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TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL

SALA CIVIL

Santafé de Bogotá, 18 de diciembre de dos mil (2000).

REF.: EJECUTIVO DE MARÍA AMPARO


R.AMÍREZ CHAPARRO contra SOCIEDAD
C.VIVAS & CÍÁ.LTDA.

Magistrado Ponente:
Dr. CESAR JULIO VALENCIA COPETE.
Discutido y aprobado en Salas de 27 de septiembre, 25 de octubre y 1° de noviembre de
2000.

Se decide el recurso de apelación interpuesto por la parte demandada contra la sentencia


pronunciada el 28 de febrero de 2000 por el juzgado 25 Civil del Circuito de Santafé de
Bogotá.

I. ANTECEDENTES

1. María Amparo Ramírez Chaparro, por medio de apoderado judicial, demandó a la


sociedad C. Vivas y Cía Ltda. para que por los trámites de un proceso de ejecución se
librara mandamiento de pago por la suma de $16'OOO.OOO,oo., contenida en un
cheque, más el 20% por concepto de la sanción comercial contemplada en el artículo
731 del C. de Comercio, junto con los intereses moratorios causados y liquidados a la
tasa del 42.74% anual, desde el 1 ° de marzo de 1 995, hasta cuando se verifique la
solución de la obligación.

2. En síntesis, como fundamentos de facto, expresó que la demandada se obligó a


cancelar un cheque por esa suma, librado contra el Banco de Bogotá, agencia las
Aguas de esta ciudad, a favor de Enrique Anzola; que éste, a su vez, fe endosó el título
valor a María Amparo Ramírez Chaparro; y que dicho documento, al ser presentado
para su cobro, el establecimiento bancario se abstuvo de cancelarlo por la causal de
"fondos insuficientes".

3. Dictado el mandamiento ejecutivo en la forma pedida, salvo en cuanto al importe de los


intereses, pues se tasaron al 43.71% anual, se notificó a la obligada cambiaria.

4. La Demanda propuso como excepciones perentorias la que denominó “alteración


(intelectual) del texto de título demandado”, “haberse llenado a la fecha del título sin
instrucciones escritas específica para ello”, “entrega sin intención de hacer negocialbe el
título” y “ las derivadas del incumplimiento de la condición (entrega del cheque en
garantía, sujeto de devolución) del negocio que originó el giro del cheque2, las cuales
sustentó, indiscriminadamente, en los hechos que a continuación se indican.

a. conforme al relato contenido en una carta remitida por Ciro Vivas e Enrique Anzola el 20
de abril de 1995, recibida y firmada por éste el 19 de mayo siguiente, consta que entre
éste último, Hernán Párraga y Jorge Mora, se acordó con la empresa Parker Drilling
Company la adquisición de 300 toneladas de chatarra a $92.000,oo tonelada, lo que se
haría en dos etapas, empezando por 152 de ellas, con el objeto de venderlas y, a su
vez, pensando en ganar y repartir utilidades.
b. Posteriormente, Ciro Vivas Delgado intervino en este negocio, de manera muy aparte a
sus actividades profesionales, debido a las vicisitudes que le expuso Hernán Párraga, al
manifestarle que Enrique Anzola no lograba recuperar su inversión inicial de $10.000,oo
efectuada en la primera fase del negocio, por razón a “los manejos omnímodo” de Jorge
Mora quien prendía controlar todo el dinero de la operación que se había
desembolsado; por ello, la intervención de Vivas Delgado se redujo "a entregar a
Enrique Anzola el cheque ...EN GARANTIA sometido al resultado de la ulterior venta de
la chatarra... POR LO CUAL EL CHEQUE [cobrado en este proceso) SE ENTREGO A
ANZOLA SIN FECHA Y SIN INSTRUCC9ONES ESCRITAS O VERBALES PARA
LLENARLA, con la condición de que la chatarra fuera aprovechable y se pudiera vender,
razón por la cual el cheque se giró por mayor valor al invertido por Anzola ($16'000.000
contra $10'000.000 invertidos en la primera fase de compra de la chatarra.)" (las
mayúsculas corresponden al texto).

c. Por cuanto Jorge Mora obró de mala fe en esa negociación, al subir el precio comercial
probable de muchos de los elementos, y debido a que la mayoría de los bienes
obtenidos, relacionados en un escrito anexo con las excepciones, no correspondían a lo
que se pensó adquirir, tras una serie de circunstancias, como la sustracción subrepticia
de los mismos, se hizo necesario incrementar los gastos con la contratación de
vigilancia para el resto de la chatarra; adicionalmente, ante las fluctuaciones del
mercado, como el precio de compra acordado por tonelada adquirida resultó ruinoso
frente al precio de competencia de ese mismo metal usado -$65.OOO,oo. Tonelada -,
se canceló la segunda etapa del convenido.

