Está en la página 1de 11
Coleccion Estética Expandida Editorial Universidad de Antioquia. Facultad de Ciencias Humanas y Econémicas de la Universidad Nacional de Colombia —Sede Medellin— Manuel Delgado Ruiz Ciudad liquida, ciudad interrumpida La urbs contra la polis La ciudad no es lo urbano cQuién de vosotras no ha sonado, en sus dias de ambicién, el milagro de una prosa postica ‘musical, sin ritmo, sin rima, tan flexible y dura 4 fa vez como para poder adaptarse @ los movimientos liricos del alma, a las ondiilaciones del ensuetio, a los sobresaltos de 1 la conciencia? Es especiaimente el contacto de las grandes ciudades y del crecimientos de sus innumerables relaciones que nace este obsesionante ideal. Usted mismo, mi querido ‘amigo, gno ha intentado acaso traducir en una cancién el estriddente grito del vidtriere y de expresar en una prosa lirica todas las desoladoras sugestiones que envia este grito a través de tas més alias incertidumbres de la calle hasta las mds recénditas buhardillas? Charles Baudelaire, “A Arsene Houssaye”, Spleen de Paris, 2/ Cludad liquide, ciudact interrumplda Lis anteopotogia esta. en condiciones de practicar en contesios ucbanos cualidades, al mismo tempo epistemo- foqieasy deontoldgions, que podrian resumirec eneaton treo puntos: sensibilidad a ia diversidad cultural; prosimigad a [avid dlaria, aseciada a ln observacion participants como tod principal de taba; y daponiblidad para dele ‘budlon especial deo urbana a ln arirepsog covets en Eon menor fecuoneln a nen on stron contenten, an det fst aprtaciones ningun at varncion Miri 68 meal, El metodo comparativista le permite al antropolog? Splcarinetrumentos conceptusles que an demostesdo su Clpacidad expleativa en otroe contextos. La antropologia ‘sti bien preparada para anailzarepisodios de intersecion, Giepositives enleropeliicos, Interdependencias, ete; el mcntos de la vida eeeial urbana que se contemplan bajo un ism sleconl ba antropelgia a ante tod une Culturaics paruculaste, La etaografia esta manera como cl antropéloge se apronima a su objeto, y tamblen la fuente de donde extroc y refina sus especuisciones tebricas, Ea virtua de quel etnografo ne stente raid por lo nueva y lodesconocido, puede cultivar en Ia cisdad ou senstblldad fio incaperador hechoe nuevos y tambien nuevas relaco~ hes entre hechos. Pero, eabe preguntarse, gous ea el objeto de een antro- ppologia urbana de la que acaba de eatablecerse Ia post Gect? Por supucsto que Ia antropologia urbana noes, en Un Sentido estrcto, una antropologia ce fa ciudad, ai tampoca proplamente una cultura o una cosmotogta, y la ciudad no sin duda una estructura social, por mucho que sea certo 1 Taly come ha hecho notar U, Hanners en “La edueacion de tun cntrapologe Urbano’, en: Exploracion de fa siudad, Mess: \ a ciudad no es lo urbane / 3 ue en ella uno pueda encontrar inatituciones sociales mas ‘omenoscvistalizadas, Con esto tenemos que las estrategine ladicionales de estudio entre loz antropslogos deberian ‘autométicamente declararse hasta cierto punto incorpo, fentes para un objeto hasta tal punto original, al menos reapecto de lo que éstos hablan crise oncontrae en otros campos, Tenian razén, al respecto, quienes hicieran ntar, en tn sentido no necesariamente erica, que las bases tesricas sentadas por la Escuela de Chicago para unas clenciae sociales de fa ciudad no habian sido en realidad sino las del cestudio del proceso de modernizacion en general; ato es, del Proceso de industializacién, burocratizacion, politicacisn, etc. La tendencia que encabezaron Park, Burgess 9 Wirth, en el Chicago de fos atios veintey treinta, que implicaba por vex primera Ia incorporacion de métodos cualitativos y core aratistas lipicamente antropologices a objeto de conac micnto no exdticos, elaboraba sti propusstan anellticns Precisamente desde fa constatacion de que el rasgo definite Fo de la cultura urbana era justamente su inexistencia oa tanto que sustancia dotada de uniformidad, St esa cultura urbana, objeto de conccimiento del cientifico social era en realidad alguna cosa, ésta no podia consistir sino en una ‘upida red de relaciones crénicamente precarias, una prali, feracién inlinita de centralidades —muchas veces tnviai= bles, una trama de trenzamientos sociales fragmentarion ¥ efimeros