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Palabras claves: Nulidad de Actos administrativos. Acto normativo, estado de derecho, Rama
Ejecutiva, Poder Público.
Abstract. This bibliographical research, based on written and electronic sources, presents the
study of the Special Theory of Administrative Act in Colombia and in particular the annulment of
administrative acts. The Administrative Act is the normative act that for general rule the
administrative officials of the State emit it, at national, departmental level, Distrital and municipal;
for exception, they emit it the other servants of the State belonging to the other branches of the
public power (legislative and judicial), those “control organisms” fiscal (Comptroller of Republic)
and Disciplinary (Procurator of State and Defense of the Town), those “electoral organisms” and
particular people when some and other public functions.
Key words: Nullity of administrative acts. Normative Act. Rule of law, Executive Branch, Public
Power.
____________________________
(*) Docente TC, Titular de Derecho Público en la Universidad de Nariño (Pasto-Colombia). Abogado en
1982, Magister en Derecho de la USTA-UDENAR, 1994. Doctor en Derecho Administrativo de la
Universidad de Navarra (Esp.), 1986. Doctor en Derecho de la Universidad de Lleida (Esp.), 1999.
Tratadista de Derecho Público, Par Académico de Maestrías y Doctorados del MEN-SACES. Web:
http://akane.udenar.edu.co/derechopublico. Correo: lriascos@udenar.edu.co
2
Ningún servidor del Estado o persona particular con función administrativa o prestación
de un servicio público en sede administrativa (mal llamada gubernativa, por todo lo explicado en
la primera parte de esta Obra), puede decretar la nulidad de un acto administrativo general o
particular, pues a tenor del artículo 238 constitucional, sólo la jurisdicción contencioso
administrativo (jueces de circuito administrativo, Tribunales Administrativos Departamentales o
regionales y el Consejo de Estado, como máximo Tribunal o autoridad de cierre), previo
procedimiento judicial pueden declarar la nulidad del acto mediante sentencia judicial o la
suspensión de la eficacia de los efectos jurídicos del acto administrativo, a través de la medida
cautelar del acto impugnado en el proceso judicial.
En términos ab initio, anular es excluir del ordenamiento jurídico vigente con efectos
jurídicos definitivos erga omnes y ex tunc (generales y retroactivos, sí son actos objetivos), o
inter alios y ex tunc (entre partes interesadas o legitimadas y retroactivos, sí son actos
subjetivos), un acto administrativo que se probó (causales de nulidad del artículo 137 del
C.P.A., y C.A.) por las autoridades judiciales previa demanda a través de un medio de control
judicial idóneo y pertinente (nulidad simple, nulidad y restablecimiento del derecho y por
excepción contractuales) que éste estaba incurso en una causal de nulidad o vicios intrínsecos
del acto, bien sean materiales o formales 100, según lo ha sostenido el Consejo de Estado en
reciente pronunciamiento.
_____________________
(99) Efectivamente, en España se diferencia la nulidad de pleno derecho de los actos administrativos
impugnados en vía judicial, de la anulación de los actos que se puede presentar de oficio o a
instancia de parte en vía administrativa, como veremos ut infra.
(100) el consejo de estado, sala contencioso administrativo, en sentencia de 27 de enero de 2011,
clasificó a las causales de nulidad así: “de manera particular, el artículo 84 del Código
Contencioso Administrativo, como causales de nulidad de los actos administrativos, contempla
como vicios formales, los de infracción de las normas en las que deben fundarse, expedición
por funcionario u organismo incompetente y expedición irregular y como vicios materiales: su
emisión con desconocimiento del derecho de audiencias y defensa, falsa motivación, o con
desviación de las atribuciones propias del funcionario o corporación que lo profirió”.
3
En nuestro país, los actos administrativos de carácter particular y concreto, al igual que
los actos condición (con elementos de acto general y acto subjetivo), se impugnan y deciden
por las autoridades contencioso administrativas, en igual forma y efectos jurídicos. Por eso, a
partir de aquí cuando nos refiramos a actos particulares o condición en cuanto a la impugnación
judicial estaremos haciendo alusión a unos y otros.
10.4.3. Están legitimados para impugnar actos administrativos los “ciudadanos”, “toda
persona” y la persona interesada. La jurisdicción contencioso administrativa
mayoritariamente es rogada, es decir, a instancia de parte legitimada para defender el
ordenamiento jurídico y/o su derecho subjetivo y fundamental originado en normas
constitucionales, legales o de carácter administrativo. En tal virtud, en los procesos contencioso
administrativo están legitimados para incoarlos, según la clase de proceso, medio de control
judicial e intereses y derechos en juego, así: a) Sí el medio de control judicial es de “nulidad por
inconstitucionalidad” podrá incoarlo cualquier “ciudadano”, es decir, las personas mayores de 18
años e identificadas con la “cédula de ciudadanía” o Documento Nacional de identidad vigente;
b) Sí el medio de control es de nulidad simple, lo puede hacer “toda persona”, por sí o por
medio de representante legal de una persona jurídica de derecho público o derecho privado, o
bien mediante abogado (ius postulandi); c) Sí el medio de control es de nulidad y
restablecimiento del derecho, lo puede impetrar “toda persona que se crea lesionada en un
derecho subjetivo amparado en una norma jurídica” constitucional, legal o de carácter
administrativo (acto o decisión); y, d) Si el medio de control es contractual, podrá demandarse
por las personas interesadas en el contrato estatal respectivo, si los actos contractuales son
previos podrán hacerlo a través de los medios de control de nulidad y nulidad y restablecimiento
del derecho; pero si se trata de actos contractuales concomitantes y posteriores y si ya no están
dentro de los cuatro (4) meses de caducidad de la acción de nulidad y restablecimiento del
derecho, lo pueden hacer con el medio de control de nulidad (no tienen caducidad) y las
contractuales, cuya caducidad es de dos años.
El control de los actos por vía de excepción, es oficioso por parte del juez administrativo
o magistrado ponente, según el ámbito de competencia y jurisdicción y, siempre y cuando se
realice dentro de un proceso contencioso administrativo, cualquiera sea su naturaleza y clase.
También puede iniciarse a instancia de parte, con el mismo objetivo, es decir, inaplicar una
norma jurídica o acto administrativo, cuando vulnere la Constitución o la ley. La decisión de
inaplicación tendrá “efectos inter partes” y se extenderán “solo” en relación con el proceso
dentro del cual se adopte la decisión.
_______________________
En esta Obra analizaremos brevemente algunos de estos mecanismos para anular actos
administrativos. El medio de control inmediato de legalidad por vía de acción, y el control de
constitucionalidad por vía de excepción, fueron analizados en el capítulo de fuentes del
Derecho.
El artículo 184 del C.P.A., y C.A., en los numerales 2º a 7º, establece un procedimiento
contencioso administrativo eminentemente escrito, similar al existente en el C.C.A. y sumario en
cuanto a términos, a diferencia de otros procesos, por ejemplo, el proceso de nulidad electoral
que es mixto (etapa escrita de la Litis contestatio y a partir de allí, etapas orales: inicial, de
pruebas y final de alegatos y juzgamiento).
Además les corresponde de conformidad con los artículos 151 a 153 ibídem, conocer de
los medios de control judicial de nulidad, nulidad y restablecimiento del derecho y contractuales,
contra los actos administrativos objetivos, subjetivos y mixtos que dicten “autoridades estatales”
en términos del artículo 2-1º ibídem, de carácter nacional (por excepción), y de ámbito
departamental y municipal (por regla general), por las causales de nulidad previstas en el
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artículo 137 ibídem, que en el fondo se resumen a causales por violación de la Constitución y la
ley.
______________________
(103) “La ley hace de pantalla entre el acto administrativo que se juzga y la Constitución, impidiendo la
anulación del acto por aplicación directa de la Constitución”. SILVA IRARRÁZAVAL, Luis A. El
control de constitucionalidad… Ob., ut supra cit.
9
Según el artículo 22 del Decreto-ley 2067 de 1991, “La Corte Constitucional deberá
confrontar las disposiciones sometidas a control con la totalidad de los preceptos de la
Constitución, especialmente los del Título II, salvo cuando para garantizar la supremacía de la
Constitución considere necesario aplicar el último inciso del artículo 21”, es decir, que “la
declaratoria de constitucionalidad de una norma impugnada por vicios formales no obsta para
que ésta sea demandada posteriormente por razones de fondo”. Esto es lo que doctrinal y
jurisprudencialmente se conoce como “control constitucional integral” y previsto también en el
artículo 46 de la Ley 270 de 1996.
Este control explica que la jurisdicción contencioso administrativa deberá entender que
la infracción directa de la Constitución se extiende al análisis de la confrontación del acto
administrativo impugnado con la plenitud las normas constitucionales, el cual se extenderá a los
vicios de forma y de fondo del acto, a fin de declarar mediante sentencia judicial la nulidad del
acto impugnado, “pues el imperio del orden jurídico y el restablecimiento de la legalidad…se
recobran…por el pronunciamiento definitivo del juez administrativo” (Consejo de Estado, Sala
C.A., Sentencia de Enero 18 de 2000).
Por el sistema deductivo, veamos cuáles serían los actos administrativos generales o
“decretos de carácter general”, como llama el artículo 135 del C.P.A., y C.A., que son de
conocimiento de la jurisdicción contencioso administrativo tanto por el Consejo de Estado de los
de ámbito nacional, como a los Tribunales Administrativos y los jueces administrativos en el
ámbito territorial departamental, distrital y municipal, pues a éstos les corresponderá el
conocimiento de los actos generales que emitan las “entidades y organismos distintos del
Gobierno Nacional” (artículo 151 y ss., del C.P.A., y C.A).
tiempo, por sí mismo o por medio de representante. En este punto es igual a lo que estaba
previsto en el artículo 97-7 del C.C.A.
Como ut supra dijimos, los requisitos de la demanda, serán los que están previstos en el
artículo 162 del C.P.A., y C.A., para todas las demandas contencioso administrativos, con la
nota especial que se deberá indicar las normas constitucionales que se consideren infringidas y
exponer en el concepto de la violación las razones que sustentan la inconstitucionalidad, por
tratarse de un medio de control judicial contra una norma jurídica: el decreto de carácter
general, y no contra una persona natural o jurídica. En este punto, es igual a lo previsto en el
artículo 2º del Decreto-Ley 2067 de 1991, para las demandas de inconstitucionalidad de normas
jurídicas legales.
(iii) Intervención de las personas con interés directo en acto acusado. En el auto
admisorio de la demanda, el Magistrado ponente ordenará la notificación de las personas que
tengan interés directo en el resultado del proceso. Estas en el término de diez (10) días, podrán
contestar la demanda, proponer excepciones y solicitar pruebas.
demanda hasta la sentencia, pasando por las causales de anulación de los actos
administrativos electorales, las audiencias: inicial, de pruebas y alegatos y juzgamiento.
