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La caída del Imperio Incaico se debió a varias causas: 1) Las guerras civiles entre los hermanos Huáscar y Atahualpa debilitaron al imperio. 2) Los españoles, liderados por Pizarro, se aliaron con pueblos sometidos por los incas y capturaron a Atahualpa. 3) El abandono de los principios de cohesión social del imperio, como la propiedad comunal de la tierra, también contribuyó a su declive.
La caída del Imperio Incaico se debió a varias causas: 1) Las guerras civiles entre los hermanos Huáscar y Atahualpa debilitaron al imperio. 2) Los españoles, liderados por Pizarro, se aliaron con pueblos sometidos por los incas y capturaron a Atahualpa. 3) El abandono de los principios de cohesión social del imperio, como la propiedad comunal de la tierra, también contribuyó a su declive.
La caída del Imperio Incaico se debió a varias causas: 1) Las guerras civiles entre los hermanos Huáscar y Atahualpa debilitaron al imperio. 2) Los españoles, liderados por Pizarro, se aliaron con pueblos sometidos por los incas y capturaron a Atahualpa. 3) El abandono de los principios de cohesión social del imperio, como la propiedad comunal de la tierra, también contribuyó a su declive.
La debilidad del Tahuantinsuyo producto de las guerras
civiles entre Huáscar y Atahualpa: La pelea entre Huáscar y Atahualpa marcó en fin del imperio Inca. El vencedor, Atahualpa, no llegó a disfrutar de su victoria definitiva ya que Francisco Pizarro con sus 180 soldados españoles capturó a Atahualpa en Cajamarca. Huáscar fue el 12º emperador inca. Era uno de los 200 hijos reconocidos del anterior emperador inca, Huayna Cápac. Éste y su sucesor (Ninan Cuyuchi) fallecieron en 1527 de viruela. Esta enfermedad era desconocida en América y fue producto de la llegada de los conquistadores españoles. Se sabe que los virus viajaban más rápido que los españoles. Ante esta calamidad se designó a Huáscar como futuro emperador Inca.
Atahualpa fue el último y 13º emperador Inca. Nació en 1497 en
Cusco, aunque otros historiadores consideran que nació en Quito. Encolerizado Huáscar porque su hermano no había acompañado los restos de su padre, de Quito al Cuzco, mató a los embajadores de Atahualpa. Finalmente, Atahualpa, que estaba a su vez retenido por los españoles, dio orden de ejecutar a su hermano. Atahualpa no se dio cuenta de que estos 180 soldados españoles liderados por Pizarro se estaban aliando con los líderes de cada una de los pueblos sojuzgados por los Incas que esperaban recobrar sus antiguos privilegios. Vieron en los hombres barbudos como enviados divinos que llegaban a liberarlos del domino Inca. A los españoles solo les interesaba una cosa: el oro. Algunos líderes regionales fueron premiados por los españoles por su apoyo en las guerras, pero sus privilegios fueron reducidos.
Atahualpa en una emboscada en Cajamarca es apresado por
Francisco Pizarro, pero debido a la presión de Diego de Almagro para matarlo se pidió un rescate en oro y plata. Aunque se pagó el rescate fue asesinado acusándolo de idólatra, fratricida, polígamo y de incesto. Escogió ser ahorcado con garrote vil después de bautizarse como cristiano porque iba a ser quemado vivo si no se bautizaba. Este fue el fin del imperio inca por la lucha entre dos hermanos.
El apoyo que recibieron los españoles por parte de los pueblos
sometidos por los incas: En el mundo indígena del Tahuantinsuyo hubo diversas apreciaciones acerca de los forasteros que arribaron en 1532. Para Atahualpa éstos eran nada más que extranjeros andrajosos sin vestimentas de colores ni distintivos, por lo cual no pertenecían al imperio. En cambio, para otros como los chancas, huancas y cañaris, los españoles constituyeron potenciales aliados en sus luchas contra los incas. En general, en el área andina los hispanos no fueron considerados seres de distinta naturaleza o dioses, debido a su apariencia y a su comportamiento voraz a partir del desembarco en la zona de Tumbes, donde se apropiaron de bienes sagrados del Inca.
La conquista de los incas tuvo efectos traumáticos sobre la
mayoría de la población nativa; efectos que se sintetizan en el concepto de desestructuración. Éste hace alusión al desmoronamiento de los principios básicos que daban coherencia a las estructuras políticas, sociales, económicas y religiosas del mundo andino y concretamente al fin de la redistribución practicada por el imperio inca. La sustitución del inca por autoridades peninsulares significó un quiebre en la relación entre los ayllus, los curacas y los funcionarios imperiales. El tributo impuesto por los españoles, los abusivos trabajos mineros por turnos (mita), la extirpación de los dioses y huacas andinas y el reparto de los nativos en encomiendas, entre otros factores, explican el profundo traumatismo de la conquista.
El abandono de los más fuertes principios de su propia cohesión
social: La fuerza y la estabilidad del Imperio provenían de las sanas normas agrícolas de los ayllus, trabajo obligatorio y colectivo, comunidad de la tierra, igualdad y proporción en el reparto de los frutos, tutela paternal de los jefes. Todo esto que había creado la alegría incaica, en "el buen tiempo de Túpac Yupanqui", era abandonado con imprevisora insensatez. El Inca y sus parientes, la nobleza privilegiada, bajo el pretexto de las guerras, habían formado una casta aparte, excluida del trabajo, parásita y holgazana. En torno de ella se quebraban todos los viejos principios. El pueblo trabaja rudamente para ellos; tenía que labrar no solamente las tierras del Inca y del Sol, y las de la comunidad, sino la de estos nuevos señores. El Inca, rompiendo la unidad económica del Imperio, obsequiaba tierras a los nobles y curacas, quienes las daban en arrendamiento a indios que las cultivasen, con obligación de entregar cierta parte de los frutos. Estas propiedades individuales, dentro de un pueblo acostumbrado al colectivismo, herían el espíritu mismo de la raza y presagiaban la disolución, o un ciclo nuevo bajo normas diversas. Los nobles favorecidos trataban de perpetuar el favor recibido, trasmitiendo la propiedad individual. El reparto periódico de las tierras se hacía cada vez más formal y simbólico. El Inca o la llacta camayoc confirmaban cada año a los ocupantes en sus mismos lotes de terreno, existiendo casi en realidad propietarios de por vida. Lo que se hacía anualmente era el reparto de lotes adicionales para los hijos que nacían o el de las tierras llamadas de descanso. Las tierras mejores eran en todo caso las de los nobles y curacas y éstos no trabajaban. Por allí empezaba a destruirse el gran Imperio de trabajadores incaicos. En el momento de la llegada de los españoles, la antigua unidad incaica estaba corroída por tales gérmenes de división; uno económico, el descontento de clase del pueblo contra la aristocracia militar dominante, otro político, el odio entre cuzqueños y quiteños. Todos los primeros testigos de la conquista, acreditaron la existencia de este último. Pero el malestar social y económico se percibe en el cronista de mayor intuición y levadura jurídica de los primeros tiempos. Gonzalo Fernández de Oviedo, después de interrogar acuciosamente a los primeros conquistadores que regresaban a España, tras de la captura de Atahualpa, consigna esta impresión inmediata y sagaz: "la gente de guerra tiene muy sojuzgada a los que son labradores o gente del campo que entienden la agricultura".