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PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

La desigualdad y la violencia de género

Alumnas: Barrios Juana

Gauján Candela

Docente: López Graciela

C.E.F. San Antonio

6to Sociales
La ONU, respecto a la igualdad de género, afirma que, además de ser un derecho humano
fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano
y desarrollo sostenible.

Podemos plasmar la desigualdad en porcentajes a nivel mundial, gracias a la ONU: Las mujeres
solo ganan 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres por realizar el mismo trabajo. 1
de cada 3 ha experimentado o sufrido violencia física/sexual a lo largo de toda su vida.
Solamente el 13% son propietarias de sus tierras. Casi 750 millones de mujeres y niñas vivas se
casaron antes de cumplir 18 años. Únicamente 2/3 de los países del mundo en desarrollo han
alcanzado la paridad de género en la educación primaria. Y, el 24% de todos los parlamentarios
nacionales eran mujeres a noviembre de 2018. Estas brechas también abarcan aspectos como
diferencias salariales, segmentación horizontal y vertical, discriminación en el acceso a ciertos
oficios o sectores de actividad, los cuales afectan al desarrollo de las sociedades. ADMITE
ANÁLISIS DEL GRUPO

Latinoamérica y el Caribe se enfrentan a un enorme desafío ante la persistente violencia


contra las mujeres, que costó la vida al menos a 1.831 de ellas en 2016, alerta un nuevo
informe regional elaborado por el PNUD y ONU Mujeres.

En 16 países de América Latina y el Caribe se registraron en 2016 un total de 1.831 asesinatos


de mujeres, frente a 1.661 en 2015.Un 38 % del total de esos homicidios son cometidos por las
parejas de las víctimas.

En Centroamérica, las dimensiones son especialmente devastadoras, donde 2 de cada 3


mujeres asesinadas mueren por razón de su género, dijo la funcionaria de la ONU.

El informe además señala que en las Américas el 29,8 % de las mujeres ha sido víctima de
violencia por parte de su pareja y un 10,7 % ha sufrido violencia sexual fuera de la pareja.

El director del Centro Regional del PNUD, Richard Barathe, dijo que estas cifras suponen «un
desafío enorme por ser una situación persistente».

Barathe indicó que en «la región más peligrosa del mundo para la mujer» hay «mucho
compromiso (institucional) por parte de los Estados para abordar la violencia con leyes muy
avanzadas». Blanco, a su vez, alertó de que los datos del informe no reflejan las cifras
absolutas de algunos países como Brasil o México.
Trayendo la desigualdad a nuestro país, los datos de los dos últimos años, 2018 y 2019,
realizados por la defensoría del pueblo de la nación, nos revelan lo siguiente:

En 2018, se registraron 281 víctimas de femicidio confirmadas, que incluye 29 femicidios


vinculados y 6 personas Trans. En lo que refiere a las características principales de las víctimas,
se obtuvo el 98,9% de la información respecto a las edades. El 17,4% corresponde a menores
de 18 años, 28,8% a 19 a 30, 31,7% corresponde al rango etario entre 31 a 50 años y el 21,0%
tenía más de 50. Dentro de víctimas por debajo de los 18 años, se destacan 27 niñas menores
de 12 años. Sin embargo, del total de los casos perpetrados, en 13 casos no hay información de
los culpables de los asesinatos puesto que no se han publicado datos de los autores y no se
advierten avances en las causas.

De acuerdo a la información recolectada, en el 31,7% de los casos hubo una relación amorosa
entre la víctima y el victimario, el 17,8% de los crímenes fueron cometidos por ex parejas y el
16,9% por algún familiar. Solo el 6% de los casos fue cometido por un desconocido, lo que
permite concluir que el principal escenario de los crímenes se produce en el entorno íntimo de
la víctima.

Sobre la modalidad del hecho el método más empleado por los femicidas fue el uso de armas
de fuego en un total de 78 casos, seguido por el apuñalamiento en un total de 64. De las 281
víctimas, 15 mujeres también fueron violadas durante el ataque y en particular, 2 mujeres
fueron violadas hasta la muerte como única modalidad. Se pudo detectar el 99,2% de los
lugares donde se produjeron los femicidios, el 72,9% de los asesinatos se ejecutaron en los
domicilios de las víctimas o en un entorno familiar. 55 víctimas denunciaron previamente a su
atacante una o más veces, en los cuales existía orden de restricción y prohibición de
acercamiento del agresor y en 3 casos se le había otorgado un botón anti pánico a la víctima, lo
que nos ayudaría a deducir que estas restricciones no fueron cumplidas, a base de los datos
obtenidos, AQUÍ FALTAN CONCLUSIONES

En lo que respecta a 2019, recurriendo a la misma fuente se registraron 280 víctimas de


femicidio confirmadas, que incluyen 5 suicidios feminicidas, 25 femicidios vinculados y 10 trans
/ travesticidio.Dentro del rango de víctimas menores de 18 años, se destacan 48 casos.

