, también entenderíamos por
qué se repiten situaciones o actitudes que obstinadamente
mantenemos y que nos perjudican, algo que con frecuencia se
debe a información mal clasificada o no actualizada en esa
biblioteca interna de la que te hablé.
››Te lo diré de otra manera. Imagínate ese lugar como una
inmensa estancia circular con las paredes llenas de cajones
desde el suelo hasta el techo. En esos cajones es donde
guardas recuerdos de todo tipo: la música que te gusta hoy, la
que marcó tu adolescencia o tu niñez, amigos de hoy, de ayer,
amores, trabajos, aficiones... Lo ideal sería abrir uno de esos
compartimentos, extraer lo que necesitamos de él (o guardar
en su interior algo) y volver a cerrarlo, pero es frecuente que
en esas paredes haya algunos cajones mal cerrados o fuera de
su lugar, cuando no extendidos caóticamente en las mesas o
por el suelo bajo una gran capa de polvo. Esos “asuntos” fuera
de lugar son los que tendrán un reflejo negativo en nuestra
vida en forma de fobias, miedos, inseguridades, etc. y que en
algún momento habrá que archivar de forma adecuada
volviendo al pasado por medio de la Recapitulación, una
técnica que nos permite reubicarlos en su sitio correcto para
impedir que volvamos a tropezar con ellos.
―Entonces, todo lo que pensamos, hacemos, imaginamos,
vivimos... ¿va a parar a ese subconsciente... lleno de cajones?
―Absolutamente todo. Al igual que nuestro cuerpo digiere
los alimentos y en ese proceso los clasifica llevando agua,
vitaminas y minerales donde son necesarios, durante la noche
se lleva a cabo la “digestión mental” de todo lo que nos ha
ocurrido a lo largo del día.
››Habitualmente, el final del día es una mezcla turbia de
elementos (acontecimientos) como la que puede haber en un
frasco con distintas sustancias disueltas; si este frasco se deja
quieto, dichas sustancias se sedimentan en diferentes capas.
De la misma manera, después de una dura jornada, durante el
sueño se analiza, clasifica y archiva la información en el lugar
correcto para que pueda ser utilizada cuando sea necesario en
el futuro.
››Ese potencial que llevas dentro y que ahora conoces, sólo
está esperando tus órdenes para ponerse a tu servicio.
››Accediendo a tu interior y combinando de forma adecuada
la ingente cantidad de datos que atesoras, tendrás la
capacidad de elaborar y aplicar en cada situación que vivas la
fórmula magistral idónea para transmutar las cosas. En ti,
Ismael, duerme un alquimista.
―¿Y cómo podemos contactar con esa parte de nosotros?
―Un buen momento para conectar es durante el sueño.
Cuando necesites una respuesta a algo que no ves claro, antes
de dormirte formúlale confiadamente una pregunta a tu
interior dejándola caer en el abismo. Ten en cuenta que esto no
lo has hecho nunca, por lo que si tardas dos o tres noches en
“pescar” algo no debe extrañarte. La contestación te llegará en
forma de un impulso que puede hacerte dar un salto y
plantarte sin más en la solución correcta o, lo más habitual,
“sintiendo” que debes dar dos o tres pasos en cierto orden y en
determinada dirección que serán los que te encaminen hacia la
solución.
―¿De verdad funciona?
―Funciona. Y funcionará mejor en la medida que practiques
y vayas obteniendo resultados positivos que te lo confirmen.
Para hacer del subconsciente nuestro aliado debemos entender
sus caminos y recorrerlos de ida y vuelta hasta que se
conviertan en una ruta habitual para nosotros. Ya sabes: “No
permitas que crezca la hierba en la senda que une tu casa con
la del amigo”.
CUANDO LAS CIRCUNSTANCIAS
SE ALINEAN A TU FAVOR…

―M e habla usted de mundos extraordinarios y me


asegura que están a nuestro alcance. Sin embargo
la vida diaria es más bien tediosa, cuesta arriba, y tiene poco
de extraordinaria.
―No es así para quien ha Despertado; pero incluso para el
común de los mortales “adormecidos”, para quienes
permanecen en un estado de ensoñación que les impide
percibir el misterio insondable que a todas horas se manifiesta
dentro y fuera de ellos, surge de vez en cuando “el centímetro
cúbico de suerte”.
››Efectivamente la cotidianeidad tiene, en apariencia,
bastante de lineal. Los acontecimientos que se destacan de
forma clara de los demás son la excepción, sin embargo esos
momentos significativos que se presentan de improviso pueden
suponer un cambio importante, a veces incluso radical, en
aspectos destacados de nuestra vida: un nuevo trabajo,
conocer a alguien “diferente”, una oportunidad que se cruza en
el camino, etc. Entre esos “picos” está lo que ocurre todos los
días y que no nos parece que sobresalga de manera especial.
No obstante, ese día a día que vamos viviendo cumple un papel
fundamental: es un entrenamiento que fortalece la
musculatura mental y los reflejos para que, cuando surja esa
ocasión fuera de lo común, en un movimiento rápido y certero
podamos atraparla y hacerla nuestra.
››El hecho de estar alerta para que cuando aparezca no se
nos escape, se convierte así en nuestra principal misión y en lo
que da sentido en última instancia a todos nuestros
movimientos anteriores. Esa oportunidad que surge es como el
peldaño de una escalera a la que logramos encaramarnos para
poder ascender un paso más e ir adquiriendo, poco a poco, o
de un gran salto a veces, una perspectiva más amplia y elevada
de todo lo que hay, y te lo aseguro, es mucho.
―¿También pasan ante mí esas oportunidades?
―Ante todos. Esos “centímetros cúbicos de suerte”, como los
llama Carlos Castaneda, surgen de manera imprevista cada
cierto tiempo, sin un ritmo predeterminado. Muchas veces son
situaciones que no te permiten dudar, como una puerta que se
abre por unos instantes, que no espera por ti ni hace
concesiones, y que si no traspasas en ese preciso momento, se
cierra sin remedio.
››Nuestros sentidos deben estar permanentemente atentos
en una calma expectante ante la posibilidad de que afloren
este tipo de situaciones. Así, cuando surjan, nos encontrarán
lúcidos y preparados, algo que sólo será posible si caminamos
Atentos por la vida.
―La escena que me ha venido a la cabeza al oírle es la de un
guepardo dando caza a una gacela.
―No andas descaminado. De hecho, es fundamental que al
salir de tu casa cada mañana tengas claro qué vas a ser
durante el día: cazador (de energía) o presa.
››Es frecuente no aprovechar circunstancias favorables
dándonos cuenta de nuestro error cuando la oportunidad ya ha
pasado, pero si aprendemos la lección que encierra esa
pérdida el problema no es mayor, pues esas ocasiones volverán
a presentarse bajo otra apariencia, aunque ahora ya no nos
cogerán desprevenidos, pues tendremos el firme propósito de
acecharlas y no dejarlas escapar la próxima vez que nos
encontremos frente a ellas.
››No importa lo que en el pasado hayamos podido perder por
nuestra falta de reflejos, lo importante es tener el
conocimiento de la existencia de este proceso, lo que hará que
estemos alerta. De esta manera, gracias a la mayor atención
que prestaremos a nuestro “aquí y ahora”, no dejaremos de
aprovechar ni uno sólo de los vientos que puedan soplar a
nuestro favor.
››Es este un sistema de progresión absolutamente justo, pues
estas ocasiones surgen de forma periódica en el camino de
todas y cada una de las personas y en todos lo niveles de
percepción. Donde uno ve con claridad “algo” y actúa con
valentía y decisión, otro lo percibe a nivel de dudosa
posibilidad, y otro, sencillamente no ve nada. Es como un tren
que se pone en marcha al que una corazonada hace que nos
subamos de un salto, iniciando así un viaje que en ocasiones
nos llevará a sorprendentes territorios o nos proporcionará
curiosos compañeros de viaje.
―¿Podría ponerme un caso de esto que describe?
―Una oportunidad nueva de negocio puede surgir de la
unión de dos conceptos que en apariencia no tienen que ver
entre sí, como pudo ser en su día el invento al que dio lugar el
unir un caramelo y un palo: el Chupa Chups; o a juntar otro
palo con un trapo y crear la fregona. Alguien lo vio, se
adelanto, y atrapó su centímetro cúbico. No quitó nada a nadie,
simplemente creó algo nuevo que antes no existía ampliando el
mundo, y si tiene que tener alguna consecuencia en forma de
compensación económica por ejemplo, es lícito y natural que
así sea.
››A todo el mundo se le presentan ocasiones de este tipo. En
todas partes y en todo momento existen posibilidades latentes
de traer cosas inéditas al plano material; lo que ocurre es que
se pueden tener delante y no verse por falta de Atención
(nuestra mente no está a lo que está ocurriendo, sino
recordando o imaginando), o porque el bagaje de información
no incluye los datos que permitirían establecer una relación
entre lo que se tiene delante y algo creativo que hacer con ello.
››Por ello es importante que la información de la que nos
vayamos dotando sea plural, equilibrada, y que abarque un
poco de todo debidamente filtrado: lectura, actividades,
música, viajes, trabajo, aficiones, relaciones... Así, todo lo que
nos va aportando este variado número de campos en los que
nos movemos nos convertirá en una especie de enorme “cajón
de sastre”, el lugar en el que encontramos esa pequeña pieza
que guardamos en su día y a la que hoy le damos nueva vida
para que algo pueda volver a funcionar o ser creado. Esa pieza
puedes ser tú el único que la tengas, y lo que hagas surgir
gracias a ella cobrará existencia irrumpiendo en este mundo a
través de ti.
―Me vienen a la cabeza un par de ocasiones en las que esa
falta de reflejos de la que habla hizo que el tren se me
escapase. Fue una pena...
―Una oportunidad perdida es irrecuperable y no hay más
vueltas que darle. Así que cuando te suceda no te lamentes por
ello, puesto que lamentarte te haría fijar la atención en el
pasado haciéndote perder también lo que está sucediendo en
este momento con todas sus posibilidades.
››No te importe lo que haya podido pasar hasta ahora; las
ocasiones volverán a surgir y no te cogerán ya distraído. La
habilidad para detectarlas y atraparlas al vuelo se convertirá
para ti en un juego divertido, y cuando esto suceda, como si
hubieses atrapado una bella mariposa en tu red, te oirás
exclamar entusiasmado: “Ya eres mía… ¡te pillé!”
CONSTRÚYETE A TI MISMO:
CREA UNA OBRA DE ARTE ÚNICA

―Por lo que veo, crecer interiormente es fruto de un trabajo


intenso con uno mismo a la hora de interaccionar con lo que le
rodea. Se lo digo porque no sé qué habrá de cierto en ello,
pero he leído en algún libro que ya somos “seres de luz”, y lo
único que tenemos que hacer, es brillar.
―Siento desilusionarte, pero esto no es así en absoluto. El
crecimiento del Espíritu es la consecuencia de un esfuerzo
titánico. Con lo único que llegamos a esta existencia es con una
ínfima chispa divina, con la potencialidad de llegar a Ser;
nuestra misión no es otra que alimentarla, hacerla crecer hasta
convertirla en una inmensa llama que ilumine las tinieblas de
la ignorancia que nos tienen confinados entre sombras y
temores.
››Es inspiradora la imagen de ver nuestra vida como una
gran edificación que empieza a ser erigida desde el mismo
momento en que nacemos; aunque es muy diferente que seas
tú quien te construyas, a que sean “otros” quienes lo hagan.
››En el desarrollo de ese proyecto, llevado a cabo de manera
consciente a partir del Despertar, asumimos el papel de
diseñadores y ejecutores de la obra. Para bien y para mal todos
somos constructores Ismael: constructores de nosotros
mismos.
››Lo que hemos vivido con anterioridad a este momento
presente ha supuesto un duro trabajo. Ha dejado sus placeres y
lecciones, aunque comparado con la nueva etapa que comienza
cuando se dan los primeros pasos en la Senda del Despertar,
uno se da cuenta de que los movimientos que ha dado en el
pasado han tenido mucho de caóticos y de improvisación sobre
la marcha. Sin embargo no hay energía que se pierda: lo vivido
ha creado en nosotros una base de experiencia que va a sernos
de gran utilidad y que nos aportará el firme asiento donde
descansarán los cimientos del edificio que nos proponemos
levantar. Ese compendio de vivencias será un material de base
fundamental, que a pesar de no estar a la vista, proporcionará
un sólido soporte a esa estructura que nos disponemos a erigir.
Es lógico que toda esa amalgama triturada de pasado
compuesta de aciertos y derrotas ocupe el nivel del suelo, bajo
las losas de mármol desgastado por nuestro propio tránsito,
pues pertenece a la larga etapa básica ya superada sobre la
que nos apoyaremos para continuar la labor de construcción.
El contacto de los pies con la tierra nos proveerá de energía,
además del recuerdo de lo que somos y de dónde venimos.
Sobre esa base telúrica se asentará el arranque hacia las
alturas de la magnífica catedral que estamos llamados a Ser.
››Lo que hayas podido aprender hasta ahora Ismael ―y es
mucho más de lo que crees―, lo reflejarás en los altos y sólidos
muros de tu obra. Tus más preciados conocimientos y secretos
florecerán sobre elegantes y estilizadas columnas, en capiteles
artísticamente tallados, en maravillosas vidrieras de fuego...
››Debes dejar atrás los días en que de niño ejercitabas tu arte
en la orilla frente al agitado mar tras valientes castillos de
arena. Tu instrucción ha terminado. Eres constructor,
recuérdalo. Ha llegado la hora de ejercer en ti mismo la
maestría de tu oficio utilizando el abundante material del que
te provee la vida a cada instante.
DETENTE UN INSTANTE:
OBSERVA, SIENTE, ESCUCHA…

¡C uánto me queda por aprender! ―pensé―. Tendría que


dedicar más tiempo a la lectura, a formarme, a
profundizar sobre el increíble mundo que me está
descubriendo D. Andrés. Como él, habrá muchas personas que
van a leguas de distancia por delante de mí en la senda del
conocimiento, que han hecho un camino que algún día también
yo recorreré, un camino que tal vez esté empezando a transitar
ya en este momento.
―Profesor, lo que me está contando ha despertado en mí una
sed por saber que nunca había experimentado con esta fuerza.
››¿Sabe qué le digo? Me parece que a partir de ahora voy a
dedicar mucho más tiempo a leer de lo que lo he hecho hasta
ahora.
―Me parece fantástico.
››Hay cosas maravillosas durmiendo en los libros ¿Qué
esperas que te diga sobre ellos alguien que ha dedicado su
vida al aprendizaje y a la enseñanza? Mi existencia siempre ha
estado vinculada a la lectura. A través de ella aprendemos,
obtenemos claves, recordamos, nos ponemos en contacto con
otros mundos...
››Llegan cosas muy interesantes a través de los libros,
aunque creo que la figura del escritor está mitificada en
exceso. Posiblemente no conozcas en persona a muchos, pero
te aseguro que son gente absolutamente normal. En muchos
casos sólo se diferencian de los demás en que utilizan las
palabras como herramientas para realizar su trabajo, como lo
hace el músico con las notas o el pintor con los colores de su
paleta.
―Escribir es algo parecido a dibujar con frases ―observé.
―Sí, es un acto de creación.
››Tiene mucho de mágico que se puedan traducir a palabras
conceptos y sensaciones, y cómo la combinación entre ellas
formando una oración es capaz de transportar significados más
complejos. Es un regalo disponer de esas pequeñas redes de
pesca llamadas frases que “capturan” esos significados.
››Así como los miles píxeles de una fotografía dan lugar a una
imagen, las palabras combinadas en un texto dan lugar a la
descripción de un paisaje subjetivo.
››Haz la prueba un día: escribe en un folio una sola palabra.
Por ejemplo “flor”. Observa de cerca y sin prisa las
circunvoluciones de las letras que la componen ―esos entes
independientes que se unen en grupos o van por libre―, el
sonido al que dan lugar al pronunciarlas solas, o al unirse a los
otros fonemas... Es un misterio más de los muchos que nos
rodean: ¿dónde viaja el significado que expresan? ¿en el orden
concreto de las letras? ¿en la barra transversal de la letra efe?
¿en el interior de la letra “o”..., o tal vez en su periferia? ¿Y las
imágenes que desencadena la palabra “flor”?; todo lo que
evoca, las miles de subdivisiones que pueden partir sólo de
ella: familias, especies, utilidades, fragancias, colores,
asociaciones poéticas…
››Con frecuencia habrás encontrado en los libros
descripciones hechas por autores que de un modo
sorprendente se corresponden con tus percepciones. De
repente ves escrito algo que tú ya has sentido, observado o
deducido pero que nunca habías verbalizado, y que por lo
visto, alguien se ha dedicado a atrapar en palabras.
―Me parece una habilidad extraordinaria hacer eso, traducir
a lenguaje de signos algo que no tiene forma ―opiné.
―Repara en una cosa: los que escriben no tienen más
neuronas que tú, ni un brazo más, ni ninguna cosa
especialmente rara que los haga diferentes a ti. Son personas
que experimentan alegrías y tristezas, dudas y temores, como
tú, como cualquier otro ser humano, pero que tienen la
habilidad, como dices, de plasmar lo que ven y lo que sienten a
través de las palabras. Esa es su destreza, ni mejor ni peor que
otras que tú puedas tener en otros campos. Esto tiene que ver
con los talentos, algo de lo que te hablaré más adelante.
››Sin lugar a dudas la lectura es enriquecedora, una fuente
de inspiración y un placer, pero como sabes, con lo rápido que
va el mundo es frecuente no disponer de todo el tiempo que
uno quisiera dedicarle. Así que te propongo que le des a los
libros la dimensión, sin duda importante, que tienen, pero
observa que la fuente que les dio origen está al alcance de tu
mano. Esta fuente es la vida misma.
››Esas largas exposiciones llamadas “libros” no son más que
la visión que tiene el autor de los acontecimientos (reales o
imaginarios), pero en ningún caso debe ser tomada como
determinante. Su valor radica en que lo que transmite pueda
servir para divertirte en algunos casos, para ponerte sobre la
pista de algo interesante, o tal vez para elevar tu nivel de
percepción de cuanto te rodea. Cuando esto ocurre, una vez
acabado el libro, la continuación de la historia que narra pasa
a ser cosa tuya, teniéndote a ti como protagonista y al mundo
por escenario para observar o ejercitar lo nuevo que has
aprendido.
››Cuando vibramos con lo que expone el autor en su obra,
aquello que nos ha descubierto o con lo que nos ha puesto en
contacto se incorpora a nuestra forma de sentir el mundo,
enriqueciéndonos. A veces, lo que hace con su prosa o su
poesía, es iluminar algo que siempre había existido envuelto en
las sombras y que de repente se vuelve visible al ser inundado
por la luz de sus palabras.
―Otras veces ―interrumpí― se ve tan claro lo que transmite
el texto, que a uno le parece mentira no haber reparado antes
en “eso” tan evidente que muestra.
―Efectivamente. Si lo que nos ha llegado a través de la
lectura es, por ejemplo, un concepto práctico, se convierte en
algo que pasamos a tener en cuenta a partir de ese momento y
a lo que intentaremos sacar el máximo provecho aplicando a
nuestra parcela la nueva dinámica, visión, o conocimiento
incorporado. Si ese conocimiento recién adquirido hace más
rica nuestra vivencia agregándole nuevos matices de
percepción, será una enseñanza viva, porque la añadiremos a
nuestra experiencia vital aplicándola cada vez que sea
necesario donde antes no lo hacíamos. Si no fuese así, se
convertiría en una “pseudo-sabiduría”, mera información de
segunda mano enlatada y con fecha de caducidad que nos
haría vivir en base a las conclusiones de otro, no de las
nuestras, lo que convertiría nuestro presente en algo
desenfocado y ajeno.
››El lector debería tomar el testigo que le pasa el escritor, y
utilizando en el laboratorio de su vida el nuevo ingrediente que
ha incorporado a través de lo leído, enriquecer su observación
descubriendo a partir de él nuevos matices y aplicaciones a ese
saber. Profundizar en ese conocimiento hará algo parecido a lo
que ocurre con la sangre, que para unos es sólo algo de color
rojo, para otros una señal de alarma, y para un médico algo
que analizado aporta muchas pistas sobre el estado de salud
del paciente. Cada cosa o situación tiene infinidad de niveles
de interpretación. Se trata de descubrirlos, de saber que
existen para poder disponer de todo su potencial, lo que nos
permitirá disfrutar y acceder a mundos que hasta ahora nos
eran desconocidos a pesar de estar muy cerca de nosotros.
Cuando uno se nutre de información “viva” esos mundos
“invisibles” se vuelven perceptibles.
››A veces ese afinamiento de la sensibilidad (que nos
aportará grandes satisfacciones) nos hará sufrir donde otros,
ciegos a otras realidades, no experimentan frío ni calor, pero
aún así, siempre, siempre compensa.
―Gracias a la lectura he encontrado cosas muy interesantes
que, como usted dice, han enriquecido en gran medida mi vida,
pero también han pasado por mis manos libros insufribles,
auténticos tostones. Supongo que tiene que haber de todo
―opiné.
―Claro que tiene que haber de todo, y precisamente por eso
hay que seleccionar con sumo cuidado qué es lo que se lee y al
mismo tiempo ser crítico con todo lo que desfila ante nuestros
ojos, y no sólo te estoy hablando de libros, sino en especial de
la prensa y de los medios de comunicación en general.
››Lo habitual es que las personas atribuyan o den carta de
certeza a algo por el mero hecho de que esté escrito, hasta el
punto que para ellas algo es verdad si aparece en los medios:
“salió en los periódicos, luego será cierto”, ese es su simple
razonamiento. Los grandes magnates de la comunicación lo
saben, saben que así es como razona la masa.
››Por supuesto ni todo lo escrito es verdad, ni mucho menos
tiene que tener necesariamente calidad, razón por la que
debemos ser escrupulosos en la elección de nuestras fuentes
de información, culturales o de ocio. Por eso cuando alguien
dice: “yo termino todos los libros que empiezo”, lejos de ser
algo que le honra como tal vez crea, lo único que revela es su
falta de criterio y su desconocimiento del verdadero valor del
tiempo, especialmente cuando, como bien dices, se encuentra
ante uno de esos libros insufribles o que a la hora de leerlo no
se corresponde con las expectativas que había puesto en él.
››La lectura tiene que ser de la naturaleza que más convenga
según los diferentes momentos que se atraviesan en la vida.
Hay situaciones en las que se está más afinado con la poesía, la
literatura, la filosofía, los cómics, las guías de viaje... Escucha
esa llamada Ismael. Al leer debes experimentar siempre una
sensación de avidez, de estar disfrutando casi voluptuosamente
de las páginas que tengas entre manos, sentir que te están
aportando algo que en ese momento necesitas, como cuando
uno bebe sediento, con fruición, un destellante vaso de agua
fresca y cristalina.
―Aprender es fantástico, lo malo es no disponer muchas
veces de tiempo para hacerlo.
―¡Cómo que no dispones de tiempo! En todo momento tienes
a tu alcance la oportunidad de aprender. Alguien puede decir:
“me gusta asistir a las manifestaciones culturales, pero no
encuentro momento para ir a una exposición o acudir al
teatro”. ¡Si cuanto nos rodea es un teatro permanente!
Observa al que hace en la obra de la vida de tendero, de
policía, o de conductor de autobús... cómo bordan su papel; o a
ti mismo intentando convencer a tu jefe de que eres un buen
colaborador, o a las chicas que te observan en la piscina de que
eres un buen nadador. No me explico como hay gente que se
aburre. Sentarse en una terraza y ver a la gente pasar es un
espectáculo magnífico y gratuito: las distintas formas de
caminar, de moverse, de vestirse..., la prisa que llevan unos, la
lentitud del paso de otros... Estás rodeado de los mejores
actores. La obra escenificada en un teatro no es más que la
representación de un fragmento acotado de lo cotidiano.
Durante una actuación se suele aprender algo o se disfruta de
un momento agradable, pero la vida, experimentada en
directo, es a la vez libro, escenario, o sala de arte, pudiendo
acceder sin intérpretes ni traductores a la contemplación de
infinidad de enriquecedoras manifestaciones desde primera
fila, en una función continua siempre única e irrepetible.
―¿Incluso aquí, en el parque, sentados en este banco de
madera?
―Incluso aquí. El espectáculo al que asistes desde donde te
encuentras es sólo para tus ojos, nadie lo contempla de la
misma manera que tú.
››En cada momento de tu existencia podrás extraer
enseñanzas de lo que observas según estén afinadas tu
atención y tu sensibilidad... según sea tu grado de consciencia.
Lo que captes siempre será distinto a lo que otro perciba, pues
aunque la verdad es una, antes de alcanzar la esencia última
de las cosas, desde el punto de vista de quien observa existen
tantas realidades como observadores. Tú mismo, como los
demás, evolucionas en el tiempo en tu calidad de observador.
Puedes comprobarlo sin ir más lejos con esos libros que,
cuando los relees al cabo de un tiempo, descubres en ellos
nuevos significados y matices.
››La intensa vivencia del presente, la “presencia”, es lo que
te dará la oportunidad de no perderte ni una sola imagen, ni
una sola palabra del diálogo de esta excelsa obra llamada Vida
de la cual formas parte. De esta forma, cada vez se hará menos
necesaria para ti la utilización de esos folletos explicativos de
la misma llamados “libros”, pues te sentirás inmerso en una
representación en la que eres actor, espectador, figurante y
crítico en medio de magníficos escenarios urbanos, elaborados
interiores, o en plena Naturaleza.
››“No voy a todas las actuaciones musicales que quisiera”
―podrías decirme también―. ¡Detén tu mente! Escucha los
sonidos que en este momento hay a tu alrededor y disfruta del
concierto único que se interpreta sólo para ti, sólo para tus
oídos. Los instrumentos de la orquesta son la lluvia, el viento,
el canto de los pájaros, la voz de las personas o los
contratiempos y armonías de la ciudad escondidos tras el
aparente ruido. Todo ello acompañado de sinfonías de aromas,
de colores, de sensaciones, en todas partes, a todas horas, a
cada instante.
Permanecimos en silencio, y de ese silencio, sentados en
aquel banco del parque, empezaron a surgir infinidad de
sonidos: el zumbido de un insecto, la risa lejana de unos niños,
el rumor de las hojas, el ir y venir de mi propia respiración...
Y ante mis ojos se mostraron colores y formas jamás vistas.
Aspiré el olor de la tierra, el perfume de la hierba recién
cortada, la fragancia de las rosas... mientras rozaba mi piel,
acariciándola, una brisa fresca y transparente.
Mis sentidos tomaron plenamente el mando, y ante la
avalancha de sensaciones, mi mente, batiéndose en retirada,
no supo qué decir...
¿ESTÁ PRESENTE LA “ENERGÍA” EN CADA
COSA QUE REALIZAS?

