Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Jim Collins
Liderazgo de nivel 5.
Aceleradores de la tecnología.
1
El disco y la espiral de declive.
ANUNCIOS
Liderazgo de nivel 5
2
consumo, invirtiendo en empresas como Huggies y Kleenex. Los medios dijeron
que la jugada había sido estúpida y los analistas de Wall Street rebajaron las
acciones. No obstante, Smith nunca dio muestras de flaqueza. Veinticinco años
después, Kimberly-Clark era propietaria de Scott Paper y superaba a Procter &
Gamble en seis de ocho categorías de productos.
Darwin Smith destaca como ejemplo clásico del “líder de nivel 5” (un individuo que
combina una humildad personal extrema con una voluntad profesional intensa).
Los líderes de este tipo eran norma en las empresas extraordinarias estudiadas
por Collins. Todos ellos se caracterizaban por ser individuos humildes que
mostraron una gran determinación por hacer lo que fuera necesario con tal de
convertir su organización en extraordinaria.
Otra cosa que hicieron fue invertir mucho en sistemas nuevos y tecnológicamente
avanzados (más tarde conocidos como Sensor y Mach3), con lo cual aseguraron
el futuro de la compañía. En el momento de la batalla por el poder, Sensor
prometía beneficios futuros significativos que no se veían reflejados en el precio
de las acciones porque era un desarrollo secreto. No obstante, Mockler y su
consejo directivo supusieron con acierto que el valor futuro de las acciones
superaría con creces el precio actual ofrecido por los postores. La compañía, sus
3
clientes y los accionistas habrían salido muy perjudicados si el director general de
Gillette hubiera claudicado frente a las opas, se hubiera embolsado sus millones y
se hubiera retirado a vivir una vida de ocio.
ANUNCIOS
Primero quién… luego qué
4
Cuando Collins y su equipo iniciaron su proyecto de investigación, esperaban
encontrar que el primer pasó que una empresa debería tomar para convertirse en
extraordinaria fuera tomar una dirección, visión y estrategia nuevas, y conseguir
que el personal se implicara y siguiera esa nueva dirección.
Sin embargo, lo que descubrieron fue muy diferente. Los ejecutivos que iniciaron
las transformaciones de las compañías que habían dado el salto primero eligieron
a la gente adecuada para llevar a la empresa, se deshicieron de la inadecuada y
luego averiguaron adónde iban a dirigirla.
Estos directivos conocían tres verdades muy simples. Primero, si empezamos por
“quién”, en lugar de por “qué”, nos resultará mucho más fácil adaptarnos a un
mundo cambiante. Si la gente sube en un autobús principalmente por la dirección
que va a tomar, tendrá un problema cuando tenga que cambiar de dirección. Pero
si sube por la gente que está en él, entonces es mucho más fácil cambiar de
dirección. Segundo, si en el autobús va la gente adecuada, el problema de cómo
motivarlos y dirigirlos desaparece. Las personas adecuadas no necesitan estar
estrechamente controladas: estarán automotivadas por su propio impulso para
producir los mejores resultados y formar parte de la creación de algo
extraordinario. Y tercero, si en el autobús hay gente inadecuada, descubrir la
dirección adecuada no nos ayudará a tener una empresa extraordinaria. La visión
sin la gente no sirve de nada.
5
la encontraban, muchas veces sin tener en mente un trabajo específico para ellos.
La teoría de Cooley resultó ser clarividente. Nadie podría predecir todos los
cambios que se iban a producir a partir de la liberalización bancaria. Y cuando
estos cambios llegaron, ningún banco los afrontó mejor que Wells Fargo. En ese
momento, cuando el sector bancario cayó un 59% por detrás del mercado bursátil,
Wells Fargo superó el mercado en tres veces.
6
plataforma para las dotes de un individuo extraordinario. En estos casos, el genio
del director es un activo magnífico, siempre y cuando permanezca en la empresa.
Si se es un genio, no se necesita un equipo de profesionales de cierto calibre que
puedan demostrar su valía en cualquier otro sitio. Lo único que se necesita es un
ejército de buenos soldados que ayude a poner en práctica las buenas ideas que
tiene el genio. No obstante, cuando el genio se va, los ayudantes suelen perderse
o, lo que es todavía peor, intentan imitar su audacia sin el soporte de su talento.
