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BAD TO THE BONE – Sherrilyn Kenyon

PRÓLOGO

Marianne Webernec era completamente del tipo medio a la edad de 30, y por eso
quería desesperadamente ser extraordinaria.
Excepcional. Espectacular.
Por una vez en la vida ella quería ser la heroína en una de las novelas de Rachel Fire
que ella engullía tan pronto cómo eran publicadas. Ser alta, delgada, y
devastadoramente bonita. La clase de mujer que los hombres de cualquier sitio
ambicionan. La clase de mujer que entraría en una habitación y los hombres se
pelearían solo por una de sus sonrisas.
Pero lo que ella era, incluso después de maquillarse, era una simple 1’60-talla 42
mujer con el pelo medio castaño que estaba recogido atrás de su redonda cara
para caer justo por debajo de sus hombros. Tenía ojos que eran de un soso marrón,
no ámbar, ni salpicados con nada inusual o que mereciera la pena notarse. Sus
pechos eran demasiado pequeños, sus caderas demasiado anchas, y sus pies
estaban apretujados en las estrechas puntas de sus zapatos de tacón alto.
Ella era…
Del montón.
Dolorosamente, deplorablemente del montón.
“Creo que te estás quedando pasmada", pensó.
Marianne miró sobre su hombro para ver a Aislinn Zimmerman mirándola. Aislinn
era todo lo que ella quería ser. Rica, delgada cual modelo, con un pelo largo, rizado
y rojo, uñas perfectas de manicura, y grandes y brillantes ojos verdes que parecían
resplandecer.
Aislinn era absolutamente tan bonita cómo su tocaya de la novela romántica
favorita de la madre de Aislinn, El lobo y la paloma.
Marianne se había pasado la vida entera odiando a mujeres parecidas a Aislinn.
Estaban por todos lados. En la televisión, revistas, y en las páginas de los libros que
a Marianne le encantaba leer. Libros donde la maravillosa, espectacular heroína
conseguía al maravilloso, espectacular héroe.
Ellas eran siempre un recordatorio innecesario al final del día, de que Marianne
Webernec nunca sería una de ellas.
Ella siempre sería una del montón. Una interferencia en la parte de atrás de un
mundo que estaba totalmente ajeno a su presencia no importaba cuanto anhelara
que fuera de otra manera.
“Gracias” se dijo Marianne sin convicción, sabiendo la verdad en su corazón. Pero
estaba bien.
Porque durante los próximos minutos ella iba a caminar a través de la puerta
detrás de Aislinn y se iba a convertir en lo que siempre quiso ser…
Un agente de la CIA encubierto persiguiendo al malvado súper-villano quien se
convertiría en un buen tipo intentando descubrir al hombre que asesinó a su
hermano.
Ok, la trama era un poco cliché, incluso un poco trillada. Pero Marianne adoraba el
libro de Rachel Fire “Peligro en la noche”. Lo había leído tantas veces que su
ejemplar en casa estaba en pedazos apenas pegados con cinta adhesiva.
Durante los últimos cuatro años, ese libro y su héroe Brad Ramsey habían vivido en
su corazón y en su mente. Él era el hombre con el que soñaba ser seducida cada
noche cuando cerraba los ojos.
Había lamido cada pulgada de su divinamente masculino cuerpo desde la cabeza a
los pies, y había hecho que él suplicara clemencia. Habían hecho el amor en todos
los sitios desde las playas del Caribe hasta las nevadas cumbres de Moscú.
En su mente lo había cabalgado rápida y furiosamente, y lo había hecho suyo.
Oh, ser realmente la heroína del libro, Ren Winterbourne.
La seductora, sofisticada agente, mujer de mundo, que sabía todas las formas
posibles de hacer a un hombre suplicar por su caricia.
Ren nunca dudaba de sí misma. Ella siempre sabía exactamente lo que quería y
cómo conseguirlo.
Marianne estaba todavía buscando su lugar en el mundo. Y cuando se tropezaba
con los hombres, nunca había forma de entenderlos. Eran completamente bestias
alienígenas.
Ella suspiró nostálgicamente. Su vida entera era un manual de lo que podría haber
sido. Si solamente ella hubiera sido más elegante, si hubiera sido más alta, si
hubiera sido más guapa….
Pero no lo era.
Su madre le había dicho una vez que la vida era simple aceptación. Lo que ella
necesitaba era estar contenta con lo que le había tocado y agradecida que no
hubiese sido peor.
Empezando en ese mismo instante, Marianne iba a hacer caso del consejo de su
madre.
Mayormente.
Ella iba a salir por esa puerta y….
Tropezar, conociéndose…
“¿Tengo que llevar los tacones?” preguntó a Aislinn, levantando su pie en dirección
a la bonita pelirroja mientras flexionaba su tobillo.
Algunas cosas se hacían mejor con los pies en el suelo. Especialmente cuando la
última cosa que Marianne quería era sentirse avergonzada. “Yo no soy realmente la
clase de persona de tacón-alto. Yo soy más la clase de persona “tropezaré-y-
torceré-mi-tobillo”.
Aislinn se rió. “Seguro. ¿Qué te gustaría?”
“¿Cualquier cosa plana y negra?”
Aislinn abrió su elegante teléfono celular plateado y apretó un botón. “Hola Gwen,
a la Srta. Webernec le gustaría algo seleccionado de los zapatos planos negros que
vaya con su vestido corto color óxido. Tiene una talla ocho mediana…Gracias”.
Aislinn cerró el teléfono. “Dale diez minutos y nos traerá una pila de cajas”.
Era bueno ser reina.
Al menos durante un día, o en este caso, un mes entero. Marianne sonrió con este
pensamiento.
Un mes completo siendo complacida y mimada. Consiguiendo todos sus deseos sin
una queja.
Oh, si, olvidar a Julia Roberts en Pretty Woman. Esto realmente era muchísimo
mejor.
Después de todo, Marianne Webernec, la mari del montón profesora de instituto,
estaba a punto de partir hacia el Campamento de Sexo.
CAPÍTULO UNO

Kyle Foster estaba tumbado detrás de un pequeño grupo de autobuses, vigilando el


gran barracón que permanecía protegido en la arena-su último objetivo.
Hacía tropecientas horas que todos los explosivos estaban preparados. Sus
temporizadores fijados. La playa estaba silenciosa con un suave viento procedente
del nordeste que traería la metralla y escombros a una mínima distancia, directos a
la vacía laguna.
Él estaba mirando la cuenta atrás en su reloj, esperando que algo aliviara su
extremo aburrimiento.
Había pensado que sería una bien colocada, perfectamente ejecutada explosión.
No lo fue.
A quince segundos y contando, vio venir el desastre cuando una desconocida,
inesperada civil salía lanzada fuera de la pequeña área boscosa cerca de el
barracón.
Kyle soltó una maldición. No había forma de parar las explosiones, y él no se
atrevía a gritarle a ella.
Los malditos civiles nunca obedecían las órdenes correctamente. En lugar de hacer
lo que se les pedía, ellos invariablemente asumían la posición de un ciervo
deslumbrado y preguntaban, “¿Qué?” Lo cual estaría seguido por el más
enervante. “¿Por qué?”
Para entonces sería demasiado tarde.
Si él decía “bomba”, ella gritaría y probablemente correría derecha a la explosión,
era la Ley de Murphy.
Estaba fuera de tiempo.
Entrenado para el combate y siempre preparado para luchar, Kyle se lanzó desde
su posición encubierta para interceptarla antes de que ella se acercara más.
Continuó mentalmente la cuenta atrás en su cabeza mientras corría a toda
velocidad hacia ella…
Marianne nada más vio una imagen borrosa de reojo. Al segundo ella se dirigía de
cabeza hacia un pequeño castillo de arena que parecía cómo si alguien lo hubiera
construido cuidadosamente, cuidando el detalle. Lo siguiente fue que algo enorme
la agarraba entre sus brazos y salía corriendo con ella.
Sin aliento por el shock y el notar dos brazos extremadamente fuertes
transportándola mientras el hombre corría a través de la playa, a penas tuvo
tiempo de protestar ya que los dos volaban en dirección opuesta al castillo.
Justo cuando alcanzaron el sendero que ella había estado siguiendo, escuchó un
seco “click”.
El hombre sin soltarla se lanzó sobre el suelo y rodaron bajo algunos autobuses
mientras una enorme explosión rasgaba el aire. La tierra bajo ellos tembló.
Se quedó sin aliento en la caída, y el pánico brotó en su interior.
Una lisa pared de músculos cubría su cuerpo de nuevo cuando algo empezó a caer
sobre la arena alrededor de ellos. Ella estaba abrumada por el combinado de la
fragancia del “bruto”, la cálida piel masculina, y el champú Refinamiento.
Marianne instintivamente se cubrió la cara hasta que la “lluvia” paró.
“¿Qué porras ha pasado?” preguntó, su corazón martilleando mientras ella miraba
a través de sus dedos.
El hombre tumbado encima de ella levantó la cabeza y la miró.
Marianne se quedó boquiabierta.
En toda su vida no había visto nada como él. Sus ojos eran brillantes y azules.
Electrizantes y llenos de malicioso peligro. Le recordaron a los chicos de sus clases
cuando estaban planeando alguna diablura juvenil.
Sólo que no había nada de niño en el hombre que se alzaba sobre ella. Obviamente
en sus treinta y tantos, su cara era bastamente atractiva, con angulosos pómulos y
la barba de al menos un día en sus mejillas.
Él era incluso más guapo que el actor que interpretaba a Brad Ramsey.
Y sentir su largo y duro cuerpo cubriendo el suyo…
Era el cielo. Puro cielo.
Él le dio un ardiente vistazo a su cara y cuerpo antes de ofrecerle una maliciosa
sonrisa que podría pertenecer a la peor clase de libertino de la Regencia. Por no
mencionar el hecho de que su cintura se encontraba entre sus piernas, y ella notó
una repentina protuberancia presionando contra ella íntimamente. Lo que le dejó
saber que no era un hombre de proporciones pequeñas. Y que no estaba
completamente desinteresado en ella.
Todo lo que ella podía hacer era no gemir de placer.
“Hola”. Su voz profunda sonaba asombrosa al saludar.
“Hola” contestó bastante poco convincente.
Kyle intentó recordar que le había preguntado la mujer hacía un segundo, pero
todo lo que realmente podía pensar era en el ligero hoyuelo que ella tenía en su
mejilla izquierda. Ella lo mostraba mientras fruncía el ceño.
Por no mencionar el hecho que ella se acoplaba malditamente bien debajo de él.
La tira de su blanco top había caía de uno de sus hombros, dejándolo desnudo y
parecía señalar donde tocar y besar la suave piel mostrada.
Sus oscuros ojos marrones eran cálidos y amistosos con una saludable dosis de
desconfianza en ellos. Tenía el pelo liso y brillante que caía alrededor de la cabeza,
sobre la arena. Era la clase de pelo con el que un hombre soñaría deslizándose
entre sus manos. La clase de pelo que a un hombre le gustaría sentir golpeándole
en su pecho mientras la mujer a quien pertenecía se montaba sobre él,
restregando su cuerpo contra el suyo hasta que los dos se corrieran.
Le costó cada onza de control que poseía no frotar su hinchada, dolorosa ingle
contra ella y soñar con hundirse profundamente en el interior de su caliente,
húmedo cuerpo.
Oh, si, él quería un trozo de esta mujer. Saborear un poco sus exuberantes, suaves,
curvas femeninas.
“¿Quiere…uh…quitarse de encima ahora?”, preguntó ella, su voz sonaba un poco
fastidiada.
“La verdad es que no”, contestó él con sinceridad. “Estoy de maravilla aquí”. Más
de lo que se atrevía a admitir incluso a sí mismo.
Y se encontró de repente mirando fijamente la piel desnuda de su hombro que no
parecía revelar un tirante de sujetador.
¿Estaba desnuda bajo aquello?
Su verga se tensó incluso más con el pensamiento de sus pechos desnudos al aire
sólo empujando un pequeño trozo de tela. O cogiendo uno de ellos con su boca y
succionando su punta mientras ella enterraba sus largos y gráciles dedos en su
pelo.
Marianne arqueó una ceja a la inesperada respuesta del hombre e inclinó la cabeza
y lo miró. Ella no estaba segura si esto era parte del paquete completo de su
fantasía. Con lo de la explosión y todo eso, era posible que fuera uno de los actores
que estaban interpretando su novela.
Pero Rachel Fire no había escrito una escena sobre un castillo de arena que
explotaba.
Además, hubo una escena hacía pocos días donde ellos volaban una cabaña, por lo
que el hombre quizás había estado practicando.
De cualquier forma, él era un bomboncito. Guapísimo de hecho. Su cuerpo
oscuramente bronceado tenía la definición de una musculatura de atleta. Una
musculatura que suplicaba a las mujeres que la recorrieran con sus manos.
“¿Usted siempre arrolla a una mujer de esta manera y la lanza al suelo?”
Él se rió de eso, un cálido, rico sonido que la hizo en verdad estremecerse. “No.
Tengo que decir que esta es la primera vez. Pero dado cómo parece haberse
desarrollado, podría ser un hábito.” Él le hizo un guiño, entonces se echó hacia
atrás lentamente y le tendió la mano cómo para estrechársela.
“Kyle Foster”, dijo.
Hmm, ninguno de los nombres del libro. Quizás era uno de los extras que habían
contratado para actuar como soldado.
“Marianne Webernec”, dijo automáticamente mientras estrechaba su grande,
callosa mano y hacía lo imposible para no pensar qué se sentiría teniéndola
agarrada a su pecho o tener aquellos largos y masculinos dedos hundidos
profundamente en su cuerpo.
Él tenía unas manos preciosas. Manos poderosas. Fuertes y viriles, la atraían para
hacerle toda clase de las mejores cosas.
“Oh, espere” dijo, intentando distraerse de aquellos pensamientos. “Se supone que
yo soy Ren Winterbourne. Perdone, lo había olvidado”.
Él frunció el ceño con sus palabras. “¿Qué eres tú? ¿Un agente federal o algo?”
“Algo, definitivamente algo.” Ella empezó a alzarse sobre sus pies.
Kyle la ayudó a levantarse con una fluidez que sobrecargó sus hormonas y la hizo
anhelar la fuerza de su cuerpo en su interior hasta que se derritiera de placer.
¿Qué tenía este hombre que la hacía querer hacerlo con él allí mismo en la playa?
Ella no había sido sexualmente descarada antes, pero algo en Kyle Foster la hacía
estar deseando desesperadamente rasgar esa ceñida camiseta y poseerlo tanto si
él quería cómo si no.
“Tú debes ser de la otra parte de la isla”, dijo con una voz claramente masculina.
La soltó demasiado rápido, y a ella le dolió la pérdida del calor y cercanía de su
cuerpo. La había calentado más que el sol directo.
“Uh-oh. ¿Realmente vine tan lejos? Me dijeron que se suponía que no tenía que ir
muy lejos. ¿He terminado al final en la parte privada?"
“Si, pero no pasa nada. Soy el único que está aquí ahora.” Él dio un vistazo a la
vacía playa. “Estaba siendo puñeteramente aburrido hasta ahora”.
“Háblame sobre eso. Para unas vacaciones de fantasía, ha sido bastante soso
comparado con lo que yo esperaba”.
El interés chispeó en lo profundo de aquellos ojos azul eléctrico. “¿Qué es lo que
esperabas?”
Marianne sofocó una sonrisa. Había estado esperando algo en la línea de un
semental cómo Kyle Foster entrando en su vida y follándosela noche y día hasta
que no pudiera moverse, mucho menos andar.
Marianne se mordió el labio inferior con este pensamiento y bajó la mirada a la
blanca arena para que él no viera la vergüenza que tenía.
“No lo sé”, dijo con un pequeño encogimiento. ¿Algún hombre atractivo
lanzándome al suelo y salvándome de una inesperada explosión?”
Kyle rió de nuevo. No sabía por qué. Normalmente él era de lo más serio. Su
compañero de algunas ocasiones, Retter, a menudo comentaba el hecho que la
cara de Kyle se congelaría si él hacía algo más que forzar media sonrisa.
Pero algo en esta mujer lo hacía sentirse…
Bueno…
Una clase de mareo. No había otra palabra para ello. Y él realmente odiaba el
sonido afeminado de la palabra. Mareo y Kyle Foster iban juntos lo mismo que una
cobra y una mangosta.
Él debía haber estado más aburrido de lo que sospechaba. Ella no era
deslumbrante o incluso bonita. Le recordaba a la chica tipo vecina de al lado.
Una mujer que no habría llamado para nada su atención, y aún así se encontraba a
sí mismo admirando la forma en que sus luminosas, pequeñas pecas besaban la
piel sobre el puente de su nariz.
Incluso más sorprendente era el deseo que él tenía de probar cada una de aquellas
pecas con su lengua. Besar, atormentar cada una y ver cuantas más podía ella
tener en otras, más provocativas áreas de su cuerpo. Cómo aquellos cremosos
muslos que estaban virtualmente escondidos por sus pantalones cortos de un soso
color habano. Muslos que estarían mucho mejor desnudos y rodeando su cuello…
Marianne se sintió de repente torpe cuando se dio cuenta que la camiseta que Kyle
llevaba exponía más de su musculoso pecho de lo que ocultaba. Por supuesto,
hecho de la forma que estaba hecho, necesitaría varias capas de suéter y un
pesado abrigo para disimular semejante cuerpo.
Él le recordaba a un defensa. Uno con un extremo muy duro.
Era fabuloso todo él. Desde la punta de su pelo marrón oscuro cómo besado por el
sol hasta la punta de los dedos de los pies en sus rozadas botas moteras de piel
negra.
Ella frunció el ceño cuando se percató de esto.
“¿Quién lleva botas en la playa?” preguntó inesperadamente.
Él bajó la mirada a sus pies. “Nunca he pensado sobre eso. Adivino que no es lo
corriente ¿Eh?”
Ella le sonrió. “Eso me dice que no pasas mucho tiempo en la playa”.
“No realmente. Estoy aquí tras una extrema protesta. ¿Y tú?”
“Soy la ganadora del mes”
Él frunció el ceño cómo si no tuviera ni idea de lo que ella estaba hablando.
“Ya sabes”, dijo ella, “¿La ganadora de la Lotería de la Heroína Escondida? Soy la
que han elegido esta vez.”
“Ah”, dijo él, cabeceando. “Bueno ¿y cómo va?”
Girando un mechón de su pelo, ella se encogió de hombros. “Va, supongo. Más mal
que bien, pero supongo que nada es perfecto.”
“Y ahora ¿por qué dices eso?” Él señaló el vibrante cielo azul con su pulgar. “Sólo
da un vistazo a este cielo azul. Es perfecto. Un día fabuloso. Tienes toda una playa
por la que corretear, las olas rompiendo. Maldición, hasta puedes oír el gorjeo de
los pájaros.”
“¿Por qué es que estabas haciendo volar un castillo de arena?”
Le obsequió con una sonrisa culpable que hizo que sus rodillas temblaran.
“Bueno, de acuerdo, nada es perfecto”.
Marianne se pasó la lengua por los labios mientras lo miraba enganchar sus
pulgares en los bolsillos delanteros de sus vaqueros. Él tenía una postura muy viril.
Una de poder, cómo la de una sinuosa bestia merodeando en la playa esperando
un bocado sobre el que abalanzarse.
Cómo le gustaría a ella ser ese bocado.
“Entonces”, dijo alargado la palabra, “¿Haces eso a menudo? ¿Explotar castillos de
arena?”
“Solo si vale la pena”. Él miró atrás al agujero en la playa donde había estado el
casillo. “Ese, desafortunadamente, fue mal. Fatal”
Ella se tapó la cara mientras sonreía de nuevo. “Adivino que debería haber
permanecido serena y quietecita entonces ¿Eh?”.
“¿Marianne?”
Ella se encogió al sonido de una voz de “semental” que le llegaba a través de los
árboles del otro lado del camino. El actor era extremadamente atractivo, pero
parecía pálido y casi femenino al lado del hombre que estaba frente a ella.
“Adivino que necesito continuar”, dijo de mala gana.
Empezó a caminar alejándose de Kyle, pero él cogió su mano con la suya. La
impresión de ese agarre como el acero en su piel hizo que su cuerpo entero
ardiera.
Antes de que se diera cuenta de lo que él iba a hacer, él tiró de ella y la apoyó
contra su duro cuerpo y bajo su boca sobre la de ella.
Marianne gimió con el sabor de sus labios mientras la lengua de él exploraba su
boca, moviéndose diestramente dentro y fuera. Eso la dejó sin aliento y débil. Ella
se asió a aquellos amplios, musculosos hombros mientras sentía el fuego
palpitando entre sus piernas. Un fuego que la hacía humedecerse y deshacerse por
este hombre.
Sus músculos se flexionaron bajo sus manos, avivando su apetito todavía más.
Cómo deseaba ella estar tocando su bronceada piel, clavando sus dientes por todo
ese exuberante, fabuloso cuerpo viril.
Kyle gruñó de tan bien que ella le sabía. Entonces supo instintivamente que ella se
dejaría.
Su polla se endureció hasta el punto de resultar dolorosa mientras imaginaba
como se sentiría tumbándose sobre ella en la arena y pasando las horas siguientes
viéndola correrse por él una y otra vez mientras se deslizaba dentro y fuera de su
aterciopelado y húmedo calor.
Había muy pocas cosas en la vida que a él le gustaran más que la visión de una
mujer perdida en medio de un orgasmo. El sonido de sus gritos de placer mientras
él provocaba y paladeaba los últimos temblores de su cuerpo.
Y esta era una mujer que él podría saborear desde ahora hasta el fin de los
tiempos....
“¡Marianne!”
Él no quería dejarla ir, por otro lado, nunca había sido la clase de tipo que daba una
representación con público, menos dada la forma en que ella lo encendía, la clase
de mujer que apreciaría sus intentos de ampliar sus horizontes en ese campo.
De mala gana la soltó.
Maldición. Kyle no dijo nada mientras miraba al imbécil – que tropezó en el cráter
del castillo mientras cruzaba por la arena – llevarse a su mujer.
Él miró al ennegrecido agujero de la playa.
Objetivo número uno había sido destruido.
Objetivo número dos...
Ella tendría que ser conquistada.
Por primera vez en un mes sintió el familiar subidón de adrenalina surgir.
Por fin tenía una misión.
Marianne Webernec y su dulce boquita que le había sabido a miel.
A penas la había saboreado y ya estaba colgado. Y él no era la clase de hombre que
quedaba convenientemente satisfecho una vez que se había estimulado su
curiosidad.
Demonios la curiosidad, su cuerpo entero estaba encendido, y él no iba a parar
hasta que probara mucho más que sus labios.
De ningún modo. Antes de que él terminara con ella, conocería cada diminuta
parte de su cuerpo y todas y cada una de las formas de hacerla gritar de placer.
Kyle sonrió con ese lascivo pensamiento.
Era un desafío que él iba a paladear muy bien.
CAPÍTULO DOS