―I smael, estarás cansado ―dijo D. Andrés sacándome de


mi estado de ensimismamiento―. Hablar de estas
cosas requiere un elevado estado de concentración y eso
consume energía.
―No estoy cansado en absoluto profesor. Estoy disfrutando
mucho de nuestra conversación, y lejos de cansarme, lo que
hace es que mi interés por todos estos mundos que me está
descubriendo aumente.
››Acaba de nombrar la energía. ¿Qué podría decirme sobre
ella?
―Podría decirte muchas cosas. De entrada que es algo que
todos necesitamos para mantenernos vivos.
››Un buen nivel de energía se manifiesta en un cuerpo sano y
en una actitud general positiva ante la vida. Sin embargo son
muchos los aquejados de un estado de salud deficiente y de
una falta de ánimo y vitalidad adecuada para enfrentarse a sus
asuntos con decisión y efectividad. Lejos de disfrutar de lo que
tienen entre manos todo se les hace cuesta arriba,
abandonando fatigados muchos combates en su mente antes
siquiera de haberlos comenzado.
››Tener un nivel optimo de energía nos aporta las fuerzas
necesarias para realizar nuestras tareas con más facilidad y
nos permite disponer de un saldo positivo de la misma para
emplearlo en el desarrollo de nuevos e ilusionantes proyectos.
››Esa sensación de agotamiento que afecta a mucha gente no
es porque les fallen sus fuentes de recarga, ya que la energía
está al alcance de todos. Esta nos llega de forma constante a
través de la luz, los alimentos, el agua, la respiración y el
contacto con la tierra y la Naturaleza. Prácticamente no
tenemos que hacer nada para acceder a ella, pues estamos
rodeados por su presencia. Cuando uno se ha familiarizado con
las diversas fuentes (las más habituales) y se vuelve consciente
de que le “alimentan”, lo normal es que esa vivencia le lleve a
investigar y conocer otras formas de conectarse con ella a
voluntad, algo que resulta muy práctico cuando hay que
abordar alguna situación determinada que requiera un
“empuje” especial.
―¿Y cuáles son esas fuentes?
―¡No quieras ir tan rápido! ―dijo sonriendo y apoyando su
mano en mi antebrazo―, ¡el mundo se hizo en siete días!
El profesor continuó.
―Sabiendo que el aporte de energía lo tienes asegurado, si
no se refleja en la efectividad de tus acciones y en la dimensión
de tus conquistas es porque no puedes utilizarla al no estar
disponible para ti cuando la necesitas, pues así como llega, la
pierdes.
―¿Podría explicarme eso mejor?
―Imagínate a ti mismo como un gran tanque de agua con
multitud de grifos en su base. El depósito, a pesar de estar en
perfectas condiciones y de recibir abundante agua, no retiene
el líquido porque esos grifos están abiertos o deteriorados (las
diferentes áreas de tu vida). Por ellos escapa tu bien más
preciado: tu energía. Si quieres recuperar el nivel de la misma
y aún tener de sobra para acometer cuanto te propongas,
tendrás que analizar a partir de ahora tus costumbres y
movimientos para localizar donde están las fugas. Despertar
también es ser consciente de en qué situaciones perdemos esta
fuerza primordial, una fuerza que, en función de su nivel,
determinará el alcance de tus logros a lo largo de la vida.
››Son muchas las causas por las que se desperdicia. Una de
ellas es vivir con los biorritmos alterados. El sueño profundo, el
que aporta verdadero y reparador descanso se produce entre
la 1,30 h. y las 3 h. de la madrugada. Todo el mundo sabe lo
que ocurre después de no haber dormido bien o a la mañana
siguiente de una noche de juerga: que el día queda
sentenciado. Uno no vive la nueva jornada, se arrastra por ella,
mientras el sabio organismo reacciona para compensar los
excesos de la salida nocturna. Si se ha bebido o fumado mucho
no se pueden ver el tabaco y el alcohol ni en pintura. El cuerpo
rechaza comer y tan solo admite líquidos para disolver y
eliminar los tóxicos; se huye de la agitación en busca de la
tranquilidad hasta que el sueño de la siguiente noche, tras el
día prácticamente perdido, vuelve a reequilibrar nuestro
organismo.
―Suscribo palabra por palabra lo que acaba de decir ―dije
asintiendo con la cabeza―. Recuerdo más de un domingo
“duro” después de un sábado hasta las tantas.
››Otra actividad que desgasta tremendamente es participar
en conversaciones que no llevan a ninguna parte o que tratan
de banalidades. La palabra sólo debe ser pronunciada cuando
aporte algo de mayor valor que el silencio, situación harto
infrecuente. No tienes más que encender la radio o la
televisión y escuchar un par de minutos para comprobarlo.
››El permanecer callado en una tertulia puede ser muy
elocuente y en muchos casos un signo de mayor inteligencia
que un discurso vacío. Uno debería intervenir tan solo cuando
tuviese algo con contenido que decir, algo que aportase un
punto clarificador sobre lo que se está tratando o que ayude a
sintetizar conceptos. No como hacen algunos, que se dedican a
exprimir al máximo su momento de gloria acaparando sin dar
respiro la atención de los demás, dando rodeos en una
insufrible intervención larga y tediosa (robando energía a
quienes le escuchan) en un despliegue de su ego que, lejos de
ensalzarle como él cree, lo que en realidad produce en los
demás es un efecto soporífero y de rechazo.
››Escuchando se economiza energía y se aprenden muchas
cosas. Como con buen humor alguien dijo: “más vale que
permanezcas callado y parecer un sabio, que abrir la boca y
demostrar que no lo eres”.
―Tomo nota.
››¿Y de qué otras formas perdemos esa energía tan valiosa?
―Observa sin ir más lejos lo que suponen para ti los
encuentros con las personas. Todos tenemos ese conocido que
vemos con el rabillo del ojo en la calle mientras pensamos
“¡que no me vea!”; sin embargo a otros los saludamos con
efusión de una acera a otra. Eso ocurre porque nos damos
cuenta de que estos últimos emanan un fluido vital del cual nos
beneficiamos, dejando nosotros en ellos si la relación es sana y
equilibrada, una impronta similar, lo que hace del encuentro
una experiencia agradable para ambos.
››Los otros, los que nos desvitalizan, son parásitos de
energía. Sólo cuentan desgracias y “malos rollos” cada vez que
los encontramos, volviendo insufrible la escucha de lo mal que
les trata el mundo. Invariablemente tras esos encuentros, como
sabrás por experiencia, ellos se sienten fenomenal y nosotros,
si no sabemos cómo protegernos, hechos polvo. Esto es así
porque al no tener capacidad de retener ni de generar energía
se dedican a absorber la tuya.
―Me está viniendo a la cabeza más de uno...
―Pues recuerda lo que te dije sobre la renovación en el
campo de tus relaciones...
››En lo referente a la energía, tienes que saber distinguir.
Cuando sientas que es lo apropiado, regálala a quien de verdad
le haga falta en un momento o etapa puntual en forma de
tiempo, escucha, dedicación, dinero, o de cualquier otra
manera que estimes oportuna; pero debe ser siempre un acto
voluntario por tu parte, nunca te dejes presionar o coaccionar,
y si consientes, no te quejes después. Vuélvete celoso de tu
energía. La necesitas.
››¡Ahh...! ―exclamó D. Andrés acordándose de algo―. Otro
“Nosferatu” de energía es la televisión, ¡menudo vórtice
insaciable! Podría ser un instrumento valiosísimo de difusión
de las muchas cosas interesantes que suceden a diario en el
mundo, pero las buenas noticias son “rara avis” en ella. Se
ceba siempre en el morbo y las desgracias no reflejando ni de
lejos la realidad cotidiana de la gente. Por cada maltrato que
hay entre un hombre y una mujer, y que da a conocer con todo
lujo de sórdidos detalles, hay diez mil parejas que se quieren
de verdad, y eso, claro está, no es noticia. Por cada accidente
de tráfico (que retransmitirá con imágenes dantescas) hay
millones de desplazamientos en automóvil sin problemas... etc.
etc.
››Y así van llenando tu cabeza, con temas políticos, imágenes
impactantes, guerras, publicidad, programas en los que
incompetentes de todo pelaje asisten a tertulias en las que
igual hablan de política exterior, de bronceadores, o de cómo
freír un huevo. Y los espectadores tragándolo todo, sin el más
mínimo criterio, como mucho, haciendo zapping para
encontrarse más de lo mismo en otras cadenas, llenando de
esta manera de basura sus mentes con la mandíbula caída, los
ojos enrojecidos y el encefalograma plano.
―La verdad es que sí, hay que buscar mucho para encontrar
algo aprovechable en televisión, al igual que en la prensa.
―Los medios viven de tu constante estado de alarma
inducido por ellos mismos. Con la excusa de la información y el
entretenimiento lo que en realidad persiguen es la
estupidización y el aborregamiento del individuo. Los
gobiernos saben que una población acomodada a la que se
“bombardea” metódicamente con desgracias a través de los
medios, a pesar de lo estresante que es su vida en muchos
aspectos acepta de este modo con más facilidad la presión
controladora del sistema en su vida, pues a la vista de las
catástrofes que salen por la “caja tonta”, el individuo llega a la
conclusión de que a pesar de lo “ordeñado” que está en todos
los sentidos por “papá estado”, no está tan mal como esos
congéneres tan desgraciados que salen por la pantalla pasando
hambre o sufriendo a un dictador que disimula peor que los
que padecemos por estas latitudes.
››Todo ese material, debidamente tratado, lo van insuflado en
tu mente y será el que después utilices en tus conversaciones
defendiendo con vehemencia lo que crees que es tu punto de
vista, convencido de que estás bien informado porque lo leíste
en el periódico tal o lo viste en la cadena cual, cuando la
realidad es que nunca podrás llegar a ninguna conclusión
acertada, pues los datos que manejas están tan manipulados y
tergiversados como tu impresión de tener una opinión propia o
de ser libre al expresarla.
››Ojo con la abundante información basura que te rodea.
Discrimina, sé selectivo. Si permites que pase adentro sólo
será suciedad en el sistema que distorsionará tu visión
manteniéndote en un estado catatónico y sin criterio propio.
Líbrate de la que ya está dentro “desaprendiéndola” y
adoptando una actitud más crítica a partir de ahora, aunque
siempre habrá una perla entre toneladas de información
insustancial para unos ojos abiertos y una mente Despierta. Si
no quieres que tu respuesta al interaccionar con la vida sea
mediocre, mete en tu base de datos información de calidad y
podrás llegar a conclusiones de calidad, o al menos lo más
cercanas posibles a “la verdad”.
››En definitiva, adopta una actitud mucho más vigilante en lo
que se refiere a la fiabilidad y contraste de tus fuentes; mantén
una visión desconfiada de lo que te cuentan y cómo te lo
cuentan. ¿Te acuerdas de lo que hablamos en nuestro primer
encuentro sobre leer los titulares interpretándolos al revés?
Pues lo dicho, si descubres que de tu cabeza, de tus manos y
tus pies salen unos hilos hacia arriba, córtalos, no consientas
ser marioneta de nada ni de nadie. Despierta también a esta
realidad.
―Pienso mantener los ojos muy abiertos a partir de ahora y
volverme “celoso” de mi energía, como usted dice ―afirmé.
―Te contaré algo que me pasó recientemente ―continuó el
profesor.
››Semanas atrás, repostando combustible en una gasolinera,
al ir a pagar con la tarjeta, la persona que me atendió la pasó
con precipitación por el lector una, dos y tres veces ―esta
última más despacio― antes de que la máquina la aceptase.
Con la misma falta de tino, logró que enganchase la rosca del
tapón de gasolina en la boca del depósito ¡a la sexta vez!
después de caérsele al suelo en dos ocasiones.
››Cualquier acto que realicemos, incluso los más pequeños,
deben estar vigilados por un estado de atención que nos
permita en la medida de lo posible hacer las cosas a la
primera. Observa la pérdida de tiempo y energía que ocasionan
muchos pequeños movimientos al no llevarlos a cabo de
manera correcta hasta el segundo o tercer intento: pulsar un
número en tu teléfono, lograr parar un taxi, aparcar, etc.
››Vuélvete exigente contigo mismo. Busca la Impecabilidad
en cada una de tus acciones, por insignificantes que te
parezcan.
―¿La Impecabilidad?
―Sí, actuando con total entrega y buscando la mayor
efectividad en cada cosa que realices. No hagas nada a medio
gas, porque los esfuerzos tibios están condenados al fracaso.
››Esta forma de obrar de la que te hablo tiene mucho de
danza y de juego. Según la filosofía Zen, en la disciplina del
tiro con arco hay un momento preciso en el acto de suelta de la
flecha en la que ésta no es disparada hacia su destino, sino que
es literalmente atraída por el mismo centro de la diana. Del
mismo modo, debemos progresar en la consecución de
nuestros objetivos alcanzándolos con el menor número de
movimientos posibles para economizar tiempo y energía. De
esta forma, como antes te comenté, dispondremos de un saldo
positivo de la misma que podremos utilizar cuando la
necesitemos para algo que requiera una dosis extra. Esta
precisión en los movimientos se consigue teniendo la cabeza y
el corazón en lo que se hace, “presenciando” el presente,
entregándonos absolutamente a lo que tenemos entre manos
en cada momento.
››Podemos hacer muchos pequeños y divertidos experimentos
en este sentido, como observar si acertamos a la primera con
la llave en la cerradura, si requerimos la atención del camarero
en el momento justo para que nos vea, o si para hacer la
maniobra de adelantamiento con nuestro vehículo hacemos
tres peligrosos intentos o uno solo, en el momento oportuno, y
con total seguridad.
››Pero ya que demuestras interés en el tema ―continuó―
debes saber que uno de los mayores parásitos que tiene tu
vitalidad es tu propio pensamiento. Con toda probabilidad es tu
mayor grifo abierto, y si no quieres que vacíe todas tus
reservas de energía, tendrás que reeducarlo pacientemente en
muchos aspectos hasta lograr que esté por entero a tu servicio.
››Si no eres capaz de llevar las riendas de tu mente, estarás
condenado a obedecerla. Esta “individua” tiene, por ejemplo, la
mala costumbre de, al final de una jornada de claros logros y
avances, en lugar de felicitarnos por todo lo conseguido, coger
ese pequeño detalle que nos contrarió poco significativo con
respecto a los éxitos del día para fustigarnos una y otra vez con
él. A pesar de lo provechoso de la jornada, ella se aferra a esa
contrariedad dedicándose a darle vueltas y más vueltas de
manera obsesiva. Esto no estaría mal si nos valiese para tomar
nota, procurar no volver a caer en ello, y continuar nuestro
camino; pero lo más frecuente es que exista un trato injusto
con nosotros mismos al no valorar en la proporción adecuada
todo lo realizado de forma correcta. Para mas “Inri” tiene el
hábito de recordarnos “aquello” que no salió como
esperábamos precisamente en los momentos en que más
relajados y más a gusto nos encontramos, consiguiendo
enturbiar con una sola gota de tinta el litro entero de agua
limpia y cristalina que ha sido nuestro día.
―¡Cómo me suena lo que acaba de decir! Acaba de describir
lo que ocurre dentro de mi cabeza. Lo peor de todo es que ese
malestar que produce el recordar una y otra vez el hecho es
completamente inútil, porque es algo que pertenece al pasado
y que ya no puede arreglarse.
››Además, ahora que estoy dándome cuenta de la importancia
que tiene vivir en el presente, reparo en que mientras uno se
lamenta por lo que ha ocurrido es imposible que “esté” en lo
que está haciendo en ese momento.
―Bien razonado ―contestó D. Andrés.
››Si lo que se pretende es mejorar, el reproche no es en
absoluto el camino. No olvidemos que se trata de educar a
nuestra propia mente, y no hay nada más obsoleto que un
sistema de enseñanza que se dedica a meter el dedo en el ojo a
alguien para recordarle que ha hecho mal alguna cosa; todo lo
contrario, a nadie le gusta ser recriminado. Tanto un niño por
su padre, como un empleado por su jefe, prefieren ser
alabados por algo hecho correctamente a que les llamen la
atención.
››Premiar algo bien realizado, a veces simplemente haciendo
ver que se ha reparado en ello, crea en quien recibe la
felicitación una sensación agradable que querrá volver a
experimentar. Esto suele tener como consecuencia en quien ha
sido alabado, que se aplique de nuevo en la tarea con
entusiasmo y dedicación para crear otro motivo por el que
pueda volver a ser felicitado o reconocido. Emplea este método
en ti Ismael, dándote pequeños premios y concesiones por tus
avances. Y lo que no haya ido tan bien, disuélvelo en una
sonrisa cómplice contigo mismo pensando que mañana será
otro día.
―Desde luego el ser demasiado exigente hace que uno viva
en un estado de insatisfacción permanente, consigo mismo y
con los demás ―afirmé.
―No olvidemos que estamos hablando de actitudes que
hacen perder energía, y si acabamos de tocar algo referente a
cómo revive la mente lo ya ocurrido, no menos importante es
ese estado de ansiedad y de incertidumbre que nos produce lo
que está por venir. No des cancha a esos pensamientos
negativos que tienden a ponerse en el peor de los casos: en
cuestiones económicas, de salud, de trabajo, etc.
››El futuro fue aquello que tanto miedo te dio en el pasado.
Hoy estás en él, y sé sincero, no te va tan mal con respecto a
como estabas, incluso a pesar de no tener trabajo en este
momento. En tu mesa no falta un plato de comida ni careces de
un lugar donde dormir. Con todos los mecanismos que estás
incorporando a tu actuación y a tu enfoque sobre cómo
abordar las cosas en el momento presente como puerta a tu
futuro, verás disminuir sensiblemente tu ansiedad por él, y por
tanto, al no perderla, tendrás más energía a tu disposición para
volver a encaminar tu vida.
››En definitiva se trata de mantenerse en el presente sin
permitir que nuestro pensamiento esté disperso consumiendo
energía sin sentido. Para eso debemos focalizarlo, traer la
atención una y otra vez a lo que tengamos entre manos en cada
ocasión en que sorprendamos a nuestra mente yendo por libre.
Cada vez que la pillemos “in fraganti” será una buena señal, ya
que esto indica que progresamos en el terreno de la
consciencia del momento. El darte cuenta de que no te estabas
dando cuenta, es darte cuenta también.
››Actuando de esta manera, uno va poco a poco dejando de
vivir dando bandazos entre el pasado y el futuro haciendo
breves incursiones en el presente, para pasar a vivir
permanentemente en el presente y desplazarse de forma
puntual a lo que ocurrió o piensa que puede ocurrir, pero ahora
sólo por cuestiones prácticas: para recuperar algo que necesita
en este momento, o para reorientar su brújula hacia donde
pretende dirigirse.
TUS EXPECTATIVAS ANTE EL FUTURO

―E n más de una ocasión ―continuó el profesor tras un


breve silencio― has mostrado tu inquietud por lo que
el futuro pueda depararte.
Asentí con la cabeza con gesto preocupado sin pronunciar
palabra.
―Como tú, son muchas las personas que ven el porvenir con
temor o al menos con recelo, y muchas más las que
condicionan su felicidad a una situación que teóricamente
esperan que se produzca más adelante. Quienes así piensan
dejan de vivir con plenitud esta hora y este día al estar
convencidos de que será el mañana el que les traerá “algo
mejor” que su situación actual.
››El momento presente se convierte así para ellas en un
inconveniente, en un obstáculo, puesto que las separa de su
objetivo. En su mente bullen pensamientos del estilo: “me
quedan 10 años fastidiado trabajando, pero pasado ese tiempo
me jubilaré y seré feliz”, o “cuando acabe de pagar el piso (le
quedan 22 años de hipoteca) les diré a esos sinvergüenzas del
banco lo que pienso de ellos”, o “dentro de ocho años mi hijo
será mayor de edad y ya no hará falta estar tan pendiente de
él” etc., etc., etc.
››Este tipo de ficción mental, de aplazamiento de la felicidad
en el que está sumida la inmensa mayoría de la gente, tiene
muchas versiones, tantas como personas.
―Me temo que yo soy una de ellas ―reconocí.
―Para quien está sumergido en este sueño ―prosiguió― su
vida se desarrolla en mundos oníricos, oscilando su
pensamiento, sin tregua, entre lo que ocurrió y lo que está por
venir, entre el recuerdo y la imaginación, con una desatención
absoluta de su aquí y ahora, de las oportunidades que ofrece, y
de los placeres que proporciona. Cuando el tiempo avanza y ve
que las cosas que ocurren no se corresponden con lo
previamente imaginado, surge el sufrimiento.
››Los proyectos no deben ser concebidos como un fin, sino
como un hilo conductor hacia aquello que hemos visualizado.
Aunque las cosas no se desarrollen tal y como se habían
concebido, la flexibilidad y la adaptación a las circunstancias, a
lo que “es”, es fundamental para no perder ni el equilibrio ni el
disfrute de cada pequeño logro, de cada pequeño avance, de
cada hito del camino.
››“El hombre propone y Dios dispone…” El maestro hindú
Swami Visnhu Devananda decía que toda la filosofía del Yoga
se resumía en una frase, unas palabras que son un arma
poderosa para avanzar y un verdadero bálsamo para las
contrariedades: “Adáptate, ajústate, acomódate”. Tres palabras
y una sola verdad.
―¿El antídoto contra mi ansiedad por el futuro es entonces la
plena entrega al presente?
―Sí, porque estás temiendo algo que ni siquiera existe.
››El futuro se manifestará en función de la calidad de
atención que prestemos a cada “ahora”. Es en el presente
donde construimos el porvenir.
››Pon toda tu entrega y dedicación en lo que haces a cada
instante y el futuro hablará por sí solo. Posponer nuestra
felicidad condicionándola a ver cumplido nuestro anhelo, es un
juego mental peligroso que nos hará vivir en un estado de
insatisfacción permanente, ciegos a miles de cosas buenas que
ya existen en nuestra vida. Sin saberlo, estamos con mucha
más frecuencia de lo que creemos en “terreno feliz”, pero
nuestra expectativa de una felicidad mayor que está por llegar
(o ya vivida y añorada) nos impide ser conscientes de ello.
Además, un problema añadido muy frecuente es
“programarse” para ser infeliz con pensamientos del estilo:
“No tengo ese hijo que deseo; no tengo dinero; o pareja; o
trabajo... luego, no soy feliz”
››Todos hemos sido atendidos en una cafetería por alguna
persona malcarada y desagradable que traslucía en su rostro
su enojo con la labor que desempeñaba, posiblemente
renegando de su destino y pensando que se merecía algo
mejor. Con esta actitud, difícilmente podrán este tipo de
personas evolucionar en su vida laboral. Sin embargo, alguien
que, por ejemplo, te devuelva el cambio en el peaje de una
autopista con una sonrisa, o te atienda con suma corrección en
un establecimiento desempeñando de manera impecable su
cometido, puede ser “fichado” para un trabajo de mayor
categoría por un empresario que valore la buena impresión
que se ha llevado al interaccionar con él o ella sabiendo lo
importante que es contar con colaboradores de buen carácter y
con buena disposición en el mundo de los negocios. O tal vez,
un trabajo no muy complicado pero perfectamente realizado
por un operario, incluso más allá de lo esperado, haga pensar
al jefe que esa persona pueda ser ascendida dentro de su
organización dándole mayor responsabilidad y aumentando su
remuneración económica.
››La posibilidad de progresar en el terreno laboral es más
fácil que llegue en plena tarea, sea cual sea nuestro cometido.
El requisito es “bordar” lo que uno realice en el sitio donde
esté, donde la vida le ha puesto en esa etapa de su existencia,
confiando en que es el lugar adecuado ―al menos de
momento― e intentando brillar al máximo desde ese lugar.
Como reza un sabio proverbio: “Si no puedes ser la alta
montaña, sé la verde y ondulada colina; si no puedes ser un
fuerte árbol en la ladera, sé florecilla entre la hierba del valle,
pero sé la más hermosa de todas”
››La oportunidad de mejorar, de atrapar tu “centímetro
cúbico de suerte”, no lo dudes, llegará. No lo hará ni antes ni
después. Aparecerá en el momento justo, y tu labor no es otra
que aguardarlo atento e impedir que se te escape.
―Tengo que librarme de la preocupación D. Andrés. Me doy
cuenta de que este estado permanente de incertidumbre no
hace más que desgastarme.
―Pues ya sabes, en lugar de preocuparte (ocuparte
previamente), ocúpate de que el sillar tallado en piedra que
estás colocando en este momento en la construcción de tu vida
sea el adecuado, que esté bien asentado, pues será sobre él
donde se apoyará el resto de tu edificación.
››Pon en cada movimiento que realices plena entrega y toda
tu atención para no tener que rehacer más adelante tu trabajo,
de forma especial tu trabajo interno, puesto que no actuar así
te obligaría en algún momento a volver sobre tus pasos para
reparar esas viejas chapuzas con las que malamente has ido
“tirando”, haciéndote perder un tiempo precioso. Para que no
aporten debilidad al conjunto esos puntos débiles de tu
estructura realizados con la mente en otro sitio o de mala
manera en el pasado, debes saber que existe la Recapitulación,
una técnica que permite viajar hacia atrás en el tiempo para
restañar viejas heridas.
››Actuando de esta manera, integrando de forma sólida cada
experiencia, tendrás la certeza de que todo lo que está bajo tus
pies es suelo firme, un terreno asentado en el que, ocurra lo
que ocurra, podrás confiar. De esta forma los avatares de la
vida se convierten en algo relativo, pues aunque en algún
momento vengan mal dadas, sabrás que lo que has logrado
atesorar en tu interior te pertenece, que lo has ganado a pulso,
y que a pesar de no ser tangible, te apuntala con firmeza ante
las adversidades.
››Cuando comprendas e integres todo esto, verás que la
vacilación desaparece de tu vida. Serás consciente de que para
continuar progresando sólo tienes que tomar el siguiente
bloque de piedra, el que te entrega el momento presente y no
otro, y convertirlo de nuevo en una obra de arte tallándolo de
manera impecable, porque, recuérdalo, ese acto que realizas,
tal vez sea lo último que hagas en tu vida.
››No te preocupes por el mañana Ismael, porque él hablará
por sí mismo cuando llegue el momento. Ese hipotético futuro
que imaginas no es más que una entelequia que existe sólo en
tu insegura mente, y esa inseguridad, ese temor, puedes llegar
a transmutarlo en valentía y confianza.
››La entrega total a tu tarea cada jornada, a cada una de sus
fracciones de tiempo acompañado del golpeteo rítmico del
cincel ante tu piedra diaria, desvanecerá en tu mente cualquier
proyección futura negativa que pueda preocuparte
sencillamente porque no existe, y si algo no existe, es
imposible temerlo.
―¿Cómo es que no vemos todas estas cosas profesor? Nunca
me había parado a pensar en ellas, pero para mi sorpresa,
cuando le escucho hablar me parecen obvias. ¿Qué es lo que
nos impide verlas?
―¡El estar atrapados por las rutinas!: movernos por los
mismos lugares una y otra vez, frecuentar a la misma gente,
repetir las mismas acciones un día tras otro de una manera
mecánica: levantarnos por la mañana, ir al trabajo, comer,
acostarnos…; levantarnos por la mañana, ir al trabajo, comer,
acostarnos...
››Realizar todas estas actividades de forma automática, sin
consciencia, tiene como consecuencia que el estado de
atención hacia lo que ocurre dentro y a nuestro alrededor baje
en intensidad, lo que nos hace pasar por alto infinidad de
interesantes detalles en los que nos vendría muy bien reparar
que nos aportarían energía, o al menos, nos abrirían los ojos
para no perderla.
VIVIR: UN VIAJE APASIONANTE
ÚNICO Y MARAVILLOSO

―C onozco ese estado del que acaba de hablar; es como


si uno se moviese a través del día como un robot,
movido más por un horario que marca lo que hay que hacer
que por propia iniciativa.
―Sin embargo, fíjate como cuando uno viaja todo eso
cambia.
―La solución podría estar entonces en plantearse cada
jornada como un viaje ―propuse.
―Me parece una buena sugerencia. Y me alegra que hayas
sido tú quien la haya planteado, porque de hecho así es como
avanza por el nuevo día alguien que ha Despertado: de
sorpresa en sorpresa, de confirmación en confirmación.
››Abordar la nueva jornada desde el amanecer hasta el ocaso
con los ojos abiertos de un viajero atento, hace que cosas
agazapadas, invisibles para los demás, se muestren en primer
término.
››Desde luego viajar, cambiar de entorno, además de un
premio es una oportunidad magnífica que uno puede darse en
muchos sentidos. Explorar lugares no habituales es una
“rotura de la continuidad” como diría Castaneda, un
interesante concepto del que hablaremos más adelante.
››Para sacarle el máximo partido a esas incursiones en otros
territorios es muy importante la predisposición con la que nos
aproximemos a ellos, y no hablo sólo de visitar países lejanos,
sino de moverte por las distintas regiones de tu propia nación,
de tu comunidad geográfica, o incluso por los diferentes
barrios de tu ciudad que ya crees conocer, pero observándolos
con ojos nuevos.
››Lo ideal es adoptar esa actitud de “esponja” de la que ya
hemos hablado cuando vayas expresamente al encuentro de
esos nuevos escenarios. Si hay algo que debes evitar que te
acompañe, ni a los viajes ni a ninguna otra parte, son los
prejuicios (juicios previos) pues son orejeras que te
imposibilitan percibir con plenitud lo nuevo que va surgiendo
en tu camino.
››No son pocas las personas que al contemplar una magnífica
catedral en una ciudad que no es la suya dicen: “no está mal,
pero la que tenemos nosotros...”; o bien comentan en el
restaurante: “esto se deja comer, pero el pescado de mi
tierra...” Viajar comparando constantemente lo que se está
viviendo con situaciones pasadas es un claro indicador de no
hallarse en el momento presente.
―Es lógico lo que dice. Si alguien piensa así y está tan
contento con lo suyo, no sé qué es lo que busca en un viaje
―apunté.
El profesor continuó su exposición:
―No se puede equiparar tampoco la experiencia de conocer
una zona desértica con otra tropical sencillamente porque son
diferentes, como lo son sus paisajes, su gastronomía, sus
gentes, sus costumbres, su idioma o su meteorología. Si en
alguna medida lo tienes Ismael, apea de tu mente el insano
hábito de comparar. Para que cuanto te ocurra sea
enriquecedor, no debes experimentar nada como mejor ni peor
con respecto a lo que ya hayas vivido, sino distinto. El lugar al
que llegues debe recibirte como un ser inmaculado, y así debes
presentarte ante él para dejar que sus improntas dejen
profunda huella en ti.
››Con respecto al tiempo atmosférico, una conclusión que
extraje hace muchos años de mi intensa relación con el viaje y
la Naturaleza, es que hay que ir a su encuentro con paraguas y
bañador; desde hace decenios me acompañan los dos en el
maletero del coche a todos mis desplazamientos. Hay que estar
preparado para cualquier circunstancia que te traiga el camino
y adaptarte a ella viviéndola con intensidad, sin desear que
pase antes de tiempo, sin esperar que dure más de lo que
tenga que durar.
››Son muy curiosas las conversaciones de ascensor en las que
se recurre al tiempo que hace como tema para ese corto
trayecto. Si está lloviendo te dirán: “vaya, otra vez está
cayendo agua”. Se supone que por cortesía uno tiene que
afirmarlo en el tono pesimista de nuestro interlocutor. Yo tengo
la costumbre de romperles los esquemas (de romper su
continuidad) y decirles que es un día magnífico para los
caracoles y las setas, a lo que no suelen contestar
preguntándose en silencio qué clase de tipo raro tienen
enfrente. Curiosamente, cuando hace sol y vuelves a coincidir
con ellos, lejos de estar contentos dicen que hace demasiado
calor.
Los dos reímos al unísono.
―Siga por favor ―le dije.
―Estoy seguro que un árbol ―que con humildad recibe la
lluvia o el sol según tenga a bien mostrarse el día― no se
cuestiona ni el tiempo que hizo ayer ni el que hará mañana,
concentrándose en sacarle el mayor partido al que hace hoy
para su supervivencia orientando sus hojas al sol o
absorbiendo el agua de la tierra mojada. No tiene una mente
que le estorbe como nosotros.
››Como ves, la adaptabilidad es una cualidad que utilizan
plantas y animales para sobrevivir. En un viaje, tener la
experiencia de una comida o un alojamiento mediocre no es
una desgracia, es algo que al menos nos sirve para
alimentarnos o descansar más o menos bien y poder continuar
el camino. Si nos vale para salir del paso, cumple su función
aunque haya podido ser mejorable. Al mismo tiempo, se
convierte en un telón de fondo que nos dará el contraste
necesario para apreciar con mayor intensidad, llegado el
momento, un hotel magnífico o una cena deliciosa servida de
forma impecable.
››En su libro de relatos cortos “Charlas con Troylo”, Antonio
Gala, pensando en alto y dirigiéndose a su fiel perrillo, le
comenta cada día al llegar a casa sus impresiones sobre la
jornada. Después de un día especialmente cuesta arriba,
derrumbado en su sofá, le dice: “todo está bien Troylo, todo
está bien. Las oleadas de calor y de frío, de aflicción y de
júbilo, vuelven más ágil el alma en que se posan”.
››Adáptate a todo lo que vaya sucediendo a lo largo de tu
jornada, de tu mes, de tu año, de tu vida. Colabora con lo
inevitable, pero con buen ánimo, sin malas caras ni entrecejos
arrugados que expresen disgusto, como los que saca a pasear
la gente por las calles viendo hacia arriba cuando caen unas
gotas de refrescante lluvia en su rostro.
››Abraza lo que llega. Confía en lo que la vida te trae.
Acéptalo. Vive con intensidad también las contrariedades…
darán mayor valor a la sonrisa que llegará después.
―Antes hablamos del aprendizaje ―intervine―. Yo creo que
viajar es de las cosas que más abren los ojos, más incluso que
la lectura, siempre y cuando, como usted dice, no se haga
comparando lo nuevo que llega con lo ya conocido, sino
abordándolo con un espíritu de aventura y descubrimiento,
tratando de encontrar placer precisamente en la diferencia.
―El viaje amplía tus miras ―prosiguió el profesor―, aporta
perspectiva, desarrolla tu visión de conjunto, te facilita piezas
para tu puzle existencial, estimula ideas, aporta nuevos
conocimientos, dilata tu comprensión, te hace más tolerante...
››Es agradable conocer algo nuevo, por ejemplo una iglesia
románica si te gusta la arquitectura; pero si ya has estado en
otra que dista de la que te encuentras 600 km. y en otra más
del mismo estilo fuera de tu país, poder conectar la experiencia
de esos tres “conocimientos” te aporta una calidad de disfrute
a un nivel diferente y con otras connotaciones más globales de
comprensión.
››El viaje nos saca de nuestro pequeño feudo y nos pone en
contacto con otros parajes, otros pueblos y otras formas de
entender la vida modeladas por su historia, su naturaleza, sus
costumbres, etc.
››Cuando te digo que no se debe comparar, me refiero a que
lo ideal es evitar que las experiencias anteriores que tenemos
al viaje resten frescura al encuentro con lo nuevo, lo que no
significa que no reparemos en las diferencias que existen. En
unos países pensamos: “¡cuánto queda por hacer aquí!”. En
otros: “¿llegará algún día a desarrollarse mi país como para
poder tener un día todo esto?”. Pero insisto, esas reflexiones no
deben de ser en términos de mejor o peor. Sencillamente se
asiste a manifestaciones que definen la mentalidad de la que
son poseedores los habitantes de esa nación plasmadas en sus
tradiciones, en el tratamiento de sus espacios públicos, en la
protección que dispensan al medio ambiente, etc. Viajar es una
magnífica forma de aprender.
―Le gusta viajar D. Andrés. Lo veo en sus ojos y en la fuerza
con la que se expresa.
―Me encanta. Ha sido a lo largo de mi vida una de mis
grandes pasiones.
››En mis incursiones por tierras francesas y alemanas,
siempre me han maravillado las grandes extensiones cubiertas
por espesos bosques llenos de vida. Estos espacios hablan del
respeto y cuidado con que es tratada la Naturaleza por la
población; también de cómo los gobiernos han sabido conjugar
la preservación de la flora y la fauna, los modos de vida de la
población local y la explotación sostenible del negocio de la
madera con el desarrollo de las grandes ciudades. De regreso a
ésta nuestra tierra, Galicia, no me explico la falta de visión de
unos dirigentes que, con la vigésima parte de lo que gastan en
sus proyectos faraónicos, podrían recuperar el exuberante
vergel de robles y castaños que fue en su día, algo que también
sería posible llevar a cabo en el resto de España con otras
especies arbóreas. En las crónicas romanas sobre Hispania, se
dice que podía ser atravesada de extremo a extremo por una
ardilla sin bajarse de los árboles, sin embargo ya ves el erial en
que ha convertido muchas de sus regiones la insaciable
depredación humana.
››En Galicia, en este tema, a lo más que han alcanzado los
distintos gobiernos autonómicos ha sido a dar carta blanca a
las madereras y celulosas (a cambio de vete tú a saber qué
prebendas) para convertir la Tierra de Breogán en un árido
eucaliptal sin fin que empobrece los suelos y agota las reservas
de agua, vendiéndonos su desfachatez como reforestación. Por
no hablar de su incompetencia para atajar un mal que nos
aqueja desde hace decenios: los incendios, claramente
asociados a la falta de cultura y sensibilidad que afecta, en
primer lugar, a los propios dirigentes.
››Por cierto, ¿sabes qué cantidad de agua tiene que absorber
un eucalipto para fijar un solo kilo de madera?
―Lo desconozco.
―Nada menos que cuatrocientos litros. No me extraña que
en infinidad de aldeas de nuestra región las fuentes y
manantiales en los que los paisanos han bebido desde niños se
hayan secado en su mayoría.
―¡Qué lástima! Con el clima atlántico que tenemos en Galicia
a poco que la cuidásemos podría convertirse en una especie de
Suiza, en la perla verde del sur de Europa.
―Seguro. Sólo habría que dejar tranquila a la Naturaleza una
larga temporada sin agredirla más, solamente eso. Ella se
basta para regenerarse ―aseveró D. Andrés.
››El mejor destino que podría darse al dinero que aporta el
contribuyente al estado sería que viajasen sus políticos.
¡Cuántos palos de ciego dan! ¡Cuántos recursos económicos
dilapidan en actuaciones y obras públicas sin sentido para
mayor gloria de sí mismos! Que viajen, que vayan por ejemplo
a Centroeuropa y les expliquen allí algo que ellos no entienden:
que los bosques pueden ser al mismo tiempo rentables, cubrir
aspectos lúdicos, purificar el aire que respiramos, ser el hogar
de infinidad de formas de vida... y también alimento para el
espíritu. ¡Que no lleven más a cabo sus egocéntricos sueños de
una noche de verano! Que observen in situ en otros países
cómo han logrado que funcionen las cosas en este y otros
muchos campos. Que importen esas ideas trayendo consigo a
los especialistas necesarios para implantarlas si es que ellos
son incapaces de hacerlo.
―Desde luego un viaje hecho con los ojos bien abiertos, sin
prejuicios como usted dice, puede tener consecuencias muy
positivas en quien lo realiza, incluso en su entorno si decide
aplicar en él las nuevas ideas aprendidas ―comenté.
―Ismael, ¡tiene tantos efectos interesantes moverse por el
mundo conociendo otras culturas, otros paisajes, otras manera
de vivir…! Estoy convencido de que puede curar hasta los
nacionalismos patológicos, a esas personas que creen que su
región, su lengua, sus costumbres y ellos mismos son el
ombligo del mundo. También a los que así piensan los subiría
en un avión para que comprobasen que la tierra es mucho más
grande de lo que les permiten ver sus cortas miras. Lo que
observarían por el mundo adelante abriría su mente, y tal vez
llegarían a la conclusión de que su “gran” idea minifundista no
es tan excepcional como creen, sino algo que, al ser para ellos
monotema, al haberle dado obsesivamente vueltas dentro de su
cabeza alentados por compañías afines durante años, ha
acabado convenciéndoles de que es la única verdad.
››Si este tipo de personas no tienen tiempo u oportunidad
para viajar lejos, que lo hagan cerca, a la pradera que tengan
más próxima, y mientras pasean por ella que comprueben
tumbados en el suelo la estrecha convivencia armónica que
mantienen decenas de especies herbáceas diferentes.
››Son muchas más las cosas que nos unen que las que nos
separan, y son las primeras las que mayormente deben ser
puestas en relieve. Las diferencias, bienvenidas sean, pues
enriquecen y aportan toques de color y contenido..., pero jamás
pueden ser excusa para la exclusión o la violencia.
D. Andrés se paró de golpe, como si de repente hubiese
reparado en que por unos momentos la intensidad de su tono
de voz había aumentado al tocar temas que, dentro de lo
comedido de su carácter, le indignaban.
―La clase política no parece gozar de sus simpatías ―dejé
caer.
―Su existencia en muchos casos es un mal inevitable
―sonrió resignado―. En cierta ocasión en un debate televisado
escuché decir a uno de los contertulios, exaltado, que en cada
época la política reúne lo peor de la sociedad. Por supuesto
que hay excepciones a la afirmación de esta persona, claro que
sí, pero al menos a día de hoy lo cierto es que esas excepciones
son islas diminutas perdidas en un inmenso océano.
››Reflexiona Ismael: ¿qué preparación, qué cualidades se
exigen actualmente para llegar a formar parte de la clase
política…? En mi opinión, las personas al frente de
comunidades o naciones, las que asuman tamaña
responsabilidad, deberían ser las más evolucionadas como
seres humanos, individuos que se hayan conquistado a sí
mismos y que sepan comunicar y liderar en base a valores
como la confianza, la generosidad, la ética, la honestidad, la
sabiduría, el altruismo... En la práctica es todo lo contrario.
Cuántas veces los egoísmos personales y el de los grupos que
representan son los que marcan la agenda depredadora de los
dirigentes, no su afán por hacer que las cosas mejoren. Es más,
les interesa que las cosas estén “siempre por hacer”, porque
eso justifica y perpetúa su existencia. ¿O crees que a estas
alturas hay que seguir proponiendo nuevas fórmulas para que
las cosas funcionen? ¿Crees que no están descubiertas? Se
trata, y ellos lo saben, de promover constantemente la
polémica y el malestar, el descrédito entre gobierno y
oposición, entre oposición y gobierno, aplicando esta táctica a
través del insulto y la desautorización a la espera de que se
produzca el relevo entre ellos la siguiente legislatura para
alternarse en su labor de saqueo. Ya se encargan ellos de crear
leyes a su medida que les protejan de las consecuencias de su
nefasta y delictiva gestión, asegurándose además sueldos y
prebendas de por vida.
―Y para colmo ―señalé― los contribuyentes tenemos que
sostener una ineficiente maquinaria estatal que sólo para su
mantenimiento consume el 80% de los ingentes recursos que
recauda. Antes me hablaba de la pérdida de energía; esto sí
que es un derroche absoluto.
››Pero no quisiera ―proseguí― que la pésima gestión de
estos personajes por los que compruebo que compartimos
antipatía nos roben ni un solo minuto más de nuestra
conversación. Prefiero quedarme con su idea de que algún día
puedan llegar a ser los seres humanos más evolucionados los
que lideren el destino de las naciones y en última instancia del
planeta.
››Hablábamos del viaje… ¿Sigue usted moviéndose por el
mundo de la misma manera que cuando lo hacía en sus años
más jóvenes?
―Todo evoluciona Ismael, y la forma de viajar también
cambia a medida que uno va cumpliendo años.
››A lo largo de nuestra vida, y según los años que tengamos
en cada momento, los viajes se viven de diferentes maneras.
Hay épocas en las que, presos de una especie de inquietud que
nos impide dejar de estar en movimiento, devoramos grandes
distancias y muchos lugares diferentes yendo de acá para allá,
convirtiendo los itinerarios en verdaderas pruebas de
resistencia.
››Con el paso del tiempo la cantidad va siendo reemplazada
por la calidad y profundidad de la experiencia. Por supuesto la
perspectiva de realizar una nueva incursión fuera de nuestro
entorno sigue siendo un plan estimulante, pero gracias al
mundo interior atesorado como fruto de todo lo vivido, uno se
da cuenta que no es absolutamente necesario desplazarse
físicamente para viajar, transformándose la vivencia del
recorrido en algo que ocurre de puertas adentro.
››Gracias al desarrollo de la sensibilidad y la Atención, nos
volvemos conscientes de muchas cosas que antes no
percibíamos, lo que permite que aquí, en nuestra orilla de
siempre, ya más tranquila por el paso de los años, las mareas
depositen mansamente imágenes que antes “necesitábamos”
encontrar en tierras lejanas y que ahora percibimos en
cualquier lugar donde nuestra vista se posa sin necesidad de
movernos.
››En la joya literaria “Siddharta” del escritor alemán
Hermann Hesse, en una parte del largo viaje de su
protagonista en la que conversa con el barquero que ha de
pasarle al otro lado del río, Siddharta le pregunta si ha estado
en otros lugares del mundo, a lo que el barquero le responde
que no, que sólo conoce las dos orillas, y que viviendo al lado
de la corriente no le es necesario moverse puesto que ya lo
hacen las aguas facilitándole todo cuanto precisa: un modo de
vida, alimento, mensajeros de otras tierras, conocimiento...
››De la misma manera, aunque es estimulante una incursión
en tierras exóticas, en ocasiones el regreso a lo conocido se
vuelve el mejor de los estímulos, pues la distancia nos ha
hecho valorar muchas cosas que hasta ese momento
considerábamos normales (alimentos, amistades, nuestra
cama, cómodas rutinas, etc.) cobrando de pronto lo cotidiano
un valor que habíamos dejado de apreciar por el hecho de ser
lo habitual. El deseo de volver se convierte así en un toque de
atención que nos hará abrir más los ojos para intentar
descubrir qué se nos había pasado por alto con anterioridad,
extrayendo de nuestro día a día (gracias a nuestro mayor grado
de atención) todas las posibilidades de disfrute y aprendizaje
que nos brinda nuestro entorno: nuestro terreno habitual de
“caza”.
―¿De caza? ―pregunté.
―Recuerda Ismael, siempre hay que elegir entre ser cazador
o presa. Sin embargo la gente vive en un estado de ensoñación
permanente inducido por lo que les rodea, siendo presas sin
siquiera ser conscientes de ello.
››Sólo una cosa más sobre este tema. Decirte que el viaje
maratoniano del que te hablaba antes, aporta muchas
imágenes distintas y una visión de conjunto de las localidades
que se visitan, aunque desde una perspectiva superficial. Con
el paso del tiempo es posible que nuestro esquema ideal pase
de: nueve días, nueve lugares; a nueve días, tres enclaves,
sustituyendo las alocadas carreras y el devorar kilómetros por
relajados paseos en entornos naturales o ciudades antiguas, o
tal vez por la lectura sosegada de “ese” libro que
reservábamos en un apacible jardín escuchando el rumor de
las hojas, dejándonos “mecer plácidamente por la marea”,
como canta Luz Casal.
››La parada más prolongada nos permite conectar con el
pulso del lugar, con su espíritu, dándonos la oportunidad de
hacernos uno con él. Momentos de plena conexión con un
paisaje, o escuchar el sonido del viento en la cima de una
montaña, pueden aportarnos un recuerdo mucho más grato
que seguir al pié de la letra la recomendación de conocer aquel
monumento concreto “que no se puede dejar de ver”. De
hecho, uno de los placeres exquisitos del viajero (algo que con
frecuencia depara agradables sorpresas) es esquivar las
recomendaciones de la guía de viaje. El ingrediente de la
calma en aquel enclave en el que sentimos que nuestro cuerpo
pide que detengamos nuestros pasos, aporta a la vivencia un
nuevo factor que la convierte en una experiencia personal,
inolvidable, y enriquecedora.
―Me ha sorprendido mucho oírle decir que uno puede viajar
sin moverse de donde está.
―Pues ahora ya sabes que es posible. Para hacerlo sólo se
necesita no estar de vuelta de nada y vivir cada día como una
sucesión de instantes únicos, de momentos irrepetibles que
nos ponen en contacto con una realidad siempre cambiante,
siempre distinta y sorprendente.
HAZ LO DE SIEMPRE… DE FORMA
DIFERENTE

