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PRÓLOGO
Marianne Webernec era completamente del tipo medio a la edad de 30, y por eso
quería desesperadamente ser extraordinaria.
Excepcional. Espectacular.
Por una vez en la vida ella quería ser la heroína en una de las novelas de Rachel Fire
que ella engullía tan pronto cómo eran publicadas. Ser alta, delgada, y
devastadoramente bonita. La clase de mujer que los hombres de cualquier sitio
ambicionan. La clase de mujer que entraría en una habitación y los hombres se
pelearían solo por una de sus sonrisas.
Pero lo que ella era, incluso después de maquillarse, era una simple 1’60-talla 42
mujer con el pelo medio castaño que estaba recogido atrás de su redonda cara
para caer justo por debajo de sus hombros. Tenía ojos que eran de un soso marrón,
no ámbar, ni salpicados con nada inusual o que mereciera la pena notarse. Sus
pechos eran demasiado pequeños, sus caderas demasiado anchas, y sus pies
estaban apretujados en las estrechas puntas de sus zapatos de tacón alto.
Ella era…
Del montón.
Dolorosamente, deplorablemente del montón.
“Creo que te estás quedando pasmada", pensó.
Marianne miró sobre su hombro para ver a Aislinn Zimmerman mirándola. Aislinn
era todo lo que ella quería ser. Rica, delgada cual modelo, con un pelo largo, rizado
y rojo, uñas perfectas de manicura, y grandes y brillantes ojos verdes que parecían
resplandecer.
Aislinn era absolutamente tan bonita cómo su tocaya de la novela romántica
favorita de la madre de Aislinn, El lobo y la paloma.
Marianne se había pasado la vida entera odiando a mujeres parecidas a Aislinn.
Estaban por todos lados. En la televisión, revistas, y en las páginas de los libros que
a Marianne le encantaba leer. Libros donde la maravillosa, espectacular heroína
conseguía al maravilloso, espectacular héroe.
Ellas eran siempre un recordatorio innecesario al final del día, de que Marianne
Webernec nunca sería una de ellas.
Ella siempre sería una del montón. Una interferencia en la parte de atrás de un
mundo que estaba totalmente ajeno a su presencia no importaba cuanto anhelara
que fuera de otra manera.
“Gracias” se dijo Marianne sin convicción, sabiendo la verdad en su corazón. Pero
estaba bien.
Porque durante los próximos minutos ella iba a caminar a través de la puerta
detrás de Aislinn y se iba a convertir en lo que siempre quiso ser…
Un agente de la CIA encubierto persiguiendo al malvado súper-villano quien se
convertiría en un buen tipo intentando descubrir al hombre que asesinó a su
hermano.
Ok, la trama era un poco cliché, incluso un poco trillada. Pero Marianne adoraba el
libro de Rachel Fire “Peligro en la noche”. Lo había leído tantas veces que su
ejemplar en casa estaba en pedazos apenas pegados con cinta adhesiva.
Durante los últimos cuatro años, ese libro y su héroe Brad Ramsey habían vivido en
su corazón y en su mente. Él era el hombre con el que soñaba ser seducida cada
noche cuando cerraba los ojos.
Había lamido cada pulgada de su divinamente masculino cuerpo desde la cabeza a
los pies, y había hecho que él suplicara clemencia. Habían hecho el amor en todos
los sitios desde las playas del Caribe hasta las nevadas cumbres de Moscú.
En su mente lo había cabalgado rápida y furiosamente, y lo había hecho suyo.
Oh, ser realmente la heroína del libro, Ren Winterbourne.
La seductora, sofisticada agente, mujer de mundo, que sabía todas las formas
posibles de hacer a un hombre suplicar por su caricia.
Ren nunca dudaba de sí misma. Ella siempre sabía exactamente lo que quería y
cómo conseguirlo.
Marianne estaba todavía buscando su lugar en el mundo. Y cuando se tropezaba
con los hombres, nunca había forma de entenderlos. Eran completamente bestias
alienígenas.
Ella suspiró nostálgicamente. Su vida entera era un manual de lo que podría haber
sido. Si solamente ella hubiera sido más elegante, si hubiera sido más alta, si
hubiera sido más guapa….
Pero no lo era.
Su madre le había dicho una vez que la vida era simple aceptación. Lo que ella
necesitaba era estar contenta con lo que le había tocado y agradecida que no
hubiese sido peor.
Empezando en ese mismo instante, Marianne iba a hacer caso del consejo de su
madre.
Mayormente.
Ella iba a salir por esa puerta y….
Tropezar, conociéndose…
“¿Tengo que llevar los tacones?” preguntó a Aislinn, levantando su pie en dirección
a la bonita pelirroja mientras flexionaba su tobillo.
Algunas cosas se hacían mejor con los pies en el suelo. Especialmente cuando la
última cosa que Marianne quería era sentirse avergonzada. “Yo no soy realmente la
clase de persona de tacón-alto. Yo soy más la clase de persona “tropezaré-y-
torceré-mi-tobillo”.
Aislinn se rió. “Seguro. ¿Qué te gustaría?”
“¿Cualquier cosa plana y negra?”
Aislinn abrió su elegante teléfono celular plateado y apretó un botón. “Hola Gwen,
a la Srta. Webernec le gustaría algo seleccionado de los zapatos planos negros que
vaya con su vestido corto color óxido. Tiene una talla ocho mediana…Gracias”.
Aislinn cerró el teléfono. “Dale diez minutos y nos traerá una pila de cajas”.
Era bueno ser reina.
Al menos durante un día, o en este caso, un mes entero. Marianne sonrió con este
pensamiento.
Un mes completo siendo complacida y mimada. Consiguiendo todos sus deseos sin
una queja.
Oh, si, olvidar a Julia Roberts en Pretty Woman. Esto realmente era muchísimo
mejor.
Después de todo, Marianne Webernec, la mari del montón profesora de instituto,
estaba a punto de partir hacia el Campamento de Sexo.
CAPÍTULO UNO
"Hey, Sam", le dijo Kyle al hosco hombre de detrás del mostrador de conserje
cuando entró en la recepción del pequeño y lujoso hotel donde él se había
quedado literalmente contra su voluntad.
Desde que Kyle había sido herido cumpliendo su deber (suponían que seis veces-
cinco balas habían sido extraídas y había discusión sobre que había causado la
sexta herida). Su jefe había decidido que necesitaba unas vacaciones en el hotel
que la agencia poseía en una remota y privada isla perdida en medio del Atlántico.
Kyle pensó que las seis semanas de "vacaciones" eran completamente
innecesarias, pero Joe había insistido, y nadie jamás había intentado discutir con
Joe Q. La gente pronto se daba cuenta que era mejor intentar mover una montaña
que conseguir que Joe cediera una pulgada.
Así que aquí estaba, un altamente entrenado agente de operaciones especiales,
aburrido, curado, y deseando largarse, solo para encontrarse con que Joe se reía de
él cada vez que llamaba y suplicaba que un avión lo sacara de la isla de los cojones.
Al menos hasta hacía veinte minutos, cuando el destino finalmente le había
sonreído.
De repente el pensamiento de la próxima semana parecía prometedor. Kyle paró
en el mostrador donde Sam estaba sentado agarrando una cerveza por el cuello de
la botella y apoyándola sobre su rodilla mientras miraba un partido de los Lakers en
la ESPN. En sus cincuenta y tantos, Sam parecía la viva imagen de un robusto
escocés. Tenía una complexión ruda y una cara ancha, seria, sobre la cual había una
gruesa, rebelde y revoltosa melena de pelo blanco. Llevaba gafas con montura
negra que continuamente se deslizaban por su ancha nariz y que constantemente
él volvía a colocar.
Pero lo más interesante sobre él era su compañero Roscoe. Un viejo basset,
Roscoe tenía mucho más carácter que cualquier otro perro que hubiese conocido
Kyle. Y aunque fuera raro a Kyle le gustaba mucho más el perro de lo que le
gustaba Sam.
Kyle esperó en el mostrador y esperó respetuosamente a una pausa comercial
antes de interrumpir al manager del hotel. "Dime algo, Sam. ¿Qué hay al otro lado
de la isla y por qué se supone que yo no puedo ir allí?"
