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Introducción

La historia de una fascinación, un subtitulo mas apropiado no puede


existir para una historia que hizo sentirme enamorado de una mujer ficticia. Sin
duda un libro que quisiera comprar a toda costa para mantener cerca y
recomendarles a mis amigos, por unos días pude despegarme de los
videojuegos y la televisión envuelto en la intriga por saber cual seria el final de
la historia, que podría ocurrir en la vida de la protagonista y sus despliegues
sentimentales encrucijados con las condiciones sociales de la época.

La realidad que dibuja la autora no es nada extraña, el tiempo puede ser


otro pero los sentimientos de la joven son muy parecidos a los que llegamos a
sentir los adolescentes cuando nos vemos amenazados, enamorados y
desmoralizados. Se puede uno verter entre sus hojas y descubrir tantos
sentimientos que creíamos no tener o tenerlos bien ocultos.

La vida que los personajes pintan es una cotidianidad nada fuera de lo


común, lo que la hace especial es la manera de abordar los temas con
pequeños detalles que hacen acelerar tu corazón y sentirte en medio de la
escena y viendo llorar en silencio y los ojos secos a nuestra protagonista.

La portada te hipnotiza y su contenido te lleva en un viaje por el tiempo,


donde uno puede descubrir diferentes caras de la vida y de uno mismo.
Sentimientos pocos explorados que brotan y ayudan a conocerte mejor como
persona.
La joven de la Perla

Historia de una fascinación

Escuchar el sonido cuando el corazón se encuentra vacio parece


sumamente imposible. Tratar de que escuchemos los consejos y las buenas
palabras aun es más difícil si nuestras vidas están envueltas en el vaivén
diario, el miedo social y la incontable angustia que rodea a los muchos cambios
por los que vamos viviendo. Los textos de superación personal son como ese
sonido que quiere ser escuchado cuando nosotros menos podemos oír, cuando
nuestra vida esta volcada en la conmoción y nuestro corazón sin esperanzas
se va secando. Para nosotros no son más que palabras lanzadas al viento,
pueden golpear nuestras caras pero seguimos sin comprenderlas, en veces sin
querer entenderlas. ¿Pero como seguir algo que ni siquiera me entiende a mí?

La mayoría de esos libros son escritos de carácter personal, solo están


hablados desde el YO. Me han causado gracia porque parecen los consejos
que los padres dan a sus hijos pero no en el sentido de orientarlos, sino en el
de que los hijos hagan lo que ellos no pudieron de jóvenes. En veces me
pregunto como serian si nosotros escribiéramos esas historias a esta edad,
supongo que menos aburridas y con mas detalles vergonzosos.

En secreto y lleno de curiosidad he tomado los diarios de mis hermanos


para saber mas chismes con que poderlos chantajear, y mientras pierdo el
tiempo en internet visito los blogs de mis amigos que me divierten con sus fotos
graciosas y comentarios sobre sus vidas. Nos enseñan dos o tres cosas con
las que en surge la frase “que wey esta” y además otra mas importante “ni loco
haría eso”. Son valiosas enseñanzas, las recuerdo cuando estoy a punto de
cometer errores, están escritas en nuestro idioma y siempre dentro de una
realidad muy familiar.

Porque mejor en lugar de leer, empiezan a tomarnos en cuenta y


publicamos nuestras vivencias. Estoy casi seguro que escribiríamos buenas
historias en carácter de superación y refuerzo de autoestima, como esos libros
que sienten que deben ser victoriados con redobles cada que se pronuncia el
nombre de su autor… desde Carlos Cuauhtémoc hasta el patiño televisivo
Jordi Rosado.

Una máxima del interés comercial vendiendo textos con portadas


juveniles, el mundo de los adolescentes ya se nos fue robado por el
materialismo neoliberal y si uno cree que la escena del adulto tratando de
orientar al joven no puede ser menos fastidiosa y tan típica que es parte de
nuestra vida diaria como el dormir y comer, a algún gracioso se le ha ocurrido
decir que esos escritos nos podrían ayudar a curar nuestra naturaleza rebelde.

Son consejos adultos en papel que nos fastidian y cansan, en la más


sincera opinión, una escena de malabares de los mas choteada, poco creativa,
intentos de impactante, con carácter de reformarnos a imagen de lo que el
autor cree bueno y malo, en su mayoría con una carga insoportable de
moralismos religiosos y tabúes sociales. Siempre siguiendo los mismos tres
puntos clave de una lectura de autoayuda: 1. vida desarmada o destruida, 2.
una serie de sucesos desafortunados que te arrastran al borde del suicidio, y 3.
un milagro casi divino que te ayuda a reflexionar antes de jalar el gatillo.