¿A sí que creías que sólo era posible enriquecerte con nuevos


paisajes desplazándote a tierras lejanas? ¿Te gustaría
poder hacerlo cada día? ―me interrogó el profesor.
Asentí con la cabeza levantando las cejas.
››Puedes hacerlo practicando la “rotura de la continuidad”.
―¿La rotura de la continuidad? ¿Qué es eso? ―pregunté
extrañado.
―Una interesante experiencia que propone D. Juan Matus, el
indio yaqui maestro de Castaneda.
››Como ya sabes, muchos de nuestros movimientos los
automatizamos, los llevamos a cabo de forma distraída, con la
mente en otro sitio. Lo que hace que lo que realizamos a diario
no parezca tener un especial relieve, es la costumbre. El viaje,
del que acabamos de hablar, es una de las prácticas que nos da
la posibilidad de alterar ese ritmo monótono y adormecedor.
››Cuando esas acciones cotidianas y repetitivas, tediosas en
ocasiones, se ejecutan de forma consciente y de manera
distinta a la habitual, desarrollan la Atención, aportándonos un
nuevo ángulo de visión sobre lo que considerábamos
“conocido”.
››Te propongo una práctica: intenta realizar unas cuantas de
esas acciones rutinarias con la mano contraria a la que usas
habitualmente, como accionar la manilla de una puerta, pulsar
un interruptor, cepillarte los dientes, abrocharte los botones de
la camisa… Realizar las acciones de esta manera requerirá un
estado de mayor alerta por tu parte obligándote a estar más
concentrado en lo que haces. Esa concentración disuelve el
parloteo mental, focaliza tu atención, y te da la oportunidad de
ver las cosas desde otro punto de vista.
››Cuando vayas al trabajo o te dirijas a un sitio al que acudes
con frecuencia, hazlo por rutas diferentes, rodeando las
manzanas de casas que recorres todos los días por el lado
contrario o con un paso ligeramente más lento. No camines de
forma mecánica, con el “piloto automático” puesto. Siente el
contacto de tus pies sobre el suelo en cada paso y piensa que
estás recorriendo, inspeccionando “tus dominios”.
››En lugar de dirigir la mirada al suelo o al frente, repara
también en las partes altas de los edificios. Descubrirás
muchas cosas interesantes.
››Observa en su avance las majestuosas nubes que viajan en
silencio sobre tu cabeza hacia tierras lejanas. Siente el aire
fresco de la mañana penetrando en tus pulmones...
››Como canta Joan Manuel Serrat, no olvides que: “todo
cuanto te rodea lo han puesto para ti, no lo mires desde la
ventana y siéntate al festín”. Siéntete parte de todo ello. Sin ti
como espectador/actor no tendría sentido. Existe por y para ti.
No lo vivas con indiferencia. Sumérgete en la escena, decide
disfrutar y formar parte de ella.
―Prometo estar atento a partir de ahora hasta al más mínimo
detalle ―comenté―. “La rotura de la continuidad...”, curioso
concepto.
―Otro experimento que puedes hacer en un lugar en el que
estés solo (o con gente si quieres que la vivencia sea más
intensa), es caminar unas decenas de metros hacia atrás y
observar como todo lo que creías conocido se muestra nuevo a
tu paso. Verás que con ésta, e infinidad de prácticas más que
se te ocurran por el estilo, tu perspectiva del mundo se
modifica y enriquece. Se te revelarán matices ocultos cuyo
descubrimiento estará a partir de ahora al alcance de tu mano
en cualquier parte, en cualquier momento; viviéndolos te
preguntarás tú también como yo: “¿cómo es posible que haya
gente que se aburra?”
››Huye de la monotonía Ismael. Educa tu vista y afina tu
sensibilidad. Como te he dicho, jamás estés de vuelta de nada.
No te conformes con captar tan solo una milésima parte de lo
que se manifiesta a tu alrededor; averigua qué más está
ocurriendo. No vagues indolente, ciego a lo que te rodea. No
hagas lo que los demás hacen. Fuérzate a descubrir lo que se
esconde tras una primera y superficial lectura de lo que
sucede. Aplica esta fórmula a tu trato con las personas, a la
percepción del sabor del agua y de las comidas, a los sonidos
del día y de la noche, a las sensaciones asociadas a la
respiración... Todos los campos te aportarán algo nuevo y
enriquecedor si te paras a sentirlos, a “escucharlos”.
Descubrirás así que “esto”: el mundo, tu vida..., es
infinitamente más grande de lo que parece a primera vista.
LOS TALENTOS:
DONES QUE ATESORAS EN TU INTERIOR

―P rofesor, después de las cosas que ha definido a lo


largo de esta mañana, es como si ahora, de alguna
manera, pudiese verme a mí mismo desde fuera. Me estoy
dando cuenta de que posiblemente como fruto de llevar tantos
meses sin trabajo, mi pensamiento tiende a meterme en una
espiral negativa en la que cada día dudo más de mi propia
valía. No sé. Puede que esté atrapado en una de esas rutinas
mentales de las que usted habla, o tal vez la razón por la que
no encuentro trabajo tenga que ver con una falta de talento
por mi parte.
―De ninguna manera Ismael. Por supuesto que volverás a
encontrar ocupación, pero este período de reflexión que estás
atravesando por alguna razón es necesario, aunque en estos
momentos te produzca ansiedad y no entiendas porqué te toca
vivirlo. Cuando pase cierto tiempo y mires atrás te será
revelado ese porqué y te aseguro que lo agradecerás. Ten la
certeza de que es el tributo necesario para pasar a una
situación mejor. Siempre es así… siempre ha sido así. Lo que
hay que hacer es aguantar el tirón.
››Con respecto a ese talento del cual crees carecer, es muy
probable que esta interrupción en tu actividad se te esté
concediendo para que tengas la oportunidad de descubrirlo. De
hecho son muchas las personas que como tú han perdido su
trabajo en estos tiempos de crisis y que están dejando de
esperar que alguien tenga a bien contratarlas para desarrollar
proyectos que no son suyos tomando la valiente decisión de,
basándose en sus talentos, en sus habilidades, dar forma a una
iniciativa propia con la idea de convertirla en su nuevo medio
de vida. Para hacer esto hay que ser conscientes de lo que se
nos da bien y apostar por ello haciendo coincidir afición y
trabajo, algo que hará que desaparezca la sensación de estar
trabajando por la de disfrutar creando.
››Antes te comentaba ―continuó― que las lecturas pueden
tener varios niveles de significado. Bien, pues en concreto la
metáfora bíblica de los talentos, como símbolo en palabras que
es, pienso que no ha sido suficientemente entendida.
››Si es bien cierto que hay muchas cosas que tenemos en
común con los demás, hay otras que nos caracterizan sólo a
nosotros.
››En una ocasión oí a una madre esta frase hablando de sus
dos hijas: “es que no se parecen en nada”. Su educación, lo
más probable es que haya sido la misma, así como el ambiente
en el que han crecido. Seguro que el amor de los padres ha
procurado ser lo más equilibrado posible, pero siempre habrá
aspectos que caractericen a cada una de las hermanas
haciéndolas diferentes entre sí, incluso aunque sean gemelas.
Algunas de esas diferencias de carácter pueden, al menos en
principio, parecer más positivas en un sentido general que
otras (o todo lo contrario), como el que a Esther le guste
escalar la cuna y bajarse de ella, lo que puede haberle valido
algún coscorrón y un susto para los padres en la noche,
mientras que María, de personalidad más apacible, permanece
durmiendo plácidamente.
››Esa característica de “la que investiga en la noche”, de
Esther, podría hacer que se la considerase como temeraria,
inquieta, atrevida... Ese arrojo que manifiesta puede abrirle
interesantes caminos más adelante con respecto a un carácter
más apocado, pero también tendrá que educar ese impulso
aventurero que, incontrolado, podría resultarle en algún
momento peligroso.
―Sin embargo María, su hermana, puede tener
características totalmente diferentes ―aventuré.
―Cierto. Esta otra niña tal vez sea poseedora, por ejemplo,
de una belleza excepcional, un don que le abrirá muchas
puertas en la vida pero que también puede acarrearle serios
inconvenientes. También ella deberá aprender a llevar las
riendas de esa gracia que le ha sido concedida, de ese
“talento”, y hacer que esté a su servicio y no al revés.
››Todos somos una mezcla en distintas proporciones de
simpáticos, egoístas, ingeniosos, inteligentes, habilidosos,
rencorosos, altruistas, vagos, agraciados, sensibles, etc. Los
talentos, las cualidades positivas predominantes son, por
decirlo de alguna manera, regalos que nos han venido del
cielo. Son bendiciones, líneas maestras que definen nuestra
arquitectura interior (como las vigas curvadas de madera que
dan forma a las cuadernas maestras de un barco)
aportándonos características que nos hacen únicos entre los
demás.
››Lo que se hace con facilidad y de manera natural, por
ejemplo alguien que tiene verdadera gracia contando una
anécdota, es una característica que habla de la habilidad que
tiene su poseedor de ver, y hacernos ver, el lado divertido de
una situación que en principio podría parecer incluso hasta
dramática. Poder apreciar las cosas desde ese punto de vista
es un talento y un placer para quien disfruta de esa compañía.
››Otros pueden tener facilidad para cocinar, dibujar, ser
poseedores de una gran voluntad o una aguda visión para los
negocios, etc.
―A pesar de haberme quedado sin trabajo ―intervine―
reconozco que tratar con la gente es algo que se me da bien.
En la tienda lograba con facilidad que los clientes confiasen en
mí y que tuviesen en cuenta mi opinión a la hora de
aconsejarles sobre algo tan personal como su aspecto, acerca
de los diferentes tejidos, o de las distintas combinaciones de
prendas y colores que mejor iban con sus características
físicas, su estilo de vida, sus gustos...
―Pues esa es una de las habilidades que posees Ismael.
Lograr que la gente confíe así en uno no es fácil ni habitual.
››Te propongo un sencillo ejercicio. Creo que va a resultarte
muy interesante. Lo vamos a llamar “Conócete a ti mismo”
usando la frase que se leía en la puerta del templo de Apolo en
Delfos.
―Soy todo oídos.
―Toma una cuartilla y algo con lo que escribir. Pon tu
nombre arriba, en grande y con mayúsculas. Subráyalo, y a
continuación, sólo con palabras sueltas, defínete.
››Cuando lo hagas, en primer lugar pon aquello de lo que te
sientas orgulloso y que claramente reconozcas en ti. Nadie va a
leer lo que escribes más que tú, así que no te cortes, no seas
modesto, ¿has puesto que eres inteligente, habilidoso,
romántico...? ¡Qué caray, si lo eres, lo eres!
››Verás que las características que vas poniendo a medida
que la lista avanza, ya no te definen tanto como las primeras,
aunque también reconozcas que existen en alguna proporción
dentro de ti.
―Está claro que hay cosas que se me dan mejor que otras,
pero nunca se me hubiera ocurrido escribir una lista con ellas.
―Pues no dejes de hacerlo. Las palabras tienen poder, y te
anticipo que vas a sorprenderte de los resultados que
obtendrás haciendo esta simple práctica.
››Tus mejores amigos para avanzar por la vida son tus
talentos Ismael, por eso es importante que tengas claro en qué
destacas.
››Los talentos son una herencia que te pertenece, que has
recibido no se sabe de quién ni de dónde, pero que ha
irrumpido contigo en este plano de existencia como si un buen
padre hubiese repartido su hacienda dando a cada hijo el bien
que le pueda ser más preciado o útil para su disfrute y avance
por la vida. En el reparto de características personales tú has
obtenido tu parte, y es hora de que la pongas a trabajar.
››También puede ser que eso que te caracteriza lo hayas
ganado a pulso “en otro tiempo”, tal vez en otras existencias
que no recuerdas de manera consciente, pero que hoy afloran
en ti.
››Lo más probable es que hasta ahora hayas puesto más
énfasis en tus carencias que en tus habilidades, porque a estas
alturas ya sabes que recriminarse es una de las malas
costumbres que tiene el ser humano. Pues bien, hay que
invertir esa dirección de la mirada. Trabaja tu huerto, ama los
tiernos plantones que han venido contigo y que por alguna
razón te han sido asignados y conviértelos en impresionantes
árboles o en matas floridas. Regala tu salto espectacular al
mundo y multiplica, como en el pasaje bíblico, lo que te ha sido
dado por ciento, como el grano de maíz que se convierte en
espiga.
―Así, sin pensarlo mucho y sin querer pecar de inmodestia,
se me ocurren al menos media docena de cosas que me
caracterizan: tendencias, aficiones, habilidades... ―comenté.
El profesor continuó.
―Pues una vez reconocidos, debemos pulir los dones de los
que somos poseedores hasta donde nos sea posible, hasta que
brillen en su máximo esplendor.
››Esas habilidades son un capital que poseemos, que
debemos aumentar, y que podemos convertir en moneda de
cambio en nuestras relaciones con los demás a modo de
trueque. De esta forma llenaremos gracias a lo que nos venga
de vuelta otras áreas menos desarrolladas que tenemos en
nuestro mapa vital y que es necesario trabajar para que
nuestra evolución sea armónica.
››Este justo intercambio irá produciendo en nosotros un
crecimiento equilibrado, pues la progresión no debe ser
asimétrica. Es frecuente que una persona que sobresale en
algo concreto, por ejemplo en el mundo de los negocios, lo
logre a costa de carencias en otros campos. Probablemente sus
jornadas de trabajo serán largas en exceso, lo que puede llevar
a que su relación de pareja se vea afectada o a que no tenga
tiempo para asistir al desarrollo y educación de sus hijos. Lo
ideal es que el crecimiento se de en todas las áreas de forma
simultánea, debiendo poner especial interés allí donde existan
carencias. Este equilibrio perfecto está representado por el
símbolo de la esfera.
LOS SÍMBOLOS:
VIAJEROS DEL TIEMPO,
GUÍAS DEL CAMINO

―A demás de la esfera ―prosiguió D. Andrés―, otro


símbolo interesante y que escenifica lo que estamos
hablando es la espiral.
››La espiral, en la totalidad de su superficie, representa el
amplio campo de opciones en el que nos movemos y que en
principio, hasta que el orden se va imponiendo, tiene bastante
de caótico.
››Su iconografía muestra el avance hacia el centro que se
produce cuando se desencadenan las primeras fases del
“Despertar” (como resultado de la focalización contrapuesta a
la dispersión). A partir de ese momento, de forma progresiva,
nos vamos desligando de las tremendas fuerzas centrífugas
que nos mantenían confinados en la periferia de nosotros
mismos.
››Como te digo, cuando uno “Despierta”, cuando empieza a
volverse consciente y decide tomar las riendas de su vida en
lugar de estar a merced de las circunstancias, empieza a
caminar hacia el centro de sí apoyándose en su voluntad. El
mundo sigue girando como antes, pero uno comienza a realizar
correctamente los movimientos de avance en este iniciático y
apasionante “juego de la oca” que es vivir: superando las
pruebas, aprovechando las corrientes, atravesando puentes,
atrapando y atesorando un suma y sigue de “centímetros
cúbicos de suerte” (“de oca a oca...”) que le permitirán avanzar
paso a paso, y a veces dando inconcebibles saltos, hacia la luz.
―Dios mío D. Andrés, cada tema que usted toca se desdobla
una y otra vez precipitándome en un abismo en el que por
momentos no sé si estoy cayendo o elevándome. En ocasiones
al intentar seguirle tengo la sensación de ir en volandas
arrastrado por sus palabras, unas palabras de las que no
quiero soltarme.
―Eso es porque en este momento de tu vida son agua fresca
para tu corazón sediento, como lo fueron para mí en un tiempo
pasado en el que llegaron de forma misteriosa curiosamente
cuando más las necesitaba.
››Yo sólo soy el vehículo de transmisión de este conocimiento
que está siendo depositado en ti para que siga viajando en el
tiempo y pueda iluminar otras vidas.
―No sé qué contestar a lo que acaba de decir D. Andrés. Lo
único que sé es que siento un irrefrenable deseo de seguir
aprendiendo.
››¿Qué más puede decirme de la espiral? Recuerdo haberme
quedado como hipnotizado ante ella cada vez que la he
encontrado tallada en los sillares y capiteles de las antiguas
iglesias góticas y románicas.
―La espiral, en un lenguaje críptico y a la vez universal,
“habla” entre otras cosas de la libre elección. Si te mueves
hacia la parte central dejas a tu espalda un terreno que en
principio no deberías volver a transitar si es que has aprendido
bien la lección, dejando atrás las poderosas fuerzas centrífugas
de las que te hablé. En este punto cobra importancia para ti
sólo lo que está por delante, considerando lo que queda atrás
superado.
››Al igual que el círculo evoluciona hacia la esfera al hacerlo
girar en el espacio, la espiral también adquiere
tridimensionalidad al convertirla en un camino ascendente
alrededor de una montaña, como la mítica Torre de Babel.
››La senda de los iniciados se muestra cuesta arriba porque
el avance implica voluntad y esfuerzo. Quien no ha Despertado
todavía permanece en el plano bidimensional zarandeado por
los acontecimientos y desorientado por las infinitas opciones
sin saber por cual decidirse, incluso sin saber siquiera que hay
que elegir. En este estado no hay criterio, sólo “golpes” de las
circunstancias imprevisibles. Esos giros ascendentes cada vez
más altos y cerrados con respecto a la base, simbolizan la
menor cantidad de caminos por los que la persona transita con
respecto a otros momentos de su evolución que ya ha dejado
atrás, consecuencia de la rigurosa selección de opciones que
ha ido realizando con el paso del tiempo. Esto implica haber
descartado otros itinerarios, personas, actividades, o campos
ya agotados que una vez explorados pudo comprobar que no
llevaban a ninguna parte o que ya han dado de sí cuanto tenían
que dar.
››A estas alturas el individuo, haciendo uso de su voluntad, ya
no se mueve en ese terreno amplísimo de posibilidades en el
que se desenvolvía al principio consumiendo la mayor parte de
su energía. En este punto quedará aún mucho por hacer y la
persona será consciente de ello, pero también sabrá que una
parte de la travesía ha sido superada con éxito.
››Este proceso de selección en la ascensión por la espiral
continuará, mostrándose como posibilidades de elección en los
cruces de caminos en los que nos seguirá poniendo la vida.
Cada uno de nosotros iremos afinando más y más en nuestra
destilación alquímica buscando tan solo la esencia de lo que
nos rodea, lo que es común a todo, despojándolo de atributos
que lastran y enmascaran la Verdad, lo que Es, impulsándonos
aún más allá, más arriba... hacia lo sutil y sin forma, hasta
llegar a fundirnos un día en el vórtice del que todo emana y al
que todo regresa.
―Me imagino a un hombre en la cima de esa torre con el
mundo a sus pies tendiendo sus manos al cielo, buscando el
abrazo con el Todo para fundirse con El... ―contesté con los
ojos brillantes emocionado por las palabras del profesor.
CONQUISTA EL LIBRE ALBEDRÍO…
Y EJÉRCELO

―Q uisiera tomar las riendas de mi vida D. Andrés, no


estar perdido en esa espiral en la que no hay más
que desorientación y dolor. Me gustaría iniciar esa senda de
subida para ver las cosas cada vez desde más arriba.
―Pues en tu mano está el hacerlo. Ese camino existe, ahora
lo sabes, y la determinación de iniciarlo o quedarte donde
estás depende únicamente de ti.
››Tienes un privilegio que se llama “libre albedrío”, aunque
tu albedrío sólo será “Libre” con mayúsculas cuando logres
desprenderte de tus reacciones automáticas y ser de verdad Tú
quien decida en cada situación, no el programa que condiciona
tus respuestas.
―¡Soy yo quien toma las decisiones a cada momento en mi
vida! ―protesté.
―Joven Ismael, siento decirte que no es así en la inmensa
mayoría de los casos. Ignoras que estás restringido en tus
reacciones frente a lo que acontece de mil maneras, por ti
mismo y por tu entorno.
―¿A qué se refiere en concreto?
―Imagina que estás parado con tu vehículo ante un
semáforo. Cuando se pone en verde, el de atrás, sin darte un
segundo de tregua, toca el claxon y eso te exaspera. La
primera reacción suele ser levantar los brazos y, hablando solo
dentro del coche, despotricar contra el que te ha recriminado.
››En el calor del momento tal vez te parezca que es la única
reacción lógica que puedes llevar a cabo. Es como si una
respuesta automática incontrolada se pusiese en marcha, pues
su agresividad produce en ti una respuesta en la misma
longitud de onda.
››El estar condicionado por “respuestas automáticas” es
tremendamente limitador, pues uno deja de ser libre al ser
incapaz de reaccionar de otra manera a lo que le sucede.
››Si estuvieses entregado a la vivencia intensa de cada
instante, te darías cuenta de que entre que llega el estímulo y
das una respuesta tienes por lo menos media docena de
opciones entre las que puedes elegir como reacción a dicho
estímulo. En la situación del conductor que te pita, una de ellas
podría ser (si midieses dos metros de altura) bajarte con
lentitud del coche, dirigirte al que te ha metido prisa, y
apoyado en su ventanilla y mirándole sin pestañear a los ojos,
preguntarle si tiene algún problema; pero posiblemente no sea
el caso.
―Ya ve cual es mi estatura ―dije riendo.
―Cierto, tu aspecto no parece muy amenazador ―respondió
en tono de broma.
››Lo más probable ―continuó― es que cuando vivas una
situación como esta te quedes alterado durante un buen rato,
incluso horas, si no le das el enfoque adecuado. La prisa, el
querer estar en otro sitio en lugar de estar en el semáforo, la
tiene él, no tú. No le cedas poder sobre ti, no permitas que su
impaciencia enturbie y contamine tu espacio interior, no le
consientas esto ni a él ni a nadie. Aparte de con agresividad,
algo que te haría perder energía, puedes reaccionar de muy
diversas maneras, pero no deben estar condicionadas por la
presión del otro, sino libremente elegidas por ti. Puedes por
ejemplo inspirar profundamente y deshacerte con una
expiración profunda de esa oleada de negatividad que
pretende invadirte, creando de esta forma una barrera entre tú
y ella; o provechar la situación para, desdoblándote, reparar en
cómo reacciona tu ego ofendido porque le han llamado la
atención. También puedes tomar la sencilla determinación de
ignorar al que te ha apremiado, y sin alterarte lo más mínimo,
con una sonrisa interior sincera, “comprendiendo...”, continuar
tu camino sin dedicarle ni uno más de tus pensamientos.
―¡Uff...! Parece difícil tener ese autocontrol ―dije―. Desde
luego las veces que me he visto en esa situación no me ha
gustado nada que el de atrás me apurase. Con ese toque de
claxon prolongado al cabo de tan solo un segundo de retraso
en mi reacción, me da la sensación de que me está diciendo:
“¿estás ciego o eres tonto?”
―Pues ahora que sabes que puedes ralentizar la escena en tu
mente y elegir la respuesta, no dejes que te vuelva a afectar
algo así.
››Recuerda: mientras no exista dominio sobre el pensamiento
no puede existir tampoco el libre albedrío. Este podrás
ejercerlo plenamente cuando, desde tu madurez, te hayas
liberado de los juicios previos, los prejuicios de los que ya te
hablé, las programaciones a las que has sido sometido sobre
todo desde niño sin haberte podido defender en su momento
por carecer de criterio propio.
››Aunque muchas de estas programaciones son evidentes,
otras están muy bien camufladas y aparentan formar parte
intrínseca de tu persona. Si quieres librarte de ellas tendrás
que esforzarte en desarrollar la Atención para poder
identificarlas e impedir que restrinjan tus movimientos.
››Si te dedicas a filtrar la información a partir de ahora
permitiendo que se interiorice sólo lo que tú dejes pasar
adentro, impedirás que se formen y enquisten nuevos
automatismos dentro de ti; así aumentarán tus opciones de
respuesta ante lo que acontezca, y por tanto, tus
probabilidades de acierto. Actuando de esta manera podrás
reaccionar de forma no condicionada con la opción de elegir
entre un abanico infinito de posibilidades.
LAS RESPUESTAS QUE NECESITAS
ESTÁN EN TU INTERIOR

