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Boris Loayza M.

RESUMEN DE MANUAL DE LA SUCESIÓN POR CAUSA DE MUERTE Y DONACIONES ENTRE VIVOS


RAMÓN MEZA BARROS

CAPÍTULO I: GENERALIDADES

I. Ideas generales y definiciones

El término sucesión tiene diversos significados. En un sentido amplio, lato sensu, suceder a una
persona es ocupar su lugar y recoger sus derechos a cualquier título. Se puede decir que el comprador
sucede al vendedor, que el donatario es sucesor del donante. Así, en este amplio significado la expre-
sión sucesión es aplicable a todos los modos derivativos de adquirir.

Pero, en un sentido más limitado, stricto sensu, la expresión evoca la idea de muerte y tiene un triple
significado:

1. Designa, por de pronto, la transmisión de todo o parte del patrimonio de una persona
fallecida a una o más personas vivas, señaladas por el difunto o la ley;
2. Sirve para designar, también, el objeto de la transmisión (art. 1376 CC); y
3. En fin, la expresión designa frecuentemente el conjunto de sucesores.

[RAMOS PAZOS1 señala que todo derecho puede extinguirse o cambiar de titular. En este último caso
se habla en términos generales de “sucesión”, porque un titular sucede a otro. Esta sucesión puede
ser a título particular, en que una persona sustituye a otra en un determinado derecho o relación
jurídica, o a título universal, en que se pasa a ocupar el lugar de otro en la totalidad de sus relaciones
patrimoniales considerada como una entidad compleja. Este segundo tipo de sucesión sólo se da en
la sucesión por causa de muerte. La ley no admite que en virtud de un acto entre vivos una persona
pueda suceder a otra en todo su patrimonio (arts. 1811, 2056 y 1409 CC).

Ahora bien, en doctrina la transmisión hereditaria puede ser testamentaria; legal o legítima; y con-
tractual. La primera se produce cuando el causante dispone de sus bienes en un testamento; la se-
gunda, cuando a falta de testamento, es la ley la que determina quiénes suceden y en qué proporción;
y la tercera, que se da cuando una persona conviene con otra que ésta le sucederá, a cambio de una
contraprestación. Esta última no tiene cabida en la legislación chilena, por ser contraria al principio
de ser el testamento un acto jurídico esencialmente revocable (arts. 999 y 1001) y, por otra parte, por
adolecer de nulidad absoluta por objeto ilícito, los pactos sobre sucesión futura (arts. 1463 y 1682
CC).].

La sucesión por causa de muerte es un modo de adquirir el dominio

La sucesión por causa de muerte es uno de los modos de adquirir el dominio que señala el artículo
588 CC. A su vez, es un modo de adquirir derivativo, porque el derecho del sucesor emana o procede


Para el estudio del curso ‘Derecho sucesorio’ resumo a MEZA BARROS (2008), Manual de la sucesión por
causa de muerte y donaciones entre vivos. Sin perjuicio de esto, en algunas partes, a modo de complemento, se
utilizarán otros autores debidamente individualizados al final.
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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

del que tenía su antecesor; y es un modo de adquirir gratuito, pues el sucesor reporta un beneficio
que puede aceptar o rechazar libremente, sin que le imponga el gravamen de una contraprestación.

[Para RAMOS PAZOS2, la sucesión por causa de muerte es un título y un modo de adquirir. Esta se
puede definir como la transmisión de un patrimonio de una persona difunta o de una cuota de él o de
una o más cosas especiales, que se efectúa en favor de determinada persona.

Esta definición deja fuera a los legados de género, los cuales no se adquieren por sucesión por causa
de muerte, sino que por tradición. Por la sucesión los legatarios adquieren un crédito, el cual les
permite exigir la transferencia del dominio mediante la tradición.

Señala como características de este derecho las siguientes:

1. Derivativo: porque el sucesor adquiere únicamente los derechos que tenía el causante. Parti-
cular importancia tiene esta característica a la hora de la prueba del dominio, pues el heredero
o legatario de especie, para probar el dominio de la cosa heredada o legada debe acreditar
que su causante era dueño;
2. Por causa de muerte: es así porque es condición para que opere la transmisión que el cau-
sante fallezca;
3. Gratuito: porque para que opere la adquisición de la cosa heredada o legada no se requiere
de una prestación del heredero o legatario; y
4. A título universal o singular: será a título universal cuando se adquieren todos los derechos
y obligaciones transmisibles del causante, o una cuota de ellos, y será a título singular cuando
se adquiere una o más especies o cuerpos ciertos o una o más especies indeterminadas de
cierto género. En este último caso la asignación no se adquiere por sucesión por causa de
muerte, sino por tradición.].

Derechos que se adquieren por sucesión por causa de muerte

La sucesión por causa de muerte sirve para adquirir tanto los derechos reales como los personales o
créditos. Solamente no pasan al sucesor los derechos, de una y otra clase, que la ley declara intrans-
misibles.

En el ámbito de los derechos personales merece observarse que se transmiten por causa de muerte
activa y pasivamente. En cambio, el traspaso por acto entre vivos es más limitado: sólo se traspasan
los activos, pero no la deuda.

En esta materia, la regla general es que los derechos sean transmisibles. Sin embargo, existen excep-
ciones, en donde no se transmiten ciertos derechos que, debido a su carácter personalísimo, se extin-
guen por la muerte del titular. Algunos ejemplos se derechos intransmisibles son: (i) el derecho de
usufructo (arts. 773 y 806 CC); (ii) los derechos de uso y habitación (art. 819 CC); (iii) el derecho de
alimentos (art. 334 CC); y (iv) el derecho del comodatario para gozar de la cosa prestada, salvo que
el préstamo se haya hecho para un servicio particular que no puede suspenderse o diferirse (arts. 2180
N° 1 y 2186 CC).

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Obligaciones intransmisibles

Las obligaciones, asimismo, son regularmente transmisibles. Los herederos están obligados a solu-
cionarlas, porque se entiende que quien contrata lo hace para sí y para sus herederos. Sin embargo,
también es posible encontrar casos de excepción de obligaciones intransmisibles. Algunos ejemplos
son: (i) no se transmiten las obligaciones cuya ejecución supone aptitudes especiales del deudor; (ii)
aquellas en donde la confianza juega un papel relevante; (iii) las obligaciones contraídas por miem-
bros de una corporación; y (iv) no se transmite a los herederos la solidaridad (art. 1523 CC).

Sucesión testamentaria e intestada y sucesión parte testada y parte intestada

Como modo derivativo de adquirir, al igual que la tradición, la sucesión por causa de muerte requiere
un título.

El título puede ser el testamento o la ley. De este modo, si se sucede en virtud de un testamento, la
sucesión se llama testamentaria, y si en virtud de la ley, intestada o abintestato (art. 952 CC). Luego,
el artículo 952 inc. 2° CC establece que “la sucesión de los bienes de una persona puede ser parte
testamentaria y parte intestada”.

La voluntad del testador prevalece para la regular suerte de sus bienes; sólo cuando esta voluntad no
se manifiesta, la ley rige la sucesión, interpretando la voluntad que no llegó a expresarse.

Sucesión a título universal o singular

El artículo 951 CC prescribe que “se sucede a una persona difunta a título universal o a título singu-
lar”.

La sucesión puede tener por objeto la totalidad de los bienes del difunto sin individualizarlos, o una
cuota o parte alícuota de tales bienes. La sucesión, en tal caso, es a título universal. Asimismo, la
sucesión puede tener por objeto bienes determinados específica o genéricamente. En tal caso, la su-
cesión es a título singular.

Asignaciones a título universal o singular

Las asignaciones por causa de muerte a título universal se llaman herencias; las asignaciones a título
singular, legados (art. 954 CC). En consecuencia, la herencia tiene por objeto el patrimonio íntegro
del causante o una cuota del mismo; el legado se refiere únicamente a cuerpos ciertos o cosas deter-
minadas genéricamente.

Las asignaciones testamentarias pueden ser a título universal o singular. Las asignaciones que hace
la ley son siempre a título universal.

Asignatarios a título universal o singular

El asignatario de herencia o a título universal se denomina heredero; el asignatario a título singular,


se llama legatario. Así, para calificar a una persona de heredero o legatario se atiende exclusivamente

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al contenido u objeto de la asignación, con prescindencia de la denominación que el testador le haya


atribuido en el testamento.

Los herederos pueden ser testamentarios o abintestato; como la ley no instituye legados, no existen
legados abintestato.

[En este punto, RAMOS PAZOS3 señala que no debe confundirse asignatario a título universal con
heredero a título universal. Así, se debe precisar que todo heredero por el hecho de ser tal es asig-
natario a título universal. Sin embargo, el heredero –como tal– puede ser heredero universal o here-
dero de cuota (art. 1098 CC). Esta última distinción sólo tiene importancia para efectos del derecho
de acrecimiento, que solo procede si no hay designación de cuota (art. 1148 CC).].

Diferencias entre el heredero y el legatario

1. En cuanto al objeto de la asignación que les corresponde: el heredero recibe una univer-
salidad de bienes, constituida por todos los bienes del causante o una cuota de ellos; el lega-
tario recibe una o más especies o cuerpos ciertos o una o más especies indeterminadas de
cierto género;
2. En cuanto a la representación: el heredero representa a la persona del difunto, jurídicamente
se identifican sus patrimonios; el legatario no representa a la persona del difunto, no se con-
funden sus patrimonios;
3. El heredero es responsable de las deudas que el difunto tenía en vida o las deudas here-
ditarias. El legatario no responde de las deudas sino cuando se le haya impuesto expre-
samente la obligación;
4. El heredero adquiere el dominio desde el fallecimiento del causante. El legatario ad-
quiere el dominio en el mismo momento cuando el legado fuere de especie o cuerpo
cierto; pero si es de género, sólo adquiere por la muerte del testador un crédito contra
los obligados a cumplirlo y únicamente se hace dueño cuando se efectúa la entrega de
los bienes legados; y
5. El heredero adquiere la posesión legal de la herencia desde que le es deferida (arts. 688
y 722 CC). El legatario sólo una vez que detenta el corpus y el animus.

Principios que informan el Derecho Sucesorio chileno4

1. Principio de ser los herederos continuadores de la persona del causante: este principio
está consagrado en el artículo 1097 CC, en cuanto establece que los herederos “representan
a la persona del testador para sucederle en todos sus derechos y obligaciones transmisibles”.
En este sentido, el heredero pasa a ocupar el lugar del causante y por ello adquiere sus bienes
y asume sus obligaciones, tanto las que aquél tenía en vida (obligaciones hereditarias), como
las que él crea en su testamento (obligaciones testamentarias), aun cuando estas obligaciones
superen el monto de los bienes que recibe (responsabilidad ultra vires hereditatis), salvo que
goce del beneficio de inventario (art. 1247 CC). Este principio rige solo para los herederos,
y no para los legatarios (art. 1104 CC). Algunas manifestaciones de este principio son las
siguientes:

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a. Adquiere los derechos y las obligaciones derivados de todos los contratos cele-
brados por el causante: por lo mismo se dice que cuando una persona contrata lo
hace para sí y para sus herederos;
b. Asume la obligación de indemnizar los daños generados por un delito o cuasi-
delito civil (art. 2316 CC);
c. La acción de nulidad relativa se transmite a los herederos (art. 1684 CC);
d. Si el heredero ejercita la acción de indemnización de perjuicios derivada de la
responsabilidad extracontractual invocando el interés del causante, el deman-
dado podrá plantear la excepción del artículo 2330 CC;
2. Principio de la unidad de patrimonio: este principio sólo tiene aplicación en la sucesión
intestada, y se traduce en que las leyes que regulan la sucesión intestada son las mismas para
todos los bienes del de cujus: activo y pasivo; muebles e inmuebles, heredados o adquiridos
a cualquier título por el causante. De esta manera, todos los bienes quedados al fallecimiento
del causante forman una sola masa hereditaria, que queda regulada por una ley única: la de
su último domicilio (art. 955 CC). Con todo, existen algunas excepciones a este principio:
a. Situación del extranjero que fallece intestado en Chile;
b. Situación del chileno que deja bienes en el extranjero;
c. Situación del ausente; y
d. Casos contemplados en leyes especiales;
3. Principio de la igualdad: algunos ejemplos están en los artículos 982, 985, 988, 1185, 1345,
1354 y 1337 CC).

II. Apertura de la sucesión y delación de las asignaciones

La apertura de la sucesión es un hecho jurídico, consecuencial de la muerte de una persona, y en cuya


virtud los bienes del difunto pasan a sus sucesores.

La sucesión se abre con la muerte, la cual incluye tanto a la muerte natural como a la muerte
presunta (esta es, cuando se presume fallecida una persona que ha desaparecido, ignorándose si vive,
concurriendo las condiciones que exige la ley).

Momento de la apertura de la sucesión

El artículo 955 CC dispone que la sucesión en los bienes de una persona se abre “al momento de la
muerte”. Por este motivo, la inscripción de una defunción debe expresar, como requisito esencial, la
fecha del fallecimiento.

Cabe señalar que la prueba de la muerte habrán de suministrarla quienes reclaman derechos en la
sucesión del difunto.

Comurientes

La determinación del momento exacto de la muerte ofrece especial interés cuando se trata de dos o
más personas, llamadas a sucederse recíprocamente, que han fallecido el mismo día, en un mismo
accidente, etc.

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En el evento, si no pudiere saberse el orden en que han ocurrido los fallecimientos, se procederá
como si todas las personas hubieren fallecido en el mismo momento, y ninguna de ellas hubiese
sobrevivido a las otras (arts. 79 y 958 CC).

Importancia del momento de la apertura de la sucesión

El momento de la muerte o de apertura de la sucesión es de suma importancia por los siguientes


aspectos:

1. El momento de la apertura de la sucesión determina las personas hábiles para suceder


al difunto: en este momento los asignatarios deben ser capaces y dignos y tener, en suma,
vocación para suceder (art. 962 CC);
2. En este momento se determinan los derechos en que ha de sucederse;
3. Comienza en este momento el estado de indivisión: los efectos declarativos del acto de
partición se remontarán al momento de la apertura;
4. Los efectos de la aceptación y repudiación de una herencia o legado de especie o cuerpo
cierto se retrotraen al momento de la delación (art. 1239 CC); y
5. Rigen la sucesión las leyes vigentes al tiempo de su apertura.

Lugar de la apertura de la sucesión

El artículo 955 CC establece que la sucesión de una persona se abre en el momento de su muerte, “en
su último domicilio [residencia acompañada del ánimo de permanecer en ella (art. 59 CC)]; salvo
los casos expresamente exceptuados”.

La única excepción que existe se refiere a la apertura de la sucesión del desaparecido, declarado
muerte presuntivamente. En tal caso, se abre la sucesión en el último domicilio que el desaparecido
haya tenido en Chile.

El lugar de la apertura de la sucesión es importante, puesto que (i) fija la competencia de los tribunales
que deben intervenir en los procedimientos a que da lugar la sucesión por causa de muerte. Además,
(ii) determinará la ley que rige a la sucesión.

Ley que rige la sucesión

El artículo 955 CC prescribe que la sucesión se regla por la ley del domicilio en que se abre; salvas
las excepciones legales. Dichas excepciones se refieren, principalmente, a los casos previstos en los
artículos 15 y 998 CC. Se puede agregar, además, el caso de la muerte presunta.

1. Regla del artículo 15 N° 2 CC: este precepto declara que los chilenos quedan sometidos a
las leyes patrias, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero, en lo tocante a las
obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia; pero sólo respecto de sus
cónyuges y parientes chilenos. De esta manera, la excepción sólo se refiere a los parientes
chilenos, siendo aplicable a los parientes extranjeros la ley extranjera. Además, la aplicación
práctica de la norma está subordinada a la existencia de bienes en Chile;
2. Regla del artículo 998 CC: la disposición debió referirse al extranjero “cuya sucesión se
abre fuera del territorio de la República”. En este sentido, el precepto se aplica únicamente si

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el extranjero deja parientes chilenos. En dicho caso, a los parientes chilenos la sucesión les
aplicará como si se hubiere abierto en Chile. Además, no es aplicable a la sucesión testada,
aunque sobre esto se ha discutido. Para parte de la doctrina la regla del artículo 998 CC se
aplica tanto a la sucesión intestada como a la testamentaria, porque nada justifica abordarlas
con un criterio diferente. Finalmente, los derechos de los parientes chilenos supone que se
hayan dejado bienes en Chile, pero el derecho no sólo se calcula sobre estos bienes, sino que
sobre la totalidad de los bienes dejados en el extranjero.

La delación

Abierta la sucesión tiene lugar, regularmente, la delación de las asignaciones, esta es, el llamamiento
de la ley a aceptarla o repudiarla (art. 956 CC). De esta forma, la herencia o legado se ofrece a los
asignatarios respectivos y surge para ellos la opción de aceptar o repudiar. Para RAMOS PAZOS5, la
delación no es más que una oferta que el asignatario debe aceptar o rechazar.

Por regla general, la delación de las asignaciones coincide con la apertura de la sucesión; ambas se
producen en el momento de la muerte del causante. Pero esta coincidencia sólo tiene lugar si la
asignación no es condicional, sujeta a condición suspensiva. En efecto, el artículo 956 CC dispone
que la herencia o legado se defiere al heredero o legatario en el momento de fallecer la persona de
cuya sucesión se trata, si el heredero o legatario no es llamado condicionalmente; o en el momento
de cumplirse la condición, si el llamamiento es condicional. Se comprende que la condición ha de
ser suspensiva. La condición resolutoria no posterga la delación hasta su cumplimiento.

Las asignaciones que hace la ley son siempre puras y simples y, por tanto, la excepción del artículo
956 inc. 2° CC, sólo puede tener lugar en la sucesión testamentaria.

Pues bien, existe una contra excepción: si la condición es negativa y meramente potestativa del asig-
natario. Así, la excepción mencionada –la delación se produce al momento de cumplirse la condición
si el llamamiento es condicional– no tiene lugar si la condición es negativa y meramente potesta-
tiva del asignatario. Sin embargo, en dicho caso el asignatario tiene que prestar caución de que
devolverá lo que haya recibido en caso de que la condición falle.

Esta regla –la contra excepción– no tendrá lugar, sin embargo, cuando el testador haya dispuesto que
mientras penda la condición negativa pertenezca a otro asignatario la cosa asignada.

Por ejemplo, si el testador dice “dejo mi casa a P, si no se casa antes de los 25 años”, la asignación se
le deferirá desde la muerte del causante, rindiendo caución; pero si añade que, mientras tanto, la casa
pertenecerá a J, la delación se producirá para P cuando se cumpla la condición”.

En síntesis:

1. Regla general: la delación se produce con la muerte del causante;


2. Excepción: si la asignación es condicional, la delación se producirá al momento de cumplirse
la condición; y

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3. Contra excepción: si la condición es negativa y meramente potestativa del asignatario, la


delación se producirá al momento de la muerte (vuelve a la regla general). Sin embargo, el
asignatario deberá rendir caución. A menos, claro, de que el testador haya señalado que mien-
tras pende la condición la cosa pertenezca a otro asignatario.

Derecho de opción del asignatario6

Todo asignatario tiene un derecho de opción, para aceptar o rechazar la asignación. Sólo la puede
aceptar cuando la asignación le ha sido deferida (art. 1226 inc. 1° CC). Para rechazar la asignación,
en cambio, no es necesario que se le haya deferido, pudiendo hacerlo desde el momento de la apertura
(art. 1226 inc. 2° CC). En todo caso, los efectos de la aceptación o de la repudiación de una herencia
se retrotraen al momento en que ésta ha sido deferida. La misma regla se aplica a los legados de
especie (art. 1239 CC).

Este derecho tiene las siguientes características:

1. Se adquiere originariamente: el derecho a optar lo otorga la ley. Es la asignación la que se


adquiere derivativamente, por venir del difunto; pero el derecho de opción nace con la dela-
ción o la apertura, según sea la variante que se elija;
2. Se adquiere ipso jure: el derecho de opción lo otorga la ley, y es por el mero ministerio de
ella. La asignación, en cambio, siempre requiere de la aceptación;
3. El derecho de opción es personal del asignatario: dicho esto en el sentido de que opera con
exclusión de todo otro sujeto. No es un derecho personalísimo, puesto que se puede transmi-
tir;
4. Intransferible: si se transfiere, habría aceptación tácita de la asignación (art. 1241 CC);
5. El asignatario no puede disponer de esta opción en su testamento: también habría una
aceptación tácita de la asignación;
6. La opción es indivisible: en primer término, no se pueda aceptar una parte y rechazar en
parte la asignación (art. 1228 CC); y, en segundo lugar, que se acepta o rechaza respecto de
todos los demás interesados en la sucesión;
7. La opción es irrevocable: una vez ejercida no se puede dejar sin efecto, salvo los casos
consagrados en los artículos 1234 y 1237 CC;
8. La opción no puede sujetarse a modalidades: así se desprende del artículo 1227 CC; y
9. Es un derecho absoluto.

III. El derecho de herencia

Las relaciones jurídicas de una persona no se extinguen con su muerte. Es evidente la necesidad de
que tales relaciones sobrevivan y que otra persona pase a ser titular y continúe la personalidad del
difunto.

Esta sucesión puede producirse con respecto a determinadas relaciones de derecho o de la totalidad
de las relaciones de la persona fallecida, con relación al patrimonio del difunto considerado como una

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entidad autónoma, independiente de los bienes que lo integran. En este último caso da lugar al de-
recho de herencia.

La herencia es, pues, todo el patrimonio del difunto, involucra todas sus relaciones jurídicas,
independientemente de su contenido efectivo. Es una universalidad jurídica que comprende dere-
chos, deudas, elementos activos y pasivos. Además, la herencia es un derecho real (art. 577 CC).

En nuestro sistema jurídico, la adquisición de la herencia se produce ipso jure. En este sentido, la
aceptación consolida la adquisición verificada por el ministerio de la ley y la hace definitiva e irrevo-
cable. Por lo mismo, tanto la aceptación como la repudiación se retrotraen al momento de la apertura
de la sucesión.

Posesión legal y efectiva de la herencia

Además del dominio, el heredero adquiere, por el ministerio de la ley, la posesión de la herencia
(arts. 722 y 688 CC). Esta posesión, por otra parte, es diversa de la que tenía el causante, pues la
posesión no se transmite (art. 717 CC).

Esta posesión legal no autoriza al heredero, de acuerdo con el artículo 688 CC, para disponer de
alguno de los inmuebles hereditarios. Para ello debe preceder la inscripción en el Registro del Con-
servador de Bienes Raíces del decreto judicial que da la posesión efectiva, es decir, aquel que reco-
noce la calidad de heredero.

[RAMOS PAZOS7 señala que existen tres clases de posesión en la herencia: a) posesión legal; b) pose-
sión material; y c) posesión efectiva.

a. Posesión legal (arts. 722 y 688 CC): es una ficción de la ley, que tiene por objeto evitar que
entre la apertura de la sucesión y la aceptación de la herencia se produzca un vacío sucesorio.
La ley presume que el animus y el corpus se encuentran en el heredero, por tanto no se re-
quieren. Sólo se da en el verdadero heredero y no en el falso o aparente. En todo caso, esta
posesión no da derecho a prescribir adquisitivamente;
b. Posesión material (art. 700 CC): deben cumplirse sus requisitos básicos, estos son, el cor-
pus y el animus. Puede ser poseedor material de la herencia tanto el verdadero heredero como
el falso heredero. Tiene importancia para este último, pues le permite adquirirla por prescrip-
ción; y
c. Posesión efectiva (arts. 877 y 878 CPC): se puede definir como aquella que se confiere por
resolución judicial a quien se presente exhibiendo un testamento aparentemente válido en que
se le instituya heredero, o por resolución del Director Regional del Registro Civil, al que
acredite el estado civil que le da derecho a la herencia, siempre que no conste la existencia
de herederos testamentarios, ni se presenten otros abintestatos o con mejor derecho. Esta re-
solución no otorga la calidad de heredero, sino que más bien reconoce la calidad de here-
dero, la cual es otorgada por la ley. Además, tiene por objeto mantener la historia del bien
raíz. En las sucesiones testadas, es concedida por el juez del último domicilio del causante;
en las intestadas, por el Director Regional del Registro Civil. Ahora, en virtud del artículo

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688 N° 1 CC el decreto judicial o la resolución administrativa que concede la posesión efec-


tiva, se deberá inscribir. El primero en el Conservador de Bienes Raíces; el segundo en el
Registro Nacional de Posesiones Efectivas.].

Adquisición de la herencia por otros medios

El derecho de herencia puede adquirirse por otros medios: por la tradición y por la prescripción.

1. Por tradición: la adquisición del derecho de herencia por medio de tradición presupone el
fallecimiento del causante y, en consecuencia, que se haya abierto la sucesión so pena de
objeto ilícito (art. 1463 CC);
2. Por prescripción: la herencia se adquiere por prescripción al cabo de diez años de posesión
(art. 2512 N° 1 CC). Pero el heredero putativo, a quien se ha concedido la posesión efectiva
de la herencia, la adquiere en cinco años (arts. 1269 y 704 CC).

[RAMOS PAZOS8 señala que la voz “herencia” puede ser empleada en dos sentidos: uno objetivo y
uno subjetivo. El primero está referido al conjunto de bienes que integran el as hereditario, la masa
de bienes que sucede al causante. El segundo, en cambio, significa que la herencia importa un derecho
subjetivo, que consiste en la facultad o aptitud de la persona para suceder en todos los derechos y
obligaciones transmisibles del causante o en una cuota de los mismos.

El derecho real de herencia tiene las siguientes características:

1. Derecho real (art. 577 CC): de los derechos reales nacen las acciones reales. La acción real
que nace del derecho real de herencia es la acción de petición de herencia (art. 1264 CC);
2. Recae sobre una universalidad jurídica: esta universalidad jurídica, integrada por todos los
derechos y obligaciones transmisibles del causante, constituye un todo, con su activo y pa-
sivo, distinto de cada uno de los bienes que la integran. Al fallecimiento del causante el do-
minio de esta universalidad pasa a los herederos por el modo de adquirir sucesión por causa
de muerte (art. 588 CC); y
3. Tiene duración limitada: el derecho de herencia tiene una duración limitada, por cuanto su
vida se extiende desde la apertura de la sucesión hasta que cesa la comunidad hereditaria.
Por consiguiente, si hecha la partición, se adjudica un bien a dos o más herederos, el derecho
de cada uno de ellos sobre ese bien ya no es derecho de herencia, sino de copropiedad.

Modos de adquirir el derecho de herencia

El derecho real de herencia se puede adquirir de tres modos: a) por sucesión por causa de muerte;
b) por tradición; y c) por prescripción.

a) Por sucesión por causa de muerte

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Es el modo normal de adquirirlo. Ya sabemos que, fallecido el causante, se produce la apertura de la


sucesión y delación de la herencia. El asignatario adquiere ipso jure el derecho de herencia, sin per-
juicio de que, como nadie puede adquirir derechos sin su consentimiento, deba aceptar la herencia.
Los efectos de la aceptación se retrotraen al momento en que ésta fue deferida (art. 1239 CC).

b) Por tradición

El heredero puede transferir su derecho de herencia a un tercero, que lo adquiere por el modo de
adquirir tradición. Es claro, entonces, que por tradición no se adquiere el derecho de herencia del
causante, sino de un heredero (y eventualmente, del tercero a quien el heredero le hubiere cedido su
derecho).

La cesión del derecho real de herencia, esto es, su tradición, se regula en los artículos 1909 y 1910
CC. Al ser la cesión del derecho de herencia la tradición de tal derecho, requiere, como toda tradición,
de un título traslaticio que la anteceda (art. 675 CC). Este título traslaticio puede ser gratuito y
oneroso. Si se cede a título gratuito, de nada responde el cedente; si se cede a título oneroso, el cedente
se hace responsable de su calidad de heredero (art. 1909 CC).

Sobre este punto, también se puede complementar siguiendo a ORREGO9. El autor señala que la he-
rencia es un derecho real que comprende la totalidad de los derechos y obligaciones transmisibles
del causante o una parte de ellos, según estemos ante un heredero universal o ante herederos de
cuotas. En tanto derecho universal forma un todo independiente de los elementos que la componen.
No está formado por los bienes del causante, sino que es un todo abstracto, independiente de sus
componentes.

En otras palabras, en virtud de la cesión del derecho real de herencia, un heredero cede una cuota o
el total de los derechos hereditarios que tuviera en una sucesión.

Cabe destacar que para que pueda haber cesión del derecho real de herencia es necesario, como pre-
supuesto, que la sucesión esté abierta, lo que se produce con la muerte del causante (art. 955 CC).
En caso contrario, esto es, de realizarse pactos sobre sucesión futura, habría objeto ilícito (art. 1463
CC), salvo en el caso de pacto de no mejoras (art. 1204 CC).

Por su parte, BARCIA10 señala que los requisitos de la cesión del derecho real de herencia son los
siguientes:

1. El fallecimiento del causante: en caso contrario habría objeto ilícito (art. 1463 CC);
2. La transferencia del derecho del heredero a un tercero se hace mediante un título tras-
laticio de dominio: debe realizarse una venta debe ser por escritura pública (art. 1801 CC);
y
3. El heredero debe traspasar la totalidad o una cuota del derecho hereditario al cesiona-
rio.

Formas de efectuar la tradición

9
ORREGO (2012), Capítulo IX: la cesión de derechos
10
BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las obligaciones

11
Boris Loayza M.

El derecho real de herencia puede cederse de dos formas: especificando o no los bienes sobre los
cuales recae el derecho. Los artículos 1909 y 1910 CC, sólo se aplican en la segunda hipótesis. En el
primer caso, en realidad hay una compraventa o permuta, según corresponda, lo que se rige por las
reglas generales de dichos contratos.

En cambio, cuando lo que se cede es una cosa incorporal que se denomina derecho de herencia, lo
que se cede, en buenas cuentas, es el derecho del heredero a participar en la distribución de bienes
del difunto. Ello explica el artículo 1909 CC, en cuanto el cedente sólo responde de su calidad de
heredero o legatario. En consecuencia, el objeto de la cesión del derecho real de herencia es una
universalidad o cuota que al cedente corresponde en el conjunto de bienes que comprenden el haber
hereditario; los bienes individualmente determinados no son objeto de cesión.

La cesión de bienes puede hacerse a título gratuito u oneroso. En el primer caso, estamos ante una
donación que queda por completo sometidas a las reglas que rigen tal contrato.

La cesión del derecho de herencia propiamente tal, es la cesión a título oneroso, única regida por los
artículos 1909 y 1910 CC. En este caso, la cesión es la tradición, y por tanto requerirá de un antece-
dente jurídico o título que la justifique. La cesión será la transferencia que el heredero hace del
todo o parte de su derecho de herencia a otra persona, lo cual, de constar en una compraventa (o
permuta), se realizará mediante escritura pública (art. 1801 inc. 2° CC).

Tradición del derecho real de herencia

Se ha debatido si la cesión requiere ser inscrita en el Registro Conservatorio, especialmente si la


herencia sobre la que recae el derecho cedido está compuesta por bienes inmuebles. La jurisprudencia
y la mayoría de la doctrina, estiman que no es necesario practicar la inscripción para que se en-
tienda verificada la tradición.

