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“AÑO DEL FORTALECIMIENTO DE LA SOBERANÍA

NACIONAL”

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TAREA ACADÉMICA 2

Curso:
Derecho Procesal Civil II (40744)

Docente:
José Antonio Miranda Gonzáles

Estudiantes:
Barboza Silva, Flor Anahy U20225036
Canales Usquiano, Carlos Paúl U20222850
Díaz Ugaz, Milagros Doiliveth U20215741
Pejerrey Quezada, Dayana Maylin U20226032
Peralta Fernández, Gabriel Armando U20210551
Salazar Tello, Hugo Enmanuel U20226437

Tema:
ANÁLISIS JURÍDICO DEL VIII Y IX PLENO CASATORIO CIVIL

Chiclayo, 23 de noviembre del 2022


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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN........................................................................................................................

1. ANÁLISIS DEL VIII PLENO CASATORIO CIVIL...........................................................

1.1. Principales hechos del caso...........................................................................................

1.2. Problemas jurídicos.......................................................................................................

1.2.1. Análisis del artículo 315° del Código Civil...........................................................

1.2.2. Disposición de los bienes en una sociedad de gananciales por uno de los

cónyuges: ¿es un acto ineficaz, nulo o anulable?..................................................................

1.3. Intervención de los amicus curiae...............................................................................

1.3.1. Opinión de Giovani Priori Posada.......................................................................

1.3.2. Opinión de Rómulo Morales Hervias..................................................................

1.3.3. Opinión de Mario Gastón Fernández Cruz..........................................................

1.3.4. Opinión de Enrique Varsi Rospigliosi.................................................................

1.3.5. Opinión de Alex Plácido Vilcachagua.................................................................

2. FUNDAMENTOS DEL PLENO CASATORIO:...............................................................

2.1. Solución brindada para resolver el VIII Pleno Casatorio Civil...................................

2.2. La Sociedad Conyugal................................................................................................

2.3. La Nulidad de los Actos Jurídicos...............................................................................

2.4. Interpretación del artículo 315....................................................................................

3. COMENTARIO SOBRE LO DISPUESTO EN EL VIII PLENO CASATORIO CIVIL

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3.1. Comentario sobre el voto mayoritario: tesis de la nulidad..........................................

3.1.1. Nulidad por fin ilícito..........................................................................................

3.1.2. Nulidad por simulación........................................................................................

3.2. Comentario sobre el voto minoritario: tesis de la ineficacia.......................................

3.3. Otros aspectos a analizar del VIII Pleno Casatorio Civil............................................

3.3.1. La interpretación del artículo 315 con relación a las Uniones de Hecho.............

3.3.2. Los problemas jurídicos que derivan de la nulidad del acto jurídico de

disposición del bien social por uno de los cónyuges en el ámbito registral........................

3.4. Precisiones finales sobre el caso convocado a Pleno Casatorio Civil.........................

4. ANÁLISIS DEL IX PLENO CASATORIO CIVIL...........................................................

4.1. Partes...........................................................................................................................

4.2. Pretensión de los accionantes......................................................................................

4.3. Hechos del caso...........................................................................................................

4.4. Opinión de los amicus curiae......................................................................................

5. FUNDAMENTOS DE LA SALA......................................................................................

6. COMENTARIOS SOBRE EL IX PLENO CASATORIO CIVIL......................................

6.1. Modificatorias en el IV Pleno Casatorio Civil............................................................

6.2. Modificatorias al I Pleno Casatorio Civil....................................................................

CONCLUSIONES......................................................................................................................

BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................................

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INTRODUCCIÓN

Como parte de la labor de brindar una justicia efectiva y eficaz, los órganos

jurisdiccionales tienen la obligación de emitir fallos consecuentes, que se ajusten al

derecho y que reflejen que se ha permitido el acceso a los ciudadanos a la tutela

jurisdiccional efectiva de manera eficaz. No obstante, existen pretensiones o materias

que en determinados casos pueden resultar problemáticas dado que por su complejidad

o la forma en que la litis se forma da pie a un abanico de distintos criterios de resolución

para una controversia.

Ante ello, el legislador ha previsto un mecanismo que permita evitar esta

discrepancia de criterios, los cuales generan inseguridad jurídica y entorpecen la función

de la administración de justicia. Dicho mecanismo es la convocatoria que se hace al

desarrollo de un Pleno Casatorio Civil, con arreglo a lo dispuesto por el Código

Procesal Civil. En base a ello, se pretende establecer una postura única para la solución

de casos que posean el perfil descrito en el párrafo anterior, uniformizando el criterio de

los jueces una vez fijados los precedentes que correspondan.

En ese orden de ideas, en el presente trabajo se realizará un análisis y crítica

hacia el Octavo y Noveno Plenos Casatorios Civiles. Pretendiendo por medio de esta

investigación determinar los principales aspectos de los casos presentados, la opinión de

los amicus curiae, así como la decisión de los jueces supremos y los fundamentos de los

mismos. De igual modo, el grupo ha tenido a bien el comentar los aspectos

anteriormente mencionados, así como determinar las razones que nos hacen adoptar una

postura al respecto de los alcances de cada uno de los plenos.

Como no podía ser de otro modo, también se realizarán críticas a ciertos

aspectos que resultan no ser del todo consistentes en los alegatos, ideas y razones

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brindadas por el conjunto de jueces supremos en casa uno de los Plenos Casatorios

Civiles. Creemos que, si bien la celebración de estos Plenos Casatorios supone una

contribución importante en materia de contratos, teoría del acto jurídico y otros tópicos

propios del derecho civil, existen algunos puntos que a nuestro parecer deberían de

hacer sido abordados con mayor precisión y cuidado.

Por lo demás, en el presente trabajo se abordará en primer lugar el Octavo Pleno

Casatorio y luego el Noveno. Como apoyo para el análisis de ambos, se ha recurrido al

uso de distintas fuentes bibliográficas. Estas son distintos documentos que permitieron

remitirnos a diversas fuentes del derecho como son la ley, la doctrina y la

jurisprudencia.

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1. ANÁLISIS DEL VIII PLENO CASATORIO CIVIL

1.1. Principales hechos del caso

El 20 de setiembre de 2020 se publicó en la ciudad de Lima la Resolución final a

la por medio de la deliberación, acuerdo e investigación arribaron los señores jueces

supremos y teniendo como base principal la Casación N°3006-2015-JUNÍN. Es en esta

sentencia, en donde los miembros de la Corte Suprema reunidos en sesión de Pleno

Casatorio, ha expedido su decisión considerando que esta pueda servir como precedente

judicial para futuros casos similares que se den, todo ello según lo estipulado en el

artículo 400° del Código Procesal Civil.

Respecto a la casación ya antes mencionada, se debe mencionar de este proceso

de que la vía procedimental es de conocimiento, cuya materia versa sobre la Nulidad de

Acto Jurídico. El caso base que fue el motivo por el cual se celebró y emitió el VIII

Pleno Casatorio Civil gira en torno al matrimonio de Catalina Genoveva Jacay

Apolinario y Nolberto Choque Huallpa. Cabe mencionar que en el trascurso de esta

demanda ambos cónyuges ya habían fallecido. No obstante, es de vital importancia

señalar algunas precisiones sobre dicha sociedad conyugal.

En primer lugar, se debe de tener en cuenta que el régimen patrimonial del

matrimonio mencionado anteriormente era de sociedad de gananciales o comunidad de

bienes, como se indica a lo largo de la explicación de esta resolución. En segundo

lugar, también se debe de mencionar que el matrimonio de Catalina Genoveva Jacay

Apolinario y Nolberto Choque Huallpa no se encontraba inscrito en el Registro

Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), generando como consecuencia

que el Documento Nacional de Identidad de Catalina Jacay no cuente con el estado civil

de “casada” sino de “divorciada”.

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Teniendo en cuenta lo anterior, la controversia surge cuando se celebra un

contrato de compraventa que realizó Catalina Genoveva Jacay Apolinario con Rocío

Zevallos Gutiérrez. El fin sería la venta de un bien inmueble que se encuentra ubicado

en el pasaje Las Estrellas, sin número en el distrito El Tambo, provincia de Huancayo,

departamento de Junín, con una extensión de 73 metros cuadrados. Previamente, este

predio fue adquirido por la sociedad de gananciales conformada por Catalina Genoveva

Jacay Apolinario y Nolberto Choque Huallpa.

Luego de esta venta la misma compradora, la señora Rocío Zevallos Gutiérrez,

celebró un contrato de compraventa respecto al mismo bien con Martha Matos Araujo.

Debe de señalarse en este punto que ambos contratos de compraventa fueron elevados a

escritura pública, para poder certificar de forma oficial la compra del inmueble en

cuestión. Sin embargo, el problema que envuelve dichos hechos y se alega esta casación

es que, como bien se dijo antes, el inmueble fue adquirido cuando la sociedad conyugal

de Catalina Genoveva Jacay Apolinario y Nolberto Choque Huallpa aún subsistía

Ello conlleva a concluir que este inmueble cuando se compró pertenecería a

ambos conyugues, al ser un matrimonio con régimen matrimonial de sociedad de

gananciales. Esto queda explícitamente respaldado en el artículo 315° de la codificación

civil peruana, al consignarse que, en casos de disposición de bienes sociales, es

responsabilidad de ambos conyugues de intervenir y responder por los inmuebles que

estos compran o venden. En pocas palabras, dicho artículo señala que, ante cualquier

acto jurídico es obligación de en este caso Jacay y Choque, de responder.

Pero ya teniendo en cuenta, lo que nos indica tanto los alcances principales de la

problemática que gira en torno del predio que se advierte en esta demanda y lo que

indica la legislación, debe de señalarse cuál es el principal problema que enmarca esta

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demanda. En el presente caso se puede evidenciar que el primer contrato que celebra la

señora Catalina Jacay, con la finalidad de vender el inmueble que había adquirido junto

con su esposo, no fue realizado con la intervención de este último, el señor Nolberto

Choque, sino que este se ausentó al momento de la venta del inmueble. Lo que es más,

se advierte en el descrito de la demanda que él no sabía de esa venta.

En base a ello la demandante, hija de Catalina Jacay y Nolberto Choque, Karina

Choque Jacay, solicita se declare nula la escritura pública de compraventa y el acto

jurídico que este documento contenga, el cual es el celebrado entre su madre y Rocío

Zeballos. La demandante también pide que se anule la escritura pública de compraventa,

que es el medio de comprobación que certifica que la venta es totalmente lícita y legal.

Para validar sus pretensiones, la demandante toma como alegato principal la

vulneración al artículo 315° del Código Civil, pero también señala que se vulneraron

dos causales de nulidad del acto jurídico, que vendrían a ser la simulación absoluta y la

del fin ilícito. Las causales invocadas se fundan por una presunta mala fe por parte de la

compradora del inmueble, la señora Rocío Zevallos, ya que esta era conviviente de

Johel Samuel Salazar Jacay, hijo de otro compromiso de Catalina Jacay y medio

hermano de la demandante, por lo que a criterio de ésta última se podría decir que la

compradora ya tenía conocimiento que el predio en cuestión era un bien social y no un

bien propio.

1.2. Problemas jurídicos

1.2.1. Análisis del artículo 315° del Código Civil

En el VIII Pleno Casatorio Civil se analizaron múltiples artículos referidos a la

nulidad y el artículo 315° del Código Civil no fue la excepción. Es en base a este

artículo que los jueces supremos querían determinar si dicha disposición constituía una

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norma de orden público. ´Pero, ¿qué importancia tiene este artículo con el caso en

cuestión? La respuesta se traduce en una estrecha relación del mismo con el caso dado

que, si este artículo es una norma imperativa o de orden público, su trasgresión o

vulneración tendría como sanción la nulidad del acto jurídico que se ha llegado a

realizar, tal y como señala el artículo 219°, numeral 8 del Código Civil, y todo en ello

en concordancia con el artículo V del Título Preliminar del mismo cuerpo normativo.

