FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
MALTRATO PSICOLOGICO INFANTIL EN MÉXICO
Historia del pensamiento económico Raul Ibarra Delgado
Grupo 5CP 1953186 Juan Farid Assad Kalifa Licenciatura en Ciencias Políticas
MONTERREY, NUEVO LEON 10 NOVIEMBRE 20
Índice Introducción Antecedentes Literarios Revisión de Métodos Discusiones Recomendaciones Alternativas de Solución Conclusión Referencias Introducción ¿Qué es el maltrato infantil? En 1999, la Reunión de Consulta de la OMS sobre la Prevención del Maltrato de Menores redactó la siguiente definición: “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.” La definición dada anteriormente cubre una amplia gama de tipos de maltrato. Este capítulo se concentra principalmente en los actos cometidos u omitidos por los padres u otras personas a cargo que dan como resultado el daño al niño. En particular, se investigan la prevalencia, las causas y las consecuencias de cuatro tipos de maltrato de niños por los cuidadores, a saber: – el maltrato físico; – el abuso sexual; – el maltrato emocional; – el descuido. MALTRATO FÍSICO Se define el maltrato físico de un niño como los actos infligidos por un cuidador que causan un daño físico real o tienen el potencial de provocarlo. ABUSO SEXUAL El abuso sexual se define como los actos en que una persona usa a un niño para su gratificación sexual. MALTRATO EMOCIONAL El maltrato emocional se produce cuando un cuidador no brinda las condiciones apropiadas y propicias e incluye actos que tienen efectos adversos sobre la salud emocional y el desarrollo del niño. Tales actos incluyen la restricción de los movimientos del menor, la denigración, la ridiculización, las amenazas e intimidación, la discriminación, el rechazo y otras formas no físicas de tratamiento hostil. DESCUIDO El descuido se produce cuando uno de los padres no toma medidas para promover el desarrollo del niño —estando en condiciones de hacerlo— en una o varias de las siguientes áreas: la salud, la educación, el desarrollo emocional, la nutrición, el amparo y las condiciones de vida seguras. Por lo tanto, el descuido se distingue de la situación de pobreza en que puede ocurrir solo en los casos en que la familia u otras personas a cargo disponen de recursos razonables. Ante las medidas que se tienden para atender este tipo de situaciones queda nula ante la existencia de otros problemas, en la sociedad mexicana el maltrato infantil es recurrente en las costumbres en base de regaño de usar golpes para educar, particularmente existe disconformidad ante lo que dicta la OMS ante la protección de los derechos humanos de los niños y niñas, por lo que aunque internacionalmente está considerado como una forma de errónea de educar y asimismo como un maltrato, algunas familias siguen tratando con este tipo o minimizar todo el tipo de acciones Las consecuencias del maltrato derivan de una serie de problemas para el desarrollo del niño, tanto psicológicamente y físicamente, los adultos que han sufrido maltrato en la infancia corren mayor riesgo de sufrir problemas mentales, conductuales, de agresividad o inestabilidad emocional, en muchos casos el futuro de estos termina en el analfabetismo o la ignorancia, por lo que también derivan a ser los siguientes en dañar la vida de un contrario, en su distinción llegan a ser peligrosos para la sociedad al no recibir el trato que necesita un niño en su etapa de crecimiento, esto es en un punto general de perspectiva por lo que se comprenden al igual que en las ocasiones donde suceden en estos tipos de abusos es en hogares de inestabilidad social u económica. EL Maltrato psicológico infantil El maltrato psicológico a los niños, niñas y adolescentes en la familia es una de las tipologías principales y potencialmente más dañinas de desprotección infantil y a la vez una de las que presenta mayores dificultades para su identificación, evaluación y abordaje. Sin embargo, la atención que ha recibido por parte de investigadores y profesionales y responsables de los Servicios de Protección Infantil ha sido limitada, en comparación con otras tipologías como el abuso sexual, el maltrato físico e incluso la negligencia. Uno de los primeros problemas que aparecen al revisar el conocimiento disponible sobre el maltrato psicológico es la dificultad para su definición. El maltrato infantil es un fenómeno que surge con el hombre, por lo que es tan antiguo como la humanidad. El maltrato infantil no se presenta de forma aislada, sino que involucra una gran variedad de factores biopsicosociales. Durante siglos la agresión al menor ha sido justificada de diversas formas. Se les ha sacrificado para agradar a los dioses, o para mejorar la especie, o bien como una forma de imponer disciplina. En la historia encontramos mitos, leyendas y descripciones literarias referentes a la actitud de exterminio y maltrato hacia los menores.El síndrome del niño golpeado fue descrito por primera vez en 1868 por Ambrosie Tardieu.Posteriormente, en 1946 Caffey describió la presencia de hematomas subdurales asociados con alteraciones radiológicas de los huesos largos en los pequeños.Henry Kempe y Silverman8 en 1962, crearon la expresión síndrome del niño golpeado, concepto este que fue ampliado por Fontana6 al indicar que estos niños podían ser agredidos no solo en forma física, sino también emocionalmente o por negligencia, de modo que sustituyó el término golpeado por el de maltratado.Los estudios realizados en varios países señalan que el maltrato infantil es un problema multicausal, en el que intervienen las características del agresor, el agredido, el medio ambiente que les rodea y un estímulo disparador de la agresión (Ramírez Amador V. La poca fuerza familiar como factores de riesgo para el maltrato infantil. Tesis de Terminación de la Maestría en Psiquiatría Social. 