BARCIA11 señala que la cesión de derechos hereditarios no requiere de las inscripciones del ar-
tículo 688 CC, aunque comprenda inmuebles, lo cual se desprende del artículo 1909 CC. Al respecto
de la discusión existen dos posiciones:

1. Para JOSÉ RAMÓN GUTIÉRREZ el derecho real de herencia no es algo diferente a los bienes
que la componen. De esta forma, si el derecho real de herencia se compone de bienes mue-
bles, la tradición se hace conforme a las reglas de la tradición de los bienes muebles. En
cambio, si la sucesión se compone de bienes inmuebles la cesión se hará conforme a las reglas
de los bienes inmuebles. Por último, si se compone de bienes muebles e inmuebles, la tradi-
ción se hará de acuerdo a las reglas de los bienes inmuebles. En el mismo sentido está MEZA
BARROS, quien estima las cosas incorporales o derechos también se clasifican en muebles e
inmuebles (art. 580 CC), y por tanto, dependiendo de la naturaleza de los bienes sobre los
cuales recae o ha de ejercerse, la herencia será mueble o inmueble;
2. Para ALESSANDRI y SOMARRIVA, además de LEOPOLDO URRUTIA, el derecho real de heren-
cia no tiene calidad de mueble o inmueble, sino que tiene la naturaleza de una universalidad
jurídica, diferente de los bienes que físicamente la componen. En consecuencia, aunque entre

11
BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las obligaciones

12
Boris Loayza M.

los derechos cedidos haya inmuebles, no se requiere de inscripción. Esta es la postura ma-
yoritaria. Así, la herencia es una universalidad jurídica independiente de las cosas que la
componen.
3. GONZALO FIGUEROA12, por su parte, sostiene que en cualquier caso, de contener la cesión de
derechos hereditarios bienes inmuebles, aunque no se deben individualizar, es necesario
efectuar las inscripciones del artículo 688 CC. Estas inscripciones son las siguientes:
a. Inscripción de la resolución que otorga la posesión efectiva: la posesión efectiva
puede ser otorgada mediante resolución judicial, que se inscribe en el registro del
CBR o puede ser otorgada mediante resolución administrativa, que se inscribe en el
Registro Nacional de Posesiones Efectivas;
b. Inscripción especial de herencia: consiste en inscribir cada inmueble hereditario a
nombre del heredero o de los herederos (si hay dos o más). De este modo, los inmue-
bles que antes estaban a nombre del causante, ahora quedarán a nombre de los here-
deros. Con esta inscripción pueden los herederos disponer del inmueble de consuno.
Si sólo existe un heredero, acá concluyen las inscripciones exigidas por el artículo
688 CC; y
c. Inscripción de la adjudicación: por último, habiendo dos o más herederos, cuando
se efectúa la partición de la comunidad hereditaria, con el instrumento en que consta
la partición, se practica la inscripción de la adjudicación, por la cual cada inmueble,
que hasta entonces estaba inscrito a nombre de todos los herederos, queda ahora ins-
crito a nombre de quien se adjudicó el inmueble.
Queda una última cuestión relativa a las inscripciones del artículo 688 CC y es respecto
a su sanción, es decir, ¿qué ocurre si se dispone de los inmuebles sin realizar las inscrip-
ciones exigidas por el artículo 688 CC? Al respecto se ha discutido, y se han propuesto
las siguientes sanciones:
i. Nulidad absoluta;
ii. Nulidad relativa;
iii. Aplicar el artículo 696 CC: en este caso, se sostiene que mientras las
inscripciones indicadas no se realicen, los títulos cuya inscripción se
prescribe “no darán o trasfe-rirán la posesión efectiva del respectivo de-
recho”. Por tanto, la sanción sería que el tercero adquirente queda como
mero tenedor;
iv. El tercero adquirente queda como poseedor: esto es porque se estaría
en presencia de una venta de cosa ajena. Sin embargo, esta postura es
discutible porque no se podría adquirir por prescripción; y
v. Inoponibilidad.

En este sentido, ORREGO señala que la Corte de Chillán de 1938, indicó que es válida y eficaz la
cesión de derechos hereditarios efectuada sin inscripción ni posesión efectiva previa, por el único y
universal heredero de una herencia que comprende bienes raíces.

Efectos de la cesión del derecho real de herencia

Los determina el artículo 1910 CC. El principio que rige esta materia es el siguiente: el cesionario
debe obtener mediante la cesión el beneficio íntegro que habría obtenido el heredero, sin que al ce-
dente le sea lícito obtener parte alguna de esos beneficios. Por consiguiente, el cesionario gozará de
los mismos derechos del cedente, por lo que podrá solicitar la partición, la petición de herencia o la
acción reivindicatoria, e incluso la posesión efectiva (art. 1320 CC).

12
BARCIA (2008), Lecciones de Derecho Civil chileno. Tomo IV, De los bienes

13
Boris Loayza M.

En este sentido, el cedente que se ha aprovechado de cualquier forma de alguno de los efectos here-
ditarios o de sus frutos, está obligado a reembolsar su valor al cesionario, salvo estipulación en
contrario. La cesión del derecho de herencia comprende también todo aquello que en virtud del
derecho de acrecimiento, venga a incrementar la cuota del cedente, salvo pacto en contrario.

Por su parte, el cesionario debe tomar o adquirir el derecho de herencia en toda su amplitud, y cargar
también con la participación que le quepa en el pasivo, vale decir, con las obligaciones y gravámenes
que a su cuota hereditaria le corresponda; y si el cedente hubiere pagado alguna deuda o carga here-
ditaria, el cesionario deberá reembolsarle los costos necesarios y prudenciales.

Con todo, como en nuestro derecho no existe sólo la cesión de deudas (art. 1635 CC), los acreedores
hereditarios y testamentarios no están obligados a dirigirse contra el cesionario. Pero, como en
virtud del contrato y subsecuente cesión que ha mediado entre el cedente y el cesionario, el segundo
es el que está obligado a la deuda, el cedente podrá repetir contra el cesionario lo que haya pagado,
a menos que los acreedores se dirijan directamente contra el cesionario, lo que también pueden hacer.

Responsabilidad de las partes

1. Del cedente: varía según si cedió a título gratuito u oneroso. Si cedió a título gratuito, no
contrae el cedente ninguna responsabilidad. En cambio, si cedió a título oneroso, responde
sólo de su calidad de heredero o legatario, pero no de la existencia de determinados bienes.
Por tanto, de resultar el heredero o legatario aparente o putativo, será responsable frente al
cesionario;
2. Del cesionario: respecto del cedente, el cesionario se hace cargo de la parte del pasivo en la
herencia que al primero le correspondía. Ante terceros, el cedente sigue siendo responsable
de las deudas hereditarias, sin perjuicio de una acción de reembolso contra el cesionario.

¿Es efectivamente la tradición un modo de adquirir el derecho real de herencia?

La pregunta es pertinente porque al ser la herencia una universalidad jurídica con un activo y un
pasivo, aceptar la tradición en forma amplia vendría a significar que con la cesión no sólo se traspa-
sarían los bienes del causante, sino también sus deudas, sin que el acreedor lo autorizare, lo que es
contrario al principio de nuestra legislación que no acepta la cesión de deudas sin el consentimiento
del acreedor, como lo deja de manifiesto el artículo 1635 CC a propósito de la novación por cambio
de deudor.

Por ello debe aclararse que cuando se cede el derecho de herencia lo que realmente se está cediendo
es el activo del as hereditario; no se está cediendo la condición de heredero, porque no puede des-
prenderse de las deudas. La calidad de heredero es indeleble. En este sentido, los profesores DO-
MÍNGUEZ ÁGUILA y DOMÍNGUEZ BENAVENTE señalan que “el cesionario adquiere la universalidad
frente al cedente, pero frente a terceros, tan sólo el aspecto activo, pues en cuanto al pasivo, depende
de la calidad de heredero y no tienen ellos por qué perseguir necesariamente al cesionario”.

De acuerdo con lo anterior, los acreedores del causante pueden siempre dirigirse contra del heredero,
aunque éste haya cedido su derecho de herencia, pues tal acto les es inoponible. Ello, sin perjuicio de

14
Boris Loayza M.

que si estiman más conveniente a sus intereses dirigirse contra del cesionario, también puedan ha-
cerlo, con lo que estarían ratificando un acto inoponible.

Inscripciones del artículo 688 y su sanción13

La inscripción, además de su objetivo primordial de servir de tradición de los derechos reales inmue-
bles, tiene otras finalidades, como la de dar publicidad a la propiedad raíz. Tal ocurre con las
inscripciones que se requieren a propósito de la sucesión por causa de muerte del artículo 688 CC.
Así las cosas, el heredero, con el fallecimiento del causante adquieren la posesión legal (art. 722 CC),
pero no los habilita para disponer de los inmuebles a no ser que realice ciertas inscripciones:

1. El decreto judicial o la resolución administrativa que da la posesión efectiva de la he-


rencia (art. 688 N° 1 CC): el decreto judicial se inscribirá en el Registro de Propiedad del
Conservador de la Comuna o agrupación de comunas, en que se encuentre el tribunal que lo
dictó; la resolución administrativa, en cambio, se inscribirá en el Registro Nacional de Pose-
siones Efectivas que depende del Registro Civil e Identificación. Además, deberá inscribirse
el testamento, en caso de tratarse de una sucesión testamentaria;
2. Inscripción especial de herencia (art. 688 N° 2 CC): se practica con el mérito de la primera
inscripción o de las dos primeras inscripciones. Consiste en inscribir los inmuebles de la
sucesión a nombre de todos los herederos en el RCBR. Con esta inscripción los herederos
podrán disponer del inmueble de consuno; y
3. La inscripción del acto de partición (art. 688 N° 3 CC): por el cual se adjudica a un here-
dero el todo o parte de un inmueble; la inscripción se efectúa en el o en los mismos registros
en los cuales se verificó o verificaron las inscripciones especiales de la herencia. Sin esta
inscripción, no podrá el heredero adjudicatario disponer por sí solo de los inmuebles heredi-
tarios en que en la partición le hayan cabido. La adjudicación de un inmueble hereditario a
uno de los herederos no es un acto de disposición. Inicialmente, la Corte Suprema llegó a la
conclusión contraria, al declarar nula la adjudicación de un bien raíz sin que previamente se
hubieren practicado las inscripciones señaladas en el artículo 688 del CC. Este error jurídico
se enmendó sin embargo, y la jurisprudencia posterior reconoció que la adjudicación a un
heredero no importa disposición, o sea enajenación, sino simplemente una singularización o
individualización del dominio que pertenecía al adjudicatario en la comunidad, la radicación
de los derechos cuotativos en bienes determinados. Por tanto, la falta de posesión efectiva de
la herencia y de la inscripción especial de la misma a nombre de todos los herederos, no anula
la adjudicación que opera en favor de uno de ellos.

Las sanciones han variado, pero se pueden resumir de la siguiente forma:

1. Nulidad absoluta: se aplicó la sanción al acto o contrato, por infracción a las normas de
organización del Registro Conservatorio, que son de orden público. Lo anterior, además, es
porque el artículo 688 CC establece una prohibición general y absoluta, comprendiendo no
solo las enajenaciones voluntarias, sino también las ventas forzadas. Luego, se modificó el
criterio en lo que respecta a las ventas forzadas, y se estableció que la sanción es la nulidad
absoluta, pero sólo respecto de las enajenaciones voluntarias;

13
ORREGO (2019), La tradición

15
Boris Loayza M.

2. El acto es válido, pero su tradición será nula: se entiende la palabra “disponer” en su sen-
tido natural y obvio, por tanto, la venta no es un acto de disposición. De esta manera, la venta
no es nula, sino que lo es la tradición subsecuente. Otra sentencia señaló que la prohibición
de disponer impuesta a los herederos antes de la realización de las inscripciones, no puede
aplicarse al título, como la compraventa, sino al modo de adquirir, a la tradición;
3. Sanción establecida en el artículo 696 CC: Este artículo, refiriéndose a los que lo preceden,
entre los que se cuenta el art. 688, dispone que los títulos cuya inscripción en dichos artículos
se prescribe no darán o transferirán la posesión efectiva del respectivo derecho, mientras la
inscripción no se efectúe. Esto implica que si se omiten las inscripciones ordenadas en el
artículo 688 CC, la inscripción que obtenga quien adquirió del heredero, adolecerá de una
transitoria ineficacia. No conferirá a dicho adquirente la posesión sobre su derecho, mien-
tras no se efectúen las inscripciones omitidas. Esta transitoria ineficacia de la inscripción del
adquirente, demuestra que en ningún caso la sanción podría ser la nulidad absoluta, porque
ésta excluye la ratificación, figura que opera en definitiva, al menos tácitamente, al verificarse
las inscripciones que ponen fin a la ineficacia transitoria de la inscripción hecha en favor del
adquirente.

Sin embargo, la discusión se mantiene. Se señalan dos objeciones a la última solución de la jurispru-
dencia:

1. Que el artículo 696 CC, al negar la transferencia del respectivo derecho al tercero mientras
la inscripción no se efectúa, no se refiere al artículo 688 CC, pues se está refiriendo sólo a las
inscripciones que transfieren el dominio, a las que son tradición, objetivo que no persiguen
las inscripciones del artículo 688 CC; y
2. Que la solución de la jurisprudencia asegura que mientras las inscripciones no se efectúen
queda en suspenso la transferencia del derecho; en otras palabras, que al comprar el inmueble
el tercero sin que previamente el heredero hubiere practicado las inscripciones, el título y la
inscripción que dicho tercero obtenga a su nombre serían válidos pero completamente inefi-
caces, con lo que el tercero no adquiriría el dominio ni la posesión. Se trataría entonces de un
mero tenedor. La solución conduciría entonces a la inestabilidad de los derechos. El resultado
práctico del criterio jurisprudencial se traduce en la necesidad en que queda colocado el ter-
cero que adquirió del heredero, de reinscribir el título traslaticio, una vez que el heredero
haya obtenido la posesión efectiva y practicado las inscripciones del caso. Y este procedi-
miento de reinscripción, se agrega, carece de base legal y puede dar origen a una cadena
paralela de inscripciones.

Sin embargo, se sostiene que desde el momento que el artículo 696 CC alude a “la posesión efectiva
del respectivo derecho”, es decir del derecho de dominio, que no se adquiere mientras no se verifiquen
las inscripciones, no se excluye la posibilidad de que se adquiera la posesión de la cosa, de manera
que la inscripción en favor del tercero hecha sin haberse efectuado previamente las inscripciones del
artículo 688 CC, no es del todo ineficaz, pues conferiría la posesión del inmueble, con lo que podría
adquirirse por prescripción si pasa el tiempo y los herederos no practican las inscripciones del artículo
688 CC.

Otra solución que se desprendería de los principios generales, sería que la enajenación del heredero
en favor del adquirente estaría viciada de nulidad relativa, porque se habrían omitido ciertos requi-
sitos (las inscripciones del artículo 688 CC) prescritos por la ley en consideración a la calidad de

16
Boris Loayza M.

heredero de quien enajena. Esta nulidad se sanearía con la confirmación o ratificación del heredero,
de la tradición efectuada, mediante el cumplimiento de las inscripciones del artículo 688 CC. Para el
orden del registro, bastaría una simple anotación marginal que aluda a la ratificación, hecha en la
inscripción confirmada. Con esta solución, no sería necesaria la reinscripción.

Pero la tesis de la nulidad relativa como sanción a la infracción del artículo 688 CC ha sido impug-
nada, ya que dicha nulidad se sanea a los 4 años, mientras que del tenor del artículo 688 CC se des-
prende que la falta de inscripciones hereditarias jamás se sanea, pues el precepto señala que el here-
dero no puede disponer en manera alguna de los inmuebles hereditarios, mientras no procedan las
inscripciones hereditarias.

En la práctica, cuando se detecta que los herederos han enajenado un inmueble sin haber cumplido
con las normas preceptuadas en el artículo 688 CC, no queda otra vía que proceder a resciliar el
contrato, y celebrar uno nuevo, pero sólo después de haber practicado las inscripciones hereditarias.

c) Por prescripción

El tercer modo de adquirir el derecho de herencia es por prescripción (art. 2498 CC). En este sentido,
va a adquirir por prescripción el falso heredero o el heredero aparente, esto es, aquel que haya estado
en posesión del derecho de herencia sin tener la calidad de heredero, como sería el caso, por ejemplo,
de quien adquirió el derecho en virtud de un testamento que había sido revocado.

El artículo 2512 CC establece que el derecho de herencia se adquiere por la prescripción extraordi-
naria de 10 años. Sin embargo, esta norma se debe concordar con el artículo 704 inciso final CC. En
este sentido, se tiene que el derecho de herencia se adquiere siempre por prescripción extraordinaria
de diez años, salvo el caso del heredero aparente a quien se le concedió la posesión efectiva de la
herencia, quien va a adquirir por prescripción ordinaria de 5 años (siempre que se cumplan los
otros requisitos: buena fe y tradición si el título es traslaticio). Dicho plazo (de 5 años) se cuenta desde
la fecha del decreto del juez que le otorga la posesión efectiva o desde la resolución administrativa
del Director Regional del Registro Civil. En el mismo sentido se debe concordar el artículo 1269 CC.

La prescripción del derecho real de herencia se debe alegar por vía de acción, atendiendo al artículo
2517 CC.].

IV. Incapacidades e indignidades para suceder

Para suceder es preciso que concurran dos requisitos generales: capacidad y dignidad. El asignatario,
sea a título universal o singular, por testamento o abintestato, ha de ser capaz y digno de suceder.

1. Incapacidades para suceder

La capacidad es la aptitud para suceder una persona a otra, la habilidad para adquirir por causa de
muerte, para poder ser heredero o legatario.

Esta aptitud o habilidad constituye la regla general; excepcionalmente, las personas carecen de
esta facultad. El artículo 961 CC consagra el principio fundamental de que es capaz de suceder toda

17
Boris Loayza M.

persona quien la ley no haya declarado incapaz (en el mismo sentido, el artículo 1446 CC). Por con-
siguiente, el estudio de las capacidades se traduce en el examen de las excepciones a la regla general,
esto es, de las incapacidades para suceder.

Ahora bien, la incapacidad para suceder es una incapacidad de goce. En otras palabras, la incapaci-
dad para suceder es una incapacidad adquisitiva, pues al incapaz le está vedado adquirir por sucesión
por causa de muerte.

Trátase, naturalmente, de una incapacidad especial, puesto que importa solamente la falta de aptitud
para ser titular de los derechos que implican las calidades de heredero o legatario. De esta ma-
nera, el incapaz podrá adquirir derechos por cualquier otro modo que no sea la sucesión por causa de
muerte.

Incapacidad absoluta y relativa

La incapacidad puede ser absoluta o relativa. Es absoluta la incapacidad que pone al incapaz en la
imposibilidad de suceder a toda persona. Es relativa, en cambio, la que impide al incapaz suceder a
determinado causante.

a) Incapacidades absolutas

Las incapacidades absolutas se reducen a dos:

i. La falta de existencia natural (art. 962 CC): el artículo 962 CC dispone que para ser capaz
de suceder es necesario existir al tiempo de abrirse la sucesión. Toda asignación, pues, lleva
envuelta la condición de existir el asignatario al tiempo del fallecimiento del causante,
que es el momento en que la apertura se produce (art. 955 CC). Se sigue, como consecuencia,
que no pueden suceder aquellos que han dejado de existir o no existen aun cuando la sucesión
se abre. Sin embargo, a este principio general le siguen algunas excepciones. Tales son:
a. Personas concebidas al abrirse la sucesión: la existencia legal de las personas co-
mienza al nacer, esto es, al separarse la criatura completamente de la madre (art. 74
CC). Con todo, la criatura simplemente concebida al tiempo de abrirse la sucesión
puede suceder. Los derechos que se le habrían deferido si viviese permanecerán en
suspenso hasta que el nacimiento se efectúe (art. 77 CC). Por tanto, el concebido no
nacido adquiere, pues, un derecho eventual, dependiente de que se efectúe el naci-
miento, de que su existencia “natural” se convierta en existencia “legal”;
b. Personas cuya existencia se espera: excepcionalmente son capaces de suceder las
personas que no existen al tiempo de abrirse la sucesión, pero se espera que existan
(art. 962 inc. 3° CC). La asignación, en tal caso, está sujeta a la condición de existir
el asignatario. Pero como la incertidumbre no puede perdurar indefinidamente, se
previene que el asignatario deberá existir antes de expirar los 10 años subsiguientes
a la apertura de la sucesión;
c. Asignaciones en premio de servicios importantes: el servicio de que se trata ha de
prestarse dentro de los 10 años subsiguientes a la apertura de la sucesión, es decir,
desde el fallecimiento del causante. Reviste la asignación un carácter condicional,
subordinada al hecho futuro e incierto de que se preste el servicio señalado por el
testador;

18
Boris Loayza M.

d. Asignaciones condicionales: cuando la asignación es condicional está sujeta a una


condición suspensiva, por tanto, no basta que el asignatario exista al tiempo de la
apertura de la sucesión, sino que es menester que el asignatario exista al momento
de cumplirse la condición (art. 1078 CC); y
e. Sucesores por derecho de transmisión: esta es más bien una excepción aparente,
puesto que el transmitido debe existir al momento de su causante, es decir, el trans-
mitente.
ii. La falta de personalidad jurídica (art. 963 CC): las entidades que carecen de personalidad
jurídica no tienen existencia ante el derecho. Por tanto, el artículo 963 CC viene a ser una
manifestación del artículo 962 CC. Sin embargo, el Código Civil permite las asignaciones a
una persona jurídica que debe crearse. En otras palabras, es válida la asignación que se hace
justamente para la creación de una nueva persona jurídica.

De esta manera, se desprende que para ser titular de derechos sucesorios, en suma, se requiere ser
persona natural o jurídica.

b) Incapacidades relativas

Las incapacidades relativas pueden ser tres y afectan a las siguientes personas:

i. Al condenado por el crimen de dañado ayuntamiento (art. 964 CC): tiene que mediar
condena judicial y que entre los que cometieron el delito no debe mediar un matrimonio capaz
de producir efectos civiles;
ii. Al confesor del causante (art. 965 CC): es necesario que el testamento se otorgue durante
la última enfermedad, y que el eclesiástico haya confesado al testador durante la última en-
fermedad o habitualmente durante los dos años anteriores al testamento. La incapacidad del
confesor le impide únicamente suceder por testamento; es inaplicable a la sucesión abintes-
tato; y
iii. Al notario, testigos y ciertos parientes suyos (art. 1061 CC).

Caracteres y efectos de la incapacidad

Las incapacidades para suceder son de orden público. Se sigue, como consecuencia, que la incapaci-
dad es indeleble, no puede sanearse, circunstancia que la diferencia de la indignidad. Además, la
incapacidad existe de pleno derecho, sin que se requiera sentencia judicial que la declare.

El artículo 966 CC establece perentoriamente que “será nula la disposición a favor de un incapaz”.
Importa, por tanto, una prohibición de adquirir por causa de muerte. De esta manera, el testamento
que instituye heredero o legatario a un incapaz, adolece de nulidad absoluta por ilicitud del objeto
(art. 1466 y 1682 CC).

La incapacidad es la negación absoluta del derecho de suceder, como se dijo, es una incapacidad de
goce, limitada al modo de adquirir que es la sucesión por causa de muerte. Pero, el incapaz podrá
adquirir la herencia o legado por prescripción, poseyéndolos en la forma ordinaria (art. 967 CC).
Trátase, por consiguiente, de una prescripción adquisitiva. El verdadero dueño no pierde su derecho
por el no uso; lo pierde porque otro lo adquiere por prescripción, conforme al artículo 2517 CC.

19
Boris Loayza M.

Finalmente, la incapacidad pasa contra terceros, porque éstos no pueden adquirir más derechos
que el incapaz y éste no tenía ninguno. Por otra parte, la nulidad de la asignación judicialmente de-
clarada da acción reivindicatoria contra terceros poseedores (art. 1689 CC).

2. Indignidades para suceder

La indignidad es la falta de mérito para suceder. Dicho en otros términos, es una sanción que
consiste en excluir de la sucesión a un asignatario, como consecuencia de haber cometido actos que
importan un grave atentado contra el difunto o un serio olvido de sus deberes para con este.

La indignidad tiene un estrecho parentesco con el desheredamiento. Las causales coinciden en gran
parte (art. 1207 CC) y, en uno y otro caso, se ve privado el sucesor de la asignación por la ejecución
de actos que significan un atentado contra el causante o un desconocimiento de sus obligaciones hacia
el difunto.

El legislador ha señalado taxativamente las causales que acarrean la indignidad (arts. 968 a 972 CC).

i. Homicidio del causante (art. 968 N° 1 CC);


ii. Atentado grave contra el causante y parientes (art. 968 N° 2 CC);
iii. Incumplimiento del deber de socorro (art. 968 N° 3 CC);
iv. Fuerza o dolo para obtener disposiciones testamentarias o impedir que se otorgue tes-
tamento (art. 968 N° 4 CC);
v. Detención u ocultación del testamento (art. 968 N° 5 CC): es uno de los casos excepcio-
nales en donde la ley presume el dolo (art. 968 N° 5 CC).
vi. Falta de acusación a la justicia del homicidio del causante (art. 969 CC);
vii. Falta de instancia por el nombramiento del guardador al impúber, demente o sordo-
mudo (art. 970 CC);
viii. Promesa de hacer pasar bienes a un incapaz (art. 972 CC).

Caracteres y efectos de la indignidad

La indignidad no opera de pleno derecho, esto es, por el mero hecho de encontrarse una persona en
alguno de los casos señalados por la ley. Por el contrario, requiere una declaración judicial; mientras
tanto, se encontraría en estado latente (art. 974 CC).

Una consecuencia capital fluye de esta norma. Puesto que la indignidad debe ser judicialmente de-
clarada, mientras tal declaración no se produce el asignatario adquiere la asignación, es reputado
heredero o legatario. Declarada la indignidad, quedará el asignatario excluido de la sucesión, perderá
la herencia o legado.

En resumen, el indigno adquiere la asignación, pero no puede conservarla después que se ha declarado
la indignidad.

Ahora bien, la declaración de indignidad puede pronunciarse a instancia de cualquiera de los intere-
sados en la exclusión del heredero o legatario indigno (art. 974 CC). En otros términos, la acción de
indignidad corresponde a toda persona que como consecuencia de la exclusión del indigno sea

20
Boris Loayza M.

llamada a recoger la asignación o a incrementar la suya (por ejemplo, los sustitutos, herederos,
acreedores, etc.).

La indignidad pasa a los herederos. Comúnmente, la acción de indignidad se dirigirá contra el que
ha incurrido en la causal correspondiente. Pero, fallecido el indigno, la acción podrá interponerse
contra sus herederos para que éstos sean excluidos de la sucesión (art. 977 CC). En síntesis, como el
indigno adquirió la herencia la transmite a sus herederos; pero éstos, al igual que su autor, no pueden
conservarla.

Cabe señalar que la indignidad no pasa a los terceros de buena fe, esto es, los que ignoraban que
contrataron con un indigno. Al tercero de mala fe sí le afecto la declaración de indignidad y caducarán
las enajenaciones y gravámenes constituidos en su favor.

Los actos de enajenación ejecutados antes de la declaración de indignidad lo han sido por quien legí-
timamente podía ejecutarlos. ¿Qué suerte han de correr estas enajenaciones una vez declarada la in-
dignidad? El legislador resuelve el conflicto con el mismo criterio que otros análogos (por ejemplo,
los artículos 1490, 1491 y 2468 CC): hace prevalecer el interés de los terceros, a condición de que
estén de buena fe (art. 976 CC).

Extinción de la indignidad

La indignidad se extingue por dos causas:

1. Por el perdón del ofendido (art. 973 CC): el causante puede, en ciertos casos, perdonar las
ofensas de que se ha sido víctima y, de este modo, el indigno quedará rehabilitado; y
2. Por la prescripción (art. 975 CC): la indignidad se purga en 5 años de posesión de la he-
rencia o legado. ¿Y si el indigno no ha entrado en posesión? La ley no señala un plazo para
la acción encaminada a que se declare la indignidad, por tanto, se deben aplicar las reglas
generales.

3. Paralelo entre la incapacidad y la indignidad

La incapacidad y la indignidad están sujetas a las reglas comunes señaladas en los artículos 978 y 979
CC.

1. La incapacidad impide “adquirir” un derecho hereditario; la indignidad impide solamente


“conservarlo”;
2. La incapacidad puede ser absoluta o relativa. La indignidad es siempre relativa y se refiere a
una determinada sucesión;
3. La incapacidad se funda en consideraciones de orden público, constituye una prohibición de
la ley y opera de pleno derecho. La indignidad, en cambio, miera al interés particular, está
establecida en consideración a las personas y debe ser declarada judicialmente;
4. La incapacidad pasa contra terceros; el incapaz nada transmite porque nada tiene. La indig-
nidad pasa a los herederos, y solamente a los terceros que están de mala fe; y
5. La incapacidad se purga por la prescripción adquisitiva extraordinaria, porque el incapaz no
tiene ningún título. La indignidad se purga en cinco años de posesión de la asignación.

21
Boris Loayza M.

V. El derecho de transmisión

Deferida la asignación, nace para el asignatario el derecho de aceptarla o repudiarla; la delación es


justamente el llamamiento que hace la ley con tal objeto.

Tres situaciones diferentes pueden plantearse:

1. El asignatario acepta la asignación y luego fallece: el asignatario transmite la asignación


que, en virtud de la aceptación, ingresó definitivamente en su patrimonio;
2. El asignatario repudia y fallece enseguida: nada transmite el asignatario porque, como
consecuencia de la repudiación, se supone que nunca ha tenido derecho alguno (art. 1239
CC); y
3. El asignatario fallece sin haber expresado su voluntad de aceptar o repudiar la asigna-
ción: el asignatario transmite a sus herederos la facultad de aceptar o repudiar y tiene lugar
el derecho de transmisión (art. 957 CC).

El derecho de transmisión se puede definir como la facultad que tiene el heredero, que acepta la
herencia, de aceptar o repudiar la herencia o legado que se defirió a su causante fallecido sin
haber aceptado o repudiado (art. 957 CC).

Este derecho es una aplicación de los principios generales. Así, el causante tenía la facultad de aceptar
o repudiar la herencia o legado que se le defirió. El heredero le sucede en todos sus derechos y obli-
gaciones transmisibles y, entre ellos, el derecho que tenía el causante de aceptar o repudiar. En otras
palabras, la facultad de aceptar o repudiar la herencia o legado, incorporada en el patrimonio del
causante, la recoge el heredero con los demás bienes que integran la herencia.

Personas que intervienen en el derecho de transmisión

a. El primer causante que deja la herencia o legado que no se aceptó o repudió;


b. El transmitente o transmisor que, después de deferida la herencia o legado, fallece sin
haber expresado si aceptaba o repudiaba; y
c. El transmitido que, habiendo aceptado la herencia del transmitente, adquiere el dere-
cho de aceptar la herencia o legado dejados por el primer causante.

Requisitos del derecho de transmisión

1. El transmitente debe ser capaz de suceder al primer causante;


2. El transmitido debe ser capaz de suceder al transmitente;
3. El transmitido debe ser heredero, bien sea testamentario o abintestato del transmitente:
el transmitente puede ser, a su vez, heredero o legatario del primer causante, pero el transmi-
tido debe ser heredero del transmitente;
4. El transmitido debe aceptar la herencia del transmitente; y
5. Los derechos del transmitente a la herencia o legado no hayan prescrito.

22
Boris Loayza M.

[Otra sistematización es la de R AMOS PAZOS14, quien divide los requisitos dependiendo de si operan
en el transmitente o transmitido.

1. Transmitente:
a. Que fallezca sin haber hecho uso de su derecho de opción;
b. Que sea heredero o legatario del causante;
c. Que su derecho de opción no haya prescrito; y
d. Que sea capaz y digno de suceder al primer causante.
2. Transmitido:
a. Debe ser heredero del transmitente;
b. Debe haber aceptado la herencia del transmitente; y
c. Debe ser capaz y digno de suceder al transmitente.].

