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 Títulos de Fuyumi Ono

La Saga de Doce Reinos


1- Sombra de Luna, un Mar de Sombras 
2- Mar del Viento, Orilla del Laberinto

3- Dios
4-del
MilMar en eldeMar
Millas del Este,
Viento, Extenso
el Cielo en el del Oeste 
del Amanecer 
5- Las Alas Aspiradas 
6- La Orilla en Crepúsculo, el Cielo al Amanecer 

Historias Cortas
7- Sueños de Prosperidad 
8- Las Aves de Hisho

9- Colinas de Ruinas Plateadas y una Luna Completamente Negra 

Relacionado
 El Niño Demoníaco
 

Dios del Mar en el Mar del Este,


Extenso en el del Oeste

Fuyumi Ono
La Saga de Doce Reinos
Libro III

 Traducción:
 Traducción: DarkAngelW 
Edición: EED_Wolf 
 

Ono, Fuyumi
Doce Reinos – Dios del Mar en el Mar del Este,
Este, Extenso en el del Oeste
 Título original: Juuni
Juuni Kokki - Higashi no Watatsumi,
Watatsumi, Nishi no Sōkai
Publicado en Japón en 1994
 
 Traducción:
 T raducción: DarkAngelW

Edición: EED_Wolf 
Fecha de Edición: 2020

Contacto Eugene Woodbury:


http://eugenewoodbury
http://eugenewoodbury.blogspot.com/
.blogspot.com/

Contacto EED_Wolf:
https://es.scribd.com/user/253213915/EstefaniaEugeniaDiaz
EED_Wolf@hotmail.com
 

Índice
Mapas - Página 7 Capítulo 3 - Página 31
Introducción - Página 11 Capítulo 4 - Página 43
Prólogo - Página 13
PARTE II
PARTE I Capítulo 5 - Página 49
Capítulo 1 - Página 19 Capítulo 6 - Página 53
Capítulo 2 - Página 25 Capítulo 7 - Página 59
 

Capítulo 8 - Página 63 PARTE VI


PARTE VI
Capítulo 9 - Página 69 Capítulo 25 - Página 163
Capítulo 26 - Página 171
PARTE III Capítulo 27 - Página 175
Capítulo 10 - Página 75 Capítulo 28 - Página 181
Capítulo 11 - Página 83
Capítulo 12 - Página 89 PARTE VII
Capítulo 13 - Página 93 Capítulo 29 - Página 189

Capítulo 14 - Página 97 Capítulo


Capítulo 30
31 --Página
Página201
195
PARTE IV Capítulo 32 - Página 205
Capítulo 15 - Página 101 Capítulo 33 - Página 213
Capítulo 16 - Página 109 Capítulo 34 - Página 219
Capítulo 17 - Página 115 Capítulo 35 - Página 223
Capítulo 18 - Página 121
PARTE VIII
PARTE V Capítulo 36 - Página 229
Capítulo 19 - Página 127 Capítulo 37 - Página 235

Capítulo
Capítulo 20
21 -- Página
Página 141
133 Capítulo
Capítulo 38
39 -- Página
Página 247
251
Capítulo 22 - Página 147
Capítulo 23 - Página 153 Epílogo - Página 259
Capítulo 24 - Página 159
 

Fuyumi Ono Doce Reinos 


Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


8   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 


Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


10  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

INTRODUCCIÓN

Este documento lo edité de forma que se pareciera lo más posible a


un
ir alibro.
cadaTambién
Tcapítulo
ambién coloqué marcadores
y/o consultar para que
algún mapa si essea mucho más
necesario. Con fácil
solo
ir a la parte de marcadores podrán elegir a dónde ir. ir.
Aprovecho este espacio para agradecer profundamente a Euge-
ne Woodbury por todo el trabajo que se toma para lograr traducir las
novelas y hacerlas más accesibles para los demás.
Esta novela yo no la traduje, solo la edité a mi gusto y corregí
algunas cosas, por lo que también agradezco a los que la han tradu-
cido antes que yo. Espero que puedan disfrutar la lectura tanto como
yo disfruté preparándola. Dejo mi perl de Scribd aquí  y  y mi e-mail por
si tienen alguna consulta o alguna sugerencia para corregir algo que
se me haya pasado por alto, también pueden pedirme alguna de las
otras novelas que continúan o son anteriores a esta y se las enviaré
sin problema: EED_Wolf@hotmail.com.
EED_Wolf@hotmail.com.

—Estefanía E. Diaz / EED_Wolf 


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Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


12   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

PRÓLOGO

En el borde del mundo existe un gran océano conocido como el


Kyokai o Mar del Vacío que separa dos tierras distantes, una al este
 y otra al oeste.
oeste. Nunca
Nunca se encuentran pues siempre
siempre están separadas
 y,, sin embargo, comparten
 y comparten una leyenda
leyenda común:

“Más allá del mar, existe una tierra prometida de fábula


 y misterio.
misterio.
Solo el elegido podrá visitar esa tierra donde los
hombres viven en felicidad eterna. Su suelo produce ricas
cosechas y la riqueza nace del suelo como si fuera una
fuente. No se envejece, ni se muere y tampoco se pasan
dicultades…”

En un lado del gran mar, las personas lo llaman “Hourai”. Del otro
lado, lo llaman “Tokio”, el país eterno.

El niño se despertó por el sonido de unas voces. En voz baja llegó el


sonido, reptando a través de la oscuridad. Su madre y su padre esta-
esta-
ban hablando fuera de la casa.
Su casa era simple: poco más de cuatro postes con esteras de
paja entre ellos, en lugar de techo y paredes. El niño dormía sobre la
dura tierra sin una manta para envolverse, pero afortunadamente era
la temporada cálida, cuando los insectos revoloteaban y zumbaban
13

Prólogo Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

a través de la noche. Su única fuente de comodidad era la presencia


de sus hermanos, que compartían su cama de tierra. Antes, la familia
había tenido una mejor casa, con un techo y paredes reales, pero esa
casa ya no existía. Había sido reducida a cenizas en una esquina de
la capital chamuscada.
—No podemos hacer nada al respecto
re specto —dijo suavemente su padre.
—Pero… —Su madre protestó—, ya sé que es el más pequeño y
tiene sentido lo que dices, pero es que es tan inteligente.
En la oscuridad, el niño tembló. Su somnolencia lo había abando-
abando-
nado completamente cuando se dio cuenta que sus padres hablaban
de él.
Su padre gruñó algunas palabras ininteligibles, a lo que su madre
respondió:
—Porque
—Porq ue él entiende las cosas. Está consciente y es brillante tam-
bién, a pesar de que otros niños de su edad apenas pueden juntar
dos palabras. Es como si no fuera nuestro, como si hubiese venido
de…—Totro
odolugar.
—Todo lo que dices es
e s verdad, pero todavía sigue siendo
sie ndo un bebé.
No sabrá lo que pasó.
—No es eso lo que me preocupa. Temo que, si lo dejamos morir,
seamos maldecidos…
El niño apretó el cuello de su camisa para resguardarse del frío,
se enroscó como una pelota e intentó dormir.
dormir. No era su intención es-
cuchar,, solo había estado
cuchar es tado en este mundo cuatro años y unos cuantos
días, pero sabía de qué hablaban sus padres. Sus voces continuaban
yendo y viniendo, pero no escuchó más nada. Sacando las palabras
fuera de su mente, se obligó a sí mismo a dormirse.

Dos días después su padre apareció llamándolo suavemente.


suavemente.
—Tengo
—T engo que hacer un trabajo, ¿me acompañas?
El niño asintió. No preguntó a dónde, ni porqué.
—Bien —dijo su padre, aunque no sonrió.
El hombre acercó su mano y el chico la tomó, apretándola
fuertemente. Agarrado de esa gigantesca y callosa mano, dejó su
hogar y caminó junto a su padre a través de las ruinas quemadas
de la ciudad. Llegaron a la Montaña Kinugasa y se introdujeron
más profundamente, más allá de las colinas, subiendo por pasajes
14   Edición: EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

serpenteantes por momentos y bajando por ellos en otros.


serpenteantes
Cuando habían ido tan lejos que el niño no podía decir por dónde
habían llegado, su padre soltó su mano.
—Espera aquí —dijo su padre—. Pronto regresaré. Espérame.
El niño asintió.
—No te muevas de este lugar. Te lo advierto.
El niño volvió a asentir. Vio como su padre desapareció en el bos-
que, mirando sobre su hombro después de algunos pasos.
No me moveré. Me quedaré aquí.
El niño apretó sus puños y miró el camino por el que su padre se
había ido.
No me iré a casa.
El niño se quedó de pie, como había prometido,
prometido, sin dar un solo paso.
Cuando llegó la noche, durmió sobre el camino y cuando su es-
tómago le dolía, arrancaba hierbas que estuvieran a su alcance y
masticaba raíces.
Bebió
Para eldel rocío
tercer díade
no la noche
podía para saciar
moverse, aunquesulosed.
hubiera querido hacer.
hubiera
Está bien. No volveré. No iré a casa.
Él sabía que lastimaría a sus padres si lo hacía.
La capital se había quemado y las calles estaban
e staban llenas de cadá-
veres. El hombre para el que su padre trabajaba había sido asesina-
do por soldados del Ejército Occidental. Para que una familia pudiera
sobrevivir sin trabajo y sin hogar, necesitaban reducir la carga. Un
niño que no podía trabajar no era más que otra boca que alimentar
alimentar..
Cerró sus ojos y permitió a su mente ser arrastrada. Justo antes
de dormirse, escuchó el sonido de algo que caminaba por la hierba,
tal vez sería una bestia salvaje que venía a comérselo.
Esperaré aquí.
Esperaría hasta el día en que las cosas estén mejor. Su familia
habría sobrevivido estos duros tiempos gracias a él. Serían felices de
nuevo y un día, vendrían a recordarlo a este lugar en las montañas y
le presentarían sus respetos.
Esperaré.

El niño se despertó en la mitad de la noche con el sonido de personas


hablando. Tenía
Tenía mucho sueño para saber qué decían las voces, pero
pudo sentir que estaban enojadas. Estaban gritando ahora, gritando
15 

Prólogo Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

a su madre, discutían por alguna razón.


Pensó por un momento que debía levantarse y ayudarla, pero
entonces el sueño se lo llevó nuevamente.
nuevamente.
A la mañana siguiente, su madre lo llevó de la mano y ambos de-
 jaron la ciudad. Su madre lloraba mientras caminaba. Nunca había
visto sus lágrimas.
El niño no tenía padre. Su madre le había dicho una vez que se
había ido a una tierra lejana.
La aldea donde vivían había sido quemada, así que él y su ma-
dre habían llegado a esta ciudad, donde dormían en las esquinas.
Muchas personas llegaron a este lugar en los días siguientes a su
llegada, pero uno por uno volvió a irse, hasta que solo unos cuantos
se quedaron. En todo ese tiempo, no vio ni un solo niño.
Con la excepción de su madre, todos los adultos eran muy fríos
con él. Cuando hablaba, le pegaban cruelmente y no tenían nada
más que palabras frías para él. Pronto aprendió a no decirles nada
cuando
Ahoratenía hambre,
su madre pues solo
lo llevaba deempeoraba las cosas.
la mano, llorando en voz baja mien-
tras caminaban por el angosto pasaje a través de los campos que-
mados y yermos. Pronto llegaron a las montañas, donde todo lo que
podía ver era árboles de cada lado. El niño nunca había estado tan
lejos en toda su vida.
Una vez estuvieron en el bosque, su madre le soltó la mano.
—Descansemos aquí un rato. Agua… ¿quieres agua?
El niño asintió. Su garganta estaba muy seca.
—Buscaré un poco. Espérame aquí.
El niño estaba cansado por la caminata y aunque siempre se sen-
tía inseguro cuando perdía de vista a su madre, asintió. Por un largo
momento, su madre se quedó allí dándole palmaditas en la cabeza,
entonces repentinamente, se fu, alejándose rápidamente entre los
árboles.
El niño se sentó en el lugar. No pasó mucho antes de empezar a
preocuparse de dónde se encontraba su madre. Ya no podía sopor-
tarlo más, así que se levantó y empezó a caminar. La llamó mientras
corría por el bosque, avanzando hasta que no sabía ni por dónde se
había ido ella, ni por dónde había llegado él.
Hacía frío y el niño tenía hambre, pero lo peor de todo era la sed.
Siguió caminando, llorando mientras buscaba a su mamá. Even- Even-
tualmente, salió del bosque hasta un alto acantilado que daba al mar
16    Edición: EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

y siguió la orilla.
Justo antes del atardecer,
atardecer, llegó a la ciudad.
Desesperadamente corrió por las calles, buscando a su madre,
pero todo lo que encontró fueron desconocidos. Pronto se dio cuenta
que estaba en una ciudad diferente
diferente a la ciudad donde había desper-
tado esa mañana.
Se estaba preguntando qué haría ahora cuando un hombre se le
acercó. Después de escuchar al niño lloriquear mientras contaba su
historia, el hombre le dio unas palmaditas en la cabeza, le dio agua
y algo de comer.
El hombre miró a la gente a su alrededor
alrededor,, sus ojos se encontraron
y entonces tomó al niño de la mano. Lo guio de vuelta al acantilado a
las afueras de la ciudad, donde más allá de las arremolinadas aguas
azules el niño pudo ver montañas gigantes levantándose como pa-
redes al otro lado del océano. El hombre le dio una palmadita nal y
susurró:
—Lo siento —entonces, lo empujó por el acantilado.

Cuando volvió a abrir sus ojos, el niño estaba en una fosa oscura
como una caverna. Podía
Podía sentir el olor del mar en su nariz y algo
al go más:
olor de descomposición, aunque ya estaba acostumbrado a la muer-
te y sus horribles restos que no le pareció nada inusual o alarmante.
Pero el niño estaba mojado, tenía frío y se sentía solo. Cuando es-
cuchó algo moviéndose cerca, se volvió para mirarlo, pero todo lo que
pudo ver fue una gran forma en la oscuridad. El niño lloriqueó, pues
tenía miedo después de todo, pero más que nada, se sentía solo.
Entonces sintió un cálido aliento en su brazo. Lo hizo estremecer-
se hasta que algo suave empezó a acariciar su piel, se sentía como las
plumas de un ave. La forma era un ave gigante que vino a examinarlo.
Aunque su cuerpo estaba congelado de la sorpresa, las cálidas
plumas pronto alejaron todos sus miedos. Se dio cuenta que estaba
siendo sostenido por un par de alas.
Era cálido, muy cálido y se aferró fuertemente a las plumas.
—Madre…
Sentándose allí en la oscuridad, el niño empezó a llorar
ll orar..
17 

Prólogo Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

 ¿Por qué
qué más allá del Mar del Vacío hay un lugar de felicidad
felicidad cuando
cuando
aquí no hay ninguna?
Hourai y Tokio
Tokio no eran más que los objetos de una inútil esperan-
e speran-
 za, cultivada por las personas que habían sufrido la l a devastación de
 sus vidas.
Pero estos niños, abandonados de ambos lados del Mar del Va-
cío, uno al este y el otro al oeste, se reunirán después de mucho.
Llevando el peso de la ruina sobre sus espaldas, caminarán por
la tierra en busca del paraíso mítico.
18    Edición: EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE I
CAPÍTULO 1

—Se describe como “Setsuzan”, Montaña Desmoronada.


La desolación era tan grande que incluso el Monte Ryouun, la
enorme montaña que penetra en el cielo se derrumbaría.
Rokuta miró hacia la tierra quedándose sin habla. La última vez
que vio a su país pensó que su tierra era tan estéril que jamás podría
orecer nada. ¿Qué fue lo que ocurrió con este reino antes de su
llegada?
El cielo brillaba en lo alto, con algunas nubes delgadas. Bajo este
cruelmente brillante cielo, la tierra no tenía siquiera un rastro de ver-
de o rojo a pesar de la cercanía del verano. Las tierras de cultivo es-
taban
deberíantanparecer
estérilesun
como
mar los desier
desiertos.
verde tos. En este
esperando paramomento los campos
ser cosechados, sin
embargo, ahora no había siquiera una maleza en ningún lugar.lugar. Quizá
si se buscaba bien se encontraría alguna hierba marchita entre la
tierra agrietada.
Los caminos de los campos se habían desmoronado. El lugar en
donde una vez se encontraban las chozas ahora solo mostraba es-
combros, piedras erosionadas por el viento y la lluvia, maderas con-
vertidas en carbón negro por el fuego. Todo
Todo desmoronado y expuesto
a la luz por aquel cruel sol.
A los pies de la montaña había un pueblo. Sus murallas fueron
destruidas y las casas en el interior se encontraban derrumbadas. No
había casas o siquiera un árbol para protegerse en todo ese inmenso
Parte I  19 

Capítulo 1 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

pueblo. Solo el riboku se mantenía en pie en el interior del pueblo,


con su color de plata oxidado.
Detrás de este se encontraban algunas personas sentadas
se ntadas como
piedra, sin moverse ni un solo centímetro.
Por encima del riboku algunas aves y youma daban vueltas. El ár-
bol no poseía ores, ni hojas. Con solo sus ramas blancas dispersas
era imposible que las personas sentadas debajo de este inmenso
árbol no pudieran ver a las aves que se encontraban sobre ellos. Sin
embargo, nadie levanto la vista. Ninguna bestia o  youma podía ata-
car a nadie que se encontrara debajo del riboku. Tal vez esa fue la
razón por la que las personas sentadas debajo no se habían movido
de su lugar. O quizá estaban demasiado cansados para incluso ser
capaces de sentir miedo por un youma.
EL verde de las montañas fue quemado por el sol, los ríos se en-
contraban inundados.
Las chozas y pueblos fueron quemados hasta las cenizas. No
había tierra
en viajar paraenencontrar
la que la tierra
gentefértil.
pudiera
fér cosechar
til. La gente y nadie
estaba se molestó
demasiado can-
sada para trabajar y cosechar.
cosechar. Incluso si querían levantar la cosecha
sus manos cansadas no poseían la fuerza, por no hablar de sus cuer-
pos delgados y hambrientos que se negaban a levantarse.
Los  youma  que se encontraban dando vueltas por encima de
esas personas encogieron sus alas. Ellos también estaban murién-
dose de hambre. Frente a Rokuta uno de los  youma cayó del cielo.
Esa tierra era tan desolada que incluso los seres mágicos estaban
luchando por no morir de inanición.

—Setsuzan
na una nola
montaña, Kou, Boukoku que
destrucción no Kai —La desolación
extermina que desmoro-
una nación.
Era como si el reino de En no tuviese salvación.
El último emperador fue recordado como Kyou-ou. Después de su
coronación había logrado gobernar durante mucho tiempo. Sin em- em-
bargo, luego de un tiempo, algo en su corazón cambió. Comenzó a
abusar de su pueblo y a ignorar los gritos de dolor de su gente. Puso
soldados en todo su reino para que cumplieran la función de espías
con el objetivo de capturar a todas las personas que se quejaran so-
bre el emperador, para después ejecutarlos junto con sus familias y
conocidos. Si ocurrían levantamientos el emperador daba la orden de
abrir las compuertas del río para hundir a toda la ciudad bajo el agua,
luego ordenaba rociar aceite a todo el pueblo para después lanzar
20  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

echas con fuego y así quemar a cualquier sobreviviente de la inun- inun-


dación, incluso a los bebés.
El reino poseía nueve provincias gobernadas por nueve marque-
ses. El emperador mandó a matar a todos aquellos que poseían buen
corazón y, debido a eso, nadie se atrevió a detener al rey.
Para el Taiho la visión de semejante destrucción fue tan grande
que enfermó de  shitsud
 shitsudou
ou. El emperador aun arrogante armó que
había cumplido con la misión dada por Dios y, sabiendo ya su destino,
ordenó que se le construyera una enorme tumba en su memoria. Se
construyeron dos fosas enormes, una para el Taiho y otra para el rey.
Durante la excavación fueron asesinados brutalmente varios trabaja-
dores, los cuales fueron apilados al pie de una alta colina.
col ina. Junto al rey
fueron enterradas las concubinas y las criadas que sirvieron al empe-
rador, se dice que fueron alrededor de ciento treinta mil.
Kyou-ou murió justo cuando su tumba fue terminada. El reino ya
era estéril y varios pueblos y campos fueron destruidos para ese mo-
mento, sin embargo,
que estaba respirandoal con
escuchar la muerte
dicultad debidodel emperador
a todas la gentee
las torturas
injusticias sufridas, rugieron en gritos de alegría.
Tan fuerte fueron sus gritos que se dice que llegaron a ser escu-
chados desde todos los reinos.
La esperanza del pueblo cayó en el siguiente emperador,
emperador, sin em-
bargo, este se negaba a aparecer. En este mundo los emperadores
eran seleccionados por los kirin. Los kirin  eran bestias celestiales
que reciben revelaciones del cielo al ver al próximo rey o reina que go-
bernará su reino. Luego de seleccionar al emperador el kirin se que-

dará a su ladosicomo
Sin embargo, su no
el kirin elescoge
sirviente recibiendo
a un el de
rey antes nombre de treinta
cumplir Taiho.
años, este muere y sobre el reino se rige el caos y la desolación.
El emperador gobierna la tierra y equilibra la naturaleza de la na-
ción. Una vez que el emperador muere su reino cae y las catástrofes
son inevitables. De esta forma, la tierra que ya estaba estéril debido
a la caída de Kyou-ou ahora se encontraba aún más estéril debido a
esta catástrofe. Al nal, la gente ni siquiera tenía la fuerza para llorar
por su desgracia.
—De esta forma comienza la desolación.
De pie, sobre una pequeña colina,
colin a, Rokuta movió
movió sus ojos y miró al
hombre que estaba a su lado. El hombre se encontraba observando
esta tierra estéril.
Parte I  21

Capítulo 1 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Rokuta, o más bien Enki, se ve como un chico de trece años, sin


embargo, él no es humano. Es el kirin del reino de En, y el hombre a
su lado es el rey que él ha escogido.
—¿Quieres un reino? —Rokuta le había hecho esta pregunta al
hombre a su lado. Sin embargo, el reino se encontraba destrozado y
no había prácticamente ninguna tierra
ti erra o pueblo que se pudiera gober-
nar. —Si eso es lo que quieres, yo puedo darte uno.
—Sí, eso es lo que quiero.
El hombre había respondido sin dudarlo. Ahora, sin embargo, se
hundía en sus pensamientos mientras observaba la ruina que tenían
delante.
Él nunca habría pensado en tanta desolación.
 ¿Va
 ¿V a a renuncia
renunciarr al trono? ¿Es él un buen rey? Era lo que Rokuta
trono?
pensaba mientras miraba al hombre.
Este pareció sentir los ojos de Rokuta sobre él, y se volvió inespe-
radamente, con una sonrisa en su rostro.
—¡Esta
Rokutaes una
solo espléndida
asintió con la vista de la nada!
cabeza.
—Crear un reino desde cero ¿eh? Eso es una gran misión. —El
hombre decía aquellas palabras como si en realidad no fuera algo en
lo absoluto difícil. —Si no hay nada con lo cual empezar eso solo quie-
quie-
re decir que podemos hacer las cosas a nuestra manera. Es mucho
más fácil construir un reino propio que reconstruir uno ajeno, ¿no?
El hombre alzó la voz y comenzó a reír, como si delante de ellos
no se encontrara un reino desolado con pueblos destruidos y campos
estériles.

Rokuta
— miró hacia abajo, sintiendo ganas de llorar.
¿Qué pasa?
La voz de aquel hombre sonaba cálida. Rokuta suspiró profunda-
mente. Finalmente se dio cuenta que aquel peso que se encontraba
sobre sus hombros había desaparecido.
—Bueno —dijo el hombre mientras ponía su mano sobre el hom-
bro de Rokuta. —Vamos
—Vamos al Monte Hou para poder empezar
empeza r a construir
este reino.
Ahora todo lo que sentía sobre sus hombros era el peso de una
cálida mano. Rokuta había nacido hace trece años. Para un niño de
trece años, el peso de un reino era demasiado grande. Pero ahora,
por n había encontrado a la persona que se haría cargo de ese peso.
Rokuta se volvió hacia el hombre a su lado, este le dio unos
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

golpecitos en el hombro y se alejó.


—Tee lo encargo.
—T
El hombre se echó a reír.
—Déjamelo a mí.
Parte I  23

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


24  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 2

Rokuta
Rok uta dijo con algo de aturdimient
aturdimiento:
o:
—Es tan verde.
Rokuta
Rok uta contemplaba el verde de Kankyuu a través del Mar de las
Nubes en el patio del palacio.
El nuevo emperador ya había reinado por veinte años y el reino
comenzaba poco a poco a revivir.
El Monte Kankyuu se encuentra en una de las ciudades del reino
de En. En la cima de esta montaña se encuentra el Palacio Imperial el
cual recibe el nombre de Genei. La cima de esta montaña no es más
que una isla que ota en el mar sin límite de las nubes.
En el alto cielo, el Mar de las Nubes -Unkai- separa al mundo de
abajo del de arriba. E incluso cuando se observa desde el suelo, no
se
verpuede ver que
las nubes queexiste agua
son las en el Mar
crestas de olas
de las la s Nubes.
las Uno solo
golpeando puede
el pico del
Monte Kankyuu. Mirándolo desde el cielo, el mar es transparente y
posee un ligero color azul muy tenue, y parece tener la profundidad
de la altura de una persona. Sin embargo, si una persona bucea para
llegar al fondo jamás lograría llegar al otro lado. El agua es transpa-
rente y se puede mirar directamente a través de ella el exuberante
mar verde de los campos de trigo, el verde revivido
revivido de las montañas,
los árboles que protegen las chozas y los pueblos.
—Bueno, después de reinar tanto tiempo uno podría decir: ¿vein-
te años y solo se ha logrado esto?
Rokuta se cruzó de brazos y hundió su barbilla en ellos. El agua
del Mar de las Nubes golpeaba al pie del balcón.
Parte I  25 

Capítulo 2  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Aunque en realidad es un gran logro. Cuando entré al palacio


Genei no podía ver nada a excepción de un oscuro fondo
fondo negro.
Era solamente un gran pedazo de tierra gris y sin vida. Gracias a
los últimos veinte años el reino fue capaz de ponerse en pie nueva-
mente, y esa tierra gris y sin vida fue cambiada por una tierra verde
y fértil. Aquellas personas que se escaparon a reinos vecinos fueron
regresando gradualmente, y los cantos de los agricultores se hicieron
más y más fuertes cada año.
—Taiho.
—… ¿Sí?
Rokuta se volvió con los brazos aun cruzados. Un ministro son-
reía mientras cargaba unos papeles.
—A pesar de su apretada agenda usted también se ha preocu-
pado por los asuntos de la tierra, es por eso por lo que me gustaría
agradecerle en nombre de las personas del reino, señor, ya que la
cosecha de trigo es abundante este año. Sin embargo, si no es mu- mu-
cha molestia
lucionar me gustaría
un pequeño ocupar
problema un poco más
relacionado conde sude
uno tiempo para so-
mis informes.
—Te escucho. Continua.
—Tal vez le suene grosero, pero le agradecería si usted de verdad
me escuchara por unos minutos, señor. —Hablo en serio, sí, estoy
escuchándote. De verdad.
El ministro dio un profundo suspiro.
—Por favor, deje de actuar tan infantilmente y al menos gire su
cabeza para mirarme.
Rokuta
Rok uta estaba sentado en una cabeza de porcelana de león en el

patio. Ese lugar


las cuales estaba
no podía un poco
dejar más alto
de mover aun que las sillas.
cuando estaba Sus piernas,
prestando
atención, se balanceaban suavemente y colgaban ligeramente con-
tra la valla.
Rokuta
Rok uta giró su cabeza y mostró una amplia sonrisa.
—Sigo siendo un niño, ya sabes…
—Ya veo, ¿podría decirme su edad, amo?
—Treinta y tres.
Rokuta ya estaba en la treintena, pero su apariencia era la de
un niño de trece años. Esto no era raro en lo absoluto ya que los que
viven en los cielos nunca envejecen. En el caso de Rokuta, que ha-
bía dejado de crecer en cuanto entró al Palacio Genei, podría haber
estado mejor si hubiera crecido un poco más: los kirin alcanzan la
26   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

madurez entre la adolescencia y los veinte años. Su comportamiento


no era muy maduro, era más bien el de un niño de trece años. TalTal vez
era porque su cerebro dejó de crecer junto con su apariencia física,
o tal vez porque las personas lo juzgaban por su apariencia y lo
l o trata-
ban como a un niño.
Por cierto, la edad que Rokuta mencionó fue calculada por el
recuento habitual de años en servicio, ya que la edad se utiliza para
nes relacionados con el servicio público obligatorio.
—Mi señor,
señor, ambos tenemos las mismas responsabilidades sobre
nuestros hombros, por que no considero adecuado actuar de esta
forma considerando nuestra edad. Usted, Taiho, debe apoyar al em-
perador y asegurarse que se lleven a cabo acciones políticas que
benecien al pueblo. Usted es el gobernador, el único que posee el
título de Kousyaku entre los ministros. Por favor, tenga un poco de
autoconsciencia sobre su comportamiento, mi querido señor.
señor.
—Yo me haré cargo. Se trata sobre la represa Rokusui, ¿verdad?
PeroEl¿por qué no
Ministro le dicesera
Imperial al un
e mperador?
emperador?
hombre pálido y delgado, con faccio-
nes delicadas. Aunque, sin embargo, puede ser muy engañoso. Su
nombre era Shukou. El emperador lo nombró Mubou -lo cual signica
“el descortés”- y no sin razones.
—Entonces voy a hacer precisamente eso. ¿En dónde podría es-
tar su Alteza?
—Conociéndolo debe andar persiguiendo faldas en Kankyuu o
algo así.
Una leve sonrisa se elevó en la cara amable de Shukou.

para—¿Sabe el Taiho que


traer a colación Ministro
el tema de losdediques
la Tierra
delvendrá en unas horas
río Rokusui?
—¡Ah, lo tengo! —Rokuta dio una palmada—. Cuando se trata de
inundaciones, el Ministro de la Tierra es el que debe estar manejan-
do el asunto. No es tu trabajo, ¿no?
El Ministro Imperial es el encargado de hacer cumplir la ley y los
asuntos judiciales. Más especícamente, se encarga de supervisar
la conducta y el comportamiento de los otros ministros. El control de
las inundaciones está bajo la jurisdicción del Ministro de la Tierra, es
decir,, que el suelo y la infraestructura le corresponden al Suijin.
decir
Aunque, de manera más formal, es el Chousai -quien preside al
Rikkan y el Ministerio de la Tierra- quien debe informar al emperador
sobre esos problemas.
Parte I  27 

Capítulo 2  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—No, no es mi trabajo. Sin embargo, el reino de En entrará en su


temporada de lluvias. Si no se toman las medidas de control contra
las inundaciones, esa
e sa tierra verd
verdee que el Taiho mira con tanto placer,
acabará bajo el agua. Es por eso por lo que esta clase de cosas nece-
sitan de la aprobación antes de que sucedan. ¿Dónde está su Alteza?
—Hmm…
—Me pidieron que se encarga de este asunto hoy, en este mo-
mento, y nada menos que el propio emperador. Un hombre de pala-
bra no rompe sus promesas. Su Alteza es el que dirige a los ministros.
—Bueno, esa es la clase de persona que es. Él realmente solo va
haciendo las cosas a medida que surgen.
—El emperador es el pilar central que sostiene el reino. Cuando
se tambalea, también lo hace el reino. Él no asiste al Consejo Impe-
rial y no se lo ve por ningún lado cuando llega el momento de ejercer
sus funciones ociales. Déjeme preguntarle ¿cuánto tiempo cree que
un gobierno puede seguir en tales condiciones?
Rok
Rokuta
utaque
—Creo rodódeberías
sus ojoshacerle
y miró aesa
Shukou desde
pregunta arriba.
a Shouryuu.
Las elegantes cejas de Shukou se torcier
torcieron
on nuevamente. Abrup-
Abrup-
tamente golpeó el escritorio con el fajo de documentos.
—¿Cuántas veces ha asistido el Taiho a las reuniones del Consejo
Imperial de este mes?
—Umm… —Rokuta
—Rokuta miró su mano derecha y comenzó a contar con
sus dedos. —Bueno, contando hoy y la última vez y…
—Cuatro veces, si no le importa que lo diga.
El Ministro Imperial no posee un cargo lo sucientemente alto

como para asistirsorprendida,


sión ligeramente al Consejo. Cuando Rokuta
una sonrisa lo miró
plácida conauna
subió expre-
la cara de
Shukou.
—Se pueden escuchar las quejas de los ministros por todo el Pa- Pa-
lacio Imperial. ¿Sabía usted que ele l Consejo Imperial se
s e convoca todos
los días?
—Eso fue…
—Sí, su Alteza ha cambiado eso y ha hecho que el Consejo se
 junte cada
cada tres días. Aun así, cada tres días al mes serian diez veces.
¿A conclusión debo llegar del hecho que el mes está por terminar y el
Taiho ha asistido
asi stido al Consejo solo cuatro veces?
—Umm…
—Y su Alteza ha aparecido en el Consejo Imperial ¡SOLO UNA VEZ!
28   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

¿Qué es lo que su majestad y el Taiho imaginan que hace el Gobierno


Imperial en ese sitio?
Un fuerte estruendo resonó. Una silla se volcó en el balcón. Al mi-
rar a la dirección del sonido, Rokuta se dio cuenta que Itan, el Suijin,
estaba esperando allí desde hace tiempo.
A diferencia de Shukou, el Suijin parecía que explotaría. Las ve-
ve-
nas de la
l a frente palpitaban. Sus hombros temblaban.
temblaban.
—¡¿Por qué no se encuentra en el Palacio Imperial donde se su-
pone que debería estar?! ¿Qué es lo que sucede con el rey y sus
subordinados en este reino?
—Itan, ¿cuándo llegaste?
La mirada de los ojos de Itan casi congeló la sonrisa amable en
el rostro de Rokuta.
—¡Por Dios! ¡No son más que derrochadores y vagos! ¡Es un mila-
gro que el Reino de En se mantenga unido!
—Daibu, Daibu. —Shukou lo reprendió, manteniendo una sonrisa
irónica en su¿a
—Daibu, rostro,
dónde pero
va?Itan ya se había vuelto sobre sus talones.
—¡Voy
—¡V oy a arreglar este asunto yo mismo!
Rokuta
Rok uta lo vio salir
sal ir y suspiró.
—Si que es imprudent
imprudente. e.
El apodo de Itan era Chototsu, lo cual signicaba “imprudente”.
“imprudente”. Y
de nuevo, no había sido nombrado así sin razón.
—¡Ay! —dijo Shukou, sonriéndole a Rokuta. —Yo no soy tan corto
de genio como él. Pero tampoco me falta mucho para acabar así.
—Si tú lo dices.

—Cuando
perial, nada sesuresuelve,
Majestadnada
no asiste a las reuniones
se aprueba. del Consejo
Por eso mismo Im-
Itan rea-
liza peticiones formales al emperador, el cual le dice que lo hablaré
después y se le otorga un día y un horario. Como hoy. A esta hora. Y
debido a que espera y espera y su Alteza no aparece, decide relevar
el cargo al consejero del emperador, el Taiho. Pero el Taiho no se en-
cuentra por ningún lado.
—Sí, bueno, umm…
—Cuando este tipo de cosas comienzan a suceder a diario, debo
tomar medidas necesarias. Con el debido respeto, ni el emperador ni
el Taiho deben esperar ser tratados como guantes de seda cuando
se trata de asuntos imperiales.
Rokuta
Rok uta respondió con una risa débil y una inclinación de cabeza.
Parte I  29 

Capítulo 2  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Voy a enmendar mi camino.


Shukou sonrió amablemente.
—Que usted escuche mis palabras me reconforta, pero ¿entiende
el punto de esta discusión?
—Lo entiendo, lo entiendo. En serio.
—En ese caso —Shukou sacó un libro de su bolsillo y se lo entre-
entre-
gó a Rokuta. —Este es el primer volumen de las Crónicas Divinas de
la Gran Comunidad Columnata, detalla las obligaciones y responsa-
bilidades del emperador y del Taiho. Como prueba que usted está
tratando de enmendar su camino, me gustaría pedirle que copie la
sección que detalla las ausencias del Consejo Imperial.
—Shukou…
—Seis ejemplares para mañana deberían ser suciente. Eso se- se-
guramente no debería ser mucho trabajo para usted, ¿verdad?
¿verdad?
Rokuta miró a Shukou.
—¡No puedo perder mi tiempo haciendo ese tipo de cosas! ¡T
¡Todos
odos
los asuntos del gobierno se atrasarían!
Una inocente sonrisa subió a la cara amable de Shukou.
—A estas alturas, otro día de retraso difícilmente hará una gran
diferencia.
30  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 3

Sacudido por una fuerte brisa, Shukou caminó por los pasillos del
Palacio Imperial y salió del Palacio Interior.
Interior.
En era el reino noreste en el grupo de los “Cuatro Estados” -Sai,
Kyou, En y Kou-. Era una tierra fría, desgastada y enfriada por los
vientos secos que vienen del noreste durante el invierno, y es azota-
do por las brisas frías que soplan desde el Mar Negro en verano.
El verano cae rápidamente. Los vientos dominantes disminuyen
día a día. La tierra se calienta por el sol aumentando la temperatura.
Los veranos son frescos y la lluvia rara vez cae, convirtiéndose en un
lugar no muy adecuado para el cultivo de plantas.
Los otoños, por el contrario, son largos, ventosos y cálidos. En-
tonces el viento se levanta y de la nada el invierno se presenta pre-
cipitadamente.
Por encima del Mar de las Nubes, el Palacio Imperial está aislado
de las estaciones que se dan en la tierra. Pero en ese momento, la
brisa soplaba indiferentemente. El otoño pronto se presentaría. Al
nal del otoño se produce un mes de lluvia. Luego de la lluvia llega el
 joufuu, los vientos fríos, los cuales hacen llegar
l legar huesos y cuerpos que
provienen del Reino de Tai.
—El Rokusui, solo puedo esperar que estemos a tiempo.
ti empo. —Shukou
miró al oeste por el Mar de las Nubes y se preguntó de nuevo. —¿Es-
tarán los diques en su lugar antes de que lleguen las lluvias?

El poderoso
Kankyuu, río Rokusui
a la provincia uyeendeel la
de Gen, provincia
Mar Negro. de Sei, el hogar de
La provincia de Gen es conocida por sus amplias llanuras y
Parte I  31

Capítulo 3 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

campos fértiles, formados a partir de los sedimentos dejados por la


inundación anual del Rok
Rokusui.
usui.
La zona había sido inhabitable desde que el emperador Kyou
Kyou des-
truyó los diques frente al mar a lo largo de la costa. Los refugiados
que, nalmente habían vuelto a sus casas, habían comenzado con
los trabajos de restauración. El número de asentamientos era grande
y su crecimiento estaba más allá de la capacidad de la prov
provincia
incia que
el gobernador de Gen podía manejar.
Para empezar,
empezar, no tenía autoridad real para poner en práctica nin-
guna medida de control de inundaciones. Los gobernadores de las
provincias
provinc ias designados por el anterior emperador aun no habían sido
tratados correctamente con el actual. La mayoría de ellos mantuvie-
ron sus títulos mientras esperaban a ser despedidos por el nuevo rey.
rey.
Shukou respiró y se volteó, solo para encontrarse con Itan su- su-
biendo la escalera de piedra.
—¿Cómo te fue? —preguntó Shukou.
—¡Oh! Lo tomé del cuello y lo arrastré de vuelta aquí. Está en el
Palacio Interior cambiando sus ropas.
Lo cual signicaba que habían pasado a través de la Puerta Pro-Pro-
hibida en su camino al Palacio Interior. Luego de decirle todo lo que
tenía que decirle, aparentemente había salido por la puerta Sei.
Por encima del Mar de las Nubes, solo se puede acceder al Pa-
lacio Genei a través de la Puerta Prohibida. El corredor que sube la
montaña desde su base en Kankyuu a la cumbre pasa a través de
cinco puertas. Por tradición, solo el emperador y el Taiho
Taiho tienen acce-
so a la Puerta Prohibida.
A Itana pesar
por ella, se le había
de elloconcedido unaser
él demostró extensión especial
realmente estrictopara
conpasar
la ley
y no abusó de ese privilegio.
—En ese caso, yo también iré allí. Hay algunas cosas que necesito
sacar de mi pecho.
—Por favor, no te contengas. Dile exactamente cómo te sientes.
¿Dónde crees que lo encontré?
—Bien…
—Jugando en un burdel de Kankyuu, donde al parecer perdió todo
lo que tenía. Puso su caballo como garantía y se quedó allí atascado.
Cuando me encontré con él, estaba barriendo el lugar con una esco-
ba, realizando trabajos de limpieza para pagar su deuda.
Shukou rio en voz alta.
32   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Así es Shouryuu para ti. ¿Pagaste su deuda?


—Él no es el primero que intenta huir luego de perder todo su di-
nero ¿sabes? Si no hubiese pagado su deuda no habría salido de ahí
hasta pagarla por completo. No podía agarrar al propietario del cue-
llo y decirle: él es el emperador, ¿podría perdonar su deuda? Habría
sido una gran decepción para sus súbditos ver al poderoso rey de En
reducido a un estado tan lamentable.
—Sin duda.
En se había tambaleado al borde de la destrucción una vez. Fue
así como se mantuvo por un largo tiempo, entre la estabilidad y la
ruina. La ascensión de Shouryuu al trono fue la respuesta a las ora-
ora-
ciones del pueblo.
Lo último que necesitaban era ver cómo habían sido contestadas
sus oraciones.
—Ese hombre es demasiado feliz y despreocupado para su propio
bien.
Shukou no pudo evitar sonreír para sus adentro. Es difícil imagi-
imagi-
nar a cualquier funcionario judicial que entablara
e ntablara cualquier trato con
el emperador regularmente que lo describiera de esa forma.
Itan una vez desempeñó el cargo de Denryou,
Denr you, el ministro respon-
sable de la contabilidad de ingresos scales y la gestión de la pobla-
pobla-
ción. Tras
Tras el cambio de régimen, fue elegido como Suijin. El empera-
empera-
dor lo apodó “Imprudente” y le otorgó una amplia gama de privilegios
especiales.
Tenía libre acceso a los dormitorios del emperador,
emperador, podía usar la
Puerta Prohibida, montar su caballo en el Palacio Interior y o tiene
que doblegarse
espaldas, en la presencia
sin embargo, del emperador.
probablemente no estabaReprenderlo
li sta. a sus
en la lista.
—Es un hombre de gran corazón, que es probablemente la razón
por la que todavía conservamos nuestros trabajos y nuestras cabezas.
Cuando el emperador recién coronado estaba sentado en su tro-
no en el Palacio Genei y los ministros y los funcionarios judiciales se
habían reunido a su alrededor para cantar sus alabanzas en medio
de estas festividades, Itan había agarrado los registros del censo y
los había arrojado a los pies del emperador.
emperador.
Itan hizo una mueca.
—No desenterremos historia antigua.
Hace miles de años, en los principios de los tiempos, Tentei, el
Dios Creador, llegó desde el cielo y levantó los Doce Reinos. Un ser
Parte I  33

Capítulo 3 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

humano fue elegido y colocado en el trono de cada reino.


La selección del mismo es hecha por el kirin. No hay más de un
kirin en cada reino, una bestia divina de gran poder que escucha la
voluntad de Tentei. El kirin nace en el monte Hou -conocido como
Taishan en China- en el
e l centro del mundo. Aquel que quisiera conv
conver-
er-
tirse en emperador debe escalar el Monte Hou y reunirse con el kirin.
Este viaja al Monte Hou para determinar la Voluntad Divina a través
del kirin fue llamado Shouzan.
Así que, ¿por qué Itan arrojó los registros del censo a los pies del
rey en el trono?

—¿Por qué la ascensión al trono ha tardado catorce años? Seis años


es más que suciente para que el kirin elija al siguiente emperador.
¡Tú estuviste dando vueltas por ocho años antes de ir al Monte Hou!
¡Ocho años desperdiciados! Estos son los registros de los censos de
esos ocho años. ¡Mira con tus propios ojos la cantidad de personas
que murieron en Kankyuu durante ese tiempo!
La atmosfera alegre de la coronación se tornó amarga como la
muerte. Itan miró al emperador sentado en el trono. Con una mirada
de profunda intriga en su rostro, el emperador miró de derecha a
izquierda los registros del censo que Itan había arrojado a sus pies.
Eso fue probablemente algo imprudente. Itan solo quería comu-
nicarle al nuevo emperador el estado lamentable en el que el reino
de En se encontraba. Tenía que ver la magnitud de la destrucción
para creerlo.
dos por la luzLa sala el
sobre delMar
trono
de ylas
el palacio
Nubes. circundant
circundante
e estaban
El mundo de baña-
abajo estaba
lleno de muerte y ruina.
Hasta el último de ellos se aferraba a la esperanza de que, con
la ascensión del nuevo emperador al trono, el mundo comenzaría a
enderezarse. Itan no era tan ingenuo como para creer que solo eso
sería suciente.
Él lo sabía, sabía que tal insolencia le pondría un n rápido a su
vida, Itan era un hombre suicida.
Durante el reinado del emperador Kyou,Kyou, él permaneció el mien
mien--
tras aún estaba en su puesto, había tratado de no despertar el desa-
grado del emperador,
emperador, y a la vez intentaba tener la conciencia limpia.
Por lo tanto, caminaba en una cuerda oja entre la moral, la ética y
34  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

la política, y se las había arreglado para mantener su cabeza sobre


los hombros.
Todos los ministros decían que con el nuevo emperador llegaría
un nuevo día, un nuevo comienzo. Excepto que el emperador no po-
día borrar lo que ya había sucedido. No puede traer a los muertos
muer tos a la
vida. Itan despreciaba a los ministros por olvidar todo eso y celebrar
la coronación sin pensar, mismo desprecio sentía hacia el emperador
por las mismas razones.
Sin importar qué, no sería probable que el emperador olvidara el
incidente de esta forma. Ser ejecutado el mismo día de la coronación
por su imprudencia los obligaría a recordar a los demás ministros el
despotismo del anterior emperador Kyou.
Kyou. Sin duda esto los traería a
la realidad nuevament
nuevamente.e.
Sin más, Itan solo esperaba que esta muestra de insolencia caye-
caye-
ra como una piedra sobre las brillantes celebraciones.
Miró al emperador. El emperador le devolvió la mirada. Durante
un largo momento, el aire pareció congelarse. Todos los demás mi-
nistros estaban de pie a su alrededor como estatuas.
El emperador fue el primero en moverse.
Bajó del trono, recogió los registros del censo, les sacudió el pol-
vo, y con una sonrisa y un guiño le dijo a Itan:
—Voy
—V oy a echarles un vistazo.
Itan lo miró con incredulidad hasta que los guardias lo sacaron.
El entonces Daishito Ministro de la Tierra- lo despojó de su posición.
Itan obedientemente volvió a su casa y esperó el juicio bajo arresto
domiciliario.

diasNo iba a salir


apostados encorriendo. Además, con
la puerta principal, seríalaimposible.
duplicación de los guar-
Él permaneció
connado por cinco días. En el sexto, un mensajero del Palacio Impe- Impe-
rial llamó a su puerta delantera y pronunció el veredicto: había sido
reintegrado a la corta y nombrado como Suijin.
Cuando el atónito Itan regresó al Palacio Imperial para expresar
su agradecimiento, el emperador, con una sonrisa dijo:
—¡Ah, ahí está Itan el Imprudente! —El apodo se le había pegado
desde entonces.

—En ese momento fui presentado como ministro junior. He oído


Parte I  35 

Capítulo 3 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

rumores sobre cómo fue que terminé ahí aun con mi cabeza sobre
los hombros.
Shukou le sonrió, cosa que solo dejó desconsolado a Itan. Sin
importar lo interesante que otros encontraran la historia, para él era
cualquier cosa menos un motivo de risa. Honestamente, pensaba
que iba a morir.
Naturalmente, al comienzo Itan no sentía nada más que respeto
por el emperador y no expresó una palabra de queja. Pero esa cortina
de devoción se terminó demasiado rápido. No había nada digno de
admirar en ese hombre.
¿Cómo iba a rever
reverenciar
enciar a un emperador que desperdiciaba todo
su dinero y tiempo en un burdel en vez de atender los asuntos impor-
tantes del Estado?
—Francamente, me regaño a mí mismo por dejarme engañar tan fá-
cil por su supuesta magnanimidad. Él no es magnánimo. Es un perezoso.
perezoso.
—Itan, ¿no crees que deberías de cuidar tu lengua y hablar con
un poco más de prudencia? Cuidar tus modales y tener un poco más
de deferencia harían maravillas a tu paz interior.
Itan miró a Shukou.
—No eres nadie para decir eso.
Shukou fue originalmente un subministro en el Ministerio de Pri-
Pri-
mavera, que se adjunta al Naishi, el escriba imperial. Durante una
visita de inspección, se había dirigido al emperador directamente:
—Hemos estado trabajando bajo el nombre del antiguo empera-
dor.. Dígame, su Majestad, ¿cómo debemos llamarlo: “Kou-o” El Prós-
dor
pero o “Metsu-o” El Destructor ? ¿Va a hacer renacer de las cenizas a

el Reino
Cuando de En o alehundirlo
Itan recordóen ellas
eso, nuevamente?
nuevament
Shukou e?
le respondió con una leve
sonrisa.
—Yo solo estaba cumpliendo con mi deber de buen Barón. Al pa-
recer,, es la mejor forma de ganar una promoción aquí.
recer
—Eso no funcionó conmigo. Sucedió al tercer día de la corona-
corona-
ción. Yo todavía
todavía estaba bajo arresto domiciliario.
—¿Oh? Mi memoria debe estar fallando, ha de ser la vejez.
Itan frunció el ceño y miró la cara de Shukou. Aunque sus rostros
 juveniles sugieren lo contrario, sus edades verdaderas sugieren que
ya están entrados en años.
—Bueno, ese ministro junior es ahora el Ministro Imperial, por
Dios, su Alteza sí que es un hombre generoso.
36   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

“A mí no me importan mucho los nombramientos”, había respon-


dido el emperador.
La descortesía de Shukou y la imprudencia de Itan tenían mucho
en común. Shukou también sabía que estaba poniendo en riesgo su
vida. Ni siquiera era un ministro, sino un funcionario de bajo rango
contratado como asistente personal del Naishi. Abordar al empera-
dor de esa forma era una clara ofensa. Él podría haber sido ejecuta-
do en el acto.
En cambio, el emperador frunció el ceño y dijo:
—Supongo que le diré no a ambos. Sería vergonzoso que se re- re -
rieran a mí con ese lenguaje prosaico.
—¿Eh? —fue la respuesta de Shukou.
El emperador volvió la mirada directamente sobre él.
—¿Con todos tus talentos literario, eso fue lo mejor que tu brillan-
te mente de escribano podía inventar? Por lo menos podrías haber
dicho algo más ingenioso.
—Um… ah, por supuesto.
—Me pregunto si eres realmente adecuado para ser un escriba.
Probablemente no, fue la vergonzosa conclusión a la que llegó
Shukou.
La mejor resolución que podía esperar era su despido. Pero un
mensajero de la corte llegó con la noticia de que había sido promo-
vido al cargo de Ministro del Naishi, un rango ministerial intermedio.
Más tarde fue nombrado Ministro Imperial en el Ministerio de Otoño.
Itan dijo:
—Debe ser por eso que terminamos dentro de su círculo interno.
Tloalque
vez piensan
el emperador tienedescarada.
de forma un gusto extraño hacia aquellos que dicen
—Ese puede ser el caso.
Shukou rio. Aunque
Aunque al oír los pasos que se acercaban por el pasi-
pasi-
llo, su sonrisa se borró de su rostro. Los que venían hacia ellos eran
el Chousai junto con sus asistentes. De acuerdo con el protocolo,
Shukou e Itan se postraron y apartaron
apar taron del camino.
La voz del Chousai sonó.
—¡Ah! Creo que este corredor continúa en el Palacio Interior.
Interior.
—Tú —dijo uno de los asistentes, dirigiéndose a Shukou—. ¿Qué
estás haciendo aquí? No creo que estés perdido.
Ni Shukou ni Itan contestaron. Un número limitado de ministros
tenía acceso al Palacio Interior. Hubo un tiempo en el que a los de
Parte I  37 

Capítulo 3 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

su rango no se les permitía el acceso en absoluto. Ellos habían sido


autorizados personalmente por el emperador, obteniendo un trata-
miento especial sin lugar a duda. No fueron pocos los que expresaron
sus celos con comentarios sarcásticos similares.
Shukou e Itan se habían acostumbrado a ellos por ahora.
—¿Eres quien dirige el Palacio Interior ahora?
—Sí —dijo Itan.
El Chousai dejó escapar un fuerte suspiro.
—Doy mi palabra. Como si su Alteza tuviese algún interés en go-
bernar algo.
—Debe ser su hora de juego con sus mascotas preferidas.
—Interrúmpalo y recibirá un regaño. ¿Cuándo en este mundo se
va a esforzar de igual forma en el gobierno?
—Es por todos estos subordinados que endulzan sus oídos y lo
llevan por mal camino.
Las voces burlonas pasaron sobre ellos como una brisa rancia.
Ellos probablemente regresaban a sus ocinas en el Palacio Interior.
Interior.
Itan esperó a que desaparecieran los sonidos de sus pasos antes de
alzar su cabeza. Miró por el camino de adoquines sinuosos a través
de uno de los edicios.
—¿Quiénes son los subordinados aquí? —dijo con una sonrisa de
desprecio. —Son solo un montón de oportunistas
opor tunistas corruptos que com-
com-
praron sus puestos al emperador Kyou.
Dejando el sarcasmo de lado, la descripción de Itan no estaba
lejos de la realidad. Cuando el emperador Kyou se desvió del camino,
perdió todo interés en el gobierno del reino. Los ministros explotaron
estaAlgunos
situación para sus
s us propios
compraron su nombre benecios
políticomarcando el despotismo.
con dinero. Cuando los
sobornos no fueron sucientes, recurrieron a saquear el Tesoro Im- Im-
perial. En vez de preguntarle al
a l emperador sobre las atrocidades que
estaba haciendo, avivaron las llamas a su favor,favor, viendo al reino que-
marse ante sus propios ojos.
—Lo mejor es dejarlos ser. El sarcasmo es todo lo que sus peque-
ñas mentes pueden manejar.
—Están culpándonos a nosotros por las maneras lascivas de su
Alteza. Porque eso es lo que hacen, pintar a todo el mundo con la
misma brocha.
Itan apretó los dientes. Shukou dijo con una sonrisa irónica:
—Bueno, palos y piedras, ya sabes.
38   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Itan era Suijin, una posición equivalente a un Barón medio en el


ranking de la burocracia imperial. El Chousai era un Marqués. Que el
humilde Suijin, cuatro niveles por debajo de él, disfrute de privilegios
especiales, mientras que el Chousai no podía ni ver al emperador sin
pasar por intermediarios habituales, obviamente lo molestaba.
No ayudó en nada que Shukou, un Barón de bajo rango, disfruta-
disfruta-
se de los mismos privilegios que Itan.
—Como si eso fuera poco, ¿eh? ¡Alguien tiene que hacer algo con
esos tontos!
—No son noticia nueva para mí.
—¡Seishou tiene mucho por lo que responder! Él es el más cer- cer-
cano a su Alteza ¡Debería agarrarlo del cuello y arrastrarlo hasta el
trono!
Itan no pudo evitar hablar mal incluso del guardia personal del
emperador.
Agarrado con la guardia baja, Shukou lo miró con sorpresa.
—Esto te tiene realmente mal.
—¿Y a ti no? ¡Nos están haciendo parecer un par de tonto e idio-
tas, arrastrando a su Alteza de un libertinaje a otro!
—Bueno, mantén la frente en alto. No dejes que esto te afecte.
afecte.
—¡Idiota! ¡Están hablando de ti también!
—Deja que balbuceen todo lo que quieran. Su Alteza reorganizará
la burocracia en cualquier momento.
Itan se detuvo a mitad de la escalera.
—¿Acaso ese día llegará mañana o en algún futuro inmediato?
—El gobierno se ha establecido, la dirección ya fue decidida, el
camino ya fue
en el carro trazado.aTodo
y empezar tirar.. lo
tirar quereorganización
Una queda por hacer es engancharse
de toda la jerarquía
ahora es demasiado pedir, pero creo que es momento de sacudir s acudir un
poco las cosas.
Los ministros y señores que sirven
sir ven en las provincias fueron nom-
brados por el emperador Kyou.
Kyou. Normalmente, deberían haber dimiti-
do todos juntos luego de la coronación del nuevo rey, de esta forma
el nuevo emperador nombraría a un nuevo grupo de ministros. Pero,
debido a todos los asuntos urgentes que tenían en las manos, las
cosas habían quedado como estaban ahora.
Solo los señores de las provincias habían sido aprobados. Los
Virreyes Imperiales fueron publicados en las provinc
provincias.
ias.
Los funcionarios públicos no fueron promovidos al rango
Parte I  39 

Capítulo 3 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

ministerial a menos que pudieran ser avalados personalmente.


personalmente.
Sin embargo, los parásitos y aduladores que habían estado por
década bajo el mandato del emperador Kyou, Kyou, y eran igualmente cóm-
plices de la persecución de las personas, ya no podían ser ignorados.
—La corte imperial está en desorden. Los malditos que no fueron
despedidos empezaron a pensar que habían salido impunes y deja-
ron de lado sus indiscreciones. No sabemos cuándo ni cómo trataran
de tirar la alfombra debajo de nosotros. Por el momento, la discreción
es la mejor opción que tenemos.
—Veinte
—V einte años. Eso sí que es poder de permanencia. Aun así, casi
ninguno de esos hombres “humildes” ha experimentado un cambio.
—Solo porque las cámaras del Tesoro Imperial están vacías. No
hay nada que robar. Aunque ha habido más y más idas y venidas de
extraños en los últimos tiempos.
—Con la llegada de la primav
primavera,
era, todos los bichos que se enterra-
ron bajo tierra para pasar el
e l invierno están empezando a moverse.
Itan pasó la vista por los edicios de los alrededores.
—Y qué invierno más largo resultó ser.
En el momento de la ascensión imperial -en respuesta a las ple-
garias de la gente- el Palacio Genei brillaba en plata y oro. Una vez
terminada la ceremonia, el mismo edicio había quedado de un color
monótono. Por órdenes del emperador, el Palacio Imperial había sido
despojado de sus adornos. El oro, la plata y las l as gemas preciosas, has-
ta las joyas que adornaban
a dornaban el trono en sí,
sí , se vendieron al mejor postor
pos tor..
Era así la profundidad de la pobreza en la que se encontraba En.
El número de edicios había sido reducido a la mitad. El empe- empe -
rador
viadosordenó el desmantelamiento,
al mercado. la madera
Solo los techos negros queyse
la levantaban
piedra fueron en-
como
picos negros en la montaña de Kankyuu se mantuvieron sin cambios.
El Palacio Imperial, se dice que fue otorgado al emperador por el
Señor de los Cielos. Por consideración a esto, si bien algunos empe-empe-
radores habían añadido algunas cosas durante las sucesivas dinas-
tías, ninguno había eliminado ninguna parte de él.
Estos edicios, que habían sido añadidos a lo largo de la historia,
fueron despojados de sus ornamentaciones, luego desmantelados y
vendidos parte por parte para disminuir la deuda del reino.
—Háganlo —ordenó el emperador.
Los funcionarios corruptos que habían saqueado el Tesoro Impe-
rial y se llenaron los bolsillos
bolsill os bajo el gobierno del emperador Kyou
Kyou se
40  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

quedaron en su lugar. Él podría haber despedido a los ministros y a


los señores provinciales y conscar sus propiedades y tierras, pero
no tuvo el tiempo para hacerlo. La restauración de las tierras y la co-
secha de las granjas devastadas fueron
fueron sus prioridades.
Los pastos y campos de arroz se quemaron y se perdieron. Se tar-tar-
dó veinte años para que el agricultor pudiera arar el campo y realizar
el cultivo de plantas para mantener a él y a su familia. Los tesoros del
Palacio Imperial se vendieron a otros reinos, los almacenes vacíos no
podían ni reemplazar las dagas de los soldados, e incluso así habían
logrado llegar a n de mes.
—Piense en ellos como los depósitos de un banco —Aconsejó el
emperador—. Las personas que celosamente guardan más de lo que
gastan no sentirán la gran perdida. Solamente los derrochadores lo
sentirán. Cuando llegue el momento, todo será restaurado.
Ese momento había llegado.
Itan dijo en voz baja:
—Es tan despreocupado como el día es de largo, pero él no es tonto.
Shukou sonrió.
—Solo digamos que él utiliza la mayor parte de sus habilidades de
la manera más bizarra posible.
Parte I  41

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


42   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 4

El emperador de En y sus considerables pero bizarras habilidades, es-


taba sentado en una de las habitaciones privadas del Palacio Interior.
—Si, entiendo a dónde quieren llegar —dijo Shouryuu, mirando
alrededor de los cuatro hombres que lo rodeaban acosándolo.
Itan también lo miró.
—¿Lo entiende? ¿Eso es todo?
—Recticaréé mi camino.
—Recticar
—Nunca he estado en una situación tan morticante. La humilla-
humilla-
ción que he experimentado se quedará conmigo por el resto de mi vida.
—Es así, es así —un hilo de voz a sus espaldas le dio la razón, pero
Itan no la escuchó.
—Ya lo creo —dijo Shukou con un suspiro.
—Exactamente ¿qué posición cree su Alteza que está ocupando?
Como el capitán de un estado, ¿cómo cree que va a mantener al res-
to de los ministros en línea? Se supone que debe presentarse como
un faro y un ejemplo para el reino. Yo
Yo no podría mirar a mis súbditos
a la cara después de esto.
—Por supuesto. —El hombre con rostro impasible que casi nunca
dice nada ahora tenía más que unas pocas palabras para decir—. Mi
mandíbula se caer del asombro.
»Esto es más de lo que puedo soportar a pesar de estar asociado
a un idiota imperial.
—Suikyou,
Suikyou -El¿incluso tú estás
Loco- era quejándote
su apodo. de mí ennombre
Su verdadero voz alta?
era Sei-
Sei-
shou, un joven delgado, con piel morena y una frente pequeña. Sin
Parte I  43

Capítulo 4 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

embargo, como ministro de asuntos militares, es el encargado de


dirigir los detalles personales
personale s del emperador como el Daiboku.
Seishou fue promovido de la Guardia del Palacio durante el man- man-
dato del emperador Kyou.
Kyou. Un luchador ingenioso y hábil, que se decía
que no tenía igual en las artes
ar tes militares. Fue arrestado por criticar al
emperador, pero incluso el corrupto emperador Kyou no pudo sopor-
tar la idea de ejecutarlo, por lo que en su lugar lo mandó a prisión.
Después de la muerte del emperador, fue ordenada su libertad.
Pero Seishou dijo que, después de haber sido encarcelado por orden
del emperador, solo podía ser perdonado por alguien con la misma au-
toridad. El hombre, terco,
terco, mantuvo sus principios y se sentó en su cel-
da cerca de cincuenta años hasta que un nuevo rey ascendió al trono.
—Preferiría respetuosamente
respetuosamente que no se reera hacia mí de mane mane--
ra tan condescendiente.
—¿No te gusta?
—Por supuesto que no.
Itan le dio a Seishou una molesta y envidiosa mirada.
—Es mejor que el mío. Soy Chototsu, El Imprudente.
No podía haber mayor honor para un súbdito que el de ser renom-
brado por el emperador, aunque esa satisfacción no era mucha si tu
nuevo nombre era Chototsu -El Imprudente- o Mubou -El Descortés- o
Suikyou -El Loco-. Tan lejos como eso, era el apodo del Taiho, Rokuta,
era simplemente Baka1 -Tonto-, porque el kirin era una mezcla entre
un caballo y un ciervo.
El emperador estaba bastante satisfecho con su juego de pala-
bras, aunque era una broma nadie más se reía de ello.