1999.). Desde hace varias décadas se han manejado cifras verdaderamente alarmantes de niños que son objeto de la violencia de sus padres, lo que proporciona una idea general de la dimensión del problema. Por ejemplo, los estudios realizados en E.U. por Kempe y Kempe en 1985 indicaron que en 6 de cada 1 000 nacimientos se pueden presentar malos tratos, lo que daría un número total de 30 mil a 50 mil niños maltratados por año en aquel país. Más recientemente aún se sabe que los casos de maltrato infantil han alcanzado la cifra de 24 millones al año. En América Latina y el Caribe hay 185 millones de personas menores de 18 años, de ellos el 50 % son niños y adolescentes. Cerca de 6 millones de niños adolescentes sufren agresiones físicas severas, y 80 000 mueren al año. Antecedentes Literarios Diversas organizaciones y asociaciones profesionales han elaborado su propia definición del maltrato psicológico. Éste figura de forma invariable en todas las clasificaciones sobre la desprotección infantil -es decir, sobre las diferentes situaciones de maltrato que pueden producirse hacia los niños en el seno familiar que se han propuesto hasta la fecha. A él le acompañan como tipologías principales el maltrato físico, la negligencia y el abuso sexual, además de otras tipologías que varían según sistemas clasificatorios. La Asociación Internacional para la Prevención del Abuso y Negligencia Infantil define el maltrato psicológico como "el fracaso en proporcionar al niño un entorno evolutivamente apropiado y de apoyo, incluyendo la disponibilidad de una figura primaria de apego, de forma que pueda desarrollar un conjunto estable y completo de competencias emocionales y sociales que corresponden con sus potencialidades personales en el contexto de la sociedad en la que vive. Puede consistir también en actos hacia el niño que le provocan o tienen una alta probabilidad de provocarle daño en su salud o en su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. Estos actos deben estar razonablemente bajo el control de los padres o personas que mantengan con él una relación de responsabilidad, confianza o poder. Los actos incluyen restricción del movimiento, patrones de rechazo, denigración, culpabilización, amenazas, inducción de miedo, discriminación, ridiculización u otras formas no físicas de tratamiento hostil o rechazante" (International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect, 1999). Por su parte, la Asociación Profesional Americana sobre el Abuso Infantil define el maltrato psicológico como "un patrón repetido o un incidente/s extremo/s de rechazo, aterrorizar, aislamiento, explotación/corrupción, ignorar y/o negligencia hacia la salud mental/médica/educativa del niño. Tales conductas transmiten al niño el mensaje de ser inútil, defectuoso, no querido, estar en peligro, o sólo valioso en la medida en que satisface las necesidades de otro" (American Professional Society on the Abuse of Children, 1995). Si bien estas definiciones gozan de una amplia aceptación, profesionales e investigadores necesitan definiciones más operativas y precisas, y es aquí donde se presentan las dificultades (Brassard y Donovan, 2006). Tal y como hoy día afirman Baker y Festinger (2011), "ningún escrito que trata sobre el maltrato psicológico puede escapar al comentario de la falta de consenso sobre su definición" (p. 69). Éste es uno de los problemas que limita de forma importante los hallazgos de la investigación y la validez de los datos actualmente disponibles sobre la incidencia y prevalencia real del fenómeno. Algunos estudios llevados a cabo en España indican que el maltrato psicológico puede encontrarse presente como tipología única o asociada en un 25-45% de los casos de desprotección atendidos por los Servicios de Protección Infantil y que constituye la segunda tipología más frecuente después de la negligencia (Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil, 2010; Palacios, 1995). Sin embargo, estos datos deben ser tomados con cautela dadas las diferencias metodológicas de los estudios de los que provienen y que incluyen, entre otros, diferencias en la clasificación y definición de las distintas tipologías de desprotección, en las fuentes de información consultadas, y en la forma en que se computa la concurrencia de tipologías. Problemas similares se encuentra la Asociación Internacional para la Prevención del Abuso y Negligencia Infantil, que tras recoger los datos aportados por informantes de 75 países, concluye en la imposibilidad de disponer de cifras fiables respecto a la prevalencia de las distintas tipologías de desprotección. Las diferencias en su definición y en el grado de precisión y fiabilidad de los sistemas de registro de la información entre los diferentes países -e incluso dentro del mismo país entre diferentes regiones o comunidades