VI. Teoría de los acervos

1. Acervo bruto: al tiempo de la muerte de una persona queda un conjunto o masa de bienes.
Los bienes dejados por el difunto suelen encontrarse confundidos o mezclados con bienes
pertenecientes a otras personas. Por tanto, el patrimonio del difunto unido a otros que no
le pertenecen se denomina acervo común, bruto o cuerpo común de bienes. Cuando tal
cosa ocurra, será necesario, como operación previa para conocer o determinar el patrimonio
del difunto, separarlo de otros patrimonios (art. 1341 CC). Por ejemplo, liquidando la socie-
dad conyugal;
2. Acervo ilíquido: operada la separación de patrimonios, queda formado el acervo ilíquido, es
decir, el patrimonio del difunto, separado de otros bienes con que se encontraba confun-
dido y al que aún no se han deducido las bajas generales;
3. Acervo líquido: deducidas las bajas generales (art. 959 CC), resta un conjunto de bienes que
se denomina acervo líquido. Este es, por consiguiente, el patrimonio del difunto, separado
de otros patrimonios y deducidas las bajas generales. En principio, las asignaciones se
calculan sobre este acervo (art. 959 inc. final CC). Las bajas generales están señaladas en el
artículo 959 CC, y son ciertas deducciones que es menester practicar para determinar los
bienes de que dispone el causante por testamento o la ley abintestato, y siguen un orden de
prelación que enumera el Código. Tales son:
a. Primera baja: gastos de última enfermedad adeudados a la fecha de la delación
de la herencia y los del entierro del causante;
b. Segunda baja: los gastos de apertura de la sucesión (art. 959 N° 1 CC): las costas
de la publicación del testamento, si lo hubiere, y las demás anexas a la apertura de la
sucesión;
c. Tercera baja: las deudas hereditarias (art. 959 N° 2 CC): son aquellas que el
causante tenía en vida. Como es sabido, los herederos responden ilimitadamente de
las deudas hereditarias a menos que gocen del beneficio de inventario. Estas deudas
se pagan antes de las deudas testamentarias (art. 1374 CC);
d. Cuarta baja: los impuestos fiscales que graven toda la masa hereditaria (art.
959 N° 3 CC): ya no corre, pues lo gravado con el impuesto son las asignaciones de
cada asignatario;

14
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

23
Boris Loayza M.

e. Quinta baja: las asignaciones alimenticias forzosas (art. 959 N° 4 CC): estas son
las que el difunto debe por ley a ciertas personas (art. 1168 CC). Sin embargo, hay
algunas salvedades:
i. Cuando el testador haya impuesto la obligación de pagarlas a determi-
nados partícipes (art. 1168 CC);
ii. Cuando fueren excesivas, atendidas las fuerzas del patrimonio del cau-
sante, caso en que el exceso se extraerá del acervo líquido, imputándose
a la parte de bienes que pudo disponer libremente.
f. Quinta baja: la porción conyugal: derogada.
4. Acervo imaginario (arts. 1185 y 1186 CC): no siempre las asignaciones se calculan en el
acervo líquido. Nuestra ley limita la facultad de disponer por testamento estableciendo asig-
naciones forzosas, que el testador está obligado a hacer y que se suplen cuando no las hace,
aun con perjuicio de las disposiciones testamentarias expresas. Por medio de la formación
del acervo imaginario se procura reconstruir ideal o imaginariamente el patrimonio del
causante al tiempo en que se hicieron las liberalidades.
a. Primer acervo imaginario (art. 1185 CC): se forma acumulando imaginariamente
al acervo líquido, todas las donaciones revocables o irrevocables hechas en razón de
legítimas o mejoras;
b. Segundo acervo imaginario (art. 1186 CC): se forma cuando el que tenía a la sazón
legitimarios ha hecho donaciones entre vivos a extraños y el valor total de éstas ex-
cede de la cuarta parte de ellas y del acervo líquido o imaginario. El exceso deberá
acumularse y esta acumulación, en verdad, es real y no imaginaria.

CAPÍTULO II: LA SUCESIÓN INTESTADA

I. Reglas generales

El artículo 952 CC expresa que si se sucede en virtud de un testamento, la sucesión se llama testa-
mentaria, y si en virtud de la ley, intestada o abintestato.

La sucesión intestada, pues, es la transmisión que hace la ley de los bienes, derechos y obligacio-
nes transmisibles de una persona difunta.

Las reglas legales son supletorias de la voluntad del difunto; su voluntad expresa, manifestada en el
testamento, prevalece sobre tales normas.

Personas llamadas a suceder

Llama la ley a suceder, en general, a las personas ligadas al causante por vínculos de parentesco,
siguiendo el orden natural de los afectos. El artículo 983 CC prescribe que son llamados a la sucesión
del difunto, (i) los descendientes; (ii) sus ascendientes; (iii) el cónyuge sobreviviente; (iv) sus co-
laterales; (v) el adoptado; y (vi) el Fisco.

24
Boris Loayza M.

La ley no toma en consideración, para regular la sucesión intestada, ni el origen de los bienes, ni el
sexo, ni edad de los sucesores (arts. 981 y 982 CC). Por consiguiente, los herederos del mismo grado,
tienen iguales derechos, cualquiera sea su sexo y su edad.

¿Cuándo tiene lugar la sucesión intestada?

Grosso modo, las reglas de la sucesión intestada se aplican si el difunto no ha hecho testamento. Pero
la ley se ha cuidado de precisar, con exactitud, cuándo ella regula la sucesión.

El artículo 980 CC prescribe que las leyes reglan la sucesión de los bienes de que (i) el difunto no
ha dispuesto, (ii) o si dispuso, no lo hizo conforme a derecho, (iii) o no han tenido efecto sus
disposiciones.

II. El derecho de representación

En virtud del artículo 984 CC se puede suceder de dos maneras:

1. Por derecho personal: suceder por derecho personal significa hacerlo a nombre propio, di-
rectamente, como consecuencia de la situación que realmente se ocupa dentro de la familia
del difunto; y
2. Por derecho de representación: suceder por representación significa suceder en lugar de
otra persona, ocupando su sitio, sustituyéndola en virtud de la autorización de la ley.

La representación se define en el artículo 984 CC como una ficción legal en que se supone que una
persona tiene el lugar y los derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta
no quisiese o no pudiese suceder.

De lo anterior se sigue que puede representarse a una persona viva.

Personas que intervienen en la representación

a. El causante: que es la persona en cuya herencia se sucede;


b. El representado: que es la persona que no puede o no desea suceder y cuyo lugar queda, por
este motivo, vacante; y
c. El representante: el descendiente del representado que ocupa el lugar de éste para suceder
al causante.

Condiciones o requisitos del derecho de representación

1. Que se trate de una sucesión intestada: en principio, el derecho de representación sólo tiene
lugar en la sucesión abintestato. De esta forma, en la sucesión testada, si falta el asignatario,
no ocuparán su lugar sus descendientes; recogerán la asignación los herederos abintestato
(art. 1162 CC). Excepcionalmente, tiene lugar el derecho de representación en la sucesión
testada, en los siguientes casos:

25
Boris Loayza M.

a. Asignaciones que se hacen indeterminadamente a los parientes (art. 1064 CC):


es más bien una excepción aparente, pues rigen las reglas generales de la sucesión
intestada; y
b. Los legitimarios (art. 1183 CC): los legitimarios concurren, son excluidos y repre-
sentados, según las reglas generales de la sucesión intestada, por lo que, al igual que
en el caso anterior, es más bien una excepción aparente;
2. Que falte el representado: el derecho de representación exige que falte el representado, bien
sea porque no quiere o no puede suceder. El representante ocupará el lugar que el represen-
tado ha quedado vacante (arts. 984 y 987 CC);
3. Que el representante sea descendiente del representado: la representación tiene lugar úni-
camente en la descendencia; jamás operará en la ascendencia. El hijo puede representar a su
padre para suceder al abuelo; pero a éste no le es posible suceder al nieto por derecho de
representación (art. 989 CC). Cabe señalar que en línea descendiente la representación tiene
lugar hasta el infinito;
4. Que el representado sea pariente del causante: el artículo 986 CC establece que el paren-
tesco debe ser en la descendencia del difunto, y en la descendencia de sus hermanos. Es decir,
el representado ha de ser necesariamente respecto del causante: (i) descendiente; y (ii) her-
mano. Así, por ejemplo, X (causante) deja un hijo A y dos nietos, C y D (hijos del premuerto
B). Los que suceden son A y C y D (en representación de B). Otro caso es que el difunto X
deja dos hermanos A y B, y dos sobrinos, C y D (hijos del premuerto B). C y D pueden
representar a B.
5. Que el representante sea capaz y digno de suceder al causante: el representante debe ser
apto para suceder al causante. En otros términos, para suceder por representación es menester
ser capaz y digno como si se sucediera por derecho personal al causante.

Efectos de la representación

Los derechos que el representante es llamado a recoger son los que habrían correspondido al repre-
sentado, pero no sucede por su intermedio. El representante sucede directamente, en virtud de un
llamado especial de la ley. El hijo se “salta” al padre o madre.

En este sentido, el representante puede repudiar la herencia del representado y, no obstante,


representarlo (art. 987 CC). Además, el representante puede ser incapaz o indigno de suceder al
representado, y sucederá con tal de que sea capaz y digno de suceder al causante. Finalmente, el
representante no es responsable de las deudas del representado, a menos que haya aceptado la heren-
cia.

El representante ocupa el lugar y se reputa que tiene el parentesco y los derechos hereditarios
del representado; por lo mismo, no puede tener más derechos que los que a éste habrían correspon-
dido.

Así las cosas, se debe distinguir:

1. Los que suceden por representación: suceden por estirpes o troncos, es decir, cualquiera
que sea el número de los representantes tocarán entre todos la porción que hubiera corres-
pondido al representado (art. 985 CC). Así, por ejemplo, el difunto X deja un hijo A, y dos

26
Boris Loayza M.

nietos, C y D. A sucederá por cabeza, mientras que C y D (hijos del premuerto B), sucederán
por estirpes. A recibirá la mitad, mientras que C y D la otra mitad, la cual deberán dividir.
2. Los que suceden por derecho propio: suceden por cabezas, esto es, toman entre todos y
por iguales partes la porción a que la ley los llama, salvo que la misma ley señale otra forma
de división.

El impuesto a la herencia adquirida por representación deberá pagarse por sobre el monto de la
asignación que habría correspondido al representado y no sobre la que a cada uno de ellos corres-
ponda. Si suponemos que la asignación asciende a $100.000 y son cuatro los representantes, el tributo
lo pagarán sobre dicha cantidad y no sobre los $25.000 que es la porción que cada cual toca al dividir
por iguales partes la porción que hubiere cabido al padre o madre representado.

[Sobre este último punto, es decir, en lo que toca al impuesto de herencia de los representantes,
RAMOS PAZOS15 señala que para calcularlo se debe calcular lo que debía pagar el representado,
debiendo dividirse la suma que resulta entre todos los representantes por partes iguales.].

Diferencias entre los derechos de transmisión y representación

1. El derecho de transmisión tiene lugar en las sucesiones testamentarias e intestadas. El derecho


de representación procede sólo en las intestadas, con las salvedades indicadas (arts. 1064 y
1183 CC);
2. El derecho de transmisión no exige parentesco y aprovecha a cualquier heredero; la represen-
tación exige un parentesco: el representante ha de ser descendiente, y el representado hijo o
hermano del causante;
3. En el derecho de transmisión, el transmitente debe sobrevivir al primer causante; en el dere-
cho de representación no es menester que el representante sobreviva al causante, porque tiene
lugar, entre otros casos, cuando éste falte por haber fallecido;
4. En el derecho de transmisión, el transmitido debe ser capaz y digno de suceder al primer
causante; en la representación, basta que el representante sea capaz y digno de suceder al
causante, y no al representado;
5. El derecho de transmisión tiene lugar a condición de que se acepte la herencia del transmisor;
en el derecho de representación no es necesario, porque se puede representar al ascendiente
cuya herencia se ha repudiado;
6. El derecho de transmisión supone la muerte del transmisor sin expresar su propósito de acep-
tar o repudiar. El derecho de representación no supone la muerte del representante, porque se
puede representar al vivo; y
7. Por el derecho de transmisión, se puede adquirir las herencias y legados. Por derecho de
representación se adquieren herencias, porque sólo cabe en la sucesión intestada.

III. Órdenes de sucesión

El sistema de sucesión intestada descansa en la distribución de los parientes en clases, categorías u


órdenes que prefieren unos a otros. En este sentido, orden de sucesión es el conjunto de herederos

15
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

27
Boris Loayza M.

que considerados colectivamente excluyen o son excluidos por otros herederos, considerados también
colectivamente.

Dentro de cada orden o categoría el grado de parentesco es decisivo. Los parientes de grado más
próximo excluyen a los de grado más lejano, salvo que intervenga el derecho de representación en
favor de la descendencia que la hace mejorar de grado.

Ahora bien, dentro de cada orden hay herederos que fijan el orden y le dan su nombre y otros que
simplemente concurren con ellos. Así, por ejemplo, el segundo orden de sucesión se denomina “del
cónyuge, y ascendientes”.

Para pasar de un orden al siguiente es menester que falten todos los parientes que fijan el orden. Por
esto, si en el segundo orden de sucesión faltan los ascendientes y el cónyuge, se pasará al tercer orden
de sucesión.

Órdenes de sucesión

Los órdenes de sucesión son cinco. A saber:

a. De los hijos (art. 988 CC): está compuesto por los hijos y el cónyuge sobreviviente. El
artículo 988 CC, dispone que los hijos excluyen a todos los otros herederos, a menos que
hubiere también cónyuge sobreviviente, caso en el cual éste concurrirá con aquellos. En este
orden de sucesión, entonces, también comparece el cónyuge sobreviviente, en su calidad de
heredero legitimario del causante. En conformidad a lo dispuesto por el artículo 988 CC, el
cónyuge sobreviviente recibirá una porción que, por regla general será:
i. Si hay varios hijos: el equivalente al doble de lo que por legítima rigorosa o efectiva
corresponda a cada hijo [legítima rigorosa es la porción de bienes que corresponde
al legitimario en la mitad legitimaria; la legítima efectiva es la legítima rigorosa in-
crementada con la cuarta de mejoras o de libre disposición de que no ha dispuesto el
causante (art. 1191 CC)]; o,
ii. Si hubiere sólo un hijo: la cuota del cónyuge será igual a la legítima rigorosa o
efectiva de ese hijo.
En ningún caso la porción del cónyuge sobreviviente bajará de la cuarta parte de la herencia,
o de la cuarta parte de la mitad legitimaria, en su caso. En este último caso (correspondiéndole
al cónyuge sobreviviente la cuarta parte), el resto se dividirá en partes iguales entre los hijos.
En caso de que no haya cónyuge, la herencia se dividirá entre los hijos en partes iguales.
Finalmente, se debe consignar que los derechos de los adoptados son los mismos que los de
los hijos del causante, con excepción de que, por aplicación del artículo 24 de la Ley 7.613
señala que “lo dicho en este artículo no conferirá en ningún caso al adoptado la calidad de
legitimario”. En otras palabras, los adoptados no son legitimarios y, por tanto, el adoptante
en su testamento los podría privar de todo derecho hereditario;
b. Del cónyuge y ascendiente (art. 989 CC): si faltan los hijos, personalmente o representados,
el artículo 989 CC dispone que la sucesión se divida entre el cónyuge sobreviviente y sus
ascendientes de grado más próximo. En este caso la herencia se divide en tres partes, corres-
pondiendo dos tercios para el cónyuge y un tercio para los ascendientes. Ahora bien, si sólo
hay cónyuge, toda la herencia es para él; si sólo hay ascendientes, toda la herencia es para
ellos;

28
Boris Loayza M.

c. De los hermanos (art. 990 CC): en conformidad al artículo 990 CC, no concurriendo ni
descendentes, ni ascendientes ni cónyuge sobreviviente, suceden en oda la herencia, o en
parte de ella que sea intestada, los hermanos, sean ellos de simple o doble conjunción; pero,
la porción de aquéllos será igual al doble de la de éstos;
d. De los colaterales (art. 992 CC): si no concurren ninguno de las personas mencionadas hasta
acá, concurren los demás colaterales hasta el sexto grado inclusive. Los colaterales de grado
más próximo excluyen siempre a los otros; y
e. Del Fisco (art. 995 CC): a falta de todos los herederos abintestato designados en los artículos
precedentes, sucederá el Fisco.

La ley interpreta el orden presunto de los afectos. Por esto, en líneas generales, la descendencia pre-
fiere a la ascendencia y la ascendencia prefiere a la línea colateral. En este sentido, se dice que el
amor primero desciende, luego asciende y, finalmente, se extiende.

IV. Sucesión parte testada y parte intestada

La sucesión en los bienes de una persona puede ser parte testada y parte intestada (art. 952 inc. 2°
CC). Las reglas legales son supletorias de la voluntad del causante que no llegó a expresarse o se
frustró. Por lo tanto, las normas contenidas en el testamento, arregladas a derecho, prevalecen (art.
996 CC).

Por ejemplo, supóngase que el testamento instituye sólo legados. La herencia pertenecerá a los here-
deros abintestato. Pero será menester pagar primeramente los legados y los herederos recibirán sólo
el remanente, si lo hay.

Esta regla es aplicable sin contrapeso cuando el causante no tenía herederos forzosos.

Sucesores a la vez por testamento y abintestato

Puede ocurrir que el testamento llame a suceder a personas a quienes la ley también llame a la suce-
sión abintestato.

Imagínese que el difunto deja a dos hermanos, A y B, e instituye un legado a favor de A de $50.000;
el acervo líquido, entretanto, asciende a $30.000.

Aplicando la regla del inciso 1° del artículo 996 CC, debería cumplirse el testamento y pagarse pri-
meramente el legado de A. Por tanto, el remanente de $250.000 se distribuiría entre A y B, corres-
pondiendo a cada uno $125.000. El resultado final sería que A tocaría $175.000 y B $125.000.

Pero surge la duda de si el testador ha tenido la intención de favorecer al asignatario o, simplemente,


ha querido asignarle determinados bienes para enterarle lo que por ley habría de corresponderle. La
ley resuelve esta duda y dispone, en suma, que la asignación testamentaria se entiende hecha a
cuenta de lo que debe tocar el heredero sucediendo abintestato. En otros términos, la asignación
testamentaria se supone hecha en pago total o parcial de la asignación legítima.

29
Boris Loayza M.

Por consiguiente, la asignación testamentaria no se deduce de la masa de bienes sino que, dividida la
herencia, la porción que corresponda al asignatario testamentario se le enterará con la asigna-
ción que recibió por testamento.

En el ejemplo, la herencia se dividirá por mitades entre A y B, y cada uno tocará $150.000, como si
la herencia fuera intestada. Pero la porción de A se le enterará con el legado de $50.000.

Facultad de retener la porción testamentaria

Es evidente que si la porción que toca a una persona sucediendo por testamento es superior a lo que
le correspondería abintestato, hay que entender que el testador ha querido favorecerla especialmente.
Por esto, la imputación de lo que se recibe por testamento a lo que correspondería abintestato es “sin
perjuicio de retener toda la porción testamentaria, si excediere a la otra” (art. 996 CC).

Finalmente, cabe señalar que sobre las reglas legales se aplican solamente si el testador no ha mani-
festado una voluntad contraria. Sin perjuicio de la existencia de asignaciones forzosas.

[Para RAMOS PAZOS16 cuando la sucesión es mixta, el orden en que se debe proceder es el siguiente:

a. Se deben respetar, en primer lugar, las legítimas y mejoras (asignaciones forzosas);


b. En seguida, debe estarse a lo que el testador haya dispuesto, en lo que de derecho co-
rresponda: sin vulnerar las asignaciones forzosas;
c. Si el testador nada ha dicho, se deben cumplir primero las disposiciones testamentarias;
d. Cumplidas éstas, el remanente debe ser adjudicado a los herederos abintestato;
e. Los que suceden a la vez por testamento y abintestato, deben imputar lo que reciben
por testamento a lo que les corresponda abintestato, sin perjuicio de retener el exceso:
a menos, claro, que el testador hubiere dispuesto que no se impute la asignación testamentaria
a lo que corresponda al asignatario a título de heredero abintestato.].

CAPÍTULO III: LA SUCESIÓN TESTADA

I. Generalidades

De acuerdo con el artículo 952 CC, si se sucede en virtud de un testamento, la sucesión se llama
testamentaria, y si en virtud de la ley, intestada o abintestato.

En términos generales, la ley regula la sucesión a falta de testamento, interpretando la voluntad del
causante. Sobre la presunción de la voluntad del difunto prevalece la voluntad expresa, manifestada
en el testamento.

La sucesión testada, pues, es la transmisión que hace el causante de sus bienes, derechos y obli-
gaciones transmisibles a las personas que designa en su testamento.

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

El artículo 999 CC define el testamento como “un acto más o menos solemne, en que una persona
dispone del todo o parte de sus bienes para que tenga pleno efecto después de sus días, conservando
la facultad de revocar las disposiciones contenidas en él, mientras viva”.

De la definición se destacan los caracteres más salientes del testamento, saber:

1. Es un acto jurídico unilateral: el testamento es un “acto”, esto es, una manifestación unila-
teral de voluntad. De ahí se sigue que obra solamente la voluntad del testador. En efecto, el
artículo 1003 CC dispone que el testamento es un acto de una sola persona. Por tanto, son
nulas las disposiciones contenidas en un testamento otorgado por dos o más personas a un
tiempo. La ley prohíbe, pues, los testamentos denominados conjuntos. En el mismo sen-
tido, el artículo 1004 CC establece que el testamento es indelegable, por tanto, es uno de los
escasísimos casos en donde no tiene cabida la representación;
2. Es un acto jurídico solemne: el testamento es un acto solemne, esto es, está sujeto a la
observancia de ciertas formalidades, de manera que sin ellas no produce efectos civiles (art.
1002 CC). Más solemne unas veces, menos solemne otras, el testamento es siempre un acto
solemne. Las expresiones “más o menos solemne” aluden a la clasificación de los testamentos
en solemnes y menos solemnes o privilegiados;
3. Es un acto mortis causa: el testamento es un acto en que el testador dispone para después de
su muerte, está llamado a producir pleno efecto después de sus días. En vida del testador, el
testamento es solo un proyecto; se reputa que persevera en él, mientras no manifieste una
voluntad contraria. El testamento es, en suma, la manifestación de la última voluntad del
difunto prudentemente expresada de antemano, ante el temor de que le sorprenda la muerte
sin haberla dado a conocer;
4. Tiene por objeto disponer de los bienes: la definición del artículo 999 CC, caracteriza al
testamento como un acto en que se dispone de los bienes. Por el testamento puede disponerse
del todo o de una fracción del patrimonio. Sin embargo, por el testamento puede estipularse
diversas cosas, como el reconocimiento de un hijo (art.189 CC). Así, en realidad, el testa-
mento es un acto de última voluntad que contiene una disposición permitida por la ley;
5. Es un acto esencialmente revocable: la facultad de revocarlo es esencial en el testamento
(art. 1001 CC). Son nulas todas las cláusulas en que el testador se vede la facultad de revocar
el testamento o se imponga restricciones para su ejercicio. La revocabilidad del testamento
es la más eficaz de las medidas que aseguran la libertad de testar;
6. Acto jurídico gratuito17: ello porque el asignatario va a adquirir la asignación, sin que ello
le signifique un sacrificio económico;
7. Acto jurídico personalísimo 18: siempre es un acto de una sola persona. La ley rechaza la
disposiciones captatorias, es decir, aquellas en donde el testador asigna alguna parte de sus
bienes a condición que el asignatario le deje por testamento alguna parte de los suyos (art.
1059 CC).

II. Requisitos del testamento

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

Como todo acto jurídico, el testamento requiere la concurrencia de los requisitos generales que con-
dicionan la validez de tales actos.

Menester es distinguir entre los requisitos internos y externos. Los primeros dicen relación con la
capacidad de testar y con la voluntad del testador que ha de estar exenta de vicios. Los segundos se
refieren a la manera como el testamento debe ser otorgado, a las formalidades o solemnidades de que
está revestido.

1. Capacidad de testar

La capacidad de testar es la aptitud o habilidad para otorgar válidamente un testamento. El artículo


1446 CC dispone que toda persona es legalmente capaz con excepción de aquellas que la ley declara
incapaces.

La capacidad es, pues, la regla; la incapacidad es la excepción.

¿Quiénes son incapaces?

El artículo 1005 CC enumera de forma taxativa a las personas incapaces de testar:

1. El impúber: es inhábil para testar el impúber (menor de 7 años), en razón de su falta de


discernimiento;
2. El que se halla en interdicción por causa de demencia: los actos del demente interdicto
son nulos y no es admisible la prueba de que se encontraba en un intervalo lúcido (art. 465
CC);
3. Los que actualmente no estuvieren en su sano juicio por ebriedad u otra causa: esta
causal comprende a los dementes que no están interdictos. Pero sus actos serán válidos, a
menos de probarse que se encontraba en estado de demencia al tiempo de ejecutar el acto
(art. 465 inc. 2° CC). En este sentido, la regla es más amplia: basta la privación actual o
contemporánea del otorgamiento del testamento; y
4. Todo el que de palabra o por escrito no pudiere expresar su voluntad claramente: en el
mismo sentido, el artículo 1060 CC señala que no vale ninguna disposición testamentaria que
se dé a conocer por un sí o no, o por un signo de afirmación o negación, contestando a una
pregunta.

La capacidad de testar debe existir al tiempo del testamento (art. 1006 CC). En esta línea, el
testamento no se valida porque cesa la incapacidad; y, a la inversa, la incapacidad sobreviniente no
invalida el testamento otorgado.

2. Voluntad exenta de vicios

El testamento, como todo acto jurídico, requiere de una voluntad exenta de vicios (art. 1445 CC).
La regla establecida en el artículo 1445 CC es aplicable tanto a los actos jurídicos unilaterales como
a los bilaterales. Por tanto, la voluntad del testador no debe adolecer de error, fuerza o dolo.

1. La fuerza (art. 1007 CC): conforme a las reglas generales, la fuerza debe ser grave, esto es,
capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio, atendiendo su edad,

32
Boris Loayza M.

sexo o condición (art. 1456 CC). Además, debe ser determinante e injusta. Sin embargo, se
ha discutido el alcance de la expresión “en que de cualquier modo haya intervenido la fuerza”.
Para algunos autores, acá el legislador se apartó de la regla general en materia de testamento,
de modo que bastaría para viciar la voluntad cualquiera presión en el ánimo del testador que
le prive de su plena libertad. Pero la frase no parece significar que la fuerza, por leve que sea,
viciará el testamento, sino, más bien, que es indiferente que se emplee por el beneficiado
o por cualquiera otra persona. La Corte Suprema se ha inclinado por esta tesis. Ha dicho
que la fuerza que influye en la validez del testamento no puede ser otra que la que es capaz
de privar de libertad al testador, tomando en cuenta la naturaleza del hecho en que consiste
la fuerza, en relación con el estado, sexo y condiciones del testador. En otro orden de ideas,
se ha dicho que el testamento viciado por la fuerza es nulo “en todas sus partes”. De esto se
sigue que el testamento queda íntegramente afectado de nulidad y que son nulas aun aque-
llas disposiciones que no han sido arrancadas por la fuerza. La sanción, no obstante, sigue
siendo la misma: nulidad relativa;
2. El error (art. 1058 CC): en materia de error el artículo 1058 CC establece esta regla general:
“la asignación que pareciere motivada por un error de hecho, de manera que sea claro que sin
este error no hubiera tenido lugar, se tendrá por no escrita”. De esta clase es siempre el error
en la persona (art. 1455 CC). Sin embargo, el error en el nombre o calidad del asignatario no
vicia la voluntad, si no hubiere dudas acerca de su persona (art. 1057 CC); y
3. El dolo: nada dice el legislador del dolo como vicio de la voluntad en los testamentos. Sola-
mente declara indigno de suceder al que por dolo obtuvo una disposición testamentaria a
favor del difunto (art. 968 N° 4 CC). Sin embargo, este vicio de la voluntad es posible apli-
carlo en virtud de las reglas generales. Por consiguiente, el dolo viciará la voluntad del testa-
dor cuando sea determinante.

3. Formalidades legales

Los testamentos se clasifican en solemnes y menos solemnes o privilegiados (art. 1008 CC).

Testamento solemne es aquel en que se han observado todas las solemnidades que la ley ordinaria-
mente requiere. Testamento menos solemne o privilegiado es aquel en que pueden omitirse algunas
de estas solemnidades, por consideración a circunstancias particulares, expresamente determinadas
por la ley.

Cabe mencionar que nuestro Código no ha admitido el testamento ológrafo, es decir, aquel entera-
mente escrito por el testador.

Las solemnidades (del testamento abierto o cerrado) son dos:

1. Debe ser escrito;


2. Debe otorgarse ante testigos hábiles.

El artículo 1011 CC señala que el testamento solemne es siempre escrito.

CAPÍTULO IV: DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

33
Boris Loayza M.

I. Reglas generales

El artículo 953 CC denomina asignaciones por causa de muerte “las que hace la ley, o el testamento
de una persona difunta, para suceder en sus bienes”.

La asignación testamentaria es el acto de disposición que el testador hace de sus bienes institu-
yendo herederos o legatarios. Además, también se utiliza la expresión para designar las herencias o
legados en sí mismos, esto es, el contenido u objeto de la asignación.

1. Requisitos subjetivos y objetivos de las asignaciones testamentarias

La eficacia de la asignación testamentaria exige que reúna ciertos requisitos subjetivos o relativos a
la persona del asignatario, y objetivos relacionados con el contenido del acto de disposición.

La asignación requiere que el asignatario reúna las condiciones generales para suceder por testamento
o abintestato: ha de ser capaz y digno. Pero, tratándose de las asignaciones testamentarias, hace falta
un requisito subjetivo más: que el asignatario sea persona cierta y determinada.

En cuanto al objeto de la asignación testamentaria, debe ser determinada o determinable.

Certidumbre y determinación del asignatario

El artículo 1056 CC dispone que “todo asignatario testamentario debe ser una persona cierta y deter-
minada, natural o jurídica, ya sea que se determine por su nombre o por indicaciones claras del testa-
mento”. Añade que de otra manera la asignación se tendrá por no escrita.

La certidumbre del asignatario dice relación con su existencia; la determinación se refiere a su


identidad. Así, una persona es cierta cuando se sabe que existe; es determinada cuando se sabe quién
es, sea que se la designe o determine por su nombre o por claras indicaciones que la individualicen.

a. Certidumbre del asignatario: la certidumbre del asignatario se refiere a su existencia. El


asignatario es cierto cuando se sabe que existe (art. 1056 CC). Por excepción, vale la asigna-
ción de un asignatario incierto:
i. Es válida la asignación hecha a personas que no existen, pero se espera que exis-
tan, si existieren antes de expirar diez años desde la apertura de la sucesión (art.
962 inc. 3° CC);
ii. Es igualmente válida la asignación que tenga por objeto la creación de una
nueva persona jurídica.
b. Determinación del asignatario: la determinación del asignatario dice relación con su iden-
tidad. En este sentido, regularmente la determinación se hará designándose por su nombre.
Pero también la determinación podrá hacerse por “indicaciones claras del testamento” (art.
1056 CC), o sea, designándole por otras circunstancias que permitan singularizarle, como si
digo: “a mi hijo mayor”, “a la hija de J”. Por lo mismo, si las indicaciones del testamento son
aplicables a varias personas, de modo que no sea posible saber con certidumbre cuál es la que
el testador ha elegido, la asignación es ineficaz (art. 1065 CC). Por el contrario, no invalida
la asignación el error en que se incurra en el nombre o calidad del asignatario, “si no hubiere

34
Boris Loayza M.

duda acerca de la persona” (art. 1057 CC). Ahora bien, por excepción se puede asignar a
personas indeterminadas:
i. Las que se dejan indeterminadamente a parientes (art. 1064 CC): debe suponerse
que el testador, aparte de otras disposiciones, deja algo a sus parientes en general. Si
el testamento contiene únicamente una asignación a los parientes indeterminada-
mente, se aplicarán las reglas de la sucesión intestada sin limitaciones. En este sen-
tido, los parientes del grado más próximo excluyen a los de grado más remoto; pero
si existe un solo pariente de grado más próximo, se llamará también a los del grado
siguiente. En este sentido, CLARO SOLAR señala que la voluntad del testador ha sido
favorecer con la asignación a sus demás parientes que no figuran como sus herederos;
y es entre ellos que debe aplicarse la asignación, considerándose como si el testador
hubiera llamado a su goce a sus consanguíneos de grado más próximo, entre estos
parientes, según el orden de la sucesión intestada y con derecho de representación
según las reglas generales;
ii. Las que se hacen para objetos de beneficencia;
iii. Las que se dejan al alma del testador; y
iv. Las hechas en general a los pobres.

[Para RAMOS PAZOS19, que el asignatario sea una persona cierta significa que no debe haber dudas
de quién se trata. En cambio, que sea una persona determinada significa que debe estar debidamente
individualizada.].

Determinación del objeto de la asignación

El objeto de la asignación debe ser determinado o determinable. En este sentido, puede hacerse
refiriéndose al total del patrimonio del testador o una cuota; puede hacerse determinado específi-
camente las especies o cuerpos ciertos que comprende la asignación; o bien, puede hacerse expre-
sándose el género y la cantidad.

Si el testamento no señala con toda precisión las cosas específicas o genéricas, a lo menos debe con-
tener claras normas para determinarlas. El objeto será, entonces, determinable.

La indeterminación del objeto, en principio, invalida la asignación: se tendrá por no escrita. Pero,
excepcionalmente, vale la asignación para objetos de beneficencia, “sin determinar la cuota, cantidad
o especie que hayan de invertirse” (art. 1066 CC).

2. Otras reglas generales

El testamento debe ser la expresión clara, deliberada y consciente de la voluntad de su autor. Por lo
mismo, no es admisible que esta voluntad se exprese por signos de aprobación o negación o con la
respuesta afirmativa o negativa a una pregunta (art. 1060 CC).

Disposiciones captatorias

19
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

Con el propósito de procurar que el testamento sea la expresión de libérrima voluntad del testador, el
artículo 1059 CC prohíbe las disposiciones captatorias. En otras palabras, el legislador no permite
aquellas disposiciones en las que el testador asigna alguna parte de sus bienes a condición de que el
asignatario le deje por testamento alguna parte de los suyos.