―¿Y cuando la duda hace acto de presencia? ¿Cuando no


sabemos entre todas las posibles respuestas cual
elegir? ―pregunté.
―En ese caso hay que calibrarlas con detenimiento y
decantarse al final por una de ellas. La que sea. Aunque puede
darse algún caso muy concreto en el que la mejor decisión sea
no determinar nada, al menos de momento.
››La duda mantenida, la indecisión, es un estado que produce
un profundo desasosiego; es como un grifo abierto que
consume tremendas cantidades de energía. Hay que procurar
dejarla atrás cuanto antes. Un primer paso muy efectivo para
librarse de ella es escribir sobre lo que te ocurre y cómo te
sientes por ello.
››Cuando no tienes claro cómo actuar, los pensamientos
revolotean dentro y alrededor de tu cabeza, por delante y por
detrás de tu frente, revueltos en un cóctel en el que estáis
mezclados Tú y tu mente agitada, sin saber muy bien donde
termina uno y donde empieza la otra.
››Al escribir sobre tu duda, al atrapar en palabras y confinar
en un folio lo que te sucede, tu percepción cambia. Cuando
haces esto el “totum revolutum” desaparece. A partir de ese
instante existís tú (aquí) y el problema (allí), el observador y lo
observado, perfectamente diferenciados.
››Comprobarás de inmediato que hacer esto te aportará
alivio, y a continuación perspectiva, junto con una mayor
claridad y objetividad para poder tomar una decisión sobre el
asunto. Este es el primer paso que te encaminará hacia la
solución del dilema.
››Para pensamientos invasores reticentes que quieras dejar
atrás de forma definitiva, da buen resultado seguir los mismos
pasos y quemar lo escrito a continuación.
―¿Funciona algo tan sencillo?
―Compruébalo en cuanto tengas ocasión. Te sorprenderás.
››En las tribus andinas, cuando un miembro del clan está
enfermo o “preocupado” (ocupación previa mental que impide
ver la realidad, recuerda) es costumbre que el chamán y el
paciente caminen en silencio hasta una colina elevada
considerada como un lugar de poder en la zona. Allí, la persona
afectada relata lo que le sucede al chamán mientras éste va
deshaciendo entre sus dedos briznas de paja seca que son
arrastradas por el viento junto con el mal que aqueja al
enfermo. Una vez acabada la ceremonia y tras unos cantos de
agradecimiento a los espíritus guardianes del lugar, a
Pachamama, y a las cuatro direcciones, inician el regreso a su
aldea.
››Tú también puedes realizar este ritual, incluso en un río o
en una fuente dejando que sea el cauce el que, con tus manos
sumergidas en él, disuelva y se lleve consigo lo que te aflige
mientras le cuentas tu pena.
―Parece un sueño que se pueda hablar así, de tú a tú con la
Naturaleza.
―Eres Naturaleza Ismael, no lo olvides. ¿Y quién mejor que
una madre para entender las necesidades de su hijo? Lo que
pasa es que el “hombre moderno”, sumido en la artificialidad,
ha perdido la conexión con ella y desconoce que la inmensa
mayoría de sus males provienen de ese alejamiento.
››Hablábamos de la duda ―prosiguió―. Son muchas las
situaciones a lo largo del día en las que nos vemos obligados a
elegir y que resolvemos sobre la marcha, pero hay momentos
en los que la opción por la que nos inclinemos puede acarrear
consecuencias importantes.
››Dale Carnegie aporta una valiosa fórmula para aplicar en
este tipo de encrucijadas que acorta mucho el tiempo, el
sufrimiento, y el desgaste que supone la duda. Cada vez que te
veas en una situación de este tipo, apéate de la vorágine
mental que te envuelve aplicando estos cuatro pasos bolígrafo
en mano. Pregúntate:
¿Cuál es el problema?
¿Cuáles son las causas del problema?
¿Cuáles son las posibles soluciones?
¿Cuál es la mejor solución?
¡Actúa!
››Cuando hayas tomado tu determinación llévala a cabo sin
más demora. Como antes te comenté, a veces uno puede
decidirse por no actuar, pero esa decisión debe ser el fruto de
una reflexión que nos aconseje que la mejor opción es
quedarse quieto (al menos de momento), pero ese quedarse
quieto jamás debe ser la expresión de un miedo o de un
bloqueo paralizante.
―Tomo nota de esta fórmula para resolver dudas y
problemas profesor. Estoy seguro de que no me faltarán
situaciones donde aplicarla.
―Ten siempre presente que la respuesta correcta está dentro
de nosotros. Lo que hay que aprender es a acceder a esa
información. Como ya te dije en una ocasión, de la misma
manera que es necesario recorrer con frecuencia la senda que
une tu casa con la del amigo para que no crezca la maleza
entre ellas, debes saber cómo acceder a ti mismo cuando
precises respuestas, algo que se hace interrogando a tu
subconsciente a través de la mente consciente.
››Cuando tengas una decisión importante que tomar o llegues
a casa contrariado por alguna cosa que te haya sucedido y
precises ponerte en orden internamente, te propongo que
hagas un curioso experimento.
››Necesitas una estancia en la que haya un espejo y en la que
puedas estar solo, porque vas a hablar en alto contigo mismo.
El cuarto de baño puede ser un buen lugar, el salón, o incluso
tu propio coche aparcado en un lugar discreto. Vas a ver y
escuchar a alguien que te va a contar cosas muy interesantes
sobre quién eres y lo que te aflige.
››Si estás en una habitación, da en ella cortos paseos
verbalizando todo lo que te vaya viniendo a la cabeza relativo a
la cuestión que te afecta describiéndolo con detalle y
expresando cómo te sientes por ello. Cada vez que pases frente
al espejo sigue hablando mirándote a los ojos por unos
instantes.
››Este es un ejercicio muy potente, más de lo que pueda
parecer a primera vista. El aumento de tiempo en el
mantenimiento de la mirada deberás irlo graduando tú mismo
en función de lo que estés dispuesto a profundizar dentro de ti.
El primer efecto que experimentarás es que, al igual que con la
escritura, tus ideas se irán aclarando. Descubrirás además
aspectos desconocidos sobre tu persona, uno de ellos,
importantísimo, es que sabes mucho más de lo que crees. Por
momentos te parecerá que tienes enfrente a un desconocido
que te cuenta algo que no parece convincente o que está
sobreactuando. Pregúntate: “¿Soy yo ese que habla? Si yo
fuese otra persona que estuviese viéndome y escuchándome
como yo me estoy viendo y escuchando ahora, ¿creería las
palabras que salen de mis labios en este momento? ¿Me
convence realmente este individuo?”
››Puede ser que te sorprendas ante tu respuesta negativa.
››Mirándote a los ojos a través del espejo pronuncia una
frase, una afirmación sobre lo que te ocurre; hazlo las veces
necesarias hasta que te parezca auténtica, hasta que te
reconozcas en tus palabras, en el tono, en el gesto y en la
mirada. Con toda probabilidad necesitarás varios intentos y
modulaciones en tu voz hasta que lo expresado se aproxime lo
máximo posible a lo que quieres decir, “a lo que quieres
decirte”. Posiblemente sea en ese momento cuando empieces a
tener claro cuáles deben ser los pasos correctos para librarte
de algo que puede haberte tenido atenazado incluso durante
años.
―Por lo que deduzco de sus palabras, cuando haga ese
ejercicio lo más probable es que me encuentre con gestos y
expresiones de mi rostro y de mi cuerpo que no concuerdan
con el mensaje que quiero expresar.
―Con toda certeza eso será lo que ocurrirá. Será una
oportunidad para conocerte mejor y hacerte una idea de lo
distorsionado que llega a los demás lo que comunicas o crees
comunicar.
››Mucha gente se muestra, también ante sí misma, con poses
idealizadas, fingidas, o excesivamente moduladas
representando papeles falsos que no se corresponden con
cómo son, la mayoría de las veces, con la pretensión de
agradar y ser aceptados por los demás. La práctica de la
observación de tu imagen en el espejo revela con claridad esta
patología. Difícilmente el que te tiene enfrente podrá creer o
entender lo que dices si te expresas a través de una máscara.
Viéndote a ti mismo reflejado puede que llegues a sentir
incluso vergüenza al asistir a una manifestación de ti y ante ti
en la que ni siquiera tú te reconoces.
››Como digo, este es un ejercicio exigente en cuanto a la
franqueza que hay que tener con uno mismo, pero te ayudará a
desprenderte de muchos conceptos falsos que mantienes sobre
tu persona, a despojarte de disfraces que utilizas de forma
habitual y que lo único que hacen es restarte autenticidad
distorsionando tu individualidad excepcional y sin par.
››Muchas de las dudas que nos asaltan al interactuar con las
personas tienen que ver con este conflicto interior. Cuando
puedas mantener con firmeza la mirada de tu mejor amigo (el
que está al otro lado del espejo) sin poses y con absoluta
sinceridad, podrás preguntarle qué es lo que puedes hacer
para resolver lo que te aflige, y verás en sus ojos y escucharás
de sus labios la respuesta correcta: tu propia respuesta.
CONSIGUE TUS OBJETIVOS

F ui consciente de inmediato de las posibilidades que las


palabras de D. Andrés abrían ante mí. Las incongruencias,
las dudas y los problemas, seguro, seguirían visitando mi vida,
pero ahora disponía de valiosas herramientas que deseaba
empezar a utilizar cuanto antes. Me di perfecta cuenta de la
oportunidad que estaba teniendo de poder hablar con aquel
sabio anciano. A mi cabeza acudían infinidad de preguntas que
deseaba hacerle en un intento de aprovechar al máximo el
mágico encuentro que me había deparado el destino.
―D. Andrés, estoy dispuesto a poner cuanto esté de mi parte
para alcanzar los objetivos que me proponga a partir de ahora,
al menos así es como lo siento en estos momentos estando a su
lado. Pero temo, cuando tenga que enfrentarme solo a mis
asuntos y usted ya no esté, no tener fuerzas suficientes y que
el desánimo me tiente a abandonar y a volver “a lo de
siempre”.
―Te diré algo. Los montañeros saben, en su andar solitario,
las extrapolaciones claras que tiene el ataque a una cumbre
con muchas de las situaciones que nos presenta la vida.
››Vivir es aventurarse, explorar, conquistar nuevos espacios
internos y externos que van surgiendo en nuestro camino, así
como otros a los que, de forma consciente, nos dirigimos tras
una planificación.
››Recuerdo una larga caminata que hice hace muchos años
por la sierra Vizzavona en la isla de Córcega. Tras dejar el
coche al pié de la cadena montañosa, inicié la marcha mochila
al hombro por uno de los senderos del parque natural. Mis
sentidos no daban abasto: cauces de ríos atravesados por
balanceantes puentes colgantes, enormes peñascos
desprendidos de las cimas sumergidos en la corriente, cantos
de pájaros que nunca antes había escuchado, setas de vivos
colores emergiendo del húmedo musgo esmeralda…
››Entre majestuosos árboles centenarios, al cabo de unas
horas de marcha en las que la senda fue poniéndose cada vez
más vertical, aparecieron los primeros síntomas de cansancio.
Empecé a dejar de disfrutar del itinerario para asistir a una
serie de argumentos que me daba mi propia mente para
abandonar la larga caminata: “Si estás de vacaciones, ¿qué
necesidad tienes de hacer este esfuerzo? ¿Y si tienes una caída
por la ladera o te tuerces un tobillo en este paraje tan
solitario? Además, hace mucho calor. ¿Y si...?”
―Reconozco perfectamente esa conversación interna que
tienta al abandono ―afirmé.
―En lugar de emprender el regreso, decidí sentarme,
recuperar la respiración, y beber un poco de agua mientras
sentía correr gruesas gotas de sudor por mi frente.
››Rodeado de un sobrecogedor silencio contemplé el
profundo valle, escuchando allá, a lo lejos, el rumor del río,
sintiendo en el rostro la fresca brisa de altura. Mientras tanto
una ardilla, con una piña entre sus patas delanteras, me
contemplaba curiosa desde la rama de un longevo abeto
curtido por mil tempestades.
››Cuando me puse en pié media hora después, era un hombre
nuevo. Totalmente recuperado reinicié mi marcha ascendente
para llegar, diez minutos más tarde, a una preciosa y amplia
pradera tapizada de hierba en mitad de la ladera escarpada.
En aquel lugar verde e idílico se levantaba un pequeño y
acogedor refugio de madera que me pareció el paraíso. En él
pude reponer fuerzas disfrutando de la compañía y la
conversación de dos veteranos escaladores italianos, mientras
unas espectaculares vistas del valle y de las cimas coronadas
por la nieve se mostraban espléndidas ante mis ojos.
››Todo el esfuerzo anterior cobró sentido en esos momentos.
―Valió entonces la pena continuar a pesar del cansancio
―opiné―. Si no lo hubiese hecho, todo aquello que
experimentó en ese refugio del que guarda tan buen recuerdo
no existiría hoy en su memoria.
―Así es Ismael. En aquella jornada de montaña aprendí algo
que he aplicado con posterioridad a muchas situaciones que he
vivido. Descubrí que en el camino que lleva a la consecución de
tus anhelos, hay un punto en el que el desánimo hace su
aparición haciéndote perder la objetividad. En ese punto, tu
mente subraya sólo los aspectos negativos de cuanto te rodea,
volviéndote ciego a todo lo demás. Es como un tope que
pretende impedirte avanzar, haciéndote creer que no hay otra
salida más que el abandono. He comprobado y aprendido que
cuando esta sensación hace acto de presencia, lejos de pensar
en arrojar la toalla cediendo a la tentación de retirarse, hay
que vivirla como lo que es: una señal inequívoca de
proximidad, de que lo que buscas está, con mucha
probabilidad, a la vuelta de la esquina. Es el mismo objetivo el
que de esta manera te pone a prueba para saber si eres digno
de él. En este punto es donde muchas personas se detienen y
regresan a lo cómodo, a lo conocido, pues no saben que esa
tentación que incita a la retirada es un filtro que determina
quién puede acceder al bien que aguarda tras realizar el último
esfuerzo exigido como pago por su conquista.
››En la vida, como en la montaña, después de conquistar la
cima se acaba regresando al valle para volver a mezclarse con
los demás. El que ha vuelto de las altas cumbres tal vez
parezca uno más entre ellos, pero hay algo invisible que ya
siempre portará consigo, algo que atesora en su interior que le
hará diferente y le otorgará una posición de ventaja con
respecto a sus congéneres: la experiencia y el recuerdo de
haber estado “allí”.
DIVIDE TUS METAS EN PASOS

―S igue resultándome curioso que pueda extrapolarse


algo que se ha vivido en plena Naturaleza a
situaciones cuyo escenario se desarrolla, por ejemplo, en una
gran ciudad ― reiteré.
―Todo está conectado Ismael, absolutamente todo, y ese
estado de Atención que confío que amplifiques a partir de
ahora te dará la oportunidad de confirmarlo.
―¿Le ha ocurrido muchas veces lo de encontrar similitudes
entre la Naturaleza y los acontecimientos de la vida diaria?
―En infinidad de ocasiones.
››Me viene a la memoria un mes de Octubre hace muchos
años, cuando mi pelo aún era fuerte y oscuro.
››Durante cuatro semanas, reproduciendo el trazado que
menciona el Códice Calixtino ―el manuscrito iluminado del
siglo XII que describe la antigua ruta de peregrinación a
Compostela―, recorrí andando el Camino de Santiago desde
un pueblo del sur de Francia llamado Borce en dirección al
Finisterre gallego.
››Aquel otoño, ya en España después de bajar los Pirineos
desde el puerto de Somport y tras pernoctar en la ciudad
medieval de Jaca, decidí desviarme a San Juan de la Peña, el
antiguo monasterio románico donde según la tradición se
custodió durante siglos el Santo Grial.
››Sabía que para llegar a ese aislado enclave tenía que
abandonar el rumbo oeste y dirigirme al sur, pero en esa
dirección la aguja de mi brújula señalaba la Sierra de San Juan,
una abrupta cadena montañosa cubierta por una vegetación
compacta en apariencia impenetrable.
››Para alcanzar mi objetivo, en teoría debía adentrarme en la
sierra unos catorce kilómetros para ir y otros tantos para
regresar después a la ruta principal, lo que suponía un
esfuerzo adicional teniendo en cuenta los casi mil kilómetros
que aún me quedaban hasta llegar al océano Atlántico.
››A medida que me iba aproximando al punto en que debería
dejar atrás el camino, llegué a dudar si era buena idea
desviarme, pues la pérdida en el interior de esa espesa masa
de árboles supondría como mínimo tener que pernoctar una
noche en su interior, algo poco apetecible debido a la baja
temperatura que hacía, a las compactas y oscuras nubes, y a la
evidente amenaza de nieve.
››Al llegar al borde del cerrado bosque, entre las primeras
matas distinguí una pequeña senda, casi imperceptible, que en
apariencia seguía la dirección que pretendía. Era un camino
zigzagueante y prácticamente invisible que se enfrentaba a la
pendiente, más apto para los animales salvajes de la zona que
para el tránsito de personas. La vereda se fue abriendo ante mí
con recelo, mostrándose tan solo a cada paso, sin más
concesiones de perspectiva. Hubo momentos en que me
pareció que el camino terminaba y en los que estuve tentado a
volver sobre mis huellas. Aún así, observando con atención
cada lugar donde apoyaba el pié, metro a metro, fui
avanzando.
››Al cabo de unas horas, agazapado en un repliegue
escarpado de la sierra y rodeado de espesa vegetación, se
mostró magnífico ante mis ojos el vibrante lugar sagrado que
me aguardaba: San Juan de la Peña.
››Allí, en la inmensa cueva que acogía en su interior al
monasterio, en aquel espacio telúrico impregnado de historia y
de historias, contemplé emocionado las lápidas que daban
sepultura a los venerables abades y nobles caballeros
templarios custodios del Santo Grial.
››Tras una tarde de lento y silencioso caminar sobre las
verdinosas piedras empapándome de la energía del lugar, en
un pueblo cercano, una cama donde descansar y una sencilla
cena a base de sopa y huevos fritos con patatas acompañados
de un excelente vino Navarro fueron el premio final a una
jornada intensa e inolvidable.
››Ismael, como ese bosque que creí impenetrable, hay
cuestiones en la vida que se nos presentan en apariencia como
irresolubles por su dimensión. No hagas caso de tu
pensamiento si pretende desanimarte o asustarte incluso antes
de ponerte manos a la obra. Utiliza tu memoria: ¿no has
comenzado acaso a golpe de lunes semanas que se
presentaban muy, muy complicadas, y sin embargo llegaste al
sábado habiendo “sobrevivido” tras resolver en su momento lo
que tocaba cada día?
››Convierte a tu mente en tu aliada.
››Si el problema o el proyecto a acometer es grande, divídelo
en tramos, en fragmentos que puedas abordar por etapas
realizables y realistas. No lo dudes: el camino irá abriéndose
ante ti; lo importante es comenzarlo. Avanzando por él con fe y
determinación en la dirección que te hayas propuesto dando un
solo paso cada vez, antes de lo que crees alcanzarás con éxito
tu objetivo y disfrutarás de la merecida recompensa que te
aguarda.
CUANDO LA VIDA SE PONE CUESTA
ARRIBA

―E spero que como usted dice, se abra el camino para mí


en algún momento. Con este panorama de falta de
trabajo la verdad es que no estoy muy animado, y no veo
indicios de que las cosas puedan mejorar, más bien todo lo
contrario. Lo peor es que no sólo es el trabajo, últimamente
todo se tuerce en mi vida. Se está cumpliendo en mí el dicho
“cuando vienen mal dadas vienen todas juntas”, porque llevo
una racha...
―Mira Ismael, todos transitamos de vez en cuando épocas
especialmente turbulentas. En esas temporadas, con más
frecuencia de lo habitual, se ciernen sobre nuestras costas
oscuras y amenazadoras borrascas que van llegando como por
oleadas. Fuertes golpes de mar acompañados de intensas
ráfagas de viento embisten con insistencia y sin tregua, sin
darnos oportunidad a bajar la guardia. Nuestra vida es
sacudida por series rítmicas de acontecimientos amenazadores
que exigen que nuestra habilidad e intuición sean empleadas a
fondo para impedir que nuestra embarcación zozobre. En esos
momentos todo lo que suponíamos aprendido parece ser
cuestionado. La sucesión de desafíos es rápida, y rápida y
certera debe ser a cada momento la respuesta elegida.
››La aparición de esta gran densidad de frentes a abordar no
es lo más habitual, pero cuando se presentan juntos son algo
parecido a un ciclón inmenso y amenazador dispuesto a
devastar todo nuestro ordenado mundo, a poner a prueba
nuestra pericia como patrones de la (en apariencia) frágil
embarcación que es nuestra vida. En esas circunstancias nos
sentimos invadidos por la inseguridad, y dentro de nosotros
surge la duda sobre si tendremos la capacidad suficiente para
salir adelante temiendo no estar a la altura de los desafíos que
se nos plantean.
―Lo que acaba de decir es la fotografía en palabras de lo que
estoy viviendo desde hace meses.
D. Andrés continuó:
―La llegada de esta “tormenta perfecta” a nuestra vida se
anuncia con pequeñas señales que la Visión permite anticipar.
Percibimos indicios casi imperceptibles en forma de leves
contrariedades que aumentan en frecuencia e intensidad,
hasta desatarse el caos a nuestro alrededor.
››Cuando ya no hay duda alguna de que algo oscuro y
amenazador se cierne sobre nosotros, es momento de recoger
velas y de buscar un puerto seguro, y desde ese refugio, dejar
que los acontecimientos se manifiesten en todo su poderío
disfrutando incluso del espectáculo que nos ofrecen, como
cuando asistimos a la descarga de un fuerte aguacero
acompañado de truenos ensordecedores y cegadores
relámpagos.
―¡Increíble! ¿Así que es posible hasta “disfrutar” en una
situación de este tipo? ―pregunté.
―Tú lo has dicho. Por increíble que parezca, en mitad de ese
entorno caótico existe una zona en calma a la que podemos
acceder que nos proporcionará protección y un lugar adecuado
desde el que decidir con serenidad nuestros próximos
movimientos: el ojo del huracán.
››Más allá del ritmo frenético de una mente que dispara
todas las señales de alarma poniendo más énfasis en lo que va
mal que en lo que puede hacerse mejor, desde este lugar
tranquilo y estable, el centro del huracán, se tiene una visión
objetiva de lo que acontece. La puerta de entrada a través de
la cual podemos acceder a este punto es invisible para la
mayoría de la gente, ya que pasa fácilmente desapercibida: se
encuentra entre un pensamiento y otro.
››Es la rapidez con la que se suceden los pensamientos lo que
nos impide reparar en ese espacio, en esa ranura por la que
podemos penetrar cuando nos veamos atrapados por la
sucesión y el encadenamiento sin fin de una cavilación
negativa tras otra.
››Al acceder a ese lugar, ya no giramos nosotros mezclados
de forma caótica y sin referencias con todo lo que se ha
trastocado a nuestro alrededor. Desde allí podemos observar el
ciclo de revolución que llega a nuestro mundo (curiosamente
para poner orden en él), y lo hacemos sumidos en la calma.
››Lo que en esas ocasiones se manifiesta en nuestra vida
tiene mucha similitud con el cauce de un río que atraviesa un
tramo de rápidos y cascadas. Esa zona de aguas bravas por la
que de forma puntual discurre nuestra existencia, oxigenará y
vivificará nuestro curso, que antes o después volverá a fluir
con más tranquilidad. No tiene sentido desear
desesperadamente escapar de esa agitación que atravesamos,
ni supeditar nuestro bienestar a que aquello pase cuanto antes.
La duración de esa etapa será la que tenga que ser hasta que
las circunstancias, combinadas con nuestra memoria,
observación y habilidad, nos permitan dejar atrás el trecho de
aguas turbulentas.
―Pero cuando se está sumido en esa situación se pasa mal D.
Andrés... ―me lamenté apretando los labios sabiendo en carne
propia porqué lo decía.
―Es cierto, en esos momentos en los que parece que
vayamos al límite se pasa miedo y la adrenalina inunda nuestro
sistema, pero también hay en ellos un factor interesante de
desafío, de aventura, de superación... incluso de diversión. En
esas ocasiones podemos sentirnos abatidos y desbordados por
todo lo que se mueve caóticamente a nuestro alrededor, o por
el contrario, podemos aprovechar para experimentar la vida en
toda su grandiosa intensidad en plena lucha por la propia
supervivencia física o mental.
››Son períodos inciertos en los que con frecuencia se ponen
de manifiesto las consecuencias de errores pasados, pero que
también nos dan la oportunidad de llevar a la práctica lo
aprendido.
―¿Podría aconsejarme algo para tenerlo en cuenta la
próxima vez que me vea en una situación así?
―Algo que ayuda a superar este tipo de situaciones es
descansar en la certeza de que todo, todo, por desagradable
que sea, igual que llegó, pasará.
››Cuando esto ocurra, cuando quede atrás, lo vivido se
sedimentará en nuestro interior creando un nutritivo sustrato,
una tierra fértil, en la que crecerán sanas y vigorosas las
nuevas y enriquecedoras vivencias que llegarán después.
››Además, estos dilemas en los que la vida nos sitúa, hacen
que se pongan en funcionamiento mecanismos adormecidos,
recursos internos que poseemos que harán que desde el ojo del
huracán, desde ese espacio en calma que como te digo existe
entre pensamiento y pensamiento, surjan a través de la
creatividad nuevas estrategias para abordar los desafíos que se
nos plantean. La superación de esos desafíos es el peaje
ineludible que tendremos que pagar por la expansión de
nuestro mundo interno y la elevación de nuestra comprensión,
talmente como un montañero, que paso a paso y esfuerzo tras
esfuerzo, conquista un panorama más amplio al ascender por
la ladera inclinada del monte hacia esa cima que tiene la firme
determinación de coronar.
¿POR DÓNDE CONTINÚA EL CAMINO?

―V isto así, como usted lo acaba de describir, el hecho de


atravesar una mala época parece más una
oportunidad que una desgracia ―observé.
―Hay una canción que refleja muy bien en su letra esa
situación ―contestó―. Escucharla en el pasado en
determinados momentos, me ayudó a ver las cosas con mayor
claridad. Dice así:

Si estás tan mal párate y piensa


qué es lo que hiciste
y te llevó ahí

¿Qué… qué pasó


en tu camino
cuando la lluvia se desató?

Nada, nada se quedó en su sitio


nada quieto quedó
tantas cosas fueron llegando
que tu camino se perdió

Vive el dolor
es el camino
a tu sonrisa dará valor

Tú, juventud
vamos recuerda
días de fiesta, estrellas y color

Nada, nada se quedó en su sitio


nada quieto quedó
tantas cosas fueron llegando
que tu camino se perdió

Tú, lluvia y mar


Tú, una ribera
brillará por ti la luna llena

Súbete al tren
no te entretengas
la misma vida te abrirá la puerta

Nada, nada se quedó en su sitio


nada quieto quedó
tantas cosas fueron llegando
que tu camino se perdió

Que sí mi amor
vale la pena
así es la vida, como tú la sueñas

Sigue la luz
no tendrás pérdida
todo será así como lo creas
Nada, nada se quedó en su sitio
nada quieto quedó
tantas cosas fueron llegando
que tu caminó se perdió

Días sin sol


noches en vela
tan solo excusas para no ser feliz

Yo estoy aquí
llama a mi puerta
lo que yo sea será para ti

Todo, todo, todo… está en su sitio


la tormenta pasó
cuántas cosas me has enseñado
gracias, gracias mi Dios...
LA FORMA Y SU DISOLUCIÓN:
LA LLAMADA “MUERTE”

“C uántas cosas me has enseñado, gracias, gracias mi


Dios...”― pronunciaron en silencio mis labios repitiendo
mentalmente la última estrofa de la canción.
―Gracias a usted profesor. Gracias por todo el conocimiento
que ha vertido en mí estos días. Desconocía la necesidad que
tenía de lo que me ha llegado a través de sus palabras. Algo en
mi interior me dice que nada volverá a ser igual para mí
después de este encuentro.
―Intuyo que así va a ser Ismael. Sé que ya han cambiado
cosas dentro de ti, y también sé que a partir de ahora irás
viendo su reflejo en lo que te rodea y en tus logros.
››Eres afortunado por haber Despertado a estas verdades a
tu edad, porque dispones del resto de tu vida para
experimentar y crecer con ellas. La mayoría de la gente no
abandona nunca su estado de somnolencia, otros lo hacen a las
puertas de la muerte, cuando casi no queda tiempo. Aprovecha
el tiempo, no lo vivas indolentemente, es limitado, y tanto a ti y
a mí, como a cualquiera, cada vez nos queda menos.
Al ver su pelo blanco y sus cerca de ochenta años, pensé en
que él, por una cuestión de edad, en teoría estaba más cerca
que yo del fin. Una pregunta se me pasó por la cabeza. Dudé si
hacerla, si sería demasiado directa, pero después de todo lo
que había compartido conmigo, consideré que la recibiría con
naturalidad y que la contestaría con franqueza.
―Profesor, dice que el tiempo es limitado. Por la edad que
tiene, estoy seguro que hace esa afirmación con conocimiento
de causa. ¿Qué piensa de la muerte?
―“La disolución de la forma. La llamada muerte...” ―dijo en
tono solemne acompañando la frase de una sonrisa, como para
desdramatizar la palabra nefasta.
Durante unos segundos permaneció serio y en silencio con la
vista perdida en algún punto del suelo frente a él, como
ordenando sus pensamientos.
―Cuando observas una forma física ―comenzó a hablar sin
dejar de mirar al suelo―, una ventana por ejemplo, tu atención
se focaliza en dicho objeto. Sin embargo, otra manera de ver la
ventana es como algo que enmarca un espacio en apariencia
vacío.
››Si diriges tus ojos a la luna, ves la esfera redonda y
brillante, pero hay un telón oscuro de fondo que la rodea y
sobre el cual contrasta. Sin esa “nada” que existe entre los
objetos, las cosas no podrían ser perceptibles para nosotros.
››También la luz se desplaza veloz por el espacio en un
engañoso vacío, que sin embargo, está absolutamente lleno de
“algo”. El que ese algo sea invisible para nosotros no quiere
decir que el llamado “vacío” no contenga nada, de hecho está
demostrada la existencia en el universo de los llamados
agujeros negros que, aunque no podamos apreciarlos
directamente, sí es posible deducir su presencia por los
fenómenos gravitatorios que se dan a su alrededor.
››Es sabida la similitud que tienen las enormes galaxias o el
sistema solar con las estructuras de los diminutos átomos, que
agrupándose, dan forma a la materia. Lo que nuestros sentidos
perciben como algo aparentemente sólido, como por ejemplo la
sensación de consistencia al golpear con los nudillos una mesa
de madera, en realidad es el estruendoso choque de un
inmenso vacío contra otro jalonado con regularidad por unas
partículas de ínfimo tamaño: los átomos.
››La distancia existente entre estas pequeñísimas estructuras
y los microscópicos corpúsculos que gravitan a su alrededor
es, sencillamente, enorme. Para que te hagas una idea, si el
núcleo de un átomo fuese una canica en el centro de un
estadio, un electrón tendría el tamaño de la cabeza de un
alfiler girando a toda velocidad a la altura de las gradas.
››Si la superficie de la mesa es en realidad un vacío inmenso,
otro tanto lo son nuestros nudillos que la golpean: el cuerpo
que habitamos.
››Me preguntabas por la muerte... ―dejó en el aire.
››Pues bien... ―dijo inspirando hondo―. La forma, la nuestra
y la de los objetos, es una agrupación de partículas que dan
lugar a algo concreto que irremediablemente acabará
perdiendo cohesión con el paso del tiempo. En el ciclo sin
principio ni fin de la renovación de la materia ―representado
en la mitología hindú por la danza de Shiva―, esas partículas
volverán a disolverse y agruparse para dar lugar a nuevas
formas, como viene sucediendo desde hace miles de millones
de años... como polvo errante de antiquísimas estrellas que
somos.
››Esto ocurre, por ejemplo, con el sillar de una vieja iglesia
tallado en arenisca, una piedra que es el resultado de la
cohesión en el pasado de pequeños granos de arena
provenientes de fondos marinos o antiguos desiertos que
debido al paso del tiempo y a la presión se han convertido en
dura roca. Esta roca, por su interacción con los elementos, de
nuevo se irá erosionando hasta volverse otra vez arena en un
ciclo sin fin.
››Las distintas asociaciones y combinaciones entre los átomos
dan lugar a un árbol, una concha marina, al pomo de una
puerta, o a un ser humano.
››Esas pequeñísimas partículas son las que también dan
forma a tu cuerpo Ismael, el lugar que hoy habitas… pero no
son Tú.
››¿Dónde estás Tú en realidad? Mira tu mano. Viéndola
pensarás: “sí, es mi mano, forma parte de mí, soy la totalidad
de mi cuerpo incluida esta mano”. Imagina ahora que por un
accidente la pierdes. ¿Eres menos que antes?
››Lo mismo que ocurre con las diferentes partes del cuerpo,
la mano es una de las estructuras que forman parte de tu
organismo con la que puedes realizar infinidad de prácticos
movimientos, pero no eres Tú en un sentido profundo y
atemporal.
››Eso que afanosamente buscan los científicos y que no
revelan los potentes microscopios ni los más modernos
telescopios: el Ser, Dios, El Gran Espíritu... tal vez resida en los
inmensos espacios en apariencia vacíos que existen entre
nuestros átomos, siendo esas amplitudes a su vez sólo una
ínfima parte de algo inconcebiblemente más grande de lo cual
formamos parte y que nuestra pequeña y limitada mente es
incapaz siquiera de imaginar.
››Los grandes maestros han dicho: “Dios es invisible y a la
vez está en todas partes”. Esa “presencia” tan grandiosa e
incomprensible que desde hace siglos intentan definir las
religiones, no solo forma parte del infinito abismo al que nos
asoma el cosmos una despejada noche de verano, forma parte
de nosotros también, pues interpenetra nuestra estructura
física a nivel microscópico habitándola en las enormes
distancias que separan nuestros átomos.
››“Lo que es arriba es abajo y viceversa”. Somos parte de lo
divino y lo divino forma parte de nosotros, ahora, en este
cuerpo que tenemos, y también cuando dejemos de estar en él,
momento en que seremos reabsorbidos por la totalidad tras
abandonar esta estructura física temporal que hoy acoge
nuestra vida.
››Esa “Divinidad”, por ponerle un nombre, llena
absolutamente todo el espacio existente: desde las más lejanas
galaxias hasta los más pequeños intersticios atómicos de
cualquier objeto o ser que exista, y mucho más allá... reinando
en lo infinitamente pequeño aún por conocer, pues, de la
misma manera que a medida que la ciencia avanza se van
descubriendo nuevas partículas subatómicas, lo mismo ocurre
en sentido contrario, con un cosmos que, según la última
hipótesis de nuestra ignorancia, en lugar de estar
deteniéndose la fase expansiva que comenzó tras el Big Bang,
se está acelerando, y si se expande y acelera no lo hace sobre
el vacío, sino sobre este vasto e infinito espacio “lleno” de ese
“algo” intangible.
››La materia de nuestro cuerpo contiene de una manera
transitoria lo que de verdad y en esencia somos más allá de
nuestra apariencia. El aspecto físico es una identidad temporal
que por alguna razón hemos adoptado y que en un momento
dado dejará de estar cohesionada para volver al ciclo sin fin de
la disolución de la forma, regresando esos “ladrillos
constructivos” a la Naturaleza para la creación de nuevas
estructuras.
››Llega un momento en que nuestro cuerpo, por enfermedad,
accidente o vejez, deja de tener las características necesarias
para ser un soporte apto para la vida, y sencillamente esta lo
abandona de manera natural, como una hoja que en otoño y en
un lento caer, se desprende del árbol para volver a la cálida
tierra. Cuando ese momento llegue para nosotros, como gotas
de lluvia que se precipitan sobre el mar, perderemos nuestra
forma e identidad para fundirnos de nuevo tras un largo viaje
―o tal vez un parpadeo― en el inmenso océano primordial: el
Ser, nuestro origen y destino.
››La muerte, como tal, no existe, y por lo tanto al no existir
no tiene ningún sentido temerla.
―¿Y cuando nos encontramos con la muerte de frente?
―pregunté―. Cuando fallece alguien muy allegado a nosotros:
nuestra pareja, un padre, una madre, un amigo... ¿Por qué nos
causa tanto impacto?
―Ante el fallecimiento de un ser querido, lo que impresiona
de este proceso de renovación inevitable es el vacío que causa
la ausencia de esa persona en nuestra existencia; también las
lúgubres manifestaciones que en muchas culturas rodean el fin
de la vida: los fúnebres ramos, el ataúd, el duelo...
››Quien amamos, quien conocimos, quien habitó ese cuerpo
ahora vacío, ha abandonado su pequeña identidad
posiblemente respondiendo a una ineludible y lejana llamada
para retornar a su auténtica morada, para ser acogido por ese
“Algo” que intuyo inmenso, amoroso y maternal que un día lo
vio partir y que hoy lo recibe con los brazos abiertos.
LA PÉRDIDA: UNA PUERTA HACIA ALGO
NUEVO