impiden conocer cuántos casos se están produciendo, a qué tipologías corresponden, y si el fenómeno se está incrementando o disminuyendo (International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect, 2008). Las investigaciones realizadas sobre la incidencia y prevalencia de la desprotección infantil han mostrado con claridad que una parte muy importante de los casos que se producen no llegan a conocimiento de los Servicios de Protección Infantil (Euser, van Ijzen-doorn, Prinzie y Bakermans- Kranenburg, 2010), por lo que los estudios realizados con población general pueden reflejar mejor las dimensiones reales del problema. En el caso del maltrato psicológico, la revisión de Binggeli, Hart y Brassard (2001) sitúa en torno al 30% el porcentaje de la población general que refiere haber sido víctima de maltrato psicológico en su infancia, mientras que Hart, Brassard, Binggeli y Davidson (2002) sitúan este porcentaje entre el 10 y el 15% al considerar el maltrato psicológico en sus formas más severas y crónicas. Es posible que estos datos se acerquen más a las dimensiones reales del problema que las estadísticas de los Servicios de Protección Infantil, pero en cualquier caso han de ser tomadas con cautela entre otras razones porque parece existir entre la población general una tendencia a minimizar la importancia de este tipo de experiencias en la propia infancia (Brassard y Donovan, 2006) y a responder de forma diferente en función de si las preguntas formuladas son de carácter general o específico (Baker y Festinger, 2011). El maltrato psicológico constituye una de las tipologías de desprotección infantil que mayores dificultades presenta para su identificación, evaluación y abordaje. Como se ha señalado previamente, parte de ellas derivan de los problemas inherentes a su propia definición. Incluso en la bibliografía especializada y profesional no hay consenso en su propia denominación; a él se han referido como emotional abuse, emotional neglect, emotional maltreatment, psychological abuse, psychological battering, o psychological maltreatment (Baker, 2009). En general, emotional abuse y psychological abuse se utilizan para referirse a actos hostiles hacia el niño, mientras que emotional neglect y psychological neglect lo hacen para referirse a omisiones. Los términos emotional maltreatment y psychological maltreatment son los de uso más generalizado; ambos incluyen tanto acciones como omisiones que implican desatención a las necesidades psicológicas del niño. En muchas ocasiones dichos términos se utilizan, equivocadamente como argumenta O'Hagan (1993), como sinónimos. En este texto se han seguido las recomendaciones de Baker (2009), Hart et al. (2002) y McGee y Wolfe (1991) de utilizar la denominación psychological maltreatment (traducida como maltrato psicológico) por ser más amplia y permitir incluir componentes tanto afectivos como cognitivos. El maltrato psicológico ha sido, de las cuatro tipologías principales de desprotección -maltrato físico, negligencia, abuso sexual y maltrato psicológico-, una de las últimas en recibir la atención de investigadores y de los propios Servicios de Protección Infantil. Según Brassard y Donovan (2006), las razones de ello pueden ser varias: la minimización de su importancia dada su elevada frecuencia, la consideración de que un cierto grado de agresión psicológica en la familia es normal y esperable, o el carácter en general no físico de sus secuelas, que hace que profesionales y responsables de la administración pública sientan una menor urgencia y presión para intervenir que en los casos de maltrato físico, abuso sexual o negligencia física severa. Revisiones recientes muestran la preponderancia del interés sobre el abuso sexual frente a otras tipologías como el maltrato físico o la negligencia en publicaciones e investigaciones del ámbito de la psicología y la salud mental (Chaffin, 2006). En la misma línea se encuentra la revisión de las publicaciones realizadas en Child Maltreatment, una de las revistas especializadas de mayor calidad sobre el tema, que muestra que entre los años 1996 y 2010 el número de artículos publicados sobre maltrato psicológico fue sensiblemente inferior al de artículos sobre abuso sexual, maltrato físico y negligencia, que se situaron en primer, segundo y tercer lugar respectivamente (Feiring y Zielinski, 2011) Revisión de Métodos: A partir del fichaje de información de encuestas y estadísticas, se dio con la mayoría de información principal que se tiene recapitulado las etnografías en base de la cultura popular mexicana en base de un análisis previo de sus acciones, la base de investigación se obtuvieron datos como gráficas, notas periodísticas, noticias, casos que se rigen en una determinada nación como lo es México. El método podría simplificarse de extensión simplemente del análisis cualitativo al estar contemplando por datos de experiencia y recapitulando situaciones de la vida diaria, extendiendo el conocimiento sobre el tema en base a la búsqueda de preguntas que fueran con más precisión de obtención de información, al principio se planteaba hacer una revisión natural del entorno y campo en el que ocurría la explotación infantil o maltrato infantil laboral pero se descartó debido a que a información sería menor a la que pudiese conseguirse planteando