Asignaciones a favor del funcionario que autoriza el testamento, sus parientes o allegados

Idéntica finalidad persigue la disposición que invalida las asignaciones testamentarias en favor del
funcionario que autoriza el testamento (art. 1061 CC).

La elección del asignatario no puede quedar al puro arbitrio ajeno

El testamento es un acto personalísimo, conforme a los artículos 1003 y 1004 CC. Por lo mismo, debe
ser el propio testador quien designe a la persona de los asignatarios. En este sentido, el artículo 1063
CC dispone que la elección de un asignatario, sea absolutamente, sea entre cierto número de personas,
no dependerá del puro arbitrio ajeno.

Pero nótese que la disposición prohíbe que la determinación del asignatario quede entregada al “puro
arbitrio” de otra persona. Será válida, entonces, la asignación que se deje para el alumno de la escuela
de Derecho que presente el mejor trabajo sobre un determinado tema, que calificará el Decano de la
Facultad. La designación depende de un tercero, pero no depende de su puro arbitrio.

Asignaciones con gravamen

Las asignaciones que por faltar el asignatario pasa a otra persona por acrecimiento, sustitución u otra
causa, como incapacidad, indignidad o desheredamiento, “llevará consigo todas las obligaciones y
cargas transferibles, y el derecho de aceptarla o repudiarla separadamente” (art. 1068 CC).

Predominio de la voluntad del testador

Las disposiciones de la ley son supletorias de la voluntad del testador. Las normas que el causante
ha señalado en el testamento, pues, prevalecen sobre las normas legales (art. 1069 CC). Sin per-
juicio de esto, las asignaciones forzosas constituyen la más calificada limitación a la libertad de que
el testador goza para disponer de sus bienes.

Interpretación del testamento

La norma fundamental es el artículo 1069 inc. 2° CC, que indica que para conocer la voluntad del
testador se estará más a la substancia de las disposiciones que a las palabras de que se haya
servido.

Parece obvio que son aplicables las reglas del Código, relativas a la interpretación de los contratos;
mutatis mutandis, enfocan el mismo problema de conocer la verdadera y genuina intención del
autor de un acto jurídico.

36
Boris Loayza M.

[BARCIA20 sostiene que el testamento, definido en el artículo 999 CC, es un acto jurídico, es decir,
una manifestación de voluntad encaminada a producir efectos jurídicos. En razón de lo anterior, el
Código Civil ha establecido reglas para su interpretación. Señala que el legislador chileno adoptó la
teoría subjetiva de interpretación, es decir, aquella que busca establecer la voluntad del legislador.

RAMOS PAZOS21 sostiene que para cumplir las disposiciones testamentarias, es previo establecer la
genuina voluntad del testador, especialmente en aquellos casos en que pueda parecer dudosa.

1. Artículo 1069 CC: esta es la principal regla sobre interpretación del testamento, similar al
artículo 1560 CC sobre interpretación de los contratos. Esta norma opera cuando las disposi-
ciones testamentarias se presentan oscuras, confusas o ambiguas. En virtud de esta norma,
prevalece la voluntad del testador claramente manifestada en el testamento por sobre
cualquier otra; y
2. Artículos 1056 y ss. CC: estas disposiciones permiten determinar la voluntad presunta o
virtual del testador. En consideración a ello, estas disposiciones son subsidiarias a la inter-
pretación testamentaria, no tienen aplicación directa, sólo si no es posible determinar la vo-
luntad real se puede recurrir a ellas.

RAMOS PAZOS sostiene que existen también algunos principios aplicables a la interpretación de las
disposiciones testamentarias:

1. Al ser el testamento es un negocio solemne se debe considerar sólo la voluntad manifes-


tada con las solemnidades legales;
2. Se trata de un acto personalísimo del testador, por lo que no se puede recurrir a los
dichos de terceros;
3. Es el testador quien crea la ley que regirá su sucesión, por lo que el intérprete debe
atender esa ley, con tal que no se oponga a los requisitos o prohibiciones legales (art.
1069 inc. 1° CC);
4. Se debe preferir la interpretación que conduzca a que el testamento produzca sus efec-
tos (art. 1562 CC);
5. El testamento debe interpretarse en su integridad, considerando todas las cláusulas,
antes de estarse a una disposición aislada (art. 1564 inc. 1° CC).

Ahora bien, surge la pregunta acerca de ¿si es admisible recurrir a pruebas extrínsecas para in-
dagar la voluntad del testador? RAMOS PAZOS señala que la respuesta es que se discute, pero que,
en general se admite que el juez pueda recurrir a prueba extrínsecas, para precisar y aclarar la verda-
dera intención del testador y siempre que tenga un punto de arranque en el testamento mismo.

DOMÍNGUEZ ÁGUILA y DOMÍNGUEZ BENAVENTE, entienden que el carácter formal del testamento se
opone la admisión de pruebas extrínsecas. Por su parte, BARCIA y RAMOS PAZOS sostienen que la
doctrina chilena se inclina a favor de la admisión de la prueba extrínseca en la interpretación testa-
mentaria, pero exigiendo que dicha prueba esté de alguna forma vinculada al testamento.

20
BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las obligaciones
21
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

37
Boris Loayza M.

Otra duda que surge es ¿si tiene aplicación, para interpretar un testamento, las reglas de inter-
pretación de los contratos?

RAMOS PAZOS señala que en la doctrina comparada, el problema ha sido resuelto en sentido negativo.
Sin embargo, según BARCIA, nuestra jurisprudencia entiende que ello es perfectamente factible. En
esta línea, RODRÍGUEZ GREZ admite la aplicación de los artículos 1560 y siguientes del Código Civil
para indagar la voluntad del testador siempre que exista compatibilidad entre los elementos de inter-
pretación de los contratos y la naturaleza misma de los testamentos. En el mismo sentido está MEZA
BARROS, para quien parece obvio que son aplicables las reglas del Código, relativas a la interpretación
de los contratos; mutatis mutandis, enfocan el mismo problema de conocer la verdadera y genuina
intención del autor de un acto jurídico.

En cambio, para DOMÍNGUEZ ÁGUILA y DOMÍNGUEZ BENAVENTE, estiman que no es posible dar una
respuesta unívoca. Así, el juez deberá recurrir a cada norma de interpretación contractual para ver si
ella es aplicable a la interpretación testamentaria.]

II. Asignaciones a título universal y singular

Las asignaciones testamentarias se clasifican en asignaciones a título universal y asignaciones a tí-


tulo singular.

Las asignaciones a título universal se llaman herencia y los asignatarios se denominan herederos. Las
asignaciones a título singular se llaman legados y los asignatarios reciben el nombre de legatarios.

1. Asignaciones a título universal

Para calificar la asignación como asignación a título universal o de herencia se atiende exclusivamente
al contenido o naturaleza de la disposición, con prescindencia de los términos en que el testador se
haya valido. Así, el artículo 1097 CC establece que los asignatarios a título universal, con cualesquiera
palabras que se les llame, y aunque en el testamento se les califique e legatarios, son herederos.

Por otro lado, en conforme al artículo 1097 CC, el heredero es continuador legal de la persona del
causante. El heredero o sucesor a título universal ocupa el lugar de su causante, le sustituye activa y
pasivamente en sus derechos, continúa su personalidad.

Como consecuencia, todos los derechos que pertenecían al causante, exceptuados los intransmisibles,
pasan al heredero. Del mismo modo, el heredero es responsable ilimitadamente de las deudas que el
causante tenía en vida, así como de las deudas que tienen su origen en el testamento y que no se hayan
impuesto a persona determinada.

[Para RAMOS PAZOS22, los herederos tienen las siguientes características:

22
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

38
Boris Loayza M.

1. Los herederos suceden en todo el patrimonio transmisible del causante o en una cuota
del mismo, aunque el testamento se les califique de legatarios (art. 1097 CC). No suceden
en bienes determinados;
2. Pueden ser testamentarios o abintestato;
3. Pueden ser herederos universales, de cuota y del remanente;
4. Pueden adquirir la herencia de forma directa o indirecta;
5. Adquieren la herencia por el modo de adquirir sucesión por causa de muerte;
6. Adquieren el dominio y la posesión legal de la herencia al momento en que esta es defe-
rida;
7. Gozan de la acción de petición de herencia, además de la acción reivindicatoria y, si son
legitimarios, la de reforma del testamento; y
8. Representan al causante.].

Ahora bien, existen tres clases de herederos:

a. Herederos universales: son aquellos cuya asignación comprende el total del patrimonio del
causante, sin expresión de cuota;
b. Herederos de cuota: son aquellos a quienes se asigna una cuota o parte alícuota del patri-
monio del causante; y
c. Herederos del remanente: son aquellos a quienes se asigna lo que reste después de cum-
plidas otras disposiciones del causante.

a) Herederos universales

El artículo 1098 CC dispone que “el asignatario que ha sido llamado a la sucesión en términos gene-
rales que no designen cuotas, como “Sea Fulano mi heredero”, o “Dejo mis bienes a Fulano”, es
heredero universal.

Por tanto, si el testador nombra varios herederos, sin expresar cuotas, todos ellos son herederos
universales. Sin perjuicio de esto, es claro que a cada uno de los herederos le corresponderá una parte
alícuota del patrimonio del testador, pero esta circunstancia no les convierte en herederos de cuota
(art. 1098 inc. 3° CC).

Si el asignatario llamado en términos generales concurre con herederos de cuota, tocará la que
falte para completar la unidad (art. 1098 inc. 2° CC). Por ejemplo, el testador ha dicho “instituyo
heredero a P” y agregando, en una cláusula posterior: “dejo un tercio de mis bienes a J”. El heredero
universal P llevará dos tercios que faltan para completar el entero.

Si son varios los asignatarios llamados sin expresión de cuota y concurren con herederos de
cuota, tocarán la cuota que falte para completar la unidad y la dividirán por partes iguales. Por
ejemplo, el testador dice “instituyo heredero a P y J” para agregar luego: “dejo dos tercios de mis
bienes a A”. P y J en conjunto, tocarán el tercio que falta para enterar la unidad, y lo dividirán por
partes iguales.

b) Herederos de cuota

39
Boris Loayza M.

El heredero de cuota se caracteriza porque es llamado a una parte alícuota del patrimonio del
difunto. No se atiende, pues, a lo que corresponde recibir al heredero –puesto que el heredero uni-
versal puede recibir una cuota– sino a la forma del llamamiento.

Si el testador expresa: “dejo mis bienes a P, J y A”, tocarán éstos una cuota de un tercio, pero son
herederos universales. En cambio, si el testador dispone: “dejo un tercio de mis bienes a P, un tercio
a J y un tercio a A”, los tres nombrados son herederos de cuota.

La distinción importa porque entre los herederos universales hay derecho de acrecer (art. 1147 CC),
mientras que tal derecho no existe entre los herederos de cuota.

c) Herederos del remanente

Heredero del remanente es el llamado a lo que reste después de las demás disposiciones del testador.
El testamento dispone: “dejo un tercio de mis bienes a P y el resto a J”, este último es heredero del
remanente.

Si el testamento contiene sólo asignaciones a título singular, el asignatario del remanente es


heredero universal (art. 1099 CC). Por ejemplo, el testamento establece: “dejo mi casa a P y el resto
de mis bienes a J”, J es heredero universal del remanente.

En el caso de que el testamento contiene sólo asignaciones a título singular y no instituye here-
deros, los herederos abintestato suceder en el remanente (art. 1100 inc. 2° CC). El testador se
limita a expresar, por ejemplo: “dejo mi casa a P”.

Si el testamento contiene asignaciones de cuota el asignatario del remanente es heredero de la


cuota que reste para completar la unidad (art. 1099 CC). Por ejemplo, el testamento dice: “dejo
un tercio de mis bienes a P y el resto a J”. Obviamente J recoge los dos tercios de la herencia. Pero,
aunque reciba la cuota que falte para enterar la unidad, el heredero del remanente no es heredero de
cuota sino universal, porque su llamamiento está hecho en términos generales que no expresan cuota.

En fin, si el testamento hace asignaciones de cuota que no completan la unidad, los herederos
abintestato se entienden llamados como herederos del remanente (art. 1100 inc. 1° CC). El testa-
mento se limita a decir: “dejo un tercio a P y un tercio a J”. Los herederos abintestato llevarían el
tercio restante.

[RAMOS PAZOS23 indica que SOMARRIVA indica las siguientes categorías de herederos del remanente:

1. Herederos del remanente testamentarios universales: se presentan cuando el testador sólo


ha instituido legados, y dispone también en el testamento del remanente de sus bienes. Por
ejemplo, “dejo mi automóvil a P, mi casa a J y el resto de mis bienes a D”. D es heredero
testamentario, y es universal;
2. Herederos del remanente testamentarios de cuota: tiene lugar esta clase de herederos del
remanente cuando el testador ha instituido asignaciones de cuota a título universal y asigna-
tarios de remanente. Por ejemplo, el testador dice “dejo un tercio de mis bienes a P, y el resto

23
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

40
Boris Loayza M.

de mi patrimonio a J”. Este es heredero testamentario, pues se le designa en el testamento, y


es heredero de cuota en el remanente, pues se entiende instituido en la cuota que falte para
completar la unidad;
3. Herederos del remanente abintestato universales: se presentan cuando en el testamento
no hay sino asignaciones a título singular, y el testador nada dice respecto al resto de los
bienes. Por ejemplo, “dejo mi casa a P y mi automóvil a J”; y
4. Herederos del remanente abintestato de cuota: en el testamento sólo se designan herederos
de cuota, y las cuotas designadas no alcanzan a completar la unidad. Por ejemplo, “dejo la
mitad de mis bienes a P”. La otra mitad corresponderá a los herederos abintestato.].

Fijación de cuotas que completan o exceden la unidad

Puede suceder que las cuotas señaladas en el testamento completen y aun excedan la unidad o entero
y, no obstante, el testador instituya otro heredero.

Dos situaciones pueden presentarse:

1. Se dispone de cuotas que igualan o sobrepasan la unidad y el testamento designa, ade-


más, un heredero del remanente: el heredero del remanente nada recibe. El testador dice,
por ejemplo: “dejo un tercio a J, un tercio a P, un tercio a A, y el resto de mis bienes a M”.
Con arreglo al artículo 1101 CC M nada recibe; y
2. Se designan cuotas que completan o exceden la unidad y, además, el testador instituye
un heredero universal: el heredero universal, a diferencia del heredero del remanente, par-
ticipa de la herencia. Para ello será menester disminuir las cuotas para hacerlas caber en la
unidad. Con arreglo al artículo 1101 CC, el heredero universal se entenderá instituido e una
cuota cuyo numerador sea la unidad y el denominador el número del total de herederos. Por
ejemplo, supóngase que el testador expresa: “dejo un tercio a J, un tercio a P, un tercio a A,
e instituyo como heredero universal a M”. El heredero M tendrá una cuota de 1/4. De este
modo, corresponderá: 1/3 a J; 1/3 a P, 1/3 a A, y 1/4 a M. Pero, es obvio que las cuotas
sobrepasan la unidad y es preciso reducirlas al entero. El artículo 1102 CC dispone que redu-
cidas las cuotas a un común denominador, inclusas las computadas según el artículo prece-
dente, se representará la herencia por la suma de los numeradores y la cuota efectiva de cada
heredero por su numerador respectivo. En consecuencia, es menester, en primer término,
reducir las cuotas a un común denominador, que en el ejemplo es 12. Así, tenemos que: 4/12
a J; 4/12 a P; 4/12 a A; y 3/12 a M. Luego, la herencia se representa por la suma de los
numeradores, que es igual a 15 (4+4+4+3). A cada heredero corresponde, en definitiva, una
cuota que tenga como denominador 15 y como numerador el que corresponda al efectuar el
cálculo del denominador común. Por tanto, corresponderá una cuota efectiva de: 4/15 a J;
4/15 a P; 4/15 a A; y 3/15 a M.

Finalmente, es necesario consignar que el testador debe respetar las asignaciones forzosas. En este
sentido, las reglas precedentemente indicadas son plenamente aplicables cuando el testador no tiene
asignatarios forzosos (art. 1103 CC).

2. Asignaciones a título singular

41
Boris Loayza M.

La calificación de las asignaciones depende de su naturaleza. Así, para calificar una asignación
como una a título singular, también se atiende exclusivamente a su contenido, a la naturaleza de la
disposición, sin tener en cuenta los términos de que se haya servido el testador (art. 1104 CC). Por
este motivo, si el testador dijere: “instituyo heredero de mi casa a P”, pese a los términos de la dispo-
sición, P será legatario o asignatario a título singular.

En esta línea, los legatarios a asignatarios a título singular no se identifican con el causante, no
le representan ni suceden en todos sus derechos transmisibles. La extensión de los derechos del
legatario, así como los gravámenes que debe soportar, dependen de la voluntad del testador. El ar-
tículo 1104 CC, dispone que “no tienen más derechos ni cargas que los que expresamente les confie-
ran o impongan”.

Sin embargo, pueden llegar a tener responsabilidad subsidiaria, es decir, en el caso del pago de las
deudas hereditarias que se deben solucionar en defecto de los herederos, cuando al tiempo de abrirse
la sucesión no hubiere bienes suficientes para satisfacer las deudas.

[RAMOS PAZOS24 indica las siguientes características:

1. Suceden en bienes determinados, o en una o más especies indeterminadas de cierto gé-


nero;
2. No representan al causante, ni tienen más derechos ni cargas que los que expresamente
se les confieran o impongan;
3. No hay legatarios abintestato, ya que suponen la existencia de un testamento; y
4. Responden subsidiariamente de las deudas hereditarias (art. 1104 inc. 2° y 1362 inc. 2°
CC).].

Cosas que pueden legarse

Todas las cosas, en principio, pueden ser materia de legados. Así, son susceptibles de legados tanto
las cosas corporales como las cosas incorporales (art. 1127 CC). También se pueden legar las cosas
presentes o futuras, esto es, aquellas que no existen, pero cuya existencia se espera (art. 1113 CC).
Además, se pueden legar las cosas propias o ajenas, sea que pertenezcan a terceros o a un asignata-
rio.

Sin embargo, también existen cosas que no pueden ser legadas (art. 1105 CC):

1. Las cosas que no son susceptibles de apropiación porque la naturaleza las ha hecho
comunes a todos los hombres (arts. 585 y 1105 CC);
2. Los bienes nacionales de uso público;
3. Las cosas que forman parte de un edificio, de manera que no puedan separarse sin de-
terioro, a menos que cese la causa al tiempo de deferirse el legado; y
4. Las cosas pertenecientes al culto divido.

Legados de especie o cuerpo cierto y de género

24
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

42
Boris Loayza M.

El objeto de la asignación a título singular puede determinarse específica o genéricamente. La de-


terminación puede ser completa y señalarse el objeto por caracteres que le son peculiares y que le
hacen inconfundible, como si se asigna tal caballo o tal casa. Entonces el legado es de especie o
cuerpo cierto. Pero, el objeto de la asignación puede determinarse de una manera incompleta o rela-
tiva, designándole por ciertos caracteres generales, comunes a una serie o categorías de individuos,
como si se asigna un caballo, tres vacas, seiscientos pesos fuertes, etc. En tal caso, el legado es de
género.

a) Legados de especie o cuerpo cierto

El legatario de especie o cuerpo cierto adquiere el dominio en el momento de la muerte del


causante, sin que sea menester la entrega de la cosa legada. No lo ha dicho el Código expresa-
mente, pero se desprende del artículo 1338 N° 1 CC, cuando indica que al legatario le pertenecen los
frutos desde que la sucesión se abre (la adquisición de los frutos es una consecuencia de la adquisición
del dominio (arts. 646 y 648 CC)). El dominio del legatario sólo lo perderá si otro adquiere la especie
o cuerpo cierto por prescripción adquisitiva (art. 2517 CC).

Legado de cosa ajena

Regularme el testador legará sus propios bienes; pero puede legar los ajenos. Por regla general, el
legado de cosa ajena (que no pertenece al testador o al asignatario a quien se impone la obligación),
adolece de nulidad.

Excepcionalmente valdrá el legado:

1. Cuando el testador sabía que la cosa no era suya o del asignatario (art. 1106 CC);
2. Cuando la cosa ajena legada pasó antes de la muerte del testador al dominio de este o
del asignatario (art. 1108 CC);
3. Cuando el asignatario a quien se impuso la obligación de darla, después de la muerte
del testador adquiere el dominio de la cosa ajena (art. 1109 CC);
4. Cuando se lega la cosa a un descendiente o ascendiente del testador o a su cónyuge (art.
1107 CC).

Por consiguiente, si el testador ignoraba que la cosa era ajena, no vale el legado; la asignación apa-
recería motivada por un error de hecho que la invalida (art. 1058 CC). Por el contrario, en caso de
que el testador supiera que era ajena la cosa, es válida la asignación y debe racionalmente suponerse
que el testador desea que se adquiera.

Para cumplir el legado es preciso adquirir la cosa y puede suceder que el dueño se rehúse a enaje-
narla. El cumplimiento del legado, en tal caso, resulta imposible o extremadamente gravoso. En este
caso, la ley soluciona el conflicto señalando que el asignatario será sólo obligado a dar en dinero el
justo precio de la especie (art. 1106 inc. 1° CC).

De esta suerte el legado de cosa ajena importa, para el obligado a cumplirlo, una obligación alterna-
tiva: la cosa o su valor.

Ahora bien, puede suceder que el legatario haya adquirido la cosa ajena. Una distinción debe hacerse:

43
Boris Loayza M.

a. Si el legatario adquirió a título gratuito: nada se le debe; y


b. Si el legatario adquirió a título oneroso: el obligado a cumplir el legado le deberá el justo
precio que pagó (art. 1106 inc. 2° CC).

Legado de cosa en que el testador sólo tenía algunos derechos

Es posible que la cosa no sea enteramente ajena porque el testador tenga algunos derechos en ella. El
artículo 1110 inc. 1° CC prescribe que se presumirá que no ha querido legar sino esa parte, cuota
o derecho.

Legado de especie que no se encuentre en el lugar designado

Ha podido el testador designar el lugar en que se encuentra la especie legada y resultar que no se
encuentre en dicho lugar. Así, si la cosa se encuentra en otro lugar que el indicado, se deberá la
especie; pero si no se encuentra en parte alguna, el legado es, regularmente, ineficaz, salvo que haya
legado la cosa a un ascendiente o descendiente legítimo o al cónyuge, a quienes deberá una especie
de mediana calidad del mismo género (art. 1111 CC).

Estado en que debe entregarse el legado

El testamento surte sus efectos con la muerte de su autor. En vida del causante, el legatario tiene una
mera expectativa; su derecho nace con la apertura de la sucesión. Es natural, por tanto, que el legata-
rio deba recibir la cosa en el estado que se encuentre al tiempo de la muerte del de cujus (arts.
1118 y 1125 CC).

Legado de cuotas de una cosa a varias personas

La especie legada puede asignarse cuotativamente a varias personas (art. 1124 CC). De esta manera,
si las cuotas no completan la unidad, la cuota que falte corresponderá a los herederos abintestato. En
caso de que las cuotas excedan la unidad, se procederá en los términos previstos en los artículos 1101
y 1102 CC.

Legado de especie con condición de no enajenarla

No mira el legislador con simpatía la prohibición de enajenar las cosas legadas impuestas por el tes-
tador. Por este motivo, el artículo 1126 CC prescribe que “si se lega una cosa con calidad de no
enajenarla, y la enajenación no comprometiere ningún derecho de tercero, la cláusula de no enajenar
se tendrá por no escrita”.

b) Legados de género

La falta de determinación individual del objeto es característica de esta clase de legados. De ella fluye
como consecuencia que el legatario de cosas genéricas no adquiere el dominio desde el momento
de la muerte del causante. Por el contrario, el legatario de género adquiere sólo un crédito contra

44
Boris Loayza M.

los herederos para el pago del legado. En este sentido, RAMOS PAZOS25 señala que el dominio se
adquiere por el modo de adquirir tradición. Así, la acción del legatario para exigir el pago del legado
prescribirá en 5 años, contados desde que la obligación se hace exigible (arts. 1514 inc. 2° y 2515
inc. 1° CC).

Los legados de género se cumplen entregando al legatario cosas del género previsto de calidad a lo
menos mediana (arts. 1509 y 1114 CC).

El legado puede referirse a cosas genéricas existentes en el patrimonio del testador o a cosas genéricas
en general sin la limitación de que se encuentre en dicho patrimonio. Pero, en ambas hipótesis, el
legado se cumple de la misma manera:

a. Si de muchas especies que existan en el patrimonio del testador, se legare una sin decir cuál,
se deberá una especie de mediana calidad o valor entre las comprendidas en el legado (art.
1114 CC);
b. Los legados de género no se limitan a lo que existe en el patrimonio del testador, como una
vaca, un caballo, imponen la obligación de dar una cosa de mediana calidad o valor, del
mismo género (art. 1115 CC);
c. Pero el legado de género limitado a cosas que existan en el patrimonio del testador no puede
satisfacerse con cosas que no existan en él, salvo calificadas excepciones. Si se lega una cosa
entre varias que creyó tener y no tenía sino una, sólo se deberá la que haya dejado (art. 1116
inc. 1° CC). Y si el testador no ha dejado ninguna, no vale el legado, sino en favor de sus
ascendientes, descendientes legítimos y del cónyuge, quienes tendrán derecho a pedir una
cosa de mediana calidad del género (art. 1116 inc. 2° CC); y
d. Si se lega una cosa de aquellas cuyo valor no tiene límites, como una casa o una hacienda de
campo, y no existe ninguna del mismo género en el patrimonio del testador, nada se deberá
ni aún a la persona designada en el artículo 1107 CC (1116 inc. 3° CC).

A quién corresponde elegir la cosa con que ha de cumplirse el legado

El legado de género se cumple con cosas del género de calidad o valor mediano. Pero, ¿a quién co-
rresponde escoger la cosa con que ha de hacerse el pago?

La elección puede corresponder al legatario, a la persona obligada a cumplir o a un tercero:

a. Si el testador diere expresamente la elección a la persona obligada o al legatario: podrá


aquélla o éste ofrecer o elegir a su arbitrio (art. 1117 inc. 1° CC);
b. En caso de que la elección incumba a un tercero, podrá elegir a su arbitrio y si no efec-
tuare la elección en el plazo fijado por el testador o por el juez, se deberá una cosa de
mediana calidad y valor; y
c. En caso de que el testamento nada diga, la elección es del deudor.

Una vez hecha la elección, no habrá lugar a hacerla de nuevo, sino por causa de engaño o dolo (art.
1117 inc. 3° CC).

25
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

Determinación de la cantidad de las cosas legadas genéricamente

No es bastante que se determina la clase o género de las cosas legadas; es preciso, también, que la
cantidad sea determinada o determinable. Si no se determina o establecen reglas para determinar la
cantidad, el legado no vale (art. 1112 CC).

c) Otras variedades de legados

1. Legado de crédito: el legado de crédito tiene lugar cuando el testador lega el crédito que él
o su heredero tienen con un tercero (art. 1127 CC). Por el hecho de legarse el título, se en-
tiende legado el crédito. Además, éste comprenderá los intereses devengados. Finalmente, se
entenderá revocado el legado de crédito por el hecho de que el testador cobre el capital o los
intereses, en la medida en que los hubiera percibido (art. 1127 inc. 3° CC);
2. Legado de liberación: es aquel en que el testador condona lo que se le debe. Esta condona-
ción sólo comprende las deudas existentes a la fecha del testamento (art. 1130 CC).
3. Legado en pago de una deuda: es aquel que el testador hace a su acreedor de lo que le debe.
Tiene que ser en términos expresos o que aparezca claramente que su intención ha sido pagar
la deuda con el legado (art. 1131 CC). Por parte del acreedor, éste podrá exigir el pago o el
legado.
4. Legados de alimentos voluntarios.

Extinción de los legados

Los legados se extinguen, obviamente, por la revocación del testamento. Pero, además, se extingue
por las siguientes causas:

1. Se extingue el legado por la destrucción de la cosa legada (art. 1135 inc. 1° CC): sólo es
aplicable a los legados de especie o cuerpo cierto, y la destrucción debe ser total;
2. Se extingue el legado, en todo o parte, por la enajenación total o parcial de la especie
legada (art. 1135 inc. 2° CC): no subsistirá el legado ni aunque la cosa vuelva al patrimonio
del testador;
3. Se entenderá revocado el legado si el testador altera sustancialmente la cosa mueble
legada (art. 1135 inc. 4° CC);
4. El legado de crédito se entiende revocado en la medida en que el testador haya cobrado
el capital e intereses (art. 1127 inc. 3° CC); y
5. El legado de liberación se considera revocado cuando el testador demanda el pago o
acepta el que le ofrece el deudor (art. 1129 CC).

III. El derecho de acrecer

Si al tiempo del fallecimiento del testador los diversos asignatarios son capaces y dignos de suceder,
cada cual llevará la porción que se le haya asignado. Pero, ¿qué ocurre si alguno de los asignatarios
falta? ¿Quién se llevará su porción? Pertenecerá a distintas personas según si proceda o no el derecho
de acrecimiento.

46
Boris Loayza M.

Se le puede definir como un derecho en cuya virtud, existiendo dos o más asignatarios llamados
a una misma cosa, sin expresión de cuotas, la porción del asignatario que falta incrementa la de
los otros (art. 1147 CC). Por ejemplo, el testador dice: dejo mi herencia a P, J y D. Si al momento de
la apertura de la sucesión P había fallecido, la parte que a él le habría correspondido aumenta a la de
los otros asignatarios.

La ley instituye este derecho interpretando la voluntad del causante. Si se llama a varias personas a
la totalidad de una cosa, sin expresar cuotas, se supone que el testador ha querido beneficiar a estas
personas. Si una de ellas falta, llevarán su porción los demás, a quienes presúmese que el testador ha
querido exclusivamente favorecer.

Requisitos del derecho de acrecer

El derecho de acrecer tiene lugar en la sucesión testamentaria y supone la pluralidad de asignata-


rios.

1. Que se llame a varios asignatarios a una misma cosa: una misma cosa no significa especie
o cuerpo cierto, sino que una misma asignación, la cual puede ser a título universal o singu-
lar. Es un “mismo objeto”. Por ejemplo, si se dice “dejo mi casa a P o J”, o “dejo a P y J la
mitad de mis bienes”;
2. Que el llamamiento sea la totalidad de la cosa, sin expresión de cuotas: no basta el llama-
miento a una misma cosa; es menester que los asignatarios sean llamados al total, sin seña-
lamiento de cuotas. De esta manera, si el testador dice “lego mi fundo a P, J y D”, tiene lugar
el acrecimiento; no tendrá lugar, en cambio, si expresa “dejo un tercio de mi fundo a P, un
tercio a J y otro tercio a D”. La regla, no obstante, tiene dos excepciones:
a. Hay derecho a acrecer cuando se llama a varias personas a un mismo objeto por
“iguales partes” (art. 1148 inc. 2° CC); y
b. Cuando se establece una asignación a favor de dos o más asignatarios fijándoles
la cuota y una de esas cuotas se asigna a dos o más asignatarios sin señalamiento
de cuotas (art. 1148 inc. 1° CC): por ejemplo, el testador dice: dejo un tercio de mis
bienes a P, un tercio a J y el tercio restante a E y M. Entre estos últimos se puede
producir el acrecimiento;
3. Que haya asignatarios conjuntos: el acrecimiento supone la existencia de asignatarios con-
juntos (P y J; o los hijos de P) (art. 1150 CC). Esta conjunción puede ser de diversas formas
(art. 1149 CC):
a. Real o en la cosa (re tantum): cuando se asigna una misma cosa a varias personas
en cláusulas separadas en un mismo testamento;
b. Verbal (verbis tantum): cuando se llama a varias personas pero a objetos diversos,
o dejándoles cuotas determinadas a una misma cosa; y
c. Conjunción mixta: cuando se llama a varios asignatarios a una misma cosa, en una
misma cláusula testamentaria.
4. Que falte uno de los asignatarios: para que tenga lugar el acrecimiento es menester que falte
uno de los asignatarios conjuntos, al tiempo de abrirse la sucesión. Si fallece con posteriori-
dad, no hay acrecimiento, sino que transmisión (art. 1153 CC);
5. Que el testador no haya nombrado sustituto al asignatario que falte: el acrecimiento re-
quiere que el testador no haya nombrado sustituto, pues si lo hace, no falta el asignatario.
Además, el artículo 1163 CC señala que la sustitución excluye el acrecimiento; y

47
Boris Loayza M.

6. Que el testador no haya prohibido el acrecimiento (art. 1155 CC): descartado el derecho
de acrecer, la porción del asignatario que falta corresponde a los herederos abintestato del
causante.

