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LA SERVIDUMBRE DE LAS FUENTES Renan SILVA Departamento de Ciencias Sociales. Universidad del Valle. Grupo de Investigaciones sobre Historia, Cultura y Sociedad Qué fabrica el historiador cuando ' hace historia’? En qué trabaja? ¢Qué produce? nterrumpiendo su deambular erudito por las salas de las archives, se aleja un momento del estudio monumental que lo clasificaré entre sus pares, saliendo a ta calle se pregunta: De qué se trata en esieoficio? Me hago preguntas sobre ta relacién enigmtica ‘que mantengo con la sociedad y con la muerte a través de actividades téonicas. Michel De CERTEAU 1 Las lineas que siguen tienen un origen y un propésito bestantelimitados, como limitado es cl alcance de este texto, que se deriva tan slo de mi propio trabajo como investigador — trabajo dentro del que incluyo Ia lectura mis © menos atenta de algunos de los libros que sobre Ia historia del pais se publican-, pero liness que tal vez se derivan més de mi propia experiencia como profesor, lo que me permitis, por otra parte -al tratarse de una experiencia tan limitads y‘ elemental, hacer uso del pronombre personal en algunas ‘casiones Con las observaciones que presentaré lo tinico que busco es reafirmar algunas verdades ‘conocidas y aceptadas hace tiempo, aunque no siempre puestas en prictica, lo que convi tales verdades en verdades formales llamadas a jugar un papel destacado en los prélogos de Jos libros o en las introducciones de los articulos, pero nada més. Lo que quisiéramos recordar aqut es, primero, que toda investigacién historica comienza con la seleccién de un tema y la localizaciOn de unas fuentes perinertes, aunque, como to indicé hace afios German Colmenares con bastante sentido comin, ta seleccién de un tema debe incluir necesariamente “el planteamiento de un problema y Ia identificacién de los ‘elementos que lo constituyen", por fuera de lo cual un “tema” no representa mucho més que una “inquietud” que aun no logra concretarse; segundo, que Ia localizacién de las " Las obeervalonety reflexions que peseno aqu contindan otras que haba insiado en 1982 y que fberon publicadas bo ltlo de “La historia el documento y ln esenarza en R. Silva, Ser. Cura y Sociedad Bogot, UPN. 1984, logue all el acento estaba puesto en el papel que pare la frmacion cixdadara tiene Io cltura document, mientras que aqui me preosupan de maners exclusiva log problemas que planes el trzamiento de un grap de documents de os ques aspera que sean el soporte de un anilisis. ‘Germin Colmerares, Colt Torateiene, Minoros y Comercians, siglo XVIU [1976]. Bogath Tercee ‘Mundo Editors, 1997, “Introduccion” py 3. fucntes que hacen posible la investigacién de un tema determinado, plantea desde el principio un conjunto de agudas dificutades al investigador en historia, y que tal localizacén es apenas en verdad el comienzo de mayores desafios, de los cules el primero resulta ser el dela elaboracién o tratamiento de las fuentes, un aspecto a veces olvidado en la enseflanza del “are documental”, en donde los asuntos se concentran en una generalidad llamada “metodologia”, en donde’el dguila vuela muy alto, 0 en indicaciones téenicas puramente instrumentales, muy cerca del trabajo de “bibliotecologia”, en donde la serpiente se arrastra sobre el suelo. Es esto lo que ccurre, por ejemplo, cuando 1a ensefianza de la “metodologia’” se enreda en cl dudoso mundo de las llamadas “filosofias” 0 “teorias” de la historia, construcciones conceptuales abstractas que no se dignan colocar su mirada sobre el espacio polvoriento en que los practicantes efectivos del oficio adelantan su tarea; o cuando, en el caso contrario, se toma el camino de disolver la especificidad del trabajo del historiador en un conocimiento, que nunca llega ser mis que artificial, de las formas de catalogacin y del manejo prictico de los archivos con sus secciones, sus fondos-, o en el recuerdo de las politicas de una sociedad respecto de la conformacién y mantenimiento de sus archivos, institucionalmente definidos. Las dos opciones mencionadas tienen el grandisimo inconveniente, por una parte, de impedir articular en un conjunto documental preciso -es decir, en un trabajo concreto de investigacién- las dimensiones de andlisis constitutivas del problema que se quiere investiga, y, por otra pare, el inconveniente de bloquear el libre curso de las exigencias bbésicas que en el trabajo de los historiadores especifican su pertenencia, tantas veces declarada, al campo de las ciencias sociales, esto es: el planteamicnto de un problema, a construccién de un objeto definido, la produccién de un conjunto de hipétesis, la seleccién de unos métodos para el tratamiento de los datos, la verificaciOn critica de los resultados, la validacién de la coherencia del conjunto construido, y el examen de la plausiblidad de las explicaciones finalmente propuestas,tareas todas que en general aparecen “olvidadas” en bbuena parte del trabajo de investigacién en historia, bajo la disculpa cémoda de que se visit6 mucho el archivo y se leyeron muchos documentos, lo que quiere decir que se abandona toda pretensién de hacer del trabajo en historia algo més que una crénica, un relato curigso del pasado, por lo menos si se tiene es cierto que la ciencia consiste “en la pposibilidad de establecer un conjunto de regias que permiian ‘controlar’ operaciones ‘Proporcionadas a la produccién de objetos determinados”, para utilizar de una vez una de Jas proposiciones con las que Michel de Certeau pretendia demostar Ia originalidad que hace del trabajo de la historia tanto un refaro una forma narrativa-, como un saber con aspiracion a ser un relato verdadero? El resultado préstieo de este ingenuo pero extendido empirismo documenta, de esta forma de escapar a la “operacién historiogrifica”, es el de que la “materia prima” —Ias fuentes cexaminadas- salen del proceso sin “romperse ni mancharse”, es decir sin ser sometidas a TCE Roger Charter, “Esrategiasy tactics. De Centems y las <>” {1987}, en Esriir las pricticas, Fouccult de Cert, Marin. Suenos Aire. Manantal, 1996. tgualmente cf. R. Chater, “La ‘itor enire relate y eonociminto” (1984) traduccion de R. Silva en Historia y Espacio, No, eneto- {jumio, 2001, Cal, Departamento de Historia, Universiad del Valle, p. 185-206, singin proceso de transformacién, con el efecto siguiente: por ausencia de transformacion de los “datos” -el material de archivo, el amiss istérico es susttuido en muchos libros y antculos por el comentario ~en el sentido de Foucault, es decir, por la presencia reiterada de lo “mismo” expresedo en otro lengusje-; stuacién que parece no ser exclusiva de los ‘rabajos que se inclinan por la historia ~‘el pasado”, sino rasgo extendido en otras éreas de Jas ciencias sociales, como por ejemplo en la economia y la sociologia. De esta manera, por ejemplo, el socidlogo nos mostaré un cuacro con las estadisticas que ilustran el avance claro del desplazamiento forzado en Colombia, para comenzar en seguida su “andlisis" de ln siguiente’ manera: “Como se observa en el cuadro anterior, el fendmeno del desplazamiento ha estado avanzando..".