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La leyenda del laurel, o la corona

triunfal
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Escrito por Edith Sánchez


Última actualización: 24 septiembre, 2021

La leyenda del laurel es muy antigua y siempre se le asocia con la victoria o el triunfo.

Por eso a la corona de laureles tambié n se le conoce como la corona triunfal. Así

mismo, por extensió n, la expresió n “laureado” hace referencia a una distinció n de

excelencia en el á mbito de la educació n y la cultura.

Son muchos los escudos y banderas que representan la corona triunfal en esos

emblemas. Má s que derivarse de la leyenda del laurel, lo asocian con el símbolo de

victoria que esta representa; en la mayoría de los casos, aluden a la victoria militar que

les dio unidad o identidad como nació n.

En varias universidades de los Estados Unidos se entrega la corona de laureles a los

alumnos destacados o a aquellos que completan su ciclo de formació n. Así mismo, la

Universidad de Umeå , en Suecia, le otorga ese distintivo a quienes obtienen el título de

doctor honoris causa, con excepció n de los médicos. Todo ello se deriva de la leyenda

del laurel.

“Las coronas de laurel son arrebatadas por un soplo de brisa; contra las coronas de espinas,

nada puede la tempestad”.

-Friedrich Hebbel-

El origen de la leyenda del laurel


Todo indica que la leyenda del laurel tiene su origen en la mitología griega. Se cuenta

que Eros, dios del amor y de la atracció n sexual, se sintió muy molesto porque Apolo
era arrogante. Este ú ltimo era una de las deidades má s influyentes del Olimpo y tenía

mú ltiples poderes. Ademá s, poseía una gran belleza y encanto.

Irritado por tantos atributos y la arrogancia de Apolo, Eros desató su ira sobre él. Por

eso, le disparó una flecha de oro, ya que esta tenía un efecto mágico: hacía que la

víctima se enamorara perdidamente. Al mismo tiempo, Eros le disparó una flecha de

plomo a la ninfa Dafne; esta tenía el efecto contrario: impedía amar a quien alcanzara.

Así las cosas, Apolo vio a Dafne y quedó herido y perdido de amor. Así que empezó a

perseguirla y ella, incapaz de corresponderle, se dio a la huida. Despué s de correr

durante mucho tiempo, y ya agotada, le pidió ayuda a su padre, el dios río Ladon. Este

la convirtió en una planta de laurel.

Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ella ya había empezado su metamorfosis.

Completamente abatido, Apolo abrazó el á rbol y se echó a llorar. Convencido de que ya

no podía hacer nada al respecto, dijo que desde entonces ese sería su á rbol

predilecto. También que sus hojas serían siempre verdes y que servirían para coronar

a los hombres más eximios. Allí nació la leyenda del laurel.

El laurel en la cultura antigua


En la antigua Grecia se le otorgaba una corona de laurel a los atletas que vencían en

una competencia y tambié n a los guerreros que se destacaban en una contienda. Así

mismo, en Roma los cé sares portaban la corona triunfal por considerarse superiores a

todos los demá s seres humanos.

Se difundió tambié n la creencia de que Eneas, al fundar la acró polis, encontró en el

lugar muchas plantas de laurel. Por eso se extendió la idea de que donde moraban los

laureles también debían morar los soberanos.

Así mismo, se le adjudicaron una serie de poderes a la planta. La leyenda del laurel

dice que, como el dios Apolo era la deidad de la adivinació n, al colocar una rama de

este vegetal bajo la almohada se tienen sueñ os profé ticos.


Por otro lado, que antes de una batalla debía echarse a quemar un atado de laurel; si

producía mucho ruido, habría suerte; si se quemaba de forma silenciosa era un mal

presagio.

Otras variaciones de la leyenda


Son varias las culturas que han asociado al laurel a la adivinación. Se cree que esto se

debe a la tradició n de utilizar el humo de sus hojas cuando se quemaban para hacer

predicciones. Sin embargo, otro dato curioso asociado es que algunas variantes de esta

planta tienen un principio activo que puede producir alucinaciones, susceptibles de ser

interpretadas como presagios.

En Grecia y Roma se sembraban esas plantas en las puertas de los palacios de los

gobernantes, pues se creía que otorgaban protección. El historiador Plinio llamaba

“jardines del Cé sar” a cualquier espacio vegetal en el que predominase el laurel.

Según la leyenda del laurel, esta arbusto también nos protegería de las tormentas. Por

eso, el emperador Tiberio se ponía una corona elaborada con esta planta cada vez que

el cielo se encapotaba. Con el tiempo, de todos los significados del laurel, el que se ha

hecho má s popular es el que lo relaciona con el triunfo o con el é xito.

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