P ermanecí largo rato en silencio interiorizando cuanto


acababa de escuchar.
A medida que D. Andrés había ido desgranando sus
argumentos, noté como el miedo a la muerte, que como una
sombra siempre me había acompañado, se disolvía en su
razonamiento hasta hacerlo casi desaparecer.
―Se me ocurre profesor ―dije rompiendo aquel silencio―
que una experiencia tan dura como perder un amor es una
especie de ensayo previo a la muerte última. De alguna
manera, es tan intensa, que no deja de ser una “pequeña”
muerte.
―Estoy de acuerdo contigo ―dijo D. Andrés―. La pérdida, en
cualquiera de sus formas, es una pequeña muerte, una
dolorosa vivencia que todo el mundo experimenta de diferentes
maneras y cuya asimilación constituye una parte
importantísima del proceso de crecimiento y aprendizaje.
››Como bien dices, una de las modalidades más intensas de
dolor ocasionado por la pérdida es la ruptura amorosa.
››La persona que en un momento dado desaparece de
nuestra vida, ha ocupado en la misma un determinado espacio
a lo largo del tiempo. Cuando deja de estar se crea un hueco
enorme, un inmenso vacío que ha de ser atravesado
necesariamente en soledad, un estado que de forma
inconsciente busca el individuo para su curación apartándose
de la gente.
―Es verdad, lo que apetece en esos momentos es estar solo
―confirmé.
―Las personas que nos rodean, con toda su buena voluntad,
intentan en estos casos acortar el tiempo necesario para
nuestra curación procurando que salgamos cuanto antes de la
situación que nos aflige: preocupándose por cómo estamos,
invitándonos a salir para distraernos, presentándonos a otras
personas...
››Pero el duelo y sus fases, el tiempo que vamos a necesitar
para hacernos a la idea de que ese ser que hemos perdido no
volverá a estar ya con nosotros, dura lo que tiene que durar. Es
un proceso natural que hay que pasar y no es posible ni
aconsejable acortarlo sin consecuencias. En estos tiempos se
han olvidado los efectos terapéuticos del dolor, el cual hay que
suprimir de forma inmediata, a toda costa, buscando para ello
la pastilla, la distracción, o el aturdimiento correspondiente.
››La descripción de los síntomas de la pérdida amorosa se
parecen mucho a los que se experimentan ante el fallecimiento
de un ser querido. En cualquiera de esas dos situaciones pasar
la rutina de un día entero se convierte en una heroicidad, y
mucho más la noche, pero cada vez que uno es vencido por el
sueño, la visión del nuevo amanecer significa que se ha dado
un pequeño paso hacia la sanación.
››De la misma manera que una herida necesita un tiempo
para cicatrizar en función de su gravedad, también éste nos
será necesario como medicina para que toda esa
desorientación en la que nos hallamos inmersos se vaya
aposentando y logremos hacernos a la idea de nuestra nueva
situación. Así, poco a poco, uno acaba saliendo de la niebla y
logra volver a pensar con claridad, la vida deja de verse en
blanco y negro, y observamos que, esporádicamente, aisladas
pinceladas de color vuelven a manifestarse en nuestra afligida
vida.
―¿Como una etapa que termina y otra que comienza...?
―sugerí.
››Exacto. Con el paso del tiempo se va adquiriendo
perspectiva, y descubrimos que en el transcurso de la vida se
manifiestan latidos, ritmos semejantes a mareas, a cuya
influencia todos sin excepción estamos expuestos. Reparamos
en que esa persona que ya no está a nuestro lado, hubo un
tiempo en el pasado en el que, a pesar de no existir en nuestra
vida, teníamos muchas razones para ser felices. Una noche,
tiempo atrás, el mar la posó con suavidad en nuestra playa, y
hoy, un brutal envite de ese mismo océano nos la arrebata
desgarrando nuestro corazón.
››Lo normal es que todo ese dolor que se experimenta y nos
rebasa cobre sentido con el paso del tiempo, viendo con
claridad al mirar hacia atrás que era necesario que esa
persona desapareciese para poder dar paso a nuevas
situaciones, personas y oportunidades, que llegan ahora a
nuestra vida para llenar ese hueco dejado por quien se ha ido,
y con quien, lo aceptemos o no, ha terminado nuestro período
de aprendizaje juntos, razón última por la que nuestras vidas
se han separado.
››Nada de lo que ocurre a lo largo de nuestro camino es
casual Ismael.
―Incluida la llegada y partida de personas a nuestra realidad
por lo que veo ―interrumpí.
―Incluida la partida y llegada de esas personas ―respondió.
››En nuestro progreso por la espiral ascendente de la escuela
de la vida, avanzamos hacia otros cursos superiores que nos
proporcionarán nuevos niveles de conocimiento. Esta
progresión nos obliga, necesariamente, a separarnos cada
cierto tiempo de profesores y compañeros de aula con los que
hemos compartido multitud de experiencias.
››Cuando termina una relación, gran parte del dolor proviene
del incumplimiento de falsas expectativas imaginadas que la
práctica ha revelado como irrealizables. Por otra parte,
también es frecuente como origen del sufrimiento y causa del
retraso de la curación, la no aceptación de la nueva realidad.
En casos de ruptura de parejas, incluso cuando quien ya no
está haya podido infringir hasta malos tratos, el alejamiento
sigue siendo doloroso para quien se queda porque produce un
hueco en su tiempo y en su espacio interior que mal que bien
antes estaba lleno, y que ahora sigue lleno, pero de soledad,
enfrentando al individuo a un vacío que le parece insoportable.
Esto hace que algunas personas no aguanten el tirón y vuelvan
sobre sus pasos desaprovechando la ocasión que les ofrece la
separación para rehacer sus vidas, volviendo a la situación
rechazada con anterioridad convenciéndose equivocadamente
de que es mejor “lo malo conocido que lo bueno por conocer”,
algo que indica falta de confianza en uno mismo y pavor a lo
desconocido.
››Este “miedo a enfrentar el miedo” sólo tendrá como
consecuencia la prolongación del dolor, hasta que se llegue a la
conclusión de que el precio a pagar por el propio rescate es
atravesar, durante un tiempo y en soledad, el aparente desierto
en el que la vida le ha puesto a uno.
››Más allá de la línea del árido horizonte, al final de la
travesía, recuérdalo, siempre aguarda fresca sombra, agua
abundante, y un lugar donde descansar.
LUZ EN LA OSCURIDAD

―E s verdad profesor. A veces la vida nos pone al límite


en un desierto que atravesamos exhaustos y que
parece no tener fin. En más de una ocasión he experimentado
esa situación y es sencillamente angustiosa. Hay momentos en
esa travesía en los que la prueba parece superior a tus fuerzas.
―Sin embargo ―señaló D. Andrés― ya ves que no es así,
puesto que me estás hablando de algo que ya superaste, que ya
has dejado atrás, porque si te hubiese llevado de verdad al
límite, no estarías aquí para contarlo.
―Es verdad, estoy vivo y puedo contarlo, pero es que a
veces, como comentábamos hace un rato, vienen todas juntas...
―Con respecto a esos duros momentos de prueba, quisiera
compartir contigo algo que viví en Sudamérica, en pleno
corazón de la selva andina.
››Hace muchos años, en un momento crítico de mi vida, tuve
la oportunidad de asistir en Perú en el seno de una comunidad
indígena a una ceremonia de Ayahuasca, una planta sagrada
que se ingiere tras varios días de rigurosa purificación.
››Aquella experiencia me mostró sin misericordia mi propia
realidad descarnada, poniéndome frente a frente ante las
muchas cosas fuera de lugar dentro de mí que no había sabido
o no había querido abordar durante mucho tiempo. En una
lucha a vida o muerte, esa noche bajé a los infiernos donde
había quedado atrapada mi alma con la firme intención de
liberarla.
››En mitad de la ceremonia, envuelto por las volutas del
incienso de copal, del resplandor de las velas y de los
hipnotizantes y misteriosos sonidos de la jungla, en el
momento de mayor desorientación, la voz del chamán que
dirigía la ceremonia vino a rescatarme del laberinto en el que
me hallaba perdido con los versos de su canto. Acompañado
por los sencillos acordes de un extraño instrumento de cuerda
y por una especie de sonajeros hechos a base de hojas secas
entrelazadas, escuché de sus labios, surgiendo de la noche, mi
propia historia:
Navegando en un agitado mar
me rodearon las tinieblas
la tormenta comenzó

Grandes olas surgieron


dudas, miedos, oscuridad...
hasta que un gran rayo revienta
y ves dónde vas

Fuerza, fuerza, cholito


que ya pasa la tempestad
rema, rema, que ya se acerca...
es la claridad.

››Estas sencillas palabras fueron cuanto necesité en aquella


ocasión para volver a la vida. Ese canto, esas cortas frases
pronunciadas en la hora más incierta, condensaban el
conocimiento milenario del inexorable ciclo del aprendizaje y
el precio ineludible que hay que pagar por él. Sabiduría con
liviana forma de canción convertida en firme asidero para
tiempos de duda sobre la propia capacidad para remontar.
››Todos navegamos en ese mar agitado joven Ismael. Todos,
sin excepción, tenemos que pagar un tributo en forma de
incertidumbre por nuestra búsqueda del conocimiento: desde
la elección más pequeña que se nos plantea a diario, al cruce
de caminos más complejo que pueda surgir en nuestro avance.
››Las cualidades terapéuticas de este sencillo canto andino lo
convirtieron en una potente y sanadora “canción medicina”
para mi espíritu. Esas negras nubes de las que habla, que
habitualmente vivimos como amenazadoras, son el anuncio del
nuevo claro que llega... para uno en ocasiones, para la
humanidad entera en otras.
››En momentos de duda y angustia, no pierdas la perspectiva.
Aguanta el tirón, coge aire, y deja que la gran ola pase sobre ti.
No lo olvides, nunca ha dejado de ser así: todo acaba pasando
y el sol siempre, ¡siempre!, termina desplazando las tinieblas
para volver a reinar majestuoso en el cielo.
―Tengo que retener todo lo que me está diciendo profesor,
tengo que retenerlo..., no puedo permitirme olvidarlo.
››Si lograse tener presente en todo momento lo que está
compartiendo conmigo, abrigar esa certeza de que los malos
momentos acaban pasando, tal vez así lograría no volver a
pasar más noches en blanco sumido en oscuros pensamientos
relacionados con mi futuro.
EL SUEÑO REPARADOR

―L e das demasiadas vueltas a la cabeza Ismael.


››No te digo que no sea bueno pensar, ¡pero hacerlo
en la cama...! Es el lugar menos apropiado.
››Presta especial atención a la calidad de tu sueño. Es
importante que descanses profundamente, pues entre otras
cosas, te facilitará una buena “digestión” de los
acontecimientos vividos durante el día permitiendo así la
adecuada asimilación e integración de lo que has
experimentado a lo largo de la jornada. Para ello hay que tener
la predisposición adecuada para entrar en él, y también valerse
de algún truco si la mente está agitada en el momento de
acostarse.
››Una forma de ver la cama es como el lugar en el que nos
dejamos caer rendidos al final de un día agotador. Otra es
considerarla una alfombra mágica en la que viajaremos a lo
largo de la noche a lugares sorprendentes, viviendo
situaciones, en ocasiones, desconcertantes.
››No se debe pasar directamente de la actividad al lecho al
final del día. Lo ideal es que haya un tránsito, un ritual que
vaya ralentizando el movimiento físico y mental preparándonos
para el reposo.
››La cama no es un lugar para pensar, sino para descansar,
algo que, mucho más que el pensar, nos ayudará a encontrar al
día siguiente la respuesta más adecuada a las cuestiones
pendientes.
―¿Y qué puedo hacer para deshacerme del hábito de buscar
solución a las cosas cuando debería estar durmiendo?
―Hay varias formas de apaciguar la mente. Una de ellas es
relajar los ojos y concentrarse en no moverlos bajo los
párpados. Cada vez que pasas de un pensamiento a otro, tus
ojos experimentan un pequeño movimiento. Detener ese
movimiento tiene como efecto que el pensamiento, a su vez,
también se pare.
››Si ves que tu mente está agitada, concéntrate en la lenta
entrada y salida del aire por las fosas nasales, sintiendo como
exhalas aire cálido e inhalas aire fresco. Verás como el
pensamiento se ralentiza. Comprueba incluso que, si retienes
el aire, tu mente se detiene.
››Observa que cuando estás alterado, cuando estás enfadado
por ejemplo, tu respiración está acelerada (“como es adentro
es afuera”). Sin embargo, al dormir, respiras lenta y
tranquilamente con el abdomen. Inspira y expira de esta
manera de forma consciente cuando estés a las puertas del
sueño, porque esta es la cadencia que tendrás al estar
dormido; así señalarás a tu cuerpo el camino hacia el descanso
profundo.
―Lo pondré en práctica esta misma noche.
―Estos y otros sencillos ejercicios ralentizan el pensamiento
y predisponen al sueño. También es muy agradable y útil para
este fin la lectura de un texto ligero que no exija una
concentración excesiva. Pero hay un instante preciso para
dejarlo, y es cuando tienes que volver atrás porque no has
entendido lo que acabas de leer. Ese es el momento de posar el
libro en la mesita de noche y dejarte arrastrar al mágico reino
de Morfeo.
››La combinación y aplicación de estas simples técnicas
harán que el nuevo día te encuentre descansado, lúcido, y
“Despierto” para vivirlo con intensidad.
››Por cierto, hay a quien le cuesta mucho levantarse
convencido de que no ha dormido las horas suficientes. Si esto
te pasa también a ti, observa que esa sensación, con
frecuencia, está sólo en los ojos, no en el cuerpo. Puedes
hacerla desaparecer justo antes de levantarte masajeándolos
con suavidad durante unos segundos con la punta de tus
dedos, primero en círculos hacia dentro despidiéndote
mentalmente del sueño, y después con círculos hacia fuera,
aperturando este sentido, predisponiéndote a todo lo que vas a
ver y experimentar a lo largo del nuevo día que comienza.
“SI LO HUBIESE SABIDO ANTES...”:
UN ENGAÑO DE TU MENTE

I nsisto D. Andrés: ojalá hubiese sabido todo esto mucho


antes. Tengo la sensación de haber perdido un tiempo
precioso.
―No Ismael, no. No caigas en esa trampa mental. A toro
pasado es muy fácil darse cuenta de que las cosas podrían
haberse hecho de otra manera, pero ese razonamiento no es
más que un juego de tu mente.
››Una mujer que después de mucho miedo e indecisiones
acaba tomando la determinación de poner fin a su relación de
pareja, es muy posible que pasado el trance, y viendo que le
van mejor las cosas, piense como tú: “Tendría que haber hecho
esto hace mucho. ¡Cuánto tiempo he perdido!”. Algo similar
pudiera pensar alguien que decide poner en marcha la idea
que ronda en su cabeza desde hace años, y viendo su buen
funcionamiento una vez llevada a la práctica, también se
recrimina por no haber dado antes el paso.
››Este tipo de acusación que la gente se hace cuando ya está
al otro lado es estéril, pues el acierto no puede tomar forma ni
antes ni después, sino en su justo momento. La realidad es la
que es y hay que aceptarla, y el error, o el tiempo que tardan
las cosas en materializarse, también son parte importantísima
del proceso de aprendizaje.
››Cuando se “Despierta”, entre otros muchos efectos,
empiezan a verse las cosas con mayor claridad, comprendiendo
los procesos que subyacen previos a la materialización de las
cosas.
››Cada vez que subimos un escalón en nuestra percepción, es
a partir de ese punto desde donde hemos de retomar nuestro
trabajo: desde un nivel superior. Lo que es absurdo es
lamentarse por no haber comprendido antes lo que hoy vemos
con claridad, algo que en todo caso debería ser motivo para
felicitarse, no para hacerse ningún tipo de recriminación.
››Como te digo, todo es fruto de un proceso. Hay que convivir
con el ritmo natural de las cosas. Cada evento tiene su
momento, y en muchas ocasiones es inútil o contraproducente,
tanto ralentizar, como precipitar los acontecimientos.
››Igual que sucede con un avión, cuando uno consigue
“despegar” dejando “en tierra” aquello que ha tomado la
determinación de abandonar, es porque ha logrado la
suficiente velocidad y energía para hacerlo. La distancia más o
menos larga que hemos recorrido por la pista de la vida antes
de salir al aire, es el tiempo que ha sido necesario rodar para
acumular la fuerza de impulsión e inercia necesarias antes de
poder levantar vuelo y elevar nuestras miras, y por tanto,
ampliar nuestra perspectiva del mundo. Nuestros potentes
motores han sido la memoria, la voluntad y la decisión (¡ahora
es el momento!), permitiéndonos dejar atrás lo que ya no nos
vale, lo que ya ha cumplido su propósito.
››Así es como aplicamos a nuestra vida el don que tenemos
de crear, de recrearnos, de volar cada vez más alto, razón y
consecuencia de la sabiduría que vamos adquiriendo a base de
alternar entre el placer y el dolor.
››Ese momento, el de tomar la determinación de actuar, se ve
o no se ve..., pero si lo has visto, no lo dudes, es tu hora, la
hora de lanzarte, de partir, de atrapar el “centímetro cúbico de
suerte” que te hará, de un gran salto, llegar aún más lejos.
LAS GRANDES VERDADES (PRÁCTICAS)
DE LA FILOSOFÍA

―P rofesor, perdone que le interrumpa, y más con lo que


voy a decirle. No sé usted, ¡pero yo tengo un
hambre...!
―¡Creí que no lo ibas a decir nunca! ―dijo bromeando.
››Te propongo ir hasta el Liceo ―sugirió―. Aprovechando
que tengo que hacer una gestión desde allí, podríamos comer
algo.
―No se hable más. Y nunca mejor dicho ―dije levantándome
del banco.
D. Andrés, apoyándose en su bastón, se incorporó con cierta
dificultad. Se puso el sombrero, me cogió del brazo, y con paso
lento y en silencio nos dirigimos hacia la salida del parque.
“¿Quién sostiene a quién?” ―pensé para mí.
Tardamos unos diez minutos en llegar al Liceo. Ese paseo
caminando juntos sin intercambiar palabra, ensimismado cada
uno en sus propias sensaciones, añadió un nuevo matiz a la
calidad de nuestro encuentro.
Una vez en la cafetería, pedimos un par de cervezas y unos
sándwiches que comimos ojeando al mismo tiempo la prensa.
―Mira ―me dijo señalando una de las noticias―, Europa
sigue con su “misión de paz” para “liberar” al pueblo Libio.
››Sólo ayer, en Trípoli, su misión de paz acabó con la vida de
33 civiles. ¡Qué gran mentira! Una más. Mientras tanto las
naciones europeas que organizaron la invasión desde lujosos
despachos, hacen sus cábalas buscando la mejor forma de
repartirse el negro botín que extraerán del subsuelo.
―Llevan a cabo su saqueo a plena luz del día, a la vista de
todos, sin el menor disimulo ―opiné―. Yo creo que nos
consideran estúpidos. Sonríen en la foto felicitándose ante el
mundo por lo “Robin Hoods” que son. ¡Ya, ya...! ¡Iban a poner
sus tanques y sus aviones para liberar a ningún pueblo si esos
territorios no estuviesen flotando en petróleo...!
››Ahora todos contentos: Estados Unidos ya tiene su
despensa de crudo en Irak y Europa en Libia, por supuesto con
el respaldo de la legalidad internacional, una legalidad hecha
por ellos mismos a su medida.
››Lo mismo ocurre con la banca internacional, con la
industria farmacéutica, con la armamentística... ¡Es
indignante!
―Ismael, no permitas que se te haga la sangre negra viendo
muchas de las cosas que suceden a tu alrededor y que
efectivamente claman al cielo. Son fuerzas oscuras demasiado
poderosas contra las que poco puedes hacer. Es suficiente con
que te des cuenta del engaño, eso quiere decir que estás
Atento, y como te digo, es suficiente, porque así, al menos, la
información que dejarás pasar dentro de ti estará “filtrada”, lo
que te permitirá tener “criterio propio”, algo de lo que carece
el rebaño.
››Lo más habitual, y ellos lo saben, es que la gente “trague”
sin cuestionarse lo más mínimo los datos tergiversados que
vierten a través de unos medios de comunicación que ellos
mismos controlan. Su objetivo es modelar una supuesta
realidad que crean a su antojo cada día y cada hora en función
de sus intereses. Su creación virtual se llama “opinión
pública”.
―Se tienen que reír un montón a nuestra costa.
―Ríete tú Ismael, ríete tú de ellos, porque son seres oscuros
a los que la vida, antes o después, acabará poniendo en su
sitio. El karma acumulado por el que algún día tendrán que
pagar no lo quisiera yo sobre mis espaldas.
››Asiste a éstas y a las muchas más cosas por el estilo que
suceden a diario en el mundo como si estuvieses presenciando
un espectáculo, una representación trágica en unos casos y
cómica en otros. Aprende de todo ello y no emprendas batallas
que te superen. La única batalla que vale la pena es la que
puedas librar contigo mismo para inundar de luz tus sombras.
―¿Desean café? ―preguntó el camarero dándome un susto al
aparecer de improviso por mi derecha con la intención de
retirar los platos.
―Sí por favor ―contesté.
―¿Tienen teléfono? ―preguntó el profesor.
―Sí, allí, junto aquella columna ―respondió el camarero
señalando al fondo del local.
―Discúlpame Ismael ―dijo el profesor levantándose― pero
tengo que hacer una llamada.
Mientras veía al profesor a unos quince metros de mí con el
teléfono en la mano y el bastón apoyado en uno de los asientos
giratorios de la barra, repasé en mi mente algunos de los
muchos temas sobre los que había departido con él durante
horas y horas a lo largo de casi tres días.
Pensé en lo superficial de la educación que todos hemos
recibido desde niños; en cuánto sufrimiento podría evitarse a
las personas si estuvieran al tanto desde una edad temprana
de los conocimientos que poseía D. Andrés, unos conocimientos
que llevados a la práctica podían abrir puertas en los
aparentes callejones sin salida en los que a todos, sin
excepción, la vida acaba enfrentándonos.
―Ya estoy de vuelta ―dijo D. Andrés sentándose.
―Profesor, aunque es nueva para mí, me identifico mucho
con su filosofía, con su peculiar forma de ver las cosas.
―Pues toda cuestión que tenga un tinte aparentemente
filosófico, le suena hoy a mucha gente como algo lejano y que
poco tiene que ver con su existencia diaria. Nada más lejos de
la realidad.
››La filosofía es una hipótesis sobre lo intangible, un intento
de desenmarañar el enredado ovillo de la existencia.
››La filosofía nos aporta vías de investigación y asideros para
relativizar acontecimientos y mostrarnos caminos. Esconde
dentro de sí, en estado potencial y simbólico, valiosísimas
claves para entender, disfrutar, y vivir la vida con sentido e
intensidad. Sin embargo son muy pocos los que llegan a
percibir su poder latente para promover en el individuo una
profunda transformación interna.
››En cierta ocasión, un anciano monje budista al que escuché
en una intervención pública dijo que la razón por la cual la
sabiduría oriental ha penetrado con tanta lentitud en occidente
es porque aquí ha sido entendida como algo..., sí..., exótico,
positivo, que habla de una cotidianeidad idílica, “pero la vida
es otra cosa para los de aquí”: este es el sentimiento general.
››Lo cierto es que las enseñanzas Zen, por ejemplo, entre
otras formas de pensamiento llegadas de esas latitudes, nos
transmiten nuevas formas de abordar las situaciones
ampliando nuestras opciones de respuesta frente a los
acontecimientos. Nos invitan a volvernos fuertes y a la vez
flexibles para emplear la energía justa y necesaria en la
resolución de los conflictos o en las encrucijadas de nuestra
existencia. Su mensaje es fundamentalmente práctico,
expresado muchas veces en lenguaje poético.
››Valga un ejemplo para ilustrar lo dicho.
―Le escucho D. Andrés
―Me parece bellísima la historia en la que un monje aporta
su visión a unos padres preocupados por cómo le iría la vida a
su hijo primogénito en el momento de abandonar la casa
paterna para independizarse.
››El maestro les explica que ellos son los arqueros y su hijo la
flecha. Los años transcurridos desde su concepción hasta el día
de su partida son los que emplearon en tensionar la cuerda de
su arco, quedando representada en esta energía contenida
todo lo transmitido por ellos a lo largo de ese tiempo: la
auténtica herencia que acompañará a su hijo durante su vida.
››La dirección y la fuerza con la que la saeta sale al mundo
simboliza el “mejor saber hacer” de los padres: la educación
dada, los valores transmitidos, el ambiente familiar, el cariño
entregado...
››A partir del momento en que la flecha surca el aire, en su
vuelo predomina la energía que la impulsó, pero ahora estará
también, en su independencia, influida por vientos
imprevisibles que se cruzarán en su camino y que la llevarán
(“confía en la corriente que te lleva”) a las tierras más
adecuadas para su evolución. En ellas, aunque las cosas en
algún momento vengan mal dadas, siempre podrá disponer de
los valiosos recursos vivos e invisibles que le fueron
entregados por sus padres y que atesora en su interior.
CONFÍA EN LA SABIA CORRIENTE QUE TE
LLEVA

―A ntes dijo: “confía en la corriente que te lleva...” Estoy


de acuerdo palabra por palabra ―afirmé―. Le
contaré porqué profesor.
››Cuando tenía veinte años, con un amigo del club de
montaña al que pertenezco desde joven, decidimos descender
el cauce alto del río Lérez sin más equipo que nuestros trajes
de neopreno y unas pequeñas aletas. Fue una de esas locuras
que hacen que el “Angel de la guarda” haga horas extras con
uno a pesar de haber dejado la infancia hace tiempo.
››Durante la primera hora de bajada, cada vez que oíamos
delante de nosotros movimiento de agua nos deteníamos y
desde la orilla inspeccionábamos con cautela la dificultad del
tramo para abordarlo de una u otra manera. Pero las dos horas
siguientes, debido a lo escarpado de las paredes entre las que
discurría el río y a la velocidad del agua, se convirtieron en una
sucesión ininterrumpida de cascadas y trechos peligrosos que
superamos como pudimos sin la más mínima posibilidad de
retroceder.
››Hubo un momento en el que, exhausto, con el cuerpo
entumecido por el frío y con los codos y caderas golpeados por
los grandes cantos rodados ocultos bajo el agua, creí que había
llegado el fin para mí. En ese momento, como si fuese un
tronco inerte arrastrado por la poderosa corriente, me vi
dirigiéndome veloz y sin control hacia una enorme piedra
situada a veinte metros de mí desprendida siglos atrás de la
parte alta de la garganta y sumergida en el torrente
dividiéndolo en dos ramales. Con las manos delante de la cara
para intentar protegerla, ante la inminencia del terrible
impacto dejé de mover piernas y brazos, y relajándome ante lo
inevitable, me abandoné a mi fatal destino. En ese momento,
un segundo antes del choque, como si fuese un pelele, la
corriente desvió mi cuerpo del peñasco rodeándolo por su
izquierda, haciéndome cabalgar sobre una ola de más de tres
metros de altura dejando mi rostro a diez centímetros escasos
de la dura roca. A partir de ahí, poco a poco, el agua fue
perdiendo velocidad hasta casi detenerse en una zona de aguas
tranquilas río abajo.
››De ese ensanchamiento de la corriente partía el estrecho
camino de pescadores por el que pudimos salir más tarde mi
amigo y yo, pero antes, agotados e incapaces siquiera de
sacarnos los trajes, durante dos horas permanecimos tumbados
sobre la yerba de la orilla, absorbiendo a través de nuestros
neoprenos negros el calor de un sol que necesitábamos para
librarnos de una hipotermia reflejada en nuestros rostros
azules.
››Ya ve qué cosas se hacen de joven, profesor.
―Interesante experiencia. Se ve que no era tu momento, de
lo cual me alegro mucho porque de otra manera no estaría hoy
disfrutando este agradable encuentro.
―Muchas gracias ―contesté un poco azorado.
―Tienes que sacar rentabilidad a lo que viviste. Fue un
acontecimiento crucial en el que tu misma vida estuvo en
juego. Puedes apoyarte en ese recuerdo tan intenso para
atravesar con mayor facilidad futuros momentos de
incertidumbre que puedan cruzarse en tu camino “confiando
en la corriente que te lleva”. Deja la desesperación para los
demás, para los que prefieran decidirse por esa opción inútil.
››Ismael, más allá de las cosas que te ocurren o las
decisiones que tomas desde el pequeño yo que habita detrás de
tus ojos, hay algo mucho más grande que tú que te protege y
rige tu destino. Tú lo has llamado el Angel de la guarda.
››A veces uno se ufana de sus pequeños o grandes logros
ensalzando su ego, atribuyéndoselos como propios. Cuando
esto ocurre es porque, por un momento, tus planes y los planes
“previstos” para ti coinciden puntualmente en el tiempo. Pero
esto, como sabes, no siempre es así.
››Cuando hayas hecho cuanto has podido, cuando a pesar de
tus esfuerzos las cosas se tuerzan hasta el punto de no llegar a
entender lo que está pasando... abandónate. Abandónate a esa
corriente real y poderosa que te lleva y que sabe lo que te
conviene, a esa corriente que igual que te dio algo en el pasado
para que lo disfrutases (una propiedad, un trabajo, una
compañía...), hoy te lo quita porque necesitas pasar a otra fase
en tu aprendizaje. El sufrimiento está en el abandono de lo
conocido, de lo cómodo, de lo familiar, está en la dificultad de
soltar lazos con aquello a lo que has estado unido.
››Una vez experimentes en profundidad el vínculo que te une
a ese “Algo” que está más allá de ti, ese “Algo” que te protege y
que se manifiesta a través de tu persona de forma única
haciéndote diferente a los demás, entre otras muchas cosas ya
no buscarás parecerte a nadie, sino ser el reflejo fiel de una
realidad amorosa que habita en tu interior y que al mismo
tiempo lo abarca absolutamente todo expresándose a través de
ti de una manera sin par y genuina.
―No sé qué contestar a lo que acaba de decir D. Andrés,
pero viendo en la distancia lo que me sucedió en el río, y
después de escucharle, tengo la sensación de que en aquella
ocasión unas grandes manos me tomaron entre ellas
evitándome el peligro.
¿NO TE GUSTA TU REALIDAD?
EN TU MANO ESTÁ EL CAMBIARLA