el tema general con mayor relevancia ante la cultura y los datos estadísticos de niños que participan en una actividad laboral en obligación o voluntaria. La investigación cualitativa suele ser multimétodo en su enfoque del objeto de investigación, es decir, a menudo utiliza diferentes métodos de recopilación de información simultáneamente. Proporcionar datos descriptivos: contenido cultural de las personas, datos observables sobre lo que dicen, etc. Por lo cual fue la más apta en establecer en esta investigación metódica de información, se plantearon indicios de curiosidad en el enfoque sobre la labor en la que se desempeñaban los niños principalmente por lo que a base de esto la investigación pudo tener más retardos por la búsqueda exhaustiva de llevar una coherencia borde ante los temas y que estos encajaran como la comparación de años 2019 y 2021 del ENTI, este censo que el INEGI brinda través de asimismo su investigación en concreta a gráficas de pastel y estadísticas que llevara la información más precisa para todo aquél que necesitase de la utilización de estos datos para concordarlos . Para analizar los tipos de explotación y que era lo que producía asimismo los detalles de estos, se trató prácticamente de la búsqueda del concepto en general como se plantea en la introducción los temas centrales también se previó de que existiera más información acerca de los vistos como trabajos laborales en los niños en los niños. Asimismo se conoció y se presentó brevemente más acerca del concepto en general del maltrato infantil y la explotación infantil, ya que se tiene por entendido que ambos conceptos tienen como diferencia el hecho de trabajar obligatoriamente y el recibir abuso de parte de uno de los jefes ante la labor ya sea violación explotación o en el horario, no recibir un buen salario o recibir golpes de parte de éstos, aunque en las investigaciones no se vio claramente si existiera un punto en el que especificar a qué tipo de abusos pasaron los niños encuestados para el tema del trabajo, con esto se busca llegar a plantear que la investigación fue en base a la información que se obtuvo de internet a través de los medios comunicativos ya sea de noticias o la misma plataforma de la de la organización de las Naciones Unidas en el tema de protección infantil. Por su parte como información extraída de fragmentos de las leyes y las normas que se plantean la República Mexicana a través de la ley del trabajo, esto con motivo de complementar la investigación con las leyes planteadas y reconocer que estos actos son multados por la Ley Federal del trabajo más sin embargo, la sociedad mexicana sigue viendo esto como un problema común y no por la gravedad que se ve ante los derechos humanos de los niños y las niñas, por lo que en esta investigación se llega a este punto el principal que se había planteado sobre la negligencia ante el tema de la explotación infantil. Discusiones El aspecto controvertido de este tema claramente no se ve debido a la gravedad del asunto y asimismo del por qué, las discusiones sobre este tema van más empleadas en las alternativas de solución y la búsqueda de la raíz del problema, como se había planteado en lo largo de la investigación uno de los problemas que está en relación con el maltrato infantil psicológico , donde una investigación de la Unicef dice, estima que en México, el 62% de los niños y niñas han sufrido maltrato en algún momento de su vida, 10.1% de los estudiantes han padecido algún tipo de agresión física en la escuela, 5.5% ha sido víctima de violencia de sexual y un 16.6% de violencia emocional. El 19 de agosto de 1982, tras una serie de sesiones extraordinarias derivadas por la violencia en Palestina, la Organización de las Naciones Unidas(ONU), declaró el 4 de junio como el Día internacional de los niños víctimas inocentes de agresión. La resolución aprobada en la resolución ES-7/8 de acuerdo con la ONU, tiene el propósito de reconocer el dolor que sufren los niños en todo el mundo que son víctimas de maltrato físico, mental y emocional. En el marco de la conmemoración, Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, expresó “en esta solemne ocasión, tenemos que insistir en el sacro deber, consagrado en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos del niño, de garantizar que todos los niños, sin excepción alguna, disfruten de protección especial”. Información de la ONU, indica que México se ubica en el sexto lugar en América Latina, al tener un alto número de homicidios de menores; tan solo en los últimos casi 25 años, murieron asesinados diariamente dos niños o adolescentes, menores de 14 años. De acuerdo el último informe anual Unicef México, este país ha logrado mejorar sus índices en el acceso a la educación básica, sin embargo los problemas, niñas y adolescentes son la situación de pobreza extrema, mortalidad infantil y materna en comunidades marginadas, inequidad por ingreso, origen étnico y género. Las comunidades marginadas carecen de muchas necesidades, los indígenas se encuentran entre los grupos más vulnerables en México, la desigualdad que existe en los ingresos en campo y ciudad son muy grandes. En las localidades rurales con menos de 15,000 habitantes, la falta de ingreso afecta a 60.8% de la población, mientras que en zonas urbanas, tan solo un 39.8% padece