“Cualquier persona” está legitimada para incoar un medio de control de nulidad electoral
(artículo 139 C.P.A., y C.A.) y concretarlo en una demanda que debe reunir los requisitos
previstos en el artículo 162 y 163 ibídem), la cual tiene por objeto solicitar la “nulidad de los
actos de elección por voto popular o por cuerpos electorales, así como de los actos de
nombramiento que expidan las entidades y autoridades públicas de todo orden. Igualmente
podrá pedir la nulidad de los actos de llamamiento para proveer vacantes en las corporaciones
públicas”.
El inciso 2º del artículo 139 ibídem, aclara: “En elecciones por voto popular, las
decisiones adoptadas por las autoridades electorales que resuelvan sobre reclamaciones o
irregularidades respecto de la votación o de los escrutinios, deberán demandarse junto con el
acto que declara la elección. El demandante deberá precisar en qué etapas o registros
electorales se presentan las irregularidades o vicios que inciden en el acto de elección”.
podrá anular un acto electoral tanto por las causales previstas en el artículo 137 ibídem, como
las previstas en dicho artículo.
Las causales genéricas de nulidad son: (i) violación del ordenamiento jurídico vigente, (ii)
la falta de competencia, (iii) la forma irregular en la emisión, (iv) el desconocimiento del derecho
de audiencia y defensa, (v) la falsa motivación; y, (vi) la desviación de las atribuciones propias
de quien los profirió.
1. Se haya ejercido cualquier tipo de violencia sobre los nominadores, los electores o las
autoridades electorales. 2. Se hayan destruido los documentos, elementos o el material
electoral, así como cuando se haya ejercido cualquier tipo de violencia o sabotaje contra estos o
contra los sistemas de votación, información, transmisión o consolidación de los resultados de
las elecciones. 3. Los documentos electorales contengan datos contrarios a la verdad o hayan
sido alterados con el propósito de modificar los resultados electorales. 4. Los votos emitidos en
la respectiva elección se computen con violación del sistema constitucional o legalmente
establecido para la distribución de curules o cargos por proveer. 5. Se elijan candidatos o se
nombren personas que no reúnan las calidades y requisitos constitucionales o legales de
elegibilidad o que se hallen incursas en causales de inhabilidad. 6. Los jurados de votación o
los miembros de las comisiones escrutadoras sean cónyuges, compañeros permanentes o
parientes de los candidatos hasta en tercer grado de consanguinidad, segundo de afinidad o
único civil. 7. Tratándose de la elección por voto popular por circunscripciones distintas a la
nacional, los electores no sean residentes en la respectiva circunscripción; y, 8. Tratándose de
la elección por voto popular, el candidato incurra en doble militancia política al momento de la
elección.
Según el artículo 281 del C.P.A., y C.A., en una misma demanda no pueden acumularse
causales de nulidad relativas a vicios en las calidades, requisitos e inhabilidades del elegido o
nombrado, con las que se funden en irregularidades en el proceso de votación y en el
escrutinio.
Este proceso contencioso especial, como los demás procesos previstos en el C.P.A., y
C.A., es un proceso de naturaleza jurídica mixta: escriturario y oral. La primera parte del
proceso es típicamente escrita. En efecto, la etapa de la Litis contestatio, constituida por la
presentación de la demanda con su anexos; la solicitud de medidas cautelares, como la
suspensión temporal de los actos, sí fuere del caso; el auto admisorio de la demanda, traslado
de la misma a los demandados, así como la contestación de la demanda con sus anexos.
(i) Audiencia inicial. Según el artículo 283 ibídem, se llevará a cabo en un término no
menor de cinco (5) días ni mayor de ocho (8) días a la fecha del auto que la fijé. Dicha
audiencia tiene por objeto proveer al saneamiento, fijar el litigio y decretar pruebas.
Cuando se trate de asuntos de puro derecho o no fuere necesario practicar pruebas, procederá
según lo dispuesto en la parte final artículo 179 ibídem, es decir, el juez prescindirá de la etapa
de pruebas y procederá a dictar la sentencia dentro de la audiencia inicial, dando previamente a
las partes la posibilidad de presentar alegatos de conclusión.
(ii) Audiencia de pruebas. Se regirá por los parámetros legales y directrices establecidas
en el artículo 181 del C.P.A., y C.A. Se audiencia que será ininterrumpida será en el período de
quince (15). Las pruebas se practicarán en la misma audiencia, la cual excepcionalmente se
podrá suspender en los siguientes eventos: (i) En el evento de que sea necesario dar traslado
de la prueba, de su objeción o de su tacha, por el término fijado por la ley; y, (ii) A criterio del
juez y cuando atendiendo la complejidad lo considere necesario.
(i) Actos administrativos generales u objetivos. Según el artículo 137-1º del C.P.A., y
C.A., Ab initio, el medio de control de nulidad se ha creado para impugnar actos administrativos
de carácter abstracto e impersonal, también llamados: “actos objetivos” porque crean, modifican
o extinguen una relación jurídica general. Esta era la regla legal y única en vigencia del C.C.A.,
aunque por vía jurisprudencial reiterada del Consejo de Estado, de la “teoría de los móviles y
fines” 104 era tan solo una de las formas posibles de Impugnación de actos administrativos
objetivos, a la luz de dicha teoría jurisprudencial, si se lograba demostrar que con la acción de
nulidad simple no se pretendía el restablecimiento automático de un derecho en interés propio o
de terceros, pues en caso contrario, el proceso podía terminar con sentencia inhibitoria (C. de
E., Sentencia de febrero 23 de 2010), por actuación ex officio del juez del conocimiento, o bien
cuando previamente a haber sido excepcionada la demanda por ineptitud sustantiva por parte
de la entidad demandada, en su momento procesal, el juez terminaba el proceso reconociendo
la excepción e igualmente inhibiéndose para decidir el caso. Esta postura jurisprudencial de
cara al nuevo C.P.A., y C.A., no es necesaria ni procedente por lo ut supra mencionado, ya que
el artículo 137 ibídem posibilita la impugnación de actos objetivos y/o subjetivos por el medio de
control de nulidad simple.
____________________
(104) La teoría surgida en 1959 y consolidada en el 1961 en Sentencia de Agosto 10, “con base en la
cual cabe decir que la naturaleza y características de las acciones se deduce de la ley, en cuanto
de la misma se desprenden los fines y motivos que corresponden a cada una de ellas, y que en
relación con la acción de simple nulidad contra los actos administrativos particulares sólo procede
cuando la anulación del acto no implica el restablecimiento automático de un derecho particular y
concreto, pues en el evento contrario la acción que corresponde es la subjetiva, esto es, de
nulidad y restablecimiento del derecho, así el actor sostenga que no es esa su finalidad, o en las
situaciones que ha señalado la jurisprudencia de esta Corporación. Pero el hecho de que se haya
invocado el ejercicio de la acción pública de nulidad consagrada en el artículo 84 del C.C.A. no
convierte per se la acción en improcedente, pues, en aras de garantizar la prevalencia del
derecho sustancial, debe el juzgador interpretar la demanda y analizar si se dan o no los
presupuestos para adecuarla a la acción de nulidad y restablecimiento del derecho prevista en el
artículo 85 ibídem”. (C. de E., Sentencia de octubre 18 de 2007).
15
subjetivo a favor del demandante o de un tercero 105. 2. Cuando se trate de recuperar bienes de
uso público. 3. Cuando los efectos nocivos del acto administrativo afecten en materia grave el
orden público, político, económico, social o ecológico 106; y, 4. Cuando la ley lo consagre
expresamente 107.
En vigencia del actual C.P.A., y C.A, al normativizar la teoría de los móviles y los fines
en el artículo 137, hoy por hoy, se pueden impugnar los actos objetivos por los medios de
control de nulidad simple y/o nulidad y restablecimiento del derecho (o acción resarcitoria) 108, y
en forma adicional y excepcionalísima por los medios contractuales.
___________________
(105) “Se persigue la nulidad de la Decisión del Comité de Usos del Suelo del municipio Dosquebradas,
Risaralda, notificada el 5 de marzo de 2002, consistente en aprobar la solicitud de permiso para
uso del suelo a fin de trasladar los servicios exequiales o funerarios CASA “A”, a la carrera “XXX”,
municipio de Dosquebradas, solicitada por el señor “ABC”. Esa decisión efectivamente constituye
un acto administrativo, y como tal es de carácter particular y concreto, pues crea o contiene una
situación jurídica subjetiva en cabeza del solicitante, aunque tiene efectos directos e inmediatos
en los vecinos del predio, sean propietarios, poseedores o tenedores de inmuebles aledaños al
mismo. Por tanto, en la presente actuación están involucrados intereses particulares, como son
los del titular del permiso y los de los vecinos del predio y habitantes del sector donde éste se
encuentra, de allí que la eventual anulación del acto implicará automáticamente la afectación de
esos derechos, volviendo las cosas a su estado anterior, de allí que se genera un perjuicio para el
titular y restablecimiento del derecho para el actor, pretensiones que deben perseguirse a través
del ejercicio de la acción consagrada en el artículo 85 del C.C.A” (Sentencia S.A, Octubre 18 de
2007). No es la naturaleza del acto que se demanda la que determina el tipo de acción incoada
sino los objetivos y las consecuencias que de ella se derivan (Salvamento de voto). También, C.
de E. Auto de Febrero 5 de 2004.
(106) “Cuando el acto despierte un especial interés para la comunidad que trascienda el mero interés
de la legalidad en abstracto, comprometiendo el orden público, social o económico del país”.
Sentencia de Agosto 10 de 1996 del Consejo de Estado.
(107) Reconocida la viabilidad excepcional de la acción de nulidad en los eventos previstos en los
numerales 3º y 4º del artículo 137 del C.P.A., y C.A., ya en la sentencia de Agosto 10 de 1996 del
Consejo de Estado.
(108) La Corte Constitucional, en la Sentencia T-836-2004, expuso: “La parte resolutiva de la Sentencia
C-426 de 2002 es clara y enfática al señalar que la acción simple de nulidad procede contra actos
de contenido particular cuando “la pretensión es exclusivamente el control de la legalidad en
abstracto del acto”. En estos términos, si en la demanda no figura una pretensión encaminada al
restablecimiento del derecho y la única que se consigna es la de la simple nulidad del acto, no le
está permitido al juez rechazarla con el argumento de que la verdadera intención del libelo es el
restablecimiento del derecho”.