Actúan de la manera más vil para los conocedores de arte, atacan los
sentimientos humanos para hacerte llorar y reír. Su única intención es la de
hacerse un poco interesante y supuestamente crear un historia en la que
puedas ver reflejada tu vida.

Buscando salir de lo común con lecturas que pudieran dejarme una


enseñanza más haya del blablabla sobre la autoestima, que me es como una
clase de matemáticas después de un examen de ciencias sociales, llegue
hasta los estantes de libros que parecen que se coleccionan en la habitación
de mi hermano. Ninguno me llamo la atención todos se referían de héroes
históricos y otros de novelas de literatura universal.

Tome un libro donde en la portada aparecía un hombre de cazadora


verde olivo, una gorra algo sucia con una estrella roja en el centro y un titulo
nada alentador sobre ideas políticas del siglo pasado. Seguí recorriendo la
vista, me detuve cuando llegue a libros de didácticas y psicología; descubrí uno
perdido entre títulos que no le correspondían. Me estaba adueñando del que
parecía un titulo más. Su pasta azul y letras de color negro brillante en el lomo
llamaron mi atención, en la portada se trataba de asemejar a una pintura
rasgada y vieja. Ya nos conocíamos, ese libro era uno de los favoritos e
intocables; me atreví a tomarlo sin permiso.

La portada me levantaba sentimientos entrañables, las tripas se me


hacían nudo con la sonrisa tan enigmática que compartía la chica en su
portada. Por mucho tienen razón a quien llama esta imagen “la monalisa
holandesa”. El hermoso cuadro que nos presenta a la protagonista de la
historia con un enorme pendiente en forma de perla. No podía evitar que
conforme avanzaba la lectura tenia que girar muchas veces el libro para
observar el cuadro y encontrarme con el rostro de la protagonista.

La joven de la perla es una novela de carácter histórico, pero para nada


esta dedicada exclusivamente a personas a las que les guste la pintura o la
historia. Fue ideada en el cuadro del pintor Vermeer, donde nos cuentan los
acontecimientos trascurridos durante la elaboración del cuadro, situándose en
los paisajes de Holanda. Vermeer se nos presenta como un personaje con
misterios, muy difícil de comprender y en muchos momentos odiado y al que
dan ganas de golpear, la vez que se porta sensible e indefenso.

Una obra de arte sencilla con apenas 98 hojas puede levantar pasiones
que creemos tener escondida. Combina de un modo perfecto el arte y la pintura
con la literatura. Es un libro sobre arte, sobre una época histórica y no deja a la
vez de ser una novela muy bonita y emotiva que en ningún momento llega a
ser cursi o demasiado empalagosa, tampoco aburrida ni boba. Se disfraza
entre sus hojas la cruel y vulgar realidad para expresarse de un modo hermoso
como si tratara de esconder lo que ocurría.

El libro relata la historia de una joven llamada Griet, de 16 años de edad.


Esta joven vive en uno de los barrios más pobres de Delf, con sus padres, su
hermana Agnes de 12 años y su hermano Frans de 14 años. Su padre era un
maestro azulejero, y su hermano Frans trabajaba con su padre, para aprender
el mismo oficio de pintar a toda especie de figuras en azulejos blancos.
Comienza la historia con el terrible accidente que sufrió el padre de
Griet, perdiendo la vista y la posibilidad total de seguir trabajando, esto ocurrió
cuando un horno de cerámica exploto mientras el trabajaba. Los padres de
Griet la mandaran a trabajar como sirvienta, en la casa de un reconocido
pintor, llamado Vermeer, personaje que cambiaría su vida por siempre.

Vermeer era señor con una mirada y expresión misteriosa, era un


reconocido pintor que vivía en la misma ciudad que esta joven, era un
magnifico artista, casado con una señora llamada Catharina, tenía 5 hijos, y
uno en camino. Los Vermeer visitaron la casa del azulejero, como una
entrevista de trabajo, fue ahí donde Griet le roba el corazón al pintor, de una
manera tan simple, como fue su forma tan especial de cortar las verduras.

Desde ese momento, Griet se muda a casa de los Vermeer, fue un poco
duro abandonar a su familia, para empezar una vida alejada a todo lo que ella
estaba acostumbrada, aunque se hicieron la promesa de que se visitarían los
domingos. La casa de los Vermeer era entrar a un mundo que ella jamás había
conocido, era una casa enorme y llena de lujos. Esta casa era habitada por 4
niñas, un niño pequeño, la señora Catharina, la madre de ésta, Maria Thins y el
pintor, también se alojaba ahí Tanneke, que era una de las ayudantes en las
labores de la casa, Tanneke ya tenía tiempo de vivir en casa de los Vermeet,
era muy fiel a la señora Maria Thins y a sus patrones, por esta razón, veía a
Griet como una intrusa, y la hacía pasar unos muy malos ratos, en esta casa, le
aguardaba un montón de trabajo, como era lavar la ropa, restregar los pisos,
etc.