(!). Pero la situacién no es diferente en buena parte de la antropologia mis reciente, que, con miltiples argumentaciones, unas més agudas que oes, ha resuelto “cederie Ja\ palabra a los nativos” —dejemos que los documentos hablen, decian nuestros viejos positvistas... Cedamos la palabra alos natives... ‘alas actores, se Ice con frecucncia hoy ea los trabajos de ciencias sociales.” Los dos aspectos mencionados del segundo problema serin aquellos de los cuales principalmente me ocuparé; pero de esos dos aspectos insistiné de manera particular en el segundo, es decir el que tiene que ver con la ausencia de tratamiento ~de elaboracton- de las fuentes, tal vez. para insistr en que las “fuentes” son un problema insuperable en el trabajo de investigaciOn histbrica, su servidumbre mayor, pues la historia “se hace con documentos” ~escritos 0 no-, como dejé hace tiempo establecido el canon positivista, que bajo este aspecto no me parece superado, -aunque desde luego volveré sobre este punto.* Agregaré que la relacién con las fuentes lo que incluye el problema de sus formas de tratamiento y de elaboracién- puede ser una de las formas de caracterizar tipos de investigacién histérica y de investigadores -es decir culturas y estlos historiograticos-, y recordaré que los historiadores podrian encontrar muchisimas enseflanzas al respecto observando lo que en este terreno ocumre en la sociologia -s6lo que alli no decimos la relacidn con las fuentes sino con los daios-, disciplina en donde el problema fue agudamente planteado hace casi medio siglo por Charles Wright Mills, en la Imaginacién Sociolégica®, cuando describia los dos extremos del malestar sociolégico: de un lado la tendencia a la “Gran Teoria” ~Teleott Parsons- y de otro lado -su complemento- 12 tendencia al “empirismo abstracto” ~Paul Lazarsfeld- Entre los historicores, por lo menos en términos formales, la dificultad y ta tensién son las imismas, slo que entre los miembros de la “lio-eorporacin” Ia enfermedad dominante ~y esto por la propia naturleza de sutrabajo- es mucho més la segunda qu la primera, por lo para of anists del esata y fancion del comentario Cf. Michel Foucaul, El Ordon del discwso (1971) ‘Barcelona, Tusques, 1984 Ura ver plateada la cuestion, es preciso hallrle una respuesta. yes aqui en donde intervene Ia nosion de documento: el historiador no cs un nigromants al que podarnesimaginar evocando las somes del pasido ‘mediante recursos migices. No podsmos capa el pasado drectamente, sino slo a taves de es vestizios, ineligible para nosotros, que ha dejo tas de si, em fa medida en que 0s vesigios han substi. en que {os hemos encontrado y en que somos capaces de loterpretarlon . Surge agua primera y mas grave dels servidambrestcnicas que pesan sobre la laboracion dels historia". Henr-trénée Maro, £! conocimiont istic. Barcelona, Wes Books. 1999 Wright Mill, La Imaginacin sactoligica [1958], México, ECE, 1961. cual hemos decidido hablar en este trabajo de “servidumbre dé las fuentes", para sefialar tna condicién insuperable del ofico, a la manera como Freud hablaba de las "servidumbres del yo", para referrse a condiciones con las cusles un sujeto debia coexstr y con las cuales deberiatratar de estableser una relacinliberadora, para hacer de esas servidumbres una condicién de impulso de una vida més plena y en parte libre de certs formas de angusta. Pero para elo el sueto debe necesarlamente someter a elaboracin a un “tratamiento” que descansa en su palabra- esas que son sus servdumibres, las que no puede hacer desaparccer a través de ningiin gesto migico, con las que debe coexist, reconociéndolas, con Ia ‘esperanza de poder hacer de ellas otra cosa... una condicién de libertad.” [Nadia diferente en este terreno del trabajo que realiza el historiador, y nada tan apropiado para refecitse a esa parte sustancial de su trabajo que el so de la palabras “elaboracion” y atamiento” siempre que nos reerimos a aquello que earacteriza lo que hemos llamado la “elacion com las fuentes”, un punto que ademas siempre seré ~justa 0 injustamente- el talén de Aquiles oftecido a los otros praticantes de las ciencias sociales para lanzar sus ddardos contra el “empicismo de los hstoriadores”, Dicho con otras palabras y referido a una dimensién mayor, el asunto puede ser planteado de la misma forma como en muchas ocasiones nos atrevemos a plantear lo que ereemos debe ser la relaciGn del ciudadano con el pasado de su sociedad, una relacién que tambiéa puede ser planteada analogicamente en el lenguaje del psicoandlisis, como cuando decimos aque el sujeto debe aspirar a establecer una relacién artistco-irénica con su inconsclente, luna relacién hecha al mismo tiempo de simpatia y de distancia, de critica y de comprensién. Modelada bajo esa misma pretensin debe ser conquistada y construida la relacién de tn ciudadano con el pasado de su sociedad, ya que se trata de un “pasado inexcusable” ~una realidad frente a In cual nada puede hacer, con una sola excepcién, que es su unica via de escape ffente al domino del pasado: cambiar su relacién con el pasado, por medio de un conocimiento relatvamente honesto, medianamente objetivo, ‘permanentemente critico, que dialectice la memoria sin oponer como figuras excluyentes el perdin y olvido. Ast como el sujeto no puede librarse de su “pesado primordial”, las sociedades no pueden librarse de un pasado que fe ya irremediablemente. Se trata pues de servidambres mayores frente a las cuales se impone el trabajo de elaboracién, el mismo trabajo ~y la misma actitud~ que se impone en nuestra relacién con las fuentes y los documentos, dos servidumbres imposibles de superar.” 7 Gf Sigmund Freud, “El > y el <>" [1923], pp. 2701-2728, y de manera particular et Numer YV. "Lagservidumbres del 0", p. 2721 y 58, en Obvar Compleias, Tomo 7. Madrid, Biblioteca Nueva, 1997. Un comentario sorprendente de ia relacon entre Fred, Jos documentos y ts archivos en Joegues Derrida, ‘Hol do Archiv Ona inpresion feuatana (1995), Madr, Troma, 1997. "Sobre fa rlacon antstieo-tdaica con al inconsciente como modelo de relacon eon et pando de ura sociedad of. Estaislo Zuleta, Thomas Mam la mariaha migica y (a lena prosaica, ~"Prefcio. Homenaje a Thomas Mant”. Boget, COLCULTURA, 1877, pp. 21-34 Sobre ls wsos y abusos de Ia memoria ef entre otfop trabajos de ese autor: Tavetan Todorov, Lor abusos de la memoria (1995) Barcelona, Patios, 2000, 2 EI llamado emapitismo de los historiadores ~ademis de su historicismo, es decir, segin el propio Mare Bloch, el apego al idolo de los origenes, su ereencia ingenua en que el pasado ‘explica el presente y la confusién habitual entre filiaci6n, eronologia y eausalidad- ha sido ‘en diferentes ocasiones objeto de critica y de burla. En la cultura historica europea los afos finales del sigio XIX y los primeros del siglo XX fueron ocasién de que, en particular en la literatura, se jugara con la “enfermedad documental” de los historiadores, mostrando que, ademés, no se trataba solamente de una deformacién