d. Frente a esos problemas, que produjeron una merma notoria en la ganancia esperada
con la realización del negocio. y pese a que Enrique Anzola debería recibir su parte de
utilidad -"(40%= $3.326.476)"-, al serle ofrecida por Vivas Delgado esa suma, se negó a
recibirla, reclamando la totalidad del precio pactado por sus derechos en el remate de la
maquinaria obsoleta, esto es, $16'OOO.OOO,oo., cantidad que excedía toda proporción
de rendimiento producido por esa operación, argumentando que el cheque había sido
consignado para el cobro, por cuanto necesitaban dinero.

e. "Debido a que se ha presentado un abuso del título valor, cuyo pago se demanda,
entregado por CIRO VIVAS a ENR9QUE ANZOLA SIN FECHA POR SER UNA
GARANTIA DEL NEGOCIO celebrado y RESPALDANDO LA POSIBLE COMPRA
(CONDICIONAL) DE LOS DERECHOS DE ANZOLA en dicho negocio (para evitarle
pérdidas en lo que él había invertido =$i0.000.000), 3a tenedora ( y ejecutante) del
cheque, MARIA AMPARO RAMIREZ CHAPARRO, posee el título viciado en su
legitimidad por activo (para demandar su cobro judicial)" ( lo resaltado es del texto).

5. Tramitadas las excepciones, el Juzgador las declaró no probadas; como consecuencia,


ordenó seguir adelante la ejecución, no sin antes hacer otros pronunciamientos de rigor.

II. LA SENTENCIA IMPUGNADA

6. Para arribar a esa decisión, tras precisar el fallador que quien en el sub lite promovió la
acción cambiaria es un tercero en el negocio jurídico que dio causa al giro del cheque
materia de la cobranza "y aparente tenedor de buena fe", agregó que los hechos
invocados en el escrito de excepciones no le eran oponibles, por resultar temas
extraños a la parte demandante.
Además, observa que aunque el título fue emitido para ser cobrado en fecha posterior,
entregándosele de esta manera al primigenio titular, modalidad que no significa
restricciones a la ley de circulación, la actual ejecutante, Ilegada la fecha plasmada en el
instrumento -1 de marzo de 1995-, procedió a presentarlo aI banco por el sistema de
canje.

Termina diciendo que "las excepciones propuestas no le son oponibles a la acción


cambiaria ejercida por la endosataria Ramírez Chaparro, aparte de que las dos primeras
glosas, relativas a la ' alteración intelectual' del texto del cheque, e inserción de su fecha,
resultan ser discusiones ajenas a la actual tenedora ejecutante, no habiéndose acreditado
que ella intervino en el negocio subyacente, como tampoco se probó que el giro del Cheque
lo fue en garantía, y entregado sin intención de hacerlo negociable

III. EL RECURSO INTERPUESTO

7. Una vez plantea el impugnador una serie de argumentaciones generales, tocantes con
el debido proceso y, en particular, la falta de apreciación conjunta y razonada de la
prueba, pues dice que no se examinó sino la documental, para con base en ella
apoyarse el juzgador simplemente en el criterio de que la parte demandante era un
tercero con respecto al negocio fundamental, a pesar de haber desvirtuado esa
presunción con la totalidad de las probanzas recaudadas, a continuación se dedica a
señalar las omisiones en que incurrió el a quo al proferir la sentencia.

Es así como censura no haberse tenido en cuenta los indicios derivados de la conducta
procesa! de las partes, al simular un endoso para evitar la oponibilidad de excepciones,
tal y como emerge de la declaración de la aparente endosante, el interrogatorio de parte
rendido por la actora, junto con lo probado en la certificación proveniente del Banco de
Bogotá.

En esta tarea, destaca que el testigo en su versión aceptó que no había instrucciones
del girador para Ilenar la fecha del cheque, para aseverar luego que él le dio tales
autorizaciones a la demandante, mientras que ésta atribuye la colocación de la fecha del
título al deponente, con lo que se destruye su presumida buena fe. Acerca de este
elemento volitivo se duele que no haya valorado el juez el que "no exista la más mínima
sombra de prueba testimonial o documental proveniente de terceros que apoyara la
supuesta buena fe de Ia actora y la real negociación del cheque."

Aparte de reprochar la omisión en el decreto de una inspección judicial a los libros de


comercio de la parte demandada, añade que no deja de asombrar que el sentenciador
haya dado por posdatado un cheque, cuando quienes lo recibieron y supuestamente
negociaron reconocieron que el título no tenía fecha ni instrucciones para completarlo.

Así mismo, advierte que esa buena fe se cae, si se analiza la manera como se puso,
con sello mecánico, la fecha del cheque, como también le resulta inverosímil las
respuestas dadas d propósito de que quien presenció el negocio fue alguien de
confianza, el esposo de la actora, persona esta por lo demás ajena a la actividad
mercantil y desconocedora de toda relación comercial con Anzola, toda vez que su
actividad era la de empleada, al igual que la ausencia de documento que diera cuenta
de la realidad del mismo, o de movimiento bancario indicativo de traslado de dinero,
máxime tratándose de una cuantía apreciable, sin perder de vista, asimismo, la
contradicción consistente en que mientras aquél afirmó que, ante la falta de pago del
título valor, no notó ninguna contrariedad, la ejecutante, al revés, enfatizó cómo "ante mi
disgusto me canceló el dinero del cheque", refiriéndose al endosante.
De otro lado, desaprueba que se haya pasado por alto que, como lo depuso el testigo y
lo corroboran otras probanzas, e! giro del cheque no fue puro y simple, sino
condicionado a la venta de chatarra, no obstante que el declarante volvió a incurrir en
contradicción, cuando mencionó el tiempo de espera dado a Ciro Vivas para vender
dicha mercancía, queriendo notar después que el título había sido entregado sin
restricción alguna.