"Hey, Sam", le dijo Kyle al hosco hombre de detrás del mostrador de conserje
cuando entró en la recepción del pequeño y lujoso hotel donde él se había
quedado literalmente contra su voluntad.
Desde que Kyle había sido herido cumpliendo su deber (suponían que seis veces-
cinco balas habían sido extraídas y había discusión sobre que había causado la
sexta herida). Su jefe había decidido que necesitaba unas vacaciones en el hotel
que la agencia poseía en una remota y privada isla perdida en medio del Atlántico.
Kyle pensó que las seis semanas de "vacaciones" eran completamente
innecesarias, pero Joe había insistido, y nadie jamás había intentado discutir con
Joe Q. La gente pronto se daba cuenta que era mejor intentar mover una montaña
que conseguir que Joe cediera una pulgada.
Así que aquí estaba, un altamente entrenado agente de operaciones especiales,
aburrido, curado, y deseando largarse, solo para encontrarse con que Joe se reía de
él cada vez que llamaba y suplicaba que un avión lo sacara de la isla de los cojones.
Al menos hasta hacía veinte minutos, cuando el destino finalmente le había
sonreído.
De repente el pensamiento de la próxima semana parecía prometedor. Kyle paró
en el mostrador donde Sam estaba sentado agarrando una cerveza por el cuello de
la botella y apoyándola sobre su rodilla mientras miraba un partido de los Lakers en
la ESPN. En sus cincuenta y tantos, Sam parecía la viva imagen de un robusto
escocés. Tenía una complexión ruda y una cara ancha, seria, sobre la cual había una
gruesa, rebelde y revoltosa melena de pelo blanco. Llevaba gafas con montura
negra que continuamente se deslizaban por su ancha nariz y que constantemente
él volvía a colocar.
Pero lo más interesante sobre él era su compañero Roscoe. Un viejo basset,
Roscoe tenía mucho más carácter que cualquier otro perro que hubiese conocido
Kyle. Y aunque fuera raro a Kyle le gustaba mucho más el perro de lo que le
gustaba Sam.
Kyle esperó en el mostrador y esperó respetuosamente a una pausa comercial
antes de interrumpir al manager del hotel. "Dime algo, Sam. ¿Qué hay al otro lado
de la isla y por qué se supone que yo no puedo ir allí?"
Sam se encogió de hombros mientras miraba la pequeña televisión. Tomó un
pequeño trago de cerveza antes de contestar. "Esos bichos raros de esa
publicación, Libros Rose. Tendrías que preguntarle a Joe para más detalles. Él es
quien alquila esa parte de la isla a esa gente para que podamos hacer
entrenamiento encubierto., o en tu caso operación R y R (restringida). Creo que él
conoce al propietario de la casa de publicación o algo así."
"¿Sabes que pasa por allí?"
"Si, y es tan espeluznante que todos se largan"
"¿Espeluznante cómo?"
"Es un Campamento Sexual"
Kyle se bloqueó con la inesperada respuesta. "¿Qué?"
"Un campamento Sexual", repitió Sam simplemente, cómo si no hubiese nada
inusual en el nombre. "Ellos tienen todas esas mujeres que leen esos libros
románticos, y cada pocos meses o así una de ellas gana un viaje hasta aquí para
vivir su novela de fantasía, y ellos montan todo este gran show con la ganadora".
Sam colocó sus gafas en el sitio. "Te hace querer saber que es lo que hay en las
novelas románticas que las mujeres leen. Yo he leído a Tom Clancy durante años, y
todo lo que sale son submarinos e historias de guerra." Él resopló. "Yo nunca habría
tenido el sueño de correr por los bosques con un puñado de marineros e intentar
tumbarlos al suelo. "¿Entiendes lo que digo?".
Realmente no. Sam tenía el mal hábito de no ser siempre lógico. "¿Perdón?"
preguntó Kyle.
"Escucha", Sam continuó mientras acariciaba despreocupadamente la cabeza de
Roscoe. "Un consejo, hijo, debes llevar mucho cuidado de no caminar por los
alrededores después de oscurecer, más cuando una de las fantasías está en
marcha. No le llaman Campamento Sexual por nada. Les he visto hacer cosas en la
playa que te dejarían ciego. Demonios, algunas no sé cómo son humanamente
posibles".
Kyle era incapaz de cerrar la boca cuando pensaba que Marianne era la última
ganadora. No había manera de creer que su dulce visitante hiciera cosas así.
¿No?
Y sí la había, entonces por todos los diablos que lo iba a hacer con él.
"¿Me tomas el pelo?" le preguntó a Sam.
"Que va, ¿por qué lo haría?" Sam le dirigió una intensa mirada por encima de la
montura de sus gafas. "Tú crees que son mujeres normales cuando bajan del avión,
pero son delirantes ninfómanas astutamente camufladas".
"Gilipolleces".
"No, tio, es la verdad. Ellas bajan del avión pareciendo todas agradables y
normales, y en las veinticuatro horas siguientes ellas se convierten en Debbie,
Does, Dallas o Richard o quienquiera que ellas puedan ser. Es horripilante lo que les
ocurre a esas mujeres" Él señaló a su perro. "¿Ves a Roscoe aquí?" Sólo tiene dos
años. Fue una noche al bosque y ahora míralo. Las travesuras que le hicieron lo
envejecieron veinte años de la noche a la mañana. Y no quiero hablar de los
hombres que traen. No sé donde los encuentran. Pero hay algo en ellos que no
está bien tampoco. Así que yo me quedo en mi lado de la isla tan lejos como puedo
de todos esos locos".
"No te creo".
Sam se encogió de hombros y se giró hacia la televisión a ver el resumen del juego.
"Tú no te lo creas. La verdad es la verdad. Deberías estar aquí cuando están
haciendo uno de sus históricos renacentistas. Nos hacen correr de aquí para allá
disfrazados por si accidentalmente nos topamos con una de sus ganadoras. Es muy
fuerte. Tenemos que decir cosas cómo "milady" y es una mierda. Me siento cómo
un jodido idiota. ¿Puedes imaginarte mi gordo culo en un tutú o con calzas o cómo
quiera que se llamen esas espantosas cosas?" Él lanzó un suspiro de disgusto.
"Estoy hasta el gorro de esas cosas, y su directora Aislinn Zimmeran, intentó una
vez tomar prestado a Roscoe para una escenografía."
Roscoe lloriqueó al oír eso.
"Está bien chico. No te preocupes. El viejo Sam nunca dejaría que abusaran de ti."
Él miró atrás, hacia Kyle. "Ese es el motivo por el que tengo a Roscoe escondido. La
última cosa que necesito es a mi pobre perro quedándose ciego también".
Kyle permaneció allí plantado aturdido por las revelaciones de Sam. Él
simplemente no podía imaginarse a la mujer que había conocido haciendo ese tipo
de cosas. Ella parecía tan pura. Inocente.
No, se negaba a creerlo. Pero todo este montaje exigía más investigación.
Dirigiéndose a los ascensores, decidió que ya era hora de dejarse de tonterías y
hacer lo que mejor sabía hacer.
Investigar, infiltrarse y realizar las acciones que fueran necesarias para conseguir su
objetivo.

TRES HORAS MAS TARDE Kyle estaba sentado tras la silla de su escritorio revisando
sus datos de reconocimiento.
Marianne Webernec era una profesora de instituto de un pequeño pueblo a las
afueras de Peoria, Illinois, cuyo único mérito fue ganar una vez el Concurso de
Deletrear estatal cuando iba al instituto. Ella no había sido nunca la Reina del Año.
Se graduó con buenas notas, sin ser excepcionales. Estuvo en la universidad cinco
años, entonces regresó a su ciudad natal y enseñaba alemán y francés en el
instituto local.
No tenía una multa por ir rápido ni siquiera una multa de aparcamiento. Ni tan
siquiera cuando estuvo en la universidad.
No había mucho aquí que decir salvo que no había nada fuera de lo corriente.
Nada excepto la forma en que su cuerpo había reaccionado durante el momento
en que él la tuvo entre sus brazos. El modo en que había sentido sus duros, tensos
pezones bajo el top de algodón que ella llevaba.
La forma en que su cálida, acogedora boca sabía....
Alguien llamó a su puerta.
Instintivamente Kyle alcanzó su arma y puso los ojos en blanco al darse cuenta de
su acto reflejo. Algunos hábitos era difícil matarlos. Era por lo que Joe lo había
enviado a la isla. No había una maldita oportunidad de que sus enemigos pudieran
encontrarlo aquí. En todo el mundo, este era el único lugar "seguro" que cualquier
agente del BAD tenía.
Bajó su mano de la pistolera.
"Adelante"
La puerta se abrió para mostrar a Sam con Roscoe a sus pies.
"Eh, ¿estás ocupado?"
Kyle giró su silla hacia él. "En realidad no. ¿Qué necesitas?"
"Bueno, después de irte, Roscoe me dio que pensar..."
Kyle arqueó una ceja al oír eso. El viejo tenía una extraña relación con su chucho.
Sam entró y le tendió un pequeño libro. "Envié a Lee al otro lado de la isla para ver
que podía investigar allí por ti, y volvió con este libro. Es lo que ellos están
recreando en estos momentos, así que pensé que podrías querer leerlo para reírte
un rato o algo. Sé que no estás acostumbrado a la inactividad, así que pensé que
podría darte algo que hacer"
Kyle inclino la cabeza hacia él. "Agradecido"
Sam cabeceó, entonces se giró y se marchó con Roscoe a remolque.
Solo de nuevo, Kyle se quedó mirando la blanca tapa con el título Peligro en la
noche y el nombre de la autora, Rachel Fire, grabados en ella. En el lomo estaba
una solitaria rosa roja que era el logo de Libros Rose. Giró el libro y echó un vistazo
a la parte de atrás. La primera cosa que le llamó la atención fue el nombre de la
heroína, Ren Winterbourne, que era cómo se había llamado Marianne a sí misma.
Lo siguiente fue la sinopsis del argumento.
Agentes encubiertos.
Kyle se rió muy fuerte. Era perfecto. Su pequeña profesora de cole soñaba con....
Bueno, con él.
Oh, si, esto era lo mejor. Inclinando hacia atrás su silla, Kyle empezó a leer la
primera página del libro, donde había un corto formulario y una invitación para os
lectores:

¿CUAL ES TU FANTASÍA?
¿Has soñado alguna vez con escapar de todo? ¿Solo por una semana o dos?
¿Has leído alguna vez una novela romántica y pensado.....
y si...?
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Kyle giró la hoja, y la caliente escena de sexo de la primera página fue suficiente
para pararle el corazón y para poner su polla tan tiesa, que dejó de estar
cómodamente sentado.
¡Por Dios santo! ¿Esto era lo que leía Marianne para entretenerse?
¿Que haría entonces su sencilla maestrita para divertirse?