Nos—El pesar
hemos de la vidaen
convertido —dijo Chotatsu
nadas y nadacon unaque
menos expresión de dolor—..
en el hazmerreír
hazmerreír.
—Tiene razón.
Esta vez los tres voltearon al mismo tiempo para ver de frente al
propietario de esas interjecciones impulsivas.
—¡El Taiho
Taiho es tan culpable como él!
Las frías miradas
miradas cayeron sobre él. Rokuta
Rokuta se encogió de hombros.
—Hey,, yo no soy el que tiene el hábito del juego.
—Hey
—Puedo preguntar entonces, ¿qué estaba haciendo durante sus
ausencias en la corte?
Presionado por Shukou, Rokuta forzó una sonrisa en su rostro.
1 BAKA. Caballo en japonés es “joba”  y   y ciervo es “shika” , el emperador tomó el
“Ba” de joba  y  y formó la palabra “Baka”, que en japonés signica “tonto”.
 y el “Ka” de shika  y
44  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 
 

Capítulo 4 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¡Oh! Yo
Yo estaba afuera observando
obser vando el… hum, la recuperación de
los campos.
—¿Y podría resumir los resultados de esas observaciones?
obser vaciones? Ahora.
—Bueno… ah…
—Enano embaucador.
Rokuta miró a su señor.
—Para empezar,
empezar, eres el único que vive un libre albedrío. ¡Y ahora
me afecta a mí! Sabes, no es gracioso.
—Dice el niño que se hace el idiota.
—Una cosa es ser idiota y otra es la deserción, huir de la ciudad.
—Seis de uno, media docena de la otra.
—La gravedad
gravedad de una cosa u otra importa más que la cantidad de
veces que se hace.
Shukou dio un puñetazo en la mesa.
—¿Podrían tomarse esto en serio, por favor?
Shouryuu levantó la mano.
—Lo lamento. Luego de esto, voy a atender los asuntos del gobier-
no. ¿Felices?
—¿Podemos tomar
tomar su palabra de que lo hará?
—Sería buena idea de cualquier forma, mantener un perl bajo
y calentar el trono por un tiempo. Hay algo sospechoso en el oeste.
Los cuatro miraron a Shouryuu.
—El oeste…
Shouryuu sonrió.
—Provincia de Gen. Mejor nos preparamos porque algo está
ocurriendo.
Itanelnolugar
revisar pudo evitar
antes demirar detrás
concretar de reunión
esta él. Se había asegurado
y había conrmadode
que no había nadie más allí.
—Eso es… —Al decir eso, el emperador se refería a la provinc
provincia
ia de
Gen.
—Lo he escuchado en la calle. Los soldados de Gen se han es-
tado presentando en la ciudad varias veces al mes, los marineros
borrachos derrochan su dinero en los burdeles. Llegan con las manos
vacías y se van con un gran cargamento.
—¿Están comprando algo en Kankyuu?
—No sería un problema si se tratase de alimentos. Pero armas…
Shukou ladeó la cabeza a un costado.
—No puedo imaginármelos juntando la cantidad de armas
46   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 
 

Capítulo 4 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

necesarias para armar una rebelión. Si están recorriendo la ciudad


en búsqueda de armas, los rumores nos llegarían tarde o temprano.
Shouryuu sonrió y se volteó hacia Seishou.
—La Armería Imperial está en Kankyuu.
Seishou estrechó la mirada.
¿Estaba el administrador de la armería abasteciendo el mercado
negro? El emperador Kyou había acumulado una cantidad excesiva
de material militar. Una buena cantidad ya había sido vendida para
reponer el Tesoro Imperial, saturando el mercado y bajando los pre-
cios en el proceso. Como resultado, algunas armas seguían apiladas.
—¿El señor de la provincia de Gen? —dijo Shukou.
Itan asintió.
—Se atrincheró en lo profundo de su palacio y se ha negado a sa-
sa-
lir, primero por temor a la desaprobación del emperador Kyou, luego
por temor a las represalias cuando murió, y ahora por temor a ser
despedido. Dicen que es un manojo de nervios.
—Una rata acorralada puede morder al gato. Está entre la espada
y la pared, su preocupación tiene fundamentos. Para empeorar las
cosas, el jefe de gabinete tiene una mente aguda y un gran ingenio
de su lado. Su nombre es Atsuyu, hijo del señor provincial, creo.
Itan parpadeó.
—Su Alteza está muy bien informado.
—Solo son algunos de los rumores que corren por la ciudad. Igno-
Igno-
rar el conocimiento común del pueblo puede ser
s er un riesgo.
—Sí, por supuesto —dijo Itan, que parecía sinceramente
impresionado.
Shukou
—Con el lo miró yrespeto,
debido se aclaró
sulaAlteza…
garganta.
—¿Qué ocurre?
—¡No hay necesidad de que usted se mezcle con los plebeyos y
escuche sus conv
conversaciones,
ersaciones, asechando alrededor
alrededor,, pretendiendo ser
un espía!
Shouryuu rodó los ojos al techo. Rokuta le sonrió y se puso de pie.
—¿Qué pasa, Rokuta?
Al salir de la habitación, Rokuta lo miró por encima del hombro.
—Tal
—T al parece que el sentido
s entido que está tomando esta conversación
no me involucra en nada, me voy.
48   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE II
CAPÍTULO 5

Dejando al emperador al cuidado de Itan y los demás, Rokuta salió


hacia el balcón. El sol se estaba poniendo, dejando al Mar de las
Nubes en la oscuridad. El resplandor plateado de una luna creciente
se posaba en el este.
—El olor de la sangre está en el aire.
La guerra se sentía en el horizonte. Considerando la cantidad de
ministros y señores provinciales que integraban el reino, era un mila-
gro que una guerra civil no se haya levantado
levantado antes.
Rokuta caminó por el patio, esa rancia brisa le traía un mal pre-
sentimiento, él sentía una aversión natural hacia la guerra y el derra-
mamiento de sangre.
“Déjamelo a mí”, había dicho Shouryuu.
Pero eso no había hecho que el conicto sea menos odioso. Los
soldados iban a morir en masa mientras los civiles inocentes son
arrastrados en la vorágine de la guerra.
Rokuta llegó a uno de los anexos del palacio y casualmente empu-
 jó la puerta. Se abrió con
con un crujido bre
breve.
ve. La habitación
habitación del guardiá
guardián
n
de la puerta estaba vacía. En circunstancias normales, el guardia de
la puerta se encontraría
encon traría ahí. El Palacio Imperial estaba escaso de per-
sonal, el emperador Kyou había ejecutado a muchos de sus criados.
Debido al gran número de nuevos ministros, no había tanto aje-
treo y bullicio como era de esperarse en un Palacio Imperial.
Este era literalmente el árbol de la vida.
Parte II  49 

Capítulo 5  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Los padres que querían un niño lo solicitaban al árbol. Si el Cielo


aceptaba la petición, una fruta llamada ranka brotaba de una de las
ramas. Diez meses más tarde, un niño salía del “cascarón” de esa
fruta. Sin embargo, antes de que eso suceda, ese cascarón a veces
puede ser arrastrado.
Rokuta había sido arrastrado. Así como Shouryuu, arrastrados
por un monstruoso fenómeno de la naturaleza llamado shoku.
Cuando las corrientes de dos mundos que se encuentran sepa-
rados chocan, sus caminos se cruzan, un ranka  puede cruzar esa
corriente y terminar dentro del útero de una mujer en el otro mun-
do. Cuando nacen, esa “cáscara” los hace parecidos a sus “padres”,
esos niños son llamados taika.
Él había sido arrastrado al otro mundo a través del mar, a la
capital de Hourai. Tenía un padre y una madre, un abuelo y una
abuela, hermanos y hermanas. Nunca se le hubiera ocurrido que él
era un niño que teóricamente no debería existir en ese
es e mundo.
Cuando Rokuta no era más que un niño, su casa se quemó. Se
arrastraron lejos del humo hacia la seguridad, encontrando a Kioto
en un mar de llamar. Pasaron la noche huyendo de la conagración.
Cuando llegó la mañana, sus abuelos y una de sus hermanas esta-
ban muertos.
Se trasladaron a las afueras de Kioto para escapar de los estra-
estra-
gos de la guerra. Pero no tenían nada ahorrado, ni almacenado, y
con la capital atrapada en la vorágine de la guerra, su padre no pudo
encontrar trabajo.
Uno de sus hermanos murió, luego su hermana menor, y luego
Rokuta
Rok uta fue abandonado
No tenían otra opciónensilas
lsu
as montañas.
familia quería sobrevivir.
sobrevivir.
Se salvó porque él venía de este mundo. Muerto de sed y de ham-
ham-
bre en medio de la montaña, Rokuta apenas logró mantenerse con
vida. Se salvó porque no era un ser ordinario. Era un kirin.
Si Rokuta no hubiera sido un kirin, habría muerto en ese desier-
to, al igual que muchos otros niños. En esa época, en ese lugar, un
niño abandonado no era algo inusual.
En esta tierra de montañas rotas.
Cuando llegaron las tormentas de la guerra, la desgracia cayó
sobre las almas ordinarias. En medio de las nuevas señales de vida,
los rumores de una nueva guerra estaban haciendo eco a través de
la tierra. La amarga ironía picó su corazón.
50  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Colinas y valles devastados, ríos de sangre, niños huérfanos con-


denados a la pobreza y a la muerte.
Antes de ocupar su lugar en el trono, Shouryuu dijo que quería
ver cómo era este reino. Miró hacia abajo desde la cima de una co-
lina, pero no había nada para ver. Solo veinte años habían pasado
desde entonces. Los niños crecieron convirtiéndose en adultos en
ese lapso.
Al no tener una esperanza de vida ja el emperador, el kirin, sus
ministros y criados a menudo pierden la noción del tiempo. Pero los
años aún pasaban en el mundo.
Esos niños abandonados en el desierto, ¿dónde estaban aho-
ra? ¿Qué sería de ellos?
e llos? La desgracia seguramente se volcaría sobre
ellos nuevament
nuevamente. e.
Rokuta alzó su mirada al cielo, hacia la luna creciente de plata al-
zada en el cielo, destacando
desta cando en el rmamento como una garra alada.
—Kouya…
Rokuta había despertado de su sueño una noche para escuchar
a sus padres discutir sobre la manera de deshacerse de él. Y así otro
niño despertaba en lo profundo de la noche para darse cuenta de
que estaba a su suerte.
Lo que pasó después ocurrió aquí en este reino. Hace dieciocho
años, nada más y nada menos que en la prov
provincia
incia de Gen.
Parte II  51

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


52   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 6

Rokuta se sentó a horcajadas sobre la espalda de Rikaku. Rikaku


era un youma y el sirviente
sir viente de Rokuta.
Rokuta. Solo un kirin podía tener a un
 youma como sirviente. O eso es lo que siempre había supuesto.
Montando a Rikaku sobre el cielo, Rokuta estaba vagando por la
costa de la provincia de Gen cuando pasó a otra persona. Más espe-
cícamente, un niño montando en un youma.
Apenas si tuvo tiempo para sorprenderse. El  you ma era un gran
 youma
lobo con alas y pico de un ave de rapiña, probablemente era un
tenken, también llamado “perro del cielo”. Un niño estaba montando
en su lomo. Debido a la velocidad a la que ambos iban, solo se cruza-
ron por una fracción de segundo. Realmente fue un encuentro casual.
Rokuta
Rok uta le ordenó a su youma:
—¡Regresa! ¡Vamos
¡Vamos tras ellos!
ell os!
—Taiho —advirtió Rikaku—. Era un youma.
Rokuta
Rok uta asintió.
a sintió.
—Sí, lo sé. Con más razón. Que un kirin tenga un  shirei  es
  es una
cosa. ¿Pero por qué un youma le permitiría al niño montarlo? Lo que
acabamos de ver no tiene ningún sentido.
Buscando en el cielo sobre el mar, se encontraron nuevamente
con el niño montado sobre el youma rojo.
Él vio a Rokuta detrás de ellos y se encogió de miedo.
El youma pegó un grito que le heló la sangre. El niño envolvió su
brazo alrededor
—No, no. No del
hagascuello
esode la bestia.
—instó a la bestia, calmándolo.
Parecía más joven
j oven que Rokuta.
Rokuta. Tenía
Tenía un rostro pálido
páli do y ligeramente
ligerame nte
Parte II  53

Capítulo 6  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

marcado, y su cabello negro tenía reejos azules. Si él fuere un kirin 


su cabello sería del color del oro,
—Hey —Rokuta lo llamó. Al ver al niño estremecerse, forzó una
sonrisa amble en su rostro—
rostro—.. ¿Quién eres?
El chico negó con la cabeza. Una fresca brisa provenía del océa-
no. Su ropa no era más que un montón de harapos.
—Me llamo Rokuta. No esperaba encontrarme a nadie como tú
por aquí. Esta es sin
s in duda la primera vez que encuentro a alguien, en
especial en el aire.
El niño respondió con una pequeña inclinación de cabeza. Roku
Roku--
ta tomó eso como que era la primera vez para él también.
—¿Hacia dónde ibas? ¿Tienes prisa por ir a alguna parte?
La única respuesta fue otro movimiento
movimiento de cabeza.
Rokuta
Rok uta dijo casualmente con una sonrisa.
—Yo me siento de humor para tomar el almuerzo. ¿Qué tal si va- va -
mos a comer algo?
Los ojos del chico se abrieron.
—¿Juntos?
Rokuta rio y asintió con la cabeza. Señaló hacia abajo a la orilla
del mar. Su impulso inicial era tomar al niño, pero un movimiento
como ese podría asustarlo y terminar con él huyendo lejos.
—¿Qué dices?
El niño estiró la cabeza y se asomó para ver la cara del youma.
—Está bien —dijo.
Se asentaron en las dunas. Luego de comer fruta y pasteles de
arroz, Rokuta preguntó:
—Eso es un  youma, ¿verdad?
Él nunca había escuchado hablar de un  youma siendo domesti-
cado como un perro. Todo
Todo el mundo decía que era imposible. El niño
solo inclinó la cabeza.
—¿Lo es?
Rokuta
Rok uta estaba asombrado.
—Pero ¿cómo haces para que un  youma  o  youju vuelve por los
aires a tu antojo? ¿Cómo lo domesticaste?
—No lo sé.
—No lo sabes dices… —Rokuta
—Rokuta murmuró para sí mismo—. Increíble.
—¿Lo es realmente?
—Claro que sí.
Se sentaron en la duna y hablaron. Ante ellos estaba el Mar
54  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Negro. Al otro lado del mar,


mar, los picos de las montañas de Kongou, que
rodeaban el centro del mundo, se levantaban como un enorme muro.
Un niño que despierta en medio de la noche. Al día siguiente, es
abandonado en las montañas. De eso fue de lo que hablaron.
—Ya veo —dijo Rokuta, aún más sorprendido por este encuentro
casual.
Dos niños, dos mundos diferentes, habían sido abandonados por
sus padres empobrecidos por los estragos de la guerra. Y aquí, con-
tra todo pronóstico, se acaban de conocer.
conocer.
—Así que la gente del pueblo se confabuló para deshacerte
deshacer te de ti.
Eso es duro.
—Supongo que sí.
—¿Cómo te llamas?
—No lo sé —dijo el niño—. Debo haber tenido un nombre alguna
vez, pero no me acuerdo.
a cuerdo.
—Entonces fuiste arrojado
arrojado al nido de un youma.
—Yoo no fui arrojado. Grande me llevó allí.
—Y
—¿Grande?
El niño miró al youma detrás de él. El youma estaba cuidando al
niño de forma protectora.
—Grande estaba llevando comida al nido. Probablemente la per-
dió por el camino.
—O tú eras la comida. ¿Pero
¿Pero él te crio?
—Sí.
Una historia increíble, un niño siendo criado por un  youma, nun-
ca había escuchado nada igual.
—¿Qué
uta hay
Rokuta
Rok miróde
a ti? ¿Esteque
Rikaku, tipoobservaba
de cosas suceden a menudo?
con recelo al youma. No le
llegó ninguna respuesta. Aun si le diera una orden directa, el  shirei  
 jamás divulgaría información sobre sí mismo o los de su especie.
Ellos eran realmente una especia diferent
diferente.
e.
Rokuta
Rok uta no presionó sobre el asunto. Se volvió hacia el chico.
—Lo bueno es que no terminaste muerto. ¿Así que has estado
viviendo en el nido del youma desde entonces?
—Salgo de vez en cuando para conseguir comida.
—¿Grande no come seres humanos? —preguntó Rokuta, aunque
ya sabía la respuesta.
Él no estaba sentado tan cerca del  youma, pero podía sentir el
fuerte olor a sangre que desprendía. Sangre humana.
Parte II  55 

Capítulo 6  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Por supuesto que sí. Sino moriría de hambre.


Rokuta
Rok uta se aclaró la
l a garganta y preguntó:
—¿Tú también?
El chico negó con la cabeza.
—Yo no. Ni personas ni animales. Grande me dice que lo haga,
pero yo no lo escucho. —Miró a Rokuta con ojos suplicantes—. Cuan-
do ataca a las personas o a los animales todos entran en pánico.
Grande hace lo posible por mantenerse fuera de su camino. Pero
todos conspiran juntos y nos atacan, o se dan la vuelta y corren en
dirección opuesta.
—Eso es la gente para ti —dijo Rokuta con una sonrisa forzada y
le dio una palmadita tranquilizadora en el hombro del niño—. Estoy
impresionado. Por cierto, no puedes ir por ahí comiendo personas.
Lo mejor sería que evitaras atacarlos o evitar que ellos te ataquen.
—Claro. ¿De dónde eres, Rokuta?
Rokuta? ¿Eres de este lado del Mar?
—Así es —dijo Rok
Rokuta
uta con un movimient
movimientoo de cabeza.
El chico se inclinó hacia adelante.
—¿Sabes algo acerca de Hourai?
—¿Eh?
Rokuta
Rok uta lo miró a los ojos.
—Y por Hourai tú te reeres a…
—El reino que se encuentra a través del mar oriental. Las perso-
nas ahí nunca pelean o se hacen cosas malas unos a otros. Ahí es
donde está mi padre. Y quizá también mi madre. Los he buscado
desde siempre.
Las lágrimas brotaron de sus ojos. Rokuta sintió una punzada en
el
decorazón.
darle tanEl malas
padre del niño estaba
noticias, probablemente
su madre muerto.
le debió haber dichoEnque
lugar
él
naufragó por el mar oriental hacia Hourai. Un cuento raro. Su madre
lo había abandonado y, sin embargo, continuó creyéndole y siguió
buscando este reino de fantasía.
—Um, Hourai no bordea con este mar.
Los ojos del chico se abrieron con sorpresa.
—¿No lo hace? ¿No son estas las costas orientales del mar?
—Este es el Mar Negro. Hourai limita con el océano que está al
este, el Kyokai. Aun así, Hourai está muy lejos, no importa que tan
lejos navegues nunca podrás llegar allí.
No había forma de cruzar de esa manera. Se decía que solo los
magos de la montaña y los youma podían cruzar. La gente común no
56   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

podía, a excepción de los ranka.


—¡Oh! Ya veo… —sus hombros cayeron.
Buscaba a sus padres y por eso también buscaba Hourai. Al escu-
char que Hourai estaba al este, el vino aquí a las orillas del Mar Negro.
Pero al tener un youma a cuestas se convirtió en una amenaza a
dondequiera que iba. Rokuta podía imaginar perfectamente la reac-
ción de la gente de los pueblos al verlo en compañía de una bestia
come hombres. El niño creyó que si convencía a las personas que
ese youma lo había criado y que no iba a atacarlos, ellos le darían la
bienvenida
bienv enida con los brazos abiertos.
—Lo siento.
No era culpa de Rokuta, pero el niño estaba tan abatido que no
pudo evitar disculparse.
El chico suspiró varias veces.
—Vamos —dijo.
El youma saltó de la roca donde se había sentado y se acercó a
él. Apretó la cara contra las plumas suaves, manchadas de sangre
humana.
—¡Ah!
Rokuta
Rok uta nalmente entendió lo que realmente estaba pasando. El
niño no había hablado mucho. Ahora que lo pensaba, casi la mitad
de las cosas que dijo no fueron más largas que el pitido de un ave. El
kirin y los sirvientes de las montañas podían entender el signicado
de los gruñidos de los animales, lo que hace que suene en sus oídos
como si fuese una conv
conversación
ersación entre humanos.
El  youma acarició el cuello del niño con su pico y gruñó suave-
mente. Rokuta no escuchó el gruñido como palabras, pero entendió
el signicado:
“Encontraremos nuestro propio camino”.
El chico levantó la vista abatido y se puso de pie.
—Tenemos que irnos.
—¿Te quedarás por estos lados?
—No lo sé. Si Hourai no está aquí, no veo el punto para ello.
Rokuta abrió la boca para responder, pero se contuvo.
—Si me dirijo hacia una ciudad, la
l a gente atacará a Grande.
—Probablemente.
 Y ellos no atacarían solo al  youma. Las piernas del niño, que so-
bresalían de los harapos, estaban cubiertas con cicatrices dejadas
por echas.
Parte II  57 

Capítulo 6  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿No quieres vivir en una ciudad?


Él lo miró con duda y dijo por sobre su hombro.
—¿Junto con Grande?
—Bueno, no creo que Grande pueda ir también.
—Entonces, gracias, pero no.
Rokuta
Rok uta asintió.
—Si cambias de opinión, y tú y Grande llegan a tomar caminos
diferentes,
diferent es, puedes venir a Kankyuu.
—Kankyuu —repitió el niño para sí mismo.
—Búscame. Pero…
Pero… tú no tienes un nombre.
—No.
—¿Por qué no elijes uno?
—No conozco ninguno.
—¿Te gustaría que yo te dé uno?
El rostro del niño brillaba.
—Por favor.
Rokuta
Rok uta lo pensó, sacudiendo
s acudiendo la cabeza varias veces seguidas.
Luego dio una palmada y escribió dos palabras en la arena:
“Kou” y “Ya”

—¿Qué tal Kouya?


—¿Qué signica eso?
—Signica: en el corazón de la noche.
—Sí —dijo Kouya con una mirada complacida, y felizmente repitió
su nombre varias veces
Probablemente, más.
jamás nos volvamos a ver, pensó Rokuta mien-
tras se despidió de Kouy
Kouya,
a, pero sin embargo dijo:
—Si en algún momento te encuentras en un aprieto, ven a
Kankyuu. YoYo trabajo en el Palacio Genei. Solo pregunta por Rok
Rokuta.
uta.
A horcajadas sobre el youma, el chico asintió con la cabeza mien-
tras se elevaba en la distancia.
—¡Nos veremos algún día, Kouya! ¡Cuenta con eso!
58   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 7

Para cuando Rokuta regresó al palacio, Itan y el resto ya se habían


marchado. Shouryuu estaba sentado en su escritorio.
—¿Has terminado con tu sangrienta charla?
—Por el momento —dijo Shouryuu, sus ojos estaban centrados en
el trabajo delante de él.
Miró para ver qué era lo que captaba su atención. Rokuta
Rokuta vio so-
bre la mesa una hoja de papel y un volumen de Crónicas Divinas de
la Gran Columnata.
—Así que Shukou también te dio esa tarea. Me pregunto quién
está a cargo aquí.
—Exactamente —Shouryuu se cruzó de brazos sumido en sus
pensamientos.
Rokuta
Rokuta se inclinó más y examinó la escritura:
“El emperador gobernará su reino con el dinero”.
—Hey, ¿qué es esto, viejo?
“El emperador gobernará a su reino con misericordia”, era la fra-
fra-
 se correcta.
—No querrás darle a Shukou más razones para enfadarse. Sabes
que él se toma las cosas muy en serio. No es simplemente un cabeza
dura como Itan y Seishou. Es como un elefante en ese sentido. Él va
a recordártelo los próximos dos o tres siglos, con una sonrisa en su
rostro todo el tiempo.
—Me del
rrencias da igual.
mundo Si son
no tecomo
imporeltaagua
importa lo quesobre
diga la
la gente,
espaldatodas laspato.
de un ocu-
ocu-
Me patinan.
Parte II  59 

Capítulo 7  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Ahora siento lástima por él.


—Yo había decidido transcribirlo de forma correcta. Pero es un
poco engorroso.
—Algunas veces me veo obligado a llegar a la conclusión de que
eres un tonto.
—¿Solo algunas veces?
—Sí. El resto del tiempo yo solo creo que eres un gran idiota.
—Pequeño bastardo.
Rokuta esquivó el puño que venía volando hacia él. Saltó ágil- ágil-
mente hacia el gran escritorio en el centro de la habitación y se sentó
se ntó
con las piernas cruzadas, de espaldas a Shouryuu.
—Entonces, ¿va a comenzar una guerra?
—Eso parece.
—Mucha gente morirá.
—Los reinos se construyen a partir del derramamiento de sangre
de la gente común. El caso es que, todos estarían mejor si los reinos
no existieran —Añadió Shouryuu con una sonrisa—. Pero los que man- man-
damos somos lo sucientemente inteligentes como para asegurar- asegurar-
nos de que los demás nunca se den cuenta de eso.
—Esto es lo último que yo esperaba escuchar de un emperador
e mperador..
—Es la verdad. El pueblo puede continuar con su vida sin necesi-
dad de un emperador
emperador,, pero un emperador no puede seguir adelante
sin sus súbditos. El emperador se come la comida que cosechan con
el sudor de sus frentes, no es diferent
diferentee a un cazador furtivo
fur tivo o a un la-
drón. A cambio, él hace cosas que ellos
ell os no pueden hacer por sí solos.
—Probablemente.

que —Un
debeemperador
mantener la existe porque
matanza y lamata y explota
explotación a sus súbditos.
al mínimo y hacerloAsí
lo
más disimuladamente posible. Si mantiene los números lo sucien-sucien-
temente bajos puede que nunca llegue a llamarse como un déspota
ilustrado. Aunque los números nunca llegarán a cero.
Rokuta
Rokuta no respondió.
—Hay cinco señores provinciales vivos. Tres de ellos fueron ase-
sinados por el emperador Kyou. Sus provincias ahora están siendo
gobernadas por los respectivos ministros de cada uno. El señor de la
provincia de Sei es el único que se precia. —Shouryuu bajó la voz—.
Oye, Rokuta,
Rokuta, dile al señor de la provinc
provincia
ia de Sei que me gustaría pedir
prestado su ejército.
ejé rcito.
—Lo que es mío es tuyo. No es como si yo fuese a llevarlos a la
60  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

batalla en algún momento.


El Taiho
Taiho también rige la provincia capital. En el caso de En, era la
provincia de Sei. Tenía la tierra, un pueblo y un ejército, pero el em- em -
perador ordenó al ejército
ejército que la tierra fuera repartida
repar tida a los ministros
como compensación por los servicios prestados.
Shouryuu dijo:
—¿Tee asusta la
—¿T l a guerra? —Cuando Rokuta giró para mirarlo por en-
cima de su hombro, él sonrió y dijo—: sabes, ciertamente
cier tamente no será tan
malo como los combates que se dieron hasta ahora. Si tienes miedo,
corre y escóndete.
—No es por eso. Cuando se trata de personas, la guerra no es
más que un inminente desastre. Eso es lo que no puedo soportar.
Porque yo soy la voz del pueblo, ¿sabes?
Shouryuu rio.
—Porque
—Porq ue los
l os kirin son cobardes.
—Porque
—Porq ue los
l os kirin somo criaturas benévolas y misericordiosas.
—Si te esfuerzas tanto en no matar a nadie ahora, luego en vez
de terminar sacricando a unos cientos acabarás con la vida de de- de-
cenas de miles.
Rokuta
Rok uta le dio a Shouryuu otra mirada.
—No vengas a decirme esa clase de cosas a mí —dijo, señalándo-
lo con el dedo.
—No te lo tomes personal. Si pudiera solucionar esto con solo un
centenar de víctimas, lo haría sin dudarlo.
—¿Centenares o miles?
Shouryuu respondió a la pregunta de Rokuta con una sonrisa.
—¿Crees
Rokuta
Rok que del
uta saltó haya cien mil hombres dispuestos a pelear en En?
escritorio.
—Entonces estarías contento si te recordaran como el Príncipe de
la Destrucción. —Después de eso se dirigió a la puerta.
Detrás de él, Shouryuu gritó:
—¡Como te dije antes, déjamelo todo a mí!
Cuando Rokuta
Rokuta se dispuso a responder, Shouryuu ya había regre regre--
sado a su escritorio. Shouryuu habló de espaldas.
—Cierra los ojos y tapa tus oídos. Si este es el único camino que
nos queda, entonces tendremos que seguir por él.
Rokuta
Rok uta se quedó mirando la espalda de Shouryuu
Shour yuu por unos minu-
minu-
tos antes de girar sobre sus talones.
—No quiero ser parte de esto. Te lo encargo, todo depende de ti ahora.
Parte II  61

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


62   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 8

Un muy cansado Rokuta


Rokuta asistió a la próxima reunión del Consejo Pri-
vado. Se sentó en silencio detrás de Shouryuu, reprimiendo un bos- bos-
tezo, mientras escuchaba el informe ocial del Rikkan al emperador.
emperador.
Cuando la reunión nalmente terminó, alguien lo llamó cuando esta- esta-
ba saliendo hacia el palacio exterior
exterior..
Rokuta
Rok uta se volvió para encontrar a un ocial de la corte de rodillas.
—Disculpe, mi señor, han solicitado una audiencia con usted.
—¿Conmigo? ¿De un ministro?
—No. La solicitud llegó desde la ocina provincial
provincial de gobierno, al-
al-
guien pidió una audiencia usando su nombre. Él dijo que esa persona
trabaja en el palacio, curiosamente, nadie se ajusta a la descripción
de esa persona, excepto usted. Pensamos que deberíamos avisarle.
Rokuta
Rok uta parpadeó sorprendido y dio un paso hacia adelante.
—¿Quién pidió exactamente la reunión?
—Él dijo que usted lol o reconocería como Kouy
Kouya.
a.
Increíble, se dijo Rokuta a sí mismo.
Él jamás pensó que lo vería de nuevo. Para ser honestos, él nun-
ca pensó que el chico sobreviviera tanto.
—¿Dijo que estaba en la ocina provincial
provincial del gobierno?
—Le pedimos que esperara en la puerta del faisán.
—Me encargaré de esto de inmediato. Trátalo con el debido res-
peto, ¿de acuerdo?
—Sí.
Observó como el ocial se retiró y luego Rokuta se apresuró a sa-
sa-
lir por el otro lado, Shouryuu lo detuvo y ladeó la cabeza preguntando
Parte II  63

Capítulo 8  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

con desconcierto.
—¿Qué pasa? ¿Conoces a alguien del mundo de abajo?
—A diferencia de ti, Shouryuu, yo si tengo un amigo.
—¿Un amigo?
—Así es. Voy a estar fuera por un tiempo.
—¿Y las reuniones de esta
es ta tarde?
Rokuta
Rok uta tosió y cambió de postura.
—Sí, tengo el presentimiento de que me estoy enfermando. Lo me-me-
 jor será que me tome la tarde
tarde para descansa
descansarr. Voy
Voy a tomarme
tomarme el día.
Shouryuu lo miró con una sonrisa.
—Eso suena a algo seria. Lo mejor será llamar a Koi.
Koi era el médico a cargo del kirin.
—Agradezco tu preocupación, pero no es tan grave. Dile que me
retiraré a mis habitaciones para descansar.
—Ekishin —dijo Seishou al ocial de la corte de pie junto a él—. Ve
con él.
—Está bien, Seishou. No hay necesidad de preocupar a todos.
Solo se trata de un amigo.
Rokuta se apresuró. Con una mirada de Seishou instó a Ekishin
a seguirlo. Ekishin hizo una reverencia y se fue en su persecución.
La puerta del faisán se encuentra en la base del monte Kankyuu.
El palacio y la corte imperial que se encuentran en la cumbre se los
conoce como “La Corte de la Golondrina”. Los funcionarios del Tri- Tri-
bunal Superior tienen sus hogares y ocinas en el patio interior, los
burócratas de menor rango son alojados en el atrio exterior, en la
mitad de la montaña. Más abajo se encuentra la puerta de entrada
al monte
Ahí esKankyuu.
donde se encuentran las ocinas del gobierno provincial.
Las personas eran libres de ir y venir entre la puerta alta del acan-
tilado, que es la puerta de entrada al Palacio Imperial, y la Puerta
del Faisán e la parte posterior de las ocinas provinciales, también
llamada Puerta de Oriente.
Rokuta corrió hasta la puerta del faisán. La Montaña Ryuun se
reere literalmente a una montaña que pasa más allá de las nubes.
Pero el camino real estaba encantado, por lo que esa distancia se
recorría en solo una fracción de segundo. Sin embargo, Rokuta tenía
que ir primero al palacio a cambiar su traje de ceremonia, por lo que
le tomó más tiempo del que le hubiese gustado.
Llegó sin aliento al edicio dentro de la Puerta del Faisán reservado
64  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

solo para los invitados de honor. Como le habían informado, alguien


estaba esperando allí.
Su invitado estaba sentado derecho en una silla, mirando al pa- pa-
tio. Se habían conocido hace dieciocho años. El muchacho que Roku- Roku-
ta conoció en aquel entonces ahora debería estar en la or de la vida.
Pero la gura delante de él era todavía muy joven, quince o dieciséis
años, todavía lucía una cabellera azulada.
Rokuta se detuvo en la puerta de entrada. Después de un mo-
mento de vacilación, dijo:
—¿Kouya?
El joven sonrió mientras se acercaba a él.
—Rokuta —se arrodilló diciendo—, tenía la esperanza de volver a
encontrarnos, Taiho.
Taiho. Ha pasado un largo tiempo.
tie mpo. —Se inclinó.
Así que él ya sabía quién era y qué posición ocupaba.
—Han pasado dieciocho años, ¿no? En ese momento yo no sabía
quién era usted, Taiho. Perdone
Perdone mi impertinencia.
imper tinencia.
Él se comportaba como un caballero y hablaba en el lenguaje
humano, ya no en gorjeos de pájaro.
—Pero tu… —Rokuta luchaba por establecer una conexión entre
el niño que había encontrado en la provinc
provincia
ia de Gen y el joven que se
encontraba frente a él.
Levantó la cabeza y volvió a sonreír.
—Sí que es malo. Me hubiera ayudado saber desde el principio
que es el Taiho. Me enteré muy tarde de que el hombre con cabello
dorado era el Taiho. Estaba completamente sorprendido.
—¡Ah! Bueno, lo siento.

no elLadorado.
gente enEsolosesreinos lucía
un signo todo tipodel
particular dekirin
colores
. de cabello, pero
—¡Y pensar que fue el Taiho
Taiho quien me dio mi nombre! Aunque en
ese momento, probablemente no habría entendido el signicado de
tal honor.
—Entonces, ¿qué has estado haciendo todo este es te tiempo?
—Un hombre de buen corazón me acogió y me enseñó el lenguaje
humano. Yo Yo le sirvo en calidad de funcionario público provincial.
—Así que estás en el Registro Inmortal. De ahí tu edad.
Kouya sonrió.

—Eso
dieron es correcto.
muchas ganas deLoverlo.
acompañé a Kankyuu.
Pensé que, si pedía Una vez aquí, con
una audiencia me
el Taiho no iba a conseguirla a través de la puerta principal. Así que
Parte II  65 
 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

decidí preguntar usando su nombre. Espero no haber cruzado la línea.


—¡De ningún modo!
—Me preocupaba que se hubiera olvidado de mí.
Rokuta negó con la cabeza. La reunión fue una sorpresa inespe-
rada y agradable.
—No me había olvidado. Realmente es bueno volver a verte des-
pués de tanto tiempo.
—Es bueno saberlo —dijo Kouya con una sonrisa.
—Adelante. Levántate.
Levántate. Verte así arrodillado me hace sentir mal.
—Muchas gracias. —Hizo una reverencia y luego se levantó. Se
inclinó adelante diciendo—: ¿Puedo continuar llamándolo Rokuta?
—Por supuesto. Eso estaría bien.
Kouya se acercó a Rokuta y lo miró amablemente, aunque un
poco dolido.
—Yo había querido visitarlo desde entonces, pero Kankyuu esta-
ba muy lejos.
—Supongo que sí. Lo siento por eso.
—No podía andar por lugares llenos de gente estando con él. Pero
sin ir a un pueblo o ciudad para preguntar el camino, no pude averi-
guar dónde estaba Kankyuu.
—¿Él? ¡Ah! Te reeres a Grande.
Kouya asintió.
—Entonces, ¿qué es lo que ha estado haciendo Grande estos
días?
—¡Oh! Lo está haciendo bien —dijo Kouya, con una sonrisa píca-
ra formándose en sus labios, como una mirada compartida con un
compañero de conspiración—.
guardaespaldas. Al igual que élGrande
por allá.y yo trabajamos juntos como
Lanzó una mirada a Ekishin, caminando cerca tratando de no ser
notado.
—Sí, me parece que estoy atascado con él por el momento.
—Tiene sentido, usted es alguien de alto rango e importante y
todo eso.
—¡Oh! Detente.
Kouya se rio entre dientes. Se agachó para quedarse a su altura.
—Así que, ¿está bien si salimos de aquí?

—Les dije
—Bien. que me
Grande tomaría
está el resto
deseando verlodeltambién.
día libre.
—¿Está cerca?
Parte II  67 

Capítulo 8  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—En las afueras de Kankyuu. No se preocupe. Sigue mis órde-


órde-
nes —Kouya añadió furtivamente—: Grande es muy obediente en ese
sentido.
—¿Lo es? Eso es impresionante —Rokuta ladeó la cabeza, pen-
sando en el pasado.
“No vayas por ahí comiendo personas”, le había dicho.
Estaba sinceramente sorprendido. Un  youma  que había criado
a un humano, que a su vez obedecía todo lo que el humano decía.
Jamás lo hubiera creído.
—¿Deberíamos ir? Espero que esté más familiarizado con Kankyuu
que yo. Todo lo que sé es el camino que tomé para venir aquí.
Rokuta
Rok uta asintió.
—Déjamelo a mí. Conozco esta ciudad como la palma de mi
mano. Te voy a mostrar el camino.
68   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 9

Aunque Kankyuu era la capital del reino, sus calles eran cualquier
cosa menos amplias y espaciosas. Esto era algo propio del reino de
En, en general. Rokuta creía recordar que las calles de Kioto eran
mucho más amplias.
Dentro de la Puerta del Faisán, envolvió un chal alrededor de su
cabeza. Apenas podía pasar inadvertido sin ocultar su cabello. Por
alguna razón, la melena del kirin no puede teñirse, por lo que tuvo
que emplear otros medios para ocultarla.
Se vistió con ropa de calle ordinaria y sin preámbulos acompañó a
Kouya por las calles de Kankyuu, con Ekishin
Ekishin siguiendo cada movimiento.
Ekishin había sido un ocial del ejército bajo el mando de Sei- Sei-
shou. Cuando Seishou fue encarcelado, muchos de sus subordina- subordina-
dos presentaron sus renuncias y se refugiaron en sus cuarteles hasta
que Seishou fue liberado de la cárcel.
El emperador Kyou
Kyou rechazó la mayoría de las dimisiones, trans-
trans-
riendo una buena parte de ellos a las funciones públicas, y ejecutan-
do a cualquiera que se negara. Sin embargo, al nal del día, un buen
número logró sobrevivir.
sobrevivir. Ellos servían
ser vían ahora en la Guardia del Palacio
bajo el Daiboku Seishou.
Además de haber sido elegidos personalmente por Seishou, le
eran leales y estaban entrenados en las artes marciales, y nunca
bajaban la guardia. Kouya y Rokuta intentaron perderlo al principio,
peroEkishin
renunciaron
mantuvoal verlo imposible.
sus ojos bien abiertos.
El kirin era la única bestia divina de un reino. No importaba qué, no
El  era la única bestia divina de un reino. No importaba qué, no

Parte II  69 

Capítulo 9  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

podía permitir que se lastimara de ninguna forma. Si su identidad era


revelada,
revelada, los aldeanos podrían aplastarlo hasta la muerte
muer te en medio de
un desesperado intento de que sus pedidos fueran escuchados.
Afortunadamente, con su cabello oculto, nadie se dio cuenta de
quién era.
La ciudad de Kankyuu se desplegaba desde la base de la Monta-
ña Ryouun. Las murallas que rodean la ciudad tienen once puertas
que le dan acceso. A través de una de ellas, amplias praderas verdes
aparecen a la vista. Y no muy lejos, campos y granjas. El paisaje que
rodea a Kankyuu era verde y abundante.
—Aquí vamos —dijo Kouya con una sonrisa.
Cruzaron una pequeña colina. Ekishin insistió en no salir propia-
mente de la ciudad, pero Rokuta no le hizo caso y siguió a Kouya. Se
adentraron en un bosque que tenía veinte años creciendo ininterrum-
pidamente, Kouya
Kouya hizo señas junto con un llamado de bestia.
—¿Todavía puedes hacer eso? —preguntó Rokuta, sin una pizca
de asombro.
Más cerca, allí, llegó un grito desde el medio del bosque.
—Grande ha crecido un poco en estos
e stos años.
—Sí. Pero no tanto como una persona normal.
—Así que viven mucho más tiempo.
—Eso espero.
—Eh.
Los shirei  no
 no tenían esperanza de vida. Poseían inteligencia y po-
dían comunicarse mediante el lenguaje humano. Rokuta había asu-
mido que era a causa de su pacto con el kirin. Tal
Tal vez ellos ya poseían
pose ían
algunas de esashacia
Caminando habilidades desde
el sonido de laelvoz,
principio.
llegaron a un pequeño cla-
ro. La bestia roja estaba esperando allí.
—¡Un tenken! —gritó Ekishin, yendo en cuclillas y alcanzando su
espada.
—Está bien —le aseguró Rokuta rápidamente.
—Pero Taiho, es un…
—Lo sé, es un youma. Pero él no es ningún monstruo. Hace lo que
Kouya le dice.
—Yo no lo creo.

—De verdad es extraño, lo que hace a la verdad aún más sorpren-


dente.
Aunque Ekishin apenas si fue convencido por Rokuta,
Rokuta, este relajó
70  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

su postura un poco. Nunca había oído de un youma domesticado por


un humano. Este tenía el cuerpo de un gran lobo rojo, alas azules,
una cola amarilla y un pico negro, claramente lo identicaba como a
un tenken.
Los  youju pueden convertirse en monturas, pero Ekishin sabía
que eso no era posible con un youma.
—Como te dije, todo está bien. —Rok
—Rokuta
uta sonrió—. Oye, mira a toda
esa gente alrededor.
Ekishin miró de nuevo. Varias personas estaban de pie junto al
 youma. Había estado tan concentrado en el youma que no se había
dado cuenta.
—¡Ah, sí! —dijo Ekishin, sacando nalmente la mano de la empu-
empu-
ñadura de la espada.
Rokuta
Rok uta sonrió con alivio y volvió su atención a Kouya.
—Grande no ha cambiado en lo absoluto.
—No, él no ha cambiado. —Kouya caminó hasta el  youma—. Hey,
es Rokuta. ¿Te acuerdas de él? —Luego se dirigió al hombre de pie
 junto al youma—. ¿Tú lo tienes?
El hombre inclinó la cabeza. Ellos debían ser los sirvientes de
Kouya, algo inesperado para un burócrata de bajo rango. Rokuta
miró también. Uno en medio de ellos sostenía a un bebé. Él se lo
pasó a Kouya.
Rokuta
Rok uta miró con la boca abierta.
—¿Tienes un hijo?
Kouya sonrió al niño, durmiendo plácidamente en sus brazos.
—No. No es mi hijo. Lo tuve que encontrar. Porque te vine a ver —le
mostró a Rokuta
El youma unaelsonrisa
 abrió cómplice ylas
pico, revelando sostuvo al niño cerca
de colmillos del youm
alados.
 youma a
Antes.
de que un estupefacto Rokuta
Rokuta pudiera gritar, Kouya colocó al niño en
el pico del youma.
—¡Kouya!
—No te preocupes —Kouya sonrió por encima del hombro—. Esta
es la forma en la que él carga seres vivos.
Rokuta
Rok uta contuvo el aliento.
—¡Oh! Muy bien, entonces.
—Sin embargo —continuó Kouya
Kouya sin dejar de sonreír—, si tú o tu guar-
guar-

daespaldas
—¿Qué?hacen un movimiento en falso, se lo tragará por complet
completo.
o.
—Dile a tus shirei  que
 que se retiren. Intente cualquier cosa y Rokuta 
Parte II  71
 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

le romperá la cabeza al niño.


En un instante, Ekishin ses e posicionó frente a un aturdido Rokuta.
—Rokuta
—Rok uta —Rokuta se repitió a sí mismo.
—Le di ese nombre a Grande. En su momento, no era consciente
de lo impropio del hecho.
—Kouya…
Si valoras la vida de este niño, entonces ven conmigo. Ustedes lo
hacen, ¿no? Los kirin son criaturas misericordiosas, ¿no? El solo olor
de la sangre hace que se enfermen.
—Kouya, tú…
Kouya se dirigió a Ekishin.
—Me gustaría que nos acompañe. No se resista. Haz lo que Roku-
ta te ordene.
—¡Desgraciado!
Ekishin sacó su espada. Este no era el tipo de situación en la que
un kirin podía salir luchando. Pero él no estaba dispuesto a dejar que
secuestraran a Rokuta en frente de sus ojos. Incluso si eso signica-
signica-
ba que él se mancharía con sangre, aun si eso signicaba sacricar
al niño, su deber era prot
proteger
eger al Taiho por sobre cualquier cosa.
—¡No, Ekishin! —gritó Rokuta—. ¡Detente!
Peroo Ekishin lo agarró por el brazo y comenzó a arrastrarlo hacia un
Per
lugar seguro. En cuanto detectó
detectó una ruta de escape, paró en seco. Una
sombra gigante bloqueó
bloqueó la salida. No había notado a la criatura detrás
de ellos. Había escuchado pasos humanos. Esto no era humano.
Un torso rojo, alas azules y un pico negro.
—Las aves que tienen el mismo plumaje vuelan juntas —dijo Kou-
ya con una sonrisa socarrona—. No sabías que los  youma  pueden
pedir refuerzos, ¿ver
¿verdad?
dad?
Ekishin balanceó la espada. El pico del  youma fue más rápido,
dirigiéndose hacia la garganta de Ekishin y cortándola.
—¡Ekishin!
El llamado de Rokuta se convirtió en un grito.
El pico del youma perforó el cuello de Ekishin, desgarrando mús-
culo y hueso. Sangre y carne volaron por el aire. En ese momento,
un par de brazos se envolvieron alrededor de Rokuta por detrás y lo
alejaron del peligro.

