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REPRODUCCIÓN DE LAS PLANTAS

Te explicamos qué es la reproducción de las plantas, tanto sexual como asexual. Además, qué son angiospermas y
gimnospermas.

En la reproducción sexual de las plantas los insectos pueden ser polinizadores.

¿Qué es la reproducción de las plantas?

Todos los seres vivos poseen algún tipo de reproducción, es decir, un mecanismo para continuar la especie y
garantizar la preservación de su contenido genético, en que se encuentra su riqueza biológica. En el caso de los seres
vivos del reino vegetal, dicha reproducción se da a través de modos muy específicos, que pueden ser sexuales o
asexuales.

La reproducción de las plantas, por ende, depende en gran medida de la especie vegetal de la que se trate: los
distintos tipos de plantas varían enormemente en cuanto a estructuras, comportamientos y, por lo tanto, métodos
reproductivos.

La inmensa diversidad de especies en muchos casos permite tanto la reproducción sexual como la asexual,
dependiendo de las condiciones del medio. Además, muchas especies de plantas son hermafroditas.

Sin embargo, a grandes rasgos la reproducción de las plantas puede diferenciarse en:

Angiospermas. Son las plantas con flores y frutos.

Gimnospermas. Son plantas sin flores. Este grupo a su vez puede distinguirse de los musgos (briófitas) y helechos
(traqueofitas), que no poseen semillas y por ende se reproducen asexualmente.

En ambos grupos, la presencia de semillas es casi siempre evidencia de un método de reproducción sexual (incluso si
es consigo misma, dado el hermafroditismo).

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Reproducción sexual de las plantas

En la reproducción sexual el cigoto fecundado es recubierto por una capa protectora.

Al igual que en los animales, la reproducción sexual en las plantas requiere de la unión de dos gametos (femenino y
masculino), los cuales se producen en los órganos sexuales de las plantas: estambre y estigma, respectivamente.
Dichos gametos haploides se suelen juntar por la acción de insectos o medios polinizadores (como las abejas), que
transportan el polen lleno de gametos de una planta a la otra, permitiendo así la fecundación. En otros casos el
viento cumple ese rol, sobre todo para los hongos, musgos y helechos que también poseen reproducción sexual
mediante esporas.

Una vez fecundada la planta con el polen de otra, dentro de la flor se produce un cigoto que reúne los caracteres
genéticos de sus dos progenitores (variabilidad sexual) y que eventualmente es recubierto con una coraza
protectora, constituyendo una semilla.

Entonces, en las angiospermias, se crea un fruto a su alrededor, para que los animales lo coman y la transporten a
otros lugares alejados de la planta progenitora, o bien se liberará las semillas al medio ambiente, para que germinen
donde consigan las condiciones idóneas y el ciclo pueda volver a empezar.

De cada semilla germina una sola planta, cuyo genoma es único y distinto al de las demás semillas de su camada.

Reproducción asexual de las plantas

La propagación engendra individuos nuevos pero adheridos a sus progenitores.

En cuanto a la reproducción asexual, obviamente no presenta variabilidad genética, así que no requiere de
polinización, ni fecundación. En su lugar, se lleva a cabo mediante distintos mecanismos, como son:

Esporulación. Se llama así a la generación de esporas, las cuales pueden ser de muy distinto tipo, y que están
preparadas para resistir a las condiciones adversas del medio ambiente hasta que haya humedad suficiente para
germinar. Dichas esporas poseen el genoma entero de su progenitor y crearán por lo tanto individuos idénticos a
éste, o sea, clones, que perpetuarán la colonia.

Gemación. Se trata de una división desigual de las células del individuo que se reproduce, generando otro idéntico a
sí mismo a partir de alguna protuberancia o estructura corporal que, una vez llegado el momento, podrá crecer y
separarse del progenitor para comenzar una vida independiente, o permanecer adherido y comenzar una colonia.

Propagación. En este caso la reproducción se lleva a cabo mediante estructuras usualmente subterráneas, que
engendran individuos nuevos pero adheridos corporalmente a sus progenitores. Es el caso de los tubérculos, los
rizomas o los bulbos.

Apomixis. Es una forma de reproducción asexual mediante semillas, disponible para algunas plantas solamente, en la
que se producen semillas sin fecundación ni polinización, sino únicamente replicando el genoma del progenitor, o
sea, semillas clónicas.
LA REPRODUCCIÓN SEXUAL EN ANIMALES

La mayor parte de los reptiles son ovíparos.