16
En vigencia del C.C.A., de 1984, la regla general de la impugnación judicial de los actos
objetivos o generales se concretaba a través de la acción de nulidad simple y la de los actos
subjetivos por la acción de nulidad y restablecimiento del derecho. La excepción, con base en la
“teoría de los móviles y los fines” y por vía jurisprudencial, estaba constituida por la impugnación
ante la jurisdicción contencioso administrativo de actos objetivos y subjetivos por las acciones
de nulidad simple y/o nulidad y restablecimiento del derecho, previo el lleno de unos requisitos
de forma y fondo.
En vigencia del C.P.A., y C.A., de 2011, se termina el esquema propuesto por el C.C.A.,
y se matiza la histórica teoría de los móviles y los fines.
El artículo 138 del C.P.A., y C.A., pueden impugnarse mediante el medio de control
judicial de nulidad y restablecimiento del derecho, los actos particulares o subjetivos, los actos
generales u objetivos, así como los “actos intermedios de ejecución o cumplimiento del acto
general”.
11.3.3.1. En Colombia se sanciona con la nulidad de los actos administrativos, por regla
general solo los vicios intrínsecos del mismo
En nuestro derecho, como ut supra se dijo en la Parte Primera de esta Obra jurídica, los
vicios extrínsecos en los que incurre un acto, tales como la defectuosa o irregular notificación
y/o publicación de un acto administrativo no conducen a la declaratoria de nulidad por parte de
la jurisdicción contencioso administrativo. Dichos vicios son subsanables en vía administrativa a
instancia de parte o de oficio por la autoridad emisora del acto o por el superior jerárquico. La
subsanación o corrección de la irregularidad o defecto, se puede hacer por mecanismos jurídico
administrativos diferentes a la nulidad, tales como los recursos administrativos e incluso por la
revocatoria ex officio o a instancia de parte. Excepcionalmente, estos vicios extrínsecos del acto
pueden configurar uno o varios elementos determinantes para una causal de nulidad. Es el
caso, de elementos, que aun siendo de forma, afectan a la esencia del acto, tales como las
ritualidades que si se omiten desconocen derechos fundamentales como el debido proceso
administrativo y consecuentemente la defensa oportuna, real y garante a favor del titular,
interesado o administrado, prevista en el artículo 29 constitucional. Como más adelante,
veremos el C.P.A., y C.A., recoge esta excepción como una de las causales para anular los
actos administrativos: Emisión Irregular del acto administrativo.
Sin embargo, por regla general, los vicios intrínsecos presentes en el inicio, la
instrucción, el desarrollo y la culminación o la terminación del procedimiento administrativo que
tiene por objeto la creación o configuración de un acto administrativo, si constituyen base y
fundamento de una o varias causales de nulidad del mismo.
Entre los autores que más se acercan a nuestra clasificación codificada de causales de
nulidad de actos desde la Ley 167 de 1941 hasta el actual nuevo Código son Marienhoff y
18
Bielsa 109, quienes elaboran una clasificación de los vicios en los que puede incurrir el
procedimiento administrativo creador de un acto administrativo, desde su inicio hasta su
terminación.
Sobre los vicios presentes en dicho procedimiento, Bielsa manifiesta que estos son: 1.
Los “vicios atinentes a la expresión de la voluntad son: Error, ignorancia, violencia y dolo”. 2.
Los “vicios atinentes a los elementos esenciales”, son: (i) en cuanto a los “sujetos, su
competencia y la capacidad del funcionario y del administrado”; (ii) respecto de “la causa:
motivo”; (iii) el “contenido: objeto”, las “formas”; y, (iv) por último, “la finalidad: Desviación de
poder”; y, 3. En lo relativo a los “vicios atinentes a los elementos accidentales”, que pese a la
definición del autor, no son ni tan “accidentales” sino elementos contingentes del acto.
Unos y otros vicios afectan el núcleo intrínseco del acto administrativo, pues afectan la
“competencia” y los “requisitos para la legitimidad: 1. Voluntad generadora: error, fuerza y dolo,
2. Formación del acto, 3. Causa del Acto, 4. Forma del acto, y 5. Motivación del acto”.
Con base en estos postulados el autor plantea la clasificación de las causales de nulidad
del acto que coincidían con las que traía el artículo 84 del C.C.A., y hoy por hoy el artículo 137
del C.P.A., y C.A., con leves retoques gramaticales. La causal primera, es la que viola
genéricamente ese principio de legalidad, y por ello se habla de actos ilegales. Pero a la par
por esta actividad y actos ilegales, también se puede plantear formas de violar una norma
jurídica superior: la Constitución.
Las formas más conocidas son conocidas con el nombre de causales de ilegalidad o de
anulación, son: a) Incompetencia; b) Vicios de forma y procedimiento; c) Desvío o desviación de
poder; d) Ilegalidad en cuanto al objeto; y, e) La falsa motivación.
Jaime Santofimio 111, es quizá quien con mayor profundidad ha planteado el estudio de
las causales de nulidad de los actos, vistas desde la “teoría de los vicios invalidantes” y más
concretamente los “vicios propiamente de la legalidad”, siguiendo para ello a un gran grupo de
tratadistas brasileños, como Celso Agriola; a españoles como González Navarro, Álvarez-
Gendín, Fraga Gabino y García de Enterría); a venezolanos como Brewer Carías); a alemanes,
como Forsthoff y a colombianos como Betancur J., y Vidal Perdomo, entre muchos otros.
________________________
(109) Citados por LARGACHA M., Miguel y POSSE V., Daniel. Causales de anulación de los actos
administrativos. Ediciones Doctrina y Ley. Bogotá, 1988, p. 51 a 58.
(110) RODRIGUEZ R., Libardo. Derecho Administrativo… Ob., ut supra cit., p. 213 a 216
(111) SANTOFIMIO, Jaime O. El Acto Administrativo… Ob., ut supra cit., p. 269 y ss.
19
La Teoría de los vicios invalidantes, según el autor citado, señala y estudia las diversas
circunstancias, acciones u omisiones, que una vez producidos le restan legalidad a la
manifestación de voluntad de la Administración; es decir, la hacen no válida. Esta teoría surge
en el análisis puntual de los presupuestos de los actos administrativos o en el incumplimiento
por parte de la administración de los requisitos y trámites de su voluntad. La validez depende de
que concurran los elementos y requerimientos establecidos previamente en el ordenamiento. La
negación o renuencia a la aplicación de los preceptos de la legalidad, constituye causa
eminente de vicios que pueden llevar a la invalidez y consecuentemente a la ineficacia de un
acto administrativo.
En tal virtud, el tratadista estudia las causales de nulidad de los actos, desde el punto de
vista de los vicios invalidantes internos y externos del acto, previamente criticando al legislador
colombiano por ubicar anti-técnicamente algunos de éstos vicios en el artículo 84 del C.C.A.,
como sí la “acción de nulidad” fuera el único remedio jurisdiccional para corregir los vicios de
que adolece todo acto administrativo que cuenta con la “presunción de legalidad” en todo caso
(acto válido, no válido, eficaz o no eficaz). Presunción que por ser juris tantum, es cuestionable
o desvirtuable.
Entre los vicios de los elementos externos, el autor ubica, aquellos que pueden afectar al
sujeto activo en su competencia (territorial, de materia, de tiempo, jerarquía horizontal,
usurpación de poder, funcionario de hecho) o en su voluntad. Así mismo, se ubican aquí los
vicios de forma y el desconocimiento del derecho de audiencia o de defensa (artículo 29,
constitucional). En igual forma, los referidos al Sujeto pasivo y a las formalidades del acto.
En los vicios de los elementos internos, encontramos: Los vicios originados en los
elementos internos del acto (por ilicitud, imposibilidad o inexistencia), vicios del motivo del acto
(falsa motivación) y, los vicios de la finalidad del acto (desvío de poder).
Las causales de nulidad de los actos como medios extintivos de la vida jurídica de los
actos administrativos objetivos, subjetivos e intermedios de ejecución o cumplimiento del
general, están previstos en el artículo 137 del C.P.A., y C.A.
Las causales de nulidad genérica para todos los actos administrativos, incluidos los
actos electorales, son: (i) infracción de las normas en que deberían fundarse; (ii) incompetencia
del emisor; (iii) forma irregular del acto; (iv) desconocimiento del derecho de audiencia y
defensa; (v) falta motivación; y, (v) desviación de las atribuciones propias de quien los profirió.
11.3.3.2.1. Primera causal: Infracción de las normas en que debía fundarse el acto.
Tanto el C.C.A., como el nuevo C.P.A., y C.A., toman como primera causal de nulidad de
los actos administrativos, la “infracción de las normas en que debía fundarse el acto”, sin
embargo, ni la doctrina ni la jurisprudencia colombianas utilizaron en sus estudios y
providencias judiciales, dicha frase para referirse a la causal primera como incursa por parte de
un acto administrativo que se incoaba ante la jurisdicción contencioso administrativa, más aún,
hoy no sigue pareciendo una proposición jurídica incompleta la causal que se refiere a la
infracción de “normas”, cuando debió completarse con “normas jurídicas superiores” que se
entenderían a las normas legales (leyes y Decretos con fuerza de ley) y normas
constitucionales (Actos legislativos, Actos constituyentes y la Constitución misma, como fueron
analizados en la Parte Primera de esta Obra jurídica). En esta omisión legislativa, no se debió
dejar al azar del deber ser sino al ser de qué se infringe o vulnera, para ubicarnos en un marco
teórico kelseniano y de respeto, integridad y supremacía de las normas constitucionales que
debe observar el resto de las normas jurídicas incluidos los actos administrativos que también
son normas jurídicas.
Por eso brevemente analizaremos el origen de la causal de nulidad de los actos y luego
trataremos de completar la omisión legislativa vía doctrinal y veremos las tres formas de
vulneración de las normas jurídicas.
La violación del ordenamiento jurídico superior, como primera causal para solicitar la
declaratoria de nulidad ante el contencioso administrativo, ya desde el derecho francés había
sido propuesta por André de Laubadéré 112, como la primera y la única causal para ser invocada
por el titular, administrado o interesado en un caso concreto. En efecto, el autor citado, sostenía
diversas modalidades de ilegalidad o violación del ordenamiento jurídico en el procedimiento o
expedición de un acto administrativo, que podía ser invocada por el titular interesado.
Estas modalidades son: (i) La Ilegalidad relativa a la calidad del autor del acto, donde
ubica la incompetencia; (ii) La ilegalidad relativa al fin perseguido. En esta se encuentra la
Desviación de poder; (iii) La ilegalidad relativa a la forma. Omisión de formalidades o
procedimientos previstos en la ley; (iv)) La ilegalidad relativa al objeto. La más común, el
contenido del acto está en contradicción de la ley; y, (v) La ilegalidad relativa a los motivos.