algún tipo de necesidad. En 2008, mientras el 44.2% de la población total vivía en condiciones de pobreza multidimensional, para los niños, niñas y adolescentes esta cifra ascendió a 53.5% El tema de la violencia es un gran problema social, pues la Unicef revela que entre 55 y 62% de los niños en México ha sufrido maltrato en algún momento de su vida, 7 de cada 10 jóvenes viven o han vivido violencia en su noviazgo, 10.1% de los estudiantes de educación secundaria han padecido algún tipo de agresión física en la escuela, 5.5% violencia de índole sexual y 16.6% violencia emocional. De 2006 a 2010 en México fallecieron a causa del crimen organizado niños y niñas menores de 18 años. La ONU asegura que en el mundo existen 275 millones de niños que son maltratados con golpes, insultos, humillaciones y abandonos. Además, una cantidad significativa son obligados a trabajar, a prostituirse o a realizar prácticas pornográficas, otros son víctimas de tráfico humano y muchos más son obligados a enlistarse en las filas del ejército. Durante los últimos años, México se ha enfrentado a un incremento de la violencia infantil, no hay pruebas de que esas tasas estén disminuyendo. Las agresiones contra los niños, aumenta cuando son pequeños, pues son más vulnerables a ser lastimados, aún si la violencia es emocional. De enero a julio de 2021, en México el tipo de violencia más ejercido en menores fue psicológica con 37.8 por ciento; seguida de la sexual, 29.6 por ciento; y física, 26.3 por ciento, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. El organismo aclara que no suma 100 por ciento, porque pueden presentarse varios tipos de agresión en un mismo individuo. Además, en ese periodo se registraron mil 427 asesinatos de menores; y hubo 373 mil 661 nacimientos de madres adolescentes, de ellas ocho mil 876 fueron menores de 14 años. La Organización Mundial de la Salud informó que en el orbe hasta junio de 2020, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres declararon haber sufrido abusos sexuales durante la infancia. El maltrato infantil marca de por vida. Se muestra con un potencial daño a la salud física y mental de quien lo padece, es un problema global; sin embargo, es posible prevenirlo con un enfoque multisectorial, considera la académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, María Teresa Monjarás Rodríguez. A propósito del 25 de abril, fecha en la que se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Maltrato Infantil, la especialista en primera infancia y edad preescolar deja en claro que esta etapa de la vida es importante en materia de prevención, para evitar que la afectación cause pérdida de la confianza y responsabilidad en los menores, incluso se replique por generaciones, modele adolescentes y adultos apáticos con conductas antisociales y depresivas. “No obstante, el maltrato incluso está desde antes del nacimiento, a veces con comentarios machistas en culturas donde se fomenta la violencia, donde se dice ‘si es niño: ¡qué gusto!’, ‘si es niña, se acepta, pero bueno’; desde antes del nacimiento se violenta, o incluso cuando es un bebé que no fue planeado, ni deseado, también ya viene implícito un rechazo”, indica. Para evitarlo, “hay que trabajar con políticas públicas que nos ayuden de manera integral, no solo a los psicólogos, sino a otros especialistas como médicos, abogados, psiquiatras, trabajadores sociales para laborar en conjunto y de manera interdisciplinaria”, acota Monjarás Rodríguez. De otra manera, precisa, tendremos más problemas como sociedad; creo que se han manifestado, los vemos con la adolescencia actual, donde su aislamiento con la tecnología está presente. Asimismo, tenemos que trabajar con los padres de familia, principalmente para poder instruirlos en qué es la agresión, cuáles son los tipos y cómo prevenirla. De acuerdo con la especialista, “se sumó este factor de riesgo que fue la pandemia y que muchos familiares, ante la desesperación, recurrieron a golpes y conductas crueles. Las palabras se quedan grabadas, si nosotros queremos un infante sano, positivo y fortalecido, hay que emitir y mostrar mensajes positivos”. Cuando analizamos la cadena generacional de un niño maltratado, corroboramos que no solo se trata de una etapa, el fenómeno va de generación en generación, por eso es importante trabajar con los menores a partir de un enfoque sistémico, con familiares, tíos, abuelos, para erradicar esa herencia cultural que aprendió a educar con gritos y golpes, enfatiza Monjarás Rodríguez. En cuanto al nivel sociocultural, tenemos que de un total de 20 familias en el grupo estudio, 6 tienen un nivel sociocultural bajo para un 30 %, 7 fueron consideradas promedio para un 35 %, y los 7 restantes tienen un nivel sociocultural alto lo que representa el 35 % del total. Aquí podemos apreciar cómo no hay un predominio de determinado nivel cultural. En la literatura revisada encontramos varios autores que se refieren al nivel sociocultural como factor a tener en cuenta para que se desarrolle el maltrato infantil, pero no consideran sus diferentes niveles; por ejemplo, la Declaración Médica Mundial18,21 plantea que la definición de maltrato del niño varía de una cultura a otra. Desafortunadamente los razonamientos culturales por la conducta dañina hacia los niños pueden ser aceptados, con