―I smael ―prosiguió D. Andrés― no quiero dejar de


mencionarte que, al margen de que de forma
esporádica podamos sentir a ese “ángel protector” tomando las
riendas de nuestra vida en un momento delicado, el esfuerzo a
realizar para superar las pruebas a las que nos enfrentamos
nos corresponde única y exclusivamente a nosotros.
››Hay un importantísimo motor que pone en movimiento
nuestros pasos y que tiene dos direcciones de marcha: nuestro
intento de escapar de todo lo que nos es doloroso y la
búsqueda del placer.
››Al igual que la resistencia del interior de una bombilla
emite su luz gracias a estar entre un signo de corriente
negativo y otro positivo, así nuestra existencia discurre entre
esos dos polos en apariencia opuestos del dolor y el placer
produciendo el resplandor de la vida.
››No son pocas las ocasiones en las que atribuimos nuestro
malestar a circunstancias desfavorables, a personas que no nos
valoran ni comprenden, o al “cruel” mundo que nos maltrata.
Es esta una lectura simple de los hechos que no contribuye en
absoluto a la mejora de nuestra situación vital.
››Hay mucha gente inmadura incapaz de asumir su parte de
culpa en lo que respecta a los derroteros negativos por los que
discurren sus asuntos, siendo mucho más fácil para ellos
adjudicarse el papel de víctimas echando por sistema esa culpa
a algo o a alguien. Estos individuos son desconocedores de la
existencia de la Ley de causa y efecto. No se han dado cuenta
todavía de que son ellos mismos el origen de muchos de los
sufrimientos que padecen. Todo el mundo, hasta que
comprende en profundidad cual es su parte de responsabilidad
en lo que le acontece, pasa en su evolución por esta fase de
visión distorsionada de los hechos. Estas personas
sencillamente están en proceso de llegar a “ponerse en
marcha” para cambiar las cosas, sus cosas. Para ello es
necesario que en el platillo de su balanza se acumule gota a
gota la hiel que experimentan en su vida hasta que un día vean
claro que son ellos los únicos que pueden hacer oscilar en
dirección contraria el fiel de la balanza. A partir de este punto,
de golpe o de forma paulatina en función de su energía,
abandonarán lo que no les ha funcionado hasta ese momento
convirtiéndose en investigadores de sí mismos y de los
resultados de su interacción con la vida, aplicando el método
empírico de ensayo/acierto-error. Descubrirán así, al ver hacia
atrás, que la posibilidad de ser felices siempre la tuvieron al
alcance de sus manos, y que no era tanto una cuestión de que
el entorno se pusiese a su favor como de haber mantenido una
actitud adecuada ante cada situación o desafío que se les
presentó en el pasado. Todo puede ser diferente para ellos a
partir de ese instante.
LAS APARENTES PARADAS:
TODO FLUYE, NADA SE DETIENE

―¿Y cuando las cosas no avanzan tan rápido como


quisiéramos profesor, cuando a pesar de nuestro
empeño todo va desesperadamente lento y la impaciencia hace
acto de presencia?
―Cuando las circunstancias te obliguen a ralentizar tu ritmo
forzándote incluso a pararte, no sufras inútilmente pensando
que estás aquí queriendo estar allí. En esos momentos cede a
la realidad y detente, pero hazlo de manera consciente, como
si fueses tú el que ha tomado la determinación de plantarte.
Mira entonces a tu alrededor afinando tu atención y pregúntale
a la vida: “¿por qué haces que me detenga, en qué quieres que
repare, que tienes aquí para mí?”
››Y no me estoy refiriendo sólo a las paradas “importantes”.
El tener que interrumpir tu camino como peatón ante un
semáforo en rojo, por ejemplo, puedes convertirlo en una
ocasión para “romper tu continuidad” de prisa, una prisa sin
sentido que mantienes incluso cuando no la tienes, siendo un
mero reflejo del ritmo frenético en el que con frecuencia nos
hallamos inmersos. La vida no da puntada sin hilo, y esa
parada en el paso de peatones puede darte la oportunidad de
percatarte de algo que no hubieses captado de no haberte
detenido, de darte un respiro en tu acelerado caminar, o tal vez
de observar a alguien, que como tú, espera al otro lado de la
acera a que el semáforo le permita atravesar la calle y que
puede tener en su aspecto o su mirada algún mensaje para ti.
››Lo mismo ocurre cuando vamos en coche: podemos
desesperarnos ante la lentitud del tráfico de la ciudad, o
adaptarnos a él y decidir aprovechar esos espacios de tiempo
aparentemente muertos para asistir en primera línea al
espectáculo que ofrece la intensa actividad de la urbe
observándola como si fuese un organismo vivo. Con esta visión,
los coches de policía que atraviesan veloces el centro para
impedir un atraco se transforman a nuestros ojos, por ejemplo,
en glóbulos blancos que defienden de gérmenes la ciudad; los
camiones de reparto en glóbulos rojos transportando
nutrientes a los diferentes “órganos”, y las calles, en el sistema
circulatorio por el que se desplazan.
―Nunca se me hubiese ocurrido ver la ciudad de esta
manera profesor ―dije sonriendo.
―Pues si lo piensas verás que tiene muchas similitudes.
››Como te decía con respecto a las paradas, a veces la
obligación de detenerse llega de golpe, sin previo aviso,
convirtiéndose en algo ineludible. Un caso sería cuando una
enfermedad o un accidente inesperado obliga a la persona a
estar postrada. Tal vez sea para que compruebe que, a pesar
de su frenética actividad y de creerse imprescindible, el mundo
puede seguir girando sin su presencia, o quizá para que ponga
en orden ciertas cosas en su vida que ya no admiten más
demora y que debido a la prisa ha ido postergando. Pararte,
tomarte un tiempo, te da la oportunidad de recapacitar para,
en base a todo lo experimentado, descubrir y extraer de lo
vivido en una destilación alquímica las claves que contiene.
Esto te ayudará, entre otras muchas cosas, a no volver a
repetir errores.
―Estoy pensando que esto de vivir sabiamente tiene mucho
que ver con reequilibrarse en un entorno que no deja de
zarandearnos ―dije―. Me viene a la cabeza la imagen de esos
muñecos que tienen por base una semicircunferencia con un
contrapeso que al empujarlos se balancean de un lado a otro
hasta volver a ponerse derechos.
―Me gusta esa imagen ―contestó divertido el profesor.
››Hay personas que al no tener ese contrapeso en su interior
para reequilibrarse (algo que uno va desarrollando de forma
consciente cuando “Despierta”) quedan con demasiada
frecuencia tumbadas ante las pruebas a las que les somete la
vida, siendo en ocasiones extremas incapaces de levantarse o
consiguiendo hacerlo a duras penas para volver otra vez,
víctimas de la inercia y la comodidad, “a lo mismo de siempre”
a pesar de saber por experiencia que no funciona. Como bien
dices, estos individuos volverán a ser zarandeados por las
circunstancias una y otra vez, una y otra vez, hasta que se den
cuenta de algo tan simple como que no es que la vida se cebe
en ellos, sino que no se han parado a analizar qué es lo que
“les ha vuelto a ocurrir” y “porqué” para poner los medios que
impidan que se repita en el futuro.
››Efectivamente la vida nos balancea en un constante
movimiento interno y externo que tiende a desestabilizarnos.
El auténtico desafío está en mantener dentro de ese ir y venir
de las cosas, de las personas y de las situaciones, una actitud a
mitad camino entre observador y protagonista sin dejar que lo
que vaya ocurriendo nos afecte en exceso.
››Debemos actuar en cada escenario que se nos presente
eligiendo la opción que creamos más conveniente, pero
abandonando de inmediato esa circunstancia a nuestra espalda
para prestar total atención al próximo lugar en que deberemos
apoyar nuestro pié.
››Hay que evitar entrar en el juego mental de retroceder en
el tiempo pensando y repensando lo que “deberíamos” haber
dicho o hecho en esa situación que ya ha quedado atrás.
Debemos incorporar a nuestra vivencia tan solo la esencia de
la experiencia, la enseñanza que subyazca tras nuestra
acertada o equivocada elección, con el objetivo de estar, la
próxima vez, más cerca de la actuación impecable.
―Y no recriminarnos... ―agregué.
―Y no recriminarnos, sí. Los deslices deben ser vividos sin
una excesiva autocrítica y con la dosis acertada de humor para
desdramatizarlos, pues en la mayoría de los casos no pasan de
simples contrariedades. Muchos de esos deslices no son más
que la constatación de que en no pocas ocasiones los
acontecimientos sencillamente no coinciden con nuestros
planes, o por decirlo de otra manera, con los planes que tiene
la vida para nosotros en ese momento.
››No hay que darle demasiada importancia a una expectativa
no cumplida. La vida tiene su propio lenguaje, y siempre que
algo no se nos concede o se nos muestra esquivo, si nos
detenemos a escuchar el eco que esa situación produce, con
mucha probabilidad descubriremos que “alguien”, desde muy
lejos, a nosotros, sólo a nosotros, nos susurra al oído algo que
hemos pasado por alto. Cuando te ocurra esto, en una íntima
complicidad, te sonreirás a ti mismo al comprobar que esa voz
estaba en lo cierto.
DANZANDO CON LA VIDA

A l terminar su última frase, D. Andrés permaneció durante


un par de minutos en silencio con los ojos entrecerrados y
la mirada perdida en un punto indefinido del artesonado del
techo. Durante ese tiempo estuvo como ausente, deambulando
por algún lugar de su memoria inaccesible para mí. Pensé que
tal vez estuviese recordando una de esas veces en las que, en
un cruce de caminos, ese “Algo” del que hablaba también a él
le susurró aquello que había pasado por alto.
Interrumpiendo su reflexión, mirándome fijamente a los ojos
me dijo:
―Ismael, repara en la belleza que emana de cualquier
experiencia vivida con intensidad cuando realizamos, con plena
atención y absoluta dedicación, el acto preciso que requiera de
nosotros cada situación y cada momento.
››Así es como debemos obrar, con total entrega, poniendo
todo nuestro ser en cada uno de nuestros movimientos, sin
difusas expectativas, sin ansiedad por querer ver los resultados
de nuestra acción, haciendo de cada acto, por pequeño que
sea, una obra de arte.
››Actuando de esta manera asistirás al despliegue siempre
inédito de los nuevos escenarios que sin descanso surgen a tu
alrededor; observarás los variados campos en los que a diario
te mueves, todos ellos llenos de infinitas posibilidades
floreciendo a cada instante.
››Apóyate confiado en el paso exacto que te corresponda dar
en este preciso segundo, el que te permita seguir manteniendo
el equilibrio en el entorno en perpetuo movimiento que es la
vida. ¿Sigues en pié tras el envite que te pone a prueba? Y
aunque así no fuera ¿has hecho cuanto has podido? Entonces
el objetivo está cumplido.
››En cualquier acto que realices, y en especial en terrenos
resbaladizos tanto en el plano físico como psicológico, el paso
que des para avanzar debe concentrar todo tu saber, la flor y
nata de tus vivencias, todo lo que hayas podido “destilar” de
ellas tras multitud de aciertos y errores. Son infinitos los
cálculos matemáticos que tu cuerpo realiza para que, en un
terreno inclinado y peligroso, te apoyes firmemente y evitar así
la caída. Tras haber apoyado el pié, si todavía mantienes el
equilibrio: o tienes suerte, o lo estás haciendo bien.
››Lo mismo ocurre al abordar los problemas.
››Mira a tu alrededor, muchos han perdido ese equilibrio
interno ante los desafíos de la vida y han dado con sus huesos
en el suelo, mientras otros, muy próximos a ti, a duras penas
logran permanecer erguidos de manera todavía más inestable
que la tuya. Ellos reconocen tu situación como más ventajosa, y
tú el peligro en el que se encuentran. Te das perfecta cuenta
de que, como ellos, en circunstancias de auténtico riesgo, si tu
Atención no fuese la adecuada también serías candidato a
deslizarte por esa pendiente en forma de oscuro remolino que
se hunde vertiginosamente en el negro abismo.
››A no ser que no quede más remedio, no se trata de evitar a
cualquier precio ser engullido por ese precipicio salvando las
situaciones a base de descoordinadas y desesperadas
zancadas, sino de conseguir, como si de una danza se tratase,
que la elegancia y la belleza estén también presentes en los
movimientos necesarios para recuperar la estabilidad perdida.
››Es de esta manera como nos convertimos en constructores,
en artífices (hacedores de arte) de nosotros mismos. Así es
como vamos tallando, uno tras otro, esos sillares de los que te
hablé, los que pasarán a formar parte de nosotros en el nivel
más profundo e imperecedero, los que nos permitirán un día
llegar a Ser. Para ello, aquello que hemos atesorado como fruto
de lo vivido, deberemos concretarlo en cada uno de los
precisos golpes de cincel que iremos dando al bloque en bruto,
a la situación que llega, haciendo desaparecer de él lo que le
sobra, lo que es accesorio, para hacer que aflore únicamente la
luz de su esencia.
LA DESILUSIÓN: ATERRIZAJE ABRUPTO
EN LA REALIDAD

A l hilo de lo que acababa de decir D. Andrés sobre el acierto


y el error, le pregunté:
―Supongo que alguna vez se habrá desilusionado al sentirse
defraudado por alguien, o al no haber logrado alcanzar aquello
que se proponía. ¿Conoce usted esa sensación?
―Por supuesto que la conozco, como tú, sin duda.
››A lo largo de la vida no son pocas las ocasiones en las que
se experimenta sufrimiento al ver que no se cumplen las
expectativas que se tienen sobre asuntos o personas. Lo mismo
sucede al comprobar cómo, una vez más, el logro del ansiado
objetivo vuelve a alejarse de nosotros.
››Supeditar nuestra felicidad a la consecución de algo con lo
que soñamos sólo puede acarrearnos sufrimiento, pues es
harto frecuente que no se logre obtener lo que se intenta
alcanzar o que se demore más de lo previsto en el tiempo.
››Uno imagina algo, se ilusiona con ello, elabora un plan y se
pone en marcha. Pero hay que tener en cuenta que, aparte de
nuestro deseo, son muchas las circunstancias ajenas a nosotros
que pueden influir en la empresa que nos proponemos.
Nuestro papel es hacer cuanto esté en nuestra mano para que
las cosas sucedan de la manera más parecida posible al plan
que nos habíamos trazado. Tras actuar de esta manera, el
trabajo que nos corresponde, como antes te señalé, está
realizado.
―En el mundo del montañismo ―intervine― se enseña que lo
importante en una caminata o en una ascensión no es llegar a
la cumbre, pues el conseguir coronarla va a depender de
muchos factores, algunos de ellos ajenos a nosotros: del tiempo
atmosférico, de nuestra preparación física y psíquica, de la
dificultad, de los imprevistos, etc. Lo primordial no es tanto
alcanzar la cima como “estar” en cada paso del camino
percibiendo con intensidad cuanto te rodea y las sensaciones
que desencadena en ti el paisaje, el cansancio, la superación,
la belleza, el peligro... Así me lo enseñaron los veteranos del
club de montaña del que formo parte desde que era niño.
―Estoy de acuerdo ―confirmó el profesor―.
Extrapolándolas, todas estas cosas, y muchas más, suceden a
lo largo de nuestra jornada diaria, aunque es frecuente que nos
resulten invisibles por la obsesión de “querer llegar a”, una
actitud que hace que vivamos cada situación que se cruza en
nuestro camino, en lugar de como un acontecimiento
irrepetible, como un incordio que tenemos que sufrir como
peaje ineludible para poder alcanzar el objetivo que nos hemos
propuesto.
―Es cierto. Muchas veces la obsesión por alcanzar aquello
que ansiamos hace que se vuelva invisible lo que tenemos ante
los ojos ―comenté.
―Se dice que una retirada a tiempo es una victoria
―continuó D. Andrés retomando el tema de la desilusión―. El
no conseguir algo no tiene necesariamente que ver con “ser
incapaz de...”; a veces es una clara señal que nos da la vida
para que, por alguna razón, demos marcha atrás, diciéndonos
con delicadeza a veces y con más energía en otras: ¡Por aquí
no es...! Recapitulando a posteriori tras una situación así,
podemos llegar a la conclusión de que no era ese nuestro
camino, o al menos no en ese momento; si es el caso, siempre
podremos más adelante volver a intentarlo con otro
planteamiento, otra preparación, o en otras circunstancias más
adecuadas que nos faciliten esta vez conquistar lo que nos
habíamos propuesto.
››En un principio, ante lo no conseguido, surge la desilusión
con el “bajón” correspondiente. Hay que contar con él y estar
mentalizado para remontarlo cada vez en el menor tiempo
posible para no perder así ni tiempo ni energía en lamentos y
recriminaciones.
››Reconocer la derrota con deportividad y una sonrisa es un
buen inicio para un nuevo comienzo, en la misma, o puede que
en otra dirección. Al fin y al cabo la corriente de la vida es
sabia y poderosa, y es muy posible que sea ella la que, sin
nosotros saberlo, nos aleje en ocasiones de lo que no nos
conviene o de aquello para lo que aún no estamos preparados.
››En todo caso, el mejor antídoto para la desilusión es la
aceptación, la aceptación de la realidad, la aceptación de lo
que “es”.
LA ACEPTACIÓN:
EL COMIENZO DE LA SANACIÓN

―P ero la realidad con frecuencia es dura y muchas veces


no es fácil de aceptar profesor.
―Sin embargo el sufrimiento no está en el hecho en sí, sino
en la forma en la que lo vivimos. Si decidimos negar “lo que
es” lo único que conseguiremos será prolongar en el tiempo
nuestro dolor. Este siempre surge cuando hay falta de
aceptación, y su intensidad tiene que ver con el grado de
resistencia, de oposición a aquello que se está viviendo y que
es inevitable.
››Cuando algo nos contraría lo más habitual es que surja un
período de negación, un tiempo que la mente utiliza para irse
haciendo a la idea. Aunque como bien dices muchas veces no
es fácil, conviene mentalizarse a la nueva situación cuanto
antes para perder la menor cantidad posible de energía.
››La evolución hacia la sanación, hacia el reequilibrio,
comienza cuando uno acepta lo que ocurre. El mero hecho de
hacerlo, de decidir “aterrizar” en la realidad, aporta, ya en
primera instancia, un gran alivio. Es a partir de aquí donde
debe dar comienzo el intento de salir de la situación
procurando no cargar con reproches, resentimientos, etc.
››Sin duda cuanto más tiempo se tarde en aceptar lo que
ocurre, más lejos se está de “estar Despierto”; de hecho,
permanecer en esta actitud de no aceptación significa que se
sigue “soñando”, que no se está plenamente en la realidad.
››La aceptación es algo que puede y debe ejercitarse en cosas
pequeñas en previsión de situaciones más graves que pueden
cruzarse en nuestro camino más adelante. La vida diaria nos
da mil ocasiones para practicar: no lamentándonos por una
oportunidad perdida, no mostrando disgusto si llueve o hace
sol, evitando renegar de una contrariedad nimia adaptándonos
a ella, etc.
››Cuando no podamos cambiar algo, en lugar de luchar
inútilmente contra ello tenemos que acostumbrarnos a
colaborar con lo inevitable, aprender a armonizarnos con lo
que ocurre sea lo que sea confiando en que, aunque de
momento no comprendamos el porqué de aquello que nos
contraría o nos hace sufrir, existe alguna razón por la que esa
circunstancia que experimentamos debe ser vivida.
››Lo hablamos, ¿te acuerdas?: “Confía en la corriente que te
lleva...”
CUANDO NADA PARECE FUNCIONAR

―D Andrés, ¿cree usted que las cosas están tan mal como
se escucha últimamente? ―dije cambiando de tema―.
Lo pregunto porque ya no es sólo que lo repitan con insistencia
en los medios de comunicación. Como sabe, yo mismo me
encuentro sin trabajo desde hace muchos meses, y otro tanto
les pasa a varias personas de mi círculo más próximo. Pero no
es sólo la economía, hay en el ánimo de la gente una sensación
como de desasosiego, incluso cierto temor. Nada parece
funcionar correctamente. Es como si el mundo estuviese patas
arriba.
―Las cosas nunca están mal Ismael, están como deben estar.
Siempre son la consecuencia de lo que ha sucedido con
anterioridad, y esto es aplicable tanto a la situación personal,
como a la económica, ecológica, política...
››Efectivamente, y más en estos tiempos de crisis, es
frecuente escuchar esa frase de “las cosas están mal”
expresada en tono de queja, como si fuese algo ajeno a
nosotros lo que nos agrede amenazando nuestra tranquilidad o
nuestro medio de vida.
››Siempre sucede lo que tiene que suceder y siempre hay
algo que lo origina: los ríos discurren por los valles porque
antes llovió en las montañas; un niño viene al mundo porque
un óvulo fue fecundado; nieva en lugar de llover cuando la
temperatura es igual o inferior a cero grados; etc. etc.
››De la misma manera, el que una ciudad no esté limpia, por
poner un caso, es la consecuencia de infinidad de movimientos
faltos de conciencia que apuntan en la misma dirección: el
cenicero del coche que vacía un conductor por la ventanilla, la
botella plástica de agua que se abandona en un parque
después de beberla, el papel del pastel que una vez comido se
arroja en la acera... Sin embargo las mismas personas que
realizan estos actos son los que emiten juicios del estilo “¡qué
sucia está esta ciudad!”, sin, increíblemente, encontrar una
correlación entre su forma de actuar y el estado de limpieza
del suelo que pisan. A veces su pobre razonamiento disculpa su
propia actuación creyendo, convencidos, que es el
Ayuntamiento el que está obligado a recoger cuanto hay tirado,
por supuesto también la basura que ellos arrojan al suelo, “que
para eso pago mis impuestos” ―dicen cargados de razón.
››Por sorprendente que parezca hay mentes, muchas, que
funcionan bajo estos parámetros, y no sólo en este campo; y así
les van las cosas a ellos y al mundo.
―Estoy de acuerdo en que hay personas con una sensibilidad
nula hacia la Naturaleza ―observé―. También yo he visto a
individuos estrellar botellas de cristal contra las rocas de una
playa, arrojar neumáticos al lecho de un río, o plantar fuego a
un bosque sin tener la más mínima sensación de estar
haciendo algo incorrecto.
―Es lógico que haya gente a nuestro alrededor que no tenga
ni siquiera conciencia de estar haciendo mal alguno mientras
deja un rastro de caos y entropía por donde pasa ―contestó D.
Andrés―. Ten en cuenta que los actos son siempre un reflejo
del estado interno del individuo.
››Quien ya sepa que la mejor huella que puede dejar de su
paso por la Naturaleza es precisamente la invisibilidad de su
paso, aplicará esa forma de proceder en su relación con ella al
margen de que otros no lo hagan. Su ámbito de actuación
estará en él mismo y en su radio de acción; es cuanto puede y
debe hacer. Obrando de esta manera, con su ejemplo, antes o
después, en mayor o menor medida acabará transmitiendo a
los de su entorno esta visión, visión con toda probabilidad ya
compartida con las personas más afines con las que se
relaciona, pues “lo similar atrae lo similar”.
››Piensa que en el gran “tejido humano” que formamos entre
todos, cada individuo no es más que una hebra de determinado
color y tonalidad, pero que tiene la posibilidad de tintar a las
que tiene a su alrededor (ojo: y viceversa, para bien y para
mal; ten en cuenta que la estupidez también es contagiosa).
Cuando nosotros cambiamos, nuestro entorno también
comienza a cambiar.
››La atracción entre las personas, las razones por las que
unas adquieren en nuestra vida más relevancia que otras, es,
entre otras cosas, porque existen visiones parecidas sobre lo
que nos rodea. Una de ellas, en este caso que estamos
hablando de la Naturaleza, sería el convencimiento de que el
medio ambiente debe ser cuidado para que las generaciones
siguientes lo reciban en las mejores condiciones posibles.
―A propósito de lo que está diciendo ―interrumpí― en cierta
ocasión mantuve una breve pero interesante charla con un
paisano en Chamonix, un precioso pueblo al pié de los Alpes
Franceses.
››Allí, durante una placentera caminata por el valle en la que
coincidimos sumergidos en la magnífica floresta, le expresé mi
sana envidia por el exquisito cuidado que en su país
dispensaban a la Naturaleza y al bosque en especial. Le hablé
por contraste de como en Galicia se habían sustituido las
inmensas frondas de robles y castaños que durante siglos
formaron parte del paisaje por un eucaliptal sin fin. Le
mencioné las razones por las que esto había ocurrido: la
voracidad de las contaminantes celulosas y su insaciable
apetito de materia prima, la connivencia de los corruptos
gobiernos de turno con esta tropelía, y el ansia de ganar cuatro
euros por parte de los ignorantes propietarios de las fincas
talando cada pocos años unos árboles raquíticos a base de
empobrecer sus terrenos y secar los acuíferos subterráneos y
las fuentes en las que antaño bebieron sus padres y abuelos.
››¿Sabe lo que me contestó el paisano?
―Cuéntame.
―Girando sobre sí, describiendo un círculo completo con el
brazo en alto señalándome orgulloso los gruesos troncos de los
árboles que nos rodeaban, me dijo que la diferencia que
encontraba entre lo que ocurría en Galicia y lo que hacían ellos
en Francia era que ellos, al igual que antes lo habían hecho sus
padres, cuando plantaban árboles lo hacían pensando en sus
hijos y en sus nietos.
―Me parece muy interesante la historia que acabas de
contar Ismael. Como ves, una vez más, lo que se tiene dentro,
se refleja en el exterior.
››Sin embargo todo está en evolución, y a pesar de cómo
están hoy las cosas aquí en ese terreno ―francamente mal,
estoy de acuerdo contigo―, una tendencia depredadora y
destructiva puede evolucionar con el tiempo hacia el cuidado y
la conservación, como ya ha ocurrido en otros lugares. Esto es
posible, no sólo en lo relativo a la Naturaleza, sino en otras
muchas áreas.
››Lo que sucede en cualquier campo en el que estén
implicadas personas, tiene relación directa que ver con la
media del nivel de conciencia de los individuos que componen
el grupo. Lo bien cierto es que esa media siempre resulta ser
descorazonadoramente baja. Tenemos tendencia a confundir lo
normal con lo mejor, y nada más lejos de la realidad. Lo normal
sólo es la norma, y como ya te dije el primer día que nos vimos,
la media, de forma necesaria siempre será mediocre, y lo que
piensa el vulgo, vulgar.
››Es triste, pero a muchos les tranquiliza pertenecer a la
manada, formar parte de esa “mayoría” que aporta una
sensación ficticia de calor y seguridad a cambio de anular su
individualidad.
››Todo es susceptible de mejora Ismael, tanto en el ámbito
personal como en los temas globales. El punto de partida para
cualquier cambio es darse cuenta de que las cosas no
funcionan bien o que podrían hacerse mejor. La constatación
de este hecho puede ser vivido en un principio como una mala
noticia, pero una mente que trabaja en positivo siempre
encontrará el camino para revertir aquello que la contraría.
››La actuación individual tiene más fuerza de lo que pudiera
parecer a primera vista. La forma de lograr que las cosas
mejoren en términos generales es sumando individuos a la
causa, buscando el punto crítico que permita crear un nuevo
equilibrio que se corresponda con un nivel de conciencia más
elevado. Si “las cosas están mal”, en cualquier asunto, en
mayor o menor medida siempre podremos hacer algo para que
mejoren, ¡por supuesto que sí! Aún en cuestiones que escapen
a nuestro control, siempre tendremos la posibilidad de
modificar, al menos, la forma en que las vivamos, para que
lejos de afectarnos (como tal vez haya ocurrido hasta ahora)
las pongamos en su justo lugar extrayendo al mismo tiempo
algún tipo de enseñanza. Eso sí es algo que podemos decidir
nosotros.
››En todo caso, para ponerse en marcha hacia la solución de
algo siempre hay que dar un primer paso. Como dijo
Aurobindo: “Sólo se trata de dar un paso cada vez”, de subir
ese primer peldaño, aunque no logremos ver la escalera
completa.
››Lo de la contaminación sólo es un ejemplo. Podrían citarse
mil cosas más que están mal o que son susceptibles de mejora
en el individuo y en la sociedad, una sociedad que no es otra
cosa que la suma de las distintas individualidades que la
componen.
››A nivel de esas individualidades, en estos momentos de
crisis muchos se limitan a lamentarse: “No tengo trabajo...”
“Todo está fatal...” “Hay mucho paro...” Quien así se expresa
ha decidido ponerse a sí mismo la etiqueta de víctima, de
“maltratado injustamente por la vida”. ¿Quién ha dicho que las
cosas sean fáciles, ni siquiera para los que hoy tienen
ocupación? Posiblemente la forma en la que hoy muchos se
ganan la vida no sea la que soñaron. Hay casos de ingenieros
licenciados hace años que no han logrado acceder a su primer
empleo, que se ganan la vida regentando un estanco montado
por sus padres (la vida tiene estas aparentes incongruencias).
Habrá mujeres que acaben con los pies destrozados después
de una larga jornada como dependientas en unos grandes
almacenes, o viajantes que lleguen tarde a su hogar cansados y
desanimados después de una jornada improductiva. Haga uno
lo que haga para ganarse la vida, lo quiera o no, lo sepa o no,
ese es su lugar, el que le ha asignado la vida en esa etapa de su
existencia para su evolución (al menos de momento). Es en ese
sitio donde encontrará, en la mayoría de las ocasiones, los
resortes o puntos de apoyo a partir de los cuales podrá
impulsarse para mejorar su situación. Por supuesto esto no
llega poniéndole una vela a un santo, sino teniendo la
determinación de que las cosas cambien a base de atención,
voluntad y visualización.
››Al irrumpir en este mundo ―continuó D. Andrés― se nos ha
asignado una parcela. Como te comenté cuando hablamos de la
Ley del Campo, nuestra obligación es cultivarla de la mejor
manera que sepamos procurando obtener de ella el máximo
rendimiento posible.
―Recuerdo a la perfección sus palabras D. Andrés: “para
recoger los mejores frutos hay que seguir los pasos correctos:
preparar la tierra, sembrar, regar, esperar, confiar... Actuando
de esta manera, el resultado de nuestro esfuerzo acabará
llegando”. ¿No es así?
―Veo que lo tienes claro. Hay muchos ejemplos en la historia
y también a nuestro alrededor de personas que partiendo de la
nada han conseguido crear auténticos imperios. Sin tener por
qué ser tan ambiciosos, mejorar nuestra vida es una
posibilidad real que depende en gran medida de nosotros
mismos. Hay que desearlo con fuerza, eso en primer lugar, y a
continuación, asumir la parte que nos corresponde en ese
esfuerzo que nos permitirá hacer que se materialice aquello
que hemos visualizado. Si por desconocimiento, falta de
experiencia o pereza no hacemos lo correcto, el producto de
nuestra recolección necesariamente será pobre o inexistente.
››Cuando las cosas vayan mal, en lugar de continuar dando
tumbos debemos pararnos y reflexionar con la determinación
de averiguar qué es lo que no estamos haciendo de forma
correcta. Lo más fácil (y lo más frecuente) es echar la culpar a
las circunstancias o a los demás para disculparnos a nosotros
mismos asumiendo el cómodo y estéril papel de víctimas.
Alimentar este tipo de actitud sólo demora en el tiempo lo que
más tarde o más temprano deberá ser abordado. Lo fácil,
rápido y gratis no existe; todo es fruto del trabajo, y trabajar es
construir, crear, hacer que surja algo donde antes nada había
decidiendo utilizar el abundante “material” que tenemos
alrededor, un material que muchas veces nos pasa
desapercibido por falta de atención.
››Claro que este proceso de construcción, como te digo,
requiere un esfuerzo, y no todo el mundo está dispuesto a
llevarlo a cabo. Precisamente es la pereza lo que paraliza
muchos desarrollos personales dejando en el mundo de las
conjeturas proyectos que jamás llegarán a tomar forma por
falta de voluntad. Esto es así porque la energía necesaria para
lograr que se conviertan en realidad ni siquiera ha hecho acto
de presencia, o porque ese “primer impulso” para escapar de
algo (que se quiere dejar atrás pero que al mismo tiempo es
cómodo) se desinfla en los primeros pasos cada vez que se
intenta de una forma tibia, una tibieza que sólo conduce al
fracaso.
―O sea, que cualquier cosa a la que aspiremos siempre será
a cambio de pagar un precio por ella.
―Tal vez te desilusione la respuesta, pero así es. Las cosas
hay que ganárselas, y para ello hay que ser consciente de que
en la vida no hay premios ni castigos, sólo consecuencias.
››La Naturaleza es justa, no favorece ni perjudica a nadie en
especial. Lo que sucede es que la mayoría se ve zarandeada en
el mundo de los efectos, sin reparar siquiera en que esos
efectos se han originado por determinadas causas. Estas
personas seguirán recibiendo golpes hasta que tomen
conciencia de este mecanismo. Sin embargo el que ha
“Despertado” ya no se conforma con lo que llega sin más: se
dedica a moverse en el plano de las causas para conseguir que
éstas obren los efectos deseados.
D. Andrés, al ver mi expresión de perplejidad al mirarle con
los ojos enfocados en algún punto más allá de él tratando de
encajar en mi interior toda aquella avalancha de información
que llegaba por oleadas para trastocar mi mundo, como si
asistiese a lo que estaba ocurriendo en mi cabeza me trajo de
nuevo al presente con sus palabras.
―No le des tantas vueltas... Todo es más sencillo de lo que
parece, lo que pasa es que tenemos la mala costumbre de
complicarlo todo.
―Es cierto ―contesté―, el pensamiento no es que ayude
mucho, lo cierto es que en ocasiones lo enreda todo aún más.
¡Esta cabeza mía...! Me estoy dando cuenta de la cantidad de
rutinas que tengo que cambiar, entre ellas, la manía que tiene
mi mente de ponerse siempre en el peor de los casos: “¿Y si
ocurre esto...? ¿Y si ocurre lo de más allá...? ¿Y si...?” ¡Es
agotador!
―¡Cómo no vas a acabar agotado! No sabes cuanta energía
se desperdicia pensando de esa manera.
››¡La vida es maravillosa! ¡Claro que tiene momentos en los
que no parece que sea así!, pero el contraste es necesario. Los
momentos de duda y amargura son el telón oscuro de fondo
que permite que podamos apreciar, destacados sobre él, el
color y la belleza.
››Ese miedo que a veces te embarga está producido por una
falta de presencia y un exceso de futuro. Cuando te enfrentes a
algo piensa que no existen problemas, sino tan solo situaciones
que deben ser atravesadas. Ese tránsito ha de hacerse
perdiendo la menor cantidad de energía posible. Viéndolos de
esta manera te darás cuenta de que los “problemas”, como
tales, no existen, existe en todo caso la “preocupación”, y el
99% de las cosas que te preocupan..., sorpréndete, ¡jamás
pasarán!
››La preocupación es un desvitalizador juego mental que
debes erradicar de tu vida cuanto antes. Sustituye la
pre/ocupación por la “ocupación” plena en aquello que lleves
entre manos a cada momento. No olvides que no sólo son las
circunstancias, también estas tú y lo que puedas decir o hacer
ante lo que acontece. Un 10% de nuestra vida son las cosas
que ocurren “ahí afuera” sobre las que no tenemos ningún
control; el 90% restante está directamente relacionado con
cómo reaccionamos ante ellas, y cada persona, como ser único
que es, reaccionará de manera diferente. Sé consciente del
gran margen que tienes para transformar los acontecimientos,
para crear, para hacer que mágicamente tome forma “algo”
que sólo puede irrumpir en el mundo a través de ti.
››Siempre vas a tener temas que resolver. Como dijo el sabio:
“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a
bailar bajo la lluvia”. No permitas que el temor a equivocarte
te paralice; todos los que han llegado lejos han pagado un alto
precio en errores. Gandhi dijo que el fracaso es la experiencia
que precede al triunfo, así que “usa” la vida, permítete
experimentar con ella como si fuese un laboratorio: acierta y
equivócate, acierta y equivócate... y saca tus conclusiones para
estar cada vez más cerca de la actuación correcta, de la
fórmula definitiva e infalible de actuación.
―Sin embargo a veces nos empeñamos al máximo en sacar
algo adelante y no hay manera... ―afirmé.
―Si has hecho lo que has podido entregándote a fondo,
cumpliste. A partir de ese punto relájate y confía; deja el
asunto en manos de… el “destino” si quieres llamarlo así.
››No podemos tener el control sobre todo lo que ocurre. Con
frecuencia las cosas dependen de otros factores que están
fuera de nuestro alcance. Las hay que en cierto punto hay que
dejarlas para que tomen su propio rumbo, y a partir de ahí,
como si adquiriesen vida propia, en no pocas ocasiones
evolucionan ante nuestros ojos de forma sorprendente. Es
como si “algo” se hiciese cargo de ellas. Al vivir situaciones
desconcertantes de este estilo es posible que no entendamos
qué pasa en el momento, pero una vez superadas, cuando
miramos hacia atrás, ya serenos, nos damos cuenta de que
cuanto ocurrió “encaja” a la perfección.
››Cuando te sientas agobiado relativiza lo que ocurre
recordándote que cualquier obstáculo siempre es temporal.
Descansa en la idea de que ese desafío surge en tu camino
para que ejercites cualidades adormecidas que posees, que
una vez conquistadas, te acompañarán ya para siempre; esa es
la razón por la que la vida te pone en situaciones que no
dominas.
››No tengas miedo a los problemas, son la excusa para que
puedas expresar tu creatividad, y en esas circunstancias, para
los que tienen el valor de tomar decisiones arriesgándose a
equivocarse, la vida abre puertas en los aparentes callejones
sin salida. Confía en que todo cuanto sucede, en última
instancia, siempre opera a tu favor.
Mientras escuchaba al profesor hablar, viendo la utilidad que
podía tener lo que decía en mi vida, me esforcé en
concentrarme en sus palabras para grabarlas a fuego en mí.
―El sufrimiento ―prosiguió― es algo que todo el mundo
experimenta. El fin que persigue esa sensación que
clasificamos en nuestra mente como desagradable, es que
evolucionemos. Es la forma que tiene la Naturaleza de
decirnos que algo está fallando en nuestra vida. Cuando nos
vemos cara a cara con el sufrimiento, lo más habitual es que
recurramos a un apaño provisional para salir del paso en lugar
de buscar, encontrar, y cortar su raíz para que no vuelva
reproducirse. Sin embargo lo normal es angustiarse por cómo
pueda evolucionar lo que nos aflige, o revivir una y otra vez
“aquella” circunstancia nefasta perteneciente al pasado,
maltratando nuestra psique y nuestro cuerpo y cosechando las
lógicas consecuencias de esta forma de actuar: envejecimiento
prematuro, estrés, depresión, cáncer, infarto, infelicidad...
››Aunque en una primera lectura pudiera parecer que es la
situación la que causa el sufrimiento, no es así. Recuerda lo
que hablamos sobre la aceptación. El dolor que se experimenta
tiene su origen en la oposición, en la negación, en la
resistencia “a lo que es”.
››Lo primero que hay que hacer en lugar de despotricar
contra el destino, es aceptar lo que hay, por terrible que pueda
parecer. Es a partir de esta actitud cuando el cambio se pone
en marcha. Una vez aceptamos aquello que nos aflige,
alcanzado este punto, sólo hay que dar un primer paso para
intentar mejorar la situación, sólo uno, por pequeño que sea.
Sólo uno hoy, y otro mañana, y otro pasado..., conviviendo
serenamente con la evolución progresiva de las cosas hasta
que el equilibrio vuelva a restablecerse.
CREANDO TU FUTURO:
LA VISUALIZACIÓN

