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instituto

ae estudios
alicantinos
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALICANTINOS 1
REVISTA
DEL

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALICANTINOS


EXCMA. DIPUTACION PROVINCIAL
DE
ALICANTE
Patronato José M.° Quadrado del C. S. I. C.

Núm. 17
II Epoca
Enero-Abril, 1976

DIRECTOR: JUAN ORTS SERRANO


SU0-DIRECTOR Rafael Azuar
CONSEJO ASESOR: Juan Mateo Box
José A. Cía
Enrique Llobregat
Manuel Martínez Blasco
P. Francisco Espinosa Cañizares
Gregorio Hernández Rodríguez

PORTADA: Joíé A. CÍO


DEPOSITO LEGAL: A 51 - 1969
IMPRESA EN: Gráficas DIAZ - Vial de los Cipreses, 19 - Alicante
SUMARIO
ESTUDIOS Y ARTICULOS
Liminar.- Luis Almarcha Hernández.
Vicente Martínez Morellá......................................... 7
Algunas notas sobre “Perito en Lunas”.
Agustín Sánchez Vidal............................................. 15
Don Luis Almarcha Hernández. Veintise'is años de His­
toria del Episcopologio Leones en el Siglo XX.
José María Fernández Catón.......................................... 45
Don Luis Almarcha y el Arte Sacro.
Pilar Ros Díe................................................................... 63
Don Luis Almarcha y el pintor Eduardo Vicente.
Antonio García-Molina.................................................... 73
Evocación de Don Luis Almarcha.
Manuel Abadía Cabrera .......................................... 79
El Obispo Almarcha en lo social, razón de su existencia.
Miguel Martínez-Mena.................................................... 85
Don Luis Almarcha, Apóstol de la solidaridad.
Manuel Martínez Galiano............................................... 97
TEXTOS
Poesías.
Rafael Ruiz Maciá....................................................... 117
Cuento. Los ojos del hijo de Tadea
María Dolores Peiró....................................................... 125
ESTUDIOS V ARTICULOS
Vicente Martínez Morellá I LIMINAR.-LUIS
I ALMARCHA HERNANDEZ

Liminar
El 17 de Diciembre de 1974, vigilia de la fiesta marial por
excelencia de origen wisigodo, N.a S.a de la Esperanza, prece­
dente del título Inmaculada Concepción, moría en la que fue su
sede episcopal de León, el Excmo. Sr. Dr. D. Luis Almarcha
Hernández.
Oriolano de pro, y polifacético fue hombre de grandísima
actividad. Competente en arte y materias sociales, de las que fue
un pionero, tuvo la dicha de ver convertidos en realidades sus
proyectos en ambos campos, a más, como es natural, en el
eclesiástico, en el pastoreo de su grey.
Su obra escrita fue recogida en cuatro tomos, aparecidos en
León, con motivo del XXV aniversario de su pontificado a cargo
del Centro de Estudios e investigación "San Isidoro", en su
Archivo Histórico Diocesano, en 1970.
Y el Instituto de Estudios Alicantinos, en sesión de la Junta
Rectora, para honrar su memoria, acordó dedicar un número de
la Revista, como homenaje postumo, para dejar constancia en
orden al futuro de quien pudo decirse que "pasó haciendo el
Bien" y sus creaciones perduran, en bien de la Humanidad.
8 MARTINEZ MORELLA: Liminar.- Luis Almarcha Hernández

LUIS ALMARCHA HERNANDEZ

El Hombre
Orihuela, tantas veces nombrada en el campo histórico y
literario, la capitalidad del río Segura y de la Vega Baja, así como
de la antigua Gobernación del antiguo Reino de Valencia, vio
nacer el 14 de Octubre de 1887 en la partida rural de La Murada,
a un niño que en el bautismo recibiría el nombre de Luis.
Fueron sus padres D. Manuel Almarcha Riquelme y D.a
Saturnina Hernández Mateo, hacendados labradores. De su
matrimonio, hubo otros hijos: Manuel, eminente historiador, que
ingresó en la Compañía de Jesús; José, fallecido mientras cursa­
ba los inicios de su carrera universitaria; Carmen, Adela, (todos
ellos fallecidos) y María que es la única supérstite.
Luis estudió las primeras letras en su ciudad natal y luego
ingresó en el Seminario de la Inmaculada Concepción y Príncipe
San Miguel, en el mismo lugar, en 1898, en aquel hermoso
edificio sede en otros tiempos de la cristiandad paleocristiana, y
al devenir los tiempos, beaterío y sede de una comunidad
sacerdotal que llevaba por título Padres Operarios del Santo
Evangelio, cuyo fin principal era promover las misiones populares.
Por aquellos días, el nivel cultural en dicho seminario era
muy alto. Parecía haber heredado el acervo cultural de la antigua
Universidad orcelitana de N.a S.a del Socorro y San José, que
fundara el también oriolano D. FERNANDO DE LOAZES, patriar­
ca de Antioquía, que encomendó a la Orden dominica y que
inició la actual Biblioteca, que aún se conserva con códices;
incunables, manuscritos e impresos, con abundancia de fondos
del siglo XVIII.
El plan de estudios en la época de D. Luis, estaban escalona­
dos de esta forma: Cinco años de Humanidades y Retórica (había
que dominar bien la lengua latina); tres de Filosofía y cuatro de
Teología, a la que se agregaban las disciplinas de Derecho
Canónico e Historia Eclesiástica. Las clases, en los dos últimos
grupos eran impartidas en latín. El Seminario tenía buena
biblioteca fundacional conservándose las obras completas de su
fundador el santo obispo madrileño D. Juan Elias Gómez de
Terán, que acreció con la biblioteca del Colegio N.a S.a de la
Esperanza de la Compañía de Jesús en Alicante (interesantes
1Ο MARTINEZ MORELLA: Liminar.- Luis Almarcha Hernández

incunables, raros y manuscritos) y donaciones posteriores, espe­


cialmente de los legados otorgados por los sacerdotes a raíz de
su muerte.
D. Luis destacó a seguida y los exámenes los superó con
éxito. Sus superiores le eligieron para completar sus estudios en
el Colegio de San José de Roma, que creara Ms. Domingo Sol
en el Palacio Altemps, con los Operarios Diocesanos. Y allí se
ordenó de presbítero con dispensa de edad, de manos del
Cardenal Merry del Val, en 1910, celebrando su primera misa
solemne en las Catacumbas de San Calixto el 17 de Julio. Por
estas fechas se doctoró en la Universidad Gregoriana, en
Derecho Canónico.
Acabados con brillantez sus estudios, regresó a Orihuela. La
silla episcopal estaba vacante y actuaba de Vicario Capitular D.
Andrés Díe. Y en uso de sus facultades, le nombró capellán de
religiosas. Su vida apostólica fue muy intensa: Creó muchos
catecismos en las partidas rurales del término municipal y en
aquellos tiempos era la apologética la que privaba, especialmente
en la prensa. De su bien cortada pluma salieron artículos para
"La Unidad Católica", de Murcia, y otras revistas. Como
antorcha, iluminó a los lectores, a los que añadía el bálsamo de
paz en aquellos momentos en que los ánimos estaban muy
excitados entre los partidos de diversos pareceres políticos.
En 1911 le encontramos de Cura Arcipreste en Dolores, sede
principal de las Pías Fundaciones del Cardenal Belluga y cuya
iglesia parroquial conservaba una buena talla de Salcillo. Su
prudencia, que siempre dominó en él mientras vivió., le llevó antes
de tomar resoluciones, a tomar primeramente conciencia de la
situación de la comarca y de las Pías Fundaciones. Estudiando
cada asunto, consiguió recuperar los censos para las tres
parroquias, a la vez que iniciaba una formación social entre los
agricultores.
Poco duró su estancia. Al año siguiente le encontramos en el
Seminario Conciliar de Orihuela, como Prefecto de Disciplina y
profesor de Humanidades —era costumbre por aquella época que
los profesores iniciaran sus actividades didácticas, explicando
Latín, ya que con esa lengua se daban las clases de Filosofía y
Teología en los Seminarios mayores— viviendo interno durante
seis años. Luego impartió Derecho Canónico y aquella incipiente
ciencia conocida por Sociología y que su etimología tanto dio
que pensar a los filólogos.
11

El karysma de D. Luis, al menos por esta época, era la ense­


ñanza. Por eso fundó una Academia, que tituló de Santa Teresa
de Jesús, para prácticas de lengua castellana. Y también fundó
los Círculos de Estudio sobre Sociología. Semanalmente acudía al
Colegio de Jesús-María, asentado sobre lo que fue Colegio de la
Compañía de Jesús hasta la expulsión de 1767, a impartir sus
clases de Religión.
El Obispo Plaza y Blanco, teniendo en cuenta sus grandes
conocimientos sobre Derecho Canónico, le nombró Promotor de
la Fe en el proceso canónico de beatificación de la venerable Sor
Juana Guillén, monja agustina en el monasterio de Orihuela.
Sede conventual fue Orihuela de cartujos, mercenarios,
agustinos, trinitarios, dominicos, jesuítas, franciscanos, capuchi­
nos y de otros entes colegiados. Habían legado al pueblo el don
de la fe. Pero en estos momentos de contraste de pareceres en
materia política, reflejada en los casinos y círculos, tertulias litera­
rias y semanarios, la fe iba debilitándose e iniciándose una lenta
descristianización. D. Luis, buen psicólogo y reconocido sociólogo
en la iglesia universal, bien empapado de las doctrinas de León
XIII sobre cuestiones sociales, fundó el Círculo Obrero de Nuestro
Padre Jesús (título del patrón principal de Orihuela). Fue el punto
de partida de un buen número de instituciones socio-católicas. El
era el Consiliario y seguía las normativas del P. Vicent, de la
Compañía de Jesús, en sus actividades de ese tipo en Valencia.
Fruto de esa actividad fue la fundación en 1919, con otros
colaboradores, de la fundación de Federación de Sindicatos
agrícolas católicos, con separación de los intereses profesionales
de la extinguida Federación de Obreros Católicos. Encargó de la
Consiliaría eclesiástica a su discípulo predilecto D. Ramón Barber
Hernández, y encuadró los fines cooperativos en la indicada
Federación.
El Instituto Social que él fundara tenía por normativa, la
reunión semanal para tratar de temas sociológicos, cuya tarea
duró hasta 1936. La labor realizada puede examinarse en las
Memorias, especialmente en las de la Obra social agraria, en que
se recogen la situación de actuación: reparto de abonos, semillas,
ordenación de riegos, gusano de seda con sus industrias deriva­
das, las Cajas Rurales, la orientación en las importaciones y
exportaciones, plantaciones de frutales, construcción de viviendas
y otras actividades en las que estaban empleadas más de mil
familias.
12 MARTINEZ MORELLA: Liminar.- Luis Almarcha Hernández

Por este tiempo era el Consejero Eclesiástico de la Caja de


Ahorros de N.a S.a de Monserrate, creación del jesuíta mallorquín
P. Bartolomé Arbona, durante su estancia en el Colegio de Santo
Domingo y que hoy está integrada en la Caja de Ahorros de
Alicante y Murcia.
Parecía que D. Luis era el hombre que del día ocupaba las
veinticuatro horas. A más de su actividad en el campo social y
pedagógico, tenía también las eclesiásticas. Un muestreo de ella
sería rememorar que fue Fiscal General de la Curia Eclesiástica,
Canónigo dignidad de Chantre de la Santa Iglesia de Orihuela
(desde 1923 hasta su promoción al episcopado), Vicario General
de la Diócesis y a la muerte del Obispo D. Francisco Xavier
Irastorza Loinaz, vicario capitular, Consiliario diocesano de Acción
Católica, Presidente de la Junta de Gobierno del Oratorio Festivo
de Orihuela...
Y ahora pasamos a otra faceta de actividad: la artística.
Dirigió e impulsó la reparación artística de la Catedral de Orihuela,
creando el Museo de Arte diocesano, ordenó el tesoro artístico
de la Catedral, dotó a la misma de claustro, transportando el
antiguo de la Merced, creo las salas de sínodos, de Velázquez
(recordemos la famosa tentación de Santo Tomás), y la de las
tablas. A favor de la ciudad consiguió la creación del Patronato
Histórico Artístico, para salvaguarda del Tesoro local.
Estas son las rápidas pinceladas de su actuación en Orihuela.
La Santa Sede le elevó al episcopado el 10 de Julio de 1944,
como titular de León. Su actividad allá, se recoge en la obra
aparecida con motivo de sus XXV años de pontificado y que
comprende a más de la actividad pastoral, la bibliográfica y demás
y que efectuó D. José María Fernández Catón, Director del
Archivo Histórico Diocesano de allá.
Habida cuenta la legislación canónica vigente, a la edad de
setenta y cinco años D. Luis pidió la jubilación en el episcopado,
siéndole concedida y quedando como Obispo titular. En pastoral
de 4 de Abril de 1970, se despedía emotivamente de sus
diocesanos.
Fijó desde entonces su residencia en Orihuela, en la partida
rural de La Murada, pero nunca olvidó a su antigua grey, visitán­
dola frecuentemente. Y en una de esas visitas, en diciembre de
1974, tras unos días de estancia en León, el día 17, entregó
13

plácidamente su alma a Dios. Y en la esperanza de la resurrección


yacen sus restos al pie de un altar de la Santa Catedral de León.
A su entierro, acudió gran masa de admiradores de su celo,
tanto de la provincia de León, como la de Alicante y que a él
estaban vinculadas por amor filial. Pasó haciendo el bien. Y su
memoria será imperecedera.

EL ESCRITOR
Como antes decíamos su labor bibliográfica fue recogida en
sus bodas de plata en el episcopado y publicada.
He aquí su descripción:
ALMARCHA HERNANDEZ, Luis
I La Cooperación como sistema económico-social.
Centro de Estudios y de Investigación San Isidoro. Archivo
Histórico Diocesano.
León, 1970.
Retrato del autor.
Dedicatoria en verso al Obispo, en 24 de Septiembre por
José Arizcún Moreno, ingeniero agrónomo.
Soneto.
La Cooperación. Hay ediciones anteriores: 1943, 1945 y
1965.
Los campos de Etica Social y la Cooperación.
Régimen jurídico español de las cooperativas.
La presentación es de D. José María Sánchez Catón.
II Ideas sociales
Virtudes sociales.
Principios sociales
La iglesia en el orden social.
Pastorales sobre el orden social, descanso dominical, la
esperanza, sentir con la Iglesia, caridad, la Iglesia y la
paz, la angustia humana y la Iglesia y sobre la encíclica
Mater et Magistra.
León, 1970.
La presentación es de D. Rafael Ampudia González, profe­
sor de Etica e Instituciones sociales del Seminario Mayor
de León.
III Escritos doctrinales y pastorales.
Primera alocución pastoral.
14 MARTINEZ MORELLA: Liminar.- Luis Almarcha Hernández

El seminario (2)
El Papa (5)
Visita ad límina (4)
Misiones parroquiales (2)
María, la Virgen (8)
Fiestas litúrgicas (6)
San Isidoro (8)
VI Congreso Eucarístico Nacional (5)
El Concilio Vaticano II (6)
Escritos varios
Arte sacro
Bodas de plata con la diócesis.
León, 1970.
La representación es de D. Antonio del Valle Menéndez,
Presidente de la Excma. Diputación Provincial.
IV Escritos varios
Instituciones de investigación, formación y enseñanza.
Instituciones apostólicas.
Instituciones económico-sociales.
Arte sacro: Documentos.
León, 1970.
La presentación es de D. Luis López Santos, Director del
Centro de estudios e investigación "San Isidoro". Y los
"Datos para un pontificado" de D. Gabino García y García.
Una larga nómina se obtendría de la relación de artículos
publicados en diversas revistas y periódicos. Fue Director de "La
Lectura Popular" de Orihuela, que desapareció en 1936 y de la
que era asiduo colaborador semanal.
Para la demostración al Gobierno, que la antigua Universidad
de Orihuela, era propiedad del Obispado, dio a la imprenta en
1932: "Cláusulas fundacionales del Colegio de Santo Domingo y
antecedentes jurídicos que regulan la intervención de la Mitra en
el mismo".
Y con motivo de la inauguración, publicó "Monumento al
agricultor" que se colocó junto a la Virgen del Camino, en La
Murada que él creara, impreso en Orihuela, en 1971.
Agustín Sánchez Vidal ALGUNAS NOTAS SOBRE
"PERITO EN LUNAS"

El primer viaje de Miguel Hernández a Madrid (sale de Orihue­


la el 7 de diciembre de 1931 y regresa de la capital el 15 de mayo
de 1932) va a suponerle al joven poeta una experiencia decisiva:
de un modernismo-regionalista trasnochado va a pasar a un
entusiasta gongorismo, al captar todavía en la gran urbe los ecos
del tercer centenario del vate cordobés. Fruto de una titánica
lucha con las palabras, y a partir de la constatación de su retraso
con respecto a la poesía que se hacía en sus días, va a surgir
Perito en lunas, libro laboriosamente trabajado, tras múltiples
tanteos, y que publicará.en enero de 1933 en Murcia.
Consta esta "opera prima" de 42 octavas reales, con tal
densidad y complejidad metafórica, que lo hacen, decididamente,
ininteligible, como ya indicó Gerardo Diego (1). Si en Góngora se
dispone de unas pautas mitológicas que permiten reconstruir una
trama sobre la que organizar la transposición metafórica hasta
poder hacerse con el sentido de la poesía, aquí hay que partir
casi de cero, y en algunos casos, llegar sólo a meras hipótesis,
sin poder establecer unas conclusiones definitivas.
Conscientes de esa dificultad de lectura, algunos críticos
intentaron descifrar los poemas, logrando acercamientos valiosos
(2). Un paso de gran importancia lo constituyó la publicación de
los títulos de las octavas por CANO BALLESTA (3). Dichos
títulos habían sido retirados por el autor de la edición original,
16 SANCHEZ: Algunas notas sobre “Perito en Lunas"

pero se los dictó a un amigo de Orihuela, D. Federico Andreu


Ribera, que se los pidió al poeta ante lo arduo de la lectura. Con
ello se contaba con un sólido cimiento para emprender la tarea
que, aún así, sigue estando erizada de dificultades.
Para comprender en todo su alcance los poemas de Perito
en ¡unas hay que localizar, casi siempre con matemática
precisión, el modo de ver las cosas del poeta, colocándose en esa
peculiar perspectiva. Una vez logrado eso, las octavas se nos
presentan como una serie de viñetas relativamente independien­
tes entre sí, en que se dibujan motivos bastante cotidianos
(Estampas regionalistas en ocasiones).
Para penetrar en esa clave poética, quizá uno de los procedi­
mientos más adecuados sea el cotejo de los pasajes oscuros con
los claros. Es decir: se aíslan las metáforas, y se rastrean a lo
largo de toda la obra. Allí donde aparecen definidas sin duda
posible, se estudian sus mecanismos, y luego se vuelve al pasaje
difícil y se descifra con la clave obtenida. En todo caso, ése es el
procedimiento empleado aquí. Como se ve, los títulos no son
absolutamente imprescindibles, y de hecho se analizan en estas
páginas poemas del mismo grado de dificultad que los de Perito
en tunas, que no llevan título, y dos octavas del libro (la 1 y la 12)
acerca de las cuales poco nos dicen los títulos respectivos. Con
todo, los títulos dan un margen de seguridad de gran importancia
para orientarse en lo que a veces es como buscar una aguja en
un pajar. En algunas octavas, una vez conocidos, desaparecen
todas las dificultades, a poca costumbre que se tenga de leer
este tipo de poesía.
Me ocuparé en estas líneas de algunas de las octavas de
Perito en tunas que, a mi juicio, reúnen mayores dificultades de
lectura, o bien son especialmente definidoras del tono general de
la obra. A continuación, de un modo muy breve, y a modo de
apuntes, indicaré algunos de los caracteres que se pueden extraer
de esas octavas y de la lectura de todo el libro.
He manejado la primera edición de Perito en tunas, con una
fe de erratas que corrige algunas lecturas que, en ocasiones,
revisten una importancia decisiva (4). A la vista de ella, corrijo las
ediciones vulgatas de Perito en tunas. Doy los títulos entre
corchetes, así como la numeración con que suelen publicarse, ya
que en la edición príncipe van sin numerar.
17

Sería de desear que Perito en tunas viese la luz anotado o,


por lo menos, con los títulos (5), para que pudiese llegar al públi­
co no especializado.
*****
[I]
[SUICIDA EN CIERNE]
Je m'enfonce au méprís de
tant d'azur oiseaux.
Vatery. . .
A lo caña silbada de artificio,
rastro, sino evasión, de su suceso,
bajaré contra el peso de mi peso:
simulación de náutico ejercicio.
Bien cercén del azar, bien precipicio,
me desamparará de azul ¡leso:
no la pita, que tal vez a cercenes
me impida reflejar sierra en mis sienes.
La cita de Paúl Valéry es el último verso de la composición
titulada "Le rameur", de su libro Charmes, y la estrofa completa
a que pertenece dice así:
Leur nuit passe longtemps. L'ame baisse sous eux
Ses sensibles soleils et ses promtes paupiéres,
Quand, par le mouvement qui me revet de pierres,
Je m'enfonce au mépris de tant d'azur oiseux. (6)
Tal cita se refiere exclusivamente a esta octava y debe ir
ante ella, no al frente del libro, como es normal en las ediciones
de Perito en lunas, que suelen leer, además, el verso 1 de esta
forma:
A la caña silbada de artificio.
Basándose en esta errónea transcripción probablemente,
Marie Chevallier cree que el tema de la octava es el viento soplan­
do entre los cañaverales (7).
Daño Puccini ha concretado aún más su interpretación del
poema, partiendo de la identificación "caña silbada de artificio" -
flauta. De este modo, manejando también una edición errada, y
colocando la cita de Valéry al principio del libro, ha deducido
18 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

para las cuarenta y dos octavas del mismo conclusiones que (de
ser cierta su interpretación) sólo serían válidas, en rigor, para esta
composición inicial:
Che cosa, del resto, sia questo primo libro del nostro
poeta e facile dedurre dal dístico de Valéry che figura
sul suo frontespizio ("Je m'enfonce au mépris de tant
d'azur oiseux") e dai versi iniziale della prima ottava:
A la caña silbada de artificio
L'atteggiamento che presiede l'opera e, come si vede,
quello d'un buon arcade moderno ("alia canna zufolata
d'artificio"), di un vero e proprio "perito in lune"
letterarie... (8)
Ahora bien, la "caña silbada de artificio" creo que es el
cohete que tiene su caña y su silbido, sin olvidar la denominación
de "fuegos artificiales" que se les da. Esta interpretación puede
apoyarse en numerosos textos hernandianos, de los que voy a
entresacar algunos.
Ante todo, vaya otra octava de Perito en ¡unas, la n.° 6, en
que los cohetes sobre el negro de la noche son como una lección
de geometría dada en un pizarrón escolar:
[COHETES]
SUBTERFUGIOS de luz, lagartos, lista,
encima de la palma que la crea:
invención de colores a la vista,
si transitoria, del azul, pírea.
A la gloria mayor del polvorista,
rectas la caña, círculos planea:
todo un curso fugaz de geometría,
principio de su fin, vedado al día.
En un poema de hacia la misma época, se insiste en el tema
en los siguientes términos:
Artificiales esplendores turban
en redentoras cañas,
el de la estrella, caminando en busca
del trueno que los mata. (9)
De otra composición ligeramente posterior "COHETE-y glorio­
so", doy algunos versos donde la coincidencia con la octava 1 es
mayor (cfr. "suceso", en ambos):
19

Y el fósforo, principio de su ira,


la ira que le alienta y le derroca,
para poner en curso su suceso,

Para lagarto estudia, ya palmera:


animada la caña, sin sosiego,
porfía por ir más, más, más distante.
[..... ] (10)
Cuando ese cohete sube durante el día, pasa inadvertida su
luz, y entonces, cuando ha gastado la pólvora que ocultaba, cae,
abandonando esa navegación sobre el azul del cielo, como un
pez:
Inadvertida [la caña del cohete] cruza por el día.
Lo pez de lo que enseña,
lo impide lo que oculta devorado.

Se le acabó el esfuerzo, la porfía.


Le sobró voluntad, pero le hacía
falta más munición, para el camino.
Y volvió al disimulo,
al silencio, sin tino,
ciega la caña y el silbido nulo. (11)
Así pues, y sin descartar otras posibles interpretaciones, lo
que sí parece claro es que "caña silbada de artificio" = cohete.
De donde se deduce que el primer verso "A lo caña silbada de
artificio" = "A lo cohete".
El "Suicida en cierne" caerá, como el cohete, "contra el
peso de [su] peso" y así como el cohete semejaba un pez nave­
gando contra el azul del cielo, esa bajada será "simulación de
náutico ejercicio".
Y aquí entra la relación de la estrofa con el lema que la
preside: el sujeto poético se hunde a pesar del azul ocioso.
Pero, ¿quién es ese "suicida en cierne"?
Repasando toda la obra de Miguel Hernández (poesía, prosa
y teatro) encontraremos casi siempre la palabra "suicidio” referi­
da a la fruta que cae por su propia sazón; y en todas las ocasio­
nes, menos en una, esa fruta es el higo. Véanse una serie de
ejemplos:
20 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

Por exceso de miel cae el fruto a rachas.


