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Bishop Clark no podía apartar los ojos del pequeño rubio. Delgadas
caderas se balanceaban seductoramente con la música mientras que el
hombre miró a Bishop y lamió el borde de la botella de cerveza. Bishop
tenía debilidad por los rubios, cuanto más pequeños mejor. No iba a
negarlo o a disculparse por ello. Si alguien tenía un problema con él,
podían ir a la mierda por todo lo que a él le importaba.
Una vibración en el bolsillo lo obligó a dejar de mirar a su potencial
disfrute de la noche. Mierda, muy rara vez sonaba su teléfono. Por lo
general, eso significaba que alguien necesitaba algo. Desaparecieron sus
planes que incluían una gran cantidad de desnudos durante la noche.
Cogiendo el teléfono del bolsillo, Bishop se puso el teléfono a la oreja y
se alejó de la música hacia la puerta.
― Diga. ― Contestó. Empujando la puerta abierta, Bishop salió a la
calurosa noche de verano.
― Sr. Saint, ¿dónde estás?
― Saliendo de un bar para atender tu llamada y perdí una mamada
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potencialmente dulce, Sr. Criollo. ― Dijo Bishop.
Synn Romeo había sido su comandante cuando Bishop era un
miembro de un equipo de mercenarios disfrazados de la CIA. Durante su
tiempo juntos, uno de los chicos en su unidad les había dado a todos un
apodo y se lo quedaron. Después de la última misión en la que Synn
había sido capturado y torturado, todo el equipo se había retirado. Todos
ellos tenían suficiente de estos horrores y querían una nueva vida.
― Apuesto cien dólares a que es rubio y pequeño. ― Synn rió.
― No hay apuestas. ― Dijo Bishop. Su comandante lo conocía bien.
― ¿Dónde estás? ― Preguntó Synn.
― Jefferson City, Missouri. Estoy visitando al Sr. MD. ― Desde que dejó
el trabajo en el gobierno, Bishop iba donde su estado de ánimo indicaba.
Hasta el momento, ningún otro lugar había llamado su nombre y le
gustaba pasar el rato con su compañero de equipo.
― Perfecto, cerca de Saint Louis. ― Dijo Synn. – Necesito un favor.
― ¿Qué? ― Preguntó Bishop.
― Necesito que cojas algo por mí y lo traigas aquí, a Granite. ― Dijo
Synn.
― Está bien, ¿qué necesitas? ― Preguntó Bishop.
― Un gato.
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Capítulo Dos
Bishop había hecho algunas cosas locas en sus treinta años, pero coger
un gato para Synn era algo nuevo. Probablemente no importaba lo que el
hombre le pidiese que hiciera. Bishop lo habría hecho de todos modos. Al
diablo, Synn le había salvado la vida en más de una ocasión. Un hombre
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nunca olvidaba eso.
Actualmente, Bishop se encontraba de pie delante de una puerta, en el
segundo piso de un edificio de apartamentos decente, en el lado este de
St. Louis. Tocando el timbre, Bishop esperó.
El ruido de metal contra metal de la apertura de varias cerraduras, se
podía escuchar a través de la puerta antes de que se abriese unos
centímetros para revelar una mujer mayor, pequeña y delgada. Bishop de
forma automática, recorrió con la mirada lo que podía ver de la mujer.
Llevaba pantalones de color púrpura con una camisa blanca, con botones
en el frente y su cabello era gris con un corte corto.
― ¿Puedo ayudarle? ― Le preguntó.
― Busco a la señora Peterson. Me dijeron que ella vive en este
apartamento. ― Dijo Bishop.
La mujer frunció el ceño a Bishop.
― Soy Stella Peterson.
Bishop sonrió, con la esperanza de poner a la mujer más cómoda. No
había posibilidad de que eso ocurriera. La mayoría de la gente decía que
cuando él sonreía, todos a su alrededor tenían el deseo de correr por sus
vidas.
― Sra. Peterson, mi nombre es Bishop Clark, y me pidieron venir aquí y
recoger el gato de Cooper Collins. Cooper está con su hermano Craig, en
el condado de Granite y le encantaría conseguir a su gato de nuevo. ―
Explicó Bishop.
Stella estudió a Bishop.
― ¿Cómo sé que Oliver no le envió? ― Ella desafió.
― No lo sabría. Por otro lado, a partir de lo que me dijeron, Oliver
quería mantener a Cooper para sí mismo. ¿Por qué querría la gata de
vuelta? Parecía que él controlaba a Cooper muy bien sin ella.
― Es verdad. ― Dijo Stella. ― Pero yo quiero ver alguna identificación.
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Bishop de inmediato sacó su cartera y mostró a Stella su licencia de
conducir.
Stella estudió la cartera recubierta de plástico y Bishop tenía la
sensación de que ella estaba memorizándola. Después de un momento
abrió la puerta.
― Por favor.
Bishop entró en el apartamento y automáticamente visualizó la
habitación. Los muebles de cuero y mesas de madera oscura eran
claramente hechos de materiales de alta calidad. Bien cuidado, el suelo
de madera sustituía la alfombra típica que se encuentra en la mayoría de
los apartamentos.
Dos gatos, uno negro y uno gris atigrado, yacían en una manta de
fieltro que cubría los cojines del sofá. En la esquina había un árbol para
gatos alfombrado, en el piso superior había un gato blanco de pelo largo
con los más increíbles ojos verdes que Bishop había visto nunca.
― Por favor, siéntese y dígame cómo está Cooper. He estado orando
por él todos los días. ― Stella indicó a Bishop que tenía que sentarse en
una silla de cuero rojo clásico antes de sentarse ella en una silla igual.
Bishop vio que había sacado una Vida―alert1de debajo de su camisa y
estaba sujetándola, con el pulgar sobre el botón rojo. Inteligente dama.
Bishop se sentó, satisfecho de que la silla no crujiese o se moviese bajo
su peso considerable. Era un hombre alto, que cargaba con un montón
músculos. Hay muchas cosas que la gente da por sentado que eran a
veces un reto para él.
― El hermano de Cooper me dijo que él está bien. ― Dijo Bishop. ―
Necesitaba algunos puntos, pero ahora está seguro y se quedará con su
hermano gemelo. ― Bishop no conocía los detalles, pero entendía que
Cooper había estado en una situación de abuso y control. Se alegraba
cuando la víctima podía salir relativamente entera.
Bishop decidió esperar hasta el día siguiente, después de la llamada de
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Synn para ponerse en contacto con la señora Peterson. De este modo
podría conducir las doce horas, hasta el condado de Granite. No le
gustaba la idea de mantener un gato extraño durante la noche en una
habitación de motel.
― Sr. Clark, nunca me sentí tan impotente en mi vida como cuando
Cooper y aquel desagradable Oliver vivían al otro lado del pasillo. Los
sonidos que provenían del apartamento ponían los pelos de punta. ―
Stella levantó la mano libre y la apretó alrededor de la otra sosteniendo el
dispositivo de aviso. ― Cuando Cooper trajo a Crystal aquí, estaba
desesperado y no se movía bien. Sus brazos y piernas estaban rígidos, y
tenía moretones en su garganta. Me rompió el corazón cuando él apenas
podía hablar más que un susurro.
Stella se inclinó hacia delante en su silla. En voz baja, dijo:
― Oliver llegó al día siguiente y sacó una navaja de bolsillo. Él la puso
justo enfrente de mi cara y dijo que iba a cuidar de mí y de Crystal si no
mantenía la boca cerrada.
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Pequeños dispositivos, "Collares Alerta Vida" que ponen a las personas en necesidad en
contacto con los servicios de emergencia.
― ¿Qué hizo? ― Le preguntó. Ahora Bishop estaba empezando a ver
que la situación de Cooper podría ser más grave de lo que pensaba
originalmente. Empezó a pensar en por qué este Cooper necesitó puntos
solamente por un labio partido, nunca sabría. Le parecía extraño a Bishop
que el chico hubiera dejado al gato atrás. Ahora las cosas estaban claras.
― Bueno, llamé a la policía, por supuesto. ― Dijo Stella. ― Nadie me
va a amenazar y salirse con la suya. Serví a nuestro país como una
enfermera en Alemania. En mi opinión, la gente como Oliver debe
aprender una lección.
Bishop rió. Le gustaba la señora Peterson. Una mirada a su brazo reveló
el tatuaje que representaba su tiempo en el ejército. A Bishop le gustó.
― Me alegro de que lo hiciera. Parece que este Oliver es un problema.
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― Dijo Bishop.
― Mire, señor Clark, Oliver es más que problemas. Era sólo cuestión de
tiempo antes de matar a Cooper. ― Afirmó Stella. ― Lo que pasa es que,
vi gente como Cooper antes. Hay algo en él que llama la atención. Solía
bromear que era muy hermoso, y que debería vivir conmigo y con los
gatos, así podría ser su madre. ― Stella suspiró. La frustración y la tristeza
profundizaron las arrugas de su cara. ― Si Cooper no fuera tan frágil,
podría haber sido capaz de patear a Oliver a la acera, pero tiene tanto
dolor dentro de él que sangraba a través de sus ojos.
― ¿Qué hizo la policía? ― Preguntó Bishop. Pensaría en el resto de la
declaración de Stella después. Algo acerca de la descripción de Cooper le
llamó la atención. Nadie debería tomar este tipo de dolor. Bishop era
determinado por naturaleza y sus instintos exigían que ayudase a Cooper.
Stella resopló.
― Nada. Llegaron aquí días después de haberlos llamado. En ese
momento el apartamento estaba vacío.
Antes de que Bishop pudiera responder, su regazo se llenó de un gato
de pelo largo, blanco como la nieve. Automáticamente comenzó a
deslizar su mano por la cabeza hasta el final de su cola espesa. Un
ronroneo fuerte llenó la habitación. Bishop se encontró hipnotizado. Era
tan hermosa.
― Mire esto. A Crystal no le gusta mucha gente. Usted debe estar
honrado, señor Clark. ― Dijo Stella.
― Me alegro de que le guste porque tenemos un viaje en camión de
doce horas. – Dijo Bishop.
― Oh, bueno, voy a buscar algunas cosas para que la gata haga este
viaje lo más cómoda posible.
Stella se convirtió en un torbellino de actividad y pronto tuvo dos
bolsas de papel llenas de cosas que Bishop no reconoció, pero esperaba
averiguar su uso rápidamente si era necesario. Después de llevar las
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bolsas a la camioneta, volvió a recoger el pequeño transporte de gato,
lleno de una infeliz Crystal.
En la puerta, ella abrazó a Bishop apretado.
― Caray, usted es uno de los grandes. ― Ella dijo. ― Gracias por venir
a buscar a Crystal para Cooper. Realmente espero que pueda encontrar la
felicidad y la paz ahora que él está con su familia otra vez.
― Encantado de conocerla, señora Peterson. Y gracias por cuidar tan
bien de Crystal. ― Bishop dijo, y lo decía en serio.
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Estilo vintage. Esta cama se llama Jenny Lind, el nombre de una cantante de ópera en
1800. Ella era conocida como el ruiseñor sueco. Era tan popular que este estilo de muebles
fueron nombrados en su honor.
Cooper. ― Synn me dijo que tuviste algunos puntos. ¿Algunos de ellos
está doliendo ahora?
Cooper volvió la cabeza lejos de Bishop y cerró los ojos. Un rubor
cubrió la cara de Cooper y el hombre no pudo evitar el temblor de labios,
incluso presionándolos juntos.
Bishop se sentó al borde de la cama, lo que trajo esos grandes ojos
hacia él. Había un bloc de papel y un lápiz en la pequeña mesa. Bishop
los recogió y se los pasó a Cooper. Cuando Cooper los tomó, Bishop se
dio cuenta que las manos que asomaban de entre los pliegues de sus
largas mangas eran de color rojo oscuro. Bishop había visto eso en
personas que eran muy finas y recordaba a uno de sus compañeros de
equipo, el Sr. MD, diciendo que eran el resultado de una mala circulación.
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Una vez más sus instintos aumentaron pensando en alguien maltratando
a este hombre.
― ¿Qué le pasó a tu voz? ― Preguntó, tomando la decisión de
empezar por ahí.
El lápiz entre los dedos de Cooper se movió y aparecieron palabras.
― Las cuerdas vocales dañadas. ― Apareció en el papel.
― ¿Los médicos creen que vas a sanar? ― Bishop pidió y recibió una
inclinación de cabeza.
― Cooper, tienes que decirme lo que te duele para que lo pueda
comprobar. Hay un punto en el pantalón que parece sangre. Tengo que
darle un vistazo.
Cooper miró su pierna y puso su mano sobre el lugar. Mirando a
Bishop, él negó con la cabeza.
― ¿Por qué no quieres que vea tu pierna? ― Preguntó Bishop. Intentó
mantener la calma e incluso el tono, pero ahora puso un poco de
exigencia en ella.
Una mirada vergonzosa cubrió la cara de rojo y garabateó.
― Cicatrices.
― Todo el mundo tiene cicatrices, Cooper. Tengo unas cuantas en mí
mismo que son muy crueles. ― Bishop vio la mancha en la pierna de
Cooper haciéndose más grande y su paciencia se estaba acabando.
― Muchas. ― Escribió en el papel.
Bishop deslizó sus manos debajo de la camiseta de Cooper y agarró la
cintura de sus pantalones de chándal.
― No me importa cuántas cicatrices tengas Cooper. Los dos sabemos
que si se abrieron estos puntos cuando caíste, tendrás que regresar al
hospital para que puedan ser cerrados de nuevo.
Las pequeñas manos cubrieron las suyas, el material de las mangas
entre ellos. Bishop alzó la mirada y encontró los ojos de Cooper. El pánico
se reflejaba de nuevo en él. Poco a poco se convirtió en súplica. Bishop ya
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podía ver que sería un trabajo duro en el futuro, tratar de no ceder
cuando Cooper le diera esta triste mirada de cachorro.
Endureciendo su resolución, Bishop calmadamente siguió mirándolo
hasta que su prueba de voluntades terminó, cuando Cooper soltó las
manos de Bishop.
Tomó todos los pedazos de la fuerza de voluntad de Bishop para no
reaccionar cuando deslizó sus pantalones hasta las rodillas de Cooper.
Cientos de cicatrices plata y rosa, finas y gruesas, verticales y horizontales,
cubrían los muslos delgados y pálidos de Cooper. Una mancha de color
rojo oscuro se propagaba rápidamente a través de la gasa envuelta
alrededor del otro muslo.
― ¿Tienen algún material de primeros auxilios? ― Preguntó Bishop.
Cuando Cooper señaló una puerta en la pared opuesta, Bishop no
estaba orgulloso de la rapidez con la que dejó a Cooper. Al abrir la puerta
reveló un baño entre la habitación de Cooper y la otra habitación de
invitados.
Bishop era un hombre grande, duro. A menudo se le había acusado de
ser malo, insensible y sin piedad por ex amantes. Y sin embargo, el rubio
más pequeño que jamás conoció y que no podía ni siquiera hablar, le
hizo salir corriendo de la habitación con odiosas lágrimas en los ojos.
Él se quedó en el baño mirando la luz de la pared, hasta que recuperó
la compostura y la ira que comenzó a hervir bajo la superficie disminuyó.