Marianne suspiró cuando "Brad"(Macho-man) sacó su arma de debajo de su


abrigo. Por supuesto, se enredó con el dobladillo y casi la tira, pero una vez que
finalmente luchó por liberarla, él apuntó a los otros.
"Atrás", les gruñó, y sonaba incluso menos que convincente hasta para ella.
Los otros hombres que les rodeaban emitieron gruñidos y gestos cómo de animales
que le recordaron el viejo estilo de los episodios de Batman de la televisión. Ella
casi esperaba que aparecieran corriendo Olga y sus Cosacos en cualquier momento
seguidos de Vicent Price tocando "Cabeza de Huevo".
Todo lo que podía hacer era no reírse.
Era extraño como la idea de esto no le había parecido ridícula cuando le contó a
Aislinn Zimmerman que ella quería ser Ren Winterbourne, pero por alguna razón,
hecho realidad la dejaba sintiéndose una tonta.
"Vamos Ren" dijo Brad, cogiéndola del brazo. "Te sacaré de aquí".
Cómo deseaba que él pudiera hacerlo.
Desafortunadamente todo esto continuaría durante al menos otra semana hasta
que su vida de fantasía finalizara y ella pudiera volver a su casa en Illinois.
¿Quién hubiera dicho jamás que lo estaría deseando?
Alguien por favor que la salve de Brad, el mal actor, y de las pobres almas a quienes
les pagaban para que actuaran dando la imagen de criminales.
Ella medio corría saliendo del edificio con Brad remolcándola de la mano. Esta era
la parte donde Brad en el libro se suponía que la inmovilizaba contra la pared y la
besaba hasta dejarla sin sentido.
En su lugar, Brad corría con ella playa abajo hacia el hotel donde ellos se
hospedaban.
"¿Nos siguen?" preguntó él.
"No", dijo ella sin mirar. En su lote de vacaciones de fantasía, a diferencia del libro,
los tipos malos nunca los seguían realmente. Era cómo si ellos estuviesen
preocupados de herirla y eso que incluso ella había firmado un documento legal
prometiendo no exigir contra los Zimmermans o contra Libros Rose
responsabilidades si ella fuera herida.
Brad paró y se tomó un minuto para recuperar el aliento. Marianne se encontró sin
darse cuenta preguntándose si Kyle estaría resollando como Brad después de tan
corta carrera.
¿Qué tontería era esa? Por otro lado, había sido incapaz de quitarse a ese hombre
de sus pensamientos desde que Brad la "rescató" de él. Especialmente el
maravillosamente terso culo que había estado rogando para que ella lo cubriera
acariciándolo.
Lamentablemente a ella le había faltado el valor de al menos intentar meterle
mano.
Bueno, al menos había conseguido un beso realmente bueno de esta experiencia.
Hmmm... Quizás ella podría alegar un dolor de cabeza y aventurarse al otro lado de
la isla otra vez a la busca del único hombre que le había hecho girar la cabeza
desde que ella bajó del avión hacía tres semanas.
No era que Brad no fuese guapísimo. Lo era. De hecho era casi bello. Pero su
apariencia no la hacía sentirse débil de la forma en que lo hacía el rudo atractivo de
Kyle.
Justo cuando ella iba a lamentar la carencia de fuegos artificiales, un gran objeto no
identificado pasó zumbando sobre su cabeza. De lo siguiente que se dio cuenta fue
que algo explotó a su derecha.
Un árbol cayó.
"¿Qué...?" Brad se giró y se encaró a un hombre con un traje de camuflaje verde.
Sus rasgos estaban oscurecidos por la pintura, el hombre desconocido se movió
hacia Brad y lo tumbó de un golpe, entonces se giró hacia ella, y antes de que
pudiera ver algo claro, él se la cargó al hombro y corrió hacia los árboles.
Tendida sobre él, ella le echó un vistazo a un culo excepcionalmente bonito.
¿Kyle?
La esperanza se instaló en su corazón mientras ellos corrían lejos de los demás.
Marianne no pudo formar otro pensamiento coherente mientras él volaba con ella
a cuestas a través de la densa maleza. Sus hombros no resultaban exactamente
cómodos mientras se golpeaba repetidamente por la mitad.
Estaba a punto de decirle que la bajara cuando sonaron más explosiones.
El giró bruscamente, escapando por poco de otra bomba.
"¿Qué está ocurriendo?" preguntó ella con voz rota, que le recordó a Katherine
Hepburn cuando la primera oleada de miedo pasó.
Esto no era parte del libro.
"Soy el Gran Macho-man, cariño. Agacha la cabeza o la perderás."
Ella habría reconocido aquella profunda, ronca voz en cualquier sitio. "¿Kyle? ¿Eres
tú de verdad?"
Él paró y la bajó deslizándola contra su cuerpo, lo que la hizo humedecerse
instantáneamente de necesidad. Oh, él tenía un cuerpo hecho para pecar. Pero ella
odiaba el hecho de que su cara estuviese completamente oscurecida por la pintura
verde y negra.
"Shh," dijo él, colocando un dedo sobre sus labios.
Él levantó la cabeza cómo si estuviera escuchando algo.
Ella escuchó el vago sonido de petardos.
"Vienen por nosotros" dijo él. Tomándola de la mano, tiró de ella introduciéndola
más profundamente en el bosque.
"¿Quién?"
"Tyson Purdue"
Su ceño se hizo más profundo por el nombre desconocido. "¿Quien es?"
"Un malvado traficante de armas. Me ha estado buscando durante mucho tiempo"
Ella le miró con escepticismo. "¿Tyson Purdue? ¿Por qué tengo la sensación de que
ese nombre te lo has inventado mientras esperabas en la cola del supermercado?"
Kyle apretó los dientes. Maldición, ella era un poco demasiado inteligente.
Inventarse historias de cobertura nunca había sido su fuerte. Él les dejaba eso a los
operativos como Retter y Hunter. Ellos eran ingeniosos y rápidos con las mentiras.
Su fuerte eran las explosiones y el músculo.
Aún así, los otros agentes le habían enseñado una cosa. La gente creerá cualquier
cosa que tú digas con suficiente convicción.
Él le dirigió una sincera mirada. "Bien, nosotros le llamamos "el Pollo". Tiene
apariencia de un pollo. Es por lo que tiene un tremendo complejo de inferioridad.
Imagina ser etiquetado con un nombre así. Tú estarías psicótica también. ¿Qué te
puedo decir? Ese tipo me quiere muerto."
"Bueno pero ¿por qué estoy yo corriendo?"
Kyle se quedó helado con su pregunta. La única cosa que se le ocurría era una
pobre excusa que había visto una vez en una película de espías.
"Me besaste", respondió escuetamente. ¡Por todos los diablos! Eso tendría tanto
sentido como cualquier otra cosa. "Uno de sus matones lo vio y ahora van detrás
de ti. Tuve que volver por ti, para salvarte y para que no te utilizaran para
atraparme a mí."
Por la mirada de sus ojos marrones, se dio cuenta de que ella no se lo había
tragado."Si, vale. Yo no..."
Él presionó el detonador de otro explosivo a control remoto. Marianne se tragó el
anzuelo. Ella se encogió entre sus brazos. "¿Hablas en serio?"
"Nena, yo nunca miento sobre los matones que quieren atraparme". Al menos no
cuando era útil y conseguía mantenerla entre sus brazos.
"¿Esto es real?"
Él hizo estallar otra explosión. "Tenemos que movernos" dijo, dejando notar un
punto de advertencia en su voz. "Esto se va a poner muy feo si no".
Marianne se lo tragó. Una parte de ella todavía dudaba de que aquello pudiera ser
real, pero la cara de Brad había sido sincera. El hombre no era tan bueno como
actor. Él no tenía ni idea de que Kyle iba a aparecer.
No mucho más de lo que lo sabía ella.
"¿Dónde vamos?", preguntó.
"No te preocupes. Tengo un sitio seguro"
No estaba segura de si creerle, pero no teniendo otra opción, le siguió a través del
bosque hasta que llegaron a un escarpado precipicio cerca de donde rompían las
olas.
Kyle le dirigió una ardiente mirada."¿Te sientes aventurera?"
"No puedo bajar por ahí"
"Seguro que puedes, cariño. No te dejaré caer."
Debo estar loca.
Ella odiaba las alturas. Odiaba la idea de caerse al océano que había abajo, y sin
embargo algo en su interior confiaba en Kyle sin reservas. Sin mencionar el hecho
de que él parecía saber perfectamente lo que hacía mientras que ella
absolutamente ni idea.
Con él ayudándola, cuidadosamente bajaron por la empinada ladera del acantilado
y siguieron a través de la playa hasta que llegaron a una pequeña cueva.
Marianne la miró con escepticismo. "Sabes, yo tengo realmente una bonita
habitación allá atrás en..."
Su mirada de fastidio la interrumpió. "Y es casi tan agradable como estar acribillado
a balazos. Créeme, que te disparen duele". Le sonrió maliciosamente. "No me digas
que mi maestrita no tiene sentido de la aventura"
"No, pero..." Ella paró cuando se dio cuenta de sus palabras. "¿Cómo sabes que soy
una maestra?"
"¿No lo eres?"
"Si, pero ¿Cómo lo supiste?"
Él dudó antes de responder. "Por la forma en que vistes"
Marianne bajó la mirada a sus pantalones cortos caqui y su camisa blanca de
botones. No había nada que la señalara como una maestra. Ella tenía el mismo
aspecto que cualquier otra persona que saliera a dar un paseo por la playa. "Mis
ropas no dicen nada"
"Seguro que lo hacen", dijo acercándose más a ella.
Más cerca y más cerca hasta que su grande y musculoso cuerpo la inundó de
deseo.
Él desabrochó el botón de arriba de su cuello, haciendo que todo su cuerpo ardiera
instantáneamente con anticipación sexual. Cuando él habló, había un profundo,
erótico timbre en su voz. "Sólo una maestra llevaría todo el cuello abotonado hasta
la barbilla. ¿Qué? ¿Te preocupa volver locos a tus alumnos?"
"Difícilmente"
Le sonrió mientras le desbotonaba el siguiente botón. "Apostaría a que los chicos a
los que enseñas pasan las horas en tu clase mirando tu culo mientras tú estás en la
pizarra, intentando imaginar que es lo que llevas debajo de esa conservadora
vestimenta..."
Marianne cortó sus palabras con un escandalizado grito. "Para eso. Me estás
asqueando"
"¿Asqueando?" preguntó riendo "¿Qué clase de palabra es esa?"
"Una perfectamente buena que significa que no quiero ni pensar en lo que tú estás
describiendo." Lo miró con los ojos entrecerrados. "Estás intentando apartarme del
tema ¿no?"
Exacto. Maldición, era buena. Si no lo supiera seguro, Kyle pensaría que ella era
realmente un agente especial. "¿Por qué haría yo eso?"
"No lo sé"
Kyle no pudo evitar pasar el pulgar por sus labios. Tenía una boca que había sido
hecha para largos, calientes besos, y el recuerdo de su sabor estaba todavía fresco
en su mente. Bajo su piel.
Haciendo hervir su sangre.
"Eres preciosa", dijo en un suspiro.
Ella resopló con énfasis.
"¿Qué ha sido eso?" preguntó él con una ligera sonrisa.
"Desacuerdo. Deben estar pagándote un montón por esto".
"No, nadie me está pagando por nada que te concierna a ti", le dijo metiendo la
mano entre su pelo. "He hecho muchas cosas malas en mi vida Marianne, pero
nunca jugaría con los sentimientos de nadie. No soy tan cruel".
Bajó su boca a la de ella.
Marianne suspiró al sentir sus brazos tensándose alrededor de ella. Este hombre
tenía más magia en sus caricias que todos los miembros de la escuela de Harry
Potter. Ella nunca había visto nada parecido a Jim de la Jungla.
Él era increíble, y la mujer que había en ella estaba completamente cautivada por
él y por sus poderosas caricias. Su sabor sensual. Su cálido aroma viril.
Su boca dejó un rastro ardiente desde sus labios hasta su cuello, donde su aliento
la abrasó. Ella enterró su cara en los suaves mechones de su pelo castaño oscuro e
inhaló el cálido, masculino aroma de su champú y de su piel.
Por dios, este hombre la hacía arder.
La echó hacia atrás para fijar en ella la mirada de sus cautivantes ojos azules. Frotó
suavemente su cara, haciéndole notar que había dejado parte de sus pinturas de
camuflaje en la cara de ella.
"¿Has hecho alguna vez el amor con un extraño antes, Marianne?"
"No", dijo con voz débil. En verdad, antes no lo había deseado nunca.
Pero ahora si, y la intensidad con la que ella lo deseaba la asustó.
Él era realmente irresistible.
Kyle cogió la mano de ella con la suya y la guió al hinchado bulto de sus pantalones.
Ella podía sentir toda la longitud de su polla en la palma de la mano. La sentía
presionando contra su mano como si ansiara que la tocara en la forma en que ella
lo hacía.
Debería sentirse ofendida por las acciones de él.
Pero no lo estaba.
"¿Te gustaría dar un paseo por el lado salvaje conmigo maestrita?"
Era una locura. Solo pensarlo era...
Celestial
Decadente y alarmante.
¿Se atrevería?
Él guió la mano de ella hacia arriba, al botón de sus pantalones, donde él levantó su
camisa lo suficiente para que ella pudiera tocar aquella firme y cálida piel más
abajo de su abdomen. Le hizo introducir sus dedos bajo la cinturilla, entonces
liberó la mano de ella, para poder agarrarle con sus grandes manos la cara.
Ella se atragantó al sentir aquellos cortos, crespos pelos que iban desde su ombligo
hacia abajo.
"Es todo entero para ti Marianne" susurró él. "¿Tendrás el valor de vivir tu
fantasía?"
¿Lo tendría?
¿Cuántas noches había permanecido despierta soñando con esto? ¿Soñando con
un ardiente hombre salvándola de algo malo y después volviéndola loca entre sus
brazos y haciéndole el amor de cualquier forma salvajemente erótica?
Más veces de las que podía contar.
Tómalo o déjalo.
¿Mujer o gallina?
Soy una gallina. Soy una gallina. Soy una gallina.
No, sus días de gallinero habían terminado.
Suspirando profundamente, le desabrochó los pantalones.
Su corazón dejó de latir cuando ella vio el tamaño de su paquete bajo los finos
calzoncillos blancos tipo bóxer. ¡Era enorme!
Su sonrisa era tierna, cálida, y si no lo supiera, habría jurado que vio alivio en su
mirada.
Esta vez cuando él tomó posesión de su boca, su beso fue exigente. Atrevido.
Su beso la hizo literalmente marearse. Él se echó hacia atrás lo suficiente para
sacarse de un tirón por la cabeza su camiseta verde oliva. Se tomó un momento
para limpiarle la pintura de la boca y luego de la suya, para terminar
emborronándose más la cara.
Marianne se rió y le cogió la camiseta y cuidadosamente retiró la pintura de su piel.
"Sospecho que debe de haber un humano en algún lugar debajo de todo esto". Ella
quiso que sus palabras sonaran ligeras y divertidas.
Pero él no se las tomó de ese modo.
En su lugar, emitió un extraño sonido al fondo de su garganta. "No realmente. Una
vez que me pongo el equipo y asumo una misión, el humano que hay en mí está
entrenado para ser empujado al fondo del todo y no aflorar"
Con la barbilla de él en su mano, ella paró de limpiarle una persistente mancha del
camuflaje de su sien. La sinceridad de aquellos profundos ojos azules la
abrasaba."¿Fuiste entrenado?"
"Lo que no me jodieron desde que nací, los militares lo remataron"
Sus palabras le golpearon el corazón, y se sintió extrañamente cercana a él, cómo si
él hubiese compartido con ella algo que normalmente no compartía con los demás.
Tan suavemente como pudo, limpió su pintarrajeada piel.
Él la miró con una ligera desconfianza en sus ojos, como si fuera lo mas raro del
mundo cualquier cosa que ella le hubiera hecho o podría hacer por él, pero al
mismo tiempo sentía que ella se preocupaba por él. Era una vertiginosa
contradicción.
Y cuando ella quitó el último resto de color de su cara, su mirada vagó por su fuerte
cuerpo.
Se quedó sin aliento al ver su ancho pecho y amplios hombros que bajaban
formando una estrecha cintura y magras caderas. Estaba construido como un atleta
profesional.
Todos y cada uno de los músculos de su pecho eran perceptibles.
Pero lo que más captó su atención fue la vista de diversas cicatrices sobre sus
costillas y las dos de su pecho que parecían vagamente como heridas curadas de
bala. O al menos como ella creía que tendrían el aspecto unas heridas curadas de
bala.
No habiendo nunca visto una herida de bala, ella no tenía una base con cual
comparar.
Aún así, aquellas cicatrices parecían auténticas, no maquilladas o de escaparate.
Antes de que ella le pudiera preguntar sobre ellas, él la alzó, la sostuvo contra su
pecho y la introdujo mas profundamente en la cueva. La bajó sobre un camastro
que estaba hecho de varias mantas militares y un colchón de aire. Él encendió una
pequeña lámpara que funcionaba con batería.
"¿Qué es todo esto?"
"El lema de los boy-scout. Estar siempre preparado."
Ella tembló cuando él le desabotonó la camisa. Su corazón martilleaba con
anticipación mientras ella se sentía atrapada entre su sentido común, que le decía
que saliera corriendo, y su deseo, que le decía que le arrancara los pantalones y
saciara su lado vicioso con toda aquella potente y masculina carne.
"¿Estás siempre preparado para una cita en una cueva?"
"No, señora. Pero he estado deseando que tu me hicieras una oferta"
"¿Por qué estabas aburrido?"
Paró su mano en el último botón y le dirigió una ardiente e intensa mirada. "No,
porque se me ocurre pensar que tu eres más sexy que un demonio"
Ella difícilmente iba a creerse algo así, pero de lo que no había duda era de que él si
era más sexy que un demonio. Tenía un cuerpo que había sido sacado de sus
sueños.
Él desabrochó el último botón.
Ella tragó aire.
Kyle deslizó su mano grande y callosa a través de su camisa abierta para ahuecarla
en su pecho a través de su sujetador de encaje. Ella gimió con la sensación de su
palma sobre su hinchado pezón. Incluso con la tela de su sujetador entre medias,
su mano resultaba abrasadora.
Había pasado demasiado tiempo desde que ella había hecho el amor con un
hombre.
Para el caso, hacía realmente mucho tiempo desde que ella deseaba de verdad
hacer el amor con un hombre. Ahora toda esa reprimida sexualidad retumbó a
través de ella, deseándolo desesperadamente.
Pero con ese deseo venía el miedo de lo que podría él pensar de su ineptitud por su
inexperiencia. Ella no era la clase de chica que flirteaba con unos y otros, a pesar de
lo que había hecho con Kyle, ella nunca se había acostado con extraños.
¿Qué es lo que esperaba él de esto?
Él se refrenó a besarla y le sonrió. Sus ojos centelleaban ardientes.
"Una palabra, Marianne, y paro esto aquí."
Ella le contestó con un exigente beso de su cosecha.
Kyle cerró los ojos e inhaló el aroma de su pelo combinado con algún tipo de dulce
olor femenino. Pero era el primitivo perfume a mujer lo que hizo que su corazón
latiera incluso más rápido. Se le hacía la boca agua pensando en más.
Él nunca había estado con una mujer como ella antes, y por primera vez en su vida
estaba nervioso.
Cuando era adolescente, había frecuentado las peores bandas de Nueva York. A
los quince perdió la virginidad en la trasera de un tugurio venido a menos en el
Bronx con una mujer de veintitantos, una buscona que estaba desesperada por
tirarse cualquier pito que pudiera encontrar a mano.
Él había luchado por salir de las calles y enrolarse en la Marina. A la edad de 18 le
había dado el mejor giro a su vida no llegando a ser otro en las estadísticas de la
pobreza urbana y mala crianza. Incluso así, él nunca se atrevió a soñar que una
mujer como esta quisiera estar con él.
Alguien suave y amable. Una profesora. No una buscona. No una operativa que
quisiera hacer saltar su cobertura o una criminal buscando un polvo rápido antes
de saltarle la tapa de los sesos.
Marianne era simplemente una agradable, típica, señorita de una pequeña ciudad
del medio oeste.
Ella era segura. Esa palabra sola era tan extraña para él que le dolía incluso pensar
en ella.
Él nunca había conocido la seguridad. Nunca había conocido la aceptación
incondicional.
Recordaba vagamente a su madre diciéndole una vez que a veces los mejores
sueños eran los más simples. Él nunca entendió eso.
No hasta este momento.
Él no había ansiado lo agitada que era su vida. Él ansiaba la parte de realidad que
Marianne ofrecía. El simple sabor de una mujer honesta.
El simple sabor de Marianne Webernec.
Marianne se quedó sin aliento cuando Kyle movió hacia bajo su cuerpo y desató
sus zapatos y se los quitó de los pies. Ella no podía creer que estaba haciendo esas
cosas con un completo extraño.
Estaba tan fuera de su forma de ser.
Aún así ella no podía frenarse así misma.
"Cuéntame algo sobre ti, Kyle". Ella necesitaba saber algo para así no ser tan
consciente de sí misma.
Él le quitó el otro zapato y masajeó su sensitivo arco con el pulgar. Oh, era una
sensación tan maravillosamente pecaminosa que su estomago se tensó. Ella sintió
una corriente de humedad entre sus piernas.
"¿Qué quieres saber?" preguntó él con su profunda y embriagadora voz.
Todo. No había nada sobre él que ella no quisiera saber.
"¿Cómo te ganas la vida?"
Él lanzó sus calcetines con sus zapatos y le dirigió una pícara mirada mientras le
mordisqueaba el arco del pie.
Ella gimió en éxtasis.
Él sopló un corriente de aire caliente sobre su piel antes de hablar de nuevo.
"¿Sinceramente?"
Ella asintió con la cabeza, incapaz de respirar debido a la oleada de placer que la
recorría.
"Soy un agente federal".
Durante un segundo ella no pudo moverse mientras comprendía el significado de
sus palabras. Entonces se rió de la absurdidad. "¿Puedes dejar tu personaje
durante un minuto por favor y ser serio?"
"Soy serio", dijo de todo corazón.
Pero ella no le creyó. Era demasiado perfecto para ser real, y ¿cuantas
oportunidades tenía ella de que estuviera un agente federal allí con ella justo ahora
cuando esa era su fantasía?
Él era solo uno de los hombres que actuaban en la isla. No era lo que ella quería.
Ella quería saber de él. La verdad. "¿Para quien trabajas?" preguntó con
escepticismo. "¿La CIA?"
"¿Los Certificados Idiotas Asociados?" pregunto él, como si le hubiese ofendido la
pregunta. "Difícilmente. Nosotros nos comemos a esos novatos para desayunar. Yo
estoy en BAD, la agencia de defensa americana."
Ella se mofó."No existe tal agencia"
"Si, la hay"
Una parte de ella quería creerle, pero su parte racional le decía que no. Ella nunca
había oído sobre tal cosa. "¿Y en que parte de la capital estas localizado? ¿En la
Casa Blanca?"
"No, nuestras oficinas están en Nashville".