En un principio, Griet no se acostumbraba a su nueva forma de vida, se


sentía muy sola, pero nunca mostro disgusto alguno, incluso cuando veía a sus
padres los fines de semana. Griet siempre mantuvo la esperanza de poder
hablar con el pintor, a quien admiraba mucho.

La casa era muy grande, pero el trabajo de Griet se resumía a solo una
parte de la casa, un lugar donde Vermeer se pasaba las horas para terminar
sus pinturas, esa era la tarea de Griet, limpiar el estudio del pintor, ya que
necesitaba una persona meticulosa que limpiara con sumo cuidado, sin mover
nada de su sitio.
Era ahí donde Griet pasaba las horas limpiando el estudio con sumo
cuidado, Griet le fascinaba los trabajos del pintor, admiraba la complejidad y los
detalles de sus trabajos, en la esquina del estudio se encontraba un cuadro de
una bella dama, esposa del patrón de Vermeer, Van Ruijmen. La dama estaba
pintada con un collar de perlas y un hermoso vestido.

El trabajo de Griet en aquel estudio era el de limpiar todo con sumo


cuidado, y dejar los artefactos exactamente en el lugar donde se encontraban
aunque al principio le costo pensar como lo lograría, al poco tiempo encontró
una manera en la que podría recordar exactamente los lugares donde había
dejado las cosas, y al pintor le fascino.

Griet admiraba la manera en que el pintor plasmaba tan bellas


imágenes, y trataba de imaginar cómo es que unos simples colores se podían
transformar e algo tan bello y perfecto como eso, tanta era su admiración y
gusto por aquellas obras, que en los momentos que tenia con su familia, se
pasaba describiéndole a su padre los hermosos cuadros, a su padre lo hacía
feliz escuchar a su hija tan entusiasmada, pero su madre siempre se quedaba
intrigada con los comentarios que hacia su hija cuando hablaba del pintor. La
hermana de Griet tampoco estaba muy contenta con que su hermana estuviera
lejos de casa, ahora a ella le tocaban las tareas de la casa, y se sentía sola sin
Griet, aunque a veces se encontraban o hablaban, no era lo mismo a cuando
estaban juntas.

Aparte de las mil tareas que tenia Griet, entre ellas también figuraba el ir
a comprar la carne a un lugar llamado “La Lonja de la Carne”, era de un señor
llamado Pieter, el cual no le simpatizaba mucho, pero al parecer tenía un hijo
también llamado Pieter, el cual no pasaba desapercibido ante los ojos de Griet,
el siempre fue muy amable con ella cuando iba a comprar la carne, desde los
primeros momentos en que aquel joven empezó a ver a Griet, comenzó a
pretenderla y poco a poco fue enamorándose de ella.

La vida de Griet en aquella mansión no cambiaba mucho, y tampoco


mejoraba, ya que se encargaba de cuidar a las pequeñas hijas del pintor, y
aparte las tareas de la casa, el lugar donde la joven dormía era un pequeño
cuarto un poco triste y obscuro, los días fueron pasando y las cosas seguían
igual, aguantando las maldades de la hija Cornelia, y los malos tratos de
Tanekke, los días pasaban y poco a poco Griet se iba acostumbrando a su
nueva vida, y a su nueva por así decirlo, “familia”, la madre empezaba a
preguntarse si su lealtad estaba más en aquella casa, que con su familia.

Pasaban los meses y los días, y la esposa del pintor dio a luz a su hijo,
llamado Franciscus, con lo que conllevo a una serie de cambios en la casa,
Vermeer ya hablaba mas con Griet, y le había dado la tarea de moler las
pinturas, él le enseño con toda paciencia a hacerlo, pero tenían un pequeño
problema, Griet no solo se encargaba de moler aquellas pinturas, y sería
imposible explicarle a su esposa porque se pasaba tanto tiempo en el desván.

La solución fue perfecta, y fue ideada por Vermeet, era que Griet fuera a
dormir en el desván, para que Tanekke se mudara al cuarto de Griet y la
comadrona durmiera en el viejo cuarto de Tanekke, así fue que Griet se mudó
al desván, trabajaba día y noche, por las mañanas y tardes hacia los labores de
la casa, y en las noches se dedicaba a moler los colores para su amo.