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Bishop observó a Cooper inclinarse y abrir la puerta del horno antes de
retirar la olla de vidrio, que contenía un asado rodeado de patatas,
zanahorias y cebollas. Él cogió un tenedor y pinchó la carne antes de
colocar la bandeja de nuevo en el horno, cerrando la puerta.
― ¿No está todavía listo? ― Preguntó Bishop. Cooper negó con la
cabeza.
Ambos terminaron tomando una siesta en la tumbona de la terraza.
Bishop estaba pensando que dormía mejor con Cooper en sus brazos.
Por desgracia, cuando el hombre se despertó, escribió una nota diciendo
que iba a la cocina para empezar a hacer la cena. Bishop permitió a
Cooper quitarse los guantes, pero dejó claro que iba a tener cerca los
guantes, por si empezaba a rascarse de nuevo. La mirada de Cooper era
casi tan letal como la de su hermano.
Cinco minutos más tarde, Bishop estaba lavando y pelando patatas y
zanahorias, mientras que Cooper condimentaba la carne. Tuvo que
admitir que olía bien y se veía muy bueno. Bishop estaba empezando a
tener hambre, sobre todo cuando miró la torta de chocolate que Cooper
había preparado con su ayuda. Por supuesto, si lamer el cuenco se
calificase de ayuda. Desafortunadamente esto no disminuyó
completamente su deseo de chocolate. Hablando de deseo, Bishop se
quedó mirando el culo torneado de Cooper cuando el hombre se
enderezó delante del horno.
Bishop cerró la distancia entre él y el pequeño rubio. Cooper saltó un
poco cuando Bishop le cogió suavemente por los hombros, girándolo.
Tocando la nuca de Cooper, Bishop cubrió esos dulces labios con los
suyos.
Pasando la lengua por la boca de Cooper, Bishop exploró todos los
recovecos antes de empujar la punta en la esquina de la boca del Cooper.
Cooper le dejó entrar y Bishop estaba un poco sorprendido cuando su
lengua fue recibida calurosamente.
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El beso se profundizó, las lenguas deslizándose juntas.
― Hey, chicos, ¿De quién son las flores? ― Craig gritó desde la parte
delantera de la casa.
Cooper empujó y trató de apartarse, pero Bishop mantuvo sus brazos
alrededor de él. Dándole un rápido beso en los labios, Bishop levantó la
cabeza y susurró:
― Cálmate. Podemos besarnos, pequeño escarabajo.
Sus ojos se encontraron y Cooper le sonrió. Con esa sonrisa, se selló el
destino de Cooper. Se convirtió en el hombre de Bishop.
― Las he encontrado en el porche delantero. ¿Cualquiera de vosotros
está esperando flores? ― Craig dijo, con Synn justo detrás de él,
colocando un florero claro en la isla en la cocina. El buqué tenía una única
orquídea de color rosa en plena floración.
Cooper dio un vuelco hacia un lado, sus piernas temblaban debajo de
él por un segundo, antes de escapar de los brazos de Bishop. A lo largo
de la vida de Bishop, nunca había oído un sonido más horrible que el que
salió de la boca de Cooper. El sonido profundo, grave y hueco, erizó el
pelo en los brazos de Bishop.
La cara de Cooper era puro miedo cuando tambaleándose pasó a Craig
y Synn. Arrastrando su pierna mala, Cooper saltó a través del comedor,
antes de desaparecer en la esquina hacia las habitaciones.
Los tres hombres se congelaron y se miraron el uno al otro antes de
volverse a mirar la inocente flor rosa. Bishop entró en acción, corriendo,
salió de la habitación y atravesó el pasillo. Entrando por la puerta de
Cooper, Bishop recordó a Crystal y rápidamente cerró tras de sí. De pie en
medio de la habitación de Cooper, Bishop miró a su alrededor. Cooper no
estaba allí.
¿Fue instinto? ¿Fue porque la puerta estaba entreabierta? ¿Era una
locura de conexión que tenían? Bishop no lo sabía, pero nunca vaciló. Tiró
de la puerta del armario abierta.
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En el interior, sentado en el suelo en la esquina trasera, estaba Cooper,
con los brazos apretados alrededor de su cuerpo mientras se balanceaba
hacia atrás y adelante. La sangre corría por su barbilla, al lado de su boca.
Capítulo Seis
Cooper estaba volando alto. En ese momento, en su opinión, las
drogas eran uno de los descubrimientos más notables de la época
moderna.
Después de gritar con todo el aire de sus pulmones, Bishop lo sacó del
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armario y lo llevó al jeep plata de Craig. Cuando un Craig asustado casi
les condujo a una zanja en dos ocasiones Synn los llevó al hospital. En el
asiento trasero, Bishop tenía cerca a Cooper, presionando su cara en su
cuello. Para Cooper, ningún hombre en el universo había olido alguna vez
tan bueno, parecía tan bueno, tan bueno... A excepción de las drogas. Las
drogas pueden ser mejor, tal vez.
En la sala de emergencias del hospital, creyó ver a Oliver de pie en el
pasillo. El ataque de pánico que siguió fue muy feo. Galen lo llenó de
analgésicos y relajantes musculares. También advirtió que si Cooper
continuaba tratando de utilizar su voz, tendría que hacer frente a más de
una cuerda vocal rota. Podría terminar mudo. En ese momento, el médico
le entregó una botella de spray para la garganta. El médico también se
tomó unos minutos y le quitó los puntos de su brazo, estómago y
piernas.
Gracias a Dios el Dr. Galen decidió que no tenía que pasar la noche en
el hospital y dejó que se fuera a casa con unos Craig y Synn preocupados
y un Bishop estoico.
― Cooper, ¿te gustaría que me quedara contigo esta noche? ―
Preguntó Craig, interrumpiendo su contemplación.
Cooper miró a su hermano gemelo, sentado en la silla junto a su cama.
Durante meses había apartado a Craig. Sin embargo, su hermano estaba
lealmente a su lado cada vez que lo necesitaba. Cooper le debía una
explicación.
Cooper se negó a ser infantil. Si su cerebro no estuviera tan lleno de
productos químicos, quizá no tendría el valor de decirle a Craig todo.
Buscando lápiz y papel al lado de la lámpara, que estaba lanzando un
suave brillo en toda la habitación, Cooper los cogió de la mesa.
Rápidamente, antes de perder el valor, escribió:
― Tras la muerte de Clark, perdí mi roca.
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― Pensé que yo era tu roca. ― Craig dijo, mirando dolido.
Garabateando frenéticamente, Cooper escribió:
― Tú lo eres y soy la tuya. Somos dos mitades, separadas al nacer.
Somos socios en el crimen. Somos gemelos y amigos.
Craig se sentó en la cama junto a Cooper y puso su brazo alrededor de
sus hombros. Inclinando sus cabezas juntas, Craig dijo:
― Perder a Clark fue la cosa más horrible que me ha pasado. Sin
embargo, tu desaparición fue peor.
― Clark me hacía escuchar. ― Cooper escribió, tratando de hacer
entender a Craig. ― Exigía que caminase en línea, pero me ayudaba a
cada paso del camino. Lo necesitaba. El murió y me perdí. Tuve que
cortarme a mí mismo para que el dolor se fuera.
― Cooper. ― Craig hundió la cabeza en el hombro de Cooper con un
sollozo. ― ¿Por qué no viniste a mí? Podría haberte ayudado.
― Tú no me puedes decir "no". ― Estas palabras apenas legibles, lo
decían todo.
― ¿Vas a continuar cortándote Cooper? ― Preguntó Craig. Las
lágrimas brillaban como diamantes cuando se dispersaron y corrieron por
su rostro.
― No lo sé. ― Escribió Cooper.
Craig tiró de Cooper hacia abajo, de manera que yacían juntos en la
cama, como cuando eran niños.
― Siempre te amaré, hermano. ― Susurró Craig.
Cooper tocó los labios con dos dedos y luego los labios de Craig antes
de tocar el pecho de Craig, dónde estaba su corazón.
Quince minutos más tarde, Craig roncaba suavemente y Cooper estaba
completamente despierto. Con cuidado, se levantó de la cama y fue
cojeando hasta la ventana. Un ruido detrás de él le hizo dar la vuelta, el
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terror agarrándose al corazón.
― ¿Lo dejo contigo o lo llevo conmigo? ― Synn preguntó en voz baja.
Cooper señaló a Craig y luego a Synn. Synn asintió y cogió a un Craig
todavía durmiendo y salió de la habitación. El hermano de Cooper era
casi quince centímetros más alto y por lo menos veintiocho kilos más
pesado que él. Se sorprendió con la facilidad con que Synn lo llevó.
Una uña se presionó contra la carne de su cuello. Cooper bajó la mano
y la miró. Necesitaba encontrar un par de tijeras y cortarse las uñas o
podría hacerse daño de nuevo. Cooper empujó la idea de que no sólo
cortaría la uña, sino que utilizaría las tijeras para hacer líneas cada vez
más profundas. No se detendría hasta que hubiese cortado por encima
de su mano hasta que los cortes espaciados uniformemente alcanzaran
su codo.
Cooper miró el brazo cubierto de cicatrices viejas y nuevas de color
rosa. En su mente, podía ver la sangre brotando de cortes frescos hasta
gotear en el suelo.
Miró hacia arriba y encontró los ojos de color marrón claro de su
reflejo en el espejo, sobre la cómoda. Esos ojos insistieron finalmente en
hacer lo correcto y encontrar a aquel cuyos brazos le hacían sentir seguro
y le traían la paz. Cooper miró a la puerta del baño. Detrás de ella yacía
algo que podría utilizar para liberar las emociones que amenazaban con
sobrepasarlo. Cooper miró a la otra puerta de la habitación. Esta lo
llevaría a un hombre como nunca había conocido antes.
Corriendo fuera de la habitación, Cooper volvió a la sala. Negándose a
pensar en las consecuencias, cojeó hasta la habitación de invitados.
Abriendo la puerta, se metió dentro.
― Vamos, pequeño escarabajo. He estado esperándote. ― Dijo Bishop.
Cooper no lo dudó. Tan rápido como la pierna herida le permitió, cruzó
la habitación y se fue a los brazos de Bishop.
Una vez allí, dejó que las drogas relajantes hicieran efecto y cayó en un
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sueño profundo.
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Capítulo Siete
A la espera de que Craig terminase de escribir algunas cuentas, Cooper
estaba sentado fuera en el balcón, en una mecedora de madera, Crystal
yacía a sus pies. Era bueno darle un tiempo a Crystal fuera de la
habitación. Los dos estaban disfrutando de la luz del sol bailando a través
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de las hojas de los enormes robles que cubrían el patio delantero. Al
menos pensó que Crystal estaba, mientras que ella todavía estaba
mirándolas. También podría ser la ardilla gris gordita, saltando de rama
en rama, lo que tenía su atención.
― ¿Todo bien por ahí? ― Preguntó Craig.
Cooper miró por encima del hombro a través de la ventana de la sala.
Podía ver claramente a Craig sentado en la mesa del comedor.
Asintiendo, Cooper sonrió y saludó a su hermano.
Mirando hacia abajo, en sus pies descalzos vestidos solos con
chancletas, Cooper se preguntó si debía pintase las uñas de los pies.
Antes de Oliver, le había gustado tener un poco de color en sus dedos de
los pies. Infierno, la mayoría de las veces también se pintaba las uñas de
las manos. La primera vez que usó maquillaje y las uñas pintadas durante
su relación con Oliver, acabó en el suelo. Oliver lo miró e hizo una especie
de movimiento loco y lo golpeó en la garganta.
Cooper nunca se olvidó de eso. Tardó días antes de que pudiera
respirar correctamente. Fue el comienzo de sus problemas de garganta y
el comienzo de la espiral descendente de su relación con Oliver.
La puerta principal estaba abierta. Craig salió al porche llevando un
montón de sobres blancos.
― Tengo que ponerlos en el buzón. ¿Te sientes bien para un paseo? ―
Le preguntó.
Asintiendo, Cooper se inclinó y acarició a Crystal debajo de la barbilla
antes de levantarse. Sabía que estaría cerca de casa. Su dulce gatita no
era una vagabunda.
Juntos, los gemelos bajaron los escalones. La pierna de Cooper estaba
mejorando cada día y era bueno estirar los músculos. Pensando de nuevo
en esmaltes, miró a Craig, extendió la mano y se tocó un dedo.
― No estoy seguro de lo que quieres decir. ― Craig dijo, mirando
confundido.
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Cooper pasó la punta de su dedo por la uña.
Craig rió.
― Quieres pintarte las uñas, ¿no es así? Me había olvidado de que te
gustaba hacerlo.
Golpeando el dedo de nuevo, Cooper señaló a Craig.
― Qué, ¿quieres que me pinte las uñas? Perdona hombre, el sheriff me
permite mantener el pelo largo, ¡pero no hay manera de que va a
dejarme ir al servicio con las uñas pintadas!
Cooper negó con la cabeza vigorosamente. Señalándose a sí mismo,
imitó estar pintándose la uña del pulgar con un pincel invisible. Luego
señaló el pincel invisible antes de señalar de nuevo a la casa, mientras
levantaba las cejas.
― Oh. ― Exclamó Craig. ― Entendido. Sí, creo que todavía tengo un
par de viejas botellas de esmalte en uno de los cajones del cuarto de
baño.
Cooper sonrió a su hermano. Era bueno interactuar con él. Habían
llegado al final de la acera, donde estaba el buzón. Una vez al día, el
cartero recogía y repartía el correo de Craig y Synn en su buzón amarillo
brillante de VW Beetle. Craig dijo a Cooper que en invierno sustituiría el
Beetle por un Chevy Blazer de color púrpura pintado con margaritas
amarillas.
Craig abrió la puerta al final del buzón y se inclinó para colocar los
sobres en su interior. Craig se congeló en medio del movimiento.
Cuando Craig no se movió y estaba en una posición arqueada, Cooper
se quedó confuso y se acercó a él. La cara de Craig estaba pálida y
cubierta de sudor. Preocupado, Cooper se acercó a poner una mano en el
hombro de Craig.
― No me toques. ― Craig gritó, haciendo que Cooper fuera hacia atrás
y perdiese el equilibrio. En el último segundo, se las arregló para evitar
caer de bruces. ― Cooper, necesito que hagas algo por mí. ― Craig dijo
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con calma.
Cooper no se dejó engañar. Su hermano estaba totalmente aterrado.
Dando un par de pasos más cerca, Cooper miró a Craig y trató de
averiguar lo que quería.
― Cooper, saca suavemente mi teléfono del bolsillo del pantalón. Pero
no me toques ni nada. ¿Puedes hacer eso? ― Preguntó Craig.
Asintiendo, Cooper puso la mano en el bolsillo delantero de Craig y
sacó el teléfono. Sosteniéndolo esperó la siguiente orden Craig.
― Bueno. Ahora llama a Synn. ― Craig ordenó.
Cooper levantó una ceja.
― Sólo llámalo y sostén el teléfono para que pueda hablar. ― Craig
pronunció con exasperación.
Haciendo lo que le dijo, Cooper encontró el nombre de Synn en los
contactos e hizo la llamada. Con el teléfono en la oreja de Craig, esperó y
se preguntó lo que estaba pasando.
― ¿Qué pasa, querido? ― La voz Synn sonó en el teléfono.
― Synn. ― Craig jadeó. Ahora Craig perdió la compostura. Su cuerpo
temblaba y las lágrimas brillaron en sus ojos. Cooper fue a colocar sus
brazos alrededor de él. ― ¡No me toques! ― Craig gritó.