Sam se encogió de hombros mientras miraba la pequeña televisión. Tomó un
pequeño trago de cerveza antes de contestar. "Esos bichos raros de esa
publicación, Libros Rose. Tendrías que preguntarle a Joe para más detalles. Él es
quien alquila esa parte de la isla a esa gente para que podamos hacer
entrenamiento encubierto., o en tu caso operación R y R (restringida). Creo que él
conoce al propietario de la casa de publicación o algo así."
"¿Sabes que pasa por allí?"
"Si, y es tan espeluznante que todos se largan"
"¿Espeluznante cómo?"
"Es un Campamento Sexual"
Kyle se bloqueó con la inesperada respuesta. "¿Qué?"
"Un campamento Sexual", repitió Sam simplemente, cómo si no hubiese nada
inusual en el nombre. "Ellos tienen todas esas mujeres que leen esos libros
románticos, y cada pocos meses o así una de ellas gana un viaje hasta aquí para
vivir su novela de fantasía, y ellos montan todo este gran show con la ganadora".
Sam colocó sus gafas en el sitio. "Te hace querer saber que es lo que hay en las
novelas románticas que las mujeres leen. Yo he leído a Tom Clancy durante años, y
todo lo que sale son submarinos e historias de guerra." Él resopló. "Yo nunca habría
tenido el sueño de correr por los bosques con un puñado de marineros e intentar
tumbarlos al suelo. "¿Entiendes lo que digo?".
Realmente no. Sam tenía el mal hábito de no ser siempre lógico. "¿Perdón?"
preguntó Kyle.
"Escucha", Sam continuó mientras acariciaba despreocupadamente la cabeza de
Roscoe. "Un consejo, hijo, debes llevar mucho cuidado de no caminar por los
alrededores después de oscurecer, más cuando una de las fantasías está en
marcha. No le llaman Campamento Sexual por nada. Les he visto hacer cosas en la
playa que te dejarían ciego. Demonios, algunas no sé cómo son humanamente
posibles".
Kyle era incapaz de cerrar la boca cuando pensaba que Marianne era la última
ganadora. No había manera de creer que su dulce visitante hiciera cosas así.
¿No?
Y sí la había, entonces por todos los diablos que lo iba a hacer con él.
"¿Me tomas el pelo?" le preguntó a Sam.
"Que va, ¿por qué lo haría?" Sam le dirigió una intensa mirada por encima de la
montura de sus gafas. "Tú crees que son mujeres normales cuando bajan del avión,
pero son delirantes ninfómanas astutamente camufladas".
"Gilipolleces".
"No, tio, es la verdad. Ellas bajan del avión pareciendo todas agradables y
normales, y en las veinticuatro horas siguientes ellas se convierten en Debbie,
Does, Dallas o Richard o quienquiera que ellas puedan ser. Es horripilante lo que les
ocurre a esas mujeres" Él señaló a su perro. "¿Ves a Roscoe aquí?" Sólo tiene dos
años. Fue una noche al bosque y ahora míralo. Las travesuras que le hicieron lo
envejecieron veinte años de la noche a la mañana. Y no quiero hablar de los
hombres que traen. No sé donde los encuentran. Pero hay algo en ellos que no
está bien tampoco. Así que yo me quedo en mi lado de la isla tan lejos como puedo
de todos esos locos".
"No te creo".
Sam se encogió de hombros y se giró hacia la televisión a ver el resumen del juego.
"Tú no te lo creas. La verdad es la verdad. Deberías estar aquí cuando están
haciendo uno de sus históricos renacentistas. Nos hacen correr de aquí para allá
disfrazados por si accidentalmente nos topamos con una de sus ganadoras. Es muy
fuerte. Tenemos que decir cosas cómo "milady" y es una mierda. Me siento cómo
un jodido idiota. ¿Puedes imaginarte mi gordo culo en un tutú o con calzas o cómo
quiera que se llamen esas espantosas cosas?" Él lanzó un suspiro de disgusto.
"Estoy hasta el gorro de esas cosas, y su directora Aislinn Zimmeran, intentó una
vez tomar prestado a Roscoe para una escenografía."
Roscoe lloriqueó al oír eso.
"Está bien chico. No te preocupes. El viejo Sam nunca dejaría que abusaran de ti."
Él miró atrás, hacia Kyle. "Ese es el motivo por el que tengo a Roscoe escondido. La
última cosa que necesito es a mi pobre perro quedándose ciego también".
Kyle permaneció allí plantado aturdido por las revelaciones de Sam. Él
simplemente no podía imaginarse a la mujer que había conocido haciendo ese tipo
de cosas. Ella parecía tan pura. Inocente.
No, se negaba a creerlo. Pero todo este montaje exigía más investigación.
Dirigiéndose a los ascensores, decidió que ya era hora de dejarse de tonterías y
hacer lo que mejor sabía hacer.
Investigar, infiltrarse y realizar las acciones que fueran necesarias para conseguir su
objetivo.
TRES HORAS MAS TARDE Kyle estaba sentado tras la silla de su escritorio revisando
sus datos de reconocimiento.
Marianne Webernec era una profesora de instituto de un pequeño pueblo a las
afueras de Peoria, Illinois, cuyo único mérito fue ganar una vez el Concurso de
Deletrear estatal cuando iba al instituto. Ella no había sido nunca la Reina del Año.
Se graduó con buenas notas, sin ser excepcionales. Estuvo en la universidad cinco
años, entonces regresó a su ciudad natal y enseñaba alemán y francés en el
instituto local.
No tenía una multa por ir rápido ni siquiera una multa de aparcamiento. Ni tan
siquiera cuando estuvo en la universidad.
No había mucho aquí que decir salvo que no había nada fuera de lo corriente.
Nada excepto la forma en que su cuerpo había reaccionado durante el momento
en que él la tuvo entre sus brazos. El modo en que había sentido sus duros, tensos
pezones bajo el top de algodón que ella llevaba.
La forma en que su cálida, acogedora boca sabía....
Alguien llamó a su puerta.
Instintivamente Kyle alcanzó su arma y puso los ojos en blanco al darse cuenta de
su acto reflejo. Algunos hábitos era difícil matarlos. Era por lo que Joe lo había
enviado a la isla. No había una maldita oportunidad de que sus enemigos pudieran
encontrarlo aquí. En todo el mundo, este era el único lugar "seguro" que cualquier
agente del BAD tenía.
Bajó su mano de la pistolera.
"Adelante"
La puerta se abrió para mostrar a Sam con Roscoe a sus pies.
"Eh, ¿estás ocupado?"
Kyle giró su silla hacia él. "En realidad no. ¿Qué necesitas?"
"Bueno, después de irte, Roscoe me dio que pensar..."
Kyle arqueó una ceja al oír eso. El viejo tenía una extraña relación con su chucho.
Sam entró y le tendió un pequeño libro. "Envié a Lee al otro lado de la isla para ver
que podía investigar allí por ti, y volvió con este libro. Es lo que ellos están
recreando en estos momentos, así que pensé que podrías querer leerlo para reírte
un rato o algo. Sé que no estás acostumbrado a la inactividad, así que pensé que
podría darte algo que hacer"
Kyle inclino la cabeza hacia él. "Agradecido"
Sam cabeceó, entonces se giró y se marchó con Roscoe a remolque.
Solo de nuevo, Kyle se quedó mirando la blanca tapa con el título Peligro en la
noche y el nombre de la autora, Rachel Fire, grabados en ella. En el lomo estaba
una solitaria rosa roja que era el logo de Libros Rose. Giró el libro y echó un vistazo
a la parte de atrás. La primera cosa que le llamó la atención fue el nombre de la
heroína, Ren Winterbourne, que era cómo se había llamado Marianne a sí misma.
Lo siguiente fue la sinopsis del argumento.
Agentes encubiertos.
Kyle se rió muy fuerte. Era perfecto. Su pequeña profesora de cole soñaba con....
Bueno, con él.
