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¿COMO FUE LA CAIDA DEL IMPERIO

INCAICO EN EL PERÚ?

CAP I: ¿Cuál fueron las causas de la


caída del Tahuantinsuyo?

La debilidad del Tahuantinsuyo producto de las guerras


civiles entre Huáscar y Atahualpa:
La pelea entre Huáscar y Atahualpa marcó en fin del imperio Inca.
El vencedor, Atahualpa, no llegó a disfrutar de su victoria
definitiva ya que Francisco Pizarro con sus 180 soldados españoles
capturó a Atahualpa en Cajamarca. Huáscar fue el 12º emperador
inca. Era uno de los 200 hijos reconocidos del anterior emperador
inca, Huayna Cápac. Éste y su sucesor (Ninan Cuyuchi) fallecieron
en 1527 de viruela. Esta enfermedad era desconocida en América
y fue producto de la llegada de los conquistadores españoles. Se
sabe que los virus viajaban más rápido que los españoles. Ante
esta calamidad se designó a Huáscar como futuro emperador Inca.

Atahualpa fue el último y 13º emperador Inca. Nació en 1497 en


Cusco, aunque otros historiadores consideran que nació en Quito.
Encolerizado Huáscar porque su hermano no había acompañado
los restos de su padre, de Quito al Cuzco, mató a los embajadores
de Atahualpa. Finalmente, Atahualpa, que estaba a su vez retenido
por los españoles, dio orden de ejecutar a su hermano.
Atahualpa no se dio cuenta de que estos 180 soldados españoles
liderados por Pizarro se estaban aliando con los líderes de cada
una de los pueblos sojuzgados por los Incas que esperaban
recobrar sus antiguos privilegios. Vieron en los hombres barbudos
como enviados divinos que llegaban a liberarlos del domino Inca.
A los españoles solo les interesaba una cosa: el oro. Algunos
líderes regionales fueron premiados por los españoles por su
apoyo en las guerras, pero sus privilegios fueron reducidos.

Atahualpa en una emboscada en Cajamarca es apresado por


Francisco Pizarro, pero debido a la presión de Diego de Almagro
para matarlo se pidió un rescate en oro y plata. Aunque se pagó el
rescate fue asesinado acusándolo de idólatra, fratricida, polígamo
y de incesto. Escogió ser ahorcado con garrote vil después de
bautizarse como cristiano porque iba a ser quemado vivo si no se
bautizaba. Este fue el fin del imperio inca por la lucha entre dos
hermanos.

El apoyo que recibieron los españoles por parte de los pueblos


sometidos por los incas:
En el mundo indígena del Tahuantinsuyo hubo diversas
apreciaciones acerca de los forasteros que arribaron en 1532. Para
Atahualpa éstos eran nada más que extranjeros andrajosos sin
vestimentas de colores ni distintivos, por lo cual no pertenecían al
imperio. En cambio, para otros como los chancas, huancas y
cañaris, los españoles constituyeron potenciales aliados en sus
luchas contra los incas. En general, en el área andina los hispanos
no fueron considerados seres de distinta naturaleza o dioses,
debido a su apariencia y a su comportamiento voraz a partir del
desembarco en la zona de Tumbes, donde se apropiaron de bienes
sagrados del Inca.

La conquista de los incas tuvo efectos traumáticos sobre la


mayoría de la población nativa; efectos que se sintetizan en el
concepto de desestructuración. Éste hace alusión al
desmoronamiento de los principios básicos que daban coherencia
a las estructuras políticas, sociales, económicas y religiosas del
mundo andino y concretamente al fin de la redistribución
practicada por el imperio inca. La sustitución del inca por
autoridades peninsulares significó un quiebre en la relación entre
los ayllus, los curacas y los funcionarios imperiales. El tributo
impuesto por los españoles, los abusivos trabajos mineros por
turnos (mita), la extirpación de los dioses y huacas andinas y el
reparto de los nativos en encomiendas, entre otros factores,
explican el profundo traumatismo de la conquista.

El abandono de los más fuertes principios de su propia cohesión


social: La fuerza y la estabilidad del Imperio provenían de las sanas
normas agrícolas de los ayllus, trabajo obligatorio y colectivo,
comunidad de la tierra, igualdad y proporción en el reparto de los
frutos, tutela paternal de los jefes. Todo esto que había creado la
alegría incaica, en "el buen tiempo de Túpac Yupanqui", era
abandonado con imprevisora insensatez. El Inca y sus parientes,
la nobleza privilegiada, bajo el pretexto de las guerras, habían
formado una casta aparte, excluida del trabajo, parásita y
holgazana. En torno de ella se quebraban todos los viejos
principios. El pueblo trabaja rudamente para ellos; tenía que
labrar no solamente las tierras del Inca y del Sol, y las de la
comunidad, sino la de estos nuevos señores. El Inca, rompiendo la
unidad económica del Imperio, obsequiaba tierras a los nobles y
curacas, quienes las daban en arrendamiento a indios que las
cultivasen, con obligación de entregar cierta parte de los frutos.
Estas propiedades individuales, dentro de un pueblo
acostumbrado al colectivismo, herían el espíritu mismo de la raza
y presagiaban la disolución, o un ciclo nuevo bajo normas diversas.
Los nobles favorecidos trataban de perpetuar el favor recibido,
trasmitiendo la propiedad individual. El reparto periódico de las
tierras se hacía cada vez más formal y simbólico. El Inca o la llacta
camayoc confirmaban cada año a los ocupantes en sus mismos
lotes de terreno, existiendo casi en realidad propietarios de por
vida. Lo que se hacía anualmente era el reparto de lotes
adicionales para los hijos que nacían o el de las tierras llamadas de
descanso. Las tierras mejores eran en todo caso las de los nobles
y curacas y éstos no trabajaban. Por allí empezaba a destruirse el
gran Imperio de trabajadores incaicos. En el momento de la
llegada de los españoles, la antigua unidad incaica estaba corroída
por tales gérmenes de división; uno económico, el descontento de
clase del pueblo contra la aristocracia militar dominante, otro
político, el odio entre cuzqueños y quiteños. Todos los primeros
testigos de la conquista, acreditaron la existencia de este último.
Pero el malestar social y económico se percibe en el cronista de
mayor intuición y levadura jurídica de los primeros tiempos.
Gonzalo Fernández de Oviedo, después de interrogar
acuciosamente a los primeros conquistadores que regresaban a
España, tras de la captura de Atahualpa, consigna esta impresión
inmediata y sagaz: "la gente de guerra tiene muy sojuzgada a los
que son labradores o gente del campo que entienden la
agricultura".

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