― Craig, ¿qué diablos está pasando? ― Synn gritó.
Cooper empujó de nuevo el teléfono en el oído de Craig. Cuando fue a
consolar a Craig, había apartado accidentalmente el teléfono.
― Synn, creo que hay una bomba en el buzón.
Cooper saltó hacia atrás con horror. Una corriente de improperios y
gritos llegó desde el teléfono todavía en la mano.
― Cooper, por favor tienes que dejarme hablar con Synn. ― Pidió
Craig.
Miró a su hermano, a su amado gemelo. Tomando una respiración
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profunda, Cooper fue hasta Craig y puso el teléfono en su oído.
― Synn.
― Bishop y yo debemos estar allí en pocos minutos. Está hablando con
el sheriff Steve ahora. La ayuda está en camino querido. ― Dijo Synn. ―
¿Me puedes decir lo que ves?
― No entiendes. ― Dijo Craig. ― Abrí la caja para poner algunas cartas
y hay una orquídea rosa dentro de la caja. Bajo la orquídea hay un sobre
con cables colgando fuera de él. Los cables están unidos a la puerta. ―
Craig tomó una respiración profunda antes de continuar. ― Synn, estoy
todavía sosteniendo la puerta abierta. Tengo miedo de moverla.
― Mierda.
― Synn, te amo. ― Dijo Craig. Una lágrima se desbordó y poco a poco
hizo un rastro por su mejilla.
― Yo también te amo. ― Dijo Synn. ― Ya casi estamos allí. Necesito
hacer una llamada telefónica. Prometo que estaré allí en menos de un
minuto.
― Muy bien. ― La voz de Craig parecía tan baja y con miedo que
rompió el corazón de Cooper.
Cooper llevó el teléfono lejos de la oreja de Craig y lo puso de nuevo
en el bolsillo. Inclinándose, entrelazó sus dedos con la mano libre de
Craig. En lo que a él respecta, si hoy era el día en que su hermano moría,
él estaría yendo con él.
― Cooper, tienes que ir a la casa donde es seguro. ― Craig trató de
liberar su mano.
Apretando las manos firmemente juntas, Cooper negó con la cabeza
bruscamente a Craig y lo miró. Su hermano sabiamente se dio cuenta de
que Cooper acababa de terminar esta conversación.
Cooper oyó sirenas en la distancia. Mirando hacia abajo de la carretera,
vio el SUV del sheriff que venía hacia él a gran velocidad. Todas las luces
del vehículo parpadeando.
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Craig miró a Cooper, aliviado.
― Synn solucionará el problema. Él y Bishop son ex mercenarios. Saben
sobre ese tipo de cosas.
Los neumáticos chirriaron sobre el asfalto cuando la camioneta los
pasó y llegó frenando en la hierba del patio delantero. Las puertas se
abrieron y Bishop saltó del vehículo por un lado y Synn por el otro.
Ambos hombres fueron hacia ellos, la expresión de sus caras muy
grave. Las sirenas conectadas se apagaron bruscamente y Cooper
observó a varios vehículos de la policía parando en el camino. Las puertas
se abrieron, aunque el pequeño grupo de policías no vino cerca del
buzón, se extendieron y empezaron a buscar al otro lado de la carretera y
alrededor de la casa de Craig.
Mirando hacia atrás, hacia Bishop, Cooper vio a los dos hombres a
unos tres metros de distancia. Su intensa mirada recorrió la zona.
Ninguno de los dos dijo nada mientras se movían juntos e hicieron un
gran círculo alrededor de Cooper y Craig. Finalmente se dirigieron a la
parte posterior de Craig y observaron el buzón.
Bishop silbó entre dientes.
― Ahora, ¿Dónde vi eso antes, Sr. Criollo?
― Hace un gran ruido y crea un poco de fuego. ― Synn señaló. ―
Parece que no hay clavos o piezas de metal en el sobre para causar
daños.
― No, la brigada de explosivos que envió el sheriff debe ser capaz de
neutralizarlo fácilmente. ― Dijo Bishop.
― ¿Cuántas veces has hecho un par de ellas antes de invadir un nido
de avispas insurgentes? ― Preguntó Synn.
― Más de unas pocas. ― Dijo Bishop. Sacando de su teléfono, Bishop
comenzó a tomar fotografías del buzón.
― Synn... ― Craig no se movió y miró hacia delante, pero Cooper sintió
las oleadas de temblores que pasaban por su cuerpo.
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― No te muevas, querido, sólo un poco más. ― Dijo Synn.
― ¡No! ― Synn y Bishop gritaron.
Un rayo blanco llamó la atención de Cooper, volvió la cabeza justo a
tiempo para ver a Crystal saltar. Afiladas garras crueles, se enterraron en
su muslo, el impacto del cuerpo del gato le hizo tambalearse sobre Craig.
Un cuerpo enorme cayó sobre él y Cooper fue aplastado en el suelo.
Una potente explosión rasgó el aire. El peso encima de él empujándolo.
El interior de la nariz de Cooper quemaba con el humo acre que le
rodeaba. Al abrir los ojos, Cooper vio pequeñas piezas de escombros que
caían a su alrededor.
La respiración se estaba convirtiendo en un problema. Cooper empujó
los músculos inflexibles que lo mantenían contra el suelo.
Bishop habló en voz baja al oído.
― No te muevas pequeño escarabajo. Tenemos que esperar unos
pocos minutos por si la bomba original fue diseñada para disparar una
segunda explosión.
Cooper levantó la vista a lo que quedaba del buzón. La puerta se había
ido y la caja en sí estaba sin forma. Ahora había un agujero que sobresalía
por la parte superior y los bordes metálicos estaban retorcidos. El humo
salía de los agujeros y grietas recién formados en el metal.
― Todo claro. ― La voz de Synn llamó en algún lugar cerca de la
cabeza de Cooper.
La presión en el pecho se fue y Cooper se concentró en llenar los
pulmones con precioso aire. Implacables dedos duros rodearon sus
brazos, Cooper fue puesto en pie. Los brazos no le soltaron y sus pies
dejaron el suelo. Sorprendido, miró a los ojos tormentosos de Bishop
que, por primera vez, se dirigían a él.
― Si te pones en algún tipo de peligro de nuevo, voy a remar tu
pequeño culo. ― Bishop amenazó.
Cooper hizo una mueca. Una vez que su corazón volvió a la normalidad
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y estaba más tranquilo decidió que tenía que pensar en la idea de Bishop
golpeándolo.
― ¿Te duele algo? ― Preguntó Bishop.
Cooper abrió la boca.
― Ni se te ocurra. ― Bishop advirtió. ―Mueve tu cabeza.
Cooper cerró la boca y negó con la cabeza. Bishop inmediatamente lo
atrajo y lo besó.
El mundo desapareció y Coop se perdió en el sabor y la sensación de
Bishop. La lengua de Bishop le abrió los labios, separándolos y se deslizó
en su boca. La carne se presionó contra la carne.
― Pueden terminar con esto. ― La voz del Sheriff Steve Titan rompió a
través de una niebla de lujuria.
Los labios de Bishop dejaron los de él y Cooper abrió los ojos. En algún
momento durante su apasionado beso, él envolvió con sus brazos
alrededor del grueso cuello de Bishop y cerró las piernas alrededor de su
cintura. Cooper estaba caliente y sabía que su cara debía estar de color
rojo, de vergüenza.
Afortunadamente Bishop lo bajó de nuevo a sus pies. Cooper se sintió
mejor cuando se dio cuenta de que Craig y Synn también estaban
agarrados y trabajando en separar sus cuerpos.
El sheriff se aclaró la garganta, llamando la atención de todo el mundo.
― Tengo una pequeña gata aquí, que está muy molesta y necesita la
atención de alguien. ― Crystal se retorcía en las manos del sheriff.
Cooper dio un paso adelante y se detuvo. Horror llenó cada célula de
su ser.
Una cuerda delgada rodeaba el cuello de Crystal y atada a la cuerda
había una sola orquídea rosa.
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Capítulo Ocho
Bishop miró de reojo a través del rico césped verde, hasta el porche de
la casa de Synn. Acurrucados en mantas, Cooper y Craig estaban
sentados lado a lado en las mecedoras. Cogidos de la mano.
En los últimos días, Bishop se había dado cuenta de algo más que esas
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manos unidas de los dos hombres. Los gemelos, parecían similares, pero
muy diferentes. Ambos tenían el pelo largo y rubio, pero el de Cooper era
más largo y más claro que el de Craig, el hombre debía pasar más tiempo
al sol. Tenían los mismos ojos de color marrón claro, pero los de Cooper
estaban abiertos asombrados y, a veces, la agonía los desbordaba y
rompía el corazón de Bishop. Los ojos de Craig, a veces, mostraban el
dolor físico que aún sentía de la herida de bala que le golpeó el año
anterior.
Era su estatura lo que les diferenciaba mucho más. Bishop descubrió
que durante el embarazo de su madre, el cordón umbilical de Cooper se
enredó. No recibió el suministro completo de nutrientes necesarios para
crecer normalmente. El resultado fue que Craig nació saludable, con tres
kilos y sesenta y tres gramos y Cooper con un leve kilogramo y noventa
gramos.
Cooper no hablaba de su hermano. Bishop tenía la sensación de que
Cooper no tuvo una vida fácil en la granja en la que él y Craig fueron
criados. Al ser más pequeño, los huesos más delgados y casi frágiles,
Cooper no fue capaz de soportar el duro trabajo que se esperaba de él.
Solo por los comentarios que Bishop había oído entre los hermanos,
Cooper se apartó e hizo lo posible para evitar a sus padres. Al parecer,
Clark fue especialmente protector de Cooper, ayudándolo en todo lo que
hacía.
De acuerdo con Synn, una tragedia terrible había sucedido a Clark.
Cuando Bishop le preguntó al respecto, Synn dijo que la historia era de
los gemelos para contar. Hasta el momento, ninguno de los gemelos
hablaba de ello. Bishop tuvo que reír ante la idea. Cooper no podría
hablar en voz alta, pero podría hacer que sus pensamientos fueran
perfectamente claros. La forma en que Cooper rechazó a Bishop cuando
le preguntó acerca de su hermano mayor le dijo que era una discusión
para otro momento.
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― Las cosas son complicadas. ― Dijo Synn, viniendo junto a Bishop. ―
Otra orquídea de color rosa se encontró en el bosque, enfrente de la
carretera del buzón de correo. Yo diría que estaba allí observando, al
menos parte del espectáculo.
Bishop gruñó en respuesta. Por lo que a él respecta, los días de Oliver
estaban contados.
La ascendencia de Synn contenía sangre criolla, y cuando el sexo
entraba en escena, aparecía su acento criollo. Su siguiente declaración
sonó cargada.
― Creo que es el momento de coger a estos dos hombres espléndidos.
Tengo que advertirte que solo nos volverás a ver mañana por la mañana.
E ignora los sonidos que escuches. Mi bebé puede ser un poco ruidoso a
veces, durante nuestro apasionado acto de amor. ― Bishop rió duro por
el eufemismo de Synn, acerca de los sonidos que resonaban por la casa
todas las noches. En algún momento, las súplicas, maldiciones y gemidos
procedentes de la habitación principal provocaban más que la
pornografía.
Cuando el último de los vehículos de la policía se fue, Bishop y Synn
fueron a la casa.
― Mañana tenemos que sentarnos con Cooper y hablar de Oliver. ―
Dijo Synn.
― Estoy de acuerdo. Pero hoy voy a hacer mi mejor esfuerzo para
mantenerme en contacto con el hombre en todos los sentidos posibles.
― Dijo Bishop.
― ¿Seguro? ― Preguntó Synn. ― Cooper es más que un puñado. Si
cierras el trato, por así decirlo, es mejor estar preparado para un
compromiso.
― ¿No es un poco pronto para que Cooper y yo nos comprometamos?
― Preguntó Bishop.
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― Eso es una tontería y no estoy ciego. Estás enganchado a él. Pero,
tengo que destacar que, si rompes el corazón de Cooper, Craig te cortará
las pelotas mientras duermes. Y, siendo su marido, estoy obligado a
sujetarte.
Bishop resopló.
― ¿Crees que me puedes sujetar Sr. Criollo?
― Tendré que hacerlo. Valoro mis propias bolas y quiero dormir junto
a Craig el resto de mi vida. Además, el sofá no es lo suficientemente
cómodo para tener una buena noche de sueño.
― Bueno, no te preocupes. He decidido que quiero mantenerlo. ―
Admitió Bishop.
Una mirada de comprensión pasó entre Bishop y su antiguo
comandante. El silencio cayó sobre ellos, estaba listo para reclamar a
Cooper.
Mirando el porche, frunció el ceño. Todo lo que quedaba en una de las
mecedoras era una manta. Cooper no estaba a la vista.
Él lo intentó. Aferrándose a la mano de Craig, Cooper fue capaz de
sentarse un rato en la silla donde Bishop le había colocado, con la orden
de permanecer allí hasta que regresase. Como un lazo en su mente, oyó a
su padre decirle que era culpa suya que Craig casi había muerto. Su padre
continuó ordenándole que dejase a Oliver matarlo. Es lo que se merecía
por ser tan feo y sin valor.
Cooper deseaba oír la firme voz de Clark. A Clark no le importaba que
no pudiera levantar las pacas de heno. Clark entendía que las vacas lo
intimidaban y no lo culpaba de todo lo que salía mal en su vida.
El dolor dentro de él iba a explotar y hacerlo pedazos si no hacía algo.
La única respuesta era encontrar una navaja o un cuchillo. Diablos,
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utilizaría unas tijeras o cortaúñas en este momento.
Apretando la mano de Craig, Cooper esperó hasta que tuvo la atención
de su hermano. Señaló la cremallera frontal de los pantalones cortos de
camuflaje antes de señalar al interior de la casa.
― Oh, está bien. ¿Hace falta que vaya contigo? ― Preguntó Craig.
Cooper negó con la cabeza. Cogió a Crystal de su regazo y se la llevó a
la casa. Sus piernas estaban temblando de nervios, prácticamente corrió a
su habitación.
Puso a Crystal en la cama, fue al baño, en una misión desesperada.
Después de asegurarse de que las puertas estaban cerradas, se dio
cuenta de que la cerradura de la puerta de su habitación no funcionaba
correctamente. Curioso, descubrió que faltaba un tornillo.
Encontraba que era extraño, pero no lo suficientemente importante
como para dejar de hacer lo que tenía que hacer, Cooper se volvió hacia
el fregadero. Minutos más tarde todos los cajones estaban abiertos y
llorando de frustración, Cooper estaba en sus manos y rodillas buscando
debajo del fregadero. Botellas de productos de limpieza yacían en el
suelo detrás de él.
― ¿En busca de algo, Cooper? ― Una voz le preguntó, en un tono lo
suficientemente fuerte para aplastar rocas.
Cooper se congeló. Tenía que pensar rápido. Había sido capturado y
estaba claramente en problemas. ¿Tal vez Bishop estaba molesto porque
había dejado la silla? Sí, era eso. Y él estaba buscando el esmalte de uñas
que Craig había dicho que estaba en uno de los cajones. Sí, eso sonaba
bien.