de oficio, sino posiblemente de una forma ~particularmente perversa- de relacién con lo real (0 digamos simplemente con cl presente). De hecho Hayden White habl6 de tos historiadores como “el ejemplo extremo de ‘na sensibilidad reprimida”, Algunas de esas bromas son recordadas en un libro reciente, Por ejemplo Dorothea Brooke personaje de George Elio, tiene la mala fortuna de easarse con un histoiador ~“una mente cargada de material inédito”, “un murci¢lago de erudicién”., quien dedicd todo el tiempo de su viaje de bodas en Roma a estudiar manuscritos en la Biblioteca Vatican, “y cuya incapacidad no tarda en reconocer su joven esposa”, quien desde luego serd inmensamente infeliz en compatia del erudito, Por ejemplo Jorge Tesman, personaje de un drama de Tsea, igualmente recién casado, “quien también reine con entusiasmo durante su viaje de ‘bodas documentos para un libro Sobre La industria doméstica de Bravante en el Medioevo”, una investigacién seguramente de profundo interés profesional, pero tal vez dificil de combinar con un viaje de bods, sino se tiene una gran imaginacién de parte de los comprometidos con la situacién.® En Francia quien sinteti2é mejor las criticas a los historiadores por su recurso a la cerudicién, como una manera de ocultar una relacién perversa con el presente y de encubrir Ta ausencia de capacidad de andlisis tanto del presente como del pasado, fue Paul Valery, en ‘textos que hoy son bien conoeidos, Paul Valery eseribia: Obedecienco a una especie de ley del minimo esfuerzo, sintiendo repugnancia por ‘rear, por responder con la invencién a ta originalidad de la sitacién, ef ‘pensamiento titubeante tiende a acercarse al automatismo, éste solicita los ‘aniccedentes, y se entrega al espiritu histdrico que lo induce a recordar en primer lugar, ineluso cuando se trata de un caso completamente nuevo. La historia alimenta la historia.” TC Massimo Masroyregor,E! momserto murrampide de Mare Block Apologia para la historia 0 el ofc de Hriodor (1995) México, FE. 1988, p12, s. Mastogregon no offce mis gue eemaoe en donde’ Nstoador os Rory ade logo parece dil eneontr tujeres strides hasta Chas ‘eee. Ua importante er ede luego moginse imo acaran ls jee storiadoras en vine de ea. con latent ceca de u archive pr conocer. deo. 18 El read es mi. Sepin carta Mastogregs, un grupo do hstoinors se dig ante Laven Feb a Siguiente dia de publica as cbeeracenes do Valery, para gue eh ombre de bk Febor responcira a Valery. pero Febve se neg, “por el simple hesho de que estaba de severe CE Lemp 6 En el caso alemn son conocidas las terribles invectivas de Nietzsche contra el historicismo caracteristioo no s6lo de los intelectuales alemanes sino de la propia sociedad alemana. Hacia 1874 Nietzsche escribia (en un texto que hoy resulta bastante conocido): Por lo demés me es odioso todo aguelto que tinlcamente me insiriye pero sin ‘ecrecentar 0 vivifcar de inmediato mi actividad’. Estas son palabras de Goethe ‘que, como un <> categéricamente expresado, puede servir de ‘nuroduecién a nuesira ConsideraciOn sobre ef valor 0 ta inutlidad de ta historia. En ella trataremos de exponer por qué la ensehanza que ro estimula, por qué la Historia, en cuanto preciosa superfluidad del conocimiento y articulo de lujo, nos han de resultar serlamente odiovas, segin la expresin de Goethe —precisamente porque nos falta lo mds necesario y lo superfluo es enemigo de fo necesario. Ex cierto que necesitamos de [a historia, pero de otra manera que el refinado paveante ‘por el Jardin de la ciencia, por mis que este mire con altanero desdén muesiras necesidades y apremias rudos y simples. Bs decir, necesitamos ls historia para la vida y la accidn, no para apartamos e6modamente de la vida y la acci6n, y menos para encubrir Ia vida egoista y la acei6n vil y cobarde. Tan sélo en cuanto fa Historia estd al servicio de la vida queremos servir a la historia. Pero hay una forma de hacer historlay valoraria en gue la vida se cirofta y degenera,fendmeno que, seg os singulares sintomas de muesro tiempo, et prctzo plartsar por mas que ello sea dotoroso." Sin embargo, para nosotros hoy en dia ya no valen de mucho las apelaciones al vialismo y al llamado de atencién hacia el presente que se encuentran en la critica de Nietesche y de Valery. En realidad la erudicién estérl que mata la vida era la consecuencia no tanto de una falta de interés por el presente los historiadores “conservadores” franceses y alemanes nunca dejaron de opinar y de influir sobre el presente de sus sociedades- como de una desercién de las tareas que exigia cl propio anilisis hist6rico, consideredo con independencia de cualquier virtd civiea. El terreno abandonado era el terreno del anlisis y cl de la elaboracién de las fuentes, pues su relacién con los cuerpos de documentos que habian exhumado, examinado, copiado, prologado y publicado era una relacién de servidumbre, tal como el canon positivista la habia definido, en las propias palabras de Fustel de Coulanges, cuando declaraba que la nica habilidad del historiador consistia en exiraer de los documenti todo lo que cantienen y en no extraerles nada que ‘alli no esté contenido, El mejor historlador es aquel que se mantiene lo mis préximo posible alos textos.” " Friedren Nietche, Sobre la aulidad y las perjicios de la historia para la vida (1874). Madr, EDAF. 2000, pp. 31-32, En el misme texto, en oa parte Nietsche dirk: “El sentido histiico, euando domina sin ring limite y desarlia todas sus consecuzcias,quita las ries al futur, pues destraye las iusones y priva a les costs existentes de a Unica afer en la que pueden vive". (05. El comentario aerea de la posiciin de sonjanta de Niczene con elacon 2 os tignfledos y urosposbles del comocimlento histrio en chet Foucault, Nietzsche, la genecogia la historia (1971), Valencia {Espa}, Pre-Textos 1992, "Ce Jacques Le Got. El orden de la memoria El empo como imaginara {1977}. Barcelona, Pades, 1991, 8 Dejar hablar las fuentes es un prudente consigna que todos los hstoriadores deberiamos tomar en seri, siempre y cuando exa consigna se entienda como un aspecto de la por recomendacién kantiana de poner “el juicio en suspenso” y no como expresion dela isin positvista de que los documentos “hablan por si solos” y que basta estarlos citando continuamente (0 reproduciendo el lenguaje de la época, tal como aparece en los documentos) para cumplir con la tarea central del conocimiento y la disciplina histérica, pus planteado el problema de esta manera es como si los mis elemeatales secretos (jpublicos!) del oficio se nos escaparan, y las burlas y ditirambos que nos lancen los ‘ecinos de jardin -sobre todo los sociélogos ¥ shora cs rara especie de moda lamada “politélogos”- estarin perfectamente justificados, pues las tareas del andlisis histérico seran tuna promesa incumplida, ya que no hay andlisis posible sin el abajo de elaboracién de fuentes -con base en teorias,hipétess y modelos-, de una parts, y de otra sin el apoyo de téenieas y métodos singulares que hoy en dia paticularizan el ofiio y cuyo dominio es csencial para