Para los padres de Griet, no era nada fácil ver como la joven se iba
acostumbrando a su vida, aunque los padres no tenían ni idea de que ella le
ayudaba al pintor con las mezclas de los colores, cada ves que Griet hablaba
tan entusiasmada de su amo, su madre le expresaba su disgusto, ya que creía
que una sirvienta no debía de expresarse así de su amo, y fue entonces donde
a la pequeña le surgieron preguntas sobre sus sentimientos al pintor.

Al paso del tiempo, Griet ya mantenía una relación con el joven Pieter,
las cosas se iban haciendo cada vez más serias para el joven, y era lo que más
le preocupaba a Griet, ya que no se sentía con la madurez y edad suficiente de
llevar una relación así, por las noches, cuando estos dos jóvenes se
encontraban, normalmente en el callejón, a sentir su cuerpo pegado uno de
otro, aunque en esos momentos que tenían, Griet imaginaba que no era Pieter
con el que estaba, si no con el pintor Vermeer , cuando ya no pudo mas con
todo esto, fue a hablar con su hermano Frans, a la fábrica de azulejos, cosa
que él no entendía el porqué su padre le tenía tanto gusto, ya que él lo
detestaba. Griet le conto lo que le estaba sucediendo a su hermano, y al
parecer él la entendió a la perfección, ya que estaba pasando por algo
parecido, ya que la esposa del dueño de la fábrica, y él habían tenido una
aventura, ninguno de los dos hermanos conto sobre lo que les pasaba.

La relación que tenia Griet con Pieter, cada vez iba formalizándose más,
y cada vs que se veían el le contaba sobre los rumores que habían en las
calles, algunos mentira y algunos eran ciertos, como lo fue el que le contó
aquel día, Pieter le comento a Griet que la calle donde Vivian sus papas había
sido puesta en cuarentena, ella corrió a ver lo que sucedía, y como fue, la calle
estaba cerrada no permitían el paso, y nadie informaba nada sobre las
personas que vivían ahí, pasaron los días y mientras Griet moría de los nervios
y la desesperación de no saber que sucedía con su familia, cuando termino la
cuarentena, se topo con una terrible noticia, su hermana Agnes había muerto a
causa de esta terrible enfermedad.

Días después, el retrato de la hija del panadero quedó listo, Al ver el


retrato el panadero, sonrió una amplia sonrisa a toda su familia y se fue igual
de contento, el hecho de que no necesitara de horas para apreciar la belleza de
un cuadro sólo significaba que para él su belleza era evidente en cuestión de
minutos.

Un domingo por la mañana, Griet y su familia fueron a misa como era


costumbre, pero algo diferente sucedió ese día, los rumores acerca de la
relación que tenían Griet y Pieter se hacían cada vez más notorios, y aquel
domingo, Pieter se apareció por la iglesia para hablar con los padres de la
joven, era claro a lo que iba, expresar sus deseos de casarse con Griet. La
joven estaba bastante desconcertada, nerviosa y temerosa, sentía que estaba
aun muy pequeña para tomar un paso tan importante como era aquel.

Lo que sucedía en aquel desván y las tareas que la joven desempeñaba,


aun eran un misterio para los que vivían en aquella casa, desde que Griet
dormía en el desván, pasaba más tiempo con el pintor, ya que a veces
terminaba sus cuadros por la noche, la joven se sentía tan feliz de poder formar
parte de aquellas obras de arte, por mas mínimo que fuera su trabajo.

Catharina nunca estuvo del todo de acuerdo en que Griet durmiera en el


desván, tan cerca del lugar donde su esposo pasaba tantas horas, a Maria
Thins, también se le hacia un tanto sospechoso lo que sucedía entre el pintor y
la joven.

Cornelia y Tanekke se encargaron de hacerle la vida imposible a Griet,


le hacían tantas maldades podían, desde pintarle el delantal de rojo para que
Catharina y su amo la vieran, como esconderle una peineta de Griet, que era
pertenencia de su madre, por si no fuera poco, también le rompieron un azulejo
que Griet guardaba de recuerdo de ella y su hermano, cuando se enteraron de
estos incidentes, Cornelia fue castigada, pero Vermeer se molesto tanto, que
no había duda en que apoyaba a Griet, cosa que nunca sucedía en el, ya que
rara vez apoyaba a alguien que no fuera de su familia, este incidente hiso que
cambiaran las perspectivas de las mujeres de la casa hacia Griet.