Ella se rió más fuerte al oír esto. "Oh, por favor. ¿Qué clase de agencia tendría su
cuartel general ahí?".
La mirada de él era diabólica. "La más lista. Si la capital fuese destruida o
bombardeada, nosotros todavía podríamos funcionar. Nadie va a tomar Nashville.
Difícilmente está en los mapas de los terroristas. Además, nosotros no hacemos
nada según las reglas. Diablos, nuestro director está tan colgado, que nos hace
bajar al sótano de la torre del murciélago a la menor mierda o gillipollada".
Ella arqueó una ceja al oír esto."Ahh, la torre del murciélago. Déjame adivinar...Tu
director es el Inspector Gordon".
Ella gimió cuando el succionó su dedo gordo con la boca y usó la lengua para darle
un suave masaje. Mordisqueó todo el dedo y entonces se echó hacia
atrás."Créeme, BAD haría carne picada con una combinación del Inspector Gordon,
el Sargento O'Hara y Batman".
"¿BAD, eh?"
"Locos, malos y peligrosos ya sabes".
"¿Tienes éxito con ese cuento?"
Él se rió suavemente mientras gateaba sobre su cuerpo como una lánguida pantera
y posaba sus labios en su barriga. El aliento de él le calentó el estómago cuando
apartó más la camisa. "De momento está funcionando".
Si, estaba. Mucho mejor de lo que debería. ¿Quien hubiera pensado alguna vez que
ella podría ser seducida por semejante excusa barata?
No, comprendió. No estaba siendo seducida por una excusa barata, sino más
precisamente por sus deslumbrantes ojos azules. Sus tiernos labios.
Oh, ¿Se estaba volviendo loca? Era aquel pecaminoso cuerpo lo que ella quería.
Entero.
Ella no había hecho nunca el amor con un hombre que se pareciera a este.
Uno que fuese tan guapo que debería estar en la tapa de un libro o en una película.
Uno que le hacía hervir la sangre solo estando con ella.
Ella lo miró fijamente mientras su ardiente boca pasaba rozando la carne de su
estómago. Él estaba tumbado sobre sus piernas abiertas con su pecho presionando
contra el centro de su cuerpo.
Oh, que dolor sentía por él. Marianne pasó sus manos a través de su oscuro pelo,
dejando que él con los remolinos de su lengua la transportaran lejos de lo que
estaban haciendo.
Ella arqueó su espalda cuando la sentó ligeramente y le quitó la camisa. Entonces
él alcanzó por detrás y desabrochó su sujetador.
"Mmm," inspiró mientras la desnudaba. "¿Qué tenemos aquí?"
"Pechos", dijo ella sencillamente mientras luchaba contra el impulso de cubrirse.
"Dos de ellos".
Él se rió con eso."Bien, porque me hubiera preocupado que tuvieras tres".
"Nanay, no soy Ana Bolena. Solo dos, como cualquier otra mujer normal"
Kyle sonrió con su broma y su inteligencia. Él no podía recordar haber estado tan
relajado con una amante. Para él era como si no fueran extraños.
Había un raro sentimiento de pertenencia con ella. No tenía sentido.
"Dime algo Marianne" susurró a su oído. "Cuéntame con que sueñan las maestras
de escuela cuando están solas por las noches. Dime que fantasías te mantienen
despierta cuando te acuestas, deseando sentir a alguien dentro de ti".
Se puso colorada como un tomate.
"No te sofoques" dijo él, provocando la esquina de su boca con los labios.
Él siempre se había preguntado sobre qué soñaban las chicas "buenas". Las escenas
en la novela romántica que había leído lo habían aturdido más que la primera vez
que leyó el Penthouse. Todavía le costaba creer que Marianne leyera ese tipo de
cosas.
"No sé" dijo ella con un pequeño encogimiento. "Pienso en alguien peligroso.
Mortal. Un oficial o agente íntegro que venga a ser como un Rambo pero aun así
muy tierno conmigo." Sus ojos castaños lo quemaban con un sentido de
vehemente deseo."Alguien que me vea"
Él frunció el ceño con sus palabras. ¿Quien con la cabeza en su sitio no la vería? "Yo
te veo Marianne" susurró, besándola, saboreando la calidez de su boca.
La lengua de ella era el cielo. Él adoraba la sensación de sentirla acariciando la suya
propia mientras sus tetas se aplastaban contra su pecho.
Marianne suspiró cuando él dejó sus labios y depositó ardientes besos sobre ella.
Su mejilla con una ligera barba la abandonó cuando él bajó hacia sus pantalones
cortos.
Ella levantó las caderas cuando él lentamente, sensualmente, los deslizó hacia
abajo por sus piernas y la dejó desnuda completamente frente a él.
Ella nunca se había sentido tan vulnerable.
La mirada de Kyle mantuvo la de ella mientras se levantaba y se quitaba las botas
de una patada.
Ella mantuvo el aliento cuando él alcanzó la cintura de sus desabrochados
pantalones entonces los deslizó junto a sus calzoncillos hacia abajo de sus largas y
velludas piernas.
Aunque ella viviera hasta el final de los tiempos, no podría jamás olvidar la forma
en que él permanecía allí plantado con la tenue luz de la lámpara, su polla erecta,
su cuerpo perfecto. Él era pura belleza masculina. Completamente sin adornos y
completamente apabullante.
Con una encantadora sonrisa fue a una pequeña mochila y sacó una caja de
condones y un pañuelo verde militar.
"¿Qué estás haciendo?" preguntó ella cuando él empezó a doblar la tela de
algodón verde oliva.
"¿Recuerdas la escena con Ren en la cueva?"
Su cara se encendió inmediatamente. "¿Qué pasa con eso?"
Su sonrisa se volvió voraz. "No pude encontrar salsa de chocolate, pero..."
Ella se puso rígida cuando él puso el pañuelo sobre sus ojos. "No sé de que va esto"
"Confía en mi, maestrita. Te prometo que no lo lamentarás"
"Espero que no"
Él ató la venda sobre sus ojos. Marianne tragó e intentó ver a través de la tela.
Era inútil.
Ella no tenía ni idea de donde estaba Kyle. No hasta que ella escuchó el sonido de
algo rasgarse. Entonces Kyle estaba a su espalda, sus cálidas manos la empujaban
hacia el fondo de la cueva.
"¿Qué vas a hacer?"
Parecía cómo si él la hubiese sentado sobre una gran roca que hubiese cubierto
con una de las mantas. "Voy a tomarme mi tiempo para saborearte, maestrita".
Él apoyó las caderas de ella contra la roca, entonces empujó suavemente sus
piernas para abrirlas. Marianne se apoyó atrás, insegura de porque ella estaba
permitiéndole hacer esto, y aún así era tan salvajemente erótico que ella no podía
soportar el pensamiento de pararlo.
Su cuerpo entero crepitaba y vibraba con anticipación. Con un hambre exigente
que anhelaba sentirlo profundamente dentro de ella.
Él recorrió con sus manos desde sus rodillas hacia arriba por el interior de sus
muslos. Ella tembló con la expectativa de que la tocara donde él la hacía sentirse
dolorida.
Él no lo hizo y ella casi lloriqueó de desilusión. En su lugar subió las manos rozando
sus costillas, masajeando y atormentándola más.
"Tócame Kyle" susurró ella.
Sintió sus labios tocar su pecho. Marianne gimió cuando hizo girar la lengua
alrededor de su pezón, atrayéndolo profundamente al interior de su boca mientras
su mano bajaba rozando el exterior de su muslo hasta que finalmente la dirigió a su
centro.
Sus largos, duros dedos apartaron sus labios inferiores antes de introducirse en su
henchida hendidura. Ella tembló cuando le masajeó el clítoris.
Ella siseó cuando finalmente él le dio un módico descanso.
Kyle gruñó por lo bien que ella le sabía y por lo bien que ella respondía a sus
caricias. A él le gustaban las mujeres ardientes, y está mujer tenía más fuego del
que podía compartir.
Queriendo más de ella, dejó su pecho y la fue besando mientras bajaba a la parte
que más deseaba.
Ella realmente aulló la primera vez que le lamió la hendidura.
Riéndose de su reacción, él le abrió los labios vaginales y recorrió con su lengua
bien fuerte por todo hasta finalizar en su botón, succionando y provocándola hasta
que ella estuvo al borde del clímax.
A Marianne le faltó el aire. Se apoyó sobre sus brazos, brindándose a él tanto como
podía. Nunca en su vida había sentido algo más increíble que a él saboreándola.
Queriendo verlo, empezó a quitarse la venda solo para encontrar unas manos
impidiéndoselo.
"Pensé que querías ser Ren", dijo él.
Ella dudó. Ren era la clase de mujer que hubiera estado en esa cueva con un
extraño no Marianne Webernec. Marianne siempre seguía las reglas. Siempre
jugaba sobre seguro.
Hoy ella no quería ser Sor Virtudes.
"De acuerdo".
Kyle le besó el hombro, entonces la giró de modo que quedó con los brazos y el
estómago apoyados sobre la roca. Su parte posterior estaba completamente
expuesta a él.
"Mmm," suspiró él, recorriendo con su mano la cadera al mismo tiempo que con
las uñas rascaba suavemente su piel haciéndole sentir un cosquilleo.
"Tienes el culo más bonito que he visto nunca"
Pasó la lengua por toda su columna hasta que alcanzó el punto sensible en la base
de su espalda. Sus manos masajeaban sus muslos, enviando jirones de placer a
través de ella mientras su lengua deliberadamente daba frenéticos lametones uno
tras otro sobre su piel.
Él deslizó un dedo sobre su botón, haciéndola estremecerse de nuevo. "¿Me
quieres dentro de ti Marianne?
"Si".
Él deslizó dos dedos profundamente. Ella gimió de éxtasis al sentirlo en tanto él la
incitaba despiadadamente, al mismo tiempo que ella empezó a cabalgar sobre sus
dedos.
Él apoyó su cuerpo contra ella de modo que pudiera sentir su erección contra la
parte baja de su espalda mientras le daba una lluvia de besos en la espalda y
hombros.
Ella estaba sin aliento y el placer de sus caricias la debilitaba. Nunca nadie le había
prestado tanta atención. Con Kyle, ella se sentía verdaderamente hermosa.
Deseable.
Y eso la hacía derretirse.
Él quitó la mano y entonces cambió su posición tras ella.
Marianne gimió cuando él se deslizó lentamente, pulgadas de plenitud, pulgadas
increíbles, dentro de ella hasta que la llenó completamente.
Kyle gruñó con la sensación del cuerpo de ella dando la bienvenida al suyo, la
forma en como la sentía desde que ella había pasado de estar de puntillas a bajar
amoldándose hasta que él estuvo profundamente en su interior. Le tomó cada
pizca de control que tenía hacerle el amor lenta y suavemente, cuando lo que
realmente deseaba era devorarla.
Desde el momento que la había conocido, no había deseado nada más que
poseerla.
Y ella merecía la pena.
Él se mantuvo perfectamente tranquilo hasta que ella lo cabalgó con suaves y
largos embates. Rechinando los dientes para resistirse a su orgasmo, le cogió los
pechos con las manos y la dejó tener su satisfacción primero.
Cada mujer tenía un ritmo propio, y Marianne era arrolladora y suave. Lenta y
sensual como una suave brisa.
Saboreó la sensación de sus caderas friccionándose contra él, de sus dulces y
débiles gemidos de placer.
Se dejó caer hacia adelante, sobre la espalda de ella, y apoyó una mano al lado de
la suya sobre la roca para así poder usar su otra mano para tocar su botón al mismo
compás de sus movimientos.
Marianne gimió fuerte cuando él la acarició de nuevo. Ella se deleitó con la
sensación de tenerlo detrás y dentro de ella mientras su mano la provocaba, y
cuando se corrió, fue tan intenso que gritó.
"Eso es pequeña" Kyle le susurró al oído "No te contengas"
Ella no lo hizo. Ni él tampoco. Él continuó embistiendo e incitándola hasta que
extrajo el último temblor de su cuerpo.
Débil, ella cayó hacia adelante.
Kyle la cogió y la llevó hasta el colchón hinchable y le quitó la venda. Su sonrisa era
deslumbrante cuando la cubrió con su cuerpo y entró en ella de nuevo.
Marianne arqueó su espalda, gruñendo cuando su dura lanza se deslizó dentro de
su sensible vaina.
El corazón de Kyle martilleaba al introducirse en ella, esperando su propia
satisfacción. Las piernas de ella y sus brazos lo envolvían, arropándolo en su
suavidad.
Era todo lo que él siempre había deseado.
El cuerpo de ella era el paraíso.
Y cuando él encontró su propia liberación, la cabeza le daba vueltas. Gruñendo, él
enterró su cara en la fragante dulzura de su cuello y dejó que el placer lo recorriera
hasta que pudo apenas respirar.
Cada espasmo, cada ola estremeció alguna parte de su cuerpo hasta que él no tuvo
fuerzas más que para susurrar su nombre.
Había sido el mejor sexo de su vida.
Débil y exhausto, la cogió entre sus brazos y la mantuvo contra su pecho.
Ninguno habló durante el largo tiempo que permanecieron tumbados allí,
agarrados, completamente relajados.
A Kyle no le importaba si él no volvía a moverse nunca más. Nada podría igualar lo
que acababa de experimentar.
"¿Crees que Tyson nos perseguirá?
A él le llevó un segundo recordar quien era Tyson.
"No", dijo. "Aseguré el perímetro. Lo sabría si él estuviera en algún lugar cerca"
"¿Estás seguro?"
"Absolutamente. Me aseguré que este sitio estuviese a salvo de cualquier intruso".
Marianne suspiró cuando se tumbó entre el abrigo de sus brazos.
Kyle recorría con la mano la suavidad de su piel mientras saboreaba la sensación de
su aliento sobre su piel desnuda. Siempre le había encantado la sensación de un
cuerpo femenino junto a él, pero nunca tanto como en este momento.
Qué extraño que él hubiese sido sincero con ella cuando nunca había revelado a
ninguna mujer a lo que él realmente se dedicaba. No era porque hubiera un código
de silencio que ellos tuvieran. BAD se había montado como una cobertura, una
agencia fantasma. El gobierno, incluso aquellos que habían respaldado la agencia,
negaban todo conocimiento de su existencia.
Los agentes BAD respondían directamente a Joe, quien solo respondía ante el
presidente, ni siquiera el presidente reconocería su autorización. Todos y cada uno
de los miembros de BAD era un huérfano quien había sido reclutado para mentir,
robar, estafar y/o morir o matar por su país. Cualquier cosa que hiciera falta por
asegurar su objetivo, la harían sin nada tan molesto como la moral o la ética
metiéndose en su camino.
Ellos eran los Espartanos de hoy en día quienes o bien volvían con su escudo o
sobre él.
No había nada parecido a una familia para ellos. La agencia era su familia.
En este mundo ellos solo se tenían el uno al otro, y hasta ahora eso había estado
bien para Kyle. Pero su último encuentro con los terroristas que casi le cuesta la
vida le había hecho pensar...
Él había sido entrenado concienzudamente para proteger su país. Pero, ¿para qué
estaba él realmente luchando?
No fue hasta que Marianne le había sonreído que él lo recordó.
Él luchaba por aquellos que no podían luchar por sí mismos.
"¿Kyle?" Marianne se detuvo mientras trazaba una de las pequeñas cicatrices de
sus costillas."¿De qué es esto?"
Él se la miró, y las otras dos similares que estaban bajo esa. "Una bala".
Marianne frunció el ceño con sus palabras. Por la sinceridad de su mirada, ella diría
que estaba siendo veraz. "Parece reciente".
"De hace una mes o así"
Se quedó boquiabierta. "¿Y estas?"
"Lo mismo"
Ella se inclinó hacia delante para estudiar su pecho. Ahora que estaba mas cerca,
ella pudo ver incluso más, y no, no eran maquillaje. Las cicatrices eran reales.
"¿Cuantas veces te han disparado?"
"¿Qué me estás preguntando? ¿Cuantas heridas de bala tengo en total o cuantas
veces me ha disparado alguien?"
¿Había diferencia? A ella le aterraba su despreocupación. "Ambas"
Él realmente tuvo que pararse a pensar. "Tengo un total de veintidós agujeros de
balas. Aunque todavía estamos discutiendo sobre uno de ellos. La doctora dijo que
ella pensaba que hubo una bala que me atravesó, pero yo creo que la herida me la
causó la metralla que me hirió cuando la granada explotó. Soy el gilipollas a quien
le disparan. Estoy en el desafortunado número trece."
Marianne abrió la boca aún más. "¿Va en serio?"
Él asintió, luego giró la cabeza y le mostró una cicatriz detrás de su oreja.
"Esa fue la primera" dijo, pasando los dedos sobre la redondeada cicatriz. "Tenía
solo diecisiete años y fue un disparo desde un vehículo en movimiento de una
banda rival. Eliminaron a mi mejor amigo Angelo cuando salíamos de su casa y nos
dirigíamos al cine. Me pilló el fuego cruzado." Él sacudió la cabeza. "Es lo que me
sacó de las bandas y me hizo querer hacer otra cosa con mi vida que ser un blanco
de práctica. Por lo poco que yo sé he llegado a un punto donde los disparos desde
un coche se parecen mucho a como eran en Nueva York".
Ella no sabía que decir. Una parte de ella lo creía pero la otra parte lo encontraba
difícil de tragar. Se parecía demasiado a lo que ella hubiese esperado de un héroe
de Rachel Fire y demasiado diferente a el mundo protegido en el que ella había
crecido.
No podía imaginarse que alguien le disparara.
"¿Tú de verdad, realmente - júralo por Dios - eres un agente federal?"
Él hizo una X en el centro de su pecho. "Sobre mi corazón. Y espero no morir en la
próxima misión"
Ella se sentó sobre sus talones. "¿Cuánto tiempo has sido un agente?"
"Los dos últimos años"
"¿Y antes de eso?"
"Era de la Fuerzas Especiales Navales, un SEAL"
Bien, vale. "Casi me la pegas. Pero para que conste, con lo de SEAL te has pasado"
"Lo juro" dijo como ofendido por sus dudas. "Era de verdad un SEAL. Todavía lo
sería sino me hubiesen reclutado para el BAD".
Ella lo miró con suspicacia. "¿Qué hace el BAD?"
"No te lo puedo decir. Bueno, podría, pero entonces tendría que matarte, y no te
ofendas, pero estoy por atacarte." Él recorrió con su mano toda su espalda abajo y
sobre su trasero. "Especialmente a esta parte de aquí".
Ella gritó cuando él le apretó las nalgas con sus manos. La puso encima de él.
Marianne se sentó a horcajadas sobre su cintura y observó como él cerraba los ojos
y gemía con satisfacción. Ella lo sintió ponerse duro contra el hueso de su cadera.
Abriendo los ojos, él la miró y cogió su cara entre ambas manos. "No tienes ni idea
de lo bonita que eres ¿verdad?"
"Nunca he tenido a nadie que me llamara bonita antes. Uf, hubo un chaval en el
instituto que salió corriendo despavorido de la habitación cuando perdió una
apuesta y le dijeron que tendría que llevarme al baile de graduación".
"Era un idiota"
Ella sonrió al escuchar sus palabras, la asombraban. "¿Con quien fuiste tú al baile?"
"No fui"
"¿Por qué?"
Él se encogió de hombros. "El año de mi graduación pasé la noche del baile en la
cárcel esperando que a mi padre se le despejara la cabeza lo suficiente para que
me pusiera en libertad bajo fianza, y no tenía dinero para continuar el curso
siguiente"
"¿La cárcel?" preguntó ella. "¿Qué hiciste para estar en la cárcel?"
"Nada demasiado malo. Me metieron por pelearme."
"¿A causa de qué?"
"Bella Marino. Ella rompió con su novio y se enrolló conmigo. Él iba pasado y la
liamos en el centro comercial. Él sacó una navaja, yo saqué una navaja, y avisaron a
la poli."
"¡Kyle!" dijo, aturdida por su confesión. "No te estás inventando nada de esto
¿verdad?"
"No"
Ella dejó escapar el aliento lentamente mientras se miraba en sus ojos azules.
Él entrelazó los dedos en su pelo, "No estoy orgulloso de mi pasado Marianne. He
pasado la mayor parte de mi vida intentando olvidarlo. Yo solo..."
Ella esperó durante unos minutos hasta que se hizo evidente que él no iba a
terminar su frase."¿Tú qué?" apuntó.
"No lo sé. Siento que puedo contarte cosas y no se por qué. No es algo que yo haga
normalmente. Diablos, yo apenas hablo con alguien. Y entonces te conocí en la
playa y parece que ni puedo cerrar el pico ni resistirme a ti".
Ella se inclinó hacia delante y lo besó. "Yo tampoco puedo resistirme a ti"
Su polla se endureció al máximo de su longitud con sus palabras. Él se echó hacia
atrás con una pícara sonrisa.
Marianne se deshizo con esa mirada. Él era mejor que cualquier cosa que ella
hubiese leído jamás en uno de sus libros.
Un héroe de la vida real. Uno con un pasado muy triste. Cómo desearía poder
modificarlo por él.
Ella gimió cuando él la alzó y la sentó sobre su cima. Él estaba tan duro y henchido
en su interior, que la punta de su verga fue directa al centro de su punto G en esa
posición.
"OOOH" gimió ella. "Continua haciendo eso y no te dejaré salir jamás de esta
cueva"
Él guió las caderas de ella con sus manos y la miró. "Continua haciendo eso y no
intentaré jamás salir".
Marianne cubrió sus manos con las suyas y sintió la fuerza de su agarre. Ella paseó
la mirada por su aceitunada piel, deteniéndose en sus múltiples cicatrices. Él era su
fantasía hecha realidad. Sólo que él era real. Sus cicatrices eran profundas y ella
sospechaba que él cargaba con un montón más internas que aquellas que se
podían ver en su cuerpo.
¿Cuántas más cargaría en su corazón?
"¿Alguna vez has matado a alguien?"
"Es una extraña pregunta para hacerla mientras te estoy haciendo el amor"
"Lo siento. Creo que fue bastante impertinente"
Él subió la mano por su cuerpo y la hundió en su pelo. "Si, lo hice." Dijo
suavemente. "Y no, no estoy orgulloso de ello. Mi vida ha sido desagradable"
Ella le cogió la mano y se la puso en la mejilla, y besó las cicatrices sobre de sus
nudillos. "Me gustaría poder mejorártela"
"Créeme cariño. Lo haces."
Ella sonrió al oír eso.
Kyle levantó sus caderas, lanzándola hacia delante, sobre su pecho. Entrelazó sus
brazos alrededor de ella y rodó con ella hasta que ella estuvo clavada debajo de él.
Cómo le gustaba la forma en que la sentía debajo de él. La sensación de su
respiración cayendo suavemente sobre su hombro. La cálida, brillante humedad de
ella a su alrededor.
Cómo deseaba poder hacerle el amor sin un condón. Sentir toda su humedad
rodeándolo.
Ella era magnífica y él no quería salir de su cuerpo.
Ni siquiera tras correrse juntos en el gozoso remolino del orgasmo. Él todavía la
agarraba cuando ella pasó las manos por su espalda desnuda y se estremeció bajo
él. Él estaba agotado y saciado en un nivel que no hubiera creído posible.
Dejó caer la cabeza contra su duro pezón de manera que pudo sentir la fruncida
aureola contra su mejilla. Fue el momento más tierno de su vida.
Pero sabía que no duraría. Las cosas buenas nunca lo hacían.
CAPÍTULO TRES