Oh, si, esto era lo mejor. Inclinando hacia atrás su silla, Kyle empezó a leer la
primera página del libro, donde había un corto formulario y una invitación para os
lectores:
¿CUAL ES TU FANTASÍA?
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¡Buena suerte!
Kyle giró la hoja, y la caliente escena de sexo de la primera página fue suficiente
para pararle el corazón y para poner su polla tan tiesa, que dejó de estar
cómodamente sentado.
¡Por Dios santo! ¿Esto era lo que leía Marianne para entretenerse?
¿Que haría entonces su sencilla maestrita para divertirse?
Kyle y Marianne se sentaron sobre una manta en la playa bastante después de que
oscureciera con un pequeño fuego crepitando delante de ellos. Él estaba apoyado
contra un gran trozo de madera, de los que arrastra el mar hasta la playa, con
Marianne sentada entre sus piernas, sostenida contra su pecho desnudo ya que
ella llevaba la camiseta de él.
A él le encantaba verla con su ropa, las cuales ella había estado llevando cada día
desde que él "la raptó". No iba de ningún modo a dejarla volver a su habitación del
hotel donde uno de los otros podría cogerla y apartarla de él.
En caso de que pudieran. Él sencillamente es que no quería herir a nadie
innecesariamente. Pero heriría a quien intentara arrancarla de su lado incluso un
minuto antes de que tuviera que dejarla partir.
Ella iba sin sujetador bajo la camiseta, y el delgado material le recordaba
constantemente el hecho de que ella estaba lista para él en cualquier momento.
Sus pezones se marcaban agradablemente contra la fina tela de algodón blanco,
rogándole que los alcanzara y toqueteara mientras ella descansaba con la cabeza
hacia atrás sobre su hombro. Sus caderas estaban colocadas firmemente contra su
ingle, y cada vez que ella se movía, su polla se erguía al sentir la presencia de su
suave calidez tan cerca de él.
Era consciente de cuanto disfrutaba de su compañía y su cuerpo.
Estaba todo silencioso y tan solo el sonido de las olas y del fuego se introducía en
su tranquilidad.
Pero Kyle estaba preocupado. Los hombres del otro lado de la isla se estaban
volviendo más ingeniosos e insistentes para que Marianne regresara a "su
fantasía".
Que se condenara si él iba a dejarla irse. No hasta que ella se lo pidiera, y ella
parecía, de lejos, totalmente contenta de quedarse con él.
Pero esos molestos indeseables continuaban corriendo tras ellos, y hoy habían
estado un poco más listos.
Uno de los hijos de puta por poco los había cazado en los acantilados. Pero unas
granadas bien lanzadas lo habían llevado a la carrera de vuelta por donde había
venido.
Marianne continuaba jugando con la idea de que sus perseguidores eran los
secuaces que Tyson había enviado para atraparlos, pero por el brillo en sus ojos
castaños si él hablaba sobre ello, diría que ella no le creía.
De acuerdo entonces. Tyson había sido una estúpida idea, pero le había traído los
mejores momentos de su vida, y si ella no lo ponía en evidencia, él no le iba a
confesar la verdad.
Él solo quería disfrutar del poco tiempo que les quedaba.
Marianne quitó su brocheta del fuego rápidamente cuando su malvavisco prendió.
Ella lo apagó enseguida. Su largo pelo le hacía cosquillas en la piel cuando ella se
movía, agitando el aire entre ellos de modo que él podía oler la fragancia de su
champú en el pelo de ella.
Él adoraba el olor de su perfume en ella. Lo conmovía a un nivel que era profundo y
aterrador.
Embelesado mirándola, Kyle la observó mientras sacaba el pegajoso revoltijo hacia
la punta del palo y tomaba un bocado.
La vista de su lengua entrando y saliendo sobre sus labios pudo con él.
Su cuerpo ardía, la apretó más cerca para saborear el azúcar de sus labios. Ella
gimió en el momento que él le recorrió la lengua con la suya.
"¿Estás quemando tu malvavisco Kyle?"
Él frotó la nariz contra la de ella e inhaló su aroma femenino antes de apartarla
para mirar su brocheta con su malvavisco carbonizado en el fuego. "Eso parece"
Ella chasqueó con desaprobación. "Y era la última, encima. Debería darte
vergüenza"
Sacudiendo la cabeza, tiró su palo al fuego. Iban escasos de provisiones. Él había
ido furtivamente a su hotel a conseguir algunas cosas esenciales como jabón y
champú mientras ella dormía la pasada noche, pero la verdad era que tendrían
que volver al mundo real demasiado pronto.
Su tiempo juntos era muy limitado.
"Si tengo que morir por mi país Joe, entonces me gustaría saber para que diablos
estaba viviendo"
Esas palabras cargadas de ira lo acosaban ahora cuando recordaba como se las dijo
a Joe justo después que él y Retter hubiesen salido volando de los países del Este.
Marianne era la respuesta, pero él no podía quedarse con ella. Sus obligaciones
estaban en cualquier lugar. Los hombres como él no tenían responsabilidades, y
Marianne Webernec era una gran responsabilidad. Lo último que él necesitaba era
el estrés de la preocupación por dejar una viuda detrás si moría.
Tales cosas garantizaban una muerte segura. En la batalla los mejores soldados
eran aquellos para los que su único foco de atención o preocupación no era otro
que su trabajo.
El trabajo lo era todo.
Pero al menos ahora él comprendía lo que significaba estar vivo. Sentir algo
profundo por una mujer y saber, mientras estuviera tragando mierda, porqué su
trabajo era importante.
Mantenía a gente como Marianne a salvo. Ella no sería más un extraño sin rostro.
Un ideal abstracto.
Él tenía algo real a lo que aferrarse.
Cerrando los ojos, apoyó su mejilla contra la de ella y la mantuvo en una tranquila
soledad, deseando que el tiempo se detuviera y él pudiese hacer durar ese
momento eternamente.
No quería dejarla nunca.
No quería dejar jamás esta isla.
Marianne suspiró cuando asimiló la sensación de los pelos de la barba raspando
suavemente su piel. Los fuertes brazos de él la tenían rodeada por el pecho como si
a él le preocupara dejarla ir.
Le encantaba esa sensación, pero más aún que eso, ella sospechaba que podría
estar realmente enamorada de él.
Estos últimos días habían compartido muchísimo de ellos mismos el uno con el
otro. Ella le había contado de sus miedos de morir sola sin haber tenido un
momento especial por el cual decir que Marianne Webernec había vivido. Que ella
era importante para alguien más que para su gato. Kyle la había escuchado y él
también había compartido su triste pasado con ella. Y con cada pedacito que él le
había confiado, ella se había enamorado más.
Nadie había estado nunca más cerca de ella. Nadie había significado tanto. Kyle era
maravilloso.
Ella no sabía cuanto de lo que él le había dicho era verdad y cuanto montaje, pero
ella no creía que él mintiera en las cosas importantes tales como la muerte de su
mejor amigo o de su madre. El dolor en sus ojos cuando hablaba de ellos era
demasiado real para ser falso.
No, él se había abierto a ella también.
El corazón se le estremeció al pensarlo. Reconfortada e interesada por él, se dio la
vuelta y quedó frente a él. El resplandor del fuego jugaba con su pelo haciendo
sombras en su cara, a lo largo de su angulosos y hermosos planos.
"Eres delicioso" dijo
Él arqueó una ceja.
Sonriendo maliciosamente, ella agarró el botón de sus vaqueros.
"¿Qué estás haciendo?" preguntó él.
Ella le bajó la cremallera."Bueno, me estoy tomando libertades con usted,
caballero"
Su dura polla se irguió entre sus cortos pelillos negros que sobresalían trazando un
arco hasta su estómago. Afortunadamente sus calzoncillos estaban aun secándose
donde ellos habían lavado su ropa un rato antes, así ahora él estaba todo desnudo
y expuesto a ella.
Mmm, cómo le gustaba a ella la visión de él así. Duro y preparado para ella. Ella
recorrió con su mano toda su longitud y se deleitó con la forma en que su polla
seguía el movimiento de sus caricias. La forma en que se alzaba y arqueaba
reaccionando a su toque.