Critica que el a quo no haya aludido, en lo más mínimo, a las respuestas dadas en el
interrogatorio de parte por Ciro Vivos Delgado, como también que hubiera preterido
estimar la certificación del Banco de Bogotá, según la cual ni antes ni después de la
emisión del cheque "hubo alguno fechado con sello".

Termina diciendo que el fallador no se refirió "casi para nada" a todas las excepciones
planteadas por al ejecutada, pues sólo abordó el estudio superficial de dos de ellas.

IV. CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL

1. Los presupuestos procesales, requisitos indispensables para la regular formación y


desarrollo de la relación jurídico procesal, como son demanda en forma, competencia
del juez, capacidad para ser parte y capacidad para comparecer, en el sub-lite no
merecen ningún reparo, hecho que amerita una decisión de fondo.

2. Encuéntrase esclarecido por las más modernas y aceptadas teorías, pese a los distintos
matices que éstas puedan ostentar, que el fundamento cardinal de los títulos valores
radica en la circulación de los mismos, de suerte que por estar estos documentos
naturalmente destinados a movilizar la riqueza mobiliaria, la transferencia o
desplazamiento de los mismos es, en últimas, lo que viene a constituir el origen de
todas aquellas elaboraciones doctrinarias concernientes a aspectos tales como la
indagación jurídica acerca de lo que configura la obligación cambiaria, las bases que
informan sus principios, el formalismo del que está impregnados, etc.

Y es que, al fin de cuentas, frente a la necesidad de transportar de una manera rápida,


segura y cierta bienes de un lugar a otro, como también, ante la insuficiencia de las
instituciones del derecho civil, tocantes con la transmisión de los créditos, se hizo
indispensable la aparición de esta especie de documentos que, a semejanza de los
derechos reales, permitiera la negociación de ellos como cosas muebles corporales,
desligados de cualquier relación personal.

De ahí que para explicar mejor este fundamento indiscutido, no falten algunos
autorizados autores en la materia como Gualtieri y Winizky, que, incluso, hayan
propuesto " designárseles con justeza títulos circulatorios", ya que, agregan, ello es " el
denominador común de todos los documentos que se integran en la teoría general
autónoma a que nos referimos" (Títulos Circulatorios, parte General, pag. 16, Edit.
Eudeba, 1962); o como Guiseppe Ferri, quien cree firmemente hallar en esta función
traslativa del título la causa determinante de su existencia, al decir que "el fenómeno de
los títulos de crédito se inserta en aquel más amplio de la circulación... , a lo cual añade
que "precisamente esta determinación inicial a la circulación, o sea, desde la creación,
insita en la voluntad del creador, constituye la esencia del título de crédito, el elemento
discriminante y del cual derivan las características propias de la disciplina", para concluir
afirmando cómo aunque "distintos pueden ser los presupuestos requeridos para que se
efectúe el desplazamiento del título; puede ser distinta, para utilizas una fórmula
conocida, su 1oy de circulación, pero constante y presente en todos Ios títulos de crédito
está la voluntad de crear un título circulatorio" (Títulos de Crédito, pags, 23 y 25, Edit.
Abeledo- perrot, 1982).

3. Aclarado lo precedente, cabe ahora sí entender cómo, coherente con ese fundamento,
entre otros principios, desde la misma definición; que del título valor hace el artículo 619
del C. de Comercio, se destaca el de lo autonomía que los preside.

Evidentemente, si el derecho cartular tiene centrada su atención en la circulación de


esta clase de documentos, ello en gran medida se concibe en cuanto tienden a ser
adquiridos, mediante la pertinente negociación, por sucesivos tenedores, c quienes
busca proteger por ser, en fin, los destinatarios naturales de tal tutela jurídica.

Con otras palabras, siendo así que normalmente estos títulos están Ilamados a circular,
entonces, en orden a proteger a sus posteriores tenedores, el derecho cambiario
distingue claramente dos nociones distintas, esto es, de un lado, la referente a la causa
que les dio origen, surgida entre los partes que en ella inicialmente intervinieron, y, de
otro, la atinente o lo posterior declaración, nacido de la consiguiente negociación,
cuando ya aparece un sujeto extraño a ese negocio causal. A la primera, se le
denomina relación original o fundamental, negocio causal o subyacente, y o lo segunda,
relación cambiaria o cartular, otorgándole a una y otra diferente tratamiento,

En efecto, una es la que emerge de la relación primigenia, de la que principia la


existencia del título, entre el creador y su primer tenedor, y otra la que se traba entre
éste con los demás portadores del documento, puesto que, mientras los primeros se
gobiernan por aquélla, regida por el contrato, los restantes no, pues o éstos les es
indiferente el motivo inicial que le dio vida jurídica, ya que se atienen es al derecho
incorporado en el documento, que es objeto de la obligación cambiaria, y que , valga
insistir una vez más, no es precisamente el que resulta de la relación fundamental.