y un conglotnerado escasamente cohesionade de ‘Componentes grapales © individuates. ‘Asi concebicta, la ciudad era un dominio para la disper- sign y Ia heterogeneidad gobre Ia cmal el control polltea directo era difcil o imposible, y donde rultitud ae subeul, ‘turas autonomas hacian frente ala integracion « que ae las intentaba someter con poco éxito, La ciudad era perelbida entonces como un crisal de microsociedades copresentes, fl transito entre las cuales era abrupto y daba pie a ‘multitud de intersticios ¢ intervalos, que eran inmedintar ‘mente habitados por toro tipo de marginados y desertores, 4/ Chudad liquide, ludad interrumpid. Hay pocas posibilidades de que el indivicuollegue a tener ‘una concepeion de la ciudad como conjunto 0 considerg si posicién en el esquema comin’, eseribia Louis Wirth.* No Badia serde otro modo, puesto que, como él mismo nos hacia sear, una ciudad es siempre algo asi como wna sociedad tngniman y sua ventajas, como aus inconvenientes, se deben, precisamente a que, por definicién, una sociedad andnima Ro tiene alma La ciudad pasaba a ser entendida de este Mode como un organismo dotado de vida pero carente de cspiritu; es decir, sin aquel campo representacional en que Emile Durkheim queria ver proyectandose en términos 38 (grades los principios axiométicos y morales que debian Eustentar todo pacto socictario. Lo urbano quedaba asi Seducido aun marco medioambiental en que se aglomeraban intereses identidades incompatibles entre sf, alos que con frecuencia mantenia Unidos aquello mismo que os separabs, Codecie Ia hostilicad o la indiferencia. Tampoco to urbano © Groplamente una estructura social. Ni siquiera podia ser Reociadlo a una morfologia material, un suelo. ta vida urbana, ta sociedad urbana, en una palsbra, 10 aano na pusden prescindir de una base practico-senst~ tre, do una morfologia, Ola tienen, o carecen de ella. Sino atienen ai lo urbanoy la sociedad urbana ge conciben si Tete base ex porque son perceptibles como posiilidades, Conus ins virtaelidades de ia sociedad real persiguen por eel ecie su ineorporscién y su encarnacion = través del Senssmiento urbaniatico y el conocimiento: a través de Pluentraa refleriones. Sino las encuentran, estas posibll- Dek porecent eatan condenadas a desaparccer. Lo urbana eel un alma, un eeplritu, una entidad flossica.* 2 L, Wirth, “El urbanismo como forma de vida”, en: M. Fer- Sander Martorel, ed., Leer la ctudad, Barcelona, tears 1988, p45. 3 Ibid, p. 41. 4H Lefebvre, Bl derecho a la ciudad, Baresiona, Peninsula, 1978, pp. 67-68. 4a cudad no 6s lo urbane / $ Decididamente una antropologia urbana no podia, por ‘lle, sino aparecer condenada a atender estructuras liqui ‘das, ees que organizan Ia vida social en torno suyo, pero que no son casi nunca instituciones estables, sing una pauta de instantes, ondas, situaciones, ritmos, confluen- flere cémo el etnélogo urbana no ha escogido para ejercer su profesion un territorio estatico, sino mis bien una extension sin limites fjos, "permeable, que se infla y se retrae al hilo de los dias, al hilo del tiempo”.° Por otro lado, la ciudad puede, también por lo mismo, constituirse en objeto legitimo de estudio antropolégico, no tanto, como Budiera antojarse, como tun recureo de salvacion para el eindloge repatriado a la fuerza, que vuelve a su pais y se veobligada a competic con el socislogo en las jurisdieciones, que fueron de éste. Por el contrario, el comparador de culturas [o que hace es reconocer cémo la diversidad humana que Oceidente habia puesto en trance de desap: eion en su expansién, ha venido a reproducirse en su proplo seno. Al tlempo que lo exético se extinguia en aquellos territorios remotos a los que el antropélogo habia, sido enviado, viejas y nuevas formas de diferenciacion cultural reaparecian al cobijo de las cludades. Es asi que fn realidad las gociedades primitivas —en el sentido dur- kheimniano de elementales—, que fueran la razon primera de la antropologia como disciplina clentifica, aélo pueden, sober yuble a protenie que es binds el anorinain urbane. La tarea del etnéloge pasa a ser entonces la de mostrar de qué esta compuesta una sociedad aparente- mente de masas, cuales gon los elementos constitutivos, ue se ocultan tras esa indiferenciacién que es, en realidad, tun recurso adaptative con que los distintos hacen frente a 5 C.Pétonnet, “Variations sur le Bruit sourd d'un mouvement continu” en J. Gutwirth y C.Pétonnet, eds, Chemin de [a Wile, Enquetes ethnoiogiques, Pais, Eations du CTHS, 1987, 288. 