demasiada ligereza, como prueba de que el tratamiento conferido a los niños no es abusivo ni dañino. Barreto P. L., plantea que las raíces históricas, culturales y sociales constituyen un reto a vencer al enfrentar el maltrato infantil. Almenares Aleaga y otros15 consideran que los diferentes grados, niveles, y concepciones de la violencia están en correspondencia con los valores, normas y creencias de cada país, época y clase social. Xavier de Souza refiere, por su parte, que el factor cultural se convierte en una fuerte influencia en la causalidad del maltrato por negligencia. Como se puede apreciar, todos ellos se refieren al factor cultural como una de las condicionantes para que se produzca el maltrato infantil. Por nuestra parte consideramos que este efectivamente tiene una fuerte base sociocultural, como quedó demostrado en nuestra investigación, pero discrepamos en cuanto a la idea de que solo en las clases sociales con más bajo nivel cultural se produce el maltrato infantil, ya que pudimos constatar que esto puede aparecer en todos los niveles socioculturales con similares patrones. En el grupo control las 6 familias visitadas tienen un nivel sociocultural alto Recomendaciones Se podría establecer mejores medidas en el censo por el que se pasa, la situación debe ser atendida en base a programas de promover la erradicación definitiva de la normalización del trabajo infantil como se había planteado. A través de diferentes percepciones, El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha desarrollado seis recomendaciones para prevenir el abuso infantil: apoyar a los padres, cuidadores y sus familias, ayudar a los niños y jóvenes a afrontar los riesgos y desafíos mediante el cambio de actitudes y normas sociales que apoyan la violencia y la discriminación, promover y apoyar servicios para niños y jóvenes, y hacer cumplir las leyes y políticas de protección de la infancia, llevó a cabo la recopilación de datos y la investigación (UNICEF, 2014). También se encuentran las siguientes recomendaciones para la erradicación de la explotación infantil: • Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores deben unir fuerzas para liderar el desarrollo y la implementación de los esfuerzos de eliminación de trabajo infantil. Es importante tener un "diálogo" o acuerdo colectivo entre los siguientes dos grupos para tratar este grave problema. • Planificación familiar: Los gobiernos de los países con altos niveles de pobreza deben fomentar la “planificación familiar” como mecanismo para eliminar la pobreza intergeneracional, evitando así que muchas familias pobres se vean obligadas a enviar a sus hijos e hijas a trabajar. • Apoyo prioritario a las familias de escasos recursos: es importante centrarse en las familias con mayores niveles de pobreza, ya que es allí donde los niños suelen tener que trabajar o corren riesgos laborales. • Definir claramente el concepto de trabajo inseguro y prohibido en cada país para ayudar a focalizar esfuerzos y priorizar tareas que afectan la integridad física y psíquica de los menores. • Mejorar y fortalecer la inspección del trabajo: Si bien la inspección del trabajo es un mecanismo muy importante para detectar casos de trabajo infantil, este método tiene muchas deficiencias que deben superarse. Se debe dar prioridad a mejorar la aplicación de las leyes sobre trabajo infantil, lo que significa fortalecer y proporcionar una gama completa de servicios de inspección del trabajo para permitir que los inspectores del trabajo estén más atentos al trabajo infantil. • Elaborar una lista o listado detallado de las ocupaciones peligrosas, nocivas o insalubres, prohibidas a los menores de edad y mantener abierta una disposición general que permita poner en práctica las ocupaciones identificadas La sociedad está cambiando tal y como es ahora. • Impulsar programas que alineen la lucha contra el trabajo infantil con las estrategias nacionales de desarrollo, especialmente las relacionadas con la reducción de la pobreza, la educación y la promoción del empleo. Por lo tanto, se dará prioridad a las familias con niños que trabajan en programas de reducción de la pobreza, incluidos los programas de generación de ingresos y de ahorro y préstamo, con énfasis en los grupos de alto riesgo, como los padres solteros. Alternativas de Solución Independientemente de su naturaleza, todas las formas de violencia contra niños, niñas y adolescentes tienen graves consecuencias y es necesario prevenirlas y atenderlas. Para garantizar que estén protegidos, y en apoyo a la implementación de la Ley General de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (LGDNNA), en UNICEF acompañamos al Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes (SIPINNA) de la República Mexicana en el desarrollo de programas estatales de protección de la niñez y trabajamos de cerca con las Procuradurías de Protección de la Niñez a nivel federal, estatal y municipal para asesorarlos en la identificación de las necesidades de la infancia y la adolescencia, y en el desarrollo de mecanismos especiales para atenderlas. Desarrollaron también la Guía para la Protección y Restitución de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y una caja de herramientas que delinean los procedimientos a seguir para proteger a la niñez, donde esta normatividad