Por ende, pese a que sobre un mismo documento surgen esas dos relaciones, en
cuanto se encuentre en poder de un tercero, dícese que éste adquiere así un derecho
nuevo, ajeno a toda injerencia derivada del negocio originario; sobre el particular,
igualmente se ha expresado que "una vez el título sale del estricto ámbito de las partes
intervinientes en las relaciones de base..., esas relaciones para los fines de la
circulación carecen de importancia, pues los derechos del poseedor legitimado del título
derivan de lo declaración Iiteral, unilateral, y no de las relaciones analizadas
anteriormente ... La autonomía comienza o funciono; a partir de la primera transferencia
sucesiva a lo emisión y en favor de los terceros que hayan adquirido el título de buena
fe..."(Giuseppe Gualtieri~ Ignacio Winizky, Ob. Cit., pags. 52 y 80).

En efecto, una es la que emerge de la relación primigenia, de la que principia la


existencia del título, entre el creador y su primer tenedor, y otra la que se traba entre
éste con los demás portadores del documento, puesto que, mientras los primeros se
gobiernan por aquélla, regida por el contrato, los restantes no, pues o éstos les es
indiferente el motivo inicial que le dio vida jurídica, ya que se atienen es al derecho
incorporado en el documento, que es objeto de la obligación cambiaria, y que , valga
insistir una vez más, no es precisamente el que resulta de la relación fundamental.

Por ende, pese a que sobre un mismo documento surgen esas dos relaciones, en
cuanto se encuentre en poder de un tercero, dícese que éste adquiere así un derecho
nuevo, ajeno a toda injerencia derivada del negocio originario; sobre el particular,
igualmente se ha expresado que "una vez el título sale del estricto ámbito de las partes
intervinientes en las relaciones de base..., esas relaciones para los fines de la
circulación carecen de importancia, pues los derechos del poseedor legitimado del título
derivan de lo declaración Iiteral, unilateral, y no de las relaciones analizadas
anteriormente ... La autonomía comienza o funciono; a partir de la primera transferencia
sucesiva a lo emisión y en favor de los terceros que hayan adquirido el título de buena
fe..."(Giuseppe Gualtieri~ Ignacio Winizky, Ob. Cit., pags. 52 y 80).

Sin embargo ha de quedar precisado, cómo contra los que algunas veces
equivocadamente se dice, no es el título el que per se es autónomo, como tampoco lo
es el derecho incorporado en él, sino, con estrictez lo "es el derecho que cada titular
sucesivo va adquiriendo sobre el título y sobre los demás derechos en él incorporados
... , como con maestría lo enseña el expositor Raúl Cervantes Ahumada. [Títulos y
Operaciones de Crédito, pag. 20., edit. Porrúa S.A.).

Dicho de otra manera, para que, en rigor, pueda hablarse de autonomía, forzosamente
debe suponerse que ha habido negociación del título, pues, contrariamente, si no ha
entrado en circulación, porque permanece estático en poder del primer tenedor, el
derecho de éste con el deudor primigenio puede gobernarse y seguir la suerte del
negocio que le sirvió de causa primaria, ocurriendo entonces, como se pregona para
este último supuesto, que entre éstos hay lugar a discutir toda aquellas circunstancias
provenientes de la relación fundamental, porque " resumiendo, la obligación del deudor
está sometida a !a ley integral del negocio jurídico que dio origen a la emisión del título,
mientras se encuentre ante aquel a quien lo negoció "(César Vivante, Tratado de
Derecho Mercantil, Volumen III, pag. 148, Edit. Reus); en el mismo sentido, Gilberfio
Peña Castrillón expresa: "Sin embargo, entre las partes inmediatamente vinculadas
(endosatario y endosante; girador y beneficiario), la función que cumple el título valor es
muy limitada, puesto que las relaciones se resuelven prácticamente con base en las
Ilamadas relaciones subyacentes..."(De los Títulos Valores en General y de la Ietra de
Cambio en Particular, pag. 22, Edit. Temis).

Como consecuencia de esta separación de relaciones, en cuanto necesariamente medie


por lo menos una transferencia cambiaria de cuya operación resulte el título en manos
de un tercer adquirente, o las de los ulteriores tenedores que de la misma manera lo
tengan en su poder, deviene ahora sí claro el concepto de la inoponibilidad de
excepciones frente a estos terceros.