6 / Cludad tiquide, eluded interampider Ja Integracion forzosa que les amenaza, una artimafa que le sirve a la variedad de las especies culturales para burlar el acecho de sue depredadores, eCémo definir lo urbane? Cuando los chicaguianos co: nestaron ou idea de cludad a la de un sistema vivo, wn eccosistema, cuando plantearon at fucionamienta como el de una expresion mas de la naturaleza animada, regida pot mecanismos de cooperaeién automation (oa decir coopera Gion impersonal y no planificada entre elementos en Ran Gion de su posicton ecoldgica), vinteron a definir lo urbane como un mecanismo bidtico y subsocial. Al hacerlo, al pensar la ciudad como un sistema vivo, prepararon el camino para entender la ciudad como una expresion mas de lo que, mucho mas tarde, los teoricos de fa complejidad lejos del equilibrio definirian como cace autorganizado. Mucho antes, una tradiciéa que se inicia con Charles imension del todo singular de lo modiero, entendide aqut come identico a lo urbane, que se delinia precisamente por Su cronica Intranquilidad. Bs Baudelaire quien por vez primera ge refiere a lo moderne como lo efimera, lo fugitive, To contingente, aquello de lo cual el artista seria el pintor del momento que pasa, Baudelaire: primera protesta formal contra lo organico, primera renuncia a cualquier totalidad, Georg Simmel fue seguramente el primero en formalizar socioidgicamente esa misma intuicion baudelairiana, Nav die antes habia trabajado los momentos fugitivos. Fue Simmel quien justamente se planted el problema de cdma caprurar lo fugas y lo Iragmentario de la realicad, cada tino de los detalles de la realidad, Ia imagen instantanea de Ia Interaccion social, todas ins formas minimalistas de soce- dad que la sociciogia formal no esta en condiciones de captar y mucho menos de analizar. Simmel concibié Ia sociedad como una interaccion de stis elementos molec ares mucho mas que como una stibstancia. La sociedad seria, en primer lugar, ese momento preciso en que clertos Individuos entran en internecion y forman una unidad ya \ a ciutat no 68 to urbana / 7 sea temporal, ya sea permanente, Par ello, la sociologta dcbia consistir en una deseripcidn y tun andlleie de lus relaciones formales de elementos complejos en una cons. telacion funcionsl. de una complejisima y tupida red de relaciones, la sociolo~ Bia debia astumir como objeto, segtin Simmel, fas formas de la interaccién, Esa interaccion no es tanto una fiers que ‘ctiia en un cierto sentido como un atomismo complejo 9 altamente diferenciado, del cual resultaba cast imposible inferis leyes generales. Las formas sociales mas compicja son extensidn de interacciones mas simples entre los indi viduos. Esto se traduce en una atencion preferente, casi exclusiva, por fos procesos moleculares microseépicos del material humano, que exhiben a la sociedad, por decirlo ‘si, statu nascondi. Baos delicados e inviaibles taco que == tejen entre una persona y otra son accesibles mediante la microscdpica psicologica, No se trataba de analizer las estructuras de orden elevade y supraindividuates, sino tambien los lazos sutiles, invisibles, que vinculan a los individuos entre st, los freq. mentos fortuitos de ia realidad social, en los que reelteat esa “posibiidad de encontrar en cada uno de los detalles de la vida la totalidad del significado de esta” ‘También en Simmel encontramos ena certeza de que en la sociedad medema las relaciones entre les cosas eatin, sometidas a un fluir constante: “Entre todos loz puntos ¥ dad constante™. Como concecuencia de esa *tendencia general del pensamiento moderne, con su disolucion de Sustancias en funciones, de lo estatico en permanente\en el Muir de una incesante evelucién”, La soctologia de Simmel se funda en la idea de que Ia naturaleza de a existencia social ests gobernada por Ia labor de los indivi- duos en tanto que actores —protagonistas de ta accion fen los que cada pape o rol ee reveia no s6lo por la imagen del otro sino también por el conocimiento del contero \ 2 / Cludad liquide, hued imemumpida. estructural