Sobre la modalidad, 24 mujeres fueron violadas, 3 de ellas hasta la muerte como única
modalidad para asesinarlas. En cuanto al método más recurrente empleado por los femicidas
se halló que hubo un total de 73 asesinatos cometidos mediante el uso de armas de fuego, 68
apuñalamientos y 53 mujeres que murieron golpeadas por sus victimarios.

Respecto al lugar donde sucedieron los hechos, 176 asesinatos se ejecutaron en los domicilios
compartidos y el de la víctima. Hubo 64 casos de femicidios que se pudieron haber evitado si
las mujeres hubieran sido asistidas desde el momento que se efectuó la primera denuncia.
En abril de 2020, la ONU presentó un informe en donde presenta la desigualdad de género
respecto a la pandemia de la COVID- 19:

El brote de coronavirus agrava las desigualdades existentes para las mujeres y niñas a nivel
mundial;LO MUNDIAL ESTÁ MÁS ARRIBA desde la salud y la economía, hasta la seguridad y la
protección social. Las mujeres desempeñan un papel desproporcionado en la respuesta al
virus, incluso como trabajadoras sanitarias en primera línea y como cuidadoras en el hogar. El
trabajo de cuidados no remunerado de las mujeres ha aumentado de manera significativa
como consecuencia del cierre de las escuelas y el aumento de las necesidades de los ancianos.
También se ven más afectadas por los efectos económicos, ya que trabajan, de manera
desigualada, en mercados laborales inseguros. Cerca del 60 % de las mujeres trabaja en la
economía informal, lo que las expone aún más a caer en la pobreza.

La pandemia también ha conducido a un fuerte aumento de la violencia contra las mujeres y


niñas. Con las medidas de confinamiento en vigor, se encuentran atrapadas en casa con sus
abusadores, con dificultades para acceder a servicios que están padeciendo recortes y
restricciones. Los nuevos datos muestran que, desde el brote de la pandemia, la violencia
contra las mujeres y las niñas (y, especialmente, la violencia doméstica) se ha intensificado. Las
llamadas de emergencia por violencia doméstica aumentaron en un 39% en Argentina durante
la cuarentena por el coronavirus y, desde que comenzó el confinamiento, se han producido 19
feminicidios hasta la fecha del 20 de abril y que en el 45% de los casos el asesino fue la pareja
actual. Se ha manifestado por los medios de comunicación la idea de que gracias al
confinamiento las estadísticas de violencia han descendido, lo cual es completamente falso,
“La otra Pandemia” la denomina la Iniciativa Spotlight de la ONU y la Unión Europea. Ante el
incremento de llamadas y consultas para orientación ante casos de violencia de género, el
Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación habilitó tres líneas de teléfonos
por WhatsApp, y una casilla de email para atender las urgencias y no dejar a las víctimas en
desprotección.

“Los escasos avances en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres


conseguidos a lo largo de las décadas están en peligro de retroceso como consecuencia de la
pandemia de la COVID-19”, manifestó el Secretario General de las Naciones Unidas en abril de
2020, instando a los Gobiernos a que pongan a las mujeres y niñas en el centro de sus
esfuerzos para la recuperación.

Un informe realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos


(OCDE), asegura que las mujeres se sitúan en el centro de la lucha contra el coronavirus.

No solo son las más afectadas por esta pandemia, sino que también son la columna vertebral
de la recuperación en las comunidades. Es fundamental poner a las mujeres y las niñas en el
centro de las economías, ya que dará lugar a mejores resultados de desarrollo y más
sostenibles para todos, apoyará una recuperación más rápida y encauzará al mundo para
alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La pandemia de la COVID-19 brinda una oportunidad para tomar medidas radicales y positivas
que compensen las desigualdades tradicionales presentes en numerosas áreas de las vidas de
las mujeres y para construir un mundo más justo y resiliente.

En la escuela, las niñas reciben menos apoyo que los niños para seguir los estudios que eligen.
Esto ocurre por diversos motivos. Uno de ellos es el desinterés por las necesidades de
seguridad, higiene y saneamiento de las niñas, un factor que puede llevar a poner en peligro su
asistencia habitual a clase. Las prácticas docentes y los materiales educativos discriminatorios
también pueden dar lugar a desigualdades entre los géneros en el aprendizaje y el desarrollo
de habilidades. En consecuencia, casi 1 de cada 4 niñas entre los 15 y los 19 años carece de
empleo.

Pero el comienzo de la adolescencia puede presentar obstáculos al bienestar de las niñas. Las
normas de género y la discriminación incrementan el riesgo de embarazo no deseado,
VIH/SIDA y malnutrición. En contextos de emergencia y en lugares donde la menstruación
sigue siendo tabú (Afganistan, Kenia, Burkina, Faso, Niger, Irán, Nepal) las niñas se ven
privadas de la información y los elementos que necesitan para mantenerse saludables y
seguras.