Entre los jueces de la Corte Suprema se pudo evidenciar dos posiciones

fuertemente marcadas, referente a la solución del presente caso. En la sentencia emitida

en este caso se pudo observar una posición disidente que obtuvo un voto minoritario

apoyada en la idea de la ineficacia del acto jurídico. Los magistrados que obtuvieron el

voto mayoritario señalaron que el artículo en cuestión contenía una norma de orden

público, inclinándose por la tesis de la nulidad del acto jurídico.

Es importante recalcar que lo mencionado párrafos arriba fue el principal

argumento por el cual se llegó a determinar la decisión de establecer la nulidad del acto

jurídico como sanción ante futuras situaciones de intervención conjunta de los cónyuges

en el acto. En lo referente al voto minoritario es importante señalar que los magistrados

sostenían que el artículo 315° del código civil regulaba interesas más que todo privados,

mostrándose en contra de la postura mayoritaria.

1.2.2. Disposición de los bienes en una sociedad de gananciales por uno de los

cónyuges: ¿es un acto ineficaz, nulo o anulable?

El debate principal del VIII Pleno Casatorio Civil giró en torno a la

determinación del hecho que si solo un cónyuge realizaba un acto jurídico respecto a un

bien inmueble que pertenencia a la Sociedad Conyugal (como en el presente caso,

donde el predio no solo le pertenecía a la madre de la demanda, sino que también la

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decisión tenía que tomarla con su esposo), de comprobarse que esta es una falta que

transgrede lo mencionado en el Código Civil, ¿el acto celebrado sería nulo, anulable o

ineficaz?

Como ya se ha precisado con anterioridad, la decisión mayoritaria determinó que

en casos similares a la demanda en cuestión deberá de optarse por la nulidad del acto

jurídico, según lo dispuesto en el artículo 315° del código civil, al tratarse de una norma

que infringe al orden público. Por otro lado, se reitera que el voto minoritario optó por

mencionar que ante la falta de legitimación de un cónyuge ante un contrato, se debe de

optar por determinar el acto jurídico celebrado como ineficiente.

1.3. Intervención de los amicus curiae

1.3.1. Opinión de Giovani Priori Posada

Respecto al caso Priori Posada determinó que el acto jurídico realizado era

ineficaz y no nulo, todo ello causado por la falta de legitimación del mismo acto en

cuestión. También mencionó en su análisis que su opinión también se basaba en el

tratamiento del tema que se observa en el derecho comparado, principalmente en lo

referente a las hipótesis que surgen en torno a la ineficacia.

No obstante, Posada indica que existe al menos 7 hipótesis que se pueden

considerar en casos donde la ineficacia no es una opción viable, entre las que

encontramos la trasferencia a título gratuito a tercero con mala fe, la trasferencia a título

gratuito a tercero con buena fe, trasferencia onerosa a tercero con buena fe, y otras

situaciones en donde se pueden evidenciar actos jurídicos que luego de su revisión

pueden ser considerados como ineficaces.

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1.3.2. Opinión de Rómulo Morales Hervias

Por otro lado, Morales Hervias menciona en el desarrollo de su ponencia que

todo acto de enajenación que viene de parte de uno de los cónyuges, tal y como se ha

visto en el caso en cuestión, es ineficaz y ello es así por la falta de legitimación. Con

esta opinión Morales indica se basa más en los conceptos y situaciones similares que se

han dado en la legislación de México, Colombia, Venezuela, Chile, entre otras

coincidiendo en parte como Priori Posada.

Morales también sostiene que referente a este caso y a futuras situaciones se

debe de tener en cuenta tres conceptos: legitimidad, inoponibilidad y falta de

legitimidad. Refiere de igual manera que en este caso en concreto no se puede resolver

bajo la premisa que no se evidencia o hay falta de manifestación de la voluntad de una

de las partes, ya que nadie cuestiona la voluntad de las personas que suscribieron y

celebraron este negocio.

Tampoco se puede alegar que no existe un objeto jurídicamente imposible, ya

que nuestro mismo ordenamiento jurídico permite la venta de un bien ajeno. Para

finalizar la sustentación de su postura, también nos indica que no se puede señalar que

no hay fin lícito porque el adquiriente no sabía que el inmueble era propiedad de una

sociedad conyugal

1.3.3. Opinión de Mario Gastón Fernández Cruz

En tercer lugar, se expondrá la opinión de Fernández Cruz quien indica que el

problema central del caso en cuestión (cuando solo uno de los cónyuges dispone de los

bienes que pertenece a la sociedad de gananciales) vendría

a ser un asunto de ineficacia. Ello sería causado por una falta de legitimidad,

conllevando a asegurar que este caso no puede ser resuelto por nulidad. En pocas

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palabras, asume la misma postura que los dos amigos de la corta citados con

anterioridad.

1.3.4. Opinión de Enrique Varsi Rospigliosi

Varsi Rospigliosi por el contrario, asegura que la finalidad del artículo 315° del

Código Civil es proteger a la familia, tal como también se puede evidenciar y validar en

el artículo 4° de la Constitución Política del Perú. El jurista también menciona que el

acto de disposición de bienes de la sociedad conyugal es uno con eficacia suspendida, lo

que permite que se pueda confirmar o ratificar, es decir, "rescatar" sus efectos y, en

consecuencia, operar de manera retroactiva y reducir costos, lo que es congruente con la

tendencia moderna de flexibilizar la participación de ambos cónyuges.

Ante ante ello, también es importante mencionar que Varsi indica que esta

decisión no siempre se tomará ante estas situaciones, ya que en algunos casos se llegaría

a determinar que los actos son nulos. Por ejemplo, en los casos de connivencia entre el

cónyuge y el tercero, ya que esto configuraría un fin ilícito.

1.3.5. Opinión de Alex Plácido Vilcachagua

Para finalizar con las opiniones de los amici curiae, Placido Vilcachagua hizo

una comparación entre el Código Civil argentino y el peruano. Señaló que en la

legislación argentina la trasferencia de bienes de la sociedad conyugal requiere de

ciertos requisitos, como es el asentimiento del otro cónyuge. Sin embargo, en Perú, hay

una facultad de dirección compartida, por lo que no se puede determinar que en estos

casos puede existir un supuesto de falta de legitimidad, pues según lo dispuesto por el

artículo 315° del código civil nos indica que la intervención conyugal es de

coparticipación y no de asentimiento.

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Plácido Vilcachagua sostuvo que la referida norma es una imperativa de

actuación conjunta. No obstante, agregó que, aunque propiamente es un asunto de

nulidad por falta de manifestación de voluntad (dado que no hay voluntad por declarar

ni voluntad declarada), habría que preferir la anulabilidad, pues no se afecta un interés

general. Ante lo señalado anteriormente por el jurista también se debe de rescatar ciertas

recomendaciones que da respecto al tema en cuestión.

Por un lado, para evitar este tipo de situaciones debe de existir la obligación de

integrar todos los datos que son necesarios a la RENIEC, con la finalidad de culminar

con los fraudes que en algunas ocasiones se dan. Por otro lado, como reseña final

también indica que es lamentable que nuestra legislación no contemple a la anulabilidad

como opción ante estas situaciones, ya que considera que esta es la forma más viable de

resolver este tipo de situaciones.

2. FUNDAMENTOS DEL PLENO CASATORIO:

2.1. Solución brindada para resolver el VIII Pleno Casatorio Civil

Al abordarse el VIII Pleno Casatorio, no solo se tenía como finalidad resolver el

caso en cuestión, sino que también la decisión que tomen los jueces supremos serviría

de precedente vinculante para futuras situaciones similares que lo requieran. Como se

mencionó anteriormente, VIII Pleno Casatorio Civil inició por el problema de la

disposición que se le quiere dar a un bien que es parte de la sociedad de gananciales del

matrimonio conformado por Catalina Jacay y Nolberto Choque. Se llegó a determinar

gracias a la intervención de los magistrados miembros de la Corte Suprema fundada el

recurso en cuestión, por lo que se declararon nulas las dos escrituras públicas en donde

se vende el inmueble, las cuales forman para de la controversia del caso

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2.2. La Sociedad Conyugal

La exposición que se realiza de las razones en las que se apoyan los magistrados

de la Corte Suprema para su decisión final en el presente caso se traduce en dos líneas

de acción principales: el tratamiento de la sociedad conyugal y la nulidad de los actos

jurídicos, tanto a nivel doctrinal como legal. El desarrollo que se hace de ambos

aspectos termina por integrarse en la interpretación que se hace del controvertido

artículo trescientos quince del Código Civil, por el cual se establecería la consecuencia

que surge cuando un cónyuge dispone de un bien de la sociedad sin conocimiento ni

autorización del otro.

Así pues, es necesario realizar algunas precisiones respecto a los dos tópicos

mencionados en el párrafo anterior a fin de comprender los motivos expuestos por la

sala respecto de su decisión. En primer lugar, se abordará a la Sociedad Conyugal,

siendo que este término hacer referencia a una institución que engloba distintos aspectos

patrimoniales de la vida matrimonial de los cónyuges. Es importante resaltar que la

Sociedad se constituye con la celebración del matrimonio y abarca gran parte de los

efectos que este negocio jurídico genera a nivel económico.

De acuerdo con Coca (2021), la Sociedad Conyugal viene a ser “el conjunto de

normas jurídicas que rige las relaciones económicas, que se suscitan en las relaciones

interconyugales (entre los cónyuges) y extraconyugales (con terceros) y que se aplican

supletoriamente a las uniones estables”. En consecuencia, las actuaciones de cada uno

de los cónyuges en materia patrimonial deben de ceñirse a las disposiciones consignadas

en el libro de derecho de familia del Código Civil. La importancia de regular la

capacidad de disposición de los cónyuges sobre los bienes de la sociedad responde a la

necesidad de establecer un marco de protección a las necesidades materiales de la

familia por medio de la citada sociedad.

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Por otro lado, se debe de considerar que una Sociedad Conyugal se trata de una

figura sui generis toda vez que posee elementos comunes con otras figuras jurídicas, sin

establecer una relación de entera pertenencia con alguna de ellas. De este modo

Echecopar, citado por de la Puente, indica que la Sociedad Conyugal, pese a tener

precisamente esa naturaleza societaria, no puede ser considerada de carácter civil y/o

mercantil debido a que esta no se constituye con un fin de asociación comercial ni

tampoco con un espíritu de lucro. (2016, p. 52)

Se tiene entendido que los cónyuges realizan el ejercicio conjunto de su poder de

disposición sobre el conjunto de los bienes sociales o bienes de la sociedad. Ello podría

sugerir que en la Sociedad Conyugal existe una suerte de copropiedad y codominio. No

obstante, este último no se configura como tal debido a que el manejo de los bienes

sociales no supone su división en una alícuota para cada cónyuge. Tampoco supone la

posibilidad de en enajenar la parte correspondiente de los bienes por separado, ni la

petición de división y partición pues la Sociedad Conyugal se extingue al momento de

su liquidación, sea por la causal que fuere.

De la misma manera, la construcción y forma otorgadas a la Sociedad Conyugal

desde el punto de vista normativo permite vislumbrar el otorgamiento de cierto grado de

autonomía a los bienes sociales respecto de aquellos que son propios de cada uno de los

cónyuges. Este distanciamiento relativo de la esfera jurídica de cada uno de ellos,

permitiría considerar a la Sociedad como un patrimonio autónomo de sus aportantes.