Efectos del acrecimiento

El acrecimiento es un derecho accesorio, una especie de accesión. La porción de un asignatario se


suma a la de otro u otros.

En consecuencia, para invocar el acrecimiento es menester que el asignatario acepte su porción. No


podrá repudiar su porción, y aceptar la que le corresponda por acrecimiento (art. 1151 CC). A la
inversa, sí puede repudiar lo que le corresponda por acrecimiento, pero aceptar su propia asignación.

Finalmente, la porción que acrece lleva todos sus gravámenes consigo, excepto los que suponen una
calidad o aptitud personal del consignatario que falta (art. 1152 CC).

[RAMOS PAZOS26 señala que el efecto propio del acrecimiento es que la parte del coasignatario que
falta se agregue a la de los demás que no han sido llamados con determinación de cuota. Este efecto
no se produce ipso jure, desde que, como se ha visto, el beneficiado con el acrecimiento puede acep-
tarlo o repudiarlo (art. 1151 CC).

Indica que el derecho de acrecimiento tiene como características ser un (i) derecho accesorio; (ii)
renunciable (arts. 1068 y 1151 CC); y (iii) transferible (art. 1910 CC).

Por último, RAMOS PAZOS señala que el acrecimiento no es exclusivo de la sucesión testamentaria,
a diferencia de lo expresado por MEZA BARROS o SOMARRIVA, para quienes el acrecimiento se da
sólo en las sucesiones testadas.

Así, sostiene éste autor que la doctrina ha entendido que el acrecimiento también se produce en la
sucesión intestada o legítima. Así lo entendería, además, CLARO SOLAR y los DOMÍNGUEZ. Estos
últimos señalan que si bien el acrecimiento está reglamentado en las asignaciones testamentarias, por
la fuerza de las cosas, se presenta también en la sucesión intestada. Confirma lo expuesto, agregan,
el artículo 1190 CC.].

IV. Las sustituciones

La sustitución es el llamamiento que hace el testador para el caso que falte el asignatario directo
o para el caso de cumplirse la condición (art. 1156 CC).

La sustitución puede ser vulgar o fideicomisaria. La regla general es la sustitución vulgar (art. 1166
CC). En otras palabras, la sustitución se presume vulgar, a menos que el testador la haya excluido en
forma notoria.

1. Sustitución vulgar

26
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

Sustitución vulgar es aquella en que se designa un asignatario para que ocupe el lugar de otro
que no acepte o que llegue a faltar por otra causa, antes de deferírsele la asignación (art. 1156
inc. 2° CC). El inciso 3° del artículo 1156 CC añade que no se entiende faltar el asignatario que una
vez aceptó, salvo que invalide la aceptación.

El legislador ha reglado el caso de que falta el asignatario por causa distinta de la que previó el testa-
dor. Así, por ejemplo, el testador expresó que “instituyo heredero a P y, si éste muerte antes que yo,
a J”.

La regla es que se entiende que el testador que ha previsto un caso que puede faltar el asignatario
no ha querido excluir los demás (art. 1157 CC). La excepción es que el testador haya manifestado
su voluntad contraria.

Requisitos de la sustitución vulgar27

1. Que se trate de una sucesión testada;


2. Que se establezca expresamente; y
3. Que falte el asignatario sustituido.

Reglas a que se sujeta la sustitución vulgar

a. La sustitución puede ser de varios grados (art. 1158 CC): como cuando se nombra un
sustituto al asignatario directo, y otro al primer sustituto (art. 1158 CC). El sustituto del sus-
tituto se entiende llamado en los mismos casos y con las mismas cargas que éste, sin perjuicio
de lo que el testador haya ordenado al respecto (art. 1161 CC);
b. Se puede sustituir uno a muchos y muchos a uno (art. 1159 CC): el testador puede decir
“lego mi casa a J, y si éste falta, a P y D”, o bien, “lego mi casa a P y D, y si éstos faltan, a
J”;
c. Si se sustituyen recíprocamente tres o más asignatarios, y falta uno de ellos, la porción
de éste se dividirá entre los otros a prorrata de los valores de sus respectivas asignacio-
nes (art. 1160 CC); y
d. En todo caso, la sustitución debe ser expresa: los descendientes legítimos del asignatario
que a su vez lo era del testador no se entenderán sustituidos a éste, salvo que el testador haya
expresado voluntad contraria (art. 1162 CC).

[RAMOS PAZOS28 indica que si el asignatario fallece después que el testador, no hay sustitución,
puesto que operará el derecho de transmisión (art. 1163 CC). Asimismo, señala que la sustitución
tiene lugar tanto en las herencias como en los legados.

2. Sustitución fideicomisaria

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
28
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

Dice el artículo 1164 CC que es aquella en que se llama a un fideicomisario, que en el evento de una
condición se hace dueño absoluto de lo que otra persona poseía en propiedad fiduciaria. Se regirá por
las reglas de la propiedad fiduciaria.

Además, la sustitución fideicomisaria no se presume (art. 1166 CC).

V. Recapitulación sobre la representación, la transmisión, el acrecimiento y la sustitución

a. El derecho de representación sólo tiene cabida en la sucesión abintestato, mientras que la


sustitución y el acrecimiento sólo caben en la sucesión testamentaria [no obstante lo señalado
por RAMOS PAZOS a propósito del derecho de acrecimiento]. El derecho de transmisión tiene
cabida en ambos tipos de sucesión;
b. Tampoco puede surgir conflicto entre el derecho de representación y el de transmisión, pues
en el primero debe faltar el representado. En cambio, en el derecho de transmisión no falta el
asignatario sino que simplemente falleció sin expresar si aceptaba o repudiaba la herencia o
legado; y
c. Un problema de prelación en la aplicación de estos derechos sólo puede presentarse entre la
transmisión, sustitución y el de acrecimiento (art. 1163 CC). De esta manera, la transmisión
excluye a la sustitución, y ésta al acrecimiento.

CAPÍTULO V: LAS ASIGNACIONES FORZOSAS

El Código Civil consagra un sistema de libertad restringida de testar. De esta manera, puede disponer
de sus bienes con entera libertad la persona que carece de asignatarios forzosos. Por el contrario,
teniendo tales asignatarios, sólo le es lícito disponer libremente de una parte de sus bienes, variable
según la circunstancia.

Si el causante deja descendencia sólo es lícito disponer con libertad de la cuarta parte de sus bienes.
Si carece de tales descendientes, puede disponer con entera libertad de la mitad de sus bienes.

El artículo 1067 inc. 1° CC dispone que las “asignaciones forzosas son las que el testador es obligado
a hacer, y que se suplen cuando no las ha hecho, aun con perjuicio de sus disposiciones testamentarias
expresas”.

El causante, pues, está obligado a efectuar ciertas asignaciones: su facultad de disposición tiene
como límite el derecho de los asignatarios forzosos. Pero no son nulas las disposiciones testamen-
tarias que vulneran las asignaciones forzosas. En otros términos, las asignaciones forzosas se “su-
plen”; se modificará o reformará el testamento hasta donde sea necesario, y en lo demás regirá ple-
namente la voluntad del testador.

Las asignaciones forzosas son tres:

1. Los alimentos que se deben por ley a ciertas personas;


2. Las legítimas; y

50
Boris Loayza M.

3. La cuarta de mejoras en la sucesión de los descendientes, de los ascendientes y del cón-


yuge.

Los alimentos debidos por ley a ciertas personas, más que asignaciones forzosas, son verdaderas deu-
das hereditarias que se deducen del acervo líquido de que dispone el testador o la ley, y que se pagan
como bajas generales o previas de la herencia (art. 959 N° 4 CC). Por esto, las verdaderas asignacio-
nes forzosas son las legítimas que la ley reserva o asigna a los legitimarios, esto es, a los hijos perso-
nalmente o representados, ascendientes y cónyuge, y la cuarta de mejoras.

Cabe señalar que el sistema de asignaciones forzosas hace indispensable la adopción de medidas de
protección a las asignaciones. En este sentido, son dos las medidas fundamentales que el legislador
ha previsto: la acción de reforma de testamento (arts. 1216 y ss. CC); y los acervos imaginarios
(arts. 1185 y 1186 CC).

Pérdida de las asignaciones forzosas

El causante debe dejar a sus asignatarios forzosos una parte considerable de sus bienes. Pero no sería
justo que sucedan cuando han hecho víctima al causante de graves ofensas. Por este motivo, el testa-
dor puede recurrir al desheredamiento de los legitimarios, es decir, establecer una cláusula testamen-
taria por la cual se prive a los legitimarios de todo o parte de su legítima (art. 1207 CC). Asimismo,
no tiene derecho a su legítima el cónyuge sobreviviente que por culpa suya hubiere ocasionado la
separación judicial (art. 1182 CC). En fin, en el caso de la injuria atroz, cesa por completo la obliga-
ción de dar alimentos (art. 979 CC).

Las asignaciones forzosas tienen lugar tanto en la sucesión testada como en la intestada

Las asignaciones forzosas tienen cabida tanto en la sucesión testamentaria como en la intestada, con
excepción de la cuarta de mejoras que requiere de una expresa manifestación de voluntad del cau-
sante.

Las asignaciones alimenticias forzosas constituyen una baja general de la herencia que habrá de prac-
ticarse en toda sucesión por causa de muerte, para llevar a efecto las disposiciones del difunto o de la
ley. En cuanto a las legítimas, los legitimarios son herederos abintestato y la ley establece que con-
curren, son excluidos y representados según las reglas de la sucesión intestada.

I. Las asignaciones alimenticias forzosas

La obligación de dar alimentos puede tener su origen en la ley o en un acto voluntario del alimen-
tante.

Los alimentos que una persona se ve en la necesidad de suministrar, por mandato imperativo de la
ley, se llaman legales o forzosos. Estos alimentos constituyen una asignación forzosa. El testador está
obligado a asignar a las personas a quienes por ley debe alimentos, una cantidad de bienes adecuada
para su congrua o necesaria sustentación.

51
Boris Loayza M.

Las asignaciones alimenticias forzosas constituyen una baja general de acuerdo con el N° 4 del ar-
tículo 959 CC, es decir, se pagan antes de liquidar lo que corresponde a cada asignatario. Deducidos
los gastos de apertura de la sucesión, las deudas hereditarias y los impuestos que gravaren toda la
masa, corresponderá deducir las asignaciones forzosas de alimentos.

Pero existen algunas excepciones, es decir, no son siempre una baja general que grava la masa here-
ditaria:

1. No son una baja general cuando el testador ha dicho expresamente que gravarán a de-
terminados herederos o legatarios: el artículo 1168 CC dispone que los alimentos que el
difunto ha debido por ley a ciertas personas, gravan la masa hereditaria; menos cuando el
testador haya impuesto esa obligación a uno o más partícipes de la sucesión. Sobre este punto,
RAMOS PAZOS29 señala aun cuando el testador imponga el pago a un heredero particular, será
una baja general de la herencia. Por consiguiente, el alimentario podrá dirigirse contra tal
heredero o contra la masa hereditaria, pues el acto del testador le es inoponible; y
2. Las asignaciones forzosas de alimentos que el testador hubiere hecho pueden ser exce-
sivas, atendidas las fuerzas del patrimonio: en tal caso, las asignaciones de alimentos cons-
tituyen una baja general en una cuantía que guarde relación con la fortuna del testador, el
exceso se imputará a la porción de bienes que el difunto ha podido disponer a su arbitrio (art.
1171 CC).

Alimentos que el difunto ha debido por ley

No cabe duda de que sólo son asignaciones forzosas las que se hacen a personas acreedoras de ali-
mentos en virtud de la ley y que señala el artículo 321 CC. Pero se ha suscitado controversia acerca
de lo que debe entenderse por “ha debido” por ley. ¿Cuándo puede decirse que el causante debía en
vida alimentos forzosos? Se han propuesto dos lecturas.

1. Para algunos, los alimentos de que se trata son aquellos que el alimentante exigió en
vida del causante, intentando la acción correspondiente, o le fueron pagados sin necesi-
dad de juicio porque el testador reconoció voluntariamente su obligación de pagarlos;
2. Para otros es bastante que, en vida del causante, hayan concurrido los requisitos para
que estuviere obligado a dar alimentos.

Responsabilidad de los asignatarios de alimentos forzosos

Las asignaciones forzosas de alimentos sólo pueden tener lugar cuando queda un sobrante de bienes,
después de practicadas las demás bajas generales de la herencia (art. 959 N° 1 a 3 CC). Es obvio que
si las deudas hereditarias absorben los bienes del difunto no puede haber asignaciones alimenticias
forzosas. La prestación de alimentos requiere que el alimentante tenga facultades bastantes para pa-
garlos y se regulan tomando en cuenta estas facultades.

Puede suceder, sin embargo, que se paguen las asignaciones alimenticias, a pesar de estar impagas
las deudas. Podría suscitarse cuestión acerca de si los asignatarios deben restituir lo que recibieron.

29
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

52
Boris Loayza M.

El artículo 1170 CC resuelve la cuestión indicando que los asignatarios de alimentos no estarán obli-
gados a devolución alguna, pero podrán rebajarse los alimentos futuros.

Intransmisibilidad de la obligación alimenticia30

El artículo 324 CC establece que “el derecho de pedir alimentos no puede transmitirse por causa de
muerte, ni venderse o cederse en modo alguno, ni renunciarse”. La sola lectura de esta disposición
plantea la duda si la misma regla debe aplicarse a la obligación de pagarlos, es decir, si esa obligación
se transmite a los herederos del alimentante.

Al respecto es necesario tener presente el artículo 322 CC, que señala que “los alimentos que se deben
por ley se entienden concedidos por toda la vida del alimentario, continuando las circunstancias que
legitimaron la demanda”, con lo que si el alimentario sobrevive al alimentante dicha disposición, a
juicio de algunos, sólo tendría eficacia si se admite que la obligación que pesaba sobre este último se
transmite a sus herederos. También debe tenerse presente el artículo 1168 CC.

En opinión de RAMOS PAZOS, desde el momento en que los alimentos se hacen efectivos en la masa
hereditaria, la obligación alimenticia no es transmisible, por lo que no podrían los alimentarios
demandar a los herederos. En el mismo sentido está CLARO SOLAR.

Alimentos voluntarios

Las asignaciones de alimentos voluntarias no constituyen una baja general y se deducen del acervo
líquido, en la parte de que el testador haya podido disponer libremente (art. 1171 CC).

[RAMOS PAZOS31 señala que los alimentos voluntarios son, como su nombre lo indica, aquellos que
el testador no está obligado a hacer, pero que instituye en su testamento. Importan un legado y se
pagan con cargo a la cuarta de libre disposición. Así lo dispondría el artículo 1171 CC.].

II. Derechos del cónyuge sobreviviente

El cónyuge sobreviviente es un legitimario, pero es posible señalar un par de cosas.

La primera es respecto a la cuantía de la herencia que le corresponderá al cónyuge sobreviviente. En


este sentido, dependerá de la concurrencia o no de descendientes.

a. Si hay varios hijos: lleva el equivalente al doble de lo que por legítima rigorosa o efectiva
corresponda a cada hijo; o,
b. Si hubiere un solo hijo: la cuota del cónyuge será igual a la legítima rigorosa o efectiva de
ese hijo;
c. Si no hay descendientes: el cónyuge, en su calidad de legitimario, puede llevar:
i. Si no concurren ascendientes: el todo;

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

ii. Si concurren ascendientes: los ascendientes también son legitimarios. En este caso,
se aplica el artículo 989 CC, que dispone que la herencia se divide en tres partes: 2/3
para el cónyuge y 1/3 para los ascendientes.
d. En ningún caso la porción que corresponda al cónyuge bajará de la cuarta parte de la
herencia, o de la cuarta parte de la mitad legitimaria en su caso. Así, si por ejemplo hay
5 descendientes, al cónyuge le corresponde un 25% de la herencia, y a cada descendiente un
15% del total.

Ahora bien, el cónyuge sobreviviente tiene algunos derechos especiales. Por ejemplo, el artículo 1337
regla 10° CC señala que el cónyuge sobreviviente tendrá derecho a que su cuota hereditaria se pague
con preferencia mediante la adjudicación en favor suyo de la propiedad del inmueble en que resida y
que sea o haya sido vivienda principal de la familia.

Sin perjuicio de lo anterior, el artículo 1182 inc. final CC sostiene que no será legitimario el cónyuge
que por culpa suya haya dado ocasión a la separación judicial.

III. Las legítimas y mejoras

1. Generalidades

Con arreglo al artículo 1181 CC legítima es aquella cuota de los bienes de un difunto que la ley asigna
a ciertas personas llamadas legitimarios.

El artículo 1182 CC señala quiénes son legitimarios:

1. Los hijos, personalmente o representados por su descendencia;


2. Los ascendientes; y
3. El cónyuge sobreviviente.

El mismo precepto señala que no tienen la calidad de legitimarios los ascendientes del causante si la
paternidad o la maternidad que constituye o de la que deriva su parentesco, ha sido determinada ju-
dicialmente contra la oposición del respectivo padre o madre, salvo el caso del inciso del artículo 203
CC. Esta norma recoge un principio de justicia: no sería lógico que pudiera heredar a su hijo aquel
padre que renegaba de tal paternidad. Tampoco tendrá la calidad de legitimario el cónyuge sobrevi-
viente que por culpa suya haya dado ocasión al divorcio perpetuo o temporal.

Forma como concurren los legitimarios

Una persona puede tener, a la vez, ascendientes, hijos y cónyuge. Los legitimarios enumerados en el
artículo 1182 CC no pueden serlo todos a un tiempo. En razón de esto, para resolver el problema de
la concurrencia de los legitimarios, la ley se remite a las reglas de la sucesión abintestato (art. 1183
CC).

De este modo, si el causante ha tenido hijos éstos excluirán a los demás legitimarios, salvo al cónyuge.
Si no concurren hijos, personalmente o representados, con arreglo al artículo 989 CC serán llamados

54
Boris Loayza M.

a suceder al causante, como legitimarios, los ascendientes de grado más próximo y el cónyuge sobre-
viviente.

[RAMOS PAZOS32 señala que los legitimarios son asignatarios forzosos, pero ello no significa que
todos concurran a la herencia. Así, por ejemplo, si el causante tiene hijos y padres (ambos son legiti-
marios), no lo heredan todos ellos, pues según el artículo 1183 CC “los legitimarios concurren y son
excluidos y representados según el orden y reglas de la sucesión intestada”. Si aplicamos esta regla
al ejemplo, viene a resultar que los hijos excluyen a los padres, pues los primeros están en el primer
orden de sucesión intestada, y los padres en el segundo (arts. 988 y 989 CC).

Además, agrega que la calidad de legitimarios se adquiere cuando concurren los supuestos que la
constituyen, es decir, aún antes de que fallezca el causante. En cambio, la calidad de heredero se
adquiere con el fallecimiento del causante.].

2. Cálculo de las legítimas

La presencia de legitimarios limita considerablemente la libertad de testar, puesto que una parte im-
portante de los bienes está reservada para ellos. Para determinar cómo se divide la herencia es me-
nester distinguir si concurren ascendientes, descendientes o cónyuge.

a. Concurriendo cualquiera de éstos, la ley dispone en definitiva de las tres cuartas partes
de la herencia, dejando al causante solo una cuarta de libre disposición (art. 1184 CC):
en consecuencia, habiendo legitimarios, el causante para testar deberá respetar la mitad legi-
timaria, y si lo quiere, puede asignar la cuarta de mejoras a todos o algunos de los favorecidos
con ésta (art. 1167 N° 3 CC), sean o no legitimarios. Si no dispone de la cuarta de mejoras,
ella acrece a la legítima efectiva y beneficia, por tanto, a los legitimarios;
b. Si no tiene legitimarios, puede disponer libremente de la totalidad de la herencia.

[RAMOS PAZOS33 señala que, según el artículo 1184 CC, la herencia de debe dividir en cuatro partes:
dos de ellas, o sea la mitad del acervo, para las legítimas rigorosas; otra cuarta, para las mejoras con
que el difunto haya querido favorecer a su cónyuge o a uno o más de sus descendientes o ascendientes,
y otra cuarta, de que ha podido disponer a su arbitrio.

Agrega que en el cálculo de las legítimas se pueden presentar las siguientes situaciones:

a. Las imputaciones hechas al legitimario calcen con lo que corresponde a título de legí-
tima;
b. Que lo dado a título de legítima sea inferior a la mitad legitimaria: en este caso, se aplica
el artículo 1189 CC, es decir, el déficit de la legítima se pagará con preferencia a cualquier
otra asignación; y
c. Que lo dado a título de legítima exceda a la mitad legitimaria: la norma a aplicar es el
inciso 1° del artículo 1193 CC, es decir, se le imputará a la cuarta de mejoras.

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
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Boris Loayza M.

d. Que lo asignado al cónyuge sobreviviente fuere inferior a lo que le corresponde como


asignatario del primer orden sucesorio: se aplica el artículo 1193 inc. 2° CC, es decir, se
le imputará a la cuarta de mejoras.].

Distribución de la mitad legitimaria

La mitad legitimaria se distribuye entre los legitimarios, por cabezas o estirpes, de acuerdo con las
reglas de la sucesión intestada y sin perjuicio de las normas especiales para el cónyuge.

a. El cónyuge es legitimario, y lleva una cuota que depende de la existencia de descendien-


tes y del número de éstos;
b. Los hijos, la mitad legitimaria se distribuirá entre todos ellos. Si alguno de ellos faltare
y hubiere lugar la representación, sus descendientes que representan dividirán la mitad
legitimaria sucediendo por estirpes o troncos; y
c. A falta de descendientes, la mitad legitimaria pertenecerá a los ascendientes de grado
más próximo.

Acervo en que se calculan las legítimas

En conformidad con el artículo 1184 CC, la mitad de los bienes, previas las deducciones indicadas
en el artículo 959 CC, y las agregaciones (los acervos imaginarios), se dividirá por cabezas o estirpes
entre los respectivos legitimarios, según las reglas de la sucesión intestada; lo que cupiere a cada uno
en esa división será su legítima rigorosa.

Por consiguiente, para determinar el acervo en que se calculan las legítimas es menester, en primer
término, deducir las bajas generales de la herencia que señala el artículo 959 CC. Luego, es preciso
que al acervo líquido así formado, deben acumularse imaginariamente todas las donaciones revoca-
bles e irrevocables, hechas en razón de legítimas o mejoras, según el estado en que se hayan encon-
trado las cosas donadas al tiempo de la entrega, pero cuidando de actualizar prudencialmente su valor
a la época de la apertura de la sucesión.

3. La legítima: sus clases

La legítima puede ser rigorosa o efectiva.

Se llama legítima rigorosa la porción que toca a un legitimario en la división de la mitad legiti-
maria (art. 1184 CC). La legítima recibe esta denominación porque es el mínimo que debe llevar un
legitimario. Propiamente esta legítima es la asignación forzosa de que el legitimario no puede ser
privado por el causante y que se suple con perjuicio de las disposiciones expresas del testamento.

Esta legítima –la rigorosa– no es susceptible de modalidades; el legitimario debe recibirla sin restric-
ciones o limitaciones de ninguna especie (art. 1192 CC).

Ahora bien, las legítimas rigorosas gozan de preferencia para su pago sobre toda asignación. Deberán
enterarse las legítimas y luego se pagarán las asignaciones con cargo a la cuarta de mejoras y a la de
libre disposición. El artículo 1189 CC, en efecto, prescribe que si la suma de lo que se ha dado en

56
Boris Loayza M.

razón de legítima no alcanzare a la mitad del acervo imaginario, el déficit se sacará de los bienes con
preferencia a toda otra inversión.

Incremento de la legítima rigorosa por falta de otros legitimarios

El artículo 1190 inc. 1° CC, dispone que si un legitimario no lleva el todo o parte de su legítima por
incapacidad, indignidad, exheredación, o porque ha repudiado, y no tiene descendencia con derecho
a representarle, dicho todo o parte se agregará a la mitad legitimaria y contribuirá a formar las
legítimas rigorosas de los otros.

La mitad legitimaria, pues, se distribuirá entre los legitimarios con prescindencia del incapaz, del
indigno, del desheredado o que repudió la herencia del difunto. Así, por ejemplo, si el causante deja
tres hijos y uno de ellos es indigno o repudia la herencia, la mitad legitimaria se dividirá en dos.

El aumento de las legítimas tiene lugar cuando falta un legitimario y no tiene descendencia con dere-
cho a representarle. Por el contrario, si la tuviera, estos descendientes dividirán por estirpe la parte
del legitimario que falte.

La legítima aumentada porque un legitimario no lleva todo o parte de lo que le corresponde, no deja
de ser una legítima rigorosa. De esta manera, la mitad legitimaria no aumenta sino que aumentan las
legítimas. Disminuye el divisor y a los legitimarios, en consecuencia, les corresponde más por con-
cepto de legítimas.

Legítima efectiva

Se llama legítima efectiva la porción que corresponde a un legitimario en la mitad legitimaria


aumentada proporcionalmente con los bienes de que el testador pudo disponer a título de me-
joras o con entera libertad y no dispuso o no tuvo efecto la disposición (art. 1191 CC).

Características de las legítimas rigorosas34

1. Son una asignación forzosa (art. 1182 CC);


2. No son susceptibles de modalidades (art. 1192 CC);
3. El testador puede indicar los bienes con que se paguen (art. 1197 CC); y
4. Gozan de preferencia para su pago (art. 1189 CC).

4. Las mejoras

La cuarta de mejoras es una asignación forzosa que tiene lugar en la sucesión de los descendientes,
ascendientes y del cónyuge (art. 1167 N° 3 CC).

La cuarta de mejoras se calcula del mismo modo que las legítimas: es la cuarta parte de los bienes del
difunto, previas las deducciones establecidas en el artículo 959 CC y las asignaciones a que se refieren
los artículos 1185, 1186 y 1187 CC (art. 1184 CC).

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

A diferencia del legitimario, que es siempre heredero, el partícipe de la cuarta de mejoras puede ser
heredero o legatario. Así, el asignatario a quien el testador deja la cuarta de mejoras o una parte
alícuota de ella, es heredero. En cambio, el asignatario a quien se dejan determinados bienes con
cargo a la cuarta de mejoras, es un legatario.

Quiénes pueden ser asignatarios de mejoras

El artículo 1184 CC dispone que son asignatarios de la cuarta de mejoras:

1. Los descendientes;
2. Los ascendientes; y
3. El cónyuge.

Entre estas personas goza el testador de completa libertad de disposición (art. 1195 CC).

Características de las mejoras35

a. Constituyen una asignación forzosa;


b. No se presumen (art. 1198 inc. 1° CC): requieren de una disposición testamentaria expresa.
De ahí se sigue que solo se dan en la sucesión testamentaria; y
c. Admiten ciertas modalidades y, excepcionalmente, ciertos gravámenes (arts. 1192 y
1195 CC): la ley no ha excluido las modalidades en la cuarta de mejoras, por lo que cabe
concluir que se admiten, en cuanto con ellas no se perjudique a los ascendientes, descendien-
tes o cónyuge. En cuanto a los gravámenes, la ley sólo los admite de forma excepcional,
cuando sean a favor del cónyuge, de los descendientes o ascendientes del testador. Si se es-
tablecen en favor de otra persona, son nulos absolutamente.

La cuarta de mejoras requiere la presencia de asignatarios a ella

En conformidad con lo dispuesto por el artículo 1184 CC, una cuarta parte de la herencia puede ser
destinada para las mejoras con que el difunto haya querido favorecer a su cónyuge, o a una o más de
sus descendientes o ascendientes, sean o no legitimarios.

Como hemos dicho, el causante que tiene hijos (por lo tanto, legitimarios) y nietos (que en presencia
de sus padres no tiene calidad de legitimarios), pueden ser asignatarios de cuarta de mejoras el o los
nietos. Asimismo, el causante que tiene ascendientes, descendientes o cónyuge, puede asignar la
cuarta de mejoras íntegra a cualquiera de ellos. De la cuarta de mejoras puede hacer el donante o
testador la distribución que quiera entre sus descendientes, cónyuge y sus ascendientes; y podrá, por
lo tanto, asignar a uno o más de ellos toda la dicha cuarta con exclusión de los otros.

La cuarta de mejoras es una asignación forzosa en el orden de los ascendientes, en el de los descen-
dientes y del cónyuge. Si el causante no dispone de ella, ella acrece a la legítima efectiva, e incrementa
la cuota que llevan los legitimarios (art. 1191 CC).

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Las mejoras caben sólo en la sucesión testada

La cuarta de mejoras sólo existe en la sucesión testada; requiere una expresa declaración de vo-
luntad de testador. A falta de esta manifestación de voluntad la porción de bienes que constituiría la
cuarta de mejoras acrecerá a las legítimas conforme al artículo 1191 CC.

La mitad legitimaria se divide entre los legitimarios conforme a las reglas de la sucesión intestada:
los legitimarios concurren, son excluidos y representados según las mismas reglas. No ocurre así con
la cuarta de mejoras. Se distribuye con arreglo a lo dispuesto por el testador y no tiene cabida el
derecho de representación.

Cabe mencionar que la cuarta de mejoras admite modalidades. Así, el artículo 1195 inc. 2° CC
previene que los gravámenes impuestos a los partícipes de la cuarta de mejoras serán siempre en favor
del cónyuge, o de uno o más de los descendientes o ascendientes del testador. En otros términos, los
gravámenes deben ceder necesariamente en favor de personas a quienes el causante pudo asig-
nar la cuarta de mejoras.

Promesa de no disponer de la cuarta de mejoras

La ley prohíbe perentoriamente, so pena de nulidad absoluta, los pactos sobre sucesión futura (art.
1463 CC). Sin embargo, el causante puede convenir que no dispondrá de la cuarta de mejoras. Este
pacto sobre sucesión futura es válido, por excepción, en los términos del artículo 1204 CC.

Dicho pacto debe seguir los siguientes requisitos:

1. Es un pacto solemne: se hace mediante escritura pública;


2. Impone una obligación de no hacer: la estipulación deberá consistir en no disponer de la
cuarta de mejoras. En otras palabras, se debe dejar la distribución de los bienes a la ley;
3. El pacto debe celebrarse entre el causante y con el cónyuge, o alguno de sus descendien-
tes o ascendientes que tengan el carácter de legitimarios.

La sanción en caso de contravención al pacto es que el favorecido (aquél con el que se pactó) con ésta
tendrá derecho a que los asignatarios de esa cuarta le enteren lo que le habría valido el cumpli-
miento de la promesa, a prorrata de lo que su infracción les aprovechare.

Por ejemplo, supóngase que el causante tenía tres hijos, A B y C. Prometió a A no disponer de la
cuarta de mejoras y dispuso de ella totalmente en favor de B. A tiene derecho para demandar a B el
tercio de la referida cuarta. Así, si el acervo líquido es de $120.000; la mitad legitimaria asciende a
$60.000 y las cuartas a $30.000. A tendrá derecho a demandar $10.000, es decir, un tercio de la cuarta,
que es lo que le hubiere aprovechado el pacto.

5. Entero y pago de las legítimas y mejoras

Calculadas las legítimas y mejoras, procede examinar cómo se enteran y pagan a los legitimarios y
asignatarios de la cuarta de mejoras.

Algunas reglas al respecto son las siguientes:

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Boris Loayza M.

1. La legítima rigorosa goza de preferencia para su pago. Satisfechas íntegramente las legí-
timas, se pagarán las asignaciones con cargo a la cuarta de mejoras y, finalmente, las asigna-
ciones con cargo a la cuarta de libre disposición;
2. Para garantizar las legítimas y mejoras, se forma el acervo imaginario, con la acumula-
ción de los valores que se han señalado. Hecha la acumulación, toca decidir la suerte de estos
valores acumulados a la masa;
3. Todas las donaciones y legados hechos a un legitimario se presumirán hechos en razón
de legítimas, se considerarán como anticipos a cuenta de la legítima; para que se entien-
dan hechos en razón de mejoras o como anticipos de mejoras, es menester una manifestación
de voluntad del testador;
4. Las legítimas se pagan preferentemente (art. 1189 CC): en este sentido, en caso de que lo
dado en razón de legítimas no alcance a la mitad del acervo imaginario o líquido, o sea, que
sea inferior a la mitad legitimaria, deberá antes que nada completarse las legítimas y darse a
los legitimarios lo que falte para enterarlas. O, en caso de que lo que se ha dado a este título
supere a la mitad del acervo imaginario o líquido, esto es, que excede la mitad legitimaria, el
exceso de lo donado se considera como una mejora y se cargará a la cuarta de mejoras.