el tratamiento de materiales que, por lo demés, ya no son solamente ‘documentos escrtos, punto sobre el que también deberemas volver, Esa ilusion positivista de la que hablamos, que en el trabajo de los historiadores se concreta en Jo que ha llegado a ser un verdadero aforismo: “dejar que los documentos hablen”, y gue enel caso de los socidlogos se concreta en la regla durkheimiana que recomienda “tater los hhechos sociales como cosas”, es la expresién, de una part, de la creencia en que los sujetos se relacionan de manera transparente con io real, pero igualmente se fundamenta en la creencia de que lo real puede exist por fuera de la tlusion que lo constituye, La més vigorosa critica del positivismo, inciuido el “positivismo documenta!”, fue la que hicieron Marx, Nietzsche y Freud cuando demostraron que la realidad es siempre un jerogiifco, una ‘nierpretacién que se presenta como perteneciente al orden de la naturaleza, un dato fio y ‘objetivo, materia prima anterior a cualquier proceso de elaboracién. En contra de esa percepcién imaginaria de nuestra. imaginaria relacién con lo real podemos decir, siguiendo ‘Michel Foucault que No hay munca, si queréis, un interpretandum que no sea ya interpretans, hasta el ‘Punto de que la relacién que se establece en la interpretacién fo es tanto de violencia como de elucidactén. En efecto, a interpretacién no aclara munca una ‘materia que es necesario interpretar y que se ofrece a ella pasivamente; ella no ‘puede sino apoderarse, y violentamente, de una interpretacién ya hecha, que debe imvertir, revolver, despedazar a golpes de martillo. Se ve esio ya en Marx. quien no interpreta la historia de las relaciones de ‘produccién, sino que interpreta una relacién que se da ya como una interpretacién. ‘puesto que ella se presenta como naturaleza. De la misma manera Freud no interpreta signos sino interpretaciones. En efecto, bajo los sintomas, cqué es lo que Freud descubre? El no descubre. como se dice, ‘traumatismas' pone al descubierto fantasmas, con su carga de angustia, es decir, un micteo que es ya en su ser mismo una interpretacién.!? " Michel Foueault, “Marx, Nietzsche y Freud” [1967], en Nizsche 125 aos, Bogot, Editorial Tis, 1977, 9.2 17-218. El text, aeentuando la discontinuidad ete el signoy la interpretacion ya anterior de esta litina frente al primer, continua ast “Es de ta misma manera como interpretaiones que se an apoderado ya as unas de as oa. No hay para 3 ‘ Como Mare Bloch lo seftalé con precisién, la historia y las ciencias sociales comparten, contre varias otras caracterstias, la de apoyarse en festimonios indirectos ~en el sentido de testimonios “mediados”, en cuya formacién y recolecciOn intervienen otros (“oda recoleccién de cosas vistas se compone en gran medida de cosas vistas por otros”, escribe M. Bloch!’), Desde este punto de vista se puede decir que las ciencias sociales —la sociologia en particular- la historia se apoyan siempre en las formas de conocimiento indirecto, aunque entre las dos exista una gran diferencia en tomo de un punto preciso: mientras que el sociélogo se encuentra en condiciones de preparar las condiciones en las cuales recogerd sus “testimonios” 0 realizard sus observaciones y en cierta manera de “producir sus documentos” -construceién de una encuesta, trabajo de campo, etc, el historiador debe forzosamente contentarse con un legado, con algo establecido, con la selecciOn arbitraria que antes de €l y por relacién con problemas por completo diferentes de los que el ahora quiere estudiar, ia “sociedad” realizd, incluso en los casos en los que el bistoriador coostruye el archivo de su problema de manera radical, es decir no s6lo por el recorte de un conjunto documental preexistente, sino por la cansttucién misma en archivo de algo que anteriormente no lo era, por haber tenido una existencia no seleccionada, clasificada ni resguardada por las instituciones visibles a las que la sociedad ha legado la funcién de conservacién oficial de la memoria (Ios “archivos histéricos” de una sociedad, enel sentido habitual de la expresién). Es claro que lo arriba he llamado la “sociedad” ~y que he encomillado- no existe. La construccién de la memoria histricaeserita de las sociedades es particularmente un acto de fuerza, un producto de hegemonias, el tazo de formas de elasficaciin de objetos sociales y de establecimiento de/zonas en donde el bullicio, el simple murmullo 0 el silencio se imponen, segin los intereses, las fuerzasy las estrategias que en un-momento determinado rigen la sociedad, y segin las condiciones de funcionamiento de las propiasinstituciones que la sociedad crea para la conservacién de su memoria -sin que esto de ninguna manera descuente la presencia del azar y de lo aletorio en ese seleccién-. Es por eso que resulta tan justa In expresin de Carlo Ginzburg cuando caracteriza el estado de una documentacién ‘como el indice de tn estado de la relaciém de fuereas entre las clases.” De ahi que por las condiciones basicas de existencia de los materiales con los cuales por lo ‘general rabajamos en la investigaci6n histSrica, se impone de inmediato para nosotros wna relacién dificil con nuestra servidumbre mayor y la exigencia de su elaboracién sobre la base de hipStesisconiroladas, en direccién de lo que Miche! de Certea lame “la operacion historica”, una operacién constiutiva y constituyente del trabajo de los historiadores.” Este Las palabras misma no sn ota cova que inepreaciones y alo largo de su historia lls interprctan ates de ser Signor, Exo es tambien To. que dice Nietsche cuando afma que las galabeas han so invents ‘sempre por las clases superiors; ela no indican un significado, imponen una iterpretacion”. pp. 218-219, fate Bloch, dpolagk para la historia 0 el ofto de Mstoriadr ~Edk0n anemia por Ecenne Bloch. Prefecio de Jacguet Le Gof [1993] Mexico, FCE., 2001, p. 75's. CE, Carlo Ginsburg El queso y los gusanos. El cosmos sein wn molinero del siglo XVT 1976), Barcelona, Muchnick, 1981, p13 ys. CE Michel de Certat, "La operacion hstoriogriic", en La excriara de la storia {1978}. México, Universidad Iberosmericana, 1993. La “operaion istic” ~o historiogrifica- es el resultado de by combinacion de tres elemenios bisicos. Un lagar social (La Insitucién historia). unos procedimientos de es un punto crucial sobre el que fa historiografa del siglo XX no ha dejado de insistr y posiblemente una de las explicaciones mayores de lo que se puede llamar la “revolusién documenta!” del siglo XX, de ta cual no se puede pensar con santa simpleza que una historiografia modema reciente como la nuestra, hasta ahora en camino de formacién, haya savado ya todas sus eonclusiones.!” La revolucién documenta! de siglo XX no es el producto de la aparicién de nuevos grupos de documentos, de la consttucién de “corpus” similares a los que supieron constituir, sobre {odo en Alemania, los eruditos de los siglos XVIII y XIX, y mucho menos de la revolucién, informétice. Es el producto, a principios del siglo XX, de un cambio de orientacién, de una inversién de perspectivas, que, en el caso