Ella rozó con la mano todo el sensible capullo, dejando que su humedad cubriera
sus dedos.
Kyle la observaba con los ojos entornados mientras su respiración cambiaba a
fuertes, intensos jadeos.
Marianne se humedeció los labios y bajó la cabeza hasta que pudo meterse su
glande en la boca. Ella cerró los ojos mientras saboreaba la salada dulzura de él.
Cómo le gustaba el sabor de Kyle.
Él reaccionó con un siseo entre dientes.
Ella dio un gruñido en lo profundo de su garganta cuando tomaba más de él con su
boca, mientras recorría con su lengua su enorme vena, y permitía que su laringe
vibrara para darle más placer.
Él le cogió la cara entre las manos y se las pasó por el pelo mientras ella agarraba la
blanda bolsa de sus testículos y la masajeaba al mismo tiempo que le daba los
largos lametones.
La cabeza de Kyle flotaba mientras él se apoyaba hacia atrás para dejarle a ella
mejor acceso a su cuerpo. No había mejor sensación que la de su dulce y pequeña
boca provocándolo. Su timidez había desaparecido ahora tras los días que habían
pasado juntos. Ella era atrevida con él.
Y a él eso era lo que más le gustaba.
Ella ya no dudaba en tocarlo. Había aprendido que él no podía negarle nada.
Cualquier cosa que quisiera estaba bien para él, y en realidad, a él le encantaba ser
su juguetito.
Ella succionó suavemente, luego lamió desde la base hasta la punta. El placer que
sentía era tan intenso que él hubiese jurado que podía ver las estrellas.
Y cuando ella cambió la dirección al revés todo lo que él pudo hacer fue no gritar
de puro éxtasis.
Oh, la sensación de su boca sobre él, especialmente cuando ella continuaba y
alcanzaba una de sus bolas con la boca y la succionaba y mordisqueaba.
Él clavó los talones en la manta cuando cerró la mano en un puño en su pelo con
cuidado de no lastimarla.
Ella no tuvo ni una pizca de piedad con él. Al contrario, continuó su agridulce
asalto. Sin aliento él le pasó la mano por debajo de la mandíbula cuando ella
regresó a su polla y se la metió de nuevo en la boca.
Sólo verla era suficiente para correrse de gusto. Incapaz de soportarlo, dejó que el
orgasmo lo atravesara. Su cuerpo entero tembló y se convulsionó.
Débil y agotado, se desplomó contra las maderas. Marianne fue subiendo
besándole todo el cuerpo lentamente, como si estuviese saboreando cada pulgada
de su piel, del mismo modo que él la saboreaba a ella.
Él gimió cuando ella paró en su pezón y se lo metió en la boca y pasó su lengua
arriba ya abajo sobre él. "Me encanta como sabes" dijo, abrasándolo con su
aliento.
"Me encanta que me saborees"
La sonrisa de ella le hizo latir el corazón más fuerte.
Entonces ella le metió la mano en el bolsillo y sacó una moneda de 25 centavos.
"¿Qué vas a hacer?" preguntó con desconfianza.
"Date la vuelta"
Él rió con nerviosismo. "No estoy seguro sobre esto"
"Vamos," dijo ella arrugando la nariz "Es algo que he estado queriendo hacer"
Cuando él dudó, ella agitó la cabeza "No seas crío, Kyle. Confía en mí"
De mala gana él se movió de forma que quedó sobre su estómago. "OK" dijo
lentamente. "Pero quisiera poder usar esa moneda más tarde. ¿Sabes lo que quiero
decir?"
Riendo, Marianne bajó sus pantalones por debajo de sus nalgas. "Eres como una
'doña angustias'. Relájate."
Muy nervioso de repente, se alzó sobre sus antebrazos para así poder mirar por
encima del hombro.
Ella miró sus nalgas, entonces cogió la moneda y la hizo rebotar contra su nalga
izquierda.
"¡Lo sabía!" dijo triunfalmente. "Tu culo es tan prieto que la moneda rebota"
"¿Qué?"
Ella le dirigió una amplia sonrisa. "Tienes el culo más duro del mundo ¿sabes?"
"Si, vale" dijo él. Este debía ser el momento más extraño de su vida, y si se tomaba
en consideración que él pasaba muchísimo tiempo entre traficantes de drogas y
terroristas, esto quería decir algo. "¿Haces esto a menudo?"
"Noo", dijo ella metiendo la moneda en su bolsillo. "Sólo quería comprobar mi
teoría"
"¿Y ahora que lo has hecho?"
La mirada de ella se tornó maliciosa. "Tengo planes para estas nalgas tan duras"
Colocó las manos sobre sus nalgas y les dio un fuerte, placentero apretón antes de
dejarse caer hacia delante y pegó un mordisco en el mismo punto donde había
hecho rebotar la moneda.
Kyle se tumbó, contento de dejarla hacer con su cuerpo.
Marianne nunca dejaba de sorprenderlo. Encontraba que el reto que era ella era la
mejor parte de todo esto.
Y mientras caía la noche, se dio cuenta de algo.
Por primera vez en su vida, estaba enamorado de alguien.
Alguien que había llegado a significar todo para él.
Alguien a quien iba a tener que dejar atrás para siempre.
Marianne estaba tan asustada que casi no podía respirar. No se podía mover. Todo
lo que ella sabía es que en un minuto ella estaba durmiendo felizmente envuelta
entre los brazos de Kyle, y al siguiente alguien había apretado un trapo, que tenía
un olor acre, contra su cara.
Entonces todo se volvió negro.
Ella despertó poco después con un atroz dolor de cabeza para encontrarse con los
ojos vendados, con las manos atadas a su espalda y los pies atados a la silla de
madera donde se sentaba.
Por lo que ella podía decir, había tres hombres con ella. El que la había despertado
para hablar por teléfono parecía ser americano. Su voz era extremadamente
profunda y parecía tener una ligera insinuación de un extraño acento en ella.
El hombre de su derecha hablaba con un fuerte acento español mientras que la voz
del otro hombre era definitivamente alemana.
"¿Por qué le has dicho que espere a la puesta de sol?" preguntó el hombre con
acento español. "Estoy preparado para terminar esto y largarme a casa".
"Reno, tú ya naciste impaciente, mi'jo. Lo bueno de tratar con tu oponente es jugar
con su cabeza. Dejémosle sudar un poco. Para cuando anochezca estará tan
nervioso, que no será capaz de pensar correctamente."
Marianne escuchó algo hacer clic que sonaba parecido a un arma siendo
amartillada o quizás recargada.
Reno rió. "Eres un bastardo del diablo"
"Si en efecto, y si tu fueses listo estaría tomando notas. Aprender del experto
chicos, y aprender bien."
Marianne estaba tan asustada que sus dientes castañeaban. Estaba paralizada de
frío y se agitaba incluso aunque las manos estuviesen atadas a su espalda.
Quería se valiente por Kyle, pero ella no era un agente secreto. El personaje de su
novela podría salir de esta. Una profesora de instituto de una pequeña población
no.
¿Qué iba a hacer ahora? Se suponía que esto no le tenía que ocurrir a ella. Ella
era...
Marianne se interrumpió cuando los hombres empezaron a hablar de hacer estallar
la cabaña en la que ella estaba.
Espera, esto le era familiar. Conocía esta parte. Ser atada a una silla, la llamada de
teléfono.
La explosión de la cabaña.
¡Capítulo nueve!
Su mente se aceleró mientras la tranquilidad la recorría. Eso es. A mitad del libro
más o menos Ren acaba capturada por el villano y Brad tiene que venir a
rescatarla, solo que termina siendo Ren quien lo rescate a él.
¡Era el libro!
Estos hombres debían ser más actores, y ellos la habían re-capturado de Kyle.
Bueno, ya era hora. Ellos habían sido deplorablemente inadecuados hasta ahora.
Ella se tranquilizó con el descubrimiento. Esto no era real. Era solo parte de su
fantasía.
Oh, gracias a dios no iban a matarla a ella o a Kyle. Ella soltó un largo suspiro
mientras intentaba soltar lar cuerdas.