―P rofesor, no paro de darle vueltas a algo que dijo esta


mañana: “Quien ha Despertado no se conforma con lo
que llega sin más, sino que se dedica a moverse en el plano de
las causas para conseguir los efectos deseados” ¿Cómo
podemos conseguir esos efectos que deseamos?
―Por medio de la visualización.
―¿Y qué es eso?
―La capacidad que tenemos de crear.
―¿A qué se refiere? ¿A la posibilidad de inventar algo?
―Un invento está precedido de una visión, sin duda, pero esa
visión anticipada previa a inventar, es algo de lo que también
nos valemos para realizar infinidad de actos cotidianos.
››Cuando pulsas el botón del ascensor, accionas la manilla de
la puerta, o pides un café, antes de efectuar esos actos los ves
previamente en tu mente en forma de imágenes; lo que haces a
continuación es darles forma, traerlos al plano material.
››Todas las cosas se realizan o se construyen a partir de una
imagen mental: se escribe un libro, se cruza la calle, se llama
por teléfono a un amigo, etc. Los objetos que ves a tu
alrededor: mesas, equipos de audio, automóviles, libros,
edificios... han hecho aparición en el mundo físico gracias a
una idea mantenida en el tiempo por alguien. Detrás de cada
creación siempre hay una imagen mental anterior, y
materializarla, crearla, implica “creer”, tener fe en esa visión.
―Yo siempre he deseado tener una casa en el campo
―comenté.
―¿Y la tienes?
―No
―Eso es que no la deseas con suficiente intensidad, porque si
así fuese, hoy estarías viviendo en ella.
―Le aseguro que es la mayor ilusión de mi vida ―casi
protesté.
―Tengo que decírtelo Ismael: visiones sin acciones son
alucinaciones.
››Lo que te ocurre es algo muy habitual. La principal razón
por la que la gente no consigue lo que se propone: aprender un
idioma, bajar peso, mejorar su situación económica..., es la
dispersión.
››Las personas suelen estar, por decirlo de alguna manera,
desparramadas en mil cosas a la vez, apagando los fuegos que
sin cesar se producen en su mente y en su vida, en lugar de
“pararse” y dedicar un poco de su tiempo a diseñar un plan de
incendios y a establecer prioridades. Quien está a todo no
puede estar a nada en concreto.
››Debido a la falta de control del propio pensamiento, éste
salta de un deseo a otro sin orden ni concierto, lo que impide
focalizar la atención en aquello que se desea conseguir. Esto es
así porque, en primer lugar, lo más frecuente es que ni siquiera
el individuo sepa de verdad qué es lo que realmente quiere.
››Parar y reflexionar, da la oportunidad de sedimentar lo
vivido para reposicionarse y poder seguir adelante con fuerzas
nuevas. No hacer esta práctica de forma periódica puede
suponer perder energía y un tiempo precioso, pues, a pesar de
la aparente actividad, es posible que uno esté moviéndose en
círculos, o incluso, retrocediendo.
››Parar te permite reubicarte de nuevo para asegurarte de
que sigues en el camino que te habías marcado. En montaña es
habitual detenerse cada cierto tiempo, sacar el mapa y la
brújula, y comprobar que, como nos habíamos propuesto,
seguimos en la ruta correcta.
―Ahora que lo dice ―intervine― tengo un par de amigos que
hace cinco años montaron juntos una consultoría, y en este
tiempo han tenido varios problemas graves que en más de una
ocasión amenazaron con echar por tierra su proyecto. No hace
mucho me contaron que cada vez que viven una de esas
situaciones aplican un remedio que les resulta infalible: cuando
tienen que decidir algo importante o resolver un conflicto, se
desplazan a un balneario en un lujoso hotel próximo a su
ciudad, y sin mediar palabra entre ellos, durante no menos de
dos o tres horas hacen uso de los servicios del establecimiento
termal: piscina, sauna, masaje... Después, en el restaurante del
hotel, cenan por todo lo alto acompañando los platos con un
buen vino.
››Al día siguiente, según me dijeron, lo que unas horas antes
les había parecido un callejón sin salida siempre se convirtió
en una nueva oportunidad, una oportunidad que antes, en
mitad del problema y de la agitación, no habían logrado ver.
―Así funcionan las cosas Ismael, y por lo que me cuentas, tus
amigos conocen el “truco” de distanciarse de las cosas cuando
“echan chispas”.
››Efectivamente a veces, para tener una perspectiva más
clara de lo que sucede, viene muy bien tomar cierta distancia
del problema. Nos merecemos y necesitamos esas paradas
para “resetearnos”, algo que concedemos al ordenador y nos
negamos a nosotros mismos. Le hacemos el mantenimiento a
las máquinas de la empresa, a nuestro coche, al ascensor del
edificio… y muchas veces nos dejamos a nosotros en último
lugar, hasta que claro, en un momento dado nuestro cuerpo
dice “basta” y caemos enfermos o tenemos un accidente. Es la
forma que tiene la vida de darnos un grito cuando no hemos
entendido antes sus repetidas insinuaciones.
››Es muy sano crear la costumbre de detenerse unos minutos
a lo largo de la jornada. El sencillo acto de levantarnos de
nuestro puesto de trabajo y dar una vuelta a la manzana
clarifica nuestras ideas; incluso el hecho de atender esa visita
inesperada que en otro momento podríamos haberla
considerado como un incordio, podemos convertirlo, si así lo
decidimos, en la oportunidad para tomarnos un respiro y
“romper nuestra continuidad”. Recuerda lo que hablamos
antes: un 10% de tu vida es lo que te ocurre, el otro 90% cómo
reaccionas ante ello.
―Cuando uno se ha parado a reflexionar y ha determinado
qué es aquello que desea por encima de las demás cosas,
cuando ya tiene claras cuáles son sus prioridades, ¿cuál es el
siguiente paso? ―pregunté.
―El siguiente paso es que tengas la plena certeza de que eso
que has elegido, aquello que esperas convertir en realidad, es
lo que “tú” quieres. Tienes que tener la seguridad de que eso
que te propones conseguir es genuinamente tuyo, no algo
ajeno a ti inoculado por tu entorno o por la sociedad. Aún en
este último caso también podrías conseguirlo, pero en el
momento en que lo alcanzases se desvanecería entre tus dedos
convirtiéndose en frustración.
››Una vez definidas con claridad nuestras aspiraciones,
insisto, las nuestras, hay que visualizarlas creando la imagen
mental de lo que esperamos conseguir o de aquello en lo que
queremos convertirnos.
››La mente es creadora. Gracias a ella podemos dar forma a
cuanto nos propongamos, lo bueno y lo malo. Lo similar atrae a
lo similar, por eso, aquellos que siempre están quejándose de
cómo les van las cosas, son ellos mismos los que, sin saberlo,
están creando las circunstancias negativas que les perjudican.
―¡Vaya!, ¿así que entonces podemos estar perjudicándonos a
nosotros mismos sin darnos cuenta...? ―pregunté sorprendido.
―Eso es exactamente lo que ocurre cuando se piensa de
forma negativa. El mundo es un reflejo de lo que hay en tu
interior. Eres tú quien va creando tu realidad, y si quieres que
ésta cambie, lo primero que tienes que hacer es cambiar tus
pensamientos, porque “como es adentro es afuera”. Cualquier
cosa que mantengamos en forma de imagen en nuestra mente,
antes o después acabará abriéndose paso hacia el mundo
exterior hasta convertirse en un hecho físico. Por lo tanto,
dependiendo de lo que “cultives” dentro de ti, los frutos que
coseches tendrán mucho que ver con el tipo de semilla que
hayas plantado en tu interior, y ya sabes lo que se lee en la
Biblia: “Una fe como un grano de mostaza puede mover
montañas” ¡Este es el poder de la visualización!
››Es fundamental visualizar en positivo y no en negativo
confiando, como ya te dije, en que cuanto sucede opera
siempre a tu favor aunque en principio pueda presentarse en
forma de contrariedad. La vida se comprende cuando vemos
hacia atrás y comprobamos que cuanto ocurrió tenía su razón
de ser.
››Estamos visualizando constantemente. Cuando estiras el
brazo para coger el teléfono móvil de la mesa, antes te has
visto a ti mismo realizando ese movimiento; lo que haces al
pasar a la acción es materializar aquello que en principio sólo
era una idea en tu mente. Esa anticipación está también
presente cuando eliges un plato en concreto de la carta del
restaurante, cuando cruzas la calle, o cuando proyectas tus
vacaciones. La visualización es lo que te permite tomar algo de
la estantería, pedir un café, o elegir entre la posibilidad un
domingo de ir a la playa o al río.
››También puede hacerse uso de la visualización ―y es lo más
habitual― para cosas que no nos favorecen nada. Uno puede
“programarse” en el sentido de decidir que la felicidad está
fuera del momento presente, en algo que está por llegar. Si así
lo determinamos, esa será nuestra realidad, y nuestro aquí y
ahora no será más que un engorroso inconveniente que nos
separa de ese futuro inexistente en el que hemos decido poner
nuestra dicha... y que tal vez no llegue nunca.
―Intuyo que, correctamente utilizada, la visualización es una
herramienta muy potente ―opiné.
―No te quepa la menor duda. Si detrás de cada objeto ha
habido una idea mantenida: detrás de una bombilla, de un
automóvil, de un cuadro..., uno puede crear su día... ¡y su vida
entera! Todo es mente, y la vida no es más que barro que
espera a ser modelado; por eso, en lugar de movernos sin
orientación ni destino, debemos imaginar nuestro futuro antes
de darle forma sin olvidarnos de ser felices mientras se abre
ante nosotros el camino que nos conduce a él.
››La mente crea y transforma la realidad. En los
experimentos de eventos aleatorios, cuando una moneda es
lanzada al aire pensando al mismo tiempo que va a salir “cara”,
el porcentaje de aciertos supera la media estadística del 50%.
―Está claro entonces que la frase “ver para creer está
equivocada” ―intervine―. Según lo que usted dice, sería más
adecuado decir “creer para ver”.
―Cierto. Y para llegar a “ver”, no hay que esperar que las
cosas salgan bien, sino “hacer” que las cosas salgan bien. En
lugar de limitarse a desearlo, hay que comprometerse a dar
ese primer paso del que te hablé. Pocas cosas aportan más
satisfacción que conseguir el objetivo que nos habíamos
propuesto después de haberlo planificado y de realizar el
trabajo para conseguirlo.
››Debes saber que al margen del esfuerzo personal que
necesariamente tiene que aportarse para alcanzar la meta, la
visualización pone en marcha otro tipo de “fuerzas benéficas”
invisibles que operarán a nuestro favor. Para que sean de
verdad efectivas, la imagen que se fabrica con el pensamiento
no debe ser una simple creación intelectual, hay que agregarle
un ingrediente fundamental; ese ingrediente es la implicación
emocional, involucrar al corazón, “sentir” que...
››Recuerda Ismael: los pensamientos son cosas y situaciones
en proceso de materialización, así que, por la cuenta que te
trae, presta mucha atención a partir de ahora a la calidad de
cuanto irrumpa en tu mente. Querer es poder, y aquello que se
visualiza con la suficiente intensidad, ten la total certeza: antes
o después acaba irrumpiendo en el plano de la realidad.
TODO ESTA CONECTADO, NADA ES
CASUAL

―P
motivo.
or lo que deduzco después de todo lo que me ha
explicado, las casualidades no existen, todo tiene un

―Así es. No existen las casualidades, sino las causalidades.


››Nada es casual. Tampoco lo es el que tú y yo nos hayamos
reencontrado. De hecho este encuentro que se ha producido
entre nosotros... ―dijo demorándose unos instantes― has sido
tú quien lo ha convocado.
Tras su afirmación, sorprendido por lo que acababa de
escuchar, no supe qué contestar. Me quedé en silencio, un
silencio que se prolongó varios minutos y que él respetó sin
pronunciar palabra mientras observaba pasar a la gente por el
boulevard al otro lado de la cristalera.
En mi mente resonó varias veces su última frase: “...has sido
tú quien lo ha convocado” sin saber dónde encajar aquella
aseveración en mi lógico mundo.
―Profesor, ignoro a qué puede deberse el hecho de que nos
hallamos reencontrado, pero tengo la intuición de que lo que
me está llegando estos días a través de usted va a tener un
impacto muy profundo en mi vida.
››Tengo una sensación extraña. A pesar de lo novedoso que
es para mí todo lo que he escuchado de sus labios, de alguna
manera un eco lejano en mi interior me confirma que cuanto
dice es cierto, que la vida opera en los parámetros que usted
describe.
―Ismael, la posibilidad de acceder al conocimiento profundo
aparece en escena cuando se está preparado para recibirlo.
Desde las primeras palabras que intercambiamos alrededor de
esta misma mesa hace un par de días, percibí tu predisposición
interna a elevar tu nivel de conciencia. En esta época de
desorientación que atraviesas, sin tú saberlo, has estado
pidiendo al universo luz para iluminar tus tinieblas. Nuestros
caminos se han cruzado porque yo tenía algo que decirte y tú
algo que escuchar. Las casualidades no existen. No se mueve
una brizna en el campo sin la voluntad de Dios.
―Realmente sí que ocurren a veces cosas a las que es muy
difícil encontrarles explicación ―dije pensativo―. Le contaré
algo curioso:
››A mi padre la guerra civil le tocó vivirla en la ciudad donde
nació, en Valencia. Contaba por aquellas con tan solo 22 años
de edad.
››Su destacamento estaba instalado en la catedral, y la
misión que tenía encomendada era manejar un potente foco
instalado en lo alto del campanario para localizar a la aviación,
que procedente de la isla de Mahón, bombardeaba sin tregua
la ciudad cada noche.
››Una de esas noches, una de tantas, cuando mi padre se
disponía a acostarse en su camastro situado cerca de las
capillas laterales bajo una arcada gótica, el suboficial de turno
se dirigió a él para decirle que se había hecho un reajuste en
los relevos y que no era necesario que pernoctase allí, que si lo
deseaba, podía irse a dormir a su casa.
››Mi padre no daba crédito al ofrecimiento que acababa de
hacerle el sargento. Durante meses no había sido relevado de
su puesto excepto en una ocasión en la que junto a otros
compañeros escoltó un convoy de munición con destino a
Gandía. Sin pensárselo dos veces, temiendo que pudiese ser
una confusión y que llegase la contraorden en cualquier
momento, cogió su petate, salió de la catedral, y atravesando la
ciudad a pié siguió caminando entre naranjos hasta su pueblo
situado a escasos kilómetros de Valencia.
››Tras un emotivo encuentro con su madre y sus hermanas y
después de dar cuenta de la frugal cena, hablaron y hablaron
hasta las tantas poniéndose mutuamente al día. Más tarde,
envuelto por el tibio contacto de las sabanas limpias, mi padre
escuchó el retumbar lejano de las bombas que cayeron esa
madrugada en la ciudad.
››Al día siguiente, al volver de nuevo a su puesto, cuando
entró en la catedral varios compañeros le salieron al encuentro
felicitándole.
―¡Qué suerte tienes Manuel! ―le dijo uno.
―¡Has vuelto a nacer! ―exclamó otro abrazándole.
››Él, sin entender a qué se referían y al ver que no soltaban
prenda, se limitó a seguirlos como le pidieron.
››Al llegar a donde dormía habitualmente, al pié de una de las
altas columnas, se encontró con un enorme y verdinoso ángel
de piedra partido en dos que se había desprendido desde lo
alto durante el bombardeo nocturno, convirtiendo su camastro
en un amasijo de hierros retorcidos.
››Ya ve lo que son las cosas D. Andrés. Si mi padre hubiese
pasado esa noche en la iglesia como llevaba haciéndolo los
últimos ocho meses yo no podría estar ahora hablando con
usted, porque ni siquiera habría tenido la oportunidad de
nacer.
―Me parece muy interesante lo que acabas de contar Ismael
―dijo el profesor tomando la palabra.
››Como tú mismo has comprobado en la singular experiencia
que vivió tu padre y por otras situaciones que sin duda te
habrá tocado atravesar a ti, la vida tiene su propio lenguaje, y
el impulso de descifrarlo, de entenderlo, es algo que surge de
forma natural en quien ha “Despertado”.
››¿Recuerdas cuando hablamos del agradecimiento?
―Lo recuerdo profesor. Usted comentó que debemos dar a la
vida un “gracias” por respuesta cada vez que ocurra algo que
de alguna forma nos favorezca, por pequeño que sea. También
dijo que en la medida en que pongamos esto en práctica, cada
vez surgirán más circunstancias y acontecimientos por los que
sentirnos agradecidos.
―Veo que tienes buena memoria.
››Algo parecido ocurre con esas “cosas raras” que a todo el
mundo le suceden de vez en cuando. Insisto: las casualidades
no existen. Una causa precisa junta a los seres humanos y
provoca todos y cada uno los acontecimientos que deben ser
vividos. Por eso cuando algo se manifieste en tu vida de
manera misteriosa no lo eches jamás en el saco de la
casualidad: cuando suene el teléfono y sepas quien es antes de
descolgar; cuando abras un libro al azar y encuentres en las
primeras líneas en las que se posa tu vista la respuesta que
buscabas; cuando sueñes con alguien que no ves desde hace
años y te lo encuentres por la calle al día siguiente; cuando
llegue a tu vida algo justo en el momento en que más lo
necesitas...
››Las posibilidades de la mente son inmensas, y hay muchas
capacidades que poseemos en estado latente a la espera de ser
despertadas, aunque antes de volar, hay que aprender a
caminar. Por eso debes tener en cuenta todo lo que te he dicho
a lo largo de estos días. La intuición no es algo que se tiene o
no se tiene, es algo que se desarrolla, y la Atención tiene
mucho que ver con ello. Lo sutil no está separado de lo
material, lo que pasa es que es tan “transparente” que casi
nadie lo percibe, pero cuando se sabe cómo mirar, se
encuentra en todas partes.
››Estas capacidades extraordinarias de la mente se
manifiestan al principio de forma esporádica, sin previo aviso.
Surgen como relámpagos azules en plena oscuridad. Si, al
igual que con el agradecimiento, cada vez que hagan acto de
presencia en tu vida en lugar de pensar “¡qué coincidencia!” lo
vives como “algo” que acaba de irrumpir en el plano material,
si lo sientes como lo que es: un lenguaje nuevo que quiere
abrirse paso hasta ti, comprobarás que la frecuencia de estos
fenómenos irá en aumento.
››Con el tiempo, cuando esas facultades se hayan potenciado
y las poseas plenamente, se convertirán en una valiosa
herramienta que tendrás a tu disposición y que entre otras
cosas te permitirá, en no pocas ocasiones, anticipar los
acontecimientos.
CUATRO EXPERIENCIAS CON TU ALIADA:
EL AGUA

“¡A nticipar los acontecimientos...!” ―pensé para mí al


tiempo que tomaba el vaso de agua de la mesa y bebía
de él―. Al apoyarlo de nuevo en el mármol reparé en que D.
Andrés había seguido con atención la secuencia de mis
movimientos al coger el vaso, elevarlo, y llevarlo después a mis
labios.
―¿Sabes que puedes valerte del agua para visualizar? ―dijo
el profesor.
―¿Visualizar a través del agua? ―pregunté sorprendido.
―A nada que te pares a pensar descubrirás que tienes
muchísima afinidad con este elemento. Observa que la
proporción de agua en tu cuerpo es de aproximadamente un
75%, la misma relación que existe en el planeta entre los
océanos y tierra firme.
―Curioso ―respondí.
››¿De qué manera puedo visualizar a través de ella?
―Puedes hacerlo de muchas maneras.
››Antes de acostarte llena un vaso de agua, y sosteniéndolo
con tu mano izquierda (la que recibe) ponlo bajo el cielo
estrellado. Mientras los astros se reflejan sobre su superficie,
pide que durante tu sueño y a lo largo de la noche se cargue de
la energía y los misterios del profundo universo del cual
también tú formas parte.
››A la mañana siguiente, al comenzar el día, con los ojos
cerrados bebe esa agua, despacio, sintiendo como la luz líquida
de las lejanas galaxias penetra como un río de destellos en tu
interior expandiendo e iluminando tu conciencia.
››A continuación, cuando llenes el cuenco de tus manos bajo
el grifo para lavar tu cara, las tres primeras veces que el agua
toque tu rostro deben servir para despedirte del sueño, para
“limpiarte” de cualquier rastro de él y comenzar así el nuevo
día totalmente despierto. En las siguientes, haz que penetren a
través de tu semblante y del contacto con el agua que llena tus
manos las cualidades que quieras incorporar a tu persona para
que te acompañen a lo largo de la jornada. Nómbralas
mentalmente cada vez: atención, buen humor, seguridad,
eficiencia, avance, optimismo... Afirma: “Soy la fuente del
Amor, de la Energía y de la Inteligencia”.
―La palabra que me viene al pensamiento al oírle es “Magia”
―comenté.
―No andas descaminado.
―¿Y estas prácticas pueden influir en el día que comienza?
¿hacer que sea... diferente? ―pregunté con cierta reserva.
―Compruébalo por ti mismo ―dijo sonriendo de forma
enigmática―. Nada tienes que perder...
››Ismael, no debes creerte a pies juntillas nada de lo que has
escuchado estos días. Lo de “tragar información” sin ningún
tipo de filtro, algo muy habitual en la mayoría de la gente, al
menos para ti, debe quedar atrás a partir de ahora.
››De todo lo que hemos hablado habrá habido cosas que,
seguro, aunque fueran nuevas para ti, habrás comprendido en
el mismo instante en el que las escuchabas; otras las
entenderás dentro de días o meses, y otras, tal vez las veas
claras a la vuelta de unos años.
››Aquello que no haya pasado el tamiz de tu entendimiento no
lo incorpores, pero tampoco lo descartes, déjalo reposar en
forma de simiente en tu interior. Deposita estos conceptos
dentro de ti imaginando una estantería con frascos de cristal
alineados etiquetados con los distintos temas que hemos
tocado hasta ahora. Tal vez llegue un día en el que, tomando
uno de ellos en tus manos y leyendo su ajada etiqueta, decidas
que ha llegado la ocasión de abrirlo, aunque también es posible
que sea él el que en un momento dado se abra solo ante tus
ojos asombrados.
››Hay un par de prácticas más que puedes realizar con el
agua para aumentar tu complicidad con ella y convertirla en tu
aliada ―continuó D. Andrés.
―Soy todo oídos.
―Al ducharte, mientras dejas que se deslice por tu cuerpo,
centra tu atención en lo que estás haciendo, no permitas que
ese acto mágico que realizas a diario se convierta en rutina. No
pienses sólo que estás cuidando el maravilloso y sofisticado
vehículo que habitas, convierte esta acción además en un ritual
de limpieza interior. Libérate de lo que, como si fuese pegajosa
melaza, se te ha ido adhiriendo al cuerpo y al alma durante el
día y que no reconoces como tuyo: encuentros inconsistentes,
rabia, rencor, preocupaciones, contrariedades..., todo ello debe
irse por el sumidero. Despréndete del envoltorio, de la
escenificación en la que han llegado las enseñanzas de la
jornada y quédate sólo con la esencia, con lo aprendido. El
efecto del agua debe liberarte de la opacidad y dejarte
transparente. Para esto pon especial atención en tu cara:
masajea con suavidad los ojos, la frente, y los músculos de las
mandíbulas con la punta de tus dedos dejando que el agua te
descargue de tensiones, que arrastre lo que no quieras que
permanezca en ti. Debes sentir cómo te recuperas
íntegramente a ti mismo, cómo va aflorando de nuevo quien de
verdad eres al paso del agua.
››Por cierto ―dijo señalándome acusadoramente con una
sonrisa―, ¿eres de los que reciben el agua que cae del cielo
viendo hacia arriba con el ceño fruncido y buscando refugio?
¿Has olvidado el placer infantil del chapoteo en los charcos?
››Sal al encuentro de la lluvia. La magia desborda en ella y
casi nadie la siente. Esas gotas son mensajeras de lejanos
lugares que han hecho un larguísimo recorrido para posarse en
tu rostro. Cada molécula que te acaricia ha sido copo de nieve,
río, savia, océano... antes de llegar a ti, y aún antes, millones
de años antes, asteroide helado vagando en el cosmos camino
de su violento impacto con este planeta. Ahora, esa agua
antigua circula por tu cuerpo, forma parte de ti, y comparte su
memoria viajera contigo. Da la bienvenida que merecen a estas
peregrinas incansables: las gotas de lluvia. “Desaprende” la
huída ante su llegada temiendo mojarte o resfriarte. Siente el
placer de pasear mientras resbalan por tu pelo; escucha su
sonido, siempre distinto, al precipitarse sobre la hierba y los
charcos... las historias que te cuentan, el olor que la tierra y las
hojas exhalan a su contacto... Repara como en un acto de amor,
cada gota pierde su identidad al impactar en tu frente
muriendo para ti, reviviendo en ti de nuevo, en un ciclo infinito
sin principio ni fin...
CONECTA CON UNA REALIDAD MAYOR A
TRAVÉS DE LA RESPIRACIÓN