Marianne se despertó a media mañana para encontrarse con un Kyle ya despierto


y vestido. O al menos parcialmente vestido. Llevaba un par de descoloridos
vaqueros y aquellas botas de motorista de nuevo, pero el resto de él estaba
gloriosamente desnudo y refulgía con el brillante sol.
¡Mmm!
Arrodillado, le daba la espalda mientras cocinaba en un pequeño hornillo de
camping.
¡Guau, el tio estaba realmente preparado para cualquier cosa!
Ella sintió una pequeña sacudida mientras lo miraba y recordaba la noche que
habían compartido. Habían hecho el amor tantas veces y de tan distintas formas
que ella estaba segura de que no sería capaz de caminar derecha en todo el día.
Por no mencionar que necesitarían otra caja de condones - que podría ser su única
gracia salvadora de aquella gloriosa tentación que era él.
El olor a café y beicon hicieron gruñir su estómago vacío.
"¿Cuanto hace que te has levantado?" preguntó ella.
Él la miró sobre su hombro y sonrió mientras dejaba de estar en cuclillas
moviéndose de un modo lánguido y letal cómo una pantera que solo hubiese sido
domesticada por ella. "Buenos días maestrita"
"Buenos días"
Le preparó en un plato de papel huevos y beicon y se lo llevó, entonces fue a la
pequeña nevera para coger mantequilla para la tostada de ella y un pequeño brick
de zumo de naranja.
"Guau, pensión completa en la cama. Me gusta" dijo mientras se sentaba sobre la
colchoneta que había sido sorprendentemente cómoda mientras durmió.
Marianne se aseguró de mantenerse envuelta con la sábana a su alrededor.
Los ojos de él se oscurecieron, seductores. "Tengo que decir que servirte en la
cama me proporciona un enorme placer"
Ella se sonrojó lo indecible.
"Sin mencionar que tú me has abierto el apetito bastante después de la pasada
noche"
Ella sonrió al notar la profundidad de su voz, sabiendo exactamente lo que
presagiaba, y una rápida mirada a su ingle se lo confirmó. Kyle Foster era una
máquina sexual.
"Entonces, ¿qué tenemos en la agenda para hoy?" preguntó ella antes de tomar un
bocado de beicon.
Kyle soltó un profundo suspiro, como si tuviera que pensarlo. En el libro se suponía
que ellos eran perseguidos por los traficantes de drogas quienes eran enemigos de
los traficantes de armas o alguna mierda como esa.
Por lo que él sabía podría haber sido un coche de traficantes dándoles caza.
Había derramado café sobre el libro aquella mañana temprano y no había podido
terminar el capítulo. No importaba.
Con sólo ellos dos, no había modo de inventar un grupo de gente persiguiéndoles.
Él era bueno, pero eso estaba por encima de sus posibilidades.
Así que él tuvo que pensar en algo más que pudieran hacer.
"Bueno, creo que estamos a salvo aquí en nuestra playa privada. Digo que
disfrutemos del día. ¿Qué dices?"
Su sonrisa lo deslumbró. "Me suena a tener plan"
Marianne se terminó el desayuno y se vistió mientras Kyle limpiaba y apagaba el
hornillo. Tan pronto como hubo recogido, se levantó y sacó un arma de debajo de
una camisa plegada. Soltando el seguro, comprobó la munición y entonces la cogió
por la empuñadura. La puso en una cartuchera y la ató alrededor de su cintura
antes de ponerse la camisa sobre ella y cubrirla para que quedara oculta.
Sus movimientos parecían reflexivos, cómo si él ni se diera cuenta de lo que había
hecho.
"¿Haces siempre eso?" le preguntó mientras se ataba los zapatos.
"¿Hacer qué?"
"Comprobar tu arma"
Él frunció el ceño. "¿Mi arma?"
"La que acabas de ponerte en la espalda."
"Oh" dijo, con la cara iluminada. "Mi pistola. Si, creo que lo hago. Nunca pienso
sobre ello"
Ella aspiró el aliento a través de los dientes. "Eres un hombre que da miedo, Kyle
Foster"
"Eso me dicen. ¿Qué tal si guardamos al Kyle-atemorizador por el resto del día?"
"Creo que me encantaría". Ella levantó su camisa. "¿No quieres dejar esto?"
Él se encogió con su sugerencia. "No creo que pueda. Es cómo pedirme que me
deje un brazo".
"Si, pero yo no quiero que ninguno de nosotros reciba un disparo en el caso de que
nos demos un revolcón más tarde"
Alzó una esquina de su boca mientras la agarraba entre sus brazos. "¿Un revolcón,
eh?"
Ella asintió.
Él agachó la cabeza y la besó mientras desabrochaba por detrás de su espalda la
cartuchera. "De acuerdo, maestra. Por ti, pero solo hoy".
Él se apartó para descargar la munición y luego colocó el arma y la sujetó en una
pequeña caja cerca del hornillo.
Marianne suspiró con alivio. A ella puede que le gustara leer sobre polis y ladrones,
pero las armas de verdad la ponían muy nerviosa.
Kyle agarró una palita y un cubo, la cogió de la mano y la guió bajando hacia la
playa.
"¿Te gustan las almejas?" preguntó.
"Si. ¿Por qué?"
"¿Quieres para cenar?"
"Seguro"
Ella frunció el ceño mientras caminaba por la playa, estudiando la arena. En un
segundo él se había doblado regalándole una agradable y excepcional vista de su
culo.
Él empezó a cavar.
Era horriblemente difícil no caminar directamente hacia ese culo y echarle mano. O
mejor todavía, agarrar el bulto de buen tamaño con el que ella se había
familiarizado más que un poco la noche anterior.
"¿Qué estás haciendo?"Preguntó acercándose más a él.
Ella tuvo que cerrar la mano en un puño para no acariciarlo mientras trabajaba.
Él levantó la mirada de su tarea. "Desenterrando la cena, ¿quieres ayudar?"
Ella se asombró cuando él sacó una almeja de la playa. "Había oído sobre hacer
esto, pero nunca había visto a nadie hacerlo antes".
Él examinó la almeja, entonces la puso en el cubo. "¿Quieres probar?"
"Seguro. ¿Qué hago?"
Él le cogió la mano y tiró de ella por la arena. "Buscamos respiraderos" explicó. Se
paró en un pequeño círculo con hoyuelos en la arena y lo señaló con el pulgar de su
pie. "Esto es lo que se llama un respiradero. Las almejas lo hacen para poder
respirar. Todo lo que tienes que hacer es poner la pala unas pulgadas más allá y
entonces la desentierras"
Marianne estaba un poco cortada al principio."¿Cómo sabe un chico de la ciudad
de Nueva York sobre desenterrar almejas?"
"Travis Lamb, uno de los tipos con los que estuve en la Marina, me enseñó cómo
hacerlo cuando estuvimos un tiempo en Charleston hace años. Su madre tenía la
casa llena de invitados hasta el alba, y nosotros desenterrábamos bastantes
almejas para que ella hiciera una huevada de sopa de pescado para la fiesta en la
noche del Día de la Independencia."
"Tú estuviste de verdad en la Marina ¿no es cierto?"
"Maldición, puedo enviarte por fax los informes de la baja si quieres. Tienen el sello
oficial y todo" Kyle le sonrío cálidamente y la ayudó a cavar.
Marianne cerró los ojos durante un momento mientras sentía su calidez
rodeándola. Ella nunca había hecho algo cómo esto o había disfrutado más que
simplemente sintiéndolo detrás de ella mientras el sol brillaba sobre ellos.
Era tranquilo. Confortable.
Rió triunfalmente cuando descubrió una almeja ella sola. Kyle le alcanzó el cubo.
Sus caderas rozaron las de ella haciéndole saber que estaba duro otra vez.
Ella sintió el calor ardiendo en sus mejillas.
"¿Por qué estás siempre ruborizándote?" preguntó Kyle.
"Yo...ejem..." Se aclaró la garganta, sin estar segura de que contestar. La verdad era
que su sexualidad la había avergonzado siempre, y sin embargo Kyle la llevaba con
comodidad.
Por otro lado, ella nunca había estado tan sexualmente consciente de nadie más.
Cada vez que miraba a Kyle, deseaba tomar un bocado de él. Atraerlo a sus brazos,
tumbarlo sobre su espalda, rasgarle la ropa, montarlo y entonces cabalgarlo
locamente hasta que ambos estuviesen sudorosos y agotados.
Por supuesto que había tenido un montón de eso la noche anterior, pero aún así
no había sido suficiente para saciarla.
Ella quería más de él.
Él la miró atentamente mientras le cogía la mano con la suya. Puso suavemente un
beso en la palma de su mano, todo el tiempo mirándola a los ojos.
"¿Qué ocurre Marianne?" susurró. "¿Estás asustada de cuanto me haces
desearte?"
"Un poco"
Rozó sus labios con un ligero y dulce beso. Ella gimió al sentir su sabor mientras él
le tomó la mano para que con su palma presionara contra su abultada
erección."¿Has hecho alguna vez el amor en la playa?"
Ella dio un respingo al pensar en ello. "Alguien podría vernos"
La mirada de él se tornó maliciosa. "¿Preocupada? Pensé que eras Ren
Winterbourne. Mujer de aventuras."
Ella se mordió el labio para no reírse. "Ren no tiene que vivir consigo misma o con
la vergüenza de ser cogida en flagrante delito con un extraño"
Él se quitó la camisa por la cabeza y le preguntó. "Demasiada fantasía ¿Eh?"
Marianne miró su broceado y musculoso pecho. Él estaba realmente para chuparse
los dedos. Irresistible.
Y esta vez cuando él la beso fue salvaje, exigente. Cada parte de ella se estremeció
con el sabor de su lengua bailando con la suya. Al mismo tiempo él le cogía la cara
con la mano.
La tumbó de espaldas sobre la arena.
La parte sensata de sí misma le decía que lo apartara, pero la parte reprimida
rehusaba hacerlo. Ella había vivido toda su vida protegida y a salvo.
Kyle no. Un hombre que estaba acribillado a balazos no conocía el miedo. Nada de
temores.
Él solo sabía como vivir el momento.
Cómo le envidiaba ella eso.
Él se echó hacia atrás para alcanzar los botones de su blusa. "¿Bien?"
Marianne tragó. "Si alguien nos pilla, eres hombre muerto".
Él se rió de eso. "Incluso te prestaré mi pistola para que me dispares"
"¿Lo prometes?"
"Por supuesto"
Inspirando profundamente, ella lentamente se desabrochó la blusa.
Kyle jadeaba entrecortadamente mientras la miraba abrirse el top para él.
Era la cosa más erótica que había visto alguna vez. Extraño. Él había tenido mujeres
mucho más bellas desnudándose para él. Las había mirado quitarse la ropa como si
fueran una profesional.
Ninguna lo había excitado nunca del modo en que lo hacían los tímidos
movimientos de Marianne.
Su tímida duda era un suspiro de aire fresco. Ella no haría esto para nadie más. Él
no era simplemente un polvo para ella.
Le encantaba la sensación de ser especial.
En su vida, aquello era algo que había echado en falta siempre profundamente. El
tipo de mujeres con las que había salido siempre habían sabido cómo eran las
cosas. Siempre tenían experiencia.
No Marianne. Ella era solo una mujer sin pretensiones de la clase media americana,
viviendo una vida que no era nada especial.
Nada especial para nadie excepto para él.
Él la encontraba extraordinaria a ella.
Ella quitó las manos de su blusa y las pasó por la espalda de él. Kyle agachó la
cabeza para poder saborear su piel desnuda.
"Hmmm", suspiró mientras jugueteaba con la lengua alrededor de su
ombligo."Creo que soy adicto a tu sabor".
Marianne cerró los ojos mientras el cálido aliento de él la abrasaba. Este era el
momento más increíble de una vida que ella había gastado jugando sobre seguro.
Una vida soñando despierta con fantasías de algo parecido a lo que le estaba
ocurriendo ahora.
Para su propia sorpresa, se descubrió riéndose.
Kyle se incorporó para mirarla con un severo ceño.
"¿Sabes? No está muy bien reírte de un tipo cuando está intentando seducirte."
Ella le echó hacia atrás el pelo que le caía en la cara y le sonrió."Lo siento. Tan solo
estaba pensando en como me arrollaste ayer. Literalmente."
Su ceño se desvaneció mientras en su cara asomaba una ardiente e intensa mirada.
"En cualquier momento que necesites un héroe, nena, solo tienes que llamarme"
Ella gimió cuando él agachó la cabeza y la besó con ferocidad. Mmm, cómo le
encantaba a ella el sabor de su boca. El modo en que sus músculos se tensabas
alrededor de ella.
Marianne envolvió su cuerpo con el de ella y se deleitó con la sensación de su
pecho desnudo contra la parte de ella que estaba desnuda al tener su camisa
abierta. Ella lo sentía desde los labios todo entero hasta la punta de los dedos de
los pies.
Su corazón retumbaba, ella deslizó las manos por su espalda, notando los hoyos y
suturas de viejas cicatrices allí. Su corazón se desgarró al pensar en todo el
sufrimiento por el que él debía haber pasado.
"No lo sé" susurró contra sus labios. "Creo que tú necesitas alguien que te cuide
más de lo que yo necesito un héroe".
Kyle se quedó helado con sus palabras. "¿Te importaría ofrecerte voluntaria para el
puesto?"
"¿Tú me lo permitirías?"
Su pregunta quedó suspendida entre ellos.
"Nunca he tenido a nadie interesado en hacerlo"
"¿Nunca?"
Él sacudió la cabeza mientras la verdad caía sobre él."No, es por lo que ingresé en
la Marina. Todos aquellos tontos, estúpidos anuncios acerca del trabajo en equipo
me llegaron, y pensé que sería agradable ser parte de alguna clase de familia."
Ella jugó con su pelo mientras lo miraba tranquilamente. "¿La encontraste?"
"Lo hice con los SEAL. Sabía que teníamos un vínculo que nos unía."
"Entonces, ¿Por qué te fuiste?"
"Joe llegó y seleccionó a tres de mi unidad. Tony y Doug habían sido como
hermanos para mí y yo no quería defraudarlos. Cuando ellos ingresaron en el BAD,
yo hice lo mismo."
"¿Te arrepientes?"
"No hasta que me soltaron en esta isla y me dijeron que tenía que descansar aquí
durante varias semanas".
Ella le dirigió una mirada enfurecida.
Él le ofreció una pícara sonrisa. "Ahora estoy pensando que debería estarles
agradecido por ello"
"Será mejor que estés pensando eso"
Él se frotó contra ella, dejando que su cuerpo la acariciara. "Créeme Marianne. Lo
estoy".
Marianne suspiró cuando su beso la transportó al cielo. Tampoco protestó cuando
le quitó la camisa y la tumbó sobre la basta arena. Era extraño, esto no parecía
incómodo en las películas y tal, pero en la realidad...
Ella gruñó cuando Kyle le bajó la cremallera de los pantalones cortos con los
dientes, luego se los sacó de las piernas. Y cuando hizo lo mismo con sus bragas,
ella casi se corrió tan solo por el total erotismo del acto. Él era como un
depredador salvaje que su hubiese perdido sobre ella.
Uno que lo único que quería era devorarla.
¿Qué era lo que tenía él que la hacía arder de esa manera? ¿La haría eso olvidar el
hecho de que podrían ser descubiertos en cualquier momento?
"¿Te gusta vivir peligrosamente, no? Le preguntó mientras él se arrastraba
sinuosamente subiendo por su cuerpo, mordisqueándola por todos lados.
"No hay otro modo de vivir" Su cálido aliento acarició y le tensó el pezón antes
incluso de que él abriera la boca y lo reclamara.
Marianne suspiró de satisfacción mientras sostenía su cabeza contra ella. El pelo
de él excitaba su piel mientras su lengua enroscaba su aureola, provocando un
duro, amargamente dulce nudo en el estómago que se le contraía cada vez que él
lo lamía.
Las olas rompían en la playa, bañándoles suavemente los pies desnudos mientras el
caliente sol la calentaba casi tanto como lo hacían las caricias de Kyle.
Kyle se apartó sólo lo suficiente para poder quitarse los vaqueros.
Marianne no podía comprender porque un hombre como este estaba interesado
en ella. "¿Estás seguro que no eres uno de los actores que contrataron para esto?"
"Positivo. ¿Por qué lo preguntas?"
"No lo sé. Pareces demasiado bueno para ser real"
Él resopló al oír eso, entonces rodó con ella hasta que ella quedo sobre él. Alcanzó
los vaqueros que había tirado y sacó un condón, que abrió con los dientes, y
pasando los brazos alrededor de ella se lo colocó.
"Creo que eres la única persona que me ha dicho eso en toda mi vida. La mayoría
de la gente maldice el día que me conoció."
"No me creo eso"
Ella dio un grito entrecortado cuando él la alzó y la bajó sobre su dura verga.
Marianne gimió al sentirlo dentro. La punta de su polla la golpeaba en lo más
profundo, haciendo que su cuerpo entero vibrara con la sensación de él allí dentro.
Apoyando las manos en sus hombros, ella lo cabalgó lento y suave, saboreando
cada vigorosa embestida de su cuerpo contra el de él.
"No puedo creer que acabe de conocerte" dijo ella. Sentía que lo conocía hacía
mucho más tiempo.
Kyle la miró mientras ella usaba su cuerpo con el suyo. Su pelo cayéndole
suavemente sobre sus hombros llenos de pecas, que se veían ligeramente rojos por
su exposición al sol. Estaba preciosa. Cómo alguna antigua diosa que hubiese sido
lanzada a la orilla para seducirlo.
Le tomó la mano entre las suyas y succionó las yemas de sus dedos. Dejó que el
salado sabor de su piel avivara su apetito por ella.
Ella no se parecía a ninguna mujer que él hubiese conocido jamás. Ella estaba
cortada por el mismo patrón que "las reinas escolares", inocentes y puras con las
que él había soñado en su juventud. Las mujeres con las que él se había cruzado
incontables veces en las calles o ascensores. Mujeres decentes que no sabían nada
de espionaje o mentiras. Engaños.
Ella era la clase de mujer que devolvería una billetera que contuviese mil dólares
sin robar ni uno solo.
La cabeza le dio vueltas cuando ella aceleró sus embestidas. Él se incorporó para
alcanzar sus labios y de ese modo poder sentirla más cerca.
Dejar que algo de la honestidad de ella se deslizara en su interior.
Él quería arrastrarse dentro del cuerpo de ella. Encontrar un lugar seguro, un sitio
cálido donde cosas como la bondad existieran.
Quizás si él estuviese con ella solo un poco más tiempo, alguna de su decencia se le
contagiaría.
Ella se corrió gritando su nombre.
Kyle no se movió mientras contemplaba el éxtasis en su cara. Cuando el último
temblor la recorrió, ella se desplomó sobre él.
Él rodó con ella de nuevo para así poder tomar él el control.
Marianne lo apretó más cerca, sacudiendo la arena de su espalda mientras él se
deslizaba dentro y fuera de ella, clavándose en ella con un ritmo exigente.
Él era increíble. Poderoso. Cada embestida la atravesaba, la excitaba, y cuando el
orgasmo de él llegó, gritó y entonces se dejó caer sobre ella.
Ella lo sostuvo allí, dejando que su respiración agitara su pelo y sintiendo su
corazón retumbar contra sus pechos.
Ella cerró los ojos y suspiró contenidamente."Guau" dijo quedamente "Creo que
noté moverse la tierra"
Él rió, pero no hizo ningún movimiento para salir de ella. "Lo más probable es que
fuesen las olas llevándose la arena de debajo nuestro"
Ella le hizo una pedorreta. "Eres un aguafiestas".
Él la besó suavemente en los labios, entonces la empujó hacia las olas para que
pudieran bañarse en las limpias y cristalinas aguas donde pequeños peces
tropicales nadaban alrededor de sus pies.
Era un día perfecto, surrealista.
"Me siento de una manera rara como Jane en un peli de Tarzán."
Kyle golpeo su pecho con los brazos imitando a un simio e hizo el grito de Tarzán.
Antes de que ella tuviese tiempo de reírse, él se agachó por la cintura y se abalanzó
sobre ella, levantándola y echándosela al hombro.
Marianne chilló y se rió de sus payasadas. Hasta que ella tuvo a la vista las
sonrosadas heridas de su espalda. Ella las había notado mientras hacían el amor,
pero era la primera vez que realmente las veía de cerca a la luz del día.
Su corazón se estremeció, tocó una larga, irregular cicatriz que corría justo bajo su
paletilla. "¿Qué te hizo esto?"
"Creo que es de una valla de alambre de espino por debajo de la que me deslicé el
año pasado en Beirut. Gracias a dios que llevaba mi cazadora de piel o me hubiese
herido gravemente"
"Más bien parece que lo hiciste"
"No" dijo dejándola en el suelo. "Es una herida superficial"
Ella hizo girar sus ojos "Eres como aquel caballero psicópata en 'Los Monty Python
y el Santo Grial' ¿no? El que tenía el brazo colgando fuera del hombro y lo miraba y
decía 'Ah, es sólo un arañazo' "
"Hey, en el barrio donde crecí, cualquier signo de debilidad era una invitación para
que te dieran por culo"
"Y donde yo crecí, íbamos al hospital y después te daban un helado"
Kyle frunció el ceño al oír sus palabras del idílico mundo que ella describía. "No
creo que un sitio así exista realmente"
"¿Nunca te ha dado nadie un beso tras tus meteduras de pata?"
Él se lo pensó un minuto. "No. Mi madre murió en un accidente de coche cuando
yo tenía cinco años. No hubo nadie que me besara por nada después de eso"
Ella movió la cabeza hacia él, entonces presionó sus labios sobre la cicatriz de su
pecho, la que estaba justo a una pulgada de su corazón y que estaba rosada y
reciente.
Cerrando los ojos Kyle disfrutó de la sensación de sus labios sobre su piel. Las
acciones de ella hacían que lo embargara una extraña calidez.
Así que esto era la ternura...
A él le gustó más de lo que debería.
"¡Marianne!"
Ambos se sobresaltaron con el sonido de alguien llamando desde algún lugar entre
los árboles.
Kyle se apartó de ella lo suficiente para coger sus ropas y alcanzárselas.
"Espera aquí" dijo, poniéndose los vaqueros.
Descalzo y sin camisa, él tiró a coger su arma, solo para recordar que no la llevaba
consigo.
Maldición. Su entrenamiento militar hecho pedazos, obligándolo a moverse
lentamente hacia el sonido del intruso...
Marianne se vistió rápidamente mientras se preguntaba que estaría haciendo Kyle.
Tan pronto como estuvo vestida, se encaminó tras él. Tan pronto como alcanzó los
árboles oyó un chasquido.
Un hombre gritó, entonces Kyle vino corriendo hacia ella, riendo.
Él se serenó al instante.
"¿Qué fue eso?"
"Nada" dijo aclarándose la garganta. "Era solo uno de los hombres de Tyson"
"¡Bájame!" la voz desconocida de un hombre resonaba a través de los árboles.
Ella lo miró con recelo. "¿Qué hiciste?"
"Lo puse en un lugar donde no pueda seguirnos o decirle a Tyson donde estamos"
Insegura de si debía creerle, ella frunció el ceño. "¿Estás seguro de lo de Tyson?"
"El Pollo es mortífero, cariño. Te lo prometo. Vamos, necesitamos irnos
rápidamente antes de que envíe más tipos detrás de nosotros"
Todavía escéptica, le siguió mientras él recogía sus almejas y la pala y marchaba
playa abajo, lejos de donde había dejado "al hombre de Tyson".
Caminaron por la orilla durante un rato hasta que Kyle juzgó que era seguro de
nuevo buscar almejas. Una vez que tuvieron el cubo lleno, Kyle la llevó
cuidadosamente hacia arriba por la pendiente rocosa y la guió hacia el área
arbolada de la isla.
"¡Buuu!" dijo ella en un momento dado, haciéndolo saltar.
"No hagas eso" dijo él con una ronca voz y tono de fastidio.
"No he podido evitarlo. Estás muy serio"
"Esto es serio. Uno de esos bastardos podría haberte puesto las manos encima y
haberte apartado de mí. Es la última cosa que quiero." La sincera rabia de su voz la
volvió del revés.
"¿De verdad?"Preguntó
"De verdad"
Marianne se mordió el labio mientras el calor se derramaba por toda ella. Entrelazó
sus dedos con los de él y lo dejó que la llevara de vuelta furtivamente a su aislada
cueva donde ellos cocinarían almejas al vapor y harían el amor hasta altas horas de
la madrugada.
Hicieron el amor hasta que ella estuvo débil y sin aliento, tan completamente
saciada que tan solo quería dormir en el refugio de los brazos de Kyle eternamente.
Durante los días siguientes estuvieron escondidos en su cueva, huyendo de los
hombres de Tyson durante el día y utilizando las noches para conocerse el uno al
otro, cada detalle de sus vidas.
No había nada que ella no pudiera compartir con Kyle, y cuando ella cayó dormida
acurrucada contra él el quinto día, supo que todo eso acabaría pronto. Ella solo
tenía unos pocos días más y entonces su fantasía terminaría.
¿La querría Kyle entonces, o la subiría a un avión y se prepararía para la siguiente
ganadora del concurso?
La rabia y el miedo que esa pregunta le provocaba la asustaban.
Pero lo que más la aturdió fue cuanto le dolía pensar en dejar ir a Kyle.
CAPÍTULO CUATRO

