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La literatura y el arte como espacios de autopsias para la enfermedad.

“La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una
doble ciudadanía: la del reino de los sanos, y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el
pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un timo,
como ciudadano de aquel otro lugar”

Susan Sontag.

El artículo “El SIDA en la literatura latinoamericana: prácticas discursivas e imaginarios


identitarios” realizado por Andrea Kottow (2010) propone un rastreo del discurso con el
tópico del SIDA. Esta revisión de una enfermedad de alta sensibilidad social implica impulsar
una reflexión acerca de límites, normativas y poderes, vinculando esta problemática con la
sexualidad y el deseo. Este análisis se realizó en tres obras literarias latinoamericanas: Salón
de la belleza de Mario Bellatín, loco afán de Pedro Lemebel, El desbarrancadero de
Fernando Vallejo.

Andrea Kottow es investigadora en el campo de los estudios culturales y literarios, y se ha


especializado en las relaciones entre literatura y medicina desde un enfoque biopolítico, con
un interés en las significaciones y representaciones de enfermedad y salud en la literatura. Es
autora de El hombre enfermo. Medicina y Género en la Literatura del 1900 (Frankfurt/New
York: Campus, 2006). Sus artículos han sido publicados en libros y revistas especializados.
El artículo que se pretende reseñar está publicado en la revista AISTHESIS N°47.
Actualmente es investigadora principal del Proyecto Fondecyt Regular “La literatura en el
diván: escenas psicoanalíticas en las literaturas chilena y argentinas”.

Esta investigación es de gran importancia, ya que considera los tabúes sociales e ilumina la
enfermedad como propuesta ética para separar a los enfermos de los sanos. Kottow expone
tres teorías en los que gira en torno a estos estereotipos sociales. Tres países están implicados
en esta conspiración de poder simbólico para resguardar lo saludable ante una enfermedad.
Estados Unidos, encabezando la lista, presenta la enfermedad del canto negro como el tópico
de raza. Haití se desenvuelven en el cliché del gay norteamericano con la representación del
‘falo sagrado’ para un turismo sexual. Por último, Unión Soviética que considera la
enfermedad proveniente por un arma biológica por EE.UU.

Esta metáfora del virus representada por los discursos pretende materializar discursivamente
la temática de este agente patógeno, ya que pone en jaque una limitación de la realidad y
ficción de la enfermedad real ante una enfermedad literario. Kottow expone las tres obras en
diversas temáticas biopolíticas en donde está inmerso la enfermedad. En la obra de Mario
Bellatin, Salón de belleza; la autora resalta la concepción de lo feo/bello, libertad/encierro,
inclusión/exclusión y vida/muerte dentro de dos líneas temáticas: primero, el reclutamiento
de los enfermos, y, segundo, los enfermos terminales. Dentro de estos contextos se resalta un
sexo solitario en donde pone en manifiesto la masturbación, medicina y exclusión del cuerpo.

Dentro de la obra Loco afán. Crónica del sidario de Pedro Lemebel, se resalta todo los
discursos de dictaduras, neoliberalismo, homosexualidad y travestismo, estos dos últimos son
entes marginales de una sociedad ética-sexual en donde sus role políticos los desplazan de
una sociedad sana. Para Kottow, el acercarse a esta obra da una percepción de cómo la
homosexualidad y el travestismo son cuerpo enfermos que se encuentran bajo el dominio y
estrategia de poder del Ser y la Realidad. En la primera, homosexualidad, el cuerpo del
individuo se encuentra bajo prisión, tortura y persecuciones que conllevan a la muerte, por
otro lado, el travestismo simula prácticas de seducción en donde el revestimiento es un
modelo productivo para el disciplinamiento sutil de los cuerpos. Estos modelos identitarios
son una burla del hombre masculino que no solo desde la concepción religiosa, bautismo,
sino desde su nacimiento, social y biológico.

Por último, la obra de Fernando Vallejo, Desbarrancadero, está sujeta bajo los tópicos de
exorcismo y violencia. “El texto de Vallejo se dirige contra todos y todo lo que puede ser
subsumido bajo los términos de autoridad y moral: el Estado, la Iglesia, la familia, la
maternidad no sólo son organizados sino también insultados y directamente desvalorizados”
(Kottow, 2010:255). En este apartado la autora resalta el a la literatura y el arte como
espacios que servirán de exorcismo de las imaginaciones asociada a la mala madre. Para
Lemebel la escritura es un proceso que destruye, de-subjetiviza desbarrancando todo lo que
se le cruce en su camino, como es el virus.

Este texto es recomendable, ya que da un amplio análisis de estos imaginarios patológicos


representados en las obras de diversos países latinoamericanos, chile, colombia y méxico;
además, mantiene percepciones visuales que se vinculan al cuerpo y sus simbolizaciones
están presentes la distopía, los hombre-máquinas, que, por último, la vinculación de la
manipulación del cuerpo con una concepción de vida y muerte: deterioro, enfermedad y
vejez, pero que en estas novelas los cuerpos están corrompidos. Por ello, Andrea Kottow
sostiene que la literatura latinoamericana mantiene discursos que subvierten el orden del
macho blanco hacia aquellos, marginales, deben ser extirpados de la sociedad.
Bibliografía
Kottow, A. (2010) “El SIDA en la literatura latinoamericana: prácticas discursivas e
imaginarios identitarios”. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Revista
AISTHESIS, N°47, pp. 247-60.

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