"OK chicos" dijo, con voz sorprendentemente firme. "Podéis desatarme ahora"
"¿Desatarte?" repitió el americano, con un tono lleno de incredulidad. "¿Por qué
debería?"
"¿Por qué te lo pido?". Ella esperó expectante a que la desataran.
No lo hicieron. Ni tampoco dijeron nada, y ella tuvo la leve sospecha de que la
estaban observando.
"Mirad" probó de nuevo, "Me doy cuenta de que vosotros chicos al final os las
habéis arreglado para apartarme de Kyle. Bravo por vosotros, lo hicisteis bien por
una vez. Pero ahora estamos de vuelta en el libro, y ya que yo soy la heroína que se
supone que va a escapar, necesito alguna ayuda. Esta silla es muy incómoda la
verdad y me duelen las manos."
Ella esperó a que la obedecieran, y de nuevo no hicieron ningún movimiento para
desatarla.
El tiempo se extendía interminablemente.
"Vamos" dijo, esperando en la silla. "No puedo desatar estos nudos. Mirad, Ren
Winterbourne, la agente secreto, se supone que puede librarse de esta silla, pero
Marianne Webernec de Peoria no puede, y hasta que no me soltéis, no podremos
continuar con la siguiente escena, así que chicos, ¿podríais ayudar?"
"¿De qué está hablando?" preguntó el español.
"¿Quien es Ren Winterbourne?" preguntó el alemán.
El americano rió.
Otra oleada de pánico la recorrió.
Solo están jugando contigo. Los has escuchado, les gusta jugar con las mentes de
la gente.
Jugar con la mente de Kyle.
Marianne hizo una pausa en sus pensamientos cuando se dio cuenta que esto no
iba con ella.
Ellos debían ir realmente detrás de Kyle después de todo. De otro modo ¿Por qué
usaban el nombre de Tyson Purdue?
Dios mío, ¿Y si Tyson Purdue era real?
Mantén la calma Marianne.
"Vamos" dijo Marianne de nuevo, esperando estar equivocada y que ellos se la
estuviesen jugando por todas las veces que Kyle los había ahuyentado. "Sé que
esto no es real. Soltarme y no le diré al Sr. Zimmerman cuanto me asustasteis."
"¿Tíos, vosotros conocéis a Zimmerman?" preguntó el alemán.
Marianne sintió que alguien se acercaba a ella.
"¿No es real?" El americano estaba a su lado tan cerca que su voz no era más que
un gruñido en su oreja derecha. "Señorita, ¿sabe lo que es el BAD?"
"Agencia americana de defensa. Es la agencia que Kyle inventó."
Ella oyó como e americano se apartaba de ella. Sonaba como si se hubiese apiñado
con los otros.
Los hombres empezaron a hablar unos con otros en alemán. Poco sabían ellos que
el alemán era uno de los idiomas que ella enseñaba en el colegio, y los entendió
perfectamente.
"Si ella no le cree, entonces la podemos dejar ir ¿no?" preguntaba el alemán.
"¿Cuánto le contó Foster?" preguntó el español. "Tú eres el que colocó el
micrófono oculto"
El americano contestó."Mucho más de lo que debiera. No sé..."
Hubo unos segundos de silencio, y entonces oyó algo que sonó definitivamente
como un arma siendo amartillada.
"Estoy pensando que ella es un inconveniente, y ya sabéis lo que pienso de los
inconvenientes"
"Baja tu arma. No puedes sencillamente matarla." Dijo el alemán. "Estoy cansado
de limpiar trozos de cadáver después que acabas con ellos"
¡Oh dios, es real!
Estos no eran actores de la isla.
Alguien le tiró del pelo hacia atrás desde el cuello, y entonces algo afilado y frío se
apretó contra su garganta.
"¿Estás asustada maestra?" susurró el americano en su oído. "Dijiste que querías
ser una agente. ¿Estás realmente preparada para ello?"
¡No quiero morir! Las palabras relampaguearon en su mente. No, ella no quería
esto tanto como no quería que Kyle muriese.
Contra su deseo, empezó a sollozar descontroladamente.
"Hey, hey, hey" dijo el americano mientras quitaba lo que fuese que fuera de su
garganta. "¿Qué es esto?"
Ella no podía hablar debido a sus desgarradores sollozos.
"¡Ay, caramba! ¿Qué has hecho? Mírala."
Le quitaron la venda rápidamente, y ella se dio cuenta de que estaba en una
cabaña a penas amueblada. Una mesa y una silla parecían ser todo.
Bueno, eso y un completo lote de armas y municiones. Había cajas rodeándola por
todos lados llevando las palabras: frágil, peligro, explosivos, municiones, granadas,
etc.
Marianne veía a los tres hombres a través de su vista borrosa. El que estaba
delante de ella era atractivo para ser un psicópata. Tenía el pelo negro largo hasta
los hombros y una cara que podía pertenecer a un modelo de Calvin Klein. Su piel
oscura estaba perfectamente bronceada, sus ojos de un azul tan pálido que no
parecían reales.
Él alargó la mano y le quitó las lágrimas de la cara. "No llores" dijo, haciéndole
saber que él era el americano. "Vamos, no puedo soportar ver a una mujer llorar"
Reno cortó las cuerdas de sus pies.
Enfadada y asustada, ella reaccionó sin pensar. Le dio una patada en la pierna al
americano.
"¡Ouu!" gruñó él apartándose.
Reno desató sus manos, deslizó en la funda su cuchillo, y entonces golpeó con la
mano el hombro del americano. "¡Pendejo!" gruñó. "Te dije que no la ataras así"
El americano rechinó los dientes y dio un paso amenazador hacia Reno, quien
retrocedió instantáneamente. "No me toques, maricón, a menos que lleves un
arma"
"Tengo un arma, justo aquí" dijo Reno, deslizando fuera de la funda el gran cuchillo
de carnicero que había usado para liberarla.
El alto, rubio alemán se interpuso entre ellos. Tenía el pelo corto, y llevaba un par
de gafas de sol del estilo aviador. Su blanca camiseta estaba ceñida a un cuerpo
que era grande y fornido como el de un culturista. Tenía un colorido tatuaje en
espiral por todo su brazo derecho.
"¡Suficiente!" dijo el alemán, manteniéndolos a distancia con los brazos separados
con su cuerpo entre ambos.
Marianne decidió tomar ventaja de su disputa para correr hasta la puerta.
Casi la había alcanzado cuando el americano la cogió. Él la balanceó sobre sus
brazos.
Ella lo golpeó con todo lo que pudo y chilló mientras intentaba sacarle los ojos.
Los otros dos hombres rieron.
El americano la sentó duramente en la silla y la mantuvo allí a la fuerza con una
facilidad que era realmente aterradora.
Él le dirigió una helada mirada. "Mira, nadie va a hacerte daño ¿OK?"
"Vais a matar a Kyle"
Una torcida sonrisa cruzó su cara, mostrándole una dentadura de dientes
perfectos. "Hoy no, no yo. Solo quiero enseñarle una lección"
Ella se lanzó sobre él.
Él reía abiertamente mientras la mantenía lejos de él con facilidad.
"Vaya, la maestrita tiene agallas" La volvió a sentar en la silla. Otra vez. "Escucha
Marianne. Tú tenías la fantasía de ser una damisela en apuros ¿verdad?"
Ella se tragó las lágrimas mientras los miraba arriba y abajo a todos ellos. "No
parecéis actores"
"Si, bueno" dijo el americano. "Eso es porque no lo somos"
"Entonces, ¿quienes sois?"
"Somos amigos de Kyle"
El alemán resopló ante eso. "¿Desde cuando?"
Marianne miró al americano fijamente. "Sabía que mentías"
"Mira, te lo juro, no estoy mintiendo en esto." Miró al alemán. "Dieter, de verdad,
no me ayudes ¿vale?"
"De acuerdo, Retter. No me llames la próxima vez que necesites Scheiflekopf para
que te ayude"
Una diabólica media sonrisa cruzó la cara del americano. "Tus palabras, no las
mías".
Marianne se quedó helada cuando el nombre del tipo quedó registrado en su
mente. Retter...