¡Y aún llevo el sol hundido hasta las cachas! (12)
...Entre el romero a lo celeste
con la flor enmelada,
oyes caer madureces
por exceso de punto suicidadas. (13)
Al higo, por él mismo vulnerado
con renglón de blancura. (14)
El fruto chino ¡el limón|, el árabe |la granadal y el guineo
|el higo|,
da suicidado en tierra,
creciendo en paz y madurando en guerra. (15)
Se dirigen los higos a su luto,
a su pintado arrope; (16)
No es por mezquindad, para aprovechar arrope para el
otoño: ¡si la mitad de la cosecha! pasará por el cénit
de su sazón, suicidará su mediod'? tenebroso esperando
el amparo de mi mano, imposible para toda, ¡tanta! (17)
HIGOS-sazón y hojas
En verdes paracaídas
cuelgan, como negras horas,
sus coincidencias medoras
deleitaciones suicidas.
Por su sazón requeridas,
las armas de los deseos
a amparar los titubeos
ascienden, mas tan ronceras
que ya las ropas primeras
suicidios llueven guineos. (18)
Si se acepta esta hipótesis, la octava nos presentaría al fruto
maduro (preferentemente al higo) que va a soltarse de la rama de
un momento a otro, por su propio peso (o sea: suicidado),
concebido como un nadador que, cayendo a lo cohete, se lanza
al azul del cielo, (que resulta ser el agua para este "náutico ejerci­
cio").
Los versos 5 y 6 creo que no presentan ninguna dificultad.
En cuanto a los dos últimos, no he hallado en la obra hernandia-
na ningún otro pasaje que los aclare satisfactoriamente, aunque
sí pueden establecerse los indicios de su sentido general.
Ante todo, veamos el verso último.
21

"Reflejar sierra en mis sienes", según la imagen tópica, de


tan rancio abolengo, que compara las sienes plateadas de canas
con una cumbre nevada, quiere decir "hacerse viejo". Pero,
aceptada la hipótesis del higo, puede tener otros significados.
El higo, al madurar, se agrieta, asomando por esas hendiduras
el color blanco de la parte interior del fruto, que contrasta con el
negro de la piel. Teniéndolo en cuenta, el poeta alicantino ha
escrito:
Al higo, por él mismo vulnerado
con renglón de blancura. (19)
y sotanas de miel que usan camisa. (20)
¡Ay, consultora mía!:
angélica de aquel convaleciente,
de blanco acuchillado, sí, medoro
y espirado de oro,
que tú restañas, digo
del canónigo arrope, no del higo; (21)
Como se ve, el higo es o bien un "canónigo" que usa
"negra sotana" por la que asoma blanca "camisa", o bien
"medoro" cuyas cuchilladas blancas son cuidadas por las laborio­
sas abejas ("angélicas" por sus alas, sus cuidados y porque
Angélica cuida las heridas de Medoro, por referencia al famoso
pasaje del Orlando furioso —canto XIX— que tan afortunada­
mente glosó Góngora en su romance).
Es decir: "reflejar sierra en mis sienes" se refiere a la madu­
ración, aludiendo a la vez a las cañas y a las grietas que la sazón
produce en el higo.
Pero aún hay otra alternativa, que es la que creo que mejor
se aviene con el poema que nos ocupa.
En una prosa de hacia la misma época, el poeta se nos
presenta cogiendo un higo de la rama del árbol. Al apretarlo
demasiado, el látex del fruto chorrea por él:
DELICIA-grana
¡Ay! Apuro ¡tanto! el higo que malhumoraba ahora la
avispa, umbría y limonada a listas, vulnerándolo más de
lo que estaba, que la leche amarga que expira por el
pezón, istmo breve que hacía depender del ramaje el
globo por coincidencia, alto, sobre negro, inflama con
su malicia mis labios golosos. (22)
22 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

En otra prosa cercana en el tiempo, Miguel y sus amigos van


a robar unos aguacates a un huerto protegido por su tapia corres­
pondiente, con cristales en su cima. En los testimonios de su vida
de adolescencia, se ha citado a veces el comentario que solía
hacer el poeta cuando reparaba en esos cristales, aludiendo a la
mala intención de quien los ponía. (Ello puede servirnos de indicio
de cómo Miguel Hernández seleccionaba los elementos poéticos
de entre los objetos de su vida cotidiana).
Teniendo en cuenta todo esto, cobra un más apropiado
sentido el conjunto de metáforas y paradojas de este párrafo:
Nuestra opinión y la del dueño de los aguacates, coinci­
den en la tapia: división de opiniones. Al canto de su
altura facultada de dientes de cristal, se confederan los
amarillos, si de nuestra codicia, de un resol con divisa
lumbre y cana. (23)
Estos juegos basados en el léxico taurino ("división de
opiniones" y "divisa", con la concurrencia también entre
"divisa", con la concurrencia también entre "divisa"-"división")
son potenciados de modo más notable en esta décima:
TAPIA DEL HUERTO-mío
Sobre toril, paladión
de mi local primavera:
— problema de sustracción
y getsemaní de higuera.
Entre los niños de afuera,
por necesidad de ladrones,
y las guineas facciones
del higo de puro escritas,
la tapia, a fuerza de pitas,
dividiendo está opiniones. (24)
La tapia, además de contener la fiereza de los crios codicio­
sos ("toril"), es defensa ("paladión"), del huerto ("local primave­
ra"). "Problema de sustracción" es un juego de palabras entre
su significado aritmético como "resta" y el lenguaje más jurídico,
sinónimo de "hurto". Algo semejante sucede con "getsemaní de
higuera", construido sobre "Huerto de los Olivos". Ahí tenemos
de nuevo la división de opiniones, y el higo como la cabeza de un
guineo, llena de renglones de escritura (ya antes había escrito:
"Al higo, por él mismo vulnerado con renglón de blancura"), sólo
que aquí se habla de "facciones" en lugar de "sienes".
23

Pues bien se dice: "la tapia, a fuerza de pitas, | dividiendo


está opiniones". Esto puede significar, fundamentalmente, dos
cosas: que la tapia es un seto de pitas, o que se llama "pitas" a
los cristales. A la luz de la prosa que acabo de transcribir parece
más lógica esta segunda opción.
Y ahora, volvamos a la octava 1. Según todo lo expuesto, se
podría proponer, con todas las precauciones necesarias, la
siguiente interpretación de los dos últimos versos: puede que un
"cercén del azar” me desampare, pero no me desamparará el
cristal de la tapia, que me protejerá con sus cortes de quien
pretenda arrancarme, goteando por mi rostro el látex del pezón
que me sujeta a la rama".
Finalmente, transcribo unos versos bastante posteriores
(1935) donde, aceptada esta interpretación que antecede, todavía
se pueden rastrear huellas de la octava de Perito en tunas, ya que
el higo cae librado como un cohete por el afilado y agudo canto
de la chicharra que anticipa su madurez (porque lo hace caer,
tanta es la potencia dionisíaca del canto):

chicharras que conceden por sus élitros


aeroplanos, torrentes, cuchillos afilándose,
chicharras que anticipan la madurez del higo,
libran cohetes, elaboran sueños,

— "Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda" (25)

[II]
[palmero y domingo de ramos]
Luz comba, y no, creada por el mozo
talludo espulgador de los racimos:
no a fuerza, y sí, de bronces en rebozo,
sí a fuerza, y no, de esparto y tiempo opimos.
Por el domingo más brillante fuimos
con la luz, enarcada de alborozo,
en ristre, bajo un claustro de mañanas,
hasta el eterno abril de las persianas.
Como suele suceder con todas o casi todas las octavas de
Perito en tunas, esta estrofa está estrechamente relacionada con
otras del mismo libro. En este caso, las números 5 ("Palmera") y
24 SANCHEZ: Algunas notas sobre “Perito en Lunas"

7 ("Palmero") constituyen un "continuum" que conviene no


separar.
En esta composición la palma protagoniza la procesión del
Domingo de Ramos, tan brillante en Orihuela y tan añorada por
Miguel cuando desde Madrid escribe a Carlos Fenoll:
Decidme si hay procesiones. Aquí no se notará que es
Semana de Pasión". (26)
La palma es "luz comba", "enarcada de alborozo”, llevada
"en ristre" en la procesión, constituyendo, por tanto, un "claustro
de mañanas" al ser arqueada y luminosa como esa parte del día.
La estrofa está dividida en dos partes, aprovechando la
simetría bilateral de la octava real; como es frecuente en el libro,
cada una de esas partes (versos 1 al 4 por un lado y 5 al 8 por
otro) aloja un tema diferente, bien que estrechamente relaciona­
dos. Aquí, los cuatro primeros versos nos presentan al palmero
("mozo talludo espulgador de los racimos") que sube al tronco
del árbol para coger los dátiles y cortar las palmas, tal y como
vuelve a aparecer en la citada octava 7:

[vii]
[PALMERO]
Al galope la tierra y a cercenes
el azul en el istmo de más talla,
que por oro los une donde se halla
el viento bronceado de vaivenes.
Jinete que a tu misma grupa vienes
para entrar con las luces en batalla,
de la copa dorada, por tu empeño,
haz la degollación, tras el ordeño.
Los versos 3 y 4 de la octava 2 aluden a la costumbre levan­
tina de cubrir las hojas aún tiernas de la palmera con sacos de
esparto, para preservarlas del sol (que las volvería verdes) y lograr
así el color bronceado y la finura que las hace tan apreciadas.
En una composición posterior puede verse la misma ¡dea
expresada más claramente:
Troncos, no de madera
de equilibrio perfecto,
sus cinturas prorrogan
25

hasta el último viento;


comban tribulaciones,
puntas, y no, de acero
puestas, para servir,
a oscuro tratamiento,
si con vigor de esparto,
con intención de templo. (27)

El último verso de la octava 2 se refiere probablemente a la


palma que se sujeta en la persiana al volver de la procesión. Se
cierra así un ciclo palmera-palma-persiana (estas persianas de
color verde a que alude el poeta suelen estar hechas de palma)
subrayado por la condición de "eterno abril" (- siempre verde)
de las mismas.
"El domingo más brillante" es una clara bisemia que recoge
la solemnidad religiosa y la luminosidad de las palmas (- "luces").
Ya Gabriel Miró (28) solía utilizar el término "bronce" al
referirse a la palmera (tal y como hemos visto ya en el verso 4 de
la octava 7) y había exaltado el gozo infantil de la procesión
dominguera en páginas que M.H. conocía muy bien:
Se curvó para asomarse y tocó la palma del último
Domingo de Ramos, seca y atada entre los hierros. ¡Qué
inmediato y leve aquél día de los "Hosanna, Hosanna"!
La rama amarilla de palmera tan fría y jugosa entre sus
manos. Su palma de un gentil latido en su punta. (29)
Una utilización del tema "a lo divino" será hecha por el
propio Hernández en su auto sacramental Quién te ha visto y
quién te ve y sombra de ¡o que eras. El Amor, que es una palme­
ra, ve atadas sus palmas (nótese el doble sentido del vocablo) a
la columna de su tronco (ya en la octava 5 se le dice a la palmera:
"Anda, columna; ten un desenlace de surtidor"). Se le ata
rodeando sus manos con el esparto de una cuerda, impidiendo
así difundir su luz (nueva bisemia). Pero ese encubrimiento no
hará sino aumentar la brillantez de ésta, en una Resurrección y
un Pentecostés aún más esplendorosos. Como se ve, la imagine­
ría de extracción religiosa es densísima, estableciendo un
apretado y difícil paralelismo entre la Crucifixión y los azotes
atado a la Columna del Redentor y la labor agrícola ejercida sobre
la palmera. Tal interpretación, que conjuga la religión y la vida
campesina, es muy típica de la poesía católica de Miguel Hernán­
26 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

dez. Véase todo lo dicho en este parlamento del Amor, dirigién­


dose al Hombre-niño:
Hijo, por tí me maniatan
mis palmas de cielo altísimas;
por tí me anillan de esparto
y en cruz me imposibilitan.
Igual que a palmera atada
a su columna sencilla
me hará glorioso el tormento,
me hará la sombra tan viva
luz interior que, subido
a los cielos, desde arriba,
bajaré en lenguas de fuego
centelleantes e invictas,
transformado por amor
sobre tu frente contrita. (30)

[X]
[SEXO EN INSTANTE (1)]
...fija en nivel ia balanza
con afecto fugitivo
fulgor de mancebo altivo...
Góngora
¡Hacia ti que, necesaria,
aún eres bellal..
Guillén
A un tic-tac, si bien sordo, recupero
la perpendicular morena de antes,
bisectora de cero sobre cero,
equivalentes ya, y equidistantes.
Clama en imperativo por su fuero,
con más cifras, si pocas, por instantes;
pero su situación, extrema en suma,
sin vértice de amor, holanda espuma.
La comprensión de la octava, una vez conocido el título, es
sencilla, sin más que tener en cuenta que se opone el sexo
masculino ("perpendicular morena", "bisectora de cero sobre
cero") al femenino ("vértice de amor") en metáforas bastante
obvias.
27

Ambas formulaciones pueden encontrarse en otros pasajes


de la obra del poeta. Doy un ejemplo de cada uno:
a) Del masculino:
"...ocupadas están todas las sombras menos la de mi
carne".(31)
b) Del femenino:
"el fiel plenilunar de mi deseo
remitir a tu vértice, hortelana". (32)
He escogido este último porque en él se presenta al sexo
masculino como el "fiel" de una balanza que debe ser compulsa­
do por el "vértice" del sexo opuesto.
Y así creo que se relaciona con la cita de Góngora que
encabeza la octava, donde se insiste en la imagen de la balanza,
que resulta clara con estas referencias. Un uso parecido se da en
la octava 4, donde el pecho del torero (representado por su
corbata de seda, o por su chaquetilla), es el "fiel" de la balanza
por los cuernos del toro, que se proyectan como una lira contra
su pecho, su "lugar mejor" porque encierra su corazón, su valor
y su "alma":

[iv]
[TORERO]
Por el lugar mejor de tu persona,
donde capullo tórnase la seda,
fiel de tu peso alternativo queda,
y de liras el alma te corona.
Claro está que "fiel" es una bisemia (como casi la mitad de
las palabras en Perito en ¡unas) que indica también esa infatigable
persecución a la que el toro somete al torero ("como el toro te
sigo y te persigo", en el soneto 23 de El rayo que no cesa). Es
curiosa la coincidencia de esta imagen de la balanza y el fiel en
un contexto erótico (puesto que la relación toro-torero es en El
rayo, símbolo de la dialéctica amorosa).
Lo que me interesa también hacer resaltar es la filiación más
o menos ultraísta o cubista del poema. Nótese cómo el proceso
erótico se ha reducido a geometría y aritmética, hablándose en él
de "perpendicular", "bisectora", "cero sobre cero", "equivalen­
tes", "equidistantes", "cifras", "suma", "vértice".
28 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

En 1932 había publicado en Murcia Antonio Oliver Belmás su


segundo libro, Tiempo Cenital, injustamente olvidado dentro del
panorama de la poesía ultraísta (33). En él, se puede observar un
tratamiento paralelo de algunos temas (por entonces Antonio
Oliver se casa con Carmen Conde, fundan la Universidad Popular
de Cartagena, y cuentan con la amistad de un joven poeta de
Orihuela: Miguel Hernández):
Las palmeras al crepúsculo siempre valen dos rectos. (34)
La cita de Góngora plantea algún problema. Al tratar de
localizarla, no se encuentra en toda la obra del poeta cordobés.
No aparece ni en sus poesías, ni en sus comedias, ni siquiera en
su epistolario (que a veces incluye versos), ni en variantes, ni en
primeras versiones, ni en obras atribuibles. (35)
Si manejamos ediciones de Góngora de la época en que lo
leyó Miguel Hernández, sin embargo, nos encontraremos con una
décima que dice así:

Atrevida confianza,
Girando con paralelos.
Emulación de los cielos,
Sublime proeza alcanza;
Fija en nivel la balanza
Con afecto fugitivo
Fulgor de mancebo altivo,
Y para casos supremos,
Oriente une, si extremos,
De amor el ocaso vivo. (36)

Como se ve, Miguel Hernández utiliza, de modo harto audaz,


un material gongorino recóndito y nada tópico, lo que nos
muestra una de las facetas que no debe perderse de vista al
estudiar al poeta oriolano: era un lector de poesía formidablemen­
te dotado e incluso muy erudito; la imagen suya como poeta-
pastor naif y espontáneo sólo es atribuible al Miguel Hernández
muy primerizo. En el poema de Góngora ya hay parte de ese
tratamiento geometrizante del tema.
La cita de Guillén también pertenece a una décima, esta vez
directamente relacionada con el tema erótico. Se trata de
"Pasmo del amante", de Cántico·.
PASMO DEL AMANTE
¡Hacia ti que, necesaria,
Aún eres bella! (Blancura,
Si real, más imaginaria.
Que ante los ojos perdura
Luego de escondida por
El tacto). Contacto. ¡Horror!
¡Esta plenitud ignora,
Anónima, a la belleza!
¿En ti? ¿En quién?.. (Pero empieza
El sueño que rememora). (37)
Situadas ambas citas en sus contextos respectivos, se puede
apreciar la habilidad con que Miguel Hernández sabía soldar
temas ajenos a los propios (habilidad que no es sino una faceta
más de su gran capacidad mimética). Porque la diferencia entre
su octava y la décima de Guillén, dilucidadas ambas por inserción
en sus cosmovisiones respectivas, son notables. (38)

[XII]
[LO ABOMINABLE]
A. Ernesto G. Caballero
AUNQUE amargas, y sólo por momentos,
tendremos palmas en las manos todos;
palmas, que las mayores en los vientos,
no han de alcanzar, ni ardiendo, los dos codos.
Entonces, posteriores sufrimientos
nos harán leves, libres de los lodos:
las últimas mejillas, viento en popa
irán sobre la un punto china Europa.
El título nos sirve bastante poco para dilucidar el significado
de esta octava. Tendremos que basarnos en otros textos hernan-
dianos para obtener una clarificación (sólo relativa, ya que no
encuentro pasajes que expliquen en su totalidad y satisfactoria­
mente el poema).
Creo que va emparejada esta octava con la n.° 30:
[XXX]
[RETRETE]
30 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

AQUELLA de la cuenca luna monda,


sólo habéis de eclipsarla por completo,
donde vuestra existencia más se ahonda,
desde el lugar preciso y recoleto.
¡Pero bajad los ojos con respeto
cuando la descubráis quieta y redonda!
Pareja, para instar serpientes, luna,
al fin, tal vez la Virgen tiene una.
Antes de pasar a analizar ambas composiciones, conviene
aclarar algunos pormenores, para que no sorprenda demasiado
encontrar el retrete convertido en tema poético en Miguel
Hernández. Ya hemos visto que las referencias sexuales son en él
muy frecuentes, y basta leer Viento del pueblo o su epistolario o
escuchar a quienes le conocieron para no extrañarse excesiva­
mente de ello. (39)
Pero esto es, relativamente, lo de menos. Hay otra explica­
ción que es decisivamente importante porque constituye una de
las claves de Perito en lunas: Miguel Hernández, como ha hecho
notar Concha Zardoya (40), a pesar de tener aspiraciones de
poeta y estar enamorado de la belleza, se ve obligado en Orihuela
a ordeñar todos los días las cabras, a limpiar las cuadras, a sacar
el agua del pozo, y ello le desespera y enerva. ¿Cómo resolver
este dilema o, por lo menos, dar salida a esa frustración? Compo­
niendo Perito en lunas. Sus octavas van a tratar de elevar a
categoría poética las realidades más bajas y humildes. El es poeta,
y la poesía es su único instrumento de redención. Hay un testi­
monio que es medianamente claro a este respecto:
MIGUEL-y mártir
¡Todos! los días, elevo hasta mi dignidad las boñigas de
las cuadras del ganado, a las cuales paso la brocha de
palma y caña de la limpieza.
¡Todos! los días, se elevan hasta mi dignidad las ubres a
que desciendo para producir espumas, pompas tran­
seúntes de la leche; el agua baja y baja del pozo; la
situación crítica de la función de mi vida más fea, por
malponiente y oliente; los obstáculos de estiércol con
que tropiezo y que erizan el camino que va de mi casa a
mi huerto; las cosas que toco; los seres a quienes con­
cedo mi palabra de imágenes; las tentaciones en las que
caigo, antonio...
31

¡Todos los días! me estoy santificando, martirizando y


mudo. (41)

En esta prosa encontramos alusiones a buena parte de los


temas de Perito en lunas: las ubres (octava 33), el pozo (octava
18), su ganado (octava 26) y, en general, "todos lo seres a quie­
nes concedo mi palabra de imágenes".
Hace referencia a sus caídas de la carne, que tan a menudo
le ocupan los versos en esta época, cuando su sensualismo crece
con la llegada de la primavera (octavas 10 y 11); también están
ahí las "boñigas de las cuadras del ganado" y "la situación crítica
de la función de mi vida más fea, por maloliente y oliente"., que
se refiere precisamente al mismo tema de las octavas 30 y 12 que
nos ocupan.
Porque, en efecto, creo que en ambas composiciones se
habla de los menesteres del retrete.
Hay otra octava (ligeramente anterior o de la misma época
de Perito en ¡unas) que es un claro tanteo de la n.° 12:
Ciñe ajorcas la enagua de puntillas
a los tobillos. Andan viento en popa,
y entre un motín de rosas, las mejillas
últimas de dentro de la ropa.
Silban sierpes y bajan amarillas,
pero delgadas asías, sobre Europa,
mientras el más que opuesto bello lado
bate palmas de oro limonado. (42)
Se trata, como se ve, de una escena de retrete, donde se
hacen aguas mayores (versos 5 y 6) y menores (versos 7 y 8),
con las enaguas bajadas (vv. 1 y 2) y las nalgas ("las mejillas
últimas de dentro de la ropa", vv. 3 y 4) al aire ("viento en popa",
con un doble sentido evidente).
El presentar las mejillas como un "motín de rosas" es metá­
fora muy barroca ya que aparecía en su poema "Hermanita
muerta":
La niña
se veía,
con un motín
de rosas
32 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

encima de
los pómulos. (43)
Este motín de rosas es, probablemente, una asociación tipo
"rosas color rojo-sangre-motín", como más tarde hará el poeta
en las octavas 17 ("sandía") y 23 ("La granada").
La octava que acabo de citar explica satisfactoriamente los
cuatro últimos versos de "Lo abominable": Europa es la blanca
taza del retrete (incluso con su cuerno jupetirino y todo, si se
quiere, dada su forma) por contraste con la amarillez de las
"delgadas asías" que bajan sobre ella, y que "silban como sier­
pes" (en esta octava 12 se los llama eufemísticamente "lodos").
Nótese la aliteración de eles del sexto verso, que tratan de
subrayar, con su fluidez, la levedad de que se nos habla en él:
"nos harán leves, /ibres de /os /odos".
Más difíciles de explicar son los cuatro primeros versos,
aunque creo que a través de la última octava transcrita se puede
aclarar buena parte de su sentido. En ella se habla de "palmas de
oro limonado" (vv. 7 y 8) para referirse a la micción. Pues bien,
aquí se juega con un complejo entramado de conceptos: estas
"palmas" son "amargas" (además de su salinidad y su impureza,
que duele al poeta hasta el punto de incluirla entre "lo abomina­
ble" de las funciones de su vida) porque son "de oro limonado".
Por otra parte, la palma se usa ardiendo en el cohete, como
hemos visto al analizar las octavas 1 y 6. Al relacionar ambas
"palmas" se nos dice, en resumidas cuentas, que las unas, en el
viento, no han de alcanzar la distancia de las otras. A todo ello
hay que añadir el otro valor de "palma" ("palma de la mano")
que está en relación con la bisemia de "codos" (medida de
longitud y parte del cuerpo).
Según lo expuesto, nos encontraríamos en el límite de esa
función enaltecedora de la poesía: se trataría de elevar a
categoría poética nada menos que lo "más maloliente", usando
la metáfora y la poesía como instrumentos redentores.
Miguel ya había llamado al lirio "orinal del relente”, aludien­
do a su forma de receptáculo y al rocío (la metáfora es de extrac­
ción gongorina):
De punta en blanco armado, puro el lirio,
orinal del relente, sublunado. (44)
33

Esta mezcla de lo más puro (el lirio) y lo más impuro (la


orina) es idéntica a la que propondrá Pablo Neruda en su mani­
fiesto “sobre una poesía sin pureza", que en el n.° 1 de la revista
Caballo verde para la poesía (de la que será colaborador entusias­
ta Miguel Hernández) trataba de marcar nuevos rumbos al que­
hacer poético al ver la luz en octubre de 1935:
"Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un
ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor
y el humo, oliente a orina y a azucena, salpicada por las
diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la
ley". (45)
Quizá el grado mayor de audacia en esa mezcla lo alcance
en la octava 30, "retrete", donde, apoyándose en la asociación
de la serpiente (-heces) con la luna (-retrete) se pasa a relacio­
narla con la Virgen, y nada menos que con la iconografía de la
Purísima Concepción, que tiene a sus pies una serpiente y una
media luna.
Esto no está hecho gratuitamente; se trata de un desespera­
do y desgarrado esfuerzo del poeta por enaltecer lo que se veía
obligado a hacer todos los días en Orihuela, como pastor de
cabras que era.
Por eso en él el gongorismo no fue un pasatiempo frívolo en
absoluto. Fue una necesidad de lenguaje, de enriquecimiento
técnico y una cuestión de puesta al día. Pero fue también la elec­
ción de un procedimiento poético que permitía convertirlo todo
en joyas rutilantes, desde los rubíes que podían llegar a ser los
granos de la granada hasa el oro en que podía transformarse la
orina (nótese el juego de palabras oro-orina).
Ya podemos reconocer aquí al Miguel Hernández de "El
sudor" de Viento del pueblo, preocupado por enaltecer todo lo
humano, objetivo conseguido tras una enriquecedora trayectoria,
en la que el amigo muerto será "estiércol" de la tierra ("Elegía" a
Ramón Sijé, de El rayo que no cesa) y esa será la función más
noble que pueda desempeñar un muerto. Como se ve, todo ello
está ampliamente intuido en Perito en lunas.
[XVIII]
[POZO]
MINERA, ¿viva? luna ¿muerta? en ronda.
34 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

sin cantos; cuando en vilo esté no tanto,


cuando se eleve al cubo, viva al canto,
y haya una mano que le corresponda.
Dentro de esa interior torre redonda,
subterráneo quinqué, cañón de canto,
el punto, ¿no?, del río, sin acento,
reloj parado, pide cuerda, viento.
La lectura de esta octava se puede hacer fácilmente sin más
que tener en cuenta algunos pequeños detalles.
El pozo es una luna minera de la cual el cubo, en vilo, saca
agua. Conviene hacer notar el diferente sentido de los tres
"cantos" que aparecen en la octava: el del verso segundo es un
juego entre dos acepciones: el "canto" (-borde) del pozo y el
"canto" (-canción) de una "ronda". Esta "ronda", también tiene,
por consiguiente, dos significados: hace referencia a la forma
redonda del pozo, pero, también, a una rondalla musical. El
"canto" del tercer verso parece aludir al crujido de la cuerda que
eleva el cubo. Y, por fin, el "canto" del verso sexto vale lo mismo
que "piedra" (nótese que estos dos últimos "cantos" están
rimando).
También hay un obvio doble sentido en el "eleve al cubo"
del tercer verso, utilizando la terminología aritmética que ya veía­
mos en la octava 10.
La concepción del pozo como una torre pudiera estar en
relación con una prosa de Juan Ramón Jiménez, que en una
carta a Alberti (publicada al frente de su Marinero en tierra) le
decía:
"...el castillo de Rota, la blanca torre hundida como otro
pozo de cal en el altísimo mar azul Prusia que desde allí
se ve...". (46)
Una metáfora semejante se utiliza en el verso 2 de la octava
7 ("Palmero", ya transcrita), donde la palmera es una península
tendida sobre el mar azul del cielo (recuérdese, también, la
octava 1).
Un intermedio entre estas dos imágenes lo encontramos en
una prosa titulada "TORRE-mejor" en que la torre de un monas­
terio es una isla sobre el azulado mar celeste:
35

"Es el instante único de la torre del monasterio vecino


|...| A esta hora, postrer remanso solar, adquiere cate­
goría, si talla, de isla alumbrante sobre aguas anocheci­
das...". (47)
"Subterráneo quinqué" alude, probablemente, a la luna (la
luna real, no la "luna"-"pozo") reflejándose en sus aguas. Me
parece más apropiada esta explicación que la de Gabriel Berns:
"...The water at the bottom of this well is potencially
alive and that is a vertical point of the subterraneam
river (similar to the fíame of the oil lamp...)". (48)
"Cañón" aplicado a una construcción circular es metáfora
obvia, usada incluso como tecnicismo en arquitectura ("bóveda
de medio cañón").
El manar el agua a intervalos lleva a Miguel Hernández a
comparar el pozo con un reloj (también de forma redonda) al
cual, para que siga manando hay que quitarle agua, echando el
cubo atado a una cuerda (de ahí el doble sentido de "darle cuer­
da": al pozo y al reloj).
En cuanto al agua como "viento profundo" aparecerá de
nuevo en el auto sacramental:
y la levedad grave de su cuerpo
cae al viento profundo,
que se enjoya de anillos de momento,
y se pone, al fin, turbio. (49)
Allí mismo, la sangre, por su latir, es comparada con un reloj:
¡Es tu sangre,
que se redondea y brinca,
ardiente composición
de reloj, raíz y viña. (50)
Una octava, preparatoria de las de Perito en lunas, empezaba
así:
Dad cuerda, pescadores, a los ríos.
Mi reloj gira solo sobre tus rieles.
(51)
En la composición "POZO-mío" se insiste en términos pare­
cidos. Véanse sólo dos ejemplos:
36 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

[Qué gracia circular!, ¡qué fría mina! (52)