Estos motivos son los hechos que han provocado la decisión, que han determinado a su autor a
tomarla. Se da en dos posibles órdenes: 1. Ilegalidad por inexistencia material o jurídica de los
motivos (error de hecho o error de derecho). 2. Los motivos por su naturaleza no podían
justificar legalmente la medida tomada: Cuando el auto dispone de un poder reglado (o
competencia reglada), y no cuando dispone de un poder (o competencia) discrecional.
El autor sostiene: “La pregunta se la hecho la doctrina, y ella ha contestado con tres
argumentos: a) porque los demás vicios sólo contemplan aspectos particulares de la ilegalidad;
b) porque el vicio de violación de normas superiores comprende no sólo a los referentes a la
competencia, la forma, el motivo y el fin, sino a los demás que puedan darse (agregamos v.gr. a
los vicios de la voluntad administrativa, y el objeto del acto, que son sus elementos) y c) porque
fueron razones históricas las que le dieron nacimiento al vicio que se examina ("la violación de
la ley" apareció para admitir la violación de los "derechos adquiridos"), razones que no deben
desconocerse, y porque el derecho no es una ciencia matemática”.
Sin embargo, creemos que la violación del ordenamiento jurídico superior como causal
primera adquiere relevancia por la importancia que a éste se le da, más no porque se quiera
subsumir todos los supuestos de vulneración en una sola causal, pese a que tácitamente es
factible, pues por razones didácticas y pedagógicas --que no jurídicas--, se impone la distinción
de las mismas atendiendo a las diferentes figuras jurídico administrativas que cada causal
genera. De hecho, hemos preferido seguir la clasificación de las diversas modalidades de la
llamada ilegalidad del acto planteada por Laubadéré, a fin de exaltar que en cada una de ellas
directa o indirectamente se está vulnerando el ordenamiento jurídico vigente, para indicar que
en cada una se trasgrede este ordenamiento desde la óptica de la competencia, las
formalidades o desconocimiento del derecho de audiencia o defensa, la falsa motivación del
acto y la desviación de poder.
2) Qué debe entenderse por la “infracción de las normas en que debía fundarse el
acto” administrativo
Una gran mayoría de juristas, resumían esa “infracción de las normas”, en forma
incompleta con la manifestación de que “el acto administrativo viola la Constitución y la ley”, o
peor aún porque viola el “imperio de la ley”.
(113) Ob., cit., PENAGOS, Gustavo. Derecho Administrativo… Ob., ut supra cit. p. 112
22
administrativas.
No olvidemos que el artículo 103 y 104 del C.P.A., y C.A., establece que la jurisdicción
de lo contencioso administrativo, tienen por “objeto la efectividad de los derechos reconocidos
en la Constitución Política y la ley y la preservación del orden jurídico”, y que en consecuencia,
“esta instituida para conocer, además de lo dispuesto en la Constitución Política y en las leyes
especiales”. El objeto y finalidad de la jurisdicción contencioso administrativo, certifican que “la
infracción de las normas en la que se funda el acto”, no puede ser solo la ley formal y
materialmente entendida, sino la infracción abarca a todo el ordenamiento jurídico vigente.
El ordenamiento jurídico vigente está compuesto por una serie de normas jurídicas que
partiendo de la principal norma a la cual le deben observancia plena el resto de normas
jurídicas en caso de entrar en conflicto o controversia normativa con aquellas son: La ley como
producto del Congreso de la República; los Decretos con fuerza de ley (Decretos-leyes y
Decretos legislativos o Extraordinarios) del Gobierno nacional; y, los actos administrativos
generales o reglamentarios y subjetivos o particulares de autoridades y organismos nacionales,
seccionales (departamentales y distritales) y locales (municipales y corregimentales); así como
también los actos administrativos objetivos y subjetivos de las personas particulares que
cumplen funciones administrativas (v.gr. Cámaras de Comercio, Federación de Cafeteros,
Cajas de Compensación Familiar, Academias de historia, de la lengua, jurisprudencial, etc.).
dicha declaratoria, pues solo puede disponer la de nulidad”. Sin embargo, como lo reconoce el
mismo Consejo de Estado, la jurisdicción contencioso administrativa con base en el control de
constitucionalidad y legalidad sobre el acto administrativo, tras el ejercicio de la acción de
nulidad, está preservando el principio de jerarquía y respeto normativo previsto en el artículo 4,
constitucional, cuando “frente al fenómeno de la inconstitucionalidad sobreviniente dispone la
declaratoria de nulidad del acto administrativo que se encuentra incurso en ella, a partir de la
entrada en vigencia de la norma constitucional”.
Vicios de inconstitucionalidad
(114) SANTOFIMIO, Jaime. El Acto Administrativo… Ob., ut supra cit., p.276 y ss.
(115) TAMAYO Y SALMERON, Roland, citados por SANTOFIMIO, Jaime. El acto administrativo…
Ob., ut supra cit., p. 276 y ss.
(116) SANTOFIMIO, Jaime. El Acto Administrativo… Ob., ut supra cit., p. 276 y ss.
24
Vicios de legalidad
Para Jorge Olivera 117, la violación de la ley o falta de concordancia del acto con aquella,
puede presentarse, así: 1. Cuando la Administración manda una cosa distinta de lo que la ley
establece, es decir, el agente se aparta, en todo o en parte, de la norma legal que rige el acto;
2. Cuando se haga una interpretación equivocada de la norma aplicable; 3. Cuando se mande
en un caso con supuestos de hechos distintos de los que el legislador estableció como
necesarios para que se emitiera el acto, esto es incurriendo en error de hecho acerca de la
existencia o de la apreciación de las circunstancias que según la norma determinan la
producción del acto. Se ha dicho en este último caso que se violan los presupuestos.
Agrega, el citado autor: “en el vicio de violación o falta de concordancia del acto con la
ley ha existido competencia y observancia de las formas legales, pero el contenido mismo del
acto se ha puesto en contradicción con la norma de fondo que regula las facultades del agente”.
(117) OLIVERA TORO, Jorge. Manual de derecho administrativo. Ed. Porrúa, México, 1976, p. 205
(118) YOUNES MORENO, Jaime. Curso de derecho administrativo… Ob., ut supra cit., p168
25
Otra manera como se puede infringir las normas jurídicas de manera directa, es cuando
se vulneran o desconocen los principios generales del derecho, que según la concepción
histórica, son aquellos que han inspirado una legislación determinada, teniendo en cuenta la
idiosincrasia, los valores culturales, religiosos y políticos, etc. En otras palabras, son el
fundamento del derecho, es el derecho natural.
El derecho como se sabe no se agota en la norma, por ello se citan como principios
generales del derecho: a) La igualdad ante la ley, b) El debido proceso judicial y administrativo y
el derecho de audiencia y defensa; c) El derecho de seguridad social; d) El principio de
supremacía del interés general; e) La proscripción de toda actividad administrativa arbitraria; f)
La dignidad humana, la libertad y el libre desarrollo de la personalidad; g) La moralidad,
imparcialidad, celeridad, economía, igualdad, publicidad y gratuidad de las actividades y
gestiones de la administración pública. Muchos de estos principios y valores constitucionales,
hoy por hoy, en la Constitución de 1991, se han normativizado, pero no dejan de tener la
consideración de principios universales del derecho que irradian y guían el ordenamiento
jurídico vigente.
Tanto el Consejo de Estado como la Corte Suprema de Justicia han sostenido que en la
interpretación de la ley debe tenerse en cuenta todo aquello que lógica y necesariamente está
contenido en la norma, tal como se prevé en los preceptos 25 (interpretación auténtica de la ley
realizada por el legislador) y 26 (interpretación doctrinal de la ley hecha por jueces y
funcionarios del Estado) del Código civil colombiano –C.C.-- y mientras la norma jurídica (leyes
o actos administrativos), tenga “fuerza obligatoria” serán aplicados en tanto no “sean contrarios
a la Constitución, a las leyes ni a la doctrina legal más probable”, según el artículo 12 de la ley
153 de 1887. Este artículo 12 en unidad temática con el artículo 240 de la Ley 4 de 1913, fueron
declarados inconstitucionales por la Corte Constitucional en Sentencia C-037-2000, pero solo
en lo relativo a “Las órdenes y demás actos ejecutivos del gobierno expedidos en ejercicio de la
potestad reglamentaria, tienen fuerza obligatoria, y serán aplicados mientras no sean contrarios
a la Constitución, a las leyes ni a la doctrina legal más probable”. Las expresiones no
subrayadas se declaran exequibles curiosamente, bajo el entendido de (que) no vincula al juez
cuando falla de conformidad con los principios superiores que emanan de la Constitución y que
no puede desconocer la doctrina constitucional integradora (en lugar de doctrina legal), en los
términos de esta Sentencia.
A fin de evitar una indebida interpretación de las normas jurídicas incluidas las leyes y
las normas de inferior jerarquía a ésta, como los actos administrativos deben seguirse las reglas
de interpretación previstas en el C.C., más concretamente sobre la interpretación gramatical
(artículo 27 a 29), la interpretación sistemática (artículo 30), la interpretación extensiva (artículo
26
31), y la interpretación por equidad (artículo 32), de las normas jurídicas. Esta actividad
interpretativa debe hacerla los jueces individuales o colegiados, a efectos de que no “rehusaren
juzgar pretextando silencio, oscuridad o insuficiencia de la ley, (porque lo más seguro es que
incurran) en responsabilidad por denegación de justicia” (artículo 48 de la Ley 153 de 1887),
constituyen una de las formas de “mejor leer” el derecho público o privado y aplicable a todo al
contexto del derecho colombiano.
La indebida aplicación de las normas jurídicas se presenta por error de derecho, por
error de hecho o grave error, según el caso y circunstancias coyunturales al que se vea
abocado el servidor del Estado o la persona particular con función administrativa. En efecto,
puede presentarse una equivocada aplicación de la ley, por error de derecho, cuando el
funcionario aplica a un caso una determinada norma jurídica que regula una situación muy
diferente, y por tanto no aplicable al caso sub examine.
Se tipifica el error de hecho, el servidor del Estado o la persona particular con función
administrativa, fundamenta un acto administrativo en erróneos motivos, fundamentación fáctica
no ajustada a la realidad, o en falsos motivos. Estos motivos, con razón han sostenido algunos
autores que aquí no hay indebida aplicación de las normas jurídicas por error de hecho, sino
falsa motivación del acto, lo cual inaugura en el derecho administrativo colombiano, una causal
autónoma de nulidad de los actos administrativos, cual es, la causal de falsa motivación prevista
en el artículo 137 del C.P.A., y C.A. Se suele citar como ejemplo clásico de error de hecho, la
actividad del funcionario que nombra para un cargo a una persona por renuncia de quien lo
venía desempeñando, sin que la mencionada persona haya renunciado previa y expresamente.