Kyle y Marianne se sentaron sobre una manta en la playa bastante después de que
oscureciera con un pequeño fuego crepitando delante de ellos. Él estaba apoyado
contra un gran trozo de madera, de los que arrastra el mar hasta la playa, con
Marianne sentada entre sus piernas, sostenida contra su pecho desnudo ya que
ella llevaba la camiseta de él.
A él le encantaba verla con su ropa, las cuales ella había estado llevando cada día
desde que él "la raptó". No iba de ningún modo a dejarla volver a su habitación del
hotel donde uno de los otros podría cogerla y apartarla de él.
En caso de que pudieran. Él sencillamente es que no quería herir a nadie
innecesariamente. Pero heriría a quien intentara arrancarla de su lado incluso un
minuto antes de que tuviera que dejarla partir.
Ella iba sin sujetador bajo la camiseta, y el delgado material le recordaba
constantemente el hecho de que ella estaba lista para él en cualquier momento.
Sus pezones se marcaban agradablemente contra la fina tela de algodón blanco,
rogándole que los alcanzara y toqueteara mientras ella descansaba con la cabeza
hacia atrás sobre su hombro. Sus caderas estaban colocadas firmemente contra su
ingle, y cada vez que ella se movía, su polla se erguía al sentir la presencia de su
suave calidez tan cerca de él.
Era consciente de cuanto disfrutaba de su compañía y su cuerpo.
Estaba todo silencioso y tan solo el sonido de las olas y del fuego se introducía en
su tranquilidad.
Pero Kyle estaba preocupado. Los hombres del otro lado de la isla se estaban
volviendo más ingeniosos e insistentes para que Marianne regresara a "su
fantasía".
Que se condenara si él iba a dejarla irse. No hasta que ella se lo pidiera, y ella
parecía, de lejos, totalmente contenta de quedarse con él.
Pero esos molestos indeseables continuaban corriendo tras ellos, y hoy habían
estado un poco más listos.
Uno de los hijos de puta por poco los había cazado en los acantilados. Pero unas
granadas bien lanzadas lo habían llevado a la carrera de vuelta por donde había
venido.
Marianne continuaba jugando con la idea de que sus perseguidores eran los
secuaces que Tyson había enviado para atraparlos, pero por el brillo en sus ojos
castaños si él hablaba sobre ello, diría que ella no le creía.
De acuerdo entonces. Tyson había sido una estúpida idea, pero le había traído los
mejores momentos de su vida, y si ella no lo ponía en evidencia, él no le iba a
confesar la verdad.
Él solo quería disfrutar del poco tiempo que les quedaba.
Marianne quitó su brocheta del fuego rápidamente cuando su malvavisco prendió.
Ella lo apagó enseguida. Su largo pelo le hacía cosquillas en la piel cuando ella se
movía, agitando el aire entre ellos de modo que él podía oler la fragancia de su
champú en el pelo de ella.
Él adoraba el olor de su perfume en ella. Lo conmovía a un nivel que era profundo y
aterrador.
Embelesado mirándola, Kyle la observó mientras sacaba el pegajoso revoltijo hacia
la punta del palo y tomaba un bocado.
La vista de su lengua entrando y saliendo sobre sus labios pudo con él.
Su cuerpo ardía, la apretó más cerca para saborear el azúcar de sus labios. Ella
gimió en el momento que él le recorrió la lengua con la suya.
"¿Estás quemando tu malvavisco Kyle?"
Él frotó la nariz contra la de ella e inhaló su aroma femenino antes de apartarla
para mirar su brocheta con su malvavisco carbonizado en el fuego. "Eso parece"
Ella chasqueó con desaprobación. "Y era la última, encima. Debería darte
vergüenza"
Sacudiendo la cabeza, tiró su palo al fuego. Iban escasos de provisiones. Él había
ido furtivamente a su hotel a conseguir algunas cosas esenciales como jabón y
champú mientras ella dormía la pasada noche, pero la verdad era que tendrían
que volver al mundo real demasiado pronto.
Su tiempo juntos era muy limitado.
"Si tengo que morir por mi país Joe, entonces me gustaría saber para que diablos
estaba viviendo"
Esas palabras cargadas de ira lo acosaban ahora cuando recordaba como se las dijo
a Joe justo después que él y Retter hubiesen salido volando de los países del Este.
Marianne era la respuesta, pero él no podía quedarse con ella. Sus obligaciones
estaban en cualquier lugar. Los hombres como él no tenían responsabilidades, y
Marianne Webernec era una gran responsabilidad. Lo último que él necesitaba era
el estrés de la preocupación por dejar una viuda detrás si moría.
Tales cosas garantizaban una muerte segura. En la batalla los mejores soldados
eran aquellos para los que su único foco de atención o preocupación no era otro
que su trabajo.
El trabajo lo era todo.
Pero al menos ahora él comprendía lo que significaba estar vivo. Sentir algo
profundo por una mujer y saber, mientras estuviera tragando mierda, porqué su
trabajo era importante.
Mantenía a gente como Marianne a salvo. Ella no sería más un extraño sin rostro.
Un ideal abstracto.
Él tenía algo real a lo que aferrarse.
Cerrando los ojos, apoyó su mejilla contra la de ella y la mantuvo en una tranquila
soledad, deseando que el tiempo se detuviera y él pudiese hacer durar ese
momento eternamente.
No quería dejarla nunca.
No quería dejar jamás esta isla.
Marianne suspiró cuando asimiló la sensación de los pelos de la barba raspando
suavemente su piel. Los fuertes brazos de él la tenían rodeada por el pecho como si
a él le preocupara dejarla ir.
Le encantaba esa sensación, pero más aún que eso, ella sospechaba que podría
estar realmente enamorada de él.
Estos últimos días habían compartido muchísimo de ellos mismos el uno con el
otro. Ella le había contado de sus miedos de morir sola sin haber tenido un
momento especial por el cual decir que Marianne Webernec había vivido. Que ella
era importante para alguien más que para su gato. Kyle la había escuchado y él
también había compartido su triste pasado con ella. Y con cada pedacito que él le
había confiado, ella se había enamorado más.
Nadie había estado nunca más cerca de ella. Nadie había significado tanto. Kyle era
maravilloso.
Ella no sabía cuanto de lo que él le había dicho era verdad y cuanto montaje, pero
ella no creía que él mintiera en las cosas importantes tales como la muerte de su
mejor amigo o de su madre. El dolor en sus ojos cuando hablaba de ellos era
demasiado real para ser falso.
No, él se había abierto a ella también.
El corazón se le estremeció al pensarlo. Reconfortada e interesada por él, se dio la
vuelta y quedó frente a él. El resplandor del fuego jugaba con su pelo haciendo
sombras en su cara, a lo largo de su angulosos y hermosos planos.
"Eres delicioso" dijo
Él arqueó una ceja.
Sonriendo maliciosamente, ella agarró el botón de sus vaqueros.
"¿Qué estás haciendo?" preguntó él.
Ella le bajó la cremallera."Bueno, me estoy tomando libertades con usted,
caballero"
Su dura polla se irguió entre sus cortos pelillos negros que sobresalían trazando un
arco hasta su estómago. Afortunadamente sus calzoncillos estaban aun secándose
donde ellos habían lavado su ropa un rato antes, así ahora él estaba todo desnudo
y expuesto a ella.
Mmm, cómo le gustaba a ella la visión de él así. Duro y preparado para ella. Ella
recorrió con su mano toda su longitud y se deleitó con la forma en que su polla
seguía el movimiento de sus caricias. La forma en que se alzaba y arqueaba
reaccionando a su toque.
Ella rozó con la mano todo el sensible capullo, dejando que su humedad cubriera
sus dedos.
Kyle la observaba con los ojos entornados mientras su respiración cambiaba a
fuertes, intensos jadeos.
Marianne se humedeció los labios y bajó la cabeza hasta que pudo meterse su
glande en la boca. Ella cerró los ojos mientras saboreaba la salada dulzura de él.
Cómo le gustaba el sabor de Kyle.
Él reaccionó con un siseo entre dientes.
Ella dio un gruñido en lo profundo de su garganta cuando tomaba más de él con su
boca, mientras recorría con su lengua su enorme vena, y permitía que su laringe
vibrara para darle más placer.
Él le cogió la cara entre las manos y se las pasó por el pelo mientras ella agarraba la
blanda bolsa de sus testículos y la masajeaba al mismo tiempo que le daba los
largos lametones.
La cabeza de Kyle flotaba mientras él se apoyaba hacia atrás para dejarle a ella
mejor acceso a su cuerpo. No había mejor sensación que la de su dulce y pequeña
boca provocándolo. Su timidez había desaparecido ahora tras los días que habían
pasado juntos. Ella era atrevida con él.
Y a él eso era lo que más le gustaba.
Ella ya no dudaba en tocarlo. Había aprendido que él no podía negarle nada.
Cualquier cosa que quisiera estaba bien para él, y en realidad, a él le encantaba ser
su juguetito.
Ella succionó suavemente, luego lamió desde la base hasta la punta. El placer que
sentía era tan intenso que él hubiese jurado que podía ver las estrellas.
Y cuando ella cambió la dirección al revés todo lo que él pudo hacer fue no gritar
de puro éxtasis.
Oh, la sensación de su boca sobre él, especialmente cuando ella continuaba y
alcanzaba una de sus bolas con la boca y la succionaba y mordisqueaba.
Él clavó los talones en la manta cuando cerró la mano en un puño en su pelo con
cuidado de no lastimarla.
Ella no tuvo ni una pizca de piedad con él. Al contrario, continuó su agridulce
asalto. Sin aliento él le pasó la mano por debajo de la mandíbula cuando ella
regresó a su polla y se la metió de nuevo en la boca.
Sólo verla era suficiente para correrse de gusto. Incapaz de soportarlo, dejó que el
orgasmo lo atravesara. Su cuerpo entero tembló y se convulsionó.
Débil y agotado, se desplomó contra las maderas. Marianne fue subiendo
besándole todo el cuerpo lentamente, como si estuviese saboreando cada pulgada
de su piel, del mismo modo que él la saboreaba a ella.
Él gimió cuando ella paró en su pezón y se lo metió en la boca y pasó su lengua
arriba ya abajo sobre él. "Me encanta como sabes" dijo, abrasándolo con su
aliento.
"Me encanta que me saborees"
La sonrisa de ella le hizo latir el corazón más fuerte.
Entonces ella le metió la mano en el bolsillo y sacó una moneda de 25 centavos.
"¿Qué vas a hacer?" preguntó con desconfianza.
"Date la vuelta"
Él rió con nerviosismo. "No estoy seguro sobre esto"
"Vamos," dijo ella arrugando la nariz "Es algo que he estado queriendo hacer"
Cuando él dudó, ella agitó la cabeza "No seas crío, Kyle. Confía en mí"
De mala gana él se movió de forma que quedó sobre su estómago. "OK" dijo
lentamente. "Pero quisiera poder usar esa moneda más tarde. ¿Sabes lo que quiero
decir?"
Riendo, Marianne bajó sus pantalones por debajo de sus nalgas. "Eres como una
'doña angustias'. Relájate."
Muy nervioso de repente, se alzó sobre sus antebrazos para así poder mirar por
encima del hombro.
Ella miró sus nalgas, entonces cogió la moneda y la hizo rebotar contra su nalga
izquierda.
"¡Lo sabía!" dijo triunfalmente. "Tu culo es tan prieto que la moneda rebota"
"¿Qué?"
Ella le dirigió una amplia sonrisa. "Tienes el culo más duro del mundo ¿sabes?"
"Si, vale" dijo él. Este debía ser el momento más extraño de su vida, y si se tomaba
en consideración que él pasaba muchísimo tiempo entre traficantes de drogas y
terroristas, esto quería decir algo. "¿Haces esto a menudo?"
"Noo", dijo ella metiendo la moneda en su bolsillo. "Sólo quería comprobar mi
teoría"
"¿Y ahora que lo has hecho?"
La mirada de ella se tornó maliciosa. "Tengo planes para estas nalgas tan duras"
Colocó las manos sobre sus nalgas y les dio un fuerte, placentero apretón antes de
dejarse caer hacia delante y pegó un mordisco en el mismo punto donde había
hecho rebotar la moneda.
Kyle se tumbó, contento de dejarla hacer con su cuerpo.
Marianne nunca dejaba de sorprenderlo. Encontraba que el reto que era ella era la
mejor parte de todo esto.
Y mientras caía la noche, se dio cuenta de algo.
Por primera vez en su vida, estaba enamorado de alguien.
Alguien que había llegado a significar todo para él.
Alguien a quien iba a tener que dejar atrás para siempre.

Kyle se despertó en el interior de la cueva a la mañana siguiente tan saciado que


estaba seguro de que había muerto y había ido al cielo. Esta última semana con
Marianne no se parecía en nada a algo que él hubiese conocido.
Cuanto más la conocía, más le gustaba.
No, era más que eso. Ella le hacía sentir cosas que él no había sentido por nadie.
Y él adoraba el aroma de ella en su piel. La sensación de sus manos en su cuerpo.
Le encantaba despertarse con ella echada a su lado.
Soñoliento y cariñoso, rodó para acercarla y acurrucarla junto a él, únicamente
para encontrarse solo sobre la colchoneta.
Frunciendo el ceño, Kyle abrió los ojos para ver la cosa más extraña de su vida.
Alguien había colocado un juguete, un pollo de goma sobre la almohada de
Marianne.
"¿Marianne?" llamó, riendo de lo que él creía sería una travesura. Ella tenía un raro
sentido del humor a veces.
Nadie respondió.
Y ahora que él lo pensaba, ¿dónde podría ella haber cogido un pollo de juguete?
Extremadamente preocupado, se sentó de repente. Su mirada recayó sobre un
escrito que había sobre el juguete y se le heló la sangre.
Si quiere ver viva de nuevo a Marianne, llame a Tyson Purdue, 212-555-6209
¿Qué demonios?
Su corazón retumbaba, Kyle salió volando de la cama y sacó su teléfono móvil de la
pequeña mochila que él había traído hacía unos días. Por primera vez desde hacía
una semana lo conectó y marcó el número.
"¿Kyle?". La voz estaba electrónicamente distorsionada.
"¿Quién es?" exigió.
"Aquí Tyson Purdue, tú has sido un chico malo. Literalmente. Me tienen loco tus
interferencias en mis negocios, es hora de que te enseñe una lección"
"¿De qué estás hablando?"
Sonó un agudo chasquido. Fue seguido por la voz aterrada de Marianne. "Kyle.
¿Qué está pasando? ¿Quienes son las personas que me retienen?"
Lo vio todo rojo por el miedo que le notó al escucharla. Mataría a quien fuera que
la había asustado así. "Todo va bien nena. No te preocupes. No les dejaré que te
hagan daño. ¿Puedes tranquilizarte por mi?"
Marianne no respondió. Se escuchó otro agudo chasquido y entonces la voz
electrónica respondió. "No te preocupes, Foster. Ella estará bien mientras tú hagas
lo que te digamos.
"¿Qué quiere?"
"Te quiero a tí, Kyle Foster. Te quiero muerto por lo que has hecho."
"¿Quién demonios eres tú?"
"Sabes quien soy. No seas estúpido. Y con el riego de parecer tópico, si quieres que
Marianne permanezca sana y salva, nos encontraremos al anochecer en la playa
sur. Oh, y mejor que vayas desarmado."
La línea se cortó.