Rascacielos, oh pozo, soterraño, (53)
Una prosa titulada "POZO-vivo” (54) utiliza las mismas
imágenes una y otra vez. No la transcribo por su extensión, y
porque no añade nada importante a lo ya dicho.
Sí que interesa traer aquí un soneto de Imagen de tu huella
(1934) que aparece con variantes a El silbo vulnerado (1934), pero
no a la versión definitiva que verá la luz: El rayo que no cesa
(1934-1935, publicado en 1936):
Gozar y no morirse de contento,
sufrir y no vencerse en el sollozo;
¡oh, qué ejemplar severidad del gozo
y qué serenidad del sufrimiento!
Dar a la sombra el estremecimiento,
si a la luz el brocal del alborozo,
y llorar tierra adentro como el pozo,
siendo al aíre un sencillo monumento.
La interiorización del tema para su utilización como reflejo
del llanto del poeta (en la línea del amor petrarquista) es clara y
da un sentido totalmente nuevo al pozo tal como se presenta en
Perito en lunas.
**
Como puede observarse, Perito en lunas, independientemen­
te de su calidad (que no es nada despreciable, ya que el gongoris-
mo de Miguel Hernández, aunque retrasado, suena con voz muy
personal en el concierto de su época) es una obra fundamental
en la trayectoria del oriolano.
En esta obra es donde Hernández descubre el poder de la
metáfora, de la estrofa ceñida, del lenguaje prieto y constreñido,
como método de potenciar la palabra, y hacerla dar más de sí. En
este sentido, y aunque luego abandonase estos planteamientos
en buena parte, se puede decir que descubrió lo que era la poesía.
De Perito en lunas sale con una técnica y un dominio verbal sin
los cuales no hubiese podido lograr las cualidades expresivas que
luego logró.
Pero además, este libro le provee de casi toda su imaginería.
A partir de ese almacén de metáforas un poco anárquico que es
Perito, en un proceso de depuración continuo, se irá haciendo
37

con un mundo personal con el cual poder construir su propio


universo poético.
Conviene no hacerse ilusiones sobre la posible ingenuidad de
la obra, ya que tanto en su lenguaje como en su cosmovisión
incipiente la complejidad alcanza grandos increíbles en un autodi­
dacta de 22 años. No hay que olvidar que sobre él gravitaba la
influencia del entrañable Ramón Sijé. Veamos un ejemplo.
En el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933 Miguel lee y
explica una vez más su "Elegía media del toro" (quizá su primer
poema gongorino); previamente, Ramón Sijé disertó sobre "El
sentido de la danza, desarrollo de un problema barroco en Perito
en lunas". El luchador de Alicante publica el 2 de mayo de 1933
la siguiente noticia:
En el Ateneo, fiesta literaria. El sábado último ocuparon
la tribuna de nuestro Ateneo dos jóvenes e interesantes
escritores oriolanos: Sijé y Miguel Hernández Giner. Sijé...
afirmó... la danza como actitud cósmica, lo barroco
como método de actuación vital, un poco a la manera
Keiserliniana, según el propio Sijé dijo. Definió la metáfo­
ra siguiendo una línea Góngora-Guillén, como centro
mismo de la poesía, leyendo al finalizar su brillante
conferencia unos versos de Perito en lunas, concebidos
con arreglo a las teorías expuestas. (55)
El texto resulta inestimable para mostrar la faceta realmente
culta del libro: una serie de teorías un poco en la línea orteguiana
que Sijé trasvasó, como se ve, a Hernández.
Perito en lunas es una visión aparentemente dispersa de la
naturaleza pero, en realidad, fuertemente unificada por la luna,
que es el cánon y el módulo que segrega a su imagen y semejan­
za toda la obra. La luna, en efecto, es el astro modelo de los
ciclos vitales y su forma circular simboliza perfectamente esa
"circulación" cíclica de la naturaleza toda. Según ese modelo
serán lunas o círculos las palmas del Domingo de Ramos, los
cuernos del toro, la trayectoria del cohete, el retrete, la sandía, el
pozo, la hogaza de pan, la noria, el huevo, la navaja, etc., etc.
Es más, esa forma circular es, probablemente, uno de los
motivos que llevó al poeta a utilizar la octava real como estrofa
de su libro. La octava había alcanzado con Góngora calidades
cimeras, y eso influiría en la elección de metro qqp tuvo que
38 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

hacer Miguel Hernández, no cabe duda. Pero en los tanteos


previos a Perito ensayó también la décima (que, en ciertos
aspectos, es una especie de octava en arte menor).
Por eso, no es casualidad que las citas de Góngora y Guiílén
(dos de los modelos del libro) pertenezcan a sendas décimas. Y
es que, según creo, se trata de estrofas fuertemente trabadas,
muy simétricas, que logran una estructura cerrada muy apta para
expresar un mundo cíclico y circular. Ya en el nombre "redondi­
lla” que se aplica a la estrofa abba está presente este carácter
"redondo” y "rotundo” de los metros simétricos y cerrados
sobre sí mismos. La octava (con sus ocho versos de simetría bila­
teral y su pareado final) y la décima (con su "redondo" número
de 10 versos) son, en este sentido, netamente diferentes del
soneto, estrofa tan petrarquista que empleará Miguel Hernández
para la zona amorosa de su poesía, como vehículo expresivo de
una tensión dialéctica tú-yo inherente al proceso amoroso.
Perito en ¡unas es, evidentemente, un libro culto. Pero
conviene tener en cuenta una cosa: Miguel Hernández, para
vender ejmplares de su libro, fue por los pueblos con un cartelón
de feria, con el que explicaba las octavas. Y parece que logró un
éxito notable. Sin entrar a fondo en la cuestión, no cabe duda de
que para los hortelanos tenía que constituir una curiosa — e
incluso puede que agradable— experiencia el ver cómo la palmera
o el pozo que veían en sus quehaceres diarios aparecían converti­
do en poesía, y que aquello tenía su chispa y su ingenio.
Ya García Lorca había dicho en una conferencia sobre "La
imagen poética en Don Luis de Góngora":
En Andalucía la imagen popular llega a extremos de
finura y sensibilidad maravillosas, y las transformaciones
son completamente gongorinas.
A un cauce profundo que discurre lento por el campo lo
llaman un buey de agua, para indicar su volumen, su
acometividad y su fuerza; y yo he oído decir a un labra­
dor de Granada: "A los mimbrres les gusta estar en la
lengua del río". Buey de agua y lengua de río son dos
imágenes hechas por el pueblo y que responden a una
manera de ver ya muy cerca de D. Luis de Góngora. (56)
Pero quizá hay un género popular por excelencia donde la
imaginación y el ingenio alcanzan a construir metáforas realmente
gongorinas: me refiero a la adivinanza. Por ejemplo, el pareado
39

Muchas damas en un castillo


y todas visten de amarillo (57)
referido a las naranjas, podría ir incluido, perfectamente, dentro
de Perito en tunas que, en cierto modo, es una serie de adivinan­
zas.
Cernuda había escrito que el neogongorismo tenía en gran
parte aire de “adivina, adivinanza”. (58)
Y G. Diego ya lo había hecho notar:
El acertijo es un género poético tan antiguo como la
poesía popular, y el doble o triple deleite de la agudeza
de la sorpresa y de la emoción poética que es compati­
ble cuando el oráculo es de verdad poeta, se conjugan
en una síntesis deliciosa. (59)
Voy a copiar ahora un ejemplo que nos va a resultar útilísimo
para resumir todo esto, por tratarse de una adivinanza, por estar
a medio camino entre el acertijo popular y el conceptismo-cultera­
nismo de Góngora y Calderón, y por haber sido compuesta por el
propio Miguel Hernández. Pertenece a su auto sacramental. La
solución es Dios. (Esta solución, a su vez, es otro acertijo: Dios
es la hostia o la hogaza de pan; así pues, se trata del pan):
Pues como ésta el labrador
es cosa de adivinanza:
(a ver quién la acierta):
Estoy en la parra,
me pisan las bestias,
los hombres me pasan,
y me llenan todos
de lodo y de faltas.
Paja es mi colchón,
pesebre mi cama,
pero cosa buena
toda mi substancia.
Redondo en el grano,
redondo en la garba,
redondo en la era,
redondo en la casa,
redondo en el horno,
y en la mesa blanca.
¡A ver quién me acierta
40 SANCHEZ: Algunas notas-sobre "Perito en Lunas"

esta adivinanza
que en redondo empieza
y en redondo acaba! (60)
Estos cuatro versos finales podrían ir al frente de Perito en
¡unas, porque eso es el libro, una "adivinanza que en redondo
empieza y en redondo acaba”, como la propia luna que preside e!
libro, símbolo de lo etéreo y lo ideal que debe orientar el que­
hacer del poeta.
Y conviene tener en cuenta que Perito en ¡unas no es sólo
un libro, es una manera de concebir la poesía que abarca toda
una época de su obra (aproximadamente la que suele editarse
bajo el título de Poemas de adolescencia y otros poemas). Por
ello, el buen conocimiento de este libro y de esa zona de su
producción es una labor previa a cualquier intento de análisis
total de su obra, porque ahí están (en germen la mayoría de las
veces) casi todos los temas posteriores.

NOTAS

(1) DIEGO, Gerardo, "Perito en lunas". Cuadernos de Agora, Nov.-Dic. 1960,


n.° 49-50, p. 26. En adelante citaré DIEGO, seguido del número de la página.
(2) CHEVALLIER, Marie, "Tentative d'explication de texte: Perito en lunas de
Miguel Hernández", Les Langues Néolatines, París, n.° 150, juin, 1959 (citaré
CHEVALLIER).
ZARDOYA, Concha, Miguel Hernández. Vida y obra. Hispanic Institute, New
York, 1955 (citaré ZARDOYA).
(3) CANO BALLESTA, Juan, La poesía de Miguel Hernández, Madrid, Gredos,
1971 (1.a edición, 1962), p. 57 (citaré CANO).
(4) HERNANDEZ, Miguel, Perito en lunas, Murcia, 1933, Ed. Sudeste.
Tengo que agradecer a D. Jesús Alda Tesán su amabilidad al facilitarme esta
rareza bibliográfica (de Perito en lunas se tiraron sólo 300 ejemplares y hoy
es una edición inencontrable).
(5) Sería de desear que Perito en lunas viese la luz anotado o, por lo menos,
con los títulos, para que pudiese llegar al público no especializado. Así lo ha
hecho CANO BALLESTA en una antología de Μ. Η. (EZ hombre y su poesía,
Madrid, Ed. Cátedra, 1974). CANO (ap. cit.) descifró algunas de las octavas
de Perito en lunas, dando valiosas orientaciones sobre las mismas. También
puede encontrarse perfectamente aclarada la n.° 14 ("Barbero") en E.
CORREA y F. LAZARO CARRETER, Literatura española contemporánea,
Salamanca, Anaya, (6.a ed.) 1966. En ambos casos conocían ya los títulos de
las composiciones.
41

(6) VALERY, Paúl, Poésies, Gallimard, 1960, p. 155.


(7) CHEVALLIER, loe. cit.
(8) PUCCINI, Darío, Miguel Hernández. Vita e poesía. Milano, Mursia, 1966,
p. 23. (Hay traducción española en Ed. Losada, Buenos Aires, 1970).
(9) HERNANDEZ, Miguel, Perito en lunas, poemas de adolescencia, otros
poemas, Buenos Aires, 1963, p. 59 (citaré PA).
(10) PA, 103.
(11) PA, 103 y 104.
(12) PA, 26.
(13) PA, 57.
(14) PA, 63.
(15) PA, 67.
(16) PA, 84.
(17) HERNANDEZ, Miguel Obras Completas, Buenos Aires, 1960, Losada, p. 957
(citaré OC).
(18) PA, 154.
(19) PA, 63.
(20) PA, 26.
(21) PA, 64.
(22) OC, 953.
(23) O.C, 947.
(24) PA, 155.
(25) Caballo verde para la poesía, n.° 1, octubre 1935. (Recogido en OC, 254).
(26) (La carta es de marzo de 1932). MARTINEZ MARIN, Francisco, Yo: Miguel
(I parte) Alicante, Ed. Félix, 1972, p. 87.
(27) PA, 92.
(28) Por ejemplo: MiRO, Gabriel, Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva,
1953, P.897 (citaré MIRO).
(29) MIRO, 1048.
(30) HERNANDEZ, Miguel, Quén te ha visto y quién te ve y sombra de lo que
eras (Auto sacramental), Madrid, Cruz y Raya, julio-sep., 1934, n.° 16-18
(citaré AUTO), p. 51.
(31) PA, 86.
(32) PA, 90.
(33) cfr. OLIVER BELMAS, Antonio, Obras Completas, Madrid, 1971, Ed. Biblio­
teca Nueva, y su introducción por Leopoldo de Luis ("La poesía de Antonio
Oliver", p. 7).
(34) Ibidem. Tengo que agradecer a Carmen Conde de Oliver Belmás su amabili­
dad al proporcionarme los datos que le solicité sobre esta época.
42 SANCHEZ: Algunas notas sobre "Perito en Lunas"

(35) He manejado las siguientes ediciones de Góngora: Obras Completas edición


Millé), Madrid, Aguilar, (6aed.) 1967. Para el Polifemo, la de D.ALONSO
(Madrid, Gredos, 1967, 5a ed.) y para los sonetos, la de BIRUTE
CIPLISJAUSKAITE, Sonetos completos, Madrid, Castalia, 1969.
(36) Así, por ejemplo, en la B.A.E. (tomo XXXII, p. 487) en la edición de 1921,
que es la colección en que solía M.H. leer a los clásicos, o también en la de
Ed. Prometeo (sin fecha, pero de hacia 1927), muy leída por entonces (p.
101).
(37) Transcribo la versión definitiva del poema. Tal y como indica BLECUA en su
edición del 2° Cántico (Barcelona, Textos Hispánicos Modernos, Ed. Labor,
1970, p. 170) hay variantes respecto a su primera versión.
(38) Para el análisis de "Pasmo del amante", cfr. DEBICKI, Andrew P„ La poesía
de Jorge Guillén, Madrid, Gredos, 1973, p. 296, y, sobre todo, GONZALEZ
MUELA, Joaquín, La realidad y Jorge Guillén, lVladrid, Insula, 1962, p. 165.
(39) GUERRERO ZAMORA, Juan, Migue! Hernández, poeta, Madrid, El Grifón de
Plata, 1955, p. 68: "Miguel Hernández fue tremendamente mal hablado".
(40) ZARDOYA, 647. Y también, "El mundo poético de Miguel Hernández",
Insula, n° 168, nov. 1960.
(41) OC. 957.
(42) PA, 28.
(43) PA, 11.
(44) PA, 24.
(45) Está recogido en las Obras Completas de Neruda, tomo II, p. 1040, Buenos
Aires, Losada, 1968.
(46) ALBERTI, Rafael, Poesías Completas, Buenos Aires, Losada, 1961, p. 50.
Miguel Hernández conocía perfectamente la obra de ambos poetas.
(47) OC, 956.
(48) BERNS, Gabriel, "Familiar and natural violence in the eany poetry of Miguel
Hernández: Perito en lunas", Hispanic Review, Philadelphia, october, 1970,
vol. 38, number 4, p. 396.
(49) AUTO, 12.
(50) AUTO, 53.
(51) PA, 25.
(52) PA, 53.
(53) PA, 54.
(54) OC, 191.
(55) CANO, 17, nota.
(56) GARCIA LORCA, F., Obras Completas, Madrid, Aguilar (13aed.), 1967, pp. 62
y 63 (citaré LORCA).
(57) Citado por Alberti, que se la oyó a Lorca (en La arboleda perdida; B. Aires,
Compañía General Fabril Editorial, 1959, p. 98).
43

(58) CERNUDA, Luis, Estudios sobre poesía española contemporánea, Madrid,


Guadarrama (2aed.) 1970, p. 152 (citaré CERNUDA).
(59) DIEGO, 27.
(60) AUTO, 174.
José María Fernández Catón DON LUIS ALMARCHA
HERNANDEZ. VEINTISEIS
AÑOS DE HISTORIA
DEL EPISCOPOLOG 10 LEONES
EN EL SIGLO XX

Bajo el título Datos de un pontificado (1) se publicaba en


1970 y en el volumen IV de los Escritos del doctor Almarcha un
amplio y detallado trabajo del sacerdote leonés don Gabino
García, en el que se biografiaba la figura de don Luis Almarcha
Hernández, que por aquel entonces terminaba de regir la diócesis
como obispo residencial para continuar como obispo dimisionario
de León.
Nada nuevo se puede añadir a lo allí dicho por lo que se
refiere a los datos consignados, será la historia quien juzgue,
enjuicie y valore la actuación de este obispo, entre la serie de los
que han regido la diócesis de San Froilán.
Tampoco ahora es el momento de hacer balances, ni emitir
opiniones, puesto que la muerte da paso a la historia, y ésta en
su día podrá actuar teniendo en cuenta no sólo las acciones
personales de un obispo, sino el entorno en el que se ha movido,
las personas con quien ha tenido que convivir, las circunstancias
de lugar v tiempo en que ha tenido aue actual, las

(1) Los escritos de don Luis Almarcha Hernández fueron publicados en 1970 por
el Centro de Estudios e Investigación "San Isidoro" y el Archivo Histórico
Diocesano con ocasión de las Bodas de Plata del Dr. Almarcha con la diócesis
de León. Consta la obra de cuatro volúmenes: vol. I, La Cooperación como
sistema económico social, 262 pp.; vol. II, ideas sociales, 406 pp.; vol. III,
Escritos doctrinales y pastorales, 504 pp.; vol. IV Instituciones diocesanas.
Documentos. Biografía, 394 pp.; los cuatro volúmenes van precedidos de una
presentación que sitúan y enfocan el contenido de cada volumen.
46 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

determinaciones que, por imperativo de su gobierno, o por aplica­


ción de órdenes o leyes, o por cambios sucesivos, hayan movido
y actuado sobre las determinaciones concretas de un hombre de
gobierno.
Ahora, cuando la diócesis de León ha visto con rapidez
cómo la persona del obispo Almarcha ha dejado de existir, pasan­
do a formar parte de los hombres a quienes la ciudad y diócesis
leonesas deben mucho de su actual historia, Archivos Leoneses
quiere dejar constancia brevemente, una vez más, de los rasgos
biográficos de mayor significación en la vida diocesana y en la de
nuestro Centro de Estudios e Investigación "San Isidoro", remi­
tiendo al trabajo arriba citado a quienes de una forma más
exhaustiva deseen conocer su actividad y su obra, y del que se
toman ahora algunos de estos datos.

1. Desde Orihuela a León.


Llega en 1944 a León desde Orihuela, donde había nacido,
en la parroquia de La Murada, el 14 de octubre de 1887. En la
diócesis de Orihuela había hecho sus estudios de humanidades,
filosofía y teología, pasando en 1908 a Roma, donde obtiene el
grado de doctor en Derecho Canónico, siendo ordenado allí
mismo de sacerdote por el cardenal Merry del Val en 1910; a su
regreso a Orihuela ejerce diversos ministerios: capellán, párroco,
arcipreste, profesor y prefecto de disciplina del seminario, profe­
sor de religión, beneficiado y canónigo de la catedral, fiscal-
promotor, vicario general y vicario capitular, cargo que desempe­
ñaba al ser promovido a la diócesis de León; su actividad oriolana
fue muy fecunda en obras sociales y de apostolado; se destaca
principalmente por su pastoral social y cultural; sus escritos,
charlas y conferencias están dirigidos principalmente hacia la
formación catequética; el aspecto social lo desarrolla hacia el
campo agrícola oriolano, fundando la Federación de Sindicatos
Agrícolas Católicos, considerándose en España como el pionero
del cooperativismo y del sindicalismo; en torno a esta su obra
comenzarán a actuar una serie de obras sociales agrícolas que
irán elevando el nivel social, económico y cultural de aquellas
gentes, que nunca han olvidado esta labor. '
Su actividad social le hizo merecedor, siendo aún sacerdote,
de que ya en la primera legislatura de las Cortes Españolas fuera
nombrado por el Jefe del Estado procurador en Cortes, intervi­
niendo por la década del 40 en todas las leyes sociales que éstas
aprueban, tomando parte decisiva en la ley de Cooperativas, que
ha tenido vigencia hasta la nueva ley aprobada precisamente
cuando él fallecía.
Otra de sus facetas, que le consagrará más tarde como el
obispo promotor del Arte Sacro, será la obra de restauraciones
artísticas que lleva a cabo en Orihuela.
A la muerte del obispo Dr. Irastorza, en enero de 1944, es
elegido vicario capitular de aquella diócesis.
Don Luis Almarcha Hernández sucedía en la diócesis de
León a don Carmelo Ballester, trasladado a la diócesis de Vitoria.
La bula pontificia de su nombramiento está fechada en
Roma en 10 de julio de 1944, y se hacía público el día 13 del
mismo mes.
Hacía su entrada en León el día 29 de octubre, habiendo
sido consagrado en la catedral de Orihuela por el entonces Nuncio
de S.S. en España, Mons. Cicognani, el día 24 de septiembre.
Dos cosas queremos destacar de la homilía que pronuncia en la
catedral este día 29 de octubre, fiesta de Cristo Rey: después de
hablar de la misión del obispo en la diócesis, quiere dejar constan­
cia de que su vida entera la ofrecerá por la diócesis y que su
actividad estará guiada por el amor manifestado en obras.
Después de treinta años de haber sido pronunciadas estas
palabras quizá se pueda enjuiciar a la luz de los hechos y de su
testamento espiritual el sobrado cumplimiento de su programa
episcopal.
Pasados los primeros meses de su estancia en León se va
haciendo cargo de la situación de la diócesis y de las posibilida­
des que en sí tiene para actualizar la vida pastoral; no se podrá
olvidar la situación económica, social, religiosa y aun política en
que iniciaba su episcopado dentro del conjunto de la Iglesia
universal y española y de la misma diócesis.
El 25 de diciembre hace pública su primera pastoral sobre la
misión del obispo en su triple dimensión: regir, enseñar y santifi­
car. Queda marcada la pauta de su posterior actuación episcopal.
Sin rupturas con el pasado, trata de vigorizar lo existente,
entusiasmarse con las glorias de León y poner a su servicio su
4tJ I FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

capacidad creadora, con un sentido profundo de la pastoral,


entendida en sus dimensiones más esenciales, abriendo cauces
de actuación y aglutinando en torno a sí un equipo de
colaboradores que trabajen coordenadamente dentro de fecundas
y flexibles instituciones, que sean canales adecuados de una
acción inmediata en el pueblo de Dios.
Una lectura de sus obras teóricas y una ponderación serena
de sus realizaciones prácticas prestarán el firme apoyo a toda
semblanza realista que la posteridad pueda hacer de su actuación.
Su espíritu pastoral le lleva a iniciar inmediatamente su
primera visita pastoral por todo el extenso territorio de la diócesis,
a la que seguirán otras cuatro visitas completas, y Guando había
iniciado, en 1969, su sexta visita pastoral le llega la aceptación de
su renuncia.

2. El Gobierno de la Diócesis.
1. °) Seminarios y sacerdotes.
Una de sus máximas preocupaciones a lo largo de su pontifi­
cado fue la formación de los seminaristas y la del clero joven, así
como una veneración extraordinaria hacia el clero diocesano,
para el que procuró ir creando unas instituciones en orden a su
previsión social y asistencial, y del que no se olvidó en su testa­
mento espiritual, del que escribió este sencillo y altamente signifi­
cativo elogio: "conservo y guardo en mi corazón mi veneración al
clero diocesano, tan ejemplar y abnegado".
Siempre fue la diócesis de León semillero de vocaciones
sacerdotales y religiosas, cantera apetecida por órdenes y congre­
gaciones religiosas que, con el fin de reclutar miembros para sus
institutos, han tradado de implantar en la diócesis casas de
formación. En lo que atañe a las vocaciones sacerdotales, hubo
desde antiguo, distribuidas por la diócesis, diversas Preceptorías;
el Dr. Almarcha se dio perfecta cuenta de esta realidad diocesana
y procuró por todos los medios impulsar la creación de otros
centros con estos fines. A las ya existentes se sumaron algunas
otras en puntos estratégicos de la geografía diocesana.
El 9 de octubre de 1953 creó el Colegio-Preseminario "Nues­
tra Señora la Blanca", que se estableció primeramente en la casa
del obispado, calle de Guzmán el Bueno, número 23, trasladado
49

después a la "Fundación Nuestra Señora del Camino" de Santi-


báñez de ♦Porma.
La obra cumbre, que quedará como una de las pruebas
fehacientes de su pontificado, es el Seminario Menor de San
Isidoro. A él se deben la ¡dea, el proyecto y la realización. En el
curso 1949-50 empieza a funcionar el seminario con 200 alumnos
de humanidades. Fecha muy destacada es la del 12 de junio de
1954, en la que el Excmo. Sr. Nuncio de Su Santidad, monseñor
Hildebrando Antoniutti, bendice solemnemente todo el edificio
del primer proyecto. En 1964, el Seminario Menor es una esplén­
dida realidad, albergando en ese curso 500 seminaristas.
Gran labor en favor de la formación de los seminaristas es la
realizada en el Seminario Mayor de San Froilán. Aparte de las
mejoras materiales, realizadas especialmente en 1949, en él
funciona desde 1958 el Centro Superior de Estudios Teológicos,
creado el 5 de octubre de ese año, y afiliado a la Universidad
Pontificia de Salamanca.
Durante su pontificado ordenó a 485 sacerdotes diocesanos
procedentes del Seminario Mayor.
El 16 de noviembre de 1949, conforme al "Motu proprio" de
Pío XII, erige para los sacerdotes jóvenes el "Instituto Episcopal
Beato Juan de Avila".
El 7 de octubre de 1956 fue establecido el "Convictorio
Sacerdotal", con sede en San Isidoro. El Convictorio procurará la
formación en régimen de internado de los neopresbíteros.
En cuanto a las actividades del Instituto "Beato Juan de
Avila", hay que destacar que son centenares de sacerdotes los
que han recibido en cursillos estivales, precedidos de ejercicios
espirituales, una formación complemetaria, espiritual, apostólica y
científica. Los cursillos tuvieron como marco la Casa de Ejercicios
de Santibáñez de Porma. Días de convivencia fraternal, desperta­
ban iniciativas apostólicas. Había coloquios y conferencias, dadas
por especialistas en las diversas materias.
El 25 de agosto de 1946 crea el "Servicio de Previsión del
Clero" de León, como institución diocesana coordinadora, impul­
sora y unificadora de los servicios sociales que afectan al clero de
la diócesis. Dentro del mismo quedan integrados como secciones
autónomas el Montepío para invalidez, capacidad y auxilio de
50 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

otras necesidades, la Mutual del Clero en su Delegación Diocesa­


na, la Residencia de Venérales "Nuestra Señora del Camino", el
Sanatorio del Clero y la Cooperativa Eclesiástica, entidades todas
ellas que funcionarán con organización y reglamentos propios.
En abril de 1947 organiza oficialmente el Sanatorio para el
Clero en el hospital de San Antonio, con el fin de atender necesi­
dades no cubiertas por la Mutual y el Montepío, y crea la Resi­
dencia Sacerdotal.
Con el mismo fin de atender a los sacerdotes se constituye
en la Administración General del Obispado un "Fondo especial
para el clero necesitado”, que proporcione al obispo medios para
atender necesidades no previstas ni solucionadas mediante las
obras asistenciales existentes, reorganizando en octubre de 1957
el Servicio de Previsión.
Obra magna en la línea de estas realizaciones es la "Obra
Hospitalaria Nuestra Señora de Regla", creada por decreto episco­
pal en 10 de abril de 1966. Esta institución viene impulsada por
antecedentes brillantísimos de la diócesis legionense en obras de
caridad, y para atender y resolver problemas vitales de los sacer­
dotes, de los pobres y de tantos otros que sufren y buscan
consuelo y alivio en el regazo maternal de la Iglesia. A la nueva
Obra Hospitalaria se trasladan, conservando su personalidad jurí­
dica, el Sanatorio del Clero y todos los Servicios de Previsión, así
como las fundaciones de caridad hospitalaria que dependan de la
Iglesia.
Comienza a funcionar en octubre de 1966 y fue inaugurada
con asistencia del Nuncio de Su Santidad, Monseñor Riberi, el 18
de diciembre de ese año.
En esta línea de apoyo a las necesidades del clero no puede
omitirse la erección en 1964 de la Fundación de San Froilán, de
carácter diocesano, por la que se garantiza a los sacerdotes
diocesanos un mínimo vital en sus ingresos como medio de vida.