francés, se asocia con la expresién historia ‘problema y com la frase “pas de probléme.. pas d'histoire”; un cambio de perspectivas que ‘puede ser condensado ~de las metiforas se dice que son condensaciones de sentido- en una leyenda que cuenta latraicién, acerea de un joven lamado Fernand Braudel, quien eseribe ‘un viejo maestro lamado Lucien Febvre, contindole respecto de su proyecto de tesis que ttataria sobre Felipe Ii y el Mediterrineo, y ta socarrona respuesta del viejo que le indica que se encuentra dispucsto a drigir un trabajo que trate sobre el Mediterrdneo cn la époea de Felipe I. ‘Una “revolucién copemicana” en la disciplina, que no es exclusivamente francesa y que no hubiera sido posible sin la vinculacién de la historia con las demas ciencias sociales; y una “‘revoluciéa” que se encuentra en curso, que ha tenido avanees y retrocesos, y que desde el momento de su formulacién a principios del siglo XX basta el presente ha tenido Gificultades para dar un cardeter més acabedo a su consigna de accién ~“pas de probléme. pas d’ histoire”, mas alld de la férmuta siempre repetida de su vinculacién con las ciencias sociales, lo que por otra parte no ha impedido 1a ampliacién del cuestionario histérico, el enriquecimiento metodol6gico y la aparicién de obras mayores como el propio ‘Mediterrineo de Braudel," Plantear ¢ intentar resolver un problema en el campo de la investigacién historiea exige seleccionar con pertinencia los documentos que hacen posible su investigacién: pero exige andisis (el conjunto de tadiciones sabias de la discipina)y Finalmente la construccién de ua texio (a Tarariva), El andlsis de la setividad hsteriogrifiea de una sociedad et el andlinsintegrao de esos ves lementos, "Una opinion contrara a Ia mia es Ia que parece sutentar Ere Lairen su resea de libro editado por Gonzalo Sinchez, Grandes potencia,o 9 de bri y 1a violencia. Bogs, Planeta, 2000, en donde encuentra todas las maraviis historiogréicas que son posiles de pensar y, por las observacionestebrieas que ace y las referencias bibliograics sitemstiow que ftroduce ana verdadera “revoluciim contextl”= unt histriogafia colombiana en plena vitaldad a la altura de las mejores del mundo, 0 por lo menos de le francesa, que_pareeria est conectada ea linea directa con ia nuestra Cf. ANALISIS POLITICO, IEPRUUniversidad Nacional, No 41, sept-di, 2000, pp. 126-130. "Las erties a Bl medterrneo en la dpoca de Felipe [than sido sumerosas y on pare jusifcadss. Al respect ef, Peter Burke, La revolacién historicgrifia francesa: La escuela de los Armies: 1929-1989 [1999 Baresiona, Gedisa editorial, 1993. paricularmentecxptuos teres y cunt. En est timo capitulo Burke recuerda que algunas de ls eteas mayores dela obra fueron hechas por el flsofo Pau! Ricoer quien descubrio uno de los lores de Aguiles de in obra en lo que supuestament ea su virud esencial trait de dempo, ya que el exquera implicko de andisissegula steno et "sempo del rey", inverido prolomgido ahora em el tempo del mae” sobre todo “trabajar” (claborer, transformar) los documentos que han sido objeto de seleccién, Como lo indicaba Mare Bloch, “los documentos no hablan sino cuando se les, sabe interrogar’. Lecciones sencillas, pero que de manera prictica resultan a veces olvidadas en el trabajo historiogrifico nacional, en donde en muchas ocasiones termina funcionando un modelo por el cual es la documentacién la que guia la investigacidn y es la riqueza de las fuentes la supuesta garantia del andlisis. Frente a esa posicién, German ‘Colmenares reaccionaba de manera critica cuando escribia: Aunque suete pretenderse que et historiador es esclavo de sus fuentes y que wn acervo documental plantearia nuevos problemas a la reflexin istérica, la realidad 3 exactamente Ia inversa Archivos emteras silo pueden ser explotados en el ‘momento en que surgen ios problemas y las construeeiones teéricas -para no bablat de las ténicas- que permuiten manejar ia informacion que contienen. Pero Ia inversion de perspectivas que da lugar a una revolucién documental por la introduecién de la idea de problema y de hipétesis en la seleccién de un tema, significa también, y de manera muy precisa, un eambio en la concepcién misma del documento, cambio cayas expresiones mayores no son ni lo serial ni lo cuantitativo, como a veces 5 cree, sino més bien una idea nueva acerca de que es yo que puede ofrecer un documento. Como lo escxibe Michel Foucault, quien sacé hacia 1969 en la-Arqueologia del Saber las conseouencias més agudas algunos piensan que extremas- de esta revolueisn documental, “la historia ha cambiado su posicién respecto del documento", pues 4¢ atribuye como tarea primordial no el inerpretarto ni tampoco determinar si es veraz y cudl sea su valor expresivo, sino trabojarlo desde el interior y elaborarlo. La historia lo organiza, lo recorta, lo redisiribuye, lo ordena, lo reparte en niveles, ‘establece series, distingue lo que es pertinente de lo que no lo es, fija elementos. define unidades describe relaciones”, formulando de esta manera un programa cuya forma més cumplida fue posiblemente Vigilar y Castigar”', y que tiene consecuencias grandes para la disciplina y para el trabajo de los historiadores. Para la disciplina, en cuanto invite a romper con una de las representaciones de sien que la investigacién historica més se ha complacido, “y por medio de la cual encontraba su justficacién antropolégica: lade [ser] una milenaria memoria coleetiva que se ayudaba con documentos materiales para recobrar la lozania de sus recuerdos"; y para el trabajo de los historiadores, pues “el documento ya no ¢s esa materia inerte a través de la cual trata de reconstrur lo que los hombres han dicho o hecho... y de lo cual slo resta el sureo”, pues a Gemin Colmensres, Cali Terroeniones, Minerox y Comerciames, siglo XVII {1976}, op. ct, ‘iwroduccin, p20. Los resaliados son mos ® che Foucault, La Arquscogia dol Saber {1969], México, Siglo XXI edtores, 1972, 9p. 9-10. Una visisn ‘oor y superficiat dei cambio que signa la nueva concepion del documento en La argueclagia del saber «lt que propone J. Le Goff en su comentario breve del “documerto/monumenta, Cr. Jacques Le Gott, {El orden de fa memoria El empo corm imaginari (1977. Barcelona, Poids, 1991 pp. 227-239, * vigdary casigar {1973}. Mengo, Siglo XXI edtore, 1975, Un comentario noiabie de Vga y castiar en Gilles Deleuze, "Un nuevo caréyrfo", en Foucault (985], Barcelona, aide, 1987. historia “trata de definir en et propio tejido documenial unidades, conjuntos, series ‘relaciones”, lo que quiere decir que la eritica histérica documental no puede seguir ya siendo prioitariamente Ia reiteracién de las preguntas que habian sido dominantes desde el siglo XVI, luego de 1a constitucién de lo que Mare Bloch pensaba que era la “nucva ciencia” del documento, Como lo indica Foucault, desde que se escribe historia se han utlizado documentos y se ha reflexionado sobre ellos y “se les ha pedido no s6lo lo que 4querian deci, sino si decfan bien la verdad y con qué titulo podrian pretenderlo; si eran sincetos o