Señalamiento de los bienes que deben enterar las legítimas

De acuerdo con el artículo 1197 CC, el que deba una legítima podrá en todo caso señalar las especies
que haya de hacerse su pago, pero no podrá legar esta facultad a persona alguna, ni tasar los valores
de dichas especies. De este modo, el testador podrá decir: “dejo a mi hijo J, con cargo a su legítima,
la hacienda Trupán, pero le está vedado avaluarla”. Una tasación arbitraria importa una violación a
las legítimas.

La facultad de designar las especies es indelegable.

IV. El desheredamiento

El régimen de las asignaciones forzosas requiere un correctivo que es el desheredamiento. Es me-


nester que el causante disponga de un recurso para privar a los legitimarios de su legítima y san-
cionar, de este modo, los graves atentados de que le haga víctima la infracción de sus elementales
deberes.

El artículo 1207 CC define el desheredamiento como “una disposición testamentaria en que se


ordena que un legitimario sea privado del todo o parte de su legítima”. La definición podría
agregar con provecho: “en virtud de una causa, taxativamente señalada por la ley”.

Requisitos del desheredamiento

1. Una cláusula testamentaria;


2. Causa legal del desheredamiento: el desheredamiento debe fundarse, desde sus remotos
orígenes romanos, en una causa legal, que el artículo 1208 CC señala taxativamente. Tales
son:

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Boris Loayza M.

a. Por haber cometido injuria grave contra el testador en su persona, honor o bie-
nes, o en la persona, honor o bienes de su cónyuge, o de cualquiera de sus ascen-
dientes o descendientes;
b. Por no haberle socorrido en el estado de demencia o destitución, pudiendo;
c. Por haberse valido de fuerza o dolo para impedirle testar;
d. Por haberse casado sin el consentimiento de un ascendiente, estando obligado a
obtenerlo;
e. Por haber cometido un delito que merezca pena aflictiva; o por haberse aban-
donado a los vicios o ejercido granjerías infames, a menos que se prueba que el
testador no cuidó de la educación del desheredado.
En cualquiera de estas causales puede fundarse el desheredamiento de un descendiente; los
ascendientes y cónyuge podrán ser desheredados por las primeras tres;
3. Especificación de la causal: la causal del desheredamiento debe señalarse específicamente
en el testamento (art. 1209 CC); y
4. Prueba de la causal: por último, es menester que la causal sea probada judicialmente. Con
todo, no es necesaria la prueba de la causal cuando el desheredado no reclama su legítima en
el plazo legal (4 años contados desde la apertura de la sucesión) (art. 1209 CC).

En resumen, es menester un testamento y que se funde en una causa legal, expresa y cierta.

Efectos del desheredamiento

Los efectos del desheredamiento serán los que el testador determine. Si el testador no los limita ex-
presamente, la ley suple su silencio:

1. El desheredamiento priva al legitimario de su legítima: tal es su efecto principal;


2. El desheredado queda privado, además, de todas las asignaciones por causa de muerte;
3. Queda privado, asimismo, de todas las donaciones que le haya hecho el desheredador
(art. 1210 CC);
4. Las herencias que pasan al hijo por desheredamiento del padre o madre, configuran
una excepción a la patria potestad del padre o madre (art. 250 N° 3 CC).

Los efectos del desheredamiento, si el desheredador no los limitare expresamente, se extienden no


sólo a las legítimas, sino a todas las asignaciones por causa de muerte y a todas las donaciones que le
haya hecho el desheredador. Peor no se extienden a los alimentos excepto en los casos de injuria atroz
(art. 1210 CC).

Revocación del desheredamiento

El desheredamiento, cláusula testamentaria, puede revocarse como cualquiera otra disposición,


total o parcialmente.

Por este motivo, el artículo 1211 CC dispone que no se entiende revocado el desheredamiento por
haber intervenido reconciliación y mucho menos será admitido el desheredado a probar que el testa-
dor tuvo la intención de revocarlo. De esta forma, la revocación del desheredamiento puede ser total
o parcial, pero siempre de forma expresa.

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Boris Loayza M.

CAPÍTULO VI: REVOCACIÓN Y REFORMA DEL TESTAMENTO

Diversas son las causas que pueden privar de eficacia al testamento. Se frustrarán las disposiciones
testamentarias porque el heredero repudia la herencia, se hace incapaz o indigno; porque se anula el
testamento; porque se destruye el testamento cerrado o caduca el privilegiado. El testamento no surtirá
efectos, además, por dos causas: la revocación y la reforma del testamento.

I. Revocación del testamento

El testador mientras viva, conserva la facultad de revocar las disposiciones contenidas en el testa-
mento (art. 1001 CC). En otras palabras, al ser el testamento esencialmente revocable, el testador
conservará, mientras viva, la facultad de revocar sus disposiciones por la sola razón de que no desea
perseverar en ellas.

La revocación es el único medio de hacer inválido un testamento otorgado válidamente, es decir, que
cumple los requisitos formales que la ley prescribe y no adolece de vicios. Sin embargo, los testa-
mentos privilegiados caducan, sin necesidad de revocación (art. 1212 CC).

La revocabilidad alcanza a las disposiciones, pero no a las declaraciones que el testamento contenga,
máxime cuando crean derechos en favor de terceros, como el caso típico del reconocimiento de un
hijo natural.

La revocación es un acto solemne, como lo es el testamento mismo que se pretende dejar sin efecto
(art. 1213 inc. 1° CC).

Revocación del testamento revocatorio

El testamento revocatorio puede ser revocado, a su turno. ¿Revivirá el primitivo testamento? El ar-
tículo 1214 CC responde que “si el testamento que revoca un testamento anterior es revocado a su
vez, no revive por esta revocación el primer testamento, a menos que el testador manifieste vo-
luntad contraria”.

Revocación total y parcial

La revocación puede ser total o parcial (art. 1212 CC). Será total si el testamento es íntegramente
abolido y quedan sin efecto todas sus disposiciones. Será, en cambio, parcial, cuando el testador
deroga solamente algunas disposiciones, dejando otras vigentes.

Si es total la revocación, la suerte de los bienes se regirá íntegramente por las reglas de la sucesión
intestada; si es parcial, la sucesión será parte testada y parte intestada.

Revocación expresa y tácita

62
Boris Loayza M.

La revocación puede ser expresa o tácita. La primera se da cuando el testador declara explícitamente
que deroga sus disposiciones total o parcialmente. La revocación es tácita cuando la incompatibilidad
de las antiguas y de las nuevas disposiciones les impide coexistir y ser ejecutada simultáneamente
(art. 1215 CC).

La revocación tácita se producirá sólo cuando exista contradicción.

II. Reforma del testamento

El sistema de asignaciones forzosas que nuestra ley consagra, hace necesaria una acción que permita
a los asignatarios reclamar lo que por ley les corresponde, cuando el testador ha desconocido su de-
recho.

El testamento que viola las asignaciones forzosas no es nulo; solamente debe ser modificado en la
medida necesaria para que se entere el asignatario forzoso lo que por ley le pertenece. Las asignacio-
nes forzosas, en suma, “se suplen” aun con desmedro de las disposiciones expresas del testamento.

La acción encaminada a que se modifique el testamento y se suplan las asignaciones forzosas, es la


acción de reforma del testamento.

Características de la acción de reforma36

a. Acción personal: porque debe intentarse en contra de los asignatarios instituidos por el tes-
tador en perjuicio de sus derechos. Difiere en este punto con la acción de petición de herencia,
que es una acción real. Se ha fallado, no obstante, que pueden deducirse ambas acciones
conjuntamente, es decir, pedir la reforma del testamento y como consecuencia para el caso
de acogerse, la de petición de herencia;
b. Acción patrimonial: persigue un objetivo netamente económico. De acá se sigue que es una
acción renunciable, transferible y transmisible; y
c. Acción prescriptible: prescribe en cuatro años.

A quiénes corresponde la acción de reforma

La acción de reforma del testamento protege las legítimas y la cuarta de mejoras. ¨

1. La acción corresponde, en primer término, a los legitimarios para proteger la principal


de las asignaciones forzosas que es la legítima (art. 1216 CC);
2. La acción de reforma protege, asimismo, a la cuarta de mejoras. Sin embargo, debe te-
nerse presente que el conforme al artículo 1195 CC, el testador puede hacer la distribución
que quiera entre sus descendientes, ascendientes y cónyuge. Por tanto, sólo violará esta
cuarta, cuando disponga de la cuarta de mejoras a favor de otras personas que las señaladas
en el artículo 1195 CC. Pueden instar por reforma del testamento, cualquiera de los legitima-
rios, puesto que el artículo 1220 CC dispone que si el que tiene descendientes, ascendientes
o cónyuge, dispusiere de cualquiera parte de la cuarta de mejoras a favor de otras personas,

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

63
Boris Loayza M.

tendrán también derecho los legitimarios para que en eso se reforme el testamento, y se les
adjudique dicha parte. Por de pronto, conforme al artículo 1191 CC, acrece a la legítima
rigorosa para formar las legítimas efectivas, todo aquello de que el testador dispuso a título
de mejoras, pero ha quedado sin efecto la disposición. Por lo tanto, la acción le pertenece a
los legitimarios, puyes son estos los que se verán beneficiados.

Contra quién se ejercita la acción

Se dirige la acción de reforma –acción personal– contra las personas a quienes el testador ha ins-
tituido herederos o legatarios con perjuicio de los asignatarios forzosos.

Objeto de la acción

La acción de reforma no pretende invalidar el testamento, sino la modificación de las disposiciones


que perjudican las asignaciones forzosas. En lo demás, el testamento subsistirá (art. 1217 CC).

Reclamarán los legitimarios la legítima rigorosa cuando el causante dispuso legítimamente de la


cuarta de mejoras o de libre disposición. Por otro lado, reclamarán la legítima efectiva, cuando el
testador no asignó la cuarta de mejoras o la porción de que pudo disponer libremente, o no ha tenido
efecto su disposición.

También se puede vulnerar el derecho de los legitimarios desheredándolos injustamente.

[RAMOS PAZOS37 explica que la acción de reforma de testamento no es una acción de nulidad, sino
que mantiene las disposiciones testamentarias en la medida que no afecten las legítimas. En este sen-
tido, el objeto de la acción de reforma es que se dé o se entere al asignatario perjudicado con el
testamento lo que a su asignación forzosa corresponde.].

Entero de las legítimas

El entero o pago de las legítimas debe hacerse por los beneficiados con las asignaciones violatorias
de las asignaciones forzosas (art. 1219 CC).

Prescripción de la acción de reforma de testamento

La acción de reforma del testamento prescribe en cuatro años (art. 1216 inc. 1° CC) y se cuenta, para
los legitimarios, desde el día en que tuvieron conocimiento del testamento y de su calidad de
legitimarios. Para el cónyuge sobreviviente, por excepción, el plazo se contará desde que conoció el
testamento.

La prescripción de la acción de reforma es de aquellas prescripciones de corto tiempo a que se refiere


el artículo 2524 CC. Sin embargo, excepcionalmente sí se suspende en favor de los incapaces. Así,
el artículo 1216 inc. 2° CC señala que “si el legitimario, a la apertura de la sucesión, no tenía la
administración de sus bienes, no prescribirá en él la acción de reforma antes de la expiración de
cuatro años, contados desde el día en que tomare esta administración”.

37
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

64
Boris Loayza M.

El cuadrienio, por tanto, se cuenta desde que cesa la incapacidad.

La preterición

La preterición consiste en pasar en silencio a un legitimario sin asignarle lo que por ley le corresponde
y sin desheredarle (art. 1218 CC). En este caso, no se necesita la acción de reforma, puesto que el
preterido tiene ipso iure su legítima.

[RAMOS PAZOS38 sostiene que habrá preterición, es decir, “se ha pasado en silencio a un legitimario”
cuando: a) no se le nombra en el testamento; b) el testador dispone de sus bienes sin mencionarlo;
y c) expresamente se excluye del testamento a un legitimario que no ha sido desheredado legal-
mente.

Luego, explica que al preterido le corresponde su legítima, que podrá ser la rigorosa o efectiva. Será
rigorosa si el testador dispuso en favor de otros asignatarios la cuarta de mejoras (ascendiente, des-
cendiente o cónyuge) y la efectiva en caso contrario.

Finalmente, estima que la acción que corresponde al preterido se ha discutido. Para algunos le corres-
ponde sólo la acción de petición de herencia; para otros, también le corresponde la acción de re-
forma de testamento.].

CAPÍTULO VII: APERTURA DE LA SUCESIÓN, ACEPTACIÓN Y REPUDIACIÓN DE LAS


ASIGNACIONES

I. Aceptación y repudiación

Producida la delación, el asignatario puede aceptar la asignación o repudiarla.

La aceptación es el acto por el cual el asignatario expresa su voluntad de tomar la calidad de heredero
o legatario. La repudiación es el acto por el cual el asignatario la desecha o rechaza, negándose a
asumir las calidades de heredero o legatario y las responsabilidades inherentes.

El legatario tiene la alternativa de aceptar o repudiar la asignación; el heredero tiene, aun, una tercera
alternativa: aceptar con beneficio de inventario.

Libertad para aceptar o repudiar

El asignatario es, generalmente, libre para aceptar o repudiar la asignación. El artículo 1225 CC
dispone que “todo asignatario puede aceptar o repudiar libremente”.

La libertad de optar por la aceptación o repudio se pierde, no obstante, en ciertos casos:

38
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

65
Boris Loayza M.

a. Cuando el heredero sustrae efectos pertenecientes a la sucesión: se entiende que acepta


(art. 1231 CC). El heredero que sustrae efectos hereditarios pierde la facultad de repudiar la
herencia y todo derecho sobre los bienes sustraídos. La sanción civil no excluye las acciones
penales; y
b. Cuando el heredero se constituye en mora de declarar si acepta o rechaza la asignación:
se entiende que repudia (art. 1233 CC).

[Para RAMOS PAZOS39, esta regla general –de libertad en la aceptación o repudiación (art. 1225 CC)
– tiene las siguientes excepciones:

a. Incapaces: requerirán la autorización de sus representantes legales, so pena de nulidad rela-


tiva;
b. Mujer casada en sociedad conyugal: el marido necesita la autorización de la mujer en con-
formidad al artículo 1749 CC; y
c. Heredero que sustrae efectos pertenecientes a la sucesión (art. 1231 CC).].

Cuándo pueden hacerse la aceptación y la repudiación

La aceptación y repudiación difieren en cuanto a la oportunidad en que pueden verificarse. En este


sentido, la aceptación no puede tener lugar “sino después de que se ha deferido” (art. 1226 inc. 1°
CC). Por consiguiente, si la asignación está subordinada a una condición suspensiva, deberá esperarse
a que se cumpla la condición.

Por el contrario, la repudiación, en virtud del artículo 1226 inc. 2° CC puede manifestarse “después
de la muerte de la persona de cuya sucesión se trata, aunque sea condición y esté pendiente la condi-
ción”. Con todo, la repudiación no puede ejercerse antes de la muerte del causante (art. 1226 inc. 3°
CC).

En resumen, la aceptación sólo puede hacerse desde que la asignación se difiere, mientras que la
repudiación puede verificarse desde que se abre la sucesión.

Hasta cuándo puede optarse por la aceptación o repudio

El asignatario conserva su derecho para aceptar o repudiar indefinidamente. Pero la indecisión del
asignatario puede causar perjuicios a terceros, como serían los acreedores, legatarios o donatarios
mortis causa. Por este motivo, “todo asignatario será obligado en virtud de demanda de cualquier
persona interesada en ello, a declarar si acepta o repudia” (art. 1232 inc. 1° CC).

El asignatario deberá optar en el plazo de cuarenta días desde la fecha de la demanda; o bien, podrá
prorrogarse el plazo por un año, por el juez, cuando los bienes estén situados en lugares distintos o
por otro grave motivo.

Este plazo, ya sea el asignado por el juez o el de cuarenta días se denomina plazo para deliberar.

Capacidad para aceptar o repudiar

39
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

66
Boris Loayza M.

La aceptación o repudiación es un acto con trascendencia jurídica y, por lo tanto, para ejecutarlos se
requiere de personas capaces. A los incapaces les está vedado aceptar o repudiar, “sino por medio o
con el consentimiento de sus representantes legales” (art. 1225 inc. 2° CC). Por sí solos no pueden
aceptar ni aun con beneficio de inventario (art. 1225 inc. 3° CC).

Tratándose de la mujer casada en sociedad conyugal, el marido requerirá de su autorización, en


conformidad con el artículo 1749 CC.

La aceptación y repudiación deben ser puras y simples. Irrevocabilidad de la aceptación y repudia-


ción.

La aceptación y repudiación son actos que, contrariando la regla general, no admiten modalidades.
En este sentido, el artículo 1227 CC dispone que “no se puede aceptar o repudiar condicionalmente,
ni hasta o desde cierto día”.

Los efectos de la aceptación y repudiación, pues, no pueden quedar en suspenso o extinguirse por el
evento de una condición. Tampoco pueden postergarse o tener fin por el cumplimiento de un plazo.

Por otro lado, la aceptación y la repudiación son indivisibles. Así, no se puede aceptar una parte o
cuota de una asignación y repudiar el resto (art. 1228 inc. 1° CC). Por ejemplo, no podrá el heredero
del total de la herencia aceptar solamente la mitad o un tercio.

Sin embargo, si en la asignación suceden varios herederos por derecho de transmisión, puede cada
uno de éstos aceptar o repudiar su cuota (art. 1228 inc. 2° CC).

Caso de pluralidad de asignaciones

Si son varias las asignaciones, el asignatario puede repudiar una y aceptar otra. Pero esta regla tiene
una excepción: no se podrá repudiar la asignación gravada y aceptar las otras, salvo que se dieran
separadamente (art. 1229 CC).

Formas de aceptación y de repudiación

a. Aceptación: la aceptación puede ser expresa o tácita (art. 1241 y 1230 CC). En este sentido,
el legado se aceptará expresamente cuando el legatario formula una explícita declaración de
voluntad de hacerlo suyo y tácitamente cuando ejecuta actos de que necesariamente resulta
este propósito. Y, el heredero aceptará la herencia, de forma expresa, cuando toma el título
de heredero (por ejemplo, si solicita la posesión efectiva). La aceptación será tácita cuando
el heredero ejecuta un acto que supone necesariamente su intención de aceptar, y que no
hubiera tenido derecho a ejecutar sino en su calidad de heredero;
b. Repudiación: mientras la aceptación puede ser expresa o tácita, la repudiación debe ser ge-
neralmente expresa. El artículo 1235 CC dispone que la repudiación no se presume de dere-
cho sino en los casos previstos por la ley.

Irrevocabilidad de la aceptación y repudiación

67
Boris Loayza M.

El asignatario es libre de aceptar o repudiar, pero, ejercitada la opción, por regla general, no puede
retractarse. Por consiguiente, la aceptación, hecha con los requisitos legales “no podrá rescindirse,
sino en el caso de haber sido obtenida por fuerza o dolo y en el de lesión grave a virtud de disposi-
ciones testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de aceptarla (art. 1234 CC).

La aceptación es uno de los contados casos en que tiene cabida la lesión enorme que, para estos
efectos, tiene un significado peculiar: se entiende por lesión grave la que disminuyere el valor total
de la asignación en más de la mitad (art. 1234 inc. 3° CC).

La irrevocabilidad de la aceptación rige aún respecto de los incapaces (art. 1234 inc. 2° CC). En otros
términos, al igual que los capaces, sólo pueden pretender que se rescinda por dolo, fuerza y lesión
grave.

Finalmente, para la repudiación rigen reglas análogas. Así, ninguna persona tendrá derecho para que
se rescinda su repudiación, a menos que la misma persona o su legítimo representante hayan sido
inducidos por fuerza o dolo a repudiar (art. 1237 CC).

Repudiación en perjuicio de los acreedores

El artículo 1238 CC previene una hipótesis en donde el asignatario que llamado a recoger una suce-
sión ventajosa se encuentra personalmente endeudado, y por tanto, decide repudiar la asignación por-
que el provecho de la sucesión será absorbido por sus acreedores.

Trátese de un caso de ejercicio de la acción pauliana: los acreedores pedirán que se revoque la repu-
diación y que se les autorice para aceptar por su deudor (art. 2468 CC). En este sentido, como en
nuestro derecho el heredero adquiere la herencia por el ministerio de la ley, y la repudiación dismi-
nuye el patrimonio del heredero, el acto de repudiación, en consecuencia, cae bajo la acción pauliana.
Confirma la teoría de que se trata de una acción pauliana la circunstancia de que la “rescisión” favo-
rece sólo a los acreedores que la han obtenido hasta la concurrencia de sus créditos y subsiste el
sobrante.

Efectos de cosa juzgada en relación con la aceptación de la herencia

El principio fundamental del artículo 3 CC establece que las sentencias judiciales producen solamente
efectos en las causas que se pronuncian. Por excepción, ciertos fallos judiciales producen efectos
erga omnes. Entre estas excepciones se cuentan las que señala el artículo 1246 CC.

Las personas que a instancias de un acreedor hereditario o testamentario ha sido declarada heredero
o condenado como tal, se entenderá serlo respecto de los demás acreedores, sin necesidad de nuevo
juicio.

La declaración judicial de la calidad de heredero, pues, produce excepcionalmente efecto erga


omnes. Iguales efectos produce la decisión judicial que resuelve si el heredero ha aceptado pura y
simplemente la herencia o con beneficio de inventario.

Efectos retroactivos de la aceptación y repudiación

68
Boris Loayza M.

La aceptación y repudiación operan retroactivamente y sus efectos se remontan al momento en


que la herencia o el legado de especie o cuerpo cierto se defirieron. En otras palabras, cualquiera
que sea el tiempo transcurrido desde la delación, se supone que el heredero o legatario repudió cuando
las respectivas asignaciones fueron deferidas (art. 1239 CC).

Consecuencias de la aceptación pura y simple de la herencia

El heredero que acepta pura y simplemente la herencia asume plenamente la calidad de tal: representa
al causante, continúa su personalidad, le sucede en todos sus derechos y obligaciones transmisibles
(art. 1097 CC). Como consecuencia, sin limitaciones, el heredero es responsable de las deudas here-
ditarias, aunque su monto exceda el valor de los bienes que reciba y deba afrontarlas con sus propios
bienes (art. 1245 CC).

Esta responsabilidad ilimitada cabe al heredero que acepta, expresa o tácitamente, sin previo inven-
tario solemne; si ha precedido éste a la aceptación, goza del beneficio de inventario que limita su
responsabilidad al valor de los bienes que hereda (art. 1245 inc. 2° CC).

II. El beneficio de inventario

Todo asignatario puede optar por aceptar o repudiar la asignación; pero el heredero, además, puede
aceptar con beneficio de inventario.

El beneficio de inventario tiene por objeto poner un límite a la responsabilidad del heredero que
acepta la herencia; sin este beneficio, es ilimitada y le obliga ultra vires hereditatis.

El beneficio de inventario concilia, entonces, el interés del heredero con el interés de los acreedores;
éstos no ven disminuidas las posibilidades de pagarse sus créditos porque conservan incólume su
derecho; satisfechas las deudas, el heredero puede aprovecharse de lo que reste de la herencia, sin
comprometer su propio patrimonio.

El artículo 1247 CC establece que “el beneficio de inventario consiste en no hacer a los herederos
que aceptan responsables de las obligaciones hereditarias y testamentarias, sino hasta concurrencia
del valor total de los bienes que han heredado”.

Este beneficio cede en provecho del heredero; éste ha de ser quien decida si aprovecha sus ventajas.
Es de orden público, y por ende, el causante no puede prohibir al heredero una aceptación pura y
simple (art. 1249 CC). Por consiguiente, el testador no podrá prohibir a un heredero el aceptar con
beneficio de inventario.

Características del beneficio de inventario40

1. Sólo favorece a los herederos (art. 1247 CC): los legatarios carecen de este beneficio y, por
lo demás, no lo necesitan (art. 1363 CC);

40
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

69
Boris Loayza M.

2. Es de orden público (art. 1249 CC): el testador no puede prohibir a los herederos el aceptar
con beneficio de inventario;
3. No requiere declaración judicial: sólo es necesario que se practique inventario solemne,
pues, habiéndolo, el heredero gozará de beneficio de inventario;
4. No produce separación de patrimonios.

Herederos que deben aceptar con beneficio de inventario

Por regla general, el heredero es libre para aceptar llanamente la herencia o hacerlo con beneficio de
inventario. Ciertos herederos, sin embargo, deben necesariamente aceptar con este beneficio:

a. Las herencias deferidas al Fisco y a todas las corporaciones y establecimientos públicos


(art. 1250 inc. 1° CC);
b. Del mismo modo deben aceptarse las herencias deferidas a los incapaces, a las personas
que no pueden aceptar o repudiar sino por el ministerio o con la autorización de otras
(art. 1250 inc. 2° CC);
c. Los herederos fiduciarios (art. 1251 CC).

El Fisco, las corporaciones o establecimientos públicos y los incapaces deben aceptar con beneficio
de inventario. ¿Qué sucede si no aceptan de este modo? El artículo 1250 inc. 3° CC declara que no
serán obligadas por las deudas y cargas de la sucesión sino hasta la concurrencia de lo que existiere
en la herencia al tiempo de la demanda o se probare haberse empleado efectivamente en beneficio de
ella. De esta manera, gozan de una especie de beneficio de inventario, aunque no lo hayan impe-
trado, ni practicado inventario solemne.

Herederos que carecen de beneficio de inventario41

1. Aquella persona que hizo actos de heredero, sin previo inventario solemne (arts. 1445 y
1252 CC); y
2. El que de mala fe omite hacer mención de cualquier parte de los bienes por pequeña
que sea, o supusiere deudas que no existen (art. 1256 CC).

Caso de pluralidad de herederos

¿Qué ocurre si hay conflicto entre los herederos en orden a cómo debe aceptarse la herencia? El
artículo 1248 CC soluciona el conflicto señalando que si de varios herederos los unos quieren aceptar
con beneficio de inventario y los otros no, todos serán obligados a aceptar con beneficio de inven-
tario.

Requisitos del beneficio de inventario

1. Que el heredero lo impetre expresamente: es lógico que el heredero debe expresar su in-
tención de aceptar con beneficio de inventario. De otro modo, la aceptación debe entenderse
pura y simple (art. 1252 CC). Sin embargo, no es menester que el heredero declare expresa-
mente su propósito cuando, en el hecho, hubiere practicado inventario solemne (art. 1245

41
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

CC). En resumen, cuando el heredero practica inventario, antes de aceptar la herencia, se


presume su intención de impetrar el beneficio de inventario;
2. Que no haya ejecutado actos que importen aceptación de la herencia: es menester que el
heredero haga la declaración de aceptar con beneficio de inventario sin haber ejecutado antes
actos que importen aceptación pura y simple de la herencia (art. 1252 CC). Por consiguiente,
la ejecución de actos de herederos importa aceptación que priva del beneficio de inventario,
a menos que haya precedido inventario solemne (art. 1245 CC);
3. Que se practique inventario: no basta que el heredero preste su intención de aceptar con
beneficio de inventario; es menester que lo practique. El inventario debe ser necesariamente
solemne; y
4. Que el inventario sea fiel: el inventario debe ser fiel, completo y exacto (art. 1256 CC).

[Para RAMOS PAZOS42, el único requisito del beneficio de inventario es que se haga un inventario
solemne (arts. 1245 CC y 858 y ss. CPC).].

Efectos del beneficio de inventario

El fin del beneficio de inventario es proteger al heredero de la ilimitada responsabilidad que acarrea
la aceptación pura y simple de la herencia.

En oposición a los herederos que aceptan pura y simplemente, responsables ultra vires hereditatis,
los herederos beneficiarios responden hasta la concurrencia del valor total de los bienes que
han heredado (art. 1247 CC).

Para MEZA BARROS, el beneficio de inventario produce una separación de patrimonios. En este
sentido, el beneficio de inventario produce una separación de los patrimonios del causante y del he-
redero. La consecuencia de esta tesis es de importancia. Así, el beneficio de inventario no solamente
restringe la cuantía de la responsabilidad del heredero frente a las deudas hereditarias y cargas testa-
mentarias, sino que pone a cubierto sus bienes propios de la persecución de los acreedores hereditarios
y testamentarios. Esto se explica por las siguientes razones:

a. Por de pronto, no se explica de otro modo que el beneficio de inventario impida que se
extingan por confusión las obligaciones mutuas de causante y heredero (arts. 1259 y 1669
CC), esto es, que el heredero conserve el derecho de cobrar en el patrimonio hereditario de
sus créditos y deba pagar las deudas que tenía para con el de cujus. En otras palabras, el
patrimonio del heredero es distinto del patrimonio hereditario; ambos patrimonios no se con-
funden y, por tanto, no hay imposibilidad de que el heredero obtenga el pago de su crédito;
b. Así se explica, igualmente, que el pago de las deudas de la herencia que el heredero benefi-
ciado efectúa con su propio dinero, haga subrogarse en los derechos de los acreedores para
conseguir el reembolso de lo pagado (art. 1610 N° 4 CC);
c. Signo de esta responsabilidad propter rem del heredero beneficiado es la facultad de liberarse
abandonando a los acreedores los bienes sucesorios;
d. Un argumento más suministran los artículos 1262 y 1263 CC, que permiten al heredero be-
neficiado liberarse de ulterior responsabilidad alegado y probando que los bienes sucesorios
se encuentran “consumidos” en el pago de las deudas hereditarias y cargas testamentarias.

42
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

71
Boris Loayza M.

[En contra de la postura de MEZA BARROS, RAMOS PAZOS43 señala que el beneficio de inventario
no produce separación de patrimonios. Ello significaría que la responsabilidad del heredero bene-
ficiario se puede hacer efectiva –hasta el valor de lo que ha recibido– en todo su patrimonio y no
sólo en los bienes que deriven del causante. Esta sería la postura mayoritaria.].

De esta manera, tenemos que el heredero beneficiario limita su responsabilidad al valor de los
bienes heredados y que se detallan en el correspondiente inventario. Pero obviamente esta res-
ponsabilidad se hace extensiva a los bienes que sobrevengan con posterioridad a la facción de inven-
tario y que no se tuvo noticia cuando se confeccionó (art. 1257 CC).

Cabe señalar que el heredero beneficiario será responsable hasta de la culpa leve en la conservación
de las especies o cuerpos ciertos que se deben (art. 1260 CC).

Además, el beneficio de inventario debe oponerse como excepción perentoria.

Cesación de la responsabilidad del heredero beneficiario

Termina la responsabilidad del heredero beneficiario por dos causas: por el abandono de los bienes
hereditarios, y por la inversión de los bienes sucesorios en el pago de las deudas. Ambos deben
ir acompañados de una rendición de cuentas que, una vez aprobada, pondrá fin a la responsabilidad
del heredero.

1. Abandono de los bienes hereditarios: el heredero beneficiario, pues, puede poner término
a su responsabilidad mediante el abandono de los bienes hereditarios de los acreedores (art.
1261 CC). El abandono debe seguir una rendición de cuentas y solamente aprobadas estas
cuentas por los acreedores o por el juez cesará toda responsabilidad del heredero beneficiario.
Dicho abandono debe tener las siguientes condiciones:
a. Debe comprender todos los bienes: esto es, las especies o cuerpos ciertos de la
sucesión que estén en su poder, y todas las cosas genéricas que haya recibido, e in-
cluso, aquellos bienes que tenga bajo condición de restituirlas;
b. Debe rendir cuenta: a los acreedores de la administración de los bienes que recibió
a título de herencia; y
c. Debe obtener la aprobación de la cuenta: esto es, la autorización de los acreedores
o del juez; y
2. Inversión de los bienes de la sucesión: el heredero puede optar por asumir la administración
de los bienes y proceder a su realización para satisfacer a los acreedores. Agotados los bienes,
el heredero quedará libre de toda responsabilidad (art. 1262 CC).

CAPÍTULO VIII: LA ACCIÓN DE PETICIÓN DE HERENCIA Y OTRAS ACCIONES DEL HEREDERO

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

El heredero está dotado de diversas acciones. En principio, tiene la acción de petición de herencia;
una acción reivindicatoria, emanada del dominio que adquiere el heredero por la sucesión por causa
de muerte; y tendrá, además, las acciones del causante.

I. Acción de petición de herencia

La acción de petición de herencia es la que corresponde al heredero para que se le reconozca su


derecho a la totalidad o parte de la herencia y se le restituyan los bienes que la componen de que el
demandado está en posesión, atribuyéndose la calidad de heredero (art. 1264 CC).