El nombre la atravesó como el cristal. Ella sabía quien era este hombre. Kyle le
había hablado mucho de su inseparable compañero que no hacía caso a nadie
excepto a sí mismo. Las palabras exactas de Kyle habían sido "Retter es un
gilipollas, pero hace el trabajo con escalofriante fiabilidad. El tipo golpea como un
rayo"
Retter se volvió hacia ella. "Solo le estoy gastando una broma a Kyle por hacerme
venir hasta aquí para rescatarlo. Como tú querías ser una damisela en apuros, yo
iba a proporcionarte eso mientras le echaba el lazo. Siento haberte asustado tanto.
Estoy acostumbrado a tratar con agentes quienes antes se arrancarían el corazón
que ponerse a llorar."
Ella entrecerró los ojos al mirar al hombre que tenía delante. Todavía escéptica,
Marianne no estaba segura de que creer. "¿Cómo sé que eres quien dices ser?"
"Tendrás que confiar en mi palabra."
"¿Y si no?"
Reno se rió. "Me encanta esta mujer, Retter. Ella también piensa que eres
gilipollas"
Miró a Reno con una fría, brutal mirada antes de que aquellos penetrantes ojos
azules volvieran a posarse en ella. "Lo mejor sería que aceptaras mi palabra, pues si
mato a Kyle tendría que explicárselo a Joe entonces él se cabrearía y tendría que
matarlo también, y eso haría que su mujer fuese desenfrenada a por mí. Y son
muchos mas problemas de los que yo quiero tener en este momento. Así que, ya
ves que está a salvo."
Había una luz en sus ojos que decía que disfrutaría del desafío de la lucha a pesar
de lo que decía, pero había también algo encantador, y por raro que parezca, cálido
en este hombre.
Marianne asintió con la cabeza. "Será mejor que él esté a salvo" le advirtió. "Yo no
sé como será la mujer de Joe, pero si le haces algo a Kyle, te juro que la mujer de
Joe acosándote te parecerá un paseo por el paraíso en comparación con lo que yo
te haré".
Kyle acechaba arriba y abajo lleno de rabia mientras intentaba imaginar quien
podría haberse llevado a Marianne mientras dormían.
Desechó a los moradores del otro lado de la isla. Los había estado colgando de los
árboles y escapando de ellos con apenas algo más que un fiero gruñido. Ellos nunca
podrían haber perpetrado algo como esto.
Tenía que ser alguien sigiloso. Alguien que sabía lo ligero que era su sueño y como
moverse sin despertarlo...
Maldijo cuando un nombre resonaba en su cabeza.
Retter.
No había nadie más que pudiera ser.
La mirada de Kyle se nubló con ese pensamiento. Tenía que ser. Retter era el único
hombre que Kyle había conocido que podía moverse a su alrededor mientras
dormía y no despertarlo. Tenía una parte de fantasma.
Pero ¿cómo supo Retter sobre Tyson Purdue?
Él se había inventado el nombre y...
Hizo una pausa y volvió la mirada al pollo y la escueta nota.
Debía haber un micrófono oculto sobre él en algún sitio. Eso tenía que ser. Joe
estaba siempre paranoico con lo de perder agentes y les ponía micrófonos ocultos
a casi cada pieza del equipo que ellos tenían. La única razón por la que Kyle no
había pensado en ello antes era el hecho de que cada vez que llamaba a Joe
pidiéndole algo que le ayudara a sobrellevar ese lugar, Joe se había reído de él y le
había dicho "piérdete".
Nunca se le habría ocurrido que Joe tuviera las cosas de la isla controladas por
medios electrónicos, pero desde que había atracado el almacén del BAD para
abastecerse, lo debería haber sabido.
"Maldición"
Cabreado y con ganas de sangre, llamó de nuevo al número de teléfono.
Nadie contestó.
Entonces marcó el número de la oficina de Joe, donde la novia de Joe, The,
respondió a la tercera señal.
"The, aquí Kyle. ¿Está Joe?"
The (pronunciado "Ti" jejeje) era la extremadamente atractiva asistente del
director de la agencia. Era una inmigrante vietnamita, y su inteligencia se salía de la
escala. Lo que ayudaba a su memoria y su necesidad de exigir venganza a
cualquiera lo bastante bobo como para burlarse de su nombre. Era un error que
Kyle cometió solo una vez, y era afortunado por no tener una cojera permanente
desde la experiencia.
Ella era una agente de primera y la mano derecha de Joe, y no dejaba nunca a
nadie que olvidara ambas cosas.
"Bien, bien, Sr. Foster" dijo con su seco, impecable inglés - The podía hablar en
cualquier lugar con soltura como si fuese nativa en quince idiomas - "que agradable
que contacte. ¿Haciendo estallar algún autobús escolar últimamente?"
"¿Perdón?"
"Por favor, no se disculpe, no le va Sr.-déjame-raptar-a-una-mujer-y-arrastrarla-
hasta-mi-cueva. Joe está tan cabreado contigo ahora que eres afortunado de seguir
vivo. Está hablando por teléfono con Wulfgar Zimmerman de Libros Rose
intentando asegurarle que no has herido a Marianne y les será devuelta en breve".
"Yo no soy quien la ha lastimado. Retter me la quitó esta mañana"
El silencio le respondió durante unos pocos latidos hasta que The empezó a reírse.
"No es divertido The"
"Seguro que lo es. Debes estar como loco desde que te la pegó. Al menos no te dio
un puñetazo en las narices antes de llevársela. El actor que hacía de Brad Ramsey
en caso de que te lo preguntes, está bien pero magullado. Él también dejó su
empleo y estaba tratando de demandarnos hasta que le presenté a Tessa y lo
convencí de que un juicio podría ser extremadamente arriesgado para su salud.
Tessa era la estimada Glock 33 de The. Que solo era levemente más letal que la
otra arma mortal de The, Petey el asesino Rottweiler.
"Lo juro, voy a matar a Retter por esto"
"Uh, no, no lo harás cielo. Él es vital para la seguridad de la nación y se halla bajo
extrema protección"
Kyle gruñó a través del teléfono. "Entonces dime como hacerme con él para darle
una bronca"
"Ohhh" suspiró ella. "No creo que sea posible. Verás, él estaba en Rio pasándolo en
grande en la playa cuando Joe lo llamó para que te arrebatara a la turista de
Wulfgar. Fuiste malo Kyle. Así que lo siento. Si quieres hablar con Retter, entonces
llámalo. No hay nada que yo pueda hacer."
Y le colgó el teléfono.
"Estupendo" dijo con voz fuerte, esperando que cualquier micro que hubiese
escondido captara su voz. "Mejor escóndete Retter, porque esta noche te voy a
patear tu podrido trasero por toda la playa".
Tres horas más tarde Kyle cruzaba la playa, estaba listo para atacar, en este caso,
estaba listo para Retter.
Había luchado al lado de ese bastardo lo suficiente para saber lo que necesitaba
para derrotarlo. Y derrotarlo es lo que iba a hacer.
Durante las tres últimas horas había hecho un total reconocimiento de la isla. Había
solo un sitio donde Marianne podría estar.
Un lugar que Retter podría considerar seguro.
Él ya tenía la pequeña cabaña a la vista. Se asentaba solitaria en la base de una
pequeña colina. Se usaba para suministros que Joe no quería cerca del hotel en el
caso de que un fuego o cualquier cosa pudiera hacerlos explotar.
Kyle no aflojó el paso ni dudó mientras se dirigía hacia ella. Estaba a menos de tres
yardas de la puerta cuando él oyó un agudo clic.
Girando, se lanzó lejos un instante antes de que la choza estallara en pedazos.
Llovieron escombros sobre él.
Kyle no podía respirar del temor que lo embargaba ¡Marianne!
"No está anocheciendo, Kyle"
Kyle vio un walkie-talkie en la arena a pocos pies de donde se encontraba. Se
levantó y lo agarró. "¿Donde coño estás Retter?" Miró alrededor, examinándolo
todo.
"Mira arriba"
Lo hizo y vio a Retter, Reno y Dieter de pie en lo alto del acantilado. Marianne no
estaba en ningún sitio a la vista. "¿A qué clase de juego estáis jugando?"