falsificadores, bien informados o ignorantes, auténticos 0 alterados”, peto ahora Jas perspectivas han eambiado y el lugar de la eriticahistériea documental ya no puede ser, © por lo menas no lo debe ser de manera exclusiva, esa especie de “eritica forense” que la critica historiea documental ha adoptacio como su rostro firme y verdadero. El movimiento de elaboraciOn de materiales, de transformacién de los documentos en oira cosa, comienza desde el momento mismo en que se ingresa en un archivo para tratar de converir un conjunto de documentos en el “archivo de un problema”, pues seleccionar unas fuentes es proceder a redistibuir un espacio, ya que en la investigaeion histérica todo comienza con “con el gesto de poner aparte, de reunit, de convertir en “documentos” algunos objetos repartidos de otro modo”, tal como lo sefalaba Michel de Certeau, quien insistia en que habia necesidad de desterrat los documentos “de la practi para convertiros en objetos absiractos de un saber”, pucs| lejos de aceptar los ‘tates’ et historiador] mismo los forma. El material es creado por acciones concertadas que lo distinguen en el universo de su so, que fo buscan también fuera de las fronteras de su uso y que lo destinan a wx nuevo empleo ‘coherenie.”™ De aif que hoy tengamos que reflexionar, nueva y seriamente, sobre le forma como este problema se encuentra concebido, por ejemplo, en in obra de Mare Bloch quien parece aun fijado al modelo de la “erica forense", aunque haya dado el paso hacia una “histori problema’= y la forma como de manera préctica se encuentra fancionando la erica dlocumental en nuestres propias investigaciones, pues es claro que ene la definicién de la critica histrica “como el arte de descubrir ~en los relatos- lo verdadero, lo falso, lo yerosimil” y la idea de “definir en el propio tejido documental unidades, conjuntos, series, relaciones”, hay une diferencia de naturaleza y dos formas por completo diferentes de definir nuestra relacion con os documentos 4 EI problema que acabo de plantear fue abordado por Germin Colmenares eni 1987, pocos atios antes de su muerte, cuando habl6 precisamente de “critica forense” para designar el viejo andlisis documental. Asi por ejemplo, refiriéndose a formas de investigacién histrica diferentes alas suyas, observd que ese tipo de trabajos se caracterizaba por establecer con 5 Michel de Certeau, “La operaign histriorifcn, an Le esta de fa hutora, op. et, pp. 85-86 ® Mare Blot, "Crea historia y ens del testnoo™ [1914], en Historia e hisroviadors [1995], Madrid AKAL, 1998, If 4s, Como de observa se tat deun texto del “joven Bloch”. Sin embargo en Apoloie pour I hires texto “metodoldgieo” posure, i idea se mancene 40s documentos una relacidn forense, pues ali el asunto se planteaba como un “problema forense, con una critica intema y extema de las fuentes... para establecer ante todo su veracidad y autenticidad”, posicidn que le parecia insostenible, por razones que en seguida se verin, {a observacién critica sespecto al “método forense” —cuyo mejor sistematizador a spariencia seria el Marc Bloch de Apologia de 1a historia." aparece en Colmenarcs, como ya indicamos, hacia 1987, momento en el que en un artic complejo, ambi 9 en parte equivoco, intenta un balance de sus nuevas perspectivas de investigacion ¥ parece {nclinarse por la solucién de los criticos Iiterarios y cienos antrop5logos en cuanto que las {fuentes ~y el propio andlisis histérico- deberian tratarse como testo, pues Se tata sempre de una y la misma materia: el lenguaje. Colmenares dra, en particular, “que la insistencia de la profesién de retomar...a la fuentes debeeia ir acompaflada de una inistenca similar nla reflexion sobre cl significado de los textos” -y es el propio Colmenetes el que bray {a palabra significado, que por ahora parece un tanto enigmatica-.™ Como en sus trabajos anteriores, la idea de Colmenares es clara; ninguna fuente histrica resulta ser la garantia de una relaciin rransparente entre el objeto consiruido y esos registros parciales y fragmentarios que han quedado como su huella. Se impone pues respecto de esos registras un trabajo preciso de elaboracién, la puesta en marcha de la “operacin historiogrifica”, el tratamiento contyolado de un grupo de documentos que deben salir transformados y converidos en un soporte posible del anlisishistorico. En parte esas técnicas que earacterizan la “operacién historiogrifica” son familiares a su trabajo de historiador de la economfa, pues muchas de ellas -las pertinentes- han sido ‘Puestas en marcha en lo que parece ser su trabajo mds cumplido desde el punto de vista del oficio: Popaydin: una sociedad esclavista, 1680-1800, el llamado segundo tomo de su Historia econdmica y social de Colombia, publicado por primera vez en 1979, y en donde ‘ose encuentra un solo rastro de un uso “forense” de los documentos, y si en cambio su transformacin a través de formas relativamente sofisticadas que se derivan de su conocimiento de los modelos que usan los cconomistas en sus andlisis y de algunas de las ‘Wenieas de trabajo de a New Economic History.®° Muchas de las observaciones que G. Colmenares oftecia en su articulo sobre “fuentes, ‘emporalidad y escritura” eran en verdad elementos que reafinmaban no solo su credo personal, sino un punto de vista bien establecido por trabajos de metédicos y rigurosos, y ue en su conjunto reenviaban a la matriz de la “historia problema”. Asi por ejemplo «cuando afirmaba que las fuentes s6lo adquirian significado por relacién con una teoria y no constituian pieras reveladoras por ellas mismas, o los eslabones que permitian por su #1 Genin Colmenares, Sobre fuentes, temporada esertra de Ia historia” [1987], en Ensayos sobre ‘istoriozraf. Bogo, Tere Mundo edtores, 1997, pp. 73-95. Lactaen p75, "Ct G. Colmenares, Historia econdmica y social de Colombia, Tame Il. Popayin: wna sociedad exclave 1680-1800. Medi, La Carreta, 1979. Sobre la forma inkial y los inforunies posters do la [rometedora histori esonomica de bate cuantativa cf Adolfo Messel Roca, “La eliomeri en Colombia: ‘a revolocn incemumpida, 1971-1999". Borradores de Economia, Bogtd, Banco de la Repibiic, No 118, 199, Algunas erkicas simpstias al cuanttativismo en historia y la defensa de un certs “ilentanism ‘esponsabie" en Maleoim Deas. Del poder y la Gramiicay ctros ensayo sobre historia politica yhteaters colombianas. Bogots,Tercer Mundo editres. 1993. pp. 17-18 ‘simple ordenacién cronoligica la construccién narrativa, ¢s decir, que las fuentes son tan ‘S6lo “referencias indirectas: Las fuentes han pasado a ser asi una referencia indirecta de la realidad social, incapaz de iustrar todos sus aspectos 0 responder a todas las preguntas que odemos formular sobre ella: Por eso, cualquier inforencia sobre esa realidad no "eposa ya en las fuentes mismas sino en la asociacién entre las fuentes» una teorla, tun modelo o una hipétesis explicativa.