Eckerd Corporation, por ejemplo, tuvo que pagar por las consecuencias de un líder
que tenía una habilidad extraordinaria para descubrir lo que había que hacer, pero
muy poca capacidad para formar el equipo directivo adecuado. Jack Eckerd era un
hombre dotado de una energía personal desbordante y una capacidad innata para
captar el mercado y hacer negocios. A partir de dos pequeñas tiendas en
Wilmington, Delaware, supo crearse un imperio de tiendas repartidas por todo el
sudeste de Estados Unidos. A finales de la década de 1970, parecía que
Eckerd podía convertirse en la mejor compañía del sector. Pero entonces, Jack
Eckerd se fue para dedicarse a su pasión, la política, y se presentó a senador. Sin
su genio, la compañía Eckerd inició un largo declive y acabó siendo adquirida por
J. C. Penney.
7
de cómo compensar a sus ejecutivos, sino de a qué ejecutivos tenían que
compensar en primer lugar. Si tenemos a ejecutivos adecuados en el autobús,
harán todo lo posible para crear una compañía excelente, no por lo que puedan
obtener a cambio, sino simplemente porque no pueden conformarse con menos.
Su código moral es conseguir la excelencia por sí misma y en eso influye poco un
paquete de compensación.
Para atraer y retener a los mejores trabajadores, Nucor pagaba a sus empleados
más que cualquier otra compañía acerera del mundo. Pero desarrolló su sistema
de remuneración en torno a un mecanismo de primas de equipo sometido a una
gran presión, con más del 50 % de la compensación del trabajador vinculada
directamente con la productividad de su equipo de trabajo.
8
Las compañías que han dado el salto dan la impresión de ser lugares en los que
resulta muy duro trabajar. Pero no son culturas crueles, son culturas rigurosas: y la
diferencia es fundamental. Ser cruel significa cortar y derribar, especialmente en
momentos de crisis, o despedir a gente sin ningún tipo de consideración. Ser
riguroso significa aplicar unos criterios adecuados en todo momento y a todos los
niveles. Significa que los mejores no tienen que preocuparse por sus puestos de
trabajo y pueden concentrarse totalmente en lo que hacen.
Disciplina práctica n.º 1: en caso de duda, no contratar, seguir buscando. Ninguna
empresa puede aumentar sus ingresos a mayor velocidad que su capacidad para
conseguir el personal adecuado que sostenga ese crecimiento. Si el crecimiento
de los ingresos es mayor que el de gente preparada en el seno de la empresa,
esta nunca llegará a ser una gran compañía.
Disciplina práctica n.º 2: si sabemos que tenemos que hacer un cambio de
personal, hagámoslo. En el momento en que sentimos que tenemos que controlar
estrechamente a alguien, es que hemos cometido un error al contratarlo. Los
mejores empleados no necesitan estar vigilados de cerca. Dejar que las personas
inadecuadas se queden es injusto para con las personas adecuadas, ya que
estas, inevitablemente, deben tratar de compensar las carencias de las personas
inadecuadas. Los buenos profesionales están intrínsecamente motivados por los
resultados y, cuando ven que sus esfuerzos se ven afectados por tener que
soportar una carga extraordinaria, al final acaban frustrándose.
Disciplina práctica n.º 3: destinar a los mejores las mejores oportunidades, no los
problemas más graves. A comienzos de la década de los sesenta, R. J. Reynolds
y Philip Morris obtenían la mayor parte de sus ingresos del mercado local. La
teoría de R. J. Reynolds era esta: “Si alguien de algún lugar del mundo quiere
9
Camel, que nos llame”. Pero Joe Cullman, de Philip Morris, tenía una teoría
diferente. Identificó los mercados internacionales como la mejor oportunidad de
crecimiento a largo plazo, a pesar de que la compañía obtenía menos del 1 % de
sus ingresos de operaciones internacionales.
ANUNCIOS
Hacer frente a las adversidades (y no perder nunca la fe)
Las compañías que habían dado el salto basaron todo el proceso estrictamente en
hechos reales. Cuando hacemos un esfuerzo honesto y diligente para asumir la
verdad de la situación, las decisiones correctas suelen ser evidentes. Incluso si
todas las decisiones no resultan evidentes, una cosa es cierta: no podemos tomar
una serie de buenas decisiones si primero no hacemos frente a los hechos.
10
hecho de tener que cambiar todo su sistema para responder a la realidad
cambiante, mientras que la otra se quedó estancada.