Inclinándose hacia atrás y sentándose sobre los talones, Cooper miró a
Bishop. Los grandes brazos del hombre estaban cruzados sobre el pecho.
Bíceps enormes estiraban la tela de su camisa azul y la expresión de su
cara parecía una nube de tormenta. Mierda, Cooper podría ver que
estaba en problemas.
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Con movimientos apresurados, imitó estar pintándose las uñas antes
de señalar a los cajones.
― Buen intento, pero eso no cuela. Tal vez deberías limpiarte las
lágrimas de tu cara primero. De alguna manera, me resulta difícil de creer
que buscar esmalte de uñas te haría llorar.
Cooper se llevó las manos a la cara y se sorprendió cuando salieron
húmedas. Cuando Cooper miró los dedos, brillando con lágrimas, algo
dentro de él hizo clic. Su raya de rebelión, que le hizo imaginarse
diciendo "jódete" a su padre, a su madre, a todos esos matones de la
escuela y a Oliver, estaba de vuelta.
Encarando a Bishop, Cooper desafió en silencio al hombre para darle
un puñetazo.
Cooper se tensó cuando Bishop se movió. En cuclillas frente a él,
Bishop presionó su pulgar con ternura contra el puchero de Cooper.
― Guárdalo todo y recoge los cajones. Cuando hayas terminado, ven a
la habitación. ― Dijo con su voz baja y tranquila.
Inclinándose ante él, Bishop tomó un kit de viaje de cuero, que estaba
a punto de abrir antes de que Bishop lo interrumpiese. Levantándose,
Bishop se dirigió a la puerta de la habitación. Volviéndose a Cooper, dijo:
― Otra cosa. Si quieres que te ayude a liberar algunos de estos
sentimientos, desnúdate. Para que lo entiendas, esto incluirá sexo caliente
y sudoroso donde yo estaré al mando. Si no quieres eso, sal vestido y
podemos pasar el resto del día viendo la televisión y hablando.
Sorprendido por el giro de los acontecimientos, Cooper observó al
hombre grande y musculoso salir del cuarto de baño.
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Después de que Bishop regresó a su habitación con su kit, se sentó en
la cama, contra la cabecera de madera y esperó. No tenía ninguna duda
de que una gran cantidad de emociones y un millón de pensamientos
corrían por la mente retorcida del pequeño rubio.
Era el momento de abordar el elefante blanco. Él había considerado
que Cooper había comenzado a cortarse cuando su hermano, Clark,
murió. También estaba seguro de que Oliver se aprovechó de la
confianza de Cooper e intensificó el abuso de los cortes.
Ahora era su trabajo averiguar si los cortes eran realmente un fetiche
para Cooper o un grito de ayuda. Él tenía sus sospechas, pero las
sospechas no eran hechos.
Había dejado, deliberadamente, la puerta del baño lo suficientemente
abierta como para que pudiera mantener un ojo en Cooper. El hombre no
se había ganado su confianza aún. Bishop estaba contento de haber
tenido la precaución de jugar con la cerradura de la manija de la puerta, o
probablemente estaría ahora corriendo con un Cooper sangrando al
hospital.
Un pequeño ruido trajo su atención hacia la puerta del baño, donde
estaba un Cooper desnudo y visiblemente tembloroso.
― Ven y únete a mí, pequeño escarabajo. ― Bishop dijo, palmeando la
cama. ― Tenemos que hablar antes de seguir adelante.
Cooper vaciló. Bishop mantuvo su aliento y su expresión tranquila. El
hombre necesitaba que él estuviera controlado por completo. Finalmente,
después de lo que pareció toda una vida, Cooper se acercó a la cama. De
nuevo, Bishop se obligó a mantener la compostura. Sabía que nadie que
lo viera creería que, bajo la superficie fría, tenía un mar hirviente de rabia
y que estaba a un pelo de explotar.
Bishop había obtenido destellos del cuerpo de Cooper antes. Le había
vendado la pierna. Limpiado las heridas de cuchillo en su vientre. Pero
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ahora, se dio cuenta de que nunca había visto claramente todo el cuerpo
de Cooper.
Cientos y cientos de cicatrices marcaban la piel, por encima de las
rodillas hasta la base del cuello. La adicción, trastorno o como se llamara,
lo había desfigurado. Esto no podía continuar y Bishop prometió hacer
todo lo posible en su poder para ayudar a curar a Cooper, por dentro y
por fuera. El hombre se merecía ser feliz y tener paz.
Bishop sonrió, esperando que calmase el temblor del hombre
avanzando poco a poco hasta la cama. Cuando le ordenó a Cooper venir
desnudo a la habitación, no pensó en la enorme cantidad de confianza
que Cooper le estaba dando. Abriéndose para su juicio y, posiblemente,
críticas, mostró a Bishop cuán valiente era Cooper. Con este acto de valor,
Cooper le robó el corazón.
Cooper se sentó a su lado. Un poco más cerca y aquel dulce cuerpo
estaría presionado contra el suyo. En lugar de ello, Cooper cogió el lápiz y
papel y comenzó a escribir:
― Todavía tienes tu ropa.
― Si decidías que querías ver la televisión, no quería dejar a cualquiera
de nosotros incómodo por estar desnudo. ― Explicó Bishop.
― ¿Puedes quitártelas ahora? ― Escribió Cooper.
Riendo, se levantó de la cama. La piel de Bishop hormigueó bajo la
intensa mirada de Cooper. El hombre nunca se perdió un movimiento o
un trozo de piel expuesta. En el momento en que regresó a su lugar
contra la cabecera, tenía una erección del infierno y la mirada de Cooper
nunca lo dejó. Anidar a Cooper en el hueco de su brazo, todo caliente y
desnudo, hizo que su pene se estirase aún más. Bishop tuvo que tener
unos minutos para conseguir el control de su polla.
Volviendo al tema, Bishop dijo:
― Tengo que hacerte algunas preguntas. Trata de responder lo más
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honestamente posible. ― No le gustó cuando Cooper se puso rígido,
pero a menos que supiera con lo que estaba tratando, su relación no
podría ir más lejos.
Un pequeño ― Ok ― fue escrito en el papel.
Bishop tuvo que luchar para poner sus pensamientos en orden. El
reconoció que quería quedarse con Cooper. Y podía admitir que el chico
sostenía su corazón en la palma de su mano. Tampoco tuvo ningún
problema en comprometerse y ser monógamo con Cooper, pero por
alguna razón, decir o pensar que estaban en una relación frió el cerebro
de Bishop por un momento.
Fue necesario un poco de esfuerzo, pero Bishop trajo sus pensamientos
de nuevo a las respuestas que necesitaba y las preguntas que tenía que
hacer. Tomó una respiración profunda antes de preguntar:
― ¿Cuándo te cortas te excita sexualmente?
Cooper frunció el ceño, analizando claramente la pregunta en su
cabeza.
― No. ― Fue escrito en el papel.
La siguiente pregunta era un problema importante, que preocupaba a
Bishop.
― ¿Los cortes liberan el dolor emocional?
Bishop observó como el bolígrafo dibujaba círculos conectados de
manera irregular a través del papel. Finalmente Cooper escribió:
― Sí, pero no dura.
― Tengo una idea. ― Dijo Bishop. – Ya has tratado de liberar el dolor
con los cortes. Me gustaría tratar de ayudarte a liberar algunas de estas
emociones con el placer.
Grandes ojos marrones miraron con escepticismo a Bishop. Bishop
ignoró la duda de Cooper y le dio un beso. El beso se profundizó y
Bishop pasó la lengua por la boca de Cooper. Se estaba volviendo adicto
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al gusto de Cooper. Se comprometió a alimentar su nueva adicción cada
vez que pudiera.
Bishop rompió el beso con un pop húmedo. Mirando hacia abajo, vio
deseo ardiente en los ojos de Cooper. Sumergiendo la cabeza, puso
besos fuertes a lo largo de la línea de la mandíbula de Cooper y al lado
de su cuello.
Amaba el sabor y la sensación de la suave piel de Cooper debajo de su
lengua. Encontró un lugar que hizo temblar todo el cuerpo de Cooper,
cuando raspó sus dientes ligeramente contra su piel, antes de calmar el
lugar con la lengua. Así que, lo hizo de nuevo.
Cooper levantó la barbilla, dando a Bishop un mayor acceso a su piel
sensible y dejando saber a Bishop sin palabras, lo que quería. Bishop
besó, chupó y lamió hasta que encontró otro punto particularmente
dulce que atrajo un grito con voz ronca de la boca de Cooper.
Bishop se apartó y miró hacia abajo. Cooper abrió los ojos y su mirada
estaba llena de pasión. La boca de Cooper estaba ligeramente abierta por
la sorpresa. Bishop quiso deslizar su polla entre esos labios, pero había
cosas que había que hacer primero.
― Esto se va a volver intenso pequeño escarabajo. No puedes gritar. ―
Bishop advirtió.
Cooper negó con la cabeza y le dio una mirada suplicante.
― No te preocupes. Puedo ayudarte. ― Dijo Bishop. Llegó al otro lado
de la cama, a la mesita de noche y levantó la esquina de una toalla
grande, que había utilizado para cubrir su stock de juguetes que siempre
llevaba en la bolsa. Después de recoger una gruesa pieza de cuero, se
volvió a Cooper y dijo:
― Esto es para ti.
Los ojos de Cooper se abrieron. Al segundo siguiente Cooper estaba
salvajemente tratando de saltar de la cama.
74
Capítulo Nueve
Bishop logró agarrar el tobillo de Cooper antes de que pudiera escapar.
Tirando de él hacia atrás, le dio una patada en la cara en su angustia.
Cooper se volvió y miró a Bishop con horror.
― No hables. ― Bishop ordenó cuando Cooper abrió la boca.
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Cooper se sentó. Extendiendo la mano fue a tocar la boca de Bishop,
pero en el último segundo, apartó la mano. Nunca había visto a un
hombre parecer tan miserable.
La frustración llenaba su expresión, Bishop tomó el papel y lápiz y los
dejó caer sobre el regazo de Cooper.
― Escribe. ― Ordenó.
― Te he hecho daño. ― Escribió Cooper. ― Estás sangrando.
― Fue un accidente. Se producen. Dime por qué te entró el pánico. ―
Bishop sabía que iba rápido, pero su paciencia llegó a su fin.
Rápidamente se limpió la boca y sólo vio una pequeña gota de sangre en
el dedo.
Cada letra de la siguiente frase tenía por lo menos tres centímetros de
altura.
― Por favor, no me ates las manos.
― ¿Oliver te ató? ― Bishop pidió y recibió una inclinación de cabeza.
Recogiendo el cuero, Bishop lo puso en manos de Cooper.
― Basta con mirarlo. Prometo que no te voy a atar y no voy a hacer
nada que realmente no quieras.
Observó el pelo sedoso de Cooper deslizarse hacia delante por encima
del hombro y caer, cubriendo su rostro mientras exploraba el cuero.
Realmente era una correa corta, de unos sesenta centímetros de largo y
cuatro pies de ancho, con una hebilla en un extremo. En el pasado,
Bishop la utilizó para atar las manos o los pies juntos. Ahora le gustaría
tener un uso diferente para ella.
― Pensé que podía ponerla alrededor de tu cuello para ayudarte a
recordar no hacer ningún sonido. ― Explicación Bishop.
La expresión de Cooper estaba preocupada, como si tuviera miedo de
lo que Bishop, en realidad, iba a hacer con él. Ahora era el momento para
ganar su confianza y demostrar a Cooper que podría ayudarle.
― Te lo voy a enseñar. Si no te gusta, la quitó. ― Bishop ofreció. ― Tal
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vez te sentirás más cómodo si tú mismo te la pones en el cuello y yo solo
cierro la hebilla, ¿de acuerdo?
Un movimiento de la cabeza dio a Bishop la respuesta que necesitaba y
Cooper levantó la correa de cuero contra su cuello. Bishop cerró la hebilla
y tiró suavemente hasta que estaba cerrada. Todo el tiempo, Cooper
mantuvo sus dedos sobre el cuero.
― Así. ― Dijo Bishop. ― No está demasiado apretado, ¿no es así?
Cooper negó con la cabeza y miró a Bishop. Sólo podía mirar la imagen
sexy que Cooper hacía. Allí sentado en la cama, Cooper tenía una pierna
doblada y subida casi hasta el pecho. La otra rodilla se inclinaba hacia un
lado, extendiendo las piernas abiertas. Su flácida polla y pelotas suaves
parecían hacer señas a Bishop, queriendo su atención.
Ahora Bishop notó que Cooper no tenía mucho pelo en su cuerpo,
justo un halo delgado, bien recortado, alrededor de su ingle. Bishop lo
encontró sexy.
Bishop se arrastró a lo largo del cuerpo del Cooper, inclinándose
lentamente. Bishop no se detuvo hasta que cubrió los labios de Cooper
con los suyos. Tirando del labio inferior de Cooper en su boca, empezó a
chupar mientras se agachaba y cubría el pene y las bolas de Cooper con
la mano. Inmediatamente, el pequeño hombre empujó sus caderas hacia
arriba con fuerza.
En ese momento, ignoró la dulce polla de Cooper y exploró sus bolas.
Cogiendo suavemente cada testículo y rodándolo con suavidad con la
mano. Un sonido estrangulado vino de Cooper y él tiró de sus piernas
hacia arriba y se extendió abierto.
Poner una ligera presión sobre las bolas de Cooper, le preguntó:
― ¿Quieres que te ponga algo en la boca para morder? ¿Ayuda esto?
Bishop recibió un asentimiento de cabeza fuerte. Llegando a su
escondite, cogió una pequeña bola de mordaza. No era lo
suficientemente grande como para poner una presión indebida sobre los
77
músculos de la mandíbula de Cooper, pero le dio algo en la boca para
morder.
Dejó a Cooper cogerla y comprobarla. Cuando se la puso en la boca a
Cooper, Bishop pidió:
― ¿Puedo cerrarla?
Cooper asintió, aun pareciendo cauteloso acerca de lo que estaban
haciendo. Bishop cerró las cerraduras. Ahora era el momento para
tranquilizar a su pequeño escarabajo y ayudarle a volar.
Bishop acarició a Cooper.
― En ningún momento te ataré las manos. Si te quitas la mordaza,
todo acaba. Puedes llorar, sacudir la cabeza y patear las piernas. No voy a
dejar de hacer lo que estoy haciendo a menos que te quites la mordaza.
¿Lo entiendes?
Cooper asintió, deslizando sus narices juntas de nuevo. Bishop no pudo
resistir y besó el lado de la nariz de Cooper. Deslizando un dedo por la
suave piel de la cara de Cooper, Bishop rastreó a lo largo del hueso
sobresaliente de la cadera. Colocó la palma de la mano contra el
estómago plano de su amante, la deslizó por la piel aterciopelada y
envolvió su mano alrededor de la polla de Cooper.
Algunos golpes duros dejaron la polla en su mano agradablemente
dura. Por debajo de él, Cooper se retorció.
― Ataré tu pene, así no podrás disfrutar hasta que yo lo permita. ―
Dijo.
Cooper asintió vigorosamente.
Alcanzando la mesita de noche, Bishop agarró pequeñas cintas de
cuero. Deslizándose por el cuerpo de Cooper, succionó cada pezón,
dejándolos duros antes de hundir su lengua en el ombligo, ligeramente
por encima de su objetivo. Dedos agarraron su pelo, pero no estiraron.