2. °) Su misión pastoral.
Existía ya en la diócesis el Secretariado de Acción Católica,
Consejos y otras Delegaciones. El obispo no puede estar presente
en cada uno de los actos concretos y en cada una de las activida­
des apostólicas. Ello exigía la creación de un organismo
diocesano que sea "los brazos y ojos del obispo". Se necesitaba
51

ante todo una institución coordinadora e impulsora que recibiese


la herencia del pasado y se extendiera a nuevas actividades,
como la de ejercicios espirituales y otras obras de apostolado, al
tiempo que procurase no abandonar las obras sociales y econó­
mico-sociales de personalidad civil, a fin de conservar sus princi­
pios católicos y su moral. A ejemplo de Roma, y a fin de que
todo apostolado quede subordinado al obispo, supremo responsa­
ble en la diócesis, el 29 de enero de 1945 crea, con el primero de
sus decretos, la Delegación Diocesana de Obras de Apostolado.
La Delegación encuadra las siguientes secciones, incluyendo
dentro de cada una de ellas cuantas obras y actividades caigan
en el área de su competencia: la sección de Acción Católica; la
de Ejercicios Espirituales y Misiones Parroquiales; la de Obras
Misionales Pontificias; la de Obras Diocesanas de Caridad,
abarcando la Caja Central del Pobre, la Cáritas Diocesana, Vivien­
das Económicas, Ropero Diocesano y demás asociaciones de
caridad; la de Obras Sociales, que tramita ante el prelado los
nombramientos de asesores y capellanes e impulsa la propaga­
ción de la doctrina social de la Iglesia; la de Obras de Enseñanza
integra dentro de sí cuanto se refiere a la creación, desarrollo e
inspección de escuelas parroquiales, del magisterio y centros de
enseñanza media y superior de la Iglesia y la enseñanza de la
religión en los diversos centros, con la formación del profesorado.
Funcionan, además, otras dos secciones: ¡a de Propaganda e
Información y la Obra de Emigración.
Muchas y muy variadas fueron las actividades llevadas a
cabo a lo largo de su pontificado por cada una de estas seccio­
nes. No pocos sacerdotes diocesanos han consagrado horas y
horas en esta misión apostólica, y sólo Dios podrá saber y juzgar
el bien que se ha podido hacer. Sería largo relacionar estas activi­
dades; destacan, por su volumen e importancia, dos Misiones
Generales en la capital leonesa: una en 1950, Año Santo; otra en
1964, como preparación espiritual al VI Congreso Eucarístico
Nacional. Su programación y realización han quedado plasmadas
en diversas crónicas y se conserva vivamente en el recuerdo de
los leoneses.
El apostolado de la caridad encuentra fuerte apoyo en el
alma generosa del Dr. Almarcha, no sólo de una manera teórica
con cartas pastorales de carácter social o con la creación de insti­
tuciones, sino con su impulso, ayuda y clara orientación. Fue
muy querida del obispo Almarcha la gran labor que en este sentí-
52 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

do realizó la Hucha del Pobre, dirigida en toda su amplitud por


aquel activo y ejemplar sacerdote don Filemón de la Cuesta.
Su actividad creadora no se restringe a esferas estrictamente
clericales, sino que se dirige a otras parcelas de su ámbito pasto­
ral, estableciendo escuelas especiales de carácter docente, social
y profesional, abriendo cauce a la realización de otras actividades
de conformidad con los deseos de la Iglesia y aprovechando la
oportunidad que le ofrece la legislación civil y canónica. Con ello
pone en práctica algunas de sus ideas doctrinales y llena lagunas
existentes en lo concerniente a algunos sectores más necesitados
de atención.
El día 3 de junio de 1950 se erige por decreto la “Escuela de
Magisterio de la Iglesia", que se encomienda a las religiosas
asuncionistas.
Su interés y competencia en materia de arte sagrado, así
como el deseo de llevar medios de vida a los monasterios y
congregaciones religiosas, le mueven a crear en la diócesis, el 1
de septiembre de 1952, la "Escuela Superior de Arte Sagrado",
que trata de poner en práctica las instrucciones del Santo Oficio
de 30 de junio del mismo año. Justo es reconocer que el obispo
de León se adelantó en más de diez años a la recomendación
hecha por el Concilio en la Constitución sobre Sagrada Liturgia.
La meta propuesta es clara y definida: "El ennoblecimiento del
arte sagrado y el procurar medios de vida a los monasterios y
congregaciones religiosas". Crea el Museo Diocesano de Arte
Sacro, para recoger en él los objetos e imágenes retiradas del
culto en las parroquias, e instituye la Secretaría Técnica de Arte
Sacro, cuya misión especial es la conservación del tesoro artístico.
El 7 de octubre de 1954 erige la "Escuela Social de la Iglesia
para la Mujer", que pretende poner remedio a necesidades socia­
les de la mujer en el momento actual.
El día 1 de septiembre de 1965 crea la "Escuela de Enferme­
ras" en la Obra Hospitalaria "Nuestra Señora de Regla", para
preparar a las religiosas de distintas congregaciones que se
dediquen al servicio de hospitales y sanatorios, y a las jóvenes
que sientan la vocación de consagrarse a la caridad en centros
sanitarios y en las misiones.
Es preciso añadir a esta lista de instituciones especiales de
53

formación la "Escuela Diocesana de Formación Profesional


Obrera", encomendada a los PP. Capuchinos de León.
Finalmente, tenemos que enumerar la creación, en 7 de
octubre de 1961, del "Colegio Menor de Jesús Divino Obrero",
colaborando así al problema de la educación de aquellos jóvenes
que obtienen becas de estudio, pero necesitan colegios donde
residir y una atención y formación convenientes.

3. °) Su acción de gobierno.
Ciertamente no es fácil distinguir dentro de una acción
conjunta del obispo en su diócesis aquellas actividades pastorales
de las que están encaminadas al gobierno de la misma; la acción
episcopal es única, de ahí que esta acción se ha de juzgar con
cierta unidad, con aquella unidad que el obispo Almarcha quiso
dar a todas sus actividades, ya estuvieran éstas orientadas hacia
el clero o los fieles o lo estuvieran hacia el campo ideológico,
administrativo o cultural. La pluralidad de acciones forman unidad
cuando una misma persona y una misma ¡dea planifica con unos
determinados criterios y finalidades.
Si se han enumerado una serie de actividades que hemos
encuadrado dentro de unos ciertos epígrafes, no se ha pretendido
con ello desvincularlas de las que ahora pudiéramos enumerar. La
misión que el Dr. Almarcha creyó había de llevar a cabo en el
momento y en las circunstancias en que le tocó regir la diócesis
de León, no solamente podría estar orientada hacia una sola
parcela, puesto que la diócesis estaba necesitada en actuaciones
concretas en otros campos.
Crea y pone en funcionamiento unas instituciones que den
vida a unas actividades, agrupa en torno a ellas a unos hombres
a los que confía responsabilidades, prepara a otros para que en
un tiempo más o menos largo puedan ir asumiendo estas mismas
responsabilidades, liberando de ellas a los que por su edad ya
han de dar paso a la juventud y a la madurez de otros.
Al lado de estas instituciones realiza obras que, aun en su
materialidad, constituyen un ejemplo de su gobierno; ve la
necesidad de organizar y dar impulso a una organización econó­
mica de la diócesis, necesaria para poder llevar a cabo obras y
actividades pastorales y culturales, y, en los momentos en que así
lo requiere el gobierno de la diócesis o la acción pastoral, pone
54 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

en juego la vitalidad de las instituciones diocesanas para hacer


vibrar la fe, la cultura y las tradiciones que tiene y siente el
pueblo de León.
Y cuando las estructuras de la Iglesia hacia una renovación
interior y exterior piden una adaptación diocesana a la doctrina
del Vaticano II, el obispo Almarcha sabrá abrir el camino con
serenidad y prudencia, ya que no en balde había vivido plena­
mente en Roma las diversas etapas del concilio, y había tomado
parte activa en algunas de sus intervenciones.
No es posible, ni tampoco necesario, relacionar todas y cada
una de las obras de nueva construcción o restauración llevadas a
cabo en iglesias y casas parroquiales en su largo pontificado. No
olvidemos que la zona norte de León sufrió los efectos devasta­
dores de la contienda de la guerra civil; otras regiones habían
sufrido los efectos de una larga historia de pobreza y escasez;
poniendo todos los medios posibles y recabando las ayudas
estatales y particulares y con los propios de la diócesis y de los
fieles se lleva adelante la gran empresa de la reconstrucción
diocesana; más de 900 obras parroquiales están registradas sobre
las que se llevó a cabo alguna acción reconstructora.
Templos nuevos se levantan en la geografía diocesana, la
catedral y la basílica de San Isidoro, los seminarios Mayor y
Menor, el santuario de la Virgen del Camino, la adaptación del
palacio episcopal, la fundación de Nuestra Señora del Camino de
Santibáñez de Porma, la Obra Hospitalaria o el colegio menor
Jesús Divino Obrero son exponentes de esta actividad del obispo
Almarcha.
Al objeto de restablecer en la diócesis la vieja y sabia
administración eclesiástica de bienes inmuebles, firma en 23 de
abril de 1946 un decreto sobre "Administración de bienes ecle­
siásticos", creando con ello un órgano adecuado dentro de la
Administración General Diocesana, con un cuádruple fin: estable­
cer un registro inventario general de propiedades eclesiásticas,
ordenar los documentos e instrumentos que acrediten los
derechos de la Iglesia sobre bienes inmuebles, procurar que se
observen las prescripciones canónicas y civiles pertinentes, y
visitar y exigir cuentas, así como señalar el modo de llevarlas a
los administradores.
El 30 de agosto de 1955 reorganiza la Administración Dioce­
sana, determinando su estructura y funcionamiento.
55

El 2 de septiembre de 1964 nombra un presidente del


Consejo de Administración Diocesana con las funciones de
delegado del obispo y le marca su cometido.
Todos estos decretos, estructurados conforme a derecho,
ponen de manifiesto la competencia y el interés del obispo en
materia económica y administrativa, señalando unos cauces
institucionales de incremento y de seguridad en la economía del
obispado y de la diócesis.
Jornada gloriosa de este pontificado fue la celebración del
sínodo diocesano en las fechas 19, 20 y 21 del mes de septiembre
de 1957. Elaborado personalmente por el Dr. Almarcha el guión
de las futuras constituciones, el 9 de junio de ese año firma el
decreto de convocatoria del sínodo, cuya finalidad será la de
recopilar, unificar y adaptar la legislación diocesana a las leyes
generales de la Iglesia, toda vez que desde 1893, en que fueron
promulgadas las últimas constituciones sinodales, habían ocurrido
hechos jurídicos trascendentales, como la promulgación del
Código de Derecho Canónico, el Concordato entre la Iglesia y el
Estado español, así como los nuevos límites diocesanos y la
incorporación de esta diócesis a la metropolitana de Oviedo.
También fue función del sínodo trazar normas de acción para la
vida diocesana en fermentación continua. Se nombra en ese
mismo decreto la comisión general del sínodo y más tarde
subcomisiones de estudio, quienes presentaron al proyecto inicial
una larga lista de observaciones, logrando un proyecto más
perfeccionado, que fue presentado a la comisión general, quien
redactó el proyecto definitivo, que pasó luego a la comisión
plenaria presinodal. El 18 de septiembre se celebró una sesión
previa con dos conferencias encomendadas a miembros del
Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro". Las solemnes
sesiones sinodales tuvieron lugar los tres días siguientes, 19, 20 y
21 del mismo mes, cerrándose el sínodo el último de estos días
en la Santa Iglesia Catedral, con la debida solemnidad y ritos
pertinentes. El fruto del sínodo se recogió en las constituciones
sinodales, que tuvieron fuerza de ley a partir del 27 de octubre,
festividad de Cristo Rey.
Tanto las fichas manuscritas elaboradas personalmente por
el obispo, y que constituyeron el anteproyecto del sínodo, como
las sugerencias, enmiendas y demás documentación emanada del
sínodo, se conservan en el Archivo Histórico Diocesano, constitu­
56 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

yendo una fuente histórico-jurídica de gran valor para la vida de


la diócesis.
Conservamos en el Archivo Histórico Diocesano una sección
documental de gran importancia, aunque ella sea reciente en
cuanto al tiempo, es la relativa al concilio Vaticano II; el Dr.
Almarcha nos entregó al finalizar aquél toda la documentación
que antes y a lo largo del mismo se le había ¡do entregando,
como padre conciliar; los documentos oficiales, esquemas inicia­
les, con sus nuevas elaboraciones, modos y enmiendas de los
padres conciliares, están debidamente encuadernados; pero
también se encuentra entre esta documentación la privada y
particular de su actividad en el concilio: las notas que diariamente
tomaba en la sala conciliar, las observaciones a los textos, notas
curiosas sobre asistencia o votaciones, así como originales de los
votos y enmiendas que él personalmente presentó al concilio
sobre temas diversos. Una simple ojeada a esta documentación
personal nos revela algo que a simple vista pudiera parecer ajeno
al obispo Almarcha; si a las personas hay que conocerlas y
juzgarlas por sus acciones y no por las apariencias tendremos
que decir claramente que el obispo de León vivió día a día el
concilio y se percató profundamente de su dimensión y alcance,
no sólo de lo que en el aula conciliar se dijo, sino también de las
repercusiones que ello habría de tener para la Iglesia.
También él quiso dar a conocer la obra del concilio en su
diócesis e ir aplicando sus enseñanzas y estructuras en la medida
que desde Roma se iba implantando.
El 25 de diciembre de 1965 firma un decreto sobre "Estudio
y docencia de los documentos conciliares", en el que se
encomienda al "Studium Christi" la labor de estudio y difusión
de la doctrina conciliar. Clero y fieles recibieron la enseñanza
conciliar mediante unas actividades programadas y realizadas por
el clero diocesano con celo y competencia.
El 5 de septiembre de 1966 se forma una comisión
presbiteral, oída la cual y de conformidad con el Motu proprio de
Su Santidad y las orientaciones de la Conferencia Episcopal
Española, el día 15 de diciembre del mismo año establece el
Consejo Presbiteral Diocesano y se publica su reglamento ad
experimentum el 15 de febrero de 1967 y se constituye en el
Auditorium del Palacio Episcopal el 8 de marzo del mismo año.
El 1 de enero de 1968 dirige una carta pastoral al Presbiterio
57

Diocesano, y en esa misma fecha publica un decreto "Sobre


espiritualidad y estructura pastoral diocesanas", en el que
acomoda la organización de la diócesis, respetando en lo posible
su estructura histórica, para una más ágil, eficaz y amplia acción
pastoral. También se señalan las actividades y servicios a nivel
diocesano, de zona y parroquial, y se adaptan cuantos
organismos existen en la diócesis en servicio de las actividades
pastorales, conservando cada uno su autonomía propia.
El 1 de junio de 1968 se constituye, de acuerdo con el Motu
proprio Ecdesiae Sanctae, un nuevo Consejo Presbiteral que se
posesiona y celebra la primera reunión el 26 de octubre del
mismo año. El señor obispo, que abrió la reunión, dijo, entre
otras cosas: "Es normal la división de pareceres, pero siempre
habrá un punto de unidad, que es lo que hay que buscar y que
dará luz al obispo".
Para un mejor gobierno de la diócesis crea en 1967 y 1968
las Vicarías Episcopales de Pastoral, de Administración, de
Formación y Enseñanza y la de Apostolado.
Reestructura en 1969, de acuerdo con el pensamiento
conciliar, las Comisiones Diocesanas de Arte Sacro, Música
Sacra y Liturgia, pasando a formar una sola Comisión.
El 15 de septiembre de 1967 publica el Reglamento de
Cursillos de Cristiandad, y en 1968 crea el Secretariado de
Cursillos prematrimoniales, el Secretariado "Diálogo Iglesia-Mun­
do" y la Comisión Diocesana de Cultura Bíblica.
La configuración parroquial de la diócesis sufrió un cambio
sustancial en este pontificado, debido a los cambios de límites
diocesanos llevados a cabo en 1955, perdiendo la diócesis de
León parroquias de tradición histórica tan antigua como la misma
diócesis, que pasaron a las diócesis de Zamora, Valladolid,
Palencia y Santander, e incorporándose a León parroquias de las
diócesis de Astorga y Oviedo. A esta configuración, impuesta por
bula pontificia, se han de añadir otras razones que dieron por
resultado una nueva estructura diocesana; pueblos desaparecidos
por pantanos o en vías de desaparecer; nuevos núcleos de
población, como efecto del movimiento demográfico en torno a
la ciudad o pueblos importantes, y así nos encontramos con la
creación en León de las nuevas parroquias de La Purísima, Santa
Ana, San Claudio, Sagrada Familia, Jesús Divino Obrero, San
58 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

Lorezo, San Isidro Labrador, La Asunción; y por no alargar la


lista, entre las nuevas parroquias creadas en la diócesis citamos:
Ciñera, La Magdalena, Cristo Rey en Cistierna, Villablino, Valdear-
cos, Banuncias...
Ultimamente la configuración parroquial la adaptó a zonas
pastorales, según las necesidades postconciliares, con nueva
estructura arciprestal.
Efemérides importantes a lo largo de su pontificado fueron,
entre otros, el voto asuncionista celebrado en la catedral el 15 de
agosto de 1946, respondiendo a la encíclica de Pío XII dirigida a
todos los obispos de la cristiandad solicitando su opinión sobre la
definición del dogma de la Asunción corpórea de María. Dentro
de las actividades del Centro "San Isidoro" mencionaremos más
abajo el Centenario del Concilio de Coyanza y el XIV Centenario
del nacimiento de San Isidoro; la celebración del Sínodo Diocesa­
no en 1957 y el V7 Congreso Eucarístico Nacional de 1964, este
último rodeado de una serie de congresos y semanas de relevan­
cia nacional e internacional.
El clero diocesano le ofrece un homenaje de carácter privado
y particular con ocasión de las bodas de oro sacerdotales en
1960, y en 1969, con ocasión de cumplirse el veinticinco
aniversario de su consagración episcopal, y, por tanto, sus bodas
de plata del episcopado con la diócesis de León, de nuevo el
clero, con los fieles, organismos y entidades, le ofrecen otro
homenaje en la catedral el día 29 de octubre, fiesta de San
Marcelo y fecha en que se conmemoraban los veinticinco años
de su entrada en la diócesis.
Durante su pontificado, en muy variadas ocasiones y por
diversos motivos y celebraciones, la diócesis recibe la visita de los
nuncios de Su Santidad: Excmos. Sres. Cicognani, Antoniutti,
Riberi, Dadaglio.
El Centro de Estudios "San Isidoro" celebra, como luego
veremos, actos de especial importancia para la vida cultural de la
diócesis.
Se hace merecedor de nombramientos o condecoraciones de
carácter eclesiástico o civil, entre los que destaca el de Asistente
al Solio Pontificio, Administrador Apostólico de Orihuela, Asesor
Eclesiástico Nacional de Sindicatos, Presidente de la Junta
Nacional Asesora de Arte Sacro, Procurador en Cortes desde la
59

primera legislatura, Grandes Cruces de San Raimundo, Orden de


Cisneros, Alfonso X el Sabio, Isabel la Católica y Medalla de
Honor Personal de la Real Academia de San Fernando.

3. Al servicio de la cultura y la investigación.


Una de sus máximas preocupaciones a lo largo de su
pontificado fue sin duda ^alguna el aspecto cultural que quiso
imprimir a ciertas instituciones, y para ello hubo de iniciar, por un
lado, la preparación de personal adecuado, y por otro, poner en
juego unos valores existentes en la misma diócesis para que
éstos pudieran contribuir a una causa nacional y eclesial, como
es la cultura y la investigación. Si la Iglesia siempre estuvo en
primera fila en las ciencias, era necesario que después del
colapso en que había caído la iglesia española en la primera
mitad del siglo XX se iniciase una reacción favorable hacia la
conquista del puesto que habría de tener en el concierto universal
y nacional de la investigación.
Dentro de los límites de una diócesis, el Dr. Almarcha
intentó, aprovechando los recursos que la misma diócesis
disponía, crear unas instituciones, que, orientadas a fines concre­
tos, pero con una meta e ideal únicos, pudieran situar a la
diócesis en un nivel cultural capaz de estar a la altura de los
tiempos y las circunstancias.
A la vez que inicia, al año siguiente de llegar a la diócesis, la
creación de unas instituciones marcadas por este carácter, se
preocupa de que sacerdotes diocesanos se preparen a nivel
universitario, abriendo así una época en que la diócesis de León
contaba con alumnos en la mayoría de las universidades
eclesiásticas europeas y en los más variados campos de las
ciencias eclesiásticas y aun civiles.
En el decreto de creación del Centro de Estudios e
Investigación "San Isidoro", de 24 de septiembre de 1945, deja
bien claro cuál ha de ser su misión, tanto en relación a las
personas como en relación con los tesoros históricos, artísticos,
lingüísticos, bibliográficos y documentales de la diócesis. No es el
momento de repetirlo, puesto que hace un año lo dejamos
consignado al escribir la semblanza de aquel hombre que estuvo
al lado del obispo para poner en funcionamiento el Centro y que
la Providencia le llamó un año antes que al Dr. Almarcha, nos
referimos a don Luis López Santos, en aquella semblanza,
60 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

publicada en Archivos Leoneses de 1974, dejamos largamente


enjuiciada la obra que el obispo Almarcha supo imprimir con su
Centro de Estudios.
Decíamos entonces, y resumimos aquí, que el doctor
Almarcha tuvo el acierto, así reconocido unánimemente por los
mismos protagonistas de aquella hora inicial y valorado digna­
mente por quien a distancia contempla la obra realizada por el
Centro, de saber conjugar en armonía y trabajo esfuerzos
aislados, aspiraciones y apetencias individuales, a veces con
divergencias temperamentales e idiológicas de un grupo de
hombres con valía intelectual, con abigarrado espíritu de trabajo,
con ilusiones y amor hacia las cosas de su tierra, pero que hasta
entonces gastaban sus energías sin coherencia y sin un fruto
palpable y permanente, guiados únicamente por sus individualis­
mos característicos.
Pero a esto se ha de unir la inserción a la empresa común,
encomendada al Centro "San Isidoro" y a sus diversas secciones,
de las nuevas jóvenes generaciones del clero diocesano que,
procedentes de universidades, podían aportar nueva savia a esta
institución. El supo siempre valorar lo que de bueno y
aprovechable tenía cada uno, y de esta forma, las diversas
secciones del Centro se iban rodeando de un personal apto y
preparado.
En las páginas de Archivos Leoneses han quedado consigna­
das las realizaciones del Centro de Estudios a lo largo del pontifi­
cado del obispo Almarcha; sus secciones de la Cátedra de San
Isidoro, Museo Diocesano de Arte Sacro, Archivo Histórico
Diocesano y su biblioteca, Studium Christi, revistas de Archivos
Leoneses y Colligite y la de Publicaciones, con sus más variados
actos, obras y realizaciones, han dado una configuración especial
y ya bien definida dentro y fuera de la diócesis a esta institución.
Actuaciones y trabajos de los que sólo sabe la soledad y el
silencio, o de aquellos otros en los que ha existido una manifesta­
ción pública, unido al esfuerzo desinteresado y callado de tantos
sacerdotes diocesanos como han ofrecido sus horas para
dignificar esta institución y sus actividades son el fruto de
aquellas ilusiones puestas por el obispo cuando escribió el
decreto fundacional del Centro de Estudios e Investigación "San
Isidoro" y los decretos de creación de sus secciones.
61

Un brevísimo balance de todo ello nos llevaría a recordar


fechas memorables, como el Centenario del Concilio de Coyanza
en 1950, los cursos de formación, conferencias o cursillos progra­
mados por la Cátedra de San Isidoro, actuaciones del Studium
Christi y del Instituto Episcopal Beato Juan de Avila en favor del
clero diocesano o de la información de las doctrinas conciliares a
los diversos niveles de la diócesis, las dos Semanas Nacionales
de Arte Sacro, el Año Santo Isidoriano, con la celebración del
XIV centenario del nacimiento de San Isidoro y el milenario de la
biblia visigótica de San Isidoro, la reunión Internacional de
Estudios Isidorianos, la activa participación de las secciones y
miembros del Centro en el VI Congreso Eucarístico Nacional
(1964), la obra de recogida en el ámbito diocesano de cuantas
obras de valor artístico se pueden admirar en el Museo
Diocesano de Arte Sacro y de los tesoros documentales
rescatados o catalogados del Archivo Histórico Diocesano, las
publicaciones llevadas a cabo en el Centro o por el mismo
personal incorporado a él, la Colección "Fuentes y Estudios de
Historia Leonesa", o los ya numerosos volúmenes de Archivos
Leoneses y Colligite, sin contar aquellos otros recuerdos o
convivencias que con carácter de trabajo o estudio, de amistad o
reflexión, o de aquellas otras reuniones dominicales, que
presididas por el mismo Almarcha, han ¡do jalonando día tras día
o año tras año la vida del Centro.
Su magisterio es fecundo en publicaciones, unas de serio y
profundo estudio de los problemas latentes en la vida socio-reli­
giosa española, otros tocando temas de la vida diocesana en sus
más variados aspectos: pastorales, de hondo sentido doctrinal o
exhortaciones con ocasión de hechos concretos; todo ello, y con
ocasión de sus Bodas de Plata con el episcopado, tuvimos
personalmente la ocasión de recogerlo en cuatro volúmenes, a
los que se ha hecho referencia al principio de este trabajo.
El primero de estos publica su obra, en cuarta edición, La
Cooperación como sistema económico-social, precedido de una
Presentación que hicimos a sus Escritos; ofrece el trabajo y la
experiencia de un hombre plenamente dedicado desde sus años
jóvenes de Orihuela al cooperativismo, comentando la Ley de
Cooperativas, hasta hace pocos meses vigente en España.
El segundo volumen recoge, en su segunda edición, y bajo el
título ideas Sociales, aquellas pastorales, conferencias, discursos
62 FERNANDEZ: Don Luis Almarcha Hernández...

o estudios que tienen relación con los aspectos sociales; se divide


la obra en cuatro partes, dedicadas a ofrecer el valor de las
virtudes sociales, los principios sociales, la Iglesia en el orden
social y las pastorales de carácter social.
El tercero ofrece Escritos doctrinales y pastorales del obispo
Almarcha; se abre con la primera alocución dirigida a su clero y
fieles el 25 de diciembre de 1945, y bajo los epígrafes: el
seminario, el Papa, las Visitas ad Limina, María, la Virgen,
misiones parroquiales en León, fiestas litúrgicas, San Isidoro, VI
Congreso Eucarístico Nacional de León, Concilio Vaticano li,
escritos varios y Arte Sacro, se encuadran todos aquellos escritos
que sobre estos temas publicó a lo largo de su pontificado,
concluyendo con la última homilía pronunciada en ocasión de sus
Bodas de Plata con el episcopado.
El cuarto volumen lleva por título Instituciones Diocesanas, y
en diversos capítulos se publican todos aquellos decretos, normas
y orientaciones sobre estructuras diocesanas: instituciones de
investigación, formación y enseñanza, instituciones apostólicas,
Arte Sacro y estructuras postconciliares, concluyendo con una
serie de los documentos de mayor importancia en la vida del
obispo, como son las bulas de nombramiento, su cariñosa y
sincera pastoral de despedida del 4 de abril de 1970 y las cartas o
nombramientos recibidos de la Santa Sede; se cierra este
volumen con una larga y documentada biografía de su
pontificado, redactada por el sacerdote diocesano don Gabino
García y García, titulada Datos de un pontificado.
Llegamos al final de esta semblanza biográfica; no ha tenido
otro móvil que dejar constancia de unos datos y unos hechos,
que puedan ayudar a un estudio más profundo y detenido de
nuestro rico episcopologio legionense.
Archivos Leoneses cumple así con su deuda de gratitud a
quien le dio vida y calor durante veinticinco años.
Pilar Ros Díe I DON LUIS ALMARCHA Y EL
I ARTE SACRO

Todas las cosas tienen una luz íntima y perenne: "es el alma de
toda creación artística". El artista la descubre y le da consistencia
espacial —realización de la belleza—.