Sobre el error grave, según el C. de E., en Sentencia de mayo 3 de 1973, sintetiza las
reglas que sirven para determinar el error grave, así: "Uno de los puntos más debatidos en la
jurisprudencia colombiana es lo relativo al error. El Consejo de Estado, refiriéndose a este tema
expresa que ninguna norma legal define expresamente lo que ha de entenderse por error grave;
pero la jurisprudencia ha sido constante en el sentido de afirmar que para poder concluir que un
dictamen adolece de error grave, deben presentarse determinados presupuestos los cuales
pueden resumirse así: (i) Que peque contra la lógica, aunque el error no recaiga sobre las
cualidades esenciales; (ii) Que sea de tal naturaleza el error que, de comprobarse, el dictamen
hubiera sido fundamentalmente distinto; (iii) Supone conceptos objetivamente equivocados; (iv)
Las objeciones deben poner de manifiesto que el peritazgo tiene bases equivocadas de tal
magnitud que impongan la interpretación de otros peritos los cuales, como es de su poner,
llegarán a conclusiones distintas; (v) debe aparecer 'ostensible y objetivado'".
(i) Incompetencia por razón de la materia u objeto del acto. Cuando se refiere a las
potestades otorgadas por el ordenamiento jurídico a los órganos o sujetos la Administración,
como también a las personas naturales o jurídicas privadas con funciones públicas o
administrativas 120. Quizá esta modalidad de incompetencia sea la genérica en la que caben las
demás. Esta causal se comprueba por carencia de funciones, por inexistencia o por exceso de
competencias delegadas.
(ii) Incompetencia por razón del territorio. Cuando hay violación de la circunscripción
territorial o ámbito territorial asignado a cada órgano o funcionario. Así, para comprobar este
ámbito territorial se debe iniciar con la división político administrativa del Estado (Nación,
Departamentos, Distritos, Municipios, Provincias y Territorios indígenas, según el artículo 286,
constitucional), pues como entidades territoriales autónomas, pueden ejercer entre otras
atribuciones, “competencias que les correspondan” (artículo 287-2, constitucional). La Ley
orgánica de ordenamiento territorial (L.O.O.T.) establece la distribución de competencias entre
la Nación y las entidades territoriales, las cuales se atribuirán a los distintos niveles territoriales
que serán ejercidas conforme a los principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad en
los términos que establezca la ley (artículo 288, constitucional).
__________________
(119) SANTOFIMIO, Jaime. El Acto Administrativo… Ob., ut supra cit. p. 296 a 300
(120) El Consejo de Estado, en sentencia de 27 de enero de 2011, sostuvo: “la incompetencia, que
consiste en que la autoridad administrativa adopta una decisión sin encontrarse legalmente
facultada para ello, teniendo en cuenta que no se puede salir del marco constitucional y legal que
le señala su competencia”.
28
El artículo 2-1º C.P.A., y C.A., enuncia unas “autoridades” para incluirlas en dicho
término “a todos los organismos y entidades que conforman las ramas del poder público en sus
distintos órdenes, sectores y niveles, a los órganos autónomos e independientes del Estado y a
los particulares, cuando cumplan funciones administrativas”. Este conjunto de autoridades
estatales e incluso particulares con funciones públicas tienen competencia constitucional y legal
para expedir decisiones o actos administrativos, acogiendo para ello, todas las teorías del
origen del acto administrativo y no solo la tradicional formal u orgánica estudiadas en la Parte
Primera de esta Obra jurídica.
__________________
(121) SANTOFIMIO, Jaime. El Acto Administrativo… Ob., ut supra cit. p. 296 a 300
29
Los Servidores del Estado, que lo son, entre otros, los miembros de las Corporaciones
Públicas de elección popular: (i) Congreso de la República –por excepción expiden actos
administrativos--; (ii) las Asambleas Departamentales; (iii) los Concejos municipales y
Distritales; y (iv) las Juntas Administradoras Locales. Estas Corporaciones de la 2 a 4, por
esencia y naturaleza jurídica expiden actos administrativos: Ordenanzas, Acuerdos y
Resoluciones, respectivamente. Los servidores del Estado directores o Jefes de las entidades
descentralizadas (empresas industriales y comerciales del Estado, Sociedad de Economía
Mixta, Empresas sociales del Estado y Establecimientos Públicos) y de las entidades
territoriales diferentes a la nación (Departamentos122, Distritos y Municipios), “están al servicio
del Estado y de la comunidad; ejercerán sus funciones en la forma prevista por la Constitución,
la ley y el reglamento” (artículo 123, constitucional).
Los destinos públicos en los “órganos autónomos e independientes” del Estado (artículo
113-2º ibídem) y las demás entidades estatales de todos los niveles administrativos, por regla
general y según el artículo 125 constitucional son de carrera. Se exceptúan, los servidores del
estado de elección popular, los de libre nombramiento y remoción, los trabajadores oficiales y
los demás que determine la ley. Unos y otros, tienen funciones previamente fijadas en la
Constitución, las leyes, los decretos-leyes y los reglamentos (actos administrativos generales) o
“manuales específicos de funciones de cada entidad”.
(122) El Consejo de Estado, en sentencia de 26 de Enero de 2012. “De este modo, las facultades del
Gobernador en materia salarial se reducen única y exclusivamente a fijar los emolumentos de los
empleos de sus dependencias, siempre de conformidad con lo establecido en la Constitución, la
Ley y las Ordenanzas (emolumentos que, en ningún caso, pueden desconocer los límites
máximos determinados por el Gobierno Nacional); sin que pueda entenderse que dicha facultad
abarca la de modificar el régimen salarial y mucho menos la de crear nuevos factores o
aumentos a la remuneración básica, como ocurrió en este caso concreto. De este modo, siendo
el Gobernador de Boyacá incompetente para expedir el Decreto 00463 del 6 de mayo de 1996,
mediante el cual, so pretexto de desarrollar una disposición que fue proferida por una autoridad
que también carecía de la facultad legal para modificar el régimen salarial de los funcionarios
públicos; creó unos aumentos salariales y modificó el tema del sobresueldo del 20% de los
docentes, se impone declarar la nulidad del acto administrativo demandado” (artículos 305-7º ,
313-6º y 315-7º , de la Constitución).
30
Los particulares que ejercen funciones administrativas, también están sometidos a unas
funciones prefijadas en el ordenamiento jurídico (artículo 123, constitucional), y en concreto a
las normas especiales que se dicten al efecto. La Ley 489 de 1998, artículo 110, determina las
funciones administrativas realizadas por las personas naturales y jurídicas privadas, bajo las
siguientes condiciones, según la sentencia C-886-1999: “La regulación, el control, la vigilancia y
la orientación de la función administrativa corresponderá en todo momento, dentro del marco legal a
la autoridad o entidad pública titular de la función la que, en consecuencia, deberá impartir las
instrucciones y directrices necesarias para su ejercicio. Sin perjuicio de los controles pertinentes
por razón de la naturaleza de la actividad, la entidad pública que confiera la atribución de las
funciones ejercerá directamente un control sobre el cumplimiento de las finalidades, objetivos y
políticas y programas que deban ser observados por el particular. La atribución de las funciones
administrativas deberá está precedida de acto administrativo y acompañada de convenio”.
La misma ley establece los requisitos y procedimientos que debe reunir el acto
administrativo y el convenio para conferir las funciones administrativas a particulares. En efecto,
las entidades o autoridades administrativas al conferir las atribuciones, deberán expedir un acto
administrativo o decreto ejecutivo, cuando fuere del caso, de Ministerios o departamentos
administrativos, o acto de la Junta o consejo directivo, en el caso de las entidades
descentralizadas, que será sometido a la aprobación del Presidente de la República, o por
delegación del mismo, de los Ministros o directores de departamento administrativo. El artículo
111 de la ley citada, también extendía esta función aprobatoria de delegación a los
Gobernadores y alcaldes, según el orden a que pertenezca la entidad u organismo. Sin
embargo, la Corte Constitucional, declaró inexequible dicha extensión mediante Sentencia C-
866-99, contrariando el principio de descentralización y autonomía regional o territorial que
departamentos y municipios tienen actualmente con vigencia constitucional y preconstitucional
(Acto legislativo Núm. 1 de 1986), para departamentos y municipios respectivamente.
La celebración del convenio, cuyo plazo de ejecución será de 5 años y para cuya
celebración la entidad o autoridad deberá: Elaborar un pliego o término de referencia, con
fundamento en el acto administrativo expedido y formular convocatoria pública para el efecto
teniendo en cuenta los principios establecidos en la Ley 80 de 1993 para la contratación por
parte de las entidades estatales. Así deberá pactar, las cláusulas excepcionales previstas en la
misma ley anterior o las complementarias pertinentes, una vez seleccionado el particular al cual
se conferirá el ejercicio de las funciones administrativas.
“Lo anterior equivale a dar por sentado que mientras los particulares pueden hacer todo
aquello que no les está expresamente prohibido por la Constitución y la ley, los funcionarios del
Estado tan sólo pueden hacer lo que estrictamente les está permitido por ellas. Y es natural que
así suceda, pues quien está detentando el poder necesita estar legitimado en sus actos, y esto
opera por medio de autorización legal. (...)
La inversión del principio es contraproducente desde todos los puntos de vista: desde el
constitucional, porque extendería al servidor público una facultad connatural a los particulares,
con lo cual introduce un evidente desorden, que atenta contra lo estipulado en el preámbulo de
la Carta y en el artículo 2º de la misma; también desde el punto de vista de la filosofía del
derecho, por cuanto no es proporcionado otorgar al servidor público lo que está adecuado para
los particulares; y desde el punto de vista de la conveniencia, resulta contraproducente permitir
la indeterminación de la actividad estatal, porque atenta contra el principio de la seguridad
jurídica que es debido a la sociedad civil (Sentencia C-337-1993).