Si por virtud de ese principio, los subsiguientes tenedores de esos títulos se atienen
únicamente a la literalidad contenida en los mismos documentos, a los cuales, valga
reiterarlo, para facilitar su circulación se les otorga el tratamiento de cosas muebles
sujetas a la pertinente regulación de los derechos reales, no es dable por tanto
formularles las excepciones oponibles a titulares anteriores derivadas de negocios
extracartulares, puesto que, al desligarse las relaciones de unos y otros, tales terceros
no reciben propiamente los derechos personales de quienes se los transmitieron; es asá
como en esta materia, a diferencia de la cesión de créditos, cuando ha sobrevenido la
circulación titularia, no tiene cabal aplicación en principio nemo plus iuris in alieum
potest quam ipse habet, como sí acontece en el código civil, de cuyo ejemplo son, entre
otras disposiciones legales, los artículos 752 y 779.

4. En todo caso, para que de esa especial manera el legislador efectivamente conceda
eficaz protección a los adquirentes de estos títulos, no basta que se trate de cualquier
tercero, sino, como reza e1 artículo 647 del C. de Comercio de quien "lo posea
conforme a su ley de circulación", vale decir, por una parte, de acuerdo con el
procedimiento que ha de seguirse para la negociación, lo que en cada situación se
sujetará a las formas preestablecidas por este ordenamiento, o sea, entre otras,
principalmente de aquellas que regulan las ?res vías por las que se pueden transferir,
vale decir, dependiendo de si son títulos nominativos, a la orden o al portador, o de
aquella previsión indicada en el artículo 660 del C. de Comercio que exige endosarlos
dentro del ciclo estrictamente cambiario, so pena de que, si se efectúa con
posterioridad, esta transmisión extemporánea exponga al adquirente al régimen propio
de la cesión de créditos, o sea desprovisto de las ventajas que le confiere la autonomía.

Y de otra, esa tenencia legítima estará amparada en cuanto dicho tenedor lo sea de
buena fe, aspecto subjetivo que, por lo demás, la ley presume iuris tantum, al prever
claramente el artículo 835 del C. de Comercio que ella ha de suponerse, "aún la exenta
de culpa"; a continuación agrega este texto legal que "quien alegue 9a mala fe o la culpa
de una persona, o afirme que ésta conoció o debió conocer determinado hecho, deberá
probarlo”.

Como consecuencia, la aludida legitimación debe de ser idónea, porque, en primer


término, ha de ostentar la investidura formal requerida, y, en segundo, porque debe
estar revestida del elemento volitivo tocante con la buena fe, de modo que, si concurren
ambos presupuestos, quien así tengo el título quedará válidamente autorizado para
reclamar la prestación mencionada en él.

5. En torno a la noción de buena fe, aunque ha de considerársele ínsita en todos los


negocios y actos jurídicos, por ser, según palabras de un conocido expositor de la
materia "manantial y objeto dei derecho" (Felipe de J. Tena, Títulos de Crédito, Pag. 6b,
edit. Porrúa, 1956), al punto que algunos consideren innecesario este agregado de la
ley, indudablemente viene a constituir un postulado absolutamente indispensable de la
tenencia de los títulos, por supuesto que el derecho sólo puede amparar la circulación
honrada de ellos.

Sin desconocer las dificultades que de suyo ofrece el tema, debido a su aspecto
puramente mora! e interno, en todo caso, en ausencia de definición acerca de ella en el
Código de Comercio, indudablemente que, en procura de una aproximación acerca de
este concepto, presta valiosa ayuda lo que sobre el particular enseña el artículo 768 del
C.Civil, al decir que ¨la buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la
cosa por medios legítimos, exentos d fraude o de todo otro vicio”, a lo que el artículo
siguiente agrega que ella “se presume, excepto en los casos en que la ley establece
presunción contraria”

Tratándose de esa buena fe simple, o de la cualificada, o sea, la exenta de culpa


requerida en algunas situaciones especiales por la ley, como la señalada por el artículo
835 atrás aludido, en la cual en principio, es de cargo del interesado destacar que actuó
de manera diligente, ha de reputarse entonces que quien atiene el título acorde con la
ley de su circulación, así mismo debe suponerse ostentar dicho elemento subjetivo,
como igualmente hallarse relevado de probar la exención de culpa, porque, como lo ha
indicado la jurisprudencia, tras precisar que se impone predicar el sentido de la
honestidad con que comúnmente actúan las personas, “una norma de organización
ética universal, punto de partida de los ordenamientos positivos, nada que no se juzgue
los actos humanos sino partiendo de un principio de rectitud, ya que de otro modo no
podría imprimirse orden en la vida de los hombres en sociedad2, (G.J, t, C, pag. 242).

Por modo que, contrario sensu, si así es como debe ponderarse esta cuestión, quién
invoque como debe ponderarse esta cuestión, quien invoque a su favor en un proceso la
ausencia de buena fe de otra persona, o que alguien falto en determinado caso a la
diligencia y cuidado propios de un hombre prudente, o que, de cualquier otra manera,
afirme que éste conoció o debió estar enterado de un hecho especial, es de su cargo
establecerlo plenamente, toda vez que, a riesgo de insistir en demasía sobre el punto, la
ley protege tanto la buena fe como la exención de culpa, mediante las correspondientes
presunciones.
6. Precisamente, aplicadas esas nociones al ámbito del derecho cambiario, es por lo que,
recogiendo algunos de los principios que se dejaron esbozados atinentes con la
circulación, la autonomía, la legitimación formal, el postulado de la buena fe y el
concepto de la ausencia de culpa, el artículo 784, numeral 12 del C. de Comercio,
tocante con las excepciones cambiarias, únicamente permite oponer " las derivadas del
negocio jurídico que dio origen a la creación o transferencia del título, contra el
demandante que haya sido parte en el respectivo negocio o contra cualquier otro
demandante que no sea tenedor de buena fe exenta de culpa. ( se subraya).

