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Si la cultura gitana fue y es víctima de exclusión social, la dama lo fue aún más.

Durante los siglos, la gitana ha permanecido a la sombra del varón y recluida en su


vivienda para dedicarse únicamente al cuidado de su esposo y de sus hijos. Pese a que las
mujeres gitanas son ciudadanas de pleno derecho, a lo extenso de un largo tiempo fue
únicamente en la teoría, puesto que en la práctica no han podido gozar de varios de sus
derechos como es la situación del derecho a la enseñanza, considerado como el punto de
inicio para gozar del resto de sus derechos.

Actualmente el caso de las mujeres gitanas está en pleno proceso de cambio, puesto
que se les está reconociendo el fundamental papel que desempeñan tanto en su cultura,
como en la sociedad generalmente. No obstante, se necesita que el cambio continúe y que
la cultura mayoritaria deseche los prejuicios y los estereotipos que a lo largo de siglos han
mantenido, y mantienen hacia la dama gitana y hacia su cultura. La dama gitana sufre en la
actualidad, por lo menos, una doble discriminación. Los medios de comunicación, en su
funcionalidad de agentes sociales, muestran una clara predominación en el momento de
generar y consolidar dicho retrato.

Según Molina (2016) “La mujer gitana ha sido desde siempre un colectivo
olvidado, del que apenas se tienen datos de su historia, formas de vida, ocupación,
etc. A su condición de ser gitana se une la de ser mujer, lo que hace que su situación
de exclusión se acentúe; vivimos en una sociedad androcéntrica que hasta hace un
tiempo solo valoraba lo masculino. En los últimos años se han llevado a cabo
investigaciones y programas que fomentan la participación de la mujer gitana dentro
de su cultura y poco a poco en la sociedad en general. A menudo se ha pasado por
alto el detalle de que es la mujer gitana la que contribuye en mayor medida que el
varón a los cambios dentro del colectivo.” (Molina, M. F. 2016, pág. 20)

El racismo, el patriarcado y las desigualdades económicas entre otros componentes,


ocasionan que existan sistemas de diferencia en los cuales las mujeres son las primordiales
víctimas y permanecen más dañadas que los hombres en el grupo de entornos sociales.
Bastante comúnmente, una vez que se habla de poblado gitano, se obvian las necesidades
concretas que poseen las féminas gitanas, centrándose únicamente en las de los hombres,
entendiendo que son las mismas que las de las mujeres, aspecto que no se corresponde con
la verdad.

Además, es fundamental hacer alusión a que la imagen estereotipada que la cultura


mayoritaria se ha delegado de ampliar y proyectar sobre la dama gitana se refiere
únicamente a esos puntos de su cultura que la subordinan al hombre, como son el valor de
la virginidad y el matrimonio, y no la ve en su calidad de individuo activo. De allí que no se
acepte el papel que la dama gitana está desempeñando en el seno de su propia sociedad para
cambiar sus condiciones de vida y determinadas tradiciones (Ayuste y Payà, 2004).

La mujer gitana sufre una triple exclusión: por el hecho de ser mujer, por pertenecer
a la sociedad gitana y por carecer, generalmente, de formación académica. En una sociedad
donde priman los conocimientos académicos y la acreditación de estos (se posean o no), la
sociedad gitana, con un alto índice de absentismo estudiantil motivado, entre otros
componentes, por la no importancia o invisibilidad de la cultura gitana en los contenidos y
prácticas usuales en los centros de primaria y secundaria, se asienta de esta forma la
exclusión educativa, gremial y social. Los entornos de interacción, familiar, afectivo y
social generalmente se ven además dañados por esta falta de formación académica y el
círculo no únicamente no se rompe, sino que se va transformando en una espiral cuya
dirección aleja cada vez más a la sociedad gitana del resto de la sociedad.

El caso de las mujeres gitanas en su entorno sociocultural es bastante heterogéneo,


este elemento provoca que su situación sea desconocida para buena parte de la sociedad. En
muchas situaciones este limitado entendimiento las ubica en el estereotipo y el prejuicio. Si
alguna cuestión caracteriza el caso de hoy de la dama gitana es la enorme heterogeneidad,
variabilidad y variedad de situaciones que viven; escenarios que dependen del sector social
y familiar al que pertenecen, de la región donde viven, de la edad o de su adscripción
religiosa, entre otros puntos. Las mujeres gitanas se ven atacadas por las exigencias de
ambos equipos a los que pertenecen: la sociedad gitana y la sociedad generalmente. Los
procesos son diversos para cada una. Es fundamental hacer visible lo invisible y desarmar
el sentido lírico y poético de aquel sentir gitano que representan una iniciativa generalizada
y exclusiva, siendo por otro lado heterogéneo y variable. Resulta primordial fomentar que
las mujeres gitanas hagan una lectura crítica, no solo de la cultura mayoritaria, sino además
de la suya, realizando un esfuerzo por ir eliminando aquellas barreras impuestas por la
sociedad hegemónica, sin caer en la iniciativa generalizada y etnocentrista de ser de esta
forma por el hecho de pertenecer a una cultura minoritaria. Por esto, las mujeres gitanas
tienen que seguir su proceso esencial, como permanecen realizando muchas, desde la
negociación y el cuestionamiento para no naturalizar a partir de las movilizaciones de
reconocimiento.
Molina, M. F. (2016). LA MUJER GITANA COMO AGENTE DE CAMBIO

INTERVENCIÓN DESDE LA EDUCACIÓN SOCIAL [TRABAJO FIN DE

GRADO GRADO en EDUCACIÓN SOCIAL]. UNIVERSIDAD DE

VALLADOLID.

Ayuste González, A., Payà Sánchez, M. (2004). Mujer gitana y educación: un camino hacia

los Derechos Humanos. EncountersonEducation, 5, 101-124. Universidad de

Barcelona

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