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República Dominicana: transición demográfica y el
impacto de las pensiones solidarias

República Dominicana:
transición demográfica y el
impacto de las pensiones
solidarias

Viernes, 10 Enero 2014


República Dominicana se encuentra en pleno proceso de

transición demográfica; el descenso de las tasas de

fecundidad y mortalidad se ha destacado por su celeridad.

La tasa global de fecundidad descendió de 7,4 hijos por

mujer en el quinquenio  1950-1955 a 2,6 en el de 2005-

2010. La esperanza de vida de dominicanos y dominicanas

aumentó en 24 años en el período (1950-2000), pasando

de 51 a71 años y a 73 años para el 2010, la mortalidad

infantil descendió de 149 defunciones por mil nacidos

vivos en 1950 a 28 por mil en 2010. Las variaciones en

estos tres indicadores dan cuenta del gran cambio

demográfico por el cual transita el país, que se ha

traducido también en un ritmo de crecimiento de la

población más lento que en el pasado y en un cambio en

la estructura por edades de la sociedad.

En la actualidad, la población dominicana es relativamente

joven. Los datos estadísticos y las proyecciones sobre

población indican que para el 2000 el 35.1% de los

dominicanos y las dominicanas tenía menos de 15 años y

los mayores de 60 no superaban el 7%; en el año 2010

este indicador se sitúa  cercano al 8% de la población,

mientras que los menores de 15 años prácticamente no

modificaron su peso en la población total. En las décadas

siguientes la población adulta mayor seguirá aumentando

a un ritmo bastante rápido en comparación con el resto de

los grupos etarios. Para el 2025, el 12,0% de la población

estará sobre los 60 años, y en el 2050 casi se duplicará la

cifra, alcanzando alrededor de un 21%.

Este incremento de la población en las edades más

avanzadas indica el inicio del proceso de envejecimiento,

el cual se refleja también en dos indicadores que se

utilizan para medir el nivel en que se encuentra el país en

este proceso. El primero es la edad media de la población,

que en un lapso de tres décadas (1970-2000) aumentó en

siete años, pasando de 19 a 26 años. Se espera que para

el 2025 alcance los 31 años y crezca en siete años más

para el 2050, para alcanzar una media de 38 años. El

índice de envejecimiento también revela un aumento

sostenido de la población adulta mayor. En el 2002, el país

alcanzó un valor de 23,7 personas mayores de 60 años por

cada 100 menores de 15 años, y se espera que en el 2025

haya —por cada 100 menores de 15 años—, 45 personas

mayores de 60 años, y 108 personas 25 años más tarde.

Tomando como base los Censos de Población y Vivienda

de 1935, 1950, 2002 y 2010 y la proyección de población

realizada por la Conferencia Interamericana de Seguridad

Social (CISS) para el Consejo Nacional de Seguridad

Social,  presentamos los siguientes resultados de la

composición de la población nacional por sexo y grupo de

edad para los períodos mencionados. 

Composición de la Población Nacional por Sexo y

Grupo de edad por Período

La población adulta mayor enfrenta una serie de factores

de riesgo que potencian su vulnerabilidad social como

individuos, siendo el primer factor: su edad. Desde el

punto de vista fisiológico, los individuos acumulan

situaciones que los van haciendo gradualmente

dependientes a medida que aumenta la edad; por ejemplo,

la disminución de la fuerza física, la disminución de

algunas capacidades como la visual, auditiva, cognitiva; la

disminución de habilidades que les impiden tener una

vida independiente, desde el alimentarse y vestirse por sí

mismos, hasta saber orientarse en la vía pública.

Desde el punto de vista económico, las personas adultas

mayores son poco hábiles a enfrentar un mercado laboral

caracterizado por salarios precarios o largas jornadas de

trabajo. La disminución o pérdida de un ingreso tiene

como consecuencia la pérdida de la capacidad de

respuesta a cualquier contingencia, hasta la más básica

como lo es comer y vestir, o más grave como pagar

medicamentos en caso de enfermedad.

En la cultura dominicana, los vínculos afectivos entre

generaciones suelen ser fuertes y significativos,

predominando el patrón de la co-residencia de los adultos

mayores con su familia biológica. Este hecho, conjugado

con altos niveles de pobreza, torna a las familias muy

vulnerables al envejecimiento de la población. Por

tradición, el cuido cotidiano de las personas envejecientes

es generalmente realizado en el espacio familiar. La

pobreza tiene una acentuada incidencia en la población

envejeciente, con el agravante de una baja cobertura

previsional para los mayores de 60 años.

De acuerdo a informaciones contenidas en el Sistema

Único de Beneficiarios (SIUBEN) y el Censo de Población y

Vivienda del año 2010, más de un 30% de las personas

envejecientes son pobres. En este grupo, además, se

registran grandes diferencias territoriales. Mientras existen

provincias en las que entre el 55% y el 69% de la

población mayor de 60 años está en situación de pobreza,

como Monte Plata, Elías Piña, San Juan, Independencia,

Bahoruco y San José de Ocoa, en el Distrito Nacional esta

proporción es menor de 16%.