en que tiene hugar ta accién social det individu. {El papel social la mediacion entre lo que Simmel llama Sodiabilidady lo que denomina secialidad. La sociabiidad ts el modo de estar vinculaco un todo y per un todo. La Scctalad cs la cuslidad de estar sociaiteado y se epone Shtinomicamente a individualidad. No ae trata de que lo individuos juequen dentro de In sociedad: juegan a ta Sociedad. La sociologia dela sociabiidad de Sieamel astra jn bosqueda de formas puras de asaciacion e interaccién, formas puras que solo pueden hallarse en interacciones sociales elimeras y en apariencia ineignifcantes 1a socializacisn entre los hombres se anuda conatante Trente y av aruda de nuceo, an Boe lair eterno ge Ehcadena ales indivdos, tambien llidonde noe eleva Masta orgenisactones auténtions. Aut cesiden law nter= 1} Gatciind, toda la polleromin yunieidad de esta vida de iO ciedad tan clara y tan cnlgmaticn. Todos aauelios frandes sisiomns 9 organisaciones supraincividuales on {Eo que oe acsrtuntbre'e pensar con cl concepto de socle~ dads no son ot cove que ina wolidicaciones inmediatas fie lcuren de hora en Hora y de por via aqul y all Snes individue © individ ‘Tras las huellas de Simmel, la Escuela de Chicago y el interaccionisme simbolica. Hata tltima corriente profundi= pardon uno de lon valores fundamentales de todos los tedrices de la modernidad. A partir del papel central otor- gado a la situacion, el interaccioniamo simbolico pasaba a Fantemplar low seres humanos como actores que estable- clan y restablecian constantemente sus relaciones mutuas, fmodificandolas 0 dimitiendo ée ellas en funcion de las Cnigencias de cada situacion, La vida social era entonces eoneebida como un proceso mediante el cual los actores resolvian colectivamente los problemas, modificando la 6G. Simmel, £1 inaividuo y la libertad, Barcelona, Peninsula, 1986, p. 234 La cludadd no es to urbane / 9 naturaleza y la persistencia de sus soluciones, Bs de ahi ‘que Ray L. Birdwhistell elabora su propuesta de proxemia,” ‘como ciencia que atiende el uso y In percepeldn del espacio social y personal, a la manera de una especie de ecologia del pequefio grupo: relaciones formales ¢ informales, crea idm de jerarquias, marean de sometimiento y dovninie, ‘ereacidn de canales de comunicacién. La idea en torn a la ‘cual trabsja la proxemia es la de la de terrtorialidad. En el contexto proxémico, la territorilidad remite a la identifica ign de los individuos con un area determinada que cons dderan propia, y que se entlende que ha de ser defendida de intrusiones, violaciones 0 contaminaciones. En los espa cios puiblices la territorializacion viene dada sobre todo por las negoclaciones que las personas establecen a proposito de cudl es su territorio y cuales los limites de ese territoric Ese espacio personal o informal acompana a todo individuo alla donde vay se expande ocontrae en funcion de los tipos de encuentro y ea funcion de un buscada equilibrio entre aproximacion y evitacion, Por ello cabria preguntarse, vlo urbano y la ciudad son luna misma cosa? Bn una cluded en efecto, vernoe etruc- turas, articulaciones, institueiones, familias, iglesias, mo- numentos, centros, estaciones, palacios, mereados. Pn cambio, ninguna de esas cosas carresponde propiamente Io urbano, como lo demuestra el hecho de qiie toda ello, sihace ono hace, haya estado antes, de hecho alempre, ert todos los sitios. Al mismo tiempo, yen sentido contrario, la ciudad siempre eatd en la ciudad, mientras que lo urbane trasciende sus [ronteras fistens coma nos hiciera notar Hewei Letebvee—, se na generailzade y lo enewentra sin0 par doquiee. De lo urbano cabria decir mas bien que ou ser otra cosa consiste en reconocerse como una labor, un trabajo de 1o 7 RL. Birdwhintell, Bneayos sobre ta comunicacion gestual Gusiave Gil, Barcelona, 1985. Ver tambien ET Mall, Et tircensisn oculta, Meniea, Siglo XM, 1991 10/ Cludad tauida, cued interumidia social sobre sf, come la sociedad urbana manos a ta obra, Jeedndosey heego deshaciéndose una y otra ves, hilvandn~ aaeeeeen materiales que aon instantes, momentos, circuns- seeeee Sleuaciones, todo aquelio de To que Ia expresion tance, J umag delirante vw Ja festa. Sendo materia, 10 mists Zegna maa cerca de ia forma que no de Ta subs Uincla, Eacribe