Así comienzan los "Escritos Doctrinales y Pastorales" del


Obispo Almarcha, en lo referente al Arte Sacro en su Primera
Semana Nacional.
No puede éste prescindir de un claro esplritualismo en el
arte, dentro de una línea clasicista que rechaza todo elemento
monstruoso como portador de belleza. Este espiritualismo queda
manifiesto en la siguiente cita: "La luz que plasma el artista en su
realización exterior, después de haberla percibido en su interior,
es una luz del Creador puesta en las cosas".
La gran intuición artística del obispo Almarcha queda algo
sometida al crisol de una ortodoxia tan unilateral como lógica.
Por eso, el estudio del Arte Sacro, como tal, evitará toda
reiterada justificación al autor que, repitámoslo, desde un punto
de vista trascendental-religioso desarrolla una ¡dea aceptada y
aceptable. Más problemático hubiese sido un estudio artístico
con visos de universalidad.
El Arte Sacro es, según Luis Almarcha, la conjunción de lo
bello y lo santo. Lo santo, en este sentido, no sólo no destruye lo
64 ROS: Don Luis Almarcha y el Arte Sacro

humano, sino que lo perfecciona. La intención del autor es del


todo plausible y limpia; de todos modos, muy entre líneas, deja
una llamada a la intuición del crítico, que se sorprende al leer una
y otra vez que el consorcio humanidad-religiosidad es posible.
¿Acaso es un temor a la persistencia de esos fantasmas llamados
"arte profano" y "arte sacro"? No, de ninguna manera pensamos
que el sambenito de "profano" lo hayan puesto los artistas, los
auténticos artistas, al menos. Por lo tanto... ¡claro que es posible
el consorcio humanidad-religiosidad! Más aún: es real. En
definitiva ese es el verdadero objeto del arte (BELLEZA-ESPIRI­
TU). Y porque los conceptos "espíritu" y "belleza" son tan
amplios como la limpieza de miras del más limpio intérprete, el
Arte Sacro es igual a belleza y Arte Sacro es igual a espíritu.
(Dejemos un margen para los que pensamos que belleza y
espíritu es igual a Arte Sacro y a algo más).
Entenderán ahora por qué la doctrina artística de Luis
Almarcha es completamente válida cuando la trata como una reli­
gación trascendente y sólo desde ese punto de vista. No
pretende prescindir de una espiritualización feroz: el alma de las
cosas emerge por la realización artística, el artista descubre la
belleza que latía íntima allá donde no pudieron llegar los
"profanos" —en el mejor sentido de la palabra— y esa luz, o
calor, o alma interiores se disparan, pasan por la corporeidad y se
clavan en el más allá.
Tan honesto como en su concepción sobre el Arte Sacro lo
es al prescindir de la "artesanía funcional" como pieza
fundamental. El Arte Sacro es creativo, mientras que la artesanía
funcional es imitativa, laboral, práctica, espectadora, reproductiva
o como se le quiera llamar.
(Gran cosa hubiese sido conocer lo que piensa el autor sobre
el arte en general).
Hemos apuntado antes cómo rechazaba el valor estético de
lo feo. Desde una perspectiva más actual y acorde con las
variadísimas tendencias artísticas, notamos algunas pinceladas
que hoy podemos calificar de exóticas; tienen éstas cierto candor
discriminatorio. Si bien es verdad que el tratamiento de un arte
aconsejable para el seno de la iglesia fue piedra de toque para los
artistas del Renacimiento —tema grave que con tal gravedad
recoge Luis Almarcha—, también es cierto que hoy queda muy
disminuida la opinión del autor, cuando dice que "romper con las
65

constantes estéticas de las maneras permanentes y universales


asusta a las gentes"... porque "nada excéntrico es permanente,
ni ningún excéntrico ha apuntado su nombre en la Historia del
Arte". Línea clasicista a ultranza ésta que pretende omitir cierta
libertad de manifestación artística en favor de un academicismo
puro. No obstante, admite una evolución en los gustos a través
de los diversos estilos y movimientos artísticos. A estos movi­
mientos les llama maneras: "Hay entre los católicos la manera
barroca, la manera gótica, la renacentista, la moderna, etc.,
maneras todas buenas con tal de que el artista responda a una
inspiración traducida en una encarnación exterior de la belleza
concebida". He aquí la sutil contradicción: justifica los estilos y
censura la ruptura con la norma histórica ("maneras permanentes
y universales").
La consideración hecha después de muchos siglos de
creación artística es la que le permite, como a todos, hablar de
constantes; por eso justifica los antagonismos históricos, mientras
que cierra toda posibilidad a lo que llama excentricidades, que en
definitiva pueden ser el trampolín para un nuevo cambio en la
concepción del arte, válida a varios años vista.
El Arte Sacro, dice, ha de ser considerado en una triple
dimensión: ontológica, normativa y fenomenológica.
La ontológicá se refiere a la naturaleza del arte ("ser arte y
ser sacro"); fija en esta dimensión la incompatibilidad con el
subjetivismo: "El subjetivismo exacerbado no es compatible con
el arte sacro". Sacro es lo mismo que santo y "la santidad exige
la nobleza de las formas y de las imágenes en un prudente
equilibrio de lo humano y de lo espiritual".
Sigue en su línea clasicista-religiosa de un modo fiel y
pertinaz; negar lo subjetivo es negar la posibilidad de interpreta­
ción que tiene el artista cuando descubre el alma de las cosas. Lo
demás es un culto a la forma, a una forma completamente
condicionada y por tanto poco artística o creadora.
En segundo lugar la dimensión normativa (o sea, las reglas
del Arte Sacro) es la que mejor se ajusta al lenguaje artístico de
Almarcha: "El Arte Sacro, por el mero hecho de ser sacro, sirve a
la Iglesia y la Iglesia lo ha sujetado a normas concretas". La
tradición del arte cristiano, fijada por el Concilio de Trento,
manda "que no se vea nada desordenado... nada profano, nada
66 ROS: Don Luis Almarcha y el Arte Sacro

impropio...”. Todo el Arte Sacro, pues, está en función de la fe:


adecuación perfecta entre la doctrina del obispo y el fin de la
misma.
Y por último la fenomenológica, según la cual el Arte Sacro
no debe prescindir de la vida, de los gustos, de las mentalidades,
de las épocas, etc... Creemos resumir bien esta tercera dimensión
como una acomodación del arte con el movimiento litúrgico. Y a
pesar de lo cambiante de los ritos, existen verdades inamovibles,
permanentes y esenciales. Es labor de los artistas tener en cuenta
las circunstancias cambiantes, sin herir ni menorpreciar lo
esencial. Difícil ambigüedad la del Arte Sacro que debe esperar
en un segundo plano a que evolucione la liturgia para pronunciar­
se: "A un renacimiento litúrgico debe acompañar un renacimiento
artístico, pero delante debe ir la liturgia”.
Confiesa la severidad de las normas tradicionales, aunque
"no hay falta de libertad... en las maneras accidentales, que son
y pueden ser tantas que su número raya en lo infinito".
Es la de Luis Almarcha una postura conservadora, aunque,
como hemos dicho, no cierra su mente a las posibilidades de
cambio; al menos, admite cambios notables en los gustos.
El arte siempre es obra del hombre: "El Arte Sacro y la
artesanía, en cuanto salen de las personas y entran en las
fábricas, mueren de asfixia". Este es uno de los puntos de más
convicción y claridad. Lo creado es obra única de su creador y
éste dispone de una total libertad; libertad cambiante, según las
épocas. Las limitaciones del artista están en función de su fin, de
su norma; nunca la evolución será un impedimento al desarrollo
de las facultades del hombre. El denominador común a toda obra
sacra es, precisamente, su carácter de sagrado; y la evolución,
consecuencia lógica del devenir histórico.
La doctrina de las nuevas formas artísticas está inspirada en
la "Mediator Dei" de Pío XII, en la que no solo no censura el
cambio, sino que lo apoya y estimula, aunque "evitando con un
prudente equilibrio, el excesivo realismo por una parte y el
exagerado simbolismo por otra".
El eclecticismo artístico de Almarcha puntualiza, parafrasean­
do a Pío XII; "Ni iniciativas excesivas ni defectuosas".
Una serie de consideraciones van a tratar de unir en un
67

ensamblaje indisoluble el carácter sagrado de la Iglesia y sus


manifestaciones artísticas: queda, pues, el arte elevado a la
categoría de sagrado. La sacralización del arte le viene dada por
su carácter "cuasisacramental", como vínculo e instrumento de
que el Señor se sirve para disponer las almas a los prodigios de
las almas". Adquiere, pues, el arte un matiz funcional,
pragmático: arte para la vida religiosa. La estética por la estética
no tiene cabida en la Iglesia: el Arte Sacro se vale de medios
humanos para elevar la mente a lo invisible, lo sensible a lo
sobrenatural. (Precisamente el cap. Vil de la Constitución de
Sagrada Liturgia, dedicado al Arte Sacro, en su artículo 124,
habla de "la nobleza y funcionalidad del Arte Sacro").
Creemos resumir bien esta opinión sobre el pragmatismo del
Arte Sacro, al citar el siguiente extracto de los "Escritos Doctri­
nales y Pastorales"... "belleza de Dios, expresada de algún modo
por medio de las obras humanas para su gloria y alabanza... Así
el artista, al ejecutar su obra, llevará a ella no sólo la iluminación
estética, sino la iluminación espiritual". Digamos que el arte
presta a la religión unos signos y símbolos de realidades
celestiales.
Hace una serie de comentarios a cada uno de los artículos
del capítulo Vil de la "Constitución de Sagrada Liturgia" del
Concilio Vaticano II y, siguiendo su línea habitual proclama la
amistad de la Iglesia con las Bellas Artes, en un recorrido paralelo
a través del tiempo: frente a las formas cambiantes de éstas, la
Iglesia no se apropia ningún estilo artístico determinado. Pero,
insiste, "el fondo del arte ha de ser el mismo: servicio digno del
culto...".
Es muy amplio el tesoro de la Iglesia, formado por una serie
de obras de los más diversos estilos y técnicas. Las obras que lo
componen han quedado como testimonio de unas épocas
pretéritas y como reflejo de unos gustos determinados; han
pasado a la posteridad —hoy— como una muestra inequívoca de
belleza: "catedrales y monasterios; templos y eremitorios; imáge­
nes y cuadros; cálices, ornamentos y relicarios; libros y tablas;
altares y cruces". Muchas veces, los autores de estas obras de
arte quedan ocultos bajo el anonimato de su religiosidad.
Uno de los aciertos más positivos de la Iglesia es la
prohibición de todo comercio artístico. Esto, a nuestro modo de
ver es una lección de autenticidad; la Iglesia es consecuente con
68 ROS: Don Luis Almarcha y el Arte Sacro

su actitud de dignificación del arte; prohíbe vender sus obras y


"manda que nadie las dispersé arrancándolas de su propio
servicio", para poder hacerse de algo tan artístico, como su
propio patrimonio cultural. Este patrimonio será testigo fiel de lo
que ha sido el Arte Sacro a través de muchos siglos, conviviendo
éste con las más variadas formas artísticas de nuestra actualidad;
sin destruir el pasado, sino enriqueciéndolo y aumentándolo.
Cuando Luis Almarcha habla del tesoro de la Iglesia, censura
duramente todo tipo de atropellos que se han cometido por los
que, llevados de un espíritu reformista a ultranza, han sacrificado
técnicas y manifestaciones del pasado; ésta es, indudablemente
una visión muy equilibrada de la historia, al conocer que los
estilos son hijos de una época y sólo con ojos de esa época se
pueden criticar. No tendría, de otro modo, sentido ni siquiera una
forma de vida que no fuera la nuestra, la de nuestro siglo: "Podrá
ser superado un estilo, podrá cambiarse de corriente artística,
como sucedió en épocas pasadas, pero no se puede llegar a
cubrir o enfoscar sus obras como sucedió con el gótico; podré no
gustar el barroco, pero no se puede hacer con sus obras lo que
se hizo con el gótico y el románico. En el arte se puede admitir el
divorcio, pero no se puede admitir el repudio y menos su
destrucción o dispersión". La ignorancia deliberada de unas
formas, esto está claro, no tiene nada que ver con el odio hacia
esas formas: éste diría muy poco en favor de los artistas que
proclaman la destrucción como arma; sería, más bien, una
imposición de sus ¡deas por la violencia y, en definitiva, emplear
la fuerza sería el más enfermizo síntoma de debilidad.
Y aún hay más: el derecho que todo hombre tiene a una
información veraz, como hijo de una cultura, para conocer todos
los modos y sistemas que le precedieron; de otra forma, la
historia no tendría sentido. Las constantes estéticas son
propiedad de la historia y, por lo tanto, de cada generación.
Nunca el cambio de gustos da derecho a la aniquilación de las
obras, ni siquiera al olvido, ya que una etapa es hija directa de la
que le precedió; a veces, las reacciones más violentas nacen del
mismo seno que las inspiró. Lo limpio, en este caso, es volver la
vista atrás y considerar el pasado como una sucesión de etapas
que irá, paulatinamente, gestando el presente; tener conciencia
de efecto, nacido, inevitablemente, del recóndito mundo de los
posibles. "Es menester tener presente que el que destruye o
anula u oscurece una obra de arte, realiza un acto igual al del
69

que destruye todas las ediciones de un libro que debe seguir,


siquiera sea por razón de cultura, abiertas sus páginas a las
generaciones que vienen".
Consecuencia de los nuevos tiempos y nuevas direcciones
de la Iglesia es la búsqueda de una belleza noble, frente a la
suntuosidad de determinadas épocas. La belleza noble lleva en su
mismo concepto el de funcional.
Hemos apuntado antes la mentalidad del autor acerca de la
exclusión de todo movimiento esteticista en sí. Para aclarar esta
¡dea, después de aconsejar como secundario lo suntuoso, cita
textualmente las palabras del Concilio Vaticano II: "Procuren
cuidadosamente los obispos que sean excluidas de los templos y
demás lugares sagrados aquellas obras artísticas que repugnan a
la fe (reecordemos que habla de Arte Sacro siempre), a las
costumbres y a la piedad cristiana y ofenden el sentido verdade­
ramente religioso...".
¿Qué es entonces, la "noble belleza"? En primer lugar dice
que nada tiene que ver con la simplicidad, ya que el adjetivo
noble es "el conjunto de elementos artísticos de una obra sin el
valor intrínseco y cuantitativo de las materias empleadas". Esto
es lógico: ninguna obra de arte tiene valor solamente por el peso
de los materiales empleados. Si éstos son de gran valor, se
podrán comprar o vender sin que el artista intervenga para nada.
Por supuesto que se valorarán mucho más cuando se conviertan
en obra de arte; y ahí es donde se basa Luis Almarcha, para
hablar de la "noble belleza" frente a la ostentación. La obra de
arte tendrá todo el valor y acierto que el artista haya depositado
en la materia y ésta será armónica y bella por su carga espiritual,
(es el alma del artista la que le infunde ese soplo creador); sobra,
por tanto, el capital económico sobre el que ha trabajado el autor.
La belleza es espiritual: el barro o el bronce pueden ser transfor­
mados en las representaciones más sublimes; también el oro.
Pero cuando el artista imprime su sello espiritual a estos materia­
les, lo de menos es el estado bruto de la obra antes de convertir­
se en tal. El mercantilizado catalogará los materiales por caminos
muy distintos a los del arte. "La suntuosidad, en cuanto expresa
materias, riqueza, aparato externo, ocupa un lugar secundario y
nunca puede constituir ella sola la nobleza de lo bello. La Iglesia
nunca ha puesto la suntuosidad como elemento necesario páre él
70 ROS: Don Luis Almarcha y el Arte Sacro

servicio del culto”. Está claro que la suntuosidad está supeditada


al arte "quedando lo rico y suntuoso velado por el resplandor del
arte".
Es muy explícito sobre cuál debe ser el material empleado:
"el arte debe tender a la difícil simplicidad de formas con los
materiales predominantes en el uso de todas las clases sociales".
Al decir antes que la "noble belleza" llevaba dentro de sí el
concepto de funcional, apuntábamos de nuevo a la finalidad
espiritual hacia la que se dirige el Arte Sacro. El camino recorrido
desde el símbolo a Dios se mueve en el ámbito de las relaciones
del alma; nunca sale del resplandor de unos materiales preciosos.
El clima lo da el espíritu; y el Arte Sacro es cuasisacramental.
No se le pasa por alto que hoy existe una problemática muy
aguda, debido a una transición histórica en la que los gustos se
suceden rápidamente. Ante este hecho aconseja calma y estudio.
Hombre de nuestro tiempo, defensor de la libertad artística y
abierto al diálogo, dice que "la Iglesia en ese período tiene que
oír a los artistas; los artistas tienen que oír a la Iglesia". Diálogo,
trabajo y, como consecuencia, unidad de pensamiento.
El diálogo exige una docencia preparatoria. Todo represen­
tante de la Iglesia debe tener una formación artística para com­
prender y cambiar impresiones con los artistas. Tal vez limite un
poco la creatividad del artista el hecho de que éste deba ejecutar
el encargo de los sacerdotes, si este encargo ha de limitarse a
unas normas muy extrictas y no se da un margen más o menos
amplio dentro del vasto campo de la espiritualidad, mucho nos
tememos que algunos artistas queden agarrotados por el encargo
y tal vez asfixien su sensibilidad —en el mejor de los casos— o
bien desistan de su colaboración ("... los artistas, cuya misión es
ejecutar el encargo de los primeros —los sacerdotes — ").
También dice que es necesario, en determinadas regiones,
establecer escuelas o academias de Arte Sacro para formación de
artistas. Se preceptúa también la enseñanza de los clérigos
"instruyéndolos sobre la historia y evolución del Arte Sacro y
sobre los sanos principios en que deben fundarse sus obras". El
sacerdote, por tanto, tiene la obligación de entender no sólo lo
religioso, sino lo bello.
El artista también se compromete a un estudio de lo religioso,
ya que no va a inventar una religión nueva, sino a servir a la ya
71

existente. Debe conocerla. Los hechos religiosos no pueden ser


falseados por el artista; su misión es reproducir esos hechos y
verdades en un idioma nuevo: el suyo propio, que surge de su
inteligencia y de su sentimiento.
Podemos, pues, resumir la doctrina de Luis Almarcha en los
siguientes ocho puntos fundamentales:
— Nobleza del ingenio humano
— Libertad del artista dentro del marco religioso
— Evolución dinámica de las formas, como hecho irreversible
— Permanencia de los valores eternos, desgajados del carác­
ter que imprime lo sagrado
— Funcionalidad del Arte Sacro -carácter cuasisacramental-
— "Noble belleza", fruto de la inspiración y sentimiento artís­
ticos frente a la suntuosidad
— Conservación de obras y monumentos
— Docencia y discencia del Arte Sacro.
Recogemos, finalmente, las palabras que pronunció el 30 de
Mayo de 1969, festividad de San Fernando, en ocasión de
imponérsele la Medalla de Oro de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando:
"En este día de San Fernando —el rey santo que tenía
el gusto de la magnificencia artística y de la sacralidad — , y
en este recinto de arte sacro, el espíritu se abre ante la pre­
sencia y la historia del arte en su cumbre sagrada y se provo­
ca la emoción de lo bello y se excita en el alma el temblor
instintivo de la custodia de los tesoros perennes del genio
humano, como impulsos del espíritu que se goza en salvarlos
de la muerte o de la dispersión.
San Fernando abrió en sus reinos una era de esplendor artís­
tico con el signo de lo sagrado. Su resplandor ilumina aún el
ámbito de la España artística.
Llevaba siempre en sus andanzas de reconquista pequeñas
imágenes de la MATER DEI.
Al abrigo de la paz que trajo a España y con los frutos de
sus conquistas nace la espléndida constelación de iglesias,
monasterios y catedrales góticas.
72 ROS: Don Luis Almarcha y el Arte Sacro

Para San Fernando, el arte sagrado es una oración lanzada


al cielo.
A Dios se le encuentra en las ascensiones del alma.
Y es, señores, que el arte, en cuanto arte, aún en su sentido
y significación humana, es más espíritu que materia.
Y el arte en su cumbre, que es el arte sacro, es alabanza y
glorificación de Dios: es oración.

La obra artística nace en el alma del artista con ímpetu de


perennidad.
Todo artista quiere y sueña que su obra rompa los lindes del
tiempo y del ambiente de su creación y que sea como quiere
el poeta: "aere perennius".
Pero la Iglesia quiere, más allá de la perennidad soñada por
el artista, la perennidad del fin sagrado: "Vigilen para que los
ornamentos y objetos sagrados y obras preciosas, que son
ornamentos de la casa de Dios, no se vendan ni se disper­
sen".
La gran Constitución vaticana Sacrosanto Concilio declara el
Arte Sagrado servicio de Dios y ornato de su Casa y lo saca
del ámbito perecedero del tiempo y del comercio humano
para darle el respeto y veneración de lo sagrado y la perenni­
dad de la historia, conservándolo como tesoro, no de oro
acumulado, sino de glorias del ingenio humano.
Además, las obras de Arte Sacro son, por lo general, ofren­
das de almas cristianas: ex-votos, hijos de una voluntad
cristiana que puso su confianza en las leyes sagradas de la
Iglesia y en esa ley universal del respeto a los derechos de la
persona humana y cumplimiento de las últimas voluntades...".
Antonio García-Molina DON LUIS ALMARCHA Y
EL PINTOR
EDUARDO VICENTE

La vida del Doctor Almarcha Hernández estuvo proyectada a


tres grandes anhelos: consagración al ministerio sacerdotal;
desarrollo y promoción de labor social y una celosa acción cultu­
ral. En suma, el triunfo total del espíritu sobre los afectos materia­
les. Su profundo saber y su gran sensibilidad estética han queda­
do reflejados en la historia y el arte del pueblo que le vio nacer.
Dentro de esta última, siendo Vicario General de la Diócesis,
dedicó una especial atención a la Santa Iglesia Catedral, y así fue
el impulsor de la reparación artística de dicho Templo; creador
del Museo Diocesano de Arte Sacro; ordenador del Tesoro Artís­
tico; realizador del traslado del Claustro Románico del antiguo
Convento de la Merced al lugar en donde hoy se encuentra;
renovador del árbol de nuestra cultura con jugo de nuevas raíces,
como profundo admirador de la armonía concreta y viva que
llamamos belleza.
En el año 1942 nuestro Don Luis, como cariñosamente le
conocíamos, había visitado, en unión del Profesor Fantucci, una
exposición de Eduardo Vicente y le había encargado pintar un
óleo, de grandes proporciones, con destino a la Santa Iglesia
Catedral. En aquel verano llegó el pintor a este pueblo, que sólo
conocía en la palabra apasionada de Miguel Hernández. Se nos
encomendó para recibirle y acompañarle; y en los primeros días
nos ganó para siempre en su amistad, al mismo tiempo que él
quedaba identificado con nuestro ambiente. Traía algunos
74 GARCIA-MOLINA: Don Luis Almarcha y el pintor...

bocetos de la Crucifixión y de la Flagelación que habían sido los


temas elegidos en principio como posibles. Pero días después,
con motivo de una visita a Fontilles, se decidió por el pasaje
evangélico de la Curación de los Leprosos.
Gabriel Sijé, Fernando Bru, Emilio Bregante, José María
Franco y yo, entre otros varios, fuimos admirados y asiduos
espectadores de la realización de la obra.
Tal vez fue Don Luis quien encontró la oportunidad del tema,
pensando en el emplazamiento que tendría el lienzo, junto al
enterramiento del Obispo Maura, a quien el novelista Gabriel Miró
parece referirse en su libro "El Obispo Leproso", ya que aquél
— según testimonio de mi padre que le conoció en sus años juve­
niles y fue partícipe de sus amabilidades — llevaba las manos
envueltas en algodones, cubiertos a su vez éstos por los guantes,
y evitaba, en cuanto le era posible, que se le besara el Anillo
Pastoral.
Eduardo Vicente pintaba en una gran habitación del segundo
piso del Palacio Episcopal inundada de luz cegadora, entre el
sonido de las campanas y el murmullo del río fertilizador, frente
por frente a la casa de los Sijé, y al fondo la quietud de la calle
Mayor, marco lleno de evocaciones: "...dejó sus ventanas y balco­
nes a la hierba rebrotada y a los vencejos y golondrinas que
acababan de llegar a su nido de antaño.
La bella prosa de Grabiel Sijé enmarca la fantasía poética de
aquellos días:
"Por la ventana del aula irrumpe una luz clara, precisa. El
aula da a un jardín, a veces se llena la clase de un alboroto
de pájaros y entonces, el maestro que es un hombre inefable,
calla, callamos todos.
Ahora cantan los pájaros en el jardín, hay una rima tenue de
aura que se llenó de rumor en las rosas...".
Eugenio D'Ors en su libro "Mis salones" decía de "Jesús
entre los leprosos", la primera obra moderna de la Catedral de
Orihuela:
"...donde se ve al señor rodeado de unos leprosos, muestra
las figuras como anegadas y flotantes en la licuefacción del
ambiente".
Entre Don Luis Almarcha y Eduardo Vicente, el pintor de la
Dr. Almarcha Hernández. Oleo de Eduardo Vicente, 1 942. Museo Diocesano de Arte Sacro de
Orihuela. (Foto Fenoll).
76 GARCIA-MOLINA: Don Luis Almarcha y el pintor...

donosa facilidad y de la ternura apenas acariciada, nació una


amistad verdadera, una recíproca admiración, y el primer Templo
de la Diócesis se vio enriquecido con otra segunda obra de arte,
"El Bautismo de Jesús" que el maestro D'Ors comparaba a la
lucha de Jacob con el Angel pintada por Eugéne Delacroix en la
Iglesia de San Sulpicio de París:
"Y no estoy lejos de decir que parecidas cualidades y una
misma calidad valoran el bautismo de Jesús que Eduardo
Vicente ha pintado para un batisferio de Orihuela.
San Juan, Jesús, han entrado ya, bajo pinceles, ignoro si
adiestrada o instintivamente doctos, en el viril y maduro
dominio de las formas que pesan. Por románticos que sean
los elementos líquidos, vegetales y meteóricos y aún celestia­
les que las rodean, deja incólume la soberanía de la razón.
Triunfante de las dificultades para adquirir el don de la
sinopsis, el pintor ingresa, tras este logrado esfuerzo de
ahora, en la maestría".
La trilogía de Eduardo Vicente se completó con el cuadro
"Las Animas del Purgatorio", en el que una de ellas representa a
Gabriel Sijé, envuelto en "una atmósfera de ensueño, como una
neblina de humo y de recuerdo...". Se encuentra instalado en el
altar de la derecha, entrando, de la Capilla de la Comunión.
Cuando el pintor mostró a Don Luis la obra, éste, después de
hacer diversas alabanzas de la misma, ya de forma afectiva y
familiar y haciendo alusión al parecido de algunas de sus figuras
con otras de "Jesús entre los Leprosos" dijo: "Estoy contento al
comprobar que los leprosos desagradecidos no se condenaron".
De esta forma la Catedral, la obra predilecta de Don Luis,
quedaba enriquecida.
Don Isidro Albert en su artículo "El Doctor Almarcha y el
Tesoro Artístico Diocesano", publicado el año 1944 en la revista
oriolana "El Pueblo" —con motivo de la consagración episcopal
de este ¡lustre oriolano— decía:
"Y para no estancarse en el ambiente de fenecidas centurias,
permitió que unos lienzos de Eduardo Vicente rompan opaca
y discretamente la rigidez florida de tanto motivo gótico y
renacentista".
Y el crítico de arte, Antonio Manuel Campoy expresaba:
"Eduardo Vicente ha pintado ciudades de Europa y América,
"Las Animas del Purgatorio". Oleo de Eduardo Vicente S.l. Catedral de Orihuela.
78 GARCIA-MOLINA: Don Luis Almarcha y el pintor...

paisajes urbanos y vivísimas escenas callejeras de Madrid,


París, Nueva York, el pañuelo multicolor de Almería y la
esponjosa huerta de Orihuela, que son lugares del sol...".
En el mes de septiembre de 1965, en la víspera alborozada
de la Virgen de Monserrate, Eduardo Vicente volvía, una vez más
y por última vez "a la apacible tierra" en busca de la presencia
de tantos lugares amados a revivir el recuerdo de los amigos que
nos dejaron para siempre... Y nuevamente sus cuadernos se
llenaron de las imágenes de tantas y tantas cosas queridas. En
esta ocasión volvió a contemplar los tres cuadros de la Santa
Iglesia Catedral y con su palabra amable y confidencial, nacida
entre una sonrisa casi permanente, manifestó su predilección por
"Las Animas del Purgatorio". Como siempre, recordó a Don Luis,
ya desde muchos años Obispo de León, al que había dejado plas­
mado en un magnífico óleo que se encuentra en el Museo
Diocesano de Arte Sacro.
Gracias a la fina intuición artística del Doctor Almarcha
Hernández, Orihuela tiene, tal vez, la más importante representa­
ción de la obra religiosa de aquel pintor sencillo que se llamó
Eduardo Vicente y "la sencillez en el arte —decía un muerto
querido— es dolorosa perfección".
Manuel Abadía Cabrera EVOCACION DE
DON LUIS ALMARCHA

El Instituto de Estudios Alicantinos, ha


tenido la feliz iniciativa de dedicar un número
de su publicación mensual, como homenaje
postumo, al Excmo. y Revdmo. Sr. Dr. D.
Luis Almarcha Hernández.
Mi querido amigo y por tantos títulos,
ilustre oriolano y miembro del Instituto, D.
Antonio García-MoHna Martínez, ha solicitado
mi colaboración.
Aún a sabiendas de que carezco de
dotes literarias y dando riendas sueltas ai
corazón, me sumo gustoso a honrar la
memoria de tan preclaro hijo de la Iglesia.