sienta las bases de un Sistema de Protección Integral a nivel nacional para el diseño y coordinación de políticas públicas en materia de infancia y adolescencia. Además, como parte de ese Sistema, se reconfigura la respuesta del Estado frente las violaciones de derechos de niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Diversos apartados de la Ley General, entre ellos, el Título Quinto “De la Protección y Restitución Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes” desarrollan la manera en que el gobierno, la sociedad civil, la familia y la sociedad reaccionarán frente a la violación de derechos de niñas, niños y adolescentes, y actuarán de manera concurrente para restituírselos de forma inmediata. Esta Ley General establece diferentes mecanismos y procedimientos para asegurar la protección de niñas, niños y adolescentes cuyos derechos han sido violados. Entre estos mecanismos se encuentran las Procuradurías de Protección (Federal y locales) y el procedimiento que se debe seguir para la protección y restitución de los derechos de forma integral. Uno de los mayores desafíos en el cumplimiento de la Ley General es que todos los operadores de los mecanismos de protección especial conozcan y tengan herramientas concretas y prácticas para la restitución de los derechos de niñas y niños. El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), específicamente la Procuraduría Federal de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, tiene la atribución de desarrollar lineamientos y procedimientos para la restitución de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Además, UNICEF ha apoyado a México ante la Alianza Global para Poner Fin a la Violencia contra los Niños, Niñas y Adolescentes, como uno de los primeros países comprometidos en establecer acciones concretas para contribuir a la prevención y atención de la violencia contra la niñez y la adolescencia. En este contexto, hemos brindado asesoría para el desarrollo del plan de acción nacional, de los planes estatales y de la vinculación de organizaciones de la sociedad civil, empresarios, organismos autónomos e instituciones federales con el fin de alcanzar las metas establecidas en esta alianza Conclusión El maltrato psicológico hacia los niños en la familia puede tener efectos altamente negativos para su bienestar y para su proceso de desarrollo. Incluso hay autores que plantean que, salvo los casos extremos de carácter físico o los que afectan a niños de corta edad, lo que realmente resulta dañino para el niño en las restantes situaciones de desprotección -maltrato físico, abuso sexual, negligencia física es el componente de maltrato psicológico que los acompaña (Garbarino et al., 1986). A pesar de su relevancia, la revisión anterior ha puesto en evidencia la coincidencia de investigadores y profesionales en la extrema dificultad de definir, identificar y valorar este tipo de situaciones. En los últimos treinta años se han producido avances significativos en este objetivo. En este artículo se han recogido las aportaciones consideradas más relevantes. Éstas han servido de base para una propuesta de criterios que puedan ser utilizados por los profesionales de los Servicios de Protección Infantil y de la salud mental de nuestro país. Obviamente, la disposición de estos criterios no resta complejidad a esa tarea ni resuelve todos los problemas que puedan presentarse al valorar este tipo de casos. Aquí debe mencionarse, por ejemplo, la dificultad de establecer una relación causal entre el comportamiento parental y los síntomas de daño que puedan observarse en un determinado niño, o de realizar predicciones fiables respecto al daño potencial que tal comportamiento puede provocar en un niño concreto a corto, medio o largo plazo. Numerosas investigaciones han constatado que no existe una relación directa, inevitable y específica entre el comportamiento parental que puede ser definido como maltratante/negligente y la presencia de daño -actual o potencial en el niño. La tipología del maltrato y el sexo del menor pueden modular las consecuencias neurobiológicas y psicológicas del maltrato. El abandono o la negligencia parecen provocar efectos más adversos y permanentes, ya que no permiten el desarrollo completo ni adaptativo de las regiones neurobiológicas relacionadas con las habilidades cognitivas y emocionales. Por el contrario, los niños que crecen en entornos violentos y que sufren malos tratos o abusos constantes desarrollan una hipervigilancia que les hará responder de manera hostil ante cualquier tipo de situación. Es difícil obtener patrones claros de estos tipos de secuelas, ya que normalmente los niños que sufren malos tratos también padecen abandono, y viceversa. Además, es importante destacar que el sexo de la víctima parece estar relacionado con el tipo de maltrato que recibe, y prueba de ello es que las niñas suelen sufrir más abusos sexuales que los niños. En general los niños parecen verse más afectados por las vivencias de maltrato, al mostrar déficits más pronunciados en el cuerpo calloso, menor volumen cerebral y mayor volumen ventricular. Tal vez este dimorfismo marque las bases biológicas de las diferencias observadas en cuanto a los trastornos psicopatológicos sufridos durante la adultez. Por otra parte, muchos de los déficits presentados por