En esta causal refundimos los supuestos tercero y cuarto previstos en el artículo 137 del
C.P.A., y C.A., es decir, la violación del ordenamiento jurídico relativo a la expedición en “forma
irregular” y la violación del ordenamiento jurídico referente al “desconocimiento del derecho de
audiencias y derecho de defensa”, puesto que una y otra causal son consecuentes en su
estructuración y se refieren a una misma institución jurídico-administrativa: el procedimiento
administrativo. El Consejo de Estado, en reciente sentencia de 27 de enero de 2011, al
respecto manifiesta: “El vicio material de desconocimiento del derecho de audiencias y defensa,
es una causal implícita en el Derecho administrativo, porque forma parte de la garantía
constitucional básica al debido proceso”
En la etapa obligatoria podemos citar las fases de: (i) iniciación (de oficio o a instancia
de parte o por autorización legal); (ii) desarrollo e instrucción (audiencias de notificación, de
pruebas, de alegatos, etc.); y, (iii) terminación o conclusión del procedimiento (expedición de
acto administrativo definitivo). En el transcurso de este procedimiento administrativo se
32
Esta causal de nulidad de actos administrativos que hemos refundido en una sola, bien
podría catalogarse de causal de tertium genus, porque subsume aspectos de forma y
connotaciones sustanciales que se basan en la omisión, indebida o irregular actividad
procedimental de los funcionarios del Estado o de las personas privadas con función pública al
producir un acto administrativo. Me refiero al derecho de defensa que tiene todo titular o
interesado directo o indirecto con la producción de un acto jurídico, cuya configuración deviene
necesaria y preliminarmente de las formas o procedimientos.
El artículo 137 del C.P.A., y C.A., incluye a renglón seguido de la falta de competencia
como causal de nulidad del acto administrativo, la causal de expedición de un acto
administrativo “en forma irregular", a fin de incorporar no sólo causales de nulidad sustantivas
sino fundadas en aspectos de forma, de estructuración o configuración de procedimiento
administrativo en debida y legal forma.
La doctrina foránea con fundadas razones hace mención a las formas esenciales y las
meras formalidades como constitutivas de causal de anulación de los actos administrativos, con
lo cual refuerzan nuestro argumento de refundición en una sola causal de aspectos sustanciales
y de forma en la creación de un acto administrativo.
En efecto, el jurista Manuel María Diez 123, se ha pronunciado al respecto así: "los vicios
de forma tienen importancia porque la mayoría de las disposiciones sobre formalidad de la
actividad jurídica condicionan la validez de la voluntad jurídica.
Son disposiciones de las leyes que garantizan la voluntad jurídica de las partes que
intervienen en el acto y se refieren a las formas del mismo. Las leyes especiales referentes a
las formas están relacionadas con los principios de garantía que rigen la actividad
administrativa, como ser el de estabilidad de los derechos, seguridad de los negocios jurídicos,
etc.
Será vicio de forma la violación de normas procesales para la formación del acto
administrativo. No se debe distinguir entre violación y omisión de forma establecida en el interés
de todas las partes o de una sola de las partes, porque toda violación de formas da lugar a un
acto inválido.
____________________
En el derecho administrativo se presume que todas las formalidades exigidas por la ley
son esenciales. Si la forma es exigida por la ley para la validez del acto su falta traerá como
consecuencia la inexistencia del mismo. Si la forma existe, pero no está viciada, acarreará la
invalidez del acto".
En términos del autor citado no solo distingue entre las formas esenciales y las
formalidades, sino que además aclara que tanto la violación en rigor de las formas o
formalidades como el desconocimiento u omisión producen iguales efectos jurídicos: la
producción de un acto inválido.
(i) el derecho del ius postulandi. Derecho a escoger abogado para que lo represente y
ejerza todos los mecanismos jurídico-procesales en las actuaciones, diligencias, audiencias del
procedimiento (artículos 77 y ss. C.P.A., y C.A.). El simple ejercicio del derecho de petición no
requiere de abogado (artículo 13 ibídem);
El artículo 3-11 del C.P.A., y C.A., expresa que son principios aplicables a toda
actuación administrativa la economía, celeridad, eficacia, imparcialidad, publicidad y
contradicción. En particular, cuando hace mención a la eficacia, establece que los
procedimientos para que logren su finalidad, removerán de oficio los obstáculos puramente
formales, evitarán decisiones inhibitorias o retardos y sanearán... las irregularidades
procedimentales que se presenten, en procura de la efectividad del derecho material objeto de
la actuación administrativa. Hoy esto es posible y oportuno, porque las “autoridades” estatales y
las personas particulares con funciones administrativas, pueden iniciar procedimientos a
instancia de parte o de oficio (artículo 4º ibídem).
(124) El Consejo de Estado, en sentencia de 20 de Agosto de 2009, sostiene: “En lo que se refiere a la
expedición irregular porque en los actos administrativos no se le dio la oportunidad al encartado
de que interpusiera el recurso de apelación contra la decisión tomada por el Rector de la
Universidad ante el respectivo Consejo Superior Universitario…por la cual se le impuso la
sanción de destitución al demandante sólo se le indicó que procedía el recurso de reposición, en
criterio de la Sala tal omisión no comporta la violación del acto administrativo pues, de todas
formas la parte demandante pudo interponer el recurso de apelación que se le otorgaba por el
citado Estatuto de Profesores de la Universidad...el hecho de que no se le hubiese informado la
procedencia del recurso de apelación, si bien comporta un vicio, este no hace nulo el acto
administrativo acusado porque se trata de una actuación externa y ajena al contenido mismo del
acto administrativo…conforme al artículo 135 del C.C.A. no le impidió el acceso a la
administración de justicia. En suma, la irregularidad discutida no es sustancial y como tal no
causa la anulación de los actos administrativos acusados”.
35
sido la jurisprudencia del Consejo de Estado, la que ha develado los vicios de forma que
afectan al derecho sustancial en juego, la declaración de voluntad de la Administración y la del
propio acto administrativo, constituyen vicios no subsanables, y por tanto generan la causal de
nulidad del acto comentada; en cambio, “cuando la omisión de las formas o la tramitación
irregular no produce ofensa, ni lesiona intereses o derechos protegidos legalmente, ni afecta la
marcha de la administración perjudicándola: tales informalidades no pueden ser causales de
anulación porque el serlo implicaría impedir, obstaculizar, o burlar el legítimo ejercicio de un
derecho fundamental o de una facultad constitucional o legal” (Sentencia de Abril 11 de 1978).
Vale decir, que las irregularidades de forma que afectan a la validez del acto y por tanto son
anulables. Estas irregularidades, son aquellas en los cuales se ve involucrado el derecho de
defensa del titular o del interesado en el acto administrativo o aquellos en los cuales se vulnera
el interés general o público y la finalidad de la declaratoria de voluntad de la administración o
cuando se vulnera o desconoce un derecho protegido por el ordenamiento jurídico.
En el derecho ibérico existe una clara división legislada entre los actos administrativos
nulos de pleno derecho y no subsanables, y lo actos administrativos anulables, subsanables
porque generan nulidades relativas, y por tanto, los vicios pueden convalidarse por la propia
administración en sede administrativa, según el artículo 67 de la LRJAP y PC.
Por su parte, las disposiciones administrativas serán nulas de pleno derecho cuando
vulneren la Constitución, las leyes u otras disposiciones administrativas de rango superior, las
que regulen materias reservadas a la Ley, y las que establezcan la retroactividad de
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales.
de pleno derecho cuando involucren omisión total y absoluta de los procedimientos, trámites o
formas, prefijados en la ley y que contengan “reglas esenciales para la formación de la voluntad
de los órganos colegiados”, o cuando se trate de “actos expresos o presuntos contrarios al
ordenamiento jurídico por los que se adquieren facultades o derechos cuando se carezca de los
requisitos esenciales para su adquisición”, según los literales e y f, del artículo 62 de la LRJAP y
PC. En ambos casos como se observa los requisitos son de la esencia en la configuración de la
voluntad de la administración o configuración del acto administrativo, a tal punto que afectan o
amenazan afectar un derecho o interés legítimo, y en tal virtud si estos actos se adoptan o
forman con estos vicios formales son nulos de pleno derecho.
La Ley 446 de 1998, en el artículo 84, reformatorio del C.C.A., de 1989, confirma la
autonomía e independencia de las causales de falsa motivación del acto y la desviación de
poder que en vigencia de la Ley 167 de 1941 estaban refundidas en una sola., pues se
manifestaba que una forma de desviar el poder por parte de la Administración Pública era a
través de falsear la verdad del contenido (fundamentación fáctica et de iure) del acto. Al efecto
decía Diego Younes: 125 “Basta señalar que no puede confundirse una equivocada
interpretación de una norma legal con aquel fenómeno jurídico (falsa motivación) que tiene su
fuente en las circunstancias fácticas que preceden o provocan las decisiones administrativas”;
entonces es distinta la desviación de poder de la falsa motivación del acto.
Por su parte, Laubadéré 126 expresa que la llamada por nuestro régimen
jurídico-procesal falsa motivación no es otra cosa que los hechos objetivos, anteriores y
externos del acto y cuya existencia lleva al autor del acto a dictarlo.
Libardo Rodríguez 127, estima que la causal de falsa motivación, comprende dos
posibilidades: (i) Inexistencia de los motivos legales. Puede consistir en que la ley exige unos
motivos precisos para tomar una decisión y el funcionario expide el acto sin que esos motivos
se hayan presentado en la práctica, caso en el cual se habla de “inexistencia de motivos legales
o falta de motivos”. Esta causal tiene operatividad cuando el funcionario administrativo tiene una
competencia reglada; y, (ii) Inexistencia de los motivos invocados. Los motivos invocados
por el funcionario para tomar la decisión no han existido realmente, sea desde el punto de vista
material, sea desde el punto de vista jurídica. Se habla entonces de la inexistencia de los
motivos invocados, de motivos erróneos, o de error de hecho o de derecho en los motivos. Hay
error de hecho, cuando se solicita la expedición de un acto, y el funcionario lo hace sin existir tal
solicitud. Y habrá error de derecho, cuando el hecho existe realmente, pero ha sido mal
apreciado por el funcionario como cuando un funcionario solicita una licencia de vacaciones y
se le conceden otra.
Esta doctrina ha hecho curso matizado en los pronunciamientos del Consejo de Estado
como de la Corte Constitucional. En efecto, para el Consejo de Estado, en sentencia de 27 de
enero de 2011, manifestó en forma suscita: “la falsa motivación, que se traduce en el error de
_________________
(125) YOUNES MORENO, Diego. Curso elemental… Ob., ut supra cit., p. 175
(126) DE LAUBADERE, André. Manual de derecho… Ob., ut supra cit., p. 80
(127) RODRIGUEZ, Libardo. Derecho… Ob.,ut supra cit., p. 216-217
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hecho o de derecho que en determinado momento puede afectar la legalidad del acto”. Lo cual
hace ver que más importancia le da el Consejo de Estado a la inexistencia de los motivos
invocados que la inexistencia de los motivos legales prevista por el tratadista citado, aunque
como también aclara el tratadista ésta última sólo se presenta en servidores del estado con
competencias regladas o previstas en el Ordenamiento jurídico vigente.