—No, Taiho.
Una voz de mujer. Los brazos que lo abrazaban estaban cubier-
tos de escamas blancas. Alas blancas lo envolvieron, cubriendo su
Parte II  73

Capítulo 9  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

rostro. Un shirei  de
 de Rokuta.
—¡Kouya!
Las alas blancas no podían extinguir los gritos sordos de Ekishin.
El hedor de la sangre y los ruidos espantosos le describían exacta-
mente lo que estaba pasando, el ruido sordo de un cuerpo cayendo

al suelo,
algo, Ekishin respirando
amortiguado solo por elsu último
llanto aliento,de
repentino unun
animal
niño. devorando
—Kouya… ¿Qué…?
—Necesito que vengas conmigo a la l a provincia de Gen.
—Gen —murmuró Rokuta
Rokuta para sí mismo.
—Si decides venir conmigo le perdonaré la vida a este niño- Dile a
tus shirei  que
 que se comporten. Nadie te hará daño. Simplemente, ven
conmigo y concédele a mi señor una audiencia.
—Tu
—T u señor… —¿No había mencionado Shouryuu algo sobre la pro- pro-
vincia de Gen?
—El Rikkan, Jefe Ministro de la prov
provincia
incia de Gen.
—Atsuyu, quieres decir.
Rokuta
Rok uta hizo a un lado las alas que cubrían su rostro. Kouya
Kouya esta-
ba de pie junto al youma, la sonrisa aún estaba en su rostro.
—¿Así que conoces al ministro?
—¿Qué está pasando en Gen?
Kouya no contestó a la pregunta, solo señaló a los hombres que
estaban allí para llevárselo.
—Taiho…
—T aiho… —dijo una voz detrás de él.
Rokuta
Rok uta negó con la cabeza.
—No, Yokuhi. —Ni siquiera levantó un dedo.
—Pero…
—Déjame ir.
Los brazos blancos lol o liberaron suavemente
suavemente de su abrazo. Roku-
ta volvió hacia su preocupada nyokai .
—Yokuhi, puedes irte.
Una mujer cubierta por escamas, luciendo alas blancas y piernas
de águila. Ella le devolv
devolvió
ió una mirada de desconcierto.
desconcier to. Con un suspi-
ro y un movimiento de su cola de serpiente desapareció, volviendo a
la sombra de Rok
Rokuta.
uta.
Después de haber conrmado que ella se había ido, Rokuta en- en-

frentó a Kouya,
—Como el cualdesde
esperaba solo leeldevolvió la Taiho.
principio, sonrisa.
Su innato sentido de
la benevolencia siempre está en primer plano.
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EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE III
CAPÍTULO 10

En el momento en que Rokuta le dio a Kouya su nombre, él vivía en


las montañas Kongou.
Las montañas Kongou encierran el Mar Amarillo en el centro del
mundo, las empalizadas formadas por sus picos sobresalen a tra-
vés del Mar de las Nubes. Los  youma anidan en cuevas estrechas
desperdigadas en los acantilados de las montañas Kongou. Unidas
entre sí por una vasta red de túneles, las cuevas quizá seguían todo
el camino hasta el Mar Amarillo.
Kouya se sentó en el nido maloliente y contempló al youma.
—Soy Kouya.
Kouya. A partir
par tir de ahora, así me vas a llamar. Si no lo haces,
voy a olvidar quién soy.
Entendido, el youma gorjeó a cambio.
—Entonces, ¿Grande quiere un nombre también?
El youma solo inclinó la cabeza hacia adelante.
—Entonces será Rokuta. De esa manera, no olvidaré al Rokuta
humano tampoco.
Rokuta fue la primera persona que había conocido que no era
su enemigo, que no huyó o intentó cazarlo a él o a su  youma, que se
sentó junto a él y habló con él y le dio un nombre.
Kouya rodeó
rodeó con sus brazos el cuello del youma.
—Debes
Ahora él hablar también, como el
era lo sucientementeegrande
l Rokutapara
humano.
entender lo que sig -
nicaba la palabra soledad. Había muchas ciudades en las tierras
nicaba la palabra  soledad. Había muchas ciudades en las tierras

Parte III  75 

Capítulo 10 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

cerca del mar, y muchas personas en esas ciudades. Personas del


mismo tamaño que Kouya, personas mayores que él, tomados de la
mano, llevando a sus hijos en sus brazos…
Estas escenas le gustaba verlas a Kouya, sin embargo, al mismo
tiempo era doloroso verlas. Observar a los padres y a sus hijos, a los

niños corriendo por todos lados, era tan desgarrador que no podía
soportarlo.
 Y,, sin embargo, apenas se iba, deseaba con todo su corazón vol-
 Y vol-
ver a verlos.
El youma que cuidaba de Kouya nunca se relacionaba con los l os de
su propia especia. Los youma que encontraron en sus viajes invaria-
blemente buscaban pelea. Probablemente fuera su naturaleza. Así
que la vida diaria de Kouya consistía solo con ellos dos.
Si él iba en busca de compañía humana en las ciudades, el  you-
ma atacaría a los humanos. La situación no tardaría en salirse de
control, y en poco tiempo estarían atacando también a Kouya con
espadas y lanzas.
Él le rogaba al  youma que no lo hiciera, pero cuando un  youma 
tiene hambre, el apetito es el que manda. Y aun cuando él no ataca-
ra, la gente que veía a Kouya y al youma empezaban a gritar y a huir
para salvar sus vidas, o daban la vuelta y atacaban con todas las
armas que tenían a mano.
Kouya miraba al youma a los ojos y repetía:
—Rokuta —una y otra vez—. Si dejas de atacar a la gente, enton-
enton-
ces podríamos ir a Kankyuu juntos.
Pequeñito, gorjeaba el youma.
—No. Soy Kouya. Kouya.
Pequeñito, dijo el youma de nuevo, con una voz que indicaba que
quería salir y quería que Kouya lo acompañara.
—Si no me llamas por mi nombre, terminaré olvidándolo de nue-
nue-
vo, de la misma manera que he olvidado mi nombre real.
Su madre, sin duda se habría dirigido a él por su nombre mien-
mien-
tras caminaban de la mano. Pero no podía recordarlo.
—Llámame Kouya.
Los niños jugando en las calles, sus padres llamándolos, levan-
tándolos en sus brazos, golpeándolos para disciplinarlos -Kouya los
envidiaba
madre quealotodos-. Las únicas
abandonó en las manos que la
montañas, recordaba eran las
callosa mano del de su
hom-
bre que lo llevó a los acantilados para ver el océano.
76   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

¿Por qué no había una mano cálida así en su vida? ¿Por qué la
gente era tan amable con otros niños y, sin embargo, a él lo abando-
naron y le hicieron cosas tan terribles?
Había un reino llamado Hourai cruzando el mar. Si pudiera llegar
a él, nadie lo ahuyentaría de nuevo. Una mano cálida seguramente

encontraría
debía haber la
unasuya. Si miraba
ciudad el tiempo
que lo recibiría consuciente,
los brazosen algún lugar
abiertos.
—Rokuta.
Rokuta había escuchado lo que tenía que decir, le dio comida,
palmaditas en la espalda. Le pidió a Kouya que fuera con él. No ha-
bría ningún nal a las cosas que podían hablar. Rokuta siempre lo
llamaba por su nombre. Podrían jugar juntos todo el día al igual que
los niños en las ciudades.
—Sí, yo debería haber ido con Rokuta.
Excepto que el youma fue el primer ser vivo que no había tratado
de matarlo. Kouya echó los brazos alrededor del cuello del  youma y
enterró el rostro en las plumas rojas.
—Me gustaría que ambos hubiésemos podido ir —Kouya volvió a
recordarle al youma—: no puedes ir por ahí atacando a la gente.
Cuando tenía hambre, el youma mataría y comería al primer ani-
mal que viera. Así Kouya aprendió a cazar para él. Cuando estaba
lleno, el youma escuchaba lo que Kouya le dijera.
Pero incluso cuando el  youma dejó de atacar a las personas, la
gente todavía los despreciaba. Al llegar cerca de cualquier ciudad,
empezarían a llover las echas. Y aunque no tenía ninguna razón
para seguir visitando la orilla opuesta, Kouya no podía decidirse a
dejar de ir allí.
Ese anhelo de compañía humana aumentaba a medida que cre-
cía. Pero no había ningún lugar donde Kouya pudiera mezclarse con
la gente común. El youma seguía sin llamar a Kouya por su nombre.
Lo único que podía hacer era hablar en voz alta para sí mismo.
A veces, Kouya no podía evitar preguntarse si solo había soñado
conocer a Rokuta. Rokuta no había tenido miedo de él o del  youma.
Había hablado con él como un verdadero amigo. Pensando en ello
ahora, el encuentro parecía tan increíble. Por lo que se aseguró a
llamarse a sí mismo Kouya y al youma, Rokuta.

meroNoenimporta
comer. cuán hambriento
No importan estaba yKouya,
sus dolores el  youm
molestias, youmaa erase
siempre elase-
pri-
guraba de ir a cazar para él.
él . Siguiendo la advertencia
adver tencia de Rokuta de no
Parte III  77 

Capítulo 10 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

comer personas, de alguna manera mantuvo la conexión entre ellos.


Kouya podría soñar que en algún lugar había un sitio que pudiera
llamar suyo, donde simplemente menos personas les gritaran y un
menos número de echas les fueran disparadas. Consideró sepa- sepa-
rarse del  youma y buscar a Kankyuu por su cuenta, pero el  youma 

lo llamaba
dentro “Pequeñito” con tanto afecto que el impulso se marchitó
de él.
Kouya era el hijo de un  youma, después de todo. No podía rela-
cionarse muy bien con los seres humanos.
Estaba dispuesto a abandonar la idea cuando conoció a Atsuyu,
en las mismas orillas del Mar Negro en la provincia de Gen, donde
previamentee se había reunido con Rok
previament Rokuta.
uta.
Kouya montó al  youm
 youma a y sobrevolaba la tierra como era su cos-
tumbre. Allí mató a unas pequeñas presas con unas rocas. Un conejo
o dos que no llenarían el estómago del  youm
 youma a. Kouya dejó al  youma 
 youma
terminar esa comida mientras cazaba presas más grandes. Una heri-
da reciente de una echa todavía le dolía, estaba
es taba tan mal que no podía
dormir.. Pero tenía que asegurarse de que el youm
dormir  youmaa fuera alimentado.
Las echas recorrían el cielo.
Kouya gritó y corrió a esconderse en el bosque. Le habían dispa-
rado demasiadas veces para recordar
recordar,, y tenía demasiadas cicatrices
de las puntas de las echas para contar. No valía la pena quejarse
por una herida, olvidando todo lo que había aprendido.
Se escabulló entre los árboles y se enterró en la maleza.
—Muchacho, ven —la voz sonó alta y clara. Como Kouya contuvo
el aliento, el hombre continuó—: ¿No eras tú el que viajaba con un
 youma por el cielo?
A Kouya se le dicultaba comprender el lenguaje humano. Pero
por extraño que pareciera, entendió todo lo que dijo el hombre. Ha-
blaba sin miedo, ni ira. Eso despertó
desper tó la curiosidad de Kouya. Sacó la
cabeza de la densa espesura.
Varios soldados estaban en la cresta de la pendiente que se ele-
vaba desde el bosque. La mayoría estaba de rodillas, con sus arcos
preparados. En el centro de la línea, un paso por delante de los de-
más, había un hombre con los brazos cruzados.
—¿Vas a salir? —El hombre escaneó su entorno y les dijo a los
soldados—:
—Pero…Bajen sus arcos.
—protestaron.
El hombre hizo un gesto con la mano y bajaron sus arcos.

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EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Kouya los observó bajar sus armas y se atrevió a deslizarse unos


cuantos pies hacia adelante. Los ojos del hombre sonriente encon-
traron los suyos. A excepción de una mancha blanca sobre su ceja
derecha, tenía una cabellera roja como la del  youma. La cautela de
Kouya disminuyó. El hombre se arrodilló.

—Ven
—V en —el
Kouya hombre
emergió le aseguró—.
lentamente de Estarás bien. Él quería ver cómo
la espesura.
era estar rodeado de gente que tenía la intención de convertirlo en
la presa.
El hombre se inclinó y extendió su mano.
—Nadie va a hacerte daño.
Estaba siendo atraído hacia él, Kouya estaba a punto de alejarse
de la cubierta del bosque cuando un aullido lo detuvo en seco:
DETENTE .
Con un crujido de plumas, el  youma se desplomó como una pie-
dra y descendió frente a él. Rugiendo amenazadoramente a los sol-
dados en la colina, se puso en cuclillas y le imploró a Kouya que se
subiera a su espalda.
Los soldados que habían bajado sus arcos a toda prisa los aga-
rraron de nuevo y apuntaron al youma.
El hombre puso una rodilla en el suelo.
—¡Deténganse! ¡Que nadie dispare! —El hombre miró al  youma 
y de nuevo a Kouya sin la más mínima señal de miedo. Sino con
una expresión de intensa curiosidad—. Fascinante. El youma te está
defendiendo. —Miró de nuevo hacia Kouya—. Ven conmigo. Tú y el
 youma estarán a salvo. ¡Ah! Pero por supuesto.
Se volvió a sus perplejos sirvientes, todavía algunos levantaban
sus arcos, otros no.
—Traigan el ciervo. —Entonces se volvió a Kouya—. Debes estar
cazando también. Pero no se puede matar a un ciervo con una roca.
Kouya se le quedó mirando y luego al cadáver del ciervo. El hom-
bre sin duda tenía la intención de dárselo
dárse lo a ellos. No entendía
e ntendía por qué.
El hombre sonrió ante la consternación de Kouya.
—¿Has comida carne de venado también? ¿O es solo para tu
compañero?
De una bolsa en la cintura sacó un artículo envuelto en hojas
verdes.
y cebadaDesprendió las hojas
al vapor. Kouya para revelar
recordaba una bola
los pasteles de de masa
arroz quede arroz
Rokuta
le había dado.

Parte III  79 

Capítulo 10 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿Y bien? —El hombre inclinó la cabeza hacia un lado—. ¿No te


gusta? ¿O preeres la carne?
Kouya salió del matorral y dejó el bosque detrás. El  youma  le
pidió que se detuviera. Kouya no escuchó. Se enfrentó al hombre y
señaló al venado, entonces, miraba al youma y al ciervo.

El hombre
—Es para ti.asintió. Él le esbozó
Ven y come. Eso sí,una
no sonrisa al youma
vengas en pos de. cualquiera
de nosotros.
El youma respondió con un gorjeo de sospecha, pero dio un paso
adelante, agarró la pata del ciervo
cier vo con su boca y tiró de ella acercán-
dolo. Kouya observó al youma comer y con cautela se volvió hacia el
hombre, lanzando una mirada vacilante a su séquito. No parecía que
le iban a hacer nada malo.
Aliviado, se sentó. El hombre se acercó a él. Kouya se encogió un
poco. Él puso su mano sobre la cabeza de Kouya, una gran mano cálida.
—Qué niño más extraño. Domesticaste a un youma.
La dulzura de su voz calmó los sentidos de Kouya. Lo apartó. El
contacto de su mano desapareció, sustituida por una intensa sensa-
ción de anhelo.
—¿No te gusta que te toquen?
No es eso. Kouya negó con la cabeza.
—Está bien. No voy a hacer nada que no te guste. ¿De quién eres
hijo? He oído historias de un duendecillo por estos lares que está en
compañía de un tenken. ¿Quién iba a creer que era un niño humano
real?
Kouya se limitó a mirar la cara sonriente del hombre.
—¿Tienes un nombre? ¿Dónde vives?
—Kouya.
Ser capaz de responder a la pregunta tocó la bra más sensible
de su corazón. Tenía un nombre y aquí era un lugar en el que el nom-
bre importaba. Había soñado con esta escena
e scena durante tanto tiempo.
—Kouya, ¿eh? ¿Son de por aquí, Kouya?
Ser llamado por su nombre era muy agradable. Saboreó la sensa-
sensa-
ción, volvió a mirar por encima del hombro y señaló a las montañas
distantes que se elevan en el cielo por encima de los árboles.
—¿Las montañas Kongou?
Kongou? No es el Mar Amarillo. Dicen que ni los
humanos, ni los youma pueden entrar y salir de allí a voluntad.
—Los acantilados.
El hombre sonrió.

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EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Ya veo. Viven en los acantilados. Entiendes lo que estoy dicien-


—Ya
do, entonces. Chico listo.
Acarició a Kouya en la cabeza de nuevo. Esta vez Kouya
Kouya no se apartó.
apar tó.
—¿Cuántos años tienes? ¿Doce más o menos?
—No lo sé.

—¿Qué hay de
Kouya negó tuslapadres?
con cabeza.
—Otra familia con demasiadas bocas que alimentar. Una gran
cantidad de niños fueron abandonados en el Mar Negro de esa ma-
nera. Has hecho un buen trabajo de sobrevivir por tanto tiempo.
—Debido a Rokuta —Kouya
—Kouya inclinó la cabeza ante el youma detrás
de él.
—Eso no es menos impresionante. Un niño criado por un youma.
Su nombre es RokRokuta,
uta, ¿eh?
—Sí.
El hombre se rio. Dirigió su atención hacia el brazo izquierdo de
Kouya.
—¿Qué es esto? Esa herida está infectada.
i nfectada.
Cuando Kouya asintió, lo tomó del brazo y lo examinó más de cerca.
—Tienes la punta de una echa incrustada en la piel. Es necesa-
necesa-
rio que seas tratado.
El hombre se puso de pie. Kouya sintió el aguijón de su inevitable
separación. Pero él se agachó.
—Ven
—V en conmigo. Realmente mereces una vida mejor que esta.
—¿Ir contigo?
—Mi nombre es Atsuyu. Yo vivo en Ganboku. ¿Sabes en dónde
está?
Kouya negó con la cabeza.
—Puedes vivir conmigo. Necesitas ropas y educación. Por no ha-
blar de atención médica.
—¿Rokuta
—¿Rok uta también? —Kouya preguntó con gran aprensión.
—Peroo por supuesto.
—Per
Parte III  81

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


82   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 11

Viajar a pie desde Kankyuu a Ganboku, la capital de la provincia de

Gen
la les tomaría
compañía un mes. youju
montando Con Kouya montando
, el viaje su youma
duró menos de la  y el resto
mitad de
de un
día mientras las aves volaban.
Rokuta
Rok uta cabalgó con Kouya en el youma. El youma no apestaba a
sangre. Kouya se mantuvo el a su palabra al respecto.
Volaron hasta que el sol estaba bajo en el cielo. En repuesta a
las preguntas de Rokuta, Kouya describió cómo llegó a estar bajo las
órdenes de Atsuyu.
—El ministro realmente
realmente hizo que me llevaran a Ganboku y me ense-
ño mucho. A Rokuta también. Grande se lleva todos los alimentos que
puede comer, por lo que está bien para no atacar a otros seres vivos.
—¿Así que él no ha matado a nadie últimamente?
—Yo no diría eso. Tres años después que me llevaran con ellos,
el ministro me hizo su guardaespaldas. Cualquier hombre o animal
que lo amenazara, tendría que lidiar con Grande. Es nuestro trabajo,
como puedes ver.
—Sí, ya veo —Rokuta se dijo a sí mismo. Miró hacia abajo una
gran ciudad que quedó a la vista, bañada por la luz castaña rojiza del
sol poniente. Al parecer, más grande incluso que Kankyuu—. ¿Es eso
Ganboku?
—Sí. Más bonita que Kankyuu, ¿no te parece?
Era cierto.
En comparación con Kankyuu, las calles de Ganboku estaban
limpias y bien mantenidas. Los campos y las colinas circundantes

Parte III  83

Capítulo 11 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

eran marcadamente más verdes.


—Gen es una prov
provincia
incia próspera —observó
—obser vó Rokuta.
Kouya se volvió y sonrió.
—Sí, debido al ministro. Él es una buena persona. Los habitan-
habitan-
tes de Ganboku lo tienen en gran estima. —Observó la expresión de

Rokuta
Rok uta yuta
Rokuta
Rok añadió—:
asintió.Dicen que es más conable que el emperador
emperador..
—No me sorprende. Shouryuu es un idiota.
—¿No te gusta el emperador? —dijo Kouya, claramente descon-
certado.
—No me desagrada. Pero el hecho es que él es un idiota.
—¿Por qué le sirves a ese idiota?
—Tienes que jugar con las cartas que te dieron. ¿Qué hay de ti?
¿Te gusta Atsuyu?
Kouya sonrió.
—Lo suciente para estar dispuesto a secuestrarte.
secuestrar te.
Pero Atsuyu es un rebelde. Rokuta se tragó su réplica.
Ser secuestrado era suciente evidencia de la naturaleza de Atsuyu.
 Y también estaba presente el almacenamiento
almacenamiento de armas. Era un
insurrecto. No había vuelta de hoja.
El kirin elegía al emperador. Eso era un hecho establecido. Pero
este hecho no signicaba que todo el mundo lo aceptara. No había
n a los hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, conspiraron
para derrocar al emperador y colocarse en el trono.
Rokuta miró hacia atrás. Las montañas de la provincia de Sei se
desvanecieron en la niebla y pronto desaparecieron de la vista.
 ¿Qué va a hacer Shouryuu? Rokuta tuvo que esperar que al me-
nos se ponga un poco nervioso.
Al igual que en Kankyuu, el palacio del señor provincial de Gen
se encuentra en la cima de la montaña en Ryou’un Gen, llamado
Monte Ganboku. Los corredores yacían en una repisa en el lado de
la montaña. A partir de ahí, Rokuta fue escoltado al palacio sobre el
Mar de las Nubes.
Entre los ministros reunidos en la sala, un hombre en particular
lo estaba esperando. Un hombre joven, que mantenía las aparien-
cias, con un cabello castaño oscuro que bien podría llamarse rojo.
Rokuta
Rokuta tenía
sosteniendo uno un
de hombre a suKouya
sus brazos. izquierda
y ely youma
a su derecha, cada
 siguieron uno
la mar-
cha. El youma todavía tenía al bebé entre su pico, del cual hacían eco

84  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

sus débiles gemidos intermitentes.


Atsuyu era el hijo del señor provincial de Gen. Fue el principal
ministro de Rikkan y tenía el rango de vizconde. Los saludó sentado
en la silla reservada para el señor provincial.
—Buen trabajo, Kouya.
Con estas
la tarima. cálidas palabras
Indicándole a Rokutade
queelogio,
tomaraAtsuyu se levantó
su lugar, y bajó en
se arrodilló de
la parte inferior de la escalera, y se inclinó colocando su cabeza en
el suelo.
—Humildemente le pido perdón al Taiho.
Rokuta era prisionero. Y, sin embargo, el hombre que diseñó su
captura se inclinaba ante él. Le tomó un momento a Rokuta centrar
sus pensamientos.
—Atsuyu, ¿eh?
Atsuyu levantó la cabeza.
—El señor provincial se ha retirado en la noche. Me disculpo que
un ministro humilde como yo deba hacerle una pobre bienvenida.
Conociendo los medios cobardes e injustos utilizados para asegurar
su presencia aquí, no hay palabras sucientes para borrar el insulto.
Espero que pueda encontrar en su corazón perdón, si puede.
—¿Qué estás planeando? ¿Cuál es el n del juego en todo esto?
—El asunto urgente que nos ocupa es el Rok Rokusui.
usui.
Rokuta
Rok uta frunció el ceño.
—¿El Rokusui?
—El gran río que atraviesa la provincia de Gen. Desde que el em-
perador Kyou
Kyou rompió los diques, los condados río abajo sufren daños
considerables después de cada lluvia fuerte. Afortunadamente, nin-
guna de las comunidades en las llanuras de la inundación ha sido
destruida. Pero no hay ninguna garantía de que la suerte
suer te continúe.
»Medidas de control de inundaciones a gran escala deben llevar-
se a cabo de inmediato. Y, sin embargo, el emperador no ha aproba-
do el proyecto.
proyecto. Y tampoco le ha concedido a los señores provinciales
la autoridad para iniciar el trabajo a nivel provincial.
Rokuta
Rok uta se mordió el labio. Todos
Todos esos pollos venían a casa a dor-
mir. Nadie debe sorprenderse. Pero en este momento, Shouryuu y
el resto de ellos corrían como un montón de pollos recientemente
descabezados.
—Las provincias deberían haberse vuelto autónomas por ahora.
Soy muy consciente de la desconanza y disgusto por los que

Parte III  85 

Capítulo 11 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

recibieron sus señoríos del emperador Kyou. Pero ¿qué se logrará


despojando a los señores provinciales de su autoridad de gobierno?
No es posible que los ojos del Gobierno Imperial lleguen a todos
los rincones del reino. La temporada de lluvias pronto estará sobre
nosotros, mientras que el Rok
Rokusui
usui se vuelve indomable.
Aún
—Node se rodillas, Atsuyu levantó
les ha prestado la avista
atención haciainformes
nuestros Rokuta.
Rok uta. imperiales,
sin embargo, muchas veces los hemos enviado. Estas medidas extre-
mas fueron nuestro último recurso. Entiendo su enojo, pero al menos
ahora puede prestar toda su atención a lo l o que tenemos que decir.
“Estás caminando por una línea na”, Rokuta le había dicho a
Shouryuu.
Las prerrogativas imperiales por sí solas no podrían gobernarlo
todo y a todos. Ese poder debía ser repartido y conado a los señores
provinciales. No importaba cuántos de ellos habían sido nombrados
por el emperador anterior, si dicha autoridad no era devuelta a ellos,
entonces el resultado sería que el emperador estaría tratando de go-
bernar las nueve provincias por él mismo.
Pero le entró por un oído y le salió por el otro.
Shouryuu hacía lo que quería hacer. Él era el emperador y nadie
lo podría forzar a actuar de otra manera. Sus asesores más cerca- cerca-
nos simplemente se convirtieron en herramientas a sus caprichos.
Shukou e Itan constituían su círculo más cercano, pero no importaba
lo que dijeran, no podían obligarlo a hacer nada que no le gustara.
Hasta hoy, ¿cuántos de los consejos y advertencias de Rokuta
habían sido ignorados? La máxima autoridad en la tierra, el empera-
dor encarna el poder del estado. Cuando él ponía su mente en algo,
detenerlo era poco menos que imposible, de la misma manera que
nadie pudo detener el régimen de terror del emperador Kyou.
Rokuta
Rok uta tomó un profundo y largo aliento.
—Si prometo
prometo entregar sus informes al emperador y abogar por la
cooperación, ¿vas a dejar que me vaya?
Atsuyu se postró aún más bajo en el suelo.
—Por desgracia, le pido perdón al Taiho
Taiho por no tener más remedio
que incomodarlo un poco más de tiempo.
—En otras palabras, me estás manteniendo como rehén hasta
que —Lo
el emperador
siento. comience a tomar en serio todo esto.
—Entiendo.

86   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

Atsuyu levantó la cabeza, con una expresión de sorpresa en el


rostro.
—Por supuesto. Estás expresando una queja legítima. La forma
en que lo estás haciendo está bastante más allá del límite, pero tal
vez no había otra manera de conseguir que ese imbécil escuchara.
Así que voy a tener que depender de tus buenas atenciones por el
momento.
Una mirada de agradecimiento sincero cruzó su rostro. Atsuyu se
inclinó profundamente una vez más.
—Estoyy realmente agradecido.
—Esto
—Claro —se dijo Rokuta
Rokuta a sí mismo. Luego se dirigió a Kouya, que
estaba de pie detrás de Atsuyu—. Así que, este es tu señor, ¿eh?
Kouya se limitó a sonreír.
Parte III  87 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


88   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 12

Rokuta fue llevado a lo más profundo del palacio, a una habitación

muy por debajo


la montaña de la una
Rou’un, cumbre. En se
puerta algún lugar,
abrió paraalrededor de lamujer
revelar una base de
pie en el otro lado de los barrotes de hierro.
—Taiho…
—Ribi.
—Ribi era la virreina imperial enviada a la provincia de Gen. El
virrey sirve como supervisor del señor de la provincia y al mismo tiem-
po responde directamente al emperador. Con la autoridad del señor
provincial y del primer ministro congeladas, el virrey llevaba las rien-
das reales del poder como gobernador general interino.
Con la excepción de la provincia de Sei, donde Rokuta también
sirvió como el señor provincial, los virreyes y su personal habían sido
enviados a las otras ocho provincias. Junto con Itan, Shukou, Seishou
y su personal, que constituyen el núcleo de apoyo de Shouryuu entre
sus sirvientes menos leales.
Los barrotes de hierro se levantaron. Kouya escoltó
escolt ó a Rokuta den-
tro de la habitación.
Rokuta
Rok uta suspiró.
—Así que has encerrado también a Ribi. Los perros de Shouryuu
fueron llevados a sus perreras.
—Al igual que el Taiho.
—Bien, solo tendremos que soportarlo. De cualquier manera, que
se mire, Shouryuu nalmente está recibiendo su merecido.
—¡No puede estar hablando en serio!

Parte III  89 

Capítulo 12  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Cuando no tomas nada en serio, no te sorprendas cuando las


cosas serias te muerdan.
Ribi le dijo a Kouya:
—Deberías tratar mejor al Taiho,
Taiho, con guantes de seda.
Kouya sonrió.
—Por supuesto.
por ahora, No voy aque
Rokuta, tendrás dañar ni un
seguir cabello
siendo de suprisionero.
nuestro cabeza. Pero
—Sí, me lo suponía.
—Ven acá.
Kouya le indicó que se ubicara a su lado. Rokuta lo hizo. Kouya
tomó un carrete de hilo rojo y una piedra blanca de su bolsillo. Apretó
la piedra blanca sobre la
l a frente de Rokuta.
Rokuta
Rokuta se encogió.
—Detente.
—Quédate quieto. Recuerda al bebé.
Rokuta
Rokuta le echó un vistazo al youma en cuclillas a la entrada de la
mazmorra. El youma abrió su boca de manera burlona, revelando un
pequeño brazo.
—No me estoy resistiendo. Simplemente
Simplemente me importa lo que estás
haciendo.
—Esto se debe al cuerno en tu frente. Se debe ser atado y se- se-
llado. De otra manera, tus  shirei  pueden
 pueden aprovechar la más mínima
brecha en nuestras defensas.
Rokuta no era, por naturaleza, un ser humano. Para ejercer su
voluntad, él podría volver a su forma original, la de un kirin, un uni-
cornio chino. Como kirin, lucía un solo cuerno en medio de la frente,
el cual se dice que es la fuente de sus poderes. En forma humana,
tiene un punto en su frente que al tocarlo le da una sensación bas-
tante desagradable.
Sellando el cuerno, se atan los poderes del kirin, sobre todo
cuando trate de convocar y dar órdenes a sus shirei .
—Esto es realmente desagradable. No solo desagradable, ya sa-
bes. Más bien repulsivo.
—Los youma tienen una hipersensibilidad similar.
similar.
Rokuta a regañadientes levantó la cabeza. Ese punto era como un
nervio sensible expuesto, tan sensible como para ser doloroso al tacto.
Cuando la piedra fríapara
todo su autocontrol y el reprimir
hilo presionaron
el reejocontra
innatoél,
detuvo queo recurrir
luchar huir. a
—Eso duele. Me hace sentir mal del estómago.

90  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Solo tienes que aguantarlo poco.


El hilo se envolvió alrededor de la piedra para mantenerlo en su
lugar.. Habiéndolo asegurado alrededor de la cabeza de Rokuta, sopló
lugar
un encantamiento en el nudo. El dolor se calmó de repente, reempla-
zado por una sensación de vacío en el interior del cuerpo de Rok
Rokuta.
uta.
—¿Aún duele?
—No. Pero se siente raro.
—No serás capaz de convocar a tus shirei  o  o convertirte en un ki-
rin, lo que signica que no puedes volar.
volar. Trata
Trata de no quedar atrapado
en cualquier sitio alto.
Kouya sonrió y se volvió hacia el  youma. Con un ligero golpe, el
pico se abrió. El bebé estaba acostado en la lengua roja. Kouya entre-
lazó el hilo rojo alrededor del cuello del niño y lo ató con un nudo ojo.
Con otro encantamiento, el hilo sobrante se desvaneció.
—Se llama Línea Roja. Corta el tuyo y este decapitará al bebé.
—¿Tienes que ir tan lejos? Te lo dije, no voy a huir.
—Y yo te dije: por el momento, eres nuestro prisionero y debes
ser tratado como tal —Asintió hacia Ribi—. También
También está ligado a ella.
Rokuta
Rok uta miró a Ribi. Una piedra blanca similar
s imilar se jaba a su cabe
cabe--
za con un hilo rojo. Los burócratas del gobierno de su rango estaban
e staban
inscritos en el Registro Inmortal, por lo que no env envejecían.
ejecían. Al conver-
tirse en inmortales, se abría el tercer ojo de una persona, invisible
para el mundo exterior,
exterior, pero aún constituye una especie de órgano.
Cuando era bloqueado, también lo hacían los poderes mágicos
asociados a él, al igual que el cuerno de Rokuta.
—Incluso si ella corta su propio hilo, el que está alrededor del
cuello del bebé va a decapitarlo. Corta el hilo del bebé y lo mismo va
a pasarle a ella. Lo mismo sucede con el hilo de Rokuta. Por supues-
to, a diferencia de una inmortal ordinaria, probablemente
probablemente no cortaría
la cabeza de un kirin. Pero estoy seguro de que resultará muy doloro-
so, al menos cortar el cuerno.
—Lo entiendo.
—Hay hilos atados fuera de la celda, que se romperán si intentan
salir.
—En cuyo caso, cosas malas les pasarían a Ribi y al bebé.
—Correcto.
—Y cuando
—Por todo esto haya terminado, ¿vas a devolver al bebé?
supuesto.
—Estás muy informado acerca de los kirin.

Parte III  91

Capítulo 12  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Las personas promedio no sabían sobre el cuerno del kirin.


—Gracias a Rokuta, a Grande quiero decir. Pero cuando mantie-
nes una permanente compañía con un  youma, todo tipo de cosas
interesantes se te contagian.
—Huh.
Kouya tomóaal
—Lo dejaré tubebé y se Vela
cuidado. Vloela
pasó
por asus
Ribi.
necesidades. Me aseguraré
de que te proporcionen todo lo que necesites.
—Eres un monstruo —escupió Ribi.
Kouya se limitó a sonreír.
—Si hay algo más que necesites, por favor, házmelo saber.
Ribi no respondió, solo le devolvió la mirada, con los ojos llenos de
veneno. Kouya simplemente
simplemente se encogió
e ncogió de hombros y miró a Rokuta.
—Ribi y yo nos portaremos bien. ¿Puedo contar con tu compañía
de vez en cuando?
—Naturalmente. Bajaré a ver cómo están las cosas regularmente.
Rokuta
Rok uta asintió.
—Preferiría
—Pref eriría que nos hubiéramos encontrado en otras circunstancias.
—Yo igual, Rokuta.
92   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 13

Ribi dijo:
—Taiho,
Rokuta
Rok ¿está bien?
uta esbozó una sonrisa.
—Estoy bien, estoy bien. En cuanto a las prisiones, este lugar no
es tan mal. Mejor amueblada de lo que hubiera imaginado.
Echando un vistazo alrededor de la habitación, se preguntó para
qué había sido destinada originalmente. Aunque no era muy amplia,
la habitación apenas se parecía a la celda de una cárcel tradicional.
Parecía haber sido tallada en la roca. En la parte de atrás había un
rincón para dormir con una cama. Un diván ocupaba una sección de
la sala dividida por unas pantallas.

Habíade
conjunto unutensilios
pozo y un de
depósito
cocina.deAlagua
mirarenhacia
l a esquina,
la arriba, junto conera
el techo un
alto, casi podría inducir una sensación de vértigo, una claraboya fue
cortada en la roca, la cual permitía ingresar la luz del sol una vez que
amaneciera.
Rokuta
Rok uta dijo con una sonrisa:
—Así que, Ribi, ¿puedes cuidar del bebé?
Ribi enrojeció un poco.
—Tengo
—T engo que admitirlo. No es exactamente mi fuerte.
fuer te.
—¿No tienes hijos?

—Hace
minos muchocuando
separados tiempo fui
tuve un marido
nombrada y un hijo.
ministro. EsoFuimos por ca-
fue durante el
reinado del emperador anterior, así que ha sido bastante tiempo.

Parte III  93

Capítulo 13 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿Por qué no los incluiste en el Registr


Registroo Inmortal?
—Mi esposo se opuso a ello.
—Ya veo.
Los funcionarios imperiales y provinciales
p rovinciales que se convertía
convertíann en in-
mortales tenían separaciones inevitables. La familia inmediata podría
ser registrada,
excluidos. pero la
Y aunque familiaesperar
podrían políticaun
y familiares más
tratamiento lejanos eran
preferencial en
el futuro, el simple paso del tiempo signicaba que un inmortal podía
esperar a perder muchos amigos y parientes a lo largo del camino.
—¿Qué hay de tu séquito?
sé quito?
Los virreyes imperiales normalmente viajaban con varios asisten-
tes personales y servidores.
—Asumo que están siendo detenidos. No he oído de nadie que
haya sido ejecutado, así que tengo la esperanza de que están bajo
arresto domiciliario en algún lugar seguro. El resto de los emisarios
imperiales
—Bueno, están
eso probablemente en la misma situación.
es bueno saberlo.
Seis funcionarios imperiales fueron enviados como virreyes a
“asesorar” a cada señor provincial y al primer ministro. Su trabajo
consistía en regresar al señor provinc
provincial
ial de vuelta al camino correcto,
darle instrucciones de cómo funcionaba el nuevo régimen, y corregir
cualquier error cometido en el camino. Pero en su mayoría era un
grupo de ancianos cobardes, algo bueno -o para el caso, poco daño-
vino de estos esfuerzos.
Así era como En estaba
e staba fuera de control.
—¿Cómo lo estásdellevando,
Una expresión Ribi? ¿Nada
preocupación se viodesfavorable
e n su rostro.te ha ocurrido?
en
—Supongo que debería decir que he sido bendecida en ese sen- sen-
tido. Atsuyu aún no se ha alejado tanto del Camino.
—¿Qué pasa con Atsuyu? ¿Qué pasó con el señor provincial?
—He oído que el señor provincial se encuentra en mal estado de
salud. Se recluyó en lo más profundo del palacio y permanece com- com -
pletamente fuera de la vista, dejándole todo el control a Atsuyu.
Ribi meció al bebé en sus brazos. Desde que fue retirado del pico
del youma, había estado durmiendo profundamente.
profundamente.
—Según los su
nal ministerial, rumores
mente que han del
no está estado
todocirculando entre elejecutar
bien y no puede perso-
perso-
sus deberes. Antes, vivía en constante temor del emperador Kyou.

94  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Incluso ahora, a pesar de lo que digan los demás, se niega a poner


un pie fuera de la Residencia Imperial. Y, sin embargo, algunas veces
parece que tuvo momentos de cordura, durante los cuales convocó
a sus ministros y dio instrucciones. Pero su condición ha empeorado
desde entonces.

por »Está convencido


el emperador deAsí
Kyou. queque
susa sirvientes
Atsuyu no son asesinos
le quedó más enviados
remedio
que intervenir para evitar que el gobierno se cayera a pedazos.
—¡Ah!
—Está bien. Nunca esperé que Atsuyu recurriera a medidas tan
extremas y extravagantes.
extravagantes. Él no se ha deshecho de sus sentidos mo-
rales, por lo que debe hacerlo en nombre de sus súbditos.
—Ganboku es ciertamente próspero. Me sorprendió lo espléndi-
da que es la ciudad.
—Atsuyu es un administrador capaz. Él lo ha hecho extraordina-
riamente bien dentro
tener ninguna de las
autoridad limitaciones
de gobierno real.impuestas sobre él, aun sin
—No hay forma que Shouryuu se interese. Ya se ha ido de pinta
demasiadas veces.
—No se reere a… —dijo Ribi con una expresión de preocupa-
preocupa-
ción—. Él ve el mundo a través de los ojos de un emperador, no es
uno de nosotros. Es incapaz de comprender lo que el emperador es-
taba pensando, Atsuyu se impacientó y actuó precipitadamente. Sus
sirvientes y asesores lo adoran y lo respetan, pero me temo que toda
esa adoración se le haya subido a la cabeza.
—Eso creo.
—Aparte de eso —dijo Ribi, mirando al niño—, ¿cómo se siente
realmente, Taiho? Se ve pálido.
—Sí. —Rokuta
—Rokuta asintió y se sentó en el diván.
—Si está cansado, debe recostarse y descansar un poco.
—Buen consejo —se estiró en el diván, no valía la pena levantarse
y atravesar la habitación para ir a la cama.
—¿Taiho?
—La sangre me está afectando. Lo siento, pero creo que no voy a
quejarme por el momento.
—¿Sangre?
—Cuando Ekishin murió.
Ribi se quedó sin aliento.

Parte III  95 

Capítulo 13 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Ekishin. ¿No era uno de los ociales de Seishou?


—Sí. Que hizo las cosas mal por la razón correcta.
Momentáneamente, sin saber qué hacer con el bebé, Ribi lo co-
locó sobre la mesa y se acercó al diván.
—Disculpe —dijo y colocó la palma de su mano contra la frente
de Rokuta. La piedra
—La sangre blanca
me está estabaenfermar.
haciendo caliente. al tacto—. Tiene ebre.
enfermar
—¿Siente dolor?
—Puedo soportarlo.
—Perdóneme
—Perd óneme la pregunta, pero ¿el Shashi es conocido suyo?
Shashi , Rokuta repitió el nombre para sí mismo, y entonces re-
cordó que el Shashi era el ministro encargado de la seguridad perso-
perso-
nal del señor pro
provincial.
vincial.
El Shajin era responsable de la seguridad del emperador. Por
debajo del rango de emperador, la posición se conoce como la de
Shashi, aunquedel
ponsabilidades eradía
el aDaiboku
día. quien realmente manejaba las res-res-
—Así que Kouya es el Shashi. Realmente se ha hecho camino en
este mundo.
—Él posee la capacidad más inusual de domesticar a los youma.
—Él no domesticó al youma, ese youma lo crio.
—¿Eh?
—Lo siento, pero te lo explicar
explicaréé más tarde. Estoy realmente cansado.
—Entiendo.
Ribi asintió. Rokuta cerró los ojos. El olor intoxicante de la sangre
pesaba sobre él como una manta húmeda y maloliente.
96   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 14

Shouryuu se quedó mirando hacia la oscuridad.


—Él
Era no ha regresado
media a casa.todavía no se había presentado. Re-
noche y Rokuta
gularmente se escabullía fuera del palacio, pero siempre volvía a la
medianoche. Y aun cuando tuviera razones para abandonar el pala-
cio en la noche, él nunca se había ido hasta el amanecer sin decirle
una palabra a nadie. Los ministros estaban en un estado de gran
ansiedad.
—Algo debe haber ocurrido —dijo Shukou, la preocupación se per-
per-
cibía en su voz.
—Mira allá.
Una ráfaga de pasos señaló la llegada de Seishou, con el rostro
sombrío.
—Que espectáculo tan inusual —bromeó Shouryuu.
Seishou llevaba una expresión imperturbable. Seishou gruñó en
voz baja:
—Este no es momento para frivolidades. Encontramos el cuerpo
de Ekishin.
Shouryuu miró de Seishou a Shukou y de este a Itan.
—El Taiho
Taiho no estaba allí.
all í. Nadie sabe dónde está.
está .
—Maldición, después de que él logró sobrevivir el reinado del em-
perador Kyou.
Shukou lo fulminó con la mirada.
—Su Majestad, este no es el momento, ni el lugar para este tipo
de comentarios.

Parte III  97 

Capítulo 14 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Bueno, al menos Rokuta podría hacer un mejor trabajo esco-


giendo amigos. No podemos permitirnos que sus guardaespaldas
sean asesinados cada vez que lo acompañan a cualquier lugar.
lugar.
—¡Su Majestad!
—A los tontos es mejor dejarlos solos.
Itan apenasmencionó
—¿Alguien controlaba su rabiaKouya?
el nombre y le dijo a Seishou:
—Eso fue lo que escuché también. Los guardias de la Puerta del
Faisán lo conrmaron. Este Kouya y el Taiho abandonaron el palacio
 juntos, con Ekishin en el palanquín.
palanquín.
—Después fue asesinado. ¿Dónde?
—A las afueras de Kankyuu. Para empeorar las cosas, el cadáver
fue devorado en parte, probablemente por un  youma  o  youju. Hay
informes de que se avistó a un tenken antes del anochecer.
—¿Pero ni rastro del Taiho?
—No, en ningún lugar.
—Tienen que habérselo llevado con ellos. Un  youma rondando
me da un motivo adicional de preocupación. No hemos visto uno tan
cerca de Kankyuu recientement
recientemente.e.
—Estoy de acuerdo. No sé si esto está relacionado, pero un bebé
ha desaparecido también.
—¿Un bebé?
—Una niña pequeña que nació apenas esta primavera. Su madre
apartó la vista de ella por un momento y ella desapareció.
—Una extraña historia. Es difícil decir si está relacionado con la
desaparición del Taiho.
—Lo más importante —dijo Shukou bajando el tono—, es el bien-bien-
estar del Taiho.
—Quién se atrevería a encartarse con ese mocoso —se quejó
Shouryuu.
Los tres se giraron hacia el emperador, que estaba sentado junto
a la ventana. Itan le lanzó una mirada penetrante.
—Maldita sea, ¿cómo puede sentarse allí tan tranquilo? ¡No sa-
bemos dónde está!
—¿Cómo mi preocupación puede conseguir algo?
—¡Es un bueno para nada, desgraciado!
—Seishou, ¿no recomendaste una búsqueda?
Seishou asintió.
—Entonces, ¿qué otra cosa podemos hacer? Mientras tanto,

98   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

alguien lo encontrará. O volverá por su propia cuenta.


—Shouryuu, qué demonios…
—Si no es así, estamos obligados a empezar a recibir demandas
especícas.
—¿Eh? —parpadeó Itan.

manos—Fueno secuestrado
va a cambiaronada.asesinado.
ExceptoSiquelo mataron,
asesinarloretorcernos las
no sería fácil.
Él tiene sus shirei  a a su servicio. Si él fue secuestrado, alguien lo hizo
con un n en especíco en mente. Si Rokuta se resistió en lo más
mínimo, sus shirei  lo  lo defenderían. Una vez más, no es el tipo de cosa
fácil de hacer. Solo un cadáver fue dejado atrás, por lo que Rokuta no
debe haber luchado. Nuestra mejor apuesta es que este tipo Kouya
lo secuestró.
—¿Él no se resistió porque Kouya
Kouya era un amigo?
—Probablemente, y estaba usando a esa bebé desaparecida
como rehén. De cualquier manera, si Rokuta fue “voluntariamente”,
no habría una gran cantidad de pistas por ahí. Y si fue secuestrado,
tiene que haber una buena razón. A pesar de las apariencias, él no
es un chico tan lindo como para que alguien quiera llevarlo de paseo.
—Mire, Shouryuu…
—Agarraron a la reina del tablero de ajedrez. Es solo cuestión de
tiempo antes de que muestren su premio. Mientras tanto, no vamos
a hacer ningún movimient
movimientoo brusco.
—¿Realmente no hay otras medidas que podamos tomar hasta
entonces?
—¿Qué otras medidas propondrías, Shukou? Shukou?
—Sí, sí, ya veo su punto.
—Peroo podemos enviar un mensaje a Ribi, en la provincia de Gen.
—Per
—¿Provincia
—¿Pro vincia de Gen?
Shouryuu lo dijo con una sonrisa de complicidad.
—Algo podrido que está pasando. Y cuando algo está emitiendo
un hedor, es una buena idea mirar más cerca para ver de dónde
proviene
prov iene el olor
olor.. Bueno, tenemos que hacer algo o Rok Rokuta
uta me halará
de las orejas cuando regrese, por haberlo dejado de lado. ¡Ah! Y com-
prueben el Registro de Inmortales para alguien llamado Kouya.
—Entendido.
Shouryuu miró por
—Qué montón la ventana, causa
de problemas con una leve
ese sonrisa
chico. en losylabios.
Él sigue sigue
hablando de lo reacio que está a una guerra civil, y luego él es el que

Parte III  99 

Capítulo 14 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

va y golpea la chispa.
—Así que, su Alteza sospecha que está implicada la provincia de
Gen.
—Denitivamentee están reuniendo tropas. Y las armas están des-
—Denitivament des-
apareciendo de la sala de armas.
Seishou
tuación asintió con las
indirectamente, la cabeza.
reservasLoenmejor que pudo
el arsenal auditar
de hecho la si-
estabansi-
disminuyendo.
—Casi todo el mundo por aquí es culpable de algo. Si empeza-empeza-
mos a tantear el terreno, ellos sabrán que sabemos algo. El que está
detrás del secuestro de Rokuta, ya sea la provincia de Gen o en otro
lugar,, cuando nos movam
lugar movamos,os, ellos también lo harán.
—Sí.
—¿Dónde estará ese conejo que asomará la cabeza fuera del agu-
 jero? Por ahora, hay
hay demasiado conejos y muchos malditos agujeros.
Shouryuu junto a la ventana, observaba el Mar de las Nubes hun- hun-
diéndose en el caos y la oscuridad.
100  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE IV 
CAPÍTULO 15

Atsuyu reexionó en voz alta:


—He escuchado que el Taiho
Taiho no se está sintiendo bien. ¿Qué tan
gravee es su condición?
grav
Para responder a esa pregunta por sí mismo, visitó el calabozo al
día siguiente acompañado de Kouya.
Mientras dormía, Ribi debió haber movido a Rokuta a la cama.
Allí fue donde se encontró tendido cuando se despertó. Atsuyu se
arrodilló respetuosamente a la cabecera de la cama.
—No hay nada de qué preocuparse —le aseguró Rokuta—. Es solo
que la sangre me afecta.
—No sé mucho acerca de los kirin. ¿Este tipo de condición requie-
re atención médica?
—Estaré bien.
Rokuta
Rok uta trató de incorporarse, pero la ebre no había cedido. Ribi
corrió y lo detuvo.
—Por favor, descanse. Este es el único cuerpo que tiene.
—Es precisamente el tipo de cosas que va a matarme. ¡Ah! ¿Y
Atsuyu?
—Sí —Atsuyu seguí de rodillas e inclinó la cabeza.
—¿Los diques de Rokusui son tu única preocupación? Si es así,
voy a—T
molestar
—Taiho al Atsuyu—,
aiho —dijo Suijin hasta quecuántos
¿sabe se mueva
ríose hay
inicie
enlaEn?
construcción.
¿Y cuántos
de ellos están equipados con diques que pueden sobrevivir la

Parte IV  101

Capítulo 15  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

temporada de lluvias?
—Lo siento. No tengo ni idea.
—Ni yo. Solo que el Rokusui es uno de los ríos más famosos. Te-
Te -
niendo en cuenta el estado del deterioro en el que se encuentra, se
puede empezar a comprender como está el resto. ¿No le parece?
—Probablemente
—Probablemen
de Atsuyu—. te tienes un
Sin embargo, razón —Rokuta
—Rok
reino nouta
es miró a los pequeño.
un lugar intrépidos Solo
ojos
cuando se trata de control de inundaciones, que la demanda supera
con mucho la oferta de trabajo, el personal ministerial es minúsculo.
No podemos seguir arrastrando a las personas -preocupadas por la
próxima cosecha- de sus granjas para ejecutar todos los l os proyectos
proyectos de
obras públicas. Seguramente entiendes que un reino no puede dar
un vuelco de la noche a la mañana.
—Lo entiendo —Atsuyu respiró y exhaló—. Pero ¿por qué deben los
decretos divinos estipular a un señor provincial y a un virrey imperial
para que sirvan al mismo tiempo? Quitándoles a los señores provin- provin-
ciales su autoridad, ha hecho imposible que las acciones provincia-
les se realicen sin la aprobación del virrey. Entiendo cuáles son las
condiciones del reino y por qué hay que hacer tales cosas. Pero ¿no
debería signicar que los virreyes también deben asumir los deberes
del señor pro
provincial?
vincial?
—Bueno, eso es…
—El Rokusui es una amenaza constante. Los diques deben ser
construidos. En lugar de dejarlo en las manos del señor provincial,
si realmente fuera más rápido para el virrey pedírselo al emperador,
recibir el permiso, y supervisar los trabajos, nunca habría tomado
medidas tan drásticas.
Rokuta
Rokuta se quedó momentáneamente sin palabras.
—Por lo que sé, lejos de estar consumido de noche y día con los
asuntos de Estado, el emperador está a menudo ausente del consejo
privado, poniendo a los ministros a buscarlo por todas partes. Enton-
ces, ¿por qué privar a los señores provinciales de la autoridad para
actuar en nombre de sus deberes?
—Shouryuu es…
—La autonomía debe ser devuelta a las prov provincias.
incias. El emperador
es el punto focal del reino, el yin y el yang , y yo no estoy en posición
de
los juzgarlo
asuntosde
deuna manera
gobierno, u otra.
debe Pero si esa
devolverle al emperador
autoridad no
de legobierno
gustan
a los señores provinciales. Que le deje el resto al Rikkan y nadie se

102   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

quejará de cómo pasa su tiempo libre.


—Excepto este reino sigue siendo un trabajo en progreso. Cada
señor provincial tiende a perseguir sus diversos objetivos como les
parezca, por lo que son propensos a empeorar las cosas. Toma el
control de inundaciones, por ejemplo. Lo que proporcionaría bene-
cios a lasde
provincias
prov incias provincias
abajo. de aguas arriba, puede acarrear sequía a las
—Entonces, ¿por qué no instala a funcionarios con plena autori-
dad para actuar? Permitiéndoles actuar como agentes para el empe-
rador y dejándoles todo a ellos. ¿Puede realmente decirme que estoy
actuando tan fuera de línea?
—Pero, Atsuyu…
—Luego está la cuestión de salvar la reputación. Lo entiendo com-
pletamente. Pero ¿qué tan buena es la reputación de un emperador
que no puede ayudar a sus súbditos? Tengo la intención de pedirle
al emperador que nombre a un regente en quien pueda conar la
totalidad de su autoridad.
—No estás pidiendo, sino demandando. Atsuyu, aunque no puedo
encontrar ningún fallo sustancial a lo que has dicho, la toma de rehe-
nes invariablemente deja en tela de juicio los méritos de tu propuesta.
—¡Basura absoluta! —exc
—exclamó
lamó bruscamente Ribi.
Rokuta le echó una mirada sorprendida por encima del hombro.
Ribi estaba parada a los pies de la cama, con una expresión tensa
en su rostro.
—¿De qué están hablando realmente ustedes dos?
—Um, Ribi, mira…
—¡No! —dijo con una sacudida violenta de cabeza—. No vaya a
tratar de aplacarme con palabras tranquilizadoras. ¿Puede incluso
comprender la grave
grave pecaminosidad de lo que ha estado diciendo?
Rokuta la miró confundido. Atsuyu mostró una sonrisa sombría.
Ribi se acercó y se interpuso entre Atsuyu y Rokuta.
Rokuta.
—Si le entrega la autoridad imperial a un tercero fuera en menor
grado permisible, entonces, ¿por qué incluso existiría el kirin? ¿Por
qué el kirin elegiría al emperador en primer lugar? El kirin encarna
la voluntad del pueblo y el cielo cuando coloca al emperador en el
trono. ¿En serio está proponiendo colocar a un hombre a la posición
de facto del emperador sin la decisión del kirin y la bendición de la
voluntad divina?
—Ribi.