"Al escondite. Si puedes encontrar a Marianne, dejaré que te la quedes"
"¿Y si no?"
"La pierdes. Del todo." Vio a Retter moverse apartándose de Reno y Dieter. Una vez
que estuvo fuera del alcance de sus oídos, Retter habló de nuevo. "¿Sentirías
perderla Kyle? Dime la verdad."
Si, lo sentiría. Había estado teniendo una sensación de vacío desde que se despertó
por la mañana y se encontró solo de nuevo.
Cada minuto que pasaba lejos de ella, le dolía. La desolación de su interior no era
como nada que él hubiese conocido jamás.
No quería vivir sin Marianne.
Pero se congelaría el infierno antes de que él lo admitiera ante Retter. "Vete al
infierno"
"Casi seguro iré, pero mientras tanto el tiempo se te acaba. Si no la encuentras
antes de que caiga la noche, se acabó y tú, amigo, estarás en un avión saliendo de
aquí."
Era lo que Kyle había querido. Pero eso fue antes de conocer a Marianne y que
hubiera aprendido a divertirse sin usar explosivos. Divertirse sin que nadie le
disparara a cada momento.
¿Qué haría sin ella?
No quería descubrirlo. Bajando la radio, retrocedió entre los árboles y se concentró
en donde Retter la habría escondido ahora.
CAPÍTULO CINCO
Kyle registró todos los sitios en los que Retter podría haber escondido a Marianne.
No le quedaban opciones.
Disgustado y enfadado, se apoyó en un una palmera al límite de la playa y se
removió el pelo con las manos. Si cerraba los ojos podía sentir a Marianne con él.
Sentir el roce de su mano en la piel. La calidez de su cuerpo debajo de él.
Solo quería verla una vez más.
"Vamos Kyle" se dijo a sí mismo. "Piensa. Nunca has abandonado en tu vida.
Puedes hacerlo"
Nada había sido tan importante para él.
Tenía que encontrarla.
El mejor sitio para esconderse es siempre el más obvio. Nadie pensará nunca que
eres tan tonto para poner algo ahí. Kyle se quedó helado cuando las palabras de
Joe cuando entrenaban le vinieron a la mente.
El más obvio...
Fijo que Retter no habría hecho eso. Él nunca era obvio. Al bastardo le encantaba
ser complicado e impreciso.
Pero cuando más lo pensaba, más seguro estaba que Retter había elegido algún
sitio fácil. Después de todo, Retter no creería que él pensara mirar ahí.
Corriendo tan rápido como podía, Kyle se dirigió a su hotel. El tiempo parecía
ralentizarse mientras corría. No podía recordar nada que le hubiera llevado tanto
tiempo.
Por favor que tenga razón...
Si estaba equivocado, estaba completamente jodido.
Tan pronto como alcanzó el hotel, atravesó la puerta como una exhalación, solo
para encontrarse a Sam sentado en su mostrador viendo televisión.
¡Por todos los diablos!
Había sido un pensamiento estúpido.
Con el corazón pesado, Kyle quería llorar de frustración en ese momento. ¿Qué
podía hacer ahora?
"Bienvenido de vuelta, Sr. Alboroto" dijo Sam apartando la vista de la tele. "He oído
que has pasado un tiempo genial con esos bichos raros de la otra parte de la isla.
Te dije que no fueras allí ¿no? Te dije que te harían cosas raras" Paró mientras se
ajustaba las gafas y frunció el ceño. "¿Estás bien chico? No pareces estarlo"
Kyle no podía hablar. Todo lo que él podía hacer era luchar por respirar a través del
dolor que sentía en el pecho. Un dolor que no tenía nada que ver con la loca
carrera y todo con lo que había perdido.
"¿Donde está Marianne Sam? ¿La has visto?"
Por favor, dime que está aquí...
Sam se rascó la mejilla. "Bueno, estuvo aquí hace un rato pero aquel Sr.
Zimmerman de la editorial vino y se la llevó"
El corazón de Kyle brincó con la esperanza."¿Donde se la llevó?"
Se encogió de hombros. "Marianne dijo que quería terminar la fantasía. No estoy
seguro de lo que quería decir"
Ella debe de estar en el otro lado de la isla de nuevo, lo que significa que puedo
encontrarla.
Sam abrió el pequeño congelador rojo que había a sus pies y sacó una cerveza fría.
"Aquí tienes" dijo dándole la vuelta a la gorra. "Parece que necesitas un trago"
"No gracias. Tengo que encontrarla".
Sam asintió como si lo comprendiera. "Sabes, yo amé una vez a una mujer. Hace
mucho tiempo". Suspiró soñadoramente. "Su nombre era Ethel Burrows. Oh, era
preciosa. Elegante. Rápida como un látigo. Me hacía sentir como si pudiera volar".
Kyle frunció el ceño al escuchar esto, preguntándose porque Sam estaba
compartiendo esto con él cuando Sam normalmente contaba muy pocas cosas
personales. "¿Que le ocurrió?"
Un triste y lejana mirada cruzó la cara de Sam. "Yo, principalmente. Nunca le dije lo
que sentía por ella. Tenía más o menos tu edad y trabaja para la CIA todo el
tiempo. Me preocupaba tomar una esposa. Me preocupaba que me mataran o que
ella pudiera estar en peligro. De cualquier forma, sabía que no estaría en casa
mucho para estar con ella. No creí que fuese justo para ella casarnos y tener que
largarme a una misión tras otra mientras ella se quedaba atrás ocupándose de los
niños"
Atravesó a Kyle con una sombría, significativa mirada. "Nunca paro de pensar que
hubiera ocurrido si yo no hubiese 'muerto'."
"¿Qué quieres decir?"
"Bueno, en ese tiempo me quedaban catorce años de servicio activo antes de que
me enviaran tras un escritorio o me retiraran. Catorce años parecían toda una vida
cuando yo tenía veintiocho. No me pasaba por la cabeza que pasaría muchos más
de esos años solo, preguntándome que me habría ocurrido si le hubiese pedido
que se casara conmigo". Sam alargó la mano y rascó las orejas de Roscoe. "Pero
está bien. Tengo a Roscoe aquí para hacerme compañía en mi vejez"
Kyle miró al hombre y su perro, y en ese instante vio un futuro muy claro para él.
Uno que no quería contemplar jamás.
"Gracias, Sam".
Sam asintió y le dio un trago a la cerveza que le había ofrecido a él. "No cometas
mis errores Kyle. Ve encuentra a tu mujer y dile lo que significa para ti"
Kyle salió zumbando del hotel hacia el otro lado de la isla.
Tenía un destino esperándole y contra viento y marea, él iba a encontrarlo.
Al menos eso es lo que él pensaba. Sobre las cinco en punto Kyle supo que estaba
sin esperanzas.
Marianne no estaba en ningún sitio en la isla. En ningún sitio.
Había registrado cada lugar en el que pudo pensar. Cada esquina, cada ranura.
Era como si se hubiese esfumado de la faz de la tierra. Por supuesto, ninguno de los
ayudantes o actores del otro lado lo ayudarían. Demonios, apenas le hablaban
después de los problemas que él les había ocasionado mientras intentaban
encontrarla y los había espantado.
Parecía que ellos pensaban que el giro que habían dado los acontecimientos era
justo.
Uno de los pequeños bastardos incluso se había reído cuando le preguntó si la
había visto.
Estuvo bien. Paró de reírse en el mismo minuto que Kyle le pinchó los neumáticos a
tiros.
A las cuatro y media encontró finalmente a Aislinn Zimmerman en el hotel de
Marianne, dando los informes pertinentes a la plantilla sobre su nueva invitada,
que llegaría dentro de pocas semanas. La pelirroja le había leído de inmediato la
cartilla por hacerle polvo la única y sola fantasía que su hermano le había confiado
para que la llevara adelante ella sola.
"¿Quieres a Marianne?" le preguntó bruscamente "Entonces encuentra a mi
hermano. Lo último que supe es que ella volaba en su avión privado de vuelta a la
civilización"
Kyle había ido inmediatamente a la pista de aterrizaje, solo para encontrase con
que Wulfgar Zimmerman hacía rato que se había ido.
