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parte 1 y 2

Nos encontramos una vez más para continuar con la reflexión acerca de los valores. En esta ocasión hablaremos de los
valores en la relación con los otros, considerando que el Ser Humano es un ser social por naturaleza y para convivir
sanamente, es necesario un estilo de vida basado en los mismos. Tener y vivir los valores, no solamente se refiere a unas
características propias de un individuo, de una comunidad o cultura, sino entre la propia individualidad y la integración de la
persona a la sociedad. Existe la mediación del otro que cuestiona, confronta, percibe y apoya la vivencia de los valores en
nuestra vida. Los valores adquieren consistencia y plenitud cuando pasamos del yo al nosotros y ese nosotros camina hacia
una sociedad para todos. El objetivo de la sesión es que: “El estudiante clasifique los valores que intervienen de manera
positiva en su relación con los demás para aplicarlos en su entorno comunitario”. Se abordarán además las virtudes
cardinales como la base de la vida moral. Para lograrlo se trabajarán los siguientes subtemas:
Valores y virtudes para la convivencia
3.1. Diferencia entre valor y virtud
3.2. Valores
3.2.1. Confianza
3.2.2. Respeto
¿Conoces la diferencia entre valor y virtud?
El valor es la característica excelente del objeto o de las acciones de una persona que provocan tu admiración, tu respeto,
tu afecto. En el sentido filosófico de la palabra, se define como aquello que hace a un objeto apetecible, amable, digno de
aprobación, de admiración, etc.; lo que provoca sentimientos, juicios o actitudes de estima y recomendación; lo que es útil
para un fin determinado. En cambio la virtud es la encarnación del valor, comienzas con la práctica, se vuelve hábito, éste
se convierte en virtud; así que es muy posible que seas una persona virtuosa, no solamente los santos lo son, también tú
puedes serlo.

CONDIANZA
“Los discursos inspiran menos confianza que las acciones” (Aristóteles).
Para que seas una persona confiable es necesario que desarrolles varios aspectos: Se congruente entre lo que dices y
haces; se respetuoso y maduro para mantener tu palabra; realiza trabajos limpios, con orden y puntualidad; muestra
capacidad en lo que manifestaste que podías realizar; reflexiona antes de tomar decisiones y consulta con quienes
compartirán contigo la responsabilidad; habla con la verdad, se transparente y abierto; no hables mal de nadie ni permitas
que hablen mal de los demás; escucha atentamente las opiniones de otras personas; cumple un servicio con puntualidad y
con las características que hayas ofrecido; no reveles confidencias; que tu actuación sea siempre igual en circunstancias
similares. La confianza es básica para cualquier relación humana ya sea familiar, de amistad, de noviazgo, de matrimonio.
Se inicia con un conocimiento de la persona, hay transparencia en la relación, existe comunicación, se avanza en el
reconocimiento, se enriquece el vínculo y se logra la confianza. Ésta es muy difícil conseguirla y muy fácil perderla, por
eso hay que cultivarla y cuidarla. Tal vez te haya sucedido que confiaste tus pensamientos y deseos a alguna persona y al
enterarte de que los ha comentado con otros te has sentido defraudado e incluso traicionado. Pareciera algo sin mayor
trascendencia, no obstante, cuando la confianza en el otro se ha perdido, la persona tiende a retraerse en esa relación. Y
hay que trabajar mucho en repararla. La confianza nunca viene de afuera: si no creemos en nuestras potencialidades y no
tenemos un verdadero equilibrio interno, pensaremos que el apoyo, la admiración o el aplauso nos los brindan sólo por
guardar las formas o, en todo caso, porque la gente en realidad no nos conoce bien

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