Parte IV  103


 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—¿No entienden? Eso es a todo lo que se reduce esto. Sí… Si


Atsuyu se colocara en tal posición, ¿qué ocurre si pierde el rumbo y
corre rampante como el emperador Kyou? El reinado de un empera-
dor legítimo, inevitablemente, llegará a su n. Pero ¿qué le sucedería
a un inmortal que maneja los poderes de un emperador? ¡El empera-
dor Kyou
K youuta
Rokuta
Rok solo
sefue capaz
hundió ende
el causarle estragos
si lencio. Un
silencio. a En durante
emperador tres años!
era inmortal, pero
eso no signicaba que pudiera gobernar para siempre. Si perdía el
rumbo y actuaba en contra de los mejores intereses de sus súbditos,
el kirin que lo colocó en el trono sufriría las consecuencias.
 Y aunque el kirin que había elegido al emperador también era
inmortal, no había cura para esta enfermedad. El shitsudou, la enfer-
medad que mataba al kirin cuando el emperador se perdía el rumbo,
también mataba al emperador. Y así un déspota no podía gobernar
para siempre.
—El Señor Dios Creador formó este mundo y organizó todo en él.
¿Por qué el emperador es elegido por el kirin y no cualquiera puede
ser rey? Ningún hombre puede convertirse
convertirse en emperador sin el reco-
nocimiento expreso de la Voluntad Divina. Hacer lo contrario amena-
za la fundación del mundo.
Atsuyu sonrió.
—¿Acaso lo has olvidado? Un kirin eligió al emperador Kyou.
—Es decir…
—Los emperadores de vez en cuando se convierten en tiranos.
Pierden el rumbo y decae su poder y por lo tanto su despotismo es
llevado a su n.
»Pero eso plantea la pregunta de por qué el kirin debería haber
escogido alguna vez a un hombre así.
—¿Estás despreciando acaso la Voluntad Divina?
—Solo digo lo que es real y lo que es verdad. Se dice que el kirin 
tiene a toda la población para elegir, y por lo tanto pone a la mejor
persona en el trono. Entonces, ¿por qué conformarse con un hombre
como el emperador Kyou? Si esto fuera la expresión milagrosa de la
Voluntad Divina, entonces seguramente el kirin solamente seleccio-
naría a aquellos que no se desvíen del camino. Todo Todo esto habla de la
Voluntad Divina y de la elección del kirin, ¿dónde está la prueba en
su ecacia?
—¡Atsuyu!
—¿Todo
—¿Todo comienza con el Señor Dios Creador
Creador,, no es
e s cierto?
cier to? Dicen

Parte IV  105 

Capítulo 15  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

que los dioses castigan a los malvados con truenos y relámpagos. Así
que, en lugar de enfermar al kirin, ¿por qué no hace caer al capricho-
so emperador con un relámpago?
—¡No puedo creer que estoy aquí escuchándote decir esas cosas
tan escandalosas!
—Si es cierto
 jo, entonces, que el kirin
muéstrame  elige a Si
la prueba. la existe
mejor el
persona
Señor para
Dios el traba-,
Creador,
Creador
entonces, tal vez podría hacernos una visita. No digo esto con ligere-
za: él y los suyos no existen. Y si lo hicieran, no importan. Si eso me
convierte en un hereje, entonces, puede un rayo del cielo fulminarme
aquí y ahora.
Ribi no sabía cómo responder a tales argumentos. En su mente,
dudar de la grandeza del Señor Dios Creador no era diferente de
cuestionar la realidad misma.
Atsuyu se limitó a sonreír.
—Aquí está una criatura que eligió a su propio amo y decide no
seguir a ningún otro. Una criatura que posee grandes poderes mági-
cos, gentil, dispuesto y con gran intelecto. No me sorprendería saber
que nuestros antepasados, apreciando los talentos extraordinarios
de esta criatura, por gratitud, convirtieran su decisión como una ley
de la naturaleza.
Ribi se levantó de un salto por la ira.
—¡Maldito seas, Atsuyu!
Rokuta le dio unas palmaditas en la espalda.
—Tal vez podrías mostrar tu respeto por el kirin calmándote un
poco cuando estés cerca de uno de ellos.
Ribi contuvo la respiración y bajó la cabeza.
—Lo siento.
—No hay problema —Rokuta
—Rokuta le dijo a Atsuyu—: ¿Así que estás recla-
mando que es un error que el kirin coloque a un emperador en el trono?
Los ojos de Atsuyu brillaron como el acero pulido.
—¿Puede el Taiho decir con convicción que el actual emperador
es el mejor hombre para el trabajo?
Rokuta le devolvió la mirada. Por supuesto que tenía toda la ra-
zón del mundo para responder armativamente a esta pregunta. Y,
sin embargo, dijo la verd
verdad.
ad.
—No —sonrió—.
yu. Siempre Pero que
he pensado no acepto la premisa
estaríamos mejor de
sintuunpregunta,
emperadorAtsu-
en
absoluto.

106   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Algo extraño de admitir para un kirin.


—En efecto.
efecto. Y lo digo desde el corazón.
—¡Taiho!
—¡Taiho! —Ribi prácticamente se lamentó.
Rokuta
Rok uta se volvió hacia ella.
—Ribi, cuando vi por primera vez a Shouryuu, denitivamente me
dije —En
a mí ese
mismo: “Ahí está un emperador”.
caso…
—El hombre que va a destruir a En.
Ribi se le quedó mirando.
—Shouryuu destrozará a En desde la raíz. Esto no es algo sobre
lo que Shouryuu tenga que decir.
decir. Es lo que hacen los emperadores. —
Rokuta
Rok uta encaró directamente a Atsuyu—. Si deseas simplemente pro- pro-
poner despojar al emperador
e mperador de su autoridad, podría haber tolerado
el esfuerzo. Pero tú quieres dar la vuelta y otorgarle todo el poder a
un solo ministro. Eso crearía una posición divina más alta que la del
emperador.. A lo que yo te diría que lo pensaras de nuevo.
emperador
Los ojos de Atsuyu se estrecharon.
—Realmente dice cosas extrañas, Taiho.
—Toda la autoridad recae en el emperador, la autoridad es inútil
a menos que sea ejercida por el que la sostiene.
En los veinte años transcurridos desde la coronación, el reino es-
taba por n comenzando a repararse. Pero durante su largo invierno
de descontento, ¿solo el mal había dormido bien? Tal vez el empera-
dor simplemente carecía de la libertad y los recursos para oprimir a
la gente con el contenido de su corazón.
—¿No debería ser cada hombre su propio rey? Darles poder a
aquellos por encima de ti, inevitablemente hará que lo usen en tu
contra. Eso es lo que yo creo.
Atsuyu dijo con una leve inclinación de cabeza.
—Ay, dice cosas que no puedo comprender.
—Bueno, en la medida de lo l o posible, Atsuyu, yo tampoco.
Parte IV  107 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


108   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 16

Kouya trajo la cena a la cama donde estaba descansado Rokuta. Él


preguntó:
—¿Desprecias al emperador, Rokuta?
Rokuta
Rok uta se encogió de hombros.
Después de haber decidido que la discreción era valiosa, Ribi se
retiró detrás de los biombos y alimentó
ali mentó al bebé con la leche
l eche de cabra
suministrada por Kouya.
—Si realmente no te gusta el emperador, puedo encargarme de
él. Como un favor hacia ti. —Kouya lo observó de cerca—. ¿No estaría-
mos todos mejor sin los emperadores?
Rokuta
Rok uta respiró.
—Tenemos
—T enemos muchas buenas razones para pelear, pero eso no nos
hace enemigos.
—Peroo ¿a ti no te gusta?
—Per
—¡Oh! Él es un gran dolor en el trasero, pero eso no lo convierte
en una mala persona. No odio a Shouryuu. Son los emperadores,
 shogunes1 y señores de la guerra a los que desprecio.
—¿Cómo es eso?
—Esos tipos nunca son buenos.
—¡Oh! —Kouya cortó una torta de hojas de té con un cuchillo de
cocina—. Seis de un lado, media docena del otro, ¿no es así?
—¿Eh?
—Es la naturaleza humana, esa necesidad de movernos en
1 SHOGUN.. (“Comandante del Ejército”) era un rango militar y título histórico en
SHOGUN
 Japón concedido directamente
directamente por el emperador.
emperador.

Parte IV  109 

Capítulo 16  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

manada. Cuantos más de nosotros hay, más grande queremos que


sea nuestro hato. Cuando estamos connados dentro de la jaula
de un reino, solo será cuestión de tiempo antes de que unos se
encuentre con otra manada.
—Eso es.
—Si¿Qué
fuerte. hay que formar
hace fuer terebaños,
fuerte nuestro ¿Una
a una manada? rebaño tiene que
manada ser ely bien
grande más
organizada? Bueno, eso exige un líder fuerte y ecaz que la organice.
—Probablemente.
—Sin un emperador, ¿las personas solo tendrían que ir alegre-
alegre-
mente a vivir sus vidas? Apostaría a que no pasaría mucho tiempo
antes de que se reunieran y ellos mismo construyeran un nuevo trono.
—¿Te ves como un líder fuerte, Kouya?
Kouya negó con la cabeza.
—No soy esa clase de persona, como puedes ver. Ningún hijo de
 youma  estaría dispuesto a eso. Pero después de observar a otras
personas eso es lo que he llegado a creer
creer..
—Entonces, ¿por qué le sirves a Atsuyu?
La mano que sostenía el cuchillo se detuvo.
—Eso es… diferente. Tal vez porque soy un ser humano en el in-
terior. Al mismo tiempo, mi youma se interpone en el camino de rela-
cionarme con otros. Atsuyu fue capaz de darnos cabida a ambos. Sin
embargo, por extraño y desagradable que yo fuera, él vio más allá de
todo eso.
—No creo que seas extraño en absoluto.
Kouya sonrió.
—Tú y Atsuyu son los único que dirían una cosa así, debido a la
valentía de Atsuyu y porque tú no eres un ser humano. La gente co-
mún cree que soy detestable, incluso que soy repulsivo con un youma 
 junto a mí, como si yo fuera uno también. Si Atsuyu no hubiera esta-esta-
do allí para respaldarme, nos habrían matado a Rokuta y a mi hace
mucho tiempo. Mira… —Levantó su manga, revelando una profunda
cicatriz en su brazo izquierdo—. Es de una echa. Una herida bastan-
bastan-
te peor de lo que creí. Si Atsuyu no la hubiese tratado podría haber
perdido el brazo.
Rokuta
Rok uta observó la cara Kouya y dijo con una voz objetiva:
—Ya veo. Así que Atsuyu es tu benefactor.
Sí.
—No estoy ansioso de que tú y Shouryuu peleen. Y mientras

110  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

llames a Atsuyu tu señor, tampoco quiero que peleen entre ellos.


—Realmentee era una buena persona, Rokuta.
—Realment
—No es eso. No hay necesidad de complicar esto. Soy el sirviente
sir viente
de Shouryuu. No importa la posición del emperador o el hombre que
sustente el cargo, no puede escapar de eso. Atsuyu se ha conv
convertido
ertido
en
rialun
entraidor.
traidor. No aimporta
oposición lo que
la Voluntad diga, eso
Divina, si trata de tomaren
lo convierte el enemigo
poder impe-
del
Estado. Tan pronto como empiece a hacer demandas, no hay vuelta
atrás. Una vez que se lanza el dado, uno de nosotros debe morir:
Kouya y Atsuyu o Shouryuu y yo.
—¿Y si escaparas?
Rokuta
Rok uta negó con la cabeza.
—No hay forma de hacerlo.
—¿Por qué? ¿No te preocupas por el emperador?
—No, no lo hago. Digo, Kouya, ¿recuerdas cómo una vez buscaste
Hourai?
—Sí. Se encuentra en los connes orientales del Kyokai.
Kyokai.
—Yo nací en Hourai.
—¿En serio? —murmuró Kouya. El anhelo que una vez había co-
loreado su voz había desaparecido. Su interés en ese lugar mítico se
había desvanecido con los años. Sin embargo, él formó la respuesta
obligatoria—. ¿Qué tipo de lugar es ese?
—Guerras sin n. Fui abandonado también, Kouya. En las montañas.
Kouya no pudo ocultar su sorpresa.
—¿Tú también?
—Sí. Mi padre me tomó de la mano y me llevó a las montañas y
muer te cuando mi nyokai  llegó
me dejó allí. Estaba al borde de la muerte  llegó del
Monte Hou.
Antes de perder la consciencia, oyó el sonido de pasos que se
acercaban. Pero fue su nyokai , no su familia.
—¿En realidad los kirin nacen en el Monte Hou y se crían allí?
—Sí. No recuerdo mucho después de volver. Todavía no estaba
acostumbradoo a estar rodeado de gente en aquel entonces. El tiempo
acostumbrad
pasó mientras yo estaba durmiendo. Fue como despertar de un sueño.
—Cuando te convertiste
convertiste realmente
real mente en un kirin.
—Cuando volví en mí, yo estaba en un lugar extraño. Yo estaba
muy sorprendido de encontrarme en este tipo de entorno de lujo.
Mi familia abandonó a sus propios hijos para llegar a n de mes. En
el Monte Hou podía recoger toda la comida que quería justo al lado

Parte IV  111

Capítulo 16  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

de los árboles. No solo ropa, sino incluso las cortinas eran de seda.
Estaba más enojado que agradecido.
—Sí.
Rokuta
Rok uta bajó la mirada hacia sus manos.
—Y entonces me dijeron que tenía que elegir al siguiente
siguiente emperador.
Nunca olvidaría
do escuchó eso, unaelpalabra
escalofrío que recorrió
asociada con lossuclanes
espina dorsal como
samurái cuan-
el Yamana y Hosokawa2. Pero eso solo confundió a las nyosen3, que
no entendían de lo que estaba hablando.
—Pensé que era una gran broma. No quería nada n ada que ver con eso.
—¿A pesar de ser un kirin?
Rokuta asintió. No importa qué tan pequeño o aparentemente
insignicante fuera, el kirin elegía al emperador y se convertía en su
principal consejero. Aunque fueran muy pequeños, se cree que tie-
nen un extraordinario buen juicio para su edad.
—Como kirin, yo no era una excepción. Era lo sucientement
sucientementee bri-
bri-
llante como para saber que no me gustaba lo que estaba escuchan-
do. Y ese no fue el nal. Las nyosen me enseñaron todo tipo de cosas
desagradables, como una vez que escogiera al emperador tenía que
trabajar para él.
El kirin en todo esto equivale a nada. Él elige al emperador y le
sirve al emperador y todo lo que podría llamar suyo -título de la tie-
rra en la que vive- pertenece al emperador. Y aunque el poder de la
unción del emperador le fue otorgado por el Cielo, si el emperador
se aparta del camino, es el kirin quien paga el precio inicialmente.
Cuando muere, sus shirei  devorarán
 devorarán sus restos. En última instancia,
ellos también existen para servir al emperador.
emperador.
Al nal, el kirin existía -en cuerpo y alma- por el bien del empera-
dor. Rokuta tuvo que preguntarse:
 ¿Qué tipo de vida es esa?
Los reyes abusan de sus súbditos. Era un hecho en la vida. Roku-
Roku-
ta no tenía ningún deseo de convertirse en un socio de tal abuso.
Conducido a la guerra por el orgullo y el ego, extray
extrayendo
endo la sangre
del pueblo con sever
severos
os impuestos, un monarca encarnaba las l as luchas
y sus súbditos era mera leña arrojada a la hoguera. El kirin no tenía
2 La Guerra de Ōnin fue una contienda civil ocurrida en el centro de Japón que
destruyó los remanentes de autoridad gubernamental e indujo a un siglo de conictos
armados. Este conicto se desencadenó por la disputa entre Hosokawa Katsumoto y
 Yamana
 Y amana Sōzen.
3 NYOSEN
NYOSEN. Sacerdotisas inmortales que sirven a los kirin  en
 en el Monte Hou.

112   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

más remedio que participar en este tipo de atrocidades, quedaba


sin nada para llamar suyo y en última instancia era sacricado por el
capricho de su señor.
—“Tienen que estar bromeando”. Esa fue mi reacción honesta.
Su gran corazón para traerme de vuelta al Monte Hou era juzgar a
los que vinieran
elección en el Shouzan.
del emperador Pero
resultó ser ninguno
una de ellos
tarea tan mala era
comodigno.
todoLa
lo
demás. Así que me escapé, a un lugar donde nadie me viera como
apto para elegir cualquier cosa.
Rokuta
Rok uta respondió a la mirada de asombro de Kouya con una son-
risa irónica. ¿Qué otra cosa podía hacer en este momento, sino reírse
de ello?
En ese momento, vio algo más que humor en él. La guerra se
lo había quitado todo. No podía dejar de despreciar a todos los que
luchan entre sí para ser el perro alfa y el rey de la colina. Pensando
que, al ver el reino por él mismo, podría despertar al kirin dentro de
él, así que les pidió a las nyosen que lo llevaran a En. Resultó ser un
páramo miserable, peor que la devastada ciudad donde creció.
El mundo entero, al parecer, se balanceaba en el borde del abismo.
abismo.
—Al ver la devastación delante de mis ojos me recordaron mi pro-
pia ación por Hourai. Tenía muchas ganas de creer que mi ciudad
natal tenía que ser mejor que esto. O simplemente estaba harto de
todo el asunto. No podía decir honestamente
hone stamente si era de un modo u otro.
Así que Rokuta hizo lo único el a sus propios deseos: se escapó
del Monte Hou y volvió a Hourai. Este comportamiento fue sin prece-
dentes para un kirin, además que aún no se sentía bienvenido en el
Monte Hou.
—Excepto que al regresar a Hourai, tampoco tenía un lugar para
llamar mío, ni nada que hacer.
La ciudad había sido reducida a cenizas, mientras tanto, los cam-
pos eran carbón, con vistas despejadas de un extremo al otro.
Buscó a sus padres y no los encontró. Debieron de haberse tras-
ladado a alguna parte del país que la guerra aún no lo hubiese toca-
do. O no habían logrado sobrevivir.
En un capricho, se dirigió hacia el oeste, vagando durante tres
años sin meta o destino en mente. Sin embargo, Itan criticaba al em- em-
perador por su pereza y Rok
Rokuta
uta era el culpable.
No hice más que vagabundear por ahí. En medio de mis viajes,
me encontré con Shouryuu.

Parte IV  113

Capítulo 16  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

En un pequeño feudo en las orillas del mar interior. Todos los feu-
dos por los que había pasado tenían las horribles cicatrices de la gue-
rra. Entonces, como ahora, se encontraba en las garras de una ebre.
—Fue molesto en extremo. Allí estaba yo, caminando sin ningún
objetivo en mente, y, sin embargo, yo estaba siendo atraído hacia el
emperador.
bía huido delNo podíaHou
Monte huir. Hastadetestaba
porque el día de hoy, no puedo
la elección del decir si ha-
emperador
o porque tenía que volver a Hourai para encontrar ala l emperador.
emperador.
—Ya veo —dijo Kouya suavemente.
—Y por eso estoy aquí, como sirviente de Shouryuu. Me he resig -
nado a eso también. No tiene sentido discutir con el mensajero sobre
las cartas que me repartieron. Si Atsuyu se levanta en armas, eso lo
convertirá
conv ertirá en mi enemigo también. No tengo ningún deseo de luchar
contigo o con tu señor. Todavía hay tiempo para detenerlo.
Kouya se hundió brevemente en el silencio. Por la expresión de
su rostro, Rokuta
Rokuta no podía empezar a comprender lo que pasaba por
su mente. Pero entonces él abrió la boca y borró toda esperanza.
—No puedo.
—Kouya…
—Atsuyu sabe lo que está tratando de hacer y está actuando so-
bre la base de lo que conoce. No tengo las palabras para detenerlo.
—Esto signica que habrá una guerra civil. Muchos soldados mo- mo-
rirán y muchos civiles no escaparán a la conagración.
—Tienes razón —dijo Kouya entre dientes, evitando su mirada, su
cara en blanco de la emoción.
114  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 17

Shoushun le dijo a Rokuta:


—Haz todo era
Shoushun lo que
unapuedas
nyosenpor
 en En.
el Monte Hou. Las nyosen eran se-
res inmortales. Ella había dejado de envejecer
envejecer cuando ascendió, y no
aparentaba más de doce años.
—Mi pueblo fue destruido por el emperador Kyou. Solo unos po- po -
cos niños y adultos sobrevivieron -pero por los pelos-. Así que fui al
santuario de Seioubo y le solicité a la Reina Madre de Occidente que
me convirtiera en inmortal. Yo era la más grande de los niños que
quedaron atrás.
El santuario estaba en un estado horrible. Ella tuvo que sostener
las vigas rotas con su propio cuerpo mientras le suplicaba a Seioubo,
 jurando con su corazón, mente y alma que no iba a dejar el santuario
hasta el día que muriera. Ella haría lo que fuera necesario. Se fue sin
comida, ni agua, sostuvo las vigas con sus extremidades temblorosas
temblorosas
durante dos días enteros.
Ella había cantado mil himnos a Seioubo, cuando llegó un envia-
envia-
do del Monte Hou.
—Tenía
—T enía la esperanza de que podría ser de alguna utilidad para En.
 Yoo sería realmente afortunada al poder cuidar de Enki. Enki crecería
 Y
fuerte y saludable y elegiría a un emperador. Como Taiho, volvería a
En y serviría
ser viría al emperador como el Taiho y salvaría a nuestro reino.
—¡Piénsalo otra vez! —Rokuta dijo desde la distancia—. ¿De ver-
dad crees que un emperador puede salvar un reino? ¿Puede salvar
a su pueblo?

Parte IV  115 

Capítulo 17  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Todos los emperadores llamaban


lla maban sucesivamente a sus perros de
la guerra, encendían las llamas del inerno, y echaban a la gente en
las llamas.
—¡Debes de estar bromeando, Shoushun! La gente puede sobre-
sobre-
vivir sin un emperador. Se necesita un emperador para destruir un
reino, solololoque
—Haz convierten
puedas en
porun
Endesierto donde nada puede sobrevivir.
—dijo Shoushun. sobrevivir.
—No voy a poner a más niños en tu misma situación. ¡No voy a
colocar a un emperador en el trono!
La sonrisa en la cara de Shoushun se desmoronó. Las lágrimas
corrían por su mejilla. Ella estaba llorando. ¿Cómo podría el kirin 
abandonar su reino y huir?
¿O ella lloraba por él?

—Hey, chico.
Sacado de su ensoñación, Rokuta miró hacia un cielo azul claro.
La luz del sol brillaba en sus ojos, momentáneamente dejándolo ciego.
—¿Estás despierto?
Una mano áspera y seca que olía a pescado lo sacudió de nuevo
por el hombro. Desde una pequeña cabaña cercana, varios pares de
ojos lo miraron jamente.
—¡Oh, por Dios! —El anciano dejó escapar un suspiro de exaspera-
ción—. No podías abrir los ojos para nada, como que estabas muerto
para el mundo —Miró por encima del hombro y dijo con voz aliviada—.
Él está consciente, parece que sí estaba vivo.
Debilitado por una tierra empapada en sangre, poseído por una
ebre, agotado de tanto caminar, Rokuta había tomado una siesta
en la orilla rocosa. Eso era lo último que recordaba. Respiró hondo y
aspiró el aire fresco del mar, libre de sangre y pestilencia.
El hombre le dio una palmada en la mejilla.
—Ese joven te recogió y te trajo hasta aquí. Debes darle las gracias.
Rokuta siguió la mirada del anciano. Un joven alto estaba senta-
do sobre una roca frente a la cabaña.
—Aún entre los vivos, ¿eh?
Él le sonrió. Rokuta sintió un escalofrío por la columna vertebral.
ver tebral.
No de miedo. Los sentimientos de alegría pura le hicieron sentir la
piel de gallina. Así que esto es lo que se siente tener una revelación

116   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

divina. Incluso el más pequeño kirin  tenía en él lo necesario para


elegir un emperador.
Después de salir de Kioto, había vagado a voluntad. Inicialmente
hacia el oriente en busca de la ciudad natal de sus padres, pero pron-
to se desanimó. Giró hacia el oeste y su espíritu se levantó. Como
si al ir en
colinas busca de
y campos la puesta
asolados de llegar
hasta sol seahubiese aventurado
este pueblo por del
a las orillas las
mar interior.
—¿De dónde eres? —El hombre se levantó y se puso en cuclillas
 junto a Rokuta.
Rokuta.
Rokuta estaba tan feliz que podría llorar.
—¿Estás solo? ¿Te
¿Te separaste de tu familia?
—¿Quién eres tú?
—Un hijo del clan de los Komatsu.
 Ahora sé, Rokuta pensó para sí mismo. Aquí hay un emperador
emperador..
El emperador que arrasará con el Reino de En.
El nombre del hombre era Komatsu, Saburou
Saburou Naotaka. Era miem-
miem-
bro de la familia que regía esa tierra frente al mar. De acuerdo con
los pescadores, era el tercer heredero del clan Komatsu, destinado
a ocupar el cargo del jefe de la familia. Se llevaba bien con los agri-
agri -
cultores y pescadores que trabajaban fuera de los muros del castillo.
—Tienes que preguntarte qué hará un hombre como él cuando
se convierta en el señor de la casa. No es una mala persona, pero es
algo así como un canalla y un sinvsi nvergüenza.
ergüenza.
—Así que es de gran corazón.
—Bueno…
Rokuta no oyó muchas opiniones buenas sobre él. Todos lo criti-
caron con una sonrisa. No tanto de amor y afecto, sino de un sentido
de familiaridad y amistad, probablemente porque Shouryuu -como
los caracteres para “Naotaka” son pronunciados en En- dejaba los
connes del castillo regularmente.
Aparentemente,
Aparentement e, al no haber nada que lo mantuviera ocupado en
el castillo, bajaba a la orilla casi todos los días vestido como un sol-
dado raso. Jugaba con los niños, coqueteaba con las muchachas y
reunía a los jóvenes para practicar esgrima con espadas de madera.
En otras ocasiones, se iba a la mar y se hacía pasar por pescador.
pescador.
Desde luego, había un montón de cosas para mantenerlo ocupa-
do fuera del catillo.
—Eres realmente un aristócrata importante,
i mportante, ¿verdad?

Parte IV  117 

Capítulo 17  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Shouryuu sonrió. La línea de pesca que había echado sobre las


olas no se había movido desde hace tiempo.
—Peroo ¿no estás destinado a conv
—Per convertir
ertirte
te en el señor de este feudo?
feudo?
El castillo se ubicaba en la cresta de una colina con vistas al mar.
mar.
La casa de campo y la ciudad se enfrentaban a una pequeña bahía.
Una fortaleza
isla en la bocasólidamente
de la bahía. construida
Este tramosedeasentaba enmontañas
costa y las una pequeña
que
la rodean junto con las islas esparcidas por la bahía constituían el
territorio del clan Komatsu.
—Me avergüenza llamar a esta mota de tierra feudo —Shouryuu
respondió con una amplia sonrisa—. Los Komatsu comenzaron
comenzaron como
piratas. Su fortaleza estaba aquí en el Mar Interior.
Interior. Lejanamente rela-
rela-
cionados con los Taira, cuando estalló la guerra entre los clanes Taira
y Minamoto, se les ordenó establecer una armada. Una proposición
dudosa en el mejor de los casos. Pero la abigarrada tripulación de
pescadores que juntaron logró distinguirse y fueron recompensados
con títulos como samuráis del país.
—Huh.
—El cabezadura de mi padre armó irregulares ejércitos aquí y allá
para unirse a su séquito, lo suciente como para tener una actuación
convincente como un noble local, a pesar de que se mantuvo a la
altura de los caudillos militares más poderosos. Se había compro-compro-
metido a reunir una armada en caso de emergencia y el clan Ouchi
nalmente le otorgó un feudo autónomo. O eso dice la historia. Mi
hermano mayor era un sirviente de Ouchi.
»Murió en su camino a Kioto poco después de que estallara la
Guerra de Onin. Mi segundo hermano mayor estaba con el Kouno
cuando mi padre agarró una de sus islas y murió como resultado.
Así que, la única persona que queda para heredar es este idiota, el
tercer hijo.
—Parece que los plebeyos terminaron
terminaron con el extremo corto del palo.
—No hay duda al respecto —dijo Shouryuu con una carcajada.
—¿Tienes esposa o hijos?
—Los tengo. Mi esposa viene de una familia de la rama Ouchi.
Para ser honesto, no es que tuviera alguna opción en la materia.
—¿Una buena persona?
—Difícil de decir. Nunca nos hemos conocido.
—¿Eh?
—Parece que tener un grupo de piratas en el árbol genealógico

118   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

llevó a mis suegros por el camino equivocado. Cuando llegué a vi-


sitar la habitación en la noche de boda, encontré dos viejas brujas
bloqueando el camino. No me dejaban entrar pasara lo que pasara.
Todo se convirtió en una farsa, así que nunca regresé. Lo más sor-
prendente es que un niño terminó en la mezcla.
—Whoa,
Él tenía, espera un minuto…
de hecho, más concubinas de las que podía contar, en-
viadas al castillo por el samurái del país que iba a gobernar un día,
su esposa e hija eran solo un ejemplo. Sin embargo, nunca tuvo la
inclinación de mantenerlas con él en primer lugar.
lugar.
Shouryuu le explicó los detalles a Rokuta, un completo descono-
descono-
cido, sin pensarlo dos veces.
—¿No te parece que este tipo de vida es bastante solitaria?
—No me estoy quejando. Salgo del castillo y bajo a la ciudad y ahí
hay un montón de muchachas jóvenes profesionales,
profesionales, felices de estar

allí
asumay conlasganas de entretener.
entretener
obligaciones de su. familia.
Es preferible a que una chica patética
Rokuta
Rok uta respiró profundament
profundamente. e.
—Eres un cretino.
—Una opinión ampliamente compartida. Eres un hombre bien in-
formado.
—Me compadezco de estas personas.
Rokuta
Rok uta no podía decir si era un tonto o demasiado generoso para
su propio bien, solo que no parecía un hombre hecho para estos tiem-
pos difíciles. No parecía tener una idea de lo que estaba pasando
fuera de las fronteras de su pequeño feudo. La guerra había reducido
a Kioto a cenizas. Inexorab
Inexorablemente
lemente corroía las defensas civiles. Guar-
niciones estaban estacionadas en todas partes. Era prácticamente
imposible escapar del olor de la sangre en el aire.
Este rincón en particular del mundo estaba en paz, pero no había
forma de saber cuánto tiempo duraría.
—Todo el tiempo que estás siendo entretenido por tus jóvenes
muchachas, el país se está e stá desmoronando a su alrededor.
alrededor.
—Allí está. Un minuto estás en la cima del mundo, al siguiente,
si guiente, la
rueda de la fortuna está rodando sobre ti.
—Tus súbditos tienen este peso sobre sus espaldas. Cuando lle-
gue la guerra, no sabrán qué camino tomar
tomar..
Shouryuu se limitó a sonreír y dijo con aire indiferente:
—Es mejor no luchar en absoluto. Si los Kobayakawa
Kobayakawa aparecen en

Parte IV  119 

Capítulo 17  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

mi puerta, voy a levantar los brazos en señal de rendición y les diré


que estoy de su lado. Si son
s on los Amago, entonces, vamos a llamarnos
l lamarnos
a nosotros mismos Amago. Si son los Kouno, entonces estaremos
todos con los Kouno. Parece que es la forma más práctica de abordar
este asunto.
La boca
—Eso de RokutaRealmente
lo resuelve. se abrió por la sorpresa.
eres sun
orpresa.
tonto.
Shouryuu rio en voz alta.
Sin embargo, estaba sorprendido, Rokuta
Rokuta no sabía si debía hacer
las maletas y marcharse. Tenía
Tenía que convertir primero a este hombre
en emperador.
emperador. Eso era lo único que entendía.
120  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 18

Un ministro menor irrumpió en la habitación:


—¡Lo hemos
No solo estabaencontrado! —gritó
Shukou allí, sino ytambién
se detuvo con
Itan, un sobresalto.
Seishou y el propio
emperador.
Esa habitación en el Palacio Interior originalmente había sido re-
servada para las amantes del emperador, por lo que la presencia
del emperador no debería haber sido inesperada. Pero él se la había
dado a Shukou, y los negocios del gobierno que Shukou llevaba a
cabo allí estaban destinados normalmente solo para sus ojos. Por lo
que el ministro no esperaba que el emperador estuviese allí también.
Shukou solamente miró por encima del hombro.
—¿Lo encontraron? No me digas. Está en la provincia de Gen.
—¡Ah, sí!
El funcionario nervioso se enfrentó al emperador, se dejó caer al
suelo y se postró. Con un movimiento de su mano, Shukou le indicó
al ministro menor que se pusiera de pie.
—No te preocupes por él. Solo está ocupando espacio. Vamos a
escuchar tu informe.
i nforme.
—Um, ah, sí. El culpable en cuestión era el Shashi, Bakú Kouya.
El Shashi informa al ministro de verano en la provincia de Gen. Kouya
es el nombre que tiene.
—Gracias.
Otro gesto de la mano le indicó al hombre que saliera. En
circunstancias más indulgente, Shukou habría sido más efusivo en
su agradecimiento, pero no tenía tiempo en este momento. Observó

Parte IV  121

Capítulo 18  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

aturdido como salía el ministro menor y volvió su atención a Itan y


Seishou, cuyos ojos se centraron en la mesa. Por ahora, ellos estaban
ignorando por completo a Shouryuu, que descansaba en el diván.
—Por supuesto que era la provincia de Gen. No solo Ribi, sino
también los ministros de Gen de derecha, izquierda y el sello
s ello privado,
incluido
municados.cualquiera
Parece que tenga algún
que Atsuyu poder yde
está tirando autoridad, están
las cuerdas de inco-
este
Kouya y el resto de ellos.
Itan asintió. Examinó la hoja de papel en la mano, con una expre-
sión de perplejidad en el rostro.
—Llegó a conocer al Taiho en algún momento. Seishou, ¿qué topo
de números tenemos en las fuerzas armadas de Gen?
—Una de las divisiones de la guardia provincial, aunque es el ejér-
e jér-
cito de la izquierda con 12.500 hombres armados.
Tres días habían pasado desde que Rokuta había desaparecido.

Atsuyusus
todos no patos
habríaenrecurrido
una la. a secuestrar al Taiho sin primero tener
—Mayor razón para preocuparse.
Itan escrudiñó el papel. Actualmente el emperador tenía a su dis-
posición una división de la Guardia Imperial
Imperial y una división de la guardia
provincial de Sei, excepto que ambos estaban en la fuerza de brigada,
con 7.500 soldados en el primero y 5.000 en el segundo. En combina-
ción, apenas alcanzan la paridad con la guardia provincial
provincial de Gen.
En circunstancias normales, el emperador debe ordenar a seis
divisiones completas de 12.500 hombres cada una. La diezmada po-
blación de En no podía soportar tales números.
—Está blofeando —opinó Shouryuu, aunque nadie mordió el an- an-
zuelo—. Es probable que la fuerza de la brigada sea de 7.500 hom-
bres a lo sumo, con 10.000
10.000 reclutas de relleno en las las.
La Guardia Imperial bajo el mando del emperador se compone
de tres ejércitos designados: “Derecha”, “Izquierda” y “Centro”, cada
uno con una fuerza de división prevista de 12.500 hombre y tripula-
dos por soldados profesionales. Si eso no fuera posible, se podrían
bajar a las divisiones reducidas de 10.000 o brigadas de 7.500
Los tres ejércitos de la Guardia Provincial bajo el mando del Taiho
también corrían normalmente
normalmente a la fuerza de división completa. El resto
de las provincias mantenía
mantenía brigadas de 7.500.
7.500. En situaciones
situaciones de emer-
gencia, otros 5.000
5.000 reservistas podrían añadirse a las las. En las peo
peo--
res circunstancias, los soldados podrían ser reclutados por la fuerza.

122   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Lo ejércitos provinciales podrían ampliarse a partir de dos divisio-


nes a cuatro, pero los decretos divinos prohibieron que tanto la Guar-
dia Imperial y la Guardia Provincial se expandieran más allá de esos lí-
mites. Invadir otro reino constituye el más grave de los pecados y daría
como resultado la muerte del kirin y el emperador en cuestión de días.

nas,Los
conejércitos se movilizaban
concentraciones únicamente
militares mantenidascontra amenazas
al mínimo inter-
necesario
para hacer frente a la lucha
l ucha interna.
Cuando se desplegó la Guardia Provincial
Provincial para cuatro divisiones,
se añadió una división auxiliar a las tres existentes.
Esta división auxiliar normalmente tenía una fuerza de 2.500
hombres del regimiento. Aunque la provincia de Gen había manteni-
do durante mucho tiempo cuatro divisiones, después de haber perdi-
do la Derecha, la Central y las divisiones auxiliares, solo la Izquierda
se mantuvo.

Shouryuu
75.000 contempló
soldados frente a elfrente
Mar contra
de las una
Nubes. SeisProvincial,
Guardia divisionescon
de
un máximo de cuatro divisiones de 30.000 reducirían a un señor pro-
vincial rebelde a una presa fácil. En el peor de los casos, las ocho
provincias juntas podrían desplegar un ejército de 180.000. Si el
emperador perdía el rumbo, los señores provinciales podrían unirse
para eliminar la amenaza en el trono.
Simplementee no quedaban sucientes personas en
Simplement e n el reino para
 justicar cualquiera de las opciones. En el momento de la corona corona--
ción, una población original de tres millones de adultos se había re-
ducido a una patética de 300.000
300.000.. Los refugiados que regresaban al
reino y los niños que crecían hasta la edad adulta podría a lo sumo
ser el doble.
Encontrar a 12.500 soldados para llenar las las de la Guardia
Imperia sería un milagro.
—Un ejército de la Izquierda en plena división, simplemente no
es posible.
—De todos modos —Itan dijo enfáticamente—. Necesitamos una
prueba contundente que la provincia
provincia de Gen está en el medio de todo
esto. No podemos simplemente movilizar a la Guardia Imperial solo
porque hemos identicado este sujeto Kouya.
—Peroo el tiempo es esencial. Si por casualidad el
—Per e l Taiho
Taiho está ahí…
Seishou dijo:
—Dile a la Guardia Imperial que empiecen a hacer los preparativos.

Parte IV  123

Capítulo 18  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Al escuchar eso, Shouryuu se puso de pie.


vas?, dijo la mirada de regaño en el rostro de Shukou.
 ¿A dónde vas?,
—No parece que mi presencia sea necesaria aquí, así que me voy
a la cama.
—Su Alteza —dijo el exasperado Shukou.

en laShouryuu se limitó
puerta, como a sonreír.
si algo Al salirocurrido.
se le hubiera de la habitación, se detuvo
—Ejecuta la siguiente orden imperial: el Rikkan y el Sankou están
despedidos.
Shukou e Itan lo miraron boquiabiertos. Itan irrumpió con el ros-ros -
tro enrojecido.
—¿Qué demonios estás pensando? ¡Este no es el momento!
No era el momento de empezar a reorganizar las posiciones mi-
nisteriales, cuando un paso en falso podría llevar a una guerra civil.
El proceso de selección por sí solo podría prolongarse casi que eter-

namente. Sincompitiendo
los ministros añadir a estopor
la los
inevitable
cargos.disensión interna, así como
Estos argumentos no persuadieron a Shouryuu en lo más mínimo.
—Estoy cansado de verlos. Seishou, contáctate con el Chousai y
convócalo al Consejo Privado de mañana.
—¿Estás en tu sano juicio?
Sin dar muestras de haber oído el reproche de Seishou, Shouryuu
respondió:
—Soy el emperador, ¿verdad? Haré lo que yo quiera.
Haciendo caso omiso de los reproches de Itan y los otros,
Shouryuu abandonó el Palacio Interior y llamó a un lado uno de sus
sirvientes.
—Préstame tu caballo.
—¡Su Majestad!
—Solo voy a aclarar mi mente. No me des ninguna cantaleta al
respecto.
El nombre del sirviente era Mousen. Tomó
Tomó un respiro profundo.
—Eso es lo que siempre dice, pero si se corre la voz de que soy yo 
el que lo ayuda, el Daiboku tendrá
tendrá mi cabeza.
—En ese caso, te haré señor prov
provincial.
incial.
—Eso me será de gran ayuda cuando esté muerto.
—Entonces, te voy a nombrar para ser Sakou.
—No bromee con cosas como esas. Muy bien. Pero a cambio, me
voy con usted.

124  Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Eso no va a suceder.
Mousen, temeroso dijo:
—¿Entiende la gravedad de los tiempos que estamos viviendo?
¡Increíble!
—Razón de más. Algo siempre debe estar en marcha.

mí y—V
—Vuelva
seuelva
fuga apronto.
lugaresSidesconocidos,
sigo inventandoelhistorias
Daibokusobre
segurocómo se aleja de
me degradará.
Shouryuu rio.
—No te preocupes. Si alguna vez llega
ll ega a suceder eso, voy a inven-
inven-
tarme una excusa mucho mejor.
Parte IV  125 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


126   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE V 
CAPÍTULO 19

Diez días después de que el Taiho hubiese desaparecido, llegó un


enviado de la provincia de Gen.
—¿Provincia
—¿Pro vincia de Gen? No me digas.
Shouryuu estaba en medio de la reunión del Consejo Privado,
ngiendo prestar atención a las críticas y comentarios ofrecidos por
los ministros. El Rikkan había sido despedido. Los vice-ministros que
habían ascendido en sus cargos como los protegidos de sus jefes
estaban ahora quejándose de los despidos.
Agradecido por la interrupción, Shouryuu ordenó que el enviado
entrara. Poco tiempo después, un hombre de unos cincuenta años,
vestido en traje formal de la corte, entró en la habitación. Se arrodilló
delante del trono y bajó la cabeza.
—Así que eres de la prov
provincia
incia de Gen, ¿eh?
El hombre tocó el suelo con la frente.
—Soy el primer ministro de la provincia de Gen, mi nombre es
Hakutaku.
—Entonces, ¿qué te trae por aquí?
Hakutaku tomó un documento del bolsillo y lo sostuvo sobre su
cabeza postrada.
—Una carta al emperador del Ministro en Jefe del Gabinete.
Puedes levantar la cabeza. Preero verte de frente mientras te
nemos esta conversación, y no ver la parte
par te superior de tu cabeza.
Hakutaku
Hakutak u levantó la cara, enmarcada por una barba blanca.

Parte V  127 

Capítulo 19  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Sin embargo, es presuntuoso de mi parte


par te decirlo, el Taiho,
Taiho, Enki,
reside actualmente en la provincia de Gen.
Los ministros reunidos colectivamente recuperaban en aliento.
alie nto.
—¿Y?
—Debe establecer una posición superior a la del emperador para
nuestro líder, el ministro Gen.
El apellido de Atsuyu era Gen. Su nombre de pila era Setsu, a
pesar de que actualmente estaba en Yuu.
—Como es eso, Atsuyu no quiere ser emperador
emperador.. Solo quiere estar
por encima de él. Sin duda han pensado en eso.
—El ministro Gen no quiere insultar a su Alteza. La dignidad de la
posición imperial permanecerá sin cambios. Solo debe renunciar a
la autoridad.
—¿Se conformaría con ser primer ministro?
—Por desgracia, no puede aceptar una posición subordinada al

emperador.
—Así que debe ser superior ala l emperador o no hay trato, ¿eh?
—Tanto un emperador de facto como un emperador jurado sir-
viendo al mismo tiempo destruiría al reino.
»En su lugar, renuncie a su autoridad de hecho y en nombre. Vá-
yase de la villa imperial. Vaya a disfrutar de los bosques y campos,
dejando el mundo vulgar atrás y sintonizando su corazón a la belleza
de la naturaleza en medio de las de ores silvestres.
Shouryuu estalló en carcajadas.
—Bueno, si lo pones de esa manera. Así que, coloco a Atsuyu en
una posición más alta incluso que la mía y luego me retiro al campo
para vivir mis días tomando la belleza rústica de las ores que orecen.
Hakutaku
Hakutak u inclinó la cabeza en el suelo.
Shouryuu dijo:
—Dile a Atsuyu lo siguiente…
—Sí.
—No soy tan tolerante como un hombre para darle a otros lo que
es mío por derecho.
—Su Alteza —dijo una voz de entre los ministros.
Shouryuu le hizo callar con un gesto de la mano.
—Dile a Atsuyu que, si regresa a Enki, voy a ser lo sucientemente
compasivo como para permitir que él tome su propia vida de la ma
nera que preera. Pero, si sigue provocando problemas mientras se
esconde detrás de Enki, voy a rastrear a Atsuyu y lo ejecutaré como

128   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

un traidor al reino.
Después de un momento de vacilación, Hakutaku se inclinó aún
más y dijo:
—Entiendo.
Shouryuu se levantó y sacó la espada del cinto. Solo se le permi-
permi-
tía al emperador y a sus guardaespaldas llevar armas en la sala del
Consejo Privado.
—Dime, Hakutaku,
Hakutaku, ¿pensaste que iba a dejarte
dejar te ir de aquí tan ram-
pante?
Aún postrado, Hakutaku respondió con voz clara.
—No.
—Eres el primer ministro de la provincia. ¿Atsuyu te obligó a venir
aquí como representante?
—Yoo pedí serlo. Yo sabía desde el principio que mis posibilidades
—Y
de volver a casa eran insignicantes. Era mejor venir yo, que un hom-hom-

bre joven con el


—La típica resto de asulas
respuesta vida todavía delante
demandas de él.sería tu cabeza
como estas
en una bandeja.
—Los arreglos con mi familia ya se han hecho.
Shouryuu plantó una rodilla delante de Hakutaku. Él empujó la
punta de la espada contra su garganta, lo que lo obligó a levantar la
cabeza.
—¿Sabes cuál es el destino de un traidor?
—Nunca tuve dudas.
No había un atisbo de duda en los ojos de Hakutaku. Impresiona-
do, Shouryuu mostró una sonrisa irónica.
—Un hombre con agallas. Me gusta eso. Sería una lástima matar- matar-
te. ¿Qué opinas de servirle más bien al gobierno imperial?
—Yoo solo le sirvo al ministro Gen.
—Y
—Y yo que pensaba que la lealtad de cada ministro en este reino
era hacia el emperador.
—El señor provincial de Gen me concedió esta posición. Él fue
nombrado por el emperador Kyou. Mi rango actual no puede ser acre-
ditado a su Alteza. Sin embargo, está dentro de su poder conrmar
su conanza en el señor provincial, garantizando la permanencia de
su cargo.
Shouryuu sonrió y envainó la espada.
—Veo
—Veo que tienes una participación
part icipación en este juego, después de todo.
Hakutaku se limitó a asentir.

Parte V  129 

Capítulo 19  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿Entonces todo lo que se necesita es que tu señor lo ordene


y tu voluntariamente participas en esta insurrección? ¿No sería el
camino correcto para un primer ministro provincial reprender a un
ministro descarriado?
—El ministro tiene sus propias pretensiones. Por favor, tenga en
cuenta la carga de haber nacido como un hombre que se atreve a
llevar el manto de un traidor.
—Para comenzar, Atsuyu no es el señor provincial y no puedes
responderle a él. ¿No es acaso solo el hijo del señor provincial? ¿El
nepotismo no va contra las reglas?
—El señor provincial se ha retirado de la esfera política y le entregó
el poder al ministro. La administración pública provincial no expresó
oposición a esta disposición. Sus cualidades son claras para todos los
que han trabajado con él, y lo han aceptado como nuestro líder.
—¿Lo posicionaron como señor provincial solo en nombre? Han
conseguido una
ñor provincial. Notraición
importadoble.
lo queEllaemperador es quien
administración nombra
pública al se-
provinc
provincial
ial
apruebe, no depende de ellos decidir. Y no siendo esto suciente,
desea el trono también.
—Desquítese conmigo cuanto quiera, pero en lo que respecta al
señor provincial, ese es un asunto resuelto.
—Por supuesto que lo está —Shouryuu se puso de pie. Y dijo con
un movimiento informal de la mano—. Puedes retirarte.
retirar te. Dile a Atsuyu
lo que te dije.
—¿Me está permitiendo volver a Gen?
—Bueno, alguien tiene que decirle. Puedes ser tú. Regresa y úne-
te a sus las como un compañero de conspiración.
—Lo entiendo.
—Preferiría que esto no se resolviera por la fuerza de las armas.
Si el espíritu te conmueve, tal vez podrías convencer a Atsuyu para
que piense mejor en este curso de acción.
—¿Si el espíritu me conmueve? —Por primera vez, Hakutaku mira- mira-
ba a Shouryuu directamente.
Shouryuu desvió la mirada con una sonrisa.
—Las personas de este mundo ponen gran parte de su vida en
manos de la voluntad divina. De hecho, yo soy el emperador elegido
por el Cielo, por lo cual, esta rebelión no tiene ninguna posibilidad de
éxito. Pero si deseas probar esta proposición, ve y sigan adelante con
su plan y vamos a ver qué pasa.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—¿Cree acaso en la autoridad de la Voluntad Divina?


—La creencia no tiene nada que ver con esto —dijo Shouryuu—.
Mientras sea yo quien esté sentado en el trono, no tengo ninguna ra-
zón para dudar de ella. Pero si tú no crees que existe, entonces ¿qué
haces rindiéndome reveren
reverencia?
cia?
—Esa pregunta no tiene nada que ver con esto.
—Todo
—T odo el mundo sufre cuando estalla
estal la una guerra civil. Pero piso-
tear la Voluntad Divina… Arroja el guante y voy a agarrarlo. —Shouryuu
echó un vistazo a la alegría y a la tristeza grabada en las caras de los
que lo rodeaban—. Escolta al primer ministro a la fronter
fronteraa de Sei. No
estoy de humor para enviar a uno de nuestros propios mensajeros
para que sea ejecutado
ej ecutado por Atsuyu. Por lo que el primer ministro ten-
dré que ir en su lugar.
Parte V  131

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


132   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 20

Itan cerró de golpe la puerta de la vivienda del emperador. Al ver al


emperador descansando
—¡Tú… tú… tú, idiota! allí en el diván, explotó de rabia.
Solo en ese momento Shouryuu se dio cuenta de que él estaba
allí. Se incorporó y asintió con la cabeza, como si nunca hubiera espe-
espe-
rado ver a Itan en cualquier otro estado. Además de ver a Shukou, que
estaba justo detrás de él, y Seishou, que debió ser quien los dejó en-
en-
trar, todo el mundo tenía la misma expresión molesta en sus rostros.
—¿Qué es esto, todos aquí tan de repente?
—¿No vino un mensajero de la provincia de Gen?
—Sí. Muy amable de su parte el enviar al primer ministro de la

provincia.
—El informe de Atsuyu era exigiendo que se lo promoviera a un
cargo por encima del propio emperador.
emperador. Y lo rechazó en el acto.
Shouryuu parpadeó.
—¿Crees que debería haber tomado en serio la oferta?
—¡Imbécil! ¿Por qué no le seguiste el juego para ganar algo de
tiempo? ¡Algo como que tenías que hablar de ello con tus ministros
mientras nosotros buscábamos la manera de hacerle una zancadilla!
El tiempo se agota. Tenemos que adivinar el verd
verdadero
adero estado de las
cosas en Gen, sus disposiciones y los efectivos reales. ¿No te pasó
eso por esa dura cabeza tuya?
Shouryuu le devolvió la sonrisa.
—Estoyy seguro de que se nos ocurrirá algo.
—Esto
Itan estaba más que furioso. Estaba desesperado. Había 12.500

Parte V  133

Capítulo 20 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

soldados en la Guardia Provincial de Gen contra el mismo número en


la Guardia Imperial. Si ponía algo de presión, podrían esperar y rezar
para duplicar ese número -con suerte, triplicarlo- con reclutas. Pero
todos los avisos en el mundo aumentarían los totales hoy o mañana.
Por otra parte, el aumento del número de soldados era solo la mi-
tad del problema. Tendrían que armarlos, entrenarlos y organizarlos
en las las. Era imposible saber cuánto tiempo les tomaría. Además,
que la marcha a la provincia de Gen tomaría un mes. Aprovisionar
las tropas para lo que durara la campaña era otra cuestión. No había
sucientes vagones disponibles para hacer el trabajo.
Shouryuu dijo con una mirada de asombro:
—Debes ser el único hombre en cualquier otro reino que menos-
precie al emperador de esa manera.
—¿Qué clase de emperador eres? ¡Si quieres ser tratado como
un emperador digno de respeto, debes empezar a actuar como uno!
—No es que me
Los hombros demoleste de un modo u otro.
Itan se desplomaron.
—En efecto. He llegado a la conclusión que discutir contigo es
una pérdida de tiempo.
—¿Hasta ahora?
Itan ignoró el chiste y se dirigió a sus colegas detrás de él.
—De todos modos, vamos a ver lo que podemos hacer con la
Guardia Imperial. Parece que tendremos que hacerle frente a Gen
con no más de los 12.500 efectivos
efectivos que tenemos.
Shouryuu lo interrumpió rápidamente.
rápidamente.
—Eso no será posible.
—¿Por qué?
—Debido a que Rokuta
Rokuta no está aquí. Necesitamos su sí o no para
movilizar a la Guardia Provincial de la prov
provincia
incia de Sei. Por desgracia,
no hay nadie aquí para hacerlo.
—¿No conoces el signicado de circunstancias atenuantes?
—No soy yo quien hace las reglas cuando se trata de ese tipo de
cosas.
—¡Se trata de rescatar al Taiho! ¿Cómo se supone que vamos a
obtener su aprobación si ha sido secuestrado? ¿Hay algo de cerebro
que quede en esa cabeza tuya?
—La aprobación no se dará pronto. Parece que vamos a tener que
renunciar a esa idea.
Itan sintió que el mundo giraba a su alrededor.

134  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—¿Comprendes que la Guardia Provincial de Gen es una fuerza


de división completa?
—Sí, lo hago. Dime, ¿qué tal si agitamos las cosas en la provincia
de Kou?
Los ojos de Itan se abrieron. Kou era una gran provincia situada
al noroeste de la capital. La punta de su front
frontera
era sur encajaba con la
provincia
prov incia de Sei y la provincia de Gen.
—Maldita sea, ¿estás consciente de la gravedad de los tiempos
en los que estamos?
—Ciertamente es mi intención retirar al señor provincial. Nombrar
al ministro en jede del sello privado a Sankou. Excepto por el pri-
pri -
mer ministro, promocionaré a todos en el Rikkan Provincial al Rikkan
Imperial. Envía un edicto imperial y arrástralos a todos de nuevo a
Kankyuu. ¡Ah, y Seishou…!
Seishou se volvió hacia el emperador.
emperador.
—Sí.
—Por mi autoridad, te nombro Jefe del Ejército de la Izquierda.
Conducirás tus tropas a la provincia de Gen y rodearás el palacio
Genboku.
Seishou aceptó la orden con una ligera inclinación.
—¿Qué crees que estás haciendo? ¡Al menos escucha lo que la
gente te está diciendo! —El tono de voz elevada de Itan era la de un
hombre que se ahogaba agarrado a un clavclavoo ardiendo.
Shouryuu respondió con apenas un encogimiento de hombros.
—Está decidido. Es un edicto imperial, después de todo.
—No me opongo en convertir a Seishou en general. Sino a lo
sumo que tendrá 7.500 hombres bajo su mando. Sitiar a una capital
provincial no es poca cosa. ¿Cómo va a aprovisionarlos? ¿Cómo se
van a movilizar?
—Pensé que yo era el emperador aquí.
—Por desgracia, lo eres.
—Entonces, ¿es necesario que te explique todo lo que digo?
Itan lo fulminó con la mirada.
—Eso no signica que tenga que estar de acuerdo con los capri-
capri-
chos de un tonto mientras dirige el reino a la destrucción.
—¡Oh, por el amor de Dios! —se quejó Shouryuu. Se levantó y dijo,
golpeando sobre la mesa para dar énfasis—. Para comenzar, vamos
a ver si puedes diferir tanto. Las ocho provincias de En no me respon-
den a mí.