* Pero el ensayo de Colmenares, que trata sobre fuentes, temporalidad y escritura, eslizandose sin cl cuidado suficiente por cada uno de e50s pianos, a pesar de la ordenacién temética del texto, proponia un modelo més, modelo que no concuerda exactamente con las formulaciones anteriores, pues al examinar el problema de las fuentes Colmenares declara ue el trabajo de su claboracién debe aproximarse “a los procedimientos de la critica literaria”, pues esos registros parciales y fragmentarios, “son elaboraciones que han debido pasar en todo caso por una conciencia humana” y, “como tales no remiten a un acostecet sino al acto personal de Ia escritura™”, punto ‘en el que ya resulta dificil seguir a Colmenares, menos aun cuando afinma, un tanto dogméticaments, El hecho. de que las fuertes mismas deban de considerarse de acuerdo con el modelo linguistico que sustenia la moderna eriticaliteraria..”, posiblemente constituya una de las posibilidades del tratamiento de fuentes y del histdrico, pero de ainguna forma e! andlisis por excelencia, con independencis del Ambito de actividad humana en que se esté trabajando, ya que de esta forma estariamos canonizando como forma universal una posibilidad particular de andlisis y planteando que la seleccién de los métodos y formas de andlisis pueden ser especifieadas a prior, por fuera del problema mismo que se intenta construir y dilucidar. Colmenares sostiene ademas la extrafa opinién de que la diferencia entre el texto estictaments literary Ia escritura corriente de las fuentes reside en que el texto litera debe ser considerado como la “expresiOn de un yo tnico y auténomo™, mientras que los textos comientes que el investigador encuentra en el archivo se encuentran desprovistos de ‘oxo estilo particular.” En otra parte de su texto Colmenares diré que las fuentes ban Gejado de ser las bases de Ia demostacion de un problema, convirtiéndose més bien “en instrumentos de veriicacién’, lo que cualquier historiadorestaria dispuesto a aceptar. que tas fuentes son siempre “registros parciales y fragmentaros”, experiencia que sin duda ha tenido todo el que con un problema bien construido se enfrenta al material documental preciso que le “oftece” un archivo; para agregar que, en tanto fuentes, eontienen ya en si un clemento de interpretacion, lo que es perfectamente cierto, ya que no se tata de materiales “objetivos"que fueran autinomos frente a cualquier elaboracién social, pero adicionando la 3.0. Colmenare, “Sobre fuentes..",en Ensayes sobre historiografia. op. cit, p79 2 tem, p. 75-76 * idem, p88, * idem p. 76. siguiente doble proposicién que nos recuerda otra vez el equivoco y la unilateralidad de su planteamiento en este ensayo: las fuentes, registros parciales y fragmentarios, cig elaboracién ha debido pasar en todo caso por wra coneiencia humana Como tales (las fuentes] remiten no aun acontecer sino al acto personal de su eseritura, como cualquier texto,” Como sabemos, los textos que entrega un archivo se encuentran pletéricos de formas y Convenciones que constituyen de principio a fin una “escritura social”, una escritura fabricada cn el estilo mismo en que la sociedad, sus ambitos institucionales y sus agentes se ‘expresan; y de otra parte, la sorprendente recaida del gran historiador en la idea de un “yo ‘inico y autonomo”, deja de lado las conquistas de obras mayores de la sociologia que le ‘eran realmente familiares, como las de Norbert Elias, a partir de las cuales hoy sabemos ‘con extrema claridad que todo creador ~¢ incluso para poder serlo- se encuentra atrapado en las redes de su sociedad y cultura, no sélo por su participacion en redes de patronazgo, de ‘mecenazgo © .ic mercado, sino aun por determinaciones més esenciales, “por relacién con las normas y presiones ignoradas que habitan cada obra y que hacen que ella sea concebible, transmisible y comprensibie” >" Es dificil ofrecer tna explicacién consistente de las condiciones o razones que llevaron @ Colmenares hacia esa reduccién del anilisishistorico al anilisis textual, comprobable en su Su permanente inquietud intelectual, el contexto ideolégico del ‘momento, la busqueda de otros horizontes para su propia obra -con la cual comenzaba por e808 afios ha mostrarse muy insatisfecho-, y quién sabe qué otras circunstancias lo accrcaron momentineamente a una posicién intelectual de la cual sus peores efectos no habia sido el micleo de su formacién, limitaba su “eoqueteo” con el “andliss textual”, Ast or ejemplo, en sus andlisis sobre la obra de don José Manuel Restrepo, en donde practiea el “andlisis textual” para reconstrir la arquitectura profunda que organiza el gran relat de {os origenes de la Repiblica Ia Historia de la Revoluctin.. de don José Manuel Restrepo-, pero en donde el lenguaje no consttuye un sistema cerrado de signos y en donde la “realidad” no deja de ser pensada como el punto de anclae y de referencia, como cuando Fecuerda las determinaciones sociales y eulturales que sobre cl historisdor Restrepo pesaban: su clase social, su papel de prohombre en los acontecimientos que narra, su propia ‘ducacién ente el racionalismo ilustrado y el romanticismo, te. elementos todos que permiten hacer comprensibles los cédigos que organizan su obra, esa division del mundo den, p 75-76 2 Roger Chart, “La historia, ene relato y conocimiento, op. cit, p. 199. La obra bésica de N. Elias en ‘te temeno es si Sociologia de un genio, su texto sobre Moga, ero igualmente la perspective encuent presete en La sociedad cortesana y El proceso de enilzactin, obras consantemene chats por CColenares, Renglones aris R. Chartier ha indcado el eaticter torial de toda construcion discursiva el ‘sundo, consruccin que antes que al lenguaje “reavia necesariamente a las posiciones sociales ropicdades objtivas,exterioes al discurso, que carseterizan a los diverses grupos, comunidades clases ‘ue consiuyen el mundo socal” p. 196. entre razones y pasiones como determinantes de la accién humana, lo que Colmenares am con gran exactitud, una “prisién historiogrifica” >= {La idea de que las fuentes mismas deban considerarse por le historiador “de acuerdo con el ‘modelo lingtistico que sustenta la moderna critiea literaria”, como lo afirmé Germén Colmenares en su articulo de 1986 “Sobre fuentes..”, nos parece hoy perfectamente desproporcionada, no s6lo porque resultaria muy dificil ponerse de acuerdo sobre cul es “el modelo lingtistico” que sustenta la moderna eritica literaria, sino alin més, ponerse de ‘scuerdo acerca de cudl es “la modema critica literaria”, aunque logrado ese acuerdo quedarian de todas maneras dos objeciones, que ya hemos mencionado, por resolver. La primera que recuerda que en todo caso se uataria de una forma de tratamiento de los documentos historicos que no se ajustaria sino a un tipo muy limitado de problemas dentro . 