―C uanto dice es cierto... ¿Y por qué no lo vemos


profesor?
―Porque nos movemos sobre raíles y sólo apreciamos ante
nosotros dos líneas que se pierden en el horizonte, ciegos a
todo lo que hay a nuestro alrededor.
››Hemos dejado de sorprendernos ante lo cotidiano. La
repetición adormece, y cuanto más nos acostumbramos a algo,
menos vemos.
››Cualquier cosa que hagamos, aunque sea rutinaria,
deberíamos realizarla como si fuese la primera vez, no
mecánicamente. Tenemos infinidad de opciones de observación
y actuación, sin embargo, debido a nuestros automatismos, al
encarrilamiento en el que nos movemos, no logramos ver otras
muchas posibilidades. Si manejásemos mejor la Atención
nuestra realidad se ampliaría enormemente.
››En lugar de repetir las mismas cosas, hay que buscar la
“rotura de la continuidad” en los movimientos habituales
realizándolos de manera diferente cada vez; hacerlo te obliga a
“estar presente”.
››Para la mayoría, la vida, como un río, insiste en recorrer su
antiguo cauce. Obsérvate y disfruta cargándote los ritmos,
saltándote las rutinas que te tienen atrapado y que limitan tu
visión. Ten en cuenta que las personas de éxito no son las que
una y otra vez repiten las mismas cosas, sino las que se
atreven a hacer los movimientos habituales de maneras
distintas.
―Reconozco que soy de los que repiten una y otra vez las
cosas ―afirmé―. Me he dado cuenta al ver la profundidad con
la que usted vive su relación con el agua.
―Pues esa intensidad en el trato con ella y con cuanto te
rodea también puedes hacerla tuya a partir de ahora
observando, y sobre todo, sintiendo, entregándote a lo que
ocurre a cada momento.
››Lo mismo que con el agua, sucede con los demás
elementos. Nadie presta atención, por ejemplo, al milagro que
supone respirar, algo que hacemos más de 25.000 veces al día
y que nos mantiene unidos a la vida. Podemos estar alrededor
de cuarenta días sin comer y algo más de una semana sin
beber, pero sin respirar, no viviríamos más allá de dos o tres
minutos. El ser humano nace cuando respira por primera vez, y
fallece cuando exhala su último suspiro.
››Al igual que el agua, cada partícula de aire que inspiras
tiene su propia historia. Ha viajado por selvas, desiertos y
manglares; ha sido espuma en la rompiente, huracán sobre el
océano, o palabra pronunciada antes de llegar a ti... besar tu
vida, y continuar su largo viaje.
››Respira hondo Ismael. Disfruta del placer de hacerlo. Más
que aspirar, siente que algo “vivo” penetra en tu interior
compartiendo su vida contigo.
››Como la suave brisa que agita las hojas del bosque, imagina
a tus alvéolos absorbiendo el fresco aire que llega a tus
pulmones pasando a formar parte de ti. Siente cómo alimenta,
cómo limpia, cómo disuelve... es el dulce aliento de la Madre
Tierra que te nutre y te sostiene.
Por primera vez, allí, junto al profesor, inspirando
profundamente con los ojos cerrados, descubrí que existía
placer en el hecho de respirar. Algo en lo que no había
reparado jamás.
D. Andrés prosiguió:
―Puedes valerte de la respiración para controlar tu estado
mental. Observa que cuando alguien está enojado ―pongamos
por caso― su respiración está agitada. Esto ocurre porque
ante una situación estresante el cuerpo demanda mayor
cantidad de energía, de “prana”, en previsión de lo que pueda
pasar. Esta es la razón por la que se acelera la inspiración y la
expiración, no sólo para obtener más oxígeno con destino al
cerebro y los músculos. Lo que la medicina denomina hiper
oxigenación es en realidad un “subidón” de energía, algo que
la antiquísima disciplina del yoga conoce a la perfección desde
hace milenios, y que es posible canalizar por medio de la
práctica del pranayama (ejercicios de respiración) para
promover otros estados de conciencia.
››Cuando estés inquieto puedes recuperar el estado normal
ralentizando voluntariamente el ritmo respiratorio. La
tranquilidad está asociada a una respiración pausada, por
tanto, inspirar y expirar de forma consciente con más lentitud
cuando se está nervioso tiene el efecto de aquietar la mente.
››Como ves, cuerpo y mente están íntimamente conectados.
Tu organismo sabe mucho, mucho más que tu mente, la cual,
sólo en ocasiones puede deducir porqué hace aquello el
cuerpo. Esto puedes comprobarlo también en la postura que
adopta la persona triste o deprimida: su cabeza está baja, sus
hombros echados hacia adelante y su espalda curvada. Con
esta posición describe un círculo sobre sí misma en un intento
de conservar la poca energía que tiene, pero al mismo tiempo,
al oprimir sus pulmones, impide que a través de la respiración
le llegue el aporte del “prana” que necesita para
reequilibrarse. Por el contrario, el optimista tendrá el pecho
hacia fuera, la cabeza levantada, y la espalda estirada.
››“Como es adentro es afuera”, por lo tanto podemos,
trabajando lo externo, influir en nuestro interior. Alguien en un
“momento bajo” que de forma consciente adopte la postura del
optimista caminando erguido y respirando con profundidad,
comprobará que la tristeza y esta posición del cuerpo son
incompatibles.
―Estoy pensando que la parte del cuerpo que refleja mejor
que ninguna otra el estado interno es el rostro ―observé.
››No hace mucho mi madre me hizo una observación a la que
no dejo de darle vueltas. Dijo que, ya desde niño, algo que
siempre me ha caracterizado es mi facilidad para sonreír. Sin
embargo comentó que de un tiempo a esta parte ―más o
menos a partir de haber perdido el trabajo― nota que me he
vuelto más serio y taciturno, algo que le da pena porque no le
gustaría que perdiese ese rasgo que me hace, por lo visto,
diferente.
―Pues recuerda lo que hablamos antes sobre cómo refleja el
cuerpo el estado interno y la posibilidad de recorrer ese
camino en sentido inverso. ¡Hazle caso a tu madre Ismael!
¡Recupera tu sonrisa aunque una nube oscura esté pasando en
esta época concreta sobre tu cabeza! No pierdas la
perspectiva. Enfócate en la luz que se ve al final del túnel. No
olvides que toda sombra es pasajera.
››La risa es un magnífico disolvente ―continuó―. Cada vez
que ríes se suaviza o desaparece de ti alguna preocupación. No
permitas que los músculos de tu rostro olviden cómo se sonríe,
aunque sólo sea para no perder energía. ¿Sabías que es
necesario activar cuarenta músculos para mostrarse serio y tan
solo quince para reírse?
››Muchas personas buscan ser “diferentes” a los demás para
llamar la atención en un intento de conseguir que el mundo
repare en ellos. Lo hacen de mil maneras diferentes: con
tatuajes, piercings, cuerpos esculturales, viviendas ostentosas,
escotes provocativos, elegancia extrema, desaliño total,
operaciones estéticas, coches lujosos...
››Algo tan sencillo y natural como la sonrisa sí que hace a
quien la posee diferente y atractivo a los demás; es un idioma
que todo el mundo entiende universalmente asociado a la
proximidad, a la bienvenida, a estar a gusto... Me refiero por
supuesto, no a la mueca fingida, sino a la exteriorización de la
alegría auténtica, la que se corresponde con una actitud
interior hacia la vida, la que no sólo se refleja en la curvatura
de los labios, sino que parte de la mente y el corazón para
asomarse chispeante, alegre y confiada a través de los ojos.
―Ahora que lo dice D. Andrés, el mismo día que mi madre
hizo este comentario me hice el firme propósito de recuperar
esa sonrisa perdida. Mientras caminaba por la calle aquel
sábado, me recordé a mí mismo algunas de las muchas cosas
buenas que sigue habiendo en mi vida a pesar de no tener
trabajo. Aquel día, durante el trayecto que recorrí entre la casa
de mis padres y la mía sucedió algo curioso y muy agradable:
en dos ocasiones, personas desconocidas, una mujer primero y
un hombre después, me saludaron esbozando una sonrisa e
inclinando sus cabezas cuando nuestros ojos se cruzaron. En
ambos momentos me di cuenta que había sido la expresión de
mi rostro al evocar uno de esos recuerdos agradables la que
había hecho surgir, por vibración, el mismo gesto en ellos.
―Fíjate en el poder que tiene la alegría. Pues esto que viviste
podrías haberlo experimentado en cualquier país del mundo;
no hace falta conocer idiomas para establecer este tipo de
comunicación de corazón a corazón.
››En estos momentos, tal y como están las cosas, la gente
alegre y optimista es más necesaria que nunca Ismael. Ríe
más, ejercita tu risa, incluso (y en especial) en situaciones en
las que las cosas no vengan bien dadas. Quien ríe desdramatiza
los acontecimientos de la vida. El buen humor en tiempos
difíciles habla de alguien que sabe fluir en la incertidumbre, de
alguien con un buen nivel de energía que le permite nadar
contracorriente, una energía que le hace brillar con luz propia
y que es miel para quienes le rodean.
NO TE DISPERSES: SINCRONIZA
MOMENTO PRESENTE Y VIVENCIA

―¡C uántas cosas ignoramos relacionadas con la mente!


―exclamé―. La humanidad habrá logrado avanzar a
nivel tecnológico de manera espectacular, pero en lo que se
refiere al conocimiento de nosotros mismos, por lo que estoy
viendo, el progreso deja mucho que desear.
―¡Ahh... la mente! ―suspiró D. Andrés.
››¡Conocer las costumbres de este “animal” que se comporta
como si fuese una yegua salvaje...! ¡Ese debería ser nuestro
principal cometido! Mientras no tomemos la determinación de
echarle el lazo seguiremos recibiendo una y otra vez sus coces;
sin embargo, el día que consigamos domarla y hacernos
amigos de ella, nos llevará lejos, muy lejos...
››El tener una mente descontrolada al frente de este
maravilloso y sofisticado vehículo que es nuestro cuerpo, el
estar frenando y acelerando al mismo tiempo dentro de
nuestra cabeza en un estado de perpetua contradicción, sólo
puede tener en el mejor de los casos la consecuencia de
avanzar a trompicones, cuando no la de dar una docena de
vueltas de campana en cualquiera de las muchas curvas que
tiene la vida.
››Somos nosotros los que con frecuencia ralentizamos la
velocidad de nuestra marcha y la de nuestros proyectos.
Cuando no avanzamos o lo hacemos con lentitud solemos echar
la culpa a algo externo que nos impide progresar, sin
embargo… ¿sabes quien es el único culpable de nuestra
inmovilidad?
―¿Uno mismo? ―pregunté.
―Tú lo has dicho: uno mismo.
››Como todo el mundo es incapaz de dejar de pensar, lo
consideramos algo normal, pero en realidad es una grave
enfermedad que afecta a toda la humanidad. El poder de la
mente es enorme, pero lo desperdiciamos en pensamientos
intrascendentes que permitimos que se sucedan sin descanso.
Nos desgastamos entre el recuerdo y la anticipación sin darnos
la oportunidad de sentir qué es lo que ocurre a cada momento.
Mientras no logremos detener la cháchara mental que nos
acompaña a todos lados nos será imposible conocer otras
realidades.
››Lo más importante para poder percibir por nosotros mismos
lo que nos rodea y no basándonos en la programación a la que
hemos sido sometidos, es conquistar la quietud mental. Para
ello debemos neutralizar el pensamiento perturbador, el que
surge de improviso distrayéndonos de lo que está sucediendo.
La forma de hacerlo es impedir que se desarrolle, que gane
dimensión. Para ello hay que dejar de alimentarlo dominando
la tentación de dejarse arrastrar por las imágenes asociadas
que, como esquejes, brotan de él. Esas imágenes no son más
que ruido mental, interferencias sobre las que hay que
elevarse para convertirnos en observadores de los
pensamientos, no en protagonistas. Cuando eres testigo de la
actividad de tu mente y a la vez logras verte a ti mismo
observando esa actividad mental, en ese momento eres
consciente.
››No te enganches a los pensamientos que surgen, retírales
tu atención, toma distancia, no te identifiques con ellos.
Déjalos continuar su camino, como si estuvieses sentado a la
orilla de un río y vieses llegar hojas flotando que pasan frente a
ti y desaparecen con la corriente; o como si, tumbado en la
yerba, observases a las nubes errantes viajar encima de ti
camino de algún otro lugar: sé consciente de su llegada y de su
marcha, pero no te focalices en ninguna de ellas.
››No etiquetes, no juzgues las ideas que vayan aflorando en
tu pantalla mental como buenas ni malas, sencillamente
obsérvalas y déjalas pasar sin permitir que te afecten lo más
mínimo. De esta manera, al no darles alimento, igual que
emergieron de la nada, se desvanecerán de nuevo en ella por sí
solas.
››Controla tus pensamientos Ismael, conquista la paz mental:
es el punto de inicio a partir del cual “comienza todo”.
―¿Y de qué forma puedo aplicar este conocimiento a mi vida
diaria profesor?
―Sincronizando momento presente y vivencia, elevando tu
estado de alerta, no hay otra manera ―afirmó.
―Indudablemente se nos escapan muchas de las cosas que
ocurren a nuestro alrededor a cada instante ―agregué―. Hace
unos meses vi en televisión un reportaje científico en el que
decían que el cerebro procesa nada menos que 400.000
millones de bits de información por segundo, de los cuales tan
sólo somos conscientes escasamente de 2.000. ¿Y el resto?
¿Por qué no lo percibimos? ―pregunté.
―Por falta de Atención.
››No puedes ni imaginarte la cantidad de cosas maravillosas
que hay alrededor y dentro de nosotros que no advertimos por
no estar alerta, y cuántas más, absolutamente desconocidas
para la humanidad, que esperan a ser descubiertas. En esta
sociedad damos una desmesurada importancia a todo lo
material, sin embargo escucha esta frase del Nobel de física
italiano Carlo Rubbia: “La materia visible no es más que la mil-
millonésima parte del universo existente” Lo que percibimos a
diario, lo que creemos que es tan tangible y lo único que hay,
es sólo una ínfima parte de la realidad. Existen otros mundos,
planos, dimensiones, energías... Lo extraordinario está
agazapado tras lo cotidiano, y la Atención es la luz, el foco que
lo vuelve visible sacándolo de la sombra que lo enmascara.
―Pues lo tengo difícil porque siempre he sido bastante
distraído ―quise bromear dándome cuenta de lo grande que
me venía todo aquello.
―Puedes cambiarte a ti mismo en ese aspecto si así lo
deseas. Como te comenté, la atención no es algo que se tiene o
no se tiene, puede educarse, y esto pasa antes por el control de
la mente, por saber focalizarla en algo concreto sin dejar que
el entorno nos distraiga. Una atención dirigida hace que
afloren de la aparente nada ante nuestros ojos nuevos mundos
que en realidad siempre habían estado ahí, pero que
permanecían invisibles debido a nuestro comportamiento
mecánico. Descubrirlos hace que aumenten nuestras
posibilidades de disfrute, de aprendizaje, de crecimiento, de
oportunidades...
››Para lograr percibir esa realidad más amplia y profunda,
debemos sacudirnos el estado de somnolencia que nos causa el
hacer las cosas de manera rutinaria. Cuando se está alerta,
concentrado, la conversación interna disminuye, y la mente
dedica su energía, en lugar de a perpetuar su cháchara
interminable, a la vigilancia. Si entrenas tu mente para que se
mantenga vigilante en lugar de dejar que se desvitalice
dispersándose, verás que en la medida en que desaparecen los
pensamientos, en su lugar, como si fuese un amanecer, va
surgiendo la claridad dentro y fuera de ti.
››Al final, de lo único que se trata es de “¡estar ahí!”. Nada
más. No hace falta buscar “la Verdad”, hay que verla,
descubrirla gracias al estado de alerta. Siempre ha estado
delante de ti, en todo, en todos, en cada momento, en cada
lugar, aquí y ahora…
›› La Verdad no es la meta… es el camino.
RECUERDA:
TU TIEMPO ES LIMITADO
¡LLÉNALO DE VIDA!

―C reo que esto no tiene marcha atrás D. Andrés...


››Empleando la lógica, supongo que cuando se toma
contacto con esta forma de vivir que usted describe, como me
está pasando a mí ahora, ya no queda más remedio que
sustituir los viejos e ineficaces hábitos anteriores por otros
más operativos ―dije pensando en alto.
―No necesariamente. Esa decisión siempre estará en tu
mano, aunque desde luego es absurdo seguir sufriendo donde
antes lo hacías si has averiguado cómo evitarlo. Sin embargo
romper esos ritmos “ineficientes” que nos tienen atrapados,
quebrar esa apacible e improductiva comodidad que genera la
rutina, incluso persiguiendo un bienestar mayor, requiere un
esfuerzo: el de la creación de nuevos hábitos que nos permitan
ser más “eficaces” ante los desafíos de la vida.
››Uno puede demorar esos cambios si así lo decide, pero hay
algo “real”, una certeza, que si se tiene presente ―con todo lo
que implica― hará que nos pongamos manos a la obra de
forma inmediata.
―¿Y qué es eso tan “real”?
―Algo en lo que rara vez reflexionamos: la certeza de que
hemos de morir.
››Graba bien esto en tu cabeza Ismael: cada segundo que “no
estás en ti” viviendo, sintiendo lo que ocurre... lo pierdes para
siempre.
››Me preguntas qué es eso “tan real”. Te lo diré: cada
instante que pasa estás más cerca del fin.
››Ten presente la posibilidad de la muerte: un aparente fondo
oscuro que te servirá de contraste para vivificar cualquier
experiencia. No hay nada que aplazar: ni proyectos de cambio
personales, ni expectativas de felicidad... nada, porque todo
aquello que sitúes dentro de tu cabeza en el futuro, además de
impedirte ser feliz ahora, puede verse truncado de golpe por la
guadaña de la parca.
››Por eso quien a “Despertado” concede una especial
atención al tiempo “llenándolo” de vida, no dejándolo pasar
indolentemente. Invierte tu tiempo, porque literalmente es oro.
››La gente no le da importancia a su vida diaria, creen que
tienen tiempo... y el tiempo se acaba. A pesar de que en
apariencia disponemos de él de manera indefinida, es limitado,
para ti, para mí, para todos.
››No dejes por tanto vagar tu mente recordando o esperando,
traumatizada por el pasado y angustiada ante el futuro. Átala
al presente por medio de la respiración y la Atención. Vive
cada día como si fuese el último. No te permitas perderlo ni
permitas a nadie que te lo haga perder a ti. Vívelo como el
regalo que es y haz de él una experiencia única, intensa e
irrepetible. No caigas en la trampa mental de poner la felicidad
en un punto inconcreto que no sea este, porque si hoy no has
reído, tal vez no puedas hacerlo mañana.
›› Jamás dejes de disfrutar lo que está pasando preocupado
por lo que pueda pasar o las fantasías de tu mente volverán
invisible para ti este aquí y ahora. Se trata de sincronizar
momento presente y vivencia sin preocuparte por el mañana en
la certeza de que éste se resolverá por sí mismo.
››Tampoco revivas de forma obsesiva lo que ocurrió, porque
quien así actúa se convierte en prisionero de su pasado:
aquello que perdiste, aquella ofensa que te hicieron, aquel
rencor que guardas... ¡déjalos atrás!, libérate de todo ello,
vuélvete ligero.
››Desarrolla la compasión, la compasión no en el sentido de
“lástima por...”, sino en el de “comprender”. Disculpar en los
otros aquello que te ofendió es perdonar, entender que esa
persona no podía actuar de otra manera sencillamente porque,
como todos en mayor o menor medida, está limitada y
esclavizada por su rígido esquema mental, algo que al juntarse
con el ego crea una mezcla envenenada. Esto no significa en
absoluto dar la razón a quien no la tiene, se trata de
comprender la fase del proceso en la que está esa persona, de
entender que cada cual tiene su propio camino y que no tiene
por qué ser coincidente con el tuyo. Al mismo tiempo, y aquí
está la dificultad, hay que hacer este análisis sin ponerse en
una posición de superioridad sobre el otro. “Digerir” el
“porqué” del rencor, nos da la oportunidad de desarrollar un
intenso trabajo interno. En estos casos muchas veces la
solución más sencilla es apartarse y dejar al otro que viva su
propia historia evitando que su entropía te afecte. Nunca
guardes resentimiento a nadie, pues quien actúa de esta forma
queda conectado de manera permanente a aquello que detesta.
Todo eso que te desagradó, pasó, y ya no existe como tal. Sin
embargo, si lo retienes y lo mantienes vivo alimentándolo con
pensamientos, puedes hacerte mucho daño. Estate atento a tu
corazón, no guardes nada que lo perjudique, no consientas
tampoco que nada ni nadie lo lastime. Abandona la ira y la
rabia, no son más que lastre en tu vida.
―Además de ser consciente de la respiración y de estar
Atento, ¿qué puedo hacer para atarla al presente? ¿Cómo
puedo evitar que mi mente se escape a esos momentos
desagradables vividos o a situaciones que imagina?
―pregunté.
―Empleando plenamente tus sentidos allí donde estés,
disfrutando de cuanto te rodea aunque creas que ya lo
conoces, entregándote a la experiencia como si fuese la
primera vez: lugares, situaciones, personas... Mira a tu
alrededor con profundidad, con tridimensionalidad, observa las
formas, la luz, los colores, los sonidos, las sensaciones que te
produce todo aquello con lo que interactúas...
››Una cosa cada vez; una cosa cada vez; una cosa cada vez...
―dijo despacio, chasqueando los dedos entre frase y frase―.
Este debería ser tu ritmo de actuación para que no te ocurra lo
que al Titanic, el fabuloso barco que se hundió en las
profundidades del océano porque sus cámaras de flotación, en
lugar de ser independientes, estaban comunicadas entre sí. De
la misma manera, si en vez de movernos en “compartimentos
estancos de tiempo” dejamos que nuestro presente se
contamine de pasado y de futuro, nos será imposible flotar con
semejante lastre y también, como el transatlántico,
acabaremos inundándonos y yéndonos a pique.
››Por complicada que pueda parecerte tu existencia Ismael,
estas allí donde la vida quiere que estés. Acéptalo. Resuelve el
desafío de hoy, sólo el de hoy, sin temor, sin amargura, sin
rechazo, tratando de descubrir y disfrutar al mismo tiempo las
muchas cosas buenas que también este día trae para ti,
realizando cada acto de forma que concentres en él toda la
sabiduría que hayas podido acumular convirtiendo las
lecciones aprendidas en el pasado en algo práctico que te sirva
para este momento que vives, porque la sabiduría no es teoría,
es movimiento, es acción, y la prueba de fuego para saber si
hemos comprendido por fin algo es que esta vez... ¡funcione!
ÚLTIMAS PALABRAS

J usto cuando el profesor terminaba su última frase, algo


irrumpió en mi campo visual haciéndome dirigir los ojos
hacia la entrada del Liceo.
En ese momento, un chico de unos veintitantos años vestido
de pantalón y chaquetilla roja con relucientes botones dorados,
irrumpía en el local arrastrando detrás de de sí una maleta de
color gris perla. Se dirigió a la barra, y tras intercambiar unas
palabras con el camarero, éste señalo hacia donde nos
encontrábamos.
Encaminó sus pasos hacia nosotros seguido de la maleta.
―¿D. Andrés Caballero? ―preguntó.
―Sí, yo soy ―contestó el profesor.
―Vengo del Hotel Metropólitan a traerle su maleta.
―Gracias muchacho ―dijo D. Andrés al tiempo que le
entregaba un billete―.
―Muchas gracias señor ―respondió el botones agradecido.
D. Andrés, al ver la expresión de extrañeza en mi rostro dijo:
―Ismael, dentro de un par de horas cogeré un vuelo a
Madrid; haré noche allí, y mañana, muy temprano, volaré a
Brasil para regresar a donde vivo.
Una sensación de desamparo me invadió de súbito al
escuchar aquella noticia.
El anuncio de la inminente separación me había cogido
totalmente desprevenido. De pronto me di cuenta de que en
ningún momento a lo largo de los tres días que habían
transcurrido, se me había pasado por la cabeza la idea de que
antes o después tendríamos que continuar nuestros respectivos
caminos.
―Hacía muchos años que no venía por aquí ―dijo buscando
mis ojos―. Doce para ser más exactos.
››El motivo de haber regresado ha sido despedirme en vida
de un gran amigo compañero de mi época docente en la
universidad. Recibí la llamada de su esposa comunicándome el
agravamiento de su estado y no quise dejar de venir para decir
adiós al último afecto que me quedaba en este continente.
››Ya nada me retiene aquí Ismael. Vuelvo a mi hogar.
―D. Andrés, no sé qué decir ―manifesté con un tono triste
en mi voz que no pude evitar―. Después de los encuentros que
hemos mantenido, después de todo lo que me ha enseñado, sé
que voy a echarle mucho de menos.
―También yo me acordaré de ti Ismael. Te mandaré energía y
visualizaré que el tiempo de incertidumbre termina para ti, que
un viento de popa despliega tus velas para llevarte a donde tú
quieras.
―Gracias profesor, sin duda me vendrá bien ese apoyo
invisible en la distancia.
―¿Y cómo es que vive en Brasil? Si no es indiscreta mi
pregunta.
―No lo es, en absoluto.
››Hace veinte años, en uno de los muchos viajes que hice con
mi mujer, hubo una ocasión en la que visitamos una preciosa
zona costera de ese país lejos de cualquier circuito turístico.
Llegamos allí tras varias semanas conduciendo sin hacer
grandes distancias cada día, moviéndonos dentro de la ruta
general que nos habíamos planteado al ritmo que nos
marcaban los mismos lugares que atravesábamos. Nos
quedamos un día aquí, tres allá..., pero cuando encontramos el
lugar donde hoy vivo, como si fuese una señal, el coche se
averió.
››Permanecimos en aquel pequeño pueblo marinero tres días
esperando la pieza de repuesto. La magia del lugar nos
cautivó. Aquellos tres días se convirtieron en tres semanas,
hasta que no nos quedó más remedio que regresar en otoño a
España para iniciar los dos el nuevo curso en la universidad.
―¿Su esposa también es maestra?
―Primero fue mi alumna y más tarde sí, dio clases durante
muchos años en la universidad ejerciendo su cátedra de
historiadora del arte.
››Hace doce años, coincidiendo prácticamente con mi
jubilación, falleció.
―Lo siento mucho D. Andrés.
―La vida tiene cosas de éstas Ismael, y como hemos hablado
estos días, nadie está libre de ellas.
››Sin vínculos fuertes que me atasen aquí ―prosiguió―
decidí regresar a aquel escondido pueblo a la orilla del mar
donde tan feliz había sido junto a mi esposa.
››Allí encontré una pequeña casita frente al mar y el
recibimiento con los brazos abiertos de unas personas
encantadoras que aún se acordaban de mí a pesar del tiempo
transcurrido.
››Me quedé, eché raíces, y además de la compañía de mis
libros y la de los jóvenes de la humilde escuela en la que
colaboro, hoy tengo unos cuantos buenos amigos de recias
manos que me han enseñado a abrir cocos con machete y a
pescar lubinas en la playa frente al inmenso atlántico al
amanecer. También, durante las fiestas locales ―y son varias a
lo largo del año― tengo una cita ineludible con ellos para
saborear los deliciosos asados de carne que preparan a la orilla
del mar bajo las palmeras.
››El tiempo discurre allí de otra manera. La vida es mucho
más fácil que en la gran ciudad. La gente te sonríe por la calle
haciéndote olvidar que no eres de allí, invitándote a serlo, a
formar parte de su gran familia.
―Parece idílico el panorama que describe.
―Pues es real. Existe. Tuve la suerte de encontrarlo y en él
he establecido mi hogar.
››Lo dicho Ismael, tengo que partir, pero antes...
Alargando su brazo hacia mí, arrastrándola con sus dedos
sobre el mármol, me acercó una nota escrita.
―Es el teléfono de Wenceslao Fernández. ¿Te acuerdas de él?
―preguntó.
Intenté hacer memoria.
―No recuerdo a nadie con ese nombre ―respondí.
―Él sí se acuerda de ti y de tu brazo escayolado, el que te
rompiste de niño en el colegio al ir en busca de aquel nido. De
hecho al hablarle de esa anécdota me dijo que también él en su
día te dejó su firma en el yeso.
››Estudiasteis juntos hace más de cuarenta años. En aquella
época su padre tenía una tienda de confección a la que yo solía
acudir cuando tenía que comprar algún traje.
―¡Sí!, ahora me doy cuenta de él ―dije recordando.
―Ayer ―continuó el profesor―, siguiendo un impulso fui
hasta la calle Cervantes y me llevé una grata sorpresa al ver
que, a pesar de la que está cayendo, el establecimiento seguía
con las puertas abiertas.
››Supuse que el Sr. Fernández ya habría fallecido, como así
resultó ser, pero en su lugar encontré a su hijo Wenceslao al
frente del negocio.
››Hubo alegría mutua y sincera en el encuentro. Mientras
tomábamos un café me explicó que, a pesar de todos los
negocios que habían cerrado en la ciudad debido a la crisis, el
suyo no se había visto muy afectado. Dijo que desde siempre se
habían especializado en un tipo de clientela con un poder
adquisitivo medio alto a la que los vaivenes de la economía no
perturbaban de manera especial. Es más, me comentó que está
dando forma a la idea que desde hace años le ronda por la
cabeza: abrir una sucursal en la Plaza de Galicia.
››Por lo visto el local ya lo tiene y en breve comenzará las
obras, pero la dificultad la está teniendo en encontrar a
alguien en quien confiar con las suficientes tablas como para
ponerlo al frente del establecimiento.
››Le hablé de ti, de tu larga experiencia y del buen concepto
en el que te tengo. Él se mostró muy interesado y me pidió que
te diese su teléfono para que le llamases cuanto antes; quiere
saludarte y mantener una entrevista de trabajo contigo.
››Llámale Ismael. Tal vez este encuentro sea para ti, en este
momento en el que el asunto del empleo es tu principal
preocupación, tu “centímetro cúbico de suerte”.
―Mi centímetro cúbico de suerte es que mi camino se haya
cruzado con el suyo Don Andrés. ¿Cómo podría agradecerle...?
―¡Consiguiendo el trabajo! ―dijo interrumpiendo mi frase―.
¡A por él!
››Antes de la entrevista, visualiza la escena en tu mente.
Siéntate en un lugar tranquilo, cierra los ojos, y vuelve lenta tu
respiración.
››Imagina tu reunión con Wenceslao, dale vida con imágenes
en tu pensamiento antes de materializarla.
››“Ve” en tu mente la escena, créala desde allí con todo lujo
de detalles: la vestimenta más adecuada para la ocasión, la
afabilidad del encuentro, cómo transmites la confianza que él
necesita percibir para sumarte a su equipo, cómo le comunicas
que es un trabajo que te entusiasma, que te entiendes bien con
la gente, que te avalan más de veinte años de experiencia en
una de las más prestigiosas tiendas de la ciudad... Vuélvete
imprescindible a sus ojos en esa imagen que has creado, y
cuando tengas perfectamente clara esta visualización, dirígete
al encuentro de Wenceslao y conviértela en realidad.
››Vas a conseguir ese puesto, lo sé.
››Y ahora..., debo irme.
Apoyando las manos en el desgastado mármol, lentamente se
levantó, tomó su bastón y se puso el sombrero.
Yo cogí su maleta, y detrás de él, salimos los dos al exterior
del Liceo.
En ese mismo momento, dejando pasar a un grupo de
peatones, se detuvo frente a nosotros un taxi delante del paso
de cebra.
―¿Está libre? ―preguntó D. Andrés al conductor.
―Lo estoy.
―¿Podría llevarme al aeropuerto?
―Por supuesto.
De nuevo estaba frente a una persona mayor de la que me
despedía. La escena me recordó el adiós que nos dimos mi
antiguo jefe y yo meses atrás, el día que no tuvo más remedio
que cerrar la sastrería.
―Adiós Ismael ―dijo fundiéndose conmigo en un largo y
sentido abrazo―. Todo te va a ir bien ―continuó hablándome
con sus manos apoyadas sobre mis hombros―, no tengas la
mínima duda. Acuérdate de “la corriente que te lleva...”, confía
en ella, pero no te olvides también de mover los brazos para
mantenerte a flote; más allá de lo que pueda suceder ahí
afuera, recuerda lo mucho que está en tu mano hacer para que
las cosas operen a tu favor.
―Me acordaré de eso y de todo lo que me ha regalado y que
ya por siempre viajará conmigo profesor.
El taxista tomó su equipaje y tras guardarlo en él cerró el
maletero.
La última imagen que recuerdo de D. Andrés es la expresión
serena de su rostro a través del cristal antes de ponerse en
marcha el coche. Justo cuando arrancaba, mirándome
fijamente a los ojos, a modo de despedida llevó el sombrero al
pecho e inclinó levemente la cabeza. De pronto, como si fuese
consecuencia de su mirada, fui consciente de que mi miedo al
futuro había desaparecido al tiempo que me embargaba la
sensación, la certeza, de que algo grande estaba a punto de
dar comienzo para mí.
El taxi puso el intermitente, giró a la izquierda, y se
incorporó al tráfico de la ciudad. Allí, en la acera, sintiéndome
por primera vez en mi vida erguido y firmemente apoyado
sobre mis pies, seguí sin parpadear sus luces rojas hasta que
se confundieron a lo lejos entre los brillantes destellos de la
noche.
NOTA DEL AUTOR

Estimado lector/a:

Gracias por el tiempo que has dedicado a leer este libro. Deseo
que hayas disfrutado de él y que hayas podido encontrar,
navegando entre sus páginas, alguna idea o reflexión que
pueda venirte bien en estos momentos de tu vida.
Porque tu opinión es importante para mí, y porque me
ayudarías a llegar a más personas a las que pueda serles de
utilidad esta lectura, quisiera pedirte un favor: que entres de
nuevo en www.amazon.es, y en la ficha del libro, en la pestaña
“opiniones clientes” dejes una breve reseña sobre la impresión
que te ha causado, y si fuese el caso, si lo consideras
merecedor de tu recomendación a otros posibles lectores.
Vaya por delante mi agradecimiento.
Javier Gil Lloréns

www.javiergilllorens.com

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