Lefebvre: “... Lo urbano viene a ser un [iitinente que se acaba de descubrir, y cuya exploracion SShows a cabo edificdndoto™® Podria decirse, en otras Siyabras, qu to urbano esta constituido por todo le ue #8 Panne a no importa qué estructura solldiicada, puesto que opt uotuante, etimers, escenario de metamorfosis constan- Seanpor todo lo que hace posible la vida social, pero antes Serahe haya cerrado del todo tal tarea, justo cuando esta ee aitandola, como si hubiéramos sorprendido a ia materia tigen de lo social en estado todavia crudo y desorganizador Dr dee ctor que Nunes noe seria dado ver cuuiciuldo, de Gltsitaciéa, Lo mismo podria aplicarse a In distingion ce eeeirg historia de la chudad y ia historia urbana.” La ealtvora remite ala historia de una materialidad, la segun~ Baia ia de sus utilizadores, es decir sus usuarios. La Gaiaera habla de la forma, Ia segunda de Ia vida que tiene Rigar en au interior, pero que In traaciende. La primera ikiide a lo estable, lo segundo se refiere a las transforms: Sienes oa laz mutaciones, 0, todavia mejor, lo que 1a SeNela de Chicago eifraba como la caractesistica principal Ge la urbanidad: el exceso, Ia errancia, ef merodeo. ‘Si cna antropologia urbana no seria exactamente 10 mniame que una anteopologia de la ciudad, lo mismo podria Gosirse con respecte a ia antropologia urbana considerada: Tin gaaners de una subdivision de la antropologia “del Supacio: En cierto modo la antropologia de lo urbano se 2° Lees apc patie Baresi, Pointe 1976 9 Bea canton: JL: Cohen y D.C. Depaule, Histoire wrbaine, SKetropelogte de Pespace, Paria, CNRS. Editions, 1995. ‘\ ea otudatno.es fo urbano / 11 colocaria en In misma tesitura que pretende ocupar Ia Sntropologia del espacio: una vision cualitativa de este, de Sus texturas, de sus accidentes y regularidades, de les cnergias que en él actian, de sus problematicas, de sus Togieas organizativas... Un objeto de conocimiento que puede ser considerada, con respecta de las practicas socia- Tes que alberga y que en su seno se despllegan como una presencia pasiva: decorado, telén de fondo, marco. pero Tambien coma tn agente activo, Ambito de accion de dis~ positives que laa determina y las orienta, al que los conte- hides de la vida social se pliegan décilmente. El espacio: fge que les sociedades organizan y algo que las somete. Pero en todos loz casos, o casi, Ia antropologia det espacio ha side también casi siempre una antropologia det cepacio construido, es decir del espacio habitado. Pero, a Giferencia de lo que suicede con la ciudad, lo urbano no es Gn renarin que pueda ser morado, La eludad tiene habi- tantes, lo urbano no, Ee mas, en muchos zentides, como sefialaba Henri Lefebvre, “la cladad se componede espacios inhabitados ¢ incluso inhabltables: edificios publicos, mo~ ‘numentos, plazas, calles, vacios grandes 9 pequenos”."° Lo Urbano esta constituido por usuarios. Bs més, lo urban sla apoteosis misma del valor de uso, le que no deja de Ser notable en tna sociedad que subraya tan enfiticamente tlvalor de cambio. “eNo sera el disjrute lo que corresponde fla sociedad urbana?", hacia bien en preguntarse Le~ febvee.'! Por ello, el ambito de lo urbano por antonomasia, su lugar, es, no tanto la cluded en si misma, como st Sepacio publico, Ex el espacio publico donde ae produce la Gpifania de Io que es especifionmente urbano: lo inopinado, lo imprevisto, lo sorprendente, lo absurdo... La urbanidad consists en sea reunion de extrafes, unides por aquello mismo que les separa: Ia distancia, la indiferencia, et 10H. Lefebvre, Et derecho ata cudad, p79. 11H. Lefebvre, La revotucidn urbana, Madrid, Allanes, 1971, p30. Blsubrayado eo sue. 12./ ctudact liquide, cudad interrumpida anonimato y otras peliculas protectoras. Consecuencia de Uivaceptamenta de la inseguridad y la inestabilidad éticas Wino norma y factor que posibilita el nacimiento de sentl- faiestos de cosmopalitismo, circunstancia que te hacia sesibie a Weber una definicion positiva de ciudad como tan extonaiva que el comocimiento personal reciproce de lox fabitantes no exste”.'