____________________
En efecto, el artículo 3º ibídem, sostiene que “todas las autoridades deberán interpretar y
aplicar las disposiciones que regulan las actuaciones y procedimientos administrativos a la luz
de los principios consagrados en la Constitución Política, en la parte primera del Código y en las
leyes especiales”. Y agrega: “Las actuaciones administrativas se desarrollarán, especialmente
con arreglo a los principios del debido proceso [que incluye la motivación, defensa y
contradicción], igualdad, imparcialidad, responsabilidad, transparencia, buena fe, moralidad,
participación, publicidad, coordinación, eficiencia, economía y celeridad”.
Por su parte y en forma especial deberá motivarse las decisiones cuando: (i)
haya desistimiento expreso de una petición, pues las autoridades podrán “continuar de
oficio la actuación si la consideran necesaria por razones de interés público”, según el
artículo 18 ibídem130); (ii) las decisiones rechacen las peticiones de informaciones por
motivos de reserva (artículo 25 ibídem 131); (iii) se tome la decisión final en un procedimiento
administrativo general (artículo 42 ibídem); (iv) se tome la decisión final en un procedimiento
administrativo sancionatorio (artículo 47 ibídem); (vi) se sanciona al renuente en suministrar
información solicitadas para una investigación administrativa (artículo 51 ibídem); y, (vii) se
presente decisiones a los recursos administrativos (artículo 80 ibídem).
El artículo 35 del C.C.A., exigía la motivación del acto aun sumaria. La Corte
Constitucional en sentencia C-371-1999, al declarar la exequibilidad de esta norma, explicaba
que: “lo sumario de la motivación no puede confundirse con su insuficiencia o superficialidad.
Alude a la extensión del argumento y no a su falta de contenido sustancial, de suerte que el
señalamiento de los motivos en que el acto encuentra soporte, no por sumario puede tildarse de
incompleto y menos de inexistente”. Hoy esta norma no existe, pero no queda su enseñanza, la
regla general es la motivación de los actos administrativos en vigencia de la Constitución de
1991, para garantizar los derechos, deberes, principios y valores constitucionales de quienes
están involucrados en un acto o decisión administrativa. La excepción puntual a la motivación
debe estar prevista en el Ordenamiento jurídico en forma taxativa.
_______________________
(130) Corte Constitucional mediante Sentencia C-818 de 2011. Declaró Inexequible el mencionado
artículo pero diferido hasta el 31 de diciembre de 2014. Sin embargo, el Proyecto de Ley
Estatutaria 162 de 2011, marzo 20. “Por medio de la cual se reglamenta el derecho fundamental
de petición y se adiciona un título al Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo”, no solo mantuvo el texto citado sino que aprovechó para reformar y aclararlo así:
“…no obstante, por motivos y razones de interés público, las autoridades, si lo consideran
necesario, podrán continuar de oficio la actuación para decidir de fondo el asunto, caso en el cual
expedirán resolución motivada en la que fundamenten las circunstancias que le impiden disponer
del archivo de la petición”.
(131) El proyecto de Ley Estatutaria 162 de 2011, en su artículo 25 aclara y amplía la redacción del
actual artículo que quedaba cubierto con la declaratoria de inexequibilidad de la sentencia C-818-
2011. En su parte pertinente, sostiene: “señala que toda decisión que rechace la petición de
informaciones o documentos será motivada,…no proceden recursos administrativos contra la
decisión, pues su control será por vía judicial, mediante la figura del recurso de insistencia”
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El artículo 44 del C.P.A., y C.A., al hacer referencia a las decisiones discrecionales, sostiene:
En la medida en que el contenido de una decisión de carácter general o particular sea
discrecional, debe ser adecuada a los fines de la norma que la autoriza, y proporcional a los
hechos que le sirven de causa. Se establece entonces, como la excepción las decisiones
discrecionales, siempre que se ajusten al ordenamiento jurídico vigente, pues no pueden estar
por fuera de éste, o ser contrario total o parcialmente a aquél (pues sería una actividad delictiva
o contravencional); tampoco, puede ser desproporcionada a los fundamentos fácticos que le
sirven de cimiento, ya que entonces se convierte en decisiones arbitrarias, irregulares o en el
peor de los casos decisiones ilegales, que serán sancionables por el mismo ordenamiento
jurídico vigente. En el ámbito derecho administrativo, con nulidad del acto objetivo o subjetivo y
éste último, previo el agotamiento de la vía administrativa, o con revocatoria del acto subjetivo,
sí es a través de recursos administrativos ordinarios o extraordinarios (artículo 74 y 97 ibídem).
Pese a lo dicho, el artículo 2-2º del C.P.A., y C.A. establece que no se aplicarán las
normas del Código sustantivas ni procesales a la “facultad de libre nombramiento y remoción”
que es una típica atribución discrecional con la que cuentan los servidores del Estado para
movilizar y reestructurar sus plantas de personal oficial. Sí lo serán en el caso de los actos
administrativos subjetivos, cuando al emitirlos quedan incursos en una de las causales de
nulidad previstas en el artículo 137 ibídem, pues allí la discrecionalidad se ha desbordado y
entra en el terreno de la judiciabilidad de actividad administrativa.
La doctrina en el derecho ibérico 133, divide la nulidad de pleno derecho de los actos
administrativos, en una especie de numerus clausus, o de lista así: 1. Por las causas: (i) en
razón de sujeto: incompetencia manifiesta e incapacidad del contratista; (ii) por razón del
contenido: actos de contenido imposible y actos de contenido delictivo; y, (iii) por razón de la
forma: actos dictados prescindiendo total o absolutamente del procedimiento legalmente
establecido y actos dictados prescindiendo de las reglas esenciales para la formación de la
voluntad de los órganos colegiados; y 2. Por los efectos: insusceptibilidad de subsanación,
eficacia ex tunc, inaplicación de la preclusión, habilitación de potestad suspensiva.
______________________
Ahora bien, la falsa motivación del acto prevista en el derecho colombiano, bien puede
ubicarse en al apartado primero “por las causas”, en razón del “contenido” del acto que puede
verse afectado por un “contenido imposible”, entendiendo como tal: a) la imposibilidad física que
abarca a los actos cuyo objeto es inadecuado a la finalidad del mismo (V. gr. nombramiento de
funcionario recaído a favor de una persona fallecida) o, es de “contenido imposible” en su
realización (V. gr. Licencia de construcción de un edificio para 5 días); b) la imposibilidad
lógica, que cubre actos cuyo contenido es indeterminado e indeterminable (sanción sin
especificación de cuantía, fecha, etc.), y c) contenido es contradictorio, como por ejemplo, una
resolución sancionatoria disciplinaria de un funcionario que fundamenta la imputación en
hechos relatados en la parte considerativa y en la parte resolutiva o dispositiva niega esos
hechos, absolviéndolo.
Pero, en donde más se evidencia esta causal de falsa motivación del acto, es en aquella
sub-clasificación que hace el derecho ibérico del contenido del acto, al mencionar que son nulos
de pleno derecho aquellos actos cuyo contenido es “delictivo”. En efecto, en el derecho español
se reputan nulos los actos que en sí mismo son constitutivos de delito (V. gr. expropiaciones
improcedentes o informales; exacciones ilegales, certificaciones falsas, usurpación de funciones
administrativas, etc.), como aquellos otros, que sin serlo por sí mismos, se imponen por medio
de un acto delictivo (V. gr. Falsificación de la fecha de entrada en el registro para beneficiarse
de la prioridad o para eludir o producir la preclusión; actos dictados mediante cohecho, etc.).
Uno de los aspectos que trajo división de criterios entre la doctrina y la jurisprudencia de
la época en vigencia de la Ley 167 de 1941, --que por fortuna hoy no existe-- fue la utilización
de los términos “abuso o con desviación de las atribuciones…” del artículo 66, pues se entendía
que el abuso no era una causal de nulidad autónoma sino sinónima de la desviación. La razón
de esa discusión creemos se generaba, en la conceptualización de Laferriére sobre desviación
de poder en los siguientes términos: "vicio consistente en desviar un poder legal del fin para el
cual fue instituido, haciéndolo servir para finalidades para las cuales no estaba destinado". En él
venía un "abuso de mandato conferido al administrador que se caracteriza por la incorrección
del fin de las intenciones que han guiado al administrador". En dicho concepto soslayaba la
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Ahora bien, en el ámbito jurisprudencial reiterado del Consejo de Estado, para explicar la
causal de la “desviación de las atribuciones” de quien profirió un acto administrativo, no se suele
hacer con estos términos sino con el omni-comprensivo: “desviación de poder”. En efecto, en
sentencia de 27 de enero de 2011, sostuvo: “el desvío de poder, que es la intención con la cual
la autoridad toma una decisión persiguiendo un fin diferente al previsto por el Legislador.
Significa lo anterior, que la desviación de poder, es el vicio que afecta la finalidad del acto
administrativo, bajo el entendido que el fin que el acto persigue configura un requisito que hace
a su legalidad y que debe hallarse en el marco de la función administrativa y del ordenamiento
jurídico; de manera pues, que este vicio se reconoce, cuando se está ante la presencia de una
intención particular, personal o arbitraria de un sujeto que actúa a nombre de la Administración,
en la búsqueda de un fin opuesto a las normas a las que debe someterse”.
(i) Intención del sujeto activo o Administración. Sobre el primer elemento constitutivo de
la desviación de poder, digamos que el juez contencioso administrativo en el derecho
colombiano, no debe olvidar que al analizar la finalidad que persigue el legislador al otorgarle
atribuciones al funcionario estatal para expedir un acto administrativo, según el ordenamiento
jurídico vigente, no presupone que estas finalidades deban variar según las modalidades de
quien las interpreta o aplica. Tampoco “se presume dicha intención” (Tribunal Superior de
justicia de Canarias. Sala de lo contencioso-administrativo (las palmas g.c.). Sección segunda.
Sentencia 327 de 2003), quizá por ello el profesor Libardo Rodríguez, manifiesta que el “interés
general o público” como finalidad primera de todo acto administrativo legal y oportunamente
emitido se ve presionado por circunstancias sicológicas o internas del funcionario administrativo
que causan un desvío de poder, así por ejemplo, cuando un alcalde expide una reglamentación
sobre el funcionamiento de salas de cine, resulta una de éstas especialmente considerada
porque él tiene intereses económicos en ésta. En igual forma, se presenta desvío de poder,
cuando el legislador aun previendo la finalidad general estima otras posibles que no están
taxativamente enunciadas por el legislador. En ambos casos se estará ante un “acto ilegal” por
desviación de poder.
competencias prefijadas en el ordenamiento jurídico por parte del sujeto emisor del acto
administrativo, sino a las atributos finalísticos que tiene el acto al ser expedido por las
“autoridades” estatales o las personas particulares con función administrativa. Esas finalidades
ab initio están en la Constitución Política de 1991 y se presentan como fines que tiene que
cumplir el Estado social de derecho, tales como: el interés general o comunitario, la satisfacción
de necesidades colectivas y la garantía y efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución y las normas jurídicas (artículo 2º).