Por manera que, tratándose de excepciones emanadas del negocio causal , aparte de ser
procedente formularlas siempre contra quien directamente, como primer tenedor, intervino
en la creación del título, ya que en esta primera etapa da su existencia sencillamente no
alcanzó a ser transferido, contrariamente, apenas es viable interponerlas con éxito contra
los sucesivos poseedores, en la medida en que se destruyan o infirmen contra éstos las
aludidas presunciones, desde luego que el ordenamiento jurídico sólo puede salvaguardar a
las personas honradas y diligentes.

En esta última hipótesis, es obvio que de faltar en el momento de su adquisición la buena fe


que ha de acompañar a los negocios jurídicos, lo que ocurriría cuando, a sabiendas de los
vicios o defectos de la relación causal, se negocia y obtiene así por el tercero el documento,
con el propósito evidente de causar daño al deudor, hay lugar entonces a atacar este acto
de transferencia, mediante la excepción en mención.

"Por esto - expresa Tullio Ascarelli -, es natural que se exija para que sea oponible o un
tercero la excepción derivada de un negocio extracartular, no sólo que tenga conocimiento
de ésta, sino que tenga la conciencia de que adquiriendo el título' haya obrado en perjuicio
de9 deudor... De hecho, solamente se podrán oponer ai portador del título que haya
participado en la convención extracartular, o que al adquirir el título, haya obrado a
sabiendas en prejuicio del deudor..." (Teoría General de los Títulos de Crédito, pag. 54,
Edit. Jus, 1947).

Y Luis Muñoz, sobre ei particular asevera: "El principio de inoponibilidad de las excepciones
al Ilamado tercero tenedor del título, cebe jugar su papel, inclusive cuando éste conoce el
negocio extracartular, su naturaleza y características; pero no cuando el tercero adquirente
del título se ha coludido con su antecesor en perjuicio del deudor, o adquirió el título a
sabiendas que perjudicaba a su deudor...

"Se deroga el principio de la autonomía cuando a consecuencia de la irregular adquisición


del título valor es posible oponer al tenedor la exceptio dolis generalis, por haber adquirido
el título intencionalmente y no solamente con conocimiento, para perjudicar al deudor al
impedirle que pueda oponer las excepciones Ilamadas personales contra tenedores
anteriores... (Títulos Valores Crediticios, pags, 102 y 114, Edit. TEA, 1973).

En suma, mientras por el obligado cambiario, conforme a la carga probatoria impuesta por
el artículo 177 del C. de P. Civil, en concordancia con el artículo 1757 del C. Civil, no se
aleguen o demuestren fehacientemente hechos contrarios al factor subjetivo en comento,
para de ellos buscar quebrar las presunciones, y luego obtener de ahí sí que el fallador
pueda inferir contra el tomador las consecuencias adversas previstas en 3a ley, ha de
suponerse que el demandante es un poseedor habilitado para ejercer cabalmente sus
derechos, en cuanto, para el instante de su adquisición, desconozca o ignore los problemas
que pudíera tener desde su creación.
7. Apoyado el Tribunal en las consideraciones que preceden, al proceder ahora o examinar
los elementos de convicción aducidos en este asunto, primeramente nota que quien
ejerce la acción cambiaria es una endosataria, persona ajena a quienes participaron en
el negocio causal, o sea el que produjo la existencia del título valor que sirve de
recaudo.

En efecto, las partes inmediatas lo fueron la sociedad demandada, representada por Ciro
Vivas Delgado, librador del cheque, y Enrique Anzola Iriarte, primer tomador, por ser a quien
a su favor se expidió; y al reverso de él, consta que hubo un endoso en propiedad, de la
manera exactamente indicada por el artículo 657 de la ley mercant6l, pues sin restricción
alguna se hizo así el acto de transferencia por parte del últimamente citado a María Amparo
Ramírez Chaparro.

Previa advertencia de no estar limitada en el sub lite la circulación del cheque, pues no se
insertó cláusula alguna que, como lo prevé el artículo 717 ibídem, pudiera impedir s~
negociabilidad, ~ continuación se señala que, respecto de este título emitido la orden,
ningún reparo desde el punto de vista formal cabe en torno a la legitimación, pues, como lo
indica el artículo 651 ejusdem, se negoció mediante endoso y entrega.