= La antropologia urbana se presenta entences mas bien como una antropologia de lo que define la wrbanidad. Le Skbane eata hecho de disoluciones, de socialidades mini- Tuslistas, frias, de vinculos débiles y precarios conectados Chute at Rasta el infinits, pero también constantemente intorrumpides, de simultancidades y dispersiones. La an- tropologis urbana —est0 es la antropotogia no de la ciudad, Sinb de todo ese a lo que 2e acaba de altidir—no podria ser Sttonces otra cosa que una antropologia del espacio publi- soi que es igual de lan superficies hipersensibles a ts Mubitidad, de loz desliramientos, de escenificaciones que bien podriamos calificar de coreograficas Tavantropologia urbana tampoco era en s{ una antropo- ogia del territoric. “El eupacio pablico e= un espacio diferenciado, pero las técnicas practicas y simbolicas que lo organizan espacial o temporaimente, que la nombran, que lo recuerdan, que 10 Someten a opmuiciones, yuxtapesiciones, complementarie- Gades, que te graduan, que lo jerarquizan, ete, 30” Poco frenos que innumerabies, proliferan hasta el infinite, son Tante, No tienen tempo para cristalizar, nt para ajustar COnfiguracign espacial alguna. Stel referente humano de Sa antropologia urbana fuera el habitante, el morador 0 el SSnaumidor, si que tendriamos motives para plantearnos Ghisrentes niveles de territorializacién, como las celativas a lon tercitorios fragmentarios, discontinuos, que fuerzan al ba cudad no 0s urbane / 13 sujeto @ multiplicar sus identidades circunstanciales © Contenttales, Pero esta claro que no ¢9 ast. Bl usuario del ‘espacio trbano es un transeunte, alguien que no esti allt, Sino de paso, La calle y el espacio publica llevan al paroxis- a lo que Bachelard llamaba la epistemologia no cartesia~ hat es decir, la extrema complejidad de Ias articulaciones capacio-temporsies, a las antipodas de cualquier distsibus Sion en unidades espaciales claramente delimitables. "Tampoco se dejan domenar faciimente. Ea contra de lo que daba por supuesto Michel Foucault en Vigilar y Castigar, en una vision en titima instaneia reductora y en. Absoluto dialéetic, of espacio publico no esta a merced de dispositivor a través de los cuales los "poderes” ejer~ Corian su despotiomo, aplicandose a un publico pasivo, Gnaleable y décil, que ha devenida de pronto totalmente transparente. Los dispositives existen, sin duda, pero su Guito munca eatd asegurado, ¢Cusles zerfan, en ese con- copto, Ins fronteras simbolicas de ese objeto que ex et espacio publica? eQue fija los limites y las vulneraciones; El exquema de Ia calle, la naturaleza puramente diagra- matica de lo que sucede en espacio publico puede asimi- jarse a Ia nociin de no-higar, tal y como la ha perflado hermosamente Michel de Certaus'® Ambite constituido por la acclén innumerable, indeterminada, en apariencia in- sensata, de “productores malconocides, poctas de sus Ssuntos, Inventores de senderos en las junglas de la racio- ‘alidad Rancionalista’, ajenos @ las marcas de los territo- [mprevisibles, ln peatones elaboran, entre el lugar del que parten y el lugar a que habran de llegar, ex03 no-lugares [Borlos que se escuicha susurrar el murmullo dela sociedad, Fumor infinite que producen al caminar los antcheroes 1M. de Cera, Linvantion du quoter Art de fire Pars 14 / Chudad tquida, cuctact werrumpicia andnimos que van y que vienen, que circulan desbordan- dose o derivando por los relieves que les son impuestos. ‘Los viandantes, he ahi e#e oeéano inquietante, espuma que s¢ infiltra por entre las cundriculas institucionales, que Erosiona lentamente y desplaza la topografla que recorre ¥ Gel que eft realidad no ae sabe nade. Low ronlugures 200 ct Escenario de sus camtflajes, de sus zigzag, de sus jucgos al Gecondite, Esas negaciones del sitio son las que conocen les fstucias que le permiten al usuario del espacio publico Sprovecharse de los accicientes del terreno ¥ sacarle partido f las ocasiones, a los instantes. Por los no:iugares se despa~ reamian los paseantes, cuyos cuerpos escriben un texto que no pueden leer, que nadie puede leer, en tanto se escapa de toda legibilidad. Los trazon de esaa escrituras infinitas, Infinitamente entreenuzadas, componen wna historia multi ple, de la que no hay autores, ni espectadores, hechas de fragmentos, de trayectorias y de alteraciones. Contrastando Con toda representacion, permanece cotidianamente, indefi~ nidamente otra. ‘Aci, de un lado tenemos Ia ciudad geométrica, geograll~ ca, hecha de