Siguiendo la pista pálida del tesoro, la punta de la dura polla de
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Cooper se acercó a su boca. Los dedos en su pelo estiraron con fuerza y
continuaron tirando.
― ¿Qué diablos? ― Bishop se irguió y miró a Cooper.
Cooper estaba sacudiendo la cabeza con tanta fuerza que el pelo
volaba en todas las direcciones. Una tira de condones se agitó
frenéticamente en la cara de Bishop.
― Por supuesto que voy a utilizar un condón cuando te folle. ― Bishop
dijo, no estando seguro de lo que estaba pasando.
Cooper negó con la cabeza otra vez, cogió un condón y lo colocó
contra la cabeza de su propio pene.
― ¿Quieres que lo ponga en tu pene antes de chuparlo?― Preguntó
Bishop. Ahora su mente estaba corriendo. De hecho, después de todas las
veces que se había lesionado, le habría dicho a Bishop si tenía SIDA.
Mierda.
― ¿Cooper, tienes una ETS?
Un movimiento de cabeza fue la respuesta de Cooper. Entonces
Cooper cogió el lápiz y el papel arrugado ahora debajo de la pierna de
Bishop.
Él escribió:
― Mi hermano murió de SIDA, que cogió de una chica. Juré que
tendría cuidado, a no ser que estuviera en monogamia completa. Estoy
limpio.
Ahora las cosas fueron cayendo en su lugar. Tomando su pequeña
bolsa de aseo personal, Bishop tomó un pedazo de papel y se lo entregó
a Cooper.
― Estoy limpio, también. Y siempre he usado condones durante las
relaciones sexuales. ¿Y tú?
Con el asentimiento de Cooper, algo dentro de Bishop se reavivó y
quería reclamar a Cooper en la forma más básica. El hombre de las
cavernas en él le pidió que tomara a Cooper y lo hiciera suyo. No habría
79
ninguna razón para que Cooper se preocuparse de usar condones de
nuevo, porque estaría sólo con él. Ahora sólo tenía que hacer ver a
Cooper las cosas a su manera.
Presionando los labios, Bishop trató de encontrar la manera de abordar
el tema. Un dedo tocó sus labios. Inmediatamente, se relajó.
― ¿Qué opinas sobre abandonar los condones? – Dejó escapar.
Los ojos de Cooper se abrieron. Sus ojos fijos tan duro en Bishop que
pensó que iba a hacer agujeros a través de él. Por último, Cooper cogió el
lápiz de nuevo.
― ¿Por qué?
La frustración en Bishop explotó. Saltando de la cama, empezó a
caminar de un lado a otro. Durante la segunda vuelta, levantó las manos
y empezó a tirar de su pelo.
De pronto se detuvo enfrente de la cama y miró a Cooper.
― Nunca he trabajado tan duro para tener sexo en mi vida. Por lo
general, me basta chasquear los dedos y tengo un pequeño twink
chupando mi polla. ― Bishop demostró sus pensamientos chasqueando
los dedos. ― Pero tú. ― Señaló a Cooper. ― Tú tienes mis tripas
retorcidas en tantos nudos, que no sé qué camino tomar. Creo que solo
puedo dormir cuando estás en mis brazos. ¿Sabes que mis pelotas se
están poniendo azules porque estaba esperando a que estés listo para
mí? ― Se quejó.
Con paso largo Bishop cruzó toda la sala. Haciendo una pausa, tomó
una respiración profunda, tratando de aliviar algo de la presión en el
pecho antes de regresar. Parándose de nuevo frente a Cooper, dijo. ·
― Vale, puede que abandonar los condones ahora no sea la mejor
idea.
Cooper comenzó a garabatear algo sobre el papel. Cuando terminó, lo
levantó para que lo viera Bishop. En letras grandes estaban las palabras.
― ¡Compromiso! ¡Monogamia!
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El cuerpo de Bishop se congeló mientras su mente corría. Estudió al
hombre desnudo sentado delante de él. Hebras de cabello sudorosas se
aferraban a la hermosa cara de Cooper. El cinturón de cuero y la mordaza
de bola eran un gran contraste con su piel pálida. Grandes ojos marrones
observaban cada movimiento suyo.
El pequeño hombre, aparentemente frágil, estaba sentado allí con esta
hoja de papel tumbada junto a su rodilla, exigiendo un compromiso y
monogamia.
Bishop se levantó y se puso las manos en las caderas desnudas.
Empujando el pecho hacia fuera, inclinó la cabeza hacia atrás y extendió
ligeramente las piernas.
La frustración se drenó de su cuerpo mientras su pene se llenaba hasta
que se volvió espeso y muy lejos de su cuerpo. Hasta los ojos de Cooper
se abrieron con deseo. Bien, porque el cazador en Bishop acababa de
salir. Cooper recibiría sus demandas, pero primero el mercenario podría
reclamar a su presa.
Cooper se sentó desnudo en la cama con una mordaza en la boca y un
cinto de cuero alrededor de su cuello. Durante la última hora, empujó a
Bishop a su límite, el hombre se había convertido de un amante experto a
un hombre frustrado, listo para salir por la puerta y dejarlo. Ahora Bishop
había cambiado de nuevo a un hombre con una misión. Antes, él era el
mercenario que invadía campamentos rebeldes, a la caza del enemigo.
Ahora, el hombre que se movía como un gato en su dirección estaba
cazando.
Un musculoso muslo lo tocó cuando Bishop puso su rodilla sobre la
cama y se subió con gracia. Como había hecho antes, Bishop se arrastró
sobre Cooper, lo que le obligó a tumbarse en la cama. Al mismo tiempo,
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su mirada ardiente nunca salió de la cara de Cooper.
Bishop quitó la mordaza y la tiró por encima del hombro.
― Quiero tus labios. ― Dijo en un tono que no admitía réplica.
Cooper se estremeció.
― Pon tus brazos alrededor de mi cuello y separa las piernas. ― Bishop
exigió. ― Quiero todo el acceso.
Cooper levantó los brazos e hizo lo que se le dijo. El cabello suave en la
base del cuello de Bishop le hizo cosquillas en sus manos. Bishop se
inclinó hacia abajo, Cooper levantó sus labios para aceptar el beso de su
amante.
Bishop asoló la boca de Cooper con succiones, mordiscos y besos, que
envolvían una lengua invadiendo su boca y dientes raspando contra sus
labios. Mientras Bishop continuó besándolo, sintió que su pene goteaba.
Esto nunca había ocurrido antes. De hecho, pensó Cooper, no había
manera de que una persona pudiera venirse sólo con un beso.
Una mano se deslizó bajo la cabeza y la levantó de la cama. Cooper se
sujetó fuerte y dejó que Bishop lo dominase con un beso que sacudió su
propia alma. Ahora, la lengua de Bishop empezó a joder su boca
profunda y completamente, haciéndole venirse.
Cooper no podía dejar de gozar y agitarse mientras su cuerpo
expulsaba el semen de sus bolas. Chorro tras chorro pintó de rayas su
vientre y el pecho hasta que ya no tenía nada que dar y se relajó en los
brazos de Bishop.
Bishop levantó la cabeza y a Cooper no le gustó sentirse perdido.
Quería a Bishop, quería la boca caliente de vuelta adonde pertenecía.
El mundo se inclinó y Cooper se encontró encima de Bishop, mirando
la cara de un hombre todavía en una misión. Él semen cubría su vientre y
manchaba el abdomen de Bishop, apartando su atención lejos de la cara
de Bishop. Cooper se preparó, esperando a que comenzaran a los gritos.
82
Si fuera Oliver, habría tomado su cuchillo y le habría recordado a Cooper
que no le gustaba su semen.
― Toma el lubricante sobre la mesa, pequeño escarabajo y pásamelo.
― Bishop ordenó.
Ahora Cooper estaba confundido. ¿No debería ir a buscar una toalla
mojada al baño y limpiarlos?
― ¿Cuál es el problema? ― Preguntó Bishop.
Cooper se levantó y se sentó en los muslos duros de Bishop. Con la
mano, hizo un gesto, primero a su vientre sucio y luego a Bishop.
― ¿Qué pasa? ― Dijo Bishop. ― Si el sexo es bueno, es sucio. Ahora
lubrícame.
No estaba en posición de discutir, Cooper encontró el lubricante y
vertió un poco en la palma de su mano. Volviéndose a Bishop, dio su
primer vistazo al monstruo luciendo entre las piernas. Por supuesto,
Cooper lo había visto cuando Bishop estaba en el otro lado de la
habitación. Pero allí tan cerca, a su alcance, era algo totalmente nuevo.
― Date prisa, bichito. ― Bishop instó. ― Te quiero.
Cooper comenzó envolviendo la palma de la mano recubierta con
lubricante alrededor de la cabeza de la polla de Bishop. Cuando acarició
hacia abajo, se preguntó cómo se sentiría dividiéndolo. Así, Cooper se
puso duro otra vez.
― Añade más lubricante. ― Bishop gimió y empujó su polla en los
dedos de Cooper.
Añadió más lubricante, trazando la vena gruesa que subía por en
medio de la polla de Bishop. La piel era tan suave y fina que parecía
terciopelo. Cooper quería poner su lengua en la ranura y saborear la gota
de pre semen que brotaba. Pero, tenía miedo.
― Estoy limpio, pequeño escarabajo. Viste el papeleo de este último
año. Mírame. ― Bishop ordenó.
83
De alguna manera, Cooper apartó la vista del creciente goteo de
pre―semen.
― A partir de este momento, me comprometo contigo, Cooper Collins,
voy a tener relaciones sexuales solo contigo. ― Los ojos de Bishop ardían
de deseo y determinación, algo que Cooper esperaba que no estuviera
imaginando. ― Además, si todavía no estás seguro acerca de mis
intenciones, permíteme decirte que ahora somos una pareja
comprometida. ¿Lo entiendes pequeño escarabajo?
Capítulo Diez
Cooper quería hablar desesperadamente. Quería decir a Bishop que
entendía y estaba de acuerdo. Quería decir a Bishop que tal vez, él lo
quería. Pero no podía, no hasta que el médico le diera permiso para a
hablar. Esperaba que eso sucediera en su reunión de mañana. Así que
84
hizo lo único que podía hacer. Él asintió con la cabeza.
― Bien. ― Dijo Bishop. ― Quiero que me la chupes, pero no puedo
esperar. Ven hasta aquí y deja que te prepare.
Subió por el delicioso cuerpo de Bishop, asegurándose de que su
pecho, vientre y finalmente su ingle, tocaran su pene. La rápida
inspiración de Bishop fue su recompensa. Bishop extendió la mano y
apretó el lubricante en Cooper.
― Bésame. ― Bishop ordenó.
Cuando sus labios se encontraron, un dedo mojado acarició la entrada
de Cooper. Cooper puso las manos a los lados de la cabeza de Bishop y
las mantuvo allí, mientras él ponía todo lo que tenía en ese beso. Ambos
gimieron cuando el dedo de Bishop violó su entrada y entró.
Cooper empujó hacia fuera. Había aprendido hacía mucho tiempo que
debía hacer todo lo posible para ayudar a preparar la invasión de su
cuerpo. Era un hombre pequeño, y podría ser fácilmente herido en un
momento de pasión. Afortunadamente, le encantaba ser jodido y aún
más, le gustaba un pene grande.
Cuando Bishop añadió otro dedo, también retiró la cinta de cuero
alrededor del cuello de Cooper.
― Ningún sonido. ― Recordó, diciendo las palabras contra los labios
de Cooper.
Gracias a Dios Bishop fue paciente, porque sus dos gruesos dedos
hacían que Cooper se sintiese lleno. A continuación, Bishop llegó al fondo
y golpeó su punto dulce. Cooper se arqueó y los dedos se deslizaron con
facilidad.
Cooper rompió el beso y miró a los ojos de Bishop mientras sus dedos
tomaron un ritmo rápido, alcanzando su punto dulce.
― Eres hermoso en tu pasión. ― La voz de Bishop fue baja, profunda e
hizo que los pelos en el cuello de Cooper se erizaran.
85
Un tercer dedo fue presionado y Cooper sintió la presión en sus bolas.
Bishop tijereteó los dedos y Cooper se inclinó y estiró el pezón de Bishop
con su boca.
Él chupó duro cuando Bishop añadió un cuarto dedo. Cooper frotó su
pene de manera irregular contra los duros músculos del abdomen del
hombre. Anticipó el delicioso orgasmo que iba a explotar de su cuerpo
en cuestión de segundos.
Bishop sacó los dedos del culo de Cooper y Cooper prácticamente
gritó en señal de protesta. Impotente, soportó los temblores a través de
su cuerpo sudoroso, necesitando a Bishop para llenarlo como necesitaba
su próximo aliento.
Con un sencillo movimiento, Bishop les dio la vuelta y deslizó su polla
en el vibrante canal de Cooper. Cooper estaba extendido, pero Bishop era
más grande. Cooper sólo podía levantar las piernas y mantenerse
mientras que la verga gruesa y grande lo dividía en dos e iba tan
profundo a lugares que nunca habían sido tocados antes.
― Respira, pequeño escarabajo. ― Bishop dijo justo antes de ir más
profundo en Cooper.
Gracias a Dios Bishop se detuvo y dejó a Cooper ajustarse. Una vez
más, Cooper quería decirle a Bishop que le gustaba la sensación de ser
dominado. Amaba que Bishop le diese una elección y estaba siendo
abierto. Necesitaba decirle que se moviera, antes de que se rompiese en
mil pedazos, pero no podía. En cambio, el segundo orgasmo del día llegó
y él empezó a volar.
Cada vez que Bishop empujaba contra él y le golpeaba la próstata, otro
chorro de semen explotaba. Empezó a preguntarse si podría aguantar
más, cuando el hombre encima de él se volvió implacable y continuó
golpeándolo.
En un movimiento, Bishop lo volvió sobre sus manos y rodillas. La polla
de Bishop empujó hacia dentro y el nuevo ángulo despertó un nuevo
86
conjunto de nervios. Cooper negó con la cabeza. Necesitaba un
descanso.
Bishop agarró firmemente sus caderas y empujó con fuerza. Haciendo
una pausa, ordenó.
― Mastúrbate.
Una vez más, Cooper negó con la cabeza. No había manera de que
tocase su pobre polla, ya muy sensible.
― Haz lo que te digo Cooper. ― La voz de Bishop era dura como el
granito. Desobedecer no era una opción. Bajando, Cooper comenzó a
acariciar su pene. El cuerpo caliente de Bishop le cubrió el suyo y sus
caderas comenzaron un ritmo constante, profundo, lleno de energía, con
el pene dentro de su cuerpo. Cada embestida forzó su pene a través del
túnel que había hecho con los dedos.
Los ojos de Cooper se abrieron. Increíblemente, sintió el pene de
Bishop crecer. Si pudiera, habría gritado. Olas de placer atravesaron su
cuerpo. Su propia polla estaba goteando líquido preseminal. Cuando
Cooper no sabía qué hacer o cómo hacer frente a los sentimientos que le
inundaron, Bishop le agarró del pelo y tiró de la cabeza. Pero antes de
aplastar sus labios, le ordenó:
― Vente.
Cooper estaba impotente con las exigencias que el cuerpo de Bishop
hacía al suyo. Semen caliente lo llenó y el cuerpo de Cooper respondió
soltando chorros de semen en las sábanas inferiores. Cooper se
derrumbó en la cama.