Esta acción es propia del heredero, es decir, se funda en su calidad de tal. Asimismo, se dirige contra
el que se pretende heredero y que en tal carácter ocupa o posee la herencia.

El artículo 1264 CC establece que la acción de petición de herencia persigue una doble finalidad:

a. Que se “adjudique” al actor la herencia o, en otros términos, que se le reconozca la


calidad de heredero; y
b. Que se le restituyan los bienes hereditarios de toda índole.

Características de la acción de petición de herencia44

1. Acción real: nace del derecho real de herencia (art. 577 CC). Atendida su naturaleza, debe
interponerse en contra del que se encuentra ocupando la herencia o bienes determinados del
as hereditario invocando la calidad de heredero;
2. Acción divisible: ello porque le corresponde a cualquiera de los herederos. Si son varios los
herederos y sólo demanda alguno de ellos, la sentencia que se dicte no afectará a quienes no
demandaron (art. 3 inc. 2° CC). Sin embargo, los profesores DOMÍNGUEZ señalan que es
indivisible, por cuanto a que cada heredero puede demandar el todo, sin que su demanda
pueda ser desestimada porque no la ha limitado a su cuota o porción del as hereditario;
3. Acción universal en cuanto a su objeto: su objeto es recuperar la universalidad jurídica que
es la herencia;
4. Acción mueble: se le aplican, en principio, las reglas de los bienes muebles. Sin embargo,
en virtud del artículo 148 COT, el tribunal competente es el del lugar en donde se ha abierto
la sucesión (art. 955 CC); y
5. Acción patrimonial: persigue un beneficio pecuniario: la restitución de la masa hereditaria
o una cuota o porción de ella. De esta característica se deriva que es renunciable, transferi-
ble, transmisible y prescriptible.

Quién puede intentar la acción: titularidad activa

La acción de petición de herencia corresponde al heredero, así como el ejercicio de la acción reivin-
dicatoria corresponde al dueño.

44
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

73
Boris Loayza M.

Compete la acción tanto al heredero universal como al heredero de cuota, y también al heredero
del remanente. Así, el heredero universal podrá demandar que se le reconozca su derecho al total de
la herencia y la consiguiente restitución de todos los bienes que la integran. Y el heredero de cuota
podrá demandar el mismo reconocimiento respecto de dicha cuota, y la restitución proindiviso de los
efectos hereditarios.

Corresponde también el ejercicio de esta acción al cesionario del derecho de herencia. También a
los herederos del heredero desposeído en todo o parte de la herencia.

En cambio, el ejercicio de la acción está vedado al legatario, quien tendrá o la acción reivindicatoria
si el legado es de especie o cuerpo cierto, o la acción personal si el legado es de género.

Contra quién se dirige la acción: titularidad pasiva

De acuerdo con el artículo 1264 CC, la acción se encamina en contra del que ocupa la herencia “en
calidad de heredero”; en otros términos, se dirige contra el que se pretende heredero y desconoce al
demanda esta calidad. También le toca a sus herederos y cesionarios, los que están en la misma
posición jurídica del cedente.

Objeto de la acción

El objeto de la acción es, sustancialmente, el reconocimiento de la calidad de heredero del actor


con la natural consecuencia de que el demandado debe restituir los efectos hereditarios, en la pro-
porción que corresponda.

Efectos de la acción de petición de herencia

a. Restitución de las cosas hereditarias: la restitución de las cosas hereditarias es la primera y


lógica consecuencia del reconocimiento de la calidad de heredero. Comprende la restitución
de todas las cosas hereditarias, tanto corporales como incorporales; abarca las cosas de que
el causante era mero tenedor; y se comprenden, asimismo, los aumentos que haya experimen-
tado la herencia (art. 1265 CC);
b. Restitución de los frutos: la restitución puede comprender los frutos de las cosas heredita-
rias. Para esta restitución aplican “las mismas reglas que la acción reivindicatoria” (art. 1266
CC). En consecuencia, el poseedor de mala fe deberá restituir los frutos naturales y civiles
percibidos e incluso los que el heredero hubiera podido obtener con mediana inteligencia (art.
907 inc. 1° CC). El poseedor de buena fe, en cambio, no está obligado a restituir los frutos
sino desde la contestación de la demanda (art. 907 inc. 3° CC);
c. Enajenaciones y deterioros: la buena o mala fe del poseedor es la clave para decidir acerca
de su responsabilidad por las enajenaciones y deterioros de los bienes hereditarios. El artículo
1267 CC, señala que el poseedor de buena fe sólo será responsable de las enajenaciones y
deterioros si se ha hecho más rico, es decir, si se ha aprovechado de las enajenaciones o
deterioros (art. 906 inc. 2° CC). El poseedor de mala fe, en cambio, será responsable de todas
las enajenaciones y deterioros;
d. Pago de mejoras: las mejoras necesarias deberán abonarse a todo poseedor, esté o no de
buena fe (art. 908 CC). Las mejoras útiles sólo deberán abonarse al poseedor de buena fe (art.

74
Boris Loayza M.

909 CC). El poseedor de mala fe podrá llevarse los materiales que pueda separar sin detri-
mento de la cosa y que el heredero se rehúse a pagar (art. 910 CC). Las mejoras voluptuarias
no se abonan a ninguno de los dos poseedores (art. 911 CC).

Valor de los actos ejecutados por el heredero aparente

La doctrina distingue tres hipótesis:

a. Pago al heredero aparente de créditos hereditarios: el artículo 1576 inc. 2° CC señala que
“el pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en posesión del crédito, es vá-
lido, aunque después aparezca que el crédito no le pertenecía”. En consecuencia, si quien
paga lo hace de buena fe, su pago es válido;
b. Actos de administración ejecutados por el poseedor: el rigor de los principios conduce a
la conclusión de que no son eficaces los actos de administración del heredero aparente y que
el verdadero heredero no está obligado a respetarlos. La doctrina, sin embargo, se inclina por
la solución contraria. Los actos de administración tienen carácter general de necesidad porque
es indispensable que la sucesión sea administrada; el dueño también habría debido verificar-
los. [RAMOS PAZOS45 estima que los actos de administración se mantienen]; y
c. Actos de disposición del supuesto heredero: es justo concluir que los actos de disposición
del heredero aparente no son propiamente inválidos, sino inoponibles al verdadero heredero.
Se aplica, así, la regla del artículo 1815 CC, a propósito de la venta de cosa ajena.

Prescripción de la acción de petición de herencia

El artículo 1269 CC dispone que “el derecho de petición de herencia expira en diez años. Pero el
heredero putativo, en el caso del inciso final del artículo 704 CC, podrá oponer a esta acción la pres-
cripción de cinco años contados como para la adquisición del dominio”.

La acción de petición de herencia, al igual que la reivindicatoria, no se extingue por su no ejercicio


(no hay prescripción extintiva). La extinción se opera a consecuencia de la pérdida del derecho
de herencia. Y como este derecho no se pierde sino porque otro lo adquiere por prescripción, resulta
que la acción de petición de herencia se extingue de la misma manera.

En resumen, la acción de petición de herencia se extingue por la prescripción adquisitiva del derecho
de herencia (art. 2517 CC), la cual se puede adquirir por prescripción en el lapso de diez años (art.
2512 N° 1 CC), salvo la excepción del heredero putativo que tiene como justo título el decreto de
posesión efectiva, el cual puede adquirir en cinco años (arts. 1269 y 704 CC).

II. Acción reivindicatoria del heredero

Dispone el heredero de la acción reivindicatoria como dueño que es de los bienes que integran la
herencia. Esta ha de ser la acción que el heredero entable cuando le guíe el propósito de recobrar la
posesión de bienes hereditarios, poseídos por otra persona que no pretende ser heredero (art.
1268 CC).

45
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

75
Boris Loayza M.

Requisitos46

1. Debe tratarse de una cosa singular, es decir, una especie o cuerpo cierto. Ahora, las cosas
reivindicables a que la ley se refiere serán todas las cosas singulares, raíces o muebles, cor-
porales e incorporales, o una cuota determinada proindiviso de tales cosas (arts. 890, 891 y
892 CC);
2. La acción debe ser ejercida por el dueño: en el juicio se debe acreditar el dominio del
demandante. Sin embargo, el artículo 700 inciso 2° establece una presunción de dominio en
favor del poseedor;
3. Que el dueño de la cosa no esté en posesión de ella: para que proceda la acción reivindica-
toria el dueño debe haber perdido la posesión. En el caso particular de los bienes inmuebles
inscritos, como sólo se pierde la posesión mediante la cancelación de la inscripción, contra
quien se apodera materialmente de un bien inmueble inscrito no corre la acción reivindicato-
ria, sino una acción posesoria.

El heredero que opta por el ejercicio de la acción reivindicatoria conserva sus acciones contra el
heredero aparente en términos que dependen de la buena o mala fe de éste (arts. 1268 inc. 2 ° y 1267
CC).

[RAMOS PAZOS47 señala que, en caso de ser varios los herederos, todos ellos son comuneros de la
especie que se pretende reivindicar, por lo que para intentar la acción deben hacerlo todos de consuno.
No puede deducirlo uno en representación de los demás, por cuanto la acción reivindicatoria no es un
acto de administración. Lo que podría hacer cada heredero es reivindicar su cuota en conformidad al
artículo 892 CC.].

III. Paralelo con otras acciones

a. Acción de petición de herencia y acción reivindicatoria: ambas acciones tienen un estrecho


parentesco. Sin embargo, se pueden diferenciar en que la de petición de herencia le corres-
ponde al heredero, mientras que la reivindicatoria es la acción del dueño. La acción de peti-
ción de herencia tiene por objeto que se reconozca al actor su condición de heredero y como
consecuencia se le restituyan las cosas hereditarias; por su parte, la acción reivindicatoria
persigue recobrar la posesión se cosas singulares. La acción de petición de herencia se dirige
contra el que posee en calidad de heredero; la reivindicatoria se entabla contra el poseedor.
b. Acción de petición de herencia y acción de partición: la acción de partición procede cuando
un heredero reclama su parte y tanto su condición de heredero como la cuota que le corres-
ponde no son discutidas por los demás partícipes. En cambio, la acción que se entabla será la
de petición de herencia cuando los otros herederos discutan al peticionario el derecho de
intervenir en la partición o sostengan que le corresponde una cuota menor. Una gran diferen-
cia es que la acción de partición es imprescriptible; y

46
BARCIA (2008), Lecciones de Derecho Civil chileno. Tomo IV, De los bienes
47
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

76
Boris Loayza M.

c. Acción de petición de herencia y acción de reforma de testamento: la acción de petición


de herencia se diferencia con la de reforma de testamento, en cuando a la primera le corres-
ponde a todo heredero, mientras que la segunda le corresponde sólo al que tiene la calidad de
legitimario. Una es real y la otra es personal. Finalmente, ambas acciones pueden entablarse
en conjunto: la acción de reforma para que se modifique el testamento y la de petición de
herencia para que se restituya al actor lo que le corresponda.

CAPÍTULO X: LA PARTICIÓN DE BIENES

I. Generalidades

Con motivo de la muerte del causante, si son varios los herederos, surge entre ellos un estado de
comunidad o indivisión. Tal estado –la comunidad– se caracteriza por la idéntica naturaleza jurí-
dica del derecho de los partícipes. Por este motivo no invisten el carácter de comuneros el nudo
propietario y el usufructuario.

[Para BARCIA48 existe comunidad cada vez que varias personas tienen, sobre la totalidad de una
cosa y sobre cada una de sus partes, derechos de idéntica naturaleza. Este derecho puede ser de
diversa índole, como por ejemplo, dominio, servidumbres o usufructos. Cuando el derecho de pro-
piedad o dominio cumple estas características, pasa a llamarse “copropiedad”, independiente si re-
cae sobre una cosa singular o una universalidad.

Para PEÑAILILLO49 hay comunidad cuando dos o más sujetos tienen un derecho de idéntica naturaleza
jurídica sobre la totalidad de un mismo objeto. Y hay copropiedad o condominio cuando dos o más
sujetos tienen el dominio sobre la totalidad de un mismo objeto.].

Este estado de indivisión termina por diversas causas que ha señalado el artículo 2312 CC:

1. Por la destrucción total de la cosa: la destrucción de la cosa, que ha de ser total, pone fin a
la comunidad porque desaparece su objeto. Si la destrucción es parcial, subsistirá la indivisión
sobre lo que reste;
2. Por la reunión de todas las cuotas en poder de una sola persona: la indivisión supone
pluralidad de titulares de un derecho; por esto termina la comunidad si todas las cuotas
llegan a pertenecer a una persona; y
3. Por la indivisión del haber común: para RAMOS PAZOS50, la partición sólo procede cuando
los titulares tienen derechos de igual naturaleza sobre la misma cosa.

El Código Civil formula las reglas de la partición de bienes a propósito de la división de la comunidad
de origen hereditario. Pero estas reglas son aplicables a la división de toda comunidad (arts. 1776,
2115 y 2313 CC).

Facultad de pedir la partición

48
BARCIA (2008), Lecciones de Derecho Civil chileno. Tomo IV, De los bienes
49
PEÑAILILLO (2006). Los bienes. La propiedad y otros derechos reales
50
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

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Boris Loayza M.

La ley mira la comunidad con evidente disfavor. Como consecuencia de esto, la regla del artículo
1317 CC establece que ninguno de los partícipes está obligado a permanecer en la indivisión y
que siempre se podrá instar por la partición de las cosas comunes.

Este principio general tiene dos importantes limitaciones. Los partícipes pueden convenir la indivi-
sión y la ley suele imponerla a los herederos. En otros términos, cesa el derecho de pedir la división
de la comunidad cuando media un pacto de indivisión y en los casos de indivisión forzada que
establece la ley.

1. Pacto de indivisión: cesa el derecho de pedir la partición cuando media entre los partícipes
un convenio expreso de permanecer indivisos. Pero este pacto de indivisión es de efectos
efímeros. El artículo 1317 CC señala que “no puede estipularse proindivisión por más de
cinco años, pero cumplido este término podrá renovarse el pacto”. Del texto de la ley fluye
claramente que el causante no puede imponer la indivisión: es menester que la estipulen los
coasignatarios. Además, el pacto no puede tener efectos por un plazo superior a cinco años,
no obstante, podrá renovarse la estipulación. En caso de que se estipule por un plazo superior,
el pacto valdrá hasta el plazo máximo, y el exceso será nulo. Finalmente, el pacto de indivi-
sión es puramente consensual. [Para RAMOS PAZOS51, este pacto debe ser, al menos, por
escrito (aun cuando nada dice la ley). Además, siguiendo a PEDRO LIRA, que si el plazo no
señala su duración, tal pacto será nulo. En cambio, si se establece un plazo superior a cinco
años, el pacto será válido. Agrega que el pacto se puede renovar aun antes de vencer el plazo.,
y que el testador no puede imponer la indivisión, puesto que es una facultad de los coasigna-
tarios. Sostiene también que es válida la cláusula de prórroga automática del pacto de indivi-
sión.]; y
2. Indivisión forzada: el principio general no rige, tampoco, en los casos de indivisión forzada.
El artículo 1317 CC establece algunos casos: lagos de dominio privado; indivisión en las
servidumbres; propiedad fiduciaria. También hay ciertos casos en la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria.

II. Acción de partición

La acción de partición no es otra cosa que el derecho de provocarla. El Código, sin reconocer la
expresión, habla de “pedir la partición” (arts. 1317 a 1319 CC), de “proceder a la partición” (arts.
1322 inc. 1° CC), de “provocar la partición” (arts. 1322 inc. 2° CC).

Características de la acción de partición52

1. Es una acción personal: por lo que se debe demandar a todos los comuneros. Si alguno es
omitido, no le afecta el resultado de la partición (le es inoponible);
2. Es imprescriptible: puede siempre pedirse;
3. Es irrenunciable: porque existe un interés público comprometido; y

51
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
52
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

78
Boris Loayza M.

4. El derecho a provocar la partición es un derecho absoluto: quien acciona no tiene que


indicar los motivos que lo llevan a pedir la partición.

Imprescriptibilidad de la acción de partición

El artículo 1317 CC establece que “ninguno de los coasignatarios de una cosa universal o singular
será obligado a permanecer en la indivisión”, y que, a menos que intervenga un pacto de indivisión,
la partición “podrá siempre pedirse”.

Mientras dure la indivisión, la acción de partición puede entablarse y, en tal sentido, es imprescrip-
tible. Así, la acción de partición dura como la indivisión, pero no la sobreviene. El ejercicio de la
acción supone que los bienes sean comunes. La acción de partición es, en suma, no se extingue por
prescripción extintiva.

Prescripción entre comuneros

No se discute que un tercero puede adquirir por prescripción los bienes comunes y que, de esta ma-
nera, se extinga la acción de partición. Pero se afirma, en cambio, que un comunero no puede pres-
cribir bienes comunes o, en otros términos, que entre comuneros no cabe la prescripción.

Sin embargo, esta tesis no resiste un serio análisis:

a. Por cierto, el comunero no podrá adquirir el dominio por prescripción mientras reconozca el
dominio de los demás partícipes. Solamente es concebible que adquiera dicho dominio ex-
clusivo cuando se pretenda dueño único y desconozca el condominio;
b. Resulta desconcertante que el poseedor que no tiene título alguno sobre la cosa, que se apo-
dera de ella en virtud de una flagrante usurpación, pueda prescribir, mientras se niega ese
derecho al comunero.

[PEÑAILILLO53 señala que la cuestión consiste en determinar si es posible que un comunero pueda
llegar a convertirse en dueño exclusivo mediante la prescripción adquisitiva.

Se ha negado la prescripción entre comuneros, principalmente, por los siguientes fundamentos:

1. La imprescriptibilidad de la acción de partición (art. 1317 CC);


2. La falta de exclusividad de la posesión; y
3. El artículo 730 es contrario a la prescripción entre comuneros.

Se ha aceptado la prescripción entre comuneros:

1. El artículo 1317 CC permite pedir la partición siempre que exista comunidad, lo que no
impediría esta solución, sobre todo porque no hay por qué rechazar que un comunero,
cambiando las circunstancias y con un cambio de actitud, comience a poseer exclusiva-
mente;
2. Principio que fluye desde el artículo 2510 regla 3°.

53
PEÑAILILLO (2006). Los bienes. La propiedad y otros derechos reales

79
Boris Loayza M.

También se ha propuesto una postura mixta, negando, en principio, la prescripción entre comuneros
(como regla general), pero admitiéndola cuando exista un cambio de título (no basta solo un cambio
de actitud). En este caso, la prescripción sería extraordinaria, pues la posesión sería irregular (habría
mala fe).].

1. Quiénes pueden entablar la acción

La acción de partición compete, obviamente, a los partícipes en la comunidad. Igualmente corres-


ponde la acción a los herederos de los coasignatarios. Fallecido un comunero sin que haya ejercitado
la acción, sus herederos recogerán en su patrimonio el derecho de ejercitarla.

Este derecho corresponde a cada uno de los herederos individualmente (art. 1321 CC). Sin embargo,
una vez iniciado el juicio de partición, los herederos deben proceder de consuno.

Ahora bien, si el derecho de los partícipes está subordinado a una condición suspensiva, no podrá
ejercer su derecho a ejercer la acción de partición, sino hasta que se cumpla la condición (art. 1319
CC).

El cesionario de una cuota en la comunidad tiene derecho a entablar la acción de partición y proceder
a la partición, en los mismos términos que el partícipe de quien adquirió dicha cuota (art. 1320 CC).

Finalmente, el artículo 524 CPC señala que el acreedor podrá dirigir su acción sobre la parte o cuota
que corresponda a su deudor en una comunidad, sin previa liquidación, o “exigir que con interven-
ción suya se liquide la comunidad”. Esta última facultad importa que está autorizado para ejerci-
tar la acción de partición. En consecuencia, el acreedor, persiguiendo la parte o cuta de su deudor,
podrá obtener que se le adjudique dicha cuota o parte; como titular de los derechos del deudor, podrá,
luego, instar por la división de la comunidad.

En síntesis, los titulares para ejercer la acción de partición son:

1. Los partícipes;
2. Los herederos del partícipe;
3. Los cesionarios; y
4. Los acreedores del partícipe.

No tienen derecho a provocar la partición54

1. El cesionario de derechos sobre un bien determinado del as hereditario: sólo ha adquirido


un derecho condicional suspensivo en orden a que sólo adquirirá la cosa en que inciden tales
derechos si se le adjudica a su cedente;
2. Los asignatarios sujetos a condición suspensiva (art. 1319 CC); y
3. Si el objeto asignado fuere un fideicomiso.

2. Capacidad para ejercitar la acción

54
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

80
Boris Loayza M.

Por regla general, los representantes legales requieren autorización de la justicia para provocar la
partición de bienes de sus representados (arts. 1322 inc. 1°, 396, y 250 a 254 CC). Sin embargo, el
marido es un caso de excepción.

El marido, como administrador de los bienes propios de la mujer en el caso de la sociedad conyugal,
requiere el consentimiento de ésta para provocar la partición de la herencia o de bienes raíces en que
ella tenga interés. Sin embargo, no requerirá la autorización judicial si la mujer es mayor de edad o
no se encuentra imposibilidad. A contrario sensu, requiere dicha autorización si la mujer está impo-
sibilitada o es menor (art. 1322 CC).

¿Puede la mujer provocar la partición por sí misma? Al amparo de la actual normativa, la cuestión es
debatible. Por aplicación del artículo 1754 CC no podría. En el mismo sentido está RAMOS PAZOS.

Casos en que no es necesaria la autorización judicial

1. Si otro comunero solicita la partición; y


2. Si la partición se hace de común acuerdo (art. 1325 CC).

III. Modos de efectuar la partición

La partición puede hacerse de tres maneras:

1. Por el causante o testador;


2. Por los coasignatarios de común acuerdo; y
3. Por un partidor:

1. Partición hecha por el causante

El artículo 1318 CC establece que el difunto puede hacer la partición “por acto entre vivos o por
testamento”. La primera no requiere de formalidades y puede ser consensual. La segunda requerirá
de las formalidades del testamento.

Añade el artículo 1318 CC que se pasará por esta partición hecha por el causante “en cuanto no fuere
contraria derecho ajeno”. En otras palabras, la partición hecha por el causante debe respetar el dere-
cho de los legitimarios y demás asignatarios forzosos. En particular, deberá respetar el derecho
consagrado a favor del cónyuge sobreviviente en el artículo 1337 regla 10° CC, esto es, a que su cuota
hereditaria se entere con preferencia mediante la adjudicación en favor suyo de la propiedad del in-
mueble.

Tasación de los bienes cuando el causante tiene legítimas

Si el causante no tiene legitimarios, la tasación de los bienes, indispensable para efectuar la partición,
no ofrece dificultades. Pero si los hay, surge la regla perentoria del artículo 1197 CC, que autoriza al
que debe una legítima para señalar los bienes con que debe hacerse su pago, pero le veda “tasar los
valores de dichas especies”.

81
Boris Loayza M.

La aplicación irrestricta del artículo 1197 CC, haría imposible la partición al que tiene legitimarios;
sin tasación no se concibe una partición. Por este motivo, pasa que la facultad conferida por el ar-
tículo 1318 CC no resulta un mito, debe poder el causante tasar aun las especies que adjudique
en pago de legítimas. La finalidad que persigue el artículo 1197 CC se consigue plenamente porque
el legitimario no está obligado a “pasar” por una partición que vulnera sus derechos.

[Sobre este punto, RAMOS PAZOS55, citando a MARCOS SILVA BASCUÑÁN, señala que si el testador
simplemente señala las especies con que haya de pagarse una legítima, no puede tasar esos bienes,
porque ello le está prohibido por el artículo 1197 CC, pero si hace la partición en vida, aprovechando
la facultad que le da el artículo 1318 CC, puede tasar todos los bienes hereditarios, incluso lo que se
adjudique a los legitimarios en entero de legítimas, porque sin ello no hay partición posible. De esta
manera, el testador podría tasar los bienes aun con la existencia del artículo 1197 CC.

La sanción en caso de que se afecte al legitimario no es la nulidad, sino que el legitimario afectado
no está obligado a “pasar” por la partición en cuanto contraríe su legítima. Habría aquí una
especie de inoponibilidad; y si la partición se efectúa por testamento, bien se podría reclamar de ella
mediante la acción de reforma del testamento.

La Corte Suprema, en fallo de mayoría, participa de esta tesis de S ILVA BASCUÑÁN, señala que “la
facultad que la ley confiere al difunto de hacer por acto entre vivos o por testamento la partición de
sus bienes comprende el derecho de tasarlos, para los efectos de proceder a su distribución a los
herederos. En consecuencia, los legitimarios que se considere perjudicados con la valuación y parti-
ción no tienen derecho a pedir la nulidad de las cláusulas testamentarias”.].

2. Partición hecha por los interesados

El artículo 1325 CC establece que “los coasignatarios podrán hacer la partición por sí mismos si todos
concurren al acto, aunque entre ellos haya personas que no tengan la libre disposición de sus bienes,
siempre que no se presenten cuestiones que resolver y todos estén de acuerdo sobre la manera de
hacer la división”. Añade el inciso 2° que “serán, sin embargo, necesarias en este caso la tasación de
los bienes por peritos y la aprobación del mismo modo que lo serían si se procediere ante un partidor”.

En consecuencia, esta forma de partición requiere lo siguiente:

a. Que todos los partícipes concurran al acto: sin la concurrencia unánime de los indivisarios
no es viable la partición;
b. Que no se presenten cuestiones que resolver: ha de haber acuerdo acerca de los bienes, de
quiénes son los partícipes, y cuáles son sus derechos;
c. Que haya acuerdo sobre la manera de hacer la división: se requiere acuerdo sobre el modo
en que se hará la división, quién se adjudicará cuál bien, etc.;
d. Que se tasen los bienes por peritos: esta exigencia, sin embargo, puede omitirse (art. 657
CPC); y

55
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

82
Boris Loayza M.

e. Que se apruebe la partición judicialmente del mismo modo que si se procediere ante un
partidor: tal aprobación es menester cuando tengan interés personas ausentes que no han
designado apoderados o personas sujetas a guarda.

Finalmente, cabe señalar que la partición debe realizarse por escritura pública.

[RAMOS PAZOS56, en cambio, sostiene que es consensual, y que en caso de existir bienes raíces se
requerirá escritura pública. No obstante, agrega que conviene realizarla por escrito. Finalmente, el
autor agrega la naturaleza jurídica de la partición es una convención y, en caso de crear obligaciones
para las partes, puede ser un contrato.].

c) Partición ante un partidor

Por último, la partición puede hacerse por un partidor. Tal será la única forma de efectuar la partición
si no la ha hecho el causante, o no media entre los interesados el cabal acuerdo que se requiere para
efectuarla por sí mismos.

La partición, en tal caso, es materia de juicio arbitral. El artículo 227 COT señala entre las cuestiones
de arbitraje forzoso “la partición de bienes”.

[RAMOS PAZOS57 señala que la designación del partidor puede ser de tres tipos:

1. Por el causante: el causante puede designar al partidor por instrumento público entre vivos
o por testamento (art. 1324 CC). Esta designación, sin embargo, no obliga a los herederos;
2. Por los comuneros de común acuerdo (art. 1325 CC);
3. Por la justicia ordinaria (art. 1325 CC).].

IV. El juicio de partición

Plazo para efectuar la partición58

RAMOS PAZOS sostiene que este plazo puede haber sido fijado por la ley, por el causante o por los
comuneros.

El artículo 1332 CC señala al partidor para efectuar la partición en el término de dos años contados
desde la aceptación del cargo. Además, el testador puede fijar el plazo en que debe efectuarse la
partición, pero no puede ampliar el lapso de dos años, de donde se sigue –a contrario sensu– que
podría reducirlo. La razón por la que no pueden ampliar el plazo es porque ello pudiera llevar a que
fijara plazos tan largos que en la práctica mantuviera la indivisión por lapsos prolongados.

El inciso final del artículo 1332 CC permite a los coasignatarios ampliar o restringir el plazo, aun en
contra de la voluntad del testador.

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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
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RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte
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Finalmente, el autor señala que si el partidor dicta el laudo una vez vencido el plazo, la sentencia
adolece de nulidad procesal, que debe ser alegada mediante el correspondiente recurso de casación
en la forma fundado en el artículo 768 N° 1 CPC.

1. Liquidación y distribución

La partición de los bienes comprende dos operaciones sustanciales: liquidación y distribución.

El artículo 1337 CC destaca estas dos operaciones: “el partidor liquidará lo que a cada uno de los
coasignatarios se deba, y procederá a la distribución de los efectos hereditarios, teniendo presente
las reglas que siguen”.

La liquidación consiste, pues, en establecer el valor en dinero del derecho de cada uno de los partí-
cipes. La distribución es la repartición entre los comuneros de bienes que satisfagan su derecho.

a) Liquidación

El partidor debe proceder, en primer término, a determinar el derecho de los comuneros. Para este
fin, si el patrimonio hereditario se encuentra confundido con otros patrimonios, es previo efectuar la
separación.

Deberá el partidor precisar cuáles son los bienes que se trata de partir y establecer, de este modo, el
acervo ilíquido hereditario. Determinará, asimismo, cuál es el pasivo de la sucesión, cuáles son las
bajas generales de la herencia, para formar el acervo líquido de que dispone el testador o la ley. Si
es menester, dispondrá el partidor que se forme el acervo imaginario, conforme a los artículos 1185,
1186 y 1187 CC.

Separación de patrimonios

Es previa a la partición de los bienes del difunto la separación de su patrimonio de otros con que se
encuentre confundido (art. 1341 CC).

b) Distribución

Una norma fundamental preside la distribución: el acuerdo unánime de las partes. Solamente a falta
de este acuerdo, el partidor deberá sujetarse a las normas supletorias de la ley (art. 1334 CC).

Principios inspiradores de las reglas legales

Las reglas legales se inspiran en el propósito de que la distribución se haga repartiendo los mismos
bienes indivisos. Cada partícipe tiene derecho para pedir que se le dé una parte proporcional de tales
bienes. Para este fin, se formarán lotes o hijuelas.

Estas normas son aplicables únicamente cuando los bienes no sean susceptibles de división, enten-
diéndose que no lo son cuando la división los hiciere desmerecer. No se dividirán, en tal caso: bien

84
Boris Loayza M.

se adjudicarán a un partícipe, bien se venderán a un tercero y será su valor en dinero el que se distri-
buya entre los interesados.

a. Reglas aplicables cuando los bienes son susceptibles de división: en el supuesto que los
bienes admitan división, la ley ha querido que a cada uno de los partícipes corresponda una
parte proporcional a sus derechos en los bienes comunes (art. 1337 reglas 7° y 8° CC). For-
mados los lotes se distribuirán en la forma que acuerden los partícipes y, a falta de acuerdo,
se procederá a su sorteo (art. 1337 regla 9° CC);
b. Reglas aplicables cuando los bienes no son susceptibles de división: si los bienes no son
susceptibles de cómoda división, no se dividirán. Se adjudicarán totalmente a un comunero
o se procederá a su venta entre los coasignatarios o con admisión de extraños. El precio de la
vente o adjudicación –no ya las cosas mismas– se dividirá entre los partícipes (art. 1337 regla
1° CC). La especie pues, se subastará privadamente entre los comuneros con presencia de
extraños. También se puede subastar privadamente entre los partícipes (art. 1337 regla 2°
CC).
c. Reglas aplicables a la división de inmuebles: se aplican las reglas 4°, 5° y 6° del artículo
1337 CC;
d. Adjudicación con desmembración del dominio: en la adjudicación que el partidor realice
podrá separar la propiedad del usufructo, uso o habitación, para darlos por cuenta de la asig-
nación. Pero esta desmembración del dominio requiere, imprescindiblemente “el legítimo
consentimiento de los interesados” (art. 1337 regla 6° CC);
e. Regla 10° del artículo 1337 CC59: los requisitos para la adjudicación preferente del cónyuge
sobreviviente son los siguientes:
i. La asignación preferencial se hace efectiva sobre el inmueble en que a la fecha
del fallecimiento del causante resida el cónyuge sobreviviente y sobre el mobi-
liario que lo guarnece;
ii. El inmueble debe ser o haber sido la vivienda principal de la familia; y
iii. Tanto el inmueble como los bienes que lo guarnecen deben formar parte del
patrimonio del difunto.
Este derecho para el cónyuge sobreviviente es de carácter personalísimo, por tanto, no puede
transferirse ni transmitirse; y
f. Regla 11° del artículo 1337 CC: la ley se refiere al caso que los representantes legales hayan
provocado la partición con autorización judicial o el nombramiento de partidor se haya apro-
bado judicialmente. No es menester someter a la aprobación de la justicia ninguno de los
actos señalados en el artículo 1337; será la partición misma, una vez concluida, la que deberá
someterse a esta aprobación, conforme al artículo 1342 CC.