construcciones visuales, planificada, legible. Del otro, la ctucad-otra, poética, clega y pace, trashuman- te, metaforica, que mantione con el usuario una relacion parccida ala del cuerpe a cuerpo amorozo. Alli se registran, Dracticas microbianas, singulares y al Semps plurales, que Bululan lejos del control pandptico que proliferan muchas Yeces ilegitimamente, que eseapan de toda disciplina, de toda clasificacion, de toda jerarquizacién. Ba por los no-lu- Gnres que vemos agitarse loa que Rillee lamaba los “érboles Ge gestos", que caminan por lag calles sin que se les pueda fjara través de una imagen, sunque si tuviera que elegirse Slguna seria la de “las imagenes -transito, caligrafias ama- fillo-verde y azul metalizado, que aullan sin gritar y rayan El subsuelo de la cituiciad con bordados de letras y de cifras, estos perfectos de violencias pintadas a pistola’. Le con- fratio del no-lugar es el lugar. Lugar: orden cual sea sequin el cual ciertos elementos son distribuides segun relaciones \ La ciudad no es to urbana / 15 de coexistencia, excluyendo la posibilidad de que dos cosas, esten al mismo tempo en el mismo sitio. El no-lugar se corresponde, en Michel de Certats, con cl espacio. Hay expacio cuande #e toman en consideracion vectores de direccion, cantidades de rapidez y variable tiempo. El espacio ea un cruce de trayectos, de movilida- des. #3 espacio el efecto producido por operaciones que lo orienten, lo circunstancian lo temporizan, lo ponen & fancionar. No hay univocidad, ni estabilidad en el espa- cio, a diferencia de lo que ccurre en el lugar, cuyos elementos son, por definicion, fjaciones. La oposicion entre espacio y lugar en Certau es andloga ala propuesta por Maurice Merleatu-Ponty en Fenomenoiogta de ler per cepcisn entre espacio existencial 0 antrepologice y espacio geométrico. Las enunciaciones que se producen en el espacio carecen de desarrolio discursive, son enunciacio- hes caminadas, que es decir lo mismo que verbalizadas, dichas a aces snfadas, yar arganizan « partir de ln relacién entre los lugares de los que se parte 0 a los quc ge quiere llegar y el no-lugar que provocan, y que no es ‘También lo urbano reclama wna reconsideracion de nociones frecuentadas por las clencias sociales de la ciu- dad. La (opografia ze antoja inaceptablemente simple en st preocupacién por los sitios y los monumentos. La morfoge- rnesis es el estudio de los procesos de formacion y de transformacion del espacio edificado o urbanizado, pero no sucle atender el papel de ese individu urbano al que Ia Escuela de Chicago reclamaba una etnologia. Una etnolo- zim que, por fuerea, debia ser mucho mas de las relaciones que de las estructuras, de Ine discordancias y las integra” Glones precarias y provisionales que de las funciones de una sociedad organica. Lo mismo podria decirse del anali- sig Uipo-morfologico del tejide domesticado de la ciudad, pero no atlende para nada las alteraciones y turbulencias que tienen lugar en su seno, cuyo actor central es siempre el usuario, 5 decir, es aquél que usa los lugares y los 16 / Ciudad tiquida, ciudad interumpida trayectos, los espacios y los esquemas concretos confeccio- hades, como sefialaba Lefebvre, de gestos, palabras y memorias, simbolos y sentidos. “Lo urbano, al mismo tiem- ‘po que lugar de encuentro, convergencia de comunicacio- hes e informaciones, se convierte en lo que siempre fue: lugar de deseo, desequilibrio permanente, sede de la diso- lucidn de normalidad y presiones, memento de lo ltdico y 1o imprevisible".'* ‘Tengamoslo claro y presente. La delineacién viaria no es tan sélo el aspecto de Ja proyeccién urbana que fija la imagen mas permanente y, por tanto, mas memorable de una ciudad. Tampoco es tnicamente el esquema alli donde Ja ciudad encuentra compendiada su forma, asi como el sistema de jerarquias pautas y relaciones espaciales que determinara muchas de sus transformaciones futuras. Como Ia arquitectura misma, todo proyecto viario consti- tuye un ensayo que pretende domesticar el espacio urbano. La organizacién de las vias y cruces urbanos es, por encima de todo, el entramado por el que oscilan los aspectos mas intranquilos del sistema de la ciudad, el escenario de esta estructura hecha mas de instantes y de encuentros que no Ge instituciones que singulariza la sociabilidad urbana, Una légica que obliga a topografias méviles, que se corres- ponden con un tipo especifico de lugar que en términos de Isaac Joseph se llama el lugar movimiento éste exigiria det antropologo modalidades alternativas de registro de los datos empiricos, acaso la observacidn flotante a la que se refiere Pétonnet.'