Parte V  135 

Capítulo 20 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Itan respiró profundo. Los señores provinciales habían sido, de


hecho, nombrados por el emperador Kyou. Pero nadie se atrevió a
expresar las implicaciones obvias en voz alta.
—No podemos dejar a Kankyuu expuesta. Despachen a todo el
Ejército Imperial y es probable que se vean obligados a salir de su
escondite.
—Pero…
—Solo escucha. La provincia de Gen ha detenido a Rokuta y nos
está chantajeando al utilizarlo como escudo. Gen no tiene ninguna
necesidad de dividir sus fuerzas y enviar tropas a Kankyuu.
»A pesar de que sin duda parece que los espías alineados con
Gen están pasando de contrabando una gran cantidad de armamen-
tos desde Kankyuu, no he oído ningún informa de caballos o vagones
de almacenamiento. Eso sugiere que no hay ningún deseo de montar
un ataque prolongado en Kankyuu, al menos no en el corto plazo.
Itan
—Porasintió.
el momento.
—Sin embargo, no podemos simplemente esperar a que Gen
haga su movimiento. Debido a que Rokuta está allí. Si no van a venir
a nosotros, tendremos que ir a ellos. Incluso con una Guardia Impe-
rial de 12.500 contra el Ejército Provincial de Izquierda con 12.500
también, incluso ignorando el hecho de que van a estar luchando en
su propio terreno, todavía enfrentaremos una difícil batalla. Enviare-
mos a todos los soldados
sol dados que podamos.
—¡Eso es lo que he estado diciendo todo el tiempo!
—Rodear Ganboku y amenazar la capital provincial. Gen estará
preparada para el asedio. La situación será un punto muerto. Pronto
se volverá obvio que no se trata de una campaña nocturna. Todos
Todos en
Gen lo verán venir.
venir. ¿Qué medidas tomará Gen entonces?
—Lo siguiente…
Cuando Shouryuu lo miró, Shukou dijo:
—Instigar a los señores provinciales más cercanos a Kankyuu
para devolver el golpe. Debemos asumir que han estado preparando
el terreno desde hace tiempo.
—Exactamente. De ninguna manera podemos dejar a Kankyuu
sin vigilancia y expuesta. Tenemos
Tenemos que equilibrar a la Guardia Provin-
cial. Difundir información sobre la traición de Gen y reclutar soldados
de toda la capital.
—¿Eso será suciente para mantener el terreno?

136   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Haremos que sea suciente. No necesitan espadas y lanzas.


Reúne una gran población de civiles aquí en Kankyuu. Ninguno de los
ejércitos de las provincias vecinas excede los 10.000. Con 30.000
soldados potencialmente armados, ninguno de ellos va a arriesgar su
cuello por la venganza de alguien más.
Itan farfulló:
—¿Y si uno de ellos lo hace?
—Entonces creo que la diosa de la fortuna
fortuna no estuvo de nuestro lado.
—Mira…
—No me malinterpreten. En este punto, es todo o nada para no-
sotros. Si Rokuta muere, yo soy un hombre muerto viviendo horas
extras. Y no creo que ustedes puedan mantenerse en sus puestos
por mucho tiempo, tampoco.
Junto al estupefacto
es tupefacto Itan, Shukou interrumpió.
—¿Cuántos civiles podremos tener de nuestro lado?
—Difundan
—Mentiras…mentiras y entre corrillos tejeremos una amplia red.
—El Taiho es un mocoso de trece -no vamos a decir que tiene
diez-. Cuenten algunas historias melodramáticas sobre la naturale-
za del corazón tierno de nuestro joven Taiho y planten las historias
donde sea posible que corran rápido. El lamentable niño está siendo
cruelmente retenido contra su voluntad en la provincia de Gen. ¡Ah!,
y no dejen de lado la parte de cómo el emperador es un gobernante
sabio y prudente.
Los otros tres hombres estaban allí con expresiones de asombro
en sus rostr
rostros.
os.
Shouryuu dijo con una sonrisa sardónica.
—¿Acaso el emperador no asciende al trono en respuesta a los
sinceros deseos de sus súbditos? Ahora que el trono recién ocupado
está siendo amenazado, ¿caerá de nuevo el reino en el caos, los ver-
des valles y campos, una vez más se convertirán en el hogar de los
nidos y madrigueras de youma? Todos
Todos deberíamos rezar para que el
emperador sea tan bueno e inteligente. ¿Quién no espera que este
renacimiento continúe bajo su liderazgo iluminado? Cierto o no, eso
es lo que todos quieren creer.
—Suenas más como un estafador que como un emperador
emperador..
—Estamos simplemente tomando ventaja de su fe. Cuántos más
soldados haya en Kankyuu, más seguros estaremos.
—Aún así… —Itan se quejó.

Parte V  137 

Capítulo 20 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

A su lado, Shukou dijo:


—Todavía
—T odavía está la estrategia crítica para atacar a la provincia de Gen.
—Te lo dejo a ti, Seishou. Toma todas las medidas necesarias
para rodear la capital provincial con 7.500 soldados de la Guardia
Imperial.
—Pero el Ejército de Izquierda de Gen tiene toda la fuerza de la
división.
Shouryuu sonrió.
—Yo creo que no. Estamos hablando de una fuerza de combate
que logró reunir de los condenados y parias de la sociedad. Como
mucho serán unas 10 10.000
.000 almas.
—¿De dónde sacaste esos números?
—Conocimiento de primera mano. Soy Jefe de Pelotón, ¿no lo sa-sa-
bías? Uno de los
l os primeros brotes de la primavera, después de que el
heno es cortado. Ese es el tipo de ejército del que estamos hablando.
Shukou y Seishou
Itan se inclinó intercambiaron
intercam
sobre la mesabiaron
y mirómiradas.
a Shouryuu a la cara.
—Un momento. ¿Tú? ¿Eres miembro de la Guardia Provincial de
Gen? Si eres líder de pelotón, eso te convierte en subocial.
Un ejército con todo el personal consistía en cinco regimientos
de 2.500 soldados divididos en cinco batallones, y estos se dividían
en cinco compañías, cuatro pelotones y cinco escuadrones con cinco
soldados cada uno.
—Estaba en el Ganboku cuando fui reclutado por la Guardia Pro-
vincial. Si mato a cincuenta soldados imperiales, me pondrán como
capitán de una compañía. Doscientos me va a ganar el ascenso a
comandante de batallón. Tomar la cabeza de un general invasor un
día me podría llevar a dirigir el Ejército de la Izquierda en la Guardia
Imperial. Si mato al emperador el puesto de Daishiba será mío. Por
supuesto, tomar ese puesto sería un poco complicado.
Itan puso los ojos en el techo.
—Podría llorar de puro asombro.
Shukou volvió
volvió a respirar hondo y exhaló.
—Pensé que te había dicho que dejaras de jugar al espía.
—Pero es útil, ¿no? Pensar en el futuro.
—De todos modos, los asedios llevan su tiempo. Durante ese
tiempo, el destino del Taiho permanecerá aún más en duda.
—Oren para que no lo haga.
—Pero si en el peor de los casos, los vientos del destino te

138   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

alcanzaran también.
—Shukou —Shouryuu miró directamente a los ojos de su sirvien-
sirvien-
te—. ¿Para preservar la preciada vida de Rokuta, debemos someter-
nos a las demandas de Atsuyu?
Shukou no encontraba palabras.
—El kirin  elige al emperador. Esa es la principal base sobre la
cual se funda un reino. Un traidor que socave con éxito ese principio
pondría al reino de rodillas. Algo como eso no se puede permitir. ¿No
te parece?
—Pero…
—¿Preferimos
—¿Pref erimos al reino o al rey?
Shukou no tenía una respuesta preparada.
Si Atsuyu mataba a Rokuta, el emperador delante de él moriría
también. Esa era la forma en que este mundo funcionaba. Si a pesar
de toda la lucha la ventaja volvía al emperador, Atsuyu al verse aco-
rralado podría
emperador,
emperador matar
, debió al kirin
aceptar . Actuando
la oferta solo en
de Atsuyu. el no
Pero mejor interés
podía del
hacerlo.
—El día que le demos a Atsuyu lo que quiere, ese día este reino
perderá cualquier legitimidad que pudiera tener —Shouryuu le mos- mos-
tró al estupefacto Shukou una sonrisa irónica—. Con un poco de suer-
suer-
te, estamos seguros de poder salir de este lío.
Parte V  139 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 21

Parado en un balcón tallado en la ladera de la montaña Ganboku,


Rokuta miraba hacia la provincia de Gen y la ciudad abajo. Una leve
brisa golpeaba contra su cara, llevando consigo el aroma de la lluvia.
ll uvia.
—Los mozones están llegando. No se ve que los diques del Roku-
sui vayan a estar listos a tiempo.
Una larga guerra estaba a punto de comenzar y las lluvias ven-
drían antes de que la disputa pudiera resolverse. A pesar de la tem-
porada de lluvias, las provincias como Gen a lo largo de las costas del
Mar Negro no verían tanta precipitación. Las lluvias amenazadoras
caían aguas arriba.
—Es demasiado tarde para preocuparse por eso.
Kouya
 jo. La se apoyó
supercie en la barandilla,
serpenteante
serpenteante mirando
del Rokusui
Rokusui haciadébilmente
brillaba el mundo
déb ilmentede aba-
bajo la
luz del sol. El Rokusui era siempre una amenazar para las personas
que vivían en las llanuras de inundación. Era imposible saber cuándo
este poderoso río se desbordaría. El año anterior había estado bien.
 Y tal vez este año los bancos
bancos se mantuvieran así.
Pero ¿y el próximo año? Tener buena suerte un año solamente
aumentaba la inquietud del siguiente. El miedo inundaba a la provin-
cia de Gen antes que las inundaciones.
Rokuta dijo:
—En cualquier caso, cuanto antes suceda, mejor.
Kouya respondió con una sonrisa irónica.
—Tarde o temprano, poco importa ahora. La guerra es un desas-
tre más grande que una inundación.

Parte V  141

Capítulo 21 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Cierto.
—De hecho —dijo Kouya, levantando la mirada del cuadro de aba-
 jo y mirando
mirando a Rokuta—,
Rokuta—, el ministro quiso movilizar
movilizar sus tropas mucho
mucho
antes. Salvo que las probabilidades no favorecían una marcha hacia
Kankyuu. Tenía
Tenía que encontrar una manera de conseguir que la l a Guar-
dia Imperial viniera a él. Solo después de que no había encontrado
una estrategia de este tipo, le mencioné mi conexión contigo. Le dije
que conocía al Taiho. Y por eso terminamos aquí. ¿Estás enojado?
Había imaginado que Rokuta se había olvidado por completo de
él. Pero esperaba que, si persistía, podría al menos concertar una
cita. Y si jugaba bien sus cartas,
car tas, atraerlos a Ganboku. Rokuta
Rokuta estaba
seguro al estar rodeado por sus guardaespaldas. Si las cosas iban
mal, Kouya nunca regresaría a Ganboku
Ganboku..
En respuesta a estas preocupaciones, Atsuyu ideó una estrategia
alternativa.
“Es mejor
Rokuta
Rok uta mentir un poco que perder a mi Shashi”, había dicho.
asintió.
—El n justica los medios. Esa es la forma en la que funciona el
mundo. Hey,
Hey, ¿está bien si no tengo que volver a mi celda?
—Debes de estar sufriendo de claustrofobia ahí. Además, el mi-
nistro dijo que merecías tiempo libre por tu buen comportamiento.
—Qué bueno de su parte.
Esta vez, Kouya solo respondió con una sonrisa sincera.
—Está muy agradecido por darle toda tu atención. TalTal vez esta es
su forma de agradecerte. Pero da un paso fuera del palacio y el hilo
se romperá.
—Sí, lo sé. —Aún así, Rokuta levantó los ojos, no podía ver la pie-
pie -
dra atada a su frente.
Kouya sonrió.
—Los kirin son criaturas terriblemente inconvenientes.
inconvenientes. Necesitas
al menos dos rehenes para mantener a uno inmovilizado.
—Mucho más que dos.
—Cierto —Kouya volvió a sonreír—. Tenemos prisionera a Ribi, por
no mencionar al resto de su séquito. Si intentas algo, todos ellos se
mueren.
—¿No puedes al menos dejarlos ir?
—¿Crees que deberíamos?
—Un solo rehén es suciente. Veo por qué tienes a Ribi, pero ¿por qué
mantener al resto de ellos y al bebé? No es como que vaya a huir o algo.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Se lo diré al ministro. Pero lo dudo. Él no es tan humanitario


como para permitir que tales enemigos estén fuera de su alcance.
—Probablemente
—Probablemen te no —Rokuta
—Rokuta estuvo de acuerdo con un profundo
suspiro.
Atsuyu llegó al balcón.
—¡Oh, ahí está! —Le hizo una profunda reverencia a Rokuta y le
sonrió a Kouya—
Kouya—.. El Ejército Imperial está en movimiento.
Rokuta
Rok uta lanzó una mirada sorprendida por encima del hombro.
—¿El ejército?
—Por lo que parece, Taiho. Solamente es la l a Guardia Imperial. Sus
7.500 efectivos pronto se apartarán de Kankyuu.
—¿Pueden ganar?
—¿Ellos a nosotros? —Atsuyu rio.
Rokuta
Rok uta no podía imaginar cual era el motivo de su risa.
—Si se está preguntando si la Guardia Imperial va a ganar, le diré
que
do sino vamos
vamos a ser derrotados
a ganar, le diría quetan fácilmente.
daremos Si se
nuestro estáesfuerzo.
mejor preguntan-
preguntan-
—¿Por qué? —murmuró Rokuta—. ¿Por qué Shouryuu y tú están
tan ansiosos por esta pelea, creando confusión a lo largo y ancho sin
pensar en las consecuencias? Hablas alegremente de 7.500 solda-
dos. ¿Realmente sabes lo que signica? No estás teniendo en cuenta
muchas cosas. No tienes en cuenta las vidas, las personas con las
familias y las esperanzas y sueños.
Atsuyu dijo encogiéndose de hombros indiferente:
—Lo entiendo muy bien. Pero, Taiho,
Taiho, ¿entiendes cómo muchos de
sus súbditos morirán cuando el Rokusui se desborde? Dada la posi-
bilidad de elegir entre diez mil para que mueran mañana o sacricar
un millar hoy, voy a elegir voluntariamente esto último.
—Ustedes dos -Atsuyu y Shouryuu- dicen exactamente lo mismo.
Kouya puso una mano sobre su hombro.
—La operación se ha puesto en marcha. Solo hay una manera de
detenerla ahora: el ministro se rinde y se disculpa. Rok Rokuta,
uta, ¿le dirías
que se suicide?
—Kouya,
—Kouy a, ese un golpe bajo.
—Peroo es la verdad
—Per verdad.. Diciéndole que retire las
l as tropas es, en pocas
palabras, diciéndole que muera. Si es aceptable para él cambiar su
propia vida por esos mil soldados, entonces estás golpeando la mis-
ma barrera moral que él.
Rokuta
Rok uta les dio la espalda a ellos,
ellos , apoyó las manos en la barandilla

Parte V  143

Capítulo 21 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

y hundió la cabeza entre los brazos.


—Ustedes no entienden. Nadie lo hace. Saborear la sangre en el
aire sin estremecerse.
Kouya le dio una palmada en la espalda.
—Entonces el emperador debe aceptar la petición del ministro. In-
cluso si él ocupa una posición superior a la del emperador y ejerce la au-
toridad equivalente, el emperador no tendrá ningún temor por su vida.
—Fácil para ti decirlo.
—Pero, Rokuta, en el momento en el que fuiste detenido en la
provincia
provinc ia de Gen, el camino a la guerra se hizo inevitable.
Rokuta
Roku ta levantó la cabeza con un sobresalto y volvió a mirar a Kouya.
Kouya tenía una mirada triste en su rostro.
—Si hubieras querido evitar una guerra debiste en Kankyuu ha- ha-
ber azuzado a uno de tus  shirei  en
  en mí, abandonar al bebé y correr.
Una vez que estuviste bajo nuestra custodia, no había vuelta atrás
paraRokuta
ninguno de la
bajó nosotros,
cabeza. incluyendo al ministro.
Esa era la verdad. Pero no había manera
de que pudiera haber provocado la muerte de un bebé allí mismo,
delante de él.
—Los kirin son criaturas lamentables, condenados por su propio
sentido de la compasión. Atado al emperador como su Taiho, debe
ser una tensión constante. Dejándole todo a Atsuyu te haría la vida
mucho más fácil. Mira… —Kouya tomó a Rokuta de la mano—. Quiero
resolver esto sin una guerra también. Es por eso por lo que el empe-
rador debe entregarle el mandato al ministro, y tú debes escribir una
carta exhortándolo a hacerlo.
—Podría escribir todo lo que quiera, pero Shouryuu
Shouryuu no va a escuchar.
escuchar.
—¿De verdad?
—Shouryuu no está dispuesto a renunciar al trono. Él realmente
quería un reino propio. Él no es el tipo de persona que se sacrica a
sí mismo y suelta las cosas así sin luchar —Rokuta le dijo a Atsuyu—.
Él continuará la lucha por sí mismo, si eso es lo que quiere. Uno de
ustedes debe ceder,
ceder, y Shouryuu no lo hará hasta que esté muerto.
Atsuyu dijo con una sonrisa inquietante:
—Es lo mismo contigo, Taiho.
—¡Oh!
Atsuyu enfocó sus ojos en el mundo de abajo.
—Así que quería un reino propio, ¿eh? ¿O quería ser el rey de un
reino?

144  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Debería hacerte la misma pregunta.


—No tengo ningún interés en ejercer el poder y la autoridad. No
entré en el Shouzan después de que el emperador Kyou murió, aun-
aun-
que el ministro me animó también. El trono tiene ningún atractivo
para mí.
—¿Por qué?
—Lo único que importa es el bienestar de las personas. El empe-
rador debería crear para ellos un refugio seguro y no piensa en ellos
en absoluto. ¿Es consciente de lo mucho que la gente de En anhela-
ba un nuevo emperador, Taiho?
—Es decir…
—El reino debe cambiar cuando ha sido coronado el nuevo empe-
rador. Pero este nuevo emperador se reserva toda la autoridad para
sí mismo y da el gobierno por sentado. Si el gobernante tan larga-
larga-
mente esperado, es ese tipo de persona, entonces alguien tiene que
dar un
—¿Ypaso
ese adelante y defender
alguien eres al pueblo.
tú? —Rokuta preguntó con sarcasmo.
Atsuyu negó con la cabeza.
—Si existiera un gobernante verdaderamente apto para reinar, me
apartaría de su camino. Como ya he dicho, no estoy interesado en
tomar las riendas del poder —Se dirigió hacia el borde de la terraza y
una vez más miró al mundo de abajo—. Ya veo. El emperador deseaba
solamente saber qué se sentía sentarse en e n el trono. No es de extrañar
que tenga tanto desprecio por el duro trabajo de un gobernante.
—Atsuyu, eso no es lo que quería decir
decir..
Con un movimiento de cabeza, Atsuyu enfrentó a Rokuta y dijo
con un gesto amable:
—Taiho, solo puedo imaginar el sufrimiento que estás pasando.
No tengo palabras. Pero si la fortuna nos sonríe y la Guardia Imperial
da la vuelta sin incidentes, al nal vamos a ver seguramente que todo
este mal será para bien y encontraremos una manera de salir de esta
oscuridad.
Parte V  145 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


146   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 22

Rokuta
Rokuta caminaba de vuelta a su celda. Ribi estaba
es taba jugando con el bebé.
—¡Oh! Está de vuelta —dijo.
—Sí.
Teniendo en cuenta el tono de mal humor de su voz, Ribi se incli-
nó hacia delante con una mirada de duda.
—¿Qué está pasando?
—Ribi —dijo Rokuta tomando asiento—, ¿te parece que querer que
un reino es lo mismo que querer el trono?
—¿Eh?
Rokuta
Rok uta negó con la cabeza.
—No, no es lo mismo. Cómo decirlo, no sé.
—¿A qué se dijo
—Shouryuu debeque
esto?
quería un reino. Nada acerca de ser empera-
empera-
dor o aprovechar
aprovechar al máximo su rango y posición. Solo el reino. Siento
que no es lo mismo que convertirse en emperador, uno de los gran-
des y poderosos. Es por eso por lo que le di el trono.
—Taiho…
—Tal vez, ¿me equivoqué?
—Taiho… que en el mundo…
Rokuta
Rok uta se dejó caer sobre la cama.
—Lo siento. Solo estoy balbuceando.
El cielo estaba claro sobre el pequeño feudo, abrazando las costas

Parte V  147 

Capítulo 22  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

del Mar Interior.


Interior. En una época en la que a menudo se veían manchas
de sangre lavadas con más sangre, el olor de la muerte y la sangre
derramada en los omnipresentes campos de batalla barrían a través
del mar.
Así Rokuta fue el primero en darse cuenta de que algo estaba
mal. La sangre fresca estaba en el aire. Tres días después de que la
creciente sensación de inquietud comenzó a preocuparlo, un cuerpo
llegó a la orilla.
oril la. Era uno de los pescadores que navegaba
navegaba hacia fuera
de las costas por debajo del castillo.
—¿Qué está pasando? —le preguntó Rokuta a Shouryuu—. Debe- Debe-
rías saberlo más que cualquiera.
Shouryuu estaba sentado en el muelle de la bahía lanzando su
línea de pesca en el agua.
—¿Sabes algo sobre los Murakami?
—No.

ces —Al igual


en la queopuesta.
orilla los Komatsu,
Sirvenson descendientes
a los Kouno, perode piratas
desde la con raí-
Guerra
Ōnin han estado tirando con fuerza de la correa.
»Parece que la tiraron con tanta fuerza que se liberaron y ahora
están vagando a voluntad.
Los ojos de Rokuta se abrieron.
—¿Vas a estar bien?
—Hmm. Los Murakami han tenido durante mucho tiempo sus
ojos en este lugar. Al controlar los estrechos entre aquí y allá po-
drán controlar el acceso al mar interior
interior.. Espero un ataque en el futuro
próximo.
—¿Vas
—¿V as a huir? Eso fue lo que dijiste qué harías.
Shouryuu dijo con una sonrisa forzada.
—Le dije a mi padre que aceptara el patrocinio de los Murakami,
pero eso un hombre que valora su orgullo por encima de todo lo demás.
—Entonces, ¿esta tierra se convertirá en una zona de guerra tam-
bién?
Ahora Shouryuu rio.
—Este es el único territorio que tenemos. Sería bueno tener un
lugar al cual retirarse. Por desgracia, apenas hay espacio suciente
para mecer a un gato. Sin embargo, una vez fuimos un clan marine-marine -
ro, éramos el frente de la famosa otilla In’noshima. Los tres clanes
Murakami son fuertes ladrones. Si la batalla se vuelve contra ellos,
van a llamar a sus hermanos en Noshima y Kur Kurushima.
ushima.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

Shouryuu pronunció su pequeña conferencia con la actitud de un


profesor
profesor aburrido. Rokuta frunció el
e l ceño.
—Hablas como si le estuviera pasando a otra persona.
—Hacer un alboroto sobre ello no va a lograr nada. Digamos que
nos escapamos de los Ouchi y los Suou y nos la arreglamos para
evitar el ataque de los Murakami. Los Kobayakawa
Kobayakawa entonces segura-
mente nos golpearán en nuestro punto más débil. —Sonrió—. No ten- ten-
go hermano e hijas a casar. Eso signica que no hay aliados ables
con lazos de sangre. Vamos a tener que prepararnos para lo peor.
peor.
—¿No eres tú el heredero?
heredero? ¿No serías el que corre el mayor riesgo?
—Con mayor razón —Shouryuu respondió alegremente—, para
que hagas tus maletas. Sal antes que las hostilidades estallen. Ve al
oeste. Encuentra un lugar al que no haya llegado la guerra.
Los rumores de guerra se extendían como la pólvora. Los trabaja-
dores itinerantes sin casas o barcos fueron los primeros en abando-
nar el feudo.
inducirlos Shouryuu
a irse. Desdepudo
luegohaber
dejó ayudado
de paseara avivar las llamas
por fuera para
del castillo.
Los pescadores iban al mar armados y almacenaban provisiones en
las pequeñas islas de la bahía.
A pesar de la dolorosa tensión y los repugnantes vientos de la
guerra que soplaba, sobre todo, Rokuta
Rokuta decidió quedarse.
En uno de esos días, llegó un mensajero de la casa de campo a
la choza del pescador donde se alojaba Rokuta. Le entregó a Rok Rokuta
uta
algo de dinero y le dijo que huyera para salvar su vida.
—El joven maestro
maestro dice que no hay razón alguna para que los niños
mueran aquí, sobre todo si no tienes ningún vínculo con este lugar.
Rokuta
Rok uta preguntó sobre Shouryuu y le dijeron que había ido fuera
de los fuertes de la isla temprano en la mañana.
—El joven maestro está trabajando duro día y noche. No habrá
ninguna duda sobre sus habilidades después de esto.
Sosteniendo las monedas en la mano, Rokuta bajó a la playa.
Desde la orilla rocosa exploró las islas cercanas en la bahía, los bar-
cos amarrados en los muelles de la isla. A un lado de la entrada,
estaban construyendo un anclaje para buques de guerra.
—¿Qué sucederá? —La voz de una mujer se hizo eco desde las
sombras a los pies de Rokuta.
Rokuta no respondió.
Rokuta
—¿No es él el emperador? —Yokuhi señaló lo obvio, pero Rokuta
se mantuvo callado—. ¿No dejaste el Monte Hou y cruzaste el océano

Parte V  149 

Capítulo 22  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

debido a que el emperador estaba aquí?


—Sí, lo hice, pero no lo hice a propósito.
—Los buques de guerra se reúnen en esa isla lejana. Si te quedas
aquí, Enki, quedarás atrapado en la conagración.
—Lo sé. —Rokuta apretó las monedas—. Yokuhi, Rikaku.
—Sí —fue la respuesta sin forma.
—Si es necesario, protejan a Shouryuu. Manténganse al margen
de la lucha. No maten a ningún enemigo. Si ocurre lo peor, agárrenlo
y llévenlo a un lugar seguro. Se lo debo. No puedo dejar que muera.
—Pero…
—Vayan.
—Va yan. Tengo otros shirei .
—Sí —fue la voz de sus sirvientes.
Debido a que Shouryuu estaba allí para mí cuando más impor -
taba, trató de convencerse a sí mismo. Pero sabía que había mucho
más que eso. Si Shouryuu muere, ¿qué será de En?
Una
Estasvoz le aseguró:
cosas siempre se resuelven solas.
seguro?, preguntó otro.
 ¿Estás seguro?
¿La Voluntad del Cielo caía solo en un hombre? Si así fuera, enton-
enton-
ces si Shouryuu
Shour yuu moría aquí, signicaba que En perdería a su emperador
emperador..
Los pescadores y comerciantes sabían que no tenían ninguna po-
sibilidad de ganar esta batalla. Rokuta solo podría salvar a Shouryuu,
Shour yuu,
nombrarlo emperador, y llevarlo de vuelta a En. Pero ¿qué tal si eso
traía de nuevo la guerra a En? Él nunca se había permitido conar en
ninguna criatura que se llamara a sí mismo emperador.
¿Shouryuu podría realmente salvar a En? Igualmente era capaz de
destruir a En tan profundamente, que nunca se levantaría de nuevo.
—¿Por qué debo ser el kirin?
Él encarnaba la voluntad de las personas, pero no podía oír lo
que tenían que decir. Si tan solo pudiera preguntarles a los que se
quedaron en esa tierra destrozada lo que debía hacer.
La lucha comenzó en serio apenas tres días después. Las fuer-
zas Komatsu dieron una buena batalla contra las naves que rodea-
ban los fuertes. Rokuta y los demás que se habían quedado atrás
observaban desde la costa. Mientras las guarniciones de la isla no se
acabaran, los Murakami no invadirían la tierra.
En el sexto día, un grito de guerra desgarró el aire detrás de ellos.
Cargando sobre las montañas que rodean la bahía, las fuerzas Mu-
rakami atacaban por la retaguardia.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

Las llamas envolvieron las torres de vigilancia por delante y por


detrás de ellos. El caos se
s e derramó debajo de las colinas, hacinando
a Rokuta y a los otros en la orilla. Apenas lograron apilarse en una
ota de pequeñas embarcaciones cuando la mansión fue invadida.
El fuego subió por las torretas de la esquina. Los arietes rompieron
rompieron la
puerta principal del castillo.
El padre de Shouryuu,
Shour yuu, el gobernante del dominio Komatsu, echó
a correr y murió mientras huía. Shouryuu era el heredero del reino pi-
pi-
rata de su padre, incluso si el enemigo los asediaba por todos lados.
Pasaron solo cuatro días hasta que el clan Komatsu desapareció
de la historia.
Parte V  151

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


152   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 23

Las noticias del secuestro del Taiho


Taiho dejó a Kankyuu en un alboroto. Ha-
bía largas colas para enrolarse en las Ocinas Provinciales Imperiales.
Las personas deseosas de noticias sobre la situación llenaban cada
espacio disponible entre la Puerta
Puer ta del Acantilado y la Puerta del Faisán.
—¿Gen va a invadir a Kankyuu también?
El reino había dado un paso atrás desde el borde de la destruc-
ción solo veinte años antes. Nadie había olvidado el desgraciado es-
tado de En en aquel entonces.
e ntonces. En todavía
todavía era pobre en comparación
con los otros reinos, pero sus súbditos tenían todas las razones para
creer que mañana sería mejor que hoy.
Finalmente habían terminado de eliminar los desechos. El sonido
huevo del metal
escuchaba cada golpeando madera yuna
vez que golpeaban huesos carbonizados
azada en el suelo.ya no se
Y ahora
todo su trabajo duro podría quemarse hasta las cenizas de nuevo…
—¿Qué va a hacer el emperador?
—¡No me diga que se ha escondido!
—¿Cómo le está yendo al Taiho? ¿Él está bien?
Acosados por las preguntas de la gente de la ciudad hasta altas
horas de la noche, los burócratas se arrastraban fuera de la cama
a la mañana siguiente y abrían las puertas. Un tumulto de personas
se agolpaba en el Ministerio de Verano y la ocina del comandante,
donde el personal estaba hecho polvo al trabajar de sol a sombra.
Uno de los ociales del comandante, un hombre con el nombre
de On Kei, fue el primero en bajar a las ocinas provinciales a la ma-
ma-
ñana siguiente y abrir las puertas.

Parte V  153

Capítulo 23 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

La conmoción del día anterior aún estaba fresca en su mente, On


Kei se resignó al tedio de más de lo mismo, la gente de nuevo se agol-
paba en las ocinas provinciales y le salpicaban con preguntas como:
—¿Vamos a ganar?
Quería gritarles:
¡Asegúrense de decirme cuando lo descubran!
—¿Qué pasa si el emperador muere! ¡Nos la arreglamos para so-so-
brevivir el régimen del emperador Kyou, conseguimos algunos nue-
vos ministros que hicieran su trabajo y empezamos a vivir nuestra
vida normal!
Ya somos dos, On Kei se quejó para sí mismo, el pesimismo col-
gaba como un jarro de agua fría sobre sus hombros mientras libera-
ba los pernos y abría las puertas de la ocina del comandante.
Como era de esperar, una multitud se había reunido afuera de
las grandes puertas. Ellos se lanzaron hacia delante. On Kei levantó
las manos,
él hizo haciéndolos
un gesto para quedetenerse. Cuando las protestas estallaron,
se calmaran.
—La ocina del comandante ya tiene sus manos totalmente ocu-ocu-
padas. Entendemos sus preocupaciones. Si tienen preguntas acerca
de la situación actual, es necesario ir a otra parte en busca de res-
puestas. Nosotros simplemente no tenemos el tiempo y los recursos
de sobra en este momento.
—Pero… —alguien protestó—. ¿En verdad se va a disparar una
guerra? Al menos puede decirnos eso.
—Esa es una pregunta que deben plantearle a la provincia de
Gen. Cuando Gen levantó la bandera de la insurrección, el Ejército
Imperial no tuvo más remedio que responder.
—¿Cómo está el Taiho? ¿Qué pasa con el emperador?
 ¿Cómo se supone que voy a saber? On Kei se dijo a sí mismo, en
que voy
cambio, él asintió.
—El emperador está haciendo lo mejor que puede. Él está más
preocupado que ninguno de ustedes de que el Taiho salga lastimado.
No sabemos el estado actual del Taiho y solo podemos rezar para
que se mantenga incólume.
Un anciano preguntó:
—¿Hay alguna manera de resolver este conicto sin guerra?
—Si averigua la respuesta a esa pregunta, por favor, háganoslo
saber.
—¿El campo se convertirá en un campo de batalla de nuevo?

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

¡Justo cuando las cosas empezaban a mejorar! Esta vez si nuestros


campos son pisoteados bajo los pies de la caballería, vamos a dar
todo por terminado. ¿El comandante no puede entender eso?
On Kei le dio al anciano una mirada exasperada.
—Es por eso por lo que le dije que, si sabe una manera de evitar
la guerra, nos la diga. El emperador no está buscando pelea. La pro-
vincia Gen es la causante de todo esto.
—Pero…
Frentee a un coro de voces, On Kei agitó los brazos.
Frent
—Por favor, vayan a otro lugar. El Ministerio de Verano no es el
foroo para tales discusiones.
for
Las personas reunidas frente a las puertas
puer tas se miraron. Varios vol-
vieron sobre sus talones en busca de burócratas más complacientes.
Una mujer dio un paso adelante.
—¿El Ejército Imperial va a ganar? —Ella se paró frente a On Kei,
acunando a un bebé contra
—Nos esforzaremos parasuasegurarnos
pecho. de que lo haga.
—La provincia de Gen ha secuestrado al Taiho. Si lo matan, el
emperador morirá también.
—Eso es cierto.
—Peroo ¿en realidad están haciendo suciente? ¿No deberían en-
—Per en-
viar al Ejército Imperial a la provinc
provincia
ia de Gen y traer de nuevo al Taiho
al palacio?
On Kei no pudo evitar exasperarse un poco.
—Exactamente. Eso es en lo que el comandante y su personal
están trabajando.
—¡No hay nada aquí por lo que valga la pena luchar otra vez en
primer lugar! —gritó el anciano.
La mujer lo miró.
—¿Lo que se lograría sin luchar? ¿Estás diciendo que el empe-
rador debe morir? Sin un emperador, un reino va a la ruina. Todo el
mundo sabe lo que es eso.
—La guerra no es más que la ruina.
La boca de la mujer se retorció brevemente en una sonrisa de
desconcierto.
—No me has dicho nada que yo no sepa.
—¿Qué quieres decir? —exigió el anciano, al tiempo que se subía
los pantalones.
Ella lo miró fríamente, después miró a las personas que todavía

Parte V  155 

Capítulo 23 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

estaban allí reunidas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos.


—Sé que hay personas entre ustedes aquí -y no son pocos entre la
gente de esta ciudad- que asesinaron a nuestros hijos. —Ella levantó
al niño dormido en sus brazos—. Miren, mi hijo. Le pedí al riboku y el
Cielo respondió. Ustedes han hecho lo mismo. Pero también sé que
hay personas que caminan libremente habiendo asesinado a nues-
tros parientes. Mi propia hermana fue asesinada y echada en un pozo.
La sala quedó en silencio.
—Un hombre irrumpió
irrumpió en nuestra casa a altas horas de la noche,
la secuestró, incluso mientras dormía a mi lado y tiró su cuerpo a un
pozo. Sé que él está llevando una vida tranquila y fácil hoy en día.
Eso es lo que sucede cuando un reino va a la ruina. Los criminales
limpian sus bocas y siguen como si nada hubiera pasado.
On Kei cortésmente tocó la espalda de la mujer.
mujer.
—Es suciente —dijo.
Ella lo miró
—Todos con frialdad.
pueden pretender que no pasa nada, pero el pecado no
desaparece. Nunca olvidaré. Para el resto de mis días voy a recordar
recordar
el sonido del cuerpo de mi hermana golpeando el agua en el fondo
de ese pozo. Recuerden mis palabras, lo mismo va a ocurrir de nue-
vo. Si esto continúa y el emperador muere, este niño seguramente
tendrá el mismo destino. Cuando llegue la destrucción, vendrá y no
habrá nada que podamos hacer para detenerla. ¿Eso es lo que todos
queremos? —Observó a los que la rodeaban y se volvió a On Kei con
una mirada de triunfo—. Muévete a un lado y déjame pasar. No estoy
aquí para halarte de las orejas y quejarme como lo están haciendo
estos. —Ella le sonrió al nervioso On Kei—. ¡Estoy aquí para luchar!
Estoy aquí para defender al emperador que ha bendecido nuestras
vidas. Este niño no se va a morir en mi guardia. No quiero vivir en un
mundo donde la muerte sea parte del despertar por las montañas,
donde todo el mundo te dice que no hay nada que puedas hacerhacer,, que
se dan por vencidos y lo aceptan. Es por eso por lo que el trono debe
estar ocupado por un emperador elegido por la Voluntad Divina. Si
me aseguro de que él pueda darle a este niño un futuro digno a costa
de mi vida, entonces que así sea.
—Pero…
—Nada dice que un soldado no pueda ser mujer. Se necesitan
soldado y cada uno cuenta. Envíame a Ganboku. Eso es lo que vine
a hacer aquí.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

On Kei parpadeó confundido cuando un hombre joven dio un


paso adelante.
—Yo también. Es por eso por lo que estoy aquí. Todo el mundo
dice que no tengo lo que se necesita, que no tengo agallas, pero si
dejamos que el emperador muera, En irá a la ruina.
La mujer se volvió hacia el joven con una sonrisa brillante.
—Tienes un montón de agallas.
—No, no es cierto. Ni siquiera puedo ganar una discusión. Aun
así, puedo empujar un carro. Mis padres pensaron que íbamos a mo-
rir juntos. Y luego nos enteramos de que un nuevo emperador había
sido elegido, así que quizá el mundo no se iba a ir al garete, después
de todo. Eso nos dio una nueva esperanza. Con un emperador en el
trono, entonces tal vez un poco de esfuerzo y persistencia dará sus
frutos. Así que, si hay algo que pueda hacer para ayudar, tomaré la
iniciativa y me pondré a trabajar.
Laatrás
hacia risa recorrió la multitud.
y se rio en Un hombre
voz alta, con casi calvo echó la cabeza
la cara enrojecida.
—Hay un montón de promesas aquí en esta multitud. Lamenté
no haber sido el primero en la la, pero si esto es a lo que se ha re- re-
ducido, entonces no te sientas tan mal por ellos. —Miró por encima
del hombro y saludó con la mano a la gente que miraba a la mujer
y al joven con gesto de consternación—. Si vinieron aquí buscando
un hombro para llorar,
llorar, vayan a otro lado. Este lugar es para aquellos
ciudadanos excepcionales que quieren convertirse en soldados. Por
lo que el resto de ustedes debe dirigirse a Ganboku también, ¿eh?
Una ola de indecisión onduló a través de la multitud. De uno en
uno se despidieron.
Entre ellos se encontraba una joven casada. Ella salió de la mul-
titud de personas casi como si estuviera huyendo. Al llegar a casa,
encontró a su marido en la partepar te posterior de su taller de carpintería,
cepillando hacia abajo el panel de un armario. Ella le contó lo sucedi-
do en la ocina del comandante.
—Yo no podía creer. Con recuerdos del conicto y el caos tan fres- fres -
co en la mente de todos, pedían a gritos ir a pelear.
Su marido le dio un rápido vistazo y volvió a su trabajo.
—¿No tenemos ya un emperador, por qué tendremos que empe-
zar a luchar de nuevo? La única razón por la que hay una rebelión es
porque no está haciendo su trabajo —Sus hombros se sacudieron—.
¡Ah, lo odio! El olor a la sangre en todas partes. Pasar hambre todo

Parte V  157 

Capítulo 23 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

el tiempo, no hay nada para alimentar a los niños. ¿Kankyuu va a


convertirse
conv ertirse en un campo de batalla también? Ya he tenido suciente
de toda esta lucha.
Su marido abruptamente dejó el panel y se puso de pie.
—¿Qué es esto, de repente? —exigió ella.
Ella no estaba esperando una respuesta. Él era del tipo fuerte y
silencioso, un hombre que creía rmemente en no perder el aliento o
sus palabras. Pero hoy en día resultaría una excepción a la regla de
muchas maneras.
—Voy a la Ocina Provincial Imperial.
—¿Qué vas a hacer qué? ¿Para qué?
—Para marchar a Ganboku.
—¡¿Qué?! —exclamó—. ¿Ganboku?
¿Ganboku? No bromees con eso.
Él la miró, con una mirada poco común de afecto en sus ojos.
—Mis padres y mi hermano murieron de hambre. No quiero que
ocurra lo mismo contigo y los niños.
—Pero…
—Si perdemos este emperador,
emperador, lo mismo va a suceder de nuevo.
No estoy haciendo esto por extraños que nunca he conocido. Lo estoy
haciendo por ti.
A la mañana siguiente, una larga la de personas esperaba de
nuevo frente a la ocina del comandante. Esta vez, sin embargo, to-
to-
dos estaban allí para enlistarse.
158   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 24

Itan golpeó el montón de papeles sobre el escritorio.


—¡Por Dios! —exclamó—. Ciertamente no hay que subestimar el
atractivo de un nuevo emperador. Incluso no puedo evitar estar im-
presionado. ¡En tres días tenemos un millar de voluntarios para de-
fender Kankyuu y trescientos más dispuestos a marchar a Ganboku!
—No me digas —dijo Shukou, acomodando sus papeles.
—Además de eso, la cooperación y el apoyo viene de los distritos
y prefecturas fuera de la provincia de Sei. Los aldeanos de la mayor
mayoría
ía
de los recintos distantes están acudiendo en masa a los edicios del
ayuntamiento y partiendo hacia Kankyuu. Está volviendo locos a los
ministros.
—Esos
—¿Hasta rumores
dónde fueron
puedenefectivos paralos
extenderse esta tarea. en tres días? Es
rumores
decir, ¡ya llegaron a las provincias!
—¿Están viniendo desde allí también?
—Eso es lo que dice la gente. ¿Van a llegar hasta aquí, incluso
antes de que las tropas salgan al frente?
Shukou levantó
levantó los papeles de una manera reverente.
—Estoyy agradecido e impresionado. Las expectativas hacia nues-
—Esto
tro nuevo
nuevo emperador no han disminuido en lo más mínimo.
—Lo bueno es que ninguno de ellos ha conocido al hombre perso-
nalmente. Una vez que esto llegue a sus oídos, tal vez incluso le dará
vuelta a una nueva página.
—Yo no cantaría victoria —dijo Shukou con una sonrisa triste—.
Dos provincias han ofrecido sus ejércitos.
ej ércitos. ¿Podemos
¿Podemos conar en ellos?

Parte V  159 

Capítulo 24 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Nosotros no queremos invitarlos a Kankyuu solo para terminar sien-


do atacados desde adentro.
—Solo aceptaremos soldados comunes y corrientes y material de
apoyo —interrumpió Seishou—. Cualquier soldado cedido a nosotros
lo pondremos fuera del palacio. ¿Cómo les está yendo en la prov
provincia
incia
de Kou?
—Exceptuando al señor provincial, los ministros Rikkan ya han
abandonado el palacio.
—El antiguo señor del sello privado se ha instalado
instala do como el próxi-
mo señor provincial y ha dejado Kankyuu.
Este era un hombre que había estado tan ocupado en hurtar te-
soros públicos que no tenía ningún interés en trazar conspiraciones
políticas o liderar insurrecciones.
—Su Alteza ha aconsejado despedir a toda la Guardia Provincial
de Kou y conscar sus suministros. Y, adicionalmente, los soldados
deben ser reclutados
zar la Guardia Imperial.activamente durante la expedición para refor-
—Pero… —interrumpió Itan—. Los soldados que marchan a Gan-
boku realmente van a tener que luchas. Cualquier soldado ocioso de
Kou que recojamos a lo largo del camino ¿pueden estar formados y
moldeados en una fuerza de combate disciplinada durante la noche?
¿Y si algunos de entre ellos vuelve sus armas hacia el Ejército Imperial?
—Estamos apostando
apostando a sus expectativas frente al nuevo emperador.
—Todo
—T odo esto ha sido una apuesta desde el primer momento.
—Lo ha sido. —Todos
—Todos asintieron juntos.
Alguien llamó desde fuera de la sala.
—Um, ¿puedo interrumpir un momento? —Mousen tímidamente
asomó la cabeza por los biombos.
Seishou asintió y le hizo señas para que entrara en la habitación.
Luciendo algo desconcertado, Mousen entró con una reverencia.
—¿Cuál es la emergencia? —dijo Seishou, de una manera que
sugería que, si no la había, debía irse inmediatamente.
—Bueno, no es exactamente una emergencia…
—¿Entonces qué sucede?
Mousen miraba hacia abajo y miraba a Seishou, repitiendo esa
acción varias veces. Parecía totalmente fuera de sí.
—No estoy tratando de forzar la mano de nadie, pero me gustaría
participar en las reuniones del Consejo Privado…
—¿Qué? —dijo Itan, levantando una ceja—. Bueno, no tengo nada

160  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

que objetar. Hablando de eso, una vez fuiste ayudante ejecutivo de


Seishou. —Miró a Seishou—. ¿Qué te parece? ¿Llamarás a un viejo
subordinado para que vuelva al servicio militar? No puedes culparlo
por querer colgar tus faldones en lugar de ser el guardaespaldas de
ese vago.
Seishou asintió con la cabeza.
—Esa era mi intención. Si Mousen está de acuerdo en ser mi ayu
ayu--
dante ejecutivo de nuevo…
—Lo siento, pero me temo que eso no es posible —Mousen tomó
la reacción de Seishou con los ojos vueltos hacia arriba, como si tra-
tra-
tara de medir su estado de ánimo.
—¿Imposible? ¿Por qué?
—Um, q-quiero decir… odio tener que decir esto, pero… —Mousen
tomó un pedazo de papel de su bolsillo y se lo tendió con una profun-
da reverencia—. Una orden imperial. ¡Lo siento! ¡He sido nombrado
Daishiba!
Itan, Seishou y Shukou lo miraron boquiabiertos. Como el titu- titu-
la del Ministerio de Verano y el jefe del Ejército Imperial del Estado
Mayo, el Daishiba era un miembro del Rikkan. Él estaba por encima
de un general, la posición a la que Seishou acababa de ser nombra-
nombra-
do, convirtiendo a Mousen en el superior de Seishou.
—¿Qué acabas de decir?
—¡Lo siento! P-pero esta promoción supuestamente solo está en
vigor mientras duren las hostilidades. Por favor, ¡no lo tomen como
algo personal!
Shukou frunció el ceño.
—Poniendo a Mousen en ese cargo no va a cambiar nada. ¿Dón-
de está el emperador?
—Um, él está afuera —dijo Mousen.
—¿Afuera?
—Sí. Dejó un mensaje para el Daiboku… quiero decir, para el general.
—¿Qué?
—Dijo que para asegurarse de no perder la cabeza un hombre
puede hacer un mal mucho peor en este mundo que el que puede
hacer un general de la Guardia Imperial.
Itan se cubrió la cara con las manos.
—Ese idiota.
—Increíble.
Shukou estaba demasiado sorprendido por las palabras. Itan

Parte V  161

Capítulo 24 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

golpeó la mesa con el puño.


—¿En qué universo tiene un emperador que unirse al ejército de
los rebeldes?
—L-lo
—L-lo siento.
s iento.
Seishou preguntó en voz alta:
—¿No te da la sensación de que tal vez hay un trabajo interno en
todo esto?
—¿Cómo?
—El emperador me dio instrucciones para rodear Ganboku, pero
no tomarlo. Rodear la ciudad por sí sola difícilmente le pondría n al
conicto.
—¡Oh! acerca de eso… —Mousen sacó otro documento aparte de
la Orden Imperial anterior—. Esto es para el general.
Seishou lo tomó, lo abrió y lo leyó en el acto. Se lo entregó a Itan,
que lo revisó y suspiró.
—¿En qué diablos
—¿Y ahora estáShukou,
qué? —dijo pensando ese hombre?
mirando po r encima de su hombro.
por
Seishou dijo, dándole a Shukou el documento para que lo leyera:
—Dice que reclutemos obreros durante la marcha y construya-
mos diques en las proximidades de Ganboku.
—Así que ahora va a hacer un espectáculo al ceder a la voluntad
de la gente del lugar, ¿eh? —Itan se dejó caer en la silla más cerca-
na—. ¡Es como un inquilino que no paga la renta y luego decide pagar-
la cuando el edicio se está incendiando!
—Debe estar tramando algo. Ningún emperador en su sano s ano juicio
se pondría en marcha hacia Ganboku si no.
—Me estoy quedando sin maneras de expresar mi asombro. ¿Qué
pasa si sucede lo impensable? ¿Qué pasa si él es derribado en la
niebla de la guerra? Él debe entender que eso también forma parte
de la ecuación.
—Estoy seguro de que es muy consciente —dijo Seishou con una
sonrisa irónica—. Al tomar como rehén al Taiho, nunca iba a trabajar
con él. Sin embargo, él podría mantener su preciosa vida y agazapar-
agazapar-
se en el Palacio Gen’ei y dejar que el Taiho sufra daños, pero así, todo
habrá terminado para él. Para el emperador, esta ha sido una lucha
de vida o muerte desde el principio.
162   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE VI
CAPÍTULO 25

No habiendo nada en particular para hacer, Rokuta pasó sus días


paseando por los enormes jardines del palacio. Los cocineros que
miraban desde la cocina -con una vista despejada hasta los dormito-
rios de Atsuyu- fruncieron el ceño ante su actitud indiferent
indiferente.
e. Pero él
no podía sentarse, descansar y relajarse.
Dos meses habían pasado desde su secuestro.
Rokuta se preguntaba qué hacer al respecto. Todo esto había
sido un error de principio a n: Kouya convirtiéndose
convirtiéndose en su enemigo,
Atsuyu tramando una revolución, y él ahí, como un prisionero, sin
preocupaciones. Debía escapar
ocupaciones directamente del Palacioy Provinc
al emperador Provincial
ial y Imperial,
al Ejército l levar suspero
llevar pre-
no había manera de que eso fuera a suceder.
Las tropas ya habían sido desplegadas alrededor de la periferia
de Ganboku y se preparaban para enfrentar al enemigo. Anticipándo-
se a una batalla decisiva en Ganboku, los guardias provinciales que
estaban dispersos aquí y allá fueron replegados y estaban concentra-
dos en una sola fuerza a los pies del palacio.
Observando lo que estaba pasando, Rokuta sintió que tenía que
hacer algo. Al oeste de Ganboku, las hogueras del Ejército Imperial
salpicaban las montañas con vistas al río Rokusui. La guerra era in-
evitable. En unos pocos días empezaría la lucha en serio.
Tenía que hacer algo. Pero simplemente
simplemente no sabía qué. Se le aca-
aca-
baba el tiempo. Si no actuaba pront
pronto,
o, no habría vuelta atrás.

Parte VI  163

Capítulo 25  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

En su celda, Rokuta masticaba con impaciencia sus uñas cuando


Ribi se sentó frente a él, sosteniendo al niño en sus brazos.
—Taiho,
—T aiho, ¿podría decirme qué es lo que lo preocupa?
—No es nada —murmuró Rokuta—. Son tonterías. Nada de qué
preocuparse.
—Ahora que lo menciona, no parece demasiado preocupado con
lo que sea.
—No, no vale la pena tanto esfuerzo. De todos modos, Atsuyu
es un hombre muy querido. No he escuchado ni una sola cosa mala
sobre él de nadie en el palacio. En cambio, si fuera Shouryuu, nadie
se detendría.
Ribi suspiró y acarició al niño en la espalda.

nera,—Sin
ser embargo,
comparadoelcon
competente Atsuyu
. no puede, de ninguna ma-
el emperador.
emperador ma-
—Estás segura de conocer a Shouryuu. Pero Atsuyu es el tipo de
hombre que hace las cosas. Desde que llegó aquí, no lo he visto sen-
tarse a ver crecer la hierba.
—Taiho…
—Dicen que es audaz y decidido, que sabe cómo equilibrar la
cabeza y el corazón. Es generoso y comprensivo. Shouryuu podría
aprender una o dos cosas de él. Casi puedo creer que dejarle los
asuntos de Estado a Atsuyu sería una mejora.

Ribi levantó
levantándose delas cejas y frunció
su asiento, dijo: el ceño. Enderezándose y medio
—Taiho,
—Taiho, no puedes hablar en serio.
—Lo digo en serio.
—¿Por qué habla así? ¿No cree en el emperador que usted mis-
mo eligió?
—Creer no tiene nada que ver con ello —Rokuta sonrió—. Él real-
mente es un idiota.
—El emperador no tiene un pelo de tonto
tonto.. Creo que el papel de go-
bernante le viene bien. Es por eso por lo que lo he elegido para servirle.
—¡Ah, Ribi! ¿No me digas que tienes algo con él?
—¡Taiho!
Ahora ella parecía muy enojada. Rokuta reexivamente
reexivamente se agachó un
poco. Él sabía que se había pasado.
pas ado. Su inquietud estaba disminuyendo,

164  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

por lo que ahora estaba buscando pelear con Ribi.


—Es muy triste. ¿Por qué menosprecia a su Alteza? ¿Por qué lo
puso en el trono entonces?
—No me preguntes. Pregúntale al Señor Dios Creador
Creador en vez de a mí.
—Taiho…
—T aiho… —Ribi se enderezó
e nderezó de nuevo y dijo—: Cuando fui nombra-
da virreina, su Alteza se disculpó conmigo.
—¿Shouryuu lo hizo? Qué extraño.
—Dijo que los señores provinciales no le respondían a él. Y si tra-
taba de limitar su autoridad, seguramente
seguramente se levantarán contra él.
Ribi le había respondido al emperador:
—No importa. No se puede permitir que hagan lo que les plazca.
Tendrá que despedirlos con el tiempo. Algunos lucharán, incluso se
levantarán en armas. El robo del tesoro provincial es el menor de
nuestros problemas. Debe estar en guardia para asegurarse de que
no están formando ejércitos a sus espaldas.
Sus propias
—Espero palabras
encontrar nofuerte
una tardaron en llegaralareorganizar
resistencia hacerse realidad.
realaidad.
los se-
ñores provinciales. Para cortar tales impulsos de raíz, debes asegu-
rarte de que sigan los decretos divinos y mantengan sus ejércitos
dentro de los límites legales, para evitar que conspiren juntos, debe-
mos tener a los gobernantes generales postrados.
—¿Está otorgándome una enorme responsabilidad?
Ribi se inclinó reverent
reverentemente,
emente, vencida por la gravedad de lo que
se le pedía. Ella era un funcionario de menor rango en los tribunales
penales, el equivalente a un Barón. Al ser bruscamente ascendida al

puesto de vizconde,
por encima no podía dejar de hacerla sentir que se elevaba
de su posición.
Shouryuu negó con la cabeza.
—No me agradezcas todavía. Si los señores provinciales levantan
la bandera de la insurrección,
i nsurrección, los virreyes se encontrarán en la prime-
ra línea. Indicarle a un virrey que establezca residencia en un palacio
provincial podría llegar a ser una sentencia de muerte. El problema
es que estoy jugando en este tablero de ajedrez con muy pocas pie-
zas. No quiero pronunciar sentencias de muerte, pero no tengo a na-
die más calicado que tú para ir ir..
Ribi se quedó inmóvil por un momento antes de enfrentarse al
emperador, con una expresión inusualmente seria en su rostro.
emperador,
—Estoyy muy agradecida por que sea tan sincero conmigo. Cuales-
—Esto
quiera que sean las probabilidades, no me gustaría hacer otra cosa.

