Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PAGE NAVIGATION
Las mujeres que afirman sentirse inseguras tanto en el hogar como en público, o que
informan haber atravesado experiencias directas o indirectas de violencia, son más
propensas a aceptar que la COVID profundizó sus sensaciones de estrés y ansiedad,
sobre todo, en los casos de violencia física. Estas mujeres también tienden a
reconocer la incapacidad de dejar de preocuparse, así como la falta de interés en
hacer cosas.
Las funciones económicas de las mujeres dentro del hogar también se ven afectadas.
Las cuidadoras a tiempo completo no remuneradas son más proclives a confesar que
ellas o una mujer que conocen han sido sobrevivientes de violencia, en comparación
con las mujeres empleadas, las mujeres desempleadas y las estudiantes. Por otro
lado, obtener ingresos parece reducir las experiencias de violencia: las mujeres con
ingresos son menos propensas a percibir la violencia contra las mujeres como un
problema y la violencia doméstica como algo habitual. Sin embargo, hay una
excepción: las mujeres que ganan más que su cónyuge consideran que la violencia
doméstica es algo habitual y se sienten menos seguras en el hogar que quienes
tienen menos ingresos.
En el caso de las mujeres que buscan ayuda externa, a menudo este puede ser un
momento crucial. Goretti Ondola, una mujer procedente de Kenia, cuyo esposo
falleció en 2001, ha sufrido graves abusos por parte de la familia desde su
fallecimiento. A fines de 2020, después de haberla golpeado hasta el punto de tener
que ser hospitalizada, recurrió a una defensora local de los derechos humanos. Tras
iniciar un proceso de resolución de conflictos y, a la vez, presentar el caso ante los
tribunales, la defensora de derechos humanos ayudó a conseguir una solución que le
otorgó a Ondola su título de propiedad. "Es como comenzar una nueva vida después
de 20 años", expresa.