Aparte de ello, ha de destacarse que ese endoso debe reputarse efectuado bajo la hipótesis
contenida en el artículo 660, inciso 1 °, de la ley mercantil; y no obstante que esa
apreciación es por sí sola suficiente para entender que dicho traspaso se ejecutó dentro de
su circulación estrictamente cambiaria, o sea, en tratándose de cheques, bajo la suposición
de haberse Ilevado a cabo antes de su presentación y protesto, adicionalmente en el sub
lite estos actos quedaron plenamente corroborados, puesto que tanto la prueba testimonial
como las declaraciones de parte y el rnismo documento convergen en indicar que,
evidentemente, mientras el título se le entregó en febrero de 1995 a la endosataria, previa
firma del endosante, fue aquélla quien después, el 1 ° de marzo siguiente, lo presentó para
su cobro, dejándose anotada en esta última fecha la constancia pertinente por parte del
librado, consistente en no haberse pagado por fondos insuficientes.

Acerca del segundo extremo, necesario para conformar este presupuesto de la acción,
adicionalmente destaca el Tribunal cómo, del análisis individual y conjunto de los distintos
medios de prueba, de la forma pregonada por el artículo 1 &7 del C. de P. Civil, en el sub
lite no alcanzó a informarse la presunción de buena fe que ampara a la demandonte, o que,
aún más, condujera a destruir aquella protección, consistente e^~ la otra presunción de
estar exenta de culpa alguna; y, en fin, ni per asomo, pudo evidenciarse por la parte
demandada que la actora conociera de algún vicio o hecho fraudulento, o que, pudiendo
hacerlo, ésta estuviera obligada saberlo.

Es así como, vistos los hechos en que se fundan las excepciones, ellos se circunscriben a
colocar como intervinientes en los problemas que alli se relatan a personas distintas de la
demandante, toda vez que incluso ese escrito se limita es a indicar que el negocio jurídico
tocante con unos bienes se celebró entre Hernán Párraga, Enrique Anzola y Jorge Moro
con la empresa Parker Driliàng Compony, sin involucrar para nada a aquélla, pues apenas
se lo menciona al final del mismo, pero sólo para afirmarse lacónicamente que, por todos
esos antecedentes, "posee un título viciado de legitimidad activa" (folio 12, cuaderno 4); con
otras palabras, atendidos los mismos términos en que se apoyaron dichas excepciones, ni
siquiera se alcanza a insinuar claramente que para el preciso instante de la transferencia la
ejecutante llegará a enterarse de los vicios o de Ios hechos ilícitos presuntamente
cometidos frente al librador del título, y que, por lo mismo, le permitiera darse cuenta de
ellos, en esa oportunidad, a quien válidamente lo obtuvo.
Por tanto, excluído como está que la actora fuera partícipe del negocio extracartular, por
supuesto que, tras mediar un endoso en propiedad, fue que vino a ocupar la calidad de
endosataria y, por la misma razón, a riesgo ser redundante, a ostentar la posición de
persona extraña o ajena a dicho negocio, no resulta entonces demostrado que ella
conociera en el acto de transferencia problema alguno alrededor de la relación causal, ni
que de otro modo estuviera a su alcance atisbarlo, siendo también absolutamente palmario
que ninguna probanza conduce a indicar que, por otra circunstancia, se hubiera coludido
con la parte anterior a ella en perjuicio del librador.

No se afirma esta conclusión por otras circunstancias, a juicio del Tribunal irrelevantes,
como la concerniente con la fecha impuesta en el título, a través de un sello mecánico,
puesto que, de admitirse en gracia de discusión que lo hubiese entregado sin esa mención
y que luego otra persona la Ilenara, esta actuación vendría a ser inane, desde luego que si
la ley comercial, en sus artículos 621 y 713, no exige en parte alguna, como requisito de
existencia del cheque, su forzosa imposición por el tenedor del título, igual hubiera podido
presentarse ante el librado sin esa anotación, en orden a lo cual es suficiente ver que la
parte final de la norma primeramente aludida permite dejar en blanco tal mención, pues la
suple al prever que "si no se menciona la fecha y el lugar de creación se tendrán como tales
la fecha y el lugar de su entrega".

Por lo demás, Ia alegada "ausencia de instrucciones" no es, ni. por asomo, para nadie, y
menos para un tercero, presupuesto indispensable para ejercer la acción cambiaria, desde
luego que el valor, per se, es prueba suficiente de su cobro.

En ese preciso sentido ha sido enfática y uniforme la doctrina, pues, entre otros, Héctor
Cámara destaca como perfil propio de estos títulos el de ser. " un título completo,
sustantivo, que se basta por sí mismo – per se stante –, conteniendo todas sus relaciones
cambiarias- principio de auto suficiencia…”

" No debe tener referencia alguna a otro instrumentos público ni privado que pueda
enervarlo, deteriorarlo o integrarlo; como se ha dicho en frase feliz, la cambial debe ser el
espejo de su condición jurídica, Ilevando todos sus acontecimientos. que con ella se
relacionan. El texto es decisivo sin recurrir a elementos extraños". ( Letra de Cambio y Vale
o pagaré, Tomo I, pags. 200 y 201 , Edit. Ediar).