Marianne estaba tan asustada que casi no podía respirar. No se podía mover. Todo
lo que ella sabía es que en un minuto ella estaba durmiendo felizmente envuelta
entre los brazos de Kyle, y al siguiente alguien había apretado un trapo, que tenía
un olor acre, contra su cara.
Entonces todo se volvió negro.
Ella despertó poco después con un atroz dolor de cabeza para encontrarse con los
ojos vendados, con las manos atadas a su espalda y los pies atados a la silla de
madera donde se sentaba.
Por lo que ella podía decir, había tres hombres con ella. El que la había despertado
para hablar por teléfono parecía ser americano. Su voz era extremadamente
profunda y parecía tener una ligera insinuación de un extraño acento en ella.
El hombre de su derecha hablaba con un fuerte acento español mientras que la voz
del otro hombre era definitivamente alemana.
"¿Por qué le has dicho que espere a la puesta de sol?" preguntó el hombre con
acento español. "Estoy preparado para terminar esto y largarme a casa".
"Reno, tú ya naciste impaciente, mi'jo. Lo bueno de tratar con tu oponente es jugar
con su cabeza. Dejémosle sudar un poco. Para cuando anochezca estará tan
nervioso, que no será capaz de pensar correctamente."
Marianne escuchó algo hacer clic que sonaba parecido a un arma siendo
amartillada o quizás recargada.
Reno rió. "Eres un bastardo del diablo"
"Si en efecto, y si tu fueses listo estaría tomando notas. Aprender del experto
chicos, y aprender bien."
Marianne estaba tan asustada que sus dientes castañeaban. Estaba paralizada de
frío y se agitaba incluso aunque las manos estuviesen atadas a su espalda.
Quería se valiente por Kyle, pero ella no era un agente secreto. El personaje de su
novela podría salir de esta. Una profesora de instituto de una pequeña población
no.
¿Qué iba a hacer ahora? Se suponía que esto no le tenía que ocurrir a ella. Ella
era...
Marianne se interrumpió cuando los hombres empezaron a hablar de hacer estallar
la cabaña en la que ella estaba.
Espera, esto le era familiar. Conocía esta parte. Ser atada a una silla, la llamada de
teléfono.
La explosión de la cabaña.
¡Capítulo nueve!
Su mente se aceleró mientras la tranquilidad la recorría. Eso es. A mitad del libro
más o menos Ren acaba capturada por el villano y Brad tiene que venir a
rescatarla, solo que termina siendo Ren quien lo rescate a él.
¡Era el libro!
Estos hombres debían ser más actores, y ellos la habían re-capturado de Kyle.
Bueno, ya era hora. Ellos habían sido deplorablemente inadecuados hasta ahora.
Ella se tranquilizó con el descubrimiento. Esto no era real. Era solo parte de su
fantasía.
Oh, gracias a dios no iban a matarla a ella o a Kyle. Ella soltó un largo suspiro
mientras intentaba soltar lar cuerdas.
"OK chicos" dijo, con voz sorprendentemente firme. "Podéis desatarme ahora"
"¿Desatarte?" repitió el americano, con un tono lleno de incredulidad. "¿Por qué
debería?"
"¿Por qué te lo pido?". Ella esperó expectante a que la desataran.
No lo hicieron. Ni tampoco dijeron nada, y ella tuvo la leve sospecha de que la
estaban observando.
"Mirad" probó de nuevo, "Me doy cuenta de que vosotros chicos al final os las
habéis arreglado para apartarme de Kyle. Bravo por vosotros, lo hicisteis bien por
una vez. Pero ahora estamos de vuelta en el libro, y ya que yo soy la heroína que se
supone que va a escapar, necesito alguna ayuda. Esta silla es muy incómoda la
verdad y me duelen las manos."
Ella esperó a que la obedecieran, y de nuevo no hicieron ningún movimiento para
desatarla.
El tiempo se extendía interminablemente.
"Vamos" dijo, esperando en la silla. "No puedo desatar estos nudos. Mirad, Ren
Winterbourne, la agente secreto, se supone que puede librarse de esta silla, pero
Marianne Webernec de Peoria no puede, y hasta que no me soltéis, no podremos
continuar con la siguiente escena, así que chicos, ¿podríais ayudar?"
"¿De qué está hablando?" preguntó el español.
"¿Quien es Ren Winterbourne?" preguntó el alemán.
El americano rió.
Otra oleada de pánico la recorrió.
Solo están jugando contigo. Los has escuchado, les gusta jugar con las mentes de
la gente.
Jugar con la mente de Kyle.
Marianne hizo una pausa en sus pensamientos cuando se dio cuenta que esto no
iba con ella.
Ellos debían ir realmente detrás de Kyle después de todo. De otro modo ¿Por qué
usaban el nombre de Tyson Purdue?
Dios mío, ¿Y si Tyson Purdue era real?
Mantén la calma Marianne.
"Vamos" dijo Marianne de nuevo, esperando estar equivocada y que ellos se la
estuviesen jugando por todas las veces que Kyle los había ahuyentado. "Sé que
esto no es real. Soltarme y no le diré al Sr. Zimmerman cuanto me asustasteis."
"¿Tíos, vosotros conocéis a Zimmerman?" preguntó el alemán.
Marianne sintió que alguien se acercaba a ella.
"¿No es real?" El americano estaba a su lado tan cerca que su voz no era más que
un gruñido en su oreja derecha. "Señorita, ¿sabe lo que es el BAD?"
"Agencia americana de defensa. Es la agencia que Kyle inventó."
Ella oyó como e americano se apartaba de ella. Sonaba como si se hubiese apiñado
con los otros.
Los hombres empezaron a hablar unos con otros en alemán. Poco sabían ellos que
el alemán era uno de los idiomas que ella enseñaba en el colegio, y los entendió
perfectamente.
"Si ella no le cree, entonces la podemos dejar ir ¿no?" preguntaba el alemán.
"¿Cuánto le contó Foster?" preguntó el español. "Tú eres el que colocó el
micrófono oculto"
El americano contestó."Mucho más de lo que debiera. No sé..."
Hubo unos segundos de silencio, y entonces oyó algo que sonó definitivamente
como un arma siendo amartillada.
"Estoy pensando que ella es un inconveniente, y ya sabéis lo que pienso de los
inconvenientes"
"Baja tu arma. No puedes sencillamente matarla." Dijo el alemán. "Estoy cansado
de limpiar trozos de cadáver después que acabas con ellos"
¡Oh dios, es real!
Estos no eran actores de la isla.
Alguien le tiró del pelo hacia atrás desde el cuello, y entonces algo afilado y frío se
apretó contra su garganta.
"¿Estás asustada maestra?" susurró el americano en su oído. "Dijiste que querías
ser una agente. ¿Estás realmente preparada para ello?"
¡No quiero morir! Las palabras relampaguearon en su mente. No, ella no quería
esto tanto como no quería que Kyle muriese.
Contra su deseo, empezó a sollozar descontroladamente.
"Hey, hey, hey" dijo el americano mientras quitaba lo que fuese que fuera de su
garganta. "¿Qué es esto?"
Ella no podía hablar debido a sus desgarradores sollozos.
"¡Ay, caramba! ¿Qué has hecho? Mírala."
Le quitaron la venda rápidamente, y ella se dio cuenta de que estaba en una
cabaña a penas amueblada. Una mesa y una silla parecían ser todo.
Bueno, eso y un completo lote de armas y municiones. Había cajas rodeándola por
todos lados llevando las palabras: frágil, peligro, explosivos, municiones, granadas,
etc.
Marianne veía a los tres hombres a través de su vista borrosa. El que estaba
delante de ella era atractivo para ser un psicópata. Tenía el pelo negro largo hasta
los hombros y una cara que podía pertenecer a un modelo de Calvin Klein. Su piel
oscura estaba perfectamente bronceada, sus ojos de un azul tan pálido que no
parecían reales.
Él alargó la mano y le quitó las lágrimas de la cara. "No llores" dijo, haciéndole
saber que él era el americano. "Vamos, no puedo soportar ver a una mujer llorar"
Reno cortó las cuerdas de sus pies.
Enfadada y asustada, ella reaccionó sin pensar. Le dio una patada en la pierna al
americano.
"¡Ouu!" gruñó él apartándose.
Reno desató sus manos, deslizó en la funda su cuchillo, y entonces golpeó con la
mano el hombro del americano. "¡Pendejo!" gruñó. "Te dije que no la ataras así"
El americano rechinó los dientes y dio un paso amenazador hacia Reno, quien
retrocedió instantáneamente. "No me toques, maricón, a menos que lleves un
arma"
"Tengo un arma, justo aquí" dijo Reno, deslizando fuera de la funda el gran cuchillo
de carnicero que había usado para liberarla.
El alto, rubio alemán se interpuso entre ellos. Tenía el pelo corto, y llevaba un par
de gafas de sol del estilo aviador. Su blanca camiseta estaba ceñida a un cuerpo
que era grande y fornido como el de un culturista. Tenía un colorido tatuaje en
espiral por todo su brazo derecho.
"¡Suficiente!" dijo el alemán, manteniéndolos a distancia con los brazos separados
con su cuerpo entre ambos.
Marianne decidió tomar ventaja de su disputa para correr hasta la puerta.
Casi la había alcanzado cuando el americano la cogió. Él la balanceó sobre sus
brazos.
Ella lo golpeó con todo lo que pudo y chilló mientras intentaba sacarle los ojos.
Los otros dos hombres rieron.
El americano la sentó duramente en la silla y la mantuvo allí a la fuerza con una
facilidad que era realmente aterradora.
Él le dirigió una helada mirada. "Mira, nadie va a hacerte daño ¿OK?"
"Vais a matar a Kyle"
Una torcida sonrisa cruzó su cara, mostrándole una dentadura de dientes
perfectos. "Hoy no, no yo. Solo quiero enseñarle una lección"
Ella se lanzó sobre él.
Él reía abiertamente mientras la mantenía lejos de él con facilidad.
"Vaya, la maestrita tiene agallas" La volvió a sentar en la silla. Otra vez. "Escucha
Marianne. Tú tenías la fantasía de ser una damisela en apuros ¿verdad?"
Ella se tragó las lágrimas mientras los miraba arriba y abajo a todos ellos. "No
parecéis actores"
"Si, bueno" dijo el americano. "Eso es porque no lo somos"
"Entonces, ¿quienes sois?"
"Somos amigos de Kyle"
El alemán resopló ante eso. "¿Desde cuando?"
Marianne miró al americano fijamente. "Sabía que mentías"
"Mira, te lo juro, no estoy mintiendo en esto." Miró al alemán. "Dieter, de verdad,
no me ayudes ¿vale?"
"De acuerdo, Retter. No me llames la próxima vez que necesites Scheiflekopf para
que te ayude"
Una diabólica media sonrisa cruzó la cara del americano. "Tus palabras, no las
mías".
Marianne se quedó helada cuando el nombre del tipo quedó registrado en su
mente. Retter...
El nombre la atravesó como el cristal. Ella sabía quien era este hombre. Kyle le
había hablado mucho de su inseparable compañero que no hacía caso a nadie
excepto a sí mismo. Las palabras exactas de Kyle habían sido "Retter es un
gilipollas, pero hace el trabajo con escalofriante fiabilidad. El tipo golpea como un
rayo"
Retter se volvió hacia ella. "Solo le estoy gastando una broma a Kyle por hacerme
venir hasta aquí para rescatarlo. Como tú querías ser una damisela en apuros, yo
iba a proporcionarte eso mientras le echaba el lazo. Siento haberte asustado tanto.
Estoy acostumbrado a tratar con agentes quienes antes se arrancarían el corazón
que ponerse a llorar."
Ella entrecerró los ojos al mirar al hombre que tenía delante. Todavía escéptica,
Marianne no estaba segura de que creer. "¿Cómo sé que eres quien dices ser?"
"Tendrás que confiar en mi palabra."
"¿Y si no?"
Reno se rió. "Me encanta esta mujer, Retter. Ella también piensa que eres
gilipollas"
Miró a Reno con una fría, brutal mirada antes de que aquellos penetrantes ojos
azules volvieran a posarse en ella. "Lo mejor sería que aceptaras mi palabra, pues si
mato a Kyle tendría que explicárselo a Joe entonces él se cabrearía y tendría que
matarlo también, y eso haría que su mujer fuese desenfrenada a por mí. Y son
muchos mas problemas de los que yo quiero tener en este momento. Así que, ya
ves que está a salvo."
Había una luz en sus ojos que decía que disfrutaría del desafío de la lucha a pesar
de lo que decía, pero había también algo encantador, y por raro que parezca, cálido
en este hombre.
Marianne asintió con la cabeza. "Será mejor que él esté a salvo" le advirtió. "Yo no
sé como será la mujer de Joe, pero si le haces algo a Kyle, te juro que la mujer de
Joe acosándote te parecerá un paseo por el paraíso en comparación con lo que yo
te haré".

Kyle acechaba arriba y abajo lleno de rabia mientras intentaba imaginar quien
podría haberse llevado a Marianne mientras dormían.
Desechó a los moradores del otro lado de la isla. Los había estado colgando de los
árboles y escapando de ellos con apenas algo más que un fiero gruñido. Ellos nunca
podrían haber perpetrado algo como esto.
Tenía que ser alguien sigiloso. Alguien que sabía lo ligero que era su sueño y como
moverse sin despertarlo...
Maldijo cuando un nombre resonaba en su cabeza.
Retter.
No había nadie más que pudiera ser.
La mirada de Kyle se nubló con ese pensamiento. Tenía que ser. Retter era el único
hombre que Kyle había conocido que podía moverse a su alrededor mientras
dormía y no despertarlo. Tenía una parte de fantasma.
Pero ¿cómo supo Retter sobre Tyson Purdue?
Él se había inventado el nombre y...
Hizo una pausa y volvió la mirada al pollo y la escueta nota.
Debía haber un micrófono oculto sobre él en algún sitio. Eso tenía que ser. Joe
estaba siempre paranoico con lo de perder agentes y les ponía micrófonos ocultos
a casi cada pieza del equipo que ellos tenían. La única razón por la que Kyle no
había pensado en ello antes era el hecho de que cada vez que llamaba a Joe
pidiéndole algo que le ayudara a sobrellevar ese lugar, Joe se había reído de él y le
había dicho "piérdete".
Nunca se le habría ocurrido que Joe tuviera las cosas de la isla controladas por
medios electrónicos, pero desde que había atracado el almacén del BAD para
abastecerse, lo debería haber sabido.
"Maldición"
Cabreado y con ganas de sangre, llamó de nuevo al número de teléfono.
Nadie contestó.
Entonces marcó el número de la oficina de Joe, donde la novia de Joe, The,
respondió a la tercera señal.
"The, aquí Kyle. ¿Está Joe?"
The (pronunciado "Ti" jejeje) era la extremadamente atractiva asistente del
director de la agencia. Era una inmigrante vietnamita, y su inteligencia se salía de la
escala. Lo que ayudaba a su memoria y su necesidad de exigir venganza a
cualquiera lo bastante bobo como para burlarse de su nombre. Era un error que
Kyle cometió solo una vez, y era afortunado por no tener una cojera permanente
desde la experiencia.
Ella era una agente de primera y la mano derecha de Joe, y no dejaba nunca a
nadie que olvidara ambas cosas.
"Bien, bien, Sr. Foster" dijo con su seco, impecable inglés - The podía hablar en
cualquier lugar con soltura como si fuese nativa en quince idiomas - "que agradable
que contacte. ¿Haciendo estallar algún autobús escolar últimamente?"
"¿Perdón?"
"Por favor, no se disculpe, no le va Sr.-déjame-raptar-a-una-mujer-y-arrastrarla-
hasta-mi-cueva. Joe está tan cabreado contigo ahora que eres afortunado de seguir
vivo. Está hablando por teléfono con Wulfgar Zimmerman de Libros Rose
intentando asegurarle que no has herido a Marianne y les será devuelta en breve".
"Yo no soy quien la ha lastimado. Retter me la quitó esta mañana"
El silencio le respondió durante unos pocos latidos hasta que The empezó a reírse.
"No es divertido The"
"Seguro que lo es. Debes estar como loco desde que te la pegó. Al menos no te dio
un puñetazo en las narices antes de llevársela. El actor que hacía de Brad Ramsey
en caso de que te lo preguntes, está bien pero magullado. Él también dejó su
empleo y estaba tratando de demandarnos hasta que le presenté a Tessa y lo
convencí de que un juicio podría ser extremadamente arriesgado para su salud.
Tessa era la estimada Glock 33 de The. Que solo era levemente más letal que la
otra arma mortal de The, Petey el asesino Rottweiler.
"Lo juro, voy a matar a Retter por esto"
"Uh, no, no lo harás cielo. Él es vital para la seguridad de la nación y se halla bajo
extrema protección"
Kyle gruñó a través del teléfono. "Entonces dime como hacerme con él para darle
una bronca"
"Ohhh" suspiró ella. "No creo que sea posible. Verás, él estaba en Rio pasándolo en
grande en la playa cuando Joe lo llamó para que te arrebatara a la turista de
Wulfgar. Fuiste malo Kyle. Así que lo siento. Si quieres hablar con Retter, entonces
llámalo. No hay nada que yo pueda hacer."
Y le colgó el teléfono.
"Estupendo" dijo con voz fuerte, esperando que cualquier micro que hubiese
escondido captara su voz. "Mejor escóndete Retter, porque esta noche te voy a
patear tu podrido trasero por toda la playa".
Tres horas más tarde Kyle cruzaba la playa, estaba listo para atacar, en este caso,
estaba listo para Retter.
Había luchado al lado de ese bastardo lo suficiente para saber lo que necesitaba
para derrotarlo. Y derrotarlo es lo que iba a hacer.
Durante las tres últimas horas había hecho un total reconocimiento de la isla. Había
solo un sitio donde Marianne podría estar.
Un lugar que Retter podría considerar seguro.
Él ya tenía la pequeña cabaña a la vista. Se asentaba solitaria en la base de una
pequeña colina. Se usaba para suministros que Joe no quería cerca del hotel en el
caso de que un fuego o cualquier cosa pudiera hacerlos explotar.
Kyle no aflojó el paso ni dudó mientras se dirigía hacia ella. Estaba a menos de tres
yardas de la puerta cuando él oyó un agudo clic.
Girando, se lanzó lejos un instante antes de que la choza estallara en pedazos.
Llovieron escombros sobre él.
Kyle no podía respirar del temor que lo embargaba ¡Marianne!
"No está anocheciendo, Kyle"
Kyle vio un walkie-talkie en la arena a pocos pies de donde se encontraba. Se
levantó y lo agarró. "¿Donde coño estás Retter?" Miró alrededor, examinándolo
todo.
"Mira arriba"
Lo hizo y vio a Retter, Reno y Dieter de pie en lo alto del acantilado. Marianne no
estaba en ningún sitio a la vista. "¿A qué clase de juego estáis jugando?"
"Al escondite. Si puedes encontrar a Marianne, dejaré que te la quedes"
"¿Y si no?"
"La pierdes. Del todo." Vio a Retter moverse apartándose de Reno y Dieter. Una vez
que estuvo fuera del alcance de sus oídos, Retter habló de nuevo. "¿Sentirías
perderla Kyle? Dime la verdad."
Si, lo sentiría. Había estado teniendo una sensación de vacío desde que se despertó
por la mañana y se encontró solo de nuevo.
Cada minuto que pasaba lejos de ella, le dolía. La desolación de su interior no era
como nada que él hubiese conocido jamás.
No quería vivir sin Marianne.
Pero se congelaría el infierno antes de que él lo admitiera ante Retter. "Vete al
infierno"
"Casi seguro iré, pero mientras tanto el tiempo se te acaba. Si no la encuentras
antes de que caiga la noche, se acabó y tú, amigo, estarás en un avión saliendo de
aquí."
Era lo que Kyle había querido. Pero eso fue antes de conocer a Marianne y que
hubiera aprendido a divertirse sin usar explosivos. Divertirse sin que nadie le
disparara a cada momento.
¿Qué haría sin ella?
No quería descubrirlo. Bajando la radio, retrocedió entre los árboles y se concentró
en donde Retter la habría escondido ahora.