Desde muy temprana edad, conocía a D. Luis Almarcha,


pues al ser mi padre uno de los nueve fundadores de la Federa­
ción de Sindicatos Agrícolas Católicos, existió siempre entre
ambas familias vínculos muy sólidos de sincera y profunda amis­
tad, acrecentados con el paso del tiempo.
Mi primer contacto con D. Luis, tuvo lugar el 19 de Marzo
de 1933, con ocasión de celebrarse en el Centro Instructivo Cató­
lico de Nuestro Padre Jesús, un acto literario musical, en honor
de San José, Patrono del Círculo.
80 ABADIA: Evocación de Don Luis Almarcha

A partir de esta fecha, mi vida discurriría ya, junto a la perso­


na por la que he sentido gran admiración y respeto. En este
mismo año y por consejo suyo, me matriculo como alumno del
Instituto Social, por él fundado, donde se impartían enseñanzas
de temas sociales y culturales, por Profesores tan doctos como el
propio Don Luis, Don José M. Quilez y Sanz y D. José Calvet
López. Más tarde, mi incorporación a la Federación de Sindicatos,
me ligaría para siempre a Sociólogo tan eminente, cuyas
doctrinas fueron calando hondo en mi alma.
Figura excepcional en tan variados campos: el religioso,
cultural, social y artístico, donde a través de sus diferentes cargos
primero en la Diócesis de Orihuela y después desde 1944 como
Obispo de León, desarrolló una meritísima labor a lo largo de su
fecunda vida.
Dentro de la esfera de actuación de sus distintas actividades,
crea Instituciones y trata de vigorizar las existentes, poniendo al
servicio de las mismas su capacidad creadora, que es inmensa, y
para lograr el éxito de sus múltiples obras, se rodea siempre de un
equipo de hombres, que sean fiel intérprete de su doctrina y
pensamiento.
La perseverancia y aprovechamiento de sus estudios en el
Seminario y que continuaría después en su vida sacerdotal y
episcopal, si cabe con mayor exigencia, le procuraron un alto
nivel intelectual con dominio de todas las ramas del saber.
Sería imposible, en este breve trabajo, hacer cita de la labor
realizada en todos los campos por el Dr. Almarcha, por lo que
principalmente trataré de la faceta social agraria, que es la que
más conozco por haber sido testigo de sus realizaciones, sin
perjuicio de dejar constancia de su paso por las Instituciones de
Orihuela, que también recibieran su soplo vivificador.
En el año 1914, funda el Sindicato Agrícola Católico y en 6
de Junio de 1919, la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos
de Orihuela, de la que nacerían obras que irían elevando el nivel
social, cultural y económico de los agricultores.
Se extienden estas Fundaciones a toda la región, y nacen
industrias derivadas y de comercialización, para mejorar los rendi­
mientos económicos de los productos de los socios.
Llevando su función al campo de la previsión, desde el
81

mismo momento de su constitución crea la "Caja de Seguros de


la Vejez", después ya función paraestatal —dentro del Sindicato
Católico—. En 1932 la Mutualidad Patronal Agrícola de Acciden­
tes del Trabajo en la Agricultura, y en 1933, la de Seguros de
Ganado Vacuno.
Merece destacar por ser de justicia, que la acción de D. Luis
no queda circunscrita al ámbito provincial o regional, sino que
siendo ya Chantre de la Catedral de Orihuela, su personalidad
adquiere dimensión a escala nacional, pues como miembro del
Consejo de la Confederación Nacional Católico Agraria, recibieron
las Federaciones, Cajas Rurales y Sindicatos Agrícolas Católicos
existentes, un gran impulso y se constituyeron otros nuevos en
toda la geografía patria.
Estos Sindicatos Agrícolas, tenían un matiz profundamente
religioso y prueba de ello es, que el Consiliario, por lo general el
Párroco del pueblo, era pieza clave de la Institución. Ideario del
Dr. Almarcha era que siempre tuviese prevalencia lo social sobre
lo ecómico y lo espiritual sobre lo material. Su labor de
Consiliario fue siempre formativa, impulsora y de vigilancia, pero
nunca administrativa.
Interviene en la redacción de la Ley de Cooperación de 2 de
Enero de 1942 y Reglamento para su aplicación de 11 de Noviem­
bre de 1943, legislación que abre nuevos cauces para todas las
ramas del Cooperativismo y que ha estado vigente hasta la nueva
Ley aprobada precisamente cuando él fallecía.
Los Sindicatos y Entidades por él fundados adaptan sus
Estatutos a la Ley de 1942 y nacen al extinguirse la Federación,
Entidades como la Caja Rural Central y la Cooperativa Central
Agrícola Católica del Segura.
Conocedor el entonces Cardenal Primado de España, de su
gran vocación por los poblemas sociales, se le nombra Asesor
Eclesiástico Nacional de Sindicatos, con una actuación eficaz y
prudente.
Su Obra "La Cooperación como Sistema Económico Social",
le consagra como verdadero apóstol de la Cooperación, y es libro
obligado de consulta para cuantos están interesados en el coope­
rativismo español.
Nos narra con mano maestra, el conocimiento que tiene de
82 ABADIA: Evocación de Don Luis Almarcha

las gentes del campo y busca la solución de sus problemas a


través de estas Asociaciones.
Nacido en La Murada, Pedanía de Orihuela, nadie mejor que
él, para conocer las vicisitudes de estas sencillas y sufridas
gentes, con su mirada siempre puesta en el cielo, implorando la
benefactora lluvia.
Tal sería así, porque siendo Consiliario de la Federación de
Sindicatos, la obra magna en la línea de sus realizaciones fue la
conversión de veinticinco mil hectáreas de tierras de secano en
regadío, mediante la construcción de una red de 230 kilómetros
de canales, en los términos municipales de Redován, Benferri,
Albatera, Cox, La Granja, Crevillente, Elche, Bacarot, Alicante,
Muchamiel, Callosa de Segura y Orihuela, manifestando de este
modo su preocupación por redimir de la extrema pobreza a estos
campesinos, modelo de laboriosidad y de honradez, pero hasta
entonces condenados a que su improbable cosecha dependiera
siempre dé una meteorología favorable.
La importancia de las obras nos lo confirma el que Su
Majestad el Rey D. Alfonso XIII, se dignara inaugurar el día 9 de
Abril de 1925, en La Murada, la red de canales y el comienzo de
los riegos. Fue día de gran alborozo para los habitantes de estas
sedientas tierras, para quienes se abrían horizontes muy
esperanzadores. En 1908, obtiene en Roma el grado de Doctor en
Derecho Canónico, siendo ordenado allí mismo sacerdote en 1910
por el Cardenal Merry del Val. A su regreso a Orihuela ejerce
diversos ministerios; Capellán, Párroco, Arcipreste, Profesor y
Prefecto de Disciplina del Seminario, Profesor de Religión, Bene­
ficiado y Canónigo de la Catedral, Fiscal promotor. Vicario
General y Vicario Capitular.
En el año 1933, funda en Orihuela el Instituto Social que
desarrolla una profunda labor entre la juventud, sobre todo en el
aspecto social católico.
Al producirse la guerra de liberación, permanece oculto
varios meses hasta que logra pasar a la zona nacional.
Allí presta estimables servicios a la Iglesia y está en contacto
permanente con los representantes del Movimiento Católico-
Agrario.
En 1939 creó el Museo de Arte Diocesano y ordenó el tesoro
83

artístico de la Catedral, habiendo sido nombrado por el lltmo.


Cabildo, Canónigo Conservador del mismo.
En 1940 crea el Patronato Artístico de la Ciudad de Orihuela
y Biblioteca Pública "Fernando de Loaces", del que fue Presidente.
Llevado de su interés por el fomento de lo artístico, en cola­
boración con otros beneméritos hombres, dotó a la Catedral de
Orihuela de un claustro románico, trasladando a la misma, piedra
a piedra,el del antiguo convento de La Merced, y que tanto
revalorizó nuestro primer templo y embelleció a la ciudad.
Fue durante veinte años Consejero, como Delegado del
Patronato Eclesiástico en la Caja de Ahorros de Ntra. Sra. de
Monserrate.
Cuando fue nombrado Obispo de León en 1944, era Vicario
Capitular de la Diócesis de Orihuela.
Su acertada gestión al frente de la Sede de León es una
cadena ininterrumpida de realizaciones a lo largo de su fecundo
pontificado, por lo que remito al lector al número extraordinario
de la Revista "Archivos Leoneses" y "Centro de Estudios e Inves­
tigación San Isidoro", publicada como homenaje postumo al Dr.
Almarcha. Edición Enero-Diciembre 1975.
Su gran afición a la literatura le viene ya de su época de
estudiante en el Seminario.
En 1914 se hizo cargo de la dirección de la Hoja de Apologé­
tica "La Lectura Popular" fundada por Clavarana. Los originales
casi íntegros eran debidos a su pluma, que firmaba con su
nombre o con el seudónimo de A. Hernán.
Su obra literaria es muy interesante. Publicada en el año
1970 por el Centro de Estudios e Investigación "San Isidoro",
Archivo Histórico Diocesano, con ocasión de las Bodas de Plata
con la Diócesis de León. Consta de cuatro tomos. El primero de
éstos publica su obra en cuarta edición "La Cooperación como
Sistema Económico Social". El segundo volumen, recoge, en su
segundo edición y bajo el título "Ideas Sociales", aquellas
pastorales, conferencias, discursos o estudios que tienen relación
con los aspectos sociales. En el tomo tercero se recopilan sus
"Escritos Doctrinales", y el cuarto y último lleva por título "Insti­
tuciones Diocesanas, Documentos, Biografía".
84 ABADIA: Evocación de Don Luis Almarcha

En resumen: Que nos encontramos ante un hombre de inteli­


gencia singular, con una vida pletórica de realizaciones.
Como fidelísimo hijo de la Iglesia, a la que tanto honró y
glorió, su obra postrera fue la erección de un Monumento a San
Isidro Labrador, junto a la Parroquia. "Virgen del Camino", cons­
truida años antes.
Quiso así el recordado y admirado D. Luis Almarcha, simboli­
zar y perpetuar, lo que constituyó meta de su vida.
León, Orihuela y San Isidro Labrador, quedaban unidos para
siempre.
Que sus seguidores sean dignos continuadores que hagan
fructificar cada vez más y mejor la semilla de la cooperación por
él sembrada.
Con frecuencia decía D. Luis, que había que caminar siempre,
pero no muy deprisa, para no tropezar.
Sus obras nos demuestran que en este caminar su paso fue
firme y seguro.
Nuestro Señor que en vida fue iluminando su continuo pere­
grinar en Fundaciones, que siguen dando frutos después de su
muerte, habrá premiado con la luz perpetua, al Excmo. Sr. Dr. D.
Luis Almarcha Hernández, hombre de brillante y limpia ejecutoria
al servicio de tantos y tan nobles ideales.
Miguel Martínez-Mena EL OBISPO ALMARCHA EN LO SOCIAL,
RAZON DE SU EXISTENCIA

Confesemos en voz baja que por primera vez besamos su


Pastoral Anillo en la mañana del 21 de mayo de 1972, durante la
II Asamblea Comarcal de Escritores, convocada por IDEA en la
capital de la Vega Baja, ello no obstante los frecuentes acerca­
mientos con jerarquías eclesiásticas durante veinte años, dada
nuestra condición de miembro de la Junta Diocesana de Acción
Católica. De aquí —anunciamos como primera providencia — , que
el doctor Luis Almarcha Hernández, era hombre venido al mundo
entre los signos de los tiempos, que no entendía nada sin obras,
casi todo sin palabras (1).
Tras la foliación en cuatro tomos de sus pastorales, artículos
y ensayos sociológicos, por el Centro de Estudios e Investigación
"San Isidoro" —Archivo Histórico Diocesano, de León — , que él
fundara en 1945 —a los pocos meses de residir en tierras leone­
sas, pues toma posesión del obispado el 29 de octubre de
1944—, puede decirse que son volúmenes colocando al alcance
de la mano cada una de sus facetas, compaginación bibliográfica
impagable, ítem más cuando tales memorias adjunta introduccio­
nes que firman don Leopoldo Eijo y Garay —obispo de Madrid-
Alcalá— 1878-1963) y el profesor Luis López Santos (2). Ahora
bien, dentro de su amontonada parcela "social" (discursos e
interpelaciones dispersos), "pionero del cooperativismo y sindica­
lismo" (3), vamos a ocuparnos de conceptuaciones vitales, hasta
86 | MARTINEZ-MENA: El Obispo Almarcha en lo Social,...

el momento apenas tratadas, inadvertidas, peculiar temática:


Asesor Nacional Eclesiástico de Sindicatos. Fase un tanto desoída
(4), que sin embargo revalida el temperamental denuedo vocacio-
nal del “sacerdote apóstol social" en los comienzos de su minis­
terio ejercicio en Orihuela y, después, "la de obispo apóstol" en
León (5).

Intuitivo, busca la luz


En este orden de cosas, tomar cuenta cómo por sino directo
del Jefe del Estado, Francisco Franco, ostenta el rango de
Procurador desde las primeras Cortes —todavía vicario en la
Diócesis orcelitana —, que continuó ininterrumpidamente y, desde
luego, evidenciando su participación sobresaliente —sin concesio­
nes al conformismo— en la redacción del articulado de "la Ley
de Cooperación de 2 de enero de 1942, que sitúa a España a la
cabeza de la legislatura de todo el mundo" (6), no dudando el
Pastor de Madrid-Alcalá hacer notar el útil bagaje de conocimien­
to teórico-práctico del doctor Almarcha para el desarrollo e inter­
pretación de la precitada Ley de Cooperación.
El día 10 de abril de 1945 es designado Vocal Superior de la
Obra Sindical de Cooperación, apoyatura para el perfecciona­
miento y creación de numerosas instituciones, léase la Escuela de
Magisterio de la Iglesia, Escuela Superior de la Mujer, el Studium
Christi (Centro Sacerdotal de Cultura y Apostolado) y la Escuela
de Servicio Social. Y poco después, el 22 de mayo del año
siguiente, del equipo colaborador del Congreso de Estudios Sindi­
cales.
El 11 de octubre de 1948, el cardenal Primado, doctor Enrique
Plá y Daniel (1876-1968), anuncia a los medios informativos el
nombramiento del doctor Almarcha como Asesor Nacional Ecle­
siástico de Sindicatos, del que toma posesión el 25 del mismo
mes, "pidiendo el relevo a la Conferencia de Metropolitanos el 24
de enero de 1965" (7), Metropilitanos que, por otro lado, el 10 de
agosto de 1957 le eligen Vocal de la Comisión Episcopal de Asun­
tos Sociales, a igual que desde otras órbitas intelectuales, en
febrero de 1964 se le extiende el diploma de Consejero de Honor
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Entreclaro, deslindado
El entrecomillado que líneas antes terminamos de colocar.
esto es, que el doctor Almarcha solicitara ante la Conferencia de
Metropolitanos el reemplazo como Asesor Eclesiástico de Sindi­
catos, confirmado por el profesor G. García y García, pudo ocasio­
nar y de hecho así ocurrió, el silencio que sobre el particular
pudieran deducir comentaristas en regladas alusiones al Prelado,
y sobre todo, en determinadas notas necrológicas difundidas al
fallecimiento del predilecto oriolano (óbito ocurrido en León,
durante una de sus frecuentes visitas a sus diocesanos, el 17-12-
1974), tal el recuadro de Cifra (8), sin que esto haya podido signi­
ficar que la demandada substitución se admitiese por los prelados
españoles, antes al contrario, consta en abundante documenta­
ción pública que hasta el instante de su tránsito ejerció la noble
consideración de Asesor Eclesiástico de Sindicatos, a nivel nacio­
nal (9). Y cuenta el propio doctor Almarcha, como en uno de sus
desplazamientos al Vaticano y en conversación privada con
Pío XII, al referirle al Papa la tarea de los asesores, el Pontífice
bendiciendo su cometido, le responde:
— "Señor obispo, hay que hacer todo el bien posible" (10).

Risueño, besa la tierra que pisa


Dejando adrede otros rasgos biográficos de índole eclesial o
cultural, canales por donde acrecienta eficiente singladura, culmi­
nantes (pongamos por caso el estudio analítico en torno al arte
sagrado, la Iglesia y las bellas artes, función de los artistas, etc.,
ponencia en la II Semana de Arte Sacro, León 1962) (11), exami­
nemos ahora un acontecimiento de tierna emotividad, por ventura
en Orihuela, ya en los últimos años de su fecunda dimensidad del
verbo y de la ¡dea, episodio armoniosamente enlazado con ese
peculiar vigor dimensional de realismo, él, nacido y criado en la
Vega Baja, codo a codo con el hombre de sol y su problemática
terrena.
Allí mismo, en su entrañable Aurariola -caluroso septiembre-
tañe el repiqueteo desde los treinta campanarios oriolanos, en el
instante de ser impuesta al doctor Almarcha la Gran Cruz de
Isabel la Católica, conferida por el Caudillo en la conmemoración
del "18 de julio" de 1969, a instancia de la Organización Sindical,
con refrendo vibrante de sus paisanos. Rubriquemos que con
anterioridad, el año 1944 se le agracia con la condición de Hijo
Predilecto, y en septiembre de 1960 la merced de la Medalla de la
Ciudad, en categoría de Oro.
88 MARTINEZ-MENA: El Obispo Almarcha en lo Social,...

Durante los finales días de septiembre de 1969, decimos,


tiene lugar en Oleza —con el Pleno de la Comisión Permanente
del Consejo Económico de la Vega Baja — , de una parte, el Curso
de Orientación para asesores religiosos de Sindicatos, y simultá­
neamente las Jornadas de Estudio sobre Cooperación, proyecta­
das por la Obra Nacional de Cooperación, coloquios compartidos
por el doctor Almarcha (12).
La población se suma al homenaje y el lunes, 22 de septiem­
bre, en el cine Avenida, al ya dimisionario obispo de León —que
le fue aceptada por la Santa Sede al cumplir los 83 años de
edad— (13), se procede a la ofrenda de la Gran Cruz de Isabel la
Católica, que lo hace don Arturo Espinosa Poveda, secretario
general de la Organización Sindical, en nombre de don José Solís
Ruiz, ministro secretario del Movimiento y delegado nacional de
Sindicatos, conservándose una carta dirigida por el señor Solís a
su "respetado señor Obispo y querido amigo", mostrando su
sincero consenso al don tributado, "aprovechando la celebración
del aniversario de las obras sociales impulsadas por usted en
Orihuela". La misiva del señor Solís, rebosante de elogios, termi­
na: "Permítame, pues, mi querido y respetado doctor Almarcha,
que le felicite en esta fecha jubilar y avale con estas líneas, ante
la imposibilidad de hacerlo personalmente, como pensaba, cuan­
tas frases de gratitud se han dedicado con motivo del justo
homenaje al que me adhiero de todo corazón" (14).
Acompañando al doctor Almarcha y a las personalidades de
ámbito nacional, sus incondicionales coterráneos, entre ellos, el
doctor José Bascuñana Llópez, obispo de Solsona; Pedro Zarago­
za Orts, presidente de la Diputación; Aurelio Botella Taza, presi­
dente de la Audiencia provincial; Manuel Mazón Meseguer,
alcalde de Orihuela; Ana Ballenilla, procurador en Cortes, junta­
mente con J. Balaguer, Luis Gómez de Aranda, los hermanos
García Galiano, Antonio García-Molina, Luis Torras Uriarte... No
sin antes haber acudido a la iglesia de San José, parroquia
común de Los Vicente-La Murada y penetrar en plena huerta, en
"El Partidor del Rey", comprobando la ingente labor agrícola-
regadíos llevada a cabo por la Caja Rural Católica Agraria y
cooperativas que el doctor Almarcha fundara. En placa metálica,
colocada sobre una columna truncada, quedaría escrito: Estas
obras fueron inauguradas el 4-4-25 por S.M. el Rey Alfonso XIII.
Repuesta el 22-9-69, cincuentenario. Caja Central, inscripción que
al ser descubierta, el vecindario congregado en torno a "don
89

Luis" (como familiarmente se le conoció), irrumpe en muestras


de cariño al sociólogo que lejos de encerrarse en lo abstracto y
sin abandonar su cometido eclesiástico, mantuvo puesta la mirada
al mundo terrenal, armonizando y haciendo reflexionar sobre cuál
es el mensaje humano del Evangelio, distanciando lo científico
con lo vulgarizante.

Evolución, frente al tiempo y la eventualidad


Investido con la Gran Cruz de Isabel la Católica, tras las pro­
tocolarias palabras de las autoridades, el homenajeado da lectura
a su discurso, pieza académica más allá de mera receta de agra­
decimiento, texto que ha quedado inédito (sin intercalar en las
epigrafiadas Obras Completas), motivo por el cual invita a trans­
cribir algunos fragmentos, a manera de convergentes coordena­
das de su visión hacia esquemas sociológicos en una época de
renacimiento teórico-cristiano que avoca en la mutación de la
estructura empresarial con instituciones garantizables:
La vida social exige ponerse al día en el estudio de las nece­
sidades sociales. Es necesario armonizar los hechos de las
personas con las demás exigencias de la vida social. Y
concluía el subrayado analítico de la sabiduría de la pobreza,
que enseña a no gastar en lo superfluo ya guardar los gastos
entre lo conveniente y lo necesario, a título de resumen,
concluye:
La empresa social debe seguir las líneas constantes de la
armonización de los derechos de la persona individual con
las exigencias de la vida social y el bien común. Revolución
— prosige— es dar vueltas sobre el mismo eje, destruyendo;
evolución es armonización, ajustamiento, puesta al día, adap­
tación a las nuevas necesidades y modos de ser en el progre­
so de los pueblos. Construir sin destruir. No matar la autono­
mía, sino impulsarla; no absorber al inferior, sino ayudarle.
Buscar lo que une; huir de lo que separa (15).

Salir de la desdicha y penetrar en la frescura


Agudo, pulsando diariamente el acontecer oriolano, don
Joaquín Ezcurra —como por la mano de don J. Martínez Arenas-
pregunta: ¿de dónde le nació al esclarecido Prelado su apego por
el sindicalismo?, que a tenor de la síntesis esquemática que
vamos analizando, responde: Allá arriba, en el Seminario,
90 MARTINEZ-MENA: El Obispo Almarcha en lo Social,...

contemplaba la huerta frondosa, pero en la parte opuesta, campo


seco, tierras áridas, campesinos sedientos. Y de este contraste de
riqueza y ocres, su afición por lo social y una devoción por un
sistema político que uniera el trabajo como único medio de alcan­
zar esperanzas, como único medio de pedir resurrección, grana­
das cebadas amarillas para hombres de corazón sencillo, compro­
metiéndose a entregar semillas de pan, queriendo ser de tierra y
de trigo (16). "Don Luis —filosofía doctrinataria del cooperativis­
mo en labios del señor Martínez Arenas—, es un oriolano del
campo, o sea, que ha nacido en la parte del término donde la
tierra sedienta no cuenta para cosechar más que con el calor del
sol, que es la verdad, y el trabajo del hombre que es la fortaleza"
(17).
El doctor Almarcha mantiene puntualizaciones matizadas en
torno a la moral en lo económico, reconversión, capital y patrimo­
nio, "affluent society" (moderna sociedad de consumo), las
constantes humanas, la solidaridad, lo congruente, lo conveniente
en la comunidad y su labor proyectiva de futuros dirigentes,
propician la crítica de base para este avance monográfico que
vamos sobrepesando con rigor científico. Todo ello ahí, en sus
charlas, artículos y opúsculos concretos. No son apuntes de un
teorizante, sí ¡deas que salieron al aire y al sol de la vida, y que se
han vestido de carne y hueso, y andan y hablan (18).
La cribada impetuosidad hacia el esclarecimiento de lo
comprensivo, la maduración cívico-ética y la consolidada compe­
netración en la frescura de mentalizaciones, son inquietudes
latentes en el alma del Prelado desde los primeros años de su
presbiterado. Punto focal es uno de sus trabajos fechado en el
año 1926 (entonces chantre de la Catedral), dos escasos folios,
cuyo título es de por sí revelador: "San Francisco y la acción
social", donde con independencia del contexto que dejamos
pasar por alto en honor a la brevedad, lleva la entradilla siguiente:
San Francisco de Asís es el Santo desfigurado de las izquierdas
sociales, y, sin embargo, debe ser, en su verdadero carácter, el
santo de las derechas sociales católicas (19).

Hacia los cuatro vientos


Coincidamos en el elevado estado de ánimo, actitud pastoral
constante en el pensar y en el hacer durante sesenta años, conti­
nuador de "La Lectura Popular", revista fundada por don Adolfo
91

Claravana, le vemos siempre con volcada entereza, comprometido


"en la defensa de los pobres y de los débiles", lanzando a lograr
pactos para ir subiendo el nivel económico a la vez que el nivel
moral, para lo cual con espíritu franciscano se cambiaría la
concepción de la finalidad social que no es buscar aquí abajo el
oro y el poder, sino la reforma de la sociedad en una mayor
austeridad de vida y en una más laboriosa actividad, funcionali­
dad. Muestra, la Convención Nacional que inicia a gran escala,
con el lema: "Penetración apostólica en la masa obrera", simpo­
sio con la participación de los PP. Pernaut, S.J. (belga), Mauricio
de Begoña, O.F.M. cap., Florentino del Valle y Martín Brugarolas,
S.J. y Fray Teodomiro Villalobos, O. Min. cap. Sesión de clausura
apertura resonante —12 de enero de 1954—, dado que sus pala­
bras fueron clarificación viable: Vamos a comenzar una experien­
cia nueva de tipo social —confesó a los periodistas—, contractar
la eficacia de los medios apostólicos, no convocándose la reunión
con el fin primordial de tomar acuerdos, ni siquiera de firmar
normas. Nuestro propósito es de estudio, abertura de tendencias
de acción llevadas al aula del Concilio Vaticano II (20).
Los diarios nacionales comprendieron e hicieron saber que el
discurso de clausura de la llamada "Convención Nacional de
Apostolado", se trataba de un "importante documento", englo­
bando "profundo y exhaustivo análisis del tema social", donde al
unísono de la visión objetiva de la situación religiosa de los
obreros y del sacerdote en la acción política-social en lo temporal,
supuso un paso gigante al afrentar el doctor Almarcha el canden­
te momento salarial en directa recta al contrato de sociedad,
cirugía explorativa, pues queda todavía un amplísimo campo para
suavizar y perfeccionar el contrato de trabajo, advirtiendo que "e!
Estado a pesar de su eficacia, no domina aún por completo los
resortes económicos, no consiguiendo siempre el fin que intenta.
Además el equilibrio entre salarios y precios depende principal­
mente de resortes sociales, que es necesario encontrar y aplicar.
Lección que concluye, instruyendo sobre la equidad, beneficios
de la empresa, producción más abundante, más perfecta, más
económica, valorando las zonas de mejoramiento generalizadas
entre los sociólogos y la mentalidad industrial, sin lograr el vértice
justo (21).
Otra de las sensacionales oportunidades de penetración en el
recóndito pero clarividente sentir sociológico del doctor Almarcha,
es con motivo de la I Semana Nacional de Estudios de Consilia-
92 MARTINEZ-MENA: El Obispo Almarcha en lo Social,...

ríos de Cooperación. Suena su alegato dando como una herida


su bondad, la pesada piedra de sus manos desveladas, palabras
azules sin dejar de bajar porque lo que quiere es subir. Saja de
dentro a fuera, y de fuera a dentro a la empresa capitalista, la
cual se agota en la trinomía dinero-empresa-hombre, por ende el
factor humano —en cada trabajador un hombre— adquiere
posiciones. Los brazos abiertos del Prelado, su frente desnuda,
sus aires ingenuos en la noche de los campos y la luna. En la
empresa cooperativa —extirpa— anima la trinomía hombre-
empresa-dinero, y el contrato de trabajo a través de ¡a coopera­
ción es superado por el contrato de sociedad, que ganará la bata­
lla del porvenir (22).
Mantiene, ¡cómo no! contigüidad personal con el Prelado de
Ciudad Rodrigo, doctor Bascuñana (desde 1964, obispo de Solso-
na), coincidiendo ambos en Orihuela durante festividades señala­
das, siendo oportuno traer a colación una de estas entrevistas,
por estar en línea con la trama que desarrollamos: la convivencia
de los dos oriolanos en Ciudad Rodrigo, durante la Asamblea
general de la Unión Territorial (Hermandad de Labradores),
concentrándose campesinos de aquella demarcación. Pues bien,
es clausurada la convención por el doctor Almarcha, descorriendo
el pestillo de la puerta cerrada a la luz anunciadora de rayos de
miel hacia el corazón transparente de cada trabajador, dulzura
corriendo por el amor del tiempo e impidiendo regresión de los
derechos individuales.
Reitera el planteamiento, también en esta ocasión, con fe en
las acariciadas perspectivas del cooperativismo estampadas en
perfiles de nieves, adobes en triste poderío a tenor de la evolución
económica registrada en los últimos tiempos, problemas de la
salvaje sombra que oscurece la dignidad del hombre. Desglosa el
alcance de la congestión, participación en beneficios, afirmando
que son esquemas que han de ir a la par del lema franciscano de
levantar la mirada para descubrir nuevos horizontes en el orden
de la espiritualidad, fuerza capaz de revivir estancadas posturas
cómodas, decimonónicas (23).

El verbo hacer, fabrica la historia


No podríamos dejar de brindar el espacio merecido al discur­
so pronunciado por el doctor Almarcha, precisamente durante el
ya recordado momento de recibir la Medalla de Oro de la Ciudad
de Orihuela.
93

El salón de sesiones del Ayuntamiento del lugar que lleva en


su escudo heráldico el Herodio —simbólico pájaro — , se reviste
de gala. Se hace público el certificado del acuerdo adoptado por
la Corporación el día 21 de septiembre de 1960, así como la lectu­
ra del expediente instruido por don Emilio Bregante Palazón,
reseñando los méritos contraidos por el Prelado para ser conde­
corado por sus paisanos con tan rica distinción, méritos de orden
personal, de orden social, de orden económico y de orden
cultural y artísticos, apretada nómina de realidades acreedoras de
análisis aislados que no caben en este breve registro biográfico.
Sí, incluir aislados versículos de la plática del reverendísimo “don
Luis", —una vez más— simbolizando hasta donde su resaber en
los planos del espíritu, de su rango filosófico, vigencia de su
autenticidad humana y de su presencia intelectual en el conoci­
miento de las cosas: el sentir necesidades materiales no es cosa
del cuerpo, sino del alma, valiéndose, eso sí, del cuerpo, pues el
cuerpo no siente, sino que es el alma la que siente, y el cuerpo
es como el mensajero de que se vale para formar en sí misma lo
que se le anuncia fuera.
Recopilemos con ordenada fidelidad metódica, la invocación
al sistema vital de un pueblo en sus tres torrentes circulatorios:
lo espiritual, lo social y lo económico, el cual no se sostiene más
que con hechos; su sangre es la acción. La historia de un pueblo,
por grande que sea, si llega la inacción, se paraliza y modifica. La
acción es el único agente de la continuidad de la historia y de la
conservación de la grandeza.
Para el doctor Almarcha, los tesoros del espíritu y los manda­
tos socioeconómicos, tienen su corazón motor en el trabajo. Es el
verbo hacer el que fabrica la historia. Pero el verbo hacer para
penetrar en la historia de un pueblo, necesita de la cultura en sus
tres aspectos: lo religioso, lo moral y lo económico. De aquí la
necesidad de instituir el clima humano y cristiano de la conviven­
cia, dedicando todas las fuerzas del espíritu a hacer obras de
disfrute común, que son las que fabrican la grandeza y la peren­
nidad de los pueblos.
Mueren las cosas —concluye — , mueren los hombres, pero el
espíritu no muere; es por el espíritu por donde se entra en la
inmortalidad de la historia (24).
In medias res, el doctor Almarcha significa todo en razón de
su densidad de trabajo, que dignifica y ennoblece su contorno
94 MARTINEZ-MENA: El Obispo Almarcha en lo Social,...

escatológico, sublevado en nombre del decoro humano. "Pionero


del cooperativismo", liberado de una tiranía de riquezas, sin
discursos parlamentarios, entrega su existencia haciendo, a costa
de sí mismo.

