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Self bipolar y conformación del self nuclear.

Esta claro que Kohut pasó de desarrollar una serie de complementos subversivos en la teoría
psicoanalítica, a procurar activamente formar su propia escuela más que darle continuación a
la escuela clásica. Sostiene que la capacidad psicoanalítica y sus conceptos (pensamiento,
deseo, sentimiento, fantasía, ansiedad) solo pueden ser obtenidos a partir de la empatía y la
introspección.

Por lo cual planteo la crítica hacia el psicoanálisis norteamericano, que no era en muchos
sentidos el mismo que la escuela clásica para ese entonces. Como construían formulaciones y
teoría que, para él, no daban acceso a la empatía.

El inicio de su divergencia teórica vendrá entonces a presentarse en la entrada del concepto


del self bipolar, Kohut comenta que el objeto del self se relaciona con “otro” que se vivirá
como parte de este self. Es vivido como tal pero siempre sea externo. Mientras que los
“objetos internos” no fueron definidos más allá de su vinculo con el super yo. Hasta ese
momento su concepto base tenía un rango muy limitado, encontramos de aquí en adelante un
Kohut seguro y que genera teoría.

Existe entonces un self nuclear, como punto de origen, que se determina por la respuesta
empática de objetos-self primarios, cercano a las relaciones objétales de Klein, los cuales se
clasificarán en objetos self con función especular y objeto self omnipotente.

Este Self nuclear se irá desarrollando en busca de cohesión, suponiéndole un desarrollo sano, a
partir de estas experiencias identificaremos dos fuentes: las ambiciones gestadas durante un
predominio “grandioso del self y los ideales a partir de la presencia de los representantes
paternos; este self sano estará en constante tensión entre estos dos puntos cuyos objetos
identificamos como:
Objetos del self grandioso y el imago parental idealizado. El primero brindará las ambiciones y
metas, y es particularmente narcisista mientras que el segundo presentará el ideal del self a
partir de algo semejante a la identificación con el progenitor en Freud.

De aquí proviene la “bipolaridad” del self, no confundamos esta con los trastornos bipolares,
en tanto que entre estos dos polos se despierta una tensión que definirá el sí mismo que el
individuo decide seguir; esto es de forma burda: Si se regirá por la ambición o los ideales según
la fuerza que tenga o no alguno de los objetos.

Es muy importante que recordemos que este “self” sano depende del equilibrio entre esta
bipolaridad, de forma que no predomine una sobre la otra. Esto dependerá de un proceso de
asimilación de los objetos a través de un mecanismo que denomina “internalización
transmutadora”. También, como si se tratase de un modo de backup de emergencia, dirá
posteriormente que en caso de fallar alguno de estos objetos y permitirse la dominancia de
uno de los polos, existe un segundo momento en el que el desarrollo permitirá compensar las
fallas y carencias del primero.

El narcisismo entonces se ve sesgado de la línea pulsional freudiana, y según la experiencia


clínica de Kohut se presentará como una libido narcisista que produce catexia con objetos del
self (aquellos que son vividos como parte del sí mismo).

Observamos a un Kohut que trabaja entonces desde una necesidad, un Kohut que busca
incesantemente la respuesta a las carencias que se mostraron en el trabajo de un psicoanálisis
atravesado por la cultura de su entorno, ya no era la Viena freudiana sino la realidad
norteamericana, donde seguro seria mas notable la carencia de esa empatía, cercanía y unión,
así como las múltiples divergencias que aquellos salidos del círculo freudiano trajeron a esas
tierras bajo el manto de innovar sobre su maestro.

Defensa y resistencia en la psicología del self.

¿Como difiere el manejo en terapia de la resistencia y la defensa?

Kohut lo plantea de forma sencilla, donde en el psicoanálisis clásico esta figura fría y vacía del
analista se presenta además como inerte ante las resistencias y mecanismos de defensa,
declarando incluso que interrumpen y complican el análisis, Kohut ya tiene claro que su forma
de ver al analista es una más activa, participativa incluso. Y que la presencia de estos
mecanismos representa un intento de salvaguardar el self y deben ser consideradas como
“landmarks” del progreso que esta teniendo el paciente, dándoles una investidura positiva al
usar la palabra “Reconocimiento”.

Ya no serán entonces un obstáculo dentro del análisis, sino una herramienta que al ser
reconocida por el analista servirá para aplanar el camino hacia una evolución que asumiremos
que la paciente ansía, la cura cualquiera que sea.

Kohut nos pinta entonces un analista comprensivo, o que al menos enuncia y actúa mas bajo
ese papel, que observara entonces todo esto como progreso, pasos pequeños que representan
que el trabajo analítico esta progresando.

Este es el manejo que Kohut plantea, aquí podemos observar que su alejamiento de la escuela
clásica se hace notable y él mismo se planeta como una teoría “evolutiva” de la psicología del
yo más que una continuación directa de la escuela del psicoanálisis ortodoxo.

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