Debido a la desigualdad de género imperante y una

esperanza de vida más elevada en las mujeres, se puede

inferir que la incidencia de la pobreza es mayor en dicha

población. Al enviudar, las adultas mayores quedan

expuestas a situaciones de alta vulnerabilidad social y

económica. La secular situación de desventaja social que

afecta a la población envejeciente  se expresa también en

su alta tasa de analfabetismo. De acuerdo a ENDESA

2007, el 24.6% de la población de 65 años y más carece

totalmente de escolaridad.

En el ámbito de la salud, la población adulta mayor tiene

comparativamente mayor propensión a las enfermedades

no transmisibles, tales como enfermedades

cardiovasculares, ataques cerebrales, cáncer, artritis,

edemas pulmonares, diabetes, pérdida de audición,

problemas de visión y trastornos mentales. La obesidad, el

tabaquismo y el consumo de alcohol también tienen una

alta incidencia, vinculado al estilo de vida sedentario en

las zonas urbanas, hábitos alimenticios no saludables y al

estrés emocional al que están expuestos en nuestra

cultura.

Para palear, de alguna medida, la situación de

vulnerabilidad en la que vive una parte importante de los

adultos mayores en el país, existen un conjunto de

problemas sociales, organizaciones de la sociedad civil e

instituciones gubernamentales que comparten el trabajo

en beneficio de los envejecientes. Entre las instituciones

con más incidencia se encuentran el Consejo Nacional de

la Persona Envejeciente (CONAPE), la Red por una Vejez

Digna, la Dirección General de Protección a la Vejez del

Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y el

Instituto de Dignidad Humana de la Policía Nacional, entre

otras.

En un intento por proteger a este grupo poblacional, en el

año 1998 se promulgó la Ley No. 352-98 sobre Protección

a las Personas Envejecientes. El 27 de octubre de 2004,

mediante Decreto número 1372-04, el Poder Ejecutivo

dictó el Reglamento de Aplicación de dicha

ley.    Previamente, en 2001, se aprobó y promulgó la Ley

87-01, que crea el Sistema Dominicano de Seguridad

Social (SDSS), la cual establece una Pensión Solidaria en

beneficio de la población discapacitada, desempleada e

indigente, en los Artículos 63 al 70.

El Gobierno Dominicano y el Consejo Nacional de

Seguridad Social (CNSS), asumiendo la responsabilidad

que les corresponde, y procurando estimular la

responsabilidad de todos los sectores de la sociedad,

reafirman su compromiso de mejorar las condiciones de

vida de las personas que se encuentran en niveles de

vulnerabilidad, y trabajan para dar inicio a la

implementación de las Pensiones Solidarias del Régimen

Subsidiado, siendo esta una de las Metas Prioritarias

dentro de la Agenda gubernamental para el cuatrienio

2012-2016.

El cumplimiento del mandato de la Ley 87-01 con

referencia a las pensiones solidarias se ejecuta además

tomando en consideración los objetivos: 2.3.3, 2.3.4, 2.3.5,

y 2.3.6 del Eje 2 de Estrategia Nacional de Desarrollo, que

establecen: 1) Disminuir la Pobreza mediante un efectivo y

eficiente sistema de protección social, que tome en

cuenta las necesidades y vulnerabilidades a lo largo del

ciclo de la vida y 2) Proteger a los grupos poblacionales en

condiciones de vulnerabilidad e impulsar su inclusión

económica y social.

En fecha 18 de julio del 2013 el Consejo Nacional de

Seguridad Social (CNSS) aprobó, mediante Resolución No.

320-02, el borrador del Reglamento que establece el

procedimiento para otorgar Pensiones Solidarias en el

cual interviene el Sistema Único de Beneficiarios

(SIUBEN), el Consejo de Desarrollo Provincial (CDP), las

entidades del Sistema Dominicano de Seguridad Social,

que garantizará un proceso transparente y equitativo al

momento que permitirá que miles de dominicanos puedan

acceder a una pensión por vejez, discapacidad y

sobrevivencia.

Con la aprobación de dicho reglamento, el CNSS sienta las

bases para solucionar gradualmente la deuda social

pendiente desde hace años con los sectores más

vulnerables de la sociedad dominicana. Estas pensiones

del Régimen Subsidiado forman parte de una política

general tendente a reducir los niveles de pobreza en el

territorio nacional y representa un avance en el

fortalecimiento del Sistema Dominicano de Seguridad

Social al tiempo que completará la protección de los

beneficiarios del Régimen Subsidiado, con la

implementación de las Estancias Infantiles.

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