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—Tiene que asustar un poco —insiste Papá. Y no oye al ladrón que ahora está vaciando el cajón
de loscubiertos de plata en la sala.
Despacito, una tras otra, va metiendo las cucharas en el saco que lleva.
—¡Qué miedo! —dice
el niño.Conrado dice:
—Pero de repente el ladrón oye un poco de lo que se está contando en el cuarto, eso de que el
cazadorva introduciendo las balas, despacito, una tras otra, en el fusil.
Cuenta Papá:
—Pero de repente el cazador oye un poco del cuento que se está contando, eso de que el
ladrón sequeda escuchando en lugar de salir corriendo con los cubiertos.
Y mientras Conrado sigue contando lo del ladrón, el cazador no dispara porque quiere saber
cómotermina la historia.
Y mientras Papá sigue contado lo de los elefantes, el ladrón no sale corriendo porque quiere
saber si elcazador mata a los elefantes.
Y el cazador quiere saber si el ladrón se entera de que mata a los elefantes.
Y el ladrón quiere saber si el cazador se entera de que se escapa con los cubiertos de plata.
De repente, la historia le hace al ladrón pensar en su padre, que fue cazador y nunca
estaba en casa cuando el ladrón era pequeño. Piensa en lo mucho que echa de menos a su
padre.
De repente, el cazador piensa en su hijo. Nunca tuvo tiempo para estar con él y parece ser
que terminó siendo bastante malo, uno de los que se introducen en las casas de los demás y les
roban los cubiertos de plata. Y eso que de pequeño era muy bueno…
—¿Entonces qué hizo? —pregunta Pequeño N, refiriéndose al ladrón.
—¿Entonces qué hizo? —pregunta el niño, refiriéndose al
cazador. Continúa Conrado:
—Al final, el ladrón dejó caer el saco con todos los cubiertos de plata, se deslizó hasta la
ventana por laque había entrado y se perdió en la oscuridad de la noche.
Papá continúa:
—Finalmente, el cazador se puso tan triste que dejó caer el fusil en la maleza y se apartó de los
doselefantes, metiéndose en la jungla.
En el suelo se ha quedado el saco con los cubiertos de plata. En la maleza hay un fusil cargado.
En Copenhague. En el Congo.
—¿Qué pasó después?
—A lo mejor ahora se están buscando, quizás un ladrón esté buscando a un cazador y un
cazador a unladrón y, si seguimos contando, es posible que se encuentren.
—¿Tú crees? —pregunta el niño.
—¿Tú crees? —pregunta Pequeño N.
—En un cuento puede pasar de todo.
Ninguno de los dos se da cuenta de quién contesta, Papá o Conrado.