126, Para la mencion superical, eementida por una buena camidod de trabajas, de que no existe una gran docimentacion para eetudi de Ia historia socal y ‘exondmiea de los atesanos enc! siglo XIX -opiniin que ademas porece uilzaree para decir respect de ellos cualquier cosa, et. Salomin Kalmarovitz, Economia y nacidn ‘Una breve hisoras de Colom, Bogot, ‘Siglo XXI editors, 1985, 9.120. formas iniciales pero distinivas de claboracién: la comparacién, a contrastacién, el examen de ejemplos que van en direcciones opuests, etc, a la luz dela hipdtesis de trabajo {que el texto introduce desde su propio comienzo, y que tiene que ver con las formas de integracién social bésicas del pais, con sus resultados en los siglos XIX y XX, y con las formas particulaes de distancia social y excusién ene las clases sociles en la socicdad colonial Hay que insistir pues en que el trabajo de investigacién historica supone un conjunto complejo de operaciones que van desde la perspectiva teérica hasta las formas més ariesanales, odo ello anudado en tomo de un problema previamente construido, y en que sus exigencias de método no pueden ser tesueltas ni por el recurso a una “teoria” y “filosofia” de la historia, ni por el recurso a la simple critica documental de tipo forense. Hay una dimensin espeeifica en la que se concret la “operacién historiogréfica” y tiene que ver con la determinacién de los métodos propios que el tratamiento del material, luego de localizado, impone al investigador, métodos que no pueden ser reducidos al llamado “andlisis textual”, inspirado en la linguistiea de Saussure ~o en cualquier otra, pucs esa seria cuando mucho una sola de las perspectivas posibles de andlisis, en los casos en que coincida con el problema previamente fijado; como hay que insistr también en que cada uno de esos mézodos supone una serie de técnicas precisas, cuyo mancjo y aplicacién exige cl conocimiento de las ciencias sociales que han sido su laboratorio de formacién.”” ‘Debe mencionarse también que ese grupo de nuevos problemas de método se encuentra en ‘ampliaci6n desde el momento en que los historiadores tomaron en serio el hecho de que su. trabajo no tenia por qué reducirse al campo exclusivo de los documentos escritos, incorporando de una parte todas las posibilidades ~pero también todas las dificultades- de la historia oral, como también todos los documentos iconogrificos o textos literarios que ‘pueden servir como base de un andlisishistorico o ser ellos mismos materia de anal ‘Para no llamar la atencién, por ser un problema bien conocido, sobre los problemas dificles de método que plantea la llamada “historia oral” en el estilo de Orlando Fals Borda © de AAlfiedo Molano, mencionemos més bien los nuevos problemas que plantea el uso de los textos litearios en el anlisshistrico. En Colombia los dos ejemplos més sigificativos, por ser repetidos, son los que tienen que ver con el uso de las novelas de Gabriel Garcia Marquez y de Maria, la novela de Jorge Isaacs. Con las novelas del primero se ha tratado 4e ilusirr acontecimientos importantes de la vida politica del pais, como la llamada “masacre de las bananeras". Con Maria se ha tratado de recrear la vida de la hacienda y el ¥ jpime frail Uribe, Emipos sobre historia social colombiana. Bogot, Universidad Nacional, 1968. Et ensayo sobre el mestizaje en pp. 163-203. Por lo dems ol ensayo inelye como anexo un amplio material ‘ocumentalrefrida alos procsos de proc de idalguia, nexo que etablese una elas organics con los _poblemas que dear el ensay. CE. p. 208-233 CE, Michel Foueaul, La arqueologia del saber, op. ci, para observa lo que Foucault deromina ios nuevas “pistria nueva. Ciemos a manera de ejemplo Ge corpur coterenies y homogeneos. 2 el tia metodo de anilisis; 51s delimitacdn de los conjntos y de los subconuntos que aticlan et materia! ‘stud: 6 la dterminacin de las slaciones que permien crctrizar un conjunt. CF. pp. 17-18 patemalismo de los duefios de eselavos y patronos de campesinos en la region del actual ‘Valle del Cauca. En los dos easos se ha olvidado que la primera exigencia del andisis es una exigencia de método, que se traduce en lo siguiente: para evitar en el anlisis histrico tun uso puramente dacumentalista e ingenuo de textos literarios, bay que empezar por reconocer la caracteristca que los individualiza, es decir, el de ser obras de flciin construidas a partir de c6digos literarios que el analista no puede ignorar: en el primer caso cl cbdigo, de origen rabelesiano, de la desmesura en el segundo los eédligos y tapicos del romanticism literario francés del siglo XIX. Las ignorancia del caricter peculiar de esas obras de fiecién y del sistema de eSdigos y convenciones que las organiza, ha facilitado lo que lamamos una lectura puramenie documentalista, lo que coniuce @ proponer, como en el viejo positvismo documental, una corespondencia entre lo realy su reconstruccién en la obralitraria. De esta mancra, por «ejemplo, se ha confundido la vida prictica en las haciendas del Valle del Cauca en el siglo XIX con la narracién que la recrea en cédigo roméntico. Igualmente, en un caso que resulta aun mas aleceionador, se ha pensado que las obras del canonizado premio Nobel son una descripeion de los acontecimientos de 1928 y hasta se han tomado sus indicaciones numérieas sobre los muertos como si fueran un cetificado de notaria y no el efeeto del cédigo que organiza su descripcién, Més aun, se ha ignorado que para los colombianos dee, las generaciones recientes el acontecimiento “masacre de las bananeras” no existe sino a través dela imagen y leyenda que deel ha creado la escritura de Gareia Marquez." Las mismas indicaciones podriamos hacer para el caso del uso de material iconogréfico”, pero lo que nos interesaba, para cerrar este texto, era ante todo lamar la atencién acerca de las dificultades nuevas que significa para el anilisis historico la aparicion de nuevos problemas y la ampliacién de su campo documenta, si es que sc quiere hacer de tal ampliacion la oportunidad de dotar a Ia investigacicn histrica en el pais de nuevos brfos y ro solamente la ocasién de seguir difundiendo entre las clases medias urbanas que pueden. comprar ~y deben leer- libros “interesantesy de ficil lecture” que refuerzan el prejuicio de que la historia es una forma de entretenimiento divertido pero estéil y no una forma de ‘conocimiento que:nos puede ayudar en algo a comprender el present, ara ol anlisis de ls problemas de méiodo y de imerpretacion que planta al andliss bistro ef wso de texos lteranos ef Roger Charter, “George Dadin, oul scial en représeaation”, en ANNALES, Histoire et Selonces sociales. Mar-Avri, 1998, NO 2. pp. 277-309. Para el caso del gran fotigrafo colombiano Luis B. ‘Ramos, Jorge Orlando Melo ha sealado de qué manera este uta “inven6” fo popular en Colombia en ‘primere mite del siglo XX, bajo un modelo que ba legado hasta nosors: “La importancia desu obra pus fuverise al ver come muchos de los fotografs posterioresinsisteron..em los rasgos de una realidad que él habia en buena pate dara”. Cf. Lule 8. Remo, 1999-1935. Catilogo de expesicion~. Boge, Biblioteca [Las Angel Arango. Banco de la repiblica, 1997, "Un prime intento de andisishitrico agoyado on material gritico ~earcaturas- fue el de German CColmenaes, Ricardo Rendin: Una fuente para ia historia de (a opinion publica. Boge, Fondo Cultura Caterer (98, per el ftent no hx enconzado coninuadores de merit

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