Marianne estaba sentada en el lobby del hotel de Kyle, envuelta en la cazadora de


Kyle. Tenía adherido el aroma de su cuerpo haciéndole desear enterrar la cara en la
manga y aspirar su aroma hasta que estuviese ebria de él.
Sam estaba sentado tras el mostrador de recepción, mirándola. Su viejo perro
basset estaba tumbado a su lado sobre su espalda con las cuatro patas estiradas
hacia arriba.
"¿Está seguro de que el perro no está muerto?"
Sam lo miró. "Que va, el viejo Roscoe siempre duerme así"
Ella asintió, luego frunció el ceño. Sam era un bicho raro. "¿Cuánto tiempo le
llevará a Kyle venir?"
"Ni idea. Depende de lo que Retter le haga por habérsela llevado a usted"
"¿Cree que serán muy duros con él realmente?"
"Bueno, cuando yo trabajaba en la CIA lo habríamos matado por dar tanto por
saco, y Retter aún podría hacerlo. Tiene mucho de la vieja escuela en él."
Marianne sintió que el color desaparecía de su cara.
"Pero, su jefe Joe, es más comprensivo para ciertas cosas, lo que es difícil de decir.
Me imagino que lo peor que le podrá pasar a Kyle es nada"
"¿Qué quiere decir?"
"Bueno, él debe de haber pensado un montón en usted para haber mantenido a los
actores y todo eso enteros. Tenía que haber sabido que más pronto o más tarde el
Sr. Zimmerman llamaría a Joe para que lo cogiera. Así que lo que yo pienso es que
él debe haber pensado que usted valía la pena por los problemas que va a tener
que afrontar ahora"
Antes de que Marianne pudiera hablar, Aislinn Zimmerman entró corriendo en el
lobby. La seguía un muy alto y devastadoramente guapo hombre. Había un aire de
refinada elegancia en el hombre, quien llevaba un caro traje hecho a medida.
"¡Oh, Marianne!", exclamó Aislinn. "Gracias a los dioses que te encontraron.
Hemos estado mortalmente preocupados"
El hombre que la acompañaba se frotó la ceja como si el teatro de de Aislinn le
estuviera dando dolor de cabeza.
Le tendió la mano a Marianne."Hola, Señorita Webernec. Soy Wulfgar Zimmerman,
y simplemente quería decirle en persona cuanto lamento su terrible experiencia."
Así que este era el misterioso propietario de libros Rose. Era devastador, y uno de
los hombres más ricos del mundo. Marianne estrechó su mano. "No hay nada por
lo que disculparse. He tenido la mejor experiencia de mi vida"
Aislinn resopló. "Sí, pero eso fue antes de que el lunático ese Kyle Foster, la
arruinara"
"Tú eres quien la puso aquí, Ais" Wulfgar dijo tranquilamente.
Aislinn se giró hacia su hermano con un gruñido. "Bien, la próxima vez que la isla
sea ocupada por "ellos", desearía que lo notificaras por escrito"
Él arqueó una elegante ceja. "Perdona, pero pensé que la palabra "ocupada" en el
programa era auto-explicativa"
"Pensé que querías decir que estaba ocupada por "nuestra" gente, no la "suya". Se
supone que debes interrumpir el plan cuando ellos están entrenando aquí."
"Perdonen" dijo Sam interrumpiéndolos."Pero tengo una excepción a eso. Yo y
Roscoe estamos siempre aquí, y nosotros caemos definitivamente bajo la categoría
de 'ellos' ".
"Tú eres tú, Sam" explicó Aislinn. "No cuentas"
Sam pareció terriblemente ofendido.
Wulfgar sacudió la cabeza. "Mejor que pares lo que te propongas Ais. Lo vas
fastidiando más por momentos"
Aislinn ignoró a los hombres y tomó el brazo de Marianne. "No te preocupes cielo.
Me haré cargo de este desastre. Te alargaremos la estancia otra semana y volverás
a tu fantasía"
"Todo está bien, de verdad" dijo Marianne. "Estuve genial con Kyle." Ella miró a
Wulfgar esperando hacerle comprender. "Miren, yo no quiero que Kyle tenga
problemas.
Todavía no había él aparecido, yo ya estaba preparada para llamarles y pedir que
cancelaran la fantasía."
"¿En serio?" preguntó Wulfgar,
Ella asintió.
Él miró a su hermana, quien parecía horrorizada. "Bueno, ¿como iba yo a saber que
Brad tenía un rollo con Spencer?"
"No quiero volver a eso otra vez, Ais, pero es la última vez que dejo un paquete de
fantasía a tu cargo"
"Estupendo" Aislinn dijo bruscamente. "Yo no quiero hacer otro de todas formas.
Te vuelves demasiado insoportable cuando el invitado se va "sin permiso". Así que
te ocupas tú a partir de ahora. He terminado"
Aislinn se fue muy indignada del hotel y dejó a Marianne sola con Wulfgar.
Wulfgar le dirigió una paciente mirada. "Dígame algo Marianne. ¿Qué haría posible
que esta historia diera un giro y se convirtiera en un final feliz para usted después
de todo lo que ha ocurrido?"
Marianne abrió la boca para decir tener a Kyle para mí, pero en el mismo momento
en que la idea se le ocurrió, se dio cuenta de algo.
El Sr. Zimmerman podría ser un magnate billonario. Pero no le podía dar la única
cosa que ella necesitaba.
Solo Kyle podía hacer eso.
Y en este momento ella no tenía ni idea siquiera de si él querría.

CAPÍTULO CINCO

Kyle registró todos los sitios en los que Retter podría haber escondido a Marianne.
No le quedaban opciones.
Disgustado y enfadado, se apoyó en un una palmera al límite de la playa y se
removió el pelo con las manos. Si cerraba los ojos podía sentir a Marianne con él.
Sentir el roce de su mano en la piel. La calidez de su cuerpo debajo de él.
Solo quería verla una vez más.
"Vamos Kyle" se dijo a sí mismo. "Piensa. Nunca has abandonado en tu vida.
Puedes hacerlo"
Nada había sido tan importante para él.
Tenía que encontrarla.
El mejor sitio para esconderse es siempre el más obvio. Nadie pensará nunca que
eres tan tonto para poner algo ahí. Kyle se quedó helado cuando las palabras de
Joe cuando entrenaban le vinieron a la mente.
El más obvio...
Fijo que Retter no habría hecho eso. Él nunca era obvio. Al bastardo le encantaba
ser complicado e impreciso.
Pero cuando más lo pensaba, más seguro estaba que Retter había elegido algún
sitio fácil. Después de todo, Retter no creería que él pensara mirar ahí.
Corriendo tan rápido como podía, Kyle se dirigió a su hotel. El tiempo parecía
ralentizarse mientras corría. No podía recordar nada que le hubiera llevado tanto
tiempo.
Por favor que tenga razón...
Si estaba equivocado, estaba completamente jodido.
Tan pronto como alcanzó el hotel, atravesó la puerta como una exhalación, solo
para encontrarse a Sam sentado en su mostrador viendo televisión.
¡Por todos los diablos!
Había sido un pensamiento estúpido.
Con el corazón pesado, Kyle quería llorar de frustración en ese momento. ¿Qué
podía hacer ahora?
"Bienvenido de vuelta, Sr. Alboroto" dijo Sam apartando la vista de la tele. "He oído
que has pasado un tiempo genial con esos bichos raros de la otra parte de la isla.
Te dije que no fueras allí ¿no? Te dije que te harían cosas raras" Paró mientras se
ajustaba las gafas y frunció el ceño. "¿Estás bien chico? No pareces estarlo"
Kyle no podía hablar. Todo lo que él podía hacer era luchar por respirar a través del
dolor que sentía en el pecho. Un dolor que no tenía nada que ver con la loca
carrera y todo con lo que había perdido.
"¿Donde está Marianne Sam? ¿La has visto?"
Por favor, dime que está aquí...
Sam se rascó la mejilla. "Bueno, estuvo aquí hace un rato pero aquel Sr.
Zimmerman de la editorial vino y se la llevó"
El corazón de Kyle brincó con la esperanza."¿Donde se la llevó?"
Se encogió de hombros. "Marianne dijo que quería terminar la fantasía. No estoy
seguro de lo que quería decir"
Ella debe de estar en el otro lado de la isla de nuevo, lo que significa que puedo
encontrarla.
Sam abrió el pequeño congelador rojo que había a sus pies y sacó una cerveza fría.
"Aquí tienes" dijo dándole la vuelta a la gorra. "Parece que necesitas un trago"
"No gracias. Tengo que encontrarla".
Sam asintió como si lo comprendiera. "Sabes, yo amé una vez a una mujer. Hace
mucho tiempo". Suspiró soñadoramente. "Su nombre era Ethel Burrows. Oh, era
preciosa. Elegante. Rápida como un látigo. Me hacía sentir como si pudiera volar".
Kyle frunció el ceño al escuchar esto, preguntándose porque Sam estaba
compartiendo esto con él cuando Sam normalmente contaba muy pocas cosas
personales. "¿Que le ocurrió?"
Un triste y lejana mirada cruzó la cara de Sam. "Yo, principalmente. Nunca le dije lo
que sentía por ella. Tenía más o menos tu edad y trabaja para la CIA todo el
tiempo. Me preocupaba tomar una esposa. Me preocupaba que me mataran o que
ella pudiera estar en peligro. De cualquier forma, sabía que no estaría en casa
mucho para estar con ella. No creí que fuese justo para ella casarnos y tener que
largarme a una misión tras otra mientras ella se quedaba atrás ocupándose de los
niños"
Atravesó a Kyle con una sombría, significativa mirada. "Nunca paro de pensar que
hubiera ocurrido si yo no hubiese 'muerto'."
"¿Qué quieres decir?"
"Bueno, en ese tiempo me quedaban catorce años de servicio activo antes de que
me enviaran tras un escritorio o me retiraran. Catorce años parecían toda una vida
cuando yo tenía veintiocho. No me pasaba por la cabeza que pasaría muchos más
de esos años solo, preguntándome que me habría ocurrido si le hubiese pedido
que se casara conmigo". Sam alargó la mano y rascó las orejas de Roscoe. "Pero
está bien. Tengo a Roscoe aquí para hacerme compañía en mi vejez"
Kyle miró al hombre y su perro, y en ese instante vio un futuro muy claro para él.
Uno que no quería contemplar jamás.
"Gracias, Sam".
Sam asintió y le dio un trago a la cerveza que le había ofrecido a él. "No cometas
mis errores Kyle. Ve encuentra a tu mujer y dile lo que significa para ti"
Kyle salió zumbando del hotel hacia el otro lado de la isla.
Tenía un destino esperándole y contra viento y marea, él iba a encontrarlo.

Al menos eso es lo que él pensaba. Sobre las cinco en punto Kyle supo que estaba
sin esperanzas.
Marianne no estaba en ningún sitio en la isla. En ningún sitio.
Había registrado cada lugar en el que pudo pensar. Cada esquina, cada ranura.
Era como si se hubiese esfumado de la faz de la tierra. Por supuesto, ninguno de los
ayudantes o actores del otro lado lo ayudarían. Demonios, apenas le hablaban
después de los problemas que él les había ocasionado mientras intentaban
encontrarla y los había espantado.
Parecía que ellos pensaban que el giro que habían dado los acontecimientos era
justo.
Uno de los pequeños bastardos incluso se había reído cuando le preguntó si la
había visto.
Estuvo bien. Paró de reírse en el mismo minuto que Kyle le pinchó los neumáticos a
tiros.
A las cuatro y media encontró finalmente a Aislinn Zimmerman en el hotel de
Marianne, dando los informes pertinentes a la plantilla sobre su nueva invitada,
que llegaría dentro de pocas semanas. La pelirroja le había leído de inmediato la
cartilla por hacerle polvo la única y sola fantasía que su hermano le había confiado
para que la llevara adelante ella sola.
"¿Quieres a Marianne?" le preguntó bruscamente "Entonces encuentra a mi
hermano. Lo último que supe es que ella volaba en su avión privado de vuelta a la
civilización"
Kyle había ido inmediatamente a la pista de aterrizaje, solo para encontrase con
que Wulfgar Zimmerman hacía rato que se había ido.
Lo que significaba que Marianne también.
¡Maldita sea!
Frustrado y cansado, Kyle caminó el largo trayecto de vuelta a su lado de la isla. No
se paró a decirle adiós a Sam, aunque lo haría. No podía enfrentar al viejo justo
ahora.
Por lo que pasó de largo el hotel y se dirigió derecho a la pista privada que ellos
usaban y que no estaba tan lejos de donde había estado escondido con Marianne.
Su garganta se tensó con ese pensamiento.
Retter estaba plantado al lado de un pequeño y lujoso jet, esperándole.
"Justo a la hora".
"Quédate lejos de mí, Retter. Con el humor que tengo, podría matarte."
"¿No has tenido suerte, eh?"
"Cierra el pico"
Retter dio unos pasos al lado para que Kyle pudiera alcanzar los escalones del
avión.
Kyle le dijo hoscamente mientras se detenía al pasar a su lado. "Realmente te odio
por esto. ¿No podías haberme dado veinticuatro horas antes de que vinieras a
destrozarlo?"
"¿Hubiera sido suficiente?"
No, no habría sido. Nada habría hecho más fácil pasar este trago. Empujando a
Retter a un lado, Kyle subió los escalones y agachó la cabeza para entrar en el
avión.
Retter estaba solo unos escalones detrás.
Vio a Reno en la cabina de mando, llevando el casco de piloto, esperándolos.
"Así que ¿Qué hiciste con ella?" preguntó mientras tomaba asiento delante, no
muy lejos de Reno.
Retter se encogió de hombros mientras se sentaba en la fila enfrente de él. "Hablar
con ella un rato. La encontré fascinante"
Kyle se enfureció con sus palabras. "No hables así de ella. Es demasiado buena para
ti"
"Ella es demasiado buena para ti " se la devolvió Retter.
Kyle no dijo nada. Era verdad.
Aún eso no atenuaba el dolor que sentía.
Reno empezó a hacer el plan de vuelo.
En ese momento Kyle supo lo que necesitaba hacer.
Se levantó. "Reno", dijo mientras se acercaba a la cabina. "Quiero que nos lleves a
Peoria"
La mandíbula de Reno se aflojó. "¿Perdón?"
"Me has oído"
"No puedo hacer eso, mi hermano. Joe te quiere en casa."
"Que se joda Joe y lo que quiere"
"Basta" dijo Retter, moviéndose para colocarse detrás de él. "Creo que necesitas
tener un tono más civilizado, tio. ¿Tienes idea de cuanto nos ha costado ya tu
"cita"? Hay países con un PIB más pequeño que el coste que tú has gastado en
Marianne, Y ahora ¿quieres que llevemos tu culo a Peoria?"
"Perfecto" dijo Kyle muy enfadado. "Reservaré el vuelo cuando aterricemos en
Nashville y viajaré desde allí."
Retter sacudió la cabeza. "¿Estás loco? Joe te prenderá fuego por esto"
"Entonces déjalo"
La cara de Retter se endureció. "Piénsalo durante un minuto Kyle. Lo perderás
todo. ¿Vale la pena?"
No tuvo ni un momento de duda. "Ella vale más que cualquier cosa del mundo para
mí"
Para su sorpresa, Retter dio un paso atrás y sonrió.
A los tres segundos alguien arrancó la puerta trasera de emergencia y una bomba
de humo fue lanzada al pasillo.
Antes de que Kyle pudiese alcanzar su arma, un pequeño soldado vestido todo de
negro tropezó al cruzar la puerta llevando un M-16.
Ella se detuvo en la entrada y miró boquiabierta el avión. "Guau, esto es realmente
precioso"
Kyle sonrió en el mismo instante que reconoció aquella voz tan poco fiera. Sin
mencionar que reconocería aquel cuerpo en cualquier lugar, incluso cuando estaba
adornado con un uniforme que no le sentaba bien y la cara cubierta de pintura
negra.
Era Marianne.
Y ella iba acompañada por otro soldado que reconoció como Dieter, también
vestido con el equipo completo militar. "Terroristas" le susurró Dieter bastante
fuerte, "el rehén, ¿recuerdas?"
"Oh, si" dijo ella sujetando su arma y mirando fieramente, o tan fieramente como
una profesora de instituto podía mirar. "Que nadie..." Empezó a toser por el humo
mientras se movía a través de él.
Dieter la golpeó suavemente en la espalda y la empujó suavemente fuera del
humo. "Está bien. Respira profundamente"
Marianne tosió una cuantas veces más y asintió. "No..." Tosió más.
"Ella dice que no os mováis" Terminó Dieter por ella.
Ella se encaminó hacia Kyle, solo para pararse en el instante en que su arma se
quedó atascada entre los dos asientos a ambos lados del pasillo. Ella gritó cuando
se golpeó con el arma.
"Esa cosa no está cargada ¿verdad?" preguntó Kyle a Retter.
"Diablos, no. Te dije que estuve todo el día con ella. La última cosa que quisiera es
morir abatido por fuego amigo".
Dieter la ayudó a desengancharse.
Retter levantó las manos.
"¡Tú!" dijo Marianne, moviendo a Retter a un lado con su arma. "Apártate de mi
camino o te volaré la cabeza"
"Si, señora" Retter se movió hacia Reno.
Marianne dio otro paso adelante con su arma un poco más arriba esta vez. "Soy
Ren Winterbourne, agente secreto, y....mmm....mmm...mmm" Ella se detuvo,
pensando. "Esperen un segundo...soy Ren Winterbourne, agente secreto, y..."
"¡Y he venido por el rehén!" gritó Reno.
Kyle se giró para ver a Reno en la cabina de mando con una copia del libro de la
fantasía de Marianne.
Marianne dio un paso hacia él, pero Dieter la cogió y le mostró como caminar por
el pasillo sin quedarse enganchada con el arma entre los asientos.
"Moveros, cerdos" Reno le sopló de nuevo.
Kyle miraba a Marianne mientras ella se dirigía hacia él. No podía quitarle los ojos
de encima.
"Hey" dijo Reno alzando la voz. "Moveros, cerdos. Esta es la parte donde hacéis
que los terroristas se tumben en el suelo y los atáis. "
"Gilipolladas." Dijo Retter. Esta es la parte donde ella le dispara al piloto"
"Nein" Dieter se unió moviéndose hacia los otros dos. Sacó una copia del libro de
su bolsillo trasero y lo abrió por la página marcada. "Te hace tumbarte Retter,
comerte el suelo. Lo dice justo aquí. Tienes que tumbarte"
"Si, y esta es la parte donde te envío de vuelta a Pakistán, Adolph. No voy a besar el
suelo por nadie".
"No soy Adolph, soy Dieter."
Kyle era solo consciente vagamente de los otros discutiendo sobre el libro. Su
atención estaba completamente en la mujer que tenía delante.
"¿Ibas realmente a volar a Peoria?" le preguntó ella.
"Bueno, si. Pensé que era donde estaba tú. Aislinn me dijo que ibas en el avión de
Wulfgar".
Ella sonrió. "De hecho lo estoy. Ambos lo estamos."
Kyle le dio un vistazo al lujoso jet. No había notado que estupendo era antes.
Debería haberse dado cuenta en el momento en que entró.
Pero Marianne siempre tenía una forma de distraerlo desde que la conoció.
"Ya sabes" dijo despacio "Yo siempre quise ser la heroína del libro."
"Cómico, yo solo quiero a la mujer que está leyendo el libro"
Ella le sonrió y la ingle de él dio una sacudida.
"Entonces, ¿como acaba la historia?" le preguntó él.
"¡La besas capullo!" dijeron los tres colegas a la vez.
"¿No ha leído él el libro?" preguntó Dieter, "aquí dice..."
"Cállate Dieter" dijo Retter bruscamente. "Creo que deberíamos dejarlos solos".
Riéndose, Marianne corrió a sus brazos y lo abrazó muy fuerte. "
"Termina como todos los buenos romances. Vivimos felices para siempre".

FIN

BAD = originalmente Bureau of American Defense (Agencia de Defensa Americana).


Se juega con el doble sentido de la palabra al tener esta el significado de "malos".
BAD boys... chicos de la agencia BAD...chicos "malos".
ESPN = cadena de TV de deportes norteamericana.
"Brad" = nombre propio con el que se juega al tener también el sentido de
"semental" o "macho-man".
Olga y sus cosacos = Número cirquense.
Vicent Price = Algo así como Torrebruno.

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