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Reciba éste mi libro como leve tributo de mi agradecimiento, y habré terminado con
satisfacción, sino con gloria, el agitado periodo de mi existencia poética, guardando para
los días de mi vejez, si debo llegar a ella, el grato recuerdo de bondades tan halagüeñas
que deben servir de estímulo a otros ingenios más capaces que el mío de justificarlas por
completo.
(Prefacio de la Autora1)
El siguiente ensayo tiene como finalidad detallar algunos datos relevantes de Gertrudis
Gómez de Avellaneda; estudiando el contexto histórico en el que se desenvuelve; vida,
obras y análisis del poema A la virgen: Canto matutino. A partir de este poema, el ensayo
girará en torno a la estructura externa como interna, los símbolos, las imágenes y las
interpretaciones obtenidas de diversos autores.
De Avellaneda creció pensando, interpretando y escribiendo teatro "Mi gran placer y única
afición por aquella época era representar tragedias con otras muchachas de mi edad... Mi
familia llegó a concebir temores, y mi madre me prohibió terminantemente volver a tomar
en mis manos ninguna obra dramática. Pero ¿de qué serviría aquella privación? No
habiendo tragedias que leer, yo comencé a crearlas" (Bravo Villasante, 1967)
En el siglo XIX se intentó frustrar el ascenso de la mujer a la cultura. Los talentos
femeninos tuvieron que luchar con fuerzas para hacerse un sitio en la literatura, en la
prensa, en las artes, en todos los ámbitos en general. Las mujeres necesitaron demostrar que
tenían cosas importantes que decir, y que podían hacerlo. Lo lograron empleando buenas
armas: tesón, creatividad, audacia... algunas incluso tuvieron que simular ser hombres para
conseguir publicar. Gertrudis Gómez de Avellaneda, en 1840 hizo amistad con literatos y
escritores de la época en su estancia en Madrid
En 1841 publica dos libros: Poesías y su famosa, pionera y analizadísima novela Sab.
Durante toda su vida cultivó todos los géneros, escribió un total de diecinueve obras de
teatro que se estrenaron la mayoría en Madrid y tuvieron bastante éxito; nueve novelas,
incluida Sab y reedita dos veces sus poesías para sus "Obras completas". Publica poemas
sueltos y artículos en la prensa (Figarola-Caneda, 1929; Simón Palmer, 1991)
En su obra, sobre todo en su poesía, el amor es su tema fundamental, y sus versos eróticos
son de extrema y apasionada sinceridad, en la que funde la expresión robusta con una
intensa nota subjetiva de ternura y nostalgia. “Las calidades que más caracterizan sus
composiciones son la gravedad y elevación de los pensamientos, la abundancia y propiedad
de las imágenes, y una versificación siempre igual, armoniosa y robusta” (Gallegos, 1841,
p. IX)
De Avellaneda es una figura literaria del siglo XIX que destaca por tener una “sensualidad
vibrante y atractiva, pero, al mismo tiempo, un dinamismo nada tropical, una energía que le
permitió atravesar por la vida con predatorio ademán” (Gullón). Nunca perdió su
patriotismo ni su identidad cubana. Pero luego, tras unos tristes acontecimientos en su vida
personal (dos matrimonios, una hija ilegítima y la muerte de estos familiares). Gertrudis fue
desarrollando una fuerte fe católica, lo que le inspiró a escribir grandes obras, como Sad, A
la virgen: Canto matutino, Plegaria a la Virgen.
Avellaneda se caracteriza por ser “La Peregrina” entre dos mundos, Cuba y España,
también ha mostrado una destreza en ambos subgéneros de la poesía religiosa, de modo que
no pertenece ni a una sola nacionalidad ni a un solo subgénero. Dicho esto, el siguiente
análisis, A la Virgen: Canto matutino, llega a un conocimiento más íntimo de la riqueza y
fervor de la poesía religiosa de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Este poema mantiene una gran conexión con los sentidos de la vista, olfato y táctil. Ya
desde el título implica este compromiso sensorial por los sonidos y olores del alba. Los
colores, perfumes y descripciones de los elementos de la naturaleza crean una imagen
general de lo femenino, caracterizando a la Virgen como una figura de exquisitas
fragancias. También, denota el sentido de parentesco entre la tierra y el cielo, evidenciando
que María está en todos lados y es madre de todas las criaturas.
Estas flores igual sirven de metáfora para la Virgen porque actúan como protectoras y
defensoras, que “guardan de la noche el lloro” que luego está “convertido en perlas”. Esta
conversión parece representar una regeneración. En la tercera estrofa encontramos el
sentido del oído:
Es interesante el contraste que hace entre los himnos de las “pintadas aves” y la brama del
“toro fiero”. La oposición de las emociones que evocan recuerda un contraste parecido, el
del amor y el dolor, que se ven en el misticismo. El poema sigue alabando a María y trata
mucho del alma. El vuelo del alma es un tema popular en la literatura religiosa y en el
misticismo. En este poema se trata del alma como el origen de la naturaleza; que todo de la
naturaleza es un reflejo del alma. La luz viene del alma al igual que “las sombras de la
noche fría” (línea 31).
La idea del doble, del reflejo y el eco se nota varias veces. Las seis primeras estrofas
empiezan igual, con “Mientras…” y en otros momentos la voz poética empareja la última
línea de una estrofa con la primera de la siguiente: “Mire tu imagen” (36-37), “ecos” (40-
41), “Vuela mi ruego” (48-49) y “Vuelven ¡María!” (52-53). La voz poética no puede
separar a María de la naturaleza -- ni de los aromas, los sonidos ni de las imágenes
naturales. Tal vez la idea del eco se refiere al papel divino de María; ella es la “reina del
cielo” por el hecho de ser madre de Jesús, que es Dios, el creador de la tierra y la
humanidad.
Con su propio cuerpo, la madre es capaz de alimentar a su hijo, al igual que la tierra
alimenta al hombre (y los animales). Por tanto, jamás se puede separar el ser humano de la
naturaleza. Esta unión divina se manifiesta en la relación entre la Virgen y la tierra.
Además, el medio ambiente, la naturaleza, es precisamente lo que evoca los cinco sentidos
de los seres humanos. La naturaleza es el primer lugar donde se encuentran los olores,
vistas, texturas, sonidos y sabores.
La última estrofa concluye con el alma envuelta en armonía, que nos recuerda una vez más
que este poema es un “canto matutino”. La armonía musical refleja la armonía entre la
Virgen, la naturaleza y el alma.
Fuentes Bibliográficas
Simón Palmer, M. (1991) Escritoras españolas del siglo XIX o el miedo a la marginación.
Recuperado de: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/ bmcg44p0