Aunque la casa de los Vermeer estaba llena de lujos, adornos, piezas de


arte y era bastante grande, la situación económica en la casa de los Vermeer
no era nada favorable, alimentar a tantas bocas y pagarle a otras dos, ya era
un problema, el pintor tuvo que buscar alguna manera para poder solucionar
este problema, el pintor hablo con su jefe, para la creación de un nuevo cuadro,
a Van Ruijven le agrado la idea, pero ante todo, puso sus condiciones, y una de
ellas era que se retratara con la joven de ojos grandes, Griet, para Van Ruijven
fue imposible olvidarse de ella, cuando la joven escucho los rumores, se negó
completamente, finalmente logran convencer a Van Ruijven de pintar a Griet
sola.

Los días siguen pasando, y en la casa de los padres de Griet se siente


un vacio muy grande, los padres de la joven extrañan mucho a Griet, desde
que su hermanita falleció, su hijo Frans tenia mucho que no los visitaba por la
casa, esto ocasiono que Griet se preocupara, y lo fue a buscarlo a la fábrica de
azulejos, donde se encontró con la señora que le había saludado la ultima vez,
al preguntar por su hermano, ella le respondió que se había ido al extranjero,
ya cuando ella se marchaba, se pudo percatar de que la esposa del dueño
estaba embarazada.

Por esas fechas, Griet comenzó a entablar mas conversación con el


pintor, ya que pasaba las horas posando para él, al principio Griet se ponía
demasiado nerviosa cuando ella y el pintor cruzaban miradas, pero poco a
poco fue más fácil ir manteniendo la mente en blanco, ella no se sentiría
cómoda utilizando los vestidos de su esposa, así que utilizaba unos pedazos
de tela azules, y nunca llevaba el cabello suelto.

Griet moría por saber como iba quedando su cuadro, ya que los colores
que utilizaba no le daban ni una pista de cómo podría quedar, Griet ya se
consideraba una experta en saber lo que le faltaba a cada cuadro pero
prometió no verlo hasta que estuviera terminado.

Uno de esos días en que Griet se encontraba posando para Vermeer, el


pintor soltó un suspiro de agotamiento, le explico a la joven que ya estaba casi
listo su cuadro, pero que le faltaba algo, Griet se ofreció a ayudarle a saber lo
que era, la imagen era hermosa, las facciones eran perfectas pero sin duda,
algo le hacía falta, de inmediato, Griet supo lo que era, pero de solo pensarlo le
atemorizaba, poco después el pintor se da cuenta lo que le daría el toque final
a su pintura, y le pide a Griet que le haga favor de usarlo, algo que muy poco
tiempo después, le valdría el despido, Vermeer le pidió a Griet que posara con
los pendientes de su esposa.

Diez años después, Griet le llega una terrible noticia, el reconocido pintor
Vermeer había fallecido, pero según parece, su última voluntad fue que Griet
se quedara con aquellos pendientes con los que posó en aquel retrato
Conclusión

Las críticas que pude leer por el libro son positivas, no conozco quien
pueda hablar mal de las novelas de Tracy Chevalier. Han sido premiados en
algunas ocasiones por su manera tan real de transportarnos en el tiempo y
transmitirnos lo que los personajes sienten cuando se ven enfrentados a los
enormes abismos que abre con dudas e ironías.

Algunos hablan sobre las crueldades que reflejan entre líneas, las
desigualdades sociales y las limitaciones moralistas para los sentimientos. Son
golpes que resaltan la importancia del papel de la mujer para los hombres que
han trascendido en la historia, así como las pocas oportunidades que tenían
para salir adelante en medio de una cultura romanticista y sexista.

Aprendí que los valores que te imponen en la sociedad son subjetivos


cuando quienes dirigen la sociedad desean algo, los dominantes en las clases
sociales siempre han hecho lo que ellos desean y las consecuencias que
pueden traer siempre afectan a los de abajo. Como Vermeer que parece
deshumanizarse por obtener sus caprichos y deseos ante Griet, sin importarle
cuentas veces le hiere el corazón.

El luchar por lo que se quiere debe de ser puro, siempre siguiendo a la


razón y evitando pasiones que pueden atraernos consecuencias poco
agradables, los hombres con leyes propias y un autocontrol de las pasiones
llegan a convertirse en almas nobles y bellas. Los hombres que viven para
desear o ser deseados solo se destruyen a si mismos, se convierten en
criaturas espeluznantes que día a día van muriendo.

Antes de poder seguir leyendo otras novelas de la autora deberé esperar


a que pase el impacto que tengo cada que veo mi protector de pantalla, y veo
en el fondo la pintura de sonrisa enigmática “la joven de la piedra”.

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