® Henti Lefebvre lo ha planteado con una Glaridad inmejorable, a la hora de sentar las bases de exe Fimoandlisis que él reclamaba para el estudio del espacio social: 14H. Lefebvre, BI derecho a la ciudad, Barcelona, Peninsula, 1978, p. 100. 15 C. Pétonnet, “Llobservation flottante", £'Homme, XXil/4, pp. 37-47, a cudad no es fo urbano / 17 No hay un espacio social, sino miltiples espacios sociales, ¢ incluso una multiplicidad indefinida de la que et término espacio social” denota el conjunto no-numerable... Los espacios sociales se compenetran y/o se superponen. No bon cosas, limitadas laa unas por las otras, colisionando por su contomo por el resultado de inercins... Eto spacios no son ya medias vacios, continentes separables fe su contenido, Producidos en el corazén del tiempo, dlistintos pero no disociables, no se los puede comparar ni fa los espacios locales de clertos astrénomes, ni a sedimen- tos, por mucho que esta metAfora resulte més razonable aque una comparacién matematica. .No seria ala dinémica Ge fluidos a lo que cabsia recurrir? Bl principio de super- posicién de los pequenios movimientos nos ensefia que la scala, la dimensién, el ritmo deaemperian un papel impor- fante, Los grandes ‘movimientos se compenetran; cada lugar social solo se puede comprende: a partir de una doble determinacién: arrastrado, arrebatado, a veces interrum~ pido por los grandes movimlentas —aquellos que provocan Interferencias— pero en cambio atravesado, penetrado por los pequedos movimientos, los de redes y ramificaciones. {ps lugares no se yuxtaponen tan golo en el espacio social, cen contraste con lo que ocurre en el espacio-naturaleza. Se {nterponen: se componen; se superponen, y en ocasiones se cortan,. El espacio social comienza a aparecer en st hipercomplejidad: unidades individuales y particulares, fjaciones celativas, movimientes, flujos, onda, compene- tsindase unas, las otras enfrentandose."® El espacio viario, como en definitiva el conjunto de los otros sistemas urbanos, resulta inteligible a partir de su Codificacion, eo decir deede su ubicacién an nin orden de Signos. La calle y la plaza son, en este sentido, objetos de ‘un doble discurso, Uno es resultado de un disefio urbanis- tico y arquitecténico politicamente determinado, la voltun- tad del cual es orientar la percepcién, offecer sentidos 16H. Lefebvre, La production de espace social Paris, Anthro- pos, 1974, pp. 113-115, Los subrayados son suyos. 18 / Cludad lauida, ciudad interrumpita Practicos, distribulr valores aimbélicos y, al fin y al cabo, influenciar sobre las estructuras relacionales de los sua, ios del espacio. Un segundo discurso es el de Ia sociedad -ntido de Ia sociedad de las urbanis- tas, no de los habitantes de la ciudad, sino de los usuarios —productores— de lo urbano, Son ellos quienes tienen siempre la tltima palabra acerca de eémo y en qué sentido moverse fisicamente en el sena de la trama propuesta por los disenadores. Es la accién social lo que, como a fuerea conformante que es, acaba por impregnar los espacios con Sus cualidades y atributos Tenia raz6n Lefebvre cuando caracterizaba lo urbano como escenario de una curicsa independencia relative, entre la logica de la forma y la dialéetiea de los contenidos calle ssa autonomia ial de fo formal y de lo social, por mucho que ambas n protagonistas de frecuentes vinculos y salirla. ‘didamente una antropologia urbania no podia, arecer condenada a atender estructuras € organizan la vida social en torno suyo, ero que no son casi nunca instituciones estables, sino rs pauta de instantes, ondas, situaciones, ritmos, confluen- ciag, encontronazos, fhuctwaciones... Hay una espacialicad en el espacio piblico..., pero esa espacialidad solo relative mente funciona ala manera de una logica espacial enten dida como modelacién y estructuracién eatable, sino como una logica totalmente abierta, cuyos objetos son atcmicos urbana misma, en ef *

También podría gustarte