Durante la primera mitad del siglo XX, cuando las dos guerras mundiales y una
regresión económica impusieron la frugalidad entre los norteamericanos, se
vendían un montón de alimentos baratos en tiendas de alimentación. Pero en la
segunda mitad del siglo XX, los norteamericanos cambiaron. Querían locales más
bonitos, más grandes, más variedad de tiendas en las que poder elegir. Querían
productos originales, como cinco tipos diferentes de coles muy caras y varias
mezclas de proteína en polvo y hierbas curativas chinas. También querían poder
hacer transacciones bancarias y ponerse las vacunas anuales contra la gripe
mientras hacían sus compras. En definitiva, querían grandes superficies que
ofrecían casi de todo bajo un mismo techo, con un gran espacio de aparcamiento,
precios bajos, suelos limpios y un montón de cajas.
Ralph Burger, el sucesor de los hermanos Hartford que habían creado la dinastía
A&P, enfocaba sus decisiones preguntándose lo siguiente: ¿qué habría hecho el
señor Hartford? El modelo anticuado chocaba cada vez más contra la realidad
cambiante y A&P empezó un proceso de pasar de una estrategia a otra, rotando a
los directores generales e introduciendo recortes radicales de precios, sin darse
11
cuenta de que lo que querían los consumidores no eran precios más bajos, sino
tiendas diferentes.
Los estudios que se han realizado sobre las víctimas de guerra, accidentes o
enfermedades descubrieron que, por lo general, se les podría agrupar en tres
categorías: los que estaban permanentemente desalentados por lo acaecido, los
que lograron que su vida volviera a la normalidad y los que utilizaban la
experiencia como un elemento que los hizo más fuertes. Las compañías como
Kroger, que habían dado el salto, se sitúan en este tercer grupo, el del “elemento
fortalecedor”.
12
simplifican un mundo complejo en una idea organizadora muy simple que unifica y
guía todo.
Las personas que habían creado compañías que habían dado el salto eran, en
una medida u otra, erizos. Habían utilizado su naturaleza de erizos para dirigirse
hacia un concepto principal o vertebrador para sus compañías. Aquellos que
lideraban compañías de comparación tendían a comportarse como zorros, y no
conseguían nunca la ventaja de tener un concepto claro, al mostrarse dispersos,
difusos e inestables.
13
hora, Walgreens incrementó su beneficio por visita de cada cliente. Más
conveniencia condujo a más visitas de más clientes quienes, al multiplicarse,
provocaron un incremento en el beneficio por visita del cliente y revertieron el
efectivo en el sistema, lo que permitió crear más tiendas.
En el equipo de Collins quedó claro que todas las compañías que habían dado el
salto habían adquirido un concepto muy simple que habían utilizado como marco
de referencia para todas sus decisiones. Mientras tanto, las compañías de
comparación, como Eckerd, se vieron atrapadas por vistosas estrategias de
crecimiento.
1. Aquello en lo que podemos ser los mejores. Solo porque poseemos unas
capacidades esenciales no significa necesariamente que podamos ser los
mejores del mundo ejerciéndolas.
14
2. Lo que mueve nuestro motor económico. Todas las compañías que habían
dado el salto habían averiguado la manera de ganar dinero y obtener unos
beneficios importantes y sostenidos de la manera más efectiva posible.
3. Qué es lo que más nos apasiona. La idea no era estimular la pasión, sino
descubrir lo que hace que nos apasionemos.
No se trata de proponernos ser los mejores, buscar una estrategia para ser los
mejores o trazar un plan para ser los mejores. Simplemente, es saber en qué
podemos ser los mejores. Esta diferencia es absolutamente crucial. A todas las
empresas les gustaría ser las mejores en algo, pero muy pocas saben realmente
aquello en lo que tienen posibilidad de ser las mejores y, no menos importante,
aquello en lo que no pueden ser las mejores. Y es esta distinción la que destaca
como uno de los contrastes principales entre las compañías que dieron el salto y
las de comparación. Abbott, por ejemplo, comprendió en los años sesenta que
tratar de ser la mejor compañía farmacéutica ya no era una opción viable, porque
perdieron la oportunidad ante sus competidores. No obstante, sabían que podrían
destacar en la fabricación de productos médicos de asistencia sanitaria rentables.
Con el tiempo, Abbott se convertiría en la compañía número 1 en productos
nutricionales para hospitales y aparatos de diagnóstico, ambas áreas con efecto
directo sobre la reducción de los costes médicos.
15
A todo el mundo le gustaría ser el mejor, pero muchas empresas carecen de la
disciplina necesaria para averiguar con una claridad objetiva en qué pueden ser
las mejores, y de la voluntad de hacer lo que sea necesario para transformar ese
potencial en una realidad. Carecen de la disciplina necesaria para preparar su
propia receta.