NOTAS

(1) Al margen del programa previsto, el doctor Almarcha acude a la Asamblea, a


poco de comenzar las comunicaciones, sin otra señal exterior de su rango
que una discreta cruz pactoral, siendo recibido con respetuoso silencio y
puesto en pie el numeroso público reunido en el Palacio de Teodomiro,
Biblioteca “Fernando de Loazes".
(2) Queden igualmente subrayadas las entregas biográficas de Gabino García,
director del Studium Christi (al t. IV, p. 361) y de José María Fernández
Catón, rev. "Archivos Leoneses" 57-58/1975.
(3) "Don Luis Almarcha Hernández, veintiséis años de Historia del Episcopado
Leonés en el siglo XX", por José María Fernández, rev. ct. pp. 9-24.
(4) Se omite, exempii gratia, en la obra de Juan Sansano, "Orihuela", ed. 1954.
"Un Obispado español: el de Orihuela-Alicante", por don G. Vidal Tur,
Alicante, 1962, t. II, 2.a ed. pp. 314-316. En la sembranza intercalada en
"Colligite", vol. XX, n.° 80/1974, pp. 3-4, firmada por el doctor Luis-María de
Larrea, prelado de León, dando cuenta de la muerte de su antecesor; preci­
samente el doctor Almarcha crea las revistas "Archivos Leoneses", "Stu­
dium Leoneses" y "Colligite", que imprime Studium Christi, que dirige el
profesor L. López Santos. Otros dos descuidos: "L'Osservatore Romano",
edición semanal en castellano 314/5-1-1975, p. 5, y el "Boletín Oficial del
Obispado Orihuela-Alicante" n.° 80/enero 1975, p. 26.
(5) Doctor L. Eijo y Garay, prólogo a "La Cooperación como sistema económico-
social", del doctor Almarcha, 1.a ed., enero 1943, p. 15.
(6) Doctor L. Eijo y Garay, ob. cit., p. 14.
(7) Obras Completas, t. IV, p. 361.
(8) Diario "Información", Alicante 19-12-1974, p. 1.
(9) Sección "¿Quién es?", don Luis Almarcha, en "Arriba" 23-9-1966, p. 3.
"Bibliografía del Obispo de León", "Boletín de Información de la Asesoría
Eclesiástica de Sindicatos" n.° 80/1970, p. 9. "Obispo y labrador", por A. A.,
reportaje en el diario "Pueblo" 26-2-1973. Nota necrológica y datos biográfi­
cos presentados por Juan-José Sánchez, "La Verdad" 119-12-1974, pp. 23 y
7, respectivamente. "Hoy serán inhumados en la catedral de León los restos
del obispo don Luis Almarcha", por Máximo Cayo, "ABC" 19-12-1974, p. 52.
Certificado expedido por José María Carbonell y García, rev. "Oleza", junio
1961, p. 2. "El Anuario Católico Español", Madrid 1953, t. I, p. 569, coordina­
do por Fray Justo Pérez de Urbel, prior del convento de Montserrat, de
Madrid. "Quién es quién en la Iglesia Española", por Armando Vázquez,
PPC, Madrid, 1972, p. 20. "Antología de Escritores Oriolano" (Premio
"Ramón Sijé" 1973), por J. Guillén y J. Muñoz Garrigós.
95

(10) Rev. "Tribuna Cooperativa", Madrid, marzo 1970, p. 43.


(11) Rev. "Colligite" 39/1964, pp. 51-59.
(12) Diario "Información", días 19, 20 y 21 de septiembre 1969, crónicas y entre­
vistas, por Joaquín Ezcurra.
(13) El 4-4-1970 renuncia a la silla leonesa, por avanzada edad, residiendo enton­
ces en su partida rural, pero alternando sus estancias entre Orihuela y la
Pulcra Leonina.
(14) Texto en el "Boletín de Información de la Asesoría Eclesiástica de Sindica­
tos", 80/1970, pp. 10-11. El madrileño "Pueblo", martes, 23 de septiembre
de 1969, glosa los actos, dejando escrito que "una repentina dolencia de
garganta, con intensa fiebre, impide al señor Solís estar presente en Orihuela,
tal como se había anunciado".
(15) Compendio en "La Voz Social", semanario que difunde Ediciones y Publica­
ciones Populares, Madrid, 180/25-9-1969, p. 7.
(16) "El sindicalismo de don Luis", pincelada que Joaquín Ezcurra inserta en
"Oleza", junio de 1961, tirada especial que como promotor-director de dicha
revista dedica al doctor Almarcha, al recibir la Medalla de Oro de la Ciudad.
(17) "De mi vida: hombres y libros", por J. Martínez Arenas. Valencia, 1963, p.
133.
(18) Doctor Almarcha, prólogo a la 1.a ed. "La Cooperación", t. I, 21, fechado en
Orihuela, 8-12-1943, ídem su libro "La encíclica "Mater et rnagistra" y las
cooperativas", citado al t. 213, p. 307, B.A.C., 1962. Rev. "Culü'Vte" 33/1963,
editorial, p. 8. "Esto, aire fresco a la Iglesia", M. Martínez-M » a, Alicante,
1964, p. 162.
(19) "San Francisco y la acción social", por L. Almarcha, "El Pueblo", órgano de
la Federación de Sindicatos Agrarios Católicos", Orihuela, n.° 1/4-10-1926,
p. 3.
(20) Comentarios al respecto en los diarios correspondientes a enero de 1954, rev.
"Ecclesia" órgano nacional de la A.C., editorial, 30-1-1954, "El Diario Vasco"
de San Sebastián, 6-2-1954 y en "The Universe" y "The Catholic Herald",
de 5-2-1954.
(21) El texto íntegro sólo hemos podido encontrarlo en el suplemento "La equi­
dad social y el salario", intercalado en "Pueblo" 16-2-1954.
(22) Semana de Estudios en la Casa Sindical, Madrid, del 16 al 20 de diciembre
de 1957. Acotaciones de esta conferencia —hasta el momento inédita —
"Boletín de Información de la Asesoría Eclesiástica de Sindicatos", Madrid,
enero 1958, pp. 5-6.
(23) Boletín de Información anteriormente citado, p. 31. Las líneas maestras ideo­
lógicas son trazadas en "Ideas Sociales", por el doctor Almarcha, editado en
"Studium Christi", León, 1952.
(24) Rev. "Oleza", junio 1961, p. 9.
Manuel Martínez Galiano DON LUIS ALMARCHA,
APOSTOL DE LA SOLIDARIDAD

"Si la capacidad de vivir viene dada por la capaci­


dad de dialogar, es decir, de comunicación hablada o
escrita, aquí tenemos una figura prodigiosa. El doctor
Almarcha enseña que sin coloquio con los hombres, con
las cosas que nos circunscriben, sobrevendría la asfixia.
Y a través de su diálogo deducimos su intuitiva sapien­
cia y espiritualidad" (1).

Las anteriores palabras de Martínez-Mena, nos introducen en


una difícil tarea: el estudio de "una figura prodigiosa". Por tener
conciencia de la dificultad que encierra, no vamos a intentar
ahora el desvelar las múltiples facetas del Dr. Almarcha, sino tan
sólo aquélla que creemos más característica en él y por la que se
ha distinguido a lo largo de su fecunda vida. Intentaremos, pues,
exponer simplemente el pensamiento social de D. Luis, ciñéndo-
nos a sus palabras, por ser éste una de las constantes más impor­
tantes de su quehacer, dejando para otros investigadores las
demás facetas de su personalidad, tan importantes como aquélla.
El Dr. Eijo y Garay califica a D. Luis Almarcha de "apóstol
social": "Sobre todas estas glorias refulge la aureola de apóstol
social católico ganada en treinta años de vida fecundísima" (2); y
el mismo D. Luis nos lo dice con palabras que salen de lo más
98 MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

profundo de su corazón: “Pusimos el alma en la creación y


sostenimiento de obras sociales y económico-sociales" (3); pero
debemos ir más allá y buscar, dehtro de la preocupación social
del Dr. Almarcha, la antorcha que dirige sus actos y mueve su
pensamiento a lo largo de toda su vida: /a solidaridad. Y ésta es
la que busca y se afana en promover en todos los ámbitos
sociales, en especial en aquellos grupos que por sí mismos se ven
impotentes para encontrar aquello que, respetando su dignidad
personal, les dirija hacia la plenitud en el campo espiritual, social
y económico, que constituyen los tres torrentes circulatorios del
sistema vital de un pueblo.
Y esta solidaridad, que el Dr. Almarcha se afana en promo­
ver, no es otra que la fraternidad que todos proclaman e invocan,
pero que no encuentra en el mundo, sembrado de odios, en
donde sólo vislumbra "la espada de la fuerza en manos de los
dominadores y la angustia en el rostro de los dominados" (4).
Porque D. Luis comienza a vivir en un mundo en rápida
transformación, en donde el dominio de las fuerzas materiales
nos introduce en una nueva era en la que el poder del hombre ha
crecido hasta amenazar la existencia misma de la humanidad.
Pero esas fuerzas, sobre todo las destructoras, están en poder de
unos pocos que se constituyen en dominadores —como antes el
poder del oro se concentró en pocas manos—, sin que exista el
control de otros poderes por encima de ellos. Los débiles, la
inmensa mayoría, sólo tienen como defensa la fuerza del orden
moral. Pero este orden, por desgracia, no ha igualado en su
avance al progreso material. La familia humana ha incrementado
el campo de su visión material, pero no el del amor, el de la justi­
cia, el del respeto a la vida y a la dignidad de la persona humana.
"La humanidad ve que la fuerza bruta hace estremecer de
miedo a naciones enteras y que tiene aherrojada la libertad de
muchos pueblos que lloran el renacimiento de una esclavitud
social que no se diferencia nada de la antigua más que en una
técnica más refinada, más opresora y sangrienta".
"La defensa y el progreso del orden moral, para que sirva de
control a las fuerzas materiales, es el gran problema de la época"
(5).
Las agitaciones provocadas por los problemas sociales, la
guerra fría de las luchas de clase, las lesiones de la justicia y de la
99

equidad, el quebrantamiento de la fraternidad humana por falta


de amor al prójimo, todos estos problemas vivos de nuestra
sociedad hacen levantar en D. Luis el sentimiento del deber, y
también del derecho, de exponer la doctrina de la Iglesia y sus
normas, encaminadas a hacer resurgir entre los hombres la frater­
nidad.
Pero el doctor Almarcha distingue entre fraternidad humana
y fraternidad cristiana, y descubre que la humana flota en todos
los labios, pero en los corazones sólo encuentra odios
enconados, sed de venganzas y deseos de tormenta. Por ello,
llega a la conclusión de que "la fraternidad humana, fundada en
motivos naturales, no ha podido resistir el empuje de fuerzas
pasionales como el racismo y el comunismo aliados con el nacio­
nalismo y el imperialismo de los fuertes, y se ha roto, como
tantas otras veces en la historia, con una agravante más: antes
había naciones vencidas y naciones vencedoras; ahora hay
también, dentro de las mismas naciones vencidas, partidos venci­
dos y partidos vencedores. La zona de infortunio se ha hecho
más profunda y el odio rompe dentro de las naciones mismas los
lazos familiares, los de la amistad y vecindad, creando las deudas
de sangre como plaga nueva y sangrienta, que dilacera las entra­
ñas de Europa" (6).
Frente a esa fraternidad humana, que D. Luis encuentra rota
en su mundo, se levanta la fraternidad cristiana, que supera todas
las tempestades de la soberbia y el orgullo, y que identifica con la
verdadera solidaridad, a la que se adhiere plenamente; porque los
cristianos se llaman hermanos, no solamente por motivos natura­
les, sino por una fuerza espiritual: la fraternidad del espíritu, la
fraternidad en Cristo, que vence y supera todas las barreras
humanas por fuertes que sean las pasiones que se le opongan.
Por todo ello, el Dr. Almarcha entrega toda su vida a la
consecución de esa fraternidad cristiana, de la solidaridad que, al
convertirse en el faro de su hacer, le hace ser su apóstol, bajo el
lema de "unos por otros y Dios por todos".
Desde la fraternidad pasa, en el plano de la coexistencia, a la
solidaridad —que divide también en humana y cristiana — . "La
coexistencia humana, la convivencia social y la actividad social
obedecen a fines naturales que el hombre no ha fabricado".
"La unión de lo "uno y de lo vario", sin perder la unidad ni
1ΟΟ MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

dejar la variedad, constituye la solidaridad social ya sea en la


familia, ya en la humanidad entera" (7).
Esta conformidad con la causa común, sin perder la indivi­
dualidad, se desarrolla ciegamente en los seres no racionales, y
en éstos es consciente y libre, pero siempre dentro de un orden
creado por una inteligencia superior. En la naturaleza humana, lo
uno y lo vario se da entre seres racionales y libres. El hombre
puede desvirtuar el fin y romper la solidaridad, pero así como
existe el fin y el orden humano, también existe la solidaridad. "El
fin es la causa común, el orden es la adecuación de los medios
para el fin, y la solidaridad es la adhesión a la causa común o
empresa de todos" (8).
Según D. Luis, el origen de la solidaridad hay que remontarlo
al origen del hombre, porque el linaje humano es uno por su
naturaleza y vario por las personas. Cada una de ellas está sepa­
rada de las demás por lo que tienen de individuo y estará unida a
las demás por pertenecer a la misma especie. Por esta dualidad,
las acciones serárf de la persona, pero tendrán las notas de la
naturaleza, tendrán trascendencia social y ahí es donde entra en
juego la solidaridad, que es lo contrario del egoísmo, del "homo
hominis lupus" del individualismo. En el extremo opuesto de este
egoísmo está el comunismo, en el que el hombre no constituye el
suejeto de la solidaridad, sino que la sirve, pasando a ser ésta
una deidad en donde se reunen los egoísmos más poderosos,
convirtiendo a la multitud en manada.
Sin embargo, así como no hay entre los hombres un amor
subsistente, tampoco admite el Dr. Almarcha una solidaridad
subsistente, porque el amor y la solidaridad son una relación. Por
ello, basa la solidaridad humana en la unidad y, como toda
relación, se constituye por la variedad y se extiende hasta donde
se extiende la variedad en la unidad. El que altere o destruya la
unidad, estará dominado por el egoísmo individual y el que altere
o destruya la variedad destruirá la libertad, la dignidad y la
conciencia de las personas, y, en uno y otro caso, desaparece la
solidaridad, destruyendo con ello el bien común.
Pero, sobre la solidaridad humana se proyecta una nueva
solidaridad, que perfecciona y eleva la unidad de la naturaleza,
mediante la concordia de corazones unidos y pacificados en
Cristo.
ΙΟΙ

"El ideal de concordia en una unidad más perfecta se ha


convertido en realidad viva con la solidaridad cristiana" (9).
La conjunción de ambos aspectos de la solidaridad nos
llevará hacia el bien común: "La unidad de la sangre y la unidad
de la gracia determinarán las obligaciones de unos con otros y la
responsabilidad ante el bien común" (10).
Frente a esta doble solidaridad, como fuente destructora de
la misma, se nos presenta el materialismo. "La primera víctima
del materialismo es el bien común. Cuando el materialismo invade
las fuentes de la vida y rige las relaciones humanas, la solidaridad
humana y cristiana, que es cosa del espíritu, se rompe".
"Pero frente al materialismo de todos los tiempos, ayer y
hoy, está el espíritu, con sus elevaciones, con su fuerza expansi­
va, que aún con cadenas en las muñecas, sabe ganar las batallas
de la solidaridad en el bien, contra las fuerzas disgregadoras del
mal" (11).
Convencido el Dr. Almarcha de la importancia de la solidari­
dad, como único modo de superar el materialismo reinante, la
convierte en la piedra angular de su pensamiento y de su obra
social. Así, frente a una sociedad que crece y se aglomera sobre
tierras escasas, frente a la concentración de las riquezas en pocas
manos mientras que son legión los que no poseen nada o poseen
poco para afrontar los riesgos, hace surgir la solidaridad, que
busca en las mismas fuerzas de la sociedad las nuevas riquezas
que por virtud de la solidaridad humana, que crea el vínculo
social, vienen a cubrir el riesgo futuro. De esta solidaridad
humana, riqueza impalpable, surge una fórmula económica que
redime la pobreza, la enfermedad o la vejez y que es el seguro de
previsión.
Pero la solidaridad imparte obligaciones y la principal de ellas
es pensar los unos en los otros. "Es antihumano y anticristiano
decir: "cada uno para sí"; lo cristiano y lo humano, es decir,
como los gremios medievales: "unos por otros y Dios por todos".
"Es la voz de la Naturaleza la que nos habla de esta unión y
es la caridad cristiana la que ha apretado más esta unión convir­
tiéndola en comunión, abriendo venas y arterias en el cuerpo
social para que circule la vida de unos miembros a otros
miembros" (12).
102 MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

Llevado ese concepto de solidaridad al campo socio-econó­


mico, esa relación moral debe plasmarse en un contrato en el
cual todos se obligan a asumir solidariamente el riesgo de cada
uno. Preocupado por el riesgo social, D. Luis piensa que este
riesgo debe cubrirse socialmente. "El riesgo social no lo constitu­
ye solamente la falta de trabajo, lo constituye esencialmente la
falta de medios para la necesidad futura, que puede exigir
mayores medios de consumo que los que se pueden adquirir por
las rentas de trabajo" (13).
Ante ese riesgo social, surge el seguro social, en donde se
desarrolla la solidaridad, que por el pacto se convierte en riqueza:
es el pacto de solidaridad. Para D. Luis, el marco propio es la
Mutualidad, porque en ninguna otra forma se encuadra mejor la
solidaridad humana, cuando se la concreta como obligación
económica, como en la Mutualidad. A ella se contraponen las
compañías mercantiles, porque en éstas lo primero es lo econó­
mico, el lucro, pues sin él no hay compañías; pero en la Mutuali­
dad no hay lucro al capital, lo primero es el hombre, el socio.
Además, en la Mutualidad hay valores morales, porque su
fundamento es la fraternidad, el amor al prójimo, en una palabra,
la caridad cristiana.
Caminando por el sendero de la solidaridad, el Dr. Almarcha
llega a la cooperación, como unión de esfuerzos y de capitales
— los primeros constituyen el equipo personal de la cooperativa y
los segundos su instrumento económico—. La nota esencial de la
cooperación, como fórmula económica, será la del capital asocia­
do como instrumento al servicio de la actividad del hombre,
siendo su vínculo de unión la solidaridad. En la cooperación no se
excluye el lucro, sino que se canaliza en forma más humana. No
hay lucro al capital, el lucro es a la actividad. Su misión será la
difusión de la riqueza entre muchos, canalizando los frutos hacia
la comunidad en beneficio de la sociedad y comenzando donde
terminan las aspiraciones máximas del mundo que vive del salario.
Por todo ello, D. Luis define la solidaridad como "la relación
moral entre los hombres, que, considerando independientemente
sus derechos y deberes, se ayudan mutuamente en un esfuerzo
común para conseguir un fin en bien de todos" (14).
Por el camino de la solidaridad se encauza la actividad social
de D. Luis Almarcha desde el mismo momento en que es ordena­
do sacerdote, y es en Orihuela en donde se inicia esta labor.
103

"Su actividad oriolana fue muy fecunda en obras sociales y


de apostolado; se destaca principalmente por su pastoral social y
cultural; ...el aspecto social lo desarrolla hacia el campo agrícola
oriolano, fundando la Federación de Sindicatos Agrícolas católi­
cos, considerándose en España como el pionero del cooperativis­
mo y del sindicalismo; en torno a esta su obra comenzarán a
actuar una serie de obras sociales agrícolas que irán elevando el
nivel social, económico y cultural de aquellas gentes, que nunca
han olvidado esta labor".
"Su actividad social le hizo merecedor, siendo aún sacerdote,
de que ya en la primera legislatura de las Cortes Españolas fuera
nombrado por el Jefe del Estado Procurador en Cortes, intervi­
niendo por la década del 40 en todas las leyes sociales que éstas
aprueban, tomando parte decisiva en la ley de Cooperativas, que
ha tenido vigencia hasta la nueva ley aprobada precisamente
cuando él fallecía" (15).
En cuanto a su posterior labor como Obispo, la podemos
resumir con las palabras de su sucesor en la silla episcopal: "Fue
un Obispo de su tiempo. Con altura en su línea. Pero, viviendo en
su tiempo, miró hacia el futuro y quiso poner los cimientos de
muchas obras que habrían de continuar dando fruto después de
su muerte" (16).
No es nuestra intención hacer un trabajo biográfico de D.
Luis Almarcha, sino recoger las ideas centrales de su pensamien­
to que encauzaron su profunda labor. Pero a pesar de ello, no
nos hemos podido sustraer a la tentación de traer aquí el retrato
que el Dr. Eijo y Garay hace de D. Luis:
"Quien trata al doctor Almarcha queda impresionado de su
amable sencillez, de su ingenuidad, de sus atenciones —cuando
conversa, prefiere atender él más que atraer la atención — , de su
competencia doctrinal y su elevación de ¡deas; en sus labios
florece y perdura constante una sonrisa humilde, plácida, acoge­
dora; todo él respira bondad, sin prodigarla en palabras, que no
es abundoso en ellas; pero si es poco parlera su bondad es fecun­
da en obras para bien de todos; bondad siempre activa y operan­
te, aunque sosegada y serena sin asomo alguno de agitación;
nadie por hablar con él adivina ni presume siquiera que haya
hecho tanto; pero sólo cuando se conoce la ingente labor que ha
llevado a cabo se aprecia y valora una luz especial que brilla en
su mirada y es un asomo del fuego que arde en su alma. Una vez
104 MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

que se le ha tratado y se ha conocido su obra, se le quiere y se le


admira para siempre. Fácil es asegurar que la gente leonesa,
recia, noble y firme en el querer, le amará como a un padre, y
que si el doctor Almarcha logra quebrar el recelo y el rutinarismo
de los pueblos pobres de la montaña y establecer en ellos Obras
de Cooperación, avivará su fe arraigada y sus buenas costumbres
tradicionales, al par que prosperará con insospechadas mejoras
su vida económica para mayor bienestar de ellos y enriquecimien­
to de España" (17).
El pensamiento de D. Luis ha sido recopilado por el Centro
de Estudios e Investigación "San Isidro", quien los ha publicado
con el título genérico de "Escritos del Dr. Almarcha". Esta obra
está formada por cuatro volúmenes. El primero de ellos, "La
Cooperación como sistema económico-social", vio la luz por
primera vez en Orihuela en 1943; el segundo, "Ideas sociales",
publica ponencias, pastorales y discursos de carácter social; el
tercero, "Escritos doctrinales y pastorales"; y el último, "Institu­
ciones diocesanas", recoge los decretos episcopales sobre
aquellas instituciones que fueron dando nueva estructura a la
vida de la diócesis leonesa durante los 26 años de su pontificado.
Como característica esencial de "Escritos del Dr. Almarcha"
podemos señalar que en ellos no se exponen ideas puramente
teóricas, ni su autor quiere presentar su pensamiento como el de
un erudito en cuestiones sociales, sino como algo elaborado por
él y comprobado a través de sus años de experiencia:
"Pusimos el alma en la creación y sostenimiento de obras
sociales y económico-sociales, con ojo avizor para observar qué
principios son los que indefectiblemente germinan, crecen y
llegan a flor y gramazón siempre que honradamente se los
siembra y cultiva, y ésos son los que hemos recogido en estas
páginas".
"Ni una papeleta erudita, ni una nota sobre obras de otros
países, si no han arraigado en tierras de España; nada de eso
hemos querido traer a estas páginas, porque este libro no es la
tesis de un graduado, cargado de apuntes y de notas bibliográfi­
cas, que va a saltar los portales de la Universidad para enfrentar­
se con la vida; son más bien las Memorias de un actor, que
fatigado de recorrer senderos y veredas, llega al final del camino
y expone las notas vividas, sobre lo que a su pobre juicio hay de
permanente y constante en la doctrina y en la práctica de la
Cooperación como sistema económico-social" (18).
105

Hemos hablado ya de la solidaridad como nota que impulsa


•la obra social del Dr. Almarcha; cómo por el camino de la solida­
ridad, convertida en riqueza por un pacto, llegamos a la Mutuali­
dad y más tarde a la cooperación como sistema en donde D. Luis
encuentra la salvación ante la catástrofe social con que se
enfrenta. Pasemos ahora a exponer sus ideas cooperativistas
cuyo núcleo fundamental ya fue destacado por el Dr. Eijo y
Garay:
"La ¡dea madre es ésta: ei capital es instrumento imprescin­
dible para el trabajo, y, como tal, debe estar ordenado y
supeditado a él; no se pueden invertir estos términos sin grave
quebranto social, como siempre que se pervierte el orden natural
de las cosas. La religión, con sus leyes contra la usura, ha tratado
siempre de evitar ese trastueque y el subsiguiente quebranto. El
maquinismo, por desgracia, produjo la inversión de los términos;
exigía, para la adquisición de la maquinaria, mucho capital inicial
y llevaba consigo la disminución de obra. Si la acumulación de
capital no hubiese rebasado el marco de préstamo y si el espíritu
de menosprecio de la religión, contemporáneo del maquinismo,
no hubiese impedido que el capital aplicado se rigiese por las
leyes cristianas contra la usura, la máquina habría enjugado el
sudor del trabajo humano y habría al par abaratado la producción.
Pero se malogró esa coyuntura; el instrumento ganó para sí los
honores de causa principal; el trabajo tjuedó convertido en fuerza
productora para el capital, en mercancía objeto de compraventa,
y el daño social no tardó en presentarse: el capital, recabando
para sí la parte del león, y el trabajo, suplido por las máquinas;
exceso de lucro para las aportaciones de dinero y falta de vida
para muchos; al menos falta de vida digna y humana" (19).
D. Luis Almarcha se enfrenta con el problema del maquinis­
mo. La gran industria y el gran comercio surgen cuando aparecen
la máquina, el transporte a vapor y los grandes mercados de
cambio. Los pequeños capitales individuales son insuficientes
para los nuevos centros industriales, quedando desfasadas las
fórmulas económicas existentes. Aparece, entonces, una nueva
fórmula económica que no asocia hombres con hombres, ni tiene
un fin social ni ambiente espiritualista, sino que une, con el sólo
ánimo de lucro, el capital con el capital, en asociación directa.
Entramos en la etapa del capital deshumanizado, en donde no
mandan ya los hombres, sino las acciones, el dinero. El oro no
será ya siervo del hombre, sino el hombre siervo del oro.
106 MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