Bishop le siguió hacia abajo y continuó con estocadas lentas y
perezosas en su cuerpo.
― Eres mío, pequeño escarabajo. ― Bishop le dijo.
Cooper estaba allí, cubierto por el gran cuerpo del hombre,
desbordado con su semen, más saciado de lo que nunca había estado
87
antes. Y, sobre todo, estaba de acuerdo. Él era de Bishop.
98
Capítulo Doce
Cooper trató de no sentirse culpable o responsable del humor negro
de Synn y Bishop después de la reunión de esta mañana en la cocina.
Odiaba que sus recuerdos de un momento tan doloroso hubieran sido
revividos. Todavía se sentía mal, a pesar de que sabía que no tenía nada
99
que ver con las acciones de Oliver o que él fuera un miembro de su
equipo. No, Oliver no, su nombre era Blaine. Cooper encontró el nombre
estúpido. No es de extrañar que se lo cambiara a Oliver.
Saliendo del camión de Bishop, Cooper siguió a Bishop al Centro
Comunitario del Condado Granite. Había sido una sorpresa cuando
Bishop le dijo que quería parar y echar un vistazo. Ya que aún tenían otra
hora antes de su cita con el médico, pensó que podría ser interesante.
Bishop abrió una de las puertas de vidrio de la entrada y dejó pasar a
Cooper en primer lugar. Así que Cooper entró, vio una gran sala que
contenía pequeños grupos de mesas y sillas. Algunos de los grupos
estaban ocupados con un adulto y varios adolescentes, que tenían
claramente algún tipo de reunión.
La mano de Bishop en su espalda le llevó a una pequeña área de
recepción. Desde su punto de visión, la recepcionista podría mantener un
ojo en toda la gran sala.
Una mujer muy embarazada, con su largo cabello castaño recogido en
una cola de caballo, les sonrió felizmente desde su silla mientras se
acercaban.
― Hola, ¿puedo ayudarles en algo? ― Le preguntó.
― Sí, mi nombre es Bishop Clark y me preguntaba si podría hablar con
alguien sobre voluntariado. ― Dijo Bishop.
Cooper miró sorprendido a Bishop. Esto era nuevo para él. La mano en
su espalda le hizo una caricia. El primer pensamiento de Cooper era que
iban a sentarse y tener una larga conversación. Entonces se dio cuenta de
que no podían porque no podía hablar. Eso dolió.
― Voy a llamar al Sr. Gorman. Estoy seguro de que estaría feliz de
hablar con usted. ―La señora pulsó un botón en su teléfono multilínea y
habló en voz baja en el receptor. Al colgar, les sonrió de nuevo y dijo: ―
Estará aquí pronto.
― Gracias. ― Dijo Bishop.
100
Un hombre delgado, de mediana estatura con pantalones de color
caqui y una camisa amarilla de manga larga, apareció en la gran puerta
en el fondo de la sala. Mirando más de cerca, Cooper se dio cuenta de
que era en realidad un pasillo. El hombre se dirigió rápidamente a través
del cuarto hacia ellos.
Bishop sonrió a Cooper y dijo:
― Vamos, pequeño escarabajo, vamos a ver lo que este lugar tiene de
bueno.
Cooper asintió, sabiendo que al final iba a seguir a Bishop a cualquier
lugar.
― Hola, soy Chad Gorman. Bienvenido al Centro Comunitario. ― El
hombre dijo, sonriendo ampliamente.
― Hola. ― Bishop saludó. ― Mi nombre es Bishop Clark y esta es mi
pareja, Cooper Collins.
Chad estrechó la mano de Cooper, poniendo un poco más de presión
sobre ella de lo necesario. Cooper hizo un gesto de saludo, asegurándose
de mirar al hombre con la nariz hacia arriba. Sí, podría ser un chico gay
arrogante cuando quería. No sabía lo que era, pero algo en Chad Gorman
lo irritó.
Sus cabellos se erizaron aún más cuando vio a Chad acariciar el interior
de la mano de Bishop cuando soltó su apretón de manos.
― Encantado de conocerlos, Sr. Clark y Sr. Collins. Ahora, ¿cómo puedo
ayudarles? ― Chad preguntó.
― Me preguntaba si podríamos tener un recorrido por el centro.
Trabajé con adolescentes en el pasado y me pregunto si busca
voluntarios ― Bishop respondió.
― ¿En serio? ― Exclamó Chad. Sus ojos azules comenzaron en la parte
superior de la cabeza de Bishop y bajaron por su gran cuerpo hasta sus
pies calzados con sandalias de cuero. ― Eso sería maravilloso.
101
En opinión de Cooper, la respuesta de Chad era muy seductora.
Volviéndose a Bishop, Cooper le dio una gran sonrisa y bateó sus
pestañas hacia él, antes de agarrarle el brazo con ambas manos. En el
primer instante Bishop pareció aturdido y luego la expresión del hombre
inteligente se volvió cautelosa.
Ajeno a todas las implicaciones, Chad hizo un gesto para empezar a
caminar hacia el pasillo por el que acababa de salir y dijo:
― Como puede ver, este es el cuarto principal. Ahora, un grupo de
estudiantes está mirando las opciones y los requisitos de la universidad.
Más tarde, ofrecemos actividades extracurriculares hasta las seis en
punto.
Habían llegado al pasillo. Al entrar en la sala, Cooper oyó las voces y las
risas de los niños.
― A la izquierda están las aulas. Cuatro de ellas se utilizan a tiempo
completo durante el día. Dos son para niños de cuatro años y las otros
dos para los niños de tres. Ofrecemos trabajos de pintura y dibujo en una
de las otras habitaciones durante la semana, día y noche. En la otra,
ofrecemos artesanías en general, cosas como scrapbooking4. ― Chad
sonrió demasiado brillantemente para Bishop y le preguntó: ― ¿Tiene
alguna pregunta?
Cooper notó como sus uñas se clavaban en el brazo de Bishop. Bishop
se puso rígido, pero aun así sonrió a Chad y dijo:
― Noto el olor a cloro. ¿Este lugar tiene una piscina?
― Oh sí. ― Chad dijo ― Por aquí.
Bishop miró a Cooper y frunció el ceño ligeramente mientras sacudía el
brazo para que Cooper aflojase su control sobre él. Cooper lo soltó,
súbitamente avergonzado por dudar de Bishop. Tenían un compromiso.
Bishop entrelazó los dedos de sus manos y siguió a Chad a través de la
puerta de cristal hacia la zona de la piscina. Pasaron los siguientes
102
minutos aprendiendo el horario de la piscina.
Chad se volvió hacia ellos y señaló a un conjunto de puertas de madera
maciza.
― Detrás de estas puertas está la zona de gimnasio. Ahora los niños la
están usando. Después de las seis, hay equipos de baloncesto o voleibol
semanal para hombres y mujeres, dependiendo del día. Oh, también hay
equipos mixtos.
Ahora Cooper ya había tenido suficiente de la gira, pero podía ver que
Bishop estaba realmente interesado. Chad estaba ocupado hablando y
hablando y Cooper oyó algo sobre una sala de pesas. Fue cuando decidió
que tenía suficiente.
Cooper estiró la mano de Bishop para llamar su atención. Cuando
Bishop lo miró, él señaló a sí mismo y luego hizo un gesto hacia la sala
principal.
― ¿Quieres ir a la sala principal? ― Preguntó Bishop.
4
Es una terminología en inglés para definir un libro de recortes, es sin embargo una técnica
de personalizar álbumes de fotos o calendarios con fotos, invitaciones, papel de embalar y
otros materiales que se pueden pegar y guardar dentro de un libro.
Cooper asintió y se sorprendió cuando Bishop se inclinó y le dio un
ligero beso delante de Chad.
― No hay problema, te veré en unos pocos minutos. ― Dijo Bishop.
Cuando Cooper pasó a Chad envió al hombre molesto una sonrisa de
victoria. Mientras se alejaba, oyó decir a Chad.
― Cooper no habla mucho, ¿verdad?
― Él tiene una lesión en la garganta. ― Fue la respuesta de Bishop.
Al final del pasillo, justo antes de llegar a la sala principal, había otro
pequeño pasillo a la derecha. Curioso, Cooper fue hasta allí.
Inmediatamente, había una puerta a cada lado del pasillo. Los símbolos
de las puertas le dijeron que eran los baños.
No necesitando utilizarlos, Cooper continuó su exploración. El corredor
103
giró hacia la derecha y a la izquierda, había una puerta con una pequeña
placa a su lado. Ella tenía el nombre de Chad sobre ella y la palabra
Director.
Haciendo caso omiso de la sala, Cooper continuó. En el lado derecho
de la sala había otra puerta abierta. El letrero al lado de esta puerta decía
Consejero. Y debajo de él tenía el nombre del Dr. Snyder Williamson.
Cooper miró la placa y luego a la puerta abierta. Saltó y apartó la mano
cuando se dio cuenta de que había pasado sus uñas por la base de su
garganta. Tímidamente, Cooper dio dos pasos hacia la puerta.
Desde el ángulo donde estaba, podía ver a un hombre alto, con el pelo
corto ondulado de color rojo y vestido con un traje de color beige
sentado en un escritorio. Mirando hacia arriba desde el periódico que
estaba leyendo, vio a Cooper de pie allí.
Amistosos ojos azules miraron a Cooper. El hombre sonrió y dijo:
― Hola.
Cooper saludó con la cabeza al hombre.
― Mi nombre es Snyder Williamson. Vengo aquí una vez a la semana y
converso con cualquier persona que quiera hablar conmigo. ¿Esta es la
primera vez que vienes aquí?
Cooper asintió. Notó sus uñas en su garganta y rápidamente cogió sus
dedos con la otra mano. Pensó que era hora de irse.
El médico se levantó y le tendió un pequeño pedazo cuadrado de
cartón. Cooper lo recogió y vio que era una tarjeta con el nombre,
dirección y número de teléfono del médico.
― Si quieres hablar. Puedes venir aquí los miércoles o llamar y hacer
una cita en mi oficina particular. ― Dijo el doctor y le dio una sonrisa a
Cooper.
Cooper no sabía por qué lo hizo, pero él tiró de la manga larga de la
104
camisa y dejó que el médico pudiera ver todas las cicatrices de cortes. Tal
vez quería ver cómo el doctor iba a reaccionar.
― Creo que te puedo ayudar con eso. ― Dijo el médico. ― ¿Me
puedes decir tu nombre? Me gusta llamar a las personas por sus
nombres.
Cooper imitó con su mano como si escribiese algo en la mano. El
médico le entregó un lápiz y un bloc de papel.
Rápidamente escribió antes de perder el valor.
― Cooper Collins. ― Mostró el médico.
― Oh, ¿por casualidad eres pariente del agente Collins? Lo conocí
cuando informé de que alguien rompió mi buzón hace un par de meses.
Cooper escribió ― gemelo ― en el papel.
― Entiendo. Bueno, ¿Te gustaría venir y sentarte un minuto? ―
Preguntó el médico.
Cooper no podía ver ninguna razón por la qué no, así que entró en la
oficina y se sentó en una silla frente al médico. El hombre abrió el cajón
de la mesa, sacó una banda elástica de color amarillo y se la dio a
Cooper.
― Me gustaría que lo probaras, póntelo en la muñeca. No es un hecho
científicamente demostrado, pero por alguna razón, a veces ayuda a las
personas que se cortan.
Cooper tomó la banda del médico. Escéptico, la deslizó en su muñeca.
― Tienes una cara muy expresiva, Cooper. Los pacientes me han dicho
que cuando sienten que las emociones comienzan a acumularse, mueven
la banda en la muñeca y eso ayuda. Pruébalo y mira si funciona para ti.
Cooper escribió:
― Gracias. ―Entonces decidió añadir: ― Tengo una herida en la
garganta. Voy al médico hoy. Tal vez me deje hablar.
― Te deseo lo mejor, Cooper. Disfruté de conocerte. ― El médico se
levantó y extendió la mano.
105
Después de devolver el apretón de manos, Cooper puso la tarjeta en el
bolsillo y se dirigió de nuevo a la sala principal. Estaba revisando las
máquinas expendedoras en la esquina cuando Bishop y Chad entraron en
la sala.
Cooper observó a los dos hombres darse la mano. Los ojos de Bishop
brillaban de emoción y una gran sonrisa iluminaba su rostro. Cooper
también notó que Chad puso su otra mano sobre el brazo de Bishop
durante el apretón de manos. Despreciable, se imaginó un perro
corriendo hacia él y mordiendo aquella mano.
Los dos hombres se separaron antes de que Cooper fuera allí y
golpease a Chad. Sin dejar de sonreír, el hermoso hombre grande se
acercó a Cooper. Sin vacilar, le pasó un brazo musculoso sobre los
hombros.
― ¿Estás listo, pequeño escarabajo? ― Preguntó Bishop y le dio a
Cooper un beso rápido.
Cooper asintió y se sintió mejor cuando vio la mirada de amor en los
ojos de Bishop. Decidió que tal vez estaba siendo demasiado sensible
acerca de Chad. Cuando salieron del edificio, Cooper se dio cuenta de
que esta era la primera vez que había sentido celos de un novio. Infierno,
realmente pensó en cometer un acto de violencia. Tuvo que sonreír para
sí mismo con el pensamiento. Tal vez estaban empezando a crecerle
algunas bolas.
Caminando por la acera hasta donde estaba estacionado el camión,
Cooper volvió sus pensamientos a su próxima cita con el médico. Con
todo su corazón quería ser capaz de hablar de nuevo. Él tenía algo
importante que decir a Bishop. Al abrir la puerta del vehículo, estaba a
punto de deslizarse en el asiento de cuero cuando vio la orquídea de
color rosa tumbada sobre él.
Tambaleándose hacia atrás con horror, Cooper siguió su primer instinto
y se volvió para correr. Ni siquiera pensó en ello. Sólo sabía que tenía que
106
salir de allí.
― Cooper. ― Bishop gritó.
Capítulo Trece
Bishop puso su brazo alrededor de su escarabajo y lo besó. El viaje
hasta el Centro Comunitario se había mostrado mejor de lo que pensaba
que sería. Cuando Synn casualmente mencionó que el Centro
Comunitario estaba sin un director, Bishop no perdió tiempo en hacer un
107
par de llamadas y echar un vistazo. Después de verlo en persona, decidió
que al menos era un gran lugar para ofrecer su tiempo. Si las cosas
saliesen como él esperaba, en un par de meses, quizás incluso menos,
estaría comenzando una nueva carrera como Director del Centro
Comunitario. Ahora todo lo que tenía que hacer era empezar su currículo.
El puesto de Chad era el tipo de trabajo que había soñado cuando
trabajó su culo entre las misiones, para ganar su título de maestría en
psicología y especialización en psicología infantil. Todos estos cursos de
negocios no hicieron daño. Bishop también fue voluntario en centros
comunitarios desde que era un adolescente.
Después de eso, el siguiente paso a tomar con su pequeño hombre era
encontrar una casa para vivir juntos. Tendría que estar cerca de la casa de
Synn y Craig. Dudaba que los gemelos permitiesen ser separados de
nuevo.