Parte VI  165 

Capítulo 25  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—A decir verdad, estaba inseguro de si designarte a ti o a Shukou


como el octavo virrey provincial. Pero ambos tienen sus puntos fuer-
tes y débiles, y tú eres la persona más adecuada para el trabajo.
Shukou no está mal tampoco, pero su temperamento saca lo mejor
de él. Sin importa lo que esté sucediendo en el palacio provincial,
debes quedarte callada, observar e informar. A menos que recibas
instrucciones especícas, no te enredes en las exhortaciones de lar-
lar-
go aliento. Me temo que eso es algo en lo que Shukou simplemente
no tiene la paciencia de hacer.
hacer.
—Sí.
—¿Vas a hacer esto por mí?
—Con mucho gusto acepto el cargo.
Shouryuu asintió.
—Lo siento —lo oyó decir.
El bajo y tenso sonido de su voz quedó grabado para siempre en
sus —Huh
pensamientos.
—Rokuta respondió con indiferencia, con la mirada perdida
—Rokuta
en la distancia.
Ribi jo:
—Esa fue la primera vez que lo he visto tan… serio. Sin embargo,
él puede hacerse el tonto, pero no es irresponsable. Él piensa en
aquellas cosas que merecen su atención, y actúa cuando la acción
es verdaderamente
verdaderamente necesaria. Simplement
Simplementee no lo demuestra.
—Y tal vez estás tratando con mucho entusiasmo ver lo mejor de
él —Rokuta sonrió—. Shukou
Shukou y los otros llorarían al oírte
oír te hablar de tal

manera. Te las
recogiendo dirán que las
piezas quepersonas más cercanas
él deja atrás. Se salta alasél reuniones
se desgastan
del
Consejo Privado, se dirige quién sabe dónde, cada palabra le entra
por un oído y sale por otro mientras hace todo lo que él decidió hacer
hacer..
—Pero su Majestad no ha hecho realmente nada malo. Itan y
los demás siguen diciendo que él es un perezoso bueno-para-nada,
mientras que el emperador se ha comportado de una manera mag-
nánima. Como resultado, incluso cuando las cosas estaban en su
peor momento, nunca sucumbió a la desesperación.
—Realmentee tienes una debilidad por Shouryuu.
—Realment
Ribi tristemente sacudió la cabeza.
—¿Por qué dice las cosas así? Imaginar que no tiene fe en el em-
perador me duele terriblement
terriblemente.
e.
—Ribi, yo…

166   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Creo rmemente que el emperador no es un gobernante incom- incom-


petente. Seleccionó a los ministros más exigentes de la administra-
administra-
ción pública y colocó en sus manos las ocinas más importantes.
impor tantes. No
puede haber ninguna duda sobre eso.
—¿Ocinas importantes? Te Te concedo que un virrey imperial cuen-
cuen-
ta como tal. Nunca está muy lejos del peligro real. Itan y Shukou tie-
tie -
nen un mínimo riesgo. Pero igual son Barones, ¿no?
Rokuta
Rok uta lo dijo como una broma. Ribi se limitó a sacudir la cabeza.
—Razón por la cual las olas de la discordia no se levantaron. Su
Alteza ignoró a los innumerables burócratas que pasaban el tiempo
 jugando al rey de la colina, mientras que el reino se hundía en el
caos. Mas bien, instaló a los que no estábamos compitiendo por al-
gún cargo. Fui promovida a vizconde cuando no estaba bajo la mira-
da de otros funcionarios de la corte. Y entonces la Corte Imperial no
se vio desgarrada por la envidia y la discordia.
—Pero…
—El Suijin es como mucho un Barón de rango medio, y tiene el
importante deber de gestionar las tierras del reino. Cuando el dinero
de los impuestos destinados a proy
proyectos
ectos de control de inundaciones
desaparece en el bolsillo de un ministro, ¿qué ocurre con los diques
mal construidos? Incluso en el Ministerio de Tierra, esta cartera fun-
damental para el bienestar de las personas se le dio a Itan. El Suijin
es superado solo por el Daishito y su subministro permanente, un
ladrón y un cobarde nunca se dignaría a ensuciarse las manos ha-
ciendo un trabajo honesto. Excepto que Itan no se deja intimidar por

personasutacomo
Rokuta
Rok ellos, por lo que el campo se ha recuperado.
no respondió.
—Shukou es el Magistrado Imperial, un Barón de menor rango,
como mucho. El Magistrado Imperial es independiente de la corte y
puede disciplinar incluso a los señores provinciales, es el único mi-
nistro que depende directamente del emperador. Seishou es el Dai-Dai-
boku y el más cercano al emperador en el Ministerio de Verano.
ȃl puede estar parado cerca en las sombras y proteger al em-
perador contra los traidores y renegados. Puede cortar un camino a
través de los tontos en la burocracia, de modo que Shukou y Seishou
puedan hacer su trabajo.
—Ribi, ya basta —Rokuta respiró, pero ella no había terminado.
—El emperador le dio a Itan la posición de Suijin. Sin un
ministro de rentas internas o cualquier persona administrando los

Parte VI  167 

Capítulo 25  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

bienes imperiales, más de la mitad de todos los impuestos irían


desapareciendo en los bolsillos de funcionarios corruptos. Desde
que comenzó la nueva dinastía, los propios estados no han pagado
un centavo en impuestos, supuestamente a causa de las malas
cosechas sucesivas. La restauración de las tierras públicas, no la
productividad de los bienes imperiales era siempre la prioridad. Es
por que por lo que a Itan se le dio ese trabajo. ¿No puede ver cómo
estas prioridades reejan su preocupación por sus súbditos?
—Shouryuu no es un tirano. Yo sé eso. Pero eso no importa. Debi-
Debi-
do a que él sigue siendo el hombre a cargo.
Ribi dejó escapar un largo suspiro. Bajó la mirada, se quedó en
silencio durante un tiempo. Finalmente, colocó al bebé en el suelo y
se puso de pie.
—Taiho, no lo olvide. La destrucción del reino hace que las per-
sonas sufran. La coronación del nuevo emperador hace que el reino
resurja.
Dio la vuelta y se ubicó detrás de él. Rokuta comenzó a dar la
vuelta para mirarla, pero no pudo ya que lo había agarrado por los
hombros.
—¿Ribi?
—Taiho,
—T aiho, el líder que ha elegido para nosotros es el señor Shouryuu.
 Y no es, ni será nunca Atsuyu.
—Ribi, no es que yo…
No crea en Shouryuu, lo que iba a decir es: No creo en los em-
peradores.

—Estábamos esperando por el emperador de En, por el señor


Shouryuu.
—Lo sé, pero…
—En unos días más, el Ejército Imperial
Imperial alcanzará Ganboku.
Rokuta quería echar un vistazo detrás de él, pero Ribi envolvió
sus brazos a su alrededor. Él ni siquiera podía girar la cabeza hacia
atrás. Sus pálidas manos acunaron su barbilla.
—Es hora de que regrese al Palacio Imperial —dijo ella, y movió las
manos a la frente de Rokuta.
Rokuta.
Antes de que él pudiera detenerla, ella le arrancó la piedra que
sellaba su cuerno. Oyó el sonido de desgarro del hilo, un sonido tan
ligero y aireado como la seda de araña y tan pesado como el plomo.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 26

Sobre el Mar de las Nubes, Atsuyu miraba hacia el mundo de abajo.


—Ellos llegaron aquí más rápido de lo que esperaba.
De pie detrás de él, Kouya se inclinó hacia delante para ver por sí
mismo. Al otro lado del sinuoso Rokusui que rodeaba Ganboku,
Ganboku, más
allá del terreno pantanoso que bordeaba las orillas opuestas, las
banderas del Ejército Imperial salpicaban los pasos de la montaña.
—Y así comienza.
Dos meses habían pasado desde el secuestro del Taiho,
Taiho, es decir,
el Ejército Imperial se había reunido y marchado hacia Ganboku en
poco tiempo. Cuando sus tropas vadearan el río, las hostilidades co-
menzarían en serio.
—Con el debido
El hombre respeto,
que levantó la ministro.
voz era Hakutaku, el primer ministro. Se
arrodilló detrás de ellos, con cara de aicción.
—¿Qué?
—Muchos en la ciudad y sus alrededores están en un alto estado
de agitación. Dicen que es un rebelde que ha tramado una insurrec-
ción.
Atsuyu sonrió.
—Si un hombre que pretende abolir las prerrogativ
prerrogativas
as del empera-
empera-
dor y elevarse a un cargo superior no es insurrecto, entonces
entonces ¿quién
lo sería?
—Los soldados están nerviosos. Los signos de la deserción están
apareciendo en las las. ¿De verdad cree que explicaciones como
estas serán sucientes para elevar la moral?

Parte VI  171

Capítulo 26  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Atsuyu se acercó a Hakutaku


Hakutaku y le dijo con una mirada helada:
—Tú sabías a donde conducía este camino, Hakutaku. De iniciar
una revuelta. ¿Te
¿Te estás echando para atrás?
—Los soldados no lo hicieron. No sabían nada de nada de esto.
Ellos no sabían nada de nada de esto. El Ejército Imperial aparecien-
do en nuestra puerta hará que los reclutas se pregunten qué están
haciendo aquí.
—Eso no puede ser un gran misterio.
—Ministro, ¿este es realmente el mejor camino para seguir?
Atsuyu hizo una mueca.
—Es un poco tarde en el juego para hacer esa
e sa pregunta, Hakutaku.
Hakutaku únicamente inclinó la cabeza. Kouya miraba con un
sentido de desapego emocional. Casi no podía culpar al hombre por
albergar dudas. Nadie se atrevió a ser brutalmente honesto delan-
te de los soldados o incluso delante de la función pública, pero por
cómo estaban las cosas ahora, claramente no era el mejor camino
para seguir.
El Ejército Imperial había llegado con un número de soldados ma-
yor de lo previsto. Cuando dejaron Kankyuu, la Guardia del Palacio
apenas tenía unos 7.500 efectivos. Los ministros provinciales de Gen
predijeron una victoria fácil, sabiendo que ningún asalto ordinario
o rdinario po-
dría romper las defensas casi impenetrables del palacio provincial.
Por otra parte, estaban en su propio territorio y conocían la con-
con-
guración del terreno.
La derrota está fuera de cuestión, se aseguraron a sí mismos.

Atsuyu
—¿Cuálmiró
es elhacia Hakutaku
actual número ydepreguntó con
efectivos delunEjército
tono frío en su voz:
Imperial?
—Al menos veinte mil.
—¿Qué? —Los ojos de Atsuyu se abrieron completamente—. Es
decir,, tres mil más que en el último informe.
decir
—Sí —dijo Hakutaku haciendo una reverencia.
Tres mil, Kouya se repitió para sí mismo.
El Ejército Imperial añadió más reclutas a sus las con cada paso
que daba.
La mayoría de los nuevos reclutas -los ministros rieron al princi-
pio- eran agricultores que habían estado labrando sus campos, inclu-
so llevaban aun sus azadas en la mano. Pero dejaron de reír cuando
los totales superaron los diez mil.
Los rumores decían que el ministro en jefe del Gen Rikkan

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

conspiraba para usurpar el trono, lo que sumiría una vez más al


reino en el caos. El descontento de la población crecía día a día. Los
que habían apoyado a Atsuyu, ahora expresaban abiertamente su
descontento. Las críticas a Atsuyu comenzaban a ser escuchadas
entre la función pública de Gen.
El Ejército Imperial incluso encontró reclutas en las ciudades al-
rededor de Ganbok
Ganboku. u.
Se decía incluso que en las calles estaban alineados los volunta-
volunta-
rios que se dirigían a Ganboku,
Ganboku, dispuestos a luchar junto al emperador.
—Hay mensajes de Kankyuu informando que las defensas de la ciu-
dad por parte de la Guardia Provincial de Sei han llegado a treinta mil.
—Absurdo —Atsuyu ladró con intrepidez no disminuida, mostran-
do la usual resolución en su rostro, como la de una dura roca—. ¿Qué
está pensando la provincia de Kou? ¡Deberían estar atacando al Ejér-
cito Imperial desde la retaguardia!
Hakutaku
Hakutak u solo se inclinó aún más. Sobre el papel, la Guardia Pro-
Pro-
vincial de Gen tenía 12.500 efectivos. Pero en realidad, estaban más
cerca de los 8.000. Tres mil de ellos fueron en calidad de préstamo
a la provincia de Kou, con tres mil civiles adicionales reclutados para
llenar las las.
—El señor provincial de Kou se trasladó a Kankyuu y se convirtió
en primer ministro.
Atsuyu dio un gran paso hacia Hakutaku. Estaba prácticamente
de pie encima de él.
—¿Por qué no se me había informado sobre esto? ¿Qué están

haciendo nuestros
—Lo siento. Estaespías
nuevaallí?
información los tomó por sorpresa.
—Idiotas.
Tú eres el idiota, quería gritarle Hakutaku.
Sospechando por la falta de inteligencia
i nteligencia procedente
procedente de Kankyuu,
había enviado a sus propios espías para hacer el respectivo segui-
miento, solo para descubrir que estaban
es taban omitiendo deliberadamente
los informes.
 ¿Qué pensabas que iba a pasar cuando rechazast
rechazaste
e al emperador
elegido de acuerdo con la Volun
Voluntad
tad Divina?
Sublevarse y exigir la independencia por el bien de la gente
ge nte de Gen
era una cosa. Secuestrar al Taiho e intentar extorsionar al emperador
era otra muy distinta. Con eso, junto con el personal del consulado
de Gen, los espías salieron a la vista y se unieron al Ejército Imperial.

Parte VI  173

Capítulo 26  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Me temo que hemos tomado el peso del trono imperial y la ma-
 jestuosidad de los Decretos Divinos
Divinos demasiado a la ligera.
—¿Sería el mismo peso y majestad concedida al emperador Kyou?
Kyou?
—La gente sin duda lo cree. Todos ellos creen fervientemente
que el reinado del nuevo emperador dará a luz un futuro próspero.
Hemos declarado nuestra intención de traicionar ese futuro. Es per-
fectamentee lógico que las personas elijan distanciarse de nosotros.
fectament
—¡Hakutaku!
Cuando Atsuyu se irguió en toda su estatura, Kouya escuchó un
ruido extraño. De su bolsillo llegó un sonido como la cuerda de un
arco al romperse. Eso lo hizo quedar helado.
Atsuyu y Hakutaku se volvieron a él.
—¿Qué?
La sangre abandonó el rostro de Kouya.
—La línea roja se rompió.
—¿Qué?
—Tengo que ir a ver lo que pasó.
Kouya se dio la vuelta y saltó sobre la espalda de su youma.
174  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 27

Kouya entró corriendo en la cárcel.


—¡Rokuta! —gritó.
Se detuvo en seco.
Una escena espantosa lo esperaba en el centro de la celda. Aun-
que Kouya estaba acostumbrado a la carnicería de su yo uma, esto era
 youma
tan horrible que por reejo dio un paso atrás.
Rokuta, sentado en el suelo, con una expresión de absoluta inex-
presividad en su rostro. Un baño de sangre le cubría la cabeza como
un pañuelo rojo.
Kouya corrió hacia él.
 , gritó el yo
¡Detente! , uma detrás de él.
 youma

Kouya hacia
lo arrastró no lo hizo,
atrás.y El
unhocico
paso después tomósalió
de un animal a Rokuta
comopor
unaelerupción
cuello y
desde el suelo y tomó un bocado de su sombra.
—¡Rokuta!
Un lobo de tres colas se interpuso entre ellos, bloqueando el cami-
no. Dos brazos alados salieron del piso ensangrentado. El  yo uma  se
 youma
lanzó delante
delante de Kouya y lanzó un rugido amenazador.
amenazador. Kouya
Kouya de nuevo
gritó su nombre.
Rokuta al n volvió la cabeza.
—¡Rokuta! ¡Llama a tus shir ei !
 shirei 
—Deténganse
suave —dijo Rokuta,
para ser escuchada—. inicialmente
Espera, Rikaku. con una voz demasiado
—Pero… —respondió su shir ei .
 shirei 
Rokuta sacudió lentamente la cabeza.

Parte VI  175 


 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—No. Ahórrame el tener que seguir viendo tanta sangre —Rokuta


miraba a Kouya, su voz apenas era más alta
alta que un susurro—. Ayúdame.
Sin un momento de vacilación, Kouya corrió al lado de Rokuta. El
ei  se
 se hizo a un lado y desapareció.
 shirei 
 shir
—Rokuta, ¿estás bien?
Kouya colocó una mano en el hombro empapado de sangre y
trató de ayudarlo a ponerse de pie. Rokuta no se movió, como si estu-
viera congelado en el suelo. Kouya escaneó su entorno de inmediato
y quitó la piedra manchada de sangre fuera de las l as manos del cuerpo
situado cerca.
—Kouya, no…
—Sopórtalo lo mejor que puedas.
—Kouya…
Cuando trató de jar la línea roja, una voz de mujer surgió de la
sombra de Rokuta.
—Por favor,
favor, libéranos.
libéranos.
Por un segundo, Kouya pensó que era Ribi. Un escalofrío pasó por
su columna vertebral.
—Sellar su cuerno de nuevo solo le hará aún más daño.
—¿Un shir ei ?
 shirei 
—Por favor. Lávale la sangre. Es venenosa para él.
—Pero…
—Si no le haces ningún daño alal Taiho,
Taiho, nos abstendremos de atacar
atacar
a los demás, ¿qué dices?
A medida que Kouya dudaba, la mano de Rokuta cayó a su lado.
Había perdido la conciencia.

—¿Ribi? —preguntó Atsuyu.


Kouya había vuelto para informar lo que había sucedido. Él asintió.
—Probablemente ella decidió cortar el hilo.
Un aturdido Atsuyu parpadeó sorprendido. Se sentó pesadamente.
—Que valor. ¿Y el Taiho?
—Él se desmayó. Yo lavé toda la sangre.
¿Va a estar bien?
—Probablemente.
Los shi rei  de
 de Rokuta le dijeron que lo bañara en las aguas del Mar
 shirei 
de las Nubes, por lo que Kouya había ordenado que lo hicieran.

Parte VI  177 

Capítulo 27  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿El sello?
Kouya miró hacia sus pies.
—El hechizo está en su lugar otra vez.
—¿El sello le hará daño de alguna manera?
—Un poco. Pero no puedo ver que tengamos ninguna otra opción.
Atsuyu tomó una respiración profunda.
—¿No dijiste que un kirin  solo se podía contener por una cárcel
hecha de personas?
Kouya bajó los ojos.
—Lo siento.
—Bueno, esa cárcel tuya se destruyó a sí misma, así que eso es
todo, supongo. Aun así, dejo el cuidado del Taiho en tus manos. ¿Por
qué no tenías guardias vigilándolo?
—Simplemente no se me había ocurrido.
Atsuyu volvió a respirar profundo.
—Parece que hemos terminado por donde empezamos. Podríamos
hacerlo mejor que esto. Asegúrate de que no vuelva a suceder lo mis-
mo otra vez.
—Sí.
—Ministro —Hakutaku se tambaleó hacia él.
—Hakutaku.
—¿Hay un ministro en nuestra provincia que habría hecho algo
así? Ribi sacricó su vida por el emperador de En o para preservar la
integridad del trono? En cualquier caso, debemos confesar nuestras
culpas. Ribi estaba dispuesta a dar su vida por el emperador. Y si no
fuera—¡Hakutaku!
por él, entonces ella lo hizo por el bien del reino.
—¿Cuántas personas comunes acudieron en masa a Ganboku
para luchar contra usted, creyendo que está del lado correcto? Diez mil
de ellos se han reunido para
para atacar a la provincia de Gen. Sus números
solo crecen día a día.
—¿Por qué me dices estas cosas ahora? —dijo Atsuyu con su voz
teñida de ira—. ¿Qué me estás pidiendo que haga? ¡Sabes muy bien
que no hay reserva en este punto!
—Envíeme a Kankyuu una vez más. Voy a dar mi vida a cambio…
¿… de la mía? ¡No seas tonto!
Hakutaku se encogió y se postró aún más.
—El éxito o el fracaso está aún por determinarse. ¿Qué logrará
toda esa indecisión? Convence a la gente. Explícales las razones de

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

nuestras acciones: quien se apartó del camino y quien no lo hizo. Lo


que signica codiciar el trono y abandonar el gobierno.
—Ministro.
—Tenemos
—T enemos la justicia
jus ticia de nuestro
nues tro lado. La gente va a dar su consen-
timiento si entiende las razones. Obviamente, secuestrar al Taiho no
era la mejor manera. Pero el Taiho ha rogado para ser liberado. ¡No, él
se compadece de mí y desea quedarse aquí en Gen!
—S… sí.
—Yo no quería llegar a estos extremos. Un ataque a Kankyuu cau-
saría demasiado sufrimiento. Si podemos explicar nuestros motivos y
mostrarles que es una campaña militar innecesaria, verán las cosas a
nuestra manera. No quería reclutar a más soldados de los que tenemos
ahora. No quería tomar a los agricultor
agricultores
es y poner armas en sus manos.
Parte VI  179 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 28

Rokuta probó el hedor de la sangre, como si hubiera sido arrojado en


Rokuta
una mar de sangre. Los tentáculos de la muerte y la sangre se pega-
ron a él como los brazos de un pulpo.
Oyó los sonidos apagados del océano. Las olas golpeando con-
tra la costa fuera de los muros del castillo de piratas llevaban los
cuerpos otantes de los muertos. Aunque los ocupantes del castillo
puede que desearan recuperarlos y enterrarlos, aventurarse hasta
el borde del agua sería solamente invitar a nuevos ataques de los
Murakami.
Los Murakami deseaban tomar las cabezas de sus enemigos como
trofeos, pero sabían que aventurarse más cerca de la orilla los atraería
al rango de las echas y piedras que llovían desde los parapetos.
Llevada por una brisa estancada, el olor de la muerte y la sangre
otaba en la orilla e impregnaba el castillo. Rokuta cerró los ojos y
sacudió la cabeza como un perro mojado, tratando de alejar física-
mente el olor de la sangre derramada. Tropezó con sus propios pies,
ese era resultado de padecer ebre en los últimos días, la cual era
cualquier cosa menos baja.
Escuchó un fuerte y enérgico
e nérgico suspiro detrás de él.
—Así que después de todo, no escapaste.
Solo Shouryuu podría mantener un estado de ánimo optimista en
una situaciónuna
sosteniendo como esta. en
espada Rokuta se dio la vuelta para verlo allí de pie,
el hombro.
—Pensé que quizá no tuvieras los fondos necesarios a mano, así que
incluso te proporcioné los gastos del viaje. Eres un tipo bastante
bastante curioso.

Parte VI  181

Capítulo 28  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Rokuta no estaba solo. Varios otros que habían perdido su opor-


tunidad de escapar, estaban apiñados en el interior del castillo, con
el miedo y la ansiedad reejados en sus rostros. Ahora corrieron ha-
ha-
cia Shouryuu y lo miraron implorantes.
Shouryuu levantó sus cejas.
—¿Por qué las caras tristes? Lo que será, será. Mientras tanto, es
mejor animarse y salir de la tormenta.
—No lo digas de esa forma —lo regañó Rokuta.
—Puede no ser la forma, pero es cierto —Shouryuu les sonrió a
los tres ancianos que se aferraban a sus mangas—. Si siguen con- con-
gelados así, cuando llegue el momento para que puedan escapar,
estarán demasiado petricados para moverse. Hay que ayudar a ali- ali-
gerar el estado de ánimo y cree que vamos a encontrar una manera
de salir de esto.
Shouryuu rio. Los ancianos asintieron con suspiros de alivio.
Shouryuu dijo:
—Para empezar, conseguirán algo de comida. Estamos equipan-
do un barco para escapar, pero si están hambrientos, difícilmente
van a ser capaces de mantenerse en la borda.
Se habían quedado atascados allí en primer lugar debido a que
apenas podían buscar seguridad bajo las mejores condiciones. La
actitud despreocupada de Shouryuu podía ayudar a tranquilizar sus
mentes. Sonreían y murmuraban entre sí que no eran demasiado
viejos para remar.
—Pues bien —dijo Shouryuu—, díganme si necesitan algo. Sin em-
em-
bargo,
piedrastengan
que nosenquedan.
cuenta que no hay que exprimir la sangre de las
—Siempre has sido un bueno para nada —brom
—bromeóeó un anciano.
Shouryuu sonrió y despidiéndose con la mano, se marchó a la
torre del castillo. Rokuta corrió tras él.
—Oye…
—¿Qué? No te recomendaría que vinieras conmigo. Los Muraka-
Muraka-
mi están disparándole a cualquier cabeza que aparece por encima
de las almenas.
—¿Cuáles son exactamente las probabilidades de victoria? ¿Qué
tan probable es que todo el mundo sea capaz de escapar?
—Yo no creo que haya ninguna posibilidad. Estamos rodeados por
todos lados, con todas las rutas de retirada y reabastecimiento cortadas.
cortadas.
Shouryuu miró hacia los restos de su dominio. Una nube de humo

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

otaba sobre los restos carbonizados de las casas y tiendas, todo lo


que quedaba de la ciudad era el castillo.
—Los ataques son menos frecuentes que antes, probablemente
porque no hay necesidad de que pierdan la vida de sus soldados. Es
más fácil sitiarnos en el castillo y esperar por nuestra reacción. Ellos
pueden tomarse su tiempo hasta que agotemos nuestros suministros.
—¿Qué hay de las prov
provisiones?
isiones?
Shouryuu dijo con una sonrisa irónica:
—¿Qué provisiones? Habíamos estado enviado suministros des- des-
de tierra, pero solo las sucientes para durar dos semanas. Economi-
Economi-
zar,, como ves. Le dije a mi padre que cuidara su trasero. Él no era de
zar
los que pensara en estrategias.
Rokuta
Rokuta había oído que, a diferencia de Shouryuu, su padre era un
hombre renado y elegante. Desviando la tradición familiar, contrató
a profesores de Kioto y se entretuvo con música y actuaciones Noh1.
La madre de Shouryuu
Shoury uu murió joven, las amantes que vinieron des-
des-
pués de ella, así como la esposa legal de Shouryuu, eran sosticadas
chicas de la ciudad. Fue Shouryuu quien terminó siendo el raro.
—Con toda esta gente aquí, no vamos a durar dos semanas. Será
mejor que encontremos una salida antes que la despensa se seque
—Shouryuu frunció el ceño—. Me ofrecí a rendirme, pero no he reci-reci-
bido respuesta de los Murakami. Es probable que no vean el punto.
Ellos son piratas también, así que puedo entender su actitud.
—¿Piratas?
—Ves mujeres, niños y ancianos. Pero vienen de una casta pira-
ta y no
pero lastoman
mujeresa los
y lospiratas
niños por sentado.
pueden tomarPuede queyno
un barco lo aparezca,
salir la mar.
Esos viejos pueden empuñar una espada. Pon armas en sus manos y
van a luchar.
luchar. Incluso si nos rendimos y aceptamos ser sus sirvientes,
si rvientes,
nunca van a bajar la guardia. El territorio de los Murakami no es la
tierra, es el mar, y están hartos de compartir. Ellos quieren erradicar
cualquier competencia, no conquistarla.
Lo que signicaba que ninguno de ellos saldría de ahí con vida.
Rokuta miró a Shouryuu. Shouryuu dijo con una sonrisa.
—Les supliqué a las mujeres y a los niños que escaparan. Ahora
están listos para huir. No hay futuro para cualquiera de ellos aquí.
1 TAKIGI O-NOH. Es un drama musical tradicional japonés realizado al aire li-
bre. Los actores de Noh  usan
 usan máscaras de madera lacada y visten vistosos trajes. Sin embar-
go, los actores nunca expresan sus emociones verbalmente. La música realizada con autas
y tambores es muy sencilla. La representación teatral se caracteriza por su belleza mística.

Parte VI  183

Capítulo 28  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Lo que signica que planeas morir aquí.


Shouryuu rio.
—No me importa si los Murakami sostienen la mano del mismo
Buda, todavía no me darían un pase. Además, ¿por qué irme solo
cuando las cosas se ponen interesantes? Estoy aquí bajo mi propia
elección. No tengo nada que lamentar.
lamentar.
—¿En serio? —preguntó Rokuta en voz baja.
—Bueno… —Una sonrisa apareció brev
brevemente
emente en sus labios.
l abios.
Shouryuu volvió su mirada al castillo, a la ciudad carbonizada y
a los soldados en su formación de batalla. No podía ver la casa de
campo en la colina detrás de ellos, solo los restos ennegrecidos de
las paredes de piedra.
—Todos ellos murieron. Tu mujer y tu hijo también.
—Les dije que huyeran lo más rápido posible. Pero en sus sueños
más salvajes, mi padre no podía imaginar perder. Me atrevo a decir
que nunca se le ocurrió que la guerra era una posibilidad real. Cuan-
do me fui por última vez, me recordó estar de vuelta a tiempo para el
recital de poesía —agregó Shouryuu con una risa amarga—. Es trágico
que el niño muriera también. Sabiendo que murió con su padre pro-pro -
porciona algo de consuelo.
Rokuta lo miró.
—Por su padre, ¿quieres decir tu padre?
Shouryuu respondió sin emoción.
—Probablemente.
—Probablemen te. Las provisiones se están agotando. Será mejor
que nos aseguremos de que la gente del pueblo pueda escapar an-
tes de que estemos demasiado débiles para luchar.

Era el tercer día de asedio. Shouryuu se dirigía hacia su disminuido


séquito cuando Rokuta apareció con la cena.
—Pero Shouryuu, quiero decir, mi señor…
—Si esperamos a que nuestros suministros se agoten, será de- de-
masiado tarde. No importa qué, quiero asegurarme de que los civiles
escapen. Independientemente de la forma que huyan, necesitarán
provisiones también. Si no llegamos a una decisión rme rápido, no
habrá nada que llevar con ellos.
Sus seguidores se hundieron en el silencio.
si lencio.
—Si nos quedamos aquí, moriremos de hambre. Vamos a lanzar

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

el último barco en el muelle y el escudo con nuestros buques de


guerra. Tan pronto como lleguemos a tierra, vamos a establecer un
perímetro defensivo y permitiremos que la gente del pueblo escape
detrás de nosotros. —Shouryuu sonrió—. Cualquier otra persona que
esté cansada de la vida, es bienvenida a quedarse allí conmigo. El
resto guardará la retirada. Una vez que lleguen a la frontera, tiren sus
armas pesadas y mimetícense con los l os campesinos.
Un anciano con un brazo lleno de cicatrices se agarró a él.
—Mi señor, los que escapen necesitarán un líder
l íder.. ¡Vaya con ellos
y sírvales de guía!
—No digas tonterías. Si huyo, los Murakami de seguro me segui-segui-
rán. ¡Ah!, yo podría tomar una dirección diferente y hacer que dividan
sus fuerzas. Si las cosas se complican, eso es lo que haré.
—No, —contrarrestó el anciano. Con una profunda reverencia ex-
plicó—: los Murakami nunca permitirán que nos vayamos. Pero se-
guramente puede huir solo. Si los Oouchi demuestran ser dignos de
conanza, debería poder encontrar refugio con ellos. Con el tiempo,
los Komatsu se levantarán una vez más. Le suplico y le imploro que
mantenga un perl bajo hasta entonces.
—¿Se supone que haga eso? —preguntó Shouryuu, con una clara
expresión de sorpresa en su rostro— ¿Y después qué? Con toda esta
gente dispersa a lo largo y ancho, ¿cómo este feudo va a revivir? Vi-
vimos tiempos difíciles, cacharros indefensos en medio de los lobos,
l obos,
y no podemos pretender lo contrario. Odio tener que decir esto, pero
un hombre tiene que conocer sus límites.
l ímites.
El anciano de
—Después negó convamos
esto, la cabeza.
a sufrir una dicultad tras otra. Sabien-
Sabien-
do que han sobrevivido para restaurar el dominio Komatsu, en una
fecha futura serán esas miserias más fáciles de soportar. Un golpe
ajo seguramente signicará el n de los Komatsu. Enviaremos un se- se-
ñuelo entre la gente que huya. Mientras los Murakami los persiguen,
usted puede buscar la prot
protección
ección de los Oouchi.
—¡Sandeces! —rugió Shouryuu.
El anciano se echó hacia atrás, con una expresión de sorpresa
en el rostro.
—Soy el señor del castillo. ¡Llevo el destino de mis súbditos en
mis propios hombros! ¡¿Cómo podría dejarlos de lado?!
El anciano se arrodilló en el suelo y se postró.
—Razón de más, debido a que lleva nuestro destino en sus

Parte VI  185 

Capítulo 28  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

hombros. ¡Por favor, reconsidérelo!


—Fue la gente del pueblo la que me llamó joven maestro y me
mimaba como uno de los suyos. ¿Cómo podría excusar el dejarlo de
lado ahora?
—Mi señor…
—No soy tan tonto para no saber lo que signica el nombre —rugió
Shouryuu—. No han sido atrapados por mi personalidad encantadora
o por mis capacidades, sino más bien por la expectativa de que iba a
convertirme algún día en el señor de la casa.
—Mi señor.
—Yo sé lo que eso signica y tú también. Me pusieron aquí para
responder a sus oraciones por un mundo de paz.
Sus criados se inclinaron hasta el suelo.
—¿Se supone que yo solo sobreviva y reviva al clan Komatsu?
¡No me hagas reír! ¿Estás diciendo que debería esperar y verlos a
todos ustedes morir y luego traer a los Komatsu de entre los muer-
tos? ¿Qué clase de reino sería? ¿Aislarme a mí mismo en el castillo
y hacer qué?
Sus sirvientes permanecieron inclinados allí y no se movieron.
—Es mi  cuello
 cuello el que debe estar en la línea. ¿Qué importa
impor ta mi vida
en comparación con el resto de ustedes? Cada vez que uno de mis
súbditos muere, lo hace un pedazo de mí también.
»Eso es un destino mucho más doloroso que perder mi propia
cabeza. —Shouryuu se puso de pie, su comportamiento típicamente
calmado una vez más subía al primer plano—. De todos modos, mi ca-
beza
Vamosdebe ser
a ver tan buen
cuántas premio
almas estacomo unamía
cabeza calabaza
expiará.hueca —Se rio—.

Los barcos abandonaron la isla a la mañana siguiente, al amanecer


amanecer..
Haciendo una última resistencia desesperada, una resistencia feroz
de las sanguinarias fuerzas Murakami salieron a su encuentro, ellos
apenas llegaron a tierra, perdiendo la mitad de sus seis buques de
guerra en el proceso.
Después de establecer una línea defensiva a lo largo de la orilla,
luchaban con cada onza de su fuerza menguante para abrir una línea
de retirada. Pero sus las se agotaron y colapsaron.
Con la mayoría de los soldados que custodiaban la única ruta

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

hacia la libertad
liber tad muertos, la gente que huía fue rodeada y eliminada.
El clan Komatsu ya no existía.
Parte VI  187 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


188   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE VII
CAPÍTULO 29

El mismo pensamiento corrió por las cabezas de todos en el palacio:


“Se suponía que no debía ser así”.
Mirando hacia el río Rokusui serpenteando por debajo del Pala-
cio Ganboku, los pantanos más allá de los diques ahora se habían
convertido
conv ertido en un bosque de banderas imperiales.
Atsuyu había sido por mucho tiempo el pilar de la provincia de
Gen. Con el reino de En devastado y desolado, la gente y la tierra de
Gen mantuvieron la calma en el ojo de la tormenta. La provincia de
Gen por sí sola no pudo detener la inexorable tendencia a decaden-
cia o soportar
embargo, todas las olas
en comparación condelas
destrucción sobre sus
otras provincias, su costas. Sin
declive fue
mucho menos grave.
Atsuyu los libró de la destrucción inminente. Al fallar las cosechas
y a medida que lasl as poblaciones se desplomaban en otras provincias
y la anarquía desplazaba al orden, Gen solo había logrado hacer re-
troceder la marea.
Las calamidades continuaron y los youma arrasaron a través de
los campos. Todos los refugiados que pasaban a través de Gen, hu-
yendo a otras provincias, decían lo mismo:
“Gen es una tierra bendita. Ganboku es como un sueño”.
Entonces, un nuevo emperador ascendió al trono y el reino co-
menzó a recuperarse, Gen había quedado atrás.
En las demás partes,
par tes, las granjas y campos reverdecían
reverdecían lentamente,

Parte VII  189 

Capítulo 29  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

las poblaciones y las cosechas aumentaron. Las diferencias con las


otras provincias desaparecieron. Gen ya no era un lugar que los
viajeros señalaran y alabaran.
Para ser justos, una mejora de diez veces en otro lugar debería
haberse traducido en una mejora de cien veces en Gen. Sin duda, un
futuro lleno de riqueza inimaginable les esperaba.
Pero la realidad era muy diferente.
La primera prioridad del Gobierno Imperial llevaba a todas las
provincias al mismo nivel. Esta orden la resentía profundamente el
pueblo de Gen. Creían que, si el emperador no hubiera privado a Gen
del gobierno soberano, habría orecido bajo el gobierno de Atsuyu.
—¿Cómo llegaron las cosas a esto? —Se quejó un soldado po- po-
sado en la torre de vigilancia en la tercera estación en la montaña
Ganboku.
Sus compañeros guardias no tenían nada que decir en e n repuesta.
—¿No deberían las acciones del ministro haber traído la autono-
mía y prosperidad de nuevo a Gen?
Corregir los errores del emperador, asegurar la soberanía para
las provincias, tomar la iniciativa en el renacimiento del reino, y todo
gracias a Gen. No pocos imaginaron que, estando en deuda con
ellos, los señores provinciales y la gente anunciaría a Gen como la
pieza clave que mantenía al reino unido.
Pero abrir esa lata de gusanos…
—Somos un grupo de rebeldes. En estos días, todo lo que se es- es-
cucha es a las personas diciendo que nosotros tratamos de usurpar
el trono.
El Ejército Imperial reunido en las orillas lejanas del Rokusui ha-
bía llegado a 30.000. Los ciudadanos de Gen continuaban marchan-
do hacia Ganboku para unirse a ellos. Era imposible saber qué tan
grandes serían sus números antes de que empezara la lucha. Sin
embargo, poco importaba eso en este punto. Las fuerzas del Ejército
Imperia ya superaban a las de la Guardia Provincial de Gen.
En silencio, furtivamente, los soldados de la Guardia de la Pro-
vincia estaban abandonando sus puestos. Las deserciones aumen-
taban día a día, especialmente entre los reclutas. Si seguían reclu-
reclu-
tando civiles para llenar las las, en unos días más no quedarían
civiles. Y no pocos de los que huían corrían directamente hacia los
estandartes imperiales.
—Hay un rumor —dijo otro guardia—. Hace una semana, la

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

gobernadora general murió.


—Sé, se dice que ella trató de liberar al Taiho y sacricó su vida
en el intento.
—Dicen que el ministro atacó al Taiho en una rabieta, sabiendo
que estaba en una situación sin salida, y la gobernadora general mu-
rió prot
protegiéndolo.
egiéndolo.
—Patrañas. Él nunca haría algo así.
—Sí, probablemente
probablemente no. Aun así, los rumores están en e n todas par-
par-
tes. La cuestión es que nadie hubiera escuchado algo así antes. Eso
tiene que enviar un escalofrío por la
l a columna vertebral.
Se quedaron en un silencio tenso. Un momento después, como
de común acuerdo, todos los ojos se volvieron al Ejército Imperial.
Uno de ellos nalmente expresó la pregunta que rondaba la men-
men-
te de todos:
—¿Por qué no están atacando?

—¿Qué está pasando? Ellos no han dado un paso a través del Roku-
Roku-
sui. —Atsuyu estaba en el balcón y miraba hacia el río—. ¿Están espe-
rando que más gente se una a ellos? Están construyendo un ejército
de amateurs. Ellos simplemente se interpondrán en el camino de los
soldados regulares.
Hakutaku
Hakutaku dijo con expresión dudosa:
—Han reclutado a 20.000 a lo largo del camino y los han puesto
a trabajar
—¿Qué? colocando bolsas de arenas en las riberas.
—Están construyendo los diques. Estos llamados soldados no
tienen ningún armamento digno de mención. Deben haber previsto
desde el principio desplegar obreros.
—¿Ahora están construyendo diques? ¿Están tratando de ganar-
se nuestro favor?
—Solo podemos esperar que eso es lo que están haciendo. El
Ejército Imperial está trabajando en las orillas
oril las lejanas del Rok
Rokusui
usui de
las aguas de Shin’eki a las de Sugo.
—¿No querrás decir que… ellos están desviando el río?
Atsuyu frunció el ceño. El Rokusui giraba alrededor de Ganboku
como una serpiente. Durante mucho tiempo, los diques mantuvieron
el río dentro de sus márgenes. Atsuyu secretamente había hecho un

Parte VII  191

Capítulo 29  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

trabajo adicional en los terraplenes, pero no podían construir los di-


ques lo sucientemente altos si el río era represado aguas abajo.
—Increíble.
Con la ciudad situada en las tierras bajas, las inundaciones se
convertirían en una posibilidad real. Los diques ahora eran más ba-
 jos, lo que signicaba que, si sobrepasaba sus orillas, el río uiría
fuera de Ganboku. Si los diques ahora se construían más altos, el río
uiría hacia Ganboku.
Sin embargo, la extensión de los diques de un solo golpe era una
hazaña. Diez mil conseguirían hacer el trabajo en un tramo. Pero con
una mano de obra de veinte mil…
—Es un estado de sitio, ¿cuántos soldados podrían instalarse en
el palacio?
El volumen de agua liberada durante la época de lluvias era sig-
nicativo. Si no se desviaba correctamente, los campos alrededor de
Ganboku preparados para la batalla se inundarían. El agua creciente
podría incluso llegar a las tierras de cultivo en las afueras de Gan-
boku. O en el peor de los casos, inundar la base de la montaña en sí.
—Aprovisionar
—Apro visionar a nuestras fuerzas es el problema más acuciante.
Tiendas en el interior del palacio estaban armándose. No obstan-
te, la cosecha, la provincia de Gen no había producido un superávit.
Amargas auto recriminaciones colorearon la voz de Hakutaku.
—Este levantamiento
levantamiento se inició con todas las expectativ
expectativas
as de que la
la
provincia
prov incia de Kou entrara en la refriega y la resolución del conicto con
una breve, pero decisiva batalla. Si la provincia de Kou no actúa, nos
enfrentaremos al nal los
cepto que no tenemos solos, haciendopara
suministros unasoportar
largatar
sopor lucha inevitable.
un largo Ex-.
Ex-
conicto.
conicto
—Entonces no tenemos más remedio que imponer un impuesto
de emergencia sobre las granjas cercanas. Afortunadamente, la co-
secha acaba de terminar.
Hakutaku
Hakutak u hizo una mueca.
—¿Está proponiendo expropiar lo que no haya sido gravado ya?
Lo que han puesto a un lado en sus bodegas base y lo que tiene que
durarles un año en los almacenes del pueblo.
Atsuyu echó una mirada fría hacia Hakutaku.
—¿Estás sugiriendo que la Guardia Provincial se muera de hambre?
Hakutaku le devolvió la mirada, incómodo. Su temperamento se
había levantado. Después de ser bañado con la sangre
s angre de Ribi, Rokuta
todavía
todavía no había recuperado la conciencia. Eso fue solo el comienzo

192   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

de los problemas que habían traicionado todas las esperanzas de


Gen, que una vez había celebrado el mantener una autoridad moral.
—En primer lugar, cualquiera que sea el gravam
gravamen
en impuesto aho-
ra, no será por siempre. Y todo lo que podríamos recoger de las tien-
das, ¿cuánto tiempo podemos esperar que duren?
—Así que obtén lo que puedas y preocúpate por el resto más tar-
de. —Atsuyu se dirigió a los ministros cercanos—. Esos diques no de-
ber ser construidos. Envíen una división de la Guardia Provincial al
Rokusui.
—Espere —dijo el Ministro de Defensa, con el ceño fruncido de
preocupación—. La Guardia Provincial ya está superada en número
por el Ejército Imperial. ¿Nos está diciendo que dividamos nuestras
fuerzas aún más?
—Entonces, envía a todo el ejército.
Qué locura, el Ministro de Defensa se quejó para sus adentros.
Pero dijo en voz alta:
—Por favor, tenga en cuenta el número de nuestros soldados. El
Ejército Imperial ya tiene tres veces más. Sin reservas sucientes
para dar marcha atrás un asalto contra el palacio, no tenemos ningu-
na oportunidad
opor tunidad de prevalecer
prevalecer..
—¡Soy perfectamente consciente de ello! —Atsuyu disparó de nue-
nue-
vo—. Cuando comiencen las lluvias, despachen una fuerza de élite y
hagan que rompan los diques en el lado
lado opuesto río arriba del Ganboku.
Hakutaku
Hakutak u se puso lívido.
—¿Qué está diciendo?
—¡Es los
Rompan el único
diquesrecurso que del
por encima tenemos!
Ganboku —dijo Atsuyuelarío
y desvíen gritos—.
hacia
Shin’eki. ¡Si tienes alguna idea mejor, ahora sería un buen momento
para decirla!
Los nervios de Atsuyu no disminuyeron. Las crecientes las del
Ejército Imperial, la traición
trai ción de la provincia de Kou, el inconsciente Tai-
ho, todo conspiraba contra él. El suelo se desmoronaba bajo sus pies.
—La temporada de lluvias se acerca. Ni siquiera puedo pensar
en ello.
—¡Por eso es necesario romper los diques! Después de que las
lluvias comiencen será demasiado tarde. Con los diques lejanos
construidos, una presa río abajo devolv
devolvería
ería el agua a Ganboku.
—¿Está dispuesto a inundar Shin’eki por el bien de Ganboku? El
Palacio Provincial está en una montaña. Si Ganboku se inunda, en

Parte VII  193

Capítulo 29  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

el peor de los casos, solo nos mojaremos los pies. Se lo ruego, aleje
esos pensamientos de su mente.
—Estamos sin opciones. ¡Haz lo que he ordenado!
194  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 30

Rokuta abrió los ojos. Sus párpados eran tan pesados que le tomó
varios minutos para centrarse en su entorno.
—Él está consciente.
Percibió el sonido de unos pasos apresurados y la voz de una
mujer. No podía ser Ribi, por supuesto. Recordándolo, Rokuta gimió
en voz alta.
Rokuta
Rok uta se cubrió la cara con las manos.
 ¿Por qué ir tan lejos? Todo,
Todo, al nal, por el emperador
emperador..
Una mujer se inclinó sobre él y le dijo, con una voz muy cerca.
—¿Cómo está? ¿Siente dolor?
Rokuta
Rokuta negó con la cabeza.
—Ha dormido durante mucho tiempo. Estábamos muy preocupados.
preocupados.
Rokuta
Rok uta bajó sus manos y se incorporó. El mundo giró.
—¿Cuánto tiempo?
La mujer que lo atendía tenía unos treinta años. El corte de su
vestido la identicaba como una viceministra de baja clasicación.
—Ha sido una semana completa.
—Una semana. ¿Qué pasa con el Ejército Imperial? —Él le lanzó
una mirada de preocupación.
La guerra no podría haber comenzado ya.
Ella sacudió la cabeza.
—Están
movido. acampando
—Y añadió en la
con una risaorilla opuesta
ner viosa.
nerviosa. al Rokusui
—Pero y noconstru-
ellos están se han
yendo los diques.
—¿Están haciendo qué?

Parte VII  195 

Capítulo 30 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

¿Shouryuu estaba tratando de congraciarse con la provincia re- re-


belde a estas alturas?
al turas? Aunque Rokuta
Rokuta agradecía que la lucha aún no
hubiera estallado.
—¿Está bien para moverse?
Rokuta asintió. Una fatiga pesada todavía embotaba sus sentidos,
pero no era el momento de dormir. Bajando de la cama, se detuvo.
Tengo que hacer algo antes de que estalle la guerra.  Pero él no
tenía ni idea de qué hacer.
—Bien, entonces.
La viceministra le colocó un manto sobre sus hombros. Rokuta
deslizó sus brazos por las mangas. Mientras se vestía, sintió una sen-
sación de frío en la frente.
La piedra.
La tocó con la punta de los dedos. La viceministra dijo:
—Lo siento mucho por eso. Debe ser incómodo. No sé cómo quitarlo.
—Está bien —dijo Rokuta suavemente,
suavemente, moderando su sorpresa.
La piedra no está tocando
tocando el cuerno.
Aunque estaba colocada en su frente, estaba desplazada solo un
poco y todo lo que Rokuta sentía era la dureza y frialdad contra su
piel, pero su poder no estaba sellado.
Kouya, dijo Rokuta desde el fondo de su corazón.
Kouya lo había hecho deliberadamente. Tal vez porque Rokuta
lo encontraba tan desagradable o por consideración a su condición
física, Kouya no había sellado el hechizo.
—¿Puede moverse?

ella Rok
Rokuta
uta la una
le tendió miróbolsa
con una expresión dudosa. Con una suave sonrisa
de tela.
—Esto tiene todo lo que necesita. Debe salir de aquí lo más rápi-
do posible.
—Eh, ¿qué?
—Nos rebelamos contra el emperador creyendo que podríamos
asegurar un mejor futuro para nuestros súbditos. No teníamos la in-
tención de hacer decaer el reino. No pensamos profundamente so-
bre las prioridades del emperador o las consecuencias de nuestras
propias acciones. Ahora estamos indignados ante el caos que nos
rodea y la ira que hemos generado.
»Si se pudiera reunir con el Ejército Imperial, regresar al palacio
y transmitir a su Alteza estas palabras de disculpa en nuestro nom-
bre…

196   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Si haces algo como esto…


—Por favor. —La viceministra cubrió con un velo la cabeza de
Rokuta—. Los rumores no pueden hacer justicia a la profunda com-
pasión del Taiho. Permitirse ser encerrado aquí para salvar la vida
de un solo bebé, eso me dice todo lo que necesito saber. Mientras
permanezca a lado del emperador, sé que no será un hombre sin
corazón. La gente de la provincia de Gen ciertamente ha actuado de
la manera más tonta.
Ella le instó a que se levantara. Rokuta
Rokuta se quedó allí confundido.
Algo estaba pasando en la provincia de Gen. Tal había sido el afecto
generalizado por Atsuyu que toda la provincia había resuelto unirse.
Pero esa unidad ahora se estaba desmoronando en el interior del
palacio mismo.
—¿Atsuyu aprueba esto? —Estaría renunciando al único rehén
que le quedaba.
La viceministra tristemente sacudió la cabeza.
—Él ha cambiado. Si realmente se preocupara por sus súbditos…
—¿Qué?
La viceministra ignoró la pregunta de Rokuta y lo empujó hacia
adelante.
—Gire a la derecha después de salir de la habitación. Vaya a la
esquina y llegará a un tramo de escaleras que conducen a un túnel.
El túnel termina en el Palacio Interior, en la parte trasera del Palacio
Choumei, mantenga la cabeza hacia abajo. Una vez que llegue al ni-
vel más bajo, un camino lo llevará fuera del palacio.
—Pero…
—Sé que todavía debe estar dolorido. Pero no deje pasar esta
oportunidad. Otra similar no se presentará de nuevo. Fue solo cues-
tión de suerte
suer te que me dieran este momento a solas con usted. Se lo
ruego. Vuelva
Vuelva a Kankyuu. No deje que el sacricio de la gobernadora
general sea en vano.
La viceministra empujó a Rokuta fuera de la habitación. Estaba a
punto de protestar, diciéndole que sin duda ella tendría que respon-
der por sus acciones, cuando le cerró la puerta en la cara.
 ¿Ahora qué?
qué?
Después de un momento de confusión, Roku Rokuta
ta comenzó a cami-
nar.. Sus rodillas se tambaleaban con cada paso. Se apoyó contra las
nar
paredes para mantenerse en pie. Consideró por un momento llamar
a sus shirei . Pero, quizá debido a los efectos persistentes del hedor

Parte VII  197 

Capítulo 30 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

de la sangre, no podía ordenar sus pensamientos lo suciente como


para convocarlos. A pesar de que podrían aparecer por su propia vo-
luntad, podrían no estar menos confundidos de lo que estaba él.
Rokuta clavó las uñas en los huecos entre las piedras y lenta-
mente se dirigió por el pasillo y giró a la derecha.

Kouya entró en la sala acompañado


a compañado de veinte hombres.
hombres.
—Ministro, he traído a los hombres adicionales que pidió.
Atsuyu se volvió hacia él, con una expresión sombría en su rostro.
—Gracias.
Su aspecto era demacrado. El Ejército Imperial que acampaba en
la otra orilla del Rokusui había llegado a los 31.000. Además de eso,
las voces de descontento y las críticas eran escuchadas no solo en la
ciudad, sino dentro de los muros del palacio. No había forma de saber
cuándo esas palabras se transformarían en acciones, sus pormeno-
res se complementaban con tropas de fuerza de despliegue rápido.
—Me he reunido con los soldados más experimentados en el
cuerpo. No hay lealtad entre ellos hacia el emperador. Su lealtad in-
in-
cuestionable es hacia el ministro.
Kouya los miró mientras él hablaba. El hecho era que no los co-
nocía lo suciente como para conar incondicionalmente en ellos. En
cualquier caso, él se quedaría cerca del Ministerio. Su presencia y la
de su youma evitaría que algo malo sucediera.

allí, Atsuyu asintió. Mientras


otro mensajero examinaba
se precipitó a los soldados arrodillados
en la habitación.
—¡Ministro!
—¿Qué?
El mensajero nervioso se olvidó de arrodillarse y simplemente gritó:
—¡El Taiho se ha ido!
—¿El qué? —Atsuyu se puso de pie—. La viceministra asignada
para cuidar de él debió haberlo dejado escapar.
escapar.
Detrás del mensajero, un asistente apareció arrastrando a la mu-
 jer antes mencionada.
—Encuéntrenlo —Atsuyu ordenó en un gruñido.
Kouya se dio la vuelta.
—Busquen al Taiho.
Taiho. Asegúrense de tratarlo con guantes de seda.
Tráiganlo de vuelta aquí con todo el debido respeto.

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Fuyumi Ono Doce Reinos 

Los nuevos reclutas detrás de él asintieron al unísono y salieron


con el mensajero. El ministro se quedó solo en el medio de la habita-
ción. Atsuyu volvió su atención a la viceministra.
—¿Por qué harías algo como eso?
Ella le devolvió la mirada, con un amargo reproche en sus ojos.
—Esa es una pregunta que deseo hacerle también. ¿Por qué es-
tán rompiendo los diques?
Atsuyu dejó escapar un suspiro de exasperación.
—Porque…
—Porq ue… —se frotó las sienes—. ¿Qué es lo que la gente espera
que haga? —Con un movimiento de cabeza, se dirigió a ella de nue-
vo—. Esta es nuestra única oportunidad de prevalecer. ¿O me estás
diciendo que ya he perdido?
La viceministra le devolvió la mirada y no se movió una pulgada.
—¿Así que levantará sus estandartes sobre las orillas del Rok
Rokusui
usui
después de arrastrarlos por ele l barro?
—Basta ya.
—¿No inició la revuelta por el bien de las personas? ¿Cómo inun-
dar a Shin’eki va de acuerdo con esa premisa?
—¿Qué más podemos hacer en este momento?
—Ríndase. Ha quedado muy claro que ha tomado a este empera-
dor muy a la ligera.
Atsuyu suspiró de nuevo y miró a Kouya.
—Kouya, llévatela.
Parte VII  199 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


200  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 31

Rokuta
Rok uta se apoyaba en la pared para evitar que sus piernas colapsaran.
—Rikaku… Rikaku…
Llamó a su shirei  y
 y no obtuvo respuesta.
—Rikaku. Youhi.
Los percibió débilmente, pero solo oyó su angustia. El kirin esta-
ba estrechamente unido a sus shirei . Cuando un kirin sufría, también
lo hacían ellos.
—Rikaku.
Había rango y estatus entre los  shirei . Rikaku y su nyokai  Youhi
  Youhi
eran los principales y por ellos, estaban sufriendo tanto. Rokuta ni
siquiera podía sentir las reacciones de los demás.
Deseaba más que nada acostarse y dormir
dormir.. Pero él estaba a con-
trarreloj. Ya se había escapado y no había más rehenes vinculados
a él. Otros podrían haber sido forzados a tomar el lugar de Ribi y el
bebé, excepto que el hechizo que una vez lo ató ya no poseía sus
poderes malignos.
Dirígete hacia el Ejército Imperial y diles que se queden hasta
que puedas volver a Kankyuu y tener una conferencia con Shouryuu.
Había lógica en lo que Atsuyu le había dicho. Privados de su so-
beranía, las nueve provincias
provincias eran demasiado grandes para que una
sola persona las administrara. No tenía ningún sentido.
El descontento
perpetuo de los queera comprensible,
viven porde
en las llanuras noinundación
mencionardel
el malestar
Rokusui.
No importaba. La guerra debía ser evitada a toda costa. Ekishin, Ribi
y el niño fueron sucientes. Nadie más tenía que morir.
morir.

