No amarás los libros por encima de todas las cosas. Los libros son peligrosos precisamente porque son poderosos.
No tomarás los libros en serio. Recuerda que, decía
Chesterton, «el sincero amor por los libros no tiene más que ver con la inteligencia o la estupidez que cualquier otro amor sincero»; que «un estúpido puede disfrutar leyendo obras maestras exactamente igual que un estúpido puede disfrutar recogiendo florecillas».
No tienes por qué celebrar en absoluto las fiestas comerciales y
políticas en torno a los libros.
Honrarás a las grandes narraciones (aunque formalmente no
sean buenas) y a las grandes obras literarias (aunque no las hayas leído o no las entiendas).
Tendrás cuidado con los libros homicidas que matan el gusto y
la imaginación. Recuerda Don Quijote y Emma Bovary.
Tendrás cuidado con los libros ponzoñosos. Recuerda El
retrato de Dorian Grey. O, más concretamente, recuerda los lamentos de Julio Ramón Ribeyro: «la bestia de Bukowski ha dejado en mí su pútrida semilla», por lo que «tendré que esperar aún mucho tiempo para que el fantasma de este crápula no se interponga entre la realidad femenina y mis apetitos».
Tendrás cuidado con los libros ladrones de tiempo, como
muchos novelones insustanciales, o ladrones de tus mejores sentimientos, como muchos libros sarcásticos y cínicos. Recuerda lo que dice Gómez Dávila: «el tiempo limitado del lector se gasta en leer mil libros mediocres que embotan su sentido crítico y lesionan su sensibilidad literaria»; y que «al libro que leemos no le pedimos sólo talento, sino también buena educación».
Tendrás cuidado con los libros engañosos, en especial con los
que mienten diciendo la verdad. Por ejemplo, tantos relatos periodísticos sobre cuestiones actuales.
Tendrás cuidado con los libros que no incitan al respeto de los
demás y que nos hacen (no comprender sino) aplaudir a quienes se comportan injustamente. Por ejemplo, tantos thrillers.
Tendrás cuidado con los libros que incitan a la codicia y que
nos hacen disculpar e incluso envidiar a personajes despreciables. Por ejemplo, tantos de amor y lujo.
Sañudo Sepúlveda José Ángel #40
Prologo Algunas veces podemos recordar los cuentos infantiles como parte del pasado, cada quien recuerda su niñez como le place, para mí es muy importante esta etapa, estoy en un proceso en el cual mi infancia está llegando a su último momento; dejare atrás los cuentos de noche y con los que me entretenían en el kínder. con los que conocí el valor de la amistad, el amor hacia mí y el amor hacia los demás, la obediencia entre otros.
Los cuentos me formaron cuando pequeño a mí en lo
personal me encantaba el rey león yo incluso cuando tenía unos 5 años en mi transcurso de aprender a leer en el kínder tenía un libro con 10 cuentos incluso aun los puedo nombre eran la bella y la vestía, la historia de nunca jamás, el rey león, y entre otros que no es necesario mencionar pero yo podía más bien lo hacia todo los cuentos me los sabía de memoria y pues yo creo que formaron una gran parte de mi como ya lo dije me ayudaron a comprender la vida
Yo les recomendaría leer mucho esta antología estará
interesante porque tiene uno maravillosos cuentos por dentro (su contenido) por que recuerda que los cuentos son maravillosos para vivirlos y disfrutarlos gracias por su atención prestada Sañudo Sepúlveda José Ángel #40