Sí, las cosas iban bien. Bishop tuvo que sonreír ante la exhibición de
celos de Cooper. En un momento dado, su pequeño escarabajo parecía
que estaba a punto de morder a Chad. Parte de Bishop estaba feliz de
que Cooper se preocupase por él lo suficiente como para estar celoso. La
otra parte adoró saber que Cooper estaba saliendo de su concha de
dolor y abuso. Él también decidió que nunca en esta vida admitiría que
Chad le había abordado en la sala de pesas. Podría decir que Cooper no
le permitiría llegar a la parte en la que él había rechazado a Chad antes
de que Cooper empezase a tener un berrinche completo.
Cuando Cooper se acercó a su camión, Bishop caminaba alrededor de
la parte delantera del vehículo, al lado del conductor. El sonido del jadeo
de Cooper puso a Bishop inmediatamente en estado de alerta. Al
volverse, vio la cara feliz de Cooper convertirse en una máscara de terror.
Comprobando la zona, Bishop comenzó a girar alrededor del camión.
Hasta el momento no veía peligro. La acera estaba vacía, salvo por un
ciclista en la calle que venía rápidamente hacia ellos.
108
Bishop dudó y miró al ciclista de nuevo. Una camisa con capucha
cubría la cabeza del ciclista de anchos hombros. Jeans cubrían los
poderosos músculos del muslo y unas botas completaban el atuendo.
Había cerca de veintinueve grados allí fuera y claramente este ciclista no
era delgado o tenía frío. Bishop dedujo que tampoco estaba escondiendo
una deformidad, ocultaba su identidad. La adrenalina bombeó a través de
sus venas cuando Bishop echó a correr para llegar hasta Cooper. Pero ya
era demasiado tarde.
Bishop acababa de llegar a la calzada cuando Cooper se tambaleó
hacia atrás en medio de la calzada, el pánico cubrió sus facciones. El
corazón de Bishop se detuvo.
― Cooper. ― Gritó, tratando desesperadamente de evitar que su amor
se lastimase.
Cooper se volvió hacia el sonido de la voz de Bishop. Este movimiento
impidió un accidente frontal, pero en el último segundo, el ciclista se
desvió hacia Cooper. Algo reflejó brillante en el sol, antes de hundirse en
el brazo de Cooper. Como una cámara mental, Bishop se centró e
imprimió una foto de la mano del ciclista sosteniendo el cuchillo, con la
mitad de su dedo meñique faltando.
Bishop sentía que tardó muchísimo en llegar a Cooper, que había caído
sobre el implacable hormigón.
Dejándose caer al lado de Cooper, Bishop pasó cuidadosamente las
manos sobre las piernas de Cooper, el torso y finalmente sus brazos.
Cuando llegó a su brazo derecho, su mano entró en contacto con algo
caliente y húmedo. El material de la camisa de Cooper tenía un gran
desgarro en ella y estaba empapado. Rompiéndolo aún más, Bishop vio
que el brazo derecho de Cooper estaba cortado. Poniendo rápidamente
presión sobre él, trató de detener la sangre que fluía libremente.
Bishop sacó el teléfono del bolsillo y llamó Synn. Cuando Synn
109
respondió él declaró:
― Noir acaba de apuñalar a Cooper en una bicicleta. Él está usando
una camisa con capucha y pantalones vaqueros, va hacia el sur por la
calle Pine.
― Está bien ― Respondió Synn finalizando la llamada.
Bishop podía sentir la mirada de Cooper enganchada a él. Su rostro
estaba pálido y había un rasguño en la mejilla donde debía haberse
golpeado contra el hormigón.
― Lo siento, pero tienes un gran corte en tu brazo, pequeño
escarabajo. Es mejor que te lleve a la clínica. ― Dijo Bishop. Años de
trabajo bajo la destrucción y el caos de la guerra fueron lo único que
mantuvo a Bishop tranquilo y frío. Después de colocar un beso en la
mejilla ilesa de Cooper, Bishop lo cogió y lo llevó a la camioneta. Una vez
abierta la puerta, vio las orquídeas rosas en el asiento. Bishop mantuvo
una expresión neutra mientras empujaba la señal de la serpiente al suelo
y puso a Cooper en el coche. Haría frente a esto más adelante. Abriendo
la guantera, encontró unas servilletas de un restaurante de comida rápida
y las presionó contra la herida en el brazo de Cooper.
― ¿Puedes sostener esto? ― Le preguntó.
Cooper asintió, la expresión de su cara bonita mostrando a Bishop que
estaba empezando a sentir el dolor de la caída. Tan rápido como pudo,
Bishop fue a la clínica adjunta al hospital.
Veinte minutos más tarde, Bishop vio al doctor Galen poner el último
de los nueve puntos en el brazo Cooper. Cuando hubo terminado, el
médico comenzó a limpiar los arañazos en la cara de Cooper, el codo y la
rodilla. Bishop sabía que esos pantalones vaqueros y camisa eran los
favoritos de Cooper. Ahora estaban listos para la basura.
Esto irritó a Bishop. Cooper pasó por suficiente mierda en su vida.
Sentado allí, viendo a su amor soportar más dolor, él hizo un voto
silencioso de encontrar y cuidar de Noir, de una vez por todas. Bishop
110
también juró que sería el héroe de Cooper en todas las cosas, para el
resto de la vida del hombre pequeño.
Cuando el médico terminó, verificó la garganta de Cooper.
― Bueno, Cooper, las cosas se ven muy bien. Creo que puede empezar
a hablar de nuevo. ― Dijo el médico. ― Comience por hablar unas pocas
palabras cada día y trabaje lentamente su camino a un discurso completo.
Su voz saldrá bastante difícil por un tiempo. Si la fuerza, se volverá ronca
más rápido que antes y puede perderla por completo si insiste en abusar
de ella. Tengo que advertirle que puede sonar diferente de como solía
ser.
Cooper asintió. Bishop pensó que iba a responder verbalmente al
médico desde que se le dio luz verde para hablar.
― ¿Le gustaría probar algunas palabras? ― Preguntó el doctor Galen.
La cara de Cooper asumió una expresión de determinación.
Volviéndose a Bishop, él extendió la mano. Bishop se levantó de la silla en
la esquina y tomó la mano de Cooper. Si Cooper necesitaba su apoyo, él
estaría allí.
Sus ojos de color marrón claro brillaban y no había una pizca de miedo
en ellos. Bishop contuvo la respiración esperando, mientras Cooper abrió
la boca.
La voz de Cooper era casi un susurro y áspera como la grava. Pero las
palabras eran tan dulces como la miel para el alma de Bishop.
― Te amo, Bishop Clark.
El corazón de Bishop estaba tan lleno de emoción que casi estalló.
― Yo también te amo, Cooper Collins.
Hubo un clic cuando el Dr. Galen cerró la puerta y salió de la
habitación. Solo ahora, Bishop cogió a Cooper en sus brazos y lo besó. Su
pequeño escarabajo eligió un momento un poco loco, pero Bishop no
podría ser más feliz.
111
Más tarde, después de llegar a casa, Bishop fue a acomodar a Cooper
en su cama cuando oyó un estruendo al abrirse la puerta delantera.
Craig gritó.
― Cooper.
Los pájaros en la sala de enfrente comenzaron a hacer ruido y Bishop
escuchó las alas agitarse contra las barras de metal de la jaula.
Un Craig frenético se acercó a la puerta para bebés, que habían
instalado en la puerta de la habitación, para que Crystal no saliese a
perseguir a las aves. Ellos sólo la usaban cuando estaban en la habitación,
para poder mantener un ojo en ella si intentaba salir.
― Yo estaba de patrulla cuando recibí el mensaje de Synn. ¿Qué tan
grave fue herido? ― Craig se sentó en la cama y tomó la mano de
Cooper.
La sonrisa de Cooper sólo podía ser descrita como tonta. Los
medicamentos para el dolor lo golpearon duro en el camino a casa y no
sentía mucho de nada en este momento.
Bishop observó a Cooper cuando dobló el dedo, diciendo a Craig que
se acercara. Cuando Craig se inclinó hacia abajo, Cooper dijo con voz
ronca.
― Bishop dijo que me ama.
Craig retrocedió, sorprendido. Bishop no estaba seguro de si era
debido al sonido de la voz de Cooper o a lo que había dicho.
Cuando Craig volvió la cabeza y miró a Bishop, él sólo pudo decir:
― Sí, declaró nuestro amor justo en la sala de exámenes, frente al Dr.
Galen.
Todos se rieron, incluyendo a Synn, que debía haber seguido a Craig.
Bishop fue hasta Cooper y le dio un beso en sus hermosos labios.
― Voy a hablar con Synn. Vuelvo en un rato.
112
Cooper asintió. Su sonrisa era radiante, a pesar de que tenía los ojos
medio cerrados y un poco empañados por las drogas.
De mala gana, Bishop se unió a Synn en la cocina. Recogiendo la
botella de agua que Synn le tiró, Bishop reunió sus pensamientos
mientras esperaba la primera pregunta de Synn. No tuvo que esperar
mucho tiempo.
― ¿Qué diablos pasó? ― Synn requirió.
― Noir dejó una orquídea en el asiento de mi camioneta. ― Bishop
respondió, sacó una bolsa de sándwich vieja que había encontrado en su
camioneta y que ahora contenía la orquídea odiada. Disgustado, la tiró en
la isla de la cocina. ― Cooper entró en pánico y Noir lo golpeó mientras
pedaleaba en una bicicleta roja. El dedo meñique de la mano izquierda le
faltaba.
― Encontramos la bicicleta abandonada a dos cuadras de la escena. ―
Synn admitió. ― Había una orquídea de color rosa a su lado.
Se quedó en silencio. Bishop lo revolvió todo en su mente, tratando de
poner todas las pistas juntas. Mirando a Synn, vio que su ex comandante
estaba haciendo lo mismo.
― ¿Planes? ― Preguntó Synn.
― Yo me encargo de Cooper en los próximos días y luego voy de caza.
― Dijo Bishop.
― ¿Alguna idea de por dónde empezar?
― Sí. ― Dijo Bishop.
113
Capítulo Catorce
Un Cooper desnudo yacía en la cama con las piernas abiertas,
esperando a que Bishop lo encontrara. En los últimos días, el hombre
apenas lo había dejado fuera de la vista. Eso estaba bien para él, pero
tenía planes y sólo unos pocos minutos para preparar las cosas, mientras
114
que Bishop estaba fuera, llevando el enorme contenedor de basura de
plástico de Craig a la acera.
Las dos últimas noches de amor tierno fueron todo lo que Cooper
podría esperar, pero ahora lo quería caliente y sudoroso, quería hacer
estallar la mente de Bishop con sexo.
Recogiendo algunos juguetes de Bishop, que eran técnicamente suyos
también, porque Bishop sólo iba a usarlos en él a partir de ahora, Cooper
tenía sólo unos pocos minutos para prepararse.
El plug anal no fue muy difícil de colocar. Descubrió rápidamente que
el truco era usar mucho lubricante. Es posible que, intencional o
accidentalmente, hubiera utilizado el material con el agente estimulante.
Por dos veces, casi acabó disfrutando al utilizar el lubricante.
La correa de piel delgada que ató alrededor de su saco fue más difícil.
Todavía no estaba seguro de si le gustaba. Y cuando se miró en el espejo,
viendo sus bolas rojas como remolacha, alejadas de su pene y llamando
la atención, lo encontró medio obsceno.
Añadió los clips de pezón. Sí, casi consigue gozar con ello. Añadió el
cinturón de cuero alrededor de su garganta y la bola de mordaza. Era
muy aficionado al cinto y la mordaza era para recordarle no gritar. Con la
esperanza de que si lo hubiera hecho todo bien, tendría la suerte de
querer gritar.
Cooper oyó la puerta trasera abrirse, a continuación, cerrarse. La
anticipación tenía a su pene tratando de endurecerse más y sus bolas
torturadas balanceándose.
― ¡La puta que te parió! Pequeño escarabajo, casi me da un ataque al
corazón.
Cooper observó a Bishop cerrar la puerta detrás de él y rasgar su ropa.
Cooper no podía apartar los ojos del cuerpo cuando fue revelado. Dorada
piel bronceada cubría los hombros anchos y un pecho musculoso. Uno,
dos, tres... Ocho tabletas en el abdomen eran tan deliciosas que las bolas
115
de Cooper vibraron de nuevo. La enorme erección entre los muslos
musculosos de Bishop estaba enrojeciendo y pre―semen ya cubría la
gruesa cabeza, volviéndola brillante. Su Bishop era un hombre poderoso
y hermoso.
De rodillas sobre la cama, Bishop se inclinó sobre Cooper y tocó la
pinza en el pezón con un dedo. La respiración de Cooper salió deprisa.
― Rojos son tan hermosos. ― Bishop le dijo.
Con un movimiento de su dedo, Bishop empujó el pecho de Cooper.
Impotente, se arqueó cuando Bishop tomó otro clip entre los dedos y
tiró. Las sensaciones fueron aún más intensas cuando el cuero,
estrangulando sus bolas, le impidió venirse.
― ¿Qué tenemos aquí? Veo que encontraste el resto de mis juguetes.
― Dijo Bishop y sacó el tapón fuera del culo antes de empujar hacia
atrás, clavando la próstata de Cooper. ― Maldita sea, es tan hermoso.
Baila para mí, pequeño escarabajo. ― Bishop ordenó.
El cuerpo de Cooper se retorcía y se balanceaba cuando Bishop
comenzó a empujar fuerte el tapón y a retorcer las pinzas en los pezones.
La mente de Cooper casi explotó en mil pedazos cuando Bishop continuó
jodiéndole mientras descendía y metía su pezón, pinza y todo, en su boca
caliente y húmeda.
Cuando Bishop levantó la cabeza, Cooper intentó no estar
decepcionado con la pérdida de estimulación. Pero ese pensamiento
desapareció cuando Bishop lo miró con una sonrisa maligna y tiró la
pinza.
Las uñas de Cooper se clavaron en los hombros de Bishop.
Frenéticamente, empujó su pene contra el abdomen de Bishop, Cooper
sólo podría describirlo como un orgasmo sin semen. Él siguió y siguió,
mientras que Bishop se mantuvo tirando de su pezón en la boca y
chupando la pequeña cresta de carne.
― Eres un hombre hermoso cuando vuelas. ― Bishop murmuró
116
mientras sus labios viajaban por el pecho de Cooper hacia el otro pezón,
todavía preso.
¡Oh, mierda!
El tapón fue retirado y la polla de Bishop encontró su camino suave
hasta la entrada estirada de Cooper. Cooper levantó una pierna
doblándola. Bishop rodeó el tobillo con una mano caliente y estiró la
pierna de Cooper hasta que estuvo por encima del hombro.
Ahora Cooper estaba extendido ampliamente y a merced de Bishop.
Por la mirada de Bishop, no duraría mucho tiempo. Bishop comenzó a
golpear el canal de Cooper. Su cuerpo pesado aplastando el pene de
Cooper y sus pelotas hinchadas perversamente.
Si Cooper pudiera gritar en este momento, lo haría. Nada en su vida
había explotado su mente, así como esto, anteriormente. A continuación,
Bishop dio un paso adelante.
― Sujétate fuerte pequeño escarabajo. ― Bishop advirtió.
Oh, mierda, oh mierda. Bishop le quitó la pinza metiendo el pezón
palpitante de Cooper en su boca y empezó a chupar duro. Continuando
con su ritmo brutal, Bishop extendió la mano y soltó la correa de cuero
de las bolas de Cooper.