Parte VII  201

Capítulo 31 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Rokuta instó a sus débiles piernas, logró


Rokuta l ogró pasar por el túnel y llegó
ll egó
al corazón del Palacio Interior.
Interior. El palacio en cada reino y provinc
provincia
ia se-
guía el mismo diseño general. Hizo un camino hacia la parte par te de atrás
y se dirigió a la Mansión Choumei. Cada palacio tenía una Mansión
Choumei, donde la familia del emperador o señor provincial residían.
Ayudándose de la decorada pared para mantenerse en pie, se
dirigió por el pasillo.
Un hilo de voz lo llamó:
Taiho.
—¿Eres tú, Rikaku? ¿Qué?
Personas.
Rokuta se detuvo. Allí, en las profundidades de la Mansión Chou-
mei, el Palacio Interior estaba en calma. No había señales de vida. Pero
eso no quería decir que debía estar despro
desprovisto
visto de actividad humana.
—¿Criados? ¿Sirvientes?
No, respondió Rikaku, igualmente desconcertado.
Aguzando el oído, Rokuta escuchó un leve ruido. Un hombre gri-
tando. Tal vez una bestia bramando. Frente a él, o detrás de él. No
podía decidir.
Dio un paso vacilante hacia adelante. Al doblar la esquina, un
claro grito como el cristal golpeó sus oídos.
Se echó hacia atrás por reejo. Rokuta miró en la dirección de
las voces. Unos momentos más tarde, se movió hacia ella de nuevo.
No podía entender lo que estaba diciendo. Solo oyó una voz gritando.
 Y se mezclaba con el sonido de las cadenas, el sonido metálico,
siendo arrastrado
una persona y tiradocontra
que luchaba con gran
susvigor. Los sonidos
ataduras. emitidos
¿Qué clase por-
de prisio-
prisio
nero estaría connado en las entrañas
e ntrañas de la Residencia Imperial?
Al nal de un pasillo estrecho, Rokuta encontró una escalera de
piedra que descendía a través de la penumbra. Esas debían ser las
escaleras de las que la viceministra había hablado. Más abajo se en-
contraba la fuente del sonido, la fuente de un olor amargo, otando
en una corriente lánguida de aire.
Agarrándose a la barandilla, Rokuta bajó rápidamente. El corre-
dor se estrechó aún más y continuó en las profundidades del palacio.
Las paredes eran de color negro con polvo y moho, lo que sugería que
se utilizaba muy poco.
—Este debe ser el camino. Pero ¿quién en el mundo está hacien-
do esos sonidos tan extraños?

202   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Con cada paso que daba, la voz se hacía más clara. Divisó un con-
 juntoo de puertas al nal de un pasill
 junt pasilloo late
lateral.
ral. El ruid
ruidoo ven
venía
ía de detr
detrás
ás de
esas puertas. Un gemido, un aullido que no formaba ninguna palabra.
Sin embargo, un kirin poseía la capacidad de percibir el signica-
signica-
do detrás de ellos:
“Déjenme salir”.
Rokuta se salió del camino por un momento y se aventuró por el
Rokuta
callejón. No podía ignorar tal grito desesperado de ayuda.
Cuando llegó a la puerta, los sonidos cesaron de repente. Bus-
cando a esa alma, sus sentidos registraron ahora a un hombre llo-
rando en voz baja.
Rokuta
Rok uta puso las manos en la puerta y empujó. La puerta se abrió
lentamente sin ninguna resistencia. ¿Por qué?, se hizo obvio inme-
diatamente. Frente
Frente a la puerta
puer ta había una celda como en la que él ha-
bía sido connado, con un entramado de barras de hierro bloquean-
bloquean-
do la salida.
Aunque era bastante grande, la única fuente de luz en la habita-
ción sin ventanas provenía de la puerta abierta. Al principio, Rokuta
solo pudo distinguir una sombra en cuclillas al pie de la puerta de
hierro con barrotes.
Un anciano delgado y ojeroso. Estaba allí sentado agarrando las
barras con las manos sucias.
Al ver a Rokuta levantó
levantó su cara llena de lágrimas, sacudió las ba-
rras y levantó la voz. Una cadena enrollada como una serpiente por
el suelo de piedra sucio se adhería a la pierna del hombre. La cadena
se sacudió
uta ymiró
Rokuta
Rok rechinó con cadaalmovimiento.
con asombro desgraciado y atormentado anciano.
—¿Quién… quién eres?
No hubo respuesta. El anciano abrió la boca para gritar, pero solo
logró un gemido.
Déjame salir, quería decir. Déjame salir. Detente. Te equivocas,
te equivocas…
—¿Quién haría algo así?
La razón de esos gritos sin palabras era cruelmente evidente. No
había ninguna lengua en la boca del anciano.
—Rikaku.
—Rikaku. ¿Puedes abrir estas
e stas barras?
No. El seguro está encantado.
De hecho, los caracteres grabados en la
l a supercie rugosa, oxida-
oxida-
da tenían un hexágono vinculante.

Parte VII  203

Capítulo 31 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿Por qué? —murmuró Rokuta—.


Rokuta—. No puede ser… ¿eres Genkai?
Genkai. El padre de Atsuyu. El señor provincial de Gen. Atsuyu ha-
bía dicho que estaba enfermo. Los rumores decían que estaba loco,
que se ocultaba en el Palacio Interior y no le daba la cara a nadie.
Tal vez se había encerrado lejos -y ahora estaba encadenado a una
pared y encerrado dentro de esta celda-.
El anciano no ofreció ni una armación o negación, solo repetía
para sí mismo:
Te equivocas, te equivocas. Detente. Porque, puedes ver, por -
que…
—Cálmate. Si no te calmas, no puedo entenderte. ¿Eres Genkai?
El anciano negó con la cabeza. Rokuta suspiró. No sabía quién
podría ser esta persona o por qué estaba cautivo, solo que él no era
Genkai. No pudo evitar una sensación de alivio, sin embargo, al mis-
mo tiempo, no podía ignorar la realidad dolorosa de que un preso era
mantenido allí en condiciones miserables.
—Lo sé, lo sé. No llores. No puedo ayudarte en este momento.
Pero voy
voy a hacer algo. Lo prometo. Solo espera un poco más. ¿Bueno?
Llorando copiosamente, el anciano asintió con la cabeza una y
otra vez. Incluso aunque hubiera cometido un crimen atroz, ningún
ser humano debía se encadenado así. ¿Cómo pudo pasar por alto
Atsuyu una condición tan bárbara? Rokuta no podía creer que él no
sabía lo que estaba pasando en el palacio
pal acio provincial.
provincial.
No me dejes aquí, balbuceó el anciano.
Rokuta
Rok uta lo tranquilizó lo mejor que pudo y siguió su camino.

 justo—Atsuyu, ¿cómo
debajo de has podido permitir que algo como esto suceda
tu nariz?
 ¿No dijiste que estabas haciendo todo esto por el bien de las
personas?
204  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 32

Rokuta se adentró debajo del palacio, en lugares reducidos aun para


Rokuta
gatear.. Respondiendo a sus reiteradas citaciones, Rikaku nalmente
gatear
apareció. Todavía
Todavía no estaba en condición para llevar a Rokuta en su
lomo. En su lugar, Rokuta se agarró a su pelo gris oscuro y lo utilizó
como un hombro donde apoyarse, ya que se encaminaban a través
de túneles con poca luz.
Los túneles iban y venían dentro de la montaña, ramicándose
varias veces en el proceso. Podrían desviarse en un abrir y cerrar de
ojos. Rokuta perdió la cuenta de cuántos niveles habían descendido,
y luego no pudo encontrar el camino que conducía más abajo. Des-
concertado, apresuradamente intentó dar marcha atrás.
—¿Dónde estamos? —se preguntó en voz alta, en busca de sus
propias huellas.
Pero había muchos lugares donde el agua que caía y se convertía
en barro -lugares en los que sobresalían los cantos rodados que ele-
vaban la tierra- lugares donde la luz era tan
ta n tenue que apenas podía
ver una cosa: que era imposible continuar por ese camino.
—Youhi.
—Y ouhi. ¿Puedes encontrar el camino hacia abajo?
Sombras parpadearon en el aire sombrío, seguidos por una res- res-
puesta de dolor.
—No está por ninguna parte… por aquí. De alguna manera… he-
mos—Estamos
entrado… en enalgún
una cámara subterránea
lugar debajo completamente
del palacio. diferente.
¿Puedes decir dónde?
—Perdóneme.
—Per dóneme. No puedo pasar a través de las paredes o del piso.
Los  shirei   normalmente tenían los poderes del tonkou  a su

Parte VII  205 

Capítulo 32  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

disposición. Utilizando el tonkou podían pasar ocultos a través de las


venas de la tierra, las corrientes en el agua, y todo lo que estuviera
impregnado por una veta de materia espiritual. Usando la presencia
del kirin  como una especie de faro, podían ir y venir a voluntad,
incluso cuando estaban separados por miles de kilómetros.
Excepto que era casi imposible en su condición actual. Algunos
kirin nacidos en el monte Hou podían hacer lo mismo. Por desgracia,
Rokuta
Rok uta no era uno de ellos.
El agua subterránea se derramaba en los pasillos tallados en la
roca. La única luz provenía de parches dispersos de mismo luminoso.
Rikaku sugirió en un hilo de voz:
—Tal vez si descansamos un rato.
Se apoyó contra la pared y cayó al suelo. El vértigo era insoporta-
insoporta -
ble. Simplemente caminaba con una mano en la pared, sentía como
si se aferrara a la borda de un barco en un mar agitado. Su conciencia
se desvanecía y volvía. Tuvo que usar lo que le quedaba de coraje para
mantenerse en pie. El chal sobre su cabeza estaba empapado de su-
dor. Hacía tiempo se había desecho de todo lo demás que llevaba.
Echando otro vistazo a su alrededor no reveló nada que pudiera
resultar útil en lo más mínimo. Agua goteando por el pasadizo con-
vertía el polvo acumulado en barro y no conservaba una sola huella.
Rokuta se dejó caer sobre la espalda de Rikaku y respiró profundo.
Un sonido cercano lo hizo mirar a su alrededor con un sobresalto. Agu-
zó el oído hasta que pudo percibir el sonido de su propia respiración.
—¿Hay alguien ahí?
Laatrás.
hacia pregunta golpeó el
Y entonces unaaire vacío como
pregunta un tambor.
similar El silencio
vino de no uyó
muy lejos.
—¿Quién eres tú?
Rokuta examinó la pared de enfrente. La voz provenía de una
estrecha grieta.
—Um, un niño perdido.
Mirando en la grieta reveló solo más oscuridad. A pesar de la
grieta en sí no parecía ser muy profunda.
—¿Un niño perdido? ¿Qué estás haciendo, dando vueltas en un
lugar como este?
—Yo,
—Y o, um, fui a dar un paseo… ¿Dónde está este lugar?
El hombre rio entre dientes. Había un toque de locura en su risa.
—Bienvenido
—Bienv enido al inerno.
—¿Quién eres tú?

206   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—No seas grosero. ¿No conoces el nombre de tu señor?


Rokuta
Rok uta se estremeció.
El número de personas que podrían llamarse señor  de  de ese pala-
cio era muy pequeño. La imagen del anciano encadenado apareció
en sus pensamientos.
—No creo que… ¿tú eres Genkai?
—Es, mi señor  para
  para ti. Todavía estoy lo sucientemente vivo para
merecer un poco de respeto—. Una risa burlona se derramó a través
de la grieta.
—He oído que Genkai… lo siento, mi señor, se encontraba en mal
estado de salud.
Así que el otro viejo no era Genkai. ¿Quién le hizo esto?
—Mal de salud. No lo dudo. No he tenido nada de comer o beber
en años.
—¿Nadie te trae la cena? ¿Eres un prisionero aquí?
—¿Prisionero? ¿Llamas a esto una prisión? Sería más exacto de- de-
cir que me arrojaron aquí. Arrojado al inerno y olvidado. Nadie ha
venido una sola vez para ver cómo estoy.
Rokuta tragó. Los señores provinciales eran inmortales. Hasta
que sus nombres fueran eliminados del Registro de Inmortales, la
muerte solo podía provenir de una decapitación o desmembramiento.
Cualquier lesión más leve se curaría con el tiempo. La mera negligen-
cia no era suciente. El kirin y los emperadores no eran diferentes.
—No he escuchado el sonido de una voz humana en mucho tiempo.
—Increíble —Rokuta
—Rokuta murmuró para sí mismo.
Genkai dejó años
—¿Cuántos de reír.
llevo aquí? ¿Qué va a hacerme exactamente?
Codiciaba la posición del Señor Provincial para sí mismo. Pero no
soy el emperador. Los señores provinciales son nombrados por el
emperador. No es una posición que pueda otorgar por la bondad de
mi corazón. Seguramente tú lo entiendes.
Aferrándose a la pared de piedra, los dedos de Rokuta se
estrecharon.
—No querrás decir que… ¿quieres decir Atsuyu?
No parecía posible. El ministro fue tan ampliamente elogiado por
su humanidad, su compasión por el hombre común. Kouya había di-
cho lo mismo. Consideraba a Atsuyu como su benefactor, Atsuyu lo
había rescatado cuando Rokuta no había podido. Ese mismo Atsuyu,
que armaba estar actuando por el bien común y de acuerdo con el

Parte VII  207 

Capítulo 32  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

rumbo no podría haber encarcelado cruelmente a Genkai allí.


—Por supuesto que me reero a ese pequeño bastardo —Genkai
respondió sin vacilar, sin hacer ningún esfuerzo para ocultar el odio
en su voz—. No es como que decidí un día dejar de ser el Señor Pro-Pro -
vincial. Tan
Tan pronto como lo rechacé, él insistió en que me convirtiera
en el emperador. Bueno, no es que ese pensamiento nunca se me
hubiera cruzado por la mente, pero eso depende de la Voluntad Divi-
na. Eso no iba a pasar. Dijo que yo era un cobarde y un tonto que no
tenía aspiraciones imperiales. Yo estaba contento de congraciarme
con el emperador,
emperador, halagar y engatusar
e ngatusar a mis superiores para mante-
ner mi trabajo y mi vida durante unos años más.
Él debía estar
es tar reriéndose al emperador Kyou.
Kyou. Rokuta había oído
que Genkai no había aparecido en público desde la época del empe-
rador Kyou.
—¡Por supuesto me gané el favor todo lo que pude! Me ordenaron
arrestar a vasallos corruptos y cortar las insurrecciones de raíz y lo
hice tal como me dijeron. Su yo no mataba sucientes plebeyos, sería
mi cabeza la que cortaran.
»Cuando no alcancé mi cuota de ejecuciones, fui acusado de ser se r
perezoso. Incluso fui acusado de albergar traición en mi corazón. La
única manera de demostrar mi delidad al trono era matar a más
inocentes. Por cierto, ¿ya se murió?
—¿El emperador Kyou? Por supuesto. Se dice que recibió su re- re-
compensa en proporción directa al número de los llamados
ll amados traidores
que mató.
—Tese
Genkai lo desbordaron
juro, no era con
másamargura—.
que eso. Créeme. —Lasque
Atsuyu dijo protestas de
no estaba
calicado para ser el Señor Provincial y me arrojó aquí. ¿Cómo crees
que se convirtió en Ministro en Jefe
Je fe del Rikkan? Debido a que yo elegí
al primer ministro. Soy el Señor Provincial, después de todo. Atesoro
a la provinc
provincia
ia de Gen más que el emperador.
emperador.
—Bajo el dominio despótico del emperador Kyou, vendiste a tus
propios súbditos y dices apreciar a tu estado
e stado por encima de todo.
—¿Qué otra cosa podía hacer?
Es por eso por lo que Atsuyu te desprecia, ¿verdad?
¿verdad? No importa
cuántas veces te lo advirtió, solo te lavaste las manos y dijiste que
no tenías otra opción. No querías oprimir al pueblo. Solo cumplías
órdenes.
—Sí, exactamente.

208   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Nunca tomaste una postura y le reprochaste al emperador.


Cuando Atsuyu te pidió entregar las riendas del gobierno, te quejaste
de que el emperador te lo había ordenado. Y por eso terminaste sien-
do arrojado a un lugar como este.
Eso es a lo que se redujo todo, pensó Rokuta para sí mismo.
Atsuyu concluyó que Genkai no era competente para gobernar,
en el fondo, no tenía los mejores intereses hacia su pueblo, y por eso
lo encerró en esa prisión.
Cuando el emperador Kyou
Kyou se apartó del rumbo, el único camino
viable a seguir para los hombres de conciencia era el de contraata-
car. Excepto que Genkai seguía al emperador Kyou y persiguió a su
pueblo para salvar su propio pellejo. Tuvo que ser encerrado por el
bien de sus súbditos. En ese momento, durante
durante el reinado del empe-
rador Kyou,
Kyou, Atsuyu inventó la historia de que el Señor Prov
Provincial
incial había
caído enfermo y tuvo que tomar el control provisional del gobierno.
Rokuta entendía todo eso.
Pero ¿y por qué el otro prisionero?
Cuando Genkai nalmente terminó su soliloquio, Rok Rokuta
uta dijo:
—Si tengo suerte, voy a volver y te ayudaré.
Es decir, si la insurrección era sofocada y el emperador reinante
ganaba.
Rokuta respiró, regañó a sus piernas que no cooperaban y se
puso de pie. Mientras se alejaba,
aleja ba, la voz áspera de Genkai lo persiguió.
—Lo sé. Todo lo que Atsuyu realmente quería era ser el Señor
Provincial.
Rok
Rokuta
uta se detuvo,
—Necesitaba pero no esto
una excusa, se dio
esla
l atodo.
vuelta.
Cualquier cosa para jus-
ticar mandarme lejos y encerrarme aquí abajo —Rokuta podía oírlo
rechinar los dientes—. ¿Atsuyu te dijo alguna vez acerca de su habili-
dad con el arco?
—No.
—Nunca perdió, incluso en el festival Tsuina1. Pues bien, una vez
perdió.
Genkai se rio entre dientes, una especie de risa retorcida. Sin
idea de a dónde iba esta historia, Rokuta se quedó allí y escuchó.

—Perdió
parado una Tras
la diana. vez, Atsuyu se lo atribuyó
haber invocado al criado
a los dioses que habíaapre-
y expulsado los
1 TSUINA. Un rito de China originado cuando los demonios eran representados por
actores con máscaras intentando entrar en el templo y eran perseguidos por los sacerdotes.

Parte VII  209 

Capítulo 32  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

malos espíritus, la diana se atrevió a inclinarse hacia un lado. Insistió


en que la brujería era la causa de su propio error y el pobre hombre
fue ejecutado.
Rokuta
Rokuta frunció el ceño.
—Atsuyu fue un niño precoz, capaz de cualquier cosa que se pro-
pusiera. Era exigente, empático, e inteligente. Él tenía un defecto en
su carácter. Nunca podía admitir que se había equivocado, admitir
que él podía cometer un error.
Genkai rio de nuevo.
—Después de la muerte del emperador Kyou, ¿por qué no fue al
Shouzan y Enki sondeó su alma de acuerdo con la Voluntad Divina?
Nunca podría hacer eso. ¿Y si él no pasaba la prueba? Incluso la po-
 sibilidad de fracaso era una vergüenza que no podía imaginar sufrir.
—Pero…
—Pero qué, ¿su coraje? ¿Sus grandes habilidades y logros? Pues
bien, eso es algo fácil de lograr cuando tus pecados siempre pertene-
ces a otra persona, cuando la culpa siempre cae sobre la cabeza de
alguien más. Nunca ha admitido equivocarse sobre cualquier cosa.
No hay n para ese tipo de coraje.
Rokuta bajó la mirada a sus pies, con lágrimas en los ojos. Al es-
cuchar a Genkai, sintió las dudas que brotaban en su corazón.
Ese prisionero.
—Se cree que es perfect
per fecto,
o, como ves. Quiere creer que es así, por
lo que ignora a alguien injustamente herido. Para ocultar las cicatri-
ces que ha inigido, las hace desaparecer. Ese es el tipo de hombre
que Las
es. piernas de Rokuta temblaban mientras se alejaba. Esta vez
no se detuvo.
Atsuyu armaba que se había sublevado por el bien de las perso-
perso-
nas. Había sabiduría en sus palabras, y por eso Rokuta no se había
resistido a convertirse en su rehén. Pero ¿había olvidado que aque-
llos que predican la justicia, los más ruidosos, son los menos propen-
sos a ser justos?
La defensa de la justicia es lo que la gente hacía como una cuestión
de rutina. Los emperadores, gobernantes y reyes nunca enviaron solda

dos avirtud
una la guerra sinYreivindicar
hueca. quesufrían
las personas la justicia
en estaba
nombrede
desulalado. Pero era
justicia.
Una guerra civil solo hará que se sufra más, le dijo Rokuta a At-
suyu una y otra vez.

210  Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

¿Por qué seguía diciendo que todo era por el pueblo e insistía en
aumentar los ejércitos, sin importar qué? Si él realmente estaba po-
po-
niendo primero a las personas, ¿por qué los militares siempre tenían
prioridad?
Tal vez el vacío de esa virtud explicaba la extraña sensación de
impotencia
impotenc ia que sentía
se ntía Rokuta cada vez que intentaba señalarle esto
a Atsuyu.
—Atsuyu… —dijo Rokuta en voz alta.
Ese prisionero.
—¿Se suponía que iba a ser el doble de cuerpo de Genkai?
Mandando a Genkai lejos y dejando a un doble en su lugar, es-
condido justo por debajo del Palacio Interior.
“Detente”, el anciano había llorado una y otra vez.
O eso era lo que Rokuta pensaba que estaba diciendo. Atsuyu
contrató al anciano para sentarse en esa celda sin luz y pretender ser
Genkai. Pero el actor se cansó de interpretar ese papel.
“Quiero parar”. Eso es lo que quería decir. “Déjame salir de aquí”.
En su lugar había estado encadenado y detenido, le cortaron la
lengua para evitar que dijera demasiado.
—Maldita sea, Atsuyu.
Rokuta sentía como si el sonido de la voz de Genkai fuera a se-
guirlo a todas partes.
Parte VII  211

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


212   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 33

Kouya llevó a la viceministra hasta lo más recóndito del palacio. En


lo profundo de la roca, debajo de la montaña Ryou’un, en un lugar al
que no llegaban los rayos del sol, había una larga la de bloques de
celdas. La cárcel de Rokuta era una mansión en comparación con
esta la sombría de cajas de piedra y hierro.
Solo una búsqueda exhaustiva de los registros históricos revela-revela-
ría sus propósitos originales. Aunque las razones por las que habían
sido construidas no podían ser reconocidas públicamente, también
era poco probable que cualquier señor provincial recién nombrado
encontrara mención de ellas en las historias de la corte presentadas
para su lectura.
Kouyaa llevó a la viceministra fácilmente
Kouy fácilmente a través de los pasillos que
él conocía. Los delincuentes eran llevados allí a la espera de su juicio
nal. La mayoría eran acusados de traición y encerrados bajo llav llave.
e.
Atsuyu no podía hacer nada para evitar que sus subordinados al-
bergaran la traición en sus corazones. Si un gobernante era un genio
o un loco, algunos siempre se rebelarían contra él.
En el otro extremo del pasillo había una celda mucho más gran-
de. Kouya abrió la puerta.
—Entra —dijo, dándole un empujón.
Le quitó los grilletes y le sujetó las manos detrás de la espalda.
Tesquina
ocó la antorcha de pino que sujetaba con otra que estaba ja en una
de la habitación.
Los dos puntos de luz revelaron un espacio marcado más o me-
nos excavado en la roca circundante, el mobiliario era sobrio, y la

Parte VII  213

Capítulo 33 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

mujer estaba allí de pie como una piedra.


—Siéntate.
Kouya hizo un gesto hacia la cama. Con un malestar obvio, la
mujer miró hacia atrás y adelante, desde la cama hacia el resto de
la habitación.
Kouya preguntó en tono impasible:
—¿Por qué desobedeciste al ministro? Debes estar al tanto de las
dicultades en la que se encuentra la provincia de Gen ahora mismo.
—Lo sé muy bien. Ha ido por el mal camino y pisoteado la Volun-
tad Divina.
—Deberías haberlo sabido desde el principio.
—Bueno, nadie me informó —escupió ella—. Me dijeron que el mi-
nistro se sublevó para defender la justicia, no para rebelarse contra el
legítimo emperador.
emperador. ¿Puedes apreciar la grav
gravedad
edad de sus acciones?
¿Sabes lo que signica derrocar a un emperador elegido de acuerdo
con la Voluntad Divina?
—El bienestar de la gente nunca está lejos de los pensamientos
del ministro.
La mujer sonrió.
—¿El bienestar de las personas? Entonces, ¿por qué rompe los
diques? Puedes dimensionar el tamaño del Ejército Imperial. La pro-
vincia de Gen perderá. El ministro interpretó mal toda la situación. El
resultado ya no está en duda. ¿Por qué es tan necesario que por la
guerra rompan los diques y sometan aún más al a l pueblo?
»¿Son estas las acciones de un hombre verdaderamente
verdaderamente preocu-
preocu-
padoKouya
por sunobienestar?
respondió. Después de haber levantado un ejército, la
derrota ahora simplemente no era una opción que valiera la pena
considerar.
—Una amiga mía trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas —
dijo, echando un vistazo a la antorcha—. La conozco de toda la vida.
Eso es lo que ha estado diciendo todo el tiempo. ¿La provincia real-
mente está mejor con el ministro moviendo los hilos tras
t ras bambalinas?
—Pero el Señor Provincial…
—Está enfermo e incapaz de gobernar, ¿verdad? Los agentes en

el
mosPalacio
quinceInterior dicenhaber
años debe que pueden
perdidooírlo
oíla
rlocapacidad
gemir y llorar. En estos
de hablar. últi-
Lo que
signica que el ministro debía coger las riendas del asunto y guiar a
la provincia de Gen a través de estas aguas turbulentas.

214  Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Kouya en silencio se volvió a mirarla.


—Si sabías todo eso, entonces ¿por qué?
—Eso es lo que le dije a mi amiga. Solo la enfureció. El ministro
predica la sabiduría y el Camino. Tenía la cara de un santo. Pero si en
realidad era una persona tan abnegada, ¿por qué no informar de la
condición del Señor Provincial y pedir un reemplazo? Una provincia
es conferida al Señor Provincial. Solo el emperador tiene la autoridad
para nombrar a uno. Si la posición está vacante, ¿no debe ser noti-
noti-
cada al Rikkan y tener en cuenta sus instrucciones al respecto? Eso
era lo que había que hacer y fue lo único que el ministro no hizo. Él
tomó el poder y no renunció a él, incluso cuando estaban coronando
a un nuevo emperador.
Kouya miró la cara de la enojada mujer
mujer..
—¿Dices que es desinterés? ¿Llamas a esto justicia? Yo no en-
tendía. Ella sí. Atsuyu es un impostor,
impostor, un déspota, un lobo con piel de
cordero.
corder o. Excepto que no codiciaba poder o riquezas. No tenía sentido
para mí hasta hoy. Todo
Todo lo que quiere para sí mismo es la gloria.
—Estás siendo irracional. No puedes llegar a tales extremos.
—No lo hago. Mi amiga tenía razón. Atsuyu quiere que lo elogien,
alaben y adulen. De eso se trata realmente su apego al poder. Las
demandas de justicia y bienestar de las personas no tienen nada
que ver con eso. Solo quiere ser adorado como el Ministro en Jefe
del Rikkan.
Ella hizo una mueca.
—Me culpo por no ver esto antes. Yo Yo fui una tonta por discutir con
ella.
vinas¿Crees saberlo todo?
sus verdaderos ¿Puedesacerca
sentimientos leer lade
mente del ministro,
sus súbditos? adi-
A duras
penas, los únicos que quedan en este lugar son los tontos útiles que
cayeron por sus mentiras y se las tragaron. No puedes dar la vuelta
sin toparte con ellos. Los que vieron a través de sus patrañas, ¿dón-
de están? ¿Dónde está mi amiga?
Kouya bajó la mirada.
—Un día, se enfrentó directamente a Atsuyu. Tú la agarraste y la
obligaste a renunciar. Después de eso, ella simplemente desapare-
ció. EL Daiboku me dijo que había tantas personas que adoraban

a Atsuyu
que que
huyera deella terminaría
la provincia desiendo perseguida.
Gen. ¿Es eso cierto?Entonces le dijeron
cier to?
—Creo que han ocurrido tales cosas. El ministro no disfruta de
castigar a criminales como esos. Es una persona generosa cuando

Parte VII  215 

Capítulo 33 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

se trata de la crítica.
—Si es así, ¿por qué no he oído una sola palabra de ella desde
entonces? Todo lo que ella más quería en su vida se quedó atrás.
¿Por qué?
—Bueno…
—Desgraciado.
Kouya levantó
levantó sus ojos para encontrarse con los de ella.
e lla.
—Se la diste de comer a ese youma tuyo, ¿verdad? Y vas a hacer
lo mismo conmigo.
Kouya le devolvió la mirada. Una leve sonrisa se puso en sus
labios.
—No parece probable que pronto cambies de opinión. Pero su-
pongo que eso era inevitable desde el principio.
La mujer se puso de pie.
—Justo como lo pensé.
—Es mi trabajo, ¿es que no lo ves? Por desgracia, yo soy uno de
esos tontos útiles de los que hablaste. Creo en el ministro. En vista de
que no dejarás de calumniarlo, tu existencia no le hace ningún bien.
—Atsuyu te dijo que hicieras esto, ¿verdad?
¿verdad?
Kouya negó con la cabeza.
—No, el ministro no me perdonaría lo que hago. Pero al nal todo
es para su benecio. —Acarició el pelaje del youma. —El ministro es
demasiado indulgente. Yo no dejo vagar libremente a una serpiente
sin antes cortarle la cabeza —lo dijo sin ningún tipo de emoción—.
Llegó la hora de la cena, Rokuta.
La mujer
el  youma seabalanzó.
 se le dio la vuelta
Eraysu
saltó hacia atrás.
naturaleza Con un el
el disfrutar grito alegre,
apagar la
vida de su presa.
ordenó, pensó Kouya, mientras los gritos de
 Atsuyu nunca me lo ordenó,
la mujer hacían eco en sus oídos.
Ni una sola vez Atsuyu había emitido una orden de este tipo. Solo
su repetido e incomprensible sufrimiento -de la malicia de sus sir-
vientes traidores- de las profundas ansiedades que surgieron cuando
estaban bajo custodia.
¿Qué pasaría si se las arreglaban para escapar? ¿Van a venir

en pos ”.
Kouya? de mí? Y si lo hicieran, ¿qué pasaría si no estuvieras aquí,
Una y otra vez. No parecía temer por su vida, solo expresaba es-
tas realidades silenciosas con sus ojos. Una y otra vez. Por lo que

216   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

Kouya se ofreció para matarlos. Atsuyu lo había reprendido. Sin em- em-
bargo, nunca dejó de inculcarle a Kouya el peligro latente de los trai-
dores que habitaban en estas celdas.
Incapaz de soportar
sopor tar por más tiempo, Kouya se aventuró a la maz-
morra solo. Hace muchos años, le había pedido a Atsuyu que le diera
la responsabilidad de los prisioneros en los bloques de celdas. Atsu-
yu estuvo de acuerdo.
Kouya trajo a su  youma con él durante su visita a un prisionero.
Cuando Rokuta terminaba -no quedaba nada, incluso lamía hasta la
última gota de sangre- Kouya le decía a Atsuyu que el prisionero se
había rendido y Kouya lo había expulsado del palacio.
Alguien más podría haber vendido de forma tan convincente una
mentira tan descabellada. Pero ¿y si ese informe procedía de un
mensaje cuya cara estaba pálida, le castañeaban los dientes y sus
rodillas temblaban tanto que apenas podía mantenerse en pie?
“Ya veo”, decía Atsuyu con una sonrisa. Acariciando a Kouya en la
cabeza. “Realment
“Realmente e eres el mejor de mis sirvientes”.
sir vientes”.
Kouya bajaba la mirada hacia sus manos, los sonidos del youma 
masticando todavía
todavía estaban frescos en sus oídos.
Atsuyu decía, sonriendo, a pesar del malestar evidente en sus ojos:
“Es como si pudieras leer mi mente. Ya sabes lo que quiero sin
tener que decirlo. Estoy muy agradecido de tener un Shashi tan em-
pático”. Le daba unas palmaditas en la espalda a Kouya.
Kouya interpretó por el peso de su mano lo que Atsuyu había
deseado desde el principio y quería que Kouya lo siguiera haciendo.
Atsuyu informó del incidente a los ministros reunidos e hizo que
alabaran a Kouya. Dio a conocer que, a partir
par tir de ese momento, Kou-
ya sería el responsable de la disposición de todos los criminales.
En resumen, Kouya se convirtió en el verdugo de la corte. Él y
su  youma eliminaban no solo a los que pudieran dañar físicamente
a Atsuyu, sino a cualquiera que pusiera en peligro su reputación y
posición.
Así que obviamente, desde el momento en que ella se volvió con-
tra Atsuyu, había sellado su destino. Kouya la llevó allí para conver-
tirse en una comida para el youma. Como siempre, se aseguraría de

que el  youma
Atsuyu  sehabía
que ella hubiese deshecho
elegido de todo.
regresar Cuando
al campo, no le reportara
quedaría unaa
mota de sangre o carne para demostrar lo contrario.
Este era el secreto tácito que los dos compartían. Atsuyu nunca le

Parte VII  217 

Capítulo 33 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

dijo que matara a nadie. Kouya actuó por consideración a Atsuyu, por
devoción. Esa era la forma en que debía ser.
ser. Y según le dijo a Atsuyu,
él había dejado ir a la mujer.
Eso signicaba que se ganara los elogios de Atsuyu como un Sha-
Sha-

shi bueno
Ya me yhe
el, como un sirviente consumado y capaz.
acostumbrado.
Kouya observaba impasible como el  youma terminaba su cena.
Aquí las acusaciones formuladas contra Atsuyu, los gritos de sus víc-
timas, con las manos empapadas de sangre, no tocarían su corazón
en lo más mínimo.
218   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 34

Rokuta buscaba de ida y vuelta a través de los túneles, en el proceso


Rokuta
subió una buena distancia más arriba. Tiempo después de dejar a
Genkai, oyó el sonido de pasos que se acercaban. Instintivamente se
ocultó en el hueco de una roca.
—¿Está allí? —alguien llamó.
—Yo no lo veo.
—Si vamos más profundo que esto, las cosas se pondrán compli-
compli-
cadas. Vamos a perdernos nosotros también.
—Entonces, iniciemos desde aquí y continuemos de nuevo hacia
la supercie.
—Sí, señor.
señor. —Los pasos resonaban en la distancia.
—Los demás vengan conmigo. Echaremos un vistazo más abajo.
Esa tensa orden fue respondida por uno que casi mostraba su
despreocupación.
—Así que se perdió aquí abajo en las catacumbas, ¿eh?
Rokuta
Rok uta sintió algo en esa voz.
—El kirin  seguro tiene un mal sentido de la orientación. Es un
pequeño idiota.
—¿Quién es el idiota? Cállate.
—Sí, señor.
Rokuta se arrastró por detrás de la roca y se quedó en la oscuri-
dad,Simplement
en la dirección
Simplemente
de esa voz.
e no es posible, no en un lugar como este.
—Por cierto, Daiboku, si viene vagando hacia nuestras garras,
¿qué hacemos con él?

Parte VII  219 

Capítulo 34 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Aunque Rokuta no podía hacer nada, podía ver luces en la distancia.


—¡Hey! —gritó—. ¿Hay alguien ahí?
Un momento de silencio fue seguido por una ráfaga de pasos.
Las luces otaban en las cercanías y en las lejanías, en el otro extre-
extre-

mo del pasillo.
—¡Allí está! —nalmente gritó uno de los
l os guardias.
La única luz disponible provenía de las antorchas de pino, pero
Rokuta tenía la extraña sensación de que la propia luz uía a través
del aire y uía hacia él.
—Imagínate encontrarte en un lugar como este.
Al mirar al guardia corriendo hacia él, Rokuta casi se echó a llo-
rar.. Era alto, con un toque de chico malo en esa
rar es a sonrisa. Pero se tragó
sus emociones y levantó las manos en lugar de una respuesta.
—Daiboku, ¿este
¿este es el chico que están buscando?
—Es él —respondió el hombre girando sobre sus talones—. ¿Cómo
está? El ministro y los demás diputados están muy preocupados.
—Fui
—F ui a buscar a Kouya y me perdí en el camino.
—Llévalo contigo —dijo el Daiboku.
—Sí, señor —respondió el hombre.
Rokuta
Rok uta extendió la mano y le dio un golpecito en la rodilla.
—No puedo caminar —dijo, mirando hacia él—. Llévame.
Una sonrisa irónica se dibujó en los labios del guardia. Sin decir
una palabra, se puso en cuclillas y se volvió de espaldas a él.
haciendo aquí?, quería preguntar Rok
 ¿Qué estás haciendo Rokuta.
uta.
Esto era exactamente el tipo de cosas que le molestaba a Shukou
y a los demás. Ese hombre era un sinv
s invergüenza
ergüenza e irresponsable.
Rokuta
Rok uta dijo con voz suave, casi tragado por el roce de la ropa:
—Trata
—Trata de no hacer nada realmente estúpido, ¿de acuerdo?

La voz del Daiboku saludó a Kouya cuando regresó de la mazmorra.


—Shashi, lo encontramos. —El Daiboku subía desde los niveles
más bajo. —Estaba perdido en las catacumbas —dijo, haciendo un ges-
to a uno de sus servidores, un hombre con el raro nombre de Fuukan.
Fuukan
boku, o eso era undicho.
había trabajador itinerante
Fuukan que había
transportaba sido reclutado
a Rokuta en Gan-
en su espalda.
Kouya dejó escapar un suspiro de exasperación. No haber sella-
do su cuerno no había sido del todo por accidente. Rokuta
Rokuta había com-

220  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

partido libremente
l ibremente sus provisiones
provisiones con Kouya cuando se conocieron.
La única razón por la que iría en contra de los deseos de Atsuyu era
la idea de que Rok
Rokuta
uta podría morir a causa de su cuerno sellado.
—Rokuta… —Kouya corrió hacia él.

vida—¿Cómo lo estáde
está colgando llevando?
un hilo. —musitó Fuukan—. Me parece que su
Rokuta, de hecho, cerró sus ojos rápidamente. No parecía estar
consciente.
—Llévalo a su habitación. Él no se ve bien.
“Por allí”, dijo Kouya con un movimiento de cabeza.
Estaba a punto de salir por el pasillo, al escuchar al Daiboku reír-
se entre dientes se detuvo.
—¿Y qué fue de esa mujer?
Kouya volvió a mirarlo. Fuukan también se detuvo y volvió la cabeza.
—La convencí de abandonar el palacio. Después de eso, no ha-
bría lugar para ella aquí. Ella es libre de huir a donde quiera.
—Dentro de la boca de ese youma, quieres decir.
—Este no es un asunto de risa —respondió Kouya brevemente y
se volvió sobre sus talones.
Él sabía muy bien lo mucho que el personal del palacio descon-
aba de él. No eran lo sucientemente ingenuos para creer que sus
propios prisioneros se habían exiliado todos voluntariamente al cam-
po. A Kouya no le importaba. Lo único que le importaba era que esas
dudas no llegaran hasta Atsuyu.
Kouya instó a Fuukan para seguir adelante. Fuukan echó una mi-
rada curiosa al youma que seguía a Kouya.
—Así que eso es un verdadero youma, ¿eh?
—Lo es. Es un tenken.
—Se comporta muy bien. No muerde, ¿verdad?
—De ningún modo.
—No me digas —dijo y siguió caminando.
Kouya le dio al hombre una dura mirada. Sin embargo, el perso-
perso -
nal del palacio los estaba mirando, cuando aparecieron juntos, todos
dieron un paso atrás.
—¿No tienes miedo?
Fuu
Fuukan
kan miró
—Dijiste pormuerde.
que no encima del hombro y se encogió de hombros.
—Sí, más o menos —dijo Kouya.
Qué hombre tan extraño, pensó para sí mismo.

Parte VII  221

Capítulo 34 Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 
222   Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 35

Kouya llegó a una celda recién preparada y acompañó a Fuukan adentro.


—Él puede descansar allí.
El guardia tomó al muchacho de su espalda y lo lo puso sobre la cama.
—Parece muerto para el mundo.
—Él realmente está en mal estado.
Kouya colocó el dorso de sus dedos contra la mejilla de Rokuta.
La piel estaba caliente al tacto. Nunca hubiera imaginado que la san-
 gre pudiera ser tan debilitante. Miró a la
l a cara de Rokuta, confusión y
preocupación confundiendo sus pensamientos.
Fuukan dijo:
—Esa mujer de la que estaban hablando, realmente se la diste de
comer al youma, ¿verdad?
—Por favor.
favor. Yo
Yo nunca haría
harí a una cosa así.
as í. El ministro
minis tro es una perso-
perso -
na muy gentil. Nunca me lo perdonaría.
—¿Estás seguro? Este lugar da miedo.
Kouya le sonrió a Fuukan.
—Dije que no lo hice. En cualquier caso, es mejor que manten-
gas ese tipo de pensamientos para ti mismo. —Lo dijo en un tono de
completa indiferencia en su voz—. Haz cualquier cosa que le signi- signi-
que una carga al ministro, y de ninguna manera encontrarás piedad
alguna de mi parte.
—Como he adicho,
—Te lo voy dejarmiedo
bajo tu—el guardia
cuidado murmuró
por para sí mismo.
ahora. Mantenlo bajo una
estrecha vigilancia —Kouya giró sobre sus talones.
—Kouya —dijo Rokuta detrás de él.

Parte VII  223

Capítulo 35  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Kouya dio la vuelta y corrió hacia la cama.


—¿Estás bien? ¿Estás herido en alguna parte?
—Estoy bien —Rokuta
—Rokuta miraba hacia él.
Tomó lentas bocanadas de aire y luego respiró rápido. Después

de un largo
suspiro ratolos
y cerró examinando
ojos comola caraevitar
para de Kouya. Dejó escapar
un doloroso un largo
espectáculo.
—Kouya,
—Kouy a, hueles a sangre.
Kouya se estremeció y dio un paso atrás.
—Mataste… a alguien… —Rokuta se cubrió la boca con las ma-
nos—. Tú no olías a sangre antes.
—Estos son tiempos peligrosos. Por supuesto que he matado. Ese
es mi deber. Si tú amenazaras la vida del ministro, tendría que ma- ma-
tarte a ti también.
—¡Oh! —murmuró Rokuta. En voz más alta dijo—: Kouya, tengo
que pedirte un favor.
—¿Qué?
—Llévame con el Ejército Imperial.
—¡No puedo hacer eso! —dijo KouyKouya,a, claramente desconcertado.
—Entonces, pregúntale a Atsuyu.
—No puedo, Rokuta.
Rokuta no había desaado a Atsuyu. Es por eso por lo que aún
estaba vivo. Aunque Atsuyu lo había arrinconado, él no parecía dis-
puesto a matar a su rehén. No había forma de saber cómo podría
reaccionar si Rokuta se volvía contra él.
Rokuta
Rok uta abrió los ojos.
ojos .
—Ahora que sé lo que está pasando, no voy a cooperar con Atsuyu.
—Rokuta…
—Un hombre que te convirtió en su asesino personal no es un
hombre que pueda respetar. ¿No me dijiste una vez que detestabas
la masacre humana?
—¿Eh? —Kouya parpadeó sorprendido.
—La primera vez que nos encontramos, ¿no me dijiste que Gran-
de no escuchaba cuando le decías que no atacara a la gente? Eso te
entristecía.
Atónito, Kouya
Kouya le devolvió la mirada.
—Y,respetar
podría sin embargo, te manda
a un hombre a matar.
que Y debes
hace tales obedecer. Yo nunca
cosas.
—Rokuta… —dijo Kouya.
Aunque había protestado,
protestado, nadie le creyó. Sin embargo, insistió en

224  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

que el youma no atacaría, y nadie se atrevía a poner esa promesa a


prueba. Ni siquiera Atsuyu era capaz de acariciar a Rokuta.
—Eso no es algo que me quite el sueño. Soy el sirviente de Atsu-
Atsu -
yu. Voy
Voy a matar a cualquiera que lo lastime. —Le devolv
devolvió
ió una mirada

triste
desaara Rokuta. —Los kirin no son diferentes. He oído que no pueden
al emperador.
—Shouryuu nunca me mandaría a matar a nadie.
—¿Puedes decirlo con certeza? Nadie sabe de lo que es capaz
hasta que lo hace. Tu amo y mi señor no son diferent
diferentes.
es.
Incluso Kouya quería creer que el Ministro
Minis tro en Jefe del Rikkan era
puro como la nieve recién caída. Pero ningún gobierno podría funcio-
nar ecazmente sin tener que ensuciarse las manos. ¿Podría hacerlo
el emperador? A duras penas.
—Bueno, yo puedo decirlo con certeza.
Kouya le lanzó una mirada nerviosa a Fuukan. Estaba sentado
en la cama como si estuviera listo para relajarse y tomar una siesta.
Miró a Kouya y sonrió con complicidad.
—Nunca le pediría a Rokuta que matara a nadie. Sería mucho
más rápido si lo hago yo mismo, ya lo verás.
Kouya se le quedó mirando.
—Tú…
Rokuta
Rok uta se incorporó.
—¡Shouryuu, idiota!
Shouryuu le dio un golpecito en la frente.
—¿Quién es el idiota aquí? Necesitas descansar.
—El emperador de En —murmuró Kouya.
Kouya.
—Y tú debes ser Kouya. Si realmente lo consideras tu amigo, en-
en -
tonces ¿por qué no dejas que se vaya? Para ser honesto, no causa
más que problemas. Pero
Pero las cosas van a irse al garete cuando él no
esté.
Kouya puso su mano sobre la cabeza del youma.
—¿Así que cuando el kirin no exista, perderás tu humanidad?
—Nah —sonrió Shouryuu—. Cuando él no esté, todos los ministros
vendrán a mi quejándose en su lugar. Es un verdadero dolor en el
trasero.
Kouya
—¿Paratensó la mano
qué viniste apoyada sobre la cabeza del youma.
a Gen?
—No pude encontrar a nadie tan capaz como yo para hacer el
trabajo.

Parte VII  225 

Capítulo 35  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—¿Te reeres al ministro?


Tan pronto como Kouya deslizó la mano del youma, Rokuta dijo:
—¡Basta, Kouya! ¡Si algo le pasa a Shouryuu, nunca te lo perdonaré!
Kouya ladeó la cabeza hacia un lado.

—¿Todavía insistes
Rokuta asintió. Unaensola
protegerlo?
palabra había bastado para saber que
era Shouryuu. Abajo, en las catacumbas, había un resplandor a su
alrededor,, un rayo de sol que no debería existir. Shouryuu era el em
alrededor em--
perador.. Eso por sí solo no podía negarse.
perador
—Tee lo dije, ¿no? Soy el sirviente de Shouryuu.
—T Shour yuu.
—Y yo lo soy del ministro Atsuyu. —Kouya enfrentó a Rokuta y dijo
con un trono tajante en voz—: voy a hacer lo que él mande. Estoy aquí
para protegerlo, incluso si eso signica matar a cualquiera que se
interponga en su contra.
—¿Y si Atsuyu te lo ordena, te convertirás
convertirás en cómplice de la insu-
rrección? ¿Incluso si eso signica que Atsuyu se convierta en traidor?
¿Incluso si eso se traduce en que cada echa disparada con ira lo
golpeará?
—Si él desea el rango de emperador,
emperador, entonces que así sea, inclu-
inclu-
so si es considerado un traidor. Él espera plenamente ser señalado
como un rebelde y está muy bien con eso. Con el reino encaminán-
dose hacia la destrucción, si él desea convertirse en el Señor Dios
Creador,, eso estará bien para mí también. Me gustaría estar allí para
Creador
darle a Atsuyu toda la ayuda posible.
—Entonces, ¿qué hay de mí? —Rokuta miraba a Kouya, ese otro
niño que se despertó en la misma noche para encontrarse siendo
abandonado—. Me agradas. Pero no puedo soportar el olor de la san-
gre proveniente de ti.
—Lo que sea necesario. De la misma manera que defenderás a
Shouryuu, yo defenderé a Atsuyu.
—¿Y para eso vas a matar a cualquiera que se interponga en su
camino? ¿Eso no te molesta de alguna
al guna manera?
Es imposible que no, pensó Rokuta.
El Kouya que Rokuta
Rokuta conocía no era esa clase de persona.
—¿Matarás si Atsuyu lo aprueba? ¿Te apartarás del rumbo y le-
vantarás ejércitos?
¿Quieres crear más ¿Enviarás
niños comoeltú?
reino a la destrucción y a la ruina?
Kouya respondió en voz baja.
—Todos son desconocidos para mi —su pálido rostro estaba

226   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

desprovisto de emoción—. Y qué si el reino se va a la


desprovisto l a ruina.
Rokuta
Rok uta se le quedó mirando.
—Kouya…
—¿Por qué muere la gente? Debido a que las personas nacen

para morir.
es algo Reinos
tangible, nose levantandetener
podemos y reinos caen. propia
nuestra Sin embargo, el dolor
destrucción in-
evitable.
Kouya era el hijo de un  youma. Cuando un  youma aparecía en
las fronteras de un reino, llegaba a sembrar la destrucción. Era, sin
duda, el hijo de la destrucción.
—Mientras viva Atsuyu, los demás pueden morir.
Rokuta le devolvió la mirada, sorprendido. ¿Por qué no se había
dado cuenta antes? La dureza de su corazón no lo habría sorprendi-
do en lo más mínimo.
—Aunque podría hacer una pequeña excepción solamente para
Rokuta,
Rok uta, Atsuyu no tiene ningún interés en particular en tu destino, así
que no tengo ningún motivo para preocuparme. Encontraría varias
formas de atormentarte. Cuánto sufre todo el mundo, cuánto decae
el reino, nada de eso importa al nal. Si todo está bien para Atsuyu,
está bien para mí.
—¡Kouya!
—¿Es la caída del reino lo que te asusta? ¿Es la destrucción? ¿Su
muerte? ¿Quieres que te enseñe el camino para encontrar la paz? —
él esbozó una sonrisa brillante—. Deja que todos se vayan al inerno.
—¿Y si Atsuyu también muere? —preguntó Rokuta.
Kouya respondió con apenas un encogimiento de hombros.
—Si eso es lo que quiere Atsuyu, entonces que así sea.
—¡Este es tu reino también! —La voz de Shouryuu repentinamen-
repentinamen-
te sonó.
Rokuta
Rok uta y Kouya lo miraron sorprendidos.
—Atsuyu no es la única cosa que puedes llamar tuya. Lo mismo
ocurre con este reino.
Rokuta
Rok uta desvió la mirada.
—Shouryuu, no tiene sentido.
—¡No hasta que yo diga que no lo tiene! —rugió Shouryuu. Y di-
di -
rigiéndose
dices? ¿Vivea Kouya le dijo—:
y deja morir, ¿”Deja
dices? que
¡Son mistodos se vayan
súbditos de losalque
inerno”,
estás
hablando!
»Con ese tipo de actitud,
a ctitud, ¿qué estoy haciendo aquí?

Parte VII  227 

Capítulo 35  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Kouya parpadeó.
—¿De qué sirve un emperador sin ningún súbdito? Pide un reino
para gobernar y es la gente quien te lo confía. ¡Esa es la única razón
por la que soy emperador! ¿Y estás bien con todo yéndose al iner-
iner-

no? Las
¿Qué crees que
personas estoy
-sus haciendo
personas- aquí?solo para chocarse con una
huyeron
pared de echas. El castillo y el campo y todos los que vivían allí des-
des-
aparecieron en las llamas.
—¿Por qué se me permitió vivir en desgracia? ¿Por qué se me
permitió escapar? Me dieron un reino para gobernar y murió. Habría
dado de buen grado mi vida por ellos. Pero me dijeron que se me
había conado otro reino. Esa es la única razón por la que aguanté.
“¿Quieres un reino?”, le había preguntado Rokuta.
—La única razón por la que existo es para entregarte un reino rico
y abundante, Kouya.
Durante un minuto, Kouya solamente contempló estupefacto a
Shouryuu. Luego dijo lenta y deliberadamente.
—No soy tan ingenuo como para creer esas promesas endulza-
das con azúcar.
Él se puso de pie. Como había anhelado un lugar donde pudie-
ra llevar una vida tan tranquila. Pero había llegado a darse cuenta
de que todo era una fantasía. Al igual que Hourai, que se mantuvo
siempre fuera de su alcance. Tal reino habitado por un pueblo así era
la cima de una montaña que nunca alcanzaría, sin importar cuánto
tiempo subiera.
—No he oído nada. No sé nada —Kouya hizo una mueca y les dio
la espalda—. Te dejaré a cargo por ahora, Fuukan. Los ministros en-
cargadoss de la custodia del Taiho estarán aquí pronto. El Taiho tendrá
cargado
que permanecer aquí por el momento.
—Kouya.
Kouya miró por encima de su hombro.
—Como te dije. Cualquiera que amenace a Atsuyu tendrá que res-
ponder ante mi youma. Eso es una cosa que nunca se debe olvidarolvidar..
228   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

PARTE VIII
CAPÍTULO 36

Rayos de luz plateados golpeaban contra el suelo. Las nubes bajas


que envolvían a Kankyuu rozaban el Mar de las Nubes, cubriendo el
horizonte hasta donde alcanzaba la vista.
La temporada de lluvias había llegado.
—Maldición. Debería haber ido a Ganboku.
En una estación a mitad de camino de la montaña Kankyuu, Itan
observó las nubes de tormenta que abrazaban la base del Mar de
las Nubes sobre él. Cada otoño, las frías aguas del Mar de las Nubes
uían desde el norte, convirtiendo el “fondo del mar” en un blanco
fangoso, como si estuviese cubierto
cubier to de escarcha.
Las delgadas y tenues hebras de nubes se engrosaban día por
día, formando nubes de monzón sobre el centro del continente. Y
luego la lluvia comenzó a caer.
Shukou contempló
contempló el Mar de las Nubes.
—Ha empezado a llover —dijo, armando lo l o obvio.
—Mientras todos estamos tirando los dados, preero estar de pie
donde pueda ver la acción desarrollarse. Esta espera de los resulta-
dos desde tan lejos es insoportable.
—Solo podemos rezar que el juego se desarrolle de acuerdo con
las expectativas de Todo
—Tienes razón. su Alteza.
por ese tonto imprudente.
Varios días después, Seishou se situó en las orillas lejanas del
Rokusui y contempló el río. La lluvia que caía aguas arriba había

Parte VIII  229 

Capítulo 36  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

aumentado el caudal del río. Hacia el este, en dirección a Kankyuu,


las nubes cerraron el cielo. Los monzones golpearían la provinc
provincia
ia de
Gen más pronto que tarde.
A medida que los sacos de arena eran apilados alrededor de
Shin’eki, los diques
—Cualquier en Ganboku
día —dijo Seishouyaentre
estaban siendo sobrepasados.
dientes. s obrepasados.
—¿Qué? —preguntó uno de sus lugartenientes.
lugar tenientes.
—¡Oh, nada! No disminuyas la vigilancia. Comenzará muy pronto.
Más arriba de Shin’eki estaba Hokui. Esa noche, Yuuzen caminó
a través de una de las pequeñas aldeas agrupadas alrededor del
Rokusui, inspeccionando los sacos de arena que formaban una pa-
red impermeable a lo largo del camino del río.
—El Ejército Imperial realmente vino al rescate —dijo Yuuzen.
Los vecinos de la aldea que estaban con él también sonrieron.
Ellos estaban regresando a sus hogares de los campos.
—Es verdad —dijo una de las mujeres—. La vida en esta época del
año apenas ha merecido la pena hasta ahora. Pero ahora podemos
pasar la temporada de lluvias con un poco de tranquilidad.
Miraron hacia los diques. En el calor del momento, Yuuzen
Yuuzen se su-
bió a la parte
par te superior del dique y de allí al banco inclinado de piedras
y tierra. Examinó el río.
—Sí, se ha llenado bastante rápido. Debe estar bajando con fuer fuer--
za río arriba.
Varios de los otros eran lo sucientemente curiosos como para
subirse al dique y ver por ellos mismos.
—Con tal fuerza está corriendo, ¿eh? Una cosa menos de qué
preocuparse este año.
—Bueno, sí, pero si nos podemos muy cómodos vamos a desper-
tar en la cama empapada.
Todos se rieron. Bajando del dique, Yuuzen estaba dando una
última mirada a través del río cuando vio a un grupo de soldados a
caballo en la orilla opuesta. Y salieron de su vista.
Los recientes rumores decían que el Ejército Imperial fue a la
represa del Rokusui aguas abajo con el n de inundar Ganboku. Al
mismo tiempo, otros rumores decían que la Guardia Provincial iba a
romper los diquesmanera,
De cualquier para proteger Ganboku.que había que mantener un
eso signicaba
ojo hacia cualquier persona que vagara alrededor de los diques y que
no debiera estar allí.

