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ÉTICA

La falta de ética despide cada vez a más CEO en
todo el mundo
por Per-Ola Karlsson, Kristin Rivera 
trad. Teresa Woods
11.07.2017

La probabilidad de que una empresa despida a su director ejecutivo ha aumentado mucho durante los últimos años
debido a escándalos y conductas indebidas por parte del CEO y otros trabajadores. Eso incluye fraude, sobornos, uso de
información privilegiada, currículums inflados y escándalos sexuales. Según el Estudio sobre el éxito reciente de los
CEO, elaborado por el grupo Strategy& de PwC, las empresas más grandes corren más riesgo que las pequeñas, al igual
que las compañías en las que el CEO lleva mucho tiempo en el cargo y aquellas es las que el CEO también ocupa la
presidencia de la junta directiva.

Entre 2007 y 2011, las rotaciones forzadas por, digamos, "lapsus" éticos supusieron el 3,9 % de todos los cambios en las
cúpulas de las 2.500 empresas más grandes del mundo. Entre 2012 y 2016, esa cifra se elevó al 5,3 %. Puede parecer
pequeño, pero representa un aumento del 36 %. A nivel regional, el porcentaje de todas las sucesiones atribuibles a
problemas y escándalos éticos aumentó de forma notable en Estados Unidos y Canadá (del 1,68 % de los relevos entre
2007 y 2011 hasta el 3,3 % entre 2012 y 2016), Europa occidental (desde un 4,2 % hasta un 5,9 %) y en los países BRIC
(de 3,6 % a 8,8 %).

El estudio identifica, cada año, las 2.500 empresas más grandes del mundo en función de su capitalización bursátil a 1 de
enero, y se centra en aquellas que han experimentado un relevo de su CEO durante los siguientes doce meses. Cada
empresa que, en principio, sustituyó a su CEO o director ejecutivo es investigada para confirmar que se produjo un
cambio, averiguar los motivos (mediante informes de la empresa, los medios de comunicación y el conocimiento de los
consultores de Strategy&), y recopilar información tanto sobre la persona que abandona el cargo como sobre la que lo
asume.

Hemos detectado cinco razones que podrían explicar el aumento de los despidos de alto nivel por falta de ética.
Primero, el público -la sociedad y los clientes- se ha vuelto más suspicaz, crítico y perdona menos las malas conductas
empresariales. Segundo, la gobernanza y la regulación en muchos países se ha vuelto más proactivas y punitivas.
Tercero, más empresas buscan crecer en mercados emergentes en los que los riesgos éticos son mayores debido a niveles
más altos de corrupción y estructuras de gobernanza y control menos maduras. La expansión a lo largo y ancho del
mundo de las cadenas de suministro también eleva el riesgo, al fomentar la interacción con empresas de estos
países. Cuarto, el auge de las comunicaciones digitales ha expuesto a las empresas -y a las personas que las dirigen- a una
mayor exposición a posibles denunciantes en busca de destapar comportamientos dudosos al igual que a hackers en
busca de los datos de los clientes. Por último, el ciclo de noticias ininterrumpido de 24 horas al día y 7 días a la semana,
además de la proliferación de medios y plataformas de comunicación en el siglo XXI, difunde y amplifica las
informaciones negativas en tiempo real. 
Los datos del informe también señalan tres factores que muestran que una empresa podría estar en mayor riesgo:

1. Empresas grandes. Entre 2012 y 2016, las personas que ocupaban el cargo de CEO en las empresas del primer cuartil
(en términos de capitalización bursátil) tenían muchas más posibilidades de ser despedidas por errores y falta de ética: el
7,8 % en comparación con la media de 3 % de las empresas más pequeñas. Que los despidos fueran más frecuentes en
empresas más grandes tiene sentido. Las empresas más grandes son las más afectadas por las cinco tendencias descritas
anteriormente y también las que están sometidas a un escrutinio más profundo por parte de clientes, medios de
comunicación y accionistas. Además, las empresas más grandes también están mejor equipadas para deshacerse de un
CEO o director ejecutivo, en caso de necesidad. Es más probable que dispongan de planes de sucesión detallados, así
como de una bolsa de candidatos potenciales más grande e integrantes de la junta directiva independientes y con
experiencia, que hayan podido asistir con anterioridad a situaciones similares.

2. Muchos años al frente de la empresa. También descubrimos que los CEO obligados a abandonar su cargo por
cuestiones éticas tenían una antigüedad media de 6,5 años en comparación con los 4,8 años de quienes tenían que
abandonar la empresa por otros motivos. Existen varias explicaciones posibles. Por un lado, las empresas con CEO
veteranos suelen ser las mismas que obtienen resultados económicos por encima de la media, lo que explicaría un
menor escrutinio por parte de medios de comunicación y accionistas –sobre todo de los llamados inversores activistas–
que el puesto sobre las empresas de peor rendimiento. Se ha convertido en una práctica habitual que esos activistas
divulguen datos e informaciones poco halagadoras sobre el CEO de una empresa en la que se hayan fijado para perseguir
sus objetivos y eliminar a ese individuo para manipular la estrategia de la empresa. También es posible que cuando el
liderazgo de una organización es estático, los trabajadores empiecen a considerar la falta de ética como algo normal. En
consecuencia, cualquier queja o aviso de una mala conducta tendría también menos posibilidades de ser tenida en
cuenta, investigada y sancionada. Por supuesto, puede que en parte también tenga la culpa la ley de los
promedios: cuanto más larga sea la permanencia de una persona en el cargo, mayor es la probabilidad de que algo salga
mal.

3. La fusión de los roles de CEO y presidente de la junta. Si comparamos las razones para el despido de los CEO, que
también actuaban como presidentes de su junta directiva, con las razones del despido de los CEO que no ostentaban
ambos cargos, encontramos que el 24 % de los CEO destituidos que ocupaban los dos cargos lo fueron por razones
éticas. En cambio, solo se destituyó por cuestiones éticas al 17 % de los CEO con un solo cargo. Es una diferencia del 44
%. Es probable que las empresas que han separado los puestos de CEO y presidente de la junta estén mejor preparadas
para actuar de manera independiente e investigar y supervisar las operaciones de la empresa que aquellas en las que el
CEO controla la actividad de la junta. En algunos casos recientes, los accionistas han impulsado a las juntas a despojar al
CEO de la presidencia de la junta directiva tras un escándalo.

Para todos los CEO, y especialmente para aquellos que dirigen grandes organizaciones, la responsabilidad de impedir
y minimizar las malas conductas es abrumadora. La mejor manera de evitar errores y lapsus éticos en el entorno actual
de escrutinio profundo y escándalos instantáneos es desarrollar una cultura de la integridad en la empresa; establecer
estructuras de gobernanza, procesos y controles eficaces para desincentivar las malas conductas.

Per-Ola Karlsson lidera la práctica de organización, cambios y liderazgo de Oriente Medio de Strategy&, el negocio
de consultoría estratégica de PwC. Radicado en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), es socio de PwC Oriente Medio.

Kristin Rivera lidera el equipo de riesgo y controles de fraude de PwC y ejerce como la líder global de investigaciones
forenses de clientes y mercados. Socia de PwC Estados Unidos, está radicada en San Francisco.

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