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Violencia hacia las mujeres: la otra pandemia

La violencia contra las mujeres se ha convertido en un


problema estructural que tiene como objetivo de mantener o
incrementar su subordinación al género masculino.

Su origen se encuentra en la falta de equidad en las


relaciones entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos y
en la discriminación persistente hacia las mujeres.3 Se trata
de un problema social presente tanto en el ámbito doméstico
como en el público, en diferentes vertientes: física, sexual,
psicológica, económica, cultural y otras, y afecta a las
mujeres desde el nacimiento hasta la edad avanzada. No
está confinada a una cultura, región o país específico, ni
tampoco a grupos específicos de mujeres en la sociedad.

La forma más común de violencia experimentada por las


mujeres a nivel mundial es la violencia física infligida por una
pareja íntima, lo que incluye mujeres golpeadas, obligadas a
tener relaciones sexuales o víctimas de alguna otra forma
de abuso. Entre las formas cotidianas de violencia contra las
mujeres —denuncia la ONU— se encuentran también, entre
otros, el tráfico de mujeres, la mutilación genital femenina, el
asesinato por causa de la dote, el "homicidio por honor" y
la violencia sexual en los conflictos.4

Se puede definir la violencia como cualquier acción directa o


indirecta mediante la cual se inflige sufrimiento físico, sexual
o mental contra la mujer con el propósito de castigarla,
humillarla, denegarle su dignidad humana, su
autodeterminación sexual o su integridad física, mental, moral
o menoscabarle su autoestima y personalidad.2

La  violencia, en sus múltiples manifestaciones, es un


creciente problema de salud pública como lo demuestran los
aumentos en las tasas de mortalidad, morbilidad y
discapacidad.

La violencia contra las mujeres causa consecuencias graves


para la salud y el bienestar de las mujeres. Estudios han
documentado una asociación entre violencia contra las
mujeres y una serie de problemas de salud física y mental.
Algunos comportamientos de alto riesgo son más frecuentes
entre las víctimas de violencia de pareja y violencia sexual.

Desde que se desató el brote de COVID-19, los nuevos datos


e informes que presentan quienes están en primera línea
revelan que se ha intensificado todo tipo de violencia contra
las mujeres y las niñas, sobre todo, la violencia en el hogar.

Datos básicos
 A escala mundial, incluso antes de que comenzara la
pandemia de COVID-19, una de cada tres mujeres sufría
violencia física o sexual, en su mayoría, por parte de su
pareja.
 Desde que se desató la pandemia, los nuevos datos
indican que en muchos países se han incrementado las
llamadas a las líneas de atención de casos de violencia
en el hogar.
 El acoso sexual y otras formas de violencia contra las
mujeres siguen acaeciendo en la vía pública, en los
espacios públicos y en Internet.
 Las sobrevivientes no disponen de la información
necesaria y desconocen los medios a los que pueden
acudir para recibir servicios de apoyo.
 En algunos países, los esfuerzos y los recursos que se
empleaban para dar respuesta a la violencia contra las
mujeres se han destinado a brindar alivio inmediato a los
efectos de la COVID-19.

Desde el estallido del COVID-19, la violencia contra las


mujeres y las niñas se ha intensificado en países de todo el
mundo; convirtiéndose en la otra pandemia, a la sombra,
invisibilizada. Si bien las medidas de bloqueo ayudan a limitar
la propagación del virus, las mujeres y las niñas que sufren
violencia en el hogar se encuentran cada vez más aisladas de
las personas y los recursos que pueden ayudarlas.

Por la salud de las mujeres, por la salud de las familias,


¡No más violencia!

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