El semen explotó dolorosamente de Cooper. Cavando surcos en los
hombros de Bishop, se limitó a sacudir la cabeza de lado a lado, mientras
sus bolas subieron tan apretadas que parecían querer salir por su pene.
Semen caliente llenó su canal y el siguiente impulso de Bishop golpeó
la próstata de Cooper. Esto acabó de añadir un elemento más a la
estimulación de su cuerpo y más semen recubrió su estómago.
Cooper no sabía cuánto tiempo pasó, pero el trueno en sus oídos cesó
y oyó a Bishop susurrar.
― Respira, pequeño escarabajo.
La mordaza de bola fue retirada e inmediatamente Bishop buscó los
117
labios de Cooper. En algún momento durante la excitación, su pierna
había sido liberada. Ahora, Cooper puso todas las emociones que sintió
en el beso, él envolvió bien sus brazos y piernas alrededor de Bishop.
Poco a poco el beso terminó, Cooper miró los magníficos ojos azules
de Bishop.
― Yo te amo. ― Dijo.
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Capítulo Quince
Cooper se puso de pie junto a la mesa de metal brillante en la sala de
exámenes, viendo a Crystal lamerse la pata. Sabía que su bichejo estaba
bien, pero no le haría daño una mirada profesional en ella, después de los
meses que pasó lejos de él.
120
También quería comprobar al veterinario local. Si no tuviera un sitio
para él, empezaría a mirar otro diferente en otra ciudad.
Hubo un pequeño golpe y la puerta se abrió. Llegó un hombre alto,
vestido con una bata blanca de laboratorio. Era muy guapo con el pelo
castaño ondulado y una sonrisa hermosa.
― Hola, soy el Dr. Marcus. Es un placer conocerle.
Cooper le devolvió el apretón de manos al médico.
― Cooper Collins. Y esta es Crystal.
La voz de Cooper era todavía muy áspera y casi un susurro. El
veterinario ganó puntos cuando él no hizo ningún comentario y en su
lugar, volvió su atención a Crystal. Dejó a Crystal olfatear su mano antes
de acariciarla suavemente.
― Vaya, eres una chica hermosa. ― Le dijo a Crystal.
El veterinario comenzó a correr sus manos sobre ella. Oyó los sonidos
del corazón, los pulmones y el estómago. Él levantó sus piernas y miró su
almohada, hizo a Cooper preguntas acerca de sus hábitos alimenticios y
de su historia. En total, Cooper estaba satisfecho.
― Noto un chip de identificación. ― Dijo el médico. ― ¿Dónde lo
puso?
― En Springfield, en la clínica donde trabajaba. ― Dijo Cooper.
El médico miró a Cooper.
― ¿Usted trabajó en una clínica veterinaria?
― Durante tres años, como técnico veterinario. ― Dijo Cooper.
― Siempre puedo usar un técnico. Si está interesado, traiga su
currículo y podemos hablar.
El corazón de Cooper comenzó a acelerarse en el pecho. Podía ver que
el hombre que tenía delante era serio en su oferta. Tomando una
respiración profunda y tranquila dijo:
― Me gustaría eso. Lo haré tan pronto como sea posible. ― En su
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interior, estaba haciendo un baile feliz.
― Está bien, eso suena bien. ― El veterinario acarició desde la cabeza
de Crystal hasta la punta de la cola. ―Como puede ver, Crystal se
encuentra en perfecto estado de salud. A partir de la información que nos
dio, veo que ella no necesita ningún tipo de vacuna. Fue un placer
conocerle, Cooper y espero verle pronto.
― Gracias, fue un placer conocerlo, también. ― Respondió.
Con eso, el médico salió de la sala de examen. Cooper tomó a Crystal y
la colocó en su portador de gato. Después de pagar la factura, Cooper
salió y encontró una silla en la zona de recepción para esperar a Bishop,
por sus estrictas instrucciones y amenazas.
Por qué Bishop pensó que era una amenaza decirle que estaría
utilizando todos sus juguetes y que le jodería hasta que su cerebro se
derritiese si Cooper no hacía lo que dijo, Cooper nunca lo sabría. El
noventa y cinco por ciento de las veces, Bishop lo hacía de todos modos.
El otro cinco por ciento, hacia el amor tan dulce como un sueño. Cooper
no tenía ninguna queja.
Pasaron los minutos y Bishop no apareció. Por primera vez en mucho
tiempo, Cooper sintió falta de tener un teléfono celular. Al menos Crystal
estaba tranquila en su transporte debajo de la silla.
Pasó más tiempo, Cooper recogió un panfleto de un expositor junto a
él, sobre la más reciente medicación dirofilariose5. La gente alrededor,
con sus perros, gatos y otros animales, iba y venían. Cooper acababa de
leer sobre las pulgas cuando alguien se sentó a su lado.
― Si deseas que el idiota de Saint siga con vida, vendrás conmigo.
Cooper se congeló. Alarmado, miró al rostro del mal de Oliver. No, su
nombre era Blaine. Cooper mentalmente negó con la cabeza. El hombre
siempre sería Oliver para él.
― ¿Cuál es el problema, Cooper? ¿El gato se comió tu lengua? Esto es
122
para ti. ― Oliver le entregó una orquídea rosa. Automáticamente Cooper
la cogió.
― Vamos allá. Si intentas algo estúpido, Saint muere y tú también. ―
Oliver lo agarró del brazo, Cooper tuvo que caminar rápido para
mantenerse al paso cuando salieron de la oficina del veterinario.
― Oliver, para. ― Cooper rogó.
Oliver lo arrastraba tan rápido que perdió el equilibrio y cayó sobre una
rodilla. El hombre loco siguió caminando, obligando a Cooper a arrastrar
sus pies.
Hasta ahora habían llegado a la zona de aparcamiento, junto al borde
de una pequeña zona boscosa. Oliver dio a Cooper un empujón y cayó
con fuerza, rodando unos metros antes de detenerse en el borde del
bosque.
― Nunca vas a huir lejos de mí otra vez. ― Oliver gritó de pie sobre él.
― Si es necesario, voy a cortarte los tendones de Aquiles.
Cooper sabía que Oliver haría esto si tuviera la oportunidad. Antes de
que pudiera tratar de levantarse, sintió una sensación de ardor en el
5
Es una enfermedad parasitaria de los perros, los gatos también pueden ser afectados.
brazo, seguido de otra en la pierna. Por experiencia, sabía que Oliver le
acababa de cortar.
Manos agarraron sus hombros, levantándolo hasta que estuvieron cara
a cara. Los cuchillos, todavía en manos de Oliver, destellaron a la luz del
sol, cegando a Cooper por un segundo. Parpadeando, Cooper se aclaró la
vista y miró a Oliver.
En algún tiempo, Cooper pensó que Oliver era uno de los más
hermosos hombres que jamás había visto. Ahora, sólo vio la mancha
oscura del mal contaminando el alma del bastardo.
Sobre el hombro de Oliver, vio a Bishop y Synn corriendo por la calle,
donde estaba estacionada una camioneta de la policía con sus luces
intermitentes. Oliver le había mentido. No tenía a Bishop, como había
123
dicho.
― Nunca huyas de nuevo, Cooper. Te necesito. Siempre te necesito. ―
Oliver sacudió a Cooper hasta que sus dientes castañeteaban.
Cooper miró a su ex en los ojos y dijo:
― Jódete.
Oliver gritó de indignación. Cooper voló por el aire hasta que el suelo
duro golpeó su espalda. El dolor explotó a través de su cuerpo.
― ¡Hijo de puta! ― Bishop gritó.
Cooper rodó hasta quedar tendido de costado, haciéndose un ovillo.
Desde su posición en el suelo, vio como Bishop y Oliver se enfrentaban.
Ambos estaban en equilibrio sobre sus pies, las piernas abiertas, cuerpos
curvados. Oliver tenía el cuchillo delante de él, esperando una
oportunidad para cortar a Bishop. Bishop sostenía una rama corta, que
debía haber tomado del suelo. A Cooper no le gustaban las posibilidades
de los cuchillos contra la madera, incluso si la rama parecía muy gruesa.
La esperanza aumentó cuando vio que Synn tenía un arma y apuntaba
a Oliver. Su corazón se hundió cuando se dio cuenta de que los hombres
estaban muy cerca uno del otro para dar a Synn un buen disparo.
Ante sus ojos, los dos hombres comenzaron una danza de ataque y
defensa. Los cuchillos de Oliver brillaron cuando la luz solar les golpeó,
mientras se movían rápidamente cortando a Bishop aquí y allá. Cada vez,
Bishop le impidió hacer un daño serio usando la rama, aunque ya tenía
algunos trozos cortados.
La mano de Bishop voló y la rama golpeó a Oliver en la cara. Se
tambaleó hacia atrás y los cuchillos salieron volando. Bishop lo tiró al
suelo, siguiéndolo hacia abajo.
Puñetazos volaron, con el sonido de carne golpeando carne seguido de
gruñidos que llenaron el aire. Como uno, los hombres se pusieron de pie.
Bishop tenía sangre fluyendo por la barbilla. La nariz de Oliver estaba
sangrando.
124
Los dos hombres se reunieron de nuevo en una maraña de brazos.
Bishop los separó y Oliver voló hacia atrás. Se cayó justo al lado de
Cooper.
Oliver rodó hacia Cooper tratando de agarrarlo. Presa del pánico,
Cooper se puso de pie. Había visto la mirada en los ojos de Oliver. No
había piedad en el hombre loco. Cooper moriría si Oliver lo atrapase. La
hoja afilada de un cuchillo se presionó contra su garganta y se congeló.
― Te cogí. ― Dijo Oliver.
Detrás de Cooper, el cuerpo de Oliver se endureció.
― Déjame ir, Saint. O le corto la garganta. ― Dijo Oliver.
― No tendrás otro aliento. ― Bishop advirtió.
Cooper se dio cuenta de que el cuchillo en la garganta se movió, pero
no hasta el punto de cortarlo. Con cuidado, inclinó la cabeza ligeramente
hacia arriba. Ahora vio que Bishop tenía un cuchillo en la garganta de
Oliver, sacando sangre.
― Oliver, déjame ir. ― Cooper dijo, doblando los codos y elevando sus
manos. Él tenía una oportunidad con eso. ― Oliver. ― Dijo. ― ¿Cómo se
siente al saber que estás a punto de morir?
Oliver se tensó y gritó:
― ¿Qué?
Cooper deslizó las manos bajo el brazo de Oliver con el cuchillo. Lo
empujó hacia adelante y hacia arriba lejos de él. El cuchillo se movió y
sintió un corte al lado de su garganta. Cooper cayó al suelo.
Automáticamente, puso su mano en su garganta. Podía sentir que el
corte no era profundo.
Cooper introdujo el aire muy necesario en los pulmones. Rodando
hacia un lado, vio a Bishop de pie, con el pecho jadeante y sosteniendo
uno de los cuchillos de Oliver en su mano. Con fascinación, Cooper
observó una gota de sangre que goteaba de la punta y sobre el cuerpo
caído de Oliver, situado a los pies de Bishop.
125
Ojos azules, brillantes de emoción, se fijaron en Cooper. Bishop dejó
caer el cuchillo al suelo y se dirigió hacia él. Arrodillándose, Bishop tomó
a Cooper y se sentó en el suelo.
Situado en los brazos de su amante, Cooper preguntó:
― ¿Se acabó, Bishop?
― Sí, se acabó.
Alrededor de ellos, el área se volvió viva, con agentes de policía
recopilando pruebas. Synn estaba al lado de ellos, como si estuviera de
guardia.
― Bishop, te amo.
― Yo también te amo, pequeño escarabajo.
― Bishop, ¿quieres casarte conmigo?
― Compré los anillos esta mañana.
― ¿Bishop?
― ¿Sí?
― Bien.
Epílogo
Storm Donahue se había sentado en la última fila de la sala de
audiencias y vio como un juez casaba a un pequeño rubio con su buen
amigo Bishop Clark, o Sr. Saint como su unidad anterior lo llamaba. No
era ninguna sorpresa que Saint caería por un rubio o que sería pequeño.
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A lo largo de los años Storm había visto a Saint mostrar interés solo en
pequeños rubios.
Storm mantuvo su cara neutral cuando oyó un pequeño gemido en las
proximidades. Aunque quería sonreír al resto de sus compañeros de
equipo de operaciones especiales retirados, sentados alrededor de él, no
lo haría, ya que sólo avivaría el fuego de su propia furiosa resaca. Estaban
todos claramente sufriendo el exceso de la noche anterior. Había sido un
infierno de una improvisada despedida de soltero, que, en este caso,
incluyó a ambos novios.
La sorpresa de la noche llegó cuando Storm le preguntó cómo se
habían conocido Saint y Cooper Collins y nombre del Sr. Snake había
salido. Storm pensó que había escuchado lo último de Snake cuando el
idiota había sido expulsado sin honores de las fuerzas armadas.
Había resultado ser un cuento salvaje de coincidencias. Snake se había
ocupado, durante el pasado año, de torturar al futuro esposo del Sr.
Saint. Storm podría imaginar lo bien que debía haberse sentido Saint
cuando había matado a Snake.
Al parecer Snake había también dejado en mal estado a un tipo, dueño
de una tienda de flores. Según Saint, el hombre aún se estaba
recuperando.
Por lo que a Storm le importaba, matar a Snake había sido un regalo al
mundo. El chico había sido más que confuso. Había sido malo. Storm
había presenciado y llamado al orden a Snake numerosas veces por la
mierda que el hombre tiró durante sus giras. Pensó que Snake finalmente
había aprendido a controlar sus acciones, pero entonces, el hijo de puta
había ido demasiado lejos con un niño en un pueblo del Oriente Medio.
Fue entonces cuando las autoridades evaluaron a Snake y, después de
expulsarlo deshonrosamente, lo pusieron en un hospital mental.
Parece que la abuela ricachona de Sr. Snake había pagado a algún
127
doctor y soltado al maníaco. Su pequeño y dulce Blaine, que no podía
hacer ningún mal, le había pagado cortando su corazón.
En la parte delantera de la sala, Saint ahora estaba estaba besando a su
marido. Storm se figuró que era la señal de que la parte de la ceremonia
y las celebraciones estaba completa. Era bueno, porque necesitaba
regresar a su habitación de motel.
Ralph había estado en un estado de confusión esta mañana. Storm
había cometido el error de dejarlo demasiado tiempo en su trasportín
mientras que él estaba de fiesta toda la noche. Ralph volvía a estar en su
trasportín y no era una buena cosa.
Ayer por la noche Ralph consiguió masticar un pequeño orificio en el
plástico inferior del trasportín. Storm sabía, sin duda, que el agujero era
mucho más grande ahora. Si Ralph se saliese ¿Quién sabía qué tipo de
problemas causaría?
Storm recibió un montón de risas de los chicos, acerca de Ralph. Con
un metro y noventa y ocho de altura y pesando ciento trece kilos de puro
músculo, Storm tenía un genio que coincidía con su nombre. Los chicos le
decían que era raro y que tenía que dar a Ralph a su hermana.
Pero Storm había caído enamorado de Ralph la primera vez que lo
había visto y no le importaba lo que dijeran. Nadie le haría renunciar a su
conejito.
Fin
128
Progresando con
Storm 129
CONDADO GRANITE 05
BELLAN SUMMER
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