230  Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—¿Qué está pasando, Yuuzen? —alguien lo llamó desde la carretera.


Él los hizo callar. Permanecían
Permanecían fuera de la vista, deslizándose en
silencio hacia atrás hasta la parte superior del dique.
—Esos son…
El solseseextendían
oscuras había puesto.
por elElcampo,
crepúsculo
por loestaba cayendo.
que era Sombras
difícil ver lo que
estaba pasando.
Pero podían distinguir al menos doscientos jinetes descendiendo
por la orilla opuesta.
—¿Qué están haciendo?
—¿Tal vez están buscando un lugar poco profundo para vadear
el río?
—Pudieron encontrar un montón de lugares así antes.
—Deben tener razones para hacerlo aquí.
El líder de la caballería vaciló en la otra orilla antes de entrar en
el agua.
—Están viniendo.
—¿Esto es un ataque?
 Yuuzen
 Yuuzen apretó los puños. Ellos podrían lanzar un ataque sorpresa
contra el Ejército Imperial acampado agua abajo.
—Sí, pero si están planeando un ataque, lo harían antes de la
puesta del sol. En el momento en que llegaran al campamento, sería
de noche.
Las mujeres que todavía estaban en el e l camino se acercaron a ver
a qué venía tanto alborot
alboroto.
o.
—Mira, están llevando palas.
 Yuuzen tragó. Mientras observaba desde la cubierta del dique,
 Yuuzen
los jinetes comenzaron a cruzar el río. Las corrientes uían rápido,
empujándolos más abajo, más allá de la parte ancha del río y cerca
de donde Yuuzen y el resto estaban escondidos.
Ahora estaban lo sucientemente cerca como para ver con clari-
clari-
dad. Doscientos jinetes. Ciertamente no eran lanzas lo que llevaban,
ll evaban,
sino palas.
Los soldados desmontaron y Yuuzen se puso de pie.
—¡Qué demonios! ¡Bastardos! ¿Piensan que van a destruir los di-
di-
ques?
Los soldados giraron. Yuuzen
Yuuzen llamó a las
l as mujeres.
—¡Corran de vuelta al pueblo y den la alerta!
aler ta! ¡Los Guardia Provin-
Provin-
ciales están tratando de romper los diques!

Parte VIII  231

Capítulo 36  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

Los soldados viajaban hacia ellos. Yuuzen y los demás recogieron


rocas y comenzaron a lanzarlas.
—¿Qué creen que están haciendo?
—¡Vuelvan
—¡V uelvan al lugar de donde vienen!

Seishou recibió el mensaje no mucho después de que Yuuzen vio


a los jinetes. El crepúsculo todavía proyectaba su luz moribunda a
través del cielo.
—¡La Guardia Provincial de Gen está en Hokui! ¡Están luchando
contra los aldeanos!
—¿Qué demonios? —Seishou echó a correr—. Un batallón servirá.
¡Síganme!
Él saltó a su pegaso, un kitsuryou, el emperador Kyou se lo había
dado. Por mucho que despreció al nal al emperador, los sentimien-
sentimien-
tos no se extendían a ese magníco youjuu. Le dijo a su edecán, que
iba a lomos de un tenba:
—¡Adelántate y lidera a los aldeanos para que no salgan lastimados!
Su edecán se fue volando. Seishou tomó el mando del batallón y
marchó hacia el este. No tardaron mucho. Ya había hecho acampar
en secreto un regimiento de 2.500 soldados en Hokui.
—Justo eso estaba esperando de ese bastardo de Atsuyu —Sei- —Sei-
shou maldijo. Hizo una señal a los soldados detrás de él—. ¡Deen-
¡Deen-
dan los diques!

 Yuuzen esquivó las espadas, se lanzó al suelo y agarró una roca. No


 Yuuzen
importaba lo que estaba en juego, no podía permitir que el Rokusui
se saliera de su canal ahí.
Como los doscientos de la caballería habían surgido desde el río,
una docena de hombres salieron al frente desde el pueblo para reu-
nirse con ellos. No escatimaron en ningún momento y se metieron en
la refriega. Parecía una locura, los agricultores frente a frente contra
los soldados,
pasaba pero
adelante tantomar
para prontosucomo
lugar.uno de ellos era cortado, otro
—¡Retrocedan!
—¡Retrocedan! —resonó un grito fuerte, pero distante.
No lo haremos, pensó Yuuzen para sí mismo.

232   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

Tiró la piedra que tenía en la mano y agarró otra, levantó el brazo


y apuntó al soldado más cercano. Un soldado le rozó el brazo con la
espada. Se agachó y rodó, recogió la roca de nuevo, y estaba a punto
de tirarla cuando escuchó otro grito cercano.
—¡El Ejército
Seishou Imperial!una
se permitió ¡Elsonrisa
Ejércitoirónica
Imperial ha llegado!
lle gado!
mientras sacaba la lanza
l anza
de su vaina.
Construyan los diques del Rokusui. Estén atentos a la reacción
de Atsuyu. Esas fueron las instrucciones de Shouryuu a Mousen. Si
 Atsuyu destruye
destruye los diques, vamos a adueñarnos de la tierra alta
al ta en
más de un sentido.
—Ese maldito desgraciado no tiene un pelo de tonto.
Seishou echó una breve mirada hacia la montaña Ganboku que
se levantaba sobre los bancos más alejados del río. Entonces espo-
leó a su kitsuryou.
Parte VIII  233

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


234  Edición: EED_Wolf 
EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 37

Atsuyu preguntó:
—¿Cómo se siente?
Rokuta
Rok uta negó con la cabeza.
—No tan bien.
—Entonces probablemente debería evitar dar paseos largos. ¿O
había algo en particular para lo que necesitaba verme?
—Me gustaría volver a Kankyuu.
Atsuyu frunció el ceño.
—Lo siento, pero eso está fuera de cuestión.
—Cada rincón de este palacio está teñido con el hedor de la san-
gre. No es abrumadora, pero me perturba constantemente. Si te im- im-
porta mi bienestar en absoluto, al menos podrías encontrar un lugar
para mí fuera del palacio.
—No puedo hacer eso.
—Por cierto, Atsuyu…
—¿Tiene otra cosa en mente?
—¿Por qué mantienes a tu padre encerrado en connamiento
solitario?
La sorpresa de Atsuyu solo era superada por las expresiones de
perplejidad en el rostro de los ministros reunidos.
—Su cuerpo es un desastre, para ser sincero, él no parece estar
en plena posesión de sus sentidos. La historia es que Genkai cayó
enfermo, se retiró y te pasó la autoridad a ti. Excepto que retiro ape-
nas signica lo mismo que connamient
connamiento o solitario, ¿verdad?
Atsuyu se puso de pie. Fru
Frunció
nció el ceño y luego sonrió.

Parte VIII  235 

Capítulo 37  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Mi padre no está bien. Así que no pudo presentarse ante usted,
debe haberlo confundido con otra persona. ¿Dónde está esa perso-
na? Y ¿por qué usa el nombre de mi padre? Explíqueme las circuns-
tancias del encuentro.
—Entonces,
Palacio Interior?¿a quién tienes encerrado en las profundidades del
—El Palacio Interior —Atsuyu repitió con recelo—. Eso sería donde
reside mi padre.
—¿Estás admitiendo que tienes a tu padre encadenado? —Roku-
ta vio el terror en la cara de Atsuyu—. ¿Lo ataste con cadenas, le
cortaste la lengua y lo dejaste allí a pudrirse? ¡Respóndeme, Atsuyu!
—Eso fue…
Rokuta
Rok uta se dirigió a los ministros.
—¿Alguno de ustedes sabe algo? ¿Lo sabían y aun así continua-
ron sirviéndole? Si es así, la provincia de Gen no es más que una
cueva de ladrones.
La mayoría de los ministros reaccionaron con alarma y miraron a
Atsuyu.
Solo un pequeño grupo evitó sus ojos.
—Haz hecho un gran sermón, Atsuyu. Pero para todas tus procla-
mas de lealtad al Camino, ¿qué estás haciendo realmente? ¿Secues-
¿Secues-
tro? ¿Encarcelamient
¿Encarcelamiento? o?
—Me disculpo por haber recurrido a medios tan bajo con el n de
atraer al Taiho aquí. Cuando el Shashi dijo que podría traerlo aquí,
nunca imaginé que iba a recurrir a tales métodos indeseables.
Kouya levantó los ojos y miró prolongada y duramente el rostro
angustiado de Atsuyu.
“Lo has hecho bien, Shashi”. Kouya sabía el verdadero signi- signi-
cado oculto dentro de esas palabras. “No me gustaría perder a mi
preciado Shashi”. Incluso si solo signicaba que sería inconveniente
perder los servicios de un sirviente útil, Atsuyu era la única persona
que más quería a Kouya.
Kouya bajó la cabeza. Atsuyu volvió a Rokuta y dijo:
—Sin embargo, yo soy responsable de las obras de mis sirvientes.
sir vientes.
No hay palabras para expresar mis disculpas. Por favor,
favor, encuentre en
su
do corazón
confesarelque
perdón. En cuanto
yo estaba a mi padre,
totalmente una vez más,
en la oscuridad solode
acerca pue-
su
condición y que podrían haber conspirado para cometer tales injus-
ticias. Me encargaré de que una investigación se ponga en marcha

236   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

inmediatamente.
Rokuta
Rok uta frunció el ceño. En ese momento, alguien entró corriendo
en la habitación. El primer ministro de la provincia, Hakutaku.
Hakutaku.
—Ministro, ¿qué ha hecho? —Hakutaku tropezó y cayó de rodillas
apués
los pies
de quede supliqué
Atsuyu—.que¿Deno verdad ordenó
tomara destruirtan
una medida losdrástica?
diques? ¿Des-
Los ministros plantearon las voces de alarma compartida. Atsuyu
agitó las manos en el evidente descontento.
descontento.
—Hakutaku,
—Haku taku, debes irte.
ir te.
—¡No! ¿No dice siempre que actúa por el bien de las l as personas? Y,
sin embargo, ¡está destruyendo los diques que construyó el Ejército
Imperial! ¿Al hacer eso qué pensará la gente de sus buenas intencio-
nes? ¿Quién va a creer que está pensando en su bienestar y quiénes
no? ¿No puede comprender la repercusión de estas acciones?
—Hakutaku…
—¡Está luchando con los mismos aldeanos que están tratando
de salvar los diques! La Guardia Provincial levantó sus espadas con-
tra ellos y el Ejército Imperial se precipitó a su rescate. ¿Cómo cree
que va a terminar esto? Los ciudadanos de Ganboku escucharonescucharon los
rumores también y se están yendo tan rápido como les es posible.
¡No solo los reclutas, sino también los soldados están abriendo las
puertas de la ciudad y están huyendo!
—¿Qué?
Atsuyu corrió a la ventana. Sin embargo, las espesas nubes oscu- oscu-
recían el mundo de abajo.
—Este es el nal de la provincia de Gen. Ha logrado su anhela-
anhela-
do desea, ministro. Se ha excedido y se ha rebelado contra todo el
reino. —Hakutaku se puso en pie y se enfrentó a los ministros clara-
mente perturbados—. Huyan mientras puedan. Entréguense al Ejér-
cito Imperial, conesen sus pecados y pidan clemencia. Un batallón
está marchando a Hokui en estos momentos y están ansiosos. Ahí es
donde la lucha comenzará en serio. Después de eso será demasiado
tarde. Sus cabezas adornarán las puntas de sus picas.
Los hombres de Atsuyu se estrecharon. Se apartó de la ventana
Los hombres de Atsuyu se estrecharon. Se apartó de la ventana
y se dio la vuelta, con el rostro desencajado por la rabia.
—¡Hakutaku!
Atsuyu se cercó a él, lo agarró de la parte delantera de su capa y
lo lanzó al suelo.
—¡El único conspirador y traidor aquí eres tú, Hakutaku! —Atsuyu

Parte VIII  237 

Capítulo 37  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

bajó la mirada, viéndolo tirado en el piso, la malicia brillaba en sus


ojos—. ¿Así que ahora dejas de lado al hombre al que has halagado
como el ministro en jefe más capaz? ¿Al hombre bajo cuyos pies en-
cendiste la chispa? ¡Eres el primer ministro! Cuando la
l a provincia pier-
de el Camino,
si quieres, pero¿no
no es tu deber
hiciste nadaarreglar las cosas?Cuando
para detenerme! ¡Llámame rebelde
la etiqueta
del traidor al n cae sobre ti, ¿doblas a la derecha y abandonas al
hombre que llamaste tu líder?
»Ustedes también —agregó con una mirada fulminante a los mi-
nistros acobardados—. ¿No dijeron que querían que los diques fueran
reconstruidos? ¿No dijeron que querían la autonomía política para la
provincia de Gen, la autoridad sobre el control de inundaciones y la
recuperación de tierras? ¿No era todo esto lo que se requería para
mejorar la suerte
suer te de nuestro pueblo? ¿En primer lugar no me juraron
su lealtad a mí, antes que al emperador? —La voz de Atsuyu se elevó
en un grito. De pie, delante de Hakutaku, dijo—: Todo lo ocurrido fue
debido a su instigación.
—Yo…
—¡Cosas como esas simplemente no se pueden dejar en manos
del emperador de En! Un hombre con consciencia debe levantarse y
enderezar el mundo. ¿No fuiste tú el que me dijo eso?
—Ministro, yo…
—Tú fuiste el que me incitó, diciendo que  yo era el único que po-
día hacer el trabajo.
—Yo… algo así…
—¿Y te atreves a darme un discurso sobre cómo me convertí en
traidor? ¡Tú, idiota!
—Señor Atsuyu…
—Te aprovechaste de mis sentimientos por la gente y me incitas-
te a rebelarme. ¿Tan pronto como la marea se vuelve contra ti, me
echas la culpa, convirtiéndome en
e n tu chivo expiatorio y sales corrien-
do? Nunca imaginé que se iban a aprovechar de mí tales sirvientes
desleales.
Atsuyu habló como si lamentara una gran pérdida. Luego se vol
vió a Kouya, que se había retirado a un rincón de la habitación.
—Atrápalo.
—Ministro… —el dolor de Kouya fue evidente en una sola palabra.
Atsuyu lo ignoró y se dirigió a su Ministro de Defensa.
—Pon en marcha medidas para contrarrestar este levantamiento

238   Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

civil. Deende el palacio hasta con el último hombre. Voy a ir a


Kankyuu con el Taiho y pondré en conocimiento del emperador todo
lo que ha sucedido, incluyendo quiénes son los verdader
verdaderos
os culpables,
y rogar por su piedad en este asunto.
Rokuta
 Aquí miraba
está
está con asombro.
un hombre herido que ignora la verdadera
verdadera causa de la
lesión y en su lugar hace todo lo posible para ocultarla.
La cara de Atsuyu estaba impregnada de amargura. El especta-
dor ocasional verdaderamente creería que había sido traicionado por
sus sirvientes, atrapado por sus condentes y hombres de conanza,
una desgracia tras otra acumulada sobre sus hombros.
—Taiho, ha enfrentado mucha adversidad. Prometo por mi vida
que yo mismo lo llevaré a Kankyuu. Es mi culpa por ser tan ingenuo
y por ello fui engañado por mis sirvientes desleales, y aceptaré cual-
quier castigo que se juzgue correcto y apropiado. Pero me gustaría
implorarle al Taiho que le pida al emperador que les evite a los mi-
nistros de la provincia de Gen la peor parte
par te de su merecida condena.
Rokuta
Rok uta le dev
devolvió
olvió la mirada al angustiado hombre.
—Así que, Atsuyu, ahora vemos tu verdadero rostro.
Atsuyu reaccionó con el ceño fruncido.
Rokuta dijo:
—Armas estar actuando en nombre de las personas, al mismo
tiempo que mandas romper los diques y te obsesionas con arrebatar
la victoria de las fauces de la derrota. Te
Te haces llamar el orquestador
de todo, mientras jas la l a culpa en Hakutak
Hakutakuu y Kouya. ¿Estamos vien-
vien-
do por n quién eres realmente?
Escaneó al grupo de ministros estupefactos.
—¿Así que hicieron callar a Genkai mandándolo a las mazmorras
con el n de hacer a este hombre su líder?
Nadie respondió. Rokuta se giró sobre sus talones.
—¿A dónde va, Taiho?
ÉL no se molestó en mirarlo.
—Volveré
—V olveré a Kankyuu. Por mí mismo. Me aseguraré de que el em-
perador esté informado sobre todo lo que ha estado pasando
pasa ndo aquí.
Mirando desde la esquina de la habitación, Kouya dejó escapar
un largo suspiro.
La mayoría deEstaba viendohabían
los ministros las ruedas
creídocaerse del carro.
realmente en la integri-
dad de Atsuyu. Esa creencia era la única razón por la que Kouya toda-
vía estaba vivo. Eran un montón de idealistas
ideali stas ingenuos. Pero cuando

Parte VIII  239 

Capítulo 37  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

la gravedad del pecado entró plenamente en su conocimiento, deja-


ron de lado su lealtad a Atsuyu, abandonaron la anhelada gloria de
caminar en su sombra y eligieron el camino de la razón.
Mientras Rokuta se alejaba, los labios de Atsuyu se torcieron en
una
ma ymueca. cabeza.no podía soportar verlo. Abrazó el cuello del  you-
bajó la Kouya
—¡Así que el Taiho tiene la intención de que yo, Atsuyu, cargue con
toda la culpa!
Rokuta
Rok uta no respondió. Sería una pérdida de tiempo.
Atsuyu se dio la vuelta.
—¡Hakutaku! ¡Conspiraste con el emperador y el Taiho!
—¡Ministro!
—Eso es todo, ¿verdad? ¡Has estado planeando esto con el Taiho
desde el principio! ¡El emperador estaba celoso de que el e l pueblo me
amara y armó todo esto para conseguir tildarme de traidor! ¿Verdad?
¿Verdad?
¡¿Verdad?!
—Atsuyu —dijo Rokuta
Rokuta con un suspiro de cansancio—. El empera-
dor no haría nada por el estilo. Debido a que no lo necesita.
—¿Crees que no he oído hablar de las quejas procedentes del Ri-
kkan, acerca de la clase de tonto que es ese hombre? ¡Oh!, ¿por qué
no coné en mis instintos? Estaba lleno de demasiada duda para ir
al Shouzan al Monte Hou y buscar el Mandato del Cielo.
—Habría sido un viaje perdido que hubieses ido —dijo Rokuta en
voz baja—. Nunca tendrás lo necesario para sentarte
sentar te en el trono.
—¿Estás diciendo que no le doy la talla a él?
—Comparado con Shouryuu, eres basura —Rokuta se volvió y sa- sa-
lió de la habitación. Luego se detuvo y miró por encima del hombro
a Atsuyu y a la pandilla de sirvientes detrás de él. Alzó la voz y dijo—:
¡Espero que lo que dije no sea tomado por alguien aquí como un elo-
gio para Shouryuu!
Hakutaku
Hakutak u miraba hacia atrás y hacia adelante desde el e l kirin que
se alejaba hacia el hombre en el que una vez había depositado su fe
y conanza, y se mostraba como su líder. Con un triste suspiro dijo a
los sirvientes.
—Si aún les queda algún escrúpulo, algún deseo de hacer lo co-
co-
rrecto, entonces,
Entonces, ¡detengan ala uno
reconociendo ministro!
de sus siervos detrás suyo, Haku-
taku dijo con sorpresa:
—No puede ser…

240  Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

El soldado sonrió.
—No puedo creerlo —Hak
—Hakutaku
utaku negó con la cabeza.
El soldado pasó a través de la multitud de sirvientes desconcer-
tados y se acercó
a cercó a Atsuyu.
Atsuyu
—Pareceloque
observó acercarse
no sabes y le te
qué lado dijo:
conviene.
—No, en absoluto —dijo el soldado
so ldado con una sonrisa. Se arrodilló—.
Pensé que debía informarte de algo importante.
importa nte.
—¿Información importante? —Atsuyu ladeó la cabeza hacia un
lado—. ¿No fuiste promovido desde la Guardia Provincial?
Provincial?
—Lo fui. Gracia a ti.
—Bien, entonces. ¿Cuál es la información importante? ¿Cuál es
tu nombre, soldado?
Su sonrisa se amplió.
—Komatsu Naotaka.
Atsuyu sacudió la cabeza ante ese nombre, como si fuese moles-
tado por un mosquito persistente. El soldado se puso de pie.
—Aunque algunas personas insisten en llamarme emperador
Shouryuu.
Dio un paso adelante, al mismo tiempo que sacaba la espada y
presionaba la punta de acero frío contra el hueco de la garganta de
Atsuyu.
—¡Tú!
—¡Kouya!
—¡Kouy a! No intentes nada. O esta
es ta espada verá el otro lado de su
cuello.
Mientras que por reejo intentó hacer un movimiento defensivo,
Kouya captó la mirada en los ojos de Shouryuu
Shour yuu y se congeló en su lugar.
—Lo mismo va para todos los demás. Pueden aferrarse a sus ar-
mas. Basta con mover la espalda contra la pared.
Miró por encima del hombro a Rokuta,
Rokuta, que se había detenido en
la puerta.
—Aprecio el cumplido.
—¡No te estaba elogiando, maldita sea!
Mientras descansaba la punta de la espada contra la garganta
de Atsuyu, Shouryuu rio en voz alta.
—Bastardo, ¿quéaesprueba
—Querías poner esto? —se quejó Atsuyu.
la Voluntad Divina, ¿verdad? Bueno,
pensé que debería darte la oportunidad de intentarlo.
—¿Qué?

Parte VIII  241


 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Lo llaman Providencia o lo que sea. Incluso sin involucrar a nin-


gún espectador inocente, la pregunta no se resolverá hasta que tú y
yo luchemos. ¿No lo crees, Atsuyu?
Atsuyu lo fulminó con la mirada. Con una pequeña sonrisa,
Shouryuu dirigió su atención a los ministros, de pie allí como una
hilera de estatuas.
—Esperen un momento y escuchen.
Para huir por sus vidas o para precipitarse en ayuda de Atsuyu,
varios de ellos habían empezado a moverse. Ellos se pusieron rígi-
dos, una vez más.
—He recibido el Mandato del Cielo y fui colocado en el trono. Si
no están satisfechos con eso, quéjense todo lo que quieran. Pero de-
rrocar al emperador es desobedecer ese Mandato. Si desean poner
a prueba los límites de la Providencia, no hay necesidad de formar
ejércitos y acumular provisiones para las tropas, no cuando la gente
apenas puede alimentarse a sí misma. Sus existencias de suminis-
suminis-
tros están agotadas ahora y no pueden ser respuestas por la cose-
cha del próximo año. Si Atsuyu me mata, eso lo deja a cargo. Pueden
trabajar para reconstruir a En o para destruirlo, lo que sea que les
plazca. Porque eso sería la Voluntad Divina, ¿no es así?
A continuación, Shouryuu se volvió hacia Kouya.
—Kouya,
—Kouy a, detén a tu youma lo mejor que puedas. No me gustaría
acabar con él delante de su dueño. O bien, para el caso, Rokuta se
molestaría conmigo.
Ahora se dirigía a nadie en particular
par ticular..
—Si Atsuyu tiene seguidores devotos que desean sacricar sus
vidas en su nombre, es el momento de estar a su lado. Alguien dele
un arma a este hombre. Cualquier arma, la que mejor le convenga.
Nadie se movió.
—¿Qué? No veo a nadie corriendo en su defensa —Shouryuu no
vio a nadie que aceptara el reto, a pesar de sus burlas—. Ya veo… —
dijo con una sonrisa irónica—. Bueno, Atsuyu, parece que estás por
tu cuenta.
—Desgraciados…
—Por el amor de Dios, alguien, al menos, dele al hombre una
espada.
Shouryuu dirigió su mirada a uno de los sirvientes. El perplejo
guardia que estaba parado al lado de Atsuyu desabrochó la espada
de su cintura y la puso en las
la s manos temblorosas de Atsuyu.

Parte VIII  243

Capítulo 37  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Perdóneme, su Alteza.
—Perdóneme,
Hakutaku se postró en el suelo. Los demás siguieron inmediata-
mente su ejemplo.
—Su Majestad, me da vergüenza decir que esto como mucho era
una —Como
pequeña rebelión
golpe provincial.
prov incial.
de estado, sin duda, no pasará a la gloria.
—Sí. Sin embargo, sin duda está en su derecho de eliminar al
ministro, evitemos cualquier otro conicto inútil y acabemos con las
cosas aquí. Seguramente puede ser compasivo para darle el juicio
más humano posible.
Pero, por supuesto, dijo la sombría sonrisa en la cara de Shouryuu.
Miró a Atsuyu, que había dejado caer la espada a su lado mien-
tras caía de rodillas.
—Abre las puertas del palacio y desmov
desmoviliza
iliza a la Guardia Provincial.
Provincial.
Atsuyu inclinó la cabeza cerca del suelo.
—Lo haré.
Shouryuu miró a su alrededor
alrededor..
—Por el momento, alguien tómelo bajo arresto. —Envainó su es-
pada y se alejó de Atsuyu. Mirando, Rokuta sintió un escalofrío de
aprensión. Shouryuu dijo—: Tal vez pueda ser un hombre humani- humani-
tario, pero él todavía tiene mucho por qué responder. Coloquen un
guardia en su celda y asegúrense de que no se lastime.
Detrás de él el sonido de un corte de espada a través del aire.
—¡Shouryuu!
Shouryuu giró en un instante, con la mano en la empuñadura de
su espada. Atsuyu se dirigió hacia él, balanceando la espada sobre
su cabeza. Tres
Tres pasos los separaban. Era imposible saber si el golpe
de Atsuyu aterrizaría antes de que Shouryuu pudiese detenerlo.
Todo el mundo tragó a la l a vez.
—¡Rikaku!
—¡Rokuta!
Kouya y Rokuta gritaron al mismo tiempo. Todo se reducía a esos
tres pasos.
Excepto que Rikaku se movió más rápido que Atsuyu. Un chorro
de sangre salió cuando el shirei  lo
 lo agarró por la mandíbula.
Rokuta
mismo desvió
tiempo. la mirada.
Kouya, Miró a Kouya.
sin embargo, Ambos
le había gritosasonaron
ordenado al 
su  youma
que se detuviera.
La llamada a salvar una vida y la necesidad de detener la masacre

244  Edición: EED_Wolf 


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Capítulo 37  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

decidió el destino de Atsuyu y Shouryuu.


Los colmillos de Rikaku mordieron el cuello de Atsuyu y se sol-
taron con la misma rapidez. Su espada cayó con un fuerte ruido.
Saltando de nuevo, Shouryuu hizo una pausa por la intervención de
Rikaku y luego
Rikaku se arrancado
había precipitó hacia adelante.
la mitad de la cabeza de Atsuyu de sus
hombros. Debido a que era inmortal, todavía tenía aliento de vida
en él. Se quedó tumbado en un charco de su propia sangre, con los
ojos mirando hacia arriba en una total incomprensión, viendo que no
había nadie que se preocupara por él.
—Voy
—V oy a sacarte de tu miseria —dijo Shouryuu.
Con un movimiento de su espada cortó
cor tó limpiamente la cabeza de
Atsuyu. El sonido de acero golpeando el suelo de mármol resonó en
todos los oídos.
246   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 38

Shouryuu
su espada.escaneó la la de ministros aturdidos mientras guardaba
—Kouya —lo llamó Shouryuu. Se acercó a él. Teniendo una expre- expre-
sión vacía en su rostro, dijo—: Kouya, siento haber tenido que hacer eso.
—Pero…
—Per o… —la voz de Kouya estaba entrecortada
e ntrecortada y vacilante—. Yo…
Yo…
—Estoyy agradecido.
—Esto
Rokuta
Rok uta llegó a su lado.
—Kouya.
Kouya se arrodilló y se postró en una profunda reverencia.
reverencia.
—Acepto el juicio que merezco.
—¡Kouya!
Shouryuu solamente lo miraba.
—No voy a matarte,
matar te, Kouya.
—“Decapítenlo”, es la frase habitual por alta traición.
—No.
Kouya levantó la cabeza, sus rasgos estaban retorcidos por la
desesperación.
—¡No traté de salvarte!
El youma gorgoteó y le dio unos golpecitos en el hombro con su pico.
 youma
—Yo no quería salvarte. Quería salvar a Atsuyu. Pero Rokuta se
detuvo en el último momento. No fui yo. Fue él. Su voluntad, no la
mía. Nunca quise que muriera.
—Kouya…
—¡Yoo habría hecho cualquier cosa por él! ¡Matar personas sin pen-
—¡Y
sarlo dos veces! ¡Yo te habría matado también! El reino podría irse al

Parte VIII  247 

Capítulo 38  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

inerno. ¡No me importó cuántas personas sufrieron, no me importó


cuántos niños terminaron huérfanos, no me importó un bledo!
—Kouya, te dije antes. La única razón por la que estoy aquí es
para darte un mundo mejor. Si no queda nadie para aceptar ese
mundo, entonces
—Dáselo a otromique
existencia no Hay
no sea yo. tieneunsentido.
sinfín de personas que tie-
nen la esperanza de un mañana mejor.
—Soy un hombre codicioso, supongo. Dame una elección entre
un millón y un millón y uno, y yo siempre voy a elegir ese último.
Kouya inclinó la cabeza. El  youma continuó dándole golpecitos
en el hombro con su pico. Kouya envolvió sus brazos alrededor del
cuello del youma.
—Pero Grande y yo no tenemos un lugar que llamar nuestro.
—Kouya…
—No importa cuán abundante se vuelva este reino, nunca voy a
ser capaz de llamarlo hogar. Soy el hijo de un  youma, como puedes
ver. —Miró a Shouryuu. —Cuanto más rico y pacíco sea este reino,
más miserable y resentido me volveré. Una vez soñé con Hourai, pero
es un lugar que siempre estará fuera de mi alcance. Si tienes alguna
piedad por mí en absoluto, por favor, no intentes incitar ninguna es-
peranza para el futuro.
—¿Estás pidiendo una ejecución rápida, entonces? No va a su-
ceder —Shouryuu se arrodilló frente a Kouya—. Los  youma atacan a
las personas. Esas personas no sufren menos de lo que tú lo haces
cuando son atacadas. Este  youma te eligió a ti. No puede vivir con
alguien que no eligiera.
—¡Grande no ataca a la gente! —Kouya abrazó al  youma—. Él me
escucha. Él no ataca a nadie en contra de mis deseos. Tal vez sean
los instintos de un  youma el atacar a las personas, pero Grande se
comporta por mí.
—Bueno, entonces —Shouryuu asintió—. Te voy a dar un lugar
donde tú y tu youma puedan vivir.
Kouya rio, su cara se torció con una mueca de desprecio.
—¿Qué clase de lujosa prisión sería esa? ¿Una cárcel con barras
de plata en las ventanas y las puertas?
—Un reino extendió
Shouryuu donde nadie sea yatacado
la mano la posópor
sobrelos youma . del youma,
l a cabeza
la
el cual se hundió en el hombro de Kouya. Cuando Kouya Kouya se sobresal-
tó, el youma se tensó, pero se dejó acariciar
acariciar..

248   Edición: EED_Wolf 


EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—La gente mantiene su distancia de los  youma, porque los  you-


ma proliferan cuando un reino entra en declive. Cuando un reino re-
vive y el orden natural se rearma, los  youma ya no frecuentan los
campos. El temor a los ataques de los youma disminuye. Cuando eso
suceda, la gente
dre adoptiva. no atendrá
No va másmás
ser nada razones para
que un temerte
 youju a ti o acurioso.
 de aspecto tu ma-
—Shouryuu —murmuró Kouya, claramente desconcertado.
Shouryuu sonrió.
—No te voy a castigar. O a los ministros de la provincia de Gen. O
cualquier otra persona. La población de En es demasiado pequeña
en la actualidad. Hay que aferrarnos a cada hombre y mujer sin dis-
capacidad que tenemos.
—Pero…
—Tu nombre permanecerá en el Registro de Inmortales. Este no
es un problema que pueda ser resuelto en diez años o veinte. Todos Todos
necesitamos tiempo. Tú y tu madre adoptiva obtendrán un terreno
propio, del que nunca serás echado. Mientras tanto, hay un jardín en
el Palacio Imperial con el que tendrás que conformarte.
conformarte.
Kouya jó los ojos en el hombre que hacía tales promesas.
—¿De verdad piensas que este mundo que imaginas llegará al-
gún día?
—Es por eso por lo que estoy aquí, Kouya.
Kouya.
Kouya parpadeó. Durante un largo minuto, reexionó esas pala- pala -
bras en su corazón.
—Entonces, voy
voy a esperar ese día en las montañas Kongou.
—Kouya, ven a Kankyuu.
—Esto es por el bien de Rokuta. Vamos
Vamos a vivir en el Mar Amarillo y
esperaremos a que la tierra prometida se convierta en una realidad.
—Abrazó al youma con fuerza—. Vamos a esperar para siempre, si ese
es el tiempo necesario.
Parte VIII  249 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


250  Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

CAPÍTULO 39

Kouya y su  youma salieron volando hacia el oeste. Rokuta observaba


desde el balcón hasta que desaparecieron de la vista.
Rokuta.
Kouya había contenido su youma incluso cuando Rokuta llamó a
su shirei .
Rikaku,
Rikaku, salvó a Shouryuu.
Al nal, Rokuta preservaría la vida de Shouryuu
Shour yuu sobre la de cual-
cual-
quier otra persona. Había sido así desde el principio. Como cuando
sus súbditos habían huido apresurados de ese pequeño feudo de
Japón, él había llamado a Rikaku.

Shouryuu abrió los ojos. Por encima de su cabeza había una amplia
extensión de un cielo azul añil. ¿Se tambaleaba de un lado a otro
debido a su propio vértigo o alguna otra causa?
Parpadeó, oyó el sonido del agua, sintió
s intió el aroma del mar. Las es-
trellas parpadeantes en el cielo oscuro se balancearon suavemente
hacia atrás y hacia adelante, por el balanceo de un barco, supuso.
Allí tendido, volvió la cabeza hacia un lado. Un niño estaba senta-
do en la proa de la embarcación, el niño que Shouryuu había encon-
encon-
trado en la playa. Pensando que estaba muerto, había recuperado
su cuerpo para enterrarlo, solo para descubrir que el niño todavía
estaba vivo.
—¿Cómo he acabado en un lugar como este? es te? —Shouryuu murmuró

Parte VIII  251

Capítulo 39  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

para sí mismo, su voz sonó en


e n sus oídos como un rechinido contra la
madera.
Se había quedado atrás para proteger la retaguardia mientras
su pueblo escapaba. Ellos fueron desbordados y rodeados por las
fuerzas Murakami.
podía proteger Por mucho
su propio queCon
terreno. quiso reunir
más a su defensa,
echas, al menosapenas
podría
frenar a los soldados Murakami desembarcando de sus barcos. Pero Pero
el tiempo se les había agotado.
Cortó a tres con su espada, tomó una lanza y atravesó a dos más.
Eso era lo último que él recordaba. Su suerte debió haberse agotado
antes de llegar al tercer
tercero.o. Probablemente había tomado una lanza en
la parte
par te posterior.
posterior. Y entonces…
Shouryuu frunció el ceño y se incorporó. Debía estar herido. No
podía decir dónde. Todo su cuerpo le dolía.
dolía . Tomaba
Tomaba cada respiración
con dicultad.
—No me digas que tú me rescataste —le dijo Shouryuu a Rok Rokuta.
uta.
Rokuta asintió. Había dudado al último momento, pero simple-
mente no podía permitir que Shouryuu muriera sin hacer nada. En- En-
vuelto por el olor de la sangre, le ordenó al atormentado Rikaku que
interviniera y lo llevara a un lugar seguro.
—¿Y los demás?
Rokuta negó con la cabeza. Tal vez si no hubiera habido tanta
sangre… Vagar a través de los dominios de la guerra lo había debi-
litado. Las penurias sufridas con los Komatsu lo habían debilitado
profundamente,
profundament e, que no tenía la fuerza para salvar a nadie más.
—¿Por qué me salvaste?
—Tú me salvaste primero, Shouryuu.
—No estabas acostados en la orilla esperando morir, ¿verdad?
¿verdad?
Rokuta
Rok uta negó con lal a cabeza. Shouryuu se apoyó en lal a borda. Roku-
Roku-
ta le dio una mirada de reconocimiento.
—¿Te querías morir?
Shouryuu mandó la cabeza hacia atrás y dirigió la vista hacia el cielo.
—Cada vez que alguien me llamaba “joven maestro” lo tomé
como una señal de fe en mí. “Estamos conándote este feudo, así
como nuestras vidas”. Pero no estaba a la altura de sus expectativas.

—Estás
Ellos nocargando
fueron lo con la culpa por eso.
sucientemente grandes o fuertes. Sus solda-
solda-
dos fueron fácilmente abrumados. Ellos nunca tuvieron la oportuni-
dad de ganar y los
l os Murakami no pensaron en negociar.

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EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—Así que no fue mi culpa, ¿verd


¿verdad?
ad? Todo
Todo estaba escrito desde el
principio.
—Entonces, no hay necesidad para que te desanimes por ello.
¿No hiciste lo mejor que pudiste?
—Yo
de los era el heredero. Ellos me adoraban, me criaron como a uno
suyos.
—Eso es…
—Había una sensación de que estábamos todos juntos en esto.
Eso es lo que yo oía cuando me llamaban “joven maestro”, una con- con -
anza mutua que se hizo más profunda cada vez que me llamaban
de esa manera. Nunca fui capaz de devolver esa conanza en igual
medida. No había manera de que pudiera hacerlo.
Shouryuu miró hacia el cielo, no veía a Rokuta.
Respiró hondo y contuvo el aliento. Tal
Tal vez a causa de sus heridas
aún estaba dolorido.
—Era lo que querían. Una vez que me puse esa carga al hombro,
no pude dejarla. No importa lo feliz y despreocupado que un tipo pue-
da parecer, es el tipo de cosa que comienza a desgastarte después
de un tiempo.
El barco otaba sobre las corrientes del Mar Interior.
Interior. Rikaku había
cargado a Shouryuu en su lomo hasta que vio ese barco sin amarras.
Rokuta contempló a Shouryuu. Incluso ahora el hombre era un
misterio para él.
Las heridas de Shouryuu eran graves. Tenía que estar sintiendo
un montón de dolor. O tal vez el dolor físico solo servía para amorti-
guar un tormento mucho más insoportable, uno que él mismo no ha-
bía aceptado del todo. De cualquier manera, cuanto más titubeaba
Rokuta,
Rok uta, más rápido se aproximab
aproximabaa Shouryuu al punto de no retorno.
Rokuta no podía abandonarlo. Salvarlo signicaba otorgarle un
cuerpo inmortal. Eso es lo que el destino le había impulsado a hacer.
O lo que la voluntad del pueblo de En le exigía.
Rokuta
Rok uta le preguntó en voz baja.
—¿Quieres un reino?
—Sí —dijo Shouryuu, sin dejar de mirar hacia el cielo.
—Un reino miserable, extremadamente pobre y raído.
Shouryuu
La sombrasede
incorporó.
una sonrisa se dibujó en sus propias facciones
irregulares.
—Grande o pequeño, no importa. Me criaron para heredar un

Parte VIII  253

Capítulo 39  Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

reino y heredé uno de mi padre. Un rey sin reino es un hazmerreír.


—Un reino devastado engendra un pueblo asolado. Sus corazo-
corazo-
nes confundidos, tal vez no escuchen todo lo que digas.
—Exactamente es el tipo de lugar para el que fui hecho.
Rok
Rokuta
uta le devolvió
—¿Quieres la un
que te dé mirada.
palacio?
—¿Tienes uno para darme?
—Sería más exacto decir que un reino y sus súbditos te han sido
asignados. Si estás dispuesto a aceptarlos.
—¿Qué reino es ese?
—No me creerías si te lo dijera. Pero si eso es lo que deseas, en-
tonces debes separarte de todo lo que conoces.
Shouryuu respondió con una risa hueca.
—¿Está tan grave que debo abandonar todo? Entonces dime lo
que me queda para abandonar.
—Nunca podrás volver al Mar Interior y sus islas.
—¿Oh?
—Pero si aceptas, voy a darte ese reino, asumiendo que quieres
el trono que va con él.
Shouryuu respondió tranquilamente a la mirada inquebrantable
de Rokuta con una sola palabra.
—Sí.
Rokuta asintió. Se levantó de la proa, se arrodilló a los pies de
Shouryuu e inclinó la cabeza a los tablones del casco.
—De acuerdo con el Mandato del Cielo, yo te he ungido como em-
perador. A partir de este día en adelante, te prometo mi lealtad y no
voy a darle la espalda a este Llamado Divino o a ti.
—¿Rokuta?
Rokuta
Rok uta levantó la cabeza y miró directamente a Shouryuu.
—Para aceptar este reino debes aceptarme como tu sirviente. Si
puedes soportar las expectativas de un reino, entonces yo llevo el
reino mismo.
Shouryuu se sentó en silencio. Lo que fuera que pensara Rokuta
y todo lo que había dicho, nalmente asintió y sonrió.
—Entonces eres mi sirviente. Pero esto es mucho mejor que un
verdadero
preciable. reino. No es un castillo mísero ubicado en un campo des-
Rokuta inclinó la cabeza a los pies de Shouryuu y le concedió
lo que deseaba: un palacio y una tierra devastada, una tierra de

254  Edición: EED_Wolf 


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Fuyumi Ono Doce Reinos 

montañas rotas y apenas tres mil almas.


La totalidad del reino de En.

Atsuyu no fue el primero, y no sería el último. Mucho más como él de


seguro aparecerían, y no estaba escrito en las estrellas que Shouryuu
siempre prevalecería. En siempre estaría expuesta a los riesgos de
la ruina.
Shouryuu le prometió a Kouya días pacícos en el futuro, pero
cuándo llegaría realmente era algo que nadie sabía.
La pequeña gura se desvaneció en la brumosa neblina y desa- desa -
pareció en el gran azul. Rokuta miró a Shouryuu. Al igual que Rokuta,
Rokuta,
Shouryuu estaba allí para ver a Kouya irse.
—Gracias.
—¿Por qué? —dijo Shouryuu, todavía mirando hacia el e l oeste.
—Por perdonar a Kouya.
—No lo hice por ti —su voz era dura y contundente.
—Estás enfadado conmigo.
Shouryuu nalmente volvió su mirada desde el cielo a Rokuta.
—Y con buena razón. Te dejaste secuestrar. ¿Qué creíste que iba
a pasar?
—Fue mi culpa.
—No he perdonado a nadie —dijo Shouryuu casi en un gruñido.
Rokuta
Rok uta lo miró confundido.
—Ekishin, Ribi y ese bebé. Tres personas para empezar. Tres de
mis personas fueron arrancadas de mi alma.
a lma.
Rokuta
Rok uta lo miraba.
—Estoy aquí para darle a mi gente
gente una vida. Y mi kirin va y los mata.
—Lo siento.
—¿No tenías forma de salvarlos? Los kirin pueden ser criaturas
compasivas, pero le concediste compasión a la persona equivocada.
—Shouryuu, lo siento.
Rokuta no podía mirarlo a la cara. Solo bajó la cabeza y se pegó
a él. Shouryuu apoyó la mano en la coronilla de la cabeza del niño.
Una granaños.
de trece mano, debido a que Rokuta no había crecido desde la edad
—“Déjame todo a mí”, te dije.
Rokuta asintió. Y así lo hizo. Si el kirin era la encarnación de la

Parte VIII  255 


 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

voluntad del pueblo, entonces solo tenía sentido dejar que el hombre
que eligió actuara como lo considerara oportuno. Se había decidido
por completo a seguir con esa creencia.
Él realmente sentía como que iba a llorar. Era el tipo de cosas
que
habíale convertido
hacía pensaren que tenía trece años, después de todo, nunca se
un adulto.
—No solo Shukou, Itan y el resto de ellos, sino tú también. Mis
sirvientes seguro que son pésimos jueces del carácter.
carácter.
Esta vez, sin embargo, ese tono bromista en su voz hizo a Rokuta
sonreír.
—Shouryuu.
—¿Qué?
—Al igual que le dijiste a Kouya, ¿vas a crear un lugar que pueda
llamar mío también?
Percibió
Percibió que Shouryuu estaba al borde de la risa.
—Bueno, por supuesto, cuando se trata de la gente de En, cuen-
tas como uno de mis súbditos también.
—¿Y? —dijo Rokuta, levantando la cabeza.
—¿Qué clase de lugar quieres?
—Uno con verdes montañas y campos —Rokuta se alejó un paso
de Shouryuu y se volvió hacia él—. Un próspero reino donde nadie
pase hambre y nadie se congele, donde la gente viva en casas que
los protejan de la lluvia y las fuertes temperaturas. Donde todo el
mundo viva en paz, sin necesidad de preocuparse por la próxima
comida o guerra. Una tierra armoniosa. Eso es lo que siempre he
querido, un reino lo sucientemente rico para que ningún padre que
abandonar a sus hijos.
Shouryuu sonrió.
—Cumpliste tu palabra: me diste un reino, Y prometo darte ese
tipo de reino a ti.
Rokuta
Rok uta asintió.
a sintió.
—Y voy a mantener los ojos cerrados todo el resto del tiempo has-
ta que me digas que está listo.
Parte VIII  257 

Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 


258   Edición: EED_Wolf 
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Fuyumi Ono Doce Reinos 

EPÍLOGO

Rokuta
Rok uta vio ou
—Shukou
—Shuk a un
—loministro
llamó—.pasear
¿Sabespor el Palacio
dónde Interior..
Interior
está Shouryuu?
Diez años habían pasado desde la revuelta de Atsuyu. La reor-
ganización del Rikkan fue total, y los efectos de las reformas fueron
apareciendo en la Corte Imperial. Shukou había sido nombrado Dai- Dai-
shikou, a cargo del Ministerio de Otoño.
—Ni idea —respondió con su habitual suspiro.
Varios viceministros del Ministerio de Otoño también estaban
presentes, Itan entre ellos.
Shukou dijo:
—Es probable que se dirigiera a Kankyuu.
Itan agitó el fajo de documentos que tenía en la mano. Era el
Daishito en el Ministerio de la Tierra.
—Él se detuvo junto a los establos para comprobar un Tama.
Tama era la última montura de Shouryuu, un  youju al que le de-
cían sugu.
—Ja. El tipo de cosas que realmente te sacan de quicio, ¿eh?
—Me he resignado a ello. Le gusta volar alrededor de la ciudad y
observar a sus súbditos seguir con su vida cotidiana. Ya no me mo-
lesta como antes.
—No me digas.
—Él es el tipo de líder que tiene que rmar cada pequeña cosa.
Hacemos lo que tenemos que hacer, y si él tiene un problema con
eso, nos lo dice.
Rokuta
Rok uta le dijo a Itan con un tono muy serio:

259 

 Epílogo Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

—Realmente han visto la luz.


—Realmente
Shukou no pudo resistirse a responder con una sonrisa.
—Si solo vas a aparecer en la corte
cor te para intercambiar
intercambiar insultos, no
necesitas hacer todo ese esfuerzo. El emperador y su séquito debe-
rían—Por
aplicar sus¿cuándo
Dios, esfuerzos donde sean
empezaron mása útiles.
todos recuperar el sentido? Me
duele pensar cuánto tiempo les tomó a todos ustedes darse cuenta.
—Si te duele tanto, tal vez podrías convencer al emperador para
ejecutar sus responsabilidades con la l a seriedad que exige.
—Pero por supuesto —dijo Rokuta.
Giró sobre sus talones y se dirigió hacia la puerta. Detrás de él,
los viceministro y funcionarios sofocaron sus risas.
Rokuta corrió hasta el palacio y se dirigió a la Puerta Prohibida.
En el extremo posterior de Enshin, descendió un tramo de escaleras.
A mitad de camino hacia el Monte Ryou’un había una gran puerta puer ta
en la roca. La puerta estaba abierta. Rok Rokuta
uta agitó una mano hacia el
guardia y se lanzó a través de la Puerta Prohibida.
Fuera de la puerta, una repisa grande y plana había sido excava-
excava-
da en la roca: una plataforma de aterrizaje para los kiju voladores.
Rokuta
Rok uta corrió hacia los establos ubicados en la ladera de la montaña.
Dentro, Shouryuu estaba ensillando a Tama.
Shouryuu miró por encima del hombro, sonrió y asintió.
—¿Cómo te fue?
—Tus ministros no parecen preocupados en lo más mínimo por
tu ausencia.
Shouryuu rio.
—Sí, ellos están a cargo. Otros diez días casi no harán una diferencia.
—Y para el momento en que lo noten, nos habremos ido hace
tiempo —Rokuta
—Rokuta tiró de su capa alrededor
al rededor de su cabeza—. Entonces,
¿a dónde vamos?
—Pensé que Sou merecía una visita. Se dice que el emperador de
Sou es uno de los más sabios.
—Sí, ¿necesitas un impulso a tu abatida autoestima y todo eso?
Con una sonrisa diabólica, Shouryuu le tiró su equipaje a Rok
Rokuta.
uta.
—Se dice que Sourin es una rara belleza, adorada casi como un
ángel.
—YoEntonces,
no, bicho¿quién
raro. es el que necesita aumentar su autoestima?
—He oído que están haciendo cosas interesantes con los munici-
pios locales.

260   Edición: EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

—¿Piensas imitarlos? Así que esos son realmente tus motivos


ocultos, ¿eh?
—Bueno, si se trata de un reino próspero, ¿qué hay de malo en
ello? Si alguien se da cuenta, declararé que solo soy un tonto. El
mono ve, el mono
—Bueno, hace,
eres un es todo
tonto, deseguro.
eso es lo que soy capaz.
—Oh. ¿Aquí me he estado escondiendo todos estos años y nal- nal-
mente te das cuenta?
—Realmentee eres el rey de los tontos.
—Realment
—Yoo lo he convertido en mi especialidad.
—Y
—Sí, sigue diciéndote eso.
Shouryuu tomó las riendas.
—Dime, Rokuta, ¿qué pasa con Hourai? —Cuando Rokuta Rokuta lo miró,
solo se encogió de hombros—
hombros—.. Me preguntaba, cómo está ese lugar.
lugar.
—No. Llevar allí a un emperador conmigo podría causar todo tipo
de daños.
La forma en que estos dos mundos estaban aislados el uno del
otro, la gente ordinaria no podía viajar entre ellos. Forzar la apertura
de un portal desencadenaba todo tipo de desastres naturales, a me-
nos que el kirin fuera solo.
—Entonces ve y dime lo que está pasando.
Una proposición que Rokuta no esperaba.
—¿No te importa?
—Siempre y cuando lleves tus shirei  contigo,
 contigo, no en absoluto.
—¿Así que ahora el mono va a imitar a los japoneses también?
Shouryuu respondió al insulto con una sonrisa juguetona.
—Como he dicho, lo importante es que el reino prospere.
—Eres un hombre sin principios, en el sentido literal de la pala-
bra. No me importa ir, pero el olor de la sangre está impregnado en
ese lugar.
—¿Todavía hay lucha por la vida en ese país?
—Probablemente
—Probab lemente la haya —murmuró Rokuta
Rokuta para sí mismo.
Shouryuu dijo con una sonrisa triunfante.
—Así que has ido a Hourai.
—¿Eh?
—Viendo
estaba queseguro
bastante no nosdehemos cruzado
que ibas enlado.
a algún Kankyuu últimamente,
l ado.
—Bueno, de vez en cuando yo…
—Cuando estás simplemente acechando alrededor de la ciudad,

261

 Epílogo Dios del Mar en el Mar del Este, Extenso en el del Oeste 

siempre asegúrate de ocultar esa brillante cabeza tuya. Si no estás


disfrazado, me imagino que ahí es donde has estado.
—Je, je, je —dijo Rok
Rokuta,
uta, a la manera de un ratero atrapado en el
acto—. Bueno, ah, yo…

como—En cuenta con la lista más capaz de funcionarios públicos,


ya sabrás.
—¡Está bien! El emperador no sirve para nada y su idiota Taiho
tampoco.
Shouryuu rio en voz alta.
—¿Nos vamos?
—Por supuesto.
Rokuta saltó sobre la espalda del  sugu. Salieron velozmente de
los establos, los guardias corrieron tras ellos. Antes de que los guar-
dias pudieran alcanzarlos, el sugu dio un gran salto y voló por el pre-
cipicio. Con una gran ráfaga de aire, se sumergió en la línea recta.
Descendiendo a la altura correcta -esta extraordinaria criatura podría
cruzar todo un reino en un solo día- se niveló y comenzó a volar.
volar.
Mirando hacia el mundo de abajo, un mar ininterrumpido de ver-
de alcanzaba hasta el horizonte.
262    Edición: EED_Wolf 

Fuyumi Ono Doce Reinos 

En el año Taika 21, Setsu Yuu, el Ministro en Jefe del Rikkan de la


provincia de Gen, llegó a codiciar la autoridad imperial del empera-
dor e incluso la divinidad del Señor Dios Creador. Setsu Yuu, común-
común-
mente conocido por el nombre de Atsuyu, era el único hijo del Señor
Provincial Gen Kai.
Setsu Yuu conspiró posteriormente contra el Trono Imperial y le-
vantó un ejército.
Respondiendo a este desafío a su gobierno, el emperador le de-
volvió el golpe a Ganbok
Ganbokuu en Gen. Atsuyu fue decapitado en Ganboku
 y los disturbios
disturbios fueron erradicados
erradicados de la tierra.
cambió el nombre de la era a Hakuchi.
El emperador anterior cambió

era aEnDaigen
el año. En
87 el
deprimer
Hakuchi  , eldeemperador
 ,
año cambió el
Daigen , promulgó unnombre o de
decreto
decret la-
reor
reor-
 ganizando la clasicación
clasicación de los animales domésticos.
domésticos.
Los animales tradicionalmente para usarse como monturas ha-
bían sido designados los caballos, bestias de carga y youjuu.  Para
estos
esto cuar ta: youma.
s tres, agregó una cuarta:
De las seis categorías de aves
aves domesticadas y ganadería, agregó
un séptimo: youma.
El decreto fue proclamado en toda la tierra, prominentemente
publicado en todos los lugares de trabajo, en cada puerta del casti-
llo, a la entrada de cada pueblo, desde las costas del Mar Azul y el
Mar Negro hasta las Montañas Kongou.
De todos los doce reinos, En se mantuvo aparte como el único
reino que había realizado dichas modicaciones a las tres y seis ca- ca -
tegorías de animales domesticado
domesticados. s.

—De las Crónicas de En.


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