En principio, la desviación de poder fue catalogada como una forma de uso diferente del
poder al desconocer la verdadera finalidad que debe satisfacer la Administración Pública a
través de sus gestiones, actuaciones y concreción en actos administrativos. El interés de la
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Por esto, en el derecho ibérico se estima que los actos administrativos y las
disposiciones administrativas de la Administración Pública son anulables cuando “incurran en
cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la desviación de poder” (artículo 63-1 de
la LRJAP y PC), entendiendo que en este último caso la violación del ordenamiento jurídico se
trasgrede por desconocer el elemento teleológico de la configuración del acto y no ninguno otro.
Así se había reconocido por la doctrina ibérica: Entrena Cuesta, Martín Mateo, González
Navarro; entre otros. La Administración debe someterse a una especie de regla de conducta,
cual es, la de perseguir el interés público en cada una de sus actuaciones, por ello en un Estado
de Derecho no puede hablarse de “potestades o actos libres de toda vinculación: el fin a
perseguir estará en todo momento reglado. Con lo que se da el salto de la arbitrariedad estatal
a la actividad discrecional” 134.
Esta causal de nulidad tiene una abundante doctrina y jurisprudencia nacional y foránea
(Waline, Sayagués Laso, Fiorini, Prat, García de Enterría, González Pérez, Rodríguez,
Penagos, Sarriá) en lo referente a la configuración y demostración teórica de las variadas
modalidades de desviación el poder, pero en la práctica judicial, al menos colombiana, una
persona se encuentra ante verdaderas talanqueras sociales, políticas, culturales, económicas,
etc. que obstaculizan la demostración probatoria plena y palmaria de la causal, generalmente
por la no utilización de los medios de prueba idóneos, oportunos y viables. Es tal, la situación
que en no pocas ocasiones es difícil por no decirlo imposible demostrar la desviación de poder
por causas religiosas, por intereses personales de índole racial, sexual, ideológico, psicológico,
filosófico, etc., puesto que estos aspectos en la mayoría de las veces pertenecen a la órbita
interna o sicológica del funcionario que emite el acto y solo se exteriorizan cuando se logra
probar que cierta inclinación o desviación de la finalidad última del acto (el interés público o su
finalidad específica) es tan evidente porque en algunos pocos casos, la “desviación de poder
es un vicio que se presenta bajo la aparente legalidad” (Sentencia del Tribunal de
Cundinamarca de Julio 3 de 1981) , pero la finalidad o móviles que debe tener en cuenta la
autoridad administrativa se han distraído hacia diferentes utilidades o usos. Son hasta cierto
punto, reiterativos y de más fácil probanza la desviación de poder basado en factores
económicos o crematísticos y los de índole político.
(134) ENTRENA CUESTA, Rafael. Curso de derecho administrativo. Vol. I. Ed. Tecnos, Madrid, 7ª
ed., 1982, p. 205
(135) Sobre el principio de “autoresponsabilidad” de las partes en el ámbito probatorio, complementario
al estipulado por la sentencia. Citado en la Sentencia del C. de E., de febrero 23 de 2012. PARRA
QUIJANO, Jairo. Manual de Derecho Probatorio, Librería Ediciones del Profesional, 2004, Pág.
242.
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La jurisprudencia francesa, según Largacha y Posse 136, ha establecido los casos en los
se presenta a la desviación como vicio del acto administrativo, y por tanto, se impone a
consecuencia la nulidad del mismo.
Esta forma extensiva de desviación de poder, según anota Largacha y Posse 137 ha sido
planteada por Waline. Es el caso de un funcionario que para dictar un acto debe utilizar un
procedimiento ordinario y por algún interés utiliza un procedimiento breve y sumario.
En este último caso debe aclararse, en nuestro derecho, que para no confundir la
desviación de poder con las “vías de hecho”, se debe enfatizar que la ausencia del
procedimiento o cambio de éste, debe ser parcial, pues si la ausencia es total y absoluta existirá
vías de hecho y no desviación de poder.
(136) LARGACHA M., Miguel, POSSE V., Daniel. Causales de anulación de los actos
administrativos. Ediciones Doctrina y Ley. Bogotá, 1988, p. 195
(137) Ibídem.
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se, porque no está reconocido constitucional 138 ni legalmente139, sino para que produzca
efectos jurídicos ex nunc en tres posibilidades: (i) cuando se propone como una excepción con
la contestación de la demanda dentro de un proceso judicial contencioso administrativo de
nulidad simple, nulidad y restablecimiento del derecho o contractual y que una vez haya hecho
tránsito procesal debido y legal, se llegue a dictar una sentencia judicial que pueda terminar en
inhibitoria, porque no existen los fundamentos fácticos y jurídicos para emitir una sentencia de
fondo o cualificada de nulidad o de conformidad con el ordenamiento jurídico; (ii) frente a la
demanda de un supuesto o aparente “acto administrativo”, que en el transcurso del proceso se
prueba que es inexistente, porque no reúne los requisitos esenciales para su configuración y no
“crea, modifica o extingue una situación jurídica alguna” y que además, el demandado no alega
en su contestación a la demanda la excepción de “inexistencia del acto administrativo”, podrá el
juez o magistrado en sentencia “declarar probada oficiosamente la excepción de ineptud
sustancial de la demanda y proferir fallo inhibitorio sobre el fondo de la misma” (C. de E.
sentencia de 25 de Noviembre de 1999; y, (iii) en material contractual, por vía del principio de
interpretación, según el artículo 15 de la Ley 80 de 1993, se puede aceptar la inexistencia del
contrato, a efectos de buscar no sólo la declaratoria de una sentencia inhibitoria, sino la
resolución o nulidad del mismo. “La ausencia de la totalidad de los trámites necesarios para la
formalización escrita del convenio y su posterior perfeccionamiento, configura ausencia del
contrato, o en otros términos inexistencia del negocio jurídico, categoría ésta que se opone a la
pretendida eficacia perseguida por el demandante en el presente asunto” (C. de E., Sentencia
de febrero 19 de 1998).
(138) La Corte Constitucional, en Sentencia C-355/97, sostuvo: “Sea lo primero aclarar que no puede
hablarse en estricto sentido de una inexistencia constitucional derivada de los artículos 121 y 123
inciso segundo de la Carta, como lo propone el demandante. En consecuencia, no se contempla
un derecho a la inexistencia constitucional y a su operancia de pleno derecho. Luego, no
existiendo con rango constitucional tal figura jurídica, por lo que se refiere a la inexistencia de un
acto como causa de cancelación de la escritura pública que lo contiene, el legislador tiene plena
libertad para decidir…”
(139) La Corte Suprema de Justicia, en Sentencia de 15 de Septiembre de 1943, Sala de Casación
Civil, consideró “inoficioso hablar de la inexistencia de los actos, negocios o contratos, puesto
que el ordenamiento jurídico no dedica tratamiento especial ni general a dicho fenómeno jurídico
que ha sido objeto de discusión más doctrinal que jurisprudencial”.
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“inexistencia del acto administrativo”, pues la Corte Suprema de Justicia en Sala Civil, como ut
supra se vio consideraba una actividad inocua la discusión jurisprudencial del fenómeno de la
inexistencia del acto, negocio o contrato.
“acto habría nacido aunque afectado por un vicio, que podrá dar lugar a su invalidez. La
nulidad es un concepto jurídico, resulta de un obstáculo legal, la inexistencia deriva de un
impedimento que está en la naturaleza misma de las cosas. Puede existir un acto al que le falta
el elemento constitutivo y en este es absolutamente ineficaz y se considera que en ningún
momento tiene vigencia”.
Sea lo primero aclarar que en Colombia, la nulidad de los actos administrativos tiene
reconocimiento Constitucional y legal, en tanto la inexistencia del acto sólo es por vía
jurisprudencial reiterada. Del acto administrativo se predica todos los elementos, características,
efectos jurídicos, clasificaciones ut supra visto; en cambio, de la inexistencia del acto, por su
condición sine qua nom no tiene ninguna de éstas connotaciones. El acto administrativo es
judiciable ante la jurisdicción contencioso administrativa por vía de acción y excepción. En
cambio, la inexistencia del acto, por deducción de las vías del acto administrativo.
Sin embargo, como hemos analizado ut supra, sí tiene claros usos la teoría de la
inexistencia del acto en el ámbito de la jurisdicción contencioso administrativa y por eso es
necesario, así sea brevemente, comentar la diferencia entre nulidad y existencia del acto a nivel
doctrinal.
DIEZ, citado por Penagos 141, siguiendo las posturas y teoría francesa sobre la materia,
sostiene que pueden denotarse dos grados o estadios de la inexistencia: un primero, que sería
calificar al acto inexistente mejor como inexistencia del acto, pues el acto inexistente sería el
que no ha nacido; y un segundo estadio, es establecer la inexistencia del acto, es el grado
máximo de la nulidad.
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"el acto inexistente es aquel que no ha nacido, vale decir que está presente como si
hubiera existido, pero que no existió en realidad. En este supuesto se concibe que se trata de
algo más que de la ilegalidad de un acto, y que la sanción puede ser más radical que la de la
simple nulidad…La inexistencia del acto, designa una irregularidad particularmente grosera del
acto administrativo, un grado extremo de nulidad”.
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BIBLIOGRAFIA GENERAL
ENTRENA CUESTA, Rafael. Curso de derecho administrativo. Vol. I. Ed. Tecnos, Madrid, 7ª ed., 1982,
GONZALEZ NAVARRO, Francisco. Derecho administrativo español. Tomo II, Ed. Eunsa, Pamplona
(España), 1988, p. 146 a 148
LARGACHA M., Miguel, POSSE V., Daniel. Causales de anulación de los actos administrativos.
Ediciones Doctrina y Ley. Bogotá, 1988, p. 195
OLIVERA TORO, Jorge. Manual de derecho administrativo. Ed. Porrúa, México, 1976, p. 205
PARRA QUIJANO, Jairo. Manual de Derecho Probatorio, Librería Ediciones del Profesional, 2004.
RODRIGUEZ, R. Libardo. Derecho Administrativo General y Colombiano. Ed. Temis, Bogotá, 2004
YOUNES MORENO, Jaime. Curso de derecho administrativo. Editorial Temis, Bogotá, 2014