Esta nueva fórmula económica —con su única meta hacia el


lucro del capital que, en su ruta de ascensión, obtenía el triunfo
con el éxito de las grandes concentraciones industriales y comer­
ciales—, produce un nuevo fenómeno social al ir dejando margi­
nados a gentes que, de tener poco, en el campo de su modesta
artesanía o de su pequeña propiedad, pasaban a no tener nada,
surgiendo así el proletariado. Se producen grandes concentracio­
nes de capital en muy pocas manos junto a ingentes muchedum­
bres de obreros: menos ricos, pero muy ricos y más pobres, muy
pobres.
Por el camino de concentración de capitales en pocas manos
se llega a la concentración de toda la riqueza en unas solas
manos, las del Estado, que es el comunismo.
En el comunismo, con la supresión de todo contrato, la liber­
tad económica del hombre queda anulada; en el capitalismo,
queda aminorada, por la debilidad de uno de los contratantes.
Contra ambas concepciones clama la naturaleza humana.
Frente a capitalismo y comunismo, D. Luis levantará la
bandera del cooperativismo, que asociará personas en vez de
capitales, que pondrá el lucro a la actividad de las personas en
vez de ponerlo al capital, que deja de ser el señor que mande
para convertirse en el instrumento que obedece, porque no votan
las acciones sino las personas: cada persona un voto, sea
cualquiera el capital que aporte.
El Dr. Almarcha distingue entre obras económicas y obras
económico-sociales. Las primeras son las del Capital con lucro, en
las que se asocian capitales para formar otro superior, repartién­
dose los beneficios en proporción al capital aportado. Las
segundas son las de capital sin ánimo de lucro, en las que se
asocian personas que aportan el capital como instrumento com­
plementario de su actividad, y cuyo fin es un beneficio común en
proporción, no al capital aportado, sino a la actividad del asociado.
Las obras económico-sociales por excelencia son las de
cooperación. Las características del capitalismo —preponderancia
del capital en la vida y en la producción y la separación del capital
y del trabajo en dos grupos distintos antagónicos—, están ausen­
tes de las formas cooperativas, porque la cooperación es un
esfuerzo vital de las pequeñas haciendas contra esas concentra­
ciones de capital y de poder.
107

Por todo ello, la cooperación no puede ser tratada con la


mentalidad industrial o comercial de la gran ciudad, porque su
mundo está dividido en dos zonas, la de los capitalistas y la de
los trabajadores, y los hombres apartados de la gran ciudad no
pueden separar el trabajo del capital, porque en ellos se da la
proyección de ambas cosas.
Las diferencias entre esos dos mundos —el dividido en dos
zonas y este otro de una sola — , son fundamentales. En aquél,
cuando se habla de mejoras, si se piensa en el obreto, es para
mejorar las condiciones de trabajo o para elevar salarios, y, si se
piensa en la empresa, es para mejorar su rendimiento; en el
segundo mundo, se piensa siempre en las dos cosas juntas,
puesto que el capital y el trabajo coinciden en la misma persona.
Con mentalidad industrial o de gran empresa, cuando se
piensa en la cooperación, no se entiende otra cosa que las llama­
das cooperativas de consumo, como organización complementa­
ria de la zona asalariada, como medio de defensa de la clase
trabajadora, responde a una necesidad que no es permanente
sino transitoria. Junto a éstas, han ¡do surgiendo las cooperativas
de trabajo, asociación de obreros que han reunido sus esfuerzos
y su capital para sustituir al patrono. Finalmente, se ha estudiado
el crédito cooperativamente.
Pero, "pocos han estudiado la cooperación en su función
más amplia, más segura y de mayor beneficio y rendimiento
social. Esta función la tiene la cooperación en el campo de los
productores (agrícolas, artesanos, gentes del mar) en cuanto
unos y otros necesitan coplementar su insuficencia individual
asociando sus pequeñas economías privadas. Esta función de la
cooperación es la más universal" (20).
La cooperación, en este sentido, responde a la necesidad
permanente del núcleo más estable de la sociedad, cual es el
deseo de vivir actuando sobre la propiedad propia, sin depender
de ningún otro, y que esa propiedad tenga el valor de previsión,
como seguridad entre el futuro.
D. Luis señala dos características fundamentales de la coope­
ración: la solidaridad entre los cooperadores que asocian sus
economías para completar su insuficencia individual, y el lucro a
la actividad. En lugar de asociar capitales, se asocian personas
que unen su crédito o su dinero y las ganancias se dan a la
actividad personal.
108 MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

La cooperación, que etimológicamente significa "obrar en


compañía", podemos considerarla genéricamente como "el
concurso con otro que es el agente principal. Es una participación
en la actividad de otro"; y es definida por el Dr. Almarcha como
"el concurso convenido de varias personas con el agente princi­
pal, que es la persona jurídica por ellos constituida, para un fin
común de orden económico-social" (21).
La persona jurídica nace por la voluntad de todos, creando el
vínculo y el órgano rector, al cual se comprometen a prestar su
concurso personal, y el que no presta este concurso, concurrien­
do a la actividad del agente principal, no coopera, es socio inacti­
vo. El que presta el capital y no su concurso personal, tendrá
derecho a la paga correspondiente por este servicio, el interés,
pero no al beneficio de la actividad cooperativa.
Para el Dr. Almarcha, la cooperación tendrá siempre un
sentido económico-social, porque en ella el elemento principal es
el hombre, y el capital o las cosas aportadas sólo son instrumen­
tos. La cooperación se constituye por la solidaridad, como medio
de elevación de los débiles, como vínculo que une a los coopera­
dores, que son solidarios en el esfuerzo, en la aportación de
medios económicos, en un mismo anhelo y en un fin común. La
cooperación responde a un ideal y a una moral, y no puede ser
impuesta, puesto que esencialmente es libre. La cooperación se
diferencia esencialmente de la colectivización, pues la coopera­
ción se da en las actividads complementarias de cada uno, subsi­
diarios de la actividad principal, estando los socios cooperadores
desligados entre sí en el uso de su propiedad, uniéndose sólo
para servicios comunes complementarios de la actividad principal.
En la cooperación, las cosas no tienen otro valor que el que les
da la proyección del mismo hombre, cuyo instrumento son y al
servicio del cual están.
"En las sociedades cooperativas el factor hombre es el
elemento prevalente, que conserva todo su valor humano desde
la iniciación de la sociedad hasta la extinción. Nace por un
contrato, o por un acuerdo entre un número determinado de
personas, que aúnan sus esfuerzos con un capital variable,
porque variable es el número de socios, y sin lucro, porque el
lucro es para el esfuerzo de los socios" (22).
En toda obra cooperativa, los valores morales deben estar en
equilibrio con los valores económicos. En la cooperación se
109

asocian hombres que buscan su bien y el de sus familias en


solidaridad con los demás hombres y familias. Esta solidaridad no
se puede sostener sino sobre una moral común, cuyas reglas
sobre el deber y el sacrificio sean aceptadas y practicadas por
todos, poniendo siempre lo moral sobre lo útil.
“El mundo económico, cuando desborda los cauces religio­
sos, no quiere saber nada ni de caridad, ni de solidaridad humana,
ni de riesgos de interés; solamente le guía y le domina la fiebre
del lucro, la lucha por la vida presente, el adueñarse de los bienes
materiales cuando sea posible, sin preocuparse porque otros
salgan arruinados y caigan en la pobreza y en la miseria".
"Si hubiéramos de definir una sociedad económica de este
tipo, lo haríamos por una suma de derecho: jus utendi et abuten-
di; si hubiéramos de definir la cooperación, lo haríamos por una
suma de deberes: los deberes de los unos para con los otros, y
de todos para con Dios" (23).
En la mente del Dr. Almarcha, el problema de occidente
estriba en el modo de ascender del contrato de trabajo al contra­
to de sociedad; el de oriente, en la manera de bajar del monopolio
empresarial del Estado al contrato de equilibrio humano que es el
de sociedad. Pero la empresa cooperativa es una asociación de
trabajo y capital en la misma persona, por lo que no puede haber
lucha de intereses al trabajar todos para sí y no unos para otros.
La empresa capitalista, con su trilogía dinero-empresa-hombre,
hubo de expansionarse sobre la base del contrato de trabajo para
resolver los problemas del hombre; la empresa cooperativa se
asienta sobre la unión de trabajo y capital en la misma persona y
encontró su expansión económica en el contrato de sociedad. La
primera concentró dinero, que es separable del hombre; la segun­
da, necesidades, que son inseparables. La cooperación, al unir
necesidades, une hombres y suma actividades de los mismos
para satisfacer aquellas necesidades. La participación en los
beneficios, de la que tanto se escribe, está resuelta en la empresa
cooperativa con la exactitud matemática de la justicia distributiva
entre esas actividades de los socios.
Para D. Luis, el principio básico de la cooperación es la
dignidad e independencia de la persona humana, que no es otra
cosa que "el desarrollo de un germen fecundo sembrado por el
Evangelio en el corazón humano" (24), De este germen surgirá la
11O MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

solidaridad como medio necesario para que el hombre se perfec­


cione socialmente.
"En estos caminos humanos hacia el pleno desarrollo con los
propios esfuerzos y la presencia de Dios, está la Cooperación
como expresa con su significación profunda el lema nuestro:
unos por otros y Dios por todos".
En el desarrollo integral, considerado en todos sus aspectos,
el hombre debe encontrar al hombre como hermano y como hijo
de Dios; así nace la solidaridad en la ayuda mutua, en la justicia y
en la equidad social y en la caridad en la que todos tengan que
dar y que recibir: son las órbitas concéntricas de las fuerzas
naturales y sobrenaturales".
"Estas son las ideas fundamentales de la cooperación; las
raíces sobre las cuales marcha el tren del movimiento económico-
sqcial" (25).
La vida social exige el estar al día en el estudio de las necesi­
dades sociales; pero, para ello, es necesario armonizar los dere­
chos de las personas con las demás exigencias de la vida social.
Estas consideraciones hacen introducirse al Dr. Almarcha en el
examen de la convivencia humana y de las posiciones del hombre
en la vida. El hombre puede ser considerado como individuo, que
atiende principalmente a su independencia, a su personalidad, a
su derecho, para buscar el bien propio, la soberanía individual, es
lo que D. Luis llama el hombre "isla". También puede ser consi­
derado como un ente social, rodeado por todas partes por la
tierra de los demás, y, en'feste sentido, su vida social y su relación
con los demás será la lente con la que examina su derecho, dirigi­
do fundamentalmente al bien común, incluso para que subsista el
bien particular e individual, es el hombre "continente".
La vida de convivencia y el bien común exigen superar al
hombre "isla", para entrar en el campo del hombre "continente"
y es aquí donde se desarrollan plenamente las virtudes sociales:
justicia, equidad caridad.
El terreno de las relaciones de los hombres entre sí, ya consi­
derados individualmente, ya como miembros de una sociedad, es
compartido por la justicia y la caridad. Junto a estas virtudes el
Dr. Almarcha pone a la equidad, que a veces se confunde con la
primera y otras veces con la segunda, pero que es una virtud
111

intermedia considerada como consumación de la justicia y como


iniciadora de la caridad, pero que convive más en la justicia, de la
que se le puede considerar una virtud especial.
Tanto en el campo del hombre "isla" como en el del hombre
"continente” se da la serie de virtudes altruistas y, en ambos
campos, la justicia versa sobre lo necesario para el fin de la convi­
vencia humana y consecución del fin del hombre, la equidad
sobre lo congruente o conveniente para el mismo efecto, y la
caridad para lo perfecto, tanto en lo necesario como en lo conve­
niente: es lo óptimo, con el elemento sobrenatural que contribuye
a la perfección de todo, aún en el mismo orden humano. Por la
justicia podemos vivir, por la equidad podemos vivir bien, y, por
la caridad, vivir en concordia, que es unión de corazones.
"En ambos campos y en ambas series de virtudes, pero
principalmente en la segunda, la justicia es el orden; la equidad,
la paz, o sea, la tranquilidad en el orden; y la caridad, la concor­
dia asegurada por el amor" (26).
El campo del hombre "isla" es el campo de lo conmutativo
y, así habrá una justicia individual conmutativa, que versa sobre
el derecho estricto de cada persona y determina el derecho subje­
tivo para exigir lo debido; equidad individual conmutativa, por la
que el ánimo se inclina al uso humano del "quasi juris et quasi
debiti"; y la caridad individual conmutativa, en la que interviene,
por primera vez, el amor: el amor al prójimo como a sí mismo.
En el campo del hombre "continente", la justicia social
consistirá en la obligación de todos los miembros que integran la
sociedad de hacer u omitir algo como medio necesario para
conseguir el bien común; la equidad social, que no exige los
medios necesarios para el bien común, objeto de la justicia, sino
los convenientes para una mejor vida o convivencia social, y que
requiere la cooperación de todos los ciudadanos para que la vida
de la comunidad sea más humana; y la caridad social, que no
versa sobre el derecho, como la justicia, ni sobre el quasi derecho,
como la equidad, sino que tiende hacia otro por el amor, una vez
atendidas las obligaciones de justicia y equidad, sin lo cual
apenas puede ser concebida y cultivada la caridad.
De todas estas virtudes, el Dr. Almarcha señala a la equidad
como a la que rige en el campo de la cooperación, porque se
desarrolla en la esfera de lo congruente o conveniente. La colabo­
112 MARTINEZ GALIANO: Don Luis Almarcha, Apóstol...

ración social es la nota característica de la equidad social y, por


ello, de las Obras Sindicales, de la Mutualidad y de la Coopera­
ción.
Pero, "no basta que la Autoridad social, después de obligar
con la justicia social, abra cauces a la equidad social; es necesaria
la cooperación ciudadana para que los bienes congruentes para
una vida mejor lleguen a todos" (27).
Frente a la concepción individualista y la concepción comu­
nista, levanta D. Luis la concepción cristiana del hombre, como
compuesto armónico de elementos: material y espiritual, indivi­
dual y social, natural y sobrenatural; elementos que no pueden
ser eliminados ni olvidados. En la aplicación de estos elementos
para la convivencia humana y consecución del fin del hombre, se
encuentran las virtudes altruistas, unas como fundamento, la
justicia; otras como cuerpo, la equidad; y las otras como corona,
la caridad.
Como término de esta exposición del pensamiento social del
Dr. Almarcha, vamos a citar sus propias palabras, recogidas en
su prólogo a la cuarta edición de "La Cooperación como sistema
económico-social", en las que se puede considerar resumido su
pensamiento:
"Los grupos humanos encuadrados en el movimiento coope­
rativo tienen un fin colectivo y permanente, que germina, se
desarrolla y crece en la zona amable de la fraternidad humana,
raíz de la solidaridad entre los hombres que buscan su promoción
social y los espacios vitales suficientes y autónomos y que, como
no pueden conseguirlos por sus esfuerzos aislados, se unen,
actuando en el campo económico, hombro con hombro, en un
esfuerzo solidario para subir todos el mismo peldaño en la escala
de la promoción social" (28).
**

NOTAS

(1) Miguel Martínez-Mena. Regir, Enseñar y Santificar, Lema del Magisterio del
Docvor Almarcha. Información, de Alicante. 14-XII-1975.
(2) Leopoldo Eijo y Garay. Prólogo a "La Cooperación como sistema económico-
social". "Escritos del Dr. Almarcha". Tomo 1.°, pág. 15.
(3) "Escritos del Dr. Almarcha". Tomo 1.°, pág. 21.
(4) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 43.
113

(5) Obra citada. Tomo 3.°, pág. 328.


(6) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 45.
(7) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 153.
(8) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 153.
(9) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 157.
(10) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 159.
(11) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 159.
(11) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 161.
(12) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 172.
(13) Obra citada. Tomo 2.°, pág. 173.
(14) Obra citada. Tomo 2.“, pág. 199.
(15) José María Fernández Catón. Revista de Archivos Leoneses, números 57 y
58, pág. X.
(16) Luis María de Larrea. Revista de Larrea. Revista de Archivos Leoneses,

(16) Luis María de Larrea. Revista de Archivos Leoneses, números 57 y 58, pág. Vil.
(17) Leopoldo Eijo y Garay, Prólogo a "La Cooperación como sistema económico-
social". "Escritos del Dr. Almarcha". Tomo 1.°, pág. 15.
(18) D. Luis Almarcha. Prólogo a la primera edición de "La Cooperación como
sistema económico-social". Obra citada. Tomo 1.°, pág. 21.
(19) Leopoldo Eijo y Garay. Obra citada. Tomo 1.°, pág. 12.
(20) Obra citada. Tomo 1.°, pág. 53.
(21) Obra citada. Tomo 1.°, pág. 55.
(22) Obra citada. Tomo 1.°, pág. 64.
(23) Obr.a citada. Tomo 1.°, pág. 72.
(24) Obra citada. Tomo 1.°, pág. 169.
(25) Obra citada. Tomo 1.°, pág. 170.
(26) Obra citada. Tomo 2.a, pág. 80.
(27) Obra citada. Tomo 2.a, pág. 92.
(28) Obra citada. Tomo 1.°, pág. 25.
TEXTOS
Rafael Ruiz Maciá POESIAS

LAS CELULAS

Mi cama
es un manantial de desnudeces
donde confluyen
las células de la nada...
Estas, son esas manías académicas
de una reunión clandestina
en la soledad de mi cuarto.
Surgen apoyadas en la almohada de cínicas incongruencias
cuando no se duermen
ni la realidad ni su manifiesto.
Vienen —todas las noches—
preocupadas,
serias,
inquisitivas,
orinando coqueteos en la letrina de lo inmortal
para ahogar eternidades.
Suplican,
quieren,
desean
el expolio de todo lo que signifique vida.
... Por eso, he fusilado en el paredón de mi cuarto
unos instantes podridos.
11β RUIZ: Poesías

PORQUE SI

Empiezo a escribir, débilmente, el tinte


amoroso de la decrepitud;
el color acusa con repugnancia esa mórbida
arruga
solapada en mi cuello.
La vejez se excusa monótona y pesada
en los años insistentes;
no existe forma alguna de soborno.
Las manos se entumecen con el frío
y solo confían, nerviosas, su intimidad al calor del fuego.
Los ratos de sol son sencillos. Las tardes al sol benévolas.
Los sueños traicionan ... horas.
A esta edad, cada día es un poliédrico paso
de concatenados privilegios hacia la meta.
Desvelo el entierro de mis ¡deas, en la virtud
del silencio, apoyadas y próximas a la muerte.
La salida será como hace años
lo fue el principio: porque sí.
¡Qué viejo es todo!
119

HAY UN ARCO IRIS...

Hay un arco iris de constelaciones


encendido en la retama de una silla.
Y una mesa, rota, macilenta,
oliendo podridos universos,
Siquiera una espiga arde en la simbiosis
del mundo
y se queman todos con ardor. Están muertos de fiebres
yugulares!
Escupen vientos de perímetros sinuosos
que se retuercen con ahínco en la emboscada.
Amasan venenos paranoicos
donde soplan levaduras arrepentidas;
quieren emborracharse con el racimo
de la locura
sin antes
contar con la razón ¡nocente
de esta estúpida lógica.
Así es la vida!
120 RUIZ: Poesías

EL PUENTE

El puente
tiene malicia sin agua.
Nada tendido
sobre el abismo de su cansancio
figurándose que el viento es el mar.
La locura sabe qué ola
le habrá prometido la orilla
de su virginal regazo ...
— un escarabajo se muda de sitio y porfía
el escondrijo seguro, al sol de sus veleidades—
... Y pronta a parir junto a la estrada,
generosa
o
compasiva,
le sufre el aborto
de aquellos primitivos roces congénitos.
Ante próximas alucinaciones
escurre el polvo de sus piedras
por ver si corre el camino ...
Mi viejo puente.
TRIPTICO
I
No supe. Quise hacerlo de noche
bajo la tibiez de la luna
y no pude. La mano ingrávida,
su lastimoso acento,
la lágrima, la orla
del viento, el huracán silencioso ...
me detuvo.

II
El sueño se hizo hilo;
la mañana lo entretejía con el alba:
nervioso ... rosa,
inquieto ... verde,
locuaz ... amarillo,
indiferente ... el día.
No pensé. A punto de azules y malvas
explotó la risa de los pájaros
como un otoño más ...

III
A fuerza de sombras vino la tarde.
Huía la piedra,
el arroyo,
el hueco,
el suelo no era más que troncos y ramas,
las ramas mentiras,
pasiones,
deseos, sorpresas degolladas, pasos.
El agúa temblaba. El monte tenía fruncido
el ceño, la cabeza baja.
La rana sudaba mareos en el estanque ...
Nadie.
Qué canto de guerra presume la nieve!
122 RUIZ: Poesías

LA PEREZA

El valle donde apoyaba la voluntad


su lengua
para hablar del retorno de las imágenes
está desierto.
En el vocabulario del río hay un capítulo estéril
de sílabas
esparcidas por un viento lánguido.
Observo, con detalle, cómo presume en el ambiente
una dosis de expresión,
mentalmente en crisis,
en un matojo lingüístico.
Alguna palabra paladea una calle de frases sueltas
y sin sentido
enhebrada a una pérgola de imposibilidades.
A pesar de todo confío que la inteligencia
recupere el tiempo perdido con la satisfacción de su estructura
y escape de ese mundo
de experiencias rotas,
donde, por desgracia, el trabajo es un continuo tropiezo de
cinismo.
123

METAMORFOSIS

Canta crisálida
el nuevo murmullo de seda
para que se entere el viento
de la nostalgia del gusano!
Infúndele copos cordiales de lunas cristalinas
para que se vista de fiesta la larva joven!
Yo te hará un diente deslizante
de señas
sobre un guiño insigne
que estabilice el cielo.
Y tú,
con tus alas,
puntearás la escala de la gloria.
Mana Dolores Peiró I CUENTO:
I LOS OJOS DEL HIJO DE TADEA

Juan el de Balbina sube por la vereda estrecha que conduce


al Cabezo. La vereda es el acceso más difícil. Lleva la escopeta
cargada, bien sujeta, por si tuviera que disparar.
Hace un día caluroso pero apenas sin sol. Un día de bochor­
no, nada corriente en esta zona. Su brazo izquierdo, rematado en
un muñón redondo, se balancea indolentemente, sin voluntad. Es
un brazo torpe, pero muy fuerte, las habilidades de los dedos han
sido sustituidas por una fuerza seca como la que proporciona una
maza.
Penetra, a través de la vereda, en el silencio del bosque
como agujereándolo y sus sentidos se expanden en busca de una
pista. Al llegar a la cabaña de León se apostará a esperar. Hace
dos noches vio pasar a la loba y hace dos noches, al bajar, se
encontró con la desgracia en el pueblo. La loba —tenía que ser
ella— había destrozado al hijo de Tadea. Seis años.
En el pueblo reina la indignación, el llanto, la angustia. Juan
el de Balbina sintió, al ver el cuerpo del niño, una convulsión en
el estómago, una rabia sorda. Tadea estaba postrada, como si
una corriente eléctrica la hubiere paralizado. El dolor la tenía
atenazada. Hacía sólo un año el marido había caído desde el
aserradero quedando muerto en el acto, y en el mismo incidente
él, Juan, perdió la mano.
126 PEI RO: Cuento: Los ojos del hijo de Tadea

Juan es un hombre muy serio, apenas habla. Por esta razón


nadie sabe cómo es. Vive solo, sus ojos son dos interrogantes
tristes y muchos se preguntan si tiene sentimientos.
—¿Por qué no hablas, hombre?
- No sé qué decir...
—Algo pensarás, digo yo.
Juan no sabe si la tristeza se comunica. De cualquier forma,
no sabría traducirla con palabras. No sabe hablar, pero graba a
las personas y los objetos en su tristeza que es como su alma, y
va guardándolos para sí. Es su manera de quererlos.
Cuando anteanoche vio al zagal muerto su mirada triste
sufrió un cambio: se crispó. Su corazón latía desaforadamente.
Nunca le había pasado, ni siquiera el día del accidente. Entonces
sintió dolor, dolor físico que no cambió en nada su manera de
sentir, pero aquel niño produjo en su ser como una hendidura.
Se fue a casa y se acostó, pero no pudo dormir. Veía a la
loba cruzar la cabaña de León e imaginó —por un momento— el
terror del muchacho en la lucha con la fiera.
El pueblo estaba estremecido y durante el día siguiente los
hombres se reunieron para organizar una batida. Había que exter­
minar el peligro.
Juan no dijo nada. Tenía que ser la loba. Por su mente
pasaban imágenes como en una película muda. Aquellos
hombres, aquellas mujeres que vivían a su alrededor y que él
había grabado dentro de sí tantas veces, sufrían. Juan nunca les
había sabido decir nada, no podía comunicarse con ellos, de
forma que el pueblo no sabía que estaba dentro de él. Y de
pronto halló la manera de decirles algo. A su modo, en su
lenguaje.
Ahora sube Juan en busca de la loba. Solo, como siempre.
Los árboles, viejos y poderosos junto a la retama y los arbustos,
le hacen difícil el acceso. Se siente distinto. El objetivo de su
lucha le da una nueva vida. No aprehende los objetos en su alma
grabándolos, sino que los vive. Cada paso, cada crujido de las
matas secas tiene una vida brillante y allí está la loba —agazapada
en algún refugio— que constituye como una meta. Siente de
distinta manera, vive apasionadamente mientras camina. No
127

observa los árboles como árboles, no ve el paisaje como tal, sino


que hay una loba a la que ha de eliminar por el bien de su pueblo.
Se pregunta si siente odio por el animal y se sorprende a sí
mismo porque no desea matar sólo por el placer de hacerlo. La
rabia no va contra ella, sino contra las heridas del niño. Se siente
en una situación extraña. Subiendo por la vereda —el camino
más difícil— se sorprende pensando que la loba también será una
madre y que, sin embargo, no sabe del dolor que ha ocasionado.
No es su culpa si no tiene esa capacidad de pensar. Los hombres
de la batida la verán como un ser sangriento con malas intencio­
nes, pero él se sorprende adivinando que no es así.
Camina envuelto en estas meditaciones. Se encontrará al
animal tarde o temprano. Lo abatirá de un tiro y cuando lo arras­
tre en medio de la plaza, todos sabrán que él pertenece a esa
comunidad y que ésa es la manera que él tiene de decir las
cosas. Que les quiere, que es un hombre como ellos a pesar de
su silencio.
Pero... ¿y la loba? Ha de morir por eso. ¿Es así como se han
de hacer las cosas? ¿Es eso lo que él desea?
Se siente sumido en estos sentimientos extraños. La excita­
ción de antes va cambiando por una duda que no sabría expresar
en palabras y ya no se siente conforme con su determinación.
Entretanto ha llegado a la cabaña de León. Es un. refugio de
piedra pequeño, pero es algo que tiene techo. La puerta está
cerrada con un alambre que Juan desata dejando el paso franco.
Penetra y vuelve a cerrar. Hay un ventanuco por el que se divisa
la subida y gran parte del bosque. Atrás, otro agujero muestra los
picos de El Cabezo. Juan se sienta a descansar.
Se apostará mirando a la vereda y esperará. El sol está
cayendo entre las nubes y el mundo del bosque se hunde en un
silencio oscuro, un silencio como el suyo. Los colores van murien­
do para hermanarse en la noche y se levanta una brisa.
De pronto, un crujir. Alguien o algo cruza el bosque. Juan,
que está tan acostumbrado a la soledad, sabe cuando se la
interrumpe e inunda los rincones con su mirada. Los ruidos
vienen del borde derecho de la vereda. Se aproximan; allá distin­
gue algo que se mueve. Es, indudablemente, la loba.
Encañona la vereda. Su muñón sostiene el arma y su dedo
128 PEIRO: Cuento: Los ojos del hijo de Tadea

espera, tenso, en el gatillo. Por allá sube, majestuoso, el animal.


Es casi negro, cola lustrosa, fauces enrojecidas y mirada feroz.
Pero a Juan no le enardece la sangre. Es un animal de la natura­
leza, como el roble o la retama. Lo tiene a tiro, se acerca despa­
cioso. Es, efectivamente, una loba y está criando. ¿Por qué no
aprieta el gatillo?, ¿por qué no la abate de un tiro? "Dejará de vivir,
dejará de compartir su silencio con la naturaleza y eso... ¿resuci­
tará al niño muerto? Pero yo he venido a llevarla a la plaza del
pueblo, a mostrar a los hombres que comulgo con ellos en su
mundo...".
La loba está cerca, cada vez más cerca y el gatillo de la
escopeta continúa inmóvil. Juan permanece absorto mirando al
animal que, por un momento le parece él mismo. El se ha erigido
en juez y también en ejecutor, algo así como un Dios. Pero si
Dios no manda un rayo para eliminar a la fiera ¿por qué razón él,
Juan, un pobre silencioso se atreve a juzgar y ejecutar?
Muy cerca de la casa pasa la loba jadeante y desaparece en
la espesura sin que ningún tiro rompa el equilibrio del bosque. El
alma de Juan se llena de interrogantes. ¿Por qué, por qué ha
hecho ésto? ¿Es el comportamiento lógico de un hombre? ¿Está
traicionando al pueblo que lleva dentro?
Unos gruñidos le hacen precipitarse al ventanuco posterior.
La luz del día es sólo un reflejo velado pero aún puede ver Juan
a la loba echada sobre el suelo y sobre ella dos lobeznos succio­
nando, a empellones, la leche tibia de sus mamas, desde allí
invisibles. Juan contempla la escena con cierta ternura. Un lobez­
no vuelve su cabeza, jugando, y entonces ve un brillo en sus ojos
que estremece todo su cuerpo. Por un momento ha pensado
estar viendo los ojos del hijo de Tadea.

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