Aproximadamente 1 de cada 20 niñas entre los 15 y los 19 años, cerca de 13 millones, ha sido
víctima de relaciones sexuales forzadas. Tanto en épocas de paz como en situaciones de
conflicto, las niñas adolescentes corren un alto riesgo de sufrir violencia basada en el género.
La violencia puede ocurrir incluso al nacer; por ejemplo, en los lugares donde el infanticidio
femenino es una práctica habitual.

Los órganos de derechos humanos han reconocido que las prácticas nocivas son una violación
a los derechos humanos de mujeres y niñas y llamaron a los Estados a proteger a las
adolescentes de estas prácticas nocivas. Existe una variedad de prácticas nocivas, que incluye
la mutilación genital femenina (MGF), el matrimonio infantil y/o forzoso, la poligamia. El
matrimonio infantil y/o forzoso y la MGF tienen un impacto especialmente significativo para el
disfrute de la salud sexual y reproductiva.

Una investigación reciente muestra que más de 125 millones de mujeres y niñas todavía vivas
han sido sometidas a alguna forma de MGF en 29 países de África y Oriente Medio. La MGF
también es practicada de manera menos generalizada en otras partes del mundo, aunque se
desconoce el número exacto de niñas y mujeres afectadas.
Las Naciones Unidas reconocen que el maltrato a la mujer es el crimen más numeroso del
mundo. La violencia doméstica supone un atentado a la dignidad de la persona: a su integridad
física, a su honor, a su libertad. Y violencia no sólo es el golpe o la paliza, violencia también es
ignorar y menospreciar los sentimientos, deseos u opiniones de las mujeres sólo por el hecho
de serlo. El conflicto comienza con la visualización de este a niveles gubernamentales, siendo
así que solo 107 de 195 países disponen de datos sobre la violencia doméstica, un número que
desciende a 56 cuando hablamos de cifras sobre violencia a mujeres a manos de terceros. Pero
incluso cuando existen datos, es probable que las cifras estén subestimadas, ya que es muy
difícil recopilar información, debido a que victimas sienten miedo al denunciar o se sienten
avergonzadas.

Más allá de las víctimas, el conflicto también tiene un impacto en la vida de mujeres ajenas a
escenarios directos. El temor a la violencia puede impedir que continúen con su educación,
trabajen o ejerzan sus derechos políticos. Una encuesta de Gallup muestra que, de manera
consistente, en todas las regiones del mundo, las mujeres se sienten menos seguras que los
hombres, aunque los niveles de inseguridad varían significativamente según la zona geográfica.
Pero la violencia de género no es solo una causa de desigualdad, sino que también es
consecuencia de ella. Hoy en día, 49 países aún no tienen leyes que protejan a las mujeres de
la violencia doméstica. En 32 países, los procedimientos a los que se éstas enfrentan para
obtener un pasaporte difieren de los de los hombres. Y en 18 países, las mujeres necesitan la
aprobación de su marido para aceptar un trabajo. Prácticas como el matrimonio infantil
también están generalizadas, especialmente en los países con bajo nivel de desarrollo
humano, donde el 39% de las mujeres de 20 a 24 años se casaron antes de cumplir 18 años.

Asimismo, las estimaciones del Informe sobre Desarrollo Humano 2015, muestran que a pesar
de que ellas realizan la mayor parte del trabajo global, un 52%, afrontan desventajas tanto en
el trabajo remunerado como en el no remunerado. Realizan tres veces más trabajo no
remunerado que los hombres un 31% versus un 10% y, cuando su trabajo es remunerado,
ganan un 24% menos que sus homólogos masculinos. El denominado “techo de cristal”
profesional, se traduce en que las mujeres aún ocupan solo el 22% de los puestos de liderazgo
en empresas y menos del 25% de los cargos políticos y judiciales de alto nivel.

Desde la firma de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing en 1995 –el programa


político más amplio en materia de igualdad de género–, el progreso ha sido desigual. Cada vez
hay más niñas que asisten a la escuela y terminan sus estudios, y cada vez hay menos niñas
que se casan y tienen hijos a temprana edad. No obstante, sigue habiendo discriminación y
estereotipos que imponen limitaciones a las niñas.

Los movimientos encabezados por niñas están poniendo freno al matrimonio precoz y a la
mutilación o ablación genital femenina, exigiendo medidas para combatir el cambio climático e
innovando en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. En otras
palabras, las niñas están haciendo valer su poder como agentes de cambio en todo el mundo.

El objetivo de desarrollo sostenible 5 busca lograr la igualdad de género y conseguir el


empoderamiento de las mujeres y las niñas de todo el mundo. Es considerado en si como tal
debido a que es fundamental contar con cambios en las sociedades de maneras legislativas y
jurídicas para así poder garantizar todos los derechos de este género vulnerado.

DEVOLUCIÓN.

Conceptos: Bueno.

Comentarios del grupo: Bueno menos.

Aspectos formales: Bueno.

Observación: El objetivo de desarrollo se tomó para trabajar porque ya hay una problemática
expresada y por esta razón ustedes evitaron seleccionarla. No es para poner en el trabajo.

Nota: 7 SIETE.

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