los niños maltratados se correlacionan negativamente con la edad de inicio del trauma y positivamente con la duración de éste. Por otro lado, hay que tener presente que, en la clínica, hallazgos de serias alteraciones cerebrales estructurales a menudo no se corresponden con la psicopatología esperada, y, del mismo modo, afecciones preexistentes en los niños podrían incrementar el riesgo de abuso o maltrato. Tomando como base todos los datos analizados y las limitaciones observadas, se pueden proponer distintas líneas de investigación futuras. Sería interesante realizar estudios (utilizando técnicas de neuroimagen funcional) sobre el desarrollo y los posibles déficits de los menores maltratados y que han sufrido abandono en áreas como el córtex prefrontal y los circuitos de ansiedad, de modo que 502 www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (8): 489-503 P. Mesa-Gresa, et al permitieran entender y relacionar estas experiencias con los neuromecanismos que los llevan a la agresividad. También sería importante determinar si los datos obtenidos sobre el desarrollo cerebral de los niños maltratados y las diferencias con respecto a las niñas poseen incidencia o guardan relación con los mayores índices de trastornos de conducta antisocial prevalentes en los hombres y trastornos límite de personalidad en las mujeres. Otros posibles estudios enmarcarían investigaciones más exhaustivas de las diferencias en cuanto al desarrollo cerebral producidas por los distintos tipos de maltrato, principalmente las diferencias entre el abandono y los abusos de tipo físico y sexual. Tras observar la disparidad de los datos obtenidos en algunas áreas cerebrales, como son el hipocampo y la amígdala, resultaría importante realizar nuevos estudios que aclararan estos puntos de controversia. Todos estos datos podrían integrarse con los conseguidos en los estudios que han evaluado otros indicadores, tales como niveles hormonales, variables inmunológicas y medidas del SNA. Y por último, y dado que la mayoría de los estudios recogen muestras muy reducidas, y a pesar de las limitaciones existentes, resultaría muy útil llevar a cabo investigaciones con muestras de sujetos más amplias, de modo que se obtengan resultados más válidos y fiables. Los menores que formaron parte de este estudio han sufrido maltrato grave y crónico. Como ya se ha mencionado, la situación de maltrato está fuertemente relacionada con procesos de inadaptación, y con graves alteraciones conductuales y emocionales (Adams, 2006; Boxer y Terranova, 2008; Cicchetti y Valentino, 2006; Øverlien, 2010). La familia es la institución que debe proteger a los menores y proporcionarles un entorno seguro para su desarrollo físico y emocional (Convención de los Derechos del Niño, 1989), sin embargo la violencia contra los menores ejercida por los progenitores y otros miembros de la familia es más frecuente de lo que se creía (Herman et al., 1999; Yarwood, 2004). Como apuntaron De los Santos y Sanmartin (2005), existen diversos factores de riesgo para el maltrato infantil, relacionados con la familia, el contexto social, y escolar. Los datos obtenidos sobre los padres/madres en nuestra investigación indican la presencia de problemas mentales, consumo de sustancias y estancias en prisión de los progenitores. Además como informó en 2009 Unicef, los agresores de los menores suelen ser principalmente los padres. En este estudio el 60.5% de los progenitores (padres/madres), han ejercido el maltrato. Siendo la Negligencia Física/Emocional, el tipo de maltrato más frecuente en esta muestra, al igual que informan otras investigaciones (Fernández-Del Valle et al., 1999; Oswald et al., 2010, 2010). Coincidiendo con los trabajos de Gilber et al. (2009) y Saldaña et al. (1995), en este estudio la prevalencia de los tipos de maltrato es por este orden: Negligencia Física/Emocional, seguido de Maltrato Emocional, Maltrato Físico, Testigos de Violencia de Género y finalmente Abuso Sexual. Si nos centramos en las consecuencias del maltrato en la infancia, éstas son muchas y muy variadas. A nivel psicopatológico el Retraimiento, la Conducta Agresiva y los Problemas de Atención son los síndromes que presentaron prevalencias más elevadas. Los trastornos internalizantes y externalizantes, son más frecuentes en menores institucionalizados que en población normal, como indican numerosos autores (De Paúl y Arruabarrena, 1995; Fernández-Molina et al., 2011; Heflinger et al., 2000; López-Soler et al., 2012; Pecora et al., 2009). Referencias: SciELO - Scientific Electronic Library Online. (n.d.). https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext SciELO - Scientific Electronic Library Online. (n.d.). https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext El maltrato infantil. Definición y tipos. (2002). https://files.sld.cu/prevemi/files/2013/07/definicion.pdf Protección contra la violencia. (n.d.). UNICEF. https://www.unicef.org/mexico/protecci%C3%B3n- contra-la-violencia Staff, F. (2013, June 4). México: 6 de cada 10 niños sufren maltrato infantil. Forbes México. https://www.forbes.com.mx/violencia-infantil-la-otra-cara-de-mexico/ GUÍA PRÁCTICA PARA LA PROTECCIÓN Y RESTITUCIÓN DE DERECHOS DE NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES. 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