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Hidrografía.
A través de Egipto cruza el río Nilo, que es el segundo del mundo en longitud, con 6497 km de
largo, después del río Amazonas (6800 km). Su curso a través de Egipto es de 1.550 kilómetros, y la
zona del Delta del Nilo posee 24 000 km². El Nilo entra en Egipto, cerca de Wadi Halfa por su
frontera sur. Fluye a través del desierto fertilizando un valle de 1,5 a 2 km de ancho hasta Asuán.
En Asuán, cruza las últimas cataratas y fluye a través del valle, que se extiende de 5 a 20 km, hasta
El Cairo, situado a unos 700 km. Recorre otros 300 km hasta el mar irrigando el amplio delta del
Nilo, ramificándose en varios brazos por terrenos pantanosos. El delta posee una costa con
lagunas de 250 km de largo.
El Valle y el delta del Nilo están cubiertos de tierra muy fértil, generada por los limos depositados
por el río durante miles de años en una gruesa capa de 10 a 12 m. Cada año, de agosto a octubre,
se elevaba el nivel del Nilo, y el río vertía sus aguas inundando el valle y el delta. Después de
retirarse las aguas, dejaba atrás el limo, que restauraba y fertilizaba el suelo. Tras la construcción
de la gran presa de Asuán, el caudal es estable durante todo el año. En el territorio de Egipto, el
Nilo no recibe afluentes permanentes. El clima que prevalece sobre el valle es muy cálido y
desértico. Solo la costa tiene frecuentes lluvias. El período de vegetación, en general, no se
interrumpe, y las plantas crecen durante todo el año. Estas condiciones naturales han hecho del
valle del río Nilo el oasis más grande del mundo.
Además de tierra y agua de mar, Egipto está dotado de importantes sales minerales. La península
del Sinaí y la costa poseen yacimientos de petróleo. En esta costa se encuentran algunas zonas de
fosfatos. El oeste del delta, en la costa mediterránea posee sal de roca.
Consideraban que toda persona tenía dos partes; el cuerpo y el alma; este último seguía
existiendo al producirse la muerte.
Así mismo, creían que el alma era juzgada por un tribunal de los dioses. Si se comprobaba que
había llevado una vida diga y pura, pasaba a gozar de la eterna felicidad.
Por último los antiguos egipcios le debemos la confección de un calendario de 365 días que
subsiste hasta ahora, solo modificado en dos ocasiones; en el siglo I a.C. cuando se elaboró el
Calendario Juliano y en 1582 cuando se estableció el Calendario Gregoriano (Gregorio XIII).
Ra
Era uno de los dioses más importantes para los egipcios al ser el que alumbra cada día. Su
representación era una cabeza de halcón junto con un disco solar. Cada noche viajaba 12 horas de
oriente a occidente, por las 12 regiones del Duat habitadas por monstruos que intentaban detener
la noche y hacerla eterna.
Thot
Era el dios de la escritura y los cálculos. Ra lo colocó en el cielo para iluminar tras su retirada, por
lo que se trataba de un dios lunar. Todas estas características le daban el poder de medir el tiempo
y los calendarios y de ser el que permitió el nacimiento de Osiris, Seth, Horus el viejo, Isis y Neftis
en “cinco días nuevos”.
Mut
Era considerada la madre, el origen de todo lo existente. Siempre se la situaba entre el sol y la
luna, como un tercer ojo que mostraba la perfección cósmica. Era una de las estatuillas delante la
cual se pronunciaban unas palabras cuando alguien fallecía, para que no se descompusiera.
Isis
Era la Reina de las diosas, la gran diosa madre recuperadora y embalsamadora del cuerpo de
Osiris. Considerada la diosa de la maternidad y del nacimiento, protectora de todas las madres y
niños. Se le consideraba la institutriz del matrimonio.
Osiris
Marido de Isis, se le consideraba un antepasado directo de la realeza. Fue uno de los más
importantes del antiguo Egipto, era el dios de la resurrección. A él se encomendaban los muertos
en su tránsito a una nueva vida.
Horus
Era el dios real más antiguo, tenía forma de halcón. Era el señor de la montaña, por dónde el sol
asoma cada mañana. Cuando el culto de Osiris adquirió importancia, Horus se convirtió en hijo de
Osiris. Osiris, Isis y Horus fueron la tríada más importante de dioses. En el Libro de los Muertos
Horus, bajo su forma de Haroeris, ayudaba al Faraón a ascender al cielo.