Sin embargo, debe de dejarse en claro que dicha autonomía no reviste a la masa

patrimonial de las características que una persona jurídica posee como sujeto de

derecho. La Sociedad Conyugal no significa la constitución de un ser (que si bien es una

ficción legal) suponga una interposición o merma de la capacidad de administración y

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disposición de los cónyuges. En realidad, se trata de los efectos que son propios de

aquellas limitaciones impuestas por la razón expresada párrafos atrás.

Como se puede apreciar, las normas imperativas que regulan lo concerniente a la

Sociedad Conyugal influyen de forma notoria sobre esta figura, pues la dotan de la

forma que posee en el derecho civil vigente. No obstante, hay que precisar que dichos

alcances poseen una naturaleza relativa en base al tipo de régimen patrimonial por el

que se opte de acuerdo con las opciones dispuestas por el derecho civil peruano.

En el caso del derecho comparado, se tiene que existen hasta tres tipos de

regímenes patrimoniales, que pueden ser incluidos de forma total o parcial por sistema

legal de cada nación. De acuerdo con Gatica, dichos regímenes son la Sociedad de

Gananciales o Sociedad Conyugal, el de Participación en los Gananciales y el de

Separación Total de Bienes o Separación de Patrimonios. (2011, p. 169) Mientras que

algunos países adoptan todas las formas (como la nación vecina de Chile), otras como el

Perú adoptan parte de ellos (específicamente la Sociedad de Gananciales y la

Separación de Patrimonios) dado que “hasta el momento no admiten el ejercicio de la

autonomía de la voluntad en este ámbito”. (Krasnow, 2009, p. 205)

En ese orden de ideas, pueden denotarse diferencias entre los regímenes

aceptados por la legislación nacional. Por un lado, la sociedad de gananciales supone la

aplicación de las disposiciones que se han descrito a lo largo de este apartado respecto

de los bienes que son considerados sociales por la ley. Los bienes propios no quedarían

sometidos a las precitadas restricciones. Por el contrario, el régimen de separación de

patrimonios supone la autonomía completa de la administración y disposición de los

bienes de cada cónyuge. De este modo no existen bienes sociales y cada cónyuge

dispone su forma de sustento, adquisición y administración de los bienes sin descuidar

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las obligaciones que poseen para con su núcleo familiar. Es por todo lo anterior que se

debe de considerar el carácter relativo de las normas concernientes a la disposición y

administración de los bienes de la Sociedad.

2.3. La Nulidad de los Actos Jurídicos

Diversas actuaciones de los particulares que están destinadas a la creación,

modificación o extinción de relaciones jurídicas son consideradas como actos jurídicos

de acuerdo al derecho civil. Estos actos, naturalmente, deben de reunir determinados

requisitos para que se consideren válidos y por tanto sean merecedores de tutela

jurídica. En consecuencia, la nulidad tiene que ver con la ausencia de alguno de ellos,

los cuales se encuentran descritos por el artículo 140 del Código Civil y son: agente

capaz, objeto física y jurídicamente posible, fin lícito y la observancia de la forma

prescrita por ley.

Es pertinente hacer la precisión de que la inexistencia de alguno de los requisitos

mencionados no es la única causal de nulidad de los actos jurídicos. También se

contempla la falta de manifestación de voluntad del agente y la simulación absoluta de

un acto jurídico, lo cual claramente no se desprende de la disposición del citado artículo

140.

Por otro lado, es importante realizar la diferenciación entre nulidad y

anulabilidad de un acto jurídico. La nulidad supone la falta de un requisito de validez

del acto o la existencia de un vicio de gravedad que impida la existencia del acto

jurídico. De este modo, los actos jurídicos que sea nulos se consideran muertos ya que

desde el punto de vista teórico no pueden generar efecto alguno por la no concurrencia

de todos los elementos necesarios para ellos. En el plano fáctico, la nulidad una vez

determinada es declarada en un proceso judicial y ello tiene como consecuencia el

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restablecimiento de las situaciones de hecho afectadas por el acto nulo a su estado

anterior a la celebración del mismo.

Por el contrario, la nulidad no supone la inexistencia del acto jurídico o siquiera

de sus efectos. La anulabilidad se corresponde con la presencia de un vicio en la

estructura del acto que no permite su perfeccionamiento total. En otras palabras, existe

la posibilidad de subsanar el vicio presente en la estructura negocial a fin de mantener el

acto y sus efectos. En este caso, depende de la parte que pudiese ser afectada el invocar

de acuerdo a las causales descritas en el cuerpo normativo para anular el acto o

simplemente confirmarlo de forma expresa o tácita. De modo distinto, la nulidad se

configura de pleno derecho y los pronunciamientos sobre el fondo en los procesos

donde versa esta materia son meramente declarativos, no constitutivos.

2.4. Interpretación del artículo 315

A fin de lograr el cometido plasmado en el título de este apartado, el Pleno del

Tribunal Supremo empleó una interpretación sistemática del artículo trescientos quince

del Código Civil. Junto con la información recogida por las opiniones de los amicus

curiae y de la doctrina, el tribunal destacó la importancia de interpretar el artículo citado

de una forma sistemática en base a esto y a “las normas y principios propios del derecho

de familia”. (2019, p.39)

Teniendo ello en cuenta, se definió la consecuencia que implica la disposición

de uno o algunos de los bienes sociales por parte de un cónyuge sin la autorización del

otro ni ejerciendo una debida representación. Esto se ha determinado también en base a

las particularidades propias de la Sociedad Conyugal, las cuales han sido expuestas con

anterioridad. Así pues, el Supremo Tribunal se decantó por interpretar que el

incumplimiento de lo dispuesto por el artículo 315 del Código Civil en lo concerniente a

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los bienes inmuebles acarrearía como consecuencia la nulidad del negocio jurídico

celebrado.

Basándose en la norma, que consigna literalmente “la intervención del marido y

la mujer” como requisito indispensable para la disposición de bienes inmuebles

pertenecientes a la Sociedad, los miembros del Pleno determinaron que corresponde

sancionar con la nulidad del acto jurídico el incumplimiento de dicho presupuesto. Esto

es así dado que permite tutelar dos intereses muy importantes para la familia y el Estado

como custodio de la misma: la igualdad entre cónyuges y la protección del interés

familiar.

No obstante, es importante profundizar en las razones que a nivel técnico –

jurídico podrían legitimar la decisión acordada en el octavo Pleno Casatorio Civil. Si

bien en la sentencia expedida no se argumenta alguna razón o causal específica de

nulidad, pueden esgrimirse dos posibles vertientes en base a la conducta que supone

disponer bienes inmuebles pertenecientes a la sociedad a título personal: la

contravención a una norma imperativa – lo que devendría en ilicitud – o la falta de

autorización del cónyuge, lo cual supone una falta de voluntad del mismo. Es

importante tener en cuenta esto último dado que ambos cónyuges son quienes

conforman y representan la sociedad conyugal a la vez.

Si se tiene en cuenta la causal de ilicitud, es preciso recordar que esta se

configura cuando el acto o negocio jurídico a celebrar tiene una finalidad que es ilícita.

Esto implica la que dicho fin no solo se encuentra fuera del ámbito de protección legal

que brinda el derecho, sino que resulta ser contrario al mismo. También puede que un

acto jurídico sea considerado ilícito toda vez que el mismo contravenga normas

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 19


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jurídicas de carácter imperativo, toda vez que las mismas no son pasibles de ser

sustituidas por la voluntad de los particulares.

Relacionándose esto con el caso puntual de la Sociedad Conyugal, se evidencia

que el artículo 315 determina el carácter obligatorio de la concurrencia y acuerdo de los

dos cónyuges para cualquier tipo de acto dispositivo que recaiga sobre un inmueble de

la Sociedad. Por tanto, la disposición por parte de solo uno de ellos sin conocimiento ni

autorización de otro es claramente un acto que va en contra de la orden que se subsume

de la citada norma.

Respecto a la causal de falta de manifestación de voluntad, es preciso que ella

sea analizada en base a la naturaleza sui generis de la Sociedad Conyugal. Como ya se

ha dicho, esta institución del derecho civil supone la constitución de una figura única

que posee rasgos semejantes con la copropiedad, las sociedades y las personas jurídicas,

sin llegar a equipararse con alguna de ellas. Parte de esas particularidades supone con la

forma en que los integrantes de la sociedad – los cónyuges que a la vez son

representantes y administradores de la misma- manifiestan su voluntad.

Ya se ha precisado que se requiere del acuerdo entre ambos para cualquier tipo

de disposición sobre bienes muebles. Esto se justifica por las razones mencionadas al

momento de hablar de las generalidades de la Sociedad. En base a ello, se sabe que las

restricciones impuestas a la esfera de dominio y disposición de cada cónyuge como

individuo condiciona también la forma en que debe manifestarse su voluntad respecto a

los bienes sociales de tipo inmueble.

Así pues, queda claro que la disposición por parte de uno de ellos sin el

asentimiento del otro es claramente una falta de manifestación de voluntad. Dicha falta

de voluntad no solo recae sobre cada uno de ellos como personas naturales, sino sobre la

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 20


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Sociedad como una sola parte en los negocios jurídicos en los que interviniese. Se

reitera una vez más que estas razones se apoyan en la naturaleza única de la Sociedad

Conyugal, la cual se vuelve un ente que goza de cierta autonomía respecto de los

cónyuges sin volverse un sujeto de derecho como tal.

Finalmente, el pronunciamiento de este Pleno también ha fijado las

disposiciones que se deben de tener en cuenta respecto de los terceros adquirientes de

buena fe sobre aquellos inmuebles que han sido enajenados de la forma estudiada en el

presente caso. En consecuencia, quien de buena fe adquiera el inmueble a aquella

persona que celebró el contrato de compraventa con el cónyuge que actuó por sí mismo,

podrá ser merecedor de tutela judicial. Lo anterior solamente será posible siempre que

pueda aplicarse el principio de buena fe registral, de forma que quien no formalice la

adquisición del inmueble que pertenecía originalmente a la Sociedad Conyugal no podrá

gozar de dicha protección en concordancia con lo dispuesto por los artículos 948, 1135,

1142 y 2014 del Código Civil.

3. COMENTARIO SOBRE LO DISPUESTO EN EL VIII PLENO

CASATORIO CIVIL

En el citado pleno se ha llegado a la determinación de que el acto jurídico que se

genera por la disposición de bienes sociales por solo uno de los cónyuges, incurre en la

nulidad del mismo. Con ello, el octavo Pleno Casatorio Civil ha dejado establecido el

precedente vinculante que uniformizará las futuras decisiones judiciales. En líneas

anteriores se ha puesto de conocimiento que el acto unilateral contraviene una norma de

naturaleza imperativa, para ser más específicos en el artículo 315 del Código Civil. Es

pertinente aclarar que este precedente no ha modificado la norma en sí, más bien dejo

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 21


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consagrado un criterio de interpretación que será aplicado en todos los conflictos

similares.

Si se analiza estrictamente el artículo 315 del Código Civil - que regula la

disposición de los bienes sociales - un aspecto determinante acerca del referido artículo

para la decisión final en la sentencia, fue la respuesta a la controversia que nace en parte

ante la incertidumbre de si se trataba verdaderamente de una norma de orden público.

Tal como se establece en el Art. V del Título Preliminar del Código Civil, así como

también en el art. 219 inciso 8, se sabe que se declara nulo todo acto jurídico que sea

contrario a las buenas costumbres y al orden público.

Es así que la decisión tomada por los magistrados se apoya fundamentalmente

en que el artículo 315 es una norma de naturaleza imperativa. Esto sería debido a que

guarda relación con lo que se conoce como los “principios esenciales de nuestro

ordenamiento social, como la protección del núcleo familiar” (Corte Suprema, 2020).