Lo que significaba que Marianne también.
¡Maldita sea!
Frustrado y cansado, Kyle caminó el largo trayecto de vuelta a su lado de la isla. No
se paró a decirle adiós a Sam, aunque lo haría. No podía enfrentar al viejo justo
ahora.
Por lo que pasó de largo el hotel y se dirigió derecho a la pista privada que ellos
usaban y que no estaba tan lejos de donde había estado escondido con Marianne.
Su garganta se tensó con ese pensamiento.
Retter estaba plantado al lado de un pequeño y lujoso jet, esperándole.
"Justo a la hora".
"Quédate lejos de mí, Retter. Con el humor que tengo, podría matarte."
"¿No has tenido suerte, eh?"
"Cierra el pico"
Retter dio unos pasos al lado para que Kyle pudiera alcanzar los escalones del
avión.
Kyle le dijo hoscamente mientras se detenía al pasar a su lado. "Realmente te odio
por esto. ¿No podías haberme dado veinticuatro horas antes de que vinieras a
destrozarlo?"
"¿Hubiera sido suficiente?"
No, no habría sido. Nada habría hecho más fácil pasar este trago. Empujando a
Retter a un lado, Kyle subió los escalones y agachó la cabeza para entrar en el
avión.
Retter estaba solo unos escalones detrás.
Vio a Reno en la cabina de mando, llevando el casco de piloto, esperándolos.
"Así que ¿Qué hiciste con ella?" preguntó mientras tomaba asiento delante, no
muy lejos de Reno.
Retter se encogió de hombros mientras se sentaba en la fila enfrente de él. "Hablar
con ella un rato. La encontré fascinante"
Kyle se enfureció con sus palabras. "No hables así de ella. Es demasiado buena para
ti"
"Ella es demasiado buena para ti " se la devolvió Retter.
Kyle no dijo nada. Era verdad.
Aún eso no atenuaba el dolor que sentía.
Reno empezó a hacer el plan de vuelo.
En ese momento Kyle supo lo que necesitaba hacer.
Se levantó. "Reno", dijo mientras se acercaba a la cabina. "Quiero que nos lleves a
Peoria"
La mandíbula de Reno se aflojó. "¿Perdón?"
"Me has oído"
"No puedo hacer eso, mi hermano. Joe te quiere en casa."
"Que se joda Joe y lo que quiere"
"Basta" dijo Retter, moviéndose para colocarse detrás de él. "Creo que necesitas
tener un tono más civilizado, tio. ¿Tienes idea de cuanto nos ha costado ya tu
"cita"? Hay países con un PIB más pequeño que el coste que tú has gastado en
Marianne, Y ahora ¿quieres que llevemos tu culo a Peoria?"
"Perfecto" dijo Kyle muy enfadado. "Reservaré el vuelo cuando aterricemos en
Nashville y viajaré desde allí."
Retter sacudió la cabeza. "¿Estás loco? Joe te prenderá fuego por esto"
"Entonces déjalo"
La cara de Retter se endureció. "Piénsalo durante un minuto Kyle. Lo perderás
todo. ¿Vale la pena?"
No tuvo ni un momento de duda. "Ella vale más que cualquier cosa del mundo para
mí"
Para su sorpresa, Retter dio un paso atrás y sonrió.
A los tres segundos alguien arrancó la puerta trasera de emergencia y una bomba
de humo fue lanzada al pasillo.
Antes de que Kyle pudiese alcanzar su arma, un pequeño soldado vestido todo de
negro tropezó al cruzar la puerta llevando un M-16.
Ella se detuvo en la entrada y miró boquiabierta el avión. "Guau, esto es realmente
precioso"
Kyle sonrió en el mismo instante que reconoció aquella voz tan poco fiera. Sin
mencionar que reconocería aquel cuerpo en cualquier lugar, incluso cuando estaba
adornado con un uniforme que no le sentaba bien y la cara cubierta de pintura
negra.
Era Marianne.
Y ella iba acompañada por otro soldado que reconoció como Dieter, también
vestido con el equipo completo militar. "Terroristas" le susurró Dieter bastante
fuerte, "el rehén, ¿recuerdas?"
"Oh, si" dijo ella sujetando su arma y mirando fieramente, o tan fieramente como
una profesora de instituto podía mirar. "Que nadie..." Empezó a toser por el humo
mientras se movía a través de él.
Dieter la golpeó suavemente en la espalda y la empujó suavemente fuera del
humo. "Está bien. Respira profundamente"
Marianne tosió una cuantas veces más y asintió. "No..." Tosió más.
"Ella dice que no os mováis" Terminó Dieter por ella.
Ella se encaminó hacia Kyle, solo para pararse en el instante en que su arma se
quedó atascada entre los dos asientos a ambos lados del pasillo. Ella gritó cuando
se golpeó con el arma.
"Esa cosa no está cargada ¿verdad?" preguntó Kyle a Retter.
"Diablos, no. Te dije que estuve todo el día con ella. La última cosa que quisiera es
morir abatido por fuego amigo".
Dieter la ayudó a desengancharse.
Retter levantó las manos.
"¡Tú!" dijo Marianne, moviendo a Retter a un lado con su arma. "Apártate de mi
camino o te volaré la cabeza"
"Si, señora" Retter se movió hacia Reno.
Marianne dio otro paso adelante con su arma un poco más arriba esta vez. "Soy
Ren Winterbourne, agente secreto, y....mmm....mmm...mmm" Ella se detuvo,
pensando. "Esperen un segundo...soy Ren Winterbourne, agente secreto, y..."
"¡Y he venido por el rehén!" gritó Reno.
Kyle se giró para ver a Reno en la cabina de mando con una copia del libro de la
fantasía de Marianne.
Marianne dio un paso hacia él, pero Dieter la cogió y le mostró como caminar por
el pasillo sin quedarse enganchada con el arma entre los asientos.
"Moveros, cerdos" Reno le sopló de nuevo.
Kyle miraba a Marianne mientras ella se dirigía hacia él. No podía quitarle los ojos
de encima.
"Hey" dijo Reno alzando la voz. "Moveros, cerdos. Esta es la parte donde hacéis
que los terroristas se tumben en el suelo y los atáis. "
"Gilipolladas." Dijo Retter. Esta es la parte donde ella le dispara al piloto"
"Nein" Dieter se unió moviéndose hacia los otros dos. Sacó una copia del libro de
su bolsillo trasero y lo abrió por la página marcada. "Te hace tumbarte Retter,
comerte el suelo. Lo dice justo aquí. Tienes que tumbarte"
"Si, y esta es la parte donde te envío de vuelta a Pakistán, Adolph. No voy a besar el
suelo por nadie".
"No soy Adolph, soy Dieter."
Kyle era solo consciente vagamente de los otros discutiendo sobre el libro. Su
atención estaba completamente en la mujer que tenía delante.
"¿Ibas realmente a volar a Peoria?" le preguntó ella.
"Bueno, si. Pensé que era donde estaba tú. Aislinn me dijo que ibas en el avión de
Wulfgar".
Ella sonrió. "De hecho lo estoy. Ambos lo estamos."
Kyle le dio un vistazo al lujoso jet. No había notado que estupendo era antes.
Debería haberse dado cuenta en el momento en que entró.
Pero Marianne siempre tenía una forma de distraerlo desde que la conoció.
"Ya sabes" dijo despacio "Yo siempre quise ser la heroína del libro."
"Cómico, yo solo quiero a la mujer que está leyendo el libro"
Ella le sonrió y la ingle de él dio una sacudida.
"Entonces, ¿como acaba la historia?" le preguntó él.
"¡La besas capullo!" dijeron los tres colegas a la vez.
"¿No ha leído él el libro?" preguntó Dieter, "aquí dice..."
"Cállate Dieter" dijo Retter bruscamente. "Creo que deberíamos dejarlos solos".
Riéndose, Marianne corrió a sus brazos y lo abrazó muy fuerte. "
"Termina como todos los buenos romances. Vivimos felices para siempre".
FIN