Distinta seria la situación, ahí sí trascendente, cuando por parte del deudor se Ilegara a
evidenciar fehacientemente, a términos del artículo 622 del C. de Comercio los dos
extremos que, de manera concurrente, tradicionalmente se han exigido contra quien fue
parte en el negocio jurídico o frente al endosatario que no ostente la buena fe de que trata
la ley, a saber: uno, que el título se firmó en blanco, y otro, que se Ilenó en forma contraria a
las instrucciones dadas. De suerte que si, por más que se pudiese aceptar lo primero, cp,p
en este caso hay ausencia total de prueba en torno a la forma corno se completó, esto es, si
en contraposición o no a las autorizaciones, no cabría dar paso a esta defensa, sin olvidar
que, si todavía en gracia de amplitud se tuviera como establecida esta exigencia, de todas
maneras no comprometería al tercero, conforme a las explicaciones que ahora sería
redundante entrar plasmar.

Tampoco llegan a dejar sin piso estas aserciones las demás que se tratan de hacer ver,
como la que busca poner en evidencia que a la actora no le acompaña el elemento
subjetivo necesario para accionar, por razón a que no ejerce la actividad mercantil, porque,
de ser así, advierte el Tribunal, tendría que concluirse, contrario a las reglas de la
experiencia, que el giro o la negociación de cheques debe estar siempre vinculado a la
profesión de los comerciantes, cuando estas actividades también las pueden ejecutar
quienes no lo sean, independientemente que, en uno u otro evento, debo aplicarse la ley
mercantil; ni Ia ausencia de prueba documental indicativa de haber efectuado Ia accionante
el negocio jurídico, como si la ley requiriera elemento de convicción adicional a la tenencia
misma del documento, de por sí bastante para comprobar Ia realidad del mismo, sobre lo
que, agrega la Sala, si se buscaba establecer la simulación de los actos ejecutados,
igualmente era de cargo del recurrente ponerlos en evidencia, lo que en este asunto no se
acreditó por el interesado en ello; menos, alcanzan a tener relevancia las expresiones del
endosante y de la endosataria acerca de cómo reaccionaron ambos, cuando se supo que el
título resultó impagado, puesto que, con abstracción de algunas imprecisiones que
conforme a las reglas de la sana crítica se pueden tolerar en las versiones de los
deponentes, lo cierto es que n3nguna connotación definitiva Ilega a alcanzar la conducta
que así se endilga, por ser ella un hecho posterior o sobreviniente al acto de transferencia,
desde luego que es este el momento, y no otro, el que ha de ponderarse para determinar
con precisión el conocimiento real que, respecto del negocio causal, Ilegó a adquirir el
endosatario, tal y como se dejó explicado a espacio en las motivaciones que preceden.

No hay lugar a valorar, del modo que lo quiere el impugnador, el interrogatorio que rindió el
representante legal de la parte demandada, pues, de hacerse así, se quebrantaría una de
las nociones elementales del derecho probatorio, conforme a la cual, sólo es pertinente
apreciar esta prueba en cuanto, tal y como lo prevé el artículo 195 del C. de P. Civil,
contenga expresiones que produzcan consecuencias jurídicas adversas a la parte
confesante o que favorezcan a la contraparte -contra se-, pero nunca las manifestaciones
notoriamente interesadas de quien las hace.

8. Pese a que los razonamientos que anteceden permiten en conjunto desestimar todas
las excepciones, como quiera que, todas a una, se sustentan en supuestos que sólo
vinculan a quienes formalizaron el negocio causal, si Ia corporación, para abundar en
explicaciones, se detiene en algunas otras alegaciones de la excepcionante, dirigidas a
afirmar que entregó el título sin la intención de hacerlo negociable, debido a que se
desprendió del documento "en garantía, sujeto a devolución", sometido "al resultado de
la ulterior venta de chatarra... con la condición de que la chatarra fuera aprovechable y
se pudiera vender", bastaría expresar que, si aún bajo esta modalidad fue como se
impuso la firma, igual esta expresión no constituye eximente de ninguna especie que la
excluya de asumir Ia correspondiente prestación cambiaria de cara a quien aparezca
como poseedora posterior, en quien se presume la buena fe, aún la exenta de culpa, no
contrarrestada en este asunto.

9. Con base en Ias consideraciones que preceden se impone confirmar el fallo materia de la
apelación, con la aclaración respecto de los intereses, los cuales, como lo ha estimado
últimamente el Tribunal, en ningún momento pueden exceder los límites perentoriamente
impuestos por los artículos 884 del C. de Comercio y 235 del C. Penal.

V. D E C I S I ON

Por lo anteriormente expuesto, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de


Bogotá, en Sala de Decisión Civil, administrando Justicia en nombre de la República de
Colombia y por autoridad de la ley,

RESUELVE

1.- Confirmar la sentencia de 28 de febrero de 2000, proferida por el juzgado 25 Civil del
Circuito de esta ciudad, con la aclaración en torno a los intereses.

2. costas a cargo de la parte apelante.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
CÉSAR JULIO VALENCIA COPETE.
JOSÉ DEL CARMEN VEGA SEPÚLVEDA.

EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

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