La gran mayoría de los animales se reproducen sexualmente, por lo que presentan también dismorfismo sexual:
diferencias físicas entre machos y hembras. Sin embargo, no todos se reproducen de idéntica manera, ya que
existen:

Animales ovíparos. Aquellos que se reproducen sexualmente, ya sea a través de un coito (fecundación interna) o de
la liberación de gametos (fecundación externa), pero siempre a través de huevos que deposita la hembra. Dichos
huevos son fecundados dentro o fuera de la hembra por el esperma del macho y dan origen cada uno a un nuevo
individuo de la especie (o varios). Son ejemplo de animales ovíparos: los insectos, los peces, los reptiles y las aves.

Animales vivíparos. Aquellos que se reproducen sexualmente y mediante coito, es decir, con fecundación interna,
por lo que atraviesan una gestación o embarazo, al término del cual se expulsan vivos a los nuevos individuos, ya
formados, listos para llevar una vida independiente. Son ejemplo de animales vivíparos: los mamíferos y el ser
humano.

Animales ovovivíparos. Aquellos que se reproducen sexualmente y mediante coito, y mediante una puesta de
huevos, pero esta última ocurre dentro del cuerpo de la madre, del cual saldrán posteriormente los individuos
formados. Se trata de una opción intermedia entre las dos anteriores. Son ejemplo de animales ovovivíparos:
los tiburones, las rayas y ciertos tipos de serpiente.

Reproducción sexual humana

Los seres humanos pasamos por un embarazo prolongado, de 9 meses.

Los seres humanos, en tanto mamíferos, nos reproducimos de manera sexual y mediante coito, con fecundación
interna de la hembra, que luego atraviesa un período de gravidez o embarazo prolongado, durante 9 meses
aproximadamente.

Durante dicho proceso el vientre materno se abulta a medida que el cigoto se convierte en embrión y este último en
feto, para finalmente ser expulsado por el canal de parto.

Sin embargo, a diferencia de otras especies animales, los seres humanos tenemos una infancia prolongada y
vulnerable, especialmente en los primeros meses de vida, ya que el desarrollo de nuestro cerebro es posterior al
parto. De otro modo sería muy difícil que la cabeza rígida de un niño atravesara el canal de parto.
La reproducción asexual no requiere la participación de dos sexos ni de gametos.

A diferencia de la reproducción sexual, la asexual no requiere de la participación de dos sexos, ni de gametos, sino
que partiendo de un único individuo pueden obtenerse dos descendientes, pero con la salvedad de que éstos
serán genéticamente idénticos al progenitor, o sea, serán sus clones.

La reproducción asexual se diferencia de la sexual en que resulta mucho más económica en términos energéticos, y
más fácil en sus procedimientos celulares, pero carece de un elemento fundamental que es la variabilidad genética.
Para ello, las especies de seres vivos que se reproducen de esta manera dependen de las mutaciones espontáneas
del ADN.

En biología, la reproducción sexual es todo proceso de generación de un individuo nuevo que involucra a dos
individuos de la misma especie pero distinto sexo. Se diferencia de la reproducción asexual porque implica la
combinación de los materiales genéticos de ambos progenitores para formar uno nuevo.

La reproducción sexual es característica de los organismos eucariotas, o sea, de aquellos


cuyas células poseen núcleo bien definido, y sobre todo de los pluricelulares.

Se da conforme a distintos mecanismos, que conducen siempre a la fecundación: la unión de células sexuales
provenientes de cada uno de los progenitores, para iniciar un proceso de multiplicación acelerada y conformar un
cigoto, que posteriormente será embrión y finalmente un individuo nuevo de la especie, listo para incorporarse
al ecosistema.

El origen de la reproducción sexual constituye un misterio biológico, pero se asume que surgió en nuestro planeta
hace 1.200 millones de años, antes de que existieran los primeros organismos pluricelulares.

Algunas teorías apuntan a que fue consecuencia de las infecciones virales, otras a ciertos tipos de fagocitosis celular
que permitieron la incorporación del ADN de las células devoradas en el de la devoradora. En todo caso, permitió
combatir el empobrecimiento genético de las comunidades, y dio paso una variación genética que no dependía
de mutaciones esporádicas.

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