Reichart marcó un tono muy claro desde lo más alto: no vamos a pedir que los
demás lo pasen mal mientras nosotros nos quedamos sentados. Inició la política
de austeridad congelando los salarios de ejecutivos durante dos años, cerró el
comedor directivo y lo sustituyó por una cafetería que daba servicio a todos los
empleados. Devolvía los presupuestos que le parecían desorbitados advirtiendo:
“¿Te gastarías así tu propio dinero?”.
Aceleradores de la tecnología
16
Muchas de las compañías realmente extraordinarias de los últimos cien años —
desde Wal-Mart hasta Walgreens, desde Procter & Gamble hasta Kimberly-Clark
— tienen sus orígenes en muchas generaciones de cambios tecnológicos, ya sea
la electricidad, la televisión o Internet. Se han adaptado antes y han surgido
extraordinarias. Las mejores empresas siempre saben adaptarse.
Walgreens, por ejemplo, utilizó la tecnología como una herramienta para acelerar
su evolución, vinculándola directamente a su concepto de tienda de conveniencia
que incrementa el beneficio por visita de cada cliente. El caso de esta compañía
refleja una pauta de conducta general. En todos los casos de compañías que
dieron el salto, encontramos una sofisticación tecnológica. No obstante, nunca se
ha introducido una tecnología por sí misma, sino que se aplicó de manera pionera
tras una selección cuidadosa.
17
la década de 1980, pasando a fabricar aviones Gulfstream y coches deportivos
Maserati, ninguna tecnología avanzada, por sí misma, habría podido salvar a la
compañía de otra caída masiva del mercado.
18
especial, ninguna innovación fascinante y ninguna resolución violenta. Las
compañías que dieron el salto lo hicieron mediante un proceso acumulativo —
paso a paso, acción a acción, decisión a decisión, vuelta a vuelta del disco— que
ha ido sumando resultados sostenidos y espectaculares.
Por ejemplo, Nucor empezó a dar vueltas al disco en 1965, al principio únicamente
intentando evitar la quiebra, luego construyendo su primera fábrica porque no
podía encontrar un proveedor fiable. Los trabajadores de Nucor descubrieron que
tenían habilidad para hacer el mejor acero y más barato que nadie, así que
construyeron dos, y luego tres fábricas más. Consiguieron clientes, luego más y
más clientes: el disco ganaba impulso, vuelta a vuelta, mes a mes, año tras año.
Luego, alrededor de 1975, los trabajadores de Nucor se dieron cuenta de que si
seguían empujando el disco podrían convertirse en la empresa acerera más
rentable y número uno del mundo.
19
ir de aquí para allá, las compañías de comparación no consiguen crear un impulso
sostenido y caen en una espiral de declive.
Conclusión
Crear algo grande no tiene que ser más difícil que crear algo bueno. Tal vez
alcanzar la grandeza sea estadísticamente menos habitual, pero no requiere más
sufrimiento que perpetuar la mediocridad. Para muestra están las compañías de
comparación que estudiaron Jim Collins y su equipo. La belleza y el poder de sus
conclusiones es que pueden simplificar radicalmente nuestras vidas y al mismo
tiempo incrementar nuestra efectividad.
20
Lo que intenta transmitir este libro no es que tenemos que “añadir” sus principios a
lo que ya estamos haciendo y cargarnos con más trabajo del que ya tenemos. Lo
que intenta decirnos es que nos tenemos que dar cuenta de que mucho de lo que
hacemos es como máximo una pérdida de energía. Si organizamos la mayor parte
de nuestro tiempo de trabajo en torno a la aplicación de estos principios, e
ignoramos o dejamos de hacer todo lo demás, nuestras vidas serán mucho más
simples y nuestros resultados mejorarán considerablemente.
Autor
Jim Collins es uno de los gurús más respetados, citados y leídos del mundo del
management. Lleva años estudiando el comportamiento de las empresas, desde
las más pequeñas start-ups hasta las mayores multinacionales. Escribe
habitualmente en revistas como Fortune, BusinessWeek, The Economist, USA
Today y Harvard Business Review. De sus libros Empresas que perduran (Paidós,
1996) y Empresas que sobresalen (Deusto, 2011) se han vendido más de tres
millones de ejemplares, y han sido traducidos a 35 idiomas. Además, este último
fue elegido por BusinessWeek como el mejor de la década.
21
22