Distribución de las deudas

Las deudas se dividen entre los herederos a prorrata de sus cuotas hereditarias (art. 1354 CC).

Si el causante dispone que las deudas se distribuyan de distinta manera o los herederos acuerdan
distribuirlas de otro modo, se observará esta nueva forma de división (art. 1340 inc. 1° CC). Sin
embargo, estos acuerdos no empecen a los acreedores (art. 1340 inc. 2° CC).

59
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

85
Boris Loayza M.

Distribución de los frutos

Los frutos de los bienes, producidos con anterioridad a la muerte del causante, están incorporados a
su patrimonio. La ley ha debido prever la suerte de los frutos percibidos y pendientes después de la
apertura de la sucesión (arts. 1338 y 1339 CC).

a. Distribución de los frutos percibidos durante la indivisión: los frutos, como accesorios de
los bienes hereditarios, pertenecen a los dueños de las cosas fructuarias, en la proporción de
sus derechos en tales cosas (art. 1338 N° 3 CC). La excepción a esto se da en los legados de
especie o cuerpo cierto. En este sentido, los frutos serán de los legatarios desde el momento
de abrirse la sucesión (arts. 1338 N° 1, 646 y 648 CC). En los legados de género, en cambio,
los legatarios no tendrán derecho a ningunos frutos sino desde el momento en que la persona
obligada a prestar dichas cantidades o géneros se encuentre constituido en mora (art. 1338
N° 2 CC);
b. Frutos pendientes al tiempo de las adjudicaciones: respecto de los frutos pendientes al
tiempo de las adjudicaciones, el artículo 1339 CC establece que “los frutos pendientes al
tiempo de la adjudicación de las especies a los asignatarios de cuotas, cantidades o géneros,
se mirarán como parte de las perspectivas especies, y se tomarán en cuenta para la estimación
del valor de ellas”.

Ventas y adjudicaciones

Los bienes comunes deben tener uno de estos dos destinos: se adjudican o se venden.

Los bienes son adjudicados cuando su dominio exclusivo se atribuye a un comunero en pago de su
haber; se venden, cuando los adquieren extraños a la comunidad que pagan un determinado precio.

Cabe consignar que las adjudicaciones de bienes raíces deben reducirse a escritura pública (art. 687
CC).

Además, los comuneros tienen derecho a que el valor de la adjudicación se impute a su haber. En este
sentido, las adjudicaciones se hacen con cargo al haber probable del adjudicatario, el cual será deter-
minado por el partidor (art. 660 CPC). Luego, el mismo artículo señala que si la adjudicación supera
el 80% del valor del haber probable, el adjudicatario deberá pagar el exceso al contado.

Hipoteca legal60

La hipoteca legal es aquella en la que la hipoteca nace por el solo ministerio de la ley, sin que se
celebre de forma previa el contrato hipotecario. En este sentido, las hipotecas legales constituyen
supuestos de contratos forzosos heterodoxos, ya que la ley “da por constituida la hipoteca”.

Señala BARCIA61 que la hipoteca legal, entonces, se establece por el solo ministerio de la ley y está
regulada a propósito de la partición de bienes. En virtud de ella, todo comunero que se adjudique

60
ORREGO (2018), La hipoteca
61
BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las obligaciones

86
Boris Loayza M.

bienes que excedan del ochenta por ciento de su haber probable, y no pague al contado, se entenderá
constituida hipoteca sobre los bienes inmuebles adjudicados (art. 662 CPC).

El artículo 660 CPC dispone que salvo acuerdo unánime de los interesados, todo comunero que reciba
en adjudicación bienes por un valor que exceda el 80% de lo que le corresponde (haber probable)
deberá pagar el exceso al contado. A su vez, el artículo 662 CPC establece que en las adjudicaciones
de inmuebles que se hagan a los comuneros a raíz del juicio de partición, se entenderá constituida la
hipoteca sobre las propiedades adjudicadas para asegurar el pago de los alcances que resultan en
contra de los adjudicatarios, salvo que se pague del contado el exceso al que se refiere el artículo 660
CPC.

En razón de esto, los requisitos de la hipoteca legal son los siguientes:

1. Debe adjudicarse un bien raíz;


2. El valor de la adjudicación debe exceder el 80% del haber probable: el haber probable
lo determina el partidor;
3. Que el adjudicatario no pague el exceso al contado; y
4. Que se inscriba en el Registro Conservatorio 62.

Por ejemplo, al realizarse la partición se le adjudica un bien raíz a Juan, avaluado en $90.000.000.
Ahora bien, ocurre que la cuota de Juan ascendía a $100.000.000 (el 80% equivale, por tanto, a
$80.000.000). En este caso, el valor del inmueble excede el 80% del haber probable del adjudicatario,
de manera que se entiende hipotecado, en favor del resto de los comuneros.

Características de la hipoteca legal:

1. Es específica: recae sobre el inmueble adjudicado;


2. Es determinada: cauciona el alcance que resulta en contra del adjudicatario. En otras pala-
bras, sólo garantiza una cantidad prefijada, o sea, todo lo que excede el 80% del haber pro-
bable que le corresponda al adjudicatario (BARCIA dice determinable); y
3. Es pública: requiere de inscripción en el Registro respectivo del Conservador de Bienes
Raíces. Señala el artículo 662 CPC que el Conservador, conjuntamente con inscribir el título
de la adjudicación, inscribirá a la vez la hipoteca por el valor de los alcances.

Señala ORREGO que existen otros tipos de hipotecas legales. Una establecida en el Código de Aguas;
y otra establecida en la Ley N° 20.720 sobre Reorganización y Liquidación de Empresas y Personas.

V. Efectos de la partición

El estudio de los efectos de la partición de bienes se traduce en el examen de dos cuestiones funda-
mentales: el efecto declarativo de la partición y la garantía que se deben recíprocamente los
comuneros.

1. Efecto declarativo de la partición

62
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

87
Boris Loayza M.

En un sentido amplio adjudicar significa declarar que una cosa pertenece a una persona o atri-
buírsela en satisfacción de su derecho. Pero, en un sentido más restringido la adjudicación es la
atribución del dominio exclusivo de ciertos bienes a una persona que era dueña proindiviso. En
otros términos, la adjudicación propiamente dicha es el acto por el cual se entrega a un comunero
determinados bienes a cambio de su cuota o parte en la comunidad.

Por tanto, es absolutamente de rigor para que exista adjudicación que la persona que recibe los bienes
invista la calidad de comunero. De ahí se sigue que si se licitan bienes comunes y un comunero los
adquiere en la subasta, habrá adjudicación; si los adquiere un extraño, habrá compraventa.

Efecto declarativo de la adjudicación

La adjudicación hace adquirir al adjudicatario un derecho exclusivo sobre los bienes que le pertene-
cían proindiviso. Su derecho gana en intensidad lo que pierde en extensión (arts. 1344 y 718 CC).

Ahora, si se percibe la forma como se produce esta transformación se percibe que la adjudicación es
un acto mixto, en parte declarativo y en parte traslaticio de dominio.

Supóngase que A y B son llamados a una sucesión que comprende dos inmuebles que se adjudican a
cada uno. ¿Cómo adquirió A el dominio exclusivo del bien adjudicado? Es manifiesto que en parte
lo adquirió del causante por sucesión por causa de muerte y en parte por la transferencia que le ha
hecho B de sus derechos en el inmueble. B habrá adquirido, a su vez, en parte de A y en parte del
causante.

Cada adjudicatario, pues, es parcialmente sucesor del causante y de sus copartícipes. La partición en
suma, es en parte un acto de enajenación, parcialmente traslaticia y declarativa de dominio.

Pero salta de inmediato a la vista que el Código tiene de la adjudicación un concepto diferente. El
artículo 1344 CC, dispone que “cada asignatario se reputará haber sucedido inmediata y exclusiva-
mente al difunto en todos los efectos que le hubieren cabido, y no haber tenido jamás parte alguna en
los otros efectos de la sucesión”. De este modo, la ley hace retrotraer los efectos de la adjudicación
al momento de la apertura de la sucesión. Cada partícipe se supone que sucedió directamente al
causante en los bienes que se le adjudicaron, como si fuera su único heredero.

Sin duda se trata de una ficción. La indivisión, cualquiera que sea el tiempo que haya durado, queda
abolida, como si no hubiera existido nunca. El texto legal expresa que el heredero “se reputará” haber
sucedido directa y exclusivamente al causante.

Es un título declarativo de dominio (art. 703 CC).

Indivisiones a que se aplica la regla del artículo 1344 CC

La regla del artículo 1344 CC se aplica a la partición de toda comunidad, cualquiera sea su origen.
Así, los efectos de la adjudicación se remontarán al momento en que se ha iniciado el estado de
indivisión.

88
Boris Loayza M.

Consecuencias del efecto declarativo

a. Una primera consecuencia se encuentra expresamente prevista en el propio artículo


1344 CC: si alguno de los coasignatarios ha enajenado una cosa que en la partición se adju-
dica a otro, se procederá como en el caso de la cosa ajena (art. 1344 inc. 2° CC);
b. La hipoteca de cuota de un comunero subsiste a condición de que se le adjudiquen bie-
nes hipotecables y caduca en caso contrario (art. 2417 CC): se permite a los comuneros
hipotecar la cuota; pero verificada la partición, el gravamen afectará sólo los bienes que se
adjudiquen, si fueren hipotecables;
c. Cada uno de los partícipes de una cosa que se poseía proindiviso se supone haber po-
seído exclusivamente los bienes adjudicados, durante todo el tiempo que duró la indivi-
sión (art. 718 CC);
d. Los embargos o medidas precautorias decretados sobre bienes comunes no obstan a la
adjudicación; y
e. La inscripción de las adjudicaciones que prevén los artículos 687 y 688 CC no importan
tradición.

2. Acciones de garantía

Como consecuencia del efecto declarativo de la partición, cada partícipe se supone que sucede direc-
tamente al causante. Su derecho sobre los bienes adjudicados no emana de los demás partícipes. Por
lo anterior, surge la pregunta: ¿cómo se explica esta garantía?

La respuesta está en la igualdad que debe reinar en las particiones, que resulta vulnerada por la evic-
ción que sufre uno de ellos de las cosas adjudicadas; la ley exige que esta igualdad obliga a cada uno
de los copartícipes a establecerlas.

La garantía, pues, es una sanción al principio de igualdad, que es “el alma de las particiones”.

Obligación de saneamiento de la evicción

El artículo 1345 CC dispone: “el partícipe que sea molestado en la posesión del objeto que le cupo
en la partición, o que haya sufrido evicción de él, lo denunciará a los otros partícipes para que concu-
rran a hacer cesar la molestia, y tendrá derecho para que saneen la evicción”.

La obligación de saneamiento, al igual que en la compraventa, comprende dos objetos. El primero es


la citación de evicción. El segundo es la indemnización de perjuicios.

El partícipe que es turbado en la posesión de los bienes adjudicados tiene derecho a exigir de sus
antiguos copartícipes que contribuyan a cesar esta turbación o molestia. Esta molestia ha de ser de
derecho, esto es, causada por terceros que pretenden derechos sobre la cosa. Las turbaciones de hecho
debe repelerlas el adjudicatario por sí mismo. Por otro lado, si se produce la evicción, surge la nece-
sidad de indemnizarle esta evicción de que el partícipe ha sido víctima.

Casos en que no procede el saneamiento

89
Boris Loayza M.

a. Si la evicción o molestia sobreviene por causa posterior a la partición: la obligación de


saneamiento es una garantía de igualdad de la partición. Esta igualdad debe existir al mo-
mento de la partición y no es posible tener en cuenta acontecimientos posteriores que la que-
branten;
b. Si se hubiere renunciado a la acción de saneamiento: si los partícipes quieren excluir la
obligación de garantía es preciso que lo digan; y
c. Si la molestia o evicción se producen por culpa del adjudicatario: tal sería el caso del
partícipe que omitió oponer a la demanda que el tercero interpuso en su contra una excepción
perentoria que le habría permitido rechazarla.

Indemnización en caso de evicción

Producida la evicción, el partícipe tiene derecho a que se le indemnicen los perjuicios sufridos. Esta
obligación de indemnizar perjuicios pesa sobre todos los comuneros. El artículo 1347 CC, dispone
que “el pago del saneamiento se divide entre los partícipes a prorrata de sus cuotas”.

Prescripción de la acción

La acción de saneamiento prescribe en cuatro años, contados desde el día de la evicción (art. 1345
inc. 2° CC).

Esta prescripción es de corto tiempo, y rige para las indemnizaciones que origina la evicción. El
derecho de los partícipes para que se hagan cesar las molestias precursoras de evicción puede ejer-
cerse en cualquier tiempo.

VII. Nulidad y rescisión

El artículo 1348 CC formula una regla amplísima: “las particiones se anulan o se rescinden de la
misma manera y según las mismas reglas que los contratos”.

De esta manera, se desprende que las particiones pueden ser absolutamente nulas y relativamente
nulas o rescindibles, en aplicación a las reglas generales (arts. 1681 y ss. CC).

Nulidad por causa de lesión

Pero las particiones son susceptibles de rescindirse por una causal típica: por causa de lesión (art.
1348 inc. 2° CC).

Generalmente los contratos no son rescindibles por esta causa (con la excepción de la lesión enorme
en la compraventa de bienes raíces): La partición, en cambio, al ser un acto “equitativo” (no especu-
lativo), donde cada partícipe debe percibir lo que en derecho le corresponde, es lógico que el legisla-
dor procure colocarlos en un plano de completa igualdad.

En este sentido, la estabilidad de las particiones requiere que el perjuicio que sufra un partícipe sea
de importancia y, por tal motivo, la ley franquea la acción rescisoria si éste perjuicio excede de la

90
Boris Loayza M.

mitad de su cuota. Tal sería el caso del comunero cuya cuota vale $30.000 y a quien se adjudican
bienes por un valor de $10.000.

Además, para juzgar si existe lesión es menester considerar el valor de los derechos del comunero y
de los bienes adjudicados al tiempo de la partición.

Formas de enervar la acción rescisoria por lesión

La rescisión por causa de lesión puede enervarse, restableciendo la igualdad entre los partícipes
(art. 1350 CC). Así, el precepto señala que “podrán los partícipes atajar la acción rescisoria de uno
de ellos, ofreciéndole y asegurándole el suplemento de su porción en numerario”.

Sin embargo, no puede pedir la rescisión el partícipe que haya enajenado su porción. Así, el
artículo 1351 CC prescribe que “no podrá intentar la acción de nulidad o rescisión el partícipe que
haya enajenado su porción en todo o parte, salvo que la partición haya adolecido de error, fuerza o
dolo, de que le resulte perjuicio”.

Nulidades procesales

La regla del artículo 1348 CC se aplica sin atenuantes a la partición que hacen el causante o los
coasignatarios de común acuerdo. No ocurre lo mismo en la partición hecha por un partidor.

La partición ante un partidor participa de los caracteres de un contrato y de un juicio. Por este motivo,
está sujeta a un doble régimen de nulidades: las nulidades a que se refiere el artículo 1348 CC, que
llamaremos civiles, y las nulidades procesales que regla el Código de Procedimiento Civil.

La nulidad procesal solo puede demandarse interponiendo los recursos que franquea la ley, en los
plazos que señala. En principio, la sentencia firme purga todos los vicios de procedimiento.

Acción de perjuicios

El artículo 1353 CC previene que “el partícipe que no quisiere o no pudiere intentar la acción de
nulidad o rescisión, conservará otros recursos legales que para ser indemnizado le correspondan”. De
este modo, el adjudicatario que ha sido víctima de un dolo que no es determinante sino puramente
incidental o que no pueda demandar la rescisión porque el perjuicio que ha sufrido no excede de la
mitad de su cuota, podrá intentar la acción prevista en el artículo 1353 CC.

Resolución de las particiones

Toca preguntarse si, al igual que en los contratos, en las particiones tiene cabida la condición resolu-
toria tácita y si, en otros términos, son resolubles por incumplimiento de las obligaciones impuestas
a los partícipes.

La negativa ha sido consagrada definitivamente por la jurisprudencia.

CAPÍTULO XI: PAGO DE LAS DEUDAS HEREDITARIAS Y TESTAMENTARIAS

91
Boris Loayza M.

Se ocupa el título XI del Libro III del pago de las deudas hereditarias y testamentarias, esto es, las
que el causante tenía en vida y las que tienen su origen en el testamento mismo. Pesa normalmente
sobre los herederos la obligación de satisfacer ambas clases de deudas. Por excepción la obligación
incumbe a los legatarios.

¿Cuál es la fuente de esta obligación? En concepto del Código, tiene como fuente un cuasicontrato.
El artículo 1437 CC establece que las obligaciones nacen de un hecho voluntario de la persona que
se obliga, “como la aceptación de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos”.

La aceptación de la asignación a título universal o singular, acto voluntario, trae consigo la responsa-
bilidad de pagar las deudas.

I. Deudas hereditarias

1. Responsabilidad de los herederos

La responsabilidad por las deudas hereditarias incumbe normalmente a los herederos. Son estos –los
herederos– las personas naturalmente llamadas a satisfacer las deudas hereditarias. El artículo 1097
CC dispone que los herederos representan al testador y le suceden en todos sus derechos y obligacio-
nes transmisibles, recogen juntamente el activo y el pasivo de su patrimonio.

El principio es general y se extiende a todas las obligaciones del difunto, cualquiera sea su fuente.
Comprende las obligaciones que tienen origen delictual. Por cierto, debe tratarse de obligaciones
transmisibles.

Ahora bien, cuando hay pluralidad de herederos, es preciso determinar en qué medida deben satisfacer
las deudas hereditarias. El artículo 1354 CC resuelve el problema, señalando que “las deudas heredi-
tarias se dividen entre los herederos a prorrata de sus cuota. Así el heredero del tercio no es obligado
a pagar sino el tercio de las deudas hereditarias”.

De esta manera, la proporción en que los herederos adquieren el activo hereditario determina la forma
como deben contribuir al pago de las deudas.

División automática del pasivo

La división del pasivo a prorrata de las cuotas hereditarias se produce ipso jure, de pleno dere-
cho, automáticamente. Por el solo hecho de la muerte, la deuda se divide entre los herederos y el
acreedor tendrá, en lugar de un deudor único, varios deudores.

La muerte del deudor, pues, convierte la obligación de un solo deudor en una obligación simple-
mente conjunta. La automática división del pasivo tiene una lógica consecuencia: no es necesario
proceder a la partición, puesto que no existe comunidad en las deudas. El acreedor podrá demandar a
los herederos, desde la muerte del causante, la parte que le quepa en la deuda.

92
Boris Loayza M.

División de los créditos hereditarios

Es oportuno preguntarse si los créditos hereditarios, al igual que las deudas, se dividen de pleno de-
recho entre los herederos del acreedor difunto.

Para MEZA BARROS, los créditos del difunto se dividen también automáticamente entre los he-
rederos. Cada heredero, por consiguiente, podrá cobrar su parte o cuota en el crédito, sin esperar la
partición y, recíprocamente, el deudor no podrá excusarse de cumplir la obligación a pretexto de que
el crédito no se ha adjudicado, en todo o parte, al heredero que reclama el pago de su cuota.

Esta conclusión fluye del artículo 1526 N° 4 CC. En los casos de indivisibilidad de pago a que la
disposición se refiere, los herederos del acreedor, si no entablan conjuntamente su acción, “no podrán
exigir el pago de la deuda, sino a prorrata de sus cuotas”. A contrario sensu, cada uno de los herede-
ros, individualmente, podrá demandar el pago de esta cuota. Con mayor razón ha de regir para las
obligaciones simplemente conjuntas.

Aplicación del principio

Dos consecuencias prevé expresamente la ley derivadas de la división inmediata o ipso jure de deudas
y créditos entre los herederos.

a. Las obligaciones simplemente conjuntas se caracterizan porque, en verdad, existen tan-


tas deudas como deudores. Por lo mismo, la cuota del deudor insolvente no grava a sus
codeudores (arts. 1526 y 1355 CC).
b. La extinción por confusión de las mismas obligaciones entre causante y heredero se pro-
duce hasta la concurrencia de la cuota en el crédito o en la deuda (art. 1357 CC): de esta
manera, si un heredero es acreedor del difunto, la deuda se divide entre los herederos, inclu-
sive el acreedor. La obligación se extingue hasta la concurrencia de la cuota que corresponda
al heredero acreedor y por el saldo tendrá acción contra sus coherederos. Asimismo, un he-
redero era deudor del difunto, el crédito se dividirá entre los herederos, inclusive el deudor.
La deuda se extinguirá hasta la concurrencia de la porción que corresponda al heredero deu-
dor en el crédito y quedará obligado a pagar el saldo a sus coherederos.

Excepciones al principio de la división de las deudas a prorrata de las cuotas

El principio de la división de las deudas a prorrata de las cuotas hereditarias tiene algunas excepciones
que dicen relación con:

a. El beneficio de inventario: esta excepción se produce cuando el heredero acepta con bene-
ficio de inventario. Así, el heredero beneficiario no es obligado al pago de ninguna cuota de
las deudas, sino hasta la concurrencia de lo que valga lo que hereda (arts. 1354 inc. 3° y 1247
CC);
b. Con las obligaciones indivisibles: la división de las deudas entre los herederos supone que
se trata de obligaciones divisibles; no tiene cabida en las obligaciones indivisibles (arts. 1528,
1526 N° 1°, 2° y 4° CC); y

93
Boris Loayza M.

c. Con la institución de herederos fiduciarios y usufructuarios: el artículo 1354 inciso final


CC señala una excepción en el caso del artículo 1356 CC, esto es, cuando concurren herede-
ros usufructuarios o fiduciarios. En el usufructo, el artículo 1368 CC establece que el usu-
fructuario y el nudo propietario se considerarán como una sola persona para los efectos del
pago de las deudas hereditarias, y las obligaciones que válidamente les quepan se dividirán
entre ellos.

Distribución de las deudas hereditarias por el testador

Puede el testador disponer en su testamento que los herederos dividan las deudas hereditarias de otro
modo que a prorrata de sus cuotas.

Esta disposición testamentaria, obligatoria para los herederos, no lo es para los acreedores hipoteca-
rios. En este sentido, los acreedores no están obligados a respetar la manifestación de voluntad del
testador que podría ser un arbitrio para burlarles, imponiendo el pago a herederos insolventes (art.
1358 CC).

Pero la decisión del testador obliga lógicamente a los herederos. Por esto, los herederos que sufrieren
mayor gravamen que el que les ha impuesto el testador tendrán derecho a ser indemnizados por sus
coherederos (art. 1358 CC).

Distribución de las deudas por convenio de los herederos o por el acto de partición

Una distribución diversa de las deudas puede convenirse entre los herederos o establecerse en el acto
de partición.

Los acreedores hereditarios, como en el caso anterior, pueden optar por perseguir el pago de sus
créditos contra los herederos a prorrata de sus cuotas o en la forma prevista en el convenio o acto
particional (arts. 1359 y 1340 CC).

Cuándo se pagan las deudas hereditarias

La ley establece, para señalar el momento en que se deben pagar las deudas hereditarias, esta regla
fundamental: “se pagará a los acreedores hereditarios a medida que se presenten” (art. 1374 inc. 1°
CC).

2. Responsabilidad de los legatarios

El principio general está establecido en el artículo 1104 CC, que advierte que los legatarios no repre-
sentan al testador, no tienen más cargas que las que expresamente se les impongan, sin perjuicio de
la responsabilidad que les quepa en subsidio de los herederos y de las que les sobrevenga en caso de
ejercitarse la acción de reforma del testamento.

De este modo, los legatarios estarán obligados a pagar las deudas hereditarias cuando el testados les
haya impuesto esta obligación como un gravamen de la libertad que les otorga. Pero, aunque nada
haya dicho el testador, los legatarios pueden resultar responsables:

94
Boris Loayza M.

a. Porque el tiempo de abrirse la sucesión no ha habido bienes bastantes para el pago de


las deudas hereditarias; y
b. Porque el testador vulneró con sus liberalidades a título singular las legítimas y mejo-
ras.

Contribución al pago de las deudas hereditarias

Los legatarios están obligados a concurrir al pago cuando al tiempo de abrirse la sucesión no haya
habido en ella bastante para pagar las deudas hereditarias (art. 1362 inc. 1° CC).

Las deudas hereditarias constituyen una baja general de la herencia; deducidas estas deudas y las
demás bajas que señala el artículo 959 CC, se forma el acervo líquido de que dispone la ley o el
testador. Por otra parte, el artículo 1374 inc. 1° CC establece que satisfechas las deudas hereditarias,
se satisfarán los legados.

Por tanto, si los bienes no son suficientes para pagar las deudas, deben rebajarse los legados en la
medida que sea necesaria para satisfacerlas.

La responsabilidad de los legatarios es subsidiaria y limitada. En esta línea, los legatarios no


pueden ser perseguidos para el pago de las deudas sino después que los herederos (arts. 1362 inc. 2°
y 1363 CC). Además, la responsabilidad de los legatarios es proporcional al valor de los legados,
no podrá exceder el monto de los mismos.

Contribución al pago de las legítimas y mejoras

Los legatarios están obligados a contribuir al pago de las legítimas y mejoras, cuando el testador
destine a legados aluna parte de la porción de bienes que la ley reserva a los legitimarios o a los
asignatarios forzosos de la cuarta de mejoras (art. 1362 CC).

El testador que tiene asignatarios forzosos no puede destinar a legados sino la parte de libre disposi-
ción. La contribución de los legatarios al pago de las legítimas y mejoras consistirá en una reducción
de los legados para encuadrarlos en la porción que el testador ha podido disponer libremente.

Orden de prelación de los legados

a. Concurren, en primer lugar, los legados comunes. Para ellos rige plenamente el princi-
pio general de la contribución a prorrata de sus valores;
b. En segundo lugar, concurren los legados anticipados o donaciones revocables (art. 1141
inc. 3° CC);
c. Concurren a continuación los legados expresamente exonerados por el testador;
d. En cuarto término, concurren los legados para obras pías o de beneficencia; atendidos
a sus bienes de bien público, la ley presume que el testador ha querido exonerarlos de
la contribución, aunque nada diga; y
e. Finalmente, concurrirán los legados estrictamente alimenticios que el testador ha de-
bido por ley.

95
Boris Loayza M.

II. Deudas o cargas testamentarias

Las deudas testamentarias son, por regla general, de cargo de los herederos. Gravitan sobre todos
ellos, son una carga común. Estas deudas comunes, lo mismo que las deudas hereditarias, la soporta-
rán los herederos a prorrata de sus cuotas.

Hay, con todo, algunas excepciones:

a. Que el testador haya impuesto el pago a determinado heredero o legatario o distribuido


las deudas de otro modo que a prorrata (art. 1360 inc. 1° CC);
b. Que se haya convenido por los herederos distribuir las cargas de otra manera o se haya
resuelto otra forma de distribución en el acto de partición: las deudas hereditarias pueden
dividirse de otro modo que a prorrata por el testador, por acuerdo de los herederos o por acto
de partición y se ha visto cómo los acreedores hereditarios pueden optar por la persecución
de los herederos en proporción a sus cuotas o reclamarles el pago conforme a la distribución
establecida por el testador, por el acuerdo de los obligados o por el acto de partición (art.
1373 inc. 1° CC); y
c. Que se haya instituido heredero usufructuario o fiduciario.

Cuándo se pagan los legados

Se ha dicho que las deudas testamentarias se pagan después de las deudas hereditarias. El artículo
1374 CC establece que “pagados los acreedores hereditarios, se satisfarán los legados”.

Las deudas hereditarias son una baja general de la herencia y las deudas testamentarias se deducen
del acervo líquido. Pero esta regla no es absoluta ni racional que lo sea. Si los bienes hereditarios son
notoriamente suficientes para pagar las deudas hereditarias, no existe motivo plausible para retardar
el pago de los legados (art. 1374 inc. 2° CC).

Gastos del pago de los legados

El artículo 1375 CC establece que “los gastos necesarios para la entrega de las cosas legadas se mi-
rarán como una parte de los mismos legados”. En otros términos, los gastos no son de cargo de los
legatarios; se entiende que el legado comprende los gastos que demande la entrega.

III. Beneficio de separación de patrimonios 63

Está tratado en el Título XII del Libro III, artículos 1378 y ss. CC. La primera de estas normas esta-
blece: “los acreedores hereditarios y los acreedores testamentarios podrán pedir que no se confundan
los bienes del difunto con los bienes del heredero; y en virtud de este beneficio de separación tendrán
derecho a que de los bienes del difunto se les cumplan las obligaciones hereditarias y testamentarias
con preferencia de las deudas propias del heredero”.

63
RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte

96
Boris Loayza M.

Como el heredero es el continuador de la persona del causante, a la apertura de la sucesión su patri-


monio y el del causante se confunden, lo que puede acarrear perjuicios a los acreedores de este último
si el heredero está cargado de deudas, pues al concurrir sus acreedores a pagarse en el patrimonio
común, lo debilitarán haciéndolo insuficiente para pagar a los acreedores hereditarios y testamenta-
rios. Para evitar este riesgo, la ley establece el beneficio de separación de patrimonios.

Titulares del beneficio de separación

Corresponde a los acreedores hereditarios y testamentarios del difunto (art. 1378 CC). No es ne-
cesario que sus créditos sean actualmente exigibles, ya que el artículo 1379 CC también lo confiere a
los acreedores a día cierto o bajo condición, de donde se sigue que el beneficio de separación consti-
tuye una medida conservativa.

Por su parte, los acreedores del heredero carecen de este beneficio. Así lo dispone el artículo 1384
CC. Asimismo, el acreedor de una obligación natural carece del beneficio de separación, como con-
secuencia de que no tener acción para demandar el cumplimiento de la obligación.

Características del beneficio de separación

1. Debe ser declarado judicialmente;


2. Es un beneficio individual;
3. Puede demandarse cualquiera sea la forma de aceptación de la herencia, con o sin be-
neficio de inventario; y
4. Produce separación de patrimonios.

Efectos del beneficio de separación

a. Efectos entre los acreedores hereditarios y testamentarios

El beneficio de separación no altera las relaciones entre los distintos acreedores hereditarios y testa-
mentarios. Por consiguiente, si los créditos de algunos de ellos gozan de preferencia, ella se mantiene.
Tampoco se modifican las relaciones de los acreedores hereditarios con los testamentarios, pues, los
primeros se pagan antes, ya que sus créditos constituyen una baja general de la herencia (art. 959 N°
2 CC).

b. Efectos entre los acreedores del causante y los acreedores personales del heredero

Es entre estas personas que se producen los efectos del beneficio de separación, los que en definitiva
consisten en que los acreedores hereditarios y testamentarios tienen preferencia para pagarse con
los bienes del causante, y los acreedores personales del heredero tienen preferencia para pagarse con
los bienes del heredero (art. 1378, 1382 y 1383 CC).

c. Efectos respecto del heredero

A los herederos no les afecta el beneficio de separación, porque con o sin él, su responsabilidad es la
misma: responden de las deudas ultra vires hereditatis.

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Boris Loayza M.

Limitaciones establecidas para los herederos durante los seis meses subsiguientes a la apertura de
la sucesión

Producida la apertura de la sucesión, los herederos adquieren por sucesión por causa de muerte, los
bienes del causante. Por consiguiente, están facultados para disponer y gravarlos de inmediato. Sin
embargo, con ello se puede hacer ilusorio el beneficio de separación que puedan obtener los acreedo-
res hereditarios y testamentarios. Por ello, el artículo 1384 CC otorga una acción especial para dejar
sin efecto las enajenaciones o gravámenes realizados dentro de los seis meses siguientes al falle-
cimiento del causante, que no hayan tenido por objeto pagar las deudas hereditarias o testa-
mentarias.

Esta acción tiene naturaleza jurídica especial, similar a la acción pauliana.

BIBLIOGRAFÍA

1. BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las obligacio-
nes;
2. BARCIA (2008), Lecciones de Derecho Civil chileno. Tomo IV, De los bienes;
3. ORREGO (2012), Capítulo IX: la cesión de derechos;
4. ORREGO (2018), La hipoteca;
5. ORREGO (2019), La tradición;
6. PEÑAILILLO (2006). Los bienes. La propiedad y otros derechos reales; y
7. RAMOS PAZOS (2009), Sucesión por causa de muerte.

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