También a lo largo de la sentencia se hace referencia al principio de igualdad

entre los cónyuges. En tal sentido, ¿el articulo 315 garantiza la igualdad entre los

cónyuges? Este artículo exige que ambos cónyuges intervengan en el acto de

disposición de los bienes sociales. Esto por el hecho que el patrimonio de la sociedad

conyugal ha sido construido por ambos.

En consecuencia, es razonable que ambos intervengan en la administración del

patrimonio: no sería equitativo que solo uno de ellos disponga sin el consentimiento del

otro. Por lo anterior, concordamos con la Corte Suprema con respecto a que el art. 315

contiene una norma de orden público, en razón de que garantiza el principio de igualdad

entre los cónyuges.

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A continuación, cabe analizar por qué la nulidad es el remedio jurídico a

imponer a este caso. En ese sentido, Reyes citando a Palacios (2016), manifiesta que la

nulidad textual es aquella que se encuentra materializada en normas jurídicas

específicas de nuestro ordenamiento jurídico. (p.32) En otras palabras, en la norma

jurídica se declara de forma fehaciente la nulidad del acto jurídico que contravenga la

hipótesis específicamente establecida en la misma norma. En ese sentido, la nulidad

constituiría una especie de filtro para prevenir la carencia de sanción en algunos casos

en que la ley no ha sido explícita en dar sanción al negocio que contraviene sus

directivas generales y principios.

3.1. Comentario sobre el voto mayoritario: tesis de la nulidad

Esta tesis es la que fue adoptada en la decisión que se discute en el octavo Pleno

Casatorio Civil, como una sanción al incumplimiento del artículo 315 del Código Civil.

Por un lado, existe una postura que plantea la existencia de la “coparticipación” de los

cónyuges en el referido acto jurídico por lo que la no intervención de uno de ellos – sin

poder acreditado de por medio- se configuraría en una falta de manifestación de

voluntad, que impide la formación del acto jurídico.

En otras palabras, la manifestación de voluntad de una parte no sería suficiente

para que el acto se revista en legalidad. Plácido Vilcachagua, citado por Reyes,

establece lo siguiente: “la voluntad es un elemento esencial para la estructura del acto

jurídico, es por ello que la no concurrencia determinara su ineficacia estructural o

invalidez, teniéndose como resultado un caso de nulidad por falta de manifestación de la

voluntad” (2016, p. 205).

Por otro lado, la postura presente en el VIII Pleno Casatorio Civil sostiene que

las partes del acto jurídico de disposición de bienes sociales (nos referimos al

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comprador y uno de los cónyuges) sí han puesto de manifiesto su voluntad en la

realización de dicho acto. En ese sentido, “el cónyuge que hace disposición de los

bienes sociales manifiesta su voluntad de contratar respecto a los bienes sociales; sin

embargo, el acto jurídico pese a ser válido, no transmitirá los bienes sociales, esto por la

ausencia de legitimación de uno de los cónyuges, para disponer de los bienes sociales”

(Soria citado por Reyes, 2013, p. 26).

Del mismo modo, nuevamente es evidente que sí hay una manifestación de

voluntad, el problema es debido a que ha sido hecha por alguien que carece de

legitimación de hacerlo. (Priori, citado por Reyes, 2016, p.157). En base a lo anterior,

resulta pertinente indicar que existe un acuerdo en que no se ha celebrado un acto

jurídico de la forma estipulada, por lo que esa falta de legitimidad se traduciría en la

nulidad del mismo.

3.1.1. Nulidad por fin ilícito

El artículo 219 inciso 4 del Código Civil establece que un acto jurídico es nulo

cuando su fin es ilícito. Al respecto Reyes citando Morales sostiene que “la causal de

nulidad por fin ilícito deberá entenderse como de aquel acto de autonomía privada cuya

causa sea ilícita, por contravenir las normas imperativas; o las normas que interesan al

orden público o a las buenas costumbres” (2016, p.185). Del mismo modo, Vidal

Ramírez establece que “la ilicitud de la finalidad se determina, entonces, cuando la

manifestación de voluntad no se dirige a la producción de efectos jurídicos que puedan

recibir tutela jurídica, pues la intención evidenciada del o de los contratantes del acto

jurídico es contraria al ordenamiento jurídico” (2016, p. 494).

En el VIII Pleno Casatorio se dejó abierta la posibilidad de que el acto jurídico

de disposición de bienes sociales, realizado unilateralmente por un solo cónyuge,

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incurra en un fin ilícito. Entonces, el fin es ilícito porque las partes del acto (el cónyuge

contratante y el tercero quien se trata del comprador) tienen “la voluntad de engañar y

perjudicar al cónyuge que no interviene en dicho acto jurídico” (Corte Suprema, 2020).

De lo antes establecido es posible que el propósito de las partes del caso haya sido en

efecto perjudicar al cónyuge no interviniente y despojarlo de un bien que en la práctica

también le pertenecía.

3.1.2. Nulidad por simulación

En esta parte, se hará referencia a las demás causales de nulidad restantes en

vista de que el Pleno no fijó un criterio específico respecto a las causales de nulidad de

esta clase de actos. Así, en el artículo 219 del Código Civil, en su numeral 5, menciona

que el acto jurídico es nulo cuando adolece de simulación absoluta. Reyes citando Vidal

Ramírez menciona que, ello se produciría cuando “las partes se ponen de acuerdo para

manifestar una voluntad que no es correlativa a su voluntad interna, lo que produce un

acto jurídico simulado, con simulación absoluta, porque las partes en realidad no han

querido celebrarlo” (2005, p. 494).

En otras palabras, se trata de un acuerdo simulado a partir del cual se busca

engañar a terceros. Tal como se estableció con la causal de fin ilícito, esta figura podría

darse con el objeto de despojar al otro cónyuge del bien social. Por último, en el artículo

219, numeral 7, se señala que el acto jurídico es nulo cuando la ley lo declara así. El

artículo 315 del Código Civil regula la disposición de los bienes sociales y prescribe la

intervención de ambos cónyuges en el acto jurídico, resultando evidente la sanción ante

el incumplimiento de este requisito. No obstante, era comprensible la duda sobre la

consecuencia de esta conducta dado que dicha norma no determina de forma expresa la

nulidad del acto.

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3.2. Comentario sobre el voto minoritario: tesis de la ineficacia

Como ya se dijo anteriormente, se abordaron diferentes tesis en el VIII Pleno

Casatorio, ello con el objeto de contrastar las soluciones vistas desde todas las aristas

del caso. Una de ellas es la tesis de ineficacia que fue sostenida por un grupo

minoritario de jueces. Se debe acotar que es fundamental señalar que la eficacia de un

acto jurídico presupone la validez del mismo. Morales establece que:

El contrato válido es el contrato que responde toda prescripción legal.

Antes bien, la eficacia del contrato se refiere a la producción de sus

efectos. De esta diversidad de fundamentos, se determina que la validez

no implica necesariamente la eficacia del negocio. El concepto de validez

no se contrapone al de eficacia. La eficacia supone validez del contrato,

pero no solamente validez, sino además idoneidad de producir

consecuencias jurídicas (Reyes, 2016, p. 158).

En el voto en minoría esta tesis se fundamentó primeramente en la ausencia de

legitimación por parte del cónyuge que realizó la disposición del bien de sociedad

conyugal, sin que haya participación del otro cónyuge. A través del tiempo, se demostró

que esta posición ha sido acogida en diferentes casaciones. Dos de ellas son la Casación

N° 381-2015- Lima Norte y en la Casación N° 111-2006- Lambayeque donde los

magistrados, respectivamente, dispusieron que la disposición de bienes sociales por un

solo cónyuge tiene calidad de ineficaz, esto porque existe ausencia de legitimación para

contratar.

El art. 315 del Código Civil menciona que un solo cónyuge no tendría

legitimidad para realizar la disposición, esto porque se tiene entendido que debe haber

intervención de la mujer y el hombre, configurándose así lo que se conoce como

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 26


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“legitimidad conjunta”. En esa misma línea, si uno de los cónyuges realiza un contrato

de compraventa de un bien social, este será ineficaz por haber sido realizado careciendo

de legitimidad.

No obstante, como grupo consideramos que dicha postura no tiene mayor

asidero en nuestra legislación. Como ya se ha explicado anteriormente, la Sociedad

Conyugal se forma como una sola voluntad que emana del acuerdo de la voluntad de

ambos cónyuges. De esta manera, la ausencia de la voluntad de uno de ellos evidencia

la falta de conocimiento del cónyuge ausente y por tanto la falta de acuerdo entre

ambos, lo cual es un requisito esencial para la disposición de todo bien inmueble

perteneciente a la sociedad.

3.3. Otros aspectos a analizar del VIII Pleno Casatorio Civil

3.3.1. La interpretación del artículo 315 con relación a las Uniones de Hecho

La unión de hecho se haya rigurosamente vinculada con la familia y también en

relación a los bienes. Al igual que con la sociedad de gananciales, hay una suposición

de que los bienes fueron adquiridos por las dos partes, por lo que deberá existir

igualdad. Resulta congruente que en ambos casos se busque la intervención conjunta de

los cónyuges en la disposición de bienes sociales y de existir incumplimiento, sea

aplicada la sanción de nulidad. Se reitera que el decantarse por la nulidad busca cautelar

no solo el interés del cónyuge no interviniente, sino el de la estabilidad del círculo

familiar desde una perspectiva económica.

Es importante hacer mención de que la unión de hecho se realiza vía notarial y

judicial, teniéndose que acreditar la misma con una duración mínima de dos años

continuos. Esto se encontraría dispuesto en el art. 326 del Código Civil. Por tanto, en el

caso de que uno de los convivientes realizare la disposición del bien social antes del

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cumplimiento de los dos años que se requieren, no se podría aplicar el artículo 315

debido a que aún no se originaría la unión de hecho, y por tanto no da lugar a una

sociedad de bienes.

3.3.2. Los problemas jurídicos que derivan de la nulidad del acto jurídico de

disposición del bien social por uno de los cónyuges en el ámbito registral

En un primer momento, se tendría que analizar si un acto jurídico de estas

características ingresaría al Registro cuando aún la nulidad no ha sido declarada por un

juez. Esto no sería posible, puesto que en el artículo 14 del Reglamento de Inscripciones

del Registro de Predios se establece que para la inscripción de los actos o contratos de

disposición de un bien social deberá tener en su título la intervención de los dos

cónyuges o mediante representación.

Consecuentemente, el acto jurídico en el que no hay intervención de los dos

cónyuges, no podrá ingresar al Registro (a menos que sea acreditado la intervención del

otro cónyuge). Esto ocurrirá siempre que, la titularidad registral del bien sea por

sociedad conyugal. En cambio, en los casos de “soltero aparente”, es bastante probable

que el acto ingrese al Registro sin cuestionamientos. En el caso materia de estudio, se

sabe que no hubo una regularización del estado civil de los intervinientes y de la

Sociedad Conyugal, de ahí que hubiera sido posible el registro de la venta.

En un segundo aspecto en el ámbito registral, tiene que ver con que el acto de

disposición sí haya llegado a inscribirse en Registros Públicos (podría ser un caso de

“soltero aparente” u otro parecido). Ocurrirían dos escenarios posibles: primero es

posible que, aun adoleciendo de causal de nulidad, el acto jurídico pueda ser no

cuestionado en sede judicial. Conforme al artículo 220 del Código Civil, aquellos

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legitimados para alegar la nulidad son: quienes tengan interés (el cónyuge que no

intervino en el acto jurídico) y el Ministerio Público.

Adicionalmente, la nulidad puede ser declarada de oficio por el juez, cuando esta

es manifiesta. Siendo así, en caso el acto jurídico no sea replicado, podrá mantenerse

inscrito en Registros Públicos sin ningún inconveniente. Esto afectaría al cónyuge que

no intervino en el acto jurídico y que tiene interés en pedir la nulidad.

El segundo escenario se daría si una parte legitimada para hacer el

cuestionamiento - en este caso el cónyuge que no participó - pide nulidad del acto en

sede judicial y la misma resulta declarada por el juez. Ello se verá reflejado en el

registro y con ello nos referimos a la cancelación del asiento registral que le

corresponde a al acto jurídico de disposición, tal como se establece en el artículo 99 del

Reglamento General de Registros Públicos: “La nulidad del título supone la nulidad de

la inscripción o anotación preventiva extendidas en su mérito, siendo la resolución

judicial que declare dicha nulidad, título suficiente para la cancelación del asiento

respectivo”. (Superintendencia Nacional de Registros Públicos, 2012, p. 27)

3.4. Precisiones finales sobre el caso convocado a Pleno Casatorio Civil

Debe de señalarse que el tratamiento que se le dio al caso para poder resolverlo,

no fue del todo adecuado a criterio del grupo. Se debe de señalar que existen diversos

detalles que consideramos es importante no pasarlos por alto dado que podrían generar

confusión o discrepancias infundadas respecto de la decisión adoptada. Quisiéramos

empezar señalando que el pleno solamente se limitó a la interpretación del artículo 315°

del Código Civil como fundamento principal y dejó de lado varios aspectos

relativamente importantes que también tienen relevancia en el caso.

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 29


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Entre estas particularidades, consideramos adecuado que se haya podido analizar

con mayor detenimiento el hecho que el matrimonio de Catalina Genoveva Jacay

Apolinario y Nolberto Choque Huallpa no se encontrara registrado en la RENIEC,

logrando de tal modo que el DNI de Catalina Jacay se obvie agregar que ya no era

divorciada, sino casada, pudiendo evitar esta situación mucho antes de lo debido. Lo

curioso de este caso es que, si bien no se evidencia en el Documento de Identidad de

Catalina Jacay su matrimonio, existe un acta de matrimonio que podía demostrar la

acreditación del estado de casada que esta tenía.

Otro de los aspectos que para nosotros se debió analizar fue la mala o buena fe

del comprador del bien social: Rocío Zeballos. Si bien es cierto que en el voto

minoritario se indica que el adquiriente de esta compraventa actuó en buena fe, ante ello

nosotros consideramos que existen algunos supuestos que si los analizamos podríamos

presumir la mala fe de Rocío Zeballos. En primer lugar y el más importante, que la

anterior mencionada era conviviente del hijo de Catalina Jacay, provocando que haya

una duda referente a que esta no sabía que su suegra era casada y conllevando que se

infiera también que la compradora podría saber que el bien era social y no individual,

por el hecho de su matrimonio con el padre de la demandante.

Es por ello que era cuanto menos cuestionable que se determine que Rocío

Zeballos actuó en buena fe sin especificar los motivos que conllevaron a dicha

conclusión. Esta es una cuestión que para nosotros también fue de vital importancia

analizar por la Corte Suprema. Sin embargo, los jueces superiores solo decidieron

abundar y tener como fundamento base el artículo 315° del Código Civil.

Ante lo mencionado anteriormente, podemos decir que existen hechos que se

debieron esclarecer en su momento ya que los Plenos Casatorios Civiles no solamente

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 30


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van dirigidos hacia conocedores del derecho, (jueces, fiscales y otros) sino que este

tiene por finalidad llegar al público en general. Por eso, si estos supuestos no son

absueltos, es posible queden más inquietudes de las que se espera. Ello nos conlleva a

decir que es necesario que la Corte Suprema en un futuro pueda brindar sus decisiones y

fundamentos con más claridad y consistencia al momento de dar sus pronunciamientos,

ya que depende de ello el real entendimiento y trato de este precedente vinculante.

4. ANÁLISIS DEL IX PLENO CASATORIO CIVIL

4.1. Partes

 Demandantes: Mejía García, Liliana Amanda y Barrios Carpio, Jubert Alberto.

 Demandados: Reátegui Marín, Rosa Estrella y Collantes Arimuya, Ángel

Gabriel.

 Vía procedimental: Proceso Sumarísimo

4.2. Pretensión de los accionantes

Los demandantes Jubert Alberto Barrios Carpio y su cónyuge Liliana Amanda

Mejía García, como pretensión principal solicitan a los demandados Ángel Gabriel

Collantes Arimuya y su cónyuge Rosa Estrella Reátegui Marín, cumplan con otorgar la

escritura pública del contrato de compraventa del inmueble ubicado en el PROMUVI II-

SIGLO XXI – Manzana “H”, Lote 1º- Pampa Inalámbrica, del Distrito y Provincia de

Ilo, celebrado el 26 de agosto del 2008. Al mismo tiempo, como primera pretensión

accesoria indican que se ordene la inscripción de la transferencia a favor de los

demandantes en la Partida N° PO8014826 del Registro de Propiedad Inmueble de los

Registros Públicos de Ilo; y como segunda pretensión accesoria que se ordene el pago

de costas y costos del proceso.

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4.3. Hechos del caso

Originalmente, los demandados Ángel Gabriel Collantes Arimuya y Rosa

Estrella Reátegui Marín eran propietarios del lote de terreno urbano Nº 10 –Manzana

“H” – PROMUVI II – SIGLO XXI –Pampa Inalámbrica – Distrito y Provincia de Ilo.

En el año 2005, fueron a vivir al Callao y dejaron el lote de su propiedad a una tercera

persona con el fin del cuidado del mismo.

Posteriormente, revelaron que habían adquirido otro lote de terreno en la ciudad

del Callao, por lo que necesitaban con urgencia el dinero para pagar esta última

adquisición. Por tal razón, tomaron la decisión de vender el lote del terreno ubicado en

Ilo, quedando en un acuerdo sobre el precio del mismo con los demandantes el señor

Jubert Alberto Barrios Carpio y su cónyuge Liliana Amanda Mejía García.

Luego, el 25 de agosto del 2008 el demandado Ángel Gabriel Collantes

Arimuya, manifestó que por motivos de salud su esposa no podía viajar para celebrar el

acto de compraventa del inmueble. Sin embargo, indicó que podían celebrar el contrato

de compraventa en documento privado con el compromiso de que en los días

posteriores se formalizaría la transferencia mediante escritura pública, situación que fue

corroborada vía telefónica por la señora Rosa Estrella Reátegui Marín quien además

indicó que su esposo estaba autorizado para recibir el precio pactado.

Por tanto, el 26 de agosto del 2008 se celebró dicho contrato, mismo que fue

suscrito por el demandado Ángel Gabriel Collantes Arimuya y por la demandante

Liliana Amanda Mejía García. Ese mismo día le fue entregado a aquél el precio

convenido: US$5,000.00 Dólares Americanos. Con ello, los demandantes entraron en

posesión del inmueble desde fines de agosto del 2008, hasta la fecha.

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 32


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Se debe de tener en cuenta el dato de que los demandados tenían deudas

pendientes con el Banco de Materiales y la Empresa Nacional de Edificaciones

(ENACE), así como el pago del impuesto predial y los arbitrios municipales, todo lo

cual los demandantes se habían comprometido a pagar como parte de lo pactado en el

contrato de compraventa. No obstante, con previa cancelación de estos montos

adeudados, los demandados se desentendieron totalmente de su obligación de otorgar la

escritura pública que formalizase aquel contrato.

Por dicha razón es que los compradores en calidad de demandantes interponen

demanda de otorgamiento de escritura pública contra el señor Ángel Gabriel Collantes

Arimuya y su cónyuge la señora Rosa Estrella Reátegui Marín, con el fin de hacer

cumplir lo pactado. Con ello el juez admitió a trámite en vía del proceso sumarísimo,

corriéndosele traslado a los demandados por el término de ley, bajo apercibimiento de

declarárseles rebeldes. Como resultado, teniendo en calidad de rebeldía a los

demandados, se señaló fecha para la audiencia única en cuya acta se declaró saneado el

proceso, fijándose los puntos controvertidos, para determinar si el contrato de

compraventa celebrado entre las partes obliga a los demandados otorgar dicha escritura

pública y, además, calificar los medios probatorios.

Así pues, en primera instancia se declara improcedente la demanda ya que en la

partida registral del inmueble materia de venta aparecen como titulares el señor Ángel

Gabriel Collantes Arimuya y la señora Rosa Estrella Reátegui Marín, ambos en

condición de casados. Debido a que el bien le pertenece a la sociedad conyugal y

mientras que en el contrato que se pretende formalizar únicamente ha intervenido como

parte vendedora el señor Ángel Gabriel Collantes Arimuya, se ha evidenciado que no se

mencionó en ningún momento a la cónyuge.

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 33


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Además, de haber tenido el permiso indicado, no se acreditó que el cónyuge

demandado haya actuado con poder especial para actuar en representación de la otra

cónyuge, evidenciándose la falta de manifestación de voluntad de ésta. Tampoco se ha

acreditado la existencia de documento posterior a la celebración del contrato de

compraventa, para validar la exigencia del otorgamiento de la escritura pública.

Por otro lado, en segunda instancia Elsa Flores Pally, actuando en representación

de la codemandada Rosa Estrella Reátegui Marín, se apersona e informa sobre la

existencia de un proceso de nulidad del contrato que se pretende formalizar contra su

cónyuge Ángel Gabriel Collantes Arimuya y la señora Liliana Amanda Mejía García,

del cual se confirma la sentencia apelada que declara improcedente la demanda, por los

siguientes argumentos.

En primer lugar, porque en el contrato que se pretende formalizar participaron

Ángel Gabriel Collantes Arimuya como vendedor y Liliana Amanda Mejía García como

compradora; y no así la cónyuge del vendedor, doña Rosa Estrella Reátegui Marín,

quien debió participar en el contrato para consolidar la manifestación de voluntad de la

sociedad conyugal. En segundo lugar, no resulta admisible que la manifestación de

voluntad de Rosa Estrella Reátegui Marín sea tácita o implícita, dado que no existe

prueba que haya expresado su voluntad de enajenar el bien. Por último, de acuerdo con

el artículo 315° del Código Civil se requiere de la intervención de ambos cónyuges. Es

más, si uno de los cónyuges actúa en representación del otro, requiere de poder especial.

Por lo tanto, al no haberse acreditado, no cabe amparar la pretensión de otorgamiento de

escritura pública.

En consecuencia, la codemandante, Liliana Amanda Mejía García, interpone

recurso de casación sustentando su recurso en los siguientes argumentos que se explican

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 34


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a continuación. Primero, por la infracción normativa del artículo 141 del Código Civil

concordante con el artículo 1352 del Código Civil, en tanto los contratos se

perfeccionan con el solo consentimiento y que la manifestación de voluntad puede ser

tácita, que es lo que se habría producido respecto de la señora Rosa Estrella Reátegui

Marín ya que ésta por vía telefónica comunicó que por razones de enfermedad no podía

viajar del Callao a Ilo para la firma del contrato de compraventa y lo haría su esposo

Ángel Gabriel Collantes Arimuya, quien en efecto el 26 de agosto del 2008,celebró el

contrato.

Segundo, se indica la indebida aplicación e interpretación del artículo 315 del

Código Civil, pues se habría realizado una interpretación literal de la precitada norma,

sin tener en cuenta lo establecido en el artículo 141 del Código Civil, ya que la

demandada Rosa Estrella Reátegui Marín sí ha manifestado su voluntad de vender el

inmueble, de manera tácita. Con ello, la sala civil Permanente de la Corte Suprema de

Justicia de la República desestimó las denuncias formuladas por la recurrente, al no

constituir una tercera instancia. Sin embargo, al amparo del artículo 392-A del Código

Procesal Civil, concedió excepcionalmente el recurso de casación por la causal de

infracción normativa de los artículos 1549 y 1412 del Código Civil.

4.4. Opinión de los amicus curiae

Durante el desarrollo del IX Pleno Casatorio Civil, se dio la ocasión de que los

jueces supremos escucharan las posturas de seis amicus curiae con el fin de aportar a la

corte argumentos u opiniones que puedan más que todo servir como elementos para la

decisión de la misma.

De esta manera, el primero en intervenir fue el abogado Juan Alejandro

Espinoza Espinoza, quien básicamente afirmó que el tema es claro, pero que presenta

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 35


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ángulos procesales y sustantivos. Con respecto a esto último mencionó que para

resolver este tema es fundamental tener en conocimiento al artículo 220° del Código

Civil, el cual dispone que la nulidad puede ser declarada de oficio por el juez cuando es

manifiesta.

En lo referente a ello, argumentó que en un proceso de otorgamiento de escritura

pública si el juez advierte una nulidad manifiesta, solo se le permitiría al juez capacitado

limitar sus atribuciones para ver solo el aspecto formal de la demanda. Sin embargo,

esto no quiere decir que deba tratarse o actuarse como un mero formalismo, porque

forzosamente es exigible que el juez revise todos los elementos integrantes del acto

jurídico, sin que sea impedimento que el proceso de otorgamiento sea en la vía

sumarísima.

Por otro lado, consideramos importante el argumento indicado por Eugenia

Ariano Deho, al referirse sobre el caso de que el problema radica sobre discrepancia

respecto a la vía procedimental. Mientras el otorgamiento de escritura se ventila en la

vía sumarísima, en el que no cabe reconvención, la nulidad del acto jurídico debe ser

discutida en una vía más amplia, considerando que hay que diferenciar “cognición

sumaria” de vía sumaria.

Con ello, quiso decir que un proceso sumarísimo no significa que sea visto

mediante una cognición sumaria, pues el proceso sumarísimo es igualmente plenario

como el abreviado o el de conocimiento, con la salvedad de alguna limitación prevista

en la ley respecto a aspectos formales del proceso. Además, el juez tiene el deber de

hacer la verificación de la validez del acto jurídico, activando en primera instancia el

contradictorio con las partes en la fijación de los puntos controvertidos.

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Por otra parte, el profesor Moisés Arata Solís señaló que el problema de la

validez del acto jurídico se circunscribe en los procesos de otorgamiento de escritura

pública en la compraventa sobre predios. Esto quiere decir que nadie puede demandar

otorgamiento de escritura pública si no es en caso inmobiliario. Además, en estos casos

suele ocurrir que los demandados son declarados rebeldes, así como presentarse

problemas de mala descripción del bien.

Al mismo tiempo, la línea jurisprudencial que postula la imposibilidad de

discutirse la validez del acto jurídico en estos procesos no toma en cuenta que la

finalidad del demandante no solo es asegurar la prueba del contrato sino de lograr que el

título se inscriba en registros públicos, considerando que debe ser materia de control

judicial. Ello es así porque debe reconocerse los casos de nulidad manifiesta y los casos

de inexigibilidad de la obligación demandada, adoptando el Cuarto Pleno Casatorio que

versó sobre la posesión precaria.

Ahora bien, el cuarto amicus curiae en intervenir fue el doctor Martín Mejorada

Chauca, que coincidió con el profesor Moisés Arata Solís al indicar que sí debe

analizarse la validez del acto cuya formalidad se pide en los procesos de otorgamiento

de escritura pública. No obstante, advirtió que no se puede declarar la invalidez o no de

dicho acto en estos procesos, esto quiere decir que se puede analizar mas no declarar la

nulidad.

De igual manera, señalando al IV Pleno Casatorio manifestó que la Corte

Suprema ya había sentado posición sobre un tema similar que es el desalojo por

ocupación precaria, en el sentido de que en la vía sumarísima el juez debe realizar una

evaluación ligera, de urgencia, provisiona ya que la vía para llegar a registros públicos

es la escritura pública. Por eso se comprende la urgencia del interesado de tener una

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 37


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escritura pública. Por ello, coincidimos con lo alegado sobre IV Pleno Casatorio, el

cual afirma que todos los procesos que deben ser tramitados en la vía sumarísima tienen

de común la urgencia en la atención de la pretensión, ya que acá el jurista revela que en

vía sumarísima la urgencia representa el valor superior.

En este escenario los jueces pueden realizar un examen de validez, pero no en la

noción tradicional como la nulidad y anulabilidad, sino uno de exigibilidad, además,

reafirmando que sumariedad es sinónimo de decisión provisoria. Por lo tanto, en estos

procesos de otorgamiento de escritura pública no se puede definir si existe derecho de

propiedad o si se ha resuelto el contrato: solo se da una solución provisional para que se

otorgue la escritura pública y acceder a registros públicos. Si luego se comprueba que

eso no es así, en otro proceso podrá reverirtise está impresión inicial.

Por su parte, Hugo Forno Florez también se expresó a favor de la discusión de la

validez al interior del proceso sumarísimo, afirmando que en los procesos de

otorgamiento de escritura pública es posible y necesaria. Asimismo, aseveró que la

discusión de la validez del acto jurídico al interior del proceso sumarísimo debe

extenderse a temas de inexigibilidad y no de mera invalidez. Con ello, puede colegirse

que en muchas ocasiones el acto jurídico actúa como acto negociado, pero también se

dan los casos que se convierten en requisitos o exigencias para acceder al

fortalecimiento del derecho. Esto guarda relación con la escritura pública y con ella que

el derecho del actor se vuelve inexpugnable.

El último amicus curiae en intervenir fue Nelson Ramírez, quien también se

adhiere a la tesis de que no hay impedimento para que dentro de un proceso sumarísimo

se discuta la validez del acto que se pretende formalizar, ya que el juez no puede dejar

de pronunciarse sobre la excepción de contrato no cumplido al ser esta una excepción

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 38


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sustantiva y no procesal. Por ello se considera que, si se está ante un hecho notorio de

invalidez, el juez deberá señalarlo en la parte considerativa del fallo.

Así, afirma al igual que los otros expertos en el tema que si es evidente el

incumplimiento porque no se ha pagado el precio, el juez no podrá otorgar la escritura

pública, dado que el Poder Judicial debe evitar que títulos que no merecen inscripción

accedan a Registros Públicos y, como se indicó líneas anteriores, se concluyó que la vía

sumarísima no puede ser un obstáculo para justificar una falta de revisión.

En consecuencia, nos encontramos con que de acuerdo con lo considerado por

los amicus curiae, la vía procedimental en la que se tramita el proceso de otorgamiento

de escritura pública no releva al juez de realizar un control de validez respecto del

negocio jurídico que se pretende formalizar. Es más, puede evidenciarse que algunos de

ellos como son los profesores Martin Mejorada, Moisés Arata, Hugo Forno y Nelson

Ramírez, sostuvieron que el análisis no debe restringirse a la validez o invalidez del

negocio jurídico, sino que debía extenderse más que todo a la exigibilidad de dicho

negocio o en todo caso al análisis de los efectos que este produce.

5. FUNDAMENTOS DE LA SALA

Luego de conocer los datos más importantes y destacados de lo desarrollado

hasta ahora en el pleno, se debe ahora evidenciar los fundamentos en los cuales la sala

se ha basado para tomar su decisión, donde puede encontrarse además la normativa

empleada y cómo se ha interpretado durante el desarrollo del proceso. Para comenzar,

en el pleno se detalla que el recurso de casación ha sido concedido por la infracción

normativa de los artículos 1549 y 1412 del Código Civil.

Asimismo, es importante tomar en cuenta que el Tribunal Supremo antes de

realizar el análisis correspondiente considera pertinente evaluar si todo cuanto se ha

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realizado ha sido desarrollado dentro de los parámetros del debido proceso. Es preciso

recordar que, de acuerdo a nuestra Constitución, el juez al ser director del proceso

mismo debe estar al tanto de que este no sea quebrantado al igual que la tutela

jurisdiccional efectiva y el derecho de defensa basada en el principio de contradicción.

Sobre esto último, Montero y Salazar (s/f) sostienen que el derecho de defensa

se constituye más que como una simple garantía del debido proceso, como la garantía

del debido proceso por excelencia. Tratándose por tanto del ejercicio efectivo de las

garantías del individuo asociado por parte del Estado bien sea como presunto infractor

del orden legal establecido el afectado por este, con todas las consecuencias que pueda

sufrir el individuo en sus diversos ámbitos ya sea de forma personal, social, económica,

etc. De dicha manera entonces se pueden ejercer todos los derechos que el ordenamiento

jurídico ha acordado para salvaguardar su condición, lo cual consiste claramente en el

derecho de defensa como garantía procesal. Todo ello se hace con el fin de. en la mayor

medida posible, posibilitar que todo ser humano frente al poder estatal reciba un trato

justo, adecuado y equitativo en protección de sus derechos.

En ese sentido y entrando ya en lo concerniente al Pleno Casatorio Civil,

nuevamente se indica que este presenta por finalidad unificar las diferentes

interpretaciones sobre si resulta posible la discusión sobre la validez del acto jurídico en

un proceso en el cual se demanda otorgamiento de escritura pública.

Partiendo de esta breve explicación, se puede examinar que en el caso se tiene

que la parte demandante, conformada por Jubert Alberto Barrios Carpio y su cónyuge

Liliana Amanda Mejía García, peticionan principalmente que los demandados, en este

caso conformados por Ángel Gabriel Collantes Arimuya y Rosa Estrella Reátegui

Marín, cumplan con la entrega del contrato de compraventa del inmueble cuya escritura

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es materia de controversia, el cual se celebró el 26 de agosto del 2008. Asimismo, de

manera accesoria solicitaron que pueda ser realizada la inscripción de la transferencia en

favor de los recurrentes, así como la ordenación del pago de costas y costos del proceso.

Todo ello fue declarado improcedente, pues se consideró que dicho contrato de

compraventa que quería validarse era manifiestamente nulo. Esto es así dado que el bien

inmueble era un bien social, propiedad de la sociedad conyugal conformada por la parte

demandada, mientras que en el contrato referido solamente aparecía uno de los dos

cónyuges tanto para la parte vendedora como la compradora. Dicha circunstancia, de

acuerdo al criterio del a quo, permite concluir que el desarrollo y celebración del

contrato que en un primer momento se pretendía formalizar ha incurrido en una de las

principales causales de nulidad previstas dentro del ordenamiento civil, específicamente

en el artículo 219, como lo es el hecho de que no se encuentre presente uno o una de las

manifestantes y que por lo tanto no pueda dar a conocer su voluntad.

Entonces, tomando en cuenta ello, puede denotarse en concordancia con la sala

que el juez ha tomado la decisión que ha desestimado dicha demanda basándose en el

artículo 220 del Código Civil ya que, de manera oficiosa, los involucrados en la parte

demandada no alegaron su defensa y por lo tanto quedaron en la calidad de rebeldes.

Ahora bien, debe de resaltarse el hecho de que al no habérsele brindado a la parte

demandante la posibilidad de brindar sus argumentos y aportar sus medios probatorios

referentes a las causales de nulidad por las que posteriormente la demanda fue

desestimada, se ha recaído en la vulneración de su derecho a la defensa.

Sobre ello, la Corte Suprema declaró en referencia a la naturaleza del proceso de

otorgamiento de escritura pública - el proceso sumarísimo sobre esta materia- debe de

haber un proceso plenario rápido, sin presentar limitaciones en torno a las alegaciones

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que podrían formular las partes o a los medios probatorios que podrían aportar en

relación al fondo de la controversia. Claro está, ello debe darse sin que se desarrolle un

perjuicio de las restricciones impuestas por el artículo 559 del Código Procesal Civil.

Sin embargo, como se discutía en el párrafo anterior, no se brindó la posibilidad a una

de las partes de presentar sus alegatos y brindar sus argumentos pues hubo un error por

parte del órgano jurisdiccional encargado, vulnerando su derecho a la defensa.

Además de ello, se modifica el IV Pleno Casatorio Civil con el propósito de que,

de ahora en adelante, si el Juez advierte la nulidad manifiesta del título posesorio,

debería promover el contradictorio entre las partes y, de ser el caso, declarará la nulidad

en la parte resolutiva de la sentencia. En esa misma línea, se establece que para hacer

valer y respetar aquel derecho, es más que necesario se investiguen y obtenga el

conocimiento necesario de los diversos actos y/o hechos que se encuentran inmersos

dentro del proceso. En este aspecto justamente el Tribunal cita el artículo 155 del

Código Proceso Civil, donde se señala cuán importante es la notificación al momento de

relacionar a las dos partes procesales.

Continuando con los fundamentos de la sala, se precisa la realización del

emplazamiento de los codemandados en la dirección donde fue señalada por las partes.

Sin embargo, aquella notificación que se encontraba juntamente con la sentencia en

primera instancia llegó a manos del señor Arnulfo Renán López Cora. Luego de aquel

imprevisto López Cora la devolvió, pues sostenía que no presentaba conocimiento

alguno de quienes eran los codemandados y que por lo tanto nunca habían residido en

tal dirección pues el domicilio previamente les correspondió a sus padres, probando ello

con algunos de los documentos que poseía de la casa como recibos de luz y agua, entre

otras cosas.

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Por otra parte, la codemandada Rosa Estrella Reátegui Marín se apersonó al

proceso, pero en ningún momento consideró la posibilidad de alguna posible nulidad a

suscitarse. Por tal motivo, en conformidad con el artículo 176 del Código Procesal

Civil, si en caso hubiere existido aquella sospecha hubiera sido convalidada

formalmente. A diferencia de esta última, no ha sucedido lo mismo con el codemandado

Ángel Gabriel Collantes Arimuya, el cual no se apersonó bajo ninguna circunstancia,

por lo que no podría concebirse que la convalidación ocurrida con su cónyuge le alcance

también a él. Es aquí, donde se cita el artículo 65 del Código adjetivo, que establece que

en cada situación donde sea demandada la sociedad conyugal, la representación va a

recaer en todos sus integrantes.

Ahora, el siguiente punto que se desarrolla respecto al caso es el de la

irregularidad de las notificaciones hacia uno de los codemandados, lo cual se pone de

manifiesto y se evidencia en circunstancias como aquellas divergencias que se

desarrollan en base a las características del inmueble donde se habrían llevado a cabo

las notificaciones y que fueron consignadas con los cargos de notificación. De igual

manera, se encuentra la forma en la que se dio el criterio de devolución de cédulas de

notificación presentado por Arnulfo Renán López Coras, en la cual a su vez consignó

que dejen de mandarle notificaciones a su lugar de residencia. Sin embargo, ello no se

consideró por haber sido presentado por parte de alguien ajeno al proceso, cuando en

realidad lo que se tenía que hacer era correr traslado a la parte demandante, para que así

pueda absolver todo aquello relacionado a la devolución.

Por otro lado, solo se advierten los cargos pertenecientes a la notificación del

acto procesal en cuestión que está dirigido a los codemandantes y especialmente a la

codemandada, a la cual se le notificó en la dirección que ella misma señaló al momento

de apersonarse al proceso. Así pues, con el fin de no vulnerar el derecho a la defensa y

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evitar posibles nulidades en este caso en contra del codemandado Ángel Gabriel

Collantes Arimuya, se le deberá emplazar en la dirección correspondiente.

Al respecto, la Corte Suprema en el segundo precedente señala que, en un

proceso de otorgamiento de escritura pública el Juez puede declarar de oficio, la nulidad

manifiesta del negocio jurídico que se pretende formalizar siempre que, previamente,

haya promovido el contradictorio entre las partes. Si el Juez considera que el negocio

jurídico que se pretende formalizar es manifiestamente nulo, lo declarará así en la parte

resolutiva de la sentencia y declarará, además, infundada la demanda de otorgamiento

de escritura pública. Si el Juez considera que el negocio jurídico que se pretende

formalizar no es manifiestamente nulo, expresará las razones de ello en la parte

considerativa de la sentencia y en la parte resolutiva únicamente se pronunciará sobre la

pretensión de otorgamiento de escritura pública. Por tanto, al evidenciarse en este caso

que no se ha desarrollado el contradictorio de la forma establecida, no se le ha permitido

al Juez determinar y/o brindar una declaración sobre el fondo como tal.

Continuando con esa misma temática, se hace hincapié en el derecho de defensa,

trayendo al caso al expediente 2738-2014-PHC/TC, pues en dicho proceso se determina

este derecho como elemento clave dentro de la tutela jurisdiccional y procesal efectiva.

Este derecho implica que la cada persona está en la capacidad de presentar sus

argumentos y elementos que respalden su postura.

Adicional a ello, de acuerdo al artículo 139, inciso 14 de la Constitución, en

ningún estado del proceso una persona puede ser privada de su derecho a la defensa.

Esto último guarda relación de un correcto desarrollo de un debido proceso propio de

una democracia constitucional, a fin de que todos aquellos que pertenezcan al proceso

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tengan total conocimiento de manera previa y oportuna sobre los distintos actos

procesales que pueda efectuarse.

Por último, si bien en la presente controversia el recurso de casación se ha

centrado y concedido en virtud de la infracción normativa de carácter material de los

artículos 1549 y 1412, no puede pasarse por alto la clara vulneración del derecho a la

defensa que ha ocurrido por un lado en la parte demandante, pues no se le brindó la

oportunidad de plantear sus argumentos y proporcionar sus medios probatorios

referentes a las causales de nulidad por las cuales posteriormente se desestimó la

demanda. Respecto a uno de los sujetos codemandantes, se tiene que no se le había

notificado con arreglo a ley los actos procesales, siendo que dichas negligencias se

dieron debido al mal planteamiento del órgano jurisdiccional encargado, ya que no

promovió el principio de contradicción y que no se percató de que sean regulares los

actos de notificación, cuando es su responsabilidad estar al tanto de ello.

Por tanto, como resultado final se falla a favor de declarar fundado el recurso de

casación por motivo de la infracción normativa de los incisos 3 y 14 del artículo 139 de

la Constitución Política del Perú, al estar relacionada la validez del proceso en cuestión

con la vulneración del debido proceso, tal y como se había expuesto líneas más arriba.

Lo alegado se relaciona especialmente en el derecho de defensa de las partes

involucradas, lo cual claramente conlleva sin lugar a dudas a una nulidad que no se

pueda subsanar. Al mismo tiempo, se determinar que son aplicables los artículos 171 y

176 del Código Procesal Civil, acordándose en ese punto no emitir pronunciamiento

sobre las normas primeramente citadas de carácter material.

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6. COMENTARIOS SOBRE EL IX PLENO CASATORIO CIVIL

Dadas las circunstancias del "IX Pleno Casatorio Civil" – surgido en base a la

Casación No. 4442-2015 Moquegua emitida por las Salas Civiles Permanente y

Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República del Perú - nuestro grupo

considera adecuado el desempeño de los magistrados que ha resuelto el conflicto

planteado en lo concerniente a la nulidad de los actos jurídicos de compraventa.

En el pleno emitido se abordaron importantes cuestiones sustanciales y

procesales respecto a la potestad de los jueces de declarar la nulidad de oficio de un acto

jurídico, en virtud al artículo 220 del Código Civil. También en dicho pleno casatorio se

otorgó el concepto de ‘nulidad manifiesta’ y se estableció determinados lineamientos

procesales a efectos que los jueces puedan ejercer la potestad de nulidad de oficio.

El objetivo de un proceso de otorgamiento escritura pública es que se varíe la

situación del contrato: que pase de escritura privada a escritura pública. La mayoría de

procesos de otorgamiento de escritura pública tratan sobre contratos de compraventa de

inmuebles que buscan ser elevados a escritura pública. Si bien es cierto que para

comprar un inmueble no se requiere ninguna formalidad para la validez del acto jurídico

(solo basta con el acuerdo de voluntades para que surja la obligación de enajenar tal

como lo señala el artículo 949 del Código Civil), para ir a registros públicos e inscribir

la compra si es necesario cumplir las formalidades requeridas en el procedimiento

mencionado.

En el caso referente a la casación se declaró improcedente la demanda, en la

segunda instancia se confirmó y en casación los jueces supremos utilizaron el caso para

establecer un pleno casatorio. En este pleno casatorio se concluye que el juez si puede

realizar un control de validez del negocio jurídico por las razones de que, si bien el

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proceso de otorgamiento de escritura pública se tramita bajo un proceso sumarísimo,

ello no impide que se realice el control de validez del acto.

Un proceso sumarísimo no es lo mismo que sumario: en un proceso sumario la

cognición es limitada, existen límites para las alegaciones y hay límites para las pruebas

que puedan ofrecerse – cosa que no sucede en un proceso sumarísimo. La sentencia

dictada en un proceso sumario no tiene fuerza de cosa juzgada material, solo se define

algo provisionalmente que luego puede ser revertido en un proceso plenario. Por el

contrario, un proceso sumarísimo es un proceso de cognición plena, pero rápido al

comparar los plazos que se manejan en esta vía procedimental respecto de las de

abreviado y de conocimiento.

Antes del desarrollo de este pleno se alegaba el supuesto de que los procesos que

se manejan tramitados en la vía del sumarísimo no constituyen procesos plenos. Ello era

así porque el modelo en el que se configuraban las pretensiones no permitirá que se

discutan determinadas cuestiones que resultaría idóneo para ser llevados en los procesos

que se tramitan en la vía del proceso abreviado o en la vía del proceso de conocimiento.

La idea de que en un proceso que se tramite en vía sumarísima sea un proceso en

que exista una limitación surgió de la errónea concepción del proceso sumario. El hecho

de que el legislador haya previsto ciertas condiciones previas para lograr que el camino

teóricamente sea más rápido no significa que esta vía no sea plena, sino sólo que existen

criterios para determinar un objetivo determinado para ser encausados o resueltos de

este modo. Por ello, si bien se determinó que causas puedan ser consideradas para ser

tramitadas mediante esta vía, si bien pueden ser por la necesidad de una defensa más

rápida o el problema a resolver no es muy complejo, ello no desmerece el carácter de

proceso de cognición plena del proceso en vía sumarísima.

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Como es bien sabido, al juez se le otorgan facultades al interior del proceso.

Dentro de ellas, está que el mismo juez declarar de oficio la nulidad sin ello conllevar a

que negligentemente no manifieste nada al respecto durante todo el proceso y en la

sentencia declarar nulo el acto. Lo primero que el juez debería realizar es promover el

contradictorio, para así darles la oportunidad a las partes para discutir acerca de la

nulidad. En caso que estas no manifiesten nada, ya el juez decide. Pero para esto debe

previamente fomentar el contradictorio ya que con ello cumple con su deber de respetar

el debido proceso.

El mencionado fomento del contradictorio se realiza, primero comunicando a las

partes que es posible que se declare la nulidad del acto jurídico. Para ello también se

debe conceder un plazo igual al que se tuvo para contestar la demanda. El momento

ideal para que el juez comunique a las partes sobre el referido cuestionamiento de la

nulidad debe ser antes del saneamiento. Si el juez recién repara acerca del problema de

la nulidad después del saneamiento, igual se les comunica a las partes y les concede el

mismo plazo que se tuvo para la contestación de la demanda.

Así pues, en este pleno se prevé que los jueces están obligados a recurrir a

ejercer el contradictorio tan pronto como decidan analizar la nulidad manifiesta de un

acto jurídico. La necesidad de asegurar y garantizar el contradictorio no debe limitarse a

un análisis implícito de oficio de la nulidad manifiesta, sino que debe extenderse a todos

los procedimientos relacionados con la posibilidad de vulneración de los derechos de las

partes, como parte de las actividades de las autoridades competentes.

Ello se establece también dado que el principio de contradicción es un aspecto

fundamental del derecho a la defensa y al debido proceso, puesto que de lo contrario se

estaría contradiciendo lo dispuesto por la Constitución política del Perú,

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específicamente en su artículo 139, inciso 3. Este derecho presupone el cumplimiento de

ciertas reglas durante el desarrollo del proceso judicial, asegurando que ninguna persona

quede sin defensa.

En lo referente a la nulidad manifiesta, la Corte Suprema se dividió en apartados

para tratar de resolver la cuestión de deslinde de la nulidad manifiesta, por lo que se

desarrolló la siguiente fundamentación: como antecedente normativo se basa en el

artículo 220 del código civil. En segundo lugar, se optó por considerar algunas

contribuciones al respecto de la doctrina nacional, además de considerar dos casaciones

que contemplan posiciones doctrinales específicas. También se citan textualmente

algunas de las normas latinoamericanas que rigen la materia.

En base a ello, la Corte Suprema llega a una conclusión en el numeral 41, donde

asigna un concepto a la nulidad manifiesta: “(…) es aquella que resulta evidente,

patente, inmediatamente perceptible, en suma, aquélla que resulta fácil de detectar sea

que se desprenda del acto mismo o del examen de algún otro elemento de prueba

incorporado al proceso”. (p. 49)

Asimismo, se debe tener en cuenta que cualquiera de las causales de nulidad que

se encuentran reguladas en el artículo 219 del Código Civil, en caso que el juez

considere que existe una nulidad manifiesta en el acto que se busca formalizar, se debe

declarar la nulidad en la parte resolutiva de la sentencia. Tal como lo establece el IX

pleno, el juez podrá declararla como se indica en la parte resolutiva de la sentencia. La

Corte también se ampara en el artículo 220 del Código civil, el cual refiere que la

nulidad puede ser declarara de oficio por el juez cuando resulte manifiesta.

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6.1. Modificatorias en el IV Pleno Casatorio Civil

Este IX Pleno Casatorio reemplaza una parte de lo desarrollado en el IV Pleno

Casatorio. El IV plenol que trata sobre el desalojo si el juez consideraba que un

documento era manifiestamente nulo, se pronunciaba acerca de ello en la parte

considerativa. No obstante, en la parte resolutiva no decía nada al respecto para que el

demandante inicie un nuevo proceso.

En consecuencia, por lo general el demandado se defendía en un proceso de

desalojo presentando un título contractual que parecía darle el título de la propiedad,

esto ya sea un arrendamiento, una compraventa o una donación, cuando en realidad es

un documento falsificado y por ende se declaraba nulo. Es así que cuando lo hacía notar

ello la parte demandante, el demandado alegaba en defensa que la cuestión en litigio

debía resolverse un proceso de conocimiento y no dentro del desalojo. Por lo general,

los jueces aceptaban este argumento y desestiman el caso, obligando al demandante a

iniciar un proceso de conocimiento para discutir la nulidad si así sea el caso del título

posesorio del demandado.

Para poner un límite a esta situación el IV Pleno Casatorio estableció el

precedente vinculante 5.3.:

Si en el trámite de un proceso de desalojo, el juez advierte la invalidez

absoluta y evidente del título posesorio, conforme lo prevé el artículo 220

del Código Civil, solo analizará dicha situación en la parte considerativa

de la sentencia, y declarará fundada o infundada la demanda únicamente

sobre el desalojo, dependiendo de cuál de los títulos presentados por las

partes es el que adolece de nulidad manifiesta.

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Así, a partir del cuarto pleno el juez asumió la competencia para analizar, más

no para declarar en la parte resolutiva la legalidad del título del demandado y amparar el

desalojo si existiese en caso en que resulte nulo.

Por ende, con la decisión del IX pleno casatorio, se amplían las competencias

del juez, ya que no solo podrá analizar o evaluar la nulidad del título que refiere la parte

demandada, sino que también podrá declarar la nulidad en la parte resolutiva. Esto es

congruente con la regla establecida en el IX Pleno Casatorio sobre el proceso de

otorgamiento de escritura pública pues, como se señaló, si el juez determina que la

acción presentada para registro presenta vicios de nulidad, no sólo evaluará la invalidez

especificada para desestimar la demanda, sino que también declarará la nulidad en la

parte resolutiva del fallo.

6.2. Modificatorias al I Pleno Casatorio Civil

La decisión tomada por el primer pleno resolvió la demanda de resarcimiento

interpuesta por los pobladores de Choropampa contra la Minera Yanacocha por el

derrame de mercurio del que fueron víctimas. Inmediatamente después del derrame de

petróleo, la empresa celebró acuerdos extrajudiciales con las víctimas en los que

renuncian a reclamar contra la empresa minera a cambio de una compensación

económica.

Debido a la pequeña cuantía de la indemnización en comparación con los daños

reales causados, los pobladores demandaron a la empresa por responsabilidad civil.

Yanacocha se defendió con la acreditación de las transacciones, indicando que tienen la

calidad de cosa juzgada y por lo tanto son irrevocables e inmodificables, ello según el

artículo 1302 del Código Civil.

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 51


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En el caso en primera y segunda instancia, se ampara la excepción y se

desestima la demanda. Únicamente en el recurso de casación en que la defensa de la

parte demandante ha cuestionado la validez de la transacción, refiriéndose a la situación

extrema necesidad y desconocimiento respecto al alcance de estos contratos en que se

encontraban los pobladores al momento de firmar.

En el considerando 39 de la sentencia del I Pleno la Corte sostuvo que la nulidad

de las transacciones, por muy manifiesta que fuese, no podía ser analizada de oficio en

sede casatoria, más aún si el tema no había sido debatido en las instancias previas:

Situación diferente se manifestaría si es que al momento de resolver la

excepción [de transacción] el juzgador considere que las transacciones

extrajudiciales presentadas son inválidas o ineficaces; supuesto este que

no se ha considerado en ninguna de las instancias de mérito, no siendo

alegada tampoco por la demandante, aspecto que desde nuestro punto de

vista también resulta discutible, toda vez que bien podría haberse

demandado la nulidad o anulabilidad de la transacción mencionada. (…)

tampoco podría actuarse de manera oficiosa [la nulidad] puesto que en

sede casatoria nacional no es admisible la aplicación del principio iura

novit curia.

Este precedente, que sugiere en que los contratos nulos pueden ser utilizados

para un beneficio (evadir daños y perjuicios), creó problemas para el IX Pleno

Casatorio, donde los jueces parten de una premisa completamente diferente la cual es

impedir que un acto manifiestamente nulo sirva para obtener un beneficio, el cual en el

caso de este Pleno es conseguir una escritura pública que permita acceder al Registro.

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 52


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Es por ello que en el considerando 64 del IX Pleno Casatorio se modificó el

precedente establecido en el considerando 39 del I Pleno:

El poder que tiene el juez de declarar de oficio la nulidad manifiesta de

un negocio jurídico, importa que aquél podrá declararla siempre que se

haya propiciado el contradictorio, aun cuando las partes no hayan

alegado la nulidad manifiesta en sus escritos postulatorios o en sus

recursos impugnatorios (apelación o casación), pues, justamente, se trata

de una declaración oficiosa que busca evitar que se lesionen intereses

indisponibles por las partes. Por lo tanto, en aplicación de la técnica del

overruling debe quedar superada la ratio decidendi contenida en el

fundamento 39 del Primer Pleno Casatorio Civil (…) conforme a lo antes

señalado, la Corte de Casación puede advertir una nulidad manifiesta aun

cuando las instancias de mérito no la hayan advertido en su oportunidad

(y, en consecuencia, no hayan emitido pronunciamiento sobre el

particular) y aun cuando (la nulidad manifiesta) no haya sido invocada

como agravio en el recurso de casación. (2017, pp. 67 – 68)

Así, la Corte Suprema puede detectar en el recurso de casación la necesidad de

verificar y declarar de oficio la nulidad manifiesta de un contrato. En tal caso, la Corte

anularía la sentencia de vistas y devolverá el caso a primera instancia para que luego de

que las partes tengan una contradictorio, el juez pueda decidir y se pronuncie sobre la

validez o nulidad del contrato.

CONCLUSIONES

Tanto el VIII como el IX Pleno Casatorio Civil resultan ser de especial

trascendencia en distintas materias del derecho civil, pues establecen criterios de

DERECHO PROCESAL CIVIL II (40744) 53


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solución con grandes alcances en cuestiones contractuales, de la teoría del acto jurídico,

derecho procesal y derecho de familia.

En los dos Plenos Casatorios estudiados en el presente trabajo, se establece un

criterio uniforme respecto a la forma en que deben de tutelarse los intereses de las

personas afectadas por contratos nulos: debe de preferirse la declaratoria de nulidad por

encima de la posibilidad de convalidar el contrato.

Por su parte, el VIII Pleno Casatorio Civil permitirá reforzar la función del

Estado de promotor y defensor de la familia al permitir garantizar la seguridad de los

bienes pertenecientes a la sociedad conyugal, evitando una disposición sobre los

mismos que pudiese afectar la subsistencia del círculo familiar.

Además, gracias al VIII Pleno Casatorio, hemos llegado a la conclusión de que

el acto de disposición de bienes de la sociedad de gananciales por parte de uno de los

cónyuges sin la intervención del otro, no solo sería un acto nulo, sino que, además, el

adquiriente de dicho bien no se encontraría protegido por el ordenamiento jurídico, esto

es, estaría destinado, inevitablemente, a perder el bien.

Por último, respecto a este Pleno casatorio, identificamos que la nulidad es un

remedio jurídico, a partir del cual se busca tutelares intereses jurídicos. En ese sentido,

sí es posible adaptar algunas de esas características, para responder mejor a dichos

intereses. Así, se plantea 3 formas de adaptación: 1) Establecer la posibilidad de

confirmar el acto jurídico, por parte del cónyuge que no intervino, 2) Permitir que el

acto jurídico sea eficaz con respecto al cónyuge que participó del acto jurídico, en tanto

el adquirente sea de buena fe, 3) Darle al juez la posibilidad de valorar las

características particulares de cada caso.

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Por otro lado, con respecto al IX Pleno Casatorio resulta muy gratificante, ya

que comenta a detalle cómo dar solución a los casos en los que se presenta la nulidad

manifiesta, en donde mediante el control de validez se resuelve la controversia no solo

en el ámbito del otorgamiento de escritura pública, sino otros aspectos como es la

nulidad en casos de desalojo. Asimismo, constituye un acierto en muchos aspectos,

siendo uno de los más importantes el que se haya establecido (en aplicación analógica

del artículo 1549 del CC) el derecho a la escritura pública en todos los contratos que

acceden al Registro.

De igual manera, este presenta un mayor impacto que el pleno anterior, dado que

con los precedentes fijados en él se pretenden reformular algunos de los presentes en el

IV y I Pleno Casatorio Civil, además de empoderar a los jueces en su papel de

directores del proceso.

Sin embargo, pese a los avances que ambos Plenos Casatorios representan en

materia de contratos y su validez cuando son celebrados por solo un representante de la

sociedad conyugal, consideramos que hubiera sido recomendable establecer mayores

